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Campo de la Práctica Docente - Trabajo Integrador Arnaiz, Agustina Belén

El sujeto atravesado por el género en el trabajo

El género es una construcción social que incluye los comportamientos, sociales, psicológicos
y culturales asociados a los hombres, mujeres y personas de géneros no binarios. La realidad en la
que vivimos está regida en muchos aspectos por estereotipos de género, estos son características y
roles que la sociedad atribuye al sexo masculino o femenino que pueden ir desde los colores, las
profesiones, la ropa o incluso el lenguaje que utilizamos. La raíz de estos estereotipos es el
machismo que, a pesar de haberse reducido en tiempos contemporáneos, sobre todo en los
derechos conseguidos por y para las minorías, no podemos ignorar su forma internalizada que nos
impacta diariamente.
En uno de los ámbitos en el que podemos notarlo, y en el que me enfocaré para este
proyecto, es el laboral, en el trabajo. La Real Academia Española ofrece más de 15 definiciones para
el verbo trabajar, la primera siendo “Ocuparse en cualquier actividad física o intelectual”, bastante
claro ¿verdad?
Sin embargo, limpiar una casa, cocinar, explicar deberes escolares a los hijos, transportarlos
de un lugar a otro, en fin, ser ama de casa, no es considerado por gran parte de la sociedad como un
trabajo sino como una responsabilidad. Es la obligación natural materna ocuparse de la casa y de los
hijos, es el estereotipo femenino de una mujer cumpliendo su rol correspondiente. Es por eso que
cuando una mujer tiene un oficio fuera del hogar, sale de esta estructura establecida y se convierte
en “El otro”, lo que es diferente, lo que es disruptivo, lo que molesta.
Como sujeto complejo, es decir que mis puntos de vista y opiniones se ven atravesadas por
mi historia y experiencias personales de vida, estos preconceptos no me fueron transmitidos durante
mi crianza. Yo crecí en una casa donde para mi mamá y mi papá la responsabilidad por las hijas y
las actividades del hogar son compartidas, a pesar de que cada uno estaba en el rol que la sociedad
considera tradicional con mi mamá siendo ama de casa y mi papá trabajando en una oficina en
Capital Federal, ambos ponen de su parte y esfuerzo para la organización de la familia. Mi papá tuvo
dificultades al momento de la participación física ya que trabajaba lejos y mucho tiempo, pero
llegando a las 7 u 8 de la tarde se sentaba a revisar nuestras tareas, a escuchar los problemas que
tuvimos en el día o preparar la cena. Además somos pocos en mi círculo familiar, tengo solo 1 primo
y como tenemos la misma edad jugabamos juntos a los médicos, a la escuela ,y mi favorito, a los
mecánicos con un set gigante de herramientas de plástico. Los roles eran iguales para ambos,
eramos cliente y dueño, doctor y paciente, docente y alumno sin importar que fueramos nene o nena;
y eran mis papás y mi tía quienes incentivaban eso.
Cuando terminé el secundario y comencé a viajar y estudiar fuera del ámbito reducido en el
que me formé, me di cuenta que mi realidad no era lo común. Muchas compañeras son criticadas por
trabajar fuera del hogar o no son valoradas por el trabajo que hacen en sus casas, y mis compañeros
varones no tenían ninguna intención de ocuparse de sus hijos cuando volvieran super cansados de
trabajar todo el día, “la mamá me los cuida”. Esta experiencia comenzó a reventar la burbuja
conceptual en la que vivía, me di cuenta de que pertenecía a la excepción y no a la regla.
Pero ¿por qué decidí entonces hablar de cómo los estereotipos de género y el machismo
internalizado afectan a los sujetos en el ámbito laboral? Si nunca me vi personalmente afectada por
ellos. Luego de despertar a la realidad social en la que me muevo, empecé a notar cómo los
estereotipos de género afectan la vida laboral de las personas que me rodean y les impide mantener
fuertes relaciones que quieren mantener. Los modelos sobre cuál es el lugar de mi papá como la
persona que trabaja fuera del hogar, impactadas por su entorno de trabajo, no le hace posible
desarrollarse en su tarea de padre como más quisiera.
Nací con 8 meses, 1,5 kilogramos y estuve casi un mes en terapia intensiva. Mi mamá tuvo
una cesárea porque yo era muy chiquita y débil. Siempre hablamos con mi papá de este momento, él
estuvo presente en la operación, cortó el cordón umbilical y me limpió completa ni bien nací ese
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jueves; pero el lunes tuvo que dejarnos a mi mamá y a mí en la clínica para ir a trabajar porque la
licencia de trabajo para los hombres es de 2 días.
Para las mujeres la licencia por maternidad es de 90 días, 45 antes y 45 después del parto.
De hecho, en el caso de los hombres, la licencia oficial está clasificada como “Licencia por
nacimiento de hijo/a” bajo la nomenclatura de “Licencias especiales”. No es llamada Licencia por
paternidad y ¿por qué sería una situación especial categorizada bajo los mismos criterios que el
fallecimiento de un familiar o un casamiento? ¿Tan raro y excepcional es querer ejercer la
paternidad?
Mi papá me comentó que cree que ahora es de 15 días, pero lamentablemente 22 años después
esto sigue siendo un PROYECTO de ley; porque el papel de madre es impuesto sobre la mujer y el
hombre no puede participar.
Si una de nosotras se enfermaba y mi papá pedía un día libre para llevarnos al médico, los
compañeros lo miraban raro y le preguntaban si a mi mamá le había pasado algo y no podía
ocuparse ella; porque es la mujer quien se encarga de los niños/as.
Cuando mi papá nos llevaba temprano al colegio y teníamos un problema, la maestra le decía
que le avisara a mi mamá para hablar con ella a la salida. Y si quería escuchar e involucrarse, el jefe
no le perdonaba la llegada tarde, y ni hablar de querer ir a un acto escolar; porque la mujer es la que
se encarga del colegio.
Esto me lleva a una conclusión preocupante, las leyes que rigen nuestros derechos laborales
están pensadas a través de estereotipos hegemónicos sobre lo que un hombre y una mujer deben
hacer. En mi familia se ven cambios que rompen con los roles preestablecidos, hay crianza y
responsabilidad compartida, hay voluntad de las partes, hubo educación por parte de mis abuelos
(algo inusual en la realidad presente) y hay constante educación hacia nosotras las hijas, yo y mis 2
hermanas. Las condiciones parecen perfectas para no dejar que los roles socialmente
preestablecidos condicionen de manera negativa nuestras vidas, y sin embargo, la ley no lo
promueve.
¿Cómo esperamos educar a las nuevas generaciones sobre las responsabilidades
compartidas, sobre el valor de una mujer que trabaja fuera de casa o sobre un padre que se encarga
de la crianza de sus hijos/as si las leyes nacionales no acompañan este cambio? Si las personas no
están respaldadas con derechos laborales que nos permitan actuar, ¿Cómo podemos erradicar esta
enfermedad socialmente invisible que es el machismo internalizado?
Para profundizar sobre el tema, adjunto una charla TEDx de David Reyes que explica cómo
los estereotipos de género afectan a mujeres y hombres en el trabajo diario.

Link: https://www.youtube.com/watch?v=b-DRBSyqoy8&t=429s

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