Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
La acústica del
violoncello
Albert Espina Carpi
Existe una gran variedad de instrumentos de cuerda frotada en todo el mundo.
Sin embargo, sus principios acústicos son comunes. Un arco es pasado y dirigido
perpendicularmente por una cuerda. La fricción entre el arco y la cuerda pone a ésta
en vibración. Las cuerdas poseen ciertas propiedades vibratorias las cuales las vuelven
un recurso musical ideal, desafortunadamente su pequeño tamaño deja estas
propiedades prácticamente inaudibles. La cuerda, está por lo tanto conectada a un
resonador, que suele ser una caja de madera tradicionalmente, (como en el caso del
cello), una piel de animal estirada o una calabaza. La función de esta caja resonadora
es la de vibrar en simpatía con las cuerdas. Esta mayor superficie de área interactúa
inmediatamente con el aire alrededor, generando fluctuaciones de presión
considerables que oímos como sonidos. En muchos aspectos, las diferencias entre el
violín y el violonchelo son simplemente una cuestión de escala, siendo los principios
acústicos los mismos en ambos casos. Sin embargo en el cello, su mayor tamaño, el
mayor peso de sus cuerdas y su estructura en sí acarrean problemas particulares
asociados con notas falsas o “lobos” entre otros.
Las leyes que rigen la frecuencia de los sonidos producidos por una cuerda en
vibración son las llamadas “Leyes de Mersenne”:
Todo tono producido por la vibración de una cuerda está compuesto por una
serie de “subsonidos” llamados armónicos o parciales que le otorgan una característica
fundamental; su timbre. De esta manera podemos diferenciar dos sonidos de igual
altura e intensidad pero producidos por diferentes fuentes sonoras o instrumentos.
Este hecho es definido por el Teorema de Fourier: “Cualquier forma de variación
periódica puede descomponerse en una suma de sinusoidales. Éstos deben de ser
múltiplos enteros de la frecuencia común.”
Experiencia comparativa de armónicos: