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La innovación es un duende pirómano (y no lo que tú quieras creer) y el edificio se está

quemando. Parte 1.

Una persona que era mi jefe me dijo hace algunos años algo fundamental en medio de un
llamado de atención derivado de mi inconformidad con su estilo de liderazgo basado en el
control, la coerción y la comunicación unidireccional, y en la cultura laboral un tanto
anquilosada en la que estábamos trabajando. Me dijo que yo debería ser tan innovador
como quisiera que fuera mi entorno.

Parecería ser un sabio consejo guiado por el valor de la reciprocidad, pero fue en ese
contexto una recomendación de doble filo: Por un lado me motivó a comenzar a transformar
de fondo mi forma de vivir y de ganarme la vida y, entre otras cosas, a mediano plazo a
abrir este blog y a comenzar a implementar efectivamente mi maestría que es –
precisamente - en innovación; y por otro lado, me dejó claro que nada cambiaría allí, que mi
ámbito de incidencia en ese espacio laboral sólo se circunscribía a mi fuero interior, no a las
condiciones materiales y políticas que nos rodeaban, y me pareció además en ese contexto,
una invitación a no retar su autoridad. Lo que entendí en aquella situación, es que recaía
sobre mí la responsabilidad y el riesgo de atreverme a intentar mejorar las circunstancias
profesionales en las que nos desempeñábamos, de manera que con suerte – como si en
una prueba iniciática sectaria - podría “ganarme el derecho” de que se me permitiera
intentar ser innovador, como si eso fuera un premio y no una angustiante necesidad actual.
Como en todo, cabe la posibilidad de que esa persona haya tenido otra intención al decir
eso pero después del regaño no tuve ya los arrestos para intentar aclararlo. Entendí de
forma definitiva que ese ambiente laboral no respondía a mis expectativas y que era
momento de emprender otro camino, muy lejos de allí.

Golpeado por ese desencuentro, en las últimas reuniones de comité a las que asistí, mi
mente divagó buscando entender el problema de fondo que se manifestaba en esa
situación; y entonces tuve una visión: La innovación es un duende pirómano, sentado en
una mesa de reuniones, desordenando los papeles de una junta - interminable e
intrascendente - y escribiendo burlonamente en el tablero que el edificio se incendia,
mientras todos se esfuerzan por ignorarlo y disimular la repulsión que les causa su
presencia, sin que nadie verifique si en realidad hay fuego allá afuera. Alegóricamente, yo
era el duende y estaba jugando con fuego; o así me lo hizo entender esa persona que era
mi jefe quien, paradójicamente, fue desvinculada de su cargo poco tiempo después de que
me fui de aquel lugar, decidido a seguir su consejo, pero a mi manera.

Inspirado por esa experiencia, y decidido a reorientar mi vida para en adelante estar tan
lejos de esa clase de ambiente laboral, y tan cerca del fuego como me fuera posible, en
septiembre de 2022 comencé un proceso alrededor de la promoción de la innovación. Ese
proceso hace parte de un proyecto que desarrollo en la plataforma de emprendimiento de
Compensar, una importante entidad colombiana constituída con aportes parafiscales de los
trabajadores. El proceso consiste en diseñar una solución concreta y gamificada, basada en
dinámicas y mecánicas de juego, vinculada con recursos tecnológicos y con procesos de
acompañamiento personalizado, para ayudar a formar a jóvenes en el desarrollo de nuevas
creencias y habilidades orientadas a ser innovadores. En realidad el proceso se extendía a
diferentes habilidades relacionadas con el emprendimiento y a diferentes poblaciones
objetivo; el enfoque en innovación y jóvenes lo puse yo a partir de mi experiencia docente,
de mi maestría y de mi necesidad personal de volcarme a entender el fenómeno de la
innovación, una de mis preocupaciones fundamentales en la vida y que se había quedado
en salmuera tras más de una década trabajando en organizaciones convencionales, en
cargos convencionales y con directivos convencionales - con aversión al fuego - y siendo yo
mismo, una persona convencional – aunque con cierta proclividad hacia él -.

En futuras entregas de esta columna haré un breve resumen de algunas de las definiciones
que varios autores a través de la historia han formulado para definir el escurridizo término
“innovación”, y entraré a describir una postura estructurada al respecto, y a comentar las
aproximaciones que hice recientemente a través de ejercicios investigativos, y de la revisión
de artículos de otros autores, a ella.

En esta entrega no lo haré; tan solo voy a prender fuego – ¡Sí, fuego! - a algunas (sólo
algunas) creencias al respecto que desde mi perspectiva son espurias y hacen más daño
que bien:

Se puede innovar sin pisar callos: FALSO, la innovación escuece, estorba, molesta e
incomoda a unos o a otros, y no se puede acudir a ella sin arriesgarse. Las personas y
organizaciones que creen esto, están abducidas en el asunto político, más que en procesos
de transformación real y radical.

La innovación conduce a un mejor estado de las cosas: FALSO, la innovación genera


transformaciones que no tienden a ser graduales sino disruptivas, y que son inciertas; la
perspectiva de la mejora continua, que plantea que haciendo un poco mejor cada vez las
cosas se logra mejoras sistémicas, puede ser una perspectiva válida en algunas
condiciones, pero NO es una perspectiva real de innovación. Las cosas pueden tener
mejoras graduales recurrentemente y, aunque esto es bueno a primera vista, también
puede evitar la necesidad de acometer transformaciones sistémicas, lo cual puede llegar a
ser incluso regresivo. Pero en todos los sistemas, haya o no mejora continua, tarde o
temprano algo se rompe. La innovación, sea a menor o mayor escala, es un fenómeno
eminentemente disruptivo; y si bien puede valerse de la incrementalidad (la mejora gradual),
no la busca. No compre adulteraciones incrementales bajo el nombre de innovación.

La innovación está referida a la tecnología digital de punta: FALSO, la tecnología es


producto de la innovación, y a su vez, la innovación hace uso de la tecnología, sea digital o
no, para acercar espacios que antes estaban desconectados, crear mezclas inusuales,
romper barreras existentes, y manifestarse transformando las reglas de juego, y
transformando el tablero de juego mismo. Por ejemplo: Sin tecnología digital, y más bien
gracias a algo más simple, la rueda, los sistemas de transporte unieron espacios separados
del planeta tierra y dieron lugar al surgimiento de imperios, migraciones aceleradas y del
comercio. Las tecnologías digitales permiten el apareamiento de formas de contar historias
y de acceder a ellas, que antes estaban separadas en diferentes lenguajes y soportes. Un
ejemplo de ello es esta plataforma de blogs, que además contiene audios que amplifican las
narrativas escritas para llevarlas a otros confines o para permitir el acceso de personas con
limitación visual; que permite participar en comentarios; que permite compartir imágenes o
videos, que permite comentar lo que pienso, cambiar de opinión y así, hacer modificaciones
posteriores a su publicación lo cual antes, en el papel impreso era imposible hasta que se
publicara una nueva edición, por ejemplo de un libro. Este sistema de publicación de blogs
además probablemente puede dejar sin trabajo a periodistas y comunicadores, y puede dar
trabajo a otros... Por ejemplo, a mí si usted me considera útil en su organización; “tú, yo, el
audiovisual, la innovación... Piénsalo ;-)”

La innovación conduce a un estado ideal de las cosas. FALSO, la innovación en tanto que
duende pirómano (como expuse más arriba), crea situaciones de tensión, trastoca
estructuras de poder en algunos casos, pero en otros puede profundizar situaciones de
desigualdad; crea nuevas realidades posibles, pero puede destruir otras. La innovación
requiere un esfuerzo deliberado y coordinado para poner ese duende de nuestro lado
(suponiendo que usted y yo estamos del mismo lado) para crear realidades más
auspiciosas en materia de desarrollo humano, felicidad y el bienestar ambiental, y por
supuesto requiere no hacerse el de la vista gorda con ella mientras se nos incendia el
edificio y mientras un duende traspapela nuestra junta interminable, que pudo ser un mail.

La innovación es asunto abarcable con una política empresarial adecuada. FALSO, la


innovación se puede encauzar, pero es un fenómeno difuso y dinámico; y como fenómeno
que es, surge en lugares inesperados, se requiere un trabajo continuo, flexible, inteligente,
empático, iterativo y colectivo para ayudar a que esta enredadera crezca bonita y dé fruto.
Con lo que se hace actualmente en la mayoría de las empresas NO ES SUFICIENTE para
encauzar procesos de innovación fructíferos, pero eso sí, la mayoría de las empresas
actuales fueron alguna vez producto del fenómeno de la innovación, aunque lo hayan
olvidado en su adultez y se crean de mejor familia (sí Google, te hablo a tí).

La innovación es un asunto empresarial y económico orientado a crear riqueza monetaria.


FALSO, de toda falsedad. Este fenómeno se manifiesta en el ámbito empresarial y
económico, y puede que en muchos casos cree riqueza monetaria pues, como todo lo que
ocurre en la tierra, se manifiesta diferentes esferas (incluida la empresarial y económica) y
porque todo está conectado con todo en la existencia humana, pero la raíz del proceso
innovador no está en esos dos ámbitos exclusivamente. Está en la entraña del ser humano,
en su necesidad genética, social y cultural de crear transformaciones radicales de sus
condiciones materiales. Y no toda riqueza es necesariamente monetaria; probablemente el
fenómeno de la innovación social, en algún momento dictamine que las monedas, como las
conocemos hoy, dejen de existir, y sean reemplazadas por algo mejor (o peor).

La innovación es crear cosas nuevas y dejar atrás el pasado. FALSO, la innovación también
puede traer al presente el pasado, y reinterpretarlo a la luz de nuevos valores, nuevas
condiciones o prioridades. Romper barreras entre lo que antes necesariamente estaba
separado, como señalé previamente, incluye la posibilidad de poner a dialogar momentos
diversos en la cronología humana; conectar así el pasado, el presente y el futuro,
superando su temporalidad, en la construcción de invenciones y configuraciones objetuales,
procesuales e identitarias inéditas, a través de las cuales la cronología temporal de los
grupos humanos sufre rupturas y transformaciones.

La innovación es un asunto puramente gerencial y administrativo. FALSO, es un fenómeno


vinculado con transformaciones en el saber hacer; en términos de administración pública, es
un asunto “técnico” o “misional”, no sólo de “soporte corporativo”. Es una creencia falsa
pensar que la innovación surge de los procesos gerenciales o administrativos; el papel de
gerentes y administrativos, además de innovar en su propio campo disciplinar, es no
estropear (y antes aún, facilitar) la innovación en los campos disciplinares que constituyen el
core de los negocios u objetivos misionales para los cuales trabajan. Esto casi nunca ocurre
cuando los sistemas administrativos y gerenciales cobran un protagonismo desmedido, y
especialmente en contextos especulativos.

Toda innovación triunfa y gusta. FALSO, la mayoría de procesos de innovación mueren en


el intento. Pero los que sobreviven a las barreras sociales para la innovación y triunfan,
cambian el estado de las cosas a un nivel profundo. Un amplio margen de personas actúan
como barreras tácitas para los procesos de innovación, y probablemente esto tiene sentido
en tanto actúan como elementos preservadores de ciertos componentes del statu quo, y de
esa forma aportan estabilidad a los sistemas sociales. Pero el duende pirómano no piensa
lo mismo.Y yo tampoco.

La innovación es libertad, desorden y caos. FALSO. Primero que todo, el desorden no


conduce a la libertad. Segundo que todo, el caos no es desorden. Pero sobre todo, sólo en
el contexto de lo colectivo se puede ser transformador. Sólo en el contexto de una
comunidad real es posible la libertad, en palabras de Marx. El pensamiento de Marx fue
profundamente innovador, aunque una buena parte de quienes se declaran marxistas no lo
son. Y eso no necesariamente es negativo.

La innovación es un proceso puramente individual, cuya responsabilidad recae en personas


innovadoras. FALSO, como dije anteriormente la innovación requiere de lo colectivo y es, en
esencia, un proceso colectivo. Quienes innovan son tan sólo personas con un grado
aceptable de inteligencia y creatividad, pero con voluntad, una idea en la cabeza y suerte. Y
a veces, la innovación ocurre de forma casi accidental, como serendipia. Eso es así porque
las personas tendemos a la innovación. La cultura individualista y el culto a la personalidad
es sólo una arista más de una mirada que dificulta procesos de transformación profunda de
la sociedad actual, y que puede llegar a ser conservadora y peligrosa.

La innovación es un discurso novedoso, pero sin resultados concretos en la economía.


Aunque la innovación puede tener consecuencias caracterizables como positivas o
negativas en la sociedad, el hecho de que un país tenga unas prácticas sistemáticas
orientadas a la innovación correlaciona de forma bastante estrecha con indicadores
positivos en el desarrollo económico de las naciones. Así lo indica el Índice Global de
Innovación de la WIPO, que recoge indicadores variados de prácticas que,
presumiblemente, conducen a la innovación, por lo menos desde el punto de vista de la
creación de propiedad intelectual. Los países mejor rankeados en él, tienen a su vez
buenos posicionamientos en otros rankings relacionados con desarrollo económico y social.
Esto no quiere decir que necesariamente la innovación sea causa, o causa única de ésto;
una correlación no implica una relación de causalidad. Puede ocurrir que ambas cosas
sucedan al mismo tiempo y por razones independientes en un contexto enriquecido. O
pueden sí estar relacionadas causalmente, pero eso deberá corroborarse. Lo cierto es que
hay una estrecha correlación positiva.

La innovación es mercadeo y conquistar nuevos clientes. FALSÍSIMO, muchos innovadores


jamás tuvieron clientes, y aun así cambiaron la vida y el destino de la humanidad. La
innovación se puede valer del mercadeo y de la economía de mercado para prosperar, pero
no son lo mismo. El mercadeo y las ventas en ciertos contextos pueden resultar regresivos
en tanto que establecen como único indicador del éxito de cualquier cosa, las ventas y la
rentabilidad. La innovación va por otro lado, y es diversa.

La innovación es pensamiento de diseño centrado en el usuario. FALSO, el pensamiento de


diseño centrado en el usuario es una herramienta que puede crear innovaciones; de alguna
manera, es una herramienta de la cual se basta la innovación, pero no es la innovación
misma. No todo lo que se desarrolla desde el pensamiento de diseño es necesariamente
innovador; ni todo lo que el usuario cree que necesita es lo que podría obtener si tuviera lo
que no alcanza tan siquiera a imaginar. La innovación apunta a ello.

La innovación no requiere apoyo. FALSO, como dije previamente, la innovación está


vinculada con lo colectivo. Y las políticas públicas, así como el sistema económico y social,
tienen una incidencia directa en su desarrollo. En la medida en la que la innovación entraña
riesgos, es un bien potente, frágil y explosivo, que la sociedad debe cobijar, cultivar y
cosechar cuidadosamente.

La innovación es asunto de jóvenes. FALSO. Para nada, existen jóvenes innovadores y en


cierta medida ellas y ellos tienen condiciones cognitivas y físicas que les facilitan esa tarea,
pero el anquilosamiento, la aversión al riesgo y el miedo se presentan en todas las edades y
grupos sociales, así como lo contrario. En buena medida, en todas las poblaciones existen
curvas “normales” (googléalo) que hacen que las personas se ubiquen en diferentes lugares
del espectro que va de lo conservador a lo innovador. El punto es tener conciencia de eso y
no permitir que la sociedad se vuelva uniformemente conservadora y aversa al riesgo y la
experimentación. Eso requiere un esfuerzo consciente, institucional, deliberado y a todos los
niveles. Vestirse raro y escuchar cierto tipo de música tampoco garantiza ser innovador. Ni
ser radical, ni parecer geek, ni hablar más duro que los demás o ser sociable. Tampoco es
cierto que todas las personas tienen que serlo. Un piloto de avión, por más jóven que sea (y
tengo desde jóven amigos que son pilotos, sé por qué lo digo), es deseable que detrás de
los mandos de una aeronave no sea nada innovador. Puede serlo en otros ámbitos, allí no.

Innovación es la búsqueda de la excelencia dentro de un campo determinado. FALSO, la


excelencia no necesariamente conduce a la innovación. Aunque la excelencia disciplinar sí
puede aportar a los procesos innovadores en ciertas condiciones y en ciertas etapas. La
búsqueda de la excelencia en el campo artístico, por ejemplo, no conduce necesariamente
a su transformación a través del tiempo, ni a la exploración de nuevos horizontes
disciplinares. Puede ser una forma de cultivar las tradiciones, sin más. Y ciertas condiciones
puede llegar a ser francamente regresiva, cuando se promueve como una forma única de
ejercer una actividad artística o narrativa.

Innovación es lograr ser eficaz para cumplir con los mandados de un jefe retrógrado, y
dotarlo con una fachada moderna y digital. FALSO de toda falsedad. Si alguien pretende de
usted eso, mejor aléjese y que entre el duende y escoja.

La realidad es que la lista de trampas cognitivas, creencias limitantes y estereotipos sobre la


innovación dan para escribir una enciclopedia. Los mencionados son algunos de los
fundamentales para mí, en el momento actual. Consciente de la existencia de estas y otras
aberraciones, y víctima de ellas, emprendí un camino hacia abordar el tema de la
innovación en serio. De este tema continuaré comentando y exponiendo experiencias
relacionadas en FUNDAMENTAL, en las siguientes entradas del blog, en las que espero
que nos leamos, escuchemos y veamos. Así que le recomiendo suscribirse, seguirme,
comentar y compartir.

Soy Manuel Aberto Corredor Aristizábal, más conocido como Manu El Corredor; un
realizador de cine y televisión, con magíster en innovación, con experiencia en la
comunicación social, el periodismo y el diseño web, aficionado al automovilismo y al
SimRacing; soy también muchas cosas más que le iré contando en su momento.

He decidido comenzar FUNDAMENTAL con el tema de la innovación, que tanto me


trasnocha. Muchos dirían que mi camino, en virtud de mi pregrado, debe girar en torno a la
creación de relatos audiovisuales dentro de los cánones tradicionales y no más. No es así,
mi vida se mueve en múltiples tableros, pero por otro lado, también me interesa lograr
producir narraciones audiovisuales con virtuosismo técnico y expresivo, claro que sí. De eso
también hablaremos en este blog, y de contenidos interesantes, y de procesos
comunicativos, de prácticas periodísticas, estrategias de contenido, gamificación,
ludificación, musicalización, experiencias de vida; y de esports, y de ocio y entretenimiento.
Y de educación emocional, también, cuando quepa. Y de lo que usted y yo decidamos
hablar aquí. Pero eso será más adelante, en otras entradas. Gracias por comenzar conmigo
este camino para sumergirnos en aquello que es FUNDAMENTAL para mí, y para usted.
Hasta la próxima.
Parte 2

Vivo en Colombia, un país con dos océanos, bellísimas montañas, ríos y llanos; lleno de
talento, musicalidad y literatura, y bla bla bla; Colombia es un lugar maravilloso y sin duda el
mejor vividero del mundo. Pero la WIPO tiene otra opinión.

Pero ¿Qué significa eso? ¿Qué implica lograr eso?. En FUNDAMENTAL exploraré en varias
entregas este fenómeno, a partir de la documentación de experiencias que he desarrollado,
que se encuentran en desarrollo o desarrollaré.

El primer paso en ese proceso fue consultar la opinión un grupo diverso de personas que
conceptuaron de forma abierta sobre algunos detonantes temáticos, para a partir de allí
hacer una aproximación a los paradigmas que dan lugar a las categorías de lenguaje que
utilizan algunas personas para hacer referencia al escurridizo término innovación, y sobre la
aproximación práctica a la búsqueda de soluciones concretas a una necesidad hipotética.
No se trató de una aproximación investigativa formal, pero sí de un ejercicio de
aproximación cualitativa con fines prácticos.

Pedí a ese grupo de personas describir qué consideran que es la innovación, y qué
creencias existentes en las personas sobre la innovación no son ciertas. A partir de la
afirmación de que "Muchas personas y empresas tienen cierto grado de desconocimiento
sobre cómo ser realmente ser innovadores" y que "Actualmente muchas personas y
empresas carecen de acompañamiento suficiente y adecuado en la búsqueda de ser
innovadores" les pedí mencionar algún o algunos hechos o fenómenos que han observado
en el entorno y que podrían ser una evidencia de que esa afirmación es cierta, o por eol
contrario falsa, y les pedí imaginar que existe un servicio o aplicación digital que ayuda a las
personas y a las empresas a ser innovadores y describir qué funcionalidades tendría esa
aplicación o servicio digital para que te fuera eficaz, desde su criterio.

Las personas consultadas elaboraron respuestas diversas, basadas en su forma de


concebir el asunto, y las plasmaron en una serie de respuestas escritas abiertas, ninguna
de las cuales era evaluada como correcta o incorrecta. Las respuestas permitieron
establecer una serie de categorías de representación por inclusión y exclusión, es decir,
formas de definir y delimitar la innovación; identificar problemas asociados a la innovación
que se presentan en sus contextos; y caracterizar ideas sobre las funcionalidades
requeridas en el diseño de una solución. Una vez identificadas las categorías, el trabajo
consistió en revisar la recurrencia del uso de esas categorías y establecer unos ejes de
análisis de discurso al rededor de los cuales establecer algunas observaciones para un
proceso de indagación formal en el futuro.

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