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LOS VIRUS

Un virus es un agente infeccioso 100 veces más pequeño que una célula, por eso solo puede observarse a
través del microscopio electrónico. La palabra procede del latín virus, que significa “toxina” o “veneno”.

Los virus están al límite de lo que podría considerarse un ser vivo, porque necesitan la célula de otro ser vivo
para vivir: puede ser la célula de un animal, una planta o una bacteria (las bacterias son organismos
unicelulares).

Una vez dentro del organismo que sirve de “huésped”, el virus infecta sus células y se multiplica para
sobrevivir.

Existen millones de tipos de virus, que tienen distintas formas y afectan diferentes tipos de células, por lo que
pueden producir diferentes enfermedades. Por ejemplo, el virus de la polio afecta el sistema nervioso y la
movilidad, mientras que el coronavirus afecta a los pulmones y el sistema respiratorio.

ESTRUCTURA DE UN VIRUS

Mientras una célula eucariota puede medir entre 7 y 150 micras, el tamaño de un virus está entre 0.02 y 0.75
micras. En este minúsculo espacio, un virus es capaz de contener todo lo necesario para infectar una célula,
reproducirse en ella y salir de ella, para infectar nuevas células. No es de extrañar, pues, que los diferentes
tipos de virus han desarrollado diferentes formas de organización para lograr realizar su ciclo reproductivo de
forma óptima.

En virología, se llama “virión” a la forma extracelular del virus, mientras no se encuentra infectando una célula.
En el virión, el material genético se encuentra envuelto por diferentes moléculas que le dan una estructura
determinada, llamada “cápside”. Podemos distinguir dos estructuras básicas en la cápside de los viriones, la
estructura icosaédrica y la estructura helicoidal, aunque, en ocasiones podemos encontrar viriones con
estructuras más complejas.

Viriones con cápside icosaédrica

Por definición, un icosaedro es una figura tridimensional formada por 20 triángulos equiláteros iguales en
tamaño. A simple vista, parece caprichoso que algo en la naturaleza sea tan perfecto como puede ser un
icosaedro. Sin embargo, la estructura icosaédrica de los virus puede explicarse de forma sencilla: un
icosaedro es la figura tridimensional construida a base de un solo monómero que permite el mayor volumen
en su interior. Esto es muy beneficioso para los virus que adoptan esta estructura, ya que no necesitan más
de un tipo de molécula para formar una cobertura en la que cabe perfectamente su material genético.
Viriones con cápside helicoidal

En ocasiones podemos encontrar viriones con cubiertas helicoidales. En estos casos, la cubierta protéica de
los virus está formada por un único tipo de proteína, dispuesta de forma helicoidal, que deja una cavidad
central. En la cavidad central se dispone el material genético del virus.

Viriones con cápside compleja

Se consideran viriones con cápside compleja a todos aquellos que no se dispongan en su totalidad en
estructuras helicoidales o icosaédricas. Normalmente las diferentes combinaciones de estructuras confieren al
virión diferentes funciones. Es el caso de algunos bacteriófagos, que disponen de una cápside formada por un
cuerpo icosaédrico y una “cola” helicoidal.

Viriones con cubierta lipídica

Algunos virus con cápsides helicoidales o icosaédricas son capaces de utilizar la membrana celular de la
célula hospedadora infectada para rodearse de una nueva envoltura conocida como “envoltura vírica”. Este
tipo de envoltura facilita la entrada del virión a la célula, mediante un proceso conocido como endocitosis, en
el que la membrana vírica se fusiona con la membrana de la célula hospedadora.
Clasificación de los Virus
Al igual que los sistemas de clasificación para organismos celulares, la clasificación de los
virus es un debate en desarrollo. Esto se debe en gran parte a la naturaleza de los virus, los
cuales son organismos no vivos según la definición clásica, pero tampoco son estrictamente
no vivos. Por lo tanto, curiosamente los virus no se encuentran dentro del sistema de
clasificación biológica de los organismos celulares, como si lo están las plantas y los
animales.

La clasificación de los virus se basa principalmente en las características de las partículas


virales, incluyendo la forma de la cápside el tipo de ácido nucleico (ADN O ARN, de doble
hebra (dh) o una hebra (uh)) dentro de la cápside, el proceso de replicación, sus organismos
huéspedes o el tipo de enfermedad que provocan. La Tabla 7.4 muestra una lista de
características, tales como la forma de la cápside, presencia de una envoltura y las
enfermedades que pueden causar los virus.

Descubrimiento de los Virus


Los investigadores utilizaron filtros especiales para quitar bacterias de los tejidos que
estaban infectados. Si las bacterias estaban causando la infección, los tejidos filtrados no
deberían ser capaces de enfermar a otros organismos. Sin embargo, los tejidos filtrados
seguían siendo infecciosos. Esto significaba que algo incluso más pequeño que las bacterias
estaba provocando la infección.

Los científicos realmente vieron por primera vez los virus en los años treinta, que es cuando
se inventó el microscopio eléctrico En 1915, el bacteriólogo inglés Frederick Twort descubrió
a los bacteriófagos , virus que atacan bacterias. Él observó pequeños puntos transparentes
dentro de las colonias bacterianas y formuló la hipótesis de que algo estaba matando las
bacterias.
ORIGEN DE LOS VIRUS:
El origen evolutivo de los virus es un pequeño enigma para la ciencia, que ni siquiera se
pone de acuerdo sobre si estas partículas son seres vivos o no. Para rematar el misterio,
algunos de los más letales no entraron en contacto con el ser humano hasta hace apenas 50
años, como es el caso del ébola (1976) y el VIH (1983), desatando toda clase de teorías
conspiranoicas y pseudocientíficas. Saber de dónde salió el primer virus no es tarea fácil.
Algunas teorías sugieren que evolucionaron de células parásitas que degeneraron hasta
quedar reducidas a unos cuantos genes cubiertos por proteínas. Otras teorías afirman que
evolucionaron de fragmentos de material genético escapado de los genes de algún
organismo. Incluso existe la posibilidad de que surgieran de cero, de forma similar a las
primeras células, mediante la combinación espontánea de ácidos nucleicos. La falta de
información es debida a que los virus son demasiado pequeños para formar fósiles
tradicionales. Sin embargo, al infectar un organismo, puede darse el caso de que alguno de
sus genes se incorpore al genoma del huésped. Esto crea una especie de fósil genético en
otros seres vivos que permiten suponer que los virus posiblemente son tan antiguos como
las primeras células. De esta forma se han encontrado restos del virus de la hepatitis B en el
genoma de aves actuales como el pinzón cebra, lo que dota a este agente infeccioso en más
de 19 millones de años. Por otro lado, estudios genéticos con avispas sugieren que ya había
virus infectando insectos hace 300 millones de años.

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