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Colegio Bautista

Temuco

LUNES 13: “con amor eterno te he amado” (Jeremías 31:3)

Como quisiera que me conocieran un poco mejor, durante esta semana les contarles algunas
historias de mi vida que me sucedieron hace muchos años atrás y otras que más actuales. Comenzaré
con la siguiente: “Siendo un niño, como de siete años, una determinada noche no podía dormir. En ese
proceso, comencé a tener una fija idea: Quería comer las almendras que mi mamá guardaba sobre un
gran estante en cuyas puertas estaban pegados dos enormes espejos. Ella las había dejado allí, para
evitar que con mi hermano no las acabáramos en pocos días. A pesar de la prohibición expresa de no
sacarlas, me levanté y me dirigí al estante, avanzando lo más sigilosamente posible (debo reconocer
que tenía muy claro que estaba actuando mal). Como el estante era demasiado alto, abrí una de las
puertas y comencé a entresacar los cajones que había en su interior ya que ellos me servirían de
peldaños para alcanzar los prohibidos frutos secos que tanto me gustaban. Comencé a trepar, pero no
calculé que mi peso haría que el estante se me viniera encima y, al caer, los espejos se quebraron en
muchos pedazos y un trozo de ellos casi me corta el dedo anular de mi mano derecha. Con el fuerte
ruido, mis padres llegaron rápidamente y me encontraron llorando, más por el susto que por mi
profunda herida. Me sentía culpable por haber desobedecido y que esa desobediencia había traído otros
daños: como la caída el estante, la destrucción de los espejos y la seria herida de mi dedo. Para mi
sorpresa, mis papás no me retaron por el “desastre” que había causado, sólo estaban preocupados por
mi mano que sangraba mucho. Mientras me llevaban al hospital, mi mamá me consolaba y me
recordaba lo mucho que me amaba.
Hoy, cada vez que miro mi dedo anular y no logro doblarlo completamente pues se cortaron los
tendones de dicho dedo, recuerdo mi desobediencia y las consecuencias de mi mal actuar. Sin embargo,
la mejor lección que puedo sacar es que sé que Dios es como mi mamá: no importa qué mal haga,
sigue amándome profundamente. Esa promesa no es sólo para mí, sino que para ti también existe un
profundo amor del Señor. Como dice su palabra, su amor es eterno. Ah…, si me ven por algún pasillo
del colegio, pídanme que doble mi dedo anular y verán que no puedo hacerlo.

MARTES 14: ““Así que mi Dios les proveerá de todo lo que necesiten, conforme a las gloriosas riquezas
que tiene en Cristo Jesús”. Filipenses 4:19

Hoy les contaré otro acontecimiento de mi vida que ocurrió en el siglo pasado,
específicamente en el año 1971 (o sea en el siglo XX), cuando quizás alguno de sus padres ni siquiera
había nacido. En dicho año, mis padres fueron a realizar sus estudios de Licenciatura en la ciudad de Buenos
Aires y, junto a mis dos hermanos, vivimos por dos años en la capital de Argentina. Como mis padres eran
estudiantes, sólo tenían una beca y la vida se tornaba bastante difícil. Un fin de semana, se nos acabó el dinero y,
junto con ello, los alimentos: sólo había como un kilo de pan, para alimentar a toda la familia. Mi papá dio
gracias a Dios por esos panes y pidió al Señor que nos ayudara en nuestra necesidad. Luego se fue a la Iglesia y
nosotros nos quedamos en el pequeño departamento. Un par de horas después, sonó el timbre y en la puerta
estaban tres personas desconocidas para nosotros. Nos contaron que habían juntado alimentos para llevar a una
familia que pensaron vivían por ahí, pero que no habían podido encontrar. Para no volver con la gran caja que
llevaban, nos preguntaron si quisiéramos recibir nosotros esa ayuda. Quedamos muy sorprendidos y recibimos la
caja con gran alegría. Al abrirla, fue enorme nuestra sorpresa ya que hacía mucho tiempo que no habíamos
tenido tal cantidad de alimentos, golosinas y un sobre con dinero en su interior. ¡Dios había cumplido su
promesa! ya que nos proveyó todo lo que necesitábamos y más aún. En esos momentos, yo creí en Dios de una
manera especia pues me di cuenta de su preocupación para mí y para mi familia: Él nos había mandado,
especialmente a nosotros, todas esas cosas.
Esta promesa sigue siendo válida para todos nosotros hoy y como decía el versículo del comienzo “Dios
les proveerá todo lo que necesitan”. Sólo hay que creerle.

MIÉRCOLES 15: “Algunas amistades se rompen fácilmente, pero hay amigos más fieles que un
hermano” (Proverbios 18:24)
Cuando estaba en cuarto básico, vivía en Santiago y asistía a un colegio que quedaba como a diez
cuadras de donde estaba mi casa. Yo siempre me he caracterizado por ser tranquilo, tímido y un poco serio
(según algunos creen que soy enojón, pero están muy equivocados), sin embargo, cuando estaba con mis
compañeros en el patio, yo podía ser uno de los más desordenados del curso ya que quería ser como uno de ellos.
Para mí, el estar con mis amigos del colegio, era lo más genial de todo, porque siempre pensé que eran
incondicionales para mí y nunca me abandonarían. Según yo, eran “amigos de verdad”.
Un fin de semana, llegó una gran familia de abejas a vivir a un árbol que estaba en el patio. El lunes en
la mañana, los inspectores nos advirtieron que no se podía jugar en ese sector ya que era peligroso por las
posibles picaduras de estos benéficos insectos. Con el grupo de mis amigos, desobedecimos las instrucciones y
fuimos a ver el arbolito que se notaba lleno de abejas. No faltó el “inteligente” que nos desafió a ser valientes e ir
a mirar la colmena desde debajo del árbol y así fuimos pasando de dos en dos. Cuando nos tocó con mi amigo
Manolo (el que sí era un verdadero amigo) y ponernos debajo del árbol, los otros “amigos” del grupo patearon
el árbol y un montón de abejas cayeron sobre nosotros. Salimos corriendo mientras varios de estos insectos nos
picaban en la cabeza, cuello, orejas, manos Etc. A mí pe picaron como doce de ellas y a Manolo un poco más, lo
que nos mantuvo con mucho dolor y fiebre por varias horas. Gracias a Dios, ninguno de los dos éramos alérgicos
al veneno de ellas, porque de ser así, seguramente hubiéramos muerto.
Y ¿qué de mis supuestos amigo?. Ellos sólo se reían y nos decían que sólo era una broma. ¿Una
broma?... una mal llamada broma que nos tuvo mal por un par de días. De ahí comprendí que ellos no eran mis
amigos pues los amigos de verdad son quien se preocupan de ti, aquellos que no se ríen de ti, aquellos que te
van a ver cuando estás enfermo, aquellos que te corrigen cuando estás haciendo algo mal, quienes buscan tu
bienestar y se alegran con tus triunfos. Ahora bien, un amigo espectacular sería quien estaría dispuesto a morir
por ti. ¡Y es eso, exactamente, lo que hizo Jesús por ti y por mí!. Él es verdaderamante un amigo que jamás
fallará.

JUEVES 16: “Fiel es Dios…” (1 Corintios 1:9a)


“Desde hace seis años, tenemos como mascota un perrito Coker Spaniel de color café y que le pusimos
por nombre Luke. Fue mi hija quien decidió comprarlo y ella lo eligió entre varios hermosos cachorritos que
parecían unos verdaderos peluches. Aunque es el perro más hiperkinético que he conocido, gracias a lo cariñoso
y fiel que se ha mostrado, ha sabido ganarse el corazón de cada uno de quienes componemos la familia. Si bien
es cierto, el primer año fue complicado, pues su espíritu juguetón lo llevó a destruir todo lo que estaba a su
alcance; con el tiempo ha sabido comportarse como nosotros queremos que lo haga.
Ahora bien, hay dos cosas, en mi relación con Luke, que de alguna manera me han permitido entender
mejor el amor. Así es, aunque parece extraño, hasta mi vida diaria con una mascota pueden enseñarme de cómo
es Dios. Hoy les contaré una de ellas: Una fidelidad a toda prueba. No importa todas las veces que rete a mi
mascota, los días que no salga a jugar con él, las veces que no lo tome en cuenta o simplemente la gran cantidad
de días no lo saque a pasear; siempre me está esperando, siempre está pendiente de mí y feliz con el sólo hecho
que le acaricie o le hable. Más aún, a pesar de mi ingratitud, Luke está dispuesto a defenderme de cualquier
peligro y he pensado que, como algunos nobles perros, incluso estaría dispuesto a dar su vida por mí. Ahora
bien, en mi relación con Dios he aprendido que a pesar de mi ingratitud y el poco tiempo que a veces le dedico,
Él siempre me está esperando y dispuesto a entregarme su amor incondicional.

VIERNES 17: “La actitud de ustedes debe ser como la de Cristo Jesús, quien, siendo por naturaleza
Dios, no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse. Por el contrario, se rebajó
voluntariamente tomando la forma de siervo…” (Filipenses 2:5-11).
Hoy les hablaré del segundo aspecto de mi relación con Luke que me enseña un poco cómo es Dios:
Bajar al nivel del otro. En el patio de mi casa hay algunas sillas que nos sirven para descansar en las tardes.
Una de ellas es la favorita de Luke y cuando quiere que lo acaricien y mimen, se sube allí, mueve su colita
“choca” y espera que lo acaricien. Un día que yo estaba cansado, me agaché para acariciarlo. Mis ojos quedaron
a la altura de los suyos y me di cuenta que Luke dejaba su hiperactividad y comenzó a observarme de una
manera muy distinta (según yo, me miraba con ternura especial). Tiempo después supe que el hecho de
descender a su nivel, era para un perro un signo de amistad y aceptación. Ya no estaba por encima de él, en un
nivel superior, mirándolo hacia abajo o como su “master” (como me he autodenominado), estábamos frente a
frente. Ahora bien, para mí, esta situación fue como lo que hizo Jesús: Él dejó su nivel superior, sus riquezas y
poder, para ponerse a mi nivel. El vino para que lo miráramos a los ojos, fue su manera de decirnos que nos
acepta y entrega su amistad incondicional. ¡Qué misterio más grande, el creador del universo, por amor, se pone
a nuestro nivel! y después desciende para humillarse hasta lo máximo, hasta la muerte de cruz!. ¡Ése es amor
verdadero!.

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