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Como en toda crisis del sistema capitalista, cuando las patronales ajustan para mantener
sus márgenes de ganancias, lo hacen a costa de los trabajadores. Las peonadas
del sur patagónico no escaparon a esta ley de hierro del capitalismo. Y tampoco
a sus hierros mortales, como hemos visto también en la Semana Trágica, bajo la
primera presidencia de Hipólito Yrigoyen. Un tiempo después de la Semana
Trágica, es que comenzaron las huelgas en el Sur argentino, que también
formaron parte de esa oleada obrera a la ofensiva que fue inspirada por la
Revolución Rusa y su proletariado en pie.
En este caso en particular la piedra de toque fue el fin de la Primer Guerra Mundial,
que contrajo estrepitosamente el precio de la lana y su demanda, materia prima
en la que se especializaba el sur. Pero antes es necesario ver quiénes eran los
dueños de la Patagonia.
Si bien Yrigoyen fue el primer presidente electo bajo sufragio "universal" y secreto (solo
para los hombres), su gabinete no tuvo nada que envidiarle a los anteriores
gobiernos abiertamente conservadores y oligarcas, ya que estuvo compuesto por
reconocidos integrantes de la oligarquía como ser: Salaberry, Ministro de
Hacienda, ligado al negocio agroexportador; Honorio Pueyrredon, gran
terrateniente, era Ministro de Agricultura; otro estanciero Federico Álvarez de
Toledo fue Ministro de Marina, mientras que el Ministro de Obras Públicas,
Torello, era un gran hacendado, como así también el primer Ministro de
Relaciones Exteriores, Carlos Becú. Nombres y muestras de que la oligarquía
terrateniente mas podrida, seguía manejando los hilos del poder.
Así las cosas y con el correr de los gobiernos, dos familias se fueron haciendo de la
Patagonia, sin exagerar: Mauricio Braun y José Menéndez. El primero junto a su
hermana Sara Braun, llegaron a ser los propietarios de la Sociedad Explotadora
de Tierra del Fuego que llegó a disponer de 1.376.160 hectáreas, que a su vez
tenía 1.250.000 lanares que producían 5000 millones de kg de lana, 700.000
kg de cuero y 2.500.000 kg de carne. Dicha fortuna aumentó cuando Mauricio
Braun contrajo nupcias con la hija de José Menéndez (a quien acusaron de
diezmar a habitantes originarios del Sur argentino). Mauricio poseía además en
forma particular, más de 15 estancias, la Compañía Minera Cutter Cove de
explotación de cobre y varios frigoríficos, entre otros grandes negocios. No eran
los únicos, entre ellos había unos cuantos estancieros de origen británico.
La primer huelga
Las condiciones de vida y trabajo en las estancias eran las más duras de aquellas
épocas. El pago muchas veces era en “vales” o en pesos chilenos, los cuales eran
tomados por un valor inferior en los comerciantes locales. Los peones vivían en
las estancias, trabajando de 12 a 16 hs diarias, durmiendo en tarimas de
maderas, tipo estantes, sin abrigo o con el poco que contaban en temperaturas
bajo cero. Los patrones les proveían poca comida, la cual los peones eran
obligados a pagar al patrón de estancia. Los depósitos donde se encontraban
las tarimas donde descansaban, eran cerrados desde afuera, para evitar huidas
de los trabajadores y el único día de descanso eran los domingos.
En septiembre de 1920 la Sociedad Obrera de Río Gallegos, dirigida por Antonio Soto,
más conocido como “el Gallego Soto”, de tendencia anarquista, pidió
autorización para hacer un acto homenaje a Francisco Ferrer, pedagogo
español, fusilado en España. El permiso fue denegado por Correa Falcón y se
allanó el local de la Sociedad Obrera. Se respondió con un paro de 48 hs y
delegados de los peones de campo viajaron a Río Gallegos a apoyar el
movimiento en el pueblo y presentaron un pliego de reivindicaciones,
esencialmente reclamando mejoras en las condiciones de trabajo y que se
reconozca a la Sociedad Obrera. Los estancieros con la Liga de Comerciantes e
Industriales, desconocen a la Sociedad, a los delegados de los peones y se
niegan a aceptar el pliego. Tras un intento fracasado de imponer carneros, los
patrones aceptan parte de las reivindicaciones de los trabajadores, a condición
de que los delegados sean elegidos de común acuerdo con ellos, tomando en
cuenta conducta y antigüedad y se reservan el derecho de admisión, es decir
dichos delegados no necesariamente seguirían formando parte del personal. Los
delegados aceptan, el gallego Soto y su grupo la rechazan. Momento en que
comenzaron las discusiones entre él, partidario de la FORA V y reivindicadores
de las Revolución Rusa en oposición a la FORA IX, sindicalista y conciliadora con
el yrigoyenismo.
El gobierno nacional no intervino aun, pero los diarios de Buenos Aires y La Liga
Patriótica se ocuparon de crear un clima de tensión y escribieron ríos de tinta
sobre el “bandolerismo” y la anarquía de la Patagonia. Yrigoyen cedió a este
clima y mandó al teniente coronel Héctor Benigno Varela a “pacificar” la
situación y a un nuevo gobernador interino en reemplazo de Correa Falcón: el
capitán Ángel Ignacio Yza.
Varela como negociador ordena la rendición incondicional y las patronales firman una
propuesta reconociendo la organización de los peones. La mayoría de la
peonada acepta y se levanta la huelga. A decir de Osvaldo Bayer llegó el
“final feliz: buen preámbulo para la muerte”.
La Patagonia Rebelde
La segunda huelga
Las lecciones
Los militares
Cuál fue el comportamiento de los militares?
▪ Los militares fueron utilizados para reprimir a los trabajadores rurales en huelga
y mantener el control de la propiedad privada capitalista.
Que participación tuvieron los militares hasta ese momento en la política argentina?
▪ Hasta ese momento, los militares habían tenido una participación importante en
la política argentina. En 1916, el radical Hipólito Yrigoyen había sido elegido
presidente con el apoyo de los militares, que veían en él un líder capaz de
modernizar el país y fortalecer las instituciones. Durante su primer mandato,
Yrigoyen mantuvo una relación estrecha con los militares y promovió su ascenso
en la jerarquía del Estado.