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pintura: ¿dos medios diferentes?, texto que neas a ella, a las que inevitablemente ve con
ocupará nuestra atención en estas líneas. ojos críticos y las cuales piensa con la volun-
Me interesa aquí, más que ofrecer una tad de plantear la posibilidad de conjuncio-
mirada a vuelo de pájaro del libro que pone nes. Si en algún momento sentimos alguna
González en nuestras manos, atender algu- angustia durante la lectura, ello se debe a la
nos temas trabajados por la autora y que fractura de viejas certezas y la cuidadosa
destacan por su relevancia en las discusiones omisión de prescripciones para abordar la
contemporáneas sobre la práctica artística, obra artística contemporánea. Gran mérito
su crítica y su historia. Por momentos ocu- de este trabajo es no convertirse en un ma-
rre, por la densidad de esta obra, que nos nual de acercamientos.
sentimos algo perdidos, como le pasaba a Recorrer con González, paso a paso y con
Barthes con la fotografía antes de la Cámera claridad, la historia de la consolidación de la
lúcida, cuando, al no encontrar un punto es- pintura y la fotografía es una experiencia no
pecial sobre el cual fijar su atención, le pare- sólo didáctica sino emocionante. Veamos,
ció que ésta era un mensaje sin código: sig- pues, cuáles son algunos de los instantes más
nos que no terminaban de cuajar. Tal provocadores de reflexión en este libro.
impresión quizás se deba al gran caudal al
que nuestra crítica da cauce en su libro, en el
que, lejos de faltar un código, de hecho cua- La “visión objetiva”
jan tantas cosas que es difícil decidir a cuál
referirse o acercarse primero. Partimos de un acercamiento a la mirada co-
González propone una deconstrucción, mo aquello que necesitan tanto pintura como
o quizás una reconstrucción, de la consoli- fotografía. En el seno del canon pictórico
dación de dos prácticas: la pintura y la foto- occidental subyace lo que Andrei Tartarkie-
grafía. Guiada por su intuición —nos acla- wikz llamó “gran teoría”, Norman Bryson
ra— intentará interpretar la diferencia de denominó “actitud natural” y González bau-
estos dos medios que se produce en el ámbi- tiza como “visión objetiva”. Ésta, nos expli-
to de lo específico y no de lo genérico (p. 13). ca, puede entenderse en la conjunción de los
Cobijadas ambas bajo la gran sombrilla del dos aspectos del término: por un lado la
arte, como género, las especies pintura y fo- visión en su doble acepción como proceso
tografía, diferentes, han encontrado más de fisiológico de percepción visual y como “cos-
un punto de choque y encuentro desde el si- movisión” en el sentido de ideología cultu-
glo xix. Esta primera precisión es importan- ral, en tanto lo objetivo apunta hacia una
te en tanto aclara, desde el uso del lenguaje cualidad de objetividad más bien empírica y
mismo, la manera en la que la autora define opuesta a la interpretación subjetiva (p. 31).
sus categorías. Aclaración fundamental sobre la que sienta
González también afirma estar movida las bases de su revisión de la pintura como
por la necesidad de construir un puente ana- una práctica tendiente a naturalizar las imá-
lógico entre disciplinas diferentes. Esta nece- genes y a promover su cualidad mimética,
sidad existe, en buena medida, porque mira ocultando así los sustratos culturales y socia-
hacia atrás parada en su presente, preocupa- les en los que se efectúa. Tengo para mí que
da por las búsquedas artísticas contemporá- el segundo capítulo, dedicado a la pintura,
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sirve más como dispositivo para explicar la Es en esta propuesta donde se considera a
consolidación del canon de producción de ambas, pintura y fotografía, como lenguajes,
imágenes —la tendencia a lo que Bryson lla- como signos más que como representacio-
ma la copia esencial 1— y la posterior adop- nes, donde coinciden el trabajo de nuestra
ción del mismo en el medio fotográfico. La autora y el de Norman Bryson. Al igual que
perspectiva albertiniana y la codificación de en el trabajo de este último, los plantea-
la información visual a través de la construc- mientos de González tendrán consecuencias
ción de un espacio uniforme y unificado tanto para la crítica como para la historia del
consolidan a la pintura como una de las no- arte. Quizás el que más nos interesa sea el de
bles artes, dotándola de cientificidad objeti- dar a estas disciplinas un impulso moviliza-
va, autoridad y validez. En el campo del arte dor que les permita sobreponerse a su anqui-
corresponderá a la pintura, según la autora, losamiento.
colocarse en la punta de la lanza para propo-
ner una renovación conceptual hacia lo mo-
derno; abandonar la mimesis y encaminarse La fotografía
a lo creativo. Los planteamientos de Gonzá-
lez en este capítulo son sintéticos y compac- En este que es el tercer capítulo, el texto se ha-
tos, grandes pasos dados con tiento, aunque ce más denso. Cabe agradecer, como en el an-
por momentos se sienten algo apurados, en terior, las citas puntuales, las generosas refe-
particular al pasar al siguiente capítulo, el rencias bibliográficas y la claridad y sencillez
tercero, dedicado a la fotografía. Compara- con que los conceptos y las categorías son pre-
do, el espacio dedicado a la pintura se ve sentados. El hermetismo no tiene lugar en la
disminuido frente a la enorme precisión y búsqueda de González. Para la autora, como
abundancia de consideraciones dedicadas a para otros críticos e historiadores del arte, la
la formulación de las diferentes rutas que se fotografía surge bajo el signo del canon pictó-
abren con la fotografía. Algunos podrán juz- rico.2 González señala que las tendencias de
garlo como un sesgo, incluso una manifesta- los estudios históricos sobre la fotografía pue-
ción de preferencias específicas (la fotografía den clasificarse en tres grandes rubros: la inte-
por encima de la pintura); el asunto es poder gración de la fotografía a “la tradición occi-
decidir qué resulta relevante en esta deci- dental de los sistemas de representación”, su
sión. Insisto, a riesgo de equivocarme, que lo acceso a un espacio donde se discute la conflic-
que interesa en el texto es poder precisar la tiva artisticidad del medio y, por último, un
ideología de lo visual, de la que tanto pintu- tratamiento de la fotografía como género au-
ra como fotografía participan como varian- tónomo, es decir, su paso de especie a género.
tes técnicas, y no seguir promoviendo su
carácter de géneros opuestos y en competen-
2. Ribalta, por ejemplo, afirma que se trata de
cia. Lo que importa es llegar a dilucidar una
una oposición dialéctica entre la pintura y la foto-
heterogeneidad de sintaxis y no de esencias. grafía y que ella ha sido uno de los ejes principales
de la teorización de la fotografía en la posmoderni-
1. Norman Bryson, Visión y pintura. La lógica de dad. Véase Jorge Ribalta (ed.), Efecto real, debates
la mirada, trad. Consuelo Luca de Tena, Madrid, posmodernos sobre fotografía, Barcelona, Gustavo
Alianza, 1991, cap. 2. Gili, 2004, pp. 19-21.
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Para poder hacer una precisión sobre el carác- puesta realidad exterior, sino accediendo a la
ter de heterogeneidad sintáctica respecto de la posibilidad de pensar al fotógrafo como autor,
pintura, González pone especial atención en creador de una situación irreal presentada como
explicar y desarrollar esa segunda tendencia real. Así lo indica González: “Esta foto com-
sobre la cualidad artística. Nuestra crítica ex- prueba que las fotos no sólo se toman, sino que
plica la construcción de esta artisticidad a tra- también se hacen” (p. 168), diferencia que algu-
vés de diferentes “tomas” o puntos de vista: la nos autores plantearon como esencial entre fo-
fotografía como imagen, la fotografía como tografía y pintura. La primera se toma, la segunda
memoria y, finalmente, la fotografía como arte. se hace. Mito desmontado por los autorretratos
Pareciera que a nivel de uso social este medio de Bayard, quien pone de manifiesto, entre
dispone de un campo más amplio de disemi- otras cosas, el potencial de la fotografía “como
nación, acción y significación que la pintura. construcción de una realidad”, y por tanto co-
Aquí radica una de las paradojas del medio: la mo algo que puede convertirse en arte.
multiplicidad de campos en que actúa, que la En el apartado Defectos como virtudes: la
autora identifica primordialmente con los de sintaxis de impresión, la autora profundiza en el
la ciencia y el arte. ¿Por qué, pregunta, se exige concepto de “sintaxis” que venía manejando
aún que la fotografía funcione de un solo mo- como “el conjunto convencional de marcas,
do, sea documental o artística? (p. 159) ¿Cómo huellas o rastros que dejan las herramientas en
pasa un fotógrafo de documentar, es decir, la obra y son depositarias del contenido de la
operar dentro del paradigma de la visión obje- obra”; a esto va a agregar una consideración de
tiva, a ser un autor? González identifica esta los “elementos concretos del lenguaje técnico
transición con el momento en el que el fotó- de cada una de las artes gráficas”, el cual resca-
grafo maneja de modo consciente y voluntario ta de Ivins (p. 176). Aquí precisa sobre la sin-
la sintaxis fotográfica, codifica asumiendo una taxis de la cámara (todo lo que tiene que ver
postura que marcha a contracorriente de la con la estructura del aparato) y la “sintaxis de
épica daguerriana del documento. Al aceptar impresión” (el modo en que la imagen descan-
la existencia de un autor, afirma, la fotografía sa sobre el soporte dependiendo de la técnica
no sólo funciona plenamente como lenguaje, usada y mediante el cual el fotógrafo expresa
sino que puede acceder a la artisticidad, argu- su voluntad como autor en la toma de decisio-
mento que, como ocurrió con el caso de la nes). Este énfasis en el aspecto de las técnicas
pintura, tomará tiempo en arraigarse y se irá de impresión resulta de gran valía para abor-
construyendo a partir de una serie de pasos. dar la fotografía pictorialista y los trabajos de
Dos de ellos nos conciernen en particular por algunos fotógrafos contemporáneos.3 La proli-
su precisión sobre dos momentos en la cons-
trucción de una sintaxis fotográfica: la toma (y
su relación con la cámara) y la impresión (y su 3. El pictorialismo resulta uno de los campos
más desatendidos en la historia de la fotografía
relación con el objeto material final). Para
en México, creo yo, porque en ocasiones se le
nuestra escritora, Hippolyte Bayard es la figu- confunde con el “pintoresquismo”, que en defi-
ra que marca un rompimiento con la visión nitiva no es lo mismo. Esta ruta “sintáctica” que
daguerriana cuando se autorretrata como aho- marca Laura González habría que ponerla a prue-
gado (1840). En esta fotografía no estamos ha- ba para abordar, en investigaciones puntuales, la
blando ya de la documentación de una su- sintaxis de la fotografía pictorialista en el país.
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mán Beuys, y esto, sospechamos, se debió más los objetos artísticos que corresponde en
a su trágica muerte y al escándalo que arma- cierta medida a una escala a nivel económi-
ron las feministas en contra de su marido y co. La pintura mantiene un valor económico
presunto asesino [p. 269]. más elevado por su mayor presencia “mate-
rial”, en tanto la fotografía sigue siendo
¿No resuena acaso en la ironía de Laura valorada por debajo de aquélla debido a su
sobre la valoración de Ana Mendieta un eco cualidad mecánica y automática (p. 275).
de la fridomanía? ¿Estas barreras de género ¿Qué ocurre entonces con las obras híbridas?
se manifiestan aún en la valoración que ha- ¿Cómo debe el mercado reaccionar frente a
cen crítica, museos y mercado de la produc- ellas? Preguntas que surgen del texto, cuyas
ción artística contemporánea? ¿Qué ocurre respuestas quedan pendientes.
si añadimos a esta dimensión de género las Para González, fotografía y pintura com-
de raza, clase social y preferencia sexual? parten su portabilidad y quizás sólo dos rasgos
El arte con que convivimos ha rebasado son propios de la pintura que no parecen co-
las barreras de los géneros que describe la rresponder a la fotografía: la capacidad de la
autora en la segunda y la tercera parte de es- primera de mantener una “cualidad de huella
te libro; se ha vuelto transgenérico. Frente a de un gesto humano” y la de actuar como “un
esta situación de cruce y pérdida de fronte- símbolo material de la individualidad y unici-
ras, la autora señala dos opciones: la primera, dad del artista” (p. 275). Sin embargo, la auto-
una disyunción donde la obra pertenece ra concibe estas dos prácticas como variantes
a uno u otro género, pero no a ambos, lo técnicas de una misma ideología de lo visual, la
que ha llevado a un callejón sin salida; la se- visión objetiva, y es el paralelismo en su base
gunda, la posibilidad de optar por una con- ideológica lo que debería resultar importante,
junción. La primera ruta parece apuntar no no la heterogeneidad sintáctica generada por el
sólo a una muerte de los géneros, o de sus origen técnico dispar. Aquí podríamos enton-
esencias tradicionales, sino también al final ces pensar la fotografía digital desde otro terre-
de cierto concepto de arte (p. 203). La pos- no que no fuera el ontológico. Es contra el
modernidad, a pesar de parecer un “punto y idealismo moderno, anclado en razones esen-
aparte” respecto al periodo moderno, de he- ciales (ontológicas), contra el que lucha Gon-
cho no ha logrado dejar atrás muchas de las zález en la última parte del libro para afirmar
posturas idealistas que subyacen en el mo- que la técnica pasa a un segundo plano por de-
dernismo, en particular la insistencia sobre trás de la finalidad de las imágenes y de sus va-
las esencias ontológicas que marcan la fron- lores culturales subyacentes (p. 298). Para po-
tera que separa a los géneros y los presenta der pensar la fotografía y la pintura en
como autónomos. Esta pervivencia de auto- conjunción, parece entonces que primero hay
nomía ha servido, según González, para rea- que devolverlas al mundo social, cultural y eco-
firmar una escala de valores jerárquicos de nómico del que surgen.
Fe de erratas de Anales 85
En la página legal debió aparecer Peter Krieger como coordinador de ese número monográfico.
Fe de erratas de Anales 86
Johannes Hartau no está adscrito a la New York University, sino que es investigador independiente
en la ciudad de Hamburgo.