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Senado de la Nación

Secretaría Parlamentaria
Dirección General de Publicaciones

(S-2065/08)

PROYECTO DE LEY

El Senado y Cámara de Diputados,…

Artículo 1°- El Banco Central de la República Argentina y la Casa de


Moneda instrumentarán lo pertinente a fin que entre en circulación
ordinaria una moneda conmemorativa del bicentenario de la
Revolución de Mayo.

Artículo. 2°- El Poder Ejecutivo dispondrá y reglamentará la presente


ley para el cumplimiento de lo dispuesto en el artículo anterior.

Artículo 3°- Comuníquese al Poder Ejecutivo.

María J. Bongiorno.- Liliana Fellner.-

FUNDAMENTOS
Señor Presidente:

El Poder Ejecutivo creó mediante decreto 1016 de 2005 el COMITE


PERMANENTE DEL BICENTENARIO DE LA REVOLUCION DE
MAYO DE 1810 - 2010, en el ámbito de la JEFATURA DE GABINETE
DE MINISTROS. Dicho COMITE PERMANENTE ha elaborado los
"Lineamientos Generales del Plan de Acción del Bicentenario"
avanzando en la definición preliminar de metas, obras y actividades
culturales a ser desarrolladas en el marco de la conmemoración del
Bicentenario de la Revolución de Mayo.

Tal como lo expresa en sus fundamentos el decreto 278/2008, que


declara al AÑO 2010 como año DEL BICENTENARIO DE LA
REVOLUCION DE MAYO, la fecha es una oportunidad única para
reflexionar y debatir acerca de la historia y de la identidad de la
REPUBLICA ARGENTINA, como así también para proyectar la
construcción colectiva de un proyecto de país hacia el futuro,
integrado a la región latinoamericana.

Recordando la gesta revolucionaria de Mayo de 1810, los argentinos


podemos hoy tomar el coraje necesario para transformar nuestro país
en el que siempre quisimos tener.

En aquellos tiempos, el virrey Santiago de Liniers gobernaba el Río de


la Plata, mientras en Europa la dinastía Borbón era acorralada por el
avance de Napoleón Bonaparte. Se trataba de un contexto histórico
propicio para que los criollos, quienes luego de repeler las invasiones
inglesas, comenzaron a abogar vivamente por una mayor participación
en el gobierno del virreinato, sembrando la semilla de la futura
revolución de Mayo. En España, la Junta Central decidía el reemplazo
de Liniers por Baltasar Hidalgo de Cisneros, pero las medidas
adoptadas, no lograrían detener el proceso revolucionario.

En el aspecto económico, los criollos querían terminar con la


intermediación de los españoles en el intercambio comercial. Y en
cuanto a la organización política, querían participación en las
instituciones cuyos representantes en aquel momento eran
funcionarios españoles designados por la corona.

La burguesía criolla, fortalecida por la revitalización del comercio y


empapada por los nuevos ideales proclamados en la Revolución
Francesa de 1789, esperaba la oportunidad para acceder a la
conducción política.

La independencia alcanzada por los Estados Unidos en 1776, también


sirvió como marco para que los criollos comenzaran a pensar en la
independencia.

La proclamación de valores como la libertad e igualdad, no sólo a


través de la Revolución Francesa sino también mediante la
Declaración Universal de los Derechos del Hombre y el Ciudadano,
tuvo una fuerte repercusión en nuestro país y transformó esos
derechos en eje de los principales debates.

Así fue como el 13 de mayo de 1810 llegó a Buenos Aires una fragata
cuyos ocupantes, además de confirmar que las tropas de Napoleón
Bonaparte habían invadido España, dieron la noticia de que la Junta
Suprema había sido disuelta. Ambos hechos, precipitaron el proceso
revolucionario.

El 18 de mayo el virrey Cisneros intentó ocultar las noticias llegadas


desde España. Sin embargo, el rumor ya se había esparcido por toda
la ciudad. Intentando calmar a los criollos, pidió lealtad al rey Fernando
VII. Pero ya era tarde: la agitación popular se hacía cada vez más
intensa.

Un grupo revolucionario formado por Juan José Castelli, Manuel


Belgrano, Juan José Paso y Antonio L. Beruti, entre otros, sostuvo
reuniones con Cornelio Saavedra, en las que decidieron nombrar una
comisión representativa para que pidiera al virrey un Cabildo Abierto, a
fin de discutir si Cisneros debía seguir gobernando.
El 19 de mayo Castelli y Martín Rodríguez, quienes le formularon la
petición, urgieron a Cisneros para que la convocatoria fuera realizada
al día siguiente. El 20 de mayo el coronel criollo Cornelio Saavedra,
jefe del Regimiento de Patricios e integrante de la Sociedad de los
Siete, le aconsejó al virrey renunciar, ya que la Junta que le había
nombrado no existía.

El 21 de mayo el Cabildo inició sus trabajos de rutina, pero hombres y


mujeres armados ocuparon la que hoy es la Plaza de Mayo, y
exigieron a gritos la convocatoria a un Cabildo Abierto y la destitución
del virrey Cisneros. Entre ellos se destacaron Domingo French y
Antonio Beruti. Finalmente, Cisneros firmó la autorización para la
anhelada asamblea y el 21 de mayo se repartieron 450 invitaciones
entre los principales vecinos y autoridades de la capital. La lista de
invitados fue elaborada por el Cabildo teniendo en cuenta a los
vecinos más prominentes de la ciudad, pero muchos no concurrieron
por temor.

El cabildo tuvo como tema fundamental la ilegitimidad del gobierno y


de la autoridad del virrey. La teoría de la retroversión de la soberanía,
reconocía que, desaparecido el legítimo monarca, el poder volvía al
pueblo; y que éste tenía derecho a formar un nuevo gobierno. Hubo
dos posiciones enfrentadas: la del obispo de Buenos Aires, Benito
Lué, que marcaba la necesidad de no hacer cambios, y la de Juan
José Castelli, que sostenía que los pueblos americanos debían asumir
la dirección de sus destinos hasta que cesara el impedimento de
Fernando VII de regresar al trono. Se resolvió que Cisneros debía
cesar en el mando. Los revolucionarios del pueblo, encabezados por
Saavedra, manifestaron: "que no quede duda de que el Pueblo es el
que confiere la autoridad o mando".

El 23 de mayo el Cabildo regular efectuó el escrutinio y resolvió


proceder a elegir al nuevo gobierno, "hasta tanto se congregaran los
diputados que se han de convocar de las provincias interiores".

Integraban el cabildo de Buenos Aires: Juan José Lezica, Martín


Gregorio Yaniz, Manuel Mancilla, Manuel José de Ocampo Juan de
Llano, Jaime Nadal y Guarda, Andrés Domínguez, Tomás Manuel de
Anchorena, Santiago Gutiérrez, Julián de Leiva.

El 24 de mayo, reunido el Cabildo, volvió a proponerse la formación


de una Junta presidida por el ex virrey y con 4 vocales criollos. Dicha
Junta se mantendría hasta la llegada de los diputados del resto del
Virreinato. La Junta propuesta estaba formada por Cisneros como
Presidente, Cornelio Saavedra (criollo), Juan José Castelli (criollo),
Juan Nepomuceno Solá (español) y José Santos Incháurregui
(español). El Cabildo aprobó la Junta, pero cuando la noticia fue dada
a conocer, el pueblo volvió a agitarse. Opinaban que "lo de Cisneros
presidente de la Junta es igual a Cisneros virrey".

Impulsados por la tensión popular, Saavedra y Castelli renunciaron,


seguidos por los demás miembros. Finalmente, el 25 de mayo, los
cabildantes se reunieron dispuestos a rechazar las renuncias,
aduciendo que la Junta no tenía facultades para negarse a ejercer un
poder que el pueblo le había conferido. Los grupos de la Plaza Mayor
(hoy Plaza de Mayo), entraron en acción y ante el Cabildo reiteraron
exigencias y amenazas. Una delegación de los reunidos en la plaza
reclamó soluciones inmediatas y se reunió frente al Cabildo. Los
cabildantes decidieron consultar nuevamente a los comandantes
militares, y tras la reunión, los capitulares se convencieron de que la
mayoría de las tropas no apoyaba a la junta presidida por Cisneros.
De modo que se decidió recibir a la delegación, exigiéndole que la
petición se hiciera por escrito. Horas más tarde, la diputación presentó
un documento, llamado "Petición del Pueblo", en el cual los
"vecinos, comandantes y oficiales", en nombre del pueblo,
reasumían la soberanía delegada en el Cabildo y exigían que se
diera a conocer la conformación de una Junta de Gobierno. Además,
se disponía el envío de una expedición de 500 hombres para auxiliar a
las provincias interiores. El Cabildo aceptó la petición dada la presión
popular.

Así, el pueblo de Buenos Aires impuso su voluntad al Cabildo y se


creó la Junta Provisoria Gubernativa del Río de la Plata. Por la tarde,
desde los balcones del Cabildo, era proclamada la Primera Junta,
conformada por Cornelio Saavedra, Manuel Alberti (sacerdote) Miguel
de Azcuénaga (militar) Manuel Belgrano (abogado) Juan José Castelli
(abogado) Domingo Matheu (comerciante) Juan Larrea (comerciante)
Juan José Paso (abogado) y Mariano Moreno (abogado). La Junta
envió una circular el 27 de mayo solicitando la elección de los
diputados.

Luego de la revolución que tuvo lugar en Buenos Aires, las demás


ciudades del Virreinato debieron pronunciarse al respecto. En
Córdoba, Liniers encabezó una contrarrevolución que finalizó con su
fusilamiento y el de sus seguidores. Y en tres sitios hubo resistencia
activa: en el Alto Perú, Paraguay y Montevideo, generándose así un
descontento hacia Buenos Aires que finalmente llevaría a la
disgregación del Virreinato y a que se originaran los distintos países.
De estos hechos, se desprende que más allá de su impronta en la
historia argentina, la revolución de Mayo tuvo un papel clave en la
historia de Sudamérica.

En la actualidad, la Comisión Bicameral conformada para la


Conmemoración del Bicentenario de dicha revolución de Mayo,
constituye un foro para el debate y la reflexión, donde asimilar la
ruptura entre el viejo orden político y social del Reino de España, y la
posterior construcción de la nueva identidad nacional argentina.

A su vez, apunta a favorecer el análisis de estos 200 años de historia


propia con el objetivo de aportar a construir un futuro digno,
proyectado sobre la base de los roles deseados para nuestro país,
atentos a las necesidades de la toda la sociedad argentina, y a la
dinámica relación con sus pares de la región latinoamericana.

Por todo lo expuesto, sostenemos que sería valioso recordar los hitos
de la revolución de Mayo en el contexto de la conmemoración de su
Bicentenario, a través de la emisión de una moneda de curso legal en
el país.

María J. Bongiorno.- Liliana Fellner.-

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