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3 juzgado general de indios

a) Nombrar a un defensor de indios que fuera el único representante de ellos en todos los casos,
quien debería preparar y presentar las quejas por ellos levantadas y procuraría resolver los
conflictos por la vía de negociación y no de juicio.

b) Se buscaba terminar con los conflictos jurisdiccionales en los casos de indios, solicitando que al
cargo de virrey se le diera jurisdicción de primera instancia en todas las causas civiles y criminales
que afectara a los indios entre ellos o con los españoles. Las apelaciones podrían elevarse a la Real
Audiencia que las resolvería en forma sumaria.

Así el Juzgado General de Indios tenia jurisdicción alterna, pero no exclusiva, en primera instancia
en los pleitos de indios entre si y en los de españoles contra indios. Las quejas presentadas por los
indios en contra de los españoles no eran competencia del juzgado, sino de la justicia ordinaria o
de la Real Audiencia, sin embargo, era posible que el virrey la atendiera como peticiones de
remedio administrativo. El juzgado también tenía jurisdicción alterna, pero no exclusiva, en los
casos criminales contra indios la apelación correspondía a los alcaldes del crimen de la Real
Audiencia.

En cuanto a su jurisdicción territorial está abarcaba la mayor de la Audiencia en México.

4.4 Consulado

Los comerciantes se asociaban en grandes corporaciones profesionales que recibían el nombre de


Consulados y tenían como función la defensa de los intereses económicos de sus miembros,
actuaban como tripulantes especiales para resolver los litigios mercantiles surgidos entre sus
integrantes. No intervenían juristas ni jueces profesionales, sino mercaderes conocedores del
tráfico mercantil y sus problemas y costumbres. Los litigios se resolvían con base en el uso
mercantil y las normas escritas privativas de cada Consulado.

Los cónsules de la Nueva España podían resolver los litigios y diferencias entre mercaderes en
materia de compras, ventas, cambios, trueques, quiebras, seguros, cuentas, navíos, fletes, etc. En
caso de que la decisión hubiera sido revocar la sentencia de primera instancia, cabía la suplicación
ante el mismo oidor, pero con dos mercaderes distintos de los primeros. Ante el resultado de la
suplicación no cabía recurso alguno.
4.3 juzgado general de indios

en la Nueva España se consideraba a los indios como un grupo que debía recibir un trato distinto
especial, dada su pobreza y miseria. Se buscó facilitarles mecanismos de solución de conflictos con
la reducción o eliminación de los costos judiciales y la intervención del aparato de funcionarios,
abogados y notarios, y la garantía de un acceso directo a la justicia. Sin embargo, estos intentos
fracasaron y en 1590, el monarca solucionó dicho problema a través de dos mecanismos:

a) Nombrar a un defensor de indios que fuera el único representante de ellos en todos los
casos, quien debería preparar y presentar las quejas por ellos levantadas y procuraría
resolver los conflictos por la vía de negociación y no de juicio. Este defensor recibiría un
salario a través de un pequeño impuesto que pagarían por indios de cabeza
b) Se buscaba terminar con los conflictos jurisdiccionales en los casos de indios, solicitando
que al cargo de virrey se le diera jurisdicción de primera instancia en todas las causas
civiles y criminales que afectara a los indios entre ellos o con los españoles. Las
apelaciones podrían elevarse a la Real Audiencia que las resolvería en forma sumaria.

Así el Juzgado General de Indios tenia jurisdicción alterna, pero no exclusiva, en primera instancia
en los pleitos de indios entre si y en los de españoles contra indios. Las quejas presentadas por los
indios en contra de los españoles no eran competencia del juzgado, sino de la justicia ordinaria o
de la Real Audiencia, sin embargo, era posible que el virrey la atendiera como peticiones de
remedio administrativo. El juzgado también tenía jurisdicción alterna, pero no exclusiva, en los
casos criminales contra indios la apelación correspondía a los alcaldes del crimen de la Real
Audiencia.

El Juzgado conocía de asuntos tales como problemas respecto a licencias para la venta y
arrendamiento de tierras indias, cacicazgos, privilegios especiales, solicitudes de amparo, malos
tratos, quejas contra el clero, daños a cosechas y otros. En cuanto a su jurisdicción territorial está
abarcaba la mayor de la Audiencia en México.

El juzgado podía sentencias a periodos de trabajos forzados, flagelación, marca con hierro y
mutilación e incluso a la pena capital.

4.4 Consulado

Los comerciantes se asociaban en grandes corporaciones profesionales que recibían el nombre de


Consulados y tenían como función la defensa de los intereses económicos de sus miembros,
actuaban como tripulantes especiales para resolver los litigios mercantiles surgidos entre sus
integrantes. No intervenían juristas ni jueces profesionales, sino mercaderes conocedores del
tráfico mercantil y sus problemas y costumbres. Los litigios se resolvían con base en el uso
mercantil y las normas escritas privativas de cada Consulado.

En cuanto a la jurisdicción consular, esta se originaba en la falta de especialización de los órganos


judiciales para la resolución de problemas concemientes al comercio, sobre todo al marítimo. Los
comerciantes decidieron confiar la resolución de sus controversias a un compañero de oficio que
hiciera las veces de árbitro, actuando como perito en la materia objeto de conflicto.
Los cónsules de la Nueva España podían resolver los litigios y diferencias entre mercaderes en
materia de compras, ventas, cambios, trueques, quiebras, seguros, cuentas, navíos, fletes, etc. En
el procedimiento ante el consulado el prior y dos cónsules debían escuchar la demanda hecha por
el actor y la defensa por el demandado inmediatamente después se debía buscar llegar a un
arreglo o conciliación entre las partes, y si no lo lograban, se procedía nuevamente a escuchar las
partes, ya sea en forma oral o por escrito, sin la participación de abogados. Había que llevar el
pleito con la mayor brevedad posible, pudiéndose sentenciar ya sea por unanimidad o mayoría; los
tres tenían que firmar la sentencia, asentando sus votos en el libro, que para este efecto estaba en
poder de Secretario del Cónsul. Las apelaciones se hacían ente un oidor de la Real Audiencia
nombrado anualmente por el virrey. En caso de que la decisión hubiera sido revocar la sentencia
de primera instancia, cabía la suplicación ante el mismo oidor, pero con dos mercaderes distintos
de los primeros. Ante el resultado de la suplicación no cabía recurso alguno.

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