Está en la página 1de 3

El relato histórico comprende la siguiente estructura:

 Introducción. Se establece el entorno, los personajes y las circunstancias en las que se


desarrollaron los hechos.
 Desarrollo. Se narran los acontecimientos específicos.
 Conclusión. Se dispone un final con sus consecuencias y alcances en el presente.

5 de mayo de 1862: el día en que México derrotó al ejército francés

Hace más de siglo y medio, en las cercanías de la ciudad mexicana de Puebla, tuvo lugar un
enfrentamiento entre las tropas locales y el ejército invasor del Segundo Imperio Francés, en una
batalla que a muchos recordó las gloriosas gestas militares de la antigüedad grecorromana. Nos
referimos a la Batalla de Puebla, un breve alto en la toma de México por parte de los europeos, en lo
que se conoce hoy como la Segunda Intervención Francesa en México.

Las fuerzas enfrentadas no podían ser más dispares. En una esquina, conducidos por Ignacio
Zaragoza, militar de apenas 33 años, estaban los 4.500 hombres del ejército mexicano; en la otra, al
mando del conde de Lorencez y pariente de la emperatriz Carlota, Charles Ferdinand Latrille,
estaban los 6.500 del disciplinado y mejor equipado ejército imperial francés.

Los primeros, pertrechados en el sur y este de las afueras de la ciudad, en los fuertes de Loreto y
Guadalupe; y los segundos avanzando sobre ellos desde la cercana Hacienda la Rementería. Es en
parte la disparidad de los ejércitos lo que hizo la victoria mexicana tan gloriosa e inesperada.

México, 1910: la primera revolución del siglo XX

El siglo XX daba sus primeros pasos temerosos, sin sospechar el destino turbulento al que muy
pronto haría frente en muy diferentes países. Uno de los primeros fue México, que en 1910
despertaba del largo sueño positivista que fue el Porfiriato: tres décadas y media en las que se
combinaron el autoritarismo, la persecución política y social, el avance tecnológico y el crecimiento
industrial. México había dado importantes pasos hacia el desarrollo, pero siempre de espaldas a las
mayorías empobrecidas y marginadas, especialmente en el campo.

Así, cuando en 1910 el caudillo Porfirio Díaz anunció que no se postularía a la reelección para el
cargo de presidente sino que daría paso a la alternancia propia de la democracia, nuevas voces
surgieron para arrear al pueblo hacia las votaciones.

La principal de todas ellas fue la de Francisco I. Madero, un empresario y hacendado que recorrió
México llevando su mensaje antireeleccionista y antiporfirista a todos los rincones, lo cual le valió un
inesperado arresto en San Luis Potosí, bajo acusaciones de “conato de rebelión” y de “ultraje a las
autoridades”. El candidato opositor favorito estuvo en prisión cuando se celebraron las elecciones, en
las que Díaz fue reelecto para el cargo, traicionando la palabra dada.

Un grito de libertad e independencia

Era de madrugada todavía cuando el cura Miguel Hidalgo y Costilla, acompañado por los militares
Ignacio Allende y Juan Aldama, trepó a las alturas de la parroquia de Nuestra Señora de los Dolores
e hizo repicar las campanas para convocar a la feligresía.
Era el 16 de septiembre de 1810 y el mensaje que tenía para dar ya no era de tipo religioso sino
político y social: Hidalgo iba a convocar a su pueblo a alzarse en armas contra el gobierno del
Virreinato de Nueva España, al que acusó de haber traicionado los valores hispanos y responder a
las órdenes de los franceses, que tras invadir España habían sacado del trono a Fernando VII. Y en
ese instante, sin que el propio Hidalgo lo supiera, se daba inicio a la larga lucha por la independencia
mexicana.

Este evento, conocido hoy como “el grito de Dolores”, fue sin embargo la punta de un iceberg
revolucionario. En Santiago de Querétaro, ese mismo año, en la casa del corregidor de la ciudad,
José Miguel Domínguez, comenzó a reunirse un puñado de conspiradores: Ignacio Allende, Mariano
Abasolo, José Mariano Michelena, José María García Obeso, Juan Aldama, el propio cura Miguel
Hidalgo y Costilla, y otros letrados, comerciantes y militares descontentos con los eventos que tenían
lugar en la metrópoli europea a raíz de las invasiones napoleónicas. Su propósito, escondido detrás
de la excusa de reunirse a hablar de literatura, era formar una Junta de Gobierno que tomara el
poder en nombre de Fernando VII, rey depuesto por los franceses, tal y como estaba ocurriendo en
distintas regiones de España.

La Revolución Mexicana

La Revolución Mexicana fue un conflicto armado que comenzó en 1910 y culminó en 1920.
Representó el evento social y político más significativo del siglo XX mexicano. Se trató de una serie
de sublevaciones armadas en contra de los sucesivos gobiernos dictatoriales de Porfirio Díaz, que se
extendió hasta la segunda o tercera década del siglo, cuando finalmente se proclamó la Constitución
mexicana.

Durante el conflicto se enfrentaron inicialmente las tropas leales al gobierno dictatorial de Porfirio
Díaz, quien gobernara el país desde 1876, contra los sublevados encabezados por Francisco I.
Madero, quienes vieron la posibilidad de iniciar un movimiento de recuperación de la República.
Tuvieron éxito en 1910, a través del Plan de San Luis, en el que avanzaban desde el norte
mexicano, desde San Antonio (Texas).

En 1911 se realizaron comicios electorales y el propio Madero fue electo presidente. Pero sus
discrepancias con otros líderes revolucionarios, como Pascual Orozco y Emiliano Zapata,
ocasionaron el levantamiento en su contra de sus antiguos aliados. La oportunidad fue aprovechada
por un conjunto de militares que hoy se conoce como la “Decena Trágica”, quienes encabezados por
Félix Díaz, Bernardo Reyes y Victoriano Huerta dieron un golpe de estado y asesinaron al
presidente, a su hermano y al vicepresidente. Así asumió Huerta el mandato del país.

No tardaron en reaccionar líderes revolucionarios como Venustiano Carranza o Francisco “Pancho”


Villa, quienes combatieron al gobierno de facto hasta la renuncia de Huerta en 1912, tras la invasión
norteamericana a Veracruz. Entonces, lejos de alcanzar la paz, iniciaron los conflictos entre las
diversas facciones que habían depuesto a Huerta, por lo que Carranza convocó a la Convención de
Aguascalientes para nombrar un líder único, quien fue Eulalio Gutiérrez, designado presidente. Sin
embargo, el propio Carranza desconoció el acuerdo y las hostilidades se reanudaron.

Finalmente, se dieron los primeros pasos para promulgar una nueva constitución del país en 1917 y
llevar a Carranza al poder. Pero las luchas intestinas tardarían algunos años más, durante los cuales
estos líderes serían asesinados: Zapata en 1919, Carranza en 1920, Villa en 1923 y Obregón en
1928. Pero ya en 1920 había asumido el mandato Adolfo de la Huerta, y en 1924 Plutarco Elías
Calles, dando paso a la historia democrática del país y poniendo fin a la Revolución Mexicana.

También podría gustarte