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Página 12 – Diario – Argentina - sábado 11 de octubre de 2003 – contratapa – página 36
todavía existimos”. Y el Congreso todo aprobará una declaración honesta y bella. Dice:
“Estamos transitando un nuevo milenio desde aquel 12 de octubre de 1492, trágico
encuentro de dos civilizaciones. El 12 de octubre debe ser una fecha clave para la
reflexión, un análisis serio sobre la historia de estos 511 años con nuestros pueblos de
Adbia Yala (América) a fin de plantear un futuro con grandeza; es importante el punto
para lograr nuestras reivindicaciones y que el nativo deje de ser un paria en su propio
territorio y objeto de todo tipo de vejámenes de explotación humana, de discriminación
racial y desculturización. De hoy en más nuestros gobernantes son quienes deberán tomar
conciencia de que la Argentina le otorga Derechos al habitante primitivo de estas tierras,
que deberá ser respetado por el hermano no aborigen”. Y más adelante: “El Movimiento
Indio no debe detenerse a llorar sobre las ruinas de nuestros antepasados, pero tampoco
debemos ser cómplices por la vía del silencio de las injusticias cometidas con nuestros
pueblos, para implantar en su lugar una prosperidad de pocos en medio de la pobreza
general”.
Con mucha tristeza e ironía, prosigue el documento: “Por eso hoy, los pueblos
originarios exigimos mayor protagonismo, una inclusión en serio, no queremos seguir
siendo los anónimos de esta bendita Argentina, no nos interesa seguir siendo objeto de
estudio antropológico, arqueológico y sociológico”. (En este sentido hay una carta del
Perito Moreno a su padre donde emplea bien claro ese idioma, lo que le interesaba al
blanco del indio: “Querido viejo: hoy remito por diligencia un cajón que harás recoger lo
más pronto posible pues el agente de ella no sabe la clase de mercancías que envío. Creo
que no pasará mucho tiempo sin que consiga los huesos de toda la familia Catriel. Ya
tengo el cráneo del célebre Cipriano y el esqueleto completo de su mujer, y ahora parece
que el hermano menor no vivirá mucho tiempo, pues ha sido el jefe de la actual
sublevación, habiéndose rendido anteayer. La cabeza de Catriel sigue conmigo, hace un
rato que la revisé pero, aunque la he limpiado un poco, sigue siempre con mal olor. Me
acompañará al Tandil porque no quiero separarme de esta joya, la que me es bastante
envidiada”. Occidental y cristiano, el perito. Habla que lleva “mercancías”. Aunque llevaba
esos restos al museo, hubiera podido emplear otro idioma, es como si llevara restos de
animales antediluvianos.)
Luego sigue el Congreso del Indio en su comunicado: “No se debe ignorar que el
aborigen fue protagonista de todas las grandes emancipaciones de nuestra Patria y sin
embargo se le pagó con el más cruel genocidio. La memoria de nuestro pueblo está
latente frente a las más distintas acciones; la Campaña del Desierto en el Sur y la
Explotación en los socavones, los obrajes, los cañaverales y los algodonales en el Norte”. Y
agrega: “El 12 de octubre debe ser una fecha clave y una buena ocasión para comenzar
con la Reparación histórica en el marco de la Justicia Social. El 2003 es la antesala del gran
encuentro entre el aborigen y el no aborigen; y marchemos juntos hacia el futuro que nos
espera”.
Así como ellos salen a nuestro encuentro, debemos hacer lo mismo, terminar con
todos los feroces detalles que los hacen aparecer como vencidos: borrar de nuestro
paisaje y de nuestras ciudades el nombre de militares y civiles genocidas. Devolver el
poético nombre de cerros, lagos, ríos y pampas que tenían antes de la Conquista del
Desierto y de la presencia en esas latitudes del Perito Moreno.
Por ejemplo, mañana 12 de octubre iré con el grupo musical Arbolito a la ciudad de
Coronel Federico Rauch a pedir a la población de esa ciudad bonaerense que suprima el
nombre de ese genocida y lo reemplace con el de un héroe. Rauch fue un degollador de
indios a sueldo, contratado por Rivadavia para que eliminara a los ranqueles. Ese militar
europeo califica de “anarquistas” a los ranqueles y en sus partes expresa que para ahorrar
balas “degüella” a los indios. Fue un exterminador y fue muerto a su vez por un ranquel,
llamado “Arbolito”, que vengó así la muerte de cientos de sus hermanos indios. Por haber
propuesto lo mismo en 1963 sufrí 63 días de cárcel impuestos por el ministro del Interior
de esos tiempos tristes, el general Juan Enrique Rauch, bisnieto de aquel genocida traído
de Europa. Un general, ese bisnieto, que hace cuarenta años persiguió a intelectuales,
trabajadores y profesores universitarios.