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Los costes de calidad son aquellos recursos invertidos por la empresa para el cumplimiento de
los requisitos de calidad, al mismo tiempo que se evitan y previenen errores en la producción,
como por ejemplo los costes relacionados con equipos de medición, controles de producción,
gestión de la documentación, formación de empleados, etc.
Se entiende por costes de no calidad como aquellos gastos que debe realizar la empresa cuando
no se han cumplido los requisitos de calidad o exigidos por el cliente y por tanto es necesario
volver a procesar el producto para corregirlo.
Si los costes de no calidad suponen un alto porcentaje del total de los gastos, debes analizar cuál
es la causa raíz, ya que es muy probable que algún procedimiento o proceso de producción no
está funcionando como debiera.
COSTES DE PREVENCIÓN:
Se producen para evitar que se cometan errores. Es decir, son los derivados de las acciones que
ayudan a la organización, a sus departamentos y empleados, a hacer bien su trabajo a la primera.
Se incluyen en este capítulo todas las medidas tendentes a prevenir los fallos.
Los costes de prevención se consideran costes de calidad. Esto es así porque tienen por objeto
reducir los costes de no – calidad.
COSTES DE EVALUACIÓN:
Son costes de calidad resultantes de la evaluación del producto ya acabado. O del servicio una
vez que ha sido entregado. Suponen todo lo gastado para determinar que el resultado de un
proceso se ajusta al estándar. Es decir, si está en conformidad con la calidad especificada.
Aquellos en los que incurre la organización como consecuencia de errores cometidos durante
sus procesos y actividades, pero que han sido detectados antes de que el producto o servicio sea
entregado al cliente. El coste que se comete antes de que el producto o servicio sea aceptado,
debido a que no todo el personal hizo bien su trabajo todas las veces.
La organización soporta estos costes porque el sistema de evaluación no detectó todos los
errores. Estos costes desaparecerían si no se hubiera producido ningún defecto.
Para capturar la opinión del cliente, debe utilizarse un proceso centrado y riguroso. Se trata de
obtener, estructurar y priorizar la voz del cliente de modo que asegure datos relevantes sobre las
necesidades y expectativas.
Detectamos las necesidades y las prioridades de nuestros clientes, buscando siempre la mejor
opción para satisfacerlas.
Comunicamos a nuestros clientes los beneficios que les aportamos (reducción de costes,
aumento de ingresos, mejora organizativa, etc.) y medimos su grado de satisfacción.
Estas son las diferencias que encontramos entre los productos y la producción de los servicios:
1.- Los productos son tangibles, es decir, se pueden tocar y apreciar por el resto los sentidos.
Los servicios son intangibles.
2.- Los productos, en general, son ofertas estándar y los servicios son heterogéneos y variables.
3.- La fabricación de los productos es independiente del consumo. Mientras los servicios se
producen y se consumen a la vez.
Empatía: Quiere decir ponerse en la situación del cliente, en su lugar para saber cómo se siente.
Tangibles: Las instalaciones físicas y el equipo de la organización deben ser lo mejor posible y
los empleados, estar bien presentados, de acuerdo a las posibilidades de cada organización y de
su gente.
CAUSAS
Las causas que conllevan a que se realice una evaluación son las siguientes:
No se realizan con enfoque sistémico que abarque las tres etapas del ciclo de vida de la calidad
del producto, ni se evalúa el cumplimiento de las actividades esenciales de la función de la
calidad.
Dificultades para reconocer los procesos críticos e incluso su interrelación con procesos de
soporte y estratégicos.
Dificultades para desarrollar un trabajo en equipo, requisito exigido por la gran mayoría de estas
herramientas.
Poca creatividad en la aplicación de las herramientas, sin considerar que la mayor parte de las
mismas son rediseñables en función de la problemática que se pretenda analizar.
Existe un segundo momento que se inicia a partir de los años 70 y que se mantiene en la
actualidad, donde el criterio del cliente es decisivo. Debido a que la relación demanda oferta,
favorece ampliamente a esta última. Aquí es imprescindible que la organización se proyecte
hacia el cliente, el mercado y desarrolle un enfoque externo operativo.
La utilización de los niveles de calidad sigue siendo útil, pero el rol del cliente es decisivo, la
calidad es evaluada únicamente por el mismo y su grado de satisfacción constituirá el nivel de
calidad o meta a alcanzar. Esta etapa coincide con el auge de las empresas de servicio, en las
cuales por su naturaleza intangible y novedosa, se dificulta la medición, análisis y diagnosis de
la calidad.
Debido a que gran parte de los estudios están orientados a la evaluación sobre la calidad de los
productos tangibles, es importante considerar algunos aspectos relevantes relacionados con la
calidad del servicio:
Para el usuario, evaluar la calidad de los servicios, es más difícil que evaluar la calidad de los
productos tangibles; posiblemente los criterios que utilizan para evaluar la calidad de un
servicio sean más difíciles de comprender. En la evaluación de la calidad de un servicio, los
únicos criterios que realmente son relevantes, son los que establecen los usuarios. Sólo ellos
juzgan la calidad, todos los demás juicios son irrelevantes.