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BOLILLA 4
INTRODUCCION
La clasificació n de los derechos humanos en derechos civiles, sociales, econó micos, políticos y
culturales se usa para facilitar su estudio, pero esta separació n no indica que unos sean má s
importantes que otros.
Se consideran derechos econó micos, sociales y culturales a todos aquellos destinados a garantizar
condiciones dignas a todas las personas, teniendo en cuenta sus necesidades econó micas, sociales y
culturales. Son un grupo de derechos de segunda generació n
Los derechos econó micos, sociales y culturales posibilitan un nivel de vida adecuado para las personas
e incluyen las siguientes á reas:
• La sindicalizació n
• La seguridad social
• La alimentació n
• La vivienda
• La educació n
La denominació n de los DESC comenzó a utilizarse en el añ o 1966 cuando la ONU aprobó en forma
separada dos pactos internacionales sobre derechos humanos: el pacto internacional de derechos
econó micos, sociales y culturas y el pacto internacional de los derechos civiles y políticos.
Hasta ahora, se le ha dado cará cter obligatorio al cumplimiento de los Derechos Civiles y Políticos, y el
disfrute de los DESC ha quedado en cará cter voluntario, por lo cual, no ha tenido el mismo nivel de
compromiso de los Estados y de todos los actores que conforman la sociedad para hacer de éstos una
realidad.
Sin el disfrute de los DESC estamos hablando de sociedades mutiladas, pues no es suficiente con
contar con una vida bioló gica, es necesaria una vida digna, es decir, con todas las condiciones para que
el Desarrollo Humano Sostenible sea una realidad. Y esto só lo se puede lograr a través del impulso de
los DESC como algo prioritario, es decir, de la educació n como principal fuente del cambio y
fortalecedor de la cultura; del acceso al trabajo como gran potenciador de capacidades; del acceso a la
salud (y a las medicinas); de una vivienda digna que permita el desarrollo integral de todo Ser
humano, entre otros.
Los DESC implican la visió n integral de la persona para que pueda contar con todas las condiciones
dignas para su propio desarrollo y el de su sociedad. Por eso es tan importante el empoderamiento de
las sociedades, para que los DESC tengan un cará cter integral, fomentando el reconocimiento de todos
los Derechos por parte de todas las personas (que los tienen, pero muchas veces no lo saben), y de los
entes que está n obligados a brindarlos.
En este sentido, hasta ahora era el Estado tradicional el que debía brindar los DESC; pero ahora, con el
cará cter transfronterizo de los Temas de preocupació n mundial y el de los actores, esto ha cambiado.
La responsabilidad final, bajo la legislació n actual, sigue siendo del Estado (por acció n o por omisió n),
pero la responsabilidad real es compartida por aquellos actores que interactú an con cada realidad.
Por tanto, toda persona por el hecho de serlo, tiene Derechos econó micos, sociales y culturales, y tanto
el Estado como los actores privados, está n llamados a respetarlos, promoverlos, protegerlos y
cumplirlos
Muchos de los DESC reconocidos en los tratados internacionales figuraban con anterioridad en las
leyes de cada uno de los estados que adoptaron el pacto.
El reconocimiento de los DESC no es un mero catá logo de buenas intenciones por parte de los Estados.
Son derechos que se derivan directamente de tratados internacionales de derechos humanos, como el
Pacto Internacional de Derechos Econó micos, Sociales y Culturales de la ONU (1966) y las normas
establecidas por organismos especializados como la Organizació n Internacional del Trabajo (OIT) y la
Organizació n de las Naciones Unidas para la Educació n, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).
La jurisprudencia interna de muchos países y la tendencia a incluir estos derechos en las reformas
constitucionales demuestran que estos derechos se pueden hacer cumplir mediante recursos legales.
Sin embargo, queda mucho por hacer para que estos derechos se equiparen a los civiles y políticos en
lo que se refiere a su exigencia jurídica internacional.
OBLIGACIÓ N DE RESPETAR Exige de los Estados que se abstengan de ingerir en el goce de los
derechos econó micos, sociales y culturales
OBLIGACIÓ N DE GARANTIZAR Exige de los Estados que se opongan a la violació n de estos derechos
por
El reconocimiento y ejercicio de los derechos humanos son el resultado de numerosas luchas sociales.
En los siglos XVII se luchaba por limitar el poder moná rquico y lograr el ejercicio de ciertas
libertades.
Los DESC surgen como resultado de numerosas luchas de los trabajadores y los sectores má s pobres
de las sociedades europeas del siglo XIX con el fin de lograr mejorar sus condiciones de vida,
bá sicamente, las relacionadas con el trabajo, la salud y la educació n.
Las personas comenzaron a reivindicar sus derechos sociales por que los derechos conquistados en
las llamadas revoluciones burguesas no se habían hecho efectivos para el conjunto de la sociedad. La
posibilidad de ejercer los derechos a la libertad, a la seguridad, a la igualdad ante la ley y el derecho
de todo ciudadano a participar en la vida política no era el mismo para todos los miembros de la
comunidad. En la prá ctica, los pobres, los niñ os y las mujeres, entre otros sectores de la sociedad, no
podían ejercerlos. Las personas sin trabajo, quienes no podían pagar para recibir atenció n médica
cuando se enfermaban o no tenían recursos para alimentarse, no gozaban de esas libertades.
La Parte 1 del pacto está conformada por el Art 1, el cual bá sicamente reconoce el derecho de los
pueblos a la libre determinació n.
• A adoptar medidas, especialmente las legislativas, para lograr la plena efectividad de los
derecho reconocidos en el Pacto.
• Se sienta también el principio de que solo se podrá n restringir los derechos por medio de una
ley, y en forma razonable.
En esta parte se enuncian los derechos que reconocen los Estados firmantes del Pacto. Entre ellos
encontramos los siguientes:
• A trabajar, que comprende el de tener la oportunidad de hacerlo, eligiendo su empleo
libremente.
• A un nivel de vida adecuado para si y para su familia, y a una mejora continua en las
condiciones de existencia.
• A la educació n, (respecto de la enseñ anza primaria, se establece que debe ser gratuita; y
respecto de la secundaria y la superior se impone el principio de la implantació n progresiva de la
gratuidad)
Recordemos que los Estados Partes se comprometen a adoptar las medidas que sean necesarias para
hacer efectivos estos derechos.
Parte 4 (Ó rganos de Aplicació n)
Se establece el régimen de informes que deben presentar los Estados Partes. Estos informes versaran
sobre las medidas que estos hayan adoptado, y los progresos realizados para asegurar los derechos
reconocidos en el Pacto. Será n presentados al Secretario General de las Naciones Unidas quien
transmitirá copias al Consejo Econó mico y Social para que este las examine. Podrá formular
recomendaciones de cará cter general acerca de las medidas adoptadas.
En la Parte 5 de la Convenció n se regulan las normas atinentes a la adhesió n, ratificació n y firma del
Pacto, a las enmiendas, a la fecha de su entrada en vigor, etc.
CONSTITUCIONALISMO SOCIAL
Prá cticamente todas las constituciones del mundo, reorganizaron sus textos, para recoger los
derechos y garantías que caracterizaron al constitucionalismo social y reorganizar el Estado para
orientarlo activamente hacia esos fines
Durante el proceso denominado Revolució n del 43, Juan Domingo Peró n había establecido relaciones
con ciertos sectores del sindicalismo argentino que en gran medida le ayudaron a conseguir el poder
en 1946 tras ganar en los comicios generales. Ante esta realidad el gobierno del general Peró n optó
por introducir en la reforma constitucional los derechos de segunda generació n que estaban
enmarcados en un movimiento universal iniciado por la Constitució n de México de 1917 y que
abogaba por la introducció n en la Cartas Magnas de las diversas naciones del mundo de los derechos
sociales de la clase trabajadora.
En la Repú blica Argentina se empezaron a oír voces, antes de la llegada de Peró n, que reclamaban
reformar la constitució n en varios aspectos. Algunos de estos precursores fueron los intentos de la
Constitució n de Santa Fe en 1921, de la Unió n Cívica radical en 1937 y la aparició n de estudios
teó ricos sobre la cuestió n por parte de políticos e intelectuales durante la década de los 30 del pasado
siglo.
El movimiento global que pretendía incluir en las constituciones de diversos países los derechos
sociales de los trabajadores fue conocido como Constitucionalismo Social. Hay que tener en cuenta
que la Constitució n Argentina de 1949 no hacía má s que adaptarse a los nuevos tiempos derivados de
la Revolució n Industrial del siglo XIX y que había visto aparecer a una nueva fuerza política y social de
cará cter mundial: La clase obrera o proletariado.
Frente a esta realidad pervivían constituciones en diversos países que nacidas durante el siglo XIX
permanecían ajenas a la inclusió n de determinados derechos de la clase trabajadora y establecían en
sus redactados declaraciones grandilocuentes relativas a los derechos humanos pero sin ahondar en
el papel que el estado debería realizar como garante de los derechos de los que debían gozar sus
ciudadanos.
En teoría el constitucionalismo social pretendía establecer garantías en cuestiones como la vivienda,
la salud, la vejez, la seguridad social y el acceso a una educació n gratuita y pú blica para todos los
ciudadanos.
La doctrina social cristiana es parte integrante de la concepció n cristiana de la vida, con la que el beato
Papa Juan XXIII, en la encíclica Mater et magistral abría el camino, hace ya muchos añ os, a las
sucesivas, importantes y profundas precisiones de Juan Pablo II: La enseñ anza y la difusió n de esta
doctrina social forma parte de la misió n evangelizadora de la Iglesia; la doctrina social, instrumento de
evangelizació n.
La Iglesia deja claro que su doctrina social no es una tercera vía, un camino intermedio entre el
capitalismo y el socialismo. No tiene nada que ver con una agenda econó mica o política, y no es un
sistema. Aunque, por ejemplo, ofrezca una crítica del socialismo y el capitalismo, no propone un
sistema alternativo. No es una propuesta técnica para solucionar los problemas prá cticos, sino má s
bien una doctrina moral, que surge del concepto cristiano de hombre y de su vocació n al amor y a la
vida eterna. Es una categoría propia. .
La doctrina social, ademá s de dirigirse de forma primaria y específica a los hijos de la Iglesia, tiene un
destino universal.
Segú n la Doctrina Social de la Iglesia, la persona humana, por estar hecha a imagen y semejanza de
Dios, posee una dignidad que la hace superior a los demá s seres creados
Un sentido de pensar en el bien de todos los individuos, sin quitar ni el sentido de sociedad, ni de
unicidad.
“El Bien Comú n está siempre orientado hacia el progreso de las personas: ‘el orden social y su
progreso deben subordinarse al bien de las personas.
* Principio de subsidiariedad:
* Participació n social:
La ley moral se deriva de tres fuentes: la Revelació n, el Magisterio Social, y la conciencia. Las personas,
por su misma dignidad, deben conservarla, cumpliendo con sus deberes, amando a Dios sobre todas
las cosas, y al pró jimo como a sí mismo.
Reseñ a Histó rica y Encíclicas
La publicació n en 1891 de la encíclica Rerum novarum marca el inicio del desarrollo de un cuerpo
significativo de doctrina social en la Iglesia Cató lica. Presentó las tres coordenadas de la promoció n
moderna de justicia y paz (personas, sistemas y estructuras) establecida desde entonces como parte
integral de la misió n de la Iglesia. Ha habido numerosas encíclicas y mensajes sobre temas sociales en
los añ os posteriores; se desarrollaron diversas formas de acció n cató lica en distintas partes del
mundo; la ética social comenzó a ser materia de estudio en escuelas y seminarios. Sin embargo,
tuvimos que esperar hasta el Vaticano II y la Constitució n Pastoral sobre la Iglesia en el Mundo
Moderno para la declaració n que representa un cambio en la actitud de la Iglesia referente a su
presencia en el mundo, junto a una llamada a establecer el Consejo Pontificio para la Justicia y la Paz,
para ayudar a la Iglesia a responder a los desafíos en el mundo. Al mismo tiempo, la Constitució n
Dogmá tica sobre la Iglesia indicaba que el laicado goza de un papel importantísimo en el
cumplimiento universal de la tarea de ayudar al mundo a obtener su destino en justicia, en amor y en
paz.
Referente a los documentos que la Iglesia ha promulgado perió dicamente desde finales del s. XIX y a lo
largo del s. XX, estos contienen reflexiones acerca de los efectos del desarrollo, la sociedad industrial y
el capitalismo, los cuales constituyen un aporte invaluable en el actual debate acerca de la
globalizació n. La lista que se incluye a continuació n contiene los documentos má s sobresalientes de
dicho canon:
• Rerum Novarum, 1891: Esta encíclica fue escrita como respuesta a los efectos de la Revolució n
Industrial y es considerada como la base de la Doctrina Social de la Iglesia en la era moderna.
• Quadragesimo Anno, 1931: Esta encíclica es una reflexió n sobre las reacciones causadas por la
Rerum Novaru dentro y fuera de la Iglesia.
• Mater et Magistra, 1961: Esta encíclica trata sobre el progreso social y propone una
metodología para la aplicació n de las enseñ anzas de la Iglesia en situaciones específicas.
• Pacem in Terris, 1963: Haciendo uso de los ideales de la Ilustració n y de las ideas a cerca de la
Ley Natural, esta encíclica es una reflexió n sobre los derechos de las personas.
• Inter. Mirifica, 1963: Decreto sobre los Medios de Comunicació n (Vaticano II).
• Populorum Progressio, 1967: Esta encíclica trata sobre el desarrollo econó mico y social.
• Sollicítudo Reí Socíalís, 1987: Reflexió n sobre la solidaridad y el rol de la doctrina social de la
iglesia en medio de las constantes transformaciones de la sociedad.
• antropología cristiana,
• derechos humanos,
• el bien comú n
• solidaridad y subsidiaridad
• propiedad privada
• propiedad publica
• trabajo y salarios
• huelgas
• sindicatos
• el poder político
• la comunidad internacional
• violencia social
• la fe cristiana y la cultura
ORIGEN Y CIRCUNSTANCIAS HISTÓRICAS QUE RODEAN LA INCLUSIÓN DEL ART 14 BIS EN LA
CONSTITUCIÓN NACIONAL
El Artículo 14 bis fue el ú nico agregado que se hizo a la Constitució n Argentina de 1853 como
resultado de la Reforma Constitucional Argentina de 1957. El gobierno de la Revolució n Libertadora,
surgido del golpe de estado de 1955, dejó sin efecto al añ o siguiente las reformas de 1949, y convocó a
un Congreso Constituyente. Durante el mismo se ratificó la derogació n de la reforma peronista y se
inició la discusió n de artículos adicionales, que confirmaran algunos de los derechos civiles y laborales
que ésta había introducido. El rol fundamental en la aprobació n y la redacció n del artículo 14 bis se le
asigna a Crisó logo Larralde presidente por entonces del comité nacional de la Unió n Cívica Radical.
Fue así anexado a la Constitució n Nacional de Argentina, reunida en Santa Fe, el 24 de octubre,
durante la Reforma de la Constitució n Argentina de 1957. Consta de tres partes: en la primera el
sujeto de los derechos es el trabajador, en la segunda los gremios y en la tercera todos los habitantes
en general como beneficiarios de la seguridad social.
El art 14 bis fue agregado a la Constitució n Nacional por la reforma de 1957. Es conocido como el de
derechos y garantías sociales, aunque en realidad supone la existencia de derechos econó micos y
derechos sociales; estableciendo las garantías bá sicas para protegerlos.
“El artículo 14 Bis tiene cará cter normativo programá tico, es decir, si las leyes no reglamentan su
ejercicio los jueces no pueden aplicarlo en forma directa. Sin embargo, tiene un marco de operatividad
que no puede dejar de ser mandado a cumplir por los jueces. En efecto, si una ley desconoce el
programa constitucional previsto en el art. 14 bis o prohíbe su reglamentació n, corresponde la
declaració n de inconstitucionalidad de la norma que se trate”.
ARTÍCULO 14 BIS
El primer pá rrafo trata sobre el trabajo individual y se le pretende dar a una tutela legal, que asegure
y ampare necesaria y obligatoriamente los derechos ahí enumerados.
• Derecho a las condiciones dignas y equitativas de labor: alude a la calidad del trato que debe
recibir el trabajador.
• Derecho a la jornada limitada: el tiempo de trabajo no debe insumir todo el tiempo de vida del
hombre. La duració n del trabajo debe tener tres pautas: la diaria, la semanal y la anual.
• Derecho al descanso y vacaciones pagadas: debe ser entendido como pago previo o anticipado.
• Derecho al salario mínimo, vital y mó vil: remuneració n por debajo de cuyo monto se presume
que resulta insuficiente para garantizar la supervivencia del trabajador. El salario también debe ser
mó vil, porque si existe inflació n, el salario debe ser ajustado al nivel de vida.
• Derecho a percibir igual remuneració n por igual tarea: es la ú nica igualdad que la Constitució n
consagra en las relaciones privadas, evitando discriminaciones. Puede haber trato diferente fundado
en razones objetivas (mayor eficiencia)
• Derecho a la estabilidad del empleado pú blico: en el caso del empleado pú blico, ante una
cesantía sin causa legal justa o sin sumario, el estado está obligado a reincorporarlo.
• Derecho a la organizació n sindical: surge del contexto del art. 14 bis cuando se refiere a
“asociarse con fines ú tiles” (formar una asociació n, asociarse, no asociarse). Hace referencia a una
“organizació n sindical libre y democrá tica, reconocida por la simple inscripció n en un registro
especial”. Parece adoptar el sistema de pluralidad sindical, pero la ley adopta en verdad el de unidad
sindical
• Del derecho de los representació n sindical o garantías gremiales por el que los representantes
gremiales gozan de las garantías necesarias para el cumplimiento de sus gestió n sindical y las
relacionadas con la estabilidad de su empleo. El representante gremial tiene estabilidad propia, que
impide el despido sin causa y el despido arbitrario, y obliga al empleador a reincorporarlo.
“Cuando la Constitució n dice “el estado otorgará los beneficios de la seguridad social”, está revelando
una imperatividad ineludible e impostergable; significa que la ley y el Estado lo deben hacer para dar
satisfacció n a esos derechos aludidos”
Se entiende por Seguridad Social a aquella que protege a la persona contra la inseguridad social. Se la
conceptú a como un conjunto de medidas y garantías adoptadas en favor de los hombres y su objeto es
amparar las necesidades que obstaculizan su bienestar. La seguridad social tendrá cará cter integral
(cobertura amplia) e irrenunciable (obligatoriedad).
Aquí se hace referencia a un sistema de seguridad social integral otorgada por el Estado que no se ha
cumplido. El Estado solo parcialmente ha otorgado seguridad social, y ese rol se ha reducido a partir
de los añ os 1990.
El sistema funciona sobre la base de servicios sindicales (obras sociales) de descuento obligatorio. Las
pensiones mó viles nunca se han cumplido cabalmente y ha dado lugar a masivos juicios.
1. El trabajo en sus diversas formas gozará de la protecció n de las leyes, las que asegurará n al
trabajador: Se busca asegurar la protecció n y la integridad de la persona en su puesto de trabajo.
2. Condiciones dignas y equitativas de labor: Se refiere a las condiciones del lugar donde se realiza el
trabajo: comodidad, higiene, salubridad, seguridad etc. Así también exige que todos, en un mismo
lugar, gocen de las mismas condiciones. Dichas condiciones comprenden: todo trabajo o servicio, lugar
y modo en que se realizan, valores humanos propios del trabajador, situaciones personales como ser:
sexo, edad, capacidad, posibilidades de esfuerzo, etc. Este precepto fue estimado demasiado “vago”
por ciertos Convencionales Constituyentes (Aguirre, Cá mara y Mercado), lo que motivó que el
miembro informante (Jaureguiberri) tuviera que explicar su sentido, aclarando que en realidad la
norma se refería a condiciones para el ejercicio del trabajo, lo que realza la obligació n de mantener
adecuadas normas de higiene y seguridad en el trabajo.
3. Jornadas limitadas
Referida al tiempo reducido y razonable del trabajo. Debe ser equitativa, no excesiva de la posibilidad
de esfuerzo; nunca llegar a agotar física, moral o intelectualmente al trabajador. Por otra parte, es
también cierto que ni en la propia Convenció n Constituyente había quedado cuá l debía ser el tope de
la jornada laboral (Fue en realidad el Convencional Bravo el que hizo referencia a que la Constitució n
se basaba en la regla de la jornada legal má xima de 8 horas). Es importante tener en cuenta aquí lo
dicho por Alfredo Palacios, cuando resaltaba que “las jornadas de trabajo excesivas y los descansos
insuficientes generan en el trabajador la fatiga, con su gravitació n sobre la tristeza, la exaltació n, el
embrutecimiento y la inteligencia, provocando en definitiva el desequilibrio entre los nervios y los
mú sculos, entre el espíritu y el cuerpo”.
4. Descanso y vacaciones pagados
trabajador pueda gozar de ellas, ya que de nada valdría permitir que un trabajador se ausente del
trabajo por un tiempo limitado, sin ofrecerle paga por ello.
5. Retribució n justa
Se refiere al salario que por su monto, oportunidad de pago, integralidad, resulta satisfactorio y
suficiente para vivir. Es el medio econó mico por el cual quien trabaja obtiene los recursos que le
permiten satisfacer necesidades, desarrollo y perfeccionamiento, propios y los de sus dependientes
("compensació n econó mica familiar"). Podemos sostener entonces que una retribució n pagada a un
trabajador por un empleador será justa cuando:
El salario mínimo y vital significa que no puede ser inferior a lo que el empleado necesita para vivir y
cubrir sus necesidades y las de su familia (vestimenta, alimento, educació n y esparcimiento.) Mó vil
debe ser justo y razonable, no pudiendo ser reducido por convenios colectivos ni por contratos
individuales. Vital implica que debe cubrir las necesidades del trabajador y su hogar en el orden
material, espiritual y cultural. Mó vil significa que debe actualizarse perió dicamente para no perder su
poder adquisitivo.
a) Propia o absoluta: que impide el despido (salvo justa causa). Esa prohibició n no puede ser
reemplazada por una indemnizació n; pero está sujeta a condiciones legales. Es la que cubre al
empleado pú blico, garantizando su reincorporació n ante despido sin justa causa.
La estabilidad propia, que ampara al empleado pú blico, queda vulnerada: a) si la cesantía se dispone
sin causa legal suficientemente razonable; b) si se dispone sin sumario previo y sin forma suficiente de
debido proceso; c) si se declara en comisió n al personal. Pero no es violada cuando: a) hay causa legal
razonable, acreditada por sumario previo que satisface el debido proceso; b) se suprime el empleo; c)
se dispone la cesantía por razones reales de verdadera racionalizació n o economía administrativa; d)
el empleado está en condiciones de jubilarse o se lo jubila de oficio. En estos casos, al no haber causa
imputable al agente y ser inviable la reincorporació n, la estabilidad se traduce en el derecho a una
indemnizació n (el derecho a dicha estabilidad no es en sí absoluto, pues cede ante el interés general).
“La experiencia indica que ante un cambio de gobierno, ya sea de izquierda, de derecha o de cualquier
otro signo político, siempre es el empleado pú blico la víctima propiciatoria elegida por el nuevo
régimen, por cuanto para adjudicar cargos y prebendas a la clientela política ansiosa, lo má s sencillo
resulta efectuar cesantías en gran escala en la Administració n Pú blica, con la excusa de combatir la
burocracia, para luego llenar esas vacantes con adictos y simpatizantes. En la jerga administrativa se
llaman “paracaidistas” a las personas nombradas en forma jurídica o éticamente irregular, que
postergan y perjudican por ende al personal estable que por esos nombramientos se ve impedido de
ascender. Quienes tienen experiencia en la funció n pú blica, concordará n con nosotros en que no solo
el avenimiento de un nuevo Presidente, sino incluso el de un nuevo ministro (demasiado frecuente en
nuestro país) trae a los servidores pú blicos la angustia de no poder asegurar su permanencia en el
puesto, cualquiera sea su jerarquía”
10. Organizació n sindical libre y democrá tica reconocida por la simple inscripció n en un registro
especial:
2 PARTE
(TRABAJO COLECTIVO)
1. Los gremios
El concepto de gremio es sin duda alguna uno de los más importantes en la historia social ya que
representa a todas aquellas formas de unión entre los trabajadores, desde sus etapas más primitivas
hasta la actualidad. El gremio es la unión de los trabajadores de un rubro específico con el objetivo de
defenderse mutuamente frente a posibles abusos así como también defender la actividad, concentrar y
traspasar conocimientos, desarrollar mejoras laborales, etc
Se tratan de contratos que se celebra en forma colectiva, entre el gremio y la asociación patronal.
Obligan a todos los trabajadores y establecen pautas.
Comprenden todo acuerdo escrito relativo a condiciones de empleo y trabajo, que se celebra entre un
empleador, un grupo de ellos, o una o más organizaciones de empleadores por una parte, y por la otra,
una o varias organizaciones representativas de trabajadores interesados, debidamente elegidos y
autorizados, de acuerdo a la legislación nacional.
Son medios pacíficos para resolver conflictos laborales, antes de recurrir al ejercicio del derecho de
huelga. Se llevan a cabo ante el Ministerio de Trabajo. En la conciliació n se trata de acordar, de acercar
las pretensiones de las partes. El arbitraje en este caso el Ministerio actú a como mediador tratando de
solucionar el pleito. Tras esto queda el derecho de huelga.
La Ley 14.786 establece un procedimiento de conciliació n, al cual las partes de un conflicto laboral de
intereses deben someterse obligatoriamente, antes de adoptar las medidas de acció n directa. Estas
pueden ser utilizadas solo después que el proceso de conciliació n haya fracasado. En dicho
procedimiento las partes son asistidas por funcionarios del Ministerio de Trabajo, que oficia como
medidor, con amplias facultades. También establece que ante el fracaso de la medició n conciliatoria, el
medidor invitara a las partes a someter la cuestió n al arbitraje, caracterizando los alcances del
proceso y los efectos del laudo. Esta propuesta de arbitraje depende de la aceptació n de todas las
partes en el conflicto.
Ley 20.638, establece el arbitraje obligatorio para los conflictos colectivos laborales que se susciten en
el territorio de la Nació n. La decisió n que somete el conflicto al arbitraje corresponde al ministro de
Trabajo y es irrecurrible.
Es la paralizació n del trabajo que los empleados usan como medio de presió n para lograr mejoras o
para que se reconozcan derechos y pretensiones o para que se cumplan normas del convenio
colectivo. Para evitar abusos está reglamentada por las leyes laborales.
“La huelga puede ser definida como la abstenció n colectiva y concertada de la prestació n laboral,
dispuesta por la agremiació n de trabajadores, y ejercida – como derecho – por cada uno de los que la
integran, en el marco de la ley que la reglamenta.”
1. Un sujeto ú nico que la declara (gremio con personería gremial otorgada por el Estado)
2. Un sujeto plural que la ejerce (todos los trabajadores involucrados en la actividad del gremio
que declaró la huelga, estén o no afiliados).
• El empleador
• Los particulares, que se perjudican con los efectos de la huelga ( a manera de molestia que la
sociedad democrá tica debe razonablemente tolerar)
Estas garantías que se conceden a los representantes gremiales. Como surge de la disposició n, se
asegura a los delegados el libre cumplimento de su gestió n y la estabilidad en sus empleos para ser
reincorporados al término de su gestió n sindical.
TERCERA PARTE
(SEGURIDAD SOCIAL)
1. El Estado otorgara los beneficios de la seguridad social, que tendrá cará cter de integral e
irrenunciable.
Está referida a todos los habitantes del Estado. Debe ser integral, asumir todas las contingencias y
demandas vitales (ej.: enfermedad, accidentes, invalidez, vejez, fallecimiento, protecció n a la infancia,
protecció n contra el desempleo, jubilació n, formació n cultural, etc.).Sus beneficios son irrenunciables,
está n por encima de la voluntad individual, porque el constituyente los ha investido del cará cter de
orden pú blico.
Es uno de los instrumentos para hacer efectiva dicha seguridad. Con las jubilaciones exclusivamente,
el derecho argentino no cubre la totalidad de las contingencias sociales, de modo que
obligatoriamente debe completarse el sistema con los seguros sociales para las que quedan
desprotegidas. Debe estar a cargo de entidades nacionales o provinciales con autonomía econó mica y
financiera. Estas deben ser administradas por los interesados con la participació n del Estado. No
puede existir superposició n de aportes; esto significa que no se puede aportar má s de una vez por el
mismo riesgo Ej. Si tiene varios empleos, no se le podría retener sino en uno de ellos el aporte para el
seguro social. Es decir que: La Constitució n dispone que este seguro tendrá las siguientes
características:
• Estará a cargo de entidades nacionales o provinciales con autonomía financiera y econó mica
• Dichas entidades será n administradas por los interesados con participació n del Estado.
Se llama jubilació n al haber que percibe un individuo después de haber cumplido con los añ os de
trabajo. Pensió n es el haber que perciben ciertos familiares del jubilado fallecido. Ambos deben se
mó viles Mientras el afiliado se encuentra en actividad, el derecho a su jubilació n está "en
expectativa". Se rige por las normas vigentes al tiempo de la cesació n de servicios, y só lo tiene
cará cter de derecho "adquirido" cuando se encuentra firme el acto administrativo que inviste al
interesado del status de jubilado Movilidad implica mantener el monto del beneficio proporcionado al
costo de vida del momento.
Se procura mantener a la familia como nú cleo integrado y estable, en el cual los padres ejerzan con
eficacia la patria potestad y puedan proveer a sus hijos lo necesario para su desarrollo físico, psíquico,
intelectual y moral. Ademá s, se pretende promover a la familia a la jerarquía y dignidad de sociedad
primaria. Ampararla, garantizarla y robustecerla en forma plena: material y moralmente.
“Así, por ejemplo, el 7 de enero de 1993, el presidente de la Republica adelanto a la opinió n pú blica
que se iba a tomar una serie de medidas, denominadas “Plan Social”, entre las cuales figuran los
programas materno-infantil de salud y nutrició n, programas preventivos para niñ os en situaciones de
riesgo o abandono, programas de tratamiento familiar, entre otras prestaciones”
5. La defensa del bien de familia: Se trata de un inmueble de propiedad de la familia que queda
afectado a la seguridad familiar, mediante la inscripció n en un registro especial. El inmueble puede ser
urbano o rural. A partir del momento de la inscripció n el inmueble no se puede vender, envarar ni
ejecutar.
7. El acceso a una vivienda digna: Se trata de asegurar al trabajador y su familia un lugar para vivir. Si
bien el ideal es la vivienda propia, el propó sito se cumple si el trabajador, merced a su salario puede
pagar aunque sea el alquiler de una vivienda digna. Tanto la "defensa del bien de familia" como el
"acceso a una vivienda digna" obligan al Estado a crear las condiciones econó micas y los regímenes
crediticios que permitan el ejercicio cierto del derecho natural a ser propietario, especialmente para
aquéllos de menores recursos.
“El Estado otorgará los beneficios de la seguridad social, que tendrá carácter de integral e irrenunciable.
En especial, la ley establecerá: el seguro social obligatorio, que estará a cargo de entidades nacionales o
provinciales con autonomía financiera y económica, administradas por los interesados con participación
del Estado, sin que pueda existir superposición de aportes; jubilaciones y pensiones móviles; la protección
integral de la familia; la defensa del bien de familia; la compensación económica familiar y el acceso a
una vivienda digna.”
Estatalidad: Deber primario del Estado, no sustituible por otros agentes, aunque esto no excluya la
complementariedad con gestores privados, sin que éstos puedan sustituir la obligació n estatal. La
forma imperativa del verbo impide a los poderes del Estado considerar esto como una mera facultad,
consistiendo en un deber estatal.
“… e irrenunciable.”
Irrenunciabilidad: Regla instrumental destinada a la protecció n de los beneficiarios, pero que también
resulta extensiva a la obligatoriedad de la incorporació n a los sistemas de Seguros Sociales.
Reitera la regla de que los ó rganos a cargo de administrar estos seguros sean entes estatales, sean
nacionales o provinciales. Las provincias fueron expresamente incorporadas en el texto durante el
debate de la Constituyente, a fin de reconocerles la facultad de mantener los preexistentes sistemas de
seguros sociales para empleados pú blicos y para profesionales.
Autarquía: La doctrina señ ala que ésta es la expresió n correcta que debió consagrar la Constitució n.
Consiste en una forma organizativa descentralizada de las entidades a cargo del seguro, que implica
que tengan patrimonio y administració n propia y disposició n de sus fondos en forma separada de las
rentas pú blicas generales. Se justificaba por el temor de los constituyentes de que el Estado tomara
para sí estos fondos -a través de empréstitos ruinosos para las Cajas-, como había ocurrido con
anterioridad. Esta autarquía implica tener fuentes de ingresos propias, distintas de las rentas
generales, pero no constituye una prohibició n, dirigida a estas entidades, para percibir recursos de las
rentas generales, ya que la obligació n constitucional de otorgar los beneficios de la Seguridad Social
corresponde al Estado, por lo que éste debe asegurarlos aú n con recursos provenientes de dichas
rentas.
“... administradas por los interesados...” “... con participació n del Estado...”
Cogestió n: Se establece la obligatoriedad de gestió n compartida de las entidades por los interesados y
el Estado, de modo que éste se reserva un grado de control de su funcionamiento, con miras a su
eficiencia y a que responda a la planificació n y a las políticas generales en materia social
“... sin que pueda existir superposició n de aportes...”
No superposició n de aportes: Limitació n a la concurrencia de entidades, que implica que una misma
actividad no puede dar lugar a doble aportació n con idéntico fin y a distintos organismos. No excluye
la existencia de distintos aportes cuando respondan a distintas actividades o, siendo la misma
actividad, tengan distinto fin.
Sistema jubilatorio: Deber estatal de establecer un sistema de seguridad social que ampare las
contingencias de vejez, invalidez y muerte, otorgando prestaciones que sustituyan los ingresos
perdidos por dichas causas.
“...mó viles...”
Movilidad de los haberes: Los beneficios previsionales deben cumplir con una funció n sustitutiva de
los ingresos, por lo que la prestació n debe mantener su valor adquisitivo frente al fenó meno de la
inflació n.
Este objetivo puede entenderse de variadas formas, pero involucra en principio a protecciones hoy
consagradas en el Derecho Civil.), que forman parte del objetivo de protecció n de la familia y quedan
comprendidos en el concepto amplio de Seguridad Social.
PREAMBULO Nos los representantes del pueblo de la Nació n Argentina, reunidos en Congreso General
Constituyente por voluntad y elecció n de las provincias que la componen, en cumplimiento de pactos
preexistentes, con el objeto de constituir la unió n nacional, afianzar la justicia, consolidar la paz
interior, proveer a la defensa comú n, promover el bienestar general, y asegurar los beneficios de la
libertad, para nosotros, para nuestra posteridad, y para todos los hombres del mundo que quieran
habitar en el suelo argentino: invocando la protecció n de Dios, fuente de toda razó n y justicia:
ordenamos, decretamos y establecemos esta Constitució n, para la Nació n Argentina.
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*ART. 14.- Todos los habitantes de la Nació n gozan de los siguientes derechos conforme a las leyes que
reglamenten su ejercicio; a saber: de trabajar y ejercer toda industria lícita; de navegar y comerciar;
de peticionar a las autoridades; de entrar, permanecer, transitar y salir del territorio argentino; de
publicar sus ideas por la prensa sin censura previa; de usar y disponer de su propiedad; de asociarse
con fines ú tiles; de profesar libremente su culto; de enseñ ar y aprender.
Art 14 bis.- El trabajo en sus diversas formas gozar de la protecció n de las leyes, las que asegurará n al
trabajador: condiciones dignas y equitativas de labor; jornada limitada; descanso y vacaciones
pagados; retribució n justa; salario mínimimo vital mó vil; igual remuneració n por igual tarea;
participació n en las ganancias de las empresas, con control de la producció n y colaboració n en la
direcció n; protecció n contra el despido arbitrario; estabilidad del empleado pú blico; organizació n
sindical libre y democrá tica, reconocida por la simple inscripció n en un registro especial. Queda
garantizado a los gremios: concertar convenios colectivos de trabajo; recurrir a la conciliació n y al
arbitraje; el derecho de huelga. Los representantes gremiales gozará n de las garantías necesarias para
el cumplimiento de su gestió n sindical y las relacionadas con la estabilidad de su empleo. El Estado
otorgará los beneficios de la seguridad social, que tendrá cará cter de integral e irrenunciable. En
especial, la ley establecerá : el seguro social obligatorio, que estará a cargo de entidades nacionales o
provinciales con autonomía financiera y econó mica, administradas por los interesados con
participació n del Estado, sin que pueda existir superposició n de aportes; jubilaciones y pensiones
mó viles; la protecció n integral de la familia; la defensa del bien de familia; la compensació n econó mica
familiar y el acceso a una vivienda digna.
ART. 15.- En la Nació n Argentina no hay esclavos: los pocos que hoy existen quedan libres desde la
jura de esta Constitució n; y una ley especial reglará las indemnizaciones a que dé lugar esta
declaració n.
Todo contrato de compra y venta de personas es un crimen de que será n responsables los que lo
celebrasen, y el escribano o funcionario que lo autorice. Y los esclavos que de cualquier modo se
introduzcan quedan libres por el solo hecho de pisar el territorio de la Repú blica.
ART. 16.- La Nació n Argentina no admite prerrogativas de sangre, ni de nacimiento: no hay en ella
fueros personales ni títulos de nobleza.
Todos sus habitantes son iguales ante la ley, y admisibles en los empleos sin otra condició n que la
idoneidad. La igualdad es la base del impuesto y de las cargas pú blicas.
ART. 19.- Las acciones privadas de los hombres que de ningú n modo ofendan al orden y a la moral
pú blica, ni perjudiquen a un tercero, está n só lo reservadas a Dios, y exentas de la autoridad de los
magistrados. Ningú n habitante de la Nació n será obligado a hacer lo que no manda la ley, ni privado
de lo que ella no prohíbe.
Obtienen nacionalizació n residiendo dos añ os continuos en la Nació n; pero la autoridad puede acortar
este término a favor del que lo solicite, alegando y probando servicios a la Repú blica.