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X| VOLUMEN 34, NUMERO XX | JULIO-DICIEMBRE 2022 | PP.

XX-XX
ISSN: 2250-6101

Breve historia de la concepción de


“campos de fuerza” y su contribución a
la enseñanza de la Física
Brief history of the conception of “force field” and
its contribution to teaching Physics
Autor1 Vicente Menéndez
1
Instituto Superior de Formación Docente 117 Gral José G. Artigas. Tres de febrero 1810 San Fernando, Pcia de Bs.
As.

*E-mail: titomen58@yahoo.com.ar
Recibido el XXXXX | Aceptado el XXXXX [Las fechas serán añadidas por el editor]

Resumen

La introducción del concepto de “campo de fuerzas” es asumida generalmente como una cuestión “natural”, es decir, que no
necesita mayor explicación. Ello también se encuentra reflejado en la mayoría de los libros de texto. En este breve trabajo se
intentara mostrar, haciendo uso de la historia y la filosofía de la Física, la riqueza inherente al concepto de campo de fuerzas, que
entiendo, tiene vital importancia en la enseñanza de la Física.

Palabras clave: campo de fuerzas, historia, enseñanza

Abstract

The introduction of the concept of “Force field” is generally assumed as a natural issue, that is, it does not need further
explanation. This is also reflected in most textbooks. In this brief work we will try to show, making use of the history and philosophy
of Physics, the richness inherent in the concept of force filed, which I understand, is of vital importance in the teaching of Physics.

Keywords: field of forces, history, teaching

I. INTRODUCCIÓN

Si tenemos una caja y sacamos todos los átomos y moléculas que allí tenemos, nos queda obviamente el vacío. Pero
vacío de materia. Hoy podemos decir que esa caja está atravesada por millones de neutrinos y otras partículas
elementales, que no son átomos. Pero imaginemos que podemos blindar dicha caja con un material que no deje
ingresar a los neutrinos: ahora no hay nada dentro de dicha caja. En realidad hay vacío de materia, pero en el
universo no hay solamente materia: por ejemplo hay campos electromagnéticos. Podemos blindar la caja para que
dentro de ella no penetre el campo electromagnético, pero todavía quedará algo: dentro de la caja hay campo
gravitatorio, que no podemos blindar. Se dirá que en un futuro se podrá hacer. O sea que en ese caso no hay
verdaderamente nada dentro de la caja? Tampoco es así, para que no haya nada en el sentido físico del término

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REVISTA DE ENSEÑANZA DE LA FÍSICA, Vol. 34, no. extra (2022)
Campos de fuerza

nada, no tendría que haber espacio, y el espacio no es la nada, según sabemos a partir de la teoría de la Relatividad
general. Solamente en el hipotético caso de poder “sacar” el espacio tendríamos nada dentro de nuestra caja.
Resumiendo, el vacío total dentro de nuestra caja solo sería posible si no existiese el Universo. La nada no existe en
nuestro universo. A la vuelta de la historia, tenemos que darle la razón al viejo Aristóteles?

Esta corta introducción viene a cuento para la historia del desarrollo de una de las tantas ideas acerca de la
existencia de entidades no corpóreas en el ámbito de las ciencias naturales: el surgimiento de la idea de campo, que
es el nacimiento de una concepción revolucionaria: la realidad no es solo la materia tangible y visible: el campo
alcanzará el mismo status de existencia que la materia, y este es un notable concepto que el docente no debe
soslayar. En síntesis, se introduce en el siglo XIX una nueva concepción de la realidad.

2. Antecedentes

El concepto de éter de Aristóteles es el primer intento en el ámbito de la filosofía natural, de poner en existencia lo
no tangible o ponderable, pero no pasa de ser una especulación necesaria para que su cosmología, que no admite la
existencia del vacío, tenga coherencia. Incluso, podría ser la idea de éter de Aristóteles el primer conflicto
instrumentalismo –realismo en la historia de la filosofía y de la ciencia: es real la existencia de una sustancia
imponderable como el éter, o es solo una hipótesis ad hoc para hacer coherente la idea de que la nada no tiene
jerarquía existencial?

Claramente a partir del siglo XVII el éter turbillonario cartesiano es tomado como real, para explicar el movimiento
de los astros y también la caída de los cuerpos, debido al choque de partículas, o el éter luminifero de Huygens, para
explicar la propagación de la luz. El éter como parte de la realidad física continúa su presencia firmemente, hasta
entrado el siglo XX. Maxwell, aunque usó en forma muy fructífera el concepto de campo de Faraday, para llegar a las
ecuaciones fundamentales del electromagnetismo, no se desprendió nunca de la existencia del éter. Es famoso en la
historia de la Física el experimento de Michelson y Morley para tratar de verificar (infructuosamente) la existencia
del éter. Pero a pesar de ser destronado el éter en 1905, con la teoría de la Relatividad especial de Einstein, muchos
físicos siguieron considerando su existencia al menos, hasta comienzos de la segunda década del siglo XX.

Hay una larga historia de los fluidos imponderables en la historia de la ciencia, tales son los casos del flogisto y del
calórico, que si bien son tomados sin importancia por la historiografía whig, sirvieron como puntos de apoyo para
construir teorías superadoras, como lo fueron el descubrimiento del oxígeno y la idea de energía.

2. Fuerzas a distancia: primera crisis del mecanicismo clásico


Desde la antigüedad se consideró a la atracción a distancia como un fenómeno oculto o mágico. En el caso eléctrico,
nos dicen Holton y Roller
“llegando a imaginar que todo cuerpo electrizado emitía una especie de nube material o de efluvios que se extendían
por el espacio y establecían contacto con los cuerpos atraídos. Esta idea fue adoptada por Gilbert, quien representaba a
los efluvios a modo de varillas materiales que establecían una conexión rígida entre el cuerpo electrizado y los cuerpos
que atraía”.(Holton y Roller, 1963, p. 526 y 527)

Para la concepción mecanicista del mundo, que domina el panorama de la física a partir de la Revolución científica
de los siglos XVI y XVII, era impensable una fuerza a distancia sin que mediase algún ente físico real. Al respecto es
bien clara la frase de Newton “hipótesis non fingo” (no hago o no invento hipótesis) para explicar la acción a
distancia. Interesa destacar aquí las ideas metafísicas de Newton al respecto. En cartas a su amigo Bentley opina que
una deidad debe estar presente en el espacio, actuando para que la atracción entre cuerpos ocurra de la manera
que postulan las leyes por el descubiertas. Esta idea también la desarrollará Newton en la famosa controversia
epistolar con Leibniz, para quien Dios, al ser perfecto, no podría estar actuando permanentemente en el Universo.

En ese contexto, el éter turbillonario de Descartes y su teoría del movimiento a partir del choque de partículas
resultaba coherente con ese mecanicismo, sin recurrir a causas ocultas. Mas los partidarios de Newton, desechaban
esta idea dada la imposibilidad de comprobar la existencia de tales partículas de éter. En uno u otro caso, ni los
partidarios de uno u otro bando podían dar explicaciones concluyentes sobre la causa que origina el movimiento de
los astros y la caída de los cuerpos.
Campos de fuerza

Es lo que se denomina la primera crisis del mecanicismo clásico.

3. El nacimiento de nuevos paradigmas y la influencia del Romanticismo


Hacia fines del siglo XVIII y principios del XIX, toman relevancia los estudios sobre los fenómenos eléctricos y
magnéticos, sobre todo a partir de la experiencia de Öersted de 1820, cuando se descubre accidentalmente la fuerza
ejercida sobre una aguja magnética por la corriente eléctrica. Esta experiencia, intensifica entre los físicos la
necesidad de buscar una explicación al fenómeno. Debemos aquí resaltar la importancia de Ampere, físico y
matemático, al que Maxwell denominará el Newton de la electricidad, quien comenzó a matematizar las
experiencias de los fenómenos eléctricos y magnéticos.

Fue recién en 1831, cuando surgió la noción de campo de fuerzas, cuyo primer teórico fue Michel Faraday. Fue
Faraday quien postuló la existencia de “líneas de fuerza” magnéticas para explicar la orientación de limaduras de
hierro alrededor de un conductor por el cual circula corriente eléctrica.

La concepción de Faraday, de la interacción de la electricidad y el magnetismo mediante líneas de fuerza le llevó a


sugerir que el espacio atravesado por estas líneas se hallaba en un estado particular denominado “estado
electrotónico”. Esta es la idea inmediatamente previa a la de campo. Imaginó un Universo basado en estas líneas, a
diferencia de la concepción de un Universo basado en átomos. Es este el gran cambio.

Maxwell, gran admirador de Faraday, dice en una conferencia dada en 1873 que

“La manera en que Faraday estaba acostumbrado a contemplar los fenómenos de este tipo (se refiere a la acción a
distancia entre los cuerpos) difiere de la adoptada por muchos otros investigadores modernos, y mi propósito concreto
será el hacer que se sitúen en el punto de vista de Faraday, y señalar el valor científico de ese concepto de líneas de fuerza
que, en sus manos, se ha convertido en la clave para la ciencia de la electricidad”. (Maxwell, 1998, p.69)

Faraday (y también Maxwell) fue influenciado por las ideas de un notable matemático y astrónomo del siglo XVIII,
el jesuita croata Roger Boscovich, creador de una particular dinámica, a medio camino entre la newtoniana y la de
Leibniz. En las ideas de Boscovich, expuestas en su obra “A Theory of Natural Philosophy” (1758). William Berkson,
en su notable obra Las teorías de los campos de fuerza, nos dice: “ Las concepciones del mundo que se desarrollaron
después y que influyeron más directamente a Faraday fueron las de Boscovich y Kant….veremos más adelante que fue a través de
su influencia como Faraday llegó a establecer su teoría de los campos de fuerza” (Berkson, 1981, p.46)

Pero en el concepto de campo en Faraday, adquiere una nueva dimensión la realidad física: la materia para
Faraday es campo concentrado, dicho de otro modo: el campo de fuerzas es la única entidad física real. En un
artículo de Boido, G y Flichman, E. sobre el mecanicismo, se expresa que: “Las fuerzas ya no son propiedades de
entidades, sino entidades ellas mismas”.(Boido y Flichman, 1996, p.54) Lo notable es que Faraday, un físico
experimental y con poco bagaje matemático, haya sido el creador de uno de los conceptos teóricos más fructíferos
en la historia de la Física.

Bien podríamos preguntarnos entonces, si hubo alguna situación de contexto, que ayudase a Faraday a imaginar
esta idea metafísica de una realidad inherente a la materia, pero externa a ella misma. Y la respuesta quizás la
podemos encontrar en la influencia de la filosofía romántica, llamada Naturphilosophy en el ámbito de la ciencia, de
comienzos del siglo XIX, que es cuando produjo Faraday sus importantes trabajos. Esta particular filosofía, fue en
cierto sentido, una respuesta al mecanicismo estricto de la Ilustración. El Romanticismo es un movimiento cultural y
político originado en Alemania hacia finales del siglo XVIII como una reacción contra el racionalismo de la
Ilustración, dando prioridad a los sentimientos. El romanticismo es una manera de sentir y concebir la naturaleza, la
vida y al hombre mismo. La Naturphilosophie es una corriente de la tradición filosófica del idealismo alemán ligada
al Romanticismo. Frente al mecanicismo de la física clásica, la Naturphilosophie defendió una concepción orgánica
de la ciencia en la que el sujeto juega un papel esencial (parece esta una visión adelantada en más de cien años a los
problemas filosóficos de la física cuántica) , concibiéndose el mundo como una proyección del observador. Oersted,
Friedrich Schelling, Herder y Goethe son los grandes nombres asociados a la Naturphilosophie. Para Scheling la
ciencia experimental no era suficiente por si sola, tenía que estar subordinada a un proyecto filosófico.

Los filósofos que adherían al Romanticismo, no podían admitir la existencia de una naturaleza donde solo hay
materia y leyes que rigen su comportamiento. Una tesis central de la Naturphilosophy es que debía existir una
Campos de fuerza

unicidad en las fuerzas de la naturaleza. Durante la primera mitad del siglo XIX se comienzan a vislumbrar las
relaciones entre electricidad, magnetismo, calor y luz. Esto hizo pensar en la unicidad de comportamiento de la
naturaleza. Quizás podemos encontrar aquí, el antecedente de las posteriores “teorías del todo” como lo fue por
ejemplo el infructuoso intento de Einstein de encontrar una teoría del campo unificado.

Respecto a la unicidad de las fuerzas, para Oersted, declarado adherente a la Naturphilosophy, su descubrimiento
fue crucial al respecto.

Un párrafo del trabajo realizado por J.A. Diaz-Hellin dice:


“Para Faraday, que creía en la unidad de todas las fuerzas presentes en la naturaleza, la fuerza era el punto de partida
fundamental. Las partículas de la materia ya no eran tales, sino más bien nudos o focos en donde convergían las fuerzas.
Es esta la primera y aún algo nebulosa formulación del campo”.(Diaz-Hellin, 2001, p.25)

Para los partidarios de la Naturphilosophy debe haber “algo más” que materia y vacío. Dentro de este contexto,
podríamos suponer, no tuvo inconveniente Faraday en imaginar ese ente denominado campo de fuerzas, que sin ser
visible, lo podía ponderar a través de sus efectos.

La noción de campo de fuerzas, inmediatamente se traslado al caso gravitatorio, más aún, teniendo en cuenta la
experiencia de Coulomb, a finales del siglo XVIII, cuando se encuentra la similitud entre las fuerzas eléctricas,
magnéticas y gravitatorias, respecto a la variación de las mismas respecto a la distancia.

Pasa así a ser el campo de fuerzas, una de las entidades fundamentales en la física hasta el presente.

Como ha ocurrido cuando se presentan nuevos conceptos o teorías, estas no son admitidas de inmediato por toda
la comunidad científica. En 1867 se propusieron teorías según las cuales la acción electromagnética se propaga sin
considerar la acción de ningún campo. Propuesta por G.F. Riemman y L. Lorentz, tal teoría introduce la noción de un
“potencial retardado” que avanza (metafóricamente hablando) en el espacio vacío de cuerpos, a la velocidad de la
luz, aunque sus autores adoptan una posición instrumentalista al respecto. Esta y otras teorías como las
desarrolladas por William Thompson (Lord Kelvin) con su propia teoría del éter, quien reemplazó el campo de
fuerzas de Faraday por una perturbación del éter, no alcanzaron a imponerse; pero como dijimos anteriormente, el
éter desaparece de la física recién poco después de ser aceptada la teoría de la Relatividad especial. En cuanto al
concepto de campo electromagnético y de líneas de fuerza, después de Hertz, era difícil dentro de la comunidad de
físicos, dudar de su existencia.

Conclusiones
Podríamos decir que a partir de las experiencias, Faraday tuvo que recurrir a la metafísica, para idear un concepto
que a la postre volvería a la física, pero ya como ente concreto, sin reminiscencias metafísicas.

Como nos dice Einstein, el campo es tan real como la silla sobre la cual uno se sienta, lo transcribimos:
“El concepto de campo fue en un principio, solo un medio para facilitar la explicación de los fenómenos eléctricos desde
un punto de vista mecánico. En el nuevo lenguaje del campo, su descripción entre las cargas y no las cargas mismas, es
lo esencial para comprender la acción de las últimas. El valor de los nuevos conceptos se elevó gradualmente, llegando
el campo a adquirir primacía sobre la sustancia. Se comprendió que algo de trascendental importancia se había
producido en la física. Una nueva realidad fue creada, un concepto nuevo para el cual no había lugar en la descripción
mecánica. Lentamente y a través de una verdadera lucha, el concepto de campo alcanzó una significación directora en la
física y ha continuado siendo uno de los conceptos básicos de la misma. El campo electromagnético es para el físico
moderno tan real como la silla sobre la cual se sienta”. (Einstein y Infield, 1996, p.134)

En el prólogo de Einstein, al libro Conceptos de espacio de Max Jammer, leemos:


“ Bajo la influencia de Faraday y Maxwell se desarrolló la noción de que quizás toda la realidad física podría ser
representada como un campo, cuyos componentes dependen de cuatro parámetros espacio temporales. Si las leyes
de este campo son, en general covariantes, es decir, no son dependientes de una elección particular del sistema de
coordenadas, entonces la introducción de un espacio independiente (absoluto) deja de ser necesaria. Lo que
constituye el carácter espacial de la realidad es, entonces, simplemente la tetradimensionalidad del campo. Así no
existe ningún espacio vacío, es decir, ningún espacio sin campo”. (Max Jammer, 1970, p.16)
Campos de fuerza

Tanto para Faraday como para Einstein el mundo es un solo campo unificado; la materia es apenas un aspecto del
campo. Una deducción importante en la teoría de Einstein, es la equivalencia masa y energía en su famosa
ecuación: si acordamos que la energía se halla en el campo, se concluye que el campo es tan material como la
materia ordinaria.

Y como dicen G. Boido y G. Klimosky en el artículo inédito Que es el realismo científico : “en último término la ciencia es
una búsqueda constante de mejores aproximaciones a lo que el mundo es, y en esa incesante tarea, no extraña que una teoría
que invoque campos electromagnéticos sea una mejor descripción del mundo que aquellas que recurrían al éter.”

Por todo lo anteriormente expuesto, considero esencial para el mejoramiento de la enseñanza, el tratamiento
detallado, por parte del docente de Física, del concepto de campo de fuerzas.

Y dada la invisibilidad del campo de fuerzas, finalmente podemos decir, al modo de Saint Exuperi en El Principito:

lo esencial es invisible a los ojos.

Referencias
Berkson, W. Las teorías de los campos de fuerza. Desde Faraday hasta Einstein. Alianza Editorial, Madrid, 1981

Boido, G y Flichman, E. La noción de mecanicismo en la ciencia clásica, Epistemología e Historia de la ciencia.


Colección de trabajos de las VI Jornadas, Córdoba, 1996

Diaz –Hellin, J.A. El gran cambio en la Física. Faraday. Ed. Nívola, Madrid, 2001

Einstein, A y Infeld, L. La física aventura del pensamiento. Ed. Losada, Bs. As. 1996

Jammer, M. Conceptos de espacio Editorial Grijalbo, México, D. F, 1970

Holton, G. y Roller, D. Fundamentos de la Física moderna, Ed. Reverté, Barcelona, 1963

Maxwell, J.C. Escritos científicos. Edición de Sánchez Ron, J. M. Consejo Superior de Investigaciones Científicas,
Madrid, 1998.
Campos de fuerza

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