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para buscar el néctar de una flor carnívora de la lejana jungla de mi vivienda, ya aburrido a los
cuentos de los ancianos de mi tribu, quise experimentar la aventura, aunque pápa y máma me
lo hubiesen prohibido si sabían que estaba en mis planes. Las historias de los ancianos dicen
que el néctar de la flor carnívora Shwan tiene grandes poderes curativos, una cierta forma de
magia que en mi imaginario podría traer victorioso y fácilmente para ayudar a curar la grave
enfermedad que afectaba a mi hermana menor cada día más y más, dejándola sin apetito, y ya
casi sin vista ni habla, ni siquiera sabemos ya cuánto puede escucharnos. Tenía la esperanza de
que fuera el salvador de mi tribu, convertirme en uno de los grandes Shumajus (líderes) de la
tribu, pero no fue así…
Esa madrugada besé a Mila en la frente y partí sigilosamente escabulléndome por la ventana
de mi cuarto, no sé cuánto caminé, pero ya estaba amaneciendo cuando comencé a caminar
entre altos y frondosos árboles, hasta que ya no vi el cielo. A lo largo de mis pasos ya no sabía
cuánto tiempo había pasado, si eran minutos horas o incluso un día entero, iba comiendo las
bayas que había recolectado el día anterior para la cena, sin suerte de encontrar lo que
buscaba.
Supe adivinar que era de noche cuando la selva se quedó en silencio, ya no se escuchaban
sonidos de animales moviendose, solo el sonido de las hojas de los arboles bailando con el
viento y algún animal nocturno como de lechuzas. Por mi suerte (o desgracia) me encontré con
un claro, donde la luz de la luna se asomaba justo por en medio de las copas de los arboles,
nunca había visto la luna con ese rostro, sentía que me quería decir algo, pero ¿qué?
Tomé prestadas algunas hojas de los arbustos mas cercanos para improvisar mi cama, y
concilié el sueño rápidamente, mañana sería un día nuevo… ojalá pudiera tener esta vista del
claro durante todo el viaje… esos fueron mis últimos pensamientos