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¿Por qué el cambio climático es un problema

ambiental grave?

El Cambio Climático es uno de los problemas ambientales más graves o, quizá el


más grave, al que nos enfrentamos en la actualidad porque…

Afecta a todo el planeta, la atmósfera no tiene fronteras.

Tiene una enorme inercia, por lo tanto no puede detenerse “a voluntad”, de repente.

El clima determina las condiciones de vida: las posibilidades de alimentación, la


actividad económica en general y la seguridad de las poblaciones. En definitiva
determina cómo son los ecosistemas, incluido los nuestros.

Tiene un caracter retroalimentativo, es decir, los propios efectos del cambio


climático contribuyen a forzar el efecto invernadero natural y acentúan el
calentamiento global. Existen muchos ejemplos: Como sabemos cuando los rayos
solares llegan a superficies blancas (zonas de nieve) se reflejan casi en su totalidad.
Lo que está provocando el cambio climático es una reducción de la cubierta de nieve
de la superficie terrestre que a su vez disminuye la reflexión de la radiación solar y por
tanto aumenta el calentamiento de la superficie terrestre.

Está dando lugar a un abanico de efectos directos e indirectos que acentúan las


alteraciones introducidas por otras causas o motores del cambio global. Aquí
vemos algunos ejemplos:

· Concentración de la contaminación por vertidos residuales. El cambio climático


provocará un incremento de temperaturas, y por tanto, aumentará la evaporación del
agua de los ríos. Esto supondrá la concentración de los niveles de contaminación que
ya existen en los ríos.

· Hace que los incendios forestales sean más frecuentes y peligrosos. Actualmente en


España se registran 20.000 incendios forestales al año. Las causas y soluciones de
los mismos son muy variados, sin embargo, no es coincidencia que la mayoría se
registren la época estival. La escasez de agua y la sequedad de las plantas y árboles
les convierte en combustibles perfectos ante el fuego. Con el cambio climático lloverá
menos, las sequías serán continuas y por ello los incendios serán más frecuentes,
peligrosos y extensos.

· Contaminación térmica de ríos y mares. El cambio climático provocará un aumento


de las temperaturas de la superficie de ríos y mares. Pero en muchos casos estos
ecosistemas acuáticos ya están sufriendo incrementos térmicos debido a que sus
aguas se usan para refrigerar instalaciones como las centrales térmicas. Por este
motivo el cambio climático acentuará los daños ambientales que los ecosistemas
acuáticos ya están padeciendo.

· Cambios del uso del suelo. El ser humano ha ido modificando intensivamente su
entorno como consecuencia de su forma de vida. El medio natural se ha visto afectado
por la construcción de grandes infraestructuras que han ido fragmentando y alterando
gravemente el territorio: carreteras, grandes obras hidráulicas, urbanizaciones, etc. El
cambio climático acentuará la transformación del medio ambiente: favoreciendo el
abandono de tierras estériles, aumentando la cota de nieve en las montañas,
desecando humedales y pequeñas charcas, etc.

· Favorece la invasión de especies de latitudes más cálidas. En los últimos años el


Mediterráneo está sufriendo la invasión de distintas especies de algas propias de
mares cálidos de América, África y Asia, que probablemente han llegado prendidas en
algún casco de barco. Estas especies, que amenazan la existencia de las especies
animales y vegetales autóctonas (como las praderas de Posidonia oceánica que
cubren el fondo del mar Mediterráneo) se verán favorecidas por el aumento de
temperatura que supondrá el cambio climático en las próximas décadas.

¿Está comprobado que el calentamiento global es


causado por los seres humanos?

En 2013, un equipo científico de Estados Unidos, denominado Grupo


Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), dictaminó
que “es extremadamente probable que la influencia humana ha sido la causa
dominante del calentamiento observado desde la mitad del siglo XX”. Como
sabemos, la mayor influencia antropogénica sobre al calentamiento global ha
sido mediante la emisión de gases de efecto invernadero a la atmósfera, como
el dióxido de carbono, el metano y el óxido de nitrógeno. Las proyecciones de
modelos realizado por el dicho grupo arrojaron como resultado que durante el
siglo XXI la temperatura superficial global subirá probablemente entre 0,3°C
y 1,7°C para su escenario más optimista, siempre que se implemente una
mitigación estricta, y entre 2,6°C y 4,8°C si no se logra implementar el
Acuerdo de París. Las conclusiones del IPCC han sido respaldadas por las
academias nacionales de ciencia de los principales países industrializados y no
son discutidas por ninguna organización científica de prestigio.

La importancia de tomar acción frente al calentamiento


global. Propuestas

1. PROTEGER Y RESTAURAR ECOSISTEMAS CLAVES


El respeto a la naturaleza es fundamental. Las naciones tienen en sus manos la capacidad de proteger
ecosistemas claves para combatir el cambio climático: ríos, humedales, océanos, bosques y
manglares absorben grandes cantidades de carbono, revirtiendo el problema. Los manglares también
sirven como barrera ante las tormentas y los humedales absorben el exceso de agua de las
inundaciones, ambos eventos climáticos exacerbados por el cambio climático. 

"Sanar el sistema natural es la opción más factible, realista y justa, pues beneficiaría a toda la
humanidad y especies, dice Florencia Ortúzar, abogada del programa de Cambio Climático de
AIDA. "Estamos contra el tiempo en lo que a conservación y restauración respecta, pues comienzan
a observarse fenómenos alarmantes, como que los bosques están tan degradados, que están
perdiendo su capacidad de absorber emisiones de CO2”.

2. APOYAR A PEQUEÑOS PRODUCTORES AGRÍCOLAS


Según la FAO, la industria cárnica es respnsable del 15 al 18% de todas las emisiones de gases de
efecto invernadero, superando incluso al transporte. Además, es la fuente más importante de uso y
contaminación de agua en el mundo. Hoy, 80% de la producción agrícola se destina a alimentar a
los animales de la industria, y no a las personas. La expansión de terrenos para ganado y de cultivos
para alimentarlo, es la causa más importante de deforestación de la Amazonía.

Las naciones pueden hacer la diferencia apoyando a los pequeños productores locales, que, a


diferencia de los grandes productores de carne, emplean prácticas sostenibles, se preocupan por la
restauración de la tierra, benefician a comunidades cercanas, y hacen que los animales y los cultivos
sean más resilientes al cambio climático. No se trata de que todos nos volvamos vegetarianos, pero sí
de apoyar a quienes producen respetando la naturaleza. 

3. PROMOVER LAS ENERGÍAS VERDES


Desconectar los aparatos electrónicos que no utilizamos ayuda a reducir la demanda de energía y,
por tanto, la necesidad de generar más. Sin embargo, mientras los países apuestan por más
desarrollo, también apuestan por más energía. Y 35% de las emisiones globales proviene de la
producción de energía.
Las energías termoeléctrica e hidroeléctrica han sido consideradas por años las opciones más baratas,
pero el desarrollo tecnológico ha permitido encontrar mejores alternativas y abaratar sus costos. Con
planes a largo plazo, las naciones pueden dejar de apostar por fuentes de energía del pasado y que
agravan el cambio climático (la energía hidroeléctrica no es verde) y optar por proyectos pequeños
de energía eólica, solar, geotérmica, oceánica y otros, que se adaptan a las características de cada
lugar.

“Al pensar en energía, conviene apostar por matrices energéticas diversificadas, priorizando
proyectos cerca de los lugares donde se necesita la energía, ahorrando pérdidas e infraestructura para
transmitirla. Es urgente dar prioridad absoluta a la protección de la naturaleza. Toda acción,
política pública o estrategia tiene que mirarse bajo ese foco, y la producción de energía es un buen
punto de inicio”, dice Ortúzar. 

4. COMBATIR LOS CONTAMINANTES CLIMÁTICOS


DE VIDA CORTA
El gas de efecto invernadero más famoso es el CO2 (dióxido de carbono). Dado que permanece en la
atmósfera por siglos e incluso milenios, aún si detuviéramos hoy todas sus fuentes de emisión, los
efectos del cambio climático continuarían por la cantidad del CO2 que ya está en la atmósfera. La
buena noticia, es que existen otros contaminantes que contribuyen al cambio climático y que sólo
duran unos días o pocos años en la atmósfera. Se les conoce como contaminantes climáticos de
vida corta (CCVC), y son responsables de un 30 y hasta un 45% de las emisiones que
contribuyen al calentamiento global.

Estos contaminantes son el carbono negro (hollín), el metano, el ozono y los hidrofluorocarbonos
(HFC) que encontramos en los refrigerantes. Su control efectivo, a través de políticas y regulaciones
por parte de los países, podría acelerar el combate al cambio climático en el corto plazo. Además,
por contaminar gravemente el aire, las medidas para mitigarlos beneficiarían también a la salud
humana.

5. APOSTAR POR LA ADAPTACIÓN Y NO SÓLO POR LA


MITIGACIÓN
En la lucha contra el cambio climático, el trabajo orientado a reducir emisiones, detener sus efectos y
consecuencias a futuro es conocido como mitigación. Sin embargo, hay comunidades que ya viven
consecuencias trágicas debido a un clima que ha cambiado mucho en poco tiempo. Actuar para
prevenir catástrofes, aumentar la resiliencia y reducir la vulnerabilidad de estas personas, es apoyar
la adaptación.

Los proyectos para mitigar emisiones son más atractivos financieramente que los pensados para
adaptación, generalmente enfocados en las comunidades más vulnerables, que viven en la pobreza.
Pero es importante darle a la adaptación la importancia que merece, en reconocimiento que el
cambio climático es una realidad.

En la COP de este año, las naciones discuten un mecanismo de “pérdidas y daños”, referido a la
compensación que deben realizar los países desarrollados —principales causantes del cambio
climático— a los países en desarrollo, que sufren pérdidas importantes por efectos climáticos
adversos, explica Ortúzar. Las naciones deben apoyar las discusiones y comprometerse en el uso
efectivo de los recursos, para mitigación y adaptación por igual.

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