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Nosotras vemos una niña que está en un patio sosteniendo

una paloma blanca entre sus manos.


La niña tiene un vestido blanco con un gran lazo en su
espalda, este parece ser de época y nos da la sensación de
que pertenece a una familia de clase alta por su
vestimenta.
En la parte inferior de la imagen hay una pelota de colores
cálidos, que contrastan con los tonos verdosos, grises y
azulados del fondo.

La pequeña Isabella, única hija de un matrimonio de grandes aristócratas, jugaba


todas las tardes sola en su enorme jardín, ya que no la dejaban tener contacto con los
únicos niños que rodeaban su casa, por ser estos hijos de la servidumbre de la casa.
Con el correr de los años, y luego de varios rezongos por parte de sus padres por la
costumbre de escaparse a jugar con esos niños, Isabella había aceptado su monótona
vida en soledad, cumpliendo así con las condiciones puestas por sus padres.

A medida que la niña iba creciendo, se iba sintiendo cada vez más sola y triste, sin
saber qué hacer en su tiempo libre o en dónde jugar, debido a que ya lo había hecho
en todos los rincones de su vasto jardín y de su lujosa casa, pero el sentimiento era
siempre el mismo.

Una tarde, mientras se entretenía con su colorida pelota, pudo percibir un pequeño
ruido como si algo o alguien raspara los pastos y la tierra. Sin dudarlo, se dirigió hacia el
lugar de donde provenía tan extraño sonido, y para su asombro, detrás del gran árbol
que antes brindaba sombra a sus juegos, se hallaba una pequeña paloma blanca que la
miraba como pidiendo ayuda, ya que era notorio que no lograba volar.

Ella conmovida por la situación de la paloma, la tomó entre sus manos, suaves como
el algodón, y al sentarse en el pasto con el ave en su regazo, notó que su ala izquierda
estaba herida. Mientras Isabella observaba a la paloma, esta hacía lo mismo con la

Priscilla Fontes, Luisina Lisio, Guadalupe Rodríguez


niña, hasta que sus miradas se cruzaron y conectaron con el gran dolor que cada una
sentía, con su soledad y su necesidad de ayuda. Entonces Isabella, desesperada,
recurre a su madre para pedirle ayuda y el permiso para tenerla junto a ella hasta que
recuperase su capacidad de volar, y ser libre.

La madre de la niña, a quién siempre le habían gustado los animales, acepta


enseguida y juntas comienzan la recuperación y cuidado de la pequeña paloma, a
quién incluso destinaron un sitio en la casa para su alojamiento.

La niña estaba muy feliz por la compañía de su nueva amiga con la cual pasaba tardes
enteras en su jardín, estaban todo el tiempo juntas desde que amanecía hasta que
anochecía. Isabella estaba feliz porque gracias a la paloma ya no recordaba como era
su vida antes entre tanta soledad, y gracias a esta también recupero su felicidad.

Pero con el paso de los días la paloma no mejoraba y su padre ya no quería que el
animal viviera en la casa debido a que causaba un gran desorden y no le permitía
dormir por las noches.
La niña estaba muy triste por la decisión de su papá y como no estaba de acuerdo en
abandonar a la paloma, decide esconderla en su cuarto, la paloma angustiada por estar
encerrada ya ni siquiera jugaba con la niña. Estos actos llevan a que la niña entienda
que los animales deben ser libres y comprende que debe liberarla.

A los días siguientes Isabella volvió a sentirse vacía al ya no tener la compañía de su


amiga.
Una tarde mientras Isabella estaba recostada en su cama, oye un aleteo y al mirar hacia
la ventana de su cuarto ella descubre que la paloma había vuelto.
A partir de ese momento la paloma frecuentaba todas sus tardes su casa.

FIN

Priscilla Fontes, Luisina Lisio, Guadalupe Rodríguez


Priscilla Fontes, Luisina Lisio, Guadalupe Rodríguez

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