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Muy buenas tardes queridos hermanos. Con mucho gozo nos congregamos en torno al altar del
Señor. Les pedimos amablemente pongamos en silencio o apaguemos nuestros teléfonos celulares.
Monición de entrada
Sean todos bienvenidos a la celebración de esta santa misa, en el décimo domingo del tiempo
ordinario.
Nuestra reunión no es de justos, sino de pecadores que quieren convertirse a Jesucristo. El vino a
abolir toda diferencia injusta entre los hombres. Nuestra actitud no puede ser otra que la de Cristo.
La Palabra de Dios hoy es alentadora para todos en ese sentido.
Por eso, confiando en la misericordia de Dios, comencemos jubilosos esta celebración, puestos en
pie entonamos todos el canto de entrada para recibir a nuestro celebrante.
Oseas actuó a mediados del siglo VIII antes de Cristo, en un período de profunda crisis política y
religiosa, bajo el reinado de Jeroboam. En esas circunstancias, el profeta presta su palabra al diálogo
entre su pueblo y su Dios. Escuchemos con atención.
El salmo 49 insiste en los mismos pensamientos que hemos escuchado en la primera lectura. Dios
nos llama a juicio y a conversión y nos pide que la sinceridad acompañe nuestras acciones externas.
Unámonos al salmista diciendo todos:
Abrahán es, para Pablo, modelo del cristiano que ha sido justificado por la fe y no por el
cumplimiento de una ley. Escuchemos cómo lo explica san Pablo a los romanos. Escuchemos con
atención.
El Evangelio de hoy nos habla de la vocación de Mateo el publicano, que se nos resume como razón
ocasional del convite en el que Jesús comparte la mesa con gentes que, por sus costumbres o por su
profesión, eran consideradas por los puritanos fariseos como ritualmente impura. Preparémonos
para escuchar esta Buena Noticia. Nos ponemos de pie y cantamos el aleluya.
Moniciones y lecturas 11 de junio de 2023
X Domingo del Tiempo Ordinario Ciclo A
COMUNIÓN ESPIRITUAL
“Hermanos, para las personas que no puedan pasar a comulgar, los invitamos a realizar la
Comunión Espiritual”, repitan en sus lugares por favor.
Creo, Jesús mío, que estás verdadera y realmente presente en el Santísimo Sacramento del Altar. Te
amo sobre todas las cosas y deseo vivamente recibirte dentro de mi alma.