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Cuentan que antiguamente había un hombre atormentado por el mal y que al morir, su alma
impura y de un corazón mellado por el odio, empezó a vagar por la inmensa selva en busca
de víctimas perdidas.
Tiempo después los pobladores de Tingo María contaban que cuando ingresan al monte ya de
noche, el tunche se acerca lentamente a sus víctimas sin emitir sonido alguno y, cuando ya
está cerca de aquellos que andan solos por el camino, silba, anunciando la muerte del que lo
escucha.
Sobre el destino de las víctimas es incierto, no se sabe si los abandona a su suerte y mueren
de hambre o devorados por algún otro animal, o son devorados por el mismo «Tunche».
Desde entonces para pasear por la Selva es mejor que lo hagas de día y con varias personas
que conozcan perfectamente el camino, para así no ser atrapado por el legendario Tunche,
el dueño de la oscuridad amazónica.