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Semiótica visual y Simbolismo de los colores

La semiótica visual es una rama de la semiología (semiótica) que trata sobre


el estudio o interpretación de las imágenes, objetos e incluso gestos y expresiones corporales,
para comprender o acoger una idea de lo que se está visualizando. Por ejemplo, una persona que
asiste a una exposición de pintura utiliza la semiótica visual para interpretar la imagen
observada.

Forman parte de la semiótica visual, muchos campos, como por ejemplo:


• Lenguaje de señas.
• Señales de tránsito (informativas, preventivas, reglamentarias).
• Obras de arte, como por ejemplo la pintura, la arquitectura.
• Señales de movimiento y acción (utilizadas en el ejército).
• Caricaturas.
• Vallas publicitarias.
• Imágenes en general.

El Grupo µ se estaba, desde sus comienzos, confrontado con los hechos de comunicación visual.
Sin embargo, la situación era aquí bien diferente de este que era en el momento de la elaboración
de Retórica general. En los años 60 pues, existía un corpus de conceptos lingüísticos
inmediatamente utilizable: bastaba pues explotarlos para elaborar una retórica lingüística
contemporánea. Nada de parecido con la retórica visual: lo que se daba entonces como
"semiótica visual", si se excluye las proposiciones de Christian Metz, Umberto Eco y de Nelson
Goodman, no era más que crítica de arte subjetiva, que se presentaba bajo el disfraz de un
lenguaje técnico oscuro y aproximado. Antes de lanzarse en una retórica de la imagen, el Grupo
µ tuvo pues que elaborar el corpus teórico necesario. Es allí el origen de su contribución a la
semiótica visual: su Tratado del signo visual (1992) (cuyo Göran Sonesson ha podido decir que
era en la comunicación visual lo que el Curso de lingüística general de Ferdinand de
Saussure estuvo a la lingüística) elaboraba una gramática general de la imagen,
independientemente del tipo de corpus considerado.

La distinción fundamental planteada por el Grupo entre signo icónico y signo plástico ha
permitido revisitar la cuestión de la arbitrariedad y de la motivación del signo icónico.
Esta semiótica visual contribuye a su vez a la semiótica general: pues una cuestión encontrada en
este momento por el Grupo fue la de la relación entre la experiencia (sensorial) y el significado,
cuestión muy general, ya que encuentra aquella del origen mismo del sentido. La originalidad de
la contribución del Grupo es de haber lanzado un puente entre las disciplinas cognitivas y una
semiótica de tradición a menudo inmanente. Ella demuestra en efecto que el sentido se elabora a
partir de percepciones elementales, integrando y organizando los estímulos gracias a mecanismos
perceptivos especializados, en un transcurso de abstracción que lleva a categorizar la
experiencia. El Grupo ha así trabajado a la elaboración de una semiótica cognitiva, hoy día
desarrollada en sus Principia semiótica (Bruselas, Les Impressions nouvelles, 2015).

Simbolismo de los colores.


El simbolismo del color en el arte y la antropología se refiere al uso del color como símbolo en
diversas culturas. Existe una gran diversidad en el uso de los colores y las asociaciones sociales y
morales entre culturas e incluso dentro de la misma cultura en diferentes lugares y períodos de
tiempo.

El mismo color puede tener asociaciones muy diferentes dentro de la misma cultura en cualquier
momento. La diversidad en el simbolismo del color ocurre porque los significados del color y el
simbolismo ocurren sobre una base individual, cultural y universal. El simbolismo del color
también depende del contexto y está influenciado por los cambios producidos a lo largo del
tiempo .

Las representaciones simbólicas de conceptos o artículos religiosos también incluyen un color


específico con el cual se asocia el concepto u objeto.

Entre los hombres más primitivos, solo existen dos términos de color, la luz blanca del día se
opone a la oscuridad de la noche.

Durante la Antigüedad se favorece el negro, blanco y rojo. El rojo conlleva un significado de tela
teñida, el negro de tela sucia y sin teñir y el blanco de tela sin teñir, pura y limpia. Los códigos
sociales y los sistemas de representación giran en torno a estos valores hasta la plena Edad
Media. En el área indoeuropea, el blanco está asociado a funciones sacerdotales, el rojo, con el
naranja y el amarillo, a la guerra y el negro con el verde y los tonos oscuros, a funciones
productivas.

En la Edad Media, el uso de los colores divide a la Iglesia Católica. Michel


Pastoureau caracteriza como 'cromófobos' a los prelados que, como Bernardo de Claraval, creen
que los colores representan la materia vil y son un artificio inútil agregado por el hombre a la
Creación. Suprimen la decoración de lugares, libros, ropa y utensilios de culto. Al contrario, hay
otros, 'cromófilos' como los cluniacenses o el abad Suger, que asimilan los colores a la luz y por
tanto al Espíritu y promueven su uso. Aquí, el 'color' se opone al blanco, negro, gris o crudo. El
color blanco es el de la divinidad. Los defensores del uso de los colores predominan desde
finales del siglo XII. Los principales colores medievales (blanco, amarillo, rojo, verde, azul y
negro) se difunden en la vestimenta y en las iglesias.

En esa época, el cristianismo influyó profundamente en el simbolismo de los colores: el blanco


expresaba pureza, humildad y liberalidad. El negro pasa a ser un reflejo de la humildad y la
penitencia desde el siglo IX, convirtiéndose en el color obligatorio de la vestimenta monástica.
Los azules, considerados anteriormente una mera variedad del negro, adquieren a finales del
siglo XI un significado autónomo: el color celeste se muestra en el velo de la Virgen, y se
convirtió en el símbolo de la serenidad, la sinceridad y se extiende a la vestimenta y los escudos
de armas. El amarillo, el color que es a la vez el del oro y el azufre maligno, es asociado con la

enfermedad, el declive (el amarillo es un color que se extingue, mate y triste en comparación con
el oro o la luz solar, fuente de energía y vida), la traición, el color del vestido de Judas desde el
siglo XII). El verde, pigmento difícil de fijar por los tintoreros, simboliza la inestabilidad
(asociada al amor, la infancia, la suerte y el azar), el color del Islam o la del diablo desde el siglo
XIII, de manera que representaba la naturaleza entre los románticos. El negro, símbolo de la
oscuridad y la muerte, se convirtió en 'un color de moda' desde el siglo XIV hasta el XVI y fue el
color real hasta mediados del siglo XVII. A pesar de que sigue estando asociado con la brujería y
el luto, el negro fue adoptado en todos los tribunales europeos tras las leyes suntuarias que
prohibían a los aristócratas romanos que usaran ropa de colores consideradas ostentosas cuando
llegó la peste negra. Un soneto anónimo condensó todo el simbolismo que alcanzaban los colores
en el Siglo de Oro, hacia el año 1593:

«Es lo blanco castísima pureza; / amores significa lo morado; / crüeza o sujeción es lo


encarnado; / negro es crudo dolor; claro, tristeza. / Naranjado se entiende que es firmeza; / rojo
claro, venganza, y colorado, / alegría, y si escuro lo morado, / congoja, y si es claro anuncia
alteza. / Es lo pardo trabajo; azul es celo; / turquesado, soberbia, y lo amarillo / es desesperación.
Verde, esperanza. / De suerte que ya que diese el cielo / licencia en el dolor, para decillo / bien se
puede mostrar por semejanza.»

Actividad.
Van a realizar un diagrama de árbol de la lectura anterior.

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