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La virgen inmaculada “oratoria”

La Santísima madre de Dios, mirándola sin cesar le dije virgen señora que
diste a luz la palabra de Dios hecha carne ya sé que no es digno de mí, adorar
tu imagen tú siempre virgen tú siempre Purísima tú que conservas tu cuerpo
y tu alma pura y sin mancha, Dios se hizo hombre nacido de ti para llamar a
los pecadores al arrepentimiento el permiso de entrar por la puerta abierta
de la iglesia y que no quede excluida de la santa oración de la cruz te suplico
que sea de mi fiadora de Esperanza ante Dios tu hijo, pronto veré al árbol de
la cruz de tu hijo enseguida renunciaré al mundo y a todo lo que hay en el
mundo e iré a donde tú obra de salvación me ordenas y conduzcas con
devoción, Dios que proclamen tu grandeza tus criaturas por tu ser creador
has querido honrar tan insigne obra tuya Como el ser humano asumiendo su
carne acogido en el seno virginal de Santa María por su intercesión te
pedimos nos concedas la limpieza de cuerpo y alma a ti que mantuviese
intacto después del parto en sagrado de inmaculada pureza amén.

la Virgen María estuvo libre del pecado original desde el primer momento de
su concepción por los méritos de su hijo Jesucristo, recogiendo de esta
manera el sentir de dos mil años de tradición cristiana al respecto. Se celebra
el 8 de diciembre, nueve meses antes de la celebración de la Natividad de la
Virgen el 8 de septiembre.
No debe confundirse este dogma con la doctrina del nacimiento virginal de
Jesús, que sostiene que Jesús fue concebido sin intervención de varón
mientras que María permaneció virgen antes, durante y después del parto.

Al desarrollar la doctrina de la Inmaculada Concepción, la Iglesia católica


contempla la posición especial de María por ser madre de Cristo, y sostiene
que Dios preservó a María desde el momento de su concepción de toda
mancha o efecto del pecado original, que había de transmitirse a todos los
hombres por ser descendientes de Adán y Eva, en atención a que iba a ser la
madre de Jesús, quien también es Dios. La doctrina reafirma con la expresión
llena de gracia Gratia Plena contenida en el saludo del arcángel Gabriel y
recogida en la oración del Ave María, este aspecto de ser libre de pecado por
la gracia de Dios.

Cuando hablamos de la Inmaculada Concepción no nos referimos a la


concepción de Jesús quién, claro está, también fue concebido sin pecado. El
dogma declara que María quedó preservada de toda carencia de gracia
santificante desde que fue concebida en el vientre de su madre Santa Ana. Es
decir, María es la "llena de gracia" desde su concepción.

El dogma de la Inmaculada Concepción fue proclamado con la bula papal


Ineffabils Deus por el Papa Pío IX el 8 de diciembre de 1854, pero su
afirmación comienza muy lejos. La reflexión sobre la Inmaculada Concepción
dividió a la Iglesia desde sus orígenes. Los Padres de la Iglesia y teólogos,
como San Agustín o Santo Tomás, incluso si reconocieran la santidad de
María, su ser sin pecado, no estaban dispuestos a ‘desconectar’ este estado
de gracia de Jesús, a reconocer que ella podía estar libre del pecado original
sin su intervención directa. San Agustín, por ejemplo, afirmaba que María
nació en pecado, como todos los demás hombres y mujeres, pero luego fue
liberada de eso porque era la madre de Cristo. Por otra parte, el Antiguo
Testamento ofrece sólo una información contradictoria sobre el pecado
original, y una interpretación mariológica identifica a María como una nueva
Eva en la lucha contra el Maligno y sus tentaciones. En el Nuevo Testamento,
María es recibida por el Arcángel Gabriel “Llena de Gracia” y, por lo tanto,
Santa.Inmaculada Concepción
Fue sobre todo la devoción popular para apoyar y promover a lo largo de los
siglos la teoría de la Inmaculada Concepción. De hecho, para el pueblo de los
cristianos, la Virgen María, destinada a concebir a Jesús y llevarlo a Su
Vientre, debe necesariamente haber sido preservada del pecado y de la
acción del Maligno, precisamente porque de otra manera no hubiera sido
concebible que Dios, puro y perfecto, pudiera encarnarse en ella. En esta
convicción de la pureza de María, la devoción popular no dudó en oponerse
abiertamente contra la teología oficial. Esta última fue inmediatamente
responsable de ejercer control sobre el culto, en las manifestaciones de
devoción del pueblo, con el fin de guiarlo a una definición teológica correcta y
adecuada, respetando al mismo tiempo sus deseos y expectativas en este
sentido. La sacralidad de la Inmaculada Concepción no está definida por los
teóricos de las Escrituras y la tradición primitiva de la Iglesia, sino por la fe del
pueblo, por su sensibilidad y piedad. Como escribió el teólogo Eadmer en el
siglo XII, la “pura simplicidad y humilde devoción” del pueblo se discreparon
con la “ciencia” de los ricos y sabios.

Muchos fueron los factores de difusión de la devoción a la Inmaculada


Concepción: la predicación franciscana y, en general, todas las formas de
predicación popular; el nacimiento de cofradías que hacían de la Inmaculada
Concepción su propio estandarte y proclama, y cuyos miembros estaban
listos para defender su autenticidad hasta la muerte; las apariciones
marianas, de la de rue du Bac 1830, a la de Lourdes el 25 de marzo de 1858,
cuando María apareció a Santa Bernardita y se presentó a ella con las
palabras: Yo soy la Inmaculada Concepción.

Nombre: Marcelo Cabera

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