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com/america/tendencias-america/2020/03/16/pedro-cahn-sobre-el-

coronavirus-la-poblacion-no-debe-entrar-en-panico/

Pedro Cahn sobre el


coronavirus: “La población
no debe entrar en pánico”
En diálogo con Infobae, el reconocido infectólogo que integra el comité de
expertos convocado por el Ministerio de Salud para asesorar en la gestión
de la pandemia explicó cuál es el escenario actual que atraviesa la
Argentina
16 de marzo de 2020
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La inquietud que se genera en torno a una enfermedad de la que
poco se sabe y que de pronto irrumpe en el escenario mundial lleva
a extremar cuidados (Shutterstock)
Tras el anuncio de las medidas preventivas por el coronavirus y ante la
posibilidad de su ampliación, lo que incluiría aislamiento o cuarentena, son
muchos los comercios donde se puede ver a los consumidores “stockearse”
de alimentos y productos de limpieza, mientras que otros hacen filas en las
farmacias para comprar alcohol en gel, si es que tienen la suerte de
encontrar.

La inquietud que se genera en torno a una enfermedad de la que poco se


sabe y que de pronto irrumpe en el escenario mundial lleva a extremar
cuidados (a veces por demás) y a percibir peligro donde no lo hay.

“Lo más importante es que la gente entienda que no debe entrar en


pánico, no es el fin del mundo. Lo que sí es vital es que sigan todas las
recomendaciones del Ministerio de Salud y de la OMS, que especifica las
formas de prevención, que van desde limpiar las superficies; en caso de
toser o estornudar hacerlo con el pliegue del codo; mantener una distancia
prudente con las personas, entre otras. Y lo más importante por sobre todo
es que sean solidarios el uno con el otro”, dijo a Infobae el
infectólogo Pedro Cahn.

El anuncio de posibles medidas pusieron en alerta de paranoia a las


personas (REUTERS/Agustin Marcarian)
El infectólogo explicó que es importante analizar el escenario en el que se
encuentra la Argentina, que aún no se puede comparar con el de países
como Italia, Francia o España: “Es una epidemia en la cual las decisiones
se toman día a día. El viernes no era viable suspender las clases; hoy es
una realidad que responde a que hay que estar atentos a cómo surgen las
informaciones y también entender que el panorama cambia minuto a
minuto”.

“La cuarentena para todos es compleja”, aclaró el presidente Alberto


Fernández en Radio Mitre. “Estamos evaluando parar la circulación por 10
días. Minimizar las salidas y que se queden en casa, así podemos
minimizar mucho el riesgo. Es un esfuerzo que tenemos que hacer todos.
No es fácil ese parate, pero si lo pudiéramos lograr, habría una especie de
sistema de transporte de emergencia: que haya por ejemplo dos colectivos
por línea circulando”.

En este contexto, hoy lunes 16 de marzo se espera un nuevo anuncio


de medidas preventivas por parte del gobierno que suponen poner el
foco aún más en el aislamiento de las personas. “Por el momento, las
medidas que se anunciaron apuntan a retrasar el crecimiento de la
epidemia en el país. Me parece que están bien pero es importante que la
gente entienda que no estamos en la misma situación de otros países que
tienen cifras altas de contagio ni de fallecidos”, dijo Cahn.
El infectólogo Pedro Cahn en los estudios de Infobae TV
En ese sentido, Cahn destacó que “para no tener un caso local las
personas que hayan viajado a los países con coronavirus deben quedarse
tras su regreso en sus casas 14 días” y sostuvo que “las recomendaciones
de cuidado personal son las mismas de siempre: lavado de manos, si
alguien tiene síntomas evitar concurrir a los lugares de trabajo o a la
escuela para disminuir la posibilidad de circulación viral y cuidar a las
personas mayores que son las que más se ven gravemente afectadas si
contraen coronavirus”.

De este modo, el director científico de Fundación Huésped hizo hincapié en


que “en la medida de lo posible, los mayores de 65 años deben hacer
aislamiento social y quedarse en sus casas, no asistir a reuniones ni
eventos masivos”.

“No estamos diciendo que no pueden ir al supermercado a comprar sus


alimentos, pero evitar en la medida de lo posible el contacto social porque
de contraer la enfermedad el riesgo mayor es para ese grupo etario,
particularmente si tienen comorbilidades, cosa que es frecuente en
personas de esas edades, que suelen tener diabetes, enfermedades
respiratorias, hipertensión e inmunocompromiso”, agregó.

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Paranoia versus peligro


real: cómo reacciona el
cerebro ante la avalancha de
información que circula
sobre coronavirus
Las conductas de seguridad, como salir a comprar barbijos sabiendo que
no están recomendados son maneras de reducir la ansiedad que produce
la incertidumbre ante la enfermedad. ¿Todos somos hipocondríacos en una
epidemia? Recomendaciones para no entrar en pánico
Por Valeria Chavez
6 de marzo de 2020
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La ansiedad está muy ligada al miedo, pero reacciona antes de que


el peligro esté presente de manera inminente (Shutterstock)
Pareciera que el coronavirus llegó para quedarse. O al menos no dejar de
circular en el mundo en el corto plazo. Y la inquietud que se genera en
torno a una enfermedad de la que poco se sabe y que de pronto irrumpe en
el escenario mundial lleva a extremar cuidados (a veces por demás) y
percibir peligro donde no lo hay.

En ese sentido, no hace falta ser hipocondríaco para sentirse amenazado


ante alguien que estornuda a nuestro lado en el colectivo o evitar ver a un
amigo que llega de viaje de Italia.

Pero, ¿qué sucede a nivel cerebral en situaciones de alerta sanitaria como


la que ocurre con el coronavirus? El licenciado en Psicología Fernando
Torrente (MN 27844) explicó a Infobae que “en situaciones como las que
presenta la epidemia del coronavirus, se activan los sistemas del cerebro
que tienen que ver con el manejo y respuesta frente al peligro y la
situación de incertidumbre”.

“Por un lado, las respuestas del peligro se relacionan con los sistemas de la
ansiedad. La ansiedad es una emoción que nos prepara para manejar de
forma anticipada los peligros. Está muy ligada al miedo, pero reacciona
antes de que el peligro esté presente de manera inminente -señaló el
director del Instituto de Neurociencias y Políticas Públicas de Fundación
Ineco-. Por otro lado, frente a la incertidumbre, nuestra mente busca
determinados procedimientos o mecanismos para situarse frente a esa falta
de información correcta sobre lo que puede pasar”.
El miedo a que ocurra el contagio lleva a que las personas
desarrollen medidas de seguridad, que muchas veces no son
necesarias (Shutterstock)
- ¿Hay algo del orden de la paranoia en la manera en que
reaccionamos ante la información recibida?

- Cuando estamos en situación de incertidumbre es común utilizar ciertos


mecanismos que no son siempre 100% lógicos o racionales para tratar
de dar cuenta lo que está pasando. Estos mecanismos se llaman
heurísticos, que dan lugar a interpretaciones de lo que sucede y muchas
veces contienen ciertos sesgos, sobre todo cuando carecemos de
información, activando emociones negativas como es la ansiedad.

Dichos sesgos se hacen cada vez más fuertes y así, cuando imaginamos
un episodio o un evento peligroso que puede llegar a suceder (por ejemplo
el contagio de un virus que puede ser fatal) nos llevan a tomar
precauciones y a reaccionar como si eso fuera posible. Actuamos por las
dudas, tomando medidas de seguridad e imaginamos el evento como
más probable de lo que realmente es desde el punto de vista frío de la
estadística.

Es decir en las situaciones inciertas, y frente al peligro, tomamos ciertos


recaudos sin tener en cuenta el escenario real. A esto se lo conoce como
omisión de las probabilidades y es un sesgo que ocurre cuando
reaccionamos por el evento emocional y no por la posibilidad real de que
ocurra, por ejemplo, una muerte por coronavirus.

- ¿Por qué si, por poner un ejemplo, los especialistas desaconsejan el


uso del barbijo se agota el stock en las farmacias?

- Las conductas de seguridad como salir a comprar barbijos o alcohol en


gel, son maneras de reducir la ansiedad que produce la incertidumbre. La
probabilidad aumentada de contagio, el miedo a que esto ocurra y todas las
situaciones imaginarias que una persona posee, llevan a que la misma
desarrolle ciertas medidas de seguridad.

Para muchas personas, tomar medidas aunque no sean efectivas, no sirvan


o no estén recomendadas, es una forma de sentirse más seguro ya que
aumenta su ilusión de control (que a su vez, es otro sesgo). Por lo tanto,
sienten que pueden estar previniendo “algo” y eso baja su ansiedad,
aunque no disminuye en absoluto la probabilidad de contagio.
Lo que puede hacerse para no caer en pánico es tratar de seguir, lo
más posible, las recomendaciones concretas de las organizaciones
de salud (Shutterstock)
Es decir, estos mecanismos tienen que ver con cómo regulamos nuestras
propias emociones y cómo ciertos sesgos nos llevan a tomar medidas de
seguridad innecesarias para reducir la ansiedad.

- ¿Hace falta ser hipocondríaco para que se activen estos temores


desmedidos o le ocurre a cualquier persona?

- La hipocondría es una entidad patológica que pre-existe al temor por el


coronavirus. Una persona hipocondríaca por supuesto es mucho más
sensible o vulnerable a desarrollar estados de ansiedad importantes frente
a epidemias de este tipo. Pero no todas las personas que desarrollan estos
temores poseen una previa patología de tipo hipocondríaca, sino que son
estados de ansiedad elevados frente a la posibilidad de un contagio.

- ¿Cuáles serían las recomendaciones para no entrar en pánico?

- Lo que podemos hacer para no caer en pánico es tratar de seguir, lo


más posible, las recomendaciones concretas de las organizaciones de
salud y no tomar medidas de seguridad “por las dudas” ni imaginar
escenarios que aún no ocurrieron. Todo ese tipo de mecanismos mentales
al principio calman la ansiedad, pero luego la aumentan.

Por lo tanto, hay que seguir las pautas concretas de las organizaciones de
salud. No se debe hacer ni más ni menos que eso. Respetar las
recomendaciones es lo mejor que se puede hacer desde el punto de vista
racional, tanto para evitar la probabilidad de un contagio como también
evitar caer en pánico.

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Coronavirus en Argentina: cómo reduc

La psicología del miedo al


coronavirus y las claves
para manejarlo
Para muchas personas, el miedo a la enfermedad puede ser peor que la
enfermedad misma. En diálogo con Infobae, Claudia Borensztejn,
presidente de la Asociación Psicoanalítica Argentina explica cómo
reacciona la mente humana ante la avalancha de información y por qué el
pánico también es contagioso
12 de marzo de 2020
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A pesar de la evidente gravedad de la situación, es importante


mantener la amenaza en perspectiva y se estima que solo el dos
por ciento de los que contraen coronavirus mueren (REUTERS)
La expansión de un coronavirus hasta ahora desconocido para la ciencia y
causante de una neumonía que puede ser fatal ha desatado la
preocupación, incluso la histeria, en todo el mundo.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró este miércoles


que la infección causada por este coronavirus ya puede definirse
como una pandemia y animó a todos los países a tomar las medidas
apropiadas para prepararse a ello. Sin embargo, esta definición no dice
nada acerca de la gravedad de la enfermedad y esta, en muchas
ocasiones, tiene que ver más con la percepción social que con las
consecuencias clínicas.

Las estimaciones actuales de mortalidad asociada al nuevo


coronavirus lo sitúan en un rango parecido al de otras infecciones
respiratorias serias causadas por virus. Igual que la gripe, afecta
especialmente a personas con otras patologías, con sistemas inmunitarios
comprometidos o de avanzada edad. Pero entonces, ¿por qué tenemos
tanto miedo de este nuevo coronavirus cuando tenemos muchas más
probabilidades de contraer la gripe?

La salud en general puede ser un escenario que provoca


ansiedad, dice Catherine Belling, profesora asociada de educación
médica en la Facultad de Medicina Feinberg de la Universidad de
Northwestern en el estado de Illinois, quien escribió un libro de 2012
sobre hipocondría (ahora médicamente conocido como trastorno de
ansiedad por enfermedad).

“La mente, el aparato psíquico y el mundo interno de las personas


reaccionan a la llegada de esta pandemia con mucha angustia porque se
trata objetivamente y realmente de una situación angustiante y
preocupante. Entonces reaccionamos con miedo y preocupación, y
anormalmente con pánico”, sostuvo en diálogo con Infobae Claudia
Borensztejn, presidente de la Asociación Psicoanalítica Argentina.

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Claudia Lucia Borensztejn, presidente de la Asociación
Psicoanalítica Argentina #TV
La preocupación por COVID-19 no se ajusta exactamente a la factura
del trastorno de ansiedad por enfermedad. Las personas con tendencias
tradicionalmente hipocondríacas generalmente tienen ansiedad
generalizada por enfermedades y síntomas, en lugar de por una
enfermedad en particular. La condición también se caracteriza por una
preocupación excesiva o irracional, y Belling dice que se justifica cierta
preocupación por el coronavirus. “Es completamente racional estar ansioso,
porque no estamos seguros de cómo se desarrollará”, explica.

Aun así, hay una diferencia entre sentirse inquieto por un tema incierto


y estar ansioso hasta el punto de que la preocupación dificulta el sueño y
la vida diaria. La sobrecarga de información falsa y la acumulación de
preocupaciones tienen nefastas consecuencias en el bienestar físico y
psicológico y pueden acelerar la mente a una velocidad aterradora. En la
era digital, esto está pasando con una intensidad nunca antes vista.

El resultado de la sobrecarga informativa es una velocidad espantosa y


estéril de pensamientos, muchos pensamientos inútiles y una serie de
consecuencias físicas y emocionales avasallantes. ¿Por qué las
personas se despiertan fatigadas? Porque gastan mucha energía
pensando y preocupándose durante el estado de vigilia. ¿Por qué sufren
consecuencias físicas a raíz de la ansiedad? Cuando el cerebro está
desgastado, estresado y sin reposición de energía, busca órganos de
choque para alertarnos.
La sobrecarga de información y la acumulación de preocupaciones
tienen nefastas consecuencias en el bienestar físico y psicológico
(REUTERS)
“El miedo es el virus más grave que puede afectar a los seres humanos.
Hace que entremos en pánico y tomemos actitudes irracionales como
discriminar a los demás, desarrollar una ansiedad grave y en algunos casos
causar depresión y perder la habilidad para reinventar y responder
inteligentemente en situaciones estresantes. Debemos tomar todas las
medidas recomendadas para la prevención y además, trabajar en nuestras
herramientas de gestión de emociones para prevenir que nuestra salud
psíquica sea infectada por nuestros miedos, desesperaciones y
ansiedades”, explicó en diálogo con Infobae el reconocido psiquiatra,
investigador y escritor Augusto Cury, autor de Ansiedad, cómo enfrentar
el mal del siglo.
“El COVID-19 -continuó el especialista- es un problema mundial que las
personas tenemos que tratar con más racionalidad y menos
pasión. Sufrir por el futuro, por desarrollar en nuestra mente la posibilidad
de infección atroz, hace que perjudiquemos la salud psíquica y la capacidad
de manejar nuestra vida para tomar buenas decisiones. No sabemos hasta
dónde la epidemia va a afectar a las personas ni en qué proporciones, pero
si el virus afecta a muchas personas vamos a tener que convivir de manera
lógica e inteligente”.

El pánico también es contagioso

(Shutterstock)
“La preocupación sin embargo, -continuó Borensztejn- es un signo
de conexión con la realidad. El pánico, no. El pánico no deja vivir a las
personas y tenemos que seguir viviendo con las restricciones que nos
impongan. Ambos sentimientos se contagian. Sin embargo, existe una
diferencia entre el miedo y el pánico. El miedo es el miedo a una amenaza
real, a algo que está pasando. El pánico, por su parte, tiene ese plus de
irracionalidad, de desborde y de angustia”.

Para Harry Campos Cervera, médico psiquiatra y psicoanalista, la


ansiedad está “muy montada sobre la información de los casos
actuales, en la sensación de la propagación enorme y en la fantasía de
que nadie va a poder escapar de esto”. “Entre las personas, resuena
mucho la cantidad de muertos y eso contribuye a la ansiedad como si la
enfermedad fuera per se una enfermedad mortal, cuando la tasa de
mortalidad es menor que la de la gripe común. La personas tienen que
informarse. Lo más importante para combatir la ansiedad es la
información”, indicó consultado por Infobae el experto.

El resultado de la sobrecarga informativa es una velocidad


espantosa y estéril de pensamientos, muchos pensamientos inútiles
y una serie de consecuencias físicas y emocionales avasallantes
(REUTERS)
Según pudo explicar a la American Psychiatric Association el
doctor Baruch Fischhoff, profesor en la Universidad Carnegie Mellon y
experto en percepción pública de riesgo y juicio humano y toma de
decisiones, “lo más útil que las personas pueden hacer en esta etapa
es encontrar algunas fuentes confiables de información como
los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, o
la Organización Mundial de la Salud, o algunos de los principales medios
de comunicación, y simplemente atenerse a ellos para información”.

"Lo segundo -explica- es hacer un análisis de riesgo simple, es decir,


preguntarse si hay alguna razón para pensar que estamos en riesgo. Y por
último, hacer una gestión de riesgos simple, que es descubrir cuáles son
las pocas cosas que puede hacer de manera más efectiva”.

“Los riesgos de contraer enfermedades existen y existieron en todas las


épocas, esto es una realidad. Pero también hay que plantear una
cuestión que muchas veces se pasa por alto: muchas veces las personas
tendemos a poner afuera temores que tenemos adentro y el pánico que -
por momentos exagerado- depositamos en el coronavirus suele estar
tapando otros miedos y complejos personales, el problema de esta manera
se desplaza”, expresó consultada por este medio la psicoanalista Fiorella
Litvinoff.
La psicosis y el temor que despertó la nueva epidemia en los
adultos también afecta a los menores, quienes son más vulnerables
a la sobreinformación y miedos infundados (REUTERS)
La psicosis y el temor que despertó la nueva epidemia en los adultos
también afecta a los menores, quienes son más vulnerables a la
sobreinformación y miedos infundados. “Hay que tener mucho cuidado
con los miedos que se generan en los chicos. Son la población más
vulnerable. No tienen los mismos recursos cognitivos ni emocionales
para manejar el miedo”, explicó a Infobae la licenciada María Laura
Santellán (MN 18842), psicoterapeuta especializada en adolescencia.

Y agregó: “Vivimos en un mundo donde hay exceso de información.


Poro todos lados recibimos constantemente una batería de noticias,
comentarios y anuncios por distintos canales, que tienen variada intensidad
y muchas veces son redundantes. Pero al recibirlo, no medimos los efectos
colaterales que esto produce en nosotros y en los niños, que también
tienen llegada a las redes sociales y medios de comunicación”.

Volver a la rutina es una de las recomendaciones específicas que han


realizado para grandes y chicos todo tipo de organismos especializados en
psicología, con la Organización Mundial de la Salud (OMS) al frente.
Además de tener un menú informativo sano e intentar normalizar la
situación, los especialistas indican que debemos centrarnos en lo
positivo, buscar apoyo afectivo en el entorno, evitar la estigmatización
de las personas afectadas y, también, recurrir al humor como válvula
de escape ante el tsunami de virología.

Volver a la rutina es una de las recomendaciones específicas que


han realizado para grandes y chicos todo tipo de organismos
especializados en psicología, con la Organización Mundial de la
Salud (OMS) al frente (Shutterstock)
En resumen, se recomienda mantener la perspectiva y buscar ayuda en
caso de necesitarla, como recomienda en sus cinco puntos la Asociación
Estadounidense de Psicología:

1. Mantener las cosas en perspectiva. El hecho de que haya una gran


cobertura de noticias sobre este tema no significa necesariamente que
represente una amenaza para usted o su familia.

2. Conocer los hechos. Es útil adoptar un enfoque más clínico y curioso a


medida que se siguen los informes de noticias sobre el virus.

3. Comunicarse con los más chicos. Discutir la cobertura de noticias del


coronavirus con información honesta y apropiada para la edad. Los padres
también pueden ayudar a aliviar la angustia al enfocar a los niños en rutinas
y horarios. Recordar que los niños observan los comportamientos y
emociones en busca de señales sobre cómo manejar sus propios
sentimientos durante este tiempo.

4. Mantenerse conectado. Mantener las redes sociales puede fomentar


una sensación de normalidad y proporcionar valiosos medios para
compartir sentimientos y aliviar el estrés. Compartir información útil de sitios
web gubernamentales con amigos y familiares ayuda a lidiar con la propia
ansiedad.

5. Buscar ayuda adicional. Las personas que sienten un nerviosismo


abrumador, una tristeza persistente u otras reacciones prolongadas que
afectan negativamente su desempeño laboral o sus relaciones
interpersonales deben consultar con un profesional de salud
mental capacitado y experimentado. Los psicólogos y otros proveedores
apropiados de salud mental pueden ayudar a las personas a lidiar con el
estrés extremo. Estos profesionales trabajan con individuos para ayudarlos
a encontrar formas constructivas de manejar la adversidad.

SEGUÍ LEYENDO:

Cuarentena por
coronavirus: el impacto del
aislamiento social en la
salud mental de las
personas
Se requiere “distanciamiento social” para prevenir la infección. Pero la
soledad también puede enfermarnos. Las consecuencias en la salud mental
del encierro, la pérdida de la rutina habitual y la reducción del contacto
social y físico con los demás
Por Belen Filgueira
17 de marzo de 2020
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La medida gubernamental del “distanciamiento social” para frenar
las infecciones tiene importantes costos en la salud mental de las
personas (Shutterstock)
Con el trabajo, las escuelas, los gobiernos, las iglesias, los deportes y
los eventos especiales que toman medidas dramáticas para frenar la
propagación del coronavirus, las rutinas diarias se ven
interrumpidas y el aumento del aislamiento social es una
desafortunada realidad para millones de personas en todo el mundo.
Sabemos que debemos lavarnos las manos, desinfectar superficies y
practicar el “distanciamiento social" para proteger nuestra salud física
durante la crisis actual de COVID-19, pero ¿qué pasa con nuestra salud
mental?

Cuando a principios de enero se conoció que algunas personas estaban


enfermas en China por un nuevo virus surgido en el mercado de animales
de Wuhan, nadie imaginó que dos meses después la enfermedad llegaría
a más de 100 países en todo el mundo y sería declarada pandemia por
la Organización Mundial de la Salud (OMS). Así, y en línea con las
últimas recomendaciones del organismo internacional de “adoptar medidas
drásticas y se ataque en conjunto la proliferación del virus”, el
“distanciamiento social” se presenta como una práctica para reducir el
contacto cercano entre las personas y frenar la propagación del virus.

Las medidas de distanciamiento social incluyen limitar la reunión de


grandes grupos de personas, cerrar edificios y cancelar eventos. Pero,
¿por qué es importante esta medida? “El distanciamiento es vital para
ayudar a la contención y es una obligación cívica que habla de
solidaridad y de pensar en el principal objetivo, que es evitar la muerte
de las personas mayores y demás grupos de riesgo”. El médico
infectólogo Tomás Orduna (MN 61528) explicó en diálogo con Infobae que
“si bien la Argentina aún está en fase de contención, es elemental que toda
la sociedad acompañe las medidas que dispuso el Gobierno”.

El jefe de Medicina Tropical y Medicina del viajero del Hospital Muñiz


señaló que “el distanciamiento significa volverse un poco más ermitaño y
que todas las actividades se desarrollen preferentemente dentro de las
casas y cuando se sale a lugares donde hay muchas personas mantener el
mínimo contacto con ellas”. En ese sentido, el especialista recomendó: “Lo
que no es esencial ni urgente, como hacerse un chequeo de rutina, por
ejemplo, lo ideal es posponerlo para más adelante, para dentro de tres
semanas por lo menos”.
El aislamiento social es una preocupación común, y válida, a
medida que nos acercamos a lo que podrían ser varias semanas de
acceso limitado a nuestra rutina normal e interacción en persona
con otros (Shutterstock)
“Todo es tan nuevo que nos obliga a reflexionar para conservar no solo
nuestra salud biológica, sino nuestra salud mental, que en rigor es toda
una. El distanciamiento social nos lleva a ser solidarios, porque el que se
cuida cuida a los demás. Es decir, no tener una vida social como la
habitual supone hacer un bien a uno y un bien a los demás. En este
contexto no dar un beso, no dar un abrazo o no tener una charla
presencial es una prueba de amor y cuidado”, aseveró en diálogo con
este medio Elsa Wolfberg, psicoanalista y psiquiatra de la Asociación
Psicoanalítica Argentina (APA), y vicepresidente del Capítulo de Prevención
Cuaternaria, Psiquiatría Preventiva y APS de la Asociación de Psiquiatras
Argentinos.
Sin embargo, para la especialista también es cierto que pasados muchos
días, hay personas que se estresan, y que les falta relacionarse
socialmente. "Están acostumbradas a resolver en acciones y no en
reflexiones. Esta coyuntura obliga a extender el quantum de reflexiones y
a achicar el de acciones, por lo menos fuera de casa”, continuó.

La paradoja de este momento es que, si bien se requiere un


distanciamiento social para contener la propagación del coronavirus, el
aislamiento social también puede contribuir a la mala salud a largo
plazo. Entonces, es importante que no permitamos que tales medidas
también causen aislamiento emocional.

Para Sergio Grosman, médico psiquiatra, vicepresidente del capítulo


Psicoterapias de la Asociación de Psiquiatras Argentinos (MN 77443), a las
personas la interacción social nos nutre, las rutinas nos organizan y
tenemos a la libertad en alta estima. “Los seres humanos somos cultura,
interacción e intercambio. La limitación de estas actividades sociales nos
produce malestar que según cada persona se va a manifestar de
diferentes formas. Para algunos como irritación, aburrimiento y
ansiedad, y para otros como falta de aire, sensación de encierro y
molestias corporales”, indicó consultado por Infobae.
La soledad puede activar nuestra función de lucha o huida,
causando inflamación crónica y reduciendo la capacidad del cuerpo
para defenderse de los virus (Shutterstock)
La Administración de Recursos y Servicios de Salud de los Estados
Unidos advierte que la soledad puede ser tan perjudicial para la
salud como fumar 15 cigarrillos al día. Los sentimientos de aislamiento y
soledad pueden aumentar la probabilidad de depresión, presión arterial
alta y muerte por enfermedad cardíaca. También pueden afectar la
capacidad del sistema inmune para combatir infecciones, un hecho que es
especialmente relevante durante una pandemia.

“El aislamiento social, y más particularmente en los grupos de riesgo por


edad tiene graves consecuencias en relación con la salud psíquica. En
personas mayores, tiende a generar no solamente depresión, sino
además una retracción libidinal psíquica, es decir un distanciamiento o
desconexión de los objetos y las personas que puede elevar el nivel de
daño de las enfermedades neurológicas o acelerarlas”, explicó el
psicoanalista Jorge Eduardo Catelli (MN 19868).
Los estudios también han demostrado que la soledad puede activar
nuestra función de lucha o huida, causando inflamación crónica y
reduciendo la capacidad del cuerpo para defenderse de los virus. Aunque el
aislamiento es la respuesta correcta a la pandemia de coronavirus,
necesitamos exactamente lo contrario en respuesta a la epidemia de
soledad. Entonces, ¿cómo podemos cultivar el bienestar social mientras
evitamos la infección?

“El temor va a estar presente en muchos porque esa es la razón por la


cual estamos limitándonos. Esta humanidad que somos en el siglo XXI
ya no está solo a merced de la naturaleza como nos recuerda la epidemia,
sino que es constructora del mundo que la rodea. Tener un propósito en
estas limitaciones nos da sentido y si bien no disuelve el malestar, hace
que podamos sobrellevarlo mejor. Cuando recordamos por qué estamos
limitándonos, nuestra angustia puede cobrar un sentido
superador", agregó Grosman.
En este contexto se nos presenta una oportunidad para reconocer
la importancia de las relaciones para nuestra salud y practicar el
aprovechamiento de la tecnología para el bienestar social
(Shutterstock)
“La rigidez de este tipo de medidas tiene un enorme riesgo para
los adultos, los niños y los ancianos, y dependiendo de cada grupo
etario esto tiene una incidencia diversa. Los adultos tenemos que
ocuparnos de mantener un nivel de actividad que nos permita sostener
una rutina. Para el bienestar de los niños, es fundamental que puedan
comprender que no están de vacaciones. Y para los ancianos, sostener el
contacto para que haya algo de un sostenimiento de una actividad que no
los lance al abandono de sí mismos como estado psíquico que la reclusión
espontáneamente provoca y al desasimiento de los objetos y los lazos, es
vital", aseguró Catelli.
Para la especialista, si bien el distanciamiento social “desafía la capacidad
que tenemos las personas de estar con nosotros mismos”, estar con
uno mismo “tampoco es un veredicto absoluto” porque al fin y al cabo
nuestra conexión a través de la tecnología por todas las vías es muy
frecuente. “A lo mejor para algunos es un hallazgo encontrarse consigo
mismos, pensando y reflexionando sobre sus prioridades, deseos y
proyectos. Sin embargo, es muy raro que las personas estén solas en
tanto tengan vínculos significativos en distintas áreas de interés. Estos no
se evaporan por que no se les ‘eche agua’ como a las plantas todo el
tiempo”, concluyó.

La pandemia de coronavirus nos ha recordado que la conexión humana


puede propagar enfermedades. Pero la conexión humana también
promueve el bienestar. En este contexto se nos presenta una oportunidad
para reconocer la importancia de las relaciones para nuestra salud y
practicar el aprovechamiento de la tecnología para el bienestar social.

SEGUÍ LEYENDO:

El humor en tiempos de
coronavirus: ¿está bien
compartir memes y hacer
chistes?
Se envían por WhatsApp y se comparten en redes sociales. A medida que
la ansiedad, la preocupación y las tasas de infección alrededor del brote
aumentan, también lo hacen los intentos de humor. Por qué seguimos
mandándonos memes y haciendo chistes aunque el coronavirus sea una
amenaza real
19 de marzo de 2020
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El humor es un mecanismo para enfrentarnos a la angustia y a la


incertidumbre (Instagram: dudewithsign)
La expansión de un coronavirus hasta ahora desconocido para la ciencia y
causante de una neumonía que puede ser fatal ha desatado la
preocupación, incluso la histeria, en todo el mundo. Y si bien un brote
global que ha matado a miles de personas no parece ser una fuente
probable de humor, Internet no puede dejar de hacer bromas sobre el
coronavirus. Desde finales del año pasado, cuando China alertó por
primera vez al mundo sobre el patógeno, las bromas, los juegos de
palabras y los memes sobre él se han extendido aún más rápido que el
virus en sí.

Aunque parezca paradójico, no es tan raro que en medio de una crisis


preocupante, sigamos enviando memes por WhatsApp y publicándolos en
las redes sociales. El recurso al humor como arma contra nuestros temores
lo explica, en muchos casos a costa de nuestros propios miedos. Además,
el humor puede ayudarnos precisamente a tomar distancia con nuestros
problemas. “El humor se basa en gran medida en la ‘desconexión
emocional’, un mecanismo psicológico que nos ayuda a tomar distancia
para reírnos y que nos ayuda a ver las cosas con una perspectiva diferente
y, por lo general, enriquecedora”, escribe el filósofo John Morreall en su
libro Comic Relief (Alivio cómico).

“El humor es un recurso muy poderoso que tenemos los seres humanos
para atravesar momentos difíciles ya que suaviza y relativa
acontecimientos angustiantes. Podemos mirar estos momentos y a
nosotros mismos desde una perspectiva distinta, menos dramática y
más lúdica. El humor aporta una expectativa favorable y nos brinda
placer”, sostuvo en diálogo con este medio la psicoanalista Fiorella
Litvinoff.

¿Por qué nos reímos? Porque estos chistes provocan “reacciones


emocionales complejas” que incluso pueden ser contradictorias. Cuando
nos reímos del coronavirus, no solo estamos liberando tensión e intentando
relajarnos, sino que también estamos intentando poner en perspectiva
nuestras preocupaciones. El humor negro es la última comodidad de un
cerebro humano y, debido a la forma en que las noticias y los ecosistemas
de las redes sociales se han aferrado al coronavirus en particular, muchas
personas tienen dificultades para pensar en otras cosas.
Si bien puede aliviar la ansiedad; el humor también puede avivar
tensiones raciales o difundir información errónea (Shutterstock)
La preocupación por el virus ha permeado cada parte de la vida de las
personas. Las bromas son una forma de triunfar temporalmente y
reprimir el miedo. Es por eso que los memes de coronavirus van desde
fatalismo irónico y juegos de palabras hasta el humor político. Para Elsa
Wolfberg, psicoanalista y psiquiatra de la Asociación Psicoanalítica
Argentina (APA) y vicepresidente del Capítulo de Prevención Cuaternaria,
Psiquiatría Preventiva y APS de la Asociación de Psiquiatras Argentinos, el
humor hace más posible sobrevivir a dificultades de amor propio y
visiones desesperanzadas.

“El humor opera con un mecanismo que desmiente un trozo de la


realidad, aunque fuese por un rato, y habilita el triunfo del placer. Frente
a la angustia que produce la incertidumbre o la inminencia de un peligro, el
chiste produce un corte, un soltar esa realidad, un no tomarla tan en
serio, que es liberador”, explicó en diálogo con este medio Agustina
Fernández, psicoanalista especialista en adolescentes y miembro de APA.

El Ministerio de Salud de Vietnam lanzó una canción


anticoronavirus destinada a motivar a los ciudadanos a “hacer retroceder
el virus” con técnicas adecuadas para lavarse las manos, y la gente lo
encontró tan pegadizo que se convirtió en una especie de baile de moda en
TikTok.

La Organización Mundial de la Salud y la Cruz Roja por su parte,


también han acudido a TikTok para hacer anuncios de servicio público, a
menudo reclutando a sus empleados de oficina para que participen en
sesiones de lavado de manos. Como los memes que circularon después de
que aumentaron las tensiones entre Estados Unidos e Irán, los memes de
coronavirus pueden ser un punto de entrada accesible para el aprendizaje
real, una forma de educar al público.
Mientras no alimenten las tensiones raciales o difundan información
errónea, es difícil disgustar a alguien por una broma de coronavirus
Sin embargo, según los especialistas, los memes y bromas sobre el
coronavirus son tan inevitables como la reacción violenta contra
ellos. Es decir, el humor es útil en general, pero puede haber gente a
quien le resulte desagradable leer chistes sobre la epidemia, sea por su
propia sensibilidad o porque les toca de cerca.

Por supuesto, muchas personas no aprecian a las personas que se


burlan de una enfermedad grave y mortal. Figuras públicas desde el
príncipe William hasta la controvertida celebridad youtuber PewDiePie se
han enfrentado a críticas en línea por sus bromas sobre el coronavirus.
“Mucha gente está lidiando con la ansiedad, por lo que sería mejor pensar
dos veces antes de bromear sobre el coronavirus”, dice Paul Lewis, autor
de Cracking Up: Humor americano en tiempos de conflicto.

Si bien puede aliviar la ansiedad; el humor también puede avivar


tensiones raciales o difundir información errónea. Una de las cosas
sobre las bromas despectivas es que puede relajar las inhibiciones contra
la comisión de un acto de violencia.

La inclinación de Internet por la ironía también ha creado información


errónea. Muchas teorías de conspiración de coronavirus, como la idea
extremadamente equivocada y peligrosa de que lavarse la boca con cloro
evitará el coronavirus, comenzó como una ironía incomprendida. En
ausencia de contexto, la línea entre una noticia salvaje y un meme
sarcástico puede ser extremadamente fina. A veces la diferencia es
intencionalmente inexistente.

“Hay determinados puntos sensibles que no se prestan a la comicidad y


es en ese punto donde hay que poner un límite ya que no todo causa
gracia. Respecto del coronavirus, se suele bromear sobre las
exageraciones acerca de las medidas de cuidado que algunos pueden
tomar o sobre la situación de cuarentena, pero todavía, hasta el momento,
no se observan chistes referidos a la muerte por esta pandemia”,
advirtió Litvinoff.
“Vivir permanentemente pensando en la inmediatez de la muerte es
enloquecedor. Allí el humor presta ayuda" (Shutterstock)
“Podríamos parafrasear al escritor Mark Twain, [que dijo]: ‘el problema con
el humor es que nadie lo toma en serio’, para reivindicar su valor en la vida
humana. Freud lo consideró una elevada operación defensiva frente al
sufrimiento. Ese instante mágico que el humor conquista produce un
sentimiento liberador, Freud decía que era grandioso y a su vez patético”,
continuó Fernández.

Para la especialista, el juego humorístico viene en auxilio del


sujeto, como espacio lúdico que se abre y da permiso al reír. Permite salir
de lo aterrador que inmoviliza, paraliza, para soltar una carcajada o al
menos una sonrisa cómplice. No se supera el peligro, se lo desmiente por
un rato. “Vivir permanentemente pensando en la inmediatez de la muerte es
enloquecedor. Allí el humor presta ayuda. Es frecuente que surja en
situaciones difíciles que se vinculan con la muerte, por ejemplo es muy
común que alguien se ponga a contar chiste en un velorio. Es un modo de
velar justamente que todos moriremos algún día, y es mejor tener ese día
lejos”, concluyó.

Mientras no alimenten las tensiones raciales o difundan información


errónea, es difícil disgustar a alguien por una broma de coronavirus.

SEGUÍ LEYENDO:

La psicología del miedo al coronavirus y las claves para manejarlo

Cuarentena por coronavirus: el impacto del aislamiento social en la salud


mental de las personas

Coronavirus: cómo hacer las compras en el supermercado sin correr


riesgos innecesarios

Cuarentena por
coronavirus: el impacto del
aislamiento social en la
salud mental de las
personas
Se requiere “distanciamiento social” para prevenir la infección. Pero la
soledad también puede enfermarnos. Las consecuencias en la salud mental
del encierro, la pérdida de la rutina habitual y la reducción del contacto
social y físico con los demás
Por Belen Filgueira
17 de marzo de 2020
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La medida gubernamental del “distanciamiento social” para frenar


las infecciones tiene importantes costos en la salud mental de las
personas (Shutterstock)
Con el trabajo, las escuelas, los gobiernos, las iglesias, los deportes y
los eventos especiales que toman medidas dramáticas para frenar la
propagación del coronavirus, las rutinas diarias se ven
interrumpidas y el aumento del aislamiento social es una
desafortunada realidad para millones de personas en todo el mundo.
Sabemos que debemos lavarnos las manos, desinfectar superficies y
practicar el “distanciamiento social" para proteger nuestra salud física
durante la crisis actual de COVID-19, pero ¿qué pasa con nuestra salud
mental?

Cuando a principios de enero se conoció que algunas personas estaban


enfermas en China por un nuevo virus surgido en el mercado de animales
de Wuhan, nadie imaginó que dos meses después la enfermedad llegaría
a más de 100 países en todo el mundo y sería declarada pandemia por
la Organización Mundial de la Salud (OMS). Así, y en línea con las
últimas recomendaciones del organismo internacional de “adoptar medidas
drásticas y se ataque en conjunto la proliferación del virus”, el
“distanciamiento social” se presenta como una práctica para reducir el
contacto cercano entre las personas y frenar la propagación del virus.

Las medidas de distanciamiento social incluyen limitar la reunión de


grandes grupos de personas, cerrar edificios y cancelar eventos. Pero,
¿por qué es importante esta medida? “El distanciamiento es vital para
ayudar a la contención y es una obligación cívica que habla de
solidaridad y de pensar en el principal objetivo, que es evitar la muerte
de las personas mayores y demás grupos de riesgo”. El médico
infectólogo Tomás Orduna (MN 61528) explicó en diálogo con Infobae que
“si bien la Argentina aún está en fase de contención, es elemental que toda
la sociedad acompañe las medidas que dispuso el Gobierno”.

El jefe de Medicina Tropical y Medicina del viajero del Hospital Muñiz


señaló que “el distanciamiento significa volverse un poco más ermitaño y
que todas las actividades se desarrollen preferentemente dentro de las
casas y cuando se sale a lugares donde hay muchas personas mantener el
mínimo contacto con ellas”. En ese sentido, el especialista recomendó: “Lo
que no es esencial ni urgente, como hacerse un chequeo de rutina, por
ejemplo, lo ideal es posponerlo para más adelante, para dentro de tres
semanas por lo menos”.

El aislamiento social es una preocupación común, y válida, a


medida que nos acercamos a lo que podrían ser varias semanas de
acceso limitado a nuestra rutina normal e interacción en persona
con otros (Shutterstock)
“Todo es tan nuevo que nos obliga a reflexionar para conservar no solo
nuestra salud biológica, sino nuestra salud mental, que en rigor es toda
una. El distanciamiento social nos lleva a ser solidarios, porque el que se
cuida cuida a los demás. Es decir, no tener una vida social como la
habitual supone hacer un bien a uno y un bien a los demás. En este
contexto no dar un beso, no dar un abrazo o no tener una charla
presencial es una prueba de amor y cuidado”, aseveró en diálogo con
este medio Elsa Wolfberg, psicoanalista y psiquiatra de la Asociación
Psicoanalítica Argentina (APA), y vicepresidente del Capítulo de Prevención
Cuaternaria, Psiquiatría Preventiva y APS de la Asociación de Psiquiatras
Argentinos.

Sin embargo, para la especialista también es cierto que pasados muchos


días, hay personas que se estresan, y que les falta relacionarse
socialmente. "Están acostumbradas a resolver en acciones y no en
reflexiones. Esta coyuntura obliga a extender el quantum de reflexiones y
a achicar el de acciones, por lo menos fuera de casa”, continuó.

La paradoja de este momento es que, si bien se requiere un


distanciamiento social para contener la propagación del coronavirus, el
aislamiento social también puede contribuir a la mala salud a largo
plazo. Entonces, es importante que no permitamos que tales medidas
también causen aislamiento emocional.

Para Sergio Grosman, médico psiquiatra, vicepresidente del capítulo


Psicoterapias de la Asociación de Psiquiatras Argentinos (MN 77443), a las
personas la interacción social nos nutre, las rutinas nos organizan y
tenemos a la libertad en alta estima. “Los seres humanos somos cultura,
interacción e intercambio. La limitación de estas actividades sociales nos
produce malestar que según cada persona se va a manifestar de
diferentes formas. Para algunos como irritación, aburrimiento y
ansiedad, y para otros como falta de aire, sensación de encierro y
molestias corporales”, indicó consultado por Infobae.
La soledad puede activar nuestra función de lucha o huida,
causando inflamación crónica y reduciendo la capacidad del cuerpo
para defenderse de los virus (Shutterstock)
La Administración de Recursos y Servicios de Salud de los Estados
Unidos advierte que la soledad puede ser tan perjudicial para la
salud como fumar 15 cigarrillos al día. Los sentimientos de aislamiento y
soledad pueden aumentar la probabilidad de depresión, presión arterial
alta y muerte por enfermedad cardíaca. También pueden afectar la
capacidad del sistema inmune para combatir infecciones, un hecho que es
especialmente relevante durante una pandemia.

“El aislamiento social, y más particularmente en los grupos de riesgo por


edad tiene graves consecuencias en relación con la salud psíquica. En
personas mayores, tiende a generar no solamente depresión, sino
además una retracción libidinal psíquica, es decir un distanciamiento o
desconexión de los objetos y las personas que puede elevar el nivel de
daño de las enfermedades neurológicas o acelerarlas”, explicó el
psicoanalista Jorge Eduardo Catelli (MN 19868).
Los estudios también han demostrado que la soledad puede activar
nuestra función de lucha o huida, causando inflamación crónica y
reduciendo la capacidad del cuerpo para defenderse de los virus. Aunque el
aislamiento es la respuesta correcta a la pandemia de coronavirus,
necesitamos exactamente lo contrario en respuesta a la epidemia de
soledad. Entonces, ¿cómo podemos cultivar el bienestar social mientras
evitamos la infección?

“El temor va a estar presente en muchos porque esa es la razón por la


cual estamos limitándonos. Esta humanidad que somos en el siglo XXI
ya no está solo a merced de la naturaleza como nos recuerda la epidemia,
sino que es constructora del mundo que la rodea. Tener un propósito en
estas limitaciones nos da sentido y si bien no disuelve el malestar, hace
que podamos sobrellevarlo mejor. Cuando recordamos por qué estamos
limitándonos, nuestra angustia puede cobrar un sentido
superador", agregó Grosman.
En este contexto se nos presenta una oportunidad para reconocer
la importancia de las relaciones para nuestra salud y practicar el
aprovechamiento de la tecnología para el bienestar social
(Shutterstock)
“La rigidez de este tipo de medidas tiene un enorme riesgo para
los adultos, los niños y los ancianos, y dependiendo de cada grupo
etario esto tiene una incidencia diversa. Los adultos tenemos que
ocuparnos de mantener un nivel de actividad que nos permita sostener
una rutina. Para el bienestar de los niños, es fundamental que puedan
comprender que no están de vacaciones. Y para los ancianos, sostener el
contacto para que haya algo de un sostenimiento de una actividad que no
los lance al abandono de sí mismos como estado psíquico que la reclusión
espontáneamente provoca y al desasimiento de los objetos y los lazos, es
vital", aseguró Catelli.
Para la especialista, si bien el distanciamiento social “desafía la capacidad
que tenemos las personas de estar con nosotros mismos”, estar con
uno mismo “tampoco es un veredicto absoluto” porque al fin y al cabo
nuestra conexión a través de la tecnología por todas las vías es muy
frecuente. “A lo mejor para algunos es un hallazgo encontrarse consigo
mismos, pensando y reflexionando sobre sus prioridades, deseos y
proyectos. Sin embargo, es muy raro que las personas estén solas en
tanto tengan vínculos significativos en distintas áreas de interés. Estos no
se evaporan por que no se les ‘eche agua’ como a las plantas todo el
tiempo”, concluyó.

La pandemia de coronavirus nos ha recordado que la conexión humana


puede propagar enfermedades. Pero la conexión humana también
promueve el bienestar. En este contexto se nos presenta una oportunidad
para reconocer la importancia de las relaciones para nuestra salud y
practicar el aprovechamiento de la tecnología para el bienestar social.

SEGUÍ LEYENDO:

Cómo hablar del


coronavirus con los más
chicos sin generarles
miedos innecesarios
La psicosis y el temor que despertó la nueva epidemia en los adultos
también afecta a los menores, quienes son más vulnerables a la
sobreinformación y miedos infundados. Cómo abordar el tema
Por Víctor Ingrassia
4 de marzo de 2020
vingrassia@infobae.com
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(Shutterstock.com)
"Hay un nuevo virus que vino de China. Los chinos comieron murciélagos
con virus y ahora lo tiene ellos. Mamá, sabés cuándo va a llegar acá?
Frente a la explosión mediática del coronavirus en el mundo, la psicosis
de la nueva enfermedad ya afecta a millones de personas y también llega
en forma directa a los más chicos, como lo expresó con esta pregunta
Benjamín, un chico de 6 años que vive en Buenos Aires.

Muchos especialistas afirman que no hay nada más contagioso en el


mundo que el miedo. Más que el nuevo coronavirus o Covid-19 que desde
diciembre último surgió en China y ya afectó a casi 100.000 personas y
causó más de 3100 muertes.

Menores permanecen dentro de un automóvil en la ciudad de Haifa,


Israel, con sus barbijos puestos. REUTERS/Ammar Awad
La sobreinformación de un tema, como esta nueva epidemia, puede
generar consecuencias psicológicas negativas en muchas personas,
generando una preocupación excesiva y temor a enfermar o inclusive
morirse. Pero si esta sensación atemorizante puede causar problemas en
un adulto, es mucho más preocupante lo que puede sucederle a los más
pequeños.

“Hay que tener mucho cuidado con los miedos que se generan en los
chicos. Son la población más vulnerable. No tienen los mismos recursos
cognitivos ni emocionales para manejar el miedo”, explicó a Infobae la
licenciada María Laura Santellán (MN 18842), psicoterapeuta especializada
en adolescencia.

Y agregó: “Vivimos en un mundo donde hay exceso de información.


Poro todos lados recibimos constantemente una batería de noticias,
comentarios y anuncios por distintos canales, que tienen variada intensidad
y muchas veces son redundantes. Pero al recibirlo, no medimos los efectos
colaterales que esto produce en nosotros y en los niños, que también
tienen llegada a las redes sociales y medios de comunicación”.
Decenas de chicos con barbijos participan de una misa en Vinh
Phuc, Vietnam el 23 de febrero - REUTERS/Stringer
Para la especialista, debemos ser prudentes y reflexionar que hay otras
enfermedades importantes entre nosotros como el dengue y
el sarampión que son muy peligrosas y donde estamos expuestos. Y
cuidarlos de estas amenazas sin alarmarlos. “Si el chico viene con
información y busca una respuesta en nosotros, debemos calmarlos,
tranquilizarlos y no insuflirles temor. Tenemos que explicarles que
vivimos en un mundo que está muy conectado, donde se viaja mucho”,
precisó Santellán.

La licenciada en Psicología Lorena Ruda, afirmó a Infobae que el tema del


coronavirus se debe afrontar como cualquier psicosis alrededor de una
enfermedad, hoy calificada como epidemia, “bajando la ansiedad y
evitando hablar de ello con los más chicos”.
“Los niños no tendrían que tener acceso a esa información. Yo siempre
digo que los chicos no deberían escuchar los noticieros, porque las
fantasías que luego crean sobre un tema convierten esa noticia, que puede
ser un homicidio, un robo o un accidente de tránsito, por ejemplo, en un
problema y angustia mayor. No hay que ser amarillista con los niños. No
queremos chicos paranoicos que no quieran salir a la calle”, enfatizó la
experta, especializada en crianza.

Dos chicos participan de una ceremonia en Hong Kong, China por


el Día de San Valentín - REUTERS/Tyrone Siu/File Photo
Y continuó: "Respecto al coronavirus y otras enfermedades, sí debemos
cuidarlos e inculcarles que ellos se cuiden. Que tomen medidas preventivas
como lavarse las manos cuando se vuelve de la calle o después de tocar
plata".
Una guía para hablar de coronavirus a los más chicos

El Centro de Psicología de Crisis de Bergen, en Noruega , elaboró un


documento que explica cómo abordar esta crisis internacional de salud
pública en las escuelas y en las familias porque, según los expertos, “el
miedo de los niños y niñas debe tomarse en serio”, por lo que hay que
responder “adecuadamente a sus necesidades” de información.

Los expertos alertan que los abundantes mensajes sobre el tema que


circulan a través de los medios y las redes sociales así como las
medidas de contención que se están aplicando para combatir la expansión
del virus aumentan el miedo que pueden sentir los menores.
Estudiantes de una primaria de Nagoya, en Japón, asisten a clases
y son ubicados en sus pupitres, distantes al menos 2 metros de otro
alumno Kyodo/via REUTERS
Es imprescindible hablar a los niños y niñas sobre este virus ya que hay
muchísima información en los medios de comunicación que puede
generarles sensación de miedo o impotencia y, además, pueden no
comprenderlo todo y dejar volar su imaginación a escenarios terroríficos.

Incluso los menores de 6 o 7 años ya navegan por internet. Por este


motivo, debemos interpretar con ellos las noticias y la información que les
llega. Son como pequeños científicos, ya que escuchan, observan,
investigan y sacan sus propias conclusiones.

El miedo de los niños y niñas debe tomarse en serio y debemos responder


adecuadamente a sus necesidades. En ocasiones, cuando se ponen en
práctica ciertas medidas para limitar la actuación del virus, el miedo
aumenta porque estas medidas se convierten en una “señal emocional de
alarma”.
¿Qué les explicamos a los niños sobre el coronavirus?

A continuación compartimos algunas explicaciones que dar a los niños,


teniendo en cuenta que cuánto más mayores serán necesarios más
detalles:

- El coronavirus provoca infecciones respiratorias en las personas, aunque


mayoritariamente causa síntomas leves. A pesar de ello, algunas personas
han muerto por la enfermedad.

- El virus se descubrió en China, concretamente en la región de Wuhan, en


diciembre del 2019. Ahora, se han visto casos en otros países incluyendo
los europeos.

- Muchos profesionales sanitarios están trabajando para entender mejor el


virus y reducir así sus riesgos. Por ejemplo, aunque todavía no hay una
vacuna, están buscando posibles medicamentos.

- Como en todas las infecciones, es importante lavarse bien las manos con
agua y jabón.

- Podemos resolver y gestionar dudas básicas como por ejemplo qué


significa cuarentena o a qué distancia está China.

Probablemente, los niños tengan dudas muy concretas que también


debemos saber responder, como por ejemplo las siguientes:

Y ante la pregunta de ¿qué es el coronavirus?, hay que responderles que


es un virus que empezó en China donde hay mucha gente infectada, por
ello han aislado algunas ciudades, en China y otros países, para que no se
propague más.

El virus se propaga de una persona infectada a una sana a través de los


fluidos corporales. Y que es tan nuevo que los científicos todavía están
intentando saber cómo se comporta. Aunque esto puede dar miedo, es
importante saber que muchas personas están trabajando para procurar una
vacuna o el mejor tratamiento.

SEGUÍ LEYENDO:

Permanecer tranquilos y
prevenir el estigma: la guía
para que los adultos
conversen con los niños
sobre COVID-19
Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades han creado
una guía para ayudar a los adultos a conversar con los niños sobre el
coronavirus y las formas en que pueden evitar contraer y propagar la
enfermedad
Por Belen Filgueira
13 de marzo de 2020
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Los padres, los miembros de la familia, el personal de la escuela y
otros adultos de confianza pueden desempeñar un papel importante
para ayudar a los niños a entender lo que escuchan de manera
honesta, precisa y minimizando la ansiedad o el miedo
(Shutterstock)
Frente a la explosión mediática del coronavirus en el mundo, la psicosis
de la nueva enfermedad ya afecta a millones de personas y también llega
en forma directa a los más chicos. Muchos especialistas afirman que no
hay nada más contagioso en el mundo que el miedo. Más que el
nuevo coronavirus o COVID-19 que desde diciembre último surgió en
China y ya afectó a casi 134.000 personas y causó más de 5000
muertes.

La sobreinformación de un tema, como esta nueva epidemia, puede


generar consecuencias psicológicas negativas en muchas personas,
generando una preocupación excesiva y temor a enfermar o incluso
morirse. Pero si esta sensación atemorizante puede causar problemas en
un adulto, es mucho más preocupante lo que puede sucederle a los más
pequeños.

Los padres, los miembros de la familia, el personal de la escuela y


otros adultos de confianza pueden desempeñar un papel importante para
ayudar a los niños a entender lo que escuchan de manera honesta, precisa
y minimizando la ansiedad o el miedo.

“El mundo está aturdido con tanta información. Los niños circulan por la
casa y escuchan y miran lo que dice la televisión. Algunos entienden y
otros no, pero todos pueden percibir el miedo, el pánico, la
incertidumbre y la desesperación. Es fundamental que como adultos
podamos transmitir serenidad porque somos los referentes a los cuáles
acuden frente a cualquier situación atemorizadora”, explicó en diálogo
con Infobae la psicoanalista especialista en niños y adolescentes, Nora
Koremblit de Vinacur, ex secretaria del Departamento de Niños de la
Asociación Psicoanalítica Argentina y coautora del libro Parentalidades .
Los niños son como pequeños científicos, ya que escuchan,
observan, investigan y sacan sus propias conclusiones (REUTERS)
El Centro de Psicología de Crisis de Bergen, en Noruega , elaboró un
documento que explica cómo abordar esta crisis internacional de salud
pública en las escuelas y en las familias porque, según los expertos, “el
miedo de los niños y niñas debe tomarse en serio”, por lo que hay que
responder “adecuadamente a sus necesidades” de información.

Los expertos alertan que los abundantes mensajes sobre el tema que


circulan a través de los medios y las redes sociales así como las
medidas de contención que se están aplicando para combatir la expansión
del virus aumentan el miedo que pueden sentir los menores.

Es imprescindible hablar a los niños y niñas sobre este virus ya que hay
muchísima información que puede generarles sensación de miedo o
impotencia y, además, pueden no comprenderlo todo y dejar volar su
imaginación a escenarios terroríficos.

“La comprensión acerca de lo que está sucediendo se correlaciona acorde


a la edad cronológica y -por otro lado- madurativa y mental de cada
chico. A medida que van creciendo, tienen una mayor comprensión lógica
de lo que sucede a su alrededor porque cuentan con la madurez suficiente
para entender por sí mismos la realidad que los circunda”, indicó en diálogo
con este medio la doctora Liliana V. Moneta, psiquiatra y psicoanalista
infanto-juvenil, presidente honoraria del Capítulo de Psiquiatría Infanto
Juvenil de la Asociación de Psiquiatras Argentinos.

En ocasiones, cuando se ponen en práctica ciertas medidas para


limitar la actuación del virus, el miedo aumenta porque estas
medidas se convierten en una “señal emocional de alarma”
(REUTERS)
Sin embargo, para la especialista los niños no se basan en lo que
escuchan o leen de lo que les transmiten los adultos, sino en algo
más del orden emocional. “Los chicos saben que está pasando algo, ven
que la mayoría de las personas están ansiosas por el devenir de decires y
contradecires en relación al coronavirus y esto es lo que más les afecta”,
aseguró.

El miedo de los niños y niñas debe tomarse en serio y debemos responder


adecuadamente a sus necesidades. En ocasiones, cuando se ponen en
práctica ciertas medidas para limitar la actuación del virus, el miedo
aumenta porque estas medidas se convierten en una “señal emocional de
alarma”.

“Hay que tener mucho cuidado con los miedos que se generan en los
chicos. Son la población más vulnerable. No tienen los mismos recursos
cognitivos ni emocionales para manejar el miedo”, explicó a Infobae la
licenciada María Laura Santellán (MN 18842), psicoterapeuta
especializada en adolescencia.

Para la especialista, debemos ser prudentes y reflexionar teniendo en


cuenta que hay otras enfermedades importantes entre nosotros como
el dengue y el sarampión que son muy peligrosas y donde estamos
expuestos. Y cuidarlos de estas amenazas sin alarmarlos. “Si el chico viene
con información y busca una respuesta en nosotros, debemos calmarlos,
tranquilizarlos y no insuflirles temor”, precisó Santellán.

Algunos principios generales para hablar con los niños según los
CDC
El diálogo para los más chicos resulta muy útil y aporta mucha
tranquilidad (REUTERS)
 Permanecer tranquilos. Recuerde que los niños reaccionarán a lo que
usted dice y a cómo lo dice. Recogerán señales de las conversaciones
que tenga con ellos y con otros.
 Estar disponible para escuchar y hablar. Tómese el tiempo para
hablar. Asegúrese de que los niños sepan que pueden acudir a usted
cuando tengan preguntas.
"El diálogo para los más chicos resulta muy útil y aporta mucha
tranquilidad. Recientemente, una madre me contó en el consultorio que su
hija se pasó a la cama a dormir con ella por la noche porque tenía miedo
del coronavirus. Nuestra recomendación es que dialoguen”,
expresó Claudia Amburgo, médica psicoanalista especialista en niños y
adolescentes de la APA.
 Evitar el lenguaje que pueda culpar a otros y
provocar estigma. Recuerde que los virus pueden enfermar a cualquier
persona, independientemente de la raza o etnia de una persona. Evite
hacer suposiciones sobre quién podría tener COVID-19.
 Prestar atención a lo que los niños ven o escuchan en la televisión,
la radio o en línea. Considere reducir la cantidad de tiempo de pantalla
enfocado en COVID-19. Demasiada información sobre un tema puede
provocar ansiedad.
“El mundo es un lugar de muchos retos y los padres o adultos
responsables juegan un papel muy importante para ayudar a los niños a
sortearlos. Lo importante es transmitir seguridad y tranquilidad con
información verdadera pero limitada. No exponerlos a las noticias
radiales, televisivas o a las que circulan en redes sociales en formas
directas sino bajo nuestra decodificación”, advirtió consultado por este
medio el médico neurólogo Claudio Waisburg (MN 98128).

 Proporcionar información que sea honesta y precisa. Brinde a los


niños información que sea veraz y apropiada para la edad y el nivel de
desarrollo del niño. Hable con los niños sobre cómo algunas historias de
COVID-19 en Internet y las redes sociales pueden basarse en rumores e
información inexacta.
¿Qué les explicamos?
Tratar de mantener la información simple y recordarles que los
funcionarios de salud y escolares están trabajando arduamente
para mantener a todos seguros y saludables es fundamental
(Ilustraciones: Manuela Molina)
¿Qué es COVID-19?

 COVID-19 es el nombre corto para "enfermedad por coronavirus 2019".


Es un nuevo virus. Los médicos y los científicos todavía están
aprendiendo al respecto.
 Recientemente, ha enfermado a muchas personas. Los científicos y los
médicos piensan que la mayoría de las personas estarán bien,
especialmente los niños, pero algunas personas pueden enfermarse
bastante.
 Los médicos y expertos en salud están trabajando arduamente para
ayudar a las personas a mantenerse saludables.

Los especialistas recomiendas considerar reducir la cantidad de


tiempo de pantalla de los niños enfocado en COVID-19, ya que
demasiada información sobre un tema puede provocar ansiedad
(Ilustraciones: Manuela Molina)
¿Qué puedo hacer para no obtener COVID-19?

 Se pueden practicar hábitos saludables en el hogar, la escuela y el juego


para ayudar a protegerse como toser o estornudar en un pañuelo de
papel o en el codo, mantener las manos fuera de la boca, nariz y
ojos y lavarse las manos con agua y jabón (mojar, hacer espuma,
fregar, enjuagar y secar), durante el tiempo que lleva cantar dos
veces Cumpleaños feliz.

 Play
La canción del payaso Plim Plim para que los chicos se diviertan
lavándose las manos
 Los niños mayores pueden ayudar a los adultos en el hogar y la escuela
a limpiar las cosas que más tocamos, como escritorios, pomos de las
puertas, interruptores de luz y controles remotos.
3 simples pasos para explicar como debemos lavarnos las manos
adecuadamente
 Si nos sentimos enfermos, tenemos que quedarnos en casa. Al igual que
no quieres que los gérmenes de otras personas entren en tu cuerpo,
otras personas tampoco quieren que te contagien los gérmenes.
Los virus pueden enfermar a cualquier persona,
independientemente de la raza o etnia. Evitemos hacer
suposiciones sobre quién podría tener COVID-19 (Ilustraciones:
Manuela Molina)
¿Qué sucede si te enfermas con COVID-19?

 Para muchas personas, estar enfermo con COVID-19 sería un poco


como tener gripe. Las personas pueden tener fiebre, tos o tener
dificultades para respirar profundamente. La mayoría de las personas
que se contagiaron no se enfermaron demasiado. Solo un pequeño
grupo de personas que lo tiene han tenido problemas más serios. Por lo
que los médicos han visto hasta ahora, la mayoría de los niños no
parecen estar muy enfermos. Mientras que muchos adultos se enferman,
la mayoría de los adultos mejora.

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Una madre le enseña a su hija la importancia del lavado de manos
“Lo recomendable es que los padres puedan transmitirles a sus hijos que
no están solos y que cuidarán de ellos, que las medidas de precaución son
para cuidarlos y que los acompañarán en el proceso. Si los padres entran
en pánico no pueden responsabilizarse de los niños. La responsabilidad es
de cuidarse y cuidar al los otros. Los niños pueden tener terrores nocturnos
u otros síntomas. Por eso la presencia calma de los padres es
fundamental”, concluyó Mirta Goldstein, secretaria científica de la APA.

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Distanciamiento social: qué


significa y por qué es
importante para prevenir el
coronavirus
Tras la confirmación de 11 nuevos casos ayer en el país y un número total
de infectados que ya asciende a 56, el Gobierno dispuso nuevas medidas
para evitar la circulación local del virus. Qué objetivo tiene la
recomendación de evitar el contacto social
16 de marzo de 2020
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El distanciamiento es vital para ayudar a la contención y es una
obligación cívica que habla de solidaridad y de pensar en el
principal objetivo, que es evitar la muerte de las personas mayores
y demás grupos de riesgo (Shutterstock)
Con más de 173 mil casos y 6.600 muertes en todo el mundo, el
coronavirus se expande a una velocidad que sorprende hasta a los más
experimentados epidemiólogos y sanitaristas.

Cuando a principios de enero se conoció que algunas personas estaban


enfermas en China por un nuevo virus surgido en el mercado de animales
de Wuhan, nadie imaginó que dos meses después la enfermedad llegaría
a más de 100 países en todo el mundo y sería declarada pandemia por
la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Así, y en línea con las últimas recomendaciones del organismo


internacional de “adoptar medidas drásticas y se ataque en conjunto la
proliferación del virus”, ayer el presidente Alberto Fernández anunció un
paquete de medidas para mitigar el avance de la enfermedad en el
país.

“Sabemos que todos los casos que hemos tenido de coronavirus son
importados y tenemos que tratar que tarde lo más posible en transformarse
en un virus autóctono. Seguramente eso en algún momento va a ocurrir,
pero ganar tiempo es muy importante. Ganando tiempo podemos
administrar la cuestión sanitaria”, introdujo Fernández en una conferencia
de prensa realizada ayer domingo por la tarde en la Quinta Presidencial de
Olivos, en la que puso en conocimiento la suspensión de clases, cierre de
fronteras por 15 días, cierre de cines y teatros y cierre de shoppings, entre
otras medidas.

El distanciamiento social implica que la mayor cantidad de


actividades se llevan a cabo en los hogares (Shutterstock)
Se sabe que, en esta línea, el distanciamiento social es la práctica para
reducir el contacto cercano entre las personas para frenar la propagación
de infecciones o enfermedades. Y que las medidas de distanciamiento
social incluyen limitar la reunión de grandes grupos de personas, cerrar
edificios y cancelar eventos.

Pero, ¿por qué es importante esta medida? “El distanciamiento es vital


para ayudar a la contención y es una obligación cívica que habla de
solidaridad y de pensar en el principal objetivo, que es evitar la muerte
de las personas mayores y demás grupos de riesgo”. El médico
infectólogo Tomás Orduna (MN 61528) explicó a Infobae que “si bien la
Argentina aún está en fase de contención, es elemental que toda la
sociedad acompañe las medidas que dispuso el Gobierno”.

El jefe de Medicina Tropical y Medicina del viajero del Hospital Muñiz


señaló que “el distanciamiento significa volverse un poco más ermitaño y
que todas las actividades se desarrollen preferentemente dentro de las
casas y cuando se sale a lugares donde hay muchas personas mantener el
mínimo contacto con ellas”.

En ese sentido, el especialista recomendó: “Lo que no es esencial ni


urgente, como hacerse un chequeo de rutina, por ejemplo, lo ideal es
posponerlo para más adelante, para dentro de tres semanas por lo menos”.

“Habrá que ver qué pasa con el medio de transporte, pero al cerrar cines,
teatros y suspender las clases hace que haya menos movimiento en las
ciudades”.
Lo que no está recomendado

Reuniones grupales

Pijamadas

Organizar reuniones de niños

Conciertos y recitales

Ir al teatro

Eventos atléticos, como maratones

Concurrir a comercios abarrotados de gente

Ir a shoppings

Entrenamiento en el gimnasio

Recibir visitas en casa

Contratar personal para trabajos que no son urgentes en casa

Movilizarse en medios de transporte masivo

Con precaución

Ir a un restaurante
Ir al supermercado

Comprar comida preparada

Ir a la farmacia

Hacer deportes en un parque al aire libre

Ir a la biblioteca

Servicios religiosos

Irse de viaje

Lo que se puede hacer con tranquilidad

Dar un paseo

Hacer trabajos de jardinería

Limpiar un armario, hacer orden en casa

Leer un libro

Escuchar música

Cocinar

Hacer noches de juegos en familia


Ir a dar una vuelta en el auto

Hacer videochats grupales

Ver su programa favorito en la televisión

Ver a un amigo

Verificar si están bien los vecinos mayores

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