Está en la página 1de 5

LAS PISTAS DE BLUE: UN PERRO OLFATEANDO EL DELITO

¿Cómo era un ritual de sacrificio griego?

Esqueleto humano en el altar a Zeus en el monte Liceo


Un sacrificio humano es algo terrible, un crimen, un acto atroz. ¡Ayúdanos a resolver
el misterio sobre cómo era uno de estos oscuros rituales!
Reconstruye uno de estos rituales a partir de algunos fragmentos de textos antiguos
griegos.
a) Identifica: (1) qué acciones se realizaban, (2) qué elementos materiales
formaban parte del ritual, (3) quiénes participaban y (4) qué propósitos tenían.
b) Dibuja una escena con todos los elementos del ritual que has reconocido.
PRIMERA PISTA

Mensajero. — Cuando salimos de esta casa, tomamos la carretera de doble


calzada en dirección al lugar donde se encontraba el ilustre rey de Micenas.
Resulta que este paseaba por un huerto bien regado cortando para su cabeza
ramos de tierno mirto. Al vemos gritó: «Hola, forasteros, ¿quiénes son, de dónde
vienen y de qué tierra proceden?» «Tesalios —contestó Orestes—, y nos
dirigimos al Alfeo para hacer un sacrificio a Zeus Olímpico.» Al oír esto dijo
Egisto: «Pero ahora deben quedarse con nosotros para acompañarme en un
banquete. Me encuentro a punto de ofrecer un sacrificio a las Ninfas. Si se
levantan a la aurora, resultará lo mismo. Conque vayamos a casa (y al tiempo
que esto decía nos tomó de las manos y nos conducía); no deben negarse.»
Cuando estuvimos en su casa, dijo: «Que alguien prepare en seguida un baño
para los forasteros, a fin de que puedan acercarse al agua lustral y al altar.»
Pero Orestes dijo: «Acabamos de purificarnos con un baño en las limpias
corrientes del río. Mas si es fuerza que unos forasteros participen del sacrificio
con los ciudadanos, entonces, rey Egisto, estamos dispuestos, no nos negamos.»
Eurípides, Electra, v. 775-798.
SEGUNDA PISTA

Adormeció sus sollozos, contuvo su llanto: fue la reina a bañarse, se vistió de


unas ropas sin mancha, con sus siervas marchó al aposento de arriba y, echando
en un cesto los granos tostados, rogaba a Atenea: «¡Dame oídos, retoño de Zeus
que la égida embraza, tú, Incansable! Si Ulises mañero quemó en sus palacios
piara ti alguna vez muslos de toros u ovejas, haz memoria de ello, rescátame al
hijo y rechaza a esos hombres henchidos de mala soberbia. Así dijo y en sollozos
rompió; pero Atena escuchó su plegaria.
Homero, Odisea, Canto IV, v. 757-767.
TERCERA PISTA

Cerátadas, por su parte, no obtuvo señales favorables el primer día ni distribuyó


nada entre los soldados. Al día siguiente, las víctimas estaban colocadas junto
al altar y Cerátadas iba coronado para ofrecer el sacrificio; entonces se le
acercaron Timasión de Dárdano, Neón de Asine y Cleanor de Orcómeno y le
dijeron a Cerátadas que no ofreciera el sacrificio, porque no conduciría el
ejército, si no les daba víveres. Da orden, entonces, de repartirlos. Pero, como
le faltaba mucha cantidad para que cada uno tuviera alimento para un día,
recuperó las víctimas y renunció al cargo de líder.
Jenofonte, Anábasis, Libro VII, I, 40-41.
CUARTA PISTA

Mensajero. — Entonces, querida señora, lo sabrás todo con claridad. Lo contaré


desde un comienzo, a no ser que mi entendimiento me falle y confunda a mi
lengua en mi relato.
Así que, una vez que llegamos al bosque y a las praderas cargadas de flores
consagradas a Ártemis la hija de Zeus, donde era el lugar de reunión del
campamento de los aqueos, conduciendo a tu hija, al punto se congregó la
multitud de argivos. Y apenas el rey Agamenón vio avanzar a la muchacha a
través del bosque sagrado hacia su sacrificio, comenzó a lanzar gemidos,
mientras que, a la vez, desviando su cabeza, prorrumpía en lágrimas,
extendiendo su manto ante sus ojos. Pero ella se detuvo al lado de su progenitor
y le dijo: «Padre, aquí estoy junto a ti, y mi cuerpo por mi patria y por toda la
Grecia entrego voluntariamente a los que me conducen al sacrificio en el altar
de la diosa, ya que éste es el mandato del oráculo. ¡Y por lo que de mí depende,
que seáis felices y consigáis la victoria para nuestras lanzas y el regreso a la
tierra patria! Por eso, que ninguno de los argivos míe toque, que ofreceré en
silencio mi garganta con animoso corazón». Eso fue lo que dijo. Y todo el mundo,
al oírla, admiró la magnanimidad y el valor de la muchacha virgen. Alzóse en
medio Taltibio, a cuyo oficio esto concernía, y ordenó comportamiento
respetuoso y silencio a la tropa. Y el adivino Calcante en el canastillo labrado de
oro depositó el puñal afilado, que con su mano había desenvainado, en medio de
los granos de cebada y coronó la cabeza de la joven. Y el hijo de Peleo agarró el
canastillo y el cántaro del agua ritual y roció el altar de la diosa en derredor, y
dijo61: «Hija de Zeus, tú que cazas animales salvajes, y que en la noche volteas
la blanca luz astral, acepta esta víctima que te ofrecemos como regalo el
ejército de los aqueos y el soberano Agamenón: la sangre pura de un cuello
hermoso y virginal. Y concédenos realizar una navegación indemne y arrasar
los muros de Troya por la lanza».
Eurípides, Ifigenia en Aúlide, v. 1540-1576.

También podría gustarte