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PROBLEMAS PSICOSOCIALES

UNIDAD 2
Conducta alimentaria y el comportamiento

Autor: MARIA NOEMI ALCHUNDIA MENDOZA


ÍNDICE

1. Unidad 2: Conducta alimentaria y el comportamiento.........................................3


Tema 1: Conducta alimentaria......................................................................................3
Objetivo:........................................................................................................................3
Introducción:..................................................................................................................3

2. Información de los subtemas..............................................................................4


2.1 Subtema 1: Anorexia..........................................................................................4
2.2 Subtema 2: Bulimia............................................................................................7
2.3 Subtema 3: Obesidad.......................................................................................10
2.4 Subtema 4: Ortorexia.......................................................................................13

3. Preguntas de Comprensión de la Unidad...........................................................17

4. Material Complementario.................................................................................18

5. Bibliografía........................................................................................................19

2
Conducta alimentaria y el comportamiento

1. Unidad 2: Conducta alimentaria y


el comportamiento
Tema 1: Conducta alimentaria
Objetivo:

Identificar y reconocer los distintos tipos de conductas alimentarias.

Introducción:
Los trastornos de la conducta alimenticia tienden a implicar más efectos negativos de
los que se toma en cuenta en las intervenciones y que necesitan ser tratadas con más
insistencia no sólo en la víctima; sino también con el entorno que convive con estos
casos. La distorsión de la percepción corporal y la distorsión frecuente que se observa
en las dietas restrictivas o la alimentación saludable con perspectivas erróneas. Este
compendio detalla los trastornos de conducta alimenticia más comunes y otra de la
que no se habla mucho en los medios, la ortorexia. Se incluyen definiciones,
conceptos, sintomatología y efectos para una mejor comprensión de lo mismo;
además de abarcar un poco la participación profesional en estos casos.
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2. Informació n de los subtemas


2.1 Subtema 1: Anorexia

La anorexia es un trastorno de las conductas alimentarias, caracterizándose por


restricciones en la alimentación o ingesta (Giordani, 2006). Este trastorno da a lugar
pérdidas considerables de peso en los individuos que padecen este trastorno, siendo
que tienen un índice menor al esperado según el sexo, edad o desarrollo evolutivo. En
ocasiones, llega a un estado de desnutrición grave (Sansinenea & Valencia, 2018).

Requiere mencionarse que la pérdida de peso se origina desde el mismo paciente por
medio de una disminución en la ingesta alimentaria, acompañado de conductas
frecuentes relacionadas a una pérdida de peso siendo: uso/ abuso de diuréticos,
laxantes, auto provocación de vómito y una práctica intensa de ejercicios físicos
pesados.

Entre los síntomas fundamentales de una anorexia nerviosa, se mencionan los


siguientes (Woerwag & Treasure, 2019):

 Intenso miedo de ganar peso.


 Distorsión en la imagen corporal auto percibida, por ejemplo, verse con sobre
peso a pesar de tener un bajo nivel de peso.
 Reducción del índice de peso mínimo al normal, puede derivar a una
malnutrición.
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 Consecuencias por el adelgazamiento extremo mediante signos físicos como


piel rugosa o seca, pérdida de menstruación en tres ciclos consecutivos, caída
de cabello, entre otros.
 Signos psicopatológicos observado en estados constantes de irritabilidad,
angustia, tristeza o aislamiento social.
 En estos pacientes, pueden reflejar una personalidad de autoexigencia o de
perfeccionismo acompañado de autoestima baja.

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A su vez, es de importancia abarcar las causas de esta enfermedad, siendo


multifactorial. Su sintomatología clínica representa una interacción entre tres tipos de
factores, siendo los siguientes (Peyró, 2010):

 Factores predisponentes: Culturales, familiares e individuales.


 Factores precipitantes: De situaciones de crisis, tales como una pérdida
afectiva o el inicio de una dieta estricta basada en la insatisfacción corporal o
personal.
 Factores perpetuanes: Sintomatología clínica de desnutrición y afectiva,
asociado a una ansiedad o depresión.

En base a estos factores, las dietas de adelgazamiento restrictivo podrían


desencadenar el conflicto de la anorexia (Flores & Barrientos, 2022). También existen
otros factores genéticos; ya que, en familiares de primer grado como padres,
hermanos o hijos del paciente con anorexia, existe un riesgo de 6 a 10 veces mayor de
probabilidades de desarrollar cualquier tipo de trastorno de las conductas alimenticias.
Un historial de depresión en la familia también aumenta las probabilidades de padecer
la anorexia (Leonidas & Santos, 2020).

La anorexia ha sido pensada como enfermedad desde el siglo XXI, respondiendo a los
ideales que la sociedad propone; siendo en la actualidad, el ideal de la delgadez
(Manochio & Santos, 2020). Generalmente se cree que es un padecimiento
proveniente de las sociedades del occidente. No obstante, se señala el encuentro de
registros del padecimiento en personas desde hace 20 siglos atrás (Polli & da Silva,
2018). Entre los distintos factores que favorecen a esta aparición de trastornos en la
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conducta alimenticia en la actualidad, los estudios resaltan la obsesión de la delgadez,


el miedo por la obesidad, ansiedad ante alimentos consumidos, restricción en la
ingesta alimenticia y la presión social acerca de la imagen personal.

En una investigación se estableció que al menos más de 10 millones de ciudadanos


estadounidenses sufren graves trastornos alimenticios como la bulimia, anorexia y
episodios con atracones de la comida (Guerrero & Barajas, 2019); estableciendo que
cualquier persona puede sufrir de un trastorno alimenticio. Aparte de mostrar un

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impacto negativo en la calidad de vida y la salud de la persona, también se ve afectada


la autoimagen, las relaciones sociales, rendimiento escolar o laboral.

La psicología social, ayuda a plantear tratamientos eficaces para estos casos (Ramírez
& Freire, 2021). Nadie discute la necesidad de psicologizar tratamientos para la
anorexia. Desde dicha perspectiva se reconoce, que, en los últimos años, la anorexia
tiene muchos caminos patológicos.

La anorexia, podría mencionarse que, es una consecuencia final o posterior a


trayectorias patológicas como la depresión, cuadros de obsesión, fobias, psicosis, entre
otros (Kerr & Mason, 2021). A su vez, como es indicado en investigaciones, pueden ser
los diversos núcleos de personalidad donde se desarrolla el trastorno y por ello,
tampoco habrá tratamientos iguales para la anorexia que puedan ser aplicados en
todos los casos.

La sociedad actual tiende a primar la imagen corporal como un valor a tener en cuenta
por encima de los demás, referente a la valoración personal (Matalí & Dolz, 2020).
Dentro de este ámbito, la obsesión para mostrar un cuerpo según el canon de belleza
actual, conlleva la mayoría de casos a un conflicto con la alimentación, siendo
trastornos de conducta alimenticia. Una voluntad por la delgadez extrema o
sentimientos de culpabilidad en la ingesta de alimentos son causantes cognitivos de
gran impacto para trastornos como la anorexia.

Se ha hallado que al menos entre un 1% y un 2% de mujeres pueden llegar a padecer


de anorexia (García & Caballero, 2022); este trastorno puede presentarse en una
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proporción de un 10 a 1 en relación de mujeres y varones, no obstante, cada año este


patrón de casos de hombres sigue en aumento. El inicio de los trastornos,
generalmente, se da entre los 14 y 20 años; los datos sugieren que los pacientes
padecen de altos niveles de presión social para adaptarse al canon de belleza
impuesto. En este sentido, tanto la industria audiovisual como las campañas
publicitarias son muy importantes; ya que al hacer hincapié en estos estereotipos no
se contribuye a ningún tipo de cambio en la presión social.

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Una vez que se detectan los casos de trastornos alimenticios debe de acudirse a un
profesional. Acorde a la gravedad, la intervención podría ser ambulatoria o de ingreso.
En la mayoría de los casos se requiere de un ingreso con razón del deterioro cognitivo
y físico en el individuo (Margherita & Gargiulo, 2018). No debería de valorarse el
ingreso por anorexia como un estigma, sino como la oportunidad para revertir dicha
situación.

En todo caso, cualquier tipo de intervención no debe ser encaminada únicamente a la


persona que padece el trastorno, sino que debe ampliarse el enfoque hasta el núcleo
familiar y el entorno del individuo; pues es fundamental la comprensión de la situación
y el conocimiento para actuar en este tipo de casos.

2.2 Subtema 2: Bulimia

Desde un punto de vista etimológico, la bulimia y su concepto provienen del prefijo


aumentativo “Bou” con significado de “gran” o “inmenso” y el sufijo “Limus”, con
significado de “hambre” (Valdanha & Squires, 2021, p. 14). Por ende, puede
denominarse como una gran hambre o “hambre insaciable”. Dicho cuadro se
desarrolla en la siguiente serie de secuencias (Cernuda, 2020):

 Alteración de la percepción de imagen corporal


 Baja autoestima y decremento en el control de la misma
 Alteración de la imagen corporal.
 Realizar ayunos que duran cierto tiempo, pero culminan en atracones
 Posteriormente, el sentimiento de culpa y malestar físico por la pérdida del
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control; provoca vómitos por medios purgativos como los diuréticos y laxantes
 Se inicia de nuevo la cadena creando un espiral patológico de solución
compleja

Dentro de las fases de atracones es posible diferenciar la anticipación y planificación


del mismo; pues el paciente busca soledad y prepara detalladamente en qué momento
el atracón va a suceder. Después, se desarrollan episodios de gran ansiedad similares a
las de un drogodependiente con una descontrolada y rápida ingesta (Hernández,

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2021). En ese momento se produce algo que genera la continuidad del ciclo, sensación
de relajación o de alivio reforzante del proceso.

Los sentimientos de culpa y de vergüenza junto a la fatiga, dolores abdominales y


malestar físico como antesala del vómito provocado, sin necesidad de esfuerzo en
ocasiones (Ghadampour & Mohammadkhani, 2019). La precipitación de estos ataques
está muy vinculados a las emociones y los sentimientos tanto negativos como
positivos; entre estos pueden mencionarse la infelicidad, ansiedad, aburrimiento,
estrés, soledad, depresión y también la euforia o alegría.

La bulimia también denominada como la hiperorexia además de un hambre insaciable,


es manifestada con una sintomatología depresiva, cleptomanía, conductas
plurimpulsivas, conducta sexual mórbida, politoxicomanía. Es natural que la persona
bulímica mantenga un peso “normal”, sin tener deseo de un bajo peso; por lo tanto,
podría incluso pasar desapercibido durante años en su entorno.

Este trastorno se considera de gravedad, incluso más que la anorexia; es uno de los
cuadros que tienen más incidencias de degradación de células (Costa & de Oliveira,
2019). Además, por el constante vómito y consumo de diuréticos y laxantes, los
pacientes podrían tener fallos renales o cardíacos por la hipopotasemia e hipocloremia
y una alcalosis metabólica concurrente.

En la bulimia, se tiende a tener una impresión de fuerza, independencia, ambición,


autodominio o autocontrol, pero la imagen que tienen es totalmente diferente. Son
personas marcadas por el vacío interno, la absurdidad y el estado de ánimo depresivo
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y pesimista como una consecuencia de la forma del pensar y comportamiento que


producen sentimientos de ineficacia, culpa o desamparo. La idea entre la que tienen
de sí mismos y el ideal que esperan alcanzar tienen una distancia muy marcada. Los
individuos que padecen de la bulimia, viven día a día estas discrepancias
negativamente desde su interior, pero con ojos positivos ante la sociedad (Solano &
Valles, 2019).

En la mayoría de los casos provienen de núcleos familiares con trato impulsivo entre
sus varios componentes y donde existe un potencial violento fuerte (Mora & Raich,

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2014). A su vez, pueden existir minúsculas ataduras dentro del seno familiar y también
índices de estrés alto en su día a día. Además, posee un comportamiento de éxito
escaso para la resolución de conflictos ante la presión social de imagen.

Los pacientes asumen sentimientos de no tener suficiente capacidad de cumplir sus


objetivos sobre todo en relación al peso y la apariencia; e incluso, existen casos con
antecedentes de individuos que, bajo una irresponsabilidad parental o caprichos de
estos, compensan con actitudes cuidadosas y controlados; a tal punto de reflejarse en
su accionar para mantener la imagen. Todos los factores que han sido mencionados
con anterioridad también se ven reflejados con una persona reprimida, débil y con
trastornos de conducta alimentaria (Leonidas & Crepaldi, 2013).

Puede sostenerse que una sintomatología en estos trastornos de conducta alimenticia


también conocido como TCA es reactiva a los entornos socioculturales (Magallares &
Morales, 2013). Se remiten con cambios experimentados en la sociedad, siendo una
expresión de descontrol autodestructivo adaptativo y mediado por circunstancias del
entorno, como: medios de comunicación, lenguaje, procesos cognitivos y actitudes.

Por otro lado, desde una perspectiva evolucionista, se plantea que las mujeres llegan a
padecer los síndromes bulímicos con más frecuencia por sus características
emocionales, conductuales y fisiológicas propios de la inanición; debido a la plasticidad
genética fenotípica movilizando mecanismos adaptativos evolucionarios ante la
escasez alimenticia como la inquietud psicomotora o la falta de apetito presentes en
las personas que presentan dichas conductas alimenticias fuera de las “normales”.
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El apoyo social es fundamental, pues permite que el individuo tenga relaciones sociales
y una percepción disponible de soporte y estrategias de afrontamiento que sean
efectivas; para lidiar con situaciones de estrés, alcanzar niveles favorables en la
autoestima y competencias sociales mayores (Bittencourt & Almeida, 2013, p. 223). No
obstante, los programas sociales requieren de una mejor preparación, pues se ha
evidenciado que muchos de estos programas y proyectos no brindan suficientes
herramientas para enfrentar situaciones estresantes, reducción de factores de riesgo o
promover las habilidades sociales en su reinserción o adaptación al entorno;

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normalmente están enfocados a un solo aspecto, sea una respuesta nutricional, una
respuesta clínica o una respuesta psicológica.

Muchos pacientes que sufren de bulimia o cualquier otro trastorno de la conducta


alimenticia, refieren que el apoyo suele encontrarse alejados de sus necesidades reales
(Souza & Santos, 2014); la intervención va a soluciones de áreas específicas y falta
mucho del apoyo psicosocial. En el sector privado pueden encontrarse mejores
alternativas de apoyo social con un acceso mediado por las capacidades económicas,
pero el Estado requiere de una mejor estructuración y formación de sus profesionales
en el sector público.

2.3 Subtema 3: Obesidad

En la actualidad se considera a la obesidad como un desafío sanitario, esto se debe al


aumento de casos de comorbilidad asociado en países desarrollados y aquellos que se
encuentran en vías de desarrollo. La palabra “obeso” proviene del latín “obedere”, que
está formado por las raíces “ob” que significa “abarca todo o sobre” y “edere” con
significado de “comer”, entendiéndose como “alguien que se come todo” (Riebeling,
2015).

Acorde a la OMS (citado en Galvan, 1999), tanto el sobrepeso como la obesidad son
definidos como acumulaciones anormales o excesivas de porcentaje de grasa en el
cuerpo, índices que se definen como perjudiciales en la salud. La obesidad implica
aumentos de masa de tejido adiposo, y las evidencias muestran que el impacto en la
salud puede depender del volumen de acumulación de grasa y la distribución corporal.
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Organizaciones de la salud definen la obesidad como enfermedades crónicas que está


caracterizado por el exceso de grasa acumulada como consecuencia de desequilibrios
alimenticios, sobre todo por el consumo superior de calorías al que se gasta (Villaroel
& Bastías, 2011).

Entre las complicaciones en la obesidad no están limitados los problemas fisiológicos;


resulta frecuente que quienes padecen de la obesidad lleguen a sufrir diversos
trastornos psicológicos siendo estos: desórdenes en la alimentación, baja autoestima y
depresión. De igual manera, tienden a ser un blanco de discriminación, afectando en

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distintos aspectos y hasta de forma duradera a la calidad de vida (Dalprá & Úrrego,
2016). La obesidad se diferencia de otras condiciones crónicas; el sobrepeso se
considera de forma errónea que tiene un control voluntario, por ello se descuida la
obesidad indicando que son responsables exclusivos de la condición que mantienen.

Las diversas propuestas para frenar esta dispersión de los casos de obesidad en
América Latina, deben de tomar en cuenta que una representación social de estos
casos pasa más allá de ser sólo un conflicto moral, debe ser abarcado como una
enfermedad que debe ser explicada, medida científicamente y abordada de forma
integral.

Enfrentar tanto la obesidad como conflictos similares al control del peso, requieren de
una adopción de hábitos que fomenten a estilos de vida saludables sin intentar
generar cambios radicales en la dieta o los patrones de actividad. Existen los riesgos de
agravar situaciones de salud precarias y pasar por alto problemas emocionales,
actitudes y hábitos que causaron, en primer lugar, la condición de la obesidad
(Madrazo & Salas, 2020).

Los estigmas y estereotipos relacionados al peso, contribuyen a un desarrollo


conductual en los atracones, la pérdida de un control alimenticio, aislamiento social,
evitación o disminución de las actividades físicas; lo cual conlleva al empeoramiento de
la salud en quienes padecen de estos estigmas. A su vez, crean barreras con los
compromisos a cualquier tipo de comportamiento o hábito saludable (Saldaña, 2016).
El rol de varios profesionales en los contextos educativos y sanitarios son esenciales
para abordar estos temas y contribuir a la prevención de la obesidad.
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En varios grupos tanto nacionales como internacionales, señalan a todo profesional de


la Atención Primaria como una pieza clave de la prevención, intervención y
tratamiento para el sobrepeso y obesidad (Gonçalves & Miranda, 2012). No obstante,
por la misma demanda alta de atención primaria y las dinámicas de servicio, termina
siendo complicado poder brindar el asesoramiento que requieren los pacientes que
padecen esta condición y sus allegados; termina siendo recomendable una derivación
a otros programas de especialidad.

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Para estos casos se recomienda la implementación de programas con componentes


múltiples con profesionales que tienen una formación especializada en diversos
campos, se incluye la participación de disciplinas conductuales, individuales,
psicológicos, sociodemográficos, individuales. Es así como se destaca la incorporación
de profesionales del campo de la psicología social en la Atención Primaria en la Salud
es una excelente oportunidad para los programas de prevención y brindan
tratamientos de salud interdisciplinaria y especializada.

Concretamente, contar con la presencia de estos profesionales para la intervención


con el sobrepeso y la obesidad (Lima & Gomes, 2022); favorece a un rol activo al
cambio para la prevención y mejora de las tareas asistenciales preventivas, la
educación en la salud y la promoción de hábitos saludables desde perspectivas
individuales, sociales, grupales, institucionales y comunitarios.

Además, también debe tomarse en cuenta todas las dificultades que impiden que se
promueva la formación y entrenamiento para habilidades y estrategias del psicólogo
social para su intervención, además del trabajo en equipo junto a otros profesionales
del área de la salud; de esta forma se podrá intervenir con éxito en los casos de
obesidad e incentivar al cambio a una mejor calidad de vida.

La palabra gordura suele ser utilizado como un adjetivo, y la connotación de esta


dependerá del objeto en el que es aplicado y como un sustantivo (Peng & Qu, 2019).
En la sociedad, es común que el adjetivo “gordo” sea asumido como el elemento
distintivo de una persona, reinterpretando a la persona desde su apariencia física.
Aunque existan estudios que mencionan que el término “gordo” se ocupa en
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connotaciones positivas, se afirma que, de forma tradicional, se le asignan valores


negativos (Polli & Freitas, 2020).

Todas las personas que pasan por un cuadro de obesidad, se encuentran en exposición
a estresores psicosociales varios, los cuales tienden a ser acumulados (Zhang, 2020).
Esto puede tener un impacto culminante, incluso mayor a la comorbilidad clínica. La
obesidad no tiende a ser considerado como una patología mental en sí, pero sus
repercusiones y variables psicológicas a un nivel conductual y emocional debe ser
tomado en cuenta desde la etapa temprana del desarrollo.

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Es así como resulta necesario que se realicen estrategias de intervención y prevención


ajustado a estos casos, incluyendo la promoción de la nutrición, la actividad física y
otros como parte de los hábitos saludables y además trabajar desde el plano
psicológico, como la regulación de emociones y autoestima; en el plano social, por otro
lado, se promueve el entrenamiento de habilidades sociales y procesos adaptativos.

Para la psicología social, se considera que tanto la obesidad como el sobrepeso son
situaciones que requieren de prevención, atención y tratamiento (Castañeda, 2022).
También la intervención en las perspectivas donde la obesidad se presupone como
condición patológica. Existe literatura vasta donde se evidencia que las personas que
sufren de obesidad, suelen ser discriminadas en varias esferas de su vida diaria, sobre
todo en ámbitos laborales, escolares y universitarios. También se documenta la
afectación en la posibilidad de relacionarse o emparejarse; también la existente
segregación en el transporte público (de Aráujo, 2022).

2.4 Subtema 4: Ortorexia

La ortorexia, también conocida como la ortorexia nerviosa, corresponde a un trastorno


alimenticio donde se desarrolla una obsesión por alimentarse “sanamente” (De Marchi
& Baratto, 2018). Se entiende que no es la cantidad sino la calidad de alimentos con los
que se obsesionan quienes padecen de ortorexia, teniendo consecuencias tanto
psicológicos como en su vida social y sobre todo problemas nutricionales a largo plazo.

Cuando la ortorexia es comparada con otros trastornos alimentarios, se observa que


este tipo en específico, gira en torno de la calidad de un alimento y no la cantidad de
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este (Barrada & Roncero, 2018, p. 285). Es decir, que a diferencia de un individuo que
padezca de bulimia o anorexia, quienes padece de la ortorexia no tienen como
enfoque la pérdida de peso.

Investigaciones sobre las posibles causas de la ortorexia aún son escasas, pero su inicio
puede atribuirse al momento en que una persona inicie algún tipo de dieta y con el
tiempo, el control alimenticio se vuelva obsesivo. Los pacientes con este trastorno
tienden a evitar impulsivamente cualquier alimento que contenga colorantes,
contenido excesivo en sal o azúcar, grasas poco saludables, carbohidratos y otros.

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Expertos nutricionistas refieren a una preocupación en los alimentos para que cumpla
con estándares de calidad como no contener sustancias artificiales, sean de agricultura
ecológica o no contengan transgénicos (Cruz & Souza, 2018).

Inclusive, puede mezclarse con temas de estilos de alimentación como los


macrobióticos o veganismo. Se mencionan síntomas claves para una identificación del
trastorno en un individuo, siendo (Parra & Tena, 2020):

 Preocupación por la calidad de alimentos ignorando la satisfacción del


consumo.
 Culpabilidad al no cumplir con las convicciones dietéticas
 Dedicación obsesiva a una dieta “sana”
 Aislamiento social para evitar consumir alimentos fuera de su régimen dietético
 Planificación excesiva a su consumo del día posterior
 Fijación descontrolada en las tablas nutricionales

Las consecuencias son obvias, siendo el principal, el déficit nutricional o el aislamiento


social. No obstante, la ingesta de alimentos considerados como poco saludables
supone en estos pacientes, gamas de emociones diversas que resultan desagradables
tal como la culpa, miedos a enfermedades y establecer conductas como un castigo,
siendo volver sus dietas mucho más restrictivas de lo que ya son.

De igual forma, los profesionales consideran que la ortorexia es una fijación extrema
con la calidad o la pureza de los alimentos que consume (Ruiz & Quiles, 2021). Así
mismo, este estilo de vida termina afectando su vida social y la relación con los demás,
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ya que tienden a evitar participar de culturas gastronómicas, aislarse de reuniones o


cualquier actividad con amigos, familia y otros por evitar consumir algo que no
consideren “saludable”

Acorde a investigaciones, la ortorexia tiene repercusiones a nivel psicológico y social


en la calidad de vida y las relaciones de un individuo, pues el paciente se limita en el
disfrute de una libre ingesta de alimentos junto a elecciones conscientes (Awad &
Rogoza, 2022). Asesores dietéticos o nutricionistas indican que es un punto negativo a

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tener en cuenta una vez que los hábitos de salud son un obstáculo en la conexión con
el entorno, amistades y familiares.

Quienes padecen la ortorexia a diario, tienden a volverse autodidactas en relación a la


orientación y hábitos alimenticios según lo que considerar y clasifican como lo más
apto para su ingesta diaria. Los profesionales nutricionistas tienden a buscar
información, basarse en la ciencia y en su preparación formativa (Bayao & Damous,
2018); por ello son un complemento de suma importancia para un equipo junto a
psicólogos en la intervención apropiada de estos casos.

Lo recomendado es una intervención teniendo en cuenta tres básicos principios para el


tratamiento de la ortorexia: nutrición y alimentos, reducción del estrés de la ingesta
alimenticia y no obsesionarse con las dietas. El psicólogo social cumple su rol para
ayudar en el tratamiento de la obsesión por alimentarse saludablemente, el control,
entre otros y, además, se interviene socialmente para la educación y concientización
de estos temas.

El equipo interdisciplinario tiene un papel esencial para cualquier caso de trastornos


de conducta alimenticia (Coimbra & Ferreira, 2021). En el rol del psicólogo, su trabajo
enfocado en modelos cognitivos o conductuales, actúa desde la orientación de
pensamientos basados en conductas y emociones; de esta forma, otros profesionales
como los nutricionistas complementan la explicación con una intervención en
esquemas cognitivos y creencias para reducir conductas disfuncionales y la reducción
de malestares.
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Para esta intervención, el objetivo principal es la modificación de conductas y


pensamientos que mantienen el trastorno de la ortorexia (de Oliveira, 2019); para
eliminar de esta forma consecuencias negativas que se generarán para la vida del
individuo a nivel físico, psicológico y social. Por otro lado, los nutricionistas y psicólogos
mencionan que uno de los primeros pasos a tomar en cuenta es buscar ayudar y tratar
al paciente para que acepte los efectos que el estilo de vida que trata de imponerse a
sí mismo y como afectaría a su salud.

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Cuando el individuo tenga la capacidad de reconocer dichos efectos negativos y


consecuencias será más que recomendado la ayuda por parte de los equipos
multidisciplinarios donde se incluyen principalmente la participación de médicos,
psicólogos y nutricionistas.

En la actualidad, las personas se encuentran expuestas ante el bombardeo constante


de contenidos de belleza, moda y nutricionales en las redes sociales, medios
televisivos, películas, revistas y entre otro. El constante uso y acceso de internet facilita
todo tipo de consumo de contenido y publicación de información, inclusive sin el
completo control o veracidad del mismo (Bernardino & Souza, 2019). Es por ello que la
sobre estimulación de prácticas aparentemente saludables junto a la presión que
ejerce la sociedad, podían convertir los comportamientos sanos en problemas de
conducta alimenticia graves.

A medida que las presiones sociales y las influencias evolucionan, también lo hacen los
patrones desordenados de alimentación. Existen muchos movimientos enfocados en
buscar estilos de vida saludables basándose en la huida de ultra procesados y consumir
“comida real”.
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3. Preguntas de Comprensió n de la
Unidad
1. Pregunta de comprensión Nro. 1
¿Qué es la anorexia?
La anorexia es un trastorno de las conductas alimentarias, caracterizándose por
restricciones en la alimentación o ingesta. Este trastorno da a lugar pérdidas
considerables de peso en los individuos que padecen este trastorno, siendo que tienen
un índice menor al esperado según el sexo, edad o desarrollo evolutivo,

2. Pregunta de comprensión Nro. 2


¿De dónde proviene el concepto de la Bulimia?
Desde un punto de vista etimológico, la bulimia y su concepto provienen del prefijo
aumentativo “Bou” con significado de “gran” o “inmenso” y el sufijo “Limus”, con
significado de “hambre”.

3. Pregunta de comprensión Nro. 3


¿Qué se puede mencionar sobre la bulimia?
La bulimia también denominada como el hambre insaciable. Es natural que la persona
bulímica mantenga un peso “normal”, sin tener deseo de un bajo peso; por lo tanto,
podría incluso pasar desapercibido durante años en su entorno.

4. Pregunta de comprensión Nro. 4


¿Qué es la obesidad?
La obesidad es definida como la acumulación anormal o excesiva de porcentaje de
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grasa en el cuerpo, índices que se definen como perjudiciales en la salud. La obesidad


implica aumentos de masa de tejido adiposo, y las evidencias muestran que el impacto
en la salud puede depender del volumen de acumulación de grasa y la distribución
corporal.

5. Pregunta de comprensión Nro. 5


¿Qué es la ortorexia?
La ortorexia, también conocida como la ortorexia nerviosa, corresponde a un trastorno
alimenticio donde se desarrolla una obsesión por alimentarse “sanamente”. Se

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entiende que no es la cantidad sino la calidad de alimentos con los que se obsesionan
quienes padecen de ortorexia, teniendo consecuencias tanto psicológicos como en su
vida social y sobre todo problemas nutricionales a largo plazo.

4. Material Complementario
Los siguientes recursos complementarios son sugerencias para que se pueda ampliar la
información sobre el tema trabajado, como parte de su proceso de aprendizaje
autónomo:

Videos de apoyo:
 Diferencia entre anorexia y la bulimia nerviosa

https://www.youtube.com/watch?v=tH3nwTLxvvY

 Riesgos de sufrir ortorexia

https://www.youtube.com/watch?v=9qjp8hXsYU0

Bibliografía de apoyo:

de Aráujo, M. (2022). Coping and stigmatization of the morbidly obese Enfrentamento


e estigmatização do obeso mórbido Enfrentamiento y estigmatización del
obeso mórbido. Rev. Bras Promoç Saúde, 35, 1-9.

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