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pornografía y beben cerveza.

Al principio no entiendo dónde estoy ni con


quién. En el monitor se suceden imágenes de chicas desnudas, todas están
dormidas mientras ellos las penetran con los palos que cuelgan de la pared,
con botellas, con sus propios brazos. De pronto me veo a mí misma en la
pantalla, con una botella de cerveza saliéndome del culo y la cara de uno de
ellos apoyada en mi nalga. Lindo retrato para enviar como tarjeta de
Navidad. Finjo dormir, no haber visto nada. No alcanzo a oír lo que dicen.
Estoy muy débil. Me duermo otra vez.
Sueño con la costanera de un río. Es un pueblo hermoso con el río más
bello del mundo. Es un atardecer rojo, yo camino por la ladera que da al
agua, los sauces cubren el cielo. Yo quiero volver al pueblo, quiero volver a
mi habitación. De las ramas de los sauces cuelgan murciélagos del tamaño
de una persona. Están dormidos. En el suelo, desparramados como los
restos de un banquete, veo osamentas de vacas, huesos de gran tamaño, y
moscas, y sangre enlodando el suelo. La sensación de asco me despierta.
Logro erguirme sobre los brazos, me toco y entiendo al instante que han
hecho conmigo todo lo que les ha dado la gana. En la sábana hay semen y
manchas de mierda y de sangre. Ellos siguen de espaldas frente a la
computadora. Me aclaro la voz. Ellos dicen: «Te dormiste». Vaya novedad.
Los párpados me pesan. Hace frío, el sol ya no entra por la ventana pero la
luz lastima igual. Me vuelvo a dormir.
Cuando me despierto veo a mi lado al que me gustaba, que se ha
dormido también. El otro, el desagradable, sigue tomando cocaína frente a
la computadora. Está desnudo y se masturba. Al verme despierta se me
acerca y quiere otra vez, pero no logra mantener la erección. Lejos de
desistir, vuelve a intentarlo mientras su amigo se despierta y mira. El
impotente se enoja conmigo, me dice que soy incapaz de ponerle dura la
pija. Yo no tengo fuerzas para nada pero, lejos de resistirme, actúo. Actúo
mejor que Jessica Lange y Anna Magnani y Annie Girardot y Marlene
Dietrich, convoco a todos mis fetiches actorales y ellas vienen en mi ayuda.
Finjo atracción por mi agresor. El otro está un poco más sobrio y se ha
despertado de buen humor, el muy basura. Lo atraigo hacia mí y le digo que
quiero terminar la fiesta sólo con él. Que no le voy a cobrar nada, pero que
vayamos a mi casa así estamos tranquilos. En mi casa tengo todos los
placeres que puedan imaginarse. Soy una chica armada hasta los dientes
para la fiesta.

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