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El golpe de Estado que depuso al virrey Iturrigaray en la Ciudad de México y las

medidas represivas tomadas contra los sediciosos exacerbaron el descontento


entre los criollos, es decir, los habitantes nacidos en América de ascendencia
europea, y aumentaron su resentimiento hacia los peninsulares, los españoles
nacidos en la península ibérica. Esta situación se debió en gran parte a que fueron
los peninsulares los primeros en romper con la legalidad al apoyar el
derrocamiento de Iturrigaray

En este contexto, personajes como Obeso y fray Vicente de Santa María


intentaron establecer una junta de gobierno que asumiera el control en ausencia
de Fernando VII, el rey de España en ese momento. Estas acciones alimentaron la
chispa de la insurrección

Por otro lado, doña Josefa, una figura destacada en este período, se destacó por
sus discursos en los que expresaba fuertes críticas hacia la nación española. Ella
no dudaba en participar en reuniones y juntas que eran consideradas subversivas
por las autoridades. Se la percibía como una especie de "Ana Bolena" que
atentaba contra la autoridad del rey y sus representantes en América

Ignacio de Allende y Unzaga, nacido el 25 de enero de 1769 en San Miguel el


Grande, Guanajuato, inicialmente estaba destinado a liderar el movimiento
insurgente, pero la dirección pasó a Hidalgo. Según la descripción de Lucas
Alamán, Allende era un hombre de gran apariencia física, hábil en la equitación y
en diversas destrezas ecuestres, aunque había resultado herido en el brazo
izquierdo en algunas ocasiones. Su participación en los eventos que llevaron a la
independencia de México fue fundamental

El famoso "Grito de Dolores" se originó en la localidad de Dolores, donde el cura


Hidalgo advirtió a la población sobre la amenaza a su religión y al rey debido al
apoyo de los peninsulares al gobierno francés, que había invadido España. Este
llamado a la acción cambió radicalmente el curso de la revuelta criolla y fue un
punto de inflexión en la lucha por la independencia de México. El Grito se
proclamó el 8 de mayo de 1810 en la hacienda de Corralejo, Pénjamo,
Guanajuato, marcando el inicio de la insurgencia
A medida que la insurrección se extendía, en las ciudades más importantes, las
élites criollas tomaron el control de la autoridad local, destituyendo a los
peninsulares, mientras que, en las comunidades indígenas, los líderes locales
reconocieron a las nuevas autoridades. La creación de gobiernos insurgentes en
diversas ciudades, pueblos y villas, y la adopción de una política común, indicaban
una visión política compartida entre los rebeldes. Mientras estas nuevas
autoridades comenzaban a ejercer el poder, los insurgentes continuaban
avanzando en su lucha por la independencia. Es importante destacar que el
ejército de Hidalgo estaba compuesto en su mayoría por familias que seguían a su
líder, en lugar de militares profesionales

A medida que la movilización crecía, se estima que alrededor de cien mil personas
se unieron a la causa mientras se dirigían hacia la Ciudad de México, lo que refleja
el alcance de la insurrección

La resistencia se hizo más férrea en lugares como Guanajuato, donde españoles y


criollos ricos habían acaparado la mayor parte de los alimentos y víveres de la
ciudad. En la Alhóndiga de Granaditas, un almacén fortificado, los peninsulares y
criollos convencidos de que serían rescatados por el comandante de San Luis
Potosí, Félix María Calleja, optaron por resistir hasta la última gota de sangre en
lugar de rendirse. Sin una organización militar adecuada y con la población local
en su contra, los europeos resultaron masacrados por la población, que no había
planeado inicialmente ejecutarlos, sino mantenerlos en prisión hasta la conclusión
de la lucha por la independencia

Los eventos en Guanajuato influyeron en que muchos criollos se alejaran del


movimiento insurgente debido a los excesos cometidos. Sin la presencia de los
peninsulares, los criollos rebeldes pudieron finalmente organizar un gobierno
independiente en la región

En Morelia, Michoacán, se estableció un nuevo ayuntamiento bajo el liderazgo de


José Francisco Gómez, un antiguo administrador del tabaco y ayudante mayor de
infantería. Las autoridades civiles y eclesiásticas abandonaron sus cargos y se
dirigieron hacia la Ciudad de México, conscientes de su incapacidad para controlar
la situación. En Guadalajara, Hidalgo encontró un gobierno local que ya se había
declarado independiente y dispuesto a apoyar su causa

El intendente José María Abarca tomó medidas para movilizar a las fuerzas
provinciales y reclutar a los indígenas de Colotlán, lo que resultó en la detención
de europeos y la confiscación de sus propiedades. Cabañas, Abarca y muchos
europeos huyeron hacia San Blas. Cuando Hidalgo llegó a Guadalajara, se
encontró con un gobierno local independiente y dispuesto a colaborar en la lucha
por la independencia.

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