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Autores:
Susana I. Cortés Mellado.
Jorge A. Kusanovic Galleguillos.
Profesor Patrocinante:
Ps. Dr. (c) Juan Yáñez M.
INTRODUCCIÓN
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Una de las causas que explican esta situación es la evolución
epistemológica y paradigmática que este modelo ha tenido en las
últimas décadas, lo que implica, por parte de los profesionales
dedicados a la psicoterapia cognitiva, la posibilidad de adoptar
diversos modos de abordaje del trabajo psicoterapéutico. Esta
reflexión con los expertos se confirma, además, en el IV Congreso
Latinoamericano de Psicoterapias Cognitivas / I Congreso Chileno de
Psicoterapias Cognitivas, en abril de 2002, una instancia de
encuentro y de información sobre el estado actual de la psicoterapia
cognitiva latinoamericana, tanto en aspectos teórico–prácticos
como de investigación.
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Por otra parte, en la indagación de esta « particular mirada » de realizar
psicoterapia, se advierte que ésta es un producto histórico, vale decir,
está directamente implicada con la historia del Departamento de
Psicología de la Universidad de Chile, específicamente, con la creación
del Centro de Psicología Aplicada (CAPs) y con el desarrollo del Grupo
de Psicología Clínica Cognitiva asociado a este mismo centro. Resulta
imprescindible, por tanto, abordar el estudio de la historia del CAPs, de
sus fundadores y quienes, en distintos momentos históricos de la
universidad y del país, han hecho su aporte en pro del desarrollo de la
disciplina.
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Por tanto se constituye, como objetivo de la presente memoria,
sistematizar el Modelo Cognitivo de Psicoterapia que se desarrolla
en el CAPs. Para ello se ha considerado, previamente, desarrollar un
trabajo que de cuenta del proceso histórico-conceptual que se ha
llevado a cabo en el CAPs y, específicamente, al interior del Grupo
Cognitivo, para luego abocarse a la labor de analizar la evolución
del modelo cognitivo, desde lo conductual hasta lo constructivista y,
finalmente, sistematizar la Teoría Clínica Cognitiva del CAPs. Esta
será la labor fundamental que se propone llevar a cabo en este
trabajo, pues permitirá, por una parte, el perfeccionamiento del
quehacer psicoterapéutico y la labor de formación tanto a nivel de
pregrado como postgrado que en este centro se imparte; y por
otra, implica constituir un objeto de estudio para la labor de
investigación en psicoterapia que pretende desarrollar el grupo
cognitivo a futuro. Lo anterior debe considerarse como una
exigencia en el ámbito de la comunidad científica y en el entendido
de reconocer la responsabilidad y compromiso que el Centro de
Atención Psicológica de la Universidad de Chile sustenta como
agente de progreso y bienestar para la comunidad a través del
desarrollo de la docencia, extensión e investigación en nuestra
disciplina. Cabe señalar que el presente trabajo representa una
parcela del trabajo de tesis doctoral del profesor del Departamento
de Psicología Ps. Dr. (c) Juan Yáñez Montecinos, y constituye un
estudio de orientación teórica, realizado primordialmente a través
de un análisis documental y el testimonio de expertos.
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1. CENTRO DE PSICOLOGÍA APLICADA CAPS.
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ubicado donde hoy existe la Universidad Metropolitana de Ciencias de
personal, 2002b).
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de Psicología Cognitiva, liderado por las profesoras Gabriela Brahm y
Elida Picota, discípulas del trabajo realizado por el Psicólogo profesor
Sergio Yulis en el Departamento de Psicología y representantes del
modelo cognitivo conductual. Además, existía otro grupo de trabajo en
el modelo puramente conductual más una unidad de psicología infantil.
El CENPRAPs funcionó aproximadamente desde el año 1975 hasta el
año 1980, como lugar de Práctica Profesional para los alumnos de la
carrera (Yáñez, com. pers., 2002b).
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Fernando Durán y, posteriormente, del Decano Mario Orellana,
especialmente en lo referido al espacio físico que el CAPs debería
ocupar dentro del proyecto y posterior construcción del nuevo edificio
de la Facultad de Ciencias Sociales en el Campus Juan Gómez Millas
(Yáñez, com. pers., 2002b).
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que nos brinda el espacio y posibilidad concreta de desarrollar esta
iniciativa en el complejo comunal” (CEPs y FECH, 1990, pág. 3).
Paradojalmente, esta iniciativa dejó de existir al cabo de unos años por
falta de recursos, financiamiento y de apoyo formal por parte de la
universidad (CAPs, 1990).
Entre los años 1991 y 1997 el director del nuevo CAPs fue el Psicólogo
profesor Juan Yáñez Montecinos, quien en un primer período tuvo como
meta poner en marcha el centro. Se dio comienzo a una etapa de
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“marcha blanca” y a una campaña de difusión hacia la comunidad, en
diarios, televisión y municipalidades. Se inicia así el proceso de
desarrollo y consolidación del CAPs, producto de su quehacer clínico,
que se ha extendido hasta nuestros días.
1. 2. El CAPs en la actualidad.
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encargado de proveer servicios a la comunidad en las áreas de
desarrollo de la profesión y la disciplina” (Ibidem, 1991).
Generales.
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Específicos.
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Actualmente, el centro es una institución que presta servicios de
psicoterapia, psicopedagogía y psicodiagnóstico, abierto a toda la
comunidad. Los psicoterapeutas que atienden en este centro son
estudiantes de 5° año que cursan Psicología Clínica en alguno de los
cuatro enfoques que se imparten, licenciados en práctica y psicólogos
en cursos de postítulo o postgrado del Departamento de Psicología de
la Universidad de Chile. La atención clínica se realiza bajo la supervisión
y guía de psicólogos de la universidad. El propio profesor Yáñez señala:
“hoy el CAPs es un espacio que le ha permitido dar cuerpo a una
organización universitaria que no tiene una representación en la
estructura formal más que en los equipos de trabajo y, en ese sentido,
a través de este centro se ha demostrado que éstos pueden funcionar,
producir y hacer gestión universitaria” (Yáñez, Comunicación personal
a, 2002). En ese sentido, el CAPs es hoy un Centro del Departamento
de Psicología de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de
Chile, destinado no sólo a la atención de pacientes, sino además a
impulsar el trabajo teórico de diversos grupos clínicos, entre los que se
encuentran el grupo de trabajo en psicoanálisis, a cargo del Psicólogo
Dr. (c) profesor Hugo Rojas; el grupo de trabajo en psicología clínica
humanista, a cargo de la Psicóloga y Dr. (c) profesora Laura Moncada;
el grupo de trabajo en psicología clínica cognitiva, a cargo del Psicólogo
y Dr. (c) profesor Juan Yáñez; el grupo de trabajo en psicología clínica
sistémica, a cargo de los psicólogos profesores Silvia Campos y Rene
Riquelme; el grupo de psicodiagnóstico, a cargo del Psicólogo profesor
Miguel Rivera, y el grupo de Psicología clínica cognitiva infantil, a cargo
de la Psicóloga profesora Patricia Eissmann. Cabe señalar, además, el
funcionamiento de la unidad de Psiquiatría, a cargo del psiquiatra Dr.
José Luis Gallegos y de la unidad de Servicio Social, cuya responsable
es la Sra. Silvia Parada.
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1. 3. Grupo de Psicología Clínica Cognitiva de la Universidad de
Chile.
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propios de la Terapia Cognitiva Clásica, presentes en la actualidad
dentro del modelo de psicoterapia cognitiva que se ejerce en el CAPs
(Beck y cols., 1983; Beck, 1995; Yáñez, 1998).
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Con respecto a la evolución del grupo cognitivo, el profesor Yánez
señala: “el grupo clínico cognitivo es como Valparaíso, un grupo que se
ha ido armando de manera orgánica, que ha crecido producto de ir
adjuntando deseos, intereses y motivaciones, que ha implicado ir
abriendo diversos campos de acción y de potenciación” (Yáñez, com.
pers., 2002a).
Área Clínica.
Docencia.
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de Adultos para tercero, cuarto y quinto años de la Carrera de
Psicología de la Universidad de Chile, respectivamente.
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g) La organización e implementación de la primera Escuela de
Verano del Centro de Psicología Aplicada CAPs, dependiente del
Departamento de Psicología de la Universidad de Chile, en enero
del 2002.
Actividad Gremial.
Trabajo Teórico.
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de los sueños como herramienta psicoterapéutica cognitiva (Kühne,
2000) y el desarrollo de los conceptos de deseo, intención, y
complementariedad de intención dentro del modelo de asertividad
reformulada (Cayazzo y Vidal, 2002), entre otros.
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Considerando estos antecedentes históricos es posible configurar el
Modelo Psicoterapéutico Cognitivo de Adultos del CAPs y que será
materia del análisis subsiguiente.
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antes señalados han repercutido y originado un estilo y una forma de
hacer psicoterapia cognitiva propio del CAPs en la Universidad de Chile
(Yáñez, 2000b).
El Psicólogo profesor Juan Yáñez (com. pers., 2002a), actual director del
Grupo de Psicología Cognitiva, señala a estas dos dimensiones,
Metateoría y Teoría Clínica, como sumamente importantes en el
quehacer del psicólogo clínico pues representan, por un lado, el soporte
teórico (“metateórico”) que fundamenta su labor y, por otro, provee las
herramientas necesarias de abordaje técnico y de procedimiento. Es en
este punto donde conceptos tales como encuadre, vínculo y alianza,
áreas de funcionamiento, devolución, dimensiones operativas,
concepción del sí mismo, psicopatología, cambio, intervenciones y
técnicas, cobran relevancia, pues crean las condiciones de cambio
necesarias y que permiten la mejoría o remisión sintomática (Yáñez,
1998; 1999; 2000b; 2000c; 2001; com. pers. a, 2002).
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2. 1. Metateoría Cognitiva.
2. 1. 1. Momento Conductual.
3
Un análisis de mayor profundidad es posible encontrar en la Memoria para optar al
Título de Psicólogo “Definición de los Conceptos de Deseo, Intención y
Complementariedad de Intenciones en el Modelo de la Asertividad Reformulada desde
el marco del Modelo Cognitivo” (Francesca Cayazzo y Sebastián Vidal, 2002) y en el
artículo “Hacia una Metateoría Constructivista Cognitiva de la Psicoterapia”, de la
Revista de Psicología del Departamento de Psicología de la Universidad de Chile, Vol.
X N°1 del año 2001.
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Se entiende el momento conductual como aquel que se origina a
comienzos de los años ’20 con el trabajo del psicólogo norteamericano
J. B. Watson quien estableció las bases paradigmáticas respecto de la
teoría y metodología del conductismo. El auge de esta corriente tiene
su punto más elevado en los años ’50 gracias a la influencia que en
esos años tuvo la tradición filosófica positivista (Gonçalves, 1998).
24
Neimayer y Mahoney, 1998; Neimayer y Mahoney, citados por Yáñez,
1999; Neimayer y Mahoney, citados por Cayazzo y Vidal, 2002).
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2. 1. 2. Momento Cognitivo Clásico.
3. Autoestimulación Simbólica.
4. Conocimiento.
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Es así como se mantiene el método de estudio y de aproximación al
fenómeno del conductismo, se comparte la misma noción de
realidad, sujeto y conocimiento (epistemología positivista), pero sí
es posible observar un cambio a nivel paradigmático, vale decir,
una transformación del objeto de estudio. Hasta el momento el
conductismo ha propuesto que el objeto de estudio de la psicología
está constituido por la conducta humana y animal observable, sin
embargo se han dejado de lado fenómenos que bien podrían
intervenir e interferir entre el estímulo y la elicitación de una
respuesta. Son las llamadas variables intervinientes o
mediacionales que constituyen para el conductismo la “caja negra”
del proceso comportamental humano (Skinner, 1974; Yáñez y cols.,
2001).
Así, a partir de los años ’60, con el auge de la etiología y la teoría del
procesamiento de la información, se comienzan a explicar fenómenos
más complejos. Muchos autores de la época, entre ellos Bandura, Beck,
Ellis, Kelly, y Raimy, proponen al sujeto como racional, que aprende de
la observación y cuyo comportamiento es el resultado de un proceso de
aprendizaje histórico, mediado por emociones y cogniciones, siendo
estas últimas las diversas actividades mentales relacionadas con
conceptos e ideas, significados, imágenes y creencias que estarían a la
base de la conducta y emociones humanas (Kelly, 1966; Beck y
cols.,1983; Bandura, 1987; Ellis, 1988; Ellis y cols., 1990; Beck, 1995;
Meichenbaum y Gilmore 1984, en Kühne, 2002).
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inconsciente de estructurar el mundo por parte de los sujetos, que
determinaría una forma particular de procesar la información obtenida
de la realidad (Beck y cols., 1983; Beck, 1995). Lo inconsciente dentro
de este paradigma es entendido como los eventos o procesos
estructurales que estarían activos e influyendo sobre el pensamiento, la
conducta y los afectos, pero que no son accesibles al dominio de la
conciencia del sujeto (Meichenbaum y Gilmore 1984, en Kühne 2002).
Mediando entre lo inconsciente y lo conciente se encontrarían los
llamados pensamientos fugaces o automáticos y las distorsiones
cognitivas, que constituirían el campo de acción del terapeuta y que
subyacen al proceso de codificación de la realidad y de la percepción.
De acuerdo con estas distorsiones cognitivas es posible sostener, en el
ámbito de lo psicopatológico, la existencia de Esquemas Cognitivos
Anormales o “enfermizos”, es decir, esquemas que por su
funcionamiento anormal detectado en procesos de sondeo cognitivo
(Beck y cols., 1983), es necesario reestructurar o “normalizar”. De ahí,
entonces, que Beck proponga el procedimiento de Reestructuración
Cognitiva como un procedimiento terapéutico que permite atenuar
esquemas disfuncionales y desarrollar otros más adaptativos (Ibidem,
1983).
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Bajo esta mirada, el paciente es considerado como un colaborador en el
proceso de investigación acerca de sus esquemas cognitivos,
primeramente, en el proceso de detección de los aspectos anormales
de su esquema y, posteriormente, en el proceso de reestructuración o
normalización de su aparato psíquico (Ibidem 1998; 1999; 2001).
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exploración y el estudio de los procesos de significación y simbolización
en el marco de la construcción de la subjetividad y el psiquismo
humano. Cabe señalar en este punto el aporte de la Psicología
Experiencial, que concuerda con la teoría cognitiva interpersonal en la
idea que el sujeto “es el único experto en lo concerniente a su propia
realidad” (Perls, 1973; Rice, 1974; Rogers, 1961; en Safran y Segal,
1994, pág. 22). Se da inicio así a un proceso de expansión teórico y
técnico dentro de la teoría cognitiva, con el objeto de clarificar no sólo
el cómo se procesa la información desde el medio externo, sino
también cómo los afectos, las emociones, las cogniciones y, por tanto,
el comportamiento, se desarrollan a partir de la experiencia evolutiva
interpersonal. Es el llamado Momento Cognitivo Interpersonal.
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vida psíquica de los sujetos va a constituirse en esa particular forma de
ordenar la realidad. Safran propone la noción de Esquema Cognitivo
Interpersonal, que se definiría como una estructura cognitiva que
precisamente permite el conocimiento y ordenamiento de la realidad
por parte del sujeto. La noción de un sujeto interpersonal está ligada a
aquellas pautas de interacción que el individuo establece con personas
significativas durante la primera infancia y que se reactualizan
constantemente en la praxis vital (Safran y Segal, 1994; Ibidem, 2001).
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De lo anterior es posible señalar que la terapia y la relación terapéutica
se constituyen en el encuentro entre expertos, una aventura de
descubrimiento y de conocimiento tanto para el terapeuta como para el
paciente, dentro de un proceso de construcción, reconstrucción y
negociación de significados personales. En este contexto terapéutico, el
terapeuta se constituye como experto en sí mismo y en la teoría, pues
necesita conocer los ciclos cognitivos del paciente y el funcionamiento
psicológico en general de éste a partir del contexto interpersonal que
pueda desarrollarse entre ellos. Por otro lado, el paciente igualmente es
definido como un experto en sí mismo, experto aunque no por eso
“conocedor” de su queja y problemática pero, interesado en
“aventurarse” en un trabajo de autoconocimiento (Safran y Segal,
1994).
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la realidad, del sujeto y de sus posibilidades de cambio, que recoge el
trabajo teórico de diversos autores en el marco de la epistemología
post–racionalista (Yáñez, 1998; 1999; Yáñez y cols, 2001).
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entrelazado o red relacional e interaccional que se ordena en el
lenguaje (Maturana y Varela, 1984; Maturana, 1986, citado por
Guidano, 1994; Maturana, 1993; Varela, 2000). De hecho, Mahoney
señala que el propio término ”constructivismo” apunta precisamente a
una familia de teorías que comparten la idea acerca de que el
conocimiento y la experiencia subjetiva comprenden y suponen la
participación proactiva por parte de los sujetos (Mahoney, 1991; 1998;
Zagmutt, Lecannelier y Silva, 1999). De igual manera es posible
apreciar una evolución en el concepto de sujeto desde “lo
interpersonal” a lo constructivista” postulando ya no al ser humano
como “autodeterminado interpersonalmente” (modelo cognitivo
interpersonal) sino más bien como activo y proactivo en la construcción
de la realidad y, en definitiva, de su psiquismo (Yáñez, 1998; 1999;
2001).
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Lecannelier y Silva, 1999), uno de ellos, constituido por el modelo
Psicoterapéutico Post-racionalista de Vittorio Guidano (Guidano, 1995).
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3. SISTEMA DE CONOCIMIENTO HUMANO Y ORGANIZACIÓN DE
SIGNIFICADO PERSONAL (O.S.P.).
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c. Lenguaje, “donde lo que es propiamente humano es lo que se
llama lenguaje temático (se diferencia del lenguaje factual:
expresión semántica y verbal que acompaña la experiencia que
se tiene), que es la capacidad de estructurar una experiencia que
ya ocurrió en la inmediatez en una secuencia con un inicio,
desarrollo y un final. Esta secuencia se puede mantener bastante
estable y por lo tanto no está adherida al discurrir momento a
momento. La gran capacidad del lenguaje humano en su
estructura semántica y sintáctica es la de poder separar el
contenido afectivo de la experiencia del contenido informativo”
(Ibidem, 1999, pág. 101).
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diferenciándolo de “sustancia”. Cuando hablamos de Self... nunca nos
referimos a una entidad estática; toda la realidad básica del significado
del sistema vivo es básicamente procesal, de movimiento y también su
mantención; la mantención de la continuidad en el tiempo... no es fija,
no es algo que se da en sí mismo, es una semejanza consigo mismo, es
un reconocerse consigo mismo, un reconocer continuamente la propia
activación, la propia continuidad en términos de memoria, de historia,
es un proceso activo y dinámico. ... en lo que se refiere al Self (Sí
Mismo), al sentido de uno mismo, esto tampoco es una entidad en sí
misma, es un proceso dialéctico, es un proceso dinámico, la resultante
continua de individuarse y diferenciarse. Individuarse, porque yo me
refiero siempre a los otros y en esto de referirme a los otros obtengo un
sentido más claro de mí; entonces, en este sentido la naturaleza
relacional, dialéctica del Self es algo que pertenece a la estructura
misma del Self...” (Guidano, 1997, pág. 2).
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conocimiento humano y del sentido que adquiere para cada una de las
personas cada experiencia de la vida cotidiana (Guidano, 1994).
39
partir de la significación que el propio sujeto realiza de su estado
afectivo (Kühne, 1999).
“La particularidad más importante y que hace del hombre un ser único
en la historia de la vida es la de vivir de una manera experiencialmente
escindida, en la que el conocimiento específicamente humano surge de
una interrelación dialéctica entre dos modalidades diferentes de
conocer: un nivel emotivo-tácito, que compartimos con el resto de los
seres vivos y un nivel explícito que es un desarrollo evolutivo
únicamente humano. Ambos niveles de conocimiento operan en una
dinámica sistémica en la que uno restringe al otro en un proceso sin fin
que genera una tensión esencial que es la matriz de lo que podemos
llamar con propiedad experiencia humana” (Zagmutt y Silva, 1999,
pág. 6).
40
dimensiones de una dinámica de identidad personal cuya
direccionalidad depende de la praxis vital.
41
manera en todos ellos. En otras palabras, existen variables como son
los patrones vinculares significativos de cada sujeto y su historia
personal que no sólo enriquecen la experiencia vital, sino además
originan un patrón de experimentar y organizar la realidad,
idiosincrático en cada ser humano (Guidano, 1994; 1997a; Crittenden,
2001).
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Desde esta perspectiva, el sistema de conocimiento individual puede
asimilarse a una organización autorreguladora de los procesos del
significado personal, en donde la forma de “ser en el mundo” consiste
continuamente en buscar y crear significado.
43
de autoestima, deberían ser igualmente pocas” (Guidano, 1994, pág
55).
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otros y, al mismo tiempo, el enmascaramiento de modulaciones
afectivas negativas que esa misma interacción produce en los niños. A
lo anterior se suma la emergencia de la rabia como un factor o
componente relevante en el desarrollo de la organización depresiva.
Según Guidano, todo sistema de conocimiento complejo, como es el del
ser humano, se estructura a partir de la regulación de procesos
oponentes que permiten el equilibrio dinámico del sistema.
45
La dinámica de la disfunción cognitiva que subyace a la organización
personal depresiva se estructura precisamente en torno a experiencias
de pérdida que debido a su potencia o imposibilidad de “evitación”,
logran desequilibrar al sistema y potencian la aparición y activación de
una depresión clínica. El sujeto, a pesar de tener la desafiante
posibilidad de articular su experiencia personal y concreta de pérdida y
soledad hacia una dimensión más abstracta, que podrían hacer
aparecer a esta experiencia como propias del género humano, por
ejemplo, de todos modos insiste en ver la pérdida y la soledad como un
resultado incontrolable de su percepción negativa de sí mismo, donde
la autoculpabilidad emerge como elemento central.
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6. Por último, toda experiencia que involucre algún elemento de
pérdida potente en relación a algún tópico especialmente
sensible para el sujeto.
47
En esta configuración del sentido de sí mismo obsesivo, la conducta
parental asume ciertas características de vínculo “bifronte”
verdaderamente ambivalente, en el que las actitudes ocultas de
rechazo quedan disfrazadas por una fachada exterior de absoluta
devoción y preocupación. “La simultaneidad de las actitudes antitéticas
de los progenitores parece ser la variable crucial, dado que
eventualmente adopta la forma de una situación de “doble ligazón”, es
decir, de un escenario comunicativo en el que toda comprensión
disponible es inevitablemente experimentada por el niño como
probablemente errónea” (Bateson, Jackson, Haley, Weakland, Sluzki y
Veron, en Guidano, 1994). En este aspecto, se puede señalar como
características de los patrones vinculares de orden obsesivo no sólo los
de carácter ambivalente o “doble vincular”, sino además aquellos
donde existe un predominio de formas de comunicación digital y
analítica sobre formas analógicas e inmediatas, con padres
verbalmente hiperactivos, pero motoramente subactivos. Una tercera
característica parental está representada por cierto estilo familiar que,
en su conjunto, configura un cuadro de demandas irracionales para el
niño y, en la etapa temprana de la niñez, de sobreindulgencia
correspondiente al cuidado físico del niño. Lo anterior, seguido de una
etapa de extrema demanda de madurez y responsabilidad inapropiada
para la edad del niño. Suele añadirse a esta actitud parental un fuerte
énfasis en valores morales y principios éticos generalmente usados
como instrumento de control total sobre la conducta y las emociones
del niño. De esta manera, la emergencia natural de sentimientos que
pudiesen ser considerados como incompatibles con tales valores, por
ejemplo, aquellos relacionados con la expresión de la rabia, la
sexualidad, entre otros, se “prohíben” de manera absoluta. Esto no sólo
retrata la necesidad de controlar, sino que de no sentir en absoluto.
48
Dentro de una perspectiva dinámica de la organización de la mismidad,
estos patrones vinculares conducen hacia la configuración de un
sentido de sí mismo ambivalente, de doble faz de sí mismo y que se ve
resaltado por el hecho de que la lucha por lograr una identidad unitaria
y estable es el hilo principal en torno al cual giran tanto el desarrollo
como la organización de la mismidad obsesiva. De esta forma, es el
pensamiento el que emerge como instrumento que posibilita la
construcción de una forma de organizar el mundo y la realidad de
manera estable y definida (búsqueda constante de certeza). Si bien,
durante la infancia será central el control rígido de las emociones,
después, durante la adolescencia y juventud, la ordenación de la
experiencia en una imagen única, absoluta y cierta de la realidad,
provee seguridad y consistencia al sentido de sí mismo.
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desequilibrio, generalmente corresponden a situaciones
emocionalmente cargadas, en las cuales es difícil poder discriminar, de
acuerdo a los valores del sujeto obsesivo, entre aspectos puramente
“positivos” y “negativos”. Así, es posible perder la comprensión
adecuada de la situación y, consecuentemente, de la toma de
decisiones “todo o nada” necesaria para el individuo de características
obsesivas. Estas situaciones pueden resumirse como sigue:
50
a) En un nivel consciente, el intento por controlar los sentimientos
desafiantes se lleva a cabo de acuerdo al principio de “primacía
de lo verbal”, característico de la organización obsesiva.
51
de la conducta exploratoria autónoma del niño, ya sea a través de la
sobreprotección, en donde los padres describen el mundo como un
lugar peligroso y amenazante y al mismo tiempo imprimen en el niño
que es débil y especialmente vulnerable a los peligros; y/o de la falta de
disposición de los progenitores para constituirse en una base segura,
en donde los niños temen perder a sus padres, produciéndose entonces
una inversión de roles.
52
y la conducta efusiva son equiparadas a la fragilidad y debilidad, por lo
tanto se excluyen del rango emocional percibido.
53
Lo anteriormente señalado repercute en los procesos de
autorreconocimiento, en donde sólo se puede originar un sentido
desdibujado del sí mismo, desarrollando un sentimiento profundo e
impregnante de desconfianza en el reconocimiento de sus estados
interiores en curso. Para lograr un sentido del sí mismo estable y
definitivo, debe satisfacer las expectativas de una figura de apego
percibida como modelo absoluto, pero como constantemente se está
evaluando en función de esa figura, asimismo continuamente está
poniendo en cuestión su autoimagen ya establecida.
54
las expectativas del otro significativo, anhelando el perfeccionismo para
lograr un nivel aceptable de autoestima y de percepción del propio
valor. Del mismo modo, el individuo está constantemente evaluando al
otro y en esta dinámica existe la posibilidad de decepcionarse de éste;
por lo tanto, el “yo” se reordena en una autoimagen cuya capacidad y
valía dependen del equilibrio que se ha podido establecer entre la
necesidad absoluta de ser aprobado por los otros seres significativos y
el miedo amenazante a ser invadido o defraudado en las relaciones
significativas.
55
Algunos de los eventos vitales que probablemente pudiesen activar
estos patrones disfuncionales de ingesta alimenticia por parte de un
sujeto dápico pueden resumirse de la siguiente manera:
56
cambios en las responsabilidades familiares o de trabajo, que
requieren un compromiso mayor o más definido.
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4. TEORÍA CLÍNICA COGNITIVA.
58
trabajo, que en términos generales se estructura en torno a un
encuadre determinado y el desarrollo de un proceso psicoterapéutico
que es posible de dividir, para efectos didácticos, en una serie de fases:
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proceso idiosincrático de significación. Tal como señala Juan
Yáñez, en esta etapa es posible realizar en paralelo a los
aspectos procedurales del paciente, el abordaje sintomático y
abordaje estructural, dependiendo de la sintomatología,
convergiendo así técnicas operativas cognitivas y conductuales y
técnicas procedurales, las cuales son características de este
modelo (Yáñez, 1998; 1999; 2000c; Yáñez com. pers. 2002).
4. 1. Concepto de Psicoterapia.
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