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Fischer Desmond, el derecho a comunicar

Libertades de comunicación: libertad de información, de expresión, de prensa y


circulación libre.
Es importante comunicar bien, xa el desarrollo del individuo y xa el bienestar de
la sociedad en la cual forma parte. También tiene que ver con necesidades
mundiales en materia de comunicación y de los dd y deberes q de ella derivan.
El concepto de derecho a comunicar procede de la naturaleza misma de la
persona humana, como ser comunicador, y de la necesidad humana de la
comunicación, en el nivel del individuo y en el de la sociedad. Es universal.
Hace hincapié en el proceso de comunicación y no en el contenido del
mensaje. Implica la participación.
La libertad es la oportunidad de tomar decisiones q contribuyan al adelanto de
la vida y al crecimiento de la especie humana. La libertad viene determinada x
necesidades humanas.
La comunicación constituye la base de la sociedad, sin ella no hay cooperación
ni paz. La información es poder. Cuantas más personas tengan info y más
amplia sea la que dispongan, será mejor la sociedad y más sólida su base
democrática.
Las Naciones Unidas destacaron la importancia de las libertades en materia de
información para la construcción de una sociedad mundial mejor. El artículo 55
de la Carta estipula que los Estados Miembros promueven «el respeto
universal a los derechos humanos y a las libertades fundamentales», y en su
resolución 59 la Asamblea General declaró que la libertad de información es un
derecho humano fundamental y la piedra de toque de todas las libertades que
propugnan las Naciones Unidas. En la Declaración Universal de Derechos
Humanos, aprobada por la Asamblea General, se adoptó un criterio similar: en
su artículo 19, que es el más importante en materia de comunicación, se dice
que: «Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este
derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de
investigar y recibir información y opiniones y el de difundirlas, sin limitación de
fronteras, por cualquier medio de expresión.»
El derecho a la comunicación constituye una prolongación lógica del progreso
constante hacia la libertad y la democracia. Si se trata de un derecho
fundamental, una condición necesaria para el desarrollo de la vida humana y
una actuación adecuada del ser humano y de la sociedad a la cual pertenece,
el Estado no estará facultado para negarlo o a restringirlo. Se suele aceptar que
el derecho es válido desde el punto de vista de la justicia. El individuo tiene que
comunicar para poder ser humano; por consiguiente, el derecho a comunicar
es un derecho humano básico, y procede formularlo como tal. El derecho de
una persona es un deber para otros, esto es, la obligación de establecer unas
condiciones en las cuales pueda ejercer aquélla ese derecho.
En el informe de la Canadian Telecommission, «Instant World», se citan «los
derechos a oír y a ser oído, a informar y a ser informado» como «elementos
esenciales» del derecho a comunicar. Hindley enumera los siguientes
elementos integrantes del derecho a comunicar:
1. El derecho a hablar;
2. El derecho a ser oído;
3. El derecho a recibir una respuesta;
4. El derecho a contestar;
5. El derecho a escuchar”.
Cocea añade los siguientes:
6. El derecho a ver;
7. El derecho a ser visto;
8. El derecho a expresarse por escrito o en forma impresa;
9. El derecho a expresarse por medio del arte;
10. El derecho a ser selectivo (concepto éste que Cocea prefiere al de
«derecho a no comunicar» que propugnan otros autores como expresión del
derecho individual a la protección de la vida privada o «derecho a no ser
informado»).
Cocea intentó agrupar algunos de esos conceptos:
a) El derecho a comunicar, concebido como derecho a la libertad de opinión y
de expresión;
b) El derecho a comunicar, ampliado de modo tal que abarque también la
libertad de informar a los demás y de ser informado uno mismo, gracias en
especial a las posibilidades que ofrecen los medios de comunicación de masas;
c) El derecho a comunicar, considerado como una capacidad de interacción y
de diálogo, una facilidad de acceso y de participación, y que implica deberes y
obligaciones.
Se procedió a un análisis preliminar del derecho a comunicar con arreglo a tres
categorías básicas: a) Derechos del individuo; b) Derechos de los medios de
comunicación (incluidos los grupos profesionales interesados); c) Derechos de
las comunidades locales, nacionales e internacionales.
En el caso de los individuos, se estimó que los derechos más importantes eran
los siguientes:
- libertad de opinión y de expresión,
- derecho a ser informado,
- derecho a informar,
- protección de la vida privada,
- libertad de movimiento,
- derecho de reunión,
- acceso a las fuentes de información.
En el caso de las instituciones, se enumeraron los siguientes derechos
específicos: - acceso a las fuentes de información, - libertad de opinión y de
expresión, - derecho a informar, - derecho a publicar, - libertad de movimiento, -
mantenimiento del secreto profesional.
Se estimó que los de comunicación de las naciones más importantes, en sus
relaciones exteriores, eran los siguientes: - derecho a informar, - circulación
libre y equilibrada de la información, - protección de la integridad cultural, -
intercambio cultural, - libertad de opinión y de expresión, - derecho a ser
informado, - derecho de rectificación, - derecho de respuesta.
En el Informe Final de la Comisión MacBride se enumeran como sigue los
derechos de los individuos en materia de comunicación:
a) El derecho a saber, es decir, a ser informado y a buscar libremente cualquier
información que se desee obtener, la negativa a comunicar una información o
la divulgación de una información falsa o deformada constituyen una infracción
de este derecho.
b) El derecho del individuo a transmitir a los demás la verdad, tal como la
concibe, sobre sus condiciones de vida, sus aspiraciones, sus necesidades y
sus quejas; se infringe este derecho cuando se reduce al individuo al silencio
mediante la intimidación o una sanción, o cuando se le niega el acceso a un
medio de comunicación;
c) El derecho a discutir: la comunicación debe ser un proceso abierto de
respuesta, reflexión y debate; este derecho garantiza la libre aceptación de las
acciones colectivas y permite al individuo influir en las decisiones que toman
los responsables.
A estos derechos fundamentales se añade el derecho al respeto de la vida
privada. A menudo, el individuo necesita ser protegido contra las intrusiones en
su vida privada, ante las cuales puede estar inerme cuando se apoyan en el
poder de la tecnología moderna.
Se concebiría el derecho a comunicar como el núcleo interior de una serie de
libertades mutuamente relacionadas en el campo de la comunicación, rodeado
por la libertad de opinión, la libertad de expresión y la libertad de información,
las cuales no son absolutas en sí mismas sino que constituyen los campos
principales de la vida humana en los cuales se ejerce el derecho fundamental a
comunicar. Las libertades secundarias, o derivadas, de expresión, opinión e
información se ejercen, a su vez, mediante diversas manifestaciones prácticas:
libertad de prensa, inexistencia de la censura, independencia de la
radiodifusión, derecho de los periodistas a proteger sus fuentes, derecho de
acceso a la información, etc. A su vez también, esas libertades engendran
facultades: la de los periodistas a tener acceso a la información y a las fuentes
de información, el derecho de respuesta del ciudadano, el de los lectores de
periódicos a disponer de una amplia gama de opiniones, el del individuo a una
«administración pública abierta», etc.
Cada Estado reconozca la existencia y la validez del concepto de derecho a
comunicar, es decir, el Estado debe reconocer que la comunicación es una
necesidad humana fundamental, indispensable para que el individuo pueda
actualizar plenamente su potencial de ser humano, y, por ende, un derecho
humano fundamental y básico. Además, el Estado debe precisar en una ley
nacional las libertades que se derivan del derecho a comunicar -libertad de
opinión, de expresión y de información- y reconocer en la práctica las
facultades que se derivan a su vez de dichas libertades: libertad de palabra,
libertad de prensa, independencia de la radiodifusión «administración pública
abierta».
Aspectos socioculturales: La comunicación está íntimamente relacionada con la
cultura de cada sociedad, a la vez como fuerza creadora y como agente de
cambio. El rápido desarrollo de la nueva tecnología de la comunicación hace
que los cambios culturales resulten a la vez posibles y probables.
Aspectos económicos: cinco obstáculos económicos que coartan el empleo de
las telecomunicaciones al servicio del crecimiento social, económico y cultura1
del Tercer Mundo.
 Injustos, porque la estructura de telecomunicaciones se presenta como un
privilegio en unos pocos países, y no un derecho innato de la mayoría de
ellos. No igualitarios, porque la cantidad y la circulación de la información
por conducto de los sistemas de telecomunicaciones está fuertemente
orientada en favor de un contado número de países. Los del Tercer Mundo
son mucho más receptores que creadores de mensajes.
 No basados en la participación, porque los usuarios y los países del Tercer
Mundo carecen prácticamente de todo control sobre la planificación, la
administración y la programación de los sistemas de telecomunicaciones.
Las decisiones en materia de inversiones relativas al tipo de tecnologías de
telecomunicaciones hacen caso omiso de las condiciones y necesidades
básicas de los países pequeños, y vienen determinados por el usuario
típicamente grande de los países ricos.
 Ineficaces, porque las tecnologías disponibles no suelen tener mecanismos
de retroinformación, por lo que, al no existir el diálogo, mengua la calidad
del contenido educativo, informativo y cultural.
 No pluralistas, porque el hecho de depender de unas pocas tecnologías
limitan la cantidad y el número de opciones informativas, educativas y
culturales, prescindiendo de las restricciones políticas o ideológicas que
pueda haber.
Aspectos jurídicos: se trata del reconocimiento de la libertad de actuar del
individuo y, a la vez, de la obligación positiva de la sociedad de garantizar el
ejercicio de dicha libertad.

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