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LA RAZA ELEGIDA

DIMENSIONES

NAZARETH SERRANO
Nazareth Serrano (Madrid, España, 1991) es
Auxiliar de enfermería (Título ampliado en
Psiquiatría y Salud Mental y en Pediatría) y
escritora.
A pesar de ser estudiante de la rama de ciencias,
su mayor pasión es la historia. Sobre todo la
historia oculta y los misterios que la ciencia no
puede explicar. Sus mayores aficiones son la
lectura y la escritura, y a ambas dedica la mayor
parte de su tiempo libre.
Autora de “El Legado Atlante” presenta “Dimensiones”, su segunda
novela editada.
Una obra donde el espacio-tiempo cobrará un nuevo significado. De nuevo,
una trama donde historia y ficción se mezclan para ofrecer una nueva
perspectiva del “mundo real”. Los universos paralelos se entrelazan para
formar una historia que cambiará tu manera de ver el mundo.
Se añade a la historia un punto detonante, la fecha de caducidad de nuestro
planeta: 2030.
Una novela que evoluciona y engancha hasta el final.

Contacto:

www.nazarethserrano.com
nazarethserranoautora@hotmail.es
© 2011 Nazareth Serrano
© 2011 Lulu, 3101 Hillsborough Street Raleigh, NC 27607 United States.
(www.lulu.com)

Primera edición: Junio 2011

ISBN: 978-1-4476-7344-6
Registered in England No: 001256
CID: 9573269
Diseño de portada: Nazareth Serrano © 2011
Diseño y preimpresión: Nazareth Serrano.
Imprime: Publidisa.

Quedan prohibidos, dentro de los límites establecidos por la ley y bajo


apercibimientos legalmente previstos, la reproducción total o parcial de esta
obra por cualquier medio o procedimiento, ya sea electrónico o mecánico, el
tratamiento informático, el alquiler o cualquier forma de cesión de la obra sin la
autorización previa y por escrito de los titulares del copyright. Diríjase a
CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o
escanear algún fragmento de esta obra.

Printed in EE.UU. – Impreso en EE.UU.

WWW.NAZARETHSERRANO.COM
AGRADECIMIENTOS

Quiero dedicar esta novela de manera especial, por supuesto, a mi tía


Rebeka. Una mujer que brilla con luz propia, una mujer de hechos y no de
palabras, siempre dispuesta a ayudar y siempre sensible tras su coraza, la
misma que todos usamos en este mundo extraño.
A mi madre Nazareth, una niña enjaulada en la edad adulta. Con la
inocencia y el corazón de la infancia, y la cabeza y la razón en un segundo
plano. Pues si ve caer a su peor enemigo, será la primera en tender la mano.
A mi tío Jesús, que me ha introducido en el fascinante mundo de la
historia y que me ha transmitido un poco de su gran cultura y conocimiento.
A mi abuela, Carmen, por ser un pilar en nuestras vidas.
A mis abuelos, Emilio e Inocente… qué decir sin quedarme corta.
Simplemente, que estéis donde estéis, llámese cielo, dimensión o como
quiera cada uno, espero que me sigáis guiando tras esta etapa, llamada
muerte, como me guiasteis en vida.
Y también agradecer a mis amigos, conocidos, y a todas las personas
que han pasado por mi vida, porque, de un modo u otro, han influido en
ella.
Cómo no, a Dios.
Y, aquí también a la Virgen de Nazaret, Patrona del Pueblo de Garlitos,
cuyo nombre, humildemente, he obtenido por que mi madre así lo quiso. Y
aunque no estoy a la altura de tal hecho, pues yo no creo en las iglesias, sé
que Dios me perdona, pues él no mora en templos llenos de mármol y
riquezas. Él está al lado de todo aquel que obre bien, sea cual fuere su
religión, pensamiento, cultura o raza. O al menos, está es mi humilde
opinión.
Gracias a todos.
ÍNDICE DE CAPÍTULOS
1ª PARTE
_________________________________________________

1. UNIVERSOS PARALELOS

CAPÍTULO 1: CUARTO GRADO, TIERRA 25-32


CAPÍTULO 2: OTROS MUNDOS 33-44
CAPÍTULO 3: EL LIBRO 45-54
CAPÍTULO 4: NINGUNA HUMANA VIVA 55-58
CAPÍTULO 5: GIGANTES 59-64
CAPÍTULO 6: MÁS ALLÁ DE LA MUERTE 65-68
CAPÍTULO 7: CUESTIÓN DE CONFIANZA 69-84
CAPÍTULO 8: EL REFLEJO 85-94
CAPÍTULO 9: CASUALIDAD O CAUSALIDAD 95-100
CAPÍTULO 10: EL LÍDER 101-114
CAPÍTULO 11: AMANECER 115-124
CAPÍTULO 12: PLANES E INDULTOS 125-132
CAPÍTULO 13: LA TEMPESTAD DE LOS CAÍDOS 133-142
CAPÍTULO 14: LA DOBLE CARA DE LA VERDAD 143-152

2. ÁNGELES, DEMONIOS Y HUMANOS


CAPÍTULO 15: EL CASTIGO 157-162
CAPÍTULO 16: CAZADORES EN LAS SOMBRAS 163-180
CAPÍTULO 17: SERES DE LOS ABISMOS 181-190
CAPÍTULO 18: ENEMIGOS ÍNTIMOS 191-198
CAPÍTULO 19: COORDENADAS 199-208
CAPÍTULO 20: LA TRAMPA DE NEPTUNO 209-222
CAPÍTULO 21: EL GUÍA DE LA LUNA 223-234
CAPÍTULO 22: EL SOL ESMERALDA 235-244
CAPÍTULO 23: LA LUZ AL FINAL DEL TÚNEL 245-250
CAPÍTULO 24: ¿QUIÉN PREFIERE ENTERRARSE VIVO? 251-258
CAPÍTULO 25: EL KORT-VOVERKAM 259-266
CAPÍTULO 26: EL REGRESO 267-274
CAPÍTULO 27: LA CURA OMEGA 275-278
CAPÍTULO 28: LA ORACIÓN DE LOS ESPÍRITUS 279-286
CAPÍTULO 29: FUEGO Y HIELO 287-294
CAPÍTULO 30: RECUERDOS EN UN RINCÓN DEL OLVIDO 295-298
CAPÍTULO 31: UNA NOCHE DE MIL 299-306
CAPÍTULO 32: SIETE DÍAS Y SEIS NOCHES 307-310
CAPÍTULO 33: OTRO “VUELO 19” 311-312
3. LA CREACIÓN DE UN NUEVO MUNDO
CAPÍTULO 34: EL DOCTOR MORRISON 317-320
CAPÍTULO 35: EL LÍDER DE LA MISIÓN 321-326
CAPITULO 36: PACTOS 327-334
CAPÍTULO 37: AYUDAR AL “ENEMIGO” 335-340
CAPÍTULO 38: EL REBELDE 341-346
CAPÍTULO 39: EL BUEN MAESTRO 347-350
CAPÍTULO 40: MANIPULACIÓN 351-356
CAPÍTULO 41: EL NIÑO, EL HOMBRE, EL DIOS 357-360
CAPÍTULO 42: LA LUNA, EL SOL Y LA SERPIENTE 361-366
CAPÍTULO 43: HÉROE 367-372
CAPÍTULO 44: VIAJE TIEMPO ATRÁS 373-378
CAPÍTULO 45: PRESENTE, PASADO, FUTURO 379-388
CAPÍTULO 46: DUALIDAD 389-396
CAPÍTULO 47: RUBÍ 397-398
CAPÍTULO 48: CARNE Y SANGRE 399-400
CAPÍTULO 49: JUVENTUD, ETERNO TESORO 401-408
CAPÍTULO 50: YIN Y YAN 409-420
CAPÍTULO 51: EL RUEDO 421-424
CAPÍTULO 52: VIEJAS HERIDAS 425-432
CAPÍTULO 53: CLARO DE LUNA 433-434
CAPÍTULO 54: EL REY DAGMAROS 435-438
CAPÍTULO 55: EL ENCUENTRO 439-448
CAPÍTULO 56: EL LAGO DE SANGRE 449-450
CAPÍTULO 57: NASA 451-454
CAPÍTULO 58: EL EXTRANJERO 455-460
CAPÍTULO 59: LA CREACIÓN DEL NUEVO MUNDO 461-466

2ª PARTE
_________________________________________________

1. UTOPÍA

CAPÍTULO 1: EL EXTRAÑO 473-478


CAPÍTULO 2: LA NORMA DE LOS DIOSES 479-480
CAPÍTULO 3: ESPECIES 481-484
CAPÍTULO 4: LA RECONQUISTA 485-490
CAPÍTULO 5: NO PUEDES PROTEGERME DE MÍ MISMO 491-496
CAPÍTULO 6: EL FUGITIVO 497-504
CAPÍTULO 7: GABRIEL 505-510
CAPITULO 8: HORUS 511-514
CAPÍTULO 9: PÉRDIDA TOTAL DEL CONTROL 515-522
CAPÍTULO 10: EL CORAZÓN DE LA ATLÁNTIDA 523-532
CAPÍTULO 11: UTOPÍA 533-538
2. GUERRA
CAPÍTULO 12: HERMANOS Y SANGRE 543-548
CAPÍTULO 13: LA OTRA CARA DEL PLAN 549-556
CAPÍTULO 14: NIÑO, SIERVO, PRÍNCIPE 557-560
CAPÍTULO 15: K.O. 561-564
CAPÍTULO 16: DRAGONES 565-572
CAPÍTULO 17: ALMAS GEMELAS 573-580
CAPÍTULO 18: SEMILLAS 581-586
CAPÍTULO 19: LA PRINCESA 587-590
CAPÍTULO 20: PRIMERA VICTORIA 591-696
CAPÍTULO 21: SANGRE 597-602
CAPÍTULO 22: UN LUGAR SEGURO 603-612
CAPÍTULO 23: LA LLAVE 613-618
CAPÍTULO 24: TE ENSEÑARÉ A PESCAR 619-630
CAPÍTULO 25: EL ÚLTIMO DESEO 631-632
CAPÍTULO 26: EVACUACIÓN IN EXTREMIS 633-636
CAPÍTULO 27: LA DESPEDIDA 637-640
CAPÍTULO 28: EL PRISIONERO 641-644
CAPÍTULO 29: LA MUJER 645-648
CAPÍTULO 30: ATLÁNTIDA 649-654
CAPÍTULO 31: DEBER 655-660

3. EL PRINCIPIO DEL FIN


CAPÍTULO 32: RECONSTRUCCIÓN 665-666
CAPÍTULO 33: VILHELMMOR 667-670
CAPÍTULO 34: EL DUELO DE LOS DRAGONES 671-676

4. DIMENSIONES
CAPÍTULO 35: TERRA 681-684
EPÍLOGO 685-686

IMÁGENES, MAPAS, TABLAS Y OTRAS ACLARACIONES


_____________________________________________
IMÁGENES 695-706
MAPAS 709-716
TABLAS 719-724
PERSONAJES
RELACIONADOS CON “LA COLMENA”:

DE ESTIRPE ATLANTE-HUMANA:

Adolph: Experimento de “La Colmena” y guardián.

Anton: Experimento de “La Colmena” y guardián. Conocido también


como Isaac, nombre que recibió al cambiar de identidad. (Dagmaros).

Friederich: Experimento de “La Colmena”. Gemelación de Anton.

Gerhard: Experimento de “La Colmena” y guardián. Esposo de


Arabelle.

Johann: Experimento de “La Colmena”. Conocido también como


Richard, nombre que recibió al cambiar de identidad. Gemelación de
Anton.

Michel Angelo: Experimento de “La Colmena” y guardián. En ocasiones


se le nombra con el diminutivo de Mitch. Gemelación de Adolph.

Samuel: Experimento de “La Colmena” y guardián. También nombrado


como Sam.

Wilhem: Experimento de “La Colmena”. Trabaja en “Laboratorios


Omega”. Casado con Celestine. Conocido como William tras su cambio de
identidad. Gemelación de Adolph.

Wolfgang: Experimento de “La Colmena” guardián. Gemelación de


Samuel. También nombrado como Wolf.

DE ESTIRPE KORADI:

Enill: Hijo primogénito de Drake.

Jack: Experimento de “La Colmena”. Koradi (tipo Necropiliom). Su


verdadero nombre es Drake.

Leonhard: Experimento de “La Colmena”. A menudo se le nombra con


el diminutivo de Leon. Gemelación de Jack. Se le nombra también como
Ralph.
MIEMBROS DEL “EJÉRCITO NEGRO DE LAS SS”

Ancel: SS de “La Colmena”.

Otto: Alto rango de las SS.

Rudolph Imnre Ademaro: SS de “La Colmena”. Se le suele nombrar


sólo como Rudolph.

GUARDIAS:

Peter: Antiguo guardia de “La Colmena”. Casado con Margaret. Se le


nombra también como Hugo por su cambio de identidad.

Steve: Antiguo guardia de “La Colmena”. Casado con Noa.

DOCTORES:

Evelyn: Bióloga judía. Antigua doctora de Jack y subordinada de Sheila.

Jonathan Schmidt: Doctor de “La Colmena”.

Sheila: Doctora de “La Colmena”.

JUDÍOS:

Madre: Apodo de una judía por ser la más mayor del grupo.

Sara: Nombre puesto a una judía por Rudolph.

OTROS:

Muriel: secretaria de los Laboratorios Omega.

Niklas: Magnate de los “Laboratorios Omega”.

Rita: secretaria de “Laboratorios Omega”.

ATLANTES:

Akaisha: Princesa Atlante fugada a Lemuria. Desposada con Alkari.


(Arabelle).

Alexander: Hijo de Darko (Michel Angelo) y Shaiva (Elisabeth). A


menudo nombrado con el diminutivo Alex.
Alkari: Príncipe destituido, sacerdote y, finalmente, prófugo en Lemuria.
Desposado con Akaisha. (Gerhard)

Arabelle: Antigua princesa atlante. Esposa de Alkari. (Arabelle)

Dagmaros: Príncipe Atlante. Nombrado primogénito tras la destitución


de su hermano, Alkari. (Anton).

Darko: Príncipe atlante, hermano de Akaisha. (Michel Angelo).

Elisabeth: Madre de Ramsés.

Gornodok: Rey atlante. Padre de Alkari y Dagmaros.

Norbert: Hijo de Akaisha (Arabelle) y Alkari (Gerhard).

Philip: Alumno de Alex.

Shaiva: Sacerdotisa atlante. (Elisabeth)

LEMURIANOS:

Noah: Profeta.

KORADIS Y/O HABITANTES DEL PLANETA DE HIELO:

Gort: Miembro del ejército de La Resistencia.

Horstrehm: Miembro del ejército de La resistencia.

Kiexerus: Hark instructor del ejército del emperador.

Kort-Vilhelmmor: Emperador

Kort-Voverkam: Príncipe

Lánzela: Hija de Drake.

Treihm: Koradi atrapado en la Tierra.

Trohm: Líder de La Resistencia.

OTROS:

Aleksandra: Novia de Friederich.

Amin-Hat: Misterioso ser que dice ser maestro de algunos guardianes.


Anastasia: Hija de Celestine. A veces nombrada como “Ana” en sentido
diminutivo por sus padres o amigos.

Blake: Hijo de Evelyn y Alex. Guardián de la duodécima puerta.

Celestine: Madre de Anastasia. Casada con William (Wilhem).

Edmond: Padre adoptivo de Blake.

Eduard: Mayordomo de Leon.

Eva: Hermana menor de Peter y Thomas.

Gabriel: Hijo de Arabelle y Gerhard.

JJ: Diminutivo de Jack Junior. Hijo de Evelyn y Jack.

Kevin: Nieto de Niklas Plagge.

Lekker: general de la Armada Estadounidense que conoció a los


gemelos protegidos durante una etapa de su infancia y parte de su
adolescencia.

Margaret: Madre de Peter. Casada con Peter (Hugo).

Noa: Esposa de Steve.

Ramsés: Hijo de Elisabeth y Mitch.

Rebeka: madre de Friederich

Thomas: Agente de la CIA y hermano mayor de Peter


El único misterio del universo es que exista un misterio del universo.

Fernando Pessoa
1ª PARTE
______________________
Vi en la mano derecha del que estaba sentado en el trono un libro
escrito por dentro y por fuera, sellado con siete sellos. Vi un ángel poderoso
que exclamaba con fuerte voz: “¿Quién es digno de abrir el libro y de
romper los sellos?”. Y nadie ni en el cielo, ni en la tierra, ni debajo de la
tierra podía abrir el libro y leerlo. Yo lloré mucho porque no se había
encontrado a nadie digno de abrir el libro y de leerlo. Uno de los ancianos
me dijo: “Deja de llorar; he aquí que ha vencido el León de la tribu de Sudá,
el vástago de David, de suerte que Él abrirá el libro y sus siete sellos”

Apocalipsis 5

Jamás se desvía uno tan lejos como cuando cree conocer el camino.

Proverbio chino.

Dime y olvidaré, muéstrame y podría recordar, involúcrame y entenderé.

Proverbio chino.

Puedes odiar lo que te conviene y desear lo que te perjudica. Dios sabe


lo que te conviene y tú lo ignoras.

Corán

El destino ayuda a quien lo acepta y arrastra a quienes se resisten.

Lucio Anneo SénecaNick

Yo soy el dueño de mi destino; yo soy el capitán de mi alma.

William Ernest Henley

OBSERVACIÓN: Para que se entienda mejor la cronología de la


historia, he de mencionar tan sólo que el tiempo trascurrido entre las fechas
del Planeta Tierra no es equivalente al trascurrido en los otros contextos. Es
decir, el resto de “dimensiones” y/o planetas mencionados.
1. UNIVERSOS
PARALELOS
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

CAPÍTULO 1: CUARTO GRADO, TIERRA

8 de enero de 2013

PLANETA TIERRA
EN LA NOVENA PUERTA

-… pierta… despierta… vamos, despierta…


El guardián entreabre los ojos. Todo lo que puede ver
son vanas nubes de color, que no se tornan en nada que tenga sentido en
su obtusa y alterada mente.
-Adelante, elegido, despierta. Estás sano y salvo. Tal vez algo aturdido,
pero la máquina no te ha llevado, desde luego que no.
Un joven con la cara de Adolph o Michel Angelo, pues comparten rostro,
tose levemente y vuelve a cerrar los ojos. Tras pasar unos segundos con
los párpados pegados, vuelve a abrir sus ojos y, en esta ocasión, distingue
la cara del que está intentando despertarlo. Se trata de Amin-Hat, el
misterioso moreno que los inició en la pirámide de “hielo”.
-¿Dónde estoy? –pregunta con la voz quebrada y sintiendo un intenso
dolor que recorre cada porción de su maltrecho cuerpo-.
-Sigues en la máquina.
No intenta levantarse, a duras penas consigue mantener la conciencia,
por lo que cualquier esfuerzo físico sería imposible de realizar.
-¿Dónde está… mi hermano?
-¿Qué sé yo?. Cada cual ha viajado allá dónde le corresponde terminar
su iniciación.
Cierra los ojos y siente un dolor intenso en las sienes. Sin abrir los
párpados pregunta, apenas en un susurro:
-¿Y yo tengo que completarla... aquí, en la Tierra?
-Sí, el elegido completará su Cuarto Grado en la Tierra.
-¿Yo soy el elegido entre los guardianes?. Tenía entendido que…
-No entiendes nada aún.
El moreno eleva la cabeza del guardián con ayuda de su mano
izquierda. Mientras, con la derecha, sostiene un pequeño tubito de cristal
lleno de un líquido indeterminado. Posa el borde del tubo en los labios del
guardián, el cual bebe sin rechistar, aunque lentamente, pues le cuesta
hasta tragar. Cada deglución se le asemeja al paso de una bola metálica y
demasiado grande como para franquear su garganta. Tiene la equívoca
sensación de que se asfixiará, pero termina todo el contenido del tubo sin
rechistar. Tose un poco tras la ingesta del líquido y un sabor residual, un
tanto amargo, un tanto ácido, ataca sus papilas gustativas y le hace
remover la lengua en su boca, en un vano e inconsciente intento de quitar
tal sabor de ella.
-Duerme. Cuando despiertes sabrás cual es tú misión.
-¿Más misiones?

25
NAZARETH SERRANO

Sin dar tiempo a más, entra en un profundo y restaurador sueño.

PLANETA TIERRA
ÁREA DE EXPERIMENTACIÓN “LA COLMENA”
GRAN AUDITORIO

La masa de uniformes negros se aglomera bajo la gradería sobre la que


habla el líder, gesticulando, medio gritando, con fuerza y poderío. Viste de
gala. Las canas que muestra en sus sienes y en su peculiar bigote no le
dan un aspecto viejo, sino más bien un aire de veterano.
Está mucho mejor. El temblor de su mano ha desaparecido y parece
más joven incluso. Su enfermedad no era curable en aquella época, pero
ahora es sólo un pequeño problema resuelto.
Está lleno de energía, un ardor regalado por la victoria y por la ilusión de
ver que su sueño se hace realidad poco a poco.
Allá, en la posguerra, nunca imaginó que esconderse entre las sombras,
siguiendo los pasos de los templarios o los masones, iba a ser productivo.
Perder una guerra ganada de antemano, pues la tecnología de la que
disponían en aquella época dejaba al resto de armadas a la altura de
juguetes de preescolares, fue todo un acierto.
Migrar a un lugar tan inhóspito y, supuestamente, inhabitable, fue toda
una proeza y un acierto.
Dejar esa semilla plantada en la sociedad, una semilla de grandeza
implantada en los blancos, una pequeña semilla que arraiga en el momento
preciso, el momento elegido por ellos. Un momento en el que el mundo
intenta recuperarse de una crisis mundial, un instante en el que los pueblos
piden a los gobernadores que miren por su país, un momento de
patriotismo encubierto y de nacionalismo arraigado en la mente de los más
jóvenes.
Todo esto gracias a la manipulación hecha desde las sombras por
aquellos que, para todos, han dejado de existir.
El mundo en sus manos. Sólo tiene que estrujar un poco más la
paciencia de la gente y todos gritarán su nombre, alabando sus proezas y
pidiendo su poder para liberar a los países de esa “invasión” que él mismo
ha creado.
Sumir en la pobreza a los países menos desarrollados y obligar a sus
habitantes a migrar es apostar por el caballo ganador. Dejar que la gente se
queme y agite provocando una crisis mundial para llegar como el
“Jesucristo ario” salvador.
Su inmenso plan de repoblación se llevará a cabo paulatinamente, para
no asustar a los débiles, que no pueden ver que es necesario sacrificar
algunas cosas para conseguir un gran sueño.
Pero todo puede estropearse si se da un paso en falso. Su sueño está
echando raíces en Europa y ahora toca regar los pequeños brotes.

26
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

No puede reaparecer ante el gran público, no aún, porque eso sería


admitir que su tecnología ha llegado demasiado lejos, y eso podría asustar
a algunos incrédulos.
Por ahora se recuperará y esperará. El virus Gamma 2-b-2 será su arma
letal.
Las bombas nucleares son demasiado destructivas. La tecnología
atlante demasiado avanzada como para usarla, por ahora, con un margen
de error nulo.
Un arma biológica como la que tienen entre manos es lo mejor.
La inmunidad ante este peligroso virus deja a sus creaciones fuera de
todo peligro. Luego, a través de los laboratorios Omega, y encendiendo la
mecha de una enfermedad desconocida y creada por ellos mismos,
obligará a la gente a vacunarse.
Pero todo esto bajo un proceso de selección muy preciso. Sólo los niños
con características precisas deben poder optar a la vacuna. Para ello la
enfermedad debe ser únicamente infantil, en principio... Luego, los
laboratorios Omega, en colaboración con centenares de médicos
colaboradores, perfectamente colocados en trabajos precisos, harán el
resto del encargo.
La campaña ha comenzado, pero tímidamente. No quieren provocar el
caos, como ya ocurrió con la Gripe A, un modo para probar la reacción de
la gente ante algo semejante.
Sí, definitivamente el virus Gamma 2-b-2 es el caballo ganador. Sólo
afecta a los humanos, y eso es toda una ventaja. El ecosistema es
importante. Ahora bien, cuando el nuevo mundo sea creado, no habrá tanta
población. Tendrán que recuperar el mundo que los humanos han
destruido, y para ello tendrán que controlar la población, tal y como hicieron
los atlantes.
Todo está planeado. Las grandes ciudades acabarán desapareciendo.
Una vida más natural y acorde con el ecosistema.
Es un gran plan. Pero ahora hay otra cosa que intriga a los nazis
1
antárticos. Creen haber encontrado al fin la puerta a Agartha . Pero, lo que
no esperaban, es que ese mundo subterráneo estuviera poblado. Sin

1
Durante muchos años se creyó que la Tierra era hueca, pero hasta 1968 no hubo
ninguna prueba de ello. Ese año, unas fotos tomadas por un satélite mostraban
claramente un agujero enorme en el Polo Norte. La posibilidad de que la Tierra sea
hueca, de que se pueda entrar en ella a través de los polos Norte y Sur, y de que
civilizaciones secretas florezcan en su interior, ha espoleado las imaginaciones
desde tiempo inmemorial. Así, el héroe babilónico Gilgamesh visitó a su antepasado
Utnapishtim en las entrañas de la Tierra; en la mitología griega, Orfeo trata de
rescatar a Eurídice del infierno subterráneo; se decía que los faraones de Egipto
comunicaban con el mundo inferior, al cual accedían a través de túneles secretos
ocultos en las pirámides; y los budistas creían (y creen todavía) que millones de
personas viven en Agharta, un paraíso subterráneo gobernado por el rey del mundo.
Ver imagen 1 al final del libro.

27
NAZARETH SERRANO

embargo algunos informes hablan de personas. Claro, que todo es muy


confuso y se han perdido equipos enteros en este tipo de investigación.
Deberán seguir investigando, pero más pausada y cautelosamente.
Desde la base lunar, con ayuda de potentes telescopios y aparatos
semejantes, les llegan instrucciones y mapas de ese mundo inhóspito y
extraño. Las leyendas vuelven a convertirse en realidad.
Hitler comienza su discurso. Esta vez va dirigido a sus valerosos
soldados. Esos mismos que realizarán la batalla más dura a la que nunca
se enfrentó el ejército nazi. Pues en el pasado combatían contra infantes,
en cuanto a tecnología se refiere. Pero si las profecías se hacen realidad,
tendrán que combatir con una tecnología igual, o incluso superior a la suya.
2
Quiere ofrecer apoyo a sus soldados, a los valerosos e inigualables SS .
Para ello quiere empezar recordando. Porque no olvida a nadie, a
ningún hombre que luchó por la causa, a ninguno que soñara con un
mundo mejor, un mundo habitado por una raza digna y respetable. Al
menos, a su entender.
-Cuatro de noviembre de mil novecientos veintiuno. El partido Nacional
3
Socialista alquila la sala de fiestas de Hofbräuhaus para tener una reunión.
Los “rojos” habían tomado la decisión de impedir que nuestras voces se
escucharan, pretendían impedir hablar a los “nazis”. Para los dirigentes
comunistas y marxistas era ya demasiado evidente que nuestro movimiento
estaba cada vez más cerca del proletario, gracias a las ideas nacionales y
sociales y a la política firme y concisa que ofrecíamos. Habían decidido que
Hitler –se ríe al hablar de él en tercera persona, como si fuera parte del
pasado- no debía hablar, ni aquella tarde ni nunca. Bueno, y aquí sigo… ¡Y
aún queda hasta los mil años!
Los presentes se ríen. No imaginaban que este hombre bromeara
durante un discurso. Claro, que es como estar en familia y con la partida
ganada. Hay tiempo para bromas.
-A las ocho la sala estaba llena de “rojos” que amenazaban con jarras
de cerveza y los simpatizantes de mi causa esperaban fuera, en la plaza.
>Tan sólo los organizadores consiguieron pasar esta masa de “rojos” y
entrar. Con ellos, cuarenta y cinco jóvenes patriotas del servicio de orden
que, como tal, tenían aquella noche su prueba de fuego.
Mira la masa negra sin fijarse en nadie en especial y continúa hablando
con la mirada perdida en algún punto del pasado.
-Aquellos cuarenta y cinco valerosos muchachos podrían considerarse
el núcleo sobre el que se forjaría la futura SS. Y por consiguiente, los
pilares de las Waffen-SS.
Asiente con la cabeza y continua, gesticulando más de la cuenta y
hablando con tono firme, severo y un tanto alto en cuanto a volumen. Sí, ha
vuelto.
-¿Pero quiénes eran estos SS? –pregunta como para sí-.

2
SS: Schutzstaffel (escuadras de protección).
3
Ver imagen 2 al final del libro.

28
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

>Para saber esto deberíamos retroceder hasta el fin de la primera


guerra mundial, cuando Alemania fue traicionada… ¡desde dentro!.
¡Traicionada por políticos vendidos al enemigo interno de la propia nación!.
–espera unos segundos y añade:- ¡Por supuesto, hablo del comunismo ¡. ¡Y
el enemigo interno era más peligroso y farsante que el que se había
combatido en trincheras, entre tiros y bombarderos!.
>Para defender a nuestra Madre Patria y a nuestro pueblo del
¡comunismo! y del capitalismo internacional, los excombatientes se unieron
4
en Freikorps , ¡restos irreductibles del ejército regular que siguieron
considerándose en guerra!. ¡Se quitaron la venda que querían imponer a
nuestros ojos y que hoy día siguen colocando al mundo entero!
Pequeña pausa y, sudoroso, comienza su breve relato.
-Cuatro de febrero de mil novecientos veinte, sala de Hofbräuhaus de
Múnich. Se realiza la primera reunión de fundación del partido Nacional
Socialista. A finales de verano el partido tomó las siglas de NSDAP, es
decir, Nacional Socialistische Deutsche Arbeiter Partie y organiza su
servicio de orden. Desde el cuatro de noviembre del veintiuno el servicio
5 6
viene a llamarse SA . En este periodo la adhesión de Ernst Rönm al
partido empuja a muchos componentes del cuerpo franco a unirse a nuestra
divina causa. Gracias a la capacidad de este héroe de Verdún las SA se
militarizaron en seis meses.

4
La designación de Freikorps (del alemán "cuerpos libres" o "cuerpos francos")
fue aplicada originalmente a los ejércitos voluntarios formados en pequeños Estados
alemanes entre los siglos XVII y XVIII.
Los primeros Freikorps fueron reclutados en 1762 por Federico II el Grande de
Prusia durante la Guerra de los Siete Años, como combatientes voluntarios sujetos a
disciplina militar pero manteniendo su carácter de irregulares. Otros Freikorps
aparecieron en Alemania durante las Guerras Napoleónicas para combatir a los
franceses, estaban formados por tropas irregulares (muchas veces por estudiantes o
jóvenes aristócratas) y fueron conducidos por militares profesionales como el
general prusiano Ludwig Adolf Wilhelm von Lützow, líder de los denominados
Lützowsches Freikorps de 1810-1814.
Los Freikorps fueron inicialmente vistos con bastante desconfianza por el ejército
regular prusiano, de modo que fueron utilizados principalmente como centinelas y
para los deberes de menor importancia al considerarse como poco expertos en el
combate; no obstante el Romanticismo nacionalista alemán de inicios del siglo XIX
elaboró una imagen idealizada del Freikorps como combatiente movido por un
impulso idealista y patriótico, en contra de un invasor extranjero, y más allá del
deber de un militar profesional.
5
SA: Sturmabteilung (sección de asalto)
6
Ernst Julius Röhm (Múnich, Alemania, 28 de noviembre de 1887 – ídem, 1 de
julio de 1934) fue un militar alemán. Fue comandante de las SA (1931) y ministro
sin cartera del gabinete Adolf Hitler (1933).

29
NAZARETH SERRANO
7
>Finales de marzo del veintitrés. Herman Göring asume el mando, para
toda Alemania, de un verdadero y poderoso ejército que se constituye en
compañías y regimientos, dotándose de fusiles, ametralladoras y algunas
granadas.
Echa un vistazo al frente, como barriendo la zona.
-En el interior de las SA se distinguió una pequeña pero importante
formación con una magna tarea: ¡la defensa de la pureza racial nacional
socialista y de su caudillo!. Un grupo de élite que reunía a los primeros
partidarios del movimiento, llamada en sus comienzos Guardia del Cuerpo.
>Aunque muy pronto asumiría el nombre de Stusstrupp Hitler –Tropa de
asalto de Hitler-, teniendo como insignia un emblema perteneciente a los
húsares imperiales, la calavera.
>Entre el ocho y el nueve de noviembre de mil novecientos veintitrés se
8
frustró el Pustch organizado por mí, en Múnich.
>Pocos meses después, recién salido de prisión, pedí noticias actuales
de mi movimiento, ¡nunca desfallecí ni dejé de creer en mi sueño!, ¡el sueño
de grandeza y pureza racial!. Me puse a reorganizar todo y al cabo de dos
meses, junto a cuatro mil partidarios, reconstruí el partido. El nueve de
9
noviembre del veinticinco, decidí reconstruir la Stusstrupp , y confié tal
10
misión en un fiel guardia del cuerpo; Julios Schreck . Mi nueva
organización sería conocida como Szhutz Stafell –escuadrilla de protección,
más conocida como la SS-.
>El seis de febrero de mil novecientos veintinueve confié el grado de
11 12
Reichsführer-SS al, entonces joven, Heinrich Himmler , quien a propósito

7
Herman Göring: (Rosenheim, Alemania, 12 de enero de 1893 - † Núremberg, 15
de octubre de 1946) fue un político y militar alemán, miembro y figura prominente
del Partido Nazi, lugarteniente de Hitler y comandante supremo de la Luftwaffe.
8 Se conoce como Putsch de Múnich o Putsch de la Cervecería al fallido intento
de golpe de Estado del 8 y 9 de noviembre de 1923 en Múnich, llevado a cabo por
miembros del Partido Nacional-Socialista Alemán de los Trabajadores (NSDAP) y
por el que fueron procesados y condenados a prisión Adolf Hitler y Rudolf Hess,
entre otros dirigentes nazis.
9
Stosstrupp: las tropas de choque o tropas de asalto son infantería formaciones,
junto con sus unidades de apoyo, creado para dirigir un ataque.
10
Julius Schreck: (13 de julio de 1898 – 16 de mayo de 1936) fue uno de los
primeros miembros del NSDAP y el primer líder de las SS (Schutzstaffel). Schreck
se unió al NSDAP en 1920 con el número de ficha 53, el mismo año en que Adolf
Hitler, logrando así una gran amistad en los primeros años de existencia del
nacional-socialismo.
11
Reichsfürer-SS: Fue el máximo rango militar de las Schutzstaffel (SS) existente
entre los años 1925 y 1945, es un término en alemán que significa "Líder del
Imperio". Este grado jerárquico fue utilizado exclusivamente para denominar al
Comandante en Jefe y Mariscal de Campo de las SS. En principio Reichsführer-SS
fue simplemente un título, recién a partir desde 1925 a 1933 y, después de 1934, se
convirtió en el más alto rango de las SS. Ver tabla 1 al final del libro.

30
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

de la SS, expresó algo así: “La SA constituye la tropa. La SS somos la


Guardia. Y siempre ha existido una Guardia. La han tenido los persas, los
griegos, Julio Cesar y Napoleón y el viejo Fritz. La Guardia de la Nueva
Alemania somos los SS”.
>A principios de los años treinta, los SS no eran más que dos mil, ¡pero
rigurosamente jerarquizados y bien organizados!. Yo necesitaba una policía
interna para mi movimiento, y elegí la SS.
>Dentro de la SS se creó un nuevo organismo: la Sicherheitdienst –
13
servicio de seguridad- confiado al mando de Reinhard Heydrich . Cuando
en enero del treinta y tres el Nacionalsocialismo llega al poder, la SS cuenta
con cerca de cincuenta mil hombres. Entonces era preciso hacer un
esfuerzo para depurar el cuerpo del partido, librándolo de oportunistas de
última hora y matones de baja calaña.
>Treinta de junio del treinta y cuatro. La SS, a mis órdenes, desbarata
¡la conspiración creada por Röhn y otros mandos de la SA!. Fue conocida
como “La Noche de los Cuchillos Largos”. ¡La SS se restableció como
orden y es elevada al rango de organización independiente!. ¡Comienza
una nueva era de hombres puros y fuertes!...

12
Heinrich Luitpold Himmler: (Múnich; 7 de octubre de 1900 - Luneburgo, Baja
Sajonia; 23 de mayo de 1945) fue el Comandante en Jefe Reichsführer de las SS y
más tarde Ministro del Interior y fugazmente Comandante de los ejércitos del
Vístula durante el sitio de Berlín.
Gestionó la orden de la matanza metódica y sistemática de millones de judíos,
polacos, gitanos, homosexuales, comunistas y enfermos mentales, muchos de los
cuales fueron usados en experimentos.
13
Reinhard Tristan Eugen Heydrich: (Halle del Saale, 7 de marzo de 1904 –
Praga, 4 de junio de 1942) fue el segundo al mando de las SS, organización del
régimen nazi liderada por Heinrich Himmler y que desde el año 1939 dirigió la
Oficina Central de Seguridad del Reich.

31
NAZARETH SERRANO

32
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

CAPÍTULO 2: OTROS MUNDOS

AÑO 1270 DC (Después del Cataclismo)

PLANETA DE HIELO
CERCA DE LA FRONTERA

e l noveno guardián, bueno, el “otro” noveno guardián, despierta


más “íntegro”. Al parecer, a pesar de que la máquina se lo ha
“tragado”, su daño ha sido menor. O eso cree por ahora.
Abre los ojos e intenta acostumbrarlos a la penumbra en la que están
sumidos los alrededores. Apenas puede distinguir vanas sombras, que no
consigue interpretar en su cerebro como algo conocido o con sentido
aparente. No escucha nada, salvo su propia respiración entrecortada y los
latidos de su acelerado corazón.
-Mierda de máquinas… -masculla, sintiendo el sabor característico de la
sangre en su boca. Sólo entonces se percata de que no ha salido tan ileso
como pudiera haber deseado-.
Se intenta levantar, pero no puede. Es como si una enorme placa de
metal de toneladas de peso le tuviera pegado al suelo. No puede mover ni
un sólo músculo, aunque siente perfectamente su cuerpo. Le duele horrores
y ahora es cuando se ha dado cuenta.
Escucha de repente una voz suave, pero que habla muy rápidamente.
Claro está que es un pensamiento y no palabras habladas lo que oye:
-¿Qué crees que es?
-No lo sé. Pero, deberíamos ayudarlo… -un segundo tono de voz, más
grave, responde a la primera-.
-No. Espera. No sabemos qué es o qué ha venido a hacer aquí.
Silencio sepulcral, roto segundos después por la voz grave.
-Entonces, larguémonos antes de que se pueda mover.
-No. Parece malherido, lo suficiente como para que no nos dé
demasiados problemas, pero no tan dañado como para que no puedan
hacer nada por él…
-¿Qué pretendes?
-Se lo daremos al tipo ese… ya sabes. Pagará bien por él.
-No sé… no me gusta meterme en esas alcantarillas subterráneas.
-¿Qué prefieres?, ¿eso o morir de hambre?
El guardián espera la respuesta como si le fuera la vida en ello. Y es
que, según interpreta la conversación su maltrecho cerebro, la vida le va en
ello. Si nadie le presta ayuda, morirá. Pero si se la prestan… ¿a dónde le
llevarán?, ¿qué harán con él?. Decide no pensar más en ello durante esos
segundos que parecen horas.
El otro se demora un tanto en contestar. Luego, articula un algo
indeciso:
-De acuerdo. Pero antes lo aturdiré un poco…

33
NAZARETH SERRANO

El noveno guardián siente una descarga descomunal y pierde el


conocimiento al instante.

FECHA SIN DETERMINAR

PLANETA SIN DETERMINAR

-Wolfgang, ¿estás bien?


Wolfgang abre los ojos y se topa con su propio rostro. Bueno, uno igual
que el suyo, el de Samuel o Sam, como a él le gusta llamar a su hermano.
-¿Estás bien? –pregunta, de nuevo, su hermano-.
Le duele todo el cuerpo, siente mareos y nauseas… pero sí, dentro de
lo que cabe está perfectamente, así que articula un leve y entrecortado:
-Más o menos.
Su hermano tiene sangre reseca en la cabeza, pero no presenta
ninguna herida abierta en la parte visible de su cuerpo.
Wolfgang mira a su alrededor y se encuentra con un paisaje inesperado.
Árboles rodeando el claro donde se hallan, hiervas altas, un cielo azul y un
espléndido Sol brillando… bueno, más bien dos. Dos bolas de fuego dando
luz y un agradable calorcito al lugar. Ningún sonido delata la presencia de
animales o congéneres. Apenas el leve arrullo de la brisa jugueteando con
las ramas más jóvenes, pero nada más. Ni un aleteo que delate el vuelo de
un ave, ni una pisada, ni nada. ¿Dónde están?
Mira con detenimiento, como hipnotizado por el silencio sepulcral y, en
cierto modo, la belleza de la naturaleza en todo su esplendor, si la acción
directa o indirecta del “ser humano”.
Los troncos de los árboles son tan gruesos que sería imposible
rodearlos con los brazos. Es más, se necesitarían diez jugadores del equipo
de Rugby, con anchas espaldas y largos brazos, para que, uniendo sus
manos, flaquearan tal leño. Parecen orgullosos, altos, en su mayoría
bastante rectos. Las ramas que brotan en su copa también son
impactantes. La de menor grosor sería comparable al tamaño de los dos
brazos juntos del campeón de pesos pesados. Sus hojas, extrañas, de
forma romboide y un color verde lima, bailan al son de la brisa. Tienen el
tamaño de dos manos de un hombre adulto. Hay más variedad de árboles,
algunos un tanto menos magnos, pero igualmente impresionantes.
Las raíces de estos centenarios parece que vayan a salir de la tierra y
servir de pies. Es como un bosque encantado, pero extrañamente
silencioso.
El terreno también está cubierto con un manto verdoso, donde
variedades distintas de plantas se entrelazan en un aquelarre de
tonalidades verdosas, sólo salteadas de vez en cuando por el rojo intenso
de unas bonitas flores con forma de cono invertido, por el amarillo que
presentan otras, estas con forma de sombrero de copa, o tal vez por el
blanco impoluto que presentas terceras, estas con forma de corazón,
bastante curiosas.

34
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

No se percibe el arrullo del agua de un salto, el caudal de un bravo río o,


siquiera, la tranquilidad de un estanque. Parece que no hay líquido vital en
los alrededores, al menos, no a la vista.
Abstraído por el paisaje, no se ha dado cuenta de que su hermano, que
está de pie a su lado, ha extendido una mano, que Wolfgang termina
aceptando. Se levanta con su ayuda.
Se sostiene en pie a duras penas. Todo a su alrededor parece querer
dar vueltas sobre un eje imaginario, él mismo. Los vértigos sólo perduran
unos segundos. Luego todo lo que tiene que hacer es aguantar el horrible
dolor de piernas que sufre. Se pregunta si tiene algo roto, luego desecha tal
idea. Además de poder soldar sus huesos en poco tiempo, de no haber
funcionado tal artimaña, ahora no estaría en pie.
-¿Dónde estamos? –pregunta Wolfgang aún aturdido-.
-No lo sé –responde Samuel mirando a su alrededor-. Pero no es un
lugar desierto. Al menos hay animales. He visto algunos.
Inhala un olor afrutado en el ambiente, que es convenientemente
atacado por su propio olor corporal, un sudor varonil e intenso.
-¿Comestibles? –comenta Wolfgang sonriendo, aunque no tiene ganas
de broma, lo que tiene es hambre y a él no le van las verduras ni la fruta.
En vez de vegetariano, es carnívoro cien por cien-.
Samuel se encoge de hombros.
-Si consigues cazarlos…
-Fácil… con…
Wolfgang se acaba de percatar de que han desaparecido sus armas, la
esfera, su colgante… sólo tiene la ropa que llevaba puesta. Se cachea en
busca de algo, pero no da con nada. Cada golpe con la palma de sus
manos es un estallido de dolor en cualquier parte de su cuerpo, así que
intenta tranquilizarse y buscar las cosas más despacio. Samuel niega con la
cabeza y el detiene su frenética búsqueda.
-¿Dónde…?
-Tampoco lo sé –responde Samuel antes de que Wolfgang termine
siquiera la pregunta-.
-¡Mierda!
-Hay árboles frutales… pero no sé si los frutos son comestibles.
-¡La fruta para los monos!.
-Pues los “animalitos” que he visto no se cazan con las manos.
Wolfgang eleva la ceja y, acto seguido, pone cara de niño enrabietado
con el padre que no accede a comprarle el juguete que quiere, a la par que
se cruza de brazos y expulsa aire por la nariz fuerte y sonoramente, como
un dragón.
-Lo mejor será que busquemos refugio antes de que anochezca. Si es
que aquí anochece… -comenta Samuel mirando al cielo-.
Wolfgang escucha el rugir de su estómago y, maldiciendo para sus
adentros, asiente con la cabeza.
-En marcha pues… -comenta-.
Unas manos retiran las hierbas altas que le impiden ver a los extraños
que, al parecer, se encaminan hacia uno de los volcanes más activos del

35
NAZARETH SERRANO

lugar. ¿Acaso no presienten, como él, la brutal erupción que se dará al caer
la tarde?, ¿no pueden entender a la naturaleza, hablar con ella, creer en su
advertencia?. ¿Quiénes son esos paganos en tierra de Dioses?, ¿por qué
portaban ese tipo de armas extrañas?. ¿Debería ayudarlos o dejar que
mueran y olvidarse de todo lo que ha visto?, ¿qué hacer con las armas que
ha confiscado?, ¿por qué tienen esos colgantes unos tipos así?
El ser niega con la cabeza y se marcha… en dirección contraria a la han
tomado Wolfgang y Samuel.

AÑO TERRESTRE 2013 d.C.

ATLÁNTIDA, SÉPTIMO REINO


EN EL INTERIOR DE UNA HABITACIÓN DE PALACIO

Anton mira a su hermano, que sigue postrado sobre la cama,


inconsciente, sufriendo sudores fríos, diciendo cosas sin sentido y teniendo
convulsiones de vez en cuando. Lo único que ha hecho con algo de lucidez
es nombrar a Arabelle y a su hijo.
Las sanadoras, que no son lo que eran, hacen lo que pueden, pero no
son demasiado optimistas.
Anton ha salido completamente ileso de la experiencia.
Cuál fue su sorpresa al verse de nuevo en aquel lugar donde murió.
Claro, que todo ha cambiado demasiado. Ruinas, caos y la más completa
ignorancia se han apoderado de aquel mundo al que, algún día, perteneció
y donde hoy, de nuevo, vuelve a morar.
Los templos tienen sus muros derruidos. Las antiguamente magnas
columnas ahora son sólo obstáculos derribados por el suelo, algunas
partidas en dos o tres porciones. El esplendor de las casas ahora es sólo
piedra sobra piedra, sin sentido, sin poder ofrecer cobijo a nadie, salvo a la
maleza que, con sus espesos brazos, lo envuelve todo a su paso, dando al
lugar el aspecto de un mundo anormal y abandonado por cualquier dios.
Todo lo construido por el hombre ha caído a manos de la naturaleza.
Incluso los palacios han perdido el esplendor y el lujo que antaño
tuvieron. Nadie limpia esos suelos, nadie enciende incienso, nadie abrillanta
los jarrones que, en su día, contuvieron aceites de baño. Ahora yacen en el
suelo, hechos pedazos u olvidados en un rincón, llenos de polvo y
habitados por insectos.
Lo que antes eran aguas termales, de color cristalino, enjauladas en
lujosas bañeras, ahora es sólo un montón de piedra agrietada, que alberga
apenas algo de agua en su fondo, sólo que ahora este líquido se muestra
verdoso, oscuro, lleno de restos de cerámica y vegetación varia. Y así, poco
a poco, Anton entiende que nunca podrá volver a ser el príncipe, no, el rey,
que fue, sino restaura todo esto. Y para ello, necesita recuperar el
conocimiento perdido. Pero él no puede. Necesita algo que no posee.
Recuerda esa estancia, no ha cambiado demasiado. Es la habitación de
palacio en la que moró durante su antigua vida, al menos, hasta que su

36
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

hermano, entonces llamado Alkari, fue destituido, por lo que él se proclamó


el primogénito y se convirtió en rey. No falta lujo ni detalle, está limpia y
más o menos restaurada, casi como la dejó hace demasiado tiempo, pero
no se siente en casa. Parece que todo este mundo le es ajeno, extraño. Se
siente, sin quererlo, profundamente vacío. No es esto con lo que había
soñado al nombrar “Atlántida”. Imaginó un paraíso y ahora ve que ha
viajado al infierno. Los grabados que moran en las paredes ya no
transmiten nada. Son simples representaciones inertes, hechas por la mano
del hombre, que quiere ver a un dios y plasmarlo en un muro. Tal vez
antaño las inscripciones cedieran alguna sabiduría, pero hoy día sólo son
símbolos desnudos, sin sentido. Palabras que sobrevivieron aferrándose al
muro, pero que han perdido todo juicio y razón.
El padre de ambos está tras Anton, observando a Gerhard con una
críptica mirada.
-No creo que este sea su lugar. No colaborará –comenta Anton-.
-No tiene dos opciones, sólo una. Colaborar.
-No lo conoces… quiero decir que no lo conocéis, padre. Sigue siendo
el mismo que ayer, sólo que aún no lo ha demostrado en exceso. Sin
embargo, desde luego que sé que no ha cambiado.
-¿Quién es esa tal Arabelle a la que tanto nombra?
Anton se encoge de hombros.
-Nadie importante. Sólo un problema que hay que resolver.
El melenudo con la mejilla tatuada posa su amplia mano sobre el
hombro de Anton.
-Hijo, como en el pasado, hoy día confío en vos. ¿Hago lo correcto?
Anton se da media vuelta para quedar cara a cara con su padre. Le mira
a los ojos y responde seguro de sí mismo.
-Sí. Por supuesto que sí, mi rey.
-De nada sirve ser rey de un lugar muerto. De nada vale gobernar una
tierra estéril. De nada sirve ser el señor de gente ciega, que ha perdido todo
el conocimiento que un día nos llevó a la cumbre. Recuperad el libro.
Anton se palpa el mentón.
-Lo tendrá Elisabeth. ¿La conocéis?
El rey asiente con la cabeza.
-Entonces todo arreglado. Haced, pues, una visita.
Anton frunce el ceño.
-Está en la Tierra. ¿Cómo voy a llegar allí?. Las máquinas han
conectado y el planeta, por ahora, está completamente protegido.
-Sí, pero por un tiempo limitado. Además, podéis realizar pequeños
viajes. Aunque tendréis que recuperaros antes. Nuestros científicos
trabajan en un portal que podría llevaros hasta la Tierra, aunque aún queda
algo de tiempo hasta que esté completamente terminado y sus viajes sean
seguros. Además, hijo, estáis débil y no quiero poner vuestra vida en
peligro.
-Si se activa la decimotercera máquina, se completará el escudo y todo
se irá a la mierda. Me quedaré atrapado aquí… y vosotros también.
-Tienes razón. Ese necropiliom… nos ha dado demasiados problemas.

37
NAZARETH SERRANO

Anton agacha la cabeza.


-Siento no haberos hecho caso cuando me dijisteis que me alejara de él.
Pero… comprended que es difícil de creer que tú… vos… en realidad…
pensé que estabais muerto. Ahora lo comprendo todo mejor.
-No os preocupéis, hijo. Ahora sólo tenéis que hacer dos cosas.
Conseguir el libro y matar a esos niños antes de que empiecen a ser una
amenaza.
Anton expone una mueca extraña.
-Matar a unos simples niños… ¿No hay otra forma?...
El rey niega con la cabeza.
-Pero… ¿Y si sólo mato a uno de ellos?. No se completaría el ciclo y…
-No hay que arriesgarse, hijo.
-Pero… -Anton se guarda para sí el resto de quejas-. De acuerdo. Haré
lo que me mandéis, padre.

PLANETA TIERRA
ÁREA DE EXPERIMENTACIÓN “LA COLMENA”
SALA 256 DE ENTRENAMIENTO

Dos filas perfectamente formadas y colocadas en paralelo. Todos visten


con ropa deportiva de color gris. En las sudaderas llevan diferentes
símbolos que caracterizan su rango y otros en común, que los identifican
como SS y miembros de “La Colmena”.
La estancia, tapizada en acero, tiene todo tipo de artefactos de
entrenamiento, tanto en forma de máquinas, como trajes para combates
con armas virtuales, hologramas que reproducirían fielmente cualquier tipo
de paisaje y etcétera de posibilidades.
Todos los rubios de ojos azules, altos y fornidos miran a su instructor,
un tipo algo más bajo que ellos y bastante más viejo, con cara de malas
pulgas y cierto aire de superioridad, que siempre tiene una fusta a mano.
Entre tanto rubio sólo destaca Rudolph Imnre Ademaro, cuyos nombres
significan: lobo, gran rey y glorioso en batalla. Este joven tiene el cabello
rapado, pero se distingue un nacimiento bruno. No luce barba
habitualmente, como el resto, va bien afeitado casi siempre. Pero hoy no le
ha dado tiempo a cumplir con tal cometido y su tez se ve levemente tapada
por una capa oscura de barba incipiente, que parece nacer tímidamente,
como los primeros brotes de la primavera bajo los dorados rayos del Sol.
Sus facciones contrastan con la de los germanos que lo rodean, los cuales,
las poseen más rudas que él. Tampoco sus ojos son característicos.
Azabache es el color del iris de Rudolph, como todos le llaman. Sin
embargo su físico no envidia en nada al de sus compañeros. Buena
musculatura y una altura considerable le dejan en buen lugar.

38
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

-Nuestro gran Führer va a honrarnos con su presencia en el


14
entrenamiento de mañana –comenta el instructor y SS-Standartenführer -.
Por ello he escogido a los mejores de cada grupo para el entrenamiento de
mañana. Como preparación hoy entrenaremos sin descanso durante todo el
día. Se sustituirá la hora de comida por media hora y se os quitarán dos
horas de las cinco que tenéis para dormir. ¡Consideraos afortunados!. Y
antes de que os marchéis a las duchas, pues oléis como negros, contestar
a una pequeña ronda de preguntas. Tú –señala al primero de la fila
anterior-. Mil novecientos treinta y cinco, ¿qué pasa con “La Herencia de los
antepasados”?.
15
-El Instituto Ahnenerbe pasa a depender directamente de la SS, bajo
cuyo impulso se orientará en tres direcciones: la herencia “Erbe”
propiamente dicha, la expansión “Raum” y el espíritu “Geist”. De esta
manera, además de crecer en la estructura puramente militar, la SS crece
también como patrimonio cultural y religioso. Tendrán su centro sagrado en
16
el castillo medieval de Wewelsburg , en Westfalia, señor.
-¿Para qué son instruidos los SS ahora y en el pasado? –pregunta al
segundo-.

14
Rango equivalente a un Coronel en el Ejército Español, a un Orbest en la
Wehrmacht y a un Orbest d.P. en la Policía. Ver tabla 1 al final del libro.
15
Studiengesellschaft für Geistesurgeschichte‚ Deutsches Ahnenerbe e.V.,
(traducido del alemán como "Sociedad para la Investigación y Enseñanza sobre la
Herencia Ancestral Alemana"), conocida como Ahnenerbe o también, SS-
Ahnenerbe, fue una entidad pseudocientífica alemana constituida formalmente en
1935 por dirigentes e ideólogos del Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán para
realizar y divulgar investigaciones con fines propagandísticos en apoyo de la
ideología nazi y en particular, de sus teorías racistas relacionadas con el mito de la
raza aria y su supremacía. En 1942, durante la Segunda Guerra Mundial, la
Ahnenerbe fue integrada en la estructura de las SS, organización fundamental del
aparato de Estado del Tercer Reich, y dirigida, bajo la presidencia de Heinrich
Himmler, por Walther Wüst y Wolfram von Sievers, orientando su actividad hacia
el apoyo de experimentos brutales sobre prisioneros víctimas del holocausto. Al
final de la guerra, quedo disuelta y sus actividades investigadas en el marco de los
juicios de Núremberg, siendo declarada organización criminal en 1946 junto con las
SS. Sievers fue juzgado y condenado a la pena capital como criminal de guerra. Por
su naturaleza, la Ahnenerbe y su historia son uno de los temas abordados por las
controvertidas teorías sobre el ocultismo nazi.
16
Wewelsburg: es un castillo renacentista situado en el norte del Estado federado
alemán de Renania del Norte-Westfalia, en el pueblo de Wewelsburg, que a su vez
forma parte de la ciudad de Büren, en el distrito de Paderborn, en el valle del Río
Alme. El castillo tiene planta triangular de época renacentista y es comúnmente
conocido porque en 1934 las SS de Heinrich Himmler lo escogieron como sitio de
culto. A partir de 1941 se desarrollaron planes para ampliar la edificación y
convertirlo en el "Centro del mundo". Imagen 2 de “El Legado Atlante”.

39
NAZARETH SERRANO

-Para velar por la seguridad interna de la nación y para la propagación


del Nacionalsocialismo por el mundo. Por ello debemos alcanzar los
mejores resultados en los terrenos intelectuales y deportivos. Debemos
enseñar una fe y una visión del mundo revolucionaria a la par que
tradicional, señor.
-¿Eso acaso no es una contradicción?
-No, herr Standartenführer. El concepto revolucionario y tradicional no
se excluye, sino que se complementa, señor. El primero representa un
ataque directo contra el sistema judeocristiano social y moral
preestablecido, y el segundo pondera el reconocimiento de los valores
tradicionales inmutables que proceden de la esencia racial del pueblo,
señor.
-¿Y cómo los alistaban?, ¿los engañaban?
-No, señor. El alistamiento voluntario en sus rangos apelaba y apela al
espíritu militante y al sentido de la responsabilidad y de la fidelidad de la
condición de hombre libre, que todos deberíamos tener, señor.
Rudolph mira de reojo al que anda contestando. Parece un robot listo
para procesar y dar la información correcta. Habla mirado hacia delante, o
hacia la nada, pues no se sabe muy bien dónde mira, y… en fin, igual de
aburrido que todos los demás.
El instructor continúa haciendo pequeñas preguntas sobre la orden.
-¿Qué era y es fundamental en la iniciación de los SS?
-Vigorizar, fortalecer y endurecer el cuerpo y la mente. Para esto se
deben realizar ejercicios de gimnasia, largas marchas y diversos
entrenamientos de combate. Debemos ser inmunes al dolor, al sufrimiento y
a la muerte, señor.
-¿Cómo comenzaba la formación de un futuro SS?
-Comenzaba, señor, con la historia del Partido Nacional Socialista de los
Trabajadores Alemanes. Luego los soldados recibían una formación
intensiva sobre la historia de las SS y sus leyes raciales. Finalmente se les
ensañaba de forma meticulosa y elaborada quiénes eran los enemigos de
Europa, nuestra Madre Patria, Alemania, y la Gran Raza Aria. También se
les instruía en la historia, runas, religión verdadera, mitología, arquitectura,
astronomía, simbolismo y otra amplia variedad de temas de interés para la
orden. Para esto existían y existen diferentes departamentos internos,
señor.
-Bien –mira al de al lado, justo después está Rudolph, el cual suspira-.
¿Puede usted casarte con quien quiera?
-No, señor. He hecho un juramento de lealtad con la Patria y la Raza
que sólo me permite casarme con mujeres de caracteres raciales arios,
señor. Y debo mantener este juramento por mi honor y el de mi Patria,
señor.
-¿Y cómo se llevará a cabo una supuesta boda de un SS?
-Se llevará a cabo en una instalación perteneciente a las SS, decorada
con diversos símbolos rúnicos prueba de nuestra Pureza.
-¿Hay alguna ley que prohíba que se case con la mujer que quiera?

40
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

-Sí, señor. La ley que Himmler promovió en mil novecientos treinta y


siete. Una desviación del tipo que usted comenta me llevaría a la inmediata
expulsión de la orden. Además para que se celebre una boda necesito una
autorización oficial por medio de un certificado que demuestre que el árbol
genealógico de mi posible esposa ha estado libre de mezcla racial,
especialmente con judíos, desde hace doscientos años en el presente,
ciento cincuenta en el pasado, señor.
-¿Y los europeos pueden casarse con alemanas sin dar más
explicaciones?
-No, señor. Los SS europeos necesitan el mismo certificado, señor.
El SS-Standartenführer juguetea con la fusta y coloca el extremo de
esta en el mentón de Rudolph, el cual sigue en posición de firme.
17
-Obersharführer , ¿sabe por qué está aquí a pesar de ser físicamente
impresentable ante el Führer?
-No, señor.
El SS-Standartenführer fustiga la mejilla de Rudolph en un acto rápido.
Una pequeña cascada de sangre mana de la raja que se ha abierto en su
piel, haciendo que parte de su cara se tiña de carmesí y, posteriormente,
hasta la sudadera queda marcada por las gotas que resbalan por su cuello.
-¿Por qué no se ha afeitado?
Rudolph se mantiene en posición de firme y no contesta.
-¿Por qué no se ha afeitado? –vuelve a preguntar el instructor-.
-Lo siento, señor. De verdad que lo siento, señor.
-¡Cincuenta vueltas en el exterior!, ¡y en ropa interior!
-¿Ahora, señor?
-¡Por supuesto que no! –grita a escasos centímetros del pecho de
Rudolph, ya que a la cara no llega-. ¡Las hará en la hora de la comida!. ¡Y
ni se le ocurra probar bocado!
El instructor se está poniendo rojo de rabia. Su yugular externa parece
una tubería a punto de estallar.
-Sí, herr Standartenführer.
El SS-Standartenführer respira honda y sonoramente. Pequeñas
partículas de sudor resbalan por su frente, labio superior y por la zona
donde estarían las patillas, de tenerlas.
Si le pudieran tomar las pulsaciones, serían elevadas. No quiere que
ese SS-Obersharführer esté entre los elegidos para mostrar ante el Führer,
pero ese chico podría pertenecer a la élite del futuro de las SS, aunque su
físico no sea el adecuado… bueno, después de todo, eso se puede
arreglar. Los experimentos han sido muy fructíferos y ya se puede convertir
a ese defectuoso prodigio en un ario como Dios manda.
-¡Y ahora conteste! ¿Quién creó las Órdenes Hitlerianas?
-El movimiento Nacional Socialista, herr Standartenführer.
-¿A quiénes abrían las puertas estas escuelas?

17
Rango equivalente a un Feldwebel en la Wehrmacht y a un sargento en el Ejército
Español. Ver tabla 1 al final del libro.

41
NAZARETH SERRANO

-A aquellos miembros que hubieran dado pruebas de su adhesión al


partido, ofreciendo un historial de más de cuatro años de antigüedad en la
18
SA, SS o en las filas de las Juventudes Hitlerianas , señor.
-¿Cuántos burgos tenía la orden?
-Los Ordensburg o burgos eran tres. Crossinsee, en Prusia Oriental,
Vogelsang, en Renania y Sonthofen, en Baviera. El marco de estos burgos
fue cuidadosamente elegido, y las tres construcciones se edificaron en
medio de paisajes de landas y bosques. La dirección de los burgos
dependía del Partido Nacional Socialista, y no de las SS; pero esta enviaba
allí profesores y alumnos para que perfeccionaran su formación política y
social.
De tratarse de otro alumno, el instructor le hubiera dejado en paz sin
preguntar más. Pero es Rudolph, y no va a marcharse tan fácilmente.
-Dígame cual era la especialización de los tres Ordensburg y quiénes
pasaban completaban su formación en los tres burgos.
-Crossinsee incidía en el entrenamiento físico y militar, Vogelsang en la
preparación en el terreno político y espiritual y Sonthofen en la formación
profesional superior. Es decir, preparación de las carreras políticas,
diplomáticas y militares, señor. Completaban su formación intelectual y
política en estos tres marcos únicamente los oficiales superiores de las SS,
señor.
19
-Cite algunos de los principales miembros de la sociedad de Thule .
¡Ya!
Fustiga su tórax.
-Freiherr Rudolf von Sebottendorff, maestro supremo de la Orden.
Fustiga el abdomen del joven.
-Siguiente.
-Guido von List, maestro de la Orden.
Golpea su pierna derecha.
-Otro.
-Jörg Lanz von Liebenfels, maestro de la orden.

18
Juventudes Hitlerianas: (en alemán Hitlerjugend, abreviado HJ) fueron
establecidas por el Partido Nacional Socialista Alemán de los Trabajadores
(NSDAP) en 1926 para crear un nuevo sistema de adiestramiento para los jóvenes
alemanes con el fin de proporcionarles un entrenamiento militar y desarrollar su
entendimiento y obediencia a la ideología nazi. Los principios de ésta son similares
a los de otras organizaciones juveniles de la época, siendo el nacionalismo, la
actividad física, la camaradería, la vida al aire libre y el formar líderes y hombres de
bien en el futuro los pilares en los que se sustentan. Ver imagen 3 al final del libro.
19
La Sociedad Thule (en alemán Thule-Gesellschaft), originalmente Grupo de
Estudio de la Antigüedad Alemana (Studiengruppe für germanisches Altertum) fue
un grupo ocultista, racista y völkisch de Múnich, notable principalmente por ser la
organización que patrocinó al Deutsche Arbeiterpartei (DAP), más tarde
transformado por Adolf Hitler en el Partido nazi. Ver imagen 4 al final del libro.

42
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

Golpe en la cara, que hace que se abra otra pequeña brecha a la altura
de la ceja izquierda, algo más arriba tal vez.
-¡El más importante es…!
-Adolf Hitler, Führer, canciller del Tercer Reich y Führer de Alemania.
Golpetazo en el hombro con la fusta.
20
-Rudolf Hess, lugarteniente del Führer y SS-Obergruppenführer .
Le da con la fusta entre el cuello y el hombro y ordena:
-¡Otro miembro!
Rudolph empieza a estar más que harto de los golpes. Su voz se
muestra temperamental. No mueve un músculo, pero se nota contenido.
-Herman Göring, mariscal del Reich y SS-Obergruppenführer –golpe-.
21
Heinrich Himmler, SS-Reichsführer y ministro del Reich –golpe en la oreja,
que le hace sangrar-. Alfred Rosenberg, ministro del Reich y NS-
Reichsleiter –golpe en el brazo-. Hans Frank, doctor honoris de causa, NS-
Reichsleiter y gobernador general de Polonia –golpe en el pecho-. Julios
Streicher, Obergruppenführer y Gauleiter de Franconia –golpe en la cara-.
Karl Haushofer, profesor, doctor y Generalmajor retirado –recita al borde de
su paciencia con la voz medio quebrada por el aguante -golpe en la nariz-.
Se queda callado.
-¡Siga!
Le golpea.
-¡Vamos, siga nombrando!
Golpea de nuevo el instructor al alumno.
-¡Venga!
Rudolph sigue recitando mientras su instructor sigue golpeando.
Gottfried Feder, Dietrich Eckart, Bernhard Stempfle, Theo Morell, Franz
Gürtner, Rudolf Steiner, W.O. Schumann, Trebisch-Lincoln, Condesa
Westrap...
Cuando termina tiene la cara llena de sangre y el cuerpo lleno de
azotes.
-¡Al exterior a correr en ropa interior, ahora!
Rudolph lo mira con ojos de asesino en serie. Aprieta el puño derecho y
está a punto de estamparlo en la cara del Standartenführer. Pero no lo
hace, lo que sí hace es estirar el brazo y, con un saludo militar, expresar un
“sí, señor”.
-Y quítate la ropa.
-Sí, señor.
Se quita las botas, se quita los pantalones, la sudadera y la camiseta.
Luego vuelve a calzarse y se coloca en firme.
-¡Corra ahora mismo al exterior a dar vueltas!
-Sí, señor.

20
Rango equivalente a General der … en la Wehrmacht, a General d.P. en la Policía
y a General de División en el Ejército Español. Ver tabla 1 al final del libro.
21
Máximo rango de las SS. Ver tabla 1 al final del libro.

43
NAZARETH SERRANO

44
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

CAPÍTULO 3: EL LIBRO

9 de enero de 2013

PLANETA TIERRA
ÁREA DE EXPERIMENTACIÓN “LA COLMENA”, ANTÁRTIDA
ÁREA X, CELDA DE MÁXIMA SEGURIDAD 052

Laaferrado
camilla trasporta a un espécimen inconsciente, fuertemente sedado,
por los tobillos, muñecas, tórax y cuello a la estructura. Es
prácticamente imposible que pueda soltarse por completo, pero, como no
se sabe hasta qué punto puede llegar la fuerza de este espécimen, es
trasladado con cuatro guardias alrededor. Estos, por supuesto, están bien
armados. Además, el espécimen tiene su reglamentaria pulsera y su collar.
La primera, como método de castigo. El segundo, que sólo se usará en
caso de que sea estrictamente necesario -y eso, hasta ahora no ha ocurrido
con ningún otro espécimen-, es para matarlo. Claro, que lo que se define
como estrictamente necesario en un tipo como él… no abarca nada. Las
vidas humanas no valen nada, pero la de él… en fin, cuestión de
prioridades.
Sheila, la nueva gerente del área X, acompañada por varios novatos en
esta área, trasladados de otras de alta seguridad, y que ya son de
confianza, acompaña al espécimen y a su comité por los pasillos.
Mientras ella, haciendo alarde de su palabrería y contenta con una
dieta, que según ella, ha dado fantásticos resultados, no hace más que
comentar todo, ajena incluso al espécimen. La verdad, a ella le gustan más
los “monos” que siguen llegando de fuera. En este momento está
interesada en la evolución favorable que pueda tener un nuevo adolescente
que ha llegado recientemente a “La Colmena”. No recuerda su nombre, ni
falta que hace. Aquí sólo será uno más.
Uno de los guardias, uno cualquiera, comienza a sentir un agradable
cosquilleo en sus sienes. Su cabeza parece estar envuelta en una nube de
algodón. Un seductor y misterioso bienestar se apodera de su cuerpo. Es
como si un dios juguetón estuviera acariciando su mente, entrelazándose
con sus pensamientos, disipando cualquier rastro de dolor, remordimientos,
o cualquier mal recuerdo y, a cambio, le diera tan sólo buenas evocaciones.
Un placer insólito, pero muy satisfactorio. Ya ni siquiera está pensando en
el prototipo. Se ha olvidado por completo, aunque sólo por unos segundos,
de que es el guardia que está “programado” para garantizar la seguridad en
ese traslado.
Y de repente, todo lo bueno desaparece sin dejar rastro. Su mente es
avasallada por malos recuerdos, verdaderos o ficticios, que le hacen
experimentar distintas formas de angustia, dolor y demás sensaciones
desagradables.

45
NAZARETH SERRANO

Luego, de nuevo la paz, la tranquilidad, el placer… sólo tiene que


dejarse llevar con ese juguetón dios y se acabó la realidad. Tan sólo debe
dejar que haga lo que quiera con él para poder ser feliz. Sólo prestarle su
mente y su cuerpo a cambio de algo tan extraño, desde hace tiempo para
él, como es la felicidad, el placer, la tranquilidad… todo a cambio de poco.
El prototipo, aparentemente inconsciente, entreabre los ojos y lanza una
furtiva mirada al guardia en cuestión, que le devuelve una mirada de
complicidad.

Las cámaras de seguridad captan todo.


Un guardia encargado de custodiar el gran panel repleto de pequeñas
pantallas que muestran lo que pasa en distintas zonas de “La Colmena”
señala el monitor indicado.
-¿Qué diablos hace ese soldado?
Un hombre importante, que está de pie tras el subordinado, se fija en la
imagen.
El guardia está a punto de dar la voz de alarma, pero el otro, que va
trajeado, toma la muñeca del guardia impidiendo que este pulse el botón
indicado.
-Espera.

-¡¿Se ha vuelto loco?! –exclama Sheila al descubrir, por fin, al guardia


soltando al prototipo-. ¡Todos locos! –añade al ver que los otros tres
guardias, como hipnotizados, se limitan a mirar-.
Los novatos dan un prudente paso atrás.
El guardia parece salir del trance, pero demasiado tarde. El hijo de Jack
ya tiene las manos sueltas y no tarda en arrancar el resto de sujeciones.
Sheila lanza un grito al ver al prototipo de pie, frente a ella,
sospechosamente quieto. El guardia causante de todo activa su arma de
descargas y mira al prototipo en cuestión. Los novatos se largan de allí
corriendo como posesos.

El hombre trajeado mira el monitor. La descomunal descarga, el cuerpo


convulsionando, cayendo pesadamente en el suelo… seguro que de estar
allí habría podido oler el tufillo a carne quemada. No hay más que ver que
el cuerpo sufre quemaduras de primer grado. El guardia se ha pasado tres
pueblos con la descarga. Menos mal que el “pobre” prototipo no ha tenido
que sufrir tal castigo. Sin embargo, ya pueden ir buscando a otro gerente,
pues Sheila no parece estar para muchos trotes. Sus “monos” preferidos se
han quedado sin mamá.
¿Por qué diablos ha hecho eso el soldado?
-Señor… -indica el guardia encargado de las cámaras-.
-Sí, manda a un equipo allí –responde Niklas mirando al monitor
fijamente-.

46
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

El guarida realiza su trabajo.


Niklas sigue mirando la pantallita. El prototipo parece saber la exacta
ubicación de la cámara de seguridad y es como si la estuviera mirando,
como si supiera quién hay detrás.
El prototipo sonríe, realiza un ficticio corte en su propio cuello con el
pulgar y señala a la cámara.
Niklas sonríe.
-Vaya, ¿eso irá por mí? –pregunta Niklas divertido-.
-Sí, por ti, Niklas, eso va por ti…
Suena a través de los altavoces que ha pinchado el guardia.
Niklas borra la sonrisa y se coloca la corbata aparentando total
tranquilidad.
-Bueno, creo que he pasado demasiado tiempo en “La Colmena”. Será
mejor que vuelva a casa –comenta Niklas-. Tengo muchas cosas que
hacer… Que preparen un medio de transporte.
-Sí, señor.

Enill, el hijo de Jack espera pacientemente al equipo de seguridad. No


puede salir de allí, no aún. Un pensamiento que se guarda para sí surca su
mente.
<Aunque no tendré el placer de matarle en persona, Niklas Plagge, no
celebrará usted su próximo cumpleaños…>

AÑO 1270 DC

PLANETA DE HIELO
BASE AVANZADA DE LA RESISTENCIA
EN EL INTERIOR DE UNA DE LAS CELDAS COMUNES

Blake recobra la conciencia y se ve metido en una especie de celda


hecha por completo de metal -con un portón de igual material frente a él- y
de reducido tamaño, sin cama ni baños, cosa que explica muchas cosas
acerca del hedor ambiente y de su pobre ropa. Está engrilletado de pies y
manos, aunque dudosamente se podría mover de estar completamente
suelto. Debe de tener más de un hueso roto, o al menos, le duele igual que
si los tuviera hechos papilla.
Al menos, ver la cara de Jack, alguien conocido, le recompone. Aunque,
la verdad, ya no sabe de quién puede fiarse…
-Hombre, mi humano favorito. Porque mi humana favorita es tu madre,
que lo sepas –explica bromeando, pero diciendo, al mismo tiempo, la pura
verdad-.
Blake sonríe a duras penas, pues parece que las comisuras de sus
labios sean de hierro y se nieguen a moverse.
-¿Qué tal te encuentras, chaval?
-Bueno, vivo…

47
NAZARETH SERRANO

Jack asiente con la cabeza.


-Sí, eso es lo más importante. Escucha, dentro de unas horas te harán
un reconocimiento, bueno, algo parecido a un examen médico y,
seguramente, nos separarán. No te preocupes, no dejaré que te pase nada.
Arreglaré esto y encontraremos a tu madre, ¿de acuerdo?
Blake asiente con la cabeza e intenta incorporarse. A duras penas
consigue quedar sentado sobre el suelo, con la espalda apoyada en la
pared. Todo su cuerpo manda señales de alarma a su cerebro en forma de
dolor. El cerebro, harto de tanta patraña y sabiendo que, en estos
momentos, no puede hacer nada para curar el organismo al que controla,
dicta sentencia y ordena la secreción de fuertes endorfinas, analgésicos
más fuertes que la morfina y que todos los humanos tenemos en el cuerpo,
sólo que Blake, con su cuerpo de posthumano, aprovecha la más que apta
eficacia de sus endorfinas posthumanas, que como milagrosas, harán que
el cerebro no atienda a las señales que los nervios mandan, quitándole todo
el dolor.
-Jack… yo, sinceramente, no sé en quién confiar. Pero si me van a
hacer un reconocimiento…
Jack lo mira con cara de extrañado.
-¿Qué ocurre?
-¿A ti también te harán un reconocimiento?
-No. El plan que tienen para mí es más… básico. Pero lo arreglaré.
Blake articula un “ya” poco convincente, pero sigue pensando que es
mejor que lo tenga él.
Eleva una mano vacilante, que parece no querer seguir las directrices
de su cerebro y la lleva hasta su pecho, donde empieza a manipular su traje
para que se abran las presillas. Cuando lo consigue, mete la mano bajo el
ropaje, que le queda algo holgado, y saca un libro muy extraño, que Jack
recuerda bien.
Jack lo mira con los ojos muy abiertos y una expresión extraña en el
rostro.
-Pero… ¿Lo tenías tú?
-Sí. Es que… no sabía qué hacer… si tenía que ayudaros o no. Lo
siento.
Jack sonríe.
-No. No lo sientas. Este es mi humano favorito. Lo has hecho bien,
chaval.
Blake se encoge de hombros y le entrega el libro a Jack, sin pensar más
si está haciendo lo correcto o no. Las endorfinas comienzan a hacer efecto
y Blake, más que agradecido, se siente como en el cielo cuando el dolor
desaparece milagrosamente.
Como Jack ha predicho, un par de horas después se llevan a Blake,
dejándolo a él solo en la celda. Por supuesto, sus “raptores” no tienen ni
idea de que uno de esos dos tipos ahora porta el libro.

48
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

PLANETA TIERRA
MIAMI BEACH, FLORIDA

Palpa con su pulgar la alianza y la hace girar en su dedo. Todo esto


manteniendo la mano dentro del bolsillo de su americana de raya
diplomática.
En el ambiente caldeado predomina el olor a humo de puro y a alcohol
caro. Los bajos de la música hacen retumbar la caja torácica del joven. Las
luces multicolor se mueven a gran velocidad por la enorme sala.
-Bueno, ¿qué me dices, guapo?, ¿me acompañas al coche a por el
pintalabios o no?
La discoteca, alquilada esta noche para una fiesta privada, está repleta
de gente fumando, bebiendo, riendo y de chicas guapas con escotes
amplios y generosos y vestidos cortos. Por ejemplo, como la que está
sentada sobre la mesa de billar, jugando con la corbata del guardaespaldas
del anfitrión, que se ha largado a la planta superior, no tan solo como su
guardaespaldas pudiera desear para asegurar su protección.
-Mira –le tira de la corbata y el joven se agacha. El perfume se hace
más intenso en ese punto-. Sé que no puedes hablar, pero al menos,
bésame y lo tomaré como un sí. ¡Y sácate las manos de los bolsillos! –grita
para intentar hacerse oír sobre la música-.
Los ojos azules se posan en los de color miel, los de la joven. Dentro del
bolsillo de la americana, la alianza se desliza gracias a la suave presión del
pulgar y acaba en el forro.
La chica piensa que además de mudo es sordo. Se coloca de pie sobre
sus tacones de aguja y le habla en la oreja.
-Vamos, tío, ¿qué tiene de malo guardarme las espaldas un ratito? –le
acaricia el pelo y, colocando su rostro frente al del joven, añade:- ¿No
querrás que me pase nada malo por el camino?
Ya, eso tiene su lógica… o la tendría si él no estuviera casado y si ella
no fuera la hija de un capo que cortaría las partes varoniles a cualquiera
que se atreviera a tocar a su princesa.

Leon vuelve a la planta inferior. Mira hacia su guardaespaldas. Sonríe y


niega con la cabeza. Para evitarle problemas a su compañero vuelve a
intentar entablar una conversación con el viejo con el que estaba
negociando en la planta superior. Dios no quisiera que ese hombre viera a
su hija bajo las garras de un indeseable. La música no pone fácil la
conversación, pero el viejo lleva unas copas de más y eso le hace más
amable, tratable y manipulable, así que Leon no tiene demasiados
problemas en convencerle para ir a un reservado, donde ambos podrían
continuar conversando más tranquilamente. Eso sí, ahora ya con algún que
otro miembro por ambos bandos. Al viejo le acompaña un chaval y a Leon
lo acompaña Steve, que sigue trabajando para él, muy a pesar de su mujer.
Para cuando quieren echar a andar hacia el reservado, Peter y la joven
ya se han largado de allí, lejos del padre y de su campo de visión.

49
NAZARETH SERRANO

Peter vuelve a casa a las siete de la mañana. Sus ojos están hinchados
y rojizos por el espesor del humo, y así se reflejan en el espejo de su
coche. Desde su paso por “La Colmena” son vulnerables al humo y a las
luces de ese tipo.
Se frota los párpados y se apea del vehículo. Activa la alarma con
ayuda del mandito y el todoterreno pita a la par que hace parpadear sus
intermitentes.
Sólo entonces se acuerda de la alianza, que recoloca en su respectivo
lugar.
Cubre la porción de terreno que le separa de la entrada y abre con llave,
por supuesto, no espera que su mujer o su hermana… o hija, le esperen
despiertas.
Entra en el salón a oscuras y sube a la planta superior palpando el
pasamanos y procurando no tropezar con los escalones, en la más
completa penumbra. Eva se despierta con el más leve indicio de luz, y
aunque tiene la puerta cerrada, es como si tuviera un sexto sentido. Y claro,
cuando ve que Peter -o Hugo, como ella lo llama- ya está en casa, no hay
quien la haga volver a dormir. Aunque, seguramente, tendrá que levantarse
dentro de poco para acudir a su centro de estudios habitual.
La puerta de la habitación conyugal está cerrada. Se quita los zapatos y
los coge con una sola mano. Abre la puerta suavemente, procurando no
hacer ruido, entra, y entorna tras de sí.
Su mujer respira lenta y tediosamente. Parece profundamente dormida.
Se desviste, tira la ropa en un rincón y se tumba a su lado, procurando
ser delicado, colocándose en el extremo de la cama, para no despertarla
con el roce de su cuerpo.
Ahora tendría que dormir profundamente después de una noche
agotadora. Pero su conciencia no le deja. Es la primera vez que besa a otra
mujer. Bueno, de joven, con doce años, besó a Lilith, que tenía trece, pero
poco más.
Esa chica seguramente es más joven que él, su busto generoso, sus
ojos color miel, sus labios pintados de color ocre, su tez delicada, suave, su
pelo sedoso, ondulado, de ese color castaño claro… ha sido la gota que
colma el vaso, pues Peter, a decir verdad, ha tenido más “insinuaciones”
que siempre ha rechazado.
Se intenta contentar excusándose, pensando en que su mujer apenas le
hace caso por las noches. Bueno, en realidad no le ha hecho ningún caso
las últimas quince noches y así ha venido siendo desde hace dos años.
Cualquier intento de roce es radicalmente rechazado. Cuando no le duele la
cabeza está dormida. Peter no pretende tenerla a sus pies los siete días de
la semana, se conforma con menos. Tal vez por eso le ha pasado, por
conformista.
<Bueno, lo hecho, hecho está…> -piensa, no sin cierta aflicción-.
Al menos no se ha acostado con ella. Aunque, en cierto modo, el mero
hecho de intentarlo ya es inexcusable en su mente. Lo bueno –o malo,
según cómo se mire- es que, por alguna extraña razón, no puede serle infiel
a su mujer, quiera o no, porque su cuerpo no responde… o al menos, no ha

50
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

respondido cuando esa chica le estaba besando el cuello, menos aún


cuando le ha quitado la camisa y, cuando ha intentado bajarle los
pantalones… se ha negado y, apartando la vista de esas piernas
esculturales, se ha marchado. Leon se ha reído de él bien a gusto al entrar
sin ninguna piedad en su mente y Steve, más cordial, lo ha hecho a sus
espaldas.
Al final, cae en un profundo y reparador sueño.
Sueña con Amin-Hat, el cual, le atraviesa el cuello con la mano.
Despierta sudoroso al sentir un dolor desgarrador en la garganta y se lleva
las manos a la parte dañada. Jadeante mira a su mujer, que,
desperezándose, comenta:
-Buenos días, cariño.
Él, como siempre, responde con una sonrisa.
-¿Me traes el desayuno?. Hoy estoy agotada.
<Eso dices cada día> -piensa él-.
Peter asiente con la cabeza y, tras darla un beso en los labios, frío y
efímero, se encamina hacia la cocina, aún en ropa interior. Eva se ha ido
hace rato con Thomas, que la lleva a la escuela por petición propia, en
coche.

Su mujer se encuentra desayunando, por lo que Peter, como cada


mañana que tiene libre, se queda en la cocina, leyendo el periódico del día
que Thomas deja en la mesa cada día.
Se escucha la puerta de la entrada.
Peter, sin inmutarse, da un sorbo a su café sólo, recién hecho y sin
azúcar, y continúa leyendo el ejemplar de The New York Times.
Thomas entra en la cocina y sin mediar palabra deposita unas fotos
sobre la mesa.
Peter retira el periódico de su cara y se topa con la de Thomas, el cual,
sonriente, le guiña el ojo. Peter no sabe si es el tic o si le está queriendo
decir algo.
Finalmente, Peter mira las fotos y se queda blanco. En las fotos sale él
dentro de un Honda plateado con una tía encima de las piernas. Él va sin
camisa y ella tiene el top subido hasta el cuello. Ella le está besando el
cuello y él tiene cara de gusto.
Tira el periódico y coge el resto de fotos. Las mira una a una. En otras
fotografías sale también él en diferentes posturas, igual de
comprometedoras.
-Estaba infiltrado para desmontar la banda de ese viejo. Ese tipo
consiguió archivos del FBI y necesitamos saber para quién. No conseguí la
información que quería, pero mira por donde –sonríe-… He conseguido
algo mejor.
<Cabrón… ¿qué voy a hacer?>
Peter no sabe qué clase de gesto está exponiendo, pero Thomas le da
una pista:

51
NAZARETH SERRANO

-No pongas cara de cordero degollado, Peter. Voy a enseñárselas a


mamá. ¿Qué pensará ella de todo esto?
Peter rompe las fotos y tira los cachitos por encima de su hombro
derecho. Thomas sonríe y se muerde las uñas, como siempre que está
nervioso por algo bueno.
-Tengo copias, por supuesto.
Thomas tiene la intención de salir, pero no hace realidad tal
pensamiento. Lo siguiente que sabe es que ha recibido un buen golpe en la
espalda y que Peter lo tiene pegado a la pared, levantado por la pechera.
-Tranquilo, mono, bájame y hablamos.
<¿Me ha llamado mono?>
-Bájame, Peter, ahora.
-¿Qué estás haciendo, Hugo?. Suelta a mi hijo ahora mismo –dice su
madre que, no sabe cuándo, ha aparecido en el marco de la puerta-.
Peter deja a su hermano en el suelo tras unos segundos de indecisión.
-Hola, mami –dice Thomas y la besa en la memilla-. Hugo y yo
estábamos hablando y se ha puesto nervioso –se sacude las solapas del
traje chaqueta y comenta-: Siempre fue el más bruto.
-¿De qué hablas, hijo?
-Oh, de nada mami.
Peter mira a Thomas, esperando que no saque más copias de las fotos
y que le pida algo a cambio por tal “favor”. Pero las cosas no suceden como
él quisiera. Thomas se lleva la mano al bolsillo interior de la chaqueta y
saca las fotos que, antes de que Peter pueda hacer nada, entrega a
Margaret, la cual, sólo las echa un vistazo antes de ponerse frente a Peter y
decir:
-Cabrón –a la par que le da un sonoro bofetón y se larga-.
Peter se palpa la mejilla, que le quema. Se escucha un portazo en la
planta superior.
Peter mira a Thomas con ojos de asesino, pero este ya ha sacado su
pistola y la ha interpuesto entre él y su hermano.
-Quieto, mono. No nos pongamos nerviosos, ¿vale?
-Hijo de puta. Voy a…
No termina la frase. Acaba de hablar con una voz ronca y áspera, pero
acaba de hablar… ¿no?. Sí, claro que lo ha hecho, y en su primera frase en
años acaba de insultar a su madre, a su esposa y a su hermano, todo en
uno.
Thomas sonríe.
-Anda, si tampoco estabas mudo. ¿También mientes en eso?. Da igual,
no importa ahora. Tengo el placer de decirte que estás detenido.
-¿Qué coño dices?
-Que pongas las manos sobre la cabeza, mono, y que te arrodilles.
-Y una mierda.
-Bueno. Eso díselo a ellos.
Peter mira hacia la puerta. En el marco hay dos hombres vestidos de
negro con gafas de sol oscuras. Uno de ellos tiene tres dedos de su mano
derecha cortados.

52
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

El de los dedos cortados dispara y acierta en el cuello de Peter, el cual,


pone los ojos en blanco y se desploma en el suelo dándose con la encimera
por el camino.
Thomas sonríe, se agacha junto a su hermano y le quita el pequeño
dardo del cuello.
-Bueno, misión cumplida. Dar mis más sinceros recuerdos al señor
Plagge, por favor.
El de los dedos cortados sonríe y el otro pone un maletín sobre la mesa.
Thomas espera a que se vayan antes de abrirlo.
Sonríe ante el dinero y piensa que lo mejor que ha hecho en su vida es
venderse ante ellos y traicionar a su país. Va a tener muchos maletines
como esos si consigue información secreta para esos tipos.

Thomas abraza a su madre, la cual llora en su cuarto.


-Hugo se ha ido. No ha dicho cuándo volverá, bueno, no ha escrito,
quiero decir. Y se ha llevado bastante dinero, por lo que he visto. Tal vez,
tarde más de lo que crees en volver. Pero, no te preocupes –la besa en la
mejilla-. Sigues teniéndome a mí.

53
NAZARETH SERRANO

54
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

CAPÍTULO 4: NINGUNA HUMANA VIVA

FECHA SIN DETERMINAR

PLANETA SIN DETERMINAR

W olfgang se aferra a una raíz que sobresale más allá de la


rocosa ladera y, con ayuda de esta y un poco de esfuerzo,
consigue subir a un saliente. Cuando está más o menos equilibrado, le
tiende una mano a su hermano y le ayuda a alcanzar su posición.
Están realizando una escalada bastante peligrosa, de unos ochenta
grados, sin ningún tipo de seguro. Sus manos, pies e instinto son las únicas
armas que tienen para seguir avanzando.
El paisaje por allí es montañoso. Las laderas se muestran poco
cubiertas por la vegetación y quedan más allá de la frondosa selva donde
despertaron. A lo lejos se ve humo y empieza a oler a azufre, pero ninguno
de los dos parece percatarse de ello, tampoco de las piedras que ruedan
con su característico sonido expulsadas por la boca de un volcán.
Puede que en la tierra hayan pasado semanas, meses, o tan sólo
minutos. El tiempo en este lugar es completamente diferente, y Wolfgang
tiene el extraño presentimiento de que su reloj no está roto, sino que es
inservible en este lugar.
Desde allí arriba tiene una perspectiva bastante bonita del lugar. La
frondosa vegetación cubre todo, como un mar de tonos verdosos. No
consiguen distinguir nada que tenga que ver con la urbe.
Por horizonte magnas montañas que parecen llegar al cielo, como
caminos que Dios dejó para que los mortales fueran a verle. Más allá de
ellas, no pueden distinguir lo que hay.
Parece un lugar ciertamente deshabitado. Al menos, por formas de vida
inteligentes.
Samuel suspira y detiene un momento la escalada para mirar a su
alrededor.
-¿Qué pasa?, ¿cansado? –comenta Wolfgang con su típico tono burlón-
-Pues mira, sí. Cansado, muerto de hambre y… no sé. Algo me dice que
deberíamos dar media vuelta.
Wolfgang se ríe.
-Vamos, mi niña. No me vengas con esas ahora. Descansa un poco y
continuamos. Seguro que hay alguna cueva por aquí.
-Sí, puede… pero… En fin, no he visto un sólo animal por los
alrededores. Y los que hemos encontrado por el camino caminaban en
dirección contraria a la nuestra. Como si fuera a pasar algo…
Wolfgang, también bastante cansado, aunque no lo admita, se sienta en
el suelo y, riéndose de las paranoias de su hermano, comenta:
-Los animales –en tono burlón-.
-Sí, eso he dicho.

55
NAZARETH SERRANO

-Mira. Los animales son estúpidos. No saben dónde van o por qué.
Nosotros, que somos seres inteligentes, buscamos un refugio. Y ellos,
vagabundean por ahí todo el día.
-No es así. Los animales son más listos de lo que parecen. Y si se
alejan de algo, es porque tienen unos sentidos más desarrollados y
adaptados al medio que les hace saber qué va a pasar, mucho antes de
que puedan estar en peligro.
Wolfgang bosteza.
-¿A sí?. Entonces, ¿por qué las presas no usan su sexto sentido para
saber que se las van a zampar para desayunar?
-No es lo mismo.
-Pues yo sigo pensando que será mejor buscar refugio. Y pronto, pues
va a atardecer en breve. Sigamos escalando.
Wolfgang se levanta y sacude el polvo de sus partes traseras. Samuel
sigue teniendo un mal presentimiento.
-Anda, por una vez, sólo por una vez, hazme caso y volvamos. Puede
que sea sólo una tontería pero…
-Pero si volvemos, pasamos la noche a la intemperie.
Samuel asiente con la cabeza.
-Creo que me preocupa menos el frío y los animales que este lugar.
Wolfgang medita unos instantes.
-Bueno. Yo sigo subiendo, tú baja, explora y nos encontramos… ¿aquí?,
¿al amanecer?
Samuel niega con la cabeza.
-Será mejor que no nos separemos. La vegetación es frondosa y todo
parece igual. Podríamos perdernos. Y, la verdad, creo que estamos
perdiendo facultades. Deberíamos tener más atentos los sentidos… pero
parecemos drogados.
-Entonces…
-De acuerdo, seguiremos escalando. Desde luego, no te dejo solo.
-No soy un bebé.
-Tienes razón. Un bebé es más listo –bromea Sam. Wolfgang eleva la
ceja, pero no contesta-.
Al fin y al cabo, Sam está feliz. Sí, perdido, hambriento y cansado, pero
con su hermano. Nunca pudo ni podrá hacerle daño. Aunque, algo dentro
de él, le dice que ese sentimiento no es recíproco.
Wolfgang chasquea la lengua y comenta:
-Me cagaré en tu madre, que es la mía, cuando pasemos la noche a la
intemperie. Pero vale, te haré caso. Bajamos.

El ser que les quitó las armas, las esferas y los collares decide hablar
con alguien a cerca de los extraños forasteros a los que ha visto. El
chamán, más que alarmado, reúne a todo el poblado.

56
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

AÑO 1270 DC

PLANETA DE HIELO
BASE AVANZADA DE LA RESISTENCIA

-Te repito que no soy Atlante –comenta Jack-.


El moreno de ojos carmesí lo empuja, haciendo que Jack trastabille los
grilletes que atan sus tobillos y sus muñecas a su cintura, y a punto esté de
caerse, pues tan aparatoso método le da poca, casi nula, libertad de
movimientos.
El moreno le coge por la pechera y tira de él. Jack, guardándose
algunas palabras para sí, continúa su apresurado camino por el gran
corredor metálico.
-Por favor, hazme las pruebas.
-Díselo al jefe. A mí no me aburras más con tus cuentos.
-¿Al jefe?.
Jack se para en seco consiguiendo que el tipo le suelte por el impulso.
-¡Yo soy el jefe! –brama Jack más que harto-.
Y es que es para estar enfadado. Pues le han capturado sus propios
hombres, y ahora encima dicen que le llevan ante el jefe. ¡Él era el jefe de
esta cloaca llena de ratas descerebradas!.
El moreno aferra las cadenas que unen los grilletes y tira de él, pero
Jack parece una estatua inamovible.
-¿Dónde está Evelyn?
-¿Quién?
-La mujer. La única que viajaba en la nave.
-No había ninguna mujer. Bueno, ninguna viva.
Jack siente una puñalada en su corazón. Es como si le hubieran
arrebatado una parte demasiado importante de su espíritu como para poder
viajar sin ella en la larga travesía que conforma una vida. Como si el cielo
se hubiera derrumbado sobre su cabeza. Es como si el Sol se hubiera
apagado, dejándolo en la más completa penumbra, sólo, desolado, a falta
de su calor, su luz, su compañía.
La muerte es una parte inevitable de la vida, un ciclo más, lo único que
seguro nos llegará a todos. Más tarde o más temprano, la diosa dulce de la
muerte se aproximará hasta nuestro último lecho, nos tenderá una mano y
nos arrastrará a su lado, nos hará entrar en un profundo sueño, tal vez
rápidamente, tal vez de forma ya demasiado esperada y, queramos o no,
estemos preparados o hayamos dejados mil cosas por hacer, nos guiará en
nuestro camino, en nuestra transición del cuerpo al ente, de lo material a la
energía de la que todos estamos hechos. Pues no somos creados ni
destruidos, sino trasformados constantemente en un intento de poder ser
dignos de, al fin, llegar a la Suprema Iniciación. De poder ver lo que estaba
oculto, de conseguir despojarnos de cualquier defecto, de cualquier
propiedad, de saber caminar descalzos entre fogones y rocas puntiagudas,
de lograr ver más allá de la oscuridad que invade nuestros ojos y nuestro
ser, de aprender a escuchar, no sólo oír e ignorar las palabras de aquellos

57
NAZARETH SERRANO

que ya transitaron este camino antes, que nos quieren advertir, ayudar,
para que en nuestra próxima vida sepamos qué hacer, y no andemos
ciegos, siguiendo un camino circular, que siempre nos lleva al mismo lugar.
Pero saber que la muerte llegará no es suficiente, no para poder
mentalizarnos. A veces pensamos en ella, pero, simplemente, es mejor no
saber que está allí, esperándonos, pues no sabemos cuándo o cómo nos
secuestrará.
Los muertos no sufren ya, no si han cumplido con su deber. Pero los
que dejan en la el plano material tienen que aprender a vivir sin ellos. Y
eso, en ocasiones, es difícil. Una montaña que escalar con la única ayuda
de tus manos desnudas y tus pies descalzos. Un camino demasiado
empinado, que desde el llano parece no tener fin, algo aparentemente
insuperable. Las heridas se reabren varias veces por el largo camino de la
aceptación. Una canción, un olor, una frase, un sonido, un objeto, un
lugar… cualquier cosa puede hacer que los recuerdos afloren a nuestra
conciencia.
Aunque sin duda lo peor es el primer instante, cuando lo niegas, cuando
no puedes creer que eso te haya pasado a ti, cuando te preguntas ¿por
qué?, cuando piensas que darías años de vida a cambio de pasar unos
días más con esa persona, para decirla todo lo que nunca la dijiste, para
contarle todo aquello que día a día fuiste dejando dentro de ti, dando por
hecho que esa persona sabe cuánto la quieres, aunque no se lo digas.
Esos momentos en los que pides sólo unos minutos a su lado, para
darle un último abrazo, un último beso, para decirle un último “te quiero”.
Peor aún cuando nunca se los has dicho.
Ese segundo en el que tu corazón se desgarra, en el que el pecho se
oprime sin piedad, en el que las lágrimas no se pueden reprimir y manan
cual ríos en busca de un mar donde yacer. Ese segundo en el que quieres
estar muerto, como aquella persona que te ha dejado.
Todo en un segundo, todo en una milésima parte de tu vida, todo en un
suspiro… mil y una sensaciones en tan poco tiempo.
Jack, abatido, se deja arrastrar por el moreno, sin oponer ya resistencia
alguna.
Aunque lo intenta con todas sus fuerzas no puede evitar que unas gotas
de agua salada manen de sus ojos, ni puede secar sus mejillas, pues las
cadenas no dan más de sí. Sin poder tragar el nudo que tiene en la
garganta, sin poder quitar esa presión que oprime su pecho, sin poder dejar
de sentirse vacío, llora por segunda vez en todas sus vidas…

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LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

CAPÍTULO 5: GIGANTES

14 de enero de 2013

PLANETA TIERRA
MIAMI BEACH, FLORIDA

-…Y el príncipe, montado en un caballo blanco, que iba a


galope, apareció de entre los árboles…
William echa un vistazo a la puerta entornada y descubre a su mujer
mirando cómo le lee un cuento a su hija. La niña, ya acostada y tapada,
tiene los ojos como platos, por lo que no parece que se vaya a dormir sin
antes intentar dar un poco de guerra.
La habitación en la que se encuentran no parece la de una niña. Los
libros “donados” por William para la causa cubren buena parte de las
estanterías que moran en el lugar. No hay ni rastro de juguetes y el negro
que prevalece en los muebles le da un toque algo serio. Pero es que a la
pequeña le gusta parecer una adulta. A William le empieza a recordar a su
hermano, pero esta niña, por lo menos, no parece tan fría y calculadora
como Mitch. Eso le reconforta. Aunque, en ciertos aspectos, podría
parecerse a Anton.
William sabe que eso es una soberana estupidez, pero el carácter un
tanto duro y su mentalidad, un tanto destructiva, la hacen parecer la sobrina
de tal elemento. Aunque William no piensa demasiado en esas cosas. Es
su hija y la quiere, tal y como es, y tal y como llegue a ser.
William se encoge de hombros y continúa mirando al libro que tiene
sobre sus piernas. Él está sentado en el borde de la cama.
-Continúa –pide la niña, sin siquiera mirar hacia la puerta-.
Los enfados de la canija son de espanto. Y esta vez su madre se ha
pasado de la raya. Sí, eso es exactamente lo que ha hecho. ¡Ha apagado la
televisión cuando Anastasia estaba viendo una serie para adolescentes!.
¿Quién se ha pensado que es para hacer tal cosa?, piensa Anastasia.
-Sí. Esto… el príncipe, montado en un…
-Ya has leído esa parte. Papá, concéntrate –protesta la niña-.
William bosteza y niega con la cabeza.
-Apareció de entre los árboles y detuvo al corcel en seco con un fuerte
tirón de las riendas. Bajó de un salto y…
Otro vistazo a la puerta. Su mujer ya se ha marchado, a sabiendas de
que su marido estará “raptado” durante, al menos, media hora más.
-Y… el príncipe… esto… el príncipe…
Se levanta y deja el libro sobre la cama. Con paso ligero, pero
silencioso, se acerca hasta le puerta. Abre un poco y echa un vistazo al
pasillo. Sí, su mujer ya se ha largado.
Cierra la puerta, ante la atenta mirada de su hija, que no tarda en sacar
un grueso tomo de entre las sábanas.

59
NAZARETH SERRANO

-Bueno, pues ahora déjate de cuentos para niños y léeme esto –


comenta la canija ofreciendo a su medio dormido padre el libro-.
William se tapa la boca y bosteza de nuevo, luego, se sienta en la cama,
con las piernas estiradas sobre el colchón y la espalda apoyada en el
cabecero.
-…cuando los saurios aún reinaban el planeta Tierra aparecieron los
primeros mamíferos. Eran como pequeños ratones e iban equipados con
novedades extraordinarias: las hembras tenían glándulas mamarias de las
que salía leche, un nuevo invento de la evolución.
>Era el comienzo de la “madre” en la faz del planeta. Al fin había
criaturas que nada más nacer iniciaban la noción de la ternura expresada
en tibieza, olor, leche y arrullo maternal.
>Estos mamíferos andaban asustados todo el día. Su única posibilidad
de supervivencia era correr y correr, con una estupenda habilidad para
correr en ángulos cerrados y cambiar bruscamente de dirección.
22
>Los pasos seniles de un brontosaurio lo hacían avanzar a seis
metros por segundo, es decir, que recorría cien metros en menos de veinte
segundos. Y este anciano brontosaurio podía mantener esa carrera durante
23
horas y horas. Imagina la marca que conseguiría un joven y atlético Rex
estimulado por el olor de un desayuno. Es decir, que estos saurios podían
recorrer grandes distancias en poco tiempo gracias a las zancadas que
daban con su gran envergadura. Sí, son gigantes, pero no nos interesan
este tipo de gigantes, demasiado ajenos y lejanos en el tiempo.
>Volvamos a los mamíferos. Diminutos y asustadizos. Pero la evolución
quiso que los cachorros de estos “desayunos ambulantes” fueran naciendo
cada vez más grandes.
24
>Llegó el Mioceno , y la Tierra fue colonizada por mamíferos
25 26 27
gigantescos, como el gran Mamut , el Mastodonte , el Megaterio , el
28
Miloterio o el Milodón . También hace acto de presencia el gran Rengífero,
pariente de los ciervos, más grande que un caballo y con cuernos de hasta
29
cuatro metros. Y no hay que olvidarse del gran Oso de las Cavernas , con
una altura de cuatro a seis metros cuando se alzaba sobre sus patas
traseras.
William deja de leer para mirar a su hija, que tiene los ojos abiertos
como platos.

22
Ver imagen 5 al final del libro.
23
Ver imagen 6 al final del libro.
24
Se denomina Mioceno a la cuarta época geológica de la era Cenozoica y a la
primera época del periodo Neógeno. Comenzó hace 23,03 millones de años y
terminó hace 5,332 millones de años.
25
Ver imagen 7 al final del libro.
26
Ver imagen 8 al final del libro.
27
Ver imagen 9 al final del libro.
28
Ver imagen 10 al final del libro.
29
Ver imagen 11 al final del libro.

60
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

-Imagina estar en un lugar como ese…


Continúa leyendo y, de paso, dando datos de su propia cosecha:
-Sólo algunos de estos enormes animales sobrevivieron al paso de
siglos y siglos, hasta el punto en que algunos existieron cuando el primer
“hombre”, visto desde el punto de vista de la historia aceptada, apareció.
Incluso, algunos siguieron perdurando hasta que el hombre “evolucionó”
hasta convertirse en el hombre “moderno”, hace unos diez mil años. Uno de
ellos fue el jabalí gigante, con una calavera de metro setenta de largo.
Debió haber sido grande, como un elefante menudo, pero a la vez ágil y
dotado de una fuerza formidable.
>De estos animales dan testimonio las leyendas de los primeros
griegos, que cuentan los destrozos que causaban estas bestias. El número
de cazadores que intentaban darles caza iba creciendo, hasta que apareció
30
un héroe, bendecido por los dioses, llamado Teseo , que mató a uno de
esos.
>Cuando los “hombres” de nuestros días se enteraron de tales historias
las trataron de fantasiosas e irreales, pero en mil novecientos cincuenta los
paleontólogos encontraron restos fosilizados de estas bestias, que
coincidían con las descripciones de esos poetas griegos, que no eran tan
exagerados como se los trató.
>De los grandes mamíferos prehistóricos, o llamados también
“antediluvianos”, el Megasterio, hallado en el Cerro Blanco o el Milodón,
hallado en una inmensa caverna de la región magallánica, se extinguieron
hace diez mil años, probablemente porque eran presa fácil para el siempre
hambriento e inmigrante “humano”.
>El Milodón estaba dentro de una caverna que daba muestras de haber
servido de albergue de seres humanos. No cuesta imaginar a un grupo de
felices cazadores llevándolo hasta allí. Claro, que admitiendo eso, debemos
admitir que debían ser realmente forzudos para transportar una presa de
toneladas de peso montaña arriba. Y ni que decir tiene que para cazarlo no
basta con la voluntad. Pero no debo adelantar acontecimientos. Después
de todo, estamos en los primeros gigantes. A decir verdad, no he hablado
del primer gigante, que se encontró al sureste de China, y debió morir hace
unos trescientos mil años.
-¿Y cómo era?, ¿una bestia?
William sonríe.
-Se encontraba en buen estado y medía tres metros, cuarenta
centímetros de altura.
-¿Qué era, papá?, ¿qué era?
-Un hombre. Bastante joven, por cierto, según algunos análisis.
-Cuéntame más…
-A dormir –replica William-.

30
Teseo: fue un mítico rey de Atenas, hijo de Etra y Egeo, aunque según otra
tradición su padre fue Poseidón, el dios del mar, quien habría abusado sexualmente
de Etra en el templo de Atenea.

61
NAZARETH SERRANO

La niña suplica con la mirada.


-Sólo un poco más.
William, desarmado ante los encantos de su hija, parpadea un par de
veces y, bostezando de nuevo, continúa:
-El descubriendo de China se quedó corto cuando militares franceses
encontraron pocos años después, en Agadir, al norte de África, un taller de
la Edad de Piedra Avanzada, paleolítico avanzado, utensilios y
herramientas, iguales a otros talleres, sólo que estos utensilios eran veinte
veces mayores al resto. Y por su tamaño y peso, se deduce que debieron
ser hechos y utilizados por hombres de entre cuatro metros veinte y cuatro
metros sesenta de altura. El gigante chino sería un niño al lado de estos.
>Un caballero, con su espada y su reluciente armadura, hubiera sido
visto por este gigante de cuatro metros y medio, como un niño montado en
su triciclo, jugando a ser un héroe.
-No eran tan grandes, papá –comenta la niña-. En las pelis, miden
treinta metros.
-Treinta metros de gigante es demasiado. Es un desafío físico y
biológico en la Tierra. De haber algo así en nuestro planeta, se hubiera
derrumbado bajo su propia mole de carne pesada. No habría podido ni dar
un paso, hubiera caído, tal vez de espaldas, y su carne se hubiera llagado,
mientras su piel externa, tensa, se hubiera desgarrado, al igual que las
membranas de los órganos. Hubiera sufrido la desdicha de su envergadura,
igual que una ballena azul encallada. Imposible ese tamaño.
>Pero no es una aberración biológica pensar en un hombre de cuatro
metros y medio.
>Y sin embargo, para la espantada ciencia, la cosa no había hecho sino
empezar. Su nuevo reto se encontraba en Gargayán, Filipinas.
-¿Qué era, papá, qué era?
-Mañana te lo cuento.
William cierra el libro con contundencia y se dispone a levantarse, pero
su hija lo achucha con sus pequeños brazos.
-Lo último… -comenta la niña usando todas sus armas de “santa”, es
decir, sus ojos negros y brillantes y su carita de ángel bajado del cielo… a
escobazos, en realidad-. Sólo lo que descubrieron en Gargayán y me
duermo –pone las manos a modo de oración y, sin dejar de mirar a los ojos
a su padre, añade:- Porfa…
William sonríe pensando para sí la alegría que se llevó al ver que su hija
no tenía un físico “atlante”. No quiere ver más rubios de ojos azules, ni
tampoco las formas femeninas de los mismos.
-Bueno… -accede su padre, tras hacerse el duro durante algunos
segundos-. Pero luego a dormir, ¿eh?.
-Claro.
William ni siquiera abre el libro. Su memoria fotográfica es más que
suficiente como para que sepa recitar de memoria todos los libros que le
interesan, y eso es decir mucho.
-Se trataba de un gigante cuyos incisivos median, cada uno, cinco
centímetros de ancho y quince de largo. Con sumo cuidado desenterraron

62
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

los huesos, ennegrecidos y frágiles, a causa de la humedad. El esqueleto


era “humano”. Huesos humanos, con cráneo humano, por supuesto. Pero
humano no puede ser el tamaño…
-¿Cuánto medía, papá?
-Cinco metros con dieciocho centímetros de esqueleto. Con este dato
podemos deducir que el ser en cuestión podría medir unos cinco metros
cuarenta centímetros. Ahora los gigantes de Agadir podrían parecer simples
niños. Ni te cuento la diferencia que podría haber entre la estatura de un
“humano”, tal y como se le conoce, y esta “aberración” de la naturaleza.
>Las proporciones de este gigante filipino no diferencian
sustancialmente de las proporciones de los humanos de esta época. Su
capacidad craneana era mezquina, pero indiscutiblemente “humana” y
capaz de crear cultura.
>El gigante de Gargayán es el “ser humano” más grande que han
encontrado los científicos en todo el planeta, o al menos, el más grande que
ha salido a la luz. Desde luego, no parece humano. Su musculatura ha
tenido que ser colosal, teniendo en cuenta que tiene que desplazar esa
gigante envergadura. Su inercia en la carrera, su capacidad de choque,
debe haber sido comparable a la del gran Bisonte. Era el rey indiscutible de
su época. Armado con un simple garrote o una lanza cuya punta haya sido
endurecida al fuego, este gigante no poseería enemigos naturales. Ni
siquiera el gran Oso de las Cavernas era rival para su envergadura unida a
la inteligencia, que aunque rudimentaria, era “humana”. Un gigante cuya
vida ha debido ser plácida, sin temores. Sólo distraído por la curiosidad, la
religión o el amor. Y sin embargo, este claro aspirante a la supervivencia,
desapareció junto con otros gigantes.
>Su lugar lo ocuparon seres menos preparados, débiles y con
problemas, los que se apoderaron de la Tierra, mientras el recuerdo de tan
colosos “humanos” iba desapareciendo tras la estela de lluvias torrenciales,
diluvios, terremotos, huracanes y erupciones volcánicas. Relevados y
destronados al reino ambiguo de la leyenda, parecen producto de la
imaginación desatada de un escritor o un guionista. Pero toda leyenda tiene
un poso de verdad, y a través de ellas… -William comienza a flaquear y da
una cabezada rápida, de apenas un segundo. Luego, con los ojos aún
cerrados y la cabeza echada hacia un lado, continúa como si fuera una
grabación programada-… podemos intentar conocer algo más sobre los
misteriosos gigan…
William, más que rendido, termina durmiéndose.
La niña, con aire maternal, lo mira y niega con la cabeza.
-Ay… estos atlantes de laboratorio… Bueno, qué se le va a hacer. Los
hombres, hombres son… El sexo débil –añade repitiendo este último punto
gracias a la serie que andaba viendo-.
Le zarandea levemente por el costado y William despierta al instante.
-Me voy a dormir –comenta William-.
William piensa en irse a su cama, pero repentinamente cambia de
opinión, como si un genio juguetón estuviera trastocando su cabeza. Se
quita las zapatillas, se acuesta, arropa, y se acurruca junto a la niña, que

63
NAZARETH SERRANO

sonriendo maliciosamente, coge el libro y continúa leyendo, mientras su


padre duerme plácidamente, sin siquiera decirla que se duerma. De nuevo,
consigue lo que quiere.
La niña coge el tomo y pasa las páginas a toda velocidad. Contenta con
guardar en su cerebro cada palabra e ilustración, deja el tomo en el cajón
de la mesita y apaga la lámpara de sobremesa. Luego se acuesta al lado
de su querido progenitor y duerme plácidamente toda la noche.
La madre, más que harta de esperar la llegada de su esposo al lecho
conyugal, termina durmiendo sola… otra vez.

64
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

CAPÍTULO 6: MÁS ALLÁ DE LA MUERTE

Lalongitud
serpiente luminosa muerde y devora su cola sin cesar, más su
nunca mengua.
Evelyn se siente extrañamente bien. Una paz inigualable inunda su
corazón. Su mente se ha liberado de todos sus pensamientos y, disponible,
se ofrece a captar todas las buenas sensaciones que le ofrece ese corredor
oscuro, sólo iluminado por la fluorescente serpiente.
Evelyn no camina, si es que puede hacerlo, pues se siente flotando en
el aire, sin embargo cada vez está más y más cerca del círculo luminoso.
Cuanto más se acerca, más hipnotizada está. Cuando más se aproxima,
más paz inunda su ser. Cuando más se allega, más goce deleita su
espíritu.
Está muy cerca de esa serpiente. Ya puede ver su color, turquesa. Y
puede observar el matiz de sus ojos, esmeralda, brillante, hermoso.
Entonces de la luz blanca que cubre la parte interior del círculo que forma el
reptil sale una sombra.
Evelyn no teme nada. No teme la oscuridad que rodea el resto del
corredor, no teme a la sombra, ni teme por sí misma. Sólo siente paz y
tranquilidad.
Al principio la sombra es oscura, pero, poco a poco, va delineándose un
rostro y un cuerpo. Ese rostro… sí, Evelyn lo reconoce.
<Abuelo> -piensa Evelyn, sabiendo que no hace falta hablar en esos
momentos-.
Una sonrisa en el rostro de su abuelo y Evelyn siente una enorme
energía purificadora que hace que se estremezca.
<Evelyn, debes volver>
<No. No, por favor, quiero seguir adelante, hacia la energía, hacia la
felicidad>
Hay contacto al fin. Su abuelo la toma de las manos. Ella siente una paz
suprema. Quiere sentirse así para la eternidad. Quiere acompañar a su
abuelo hasta el otro lado.
<Evelyn, cariño, tu hijo te necesita. No le abandones.>
Evelyn niega con la cabeza,
<No. Él puede seguir sin mí. Ha llegado mi momento>
<Debes comprender que, a veces, debes aplazar el viaje. Esta vida
terrenal aún no ha tocado a su fin. Debes cumplir con todos tus deberes
antes de partir>
<¿Qué deberes?. No creo que haya dejado nada por hacer>
<Has dejado a dos almas que te necesitan. Mira…>
El centro de la serpiente deja de mostrar su luz blanquecida. En su lugar
muestra a Jack, siendo arrastrado y, de vez en cuando, pateado por un tipo
que le lleva hacia algún lugar. Está completamente destrozado y Evelyn
puede sentirlo en sus propias carnes. Llora y tienes los ojos enrojecidos.
Nunca antes pensó que podría verle así de frágil y vulnerable. Al fin le ha

65
NAZARETH SERRANO

visto sin esa coraza de desconfianza y dureza. Comprende que se muestra


de forma inhumana y cruel para no exponer todos los miedos que tiene. Al
fin percibe que esa “roca”, aparentemente a falta de sentimientos, está
demasiado erosionada por el curso del río de la vida. Descubre que
aparenta ser fuerte porque es inseguro. No sabía cuánto la quería, pues
nunca había manifestado nada... O tal vez, ella ha sido la que ha cerrado la
puerta que Jack quería cruzar. Ahora le ve como un niño indefenso y
abatido.
Jack desaparece y en su lugar aparece Blake, al que tienen medio
moribundo y desnudo por completo, haciéndole mil y una pruebas,
tratándolo como a un animal. Bueno, peor, pues a un animal no le harían
tales cosas.
Apenas puede moverse, está malherido y Evelyn siente, sólo por un
instante, el dolor que sufre en todo su cuerpo. Y también siente el mismo
miedo que su hijo. Aunque, para su sorpresa, Blake no teme por nada de lo
que le pueda pasar, y mucho menos a la muerte. Siente miedo por ella.
Miedo a perder a su madre… otra vez. Miedo a salir de esta, a estar vivo
sin ella.
La serpiente vuelve a mostrar el haz de luz blanca.
Evelyn mira hacia donde estaba su abuelo, pero este ya no está. En su
lugar hay un hombre moreno de ojos negros que luce pelo largo y liso.
Blake habló de alguien así, y no sabe por qué, Evelyn comprende que es la
persona a la que siempre veía su hijo.
<No quiero volver… pero debo hacerlo>
<Entonces, ve con ellos…>
<Espera. Tienes que ayudar a mi hijo. No puedes dejar que muera…>
El moreno sonríe.
<Es mi deber protegerlo. No te preocupes. No le ocurrirá nada malo.
Ahora, vuelve…>
El moreno la toca y todo es consumido por la total oscuridad.

AÑO 1270 DC

PLANETA DE HIELO
BASE AVANZADA DE LA RESISTENCIA
EN UNA HABITACIÓN CUALQUIERA

Evelyn entreabre los ojos esperando ver parte de la nave en la que


viajaba, o, simplemente, el techo de su cámara de crioletargo. Sin embargo,
lo que ve la desorienta.
Siente el confortante mullido de un colchón que se adapta
perfectamente a su cuerpo, y no es por decir, pues cada vez que se mueve
el colchón se reforma para dar un total confort. Ella no lo sabe, pero el
colchón está dotado de cientos de pequeños electrodos que, dispersos por
doquier, detectan su posición haciendo que el colchón se amolde a la
perfección, como lo hizo el traje que Jack la dio.

66
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

Está tapada hasta el cuello. Sólo tiene una sábana encima, eso sí, que
emite un calor muy agradable y un tanto extraño.
Parece estar en una habitación, una futurista. El metal se autoproclama
como el material por excelencia, pues no hay ni un sólo mueble de madera.
La luz parece manar de todas partes, no hay foco o lámpara visible, pero
todo está bien iluminado. Un espejo, o algo parecido, incrustado en la pared
de enfrente, muestra su propio reflejo y, de paso, imágenes de algún lugar y
datos en un idioma que no alcanza a comprender. Es como si no hubiera
nada “sencillo” en ese lugar.
Evelyn está bastante bien. No sufre mareos, ni magulladuras, ni siquiera
un leve dolor de cabeza. Está mejor que nunca, si todo hay que decirlo. Es
como si tuviera quince años y aún le gustara tanto la gimnasia rítmica.
Empieza a asentar sus pensamientos y, lejos de preocuparse de dónde
está, sólo puede pensar en una sola cosa, bueno, en dos:
-¡Blake!… ¡Jack!…
Se destapa con rapidez y se incorpora más ligeramente aún. Ni siquiera
se percata de que está semidesnuda. Descalza, se dirige hacia la puerta,
que se abre de forma automática, pero sólo porque alguien lo ha pedido
desde el lado contrario.
Evelyn mira a las mujeres que entran en el cuarto. Para su sorpresa, y
en parte, para su alivio, no son rubias de ojos azules. Parecen
completamente normales, bueno, casi. Una es castaña y la otra morena.
Ambas tienen los ojos pardos y visten como hombres, pues llevan
pantalones holgados y camisetas sin mangas por arriba. Y es que podrían
parecer marines, pues, desde luego, esos músculos que presentan ambas
son poco femeninos y hacen que Evelyn se sienta como la diva del lugar.
No está del todo mal, pues ya iba pensando en Jack mirando a
cualquier “extraterrestre” de ojos grises. Vamos, que si ha sobrevivido al
viaje, ella misma lo mataría, piensa, pues ya no recuerda nada de su
extraño sueño… ¿sueño o realidad?
-¿Qué haces levantada? –pregunta la morena en un lenguaje extraño,
que Evelyn, no sabe cómo o por qué, comprende-.
Evelyn no tiene tiempo para respuestas, sólo para preguntas.
-¿Dónde está mi hijo?, ¿y mi… mi…?. El otro, el rubio –pregunta en el
mismo lenguaje-.
La castaña es ahora la que habla:
-¿Quién es tu hijo?
-El moreno de ojos verdes.
Ambas forzudas se miran, como si acabara de decir una soberana
estupidez.
-Y… ¿Qué tiene que ver el atlante contigo?
-Jack no es atlante. Es… -Evelyn intenta recordar el nombre que Jack
mencionó en la nave, hablando con Blake-. Era algo así como Koro…
Kora…
Las amazonas se miran de nuevo.
-¿Koradi? –pregunta la morena-.
Evelyn asiente con la cabeza.

67
NAZARETH SERRANO

-Eso era…
Ambas mujeres se largan a toda prisa y sin dar más explicaciones. La
puerta metálica se cierra tan rápidamente que Evelyn no puede hacer otra
cosa que mirar con la boca literalmente abierta como, de nuevo, se ha
quedado encerrada.
-¡Maldita sea!, ¡que alguien me diga dónde están!
Estampa el puño contra el metal que conforma la puerta y, de repente,
alguien aparece a su lado. Alguien holográfico, un hombre.
-Me encantaría que no golpeara la puerta –comenta el holograma con
una voz robotizada-. No está autorizada y no pienso abrir. De paso, y
aunque no tengo demasiadas ganas, me presento. Soy Omega, el
ordenador que maneja toda esta plataforma. Si necesita algo, pues
simplemente me avisa. Y eso no significa que yo esté dispuesto siquiera a
contestar, ¿de acuerdo?. Adiós.
El holograma desaparece también.
Evelyn se percata de algo. Ese ordenador con malas pulgas acaba de
hablar en una lengua que ella, supuestamente, desconoce. Y ha entendido
cada palabra. ¿Qué diablos está pasando?
Por un momento, recuerda brevemente algo sobre su propia muerte y
ese extraño moreno.

68
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

CAPÍTULO 7: CUESTIÓN DE CONFIANZA

15 de enero de 2013

PLANETA TIERRA
MIAMI BEACH, FLORIDA

A rabelle, ante el inclemente timbre, se dirige a la puerta, bastante


sulfurada. Norbert parece no querer despertarse hoy, y mucho
menos va a levantarse porque a alguien se le ocurra visitarlos.
-Ya voy, ya voy…
Entre maldición y un pequeño tropiezo con la mesa de café, Arabelle, al
fin, llega a la puerta principal. Y es que la casa no es como la de Leon, pero
sí es lo suficientemente grande como para que la joven necesite ayuda,
aunque ella, al no fiarse ni de su sombra, prefiere acatar todos sus deberes
como madre y “ama de casa” antes que contratar a cualquier “humana”
desconocida. Claro, que Norbert, quiera o no, siempre acaba ayudando, ya
que su mentalidad atlante le obliga a hacer caso a las mujeres, y más si se
trata de su madre.
Al fin Arabelle abre la puerta, con tanto ímpetu y nerviosismo, que
siquiera mira por la mirilla. Cuál es su sorpresa al toparse con un gorila
vestido de civil, que muestra un rostro conocido. El de Michel Angelo, o más
bien, el de Adolph a juzgar por su cuerpo, bastante más fornido que el del
anterior, al menos, al entender de la joven.
Arabelle, sin esperar explicación alguna, intenta cerrar la puerta, pero
una deportiva debidamente puesta entre el marco y el portón impide que la
joven pueda consumar su acto.
-Espera, por favor… -el guardián, no contento con poner el pie,
comienza a abrir la puerta con las manos. Arabelle no puede con tal gorila,
pero el guardián no empuja como pudiere, para evitar hacerla algún daño-.
Escúchame… ¿Qué coño pasa?. Soy yo, hombre…
-¡Largo!, ¡Norbert!
-Por favor… por favor… sólo un segundo. Te juro que no te haré ningún
daño.
-¿Pretendes que crea en tus promesas? –pregunta con sarcasmo
mientras sigue empujando-.
Norbert aparece, por fin, en la entradita. Aún en pijama aparta a su
madre y, sin hacer nada por cerrar la puerta, le planta cara al visitante, el
cual, deja también de empujar y quita el pie del marco.
-Hola, yo…
-¿Qué quieres? –pregunta secamente Norbert-.
-Sólo ayudar. ¿Me dejas entrar?
-Por supuesto que no. Tienes un segundo.
-Eh…
-Ha pasado. Hasta otra.

69
NAZARETH SERRANO

El guardián, algo aturdido aún, sólo puede ver como la puerta se cierra
en sus narices.
-¡Vale, esperaré aquí fuera! –comenta intentando mantener la calma-.
¡Pero reconsiderarlo!, ¡traigo algo que os pertenece!
Ni un sólo sonido se puede escuchar al otro lado de la puerta. El
guardián suspira y se pasa la mano por el pelo.
-Me cago en mi suerte… ¿y ahora qué diablos hago?
Amin-Hat aparece frente al joven.
-No tengo demasiada paciencia, como para andar perdiéndola con esa
tía… -comenta el guardián quemado-. ¿Quién se ha creído que es?
El moreno, con semblante serio, comenta en la mente del joven;
<Dale tiempo, es cuestión de una confianza que, evidentemente, no
tiene en ti. Mientras, podrías ir a ver a otras personas…>
El guardián se muerde el labio inferior.
-Voy… pero no desaparezcas. Necesito algo de ayuda.
<Hay más personas que necesitan mi ayuda. Así que, por ahora, sigue
tu camino en soledad>
Y desaparece.

AÑO 1270 DC

PLANETA DE HIELO
BASE AVANZADA DE LA RESISTENCIA
EN EL INTERIOR DE LA SALA DE RECUERDOS

Jack aprieta los dientes. Los músculos de su cara se tensan. Está en


una sala metálica llena de paneles y pantallas.
Se encuentra sentado en un gran sillón, bastante cómodo, de no ser
porque está aferrado a él por las muñecas, los tobillos, el pecho, el cuello y
la frente. Y es que se tiene que estar quieto para que las pruebas salgan
perfectas.
Sus parpados están sujetos por pequeños ganchos que tiran de ellos
hacia arriba o hacia abajo, según convenga, de modo que mantienen sus
ojos completamente abiertos. Estos ganchos son la culminación de unos
pequeños bracitos articulados que salen de la placa metálica que sujeta
fuertemente su cabeza contra la cabecera del sillón.
Los ojos, al estar desprotegidos ante la luz inclemente y todos los
agentes externos, y al no poder lubricarse, están enrojecidos y le escuecen
en exceso. Pero eso no es lo peor. Le preparan para una prueba que
conoce bien, y la verdad, sus recuerdos son bastante ingratos y dolorosos.
-Todo esto es innecesario. Os juro por mi vida que soy un koradi, como
vosotros.
-A mí no me lo cuentes –comenta el “doctor”, que sigue la línea de físico
normal y tiene los ojos carmesíes y el cabello azabache, además de poseer
una musculatura más propia de un soldado-. Yo sólo soy un mandado.

70
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

Indago en tu cerebro, te proclamo acto para la venta o inservible y se


acabó.
-¡Te juro que me las vas a pagar cuando salga de esta!, ¡hazme las
pruebas genéticas!
El “doctor” suspira cansado mientras prepara los últimos parámetros
manejando un panel, que no es más que una placa táctil, culminación de un
brazo articulado que hace que el “doctor” no tenga que desplazarse de aquí
para allá para marcar los parámetros.
-Ya están hechas. Eres algo extraño.
El “doctor”, ataviado con una especie de gafas en forma de prismáticos
puestos del revés, se sitúa tras el sillón y este se reclina hacia atrás de
forma automática. El doctor se sienta en una silla movible y comienza a
introducir agujas, finas pero largas, en la cabeza de Jack, que entre
maldición y gemido, siente como esas aparentemente indefensas y
escuálidas agujas, están taladrando su cráneo sin clemencia.
Cuando el “doctor” da por concluida la preparación, hace que el sillón
vuelva a su posición original.
-Bueno, mira al frente y no te dañará los ojos. ¿De acuerdo?
-Y una mierda.
Del sillón sale un nuevo brazo con forma de tubo que termina en una
especie de semiesfera de pequeño tamaño. En el centro de esta estructura
hay una variedad de aguja casi inapreciable.
El brazo se mueve por cuenta propia ante la atenta mirada del doctor.
Jack ve como esa cosa se acerca cada vez más a su ojo derecho. Así
que no tiene más remedio que mirar al frente y dejar que el circulito
introduzca la aguja en su pupila. Luego otro brazo hace lo propio con el ojo
izquierdo.
El doctor activa todos los aparatos y Jack, entre gemido y gemido, y
aferrándose a los reposabrazos del sillón fuertemente, comienza a quedar
como un pelele.
Al principio se mueve con violencia, pero al cabo de unos segundos
todo su cuerpo se queda inerte y siquiera puede hablar. Un hilo de saliva
resbala por la comisura derecha de su labio dándole un toque patético.
La máquina entra a través del nervio óptico y conecta con las agujas
que se han colocado en zonas claves de su cerebro. La actividad neuronal
es frenética. Recuerdos desatendidos afloran a la conciencia. Jack ve pasar
toda su vida en cuestión de segundos, y toda su vida es interpretada por el
ordenador y dispuesta en forma de imágenes y datos que luego servirán de
ayuda al doctor.
Una nueva sacudida y todos los músculos de su cuerpo se tensan.
Recuerdos desagradables afloran sin cesar a su conciencia. Su cerebro,
incapaz de manipular tanta información, mezcla datos de sus vidas pasadas
y se colapsa.
El doctor frunce el ceño y medita si seguir con eso o no.
-¡Para, idiota!, ¡le vas a dañar!

71
NAZARETH SERRANO

El doctor echa un vistazo a sus espaldas para ver quién lo regaña de


esa forma. Se trata de una chica morena de ojos pardos, la misma que
minutos antes ha estado hablando con Evelyn.
-Pero…
-¡Para esta cosa!, ¡ahora!
El doctor detiene el proceso. La máquina, reuniendo todos los datos
adquiridos, expulsa una pequeña esferita del tamaño de una canica y de
color negruzco, que emerge de un punto de la mesa y queda perfectamente
colocada en un apoyo hecho expresamente para este fin.
La morena, haciendo caso omiso a tal esferita, se apresura a ponerse a
la altura de Jack, el cual, medio babeando, lucha por mantener los ojos
abiertos. El brazo que tenía pinchado sus ojos ya le ha dejado libre, y las
agujas de la cabeza se las anda quitando el mismo sillón con suma
delicadeza, con ayuda, eso sí, de sus brazos articulados.
-¿Está bien, jefe?
-¿Jefe? –pregunta el doctor atónito-.
-Sí, idiota. Es Drake.
-Pero…
-¿No se te ocurrió meter los resultados del ADN en el ordenador para
que rastreara las coincidencias con algunos datos archivados?
-Pues…
La morena da unas palmaditas en la cara de Jack, que al fin parece
querer prestar algo de atención.
-¿Se encuentra bien?
-Sí.
-Genial. ¿Sabe dónde está?
Jack echa un vistazo a su alrededor mientras parpadea generosamente,
en un vano intento de inhibir el escozor de sus ojos.
-No. ¿Dónde estoy?
La morena eleva la ceja.
-¿Sabe quién es? –pregunta la morena-.
-¿Quién es?, ¿a quién se refiere?, ¿a mí?
-A usted, jefe, a usted.
-No. No me acuerdo de nada. Sólo que me estrellé en… en una isla.
-¿Una isla?
-Atlántida.
-¿Qué dice?
-Sí. Eso es, estamos en Atlántida. ¿No es así?
La morena mira al “doctor”.
-El jefe era el único conocedor de la ubicación de… -mira a Jack de
reojo y añade:- ya sabes. ¿Ahora qué hacemos?. Has borrado parte de sus
recuerdos.
La mujer de cabello castaño, que aunque no ha intervenido, ha
presenciado todo, comenta:
-Tal vez la mujer pueda ayudarle a recordar. Y tal vez –coge la esferita-,
con suerte, hayamos dado con los recuerdos correctos. Revisemos esto. Y

72
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

a él llevarlo a un cuarto, con la mujer, a ver si conseguimos algo. ¡¿A qué


esperáis?!
Todos se ponen en marcha.

EN LA HABITACIÓN

Evelyn, sentada en el borde de la cama, con los codos apoyados en las


rodillas y la mandíbula sostenida por las palmas de sus manos, ve como la
puerta se abre de nuevo, pero no hace afán de intentar salir. Apenas
siquiera mira hacia allí. Más todo cambia cuando ve a Jack aparecer.
Sin dar tiempo a más se abalanza sobre él y lo estruja. Jack, para el que
es una completa desconocida, se limita a, con la poca cortesía de la que
dispone ahora, aguantar el tipo y dejarse hacer, con los brazos colgando a
los lados, hasta que Evelyn, extrañada, se separa.
-¿Qué te pasa?. Da igual, lo importante es que estás vivo. ¿Y Blake?
Jack, que parece una estatua, la mira con la cabeza ladeada y con una
expresión de total seriedad en el rostro.
-¿Quién es Blake?
Evelyn, atónita, da un paso involuntario atrás. Su cerebro y sus instintos
dicen que se aparte de él, pero algo en ella lo ve como la persona a la que
conoce bien. Ese espécimen que al principio le daba auténtico pánico y del
que, irremediablemente, acabó enamorándose.
-¿Y por qué diablos me encierran?. ¡Soy el amo y señor de este puto
criadero de ratas! –brama dando un buen puñetazo a la puerta, que hace
que se abolle, a pesar de parecer, y de hecho ser, muy resistente-. ¡Ahora
recuerdo que soy el jefe! –continúa-.
Pero no recuerda muchas otras cosas.
Evelyn da otro paso atrás. Si Jack no la reconoce, no tiene por qué ser
amable ni sociable con ella. Y si Jack era un espécimen violento y
difícilmente controlable, como leyó en sus informes, ahora puede volver a
serlo.
Jack mira a Evelyn de nuevo. Una mirada vacía y fría que hace que
Evelyn se sienta cada vez menos alegre de verlo.
-Perdona, pero… ¿sabes por qué nos han encerrado?
-No. No tengo ni idea.
Jack se mira al espejo y pone cara de susto.
-¡¿Qué diablos han hecho con mi cara?!
Se palpa los brazos y brama de nuevo:
-¡Yo no era así!, ¡estoy escuálido y extraño!
Evelyn da otro paso atrás, y otro, y otro, hasta que sin querer se topa
con la cama y termina cayendo sobre ella de espaldas.
Jack la mira con la cabeza ladeada, se acerca y la tiende una mano,
que Evelyn acepta, no sin ciertos temores.
Cuando ambos vuelven a la bipedestación, Jack continúa con su frenesí
mental.
-No pretendía asustarte –la mira con detenimiento-. ¿Eres mi mujer?

73
NAZARETH SERRANO

-No… digo, que puede… -piensa que no está bien aprovecharse del
estado mental de su “querido” y, finalmente dice-: que no. Definitivamente
no.
-Ah, lo siento. Es que sé que tengo mujer, pero no cómo era.
Evelyn suspira. De repente se siente muy acorralada con Jack así de
cerca, así que en un acto inconsciente lo intenta retirar con la mano. Al
tocarle el pecho da con algo duro, y no es músculo, precisamente.
-¿Qué tienes ahí?
Jack abre su traje y deja al descubierto su tórax -ese que servía de
almohada a Evelyn en otros tiempos no tan lejanos-. Entonces da con un
libro muy extraño. Coge el libro y lo observa.
Sus tapas son negras, brillantes y parecen estar echas de metal. No
tiene título ni dibujo alguno que delate su contenido. Las páginas no se ven,
pues la “pasta”, que en realidad es metal, lo cubre todo. Está cerrado y no
presenta cerrojo o cosa similar, por lo que tendrá que abrirse de otro modo.
Jack parece embobado con el libro.
-Claro. Mi misión es buscar al decimosegundo guardián. La puerta de
este planeta es la doce. Tengo que hacer que abra el portal para que los
universos conecten y podamos llegar a la Tierra de forma segura.
Evelyn aprovecha que la mente de Jack anda tocada para ver si puede
sacarle más información.
-¿Y para qué quieres llegar a la Tierra?
-Para evitar su destrucción.
-¿Qué?
-Debo evitar que se repita todo.
-¿Que se repita qué?
-Si los atlantes consiguen matar a esos niños, el planeta perderá su
protección. Y si intentan entrar desde la otra dimensión, se producirá una
distorsión en el continuo espacio-tiempo. Y, como podrán controlar el
proceso, las dimensiones colisionarán y fusionarán.
-¿Qué?
-Pero esta vez no habrá Big Bang. Si no una destrucción catastrófica. El
planeta detendrá su rotación y se invertirán los polos…
Evelyn recuerda que Jack le contó algo similar alguna vez, pero eso ya
ha pasado, ¿no?
-¡Frena!. No entiendo nada.
-No hay nada que entender. Tenemos que destruir a los habitantes, no
al planeta.
-¡¿Destruir qué?!
-Estamos en la Tierra. Sigo en la Tierra. Estoy en casa.
Evelyn lo mira con cara de extrañada.
-¿Qué estamos dónde?
-Claro. Tenemos que volver al pasado para salvar a mi raza. No tengo
que buscar otro planeta, sino salvar el mío. Ahora lo entiendo. Es como si lo
hubiera olvidado en algún momento de mi vida.
-Estás loco.
-No. Confía en mí. Nadie me cree. Pero tú sí, ¿no?

74
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

Se guarda el libro y la agarra de las manos. Su mirada cambia por


completo.
-No sé por qué, pero creo que tú me vas a ayudar. Es como si te
conociera.
-Te equivocas.
-No… porque no puedes enamorarte de alguien a quién no conoces.
Puedes sentirte atraído, pero no enamorarte.
Evelyn había imaginado escenas similares en ocasiones, pero, claro, las
cosas han cambiado un “poquito”. En sus sueños Jack no era un lunático
hablando de cataclismos y cosas similares con el cerebro frito y la memoria
tocada.
Jack se arrodilla para salvar la diferencia de altura y quedar cara a cara
con Evelyn, la cual no sabe ni cómo reaccionar.
Sin soltarla las manos sigue con su frenesí sentimentalista, un tanto
extraño para alguien como él.
-Estamos destinados a encontrarnos. Siempre lo estuvimos. No
podemos luchar contra eso. Debes confiar en mí. No te perderé otra vez.
-No, si yo ya no lucho contra nada… pero es que no sé de qué hablas.
-No importa. Ya lo entenderás todo.
Evelyn ve claramente los propósitos de Jack. Y, la verdad, no son
demasiado diferentes a los suyos. Ella le quiere besar y él a ella. ¿Qué más
da lo demás?
Jack es quien toma las riendas del asunto y se acerca un poco más,
pero no termina su acción, como si quisiera pedir permiso o dejar que ella
recorra esos centímetros que los separan.
Evelyn mira esos ojos tan bonitos, que parecen haber vuelto a su ser. Y
cuando todo parece perfecto… aparece el holograma del ordenador.
-Jefe, ¿cómo está?. Acabo de enterarme de que era usted.
La máquina del diablo mira a Evelyn y, con fingida aflicción, comenta:
-No interrumpo nada, ¿verdad?. O debo recordar al jefe que tiene mujer
e hijos.
Jack vuelve a la bipedestación atusándose el pelo. Evelyn pone cara de
asesina en serie e intenta respirar tranquila.
-No. Eso lo recuerdo. Gracias, Omega.
-No hay de qué, jefe. Bueno, también venía a decir que lo reclaman en
la cubierta superior. Y recuerde que debe darme sus nuevos datos, por
seguridad. Así que cuando tenga tiempo, venga a verme.
-Sí, claro. Voy… Enseguida vuelvo –comenta mirando a Evelyn-. Bueno,
si quieres puedes acompañarme…
-Sí, me parece mejor.
-¿Cómo te llamabas?
-Evelyn.
-Pero, jefe… -interviene el ordenador-.
-No tengo ganas de hablar más. Me duele la cabeza. Vamos, Evelyn.
Ah, e identifícala a ella también. Tiene acceso libre a todo.
-Pero…
-Sé un buen robot inteligente y obedece, por favor.

75
NAZARETH SERRANO

-Sí, jefe. –sonríe-. Bueno, quiero decir que no, jefe. Porque en realidad
ya no es usted el jefe. No aún. Le quitaron tal privilegio hace veinte años.
Jack eleva la ceja.
-Me encargaré de eso luego. Ahora tengo que ir a... Espera aquí. –le
dice a Evelyn y se marcha sin dar más explicaciones-.

AÑO TERRESTRE 2013 d.C.

ATLÁNTIDA, SÉPTIMO REINO


EN EL INTERIOR DE UNA HABITACIÓN DE PALACIO

Gerhard entreabre los ojos. Lo primero que puede ver el severo rostro
de Amin-Hat.
-¿Dónde estoy? –pregunta medio balbuceando-.
Apenas siente dolor, y es que apenas siente nada. Su cuerpo parece
estar hecho del material de las nubes. Su cerebro se encuentra en medio
del río del delirio y la tierra de la realidad. Y es que las medicinas que le han
dado las sanadoras le tienen bastante sedado.
-Hola, príncipe, sacerdote… ¿prófugo? –comenta Amin-Hat-.
-¿Eh?
-No sé ni cómo llamarte. Desde luego, esta es la peor vida que has
desempeñado. ¿Acaso involucionas?
-Mire, me cuesta seguirle. Dígame de una vez dónde estoy y qué hago
aquí.
-Necesito que vuelvas a ser el que eras. Sé espíritu.
-No puedo. El tipo de mis sueños no soy yo.
-Eras tú. Y rompiendo todas las reglas de la eternidad, te has convertido
en un humanoide involucionado y ciego. Ni iniciarte te ha servido de nada.
Busca de una vez tu destino.
-¿Bromea?. He acabado aquí por culpa de mi destino. Yo quiero volver
con mi mujer y con mi hijo.
-En el pasado no dudaste un segundo en morir y dejar atrás a tu mujer y
a tu hijo a cambio de salvar la vida de otro. ¿Y ahora te quejas por
separarte de ellos?
-Soy Gerhard, no Alkari. Que quede claro.
-Tú no eres Gerhard, ni Alkari, ni nadie. Eso son sólo trajes. Tú eres
alma, y ese alma que escondes tras ese traje de Gerhard debe emerger.
Busca a Dios y a ti mismo.
-¿A Dios?. ¿Dónde busco a Dios?, ¿en un templo? –comenta con
sarcasmo-. ¿Por qué no me ayuda Dios ahora?.
-¿Quieres saber dónde está Dios y por qué no escucha tus plegarias?
-Sí, me encantaría saberlo.
Amin-Hat posa su mano en el pecho de Gerhard.
-Aquí está Dios.
Gerhard se ríe.
-¿En mi corazón?

76
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

-Dentro de ti. Búscalo. No lo adores en templos, no beses las manos de


sacerdotes, no reces en alto. Habla contigo mismo, medita tus propios
rezos, y acuérdate de que si tú no escuchas a tu alma, Dios tampoco lo
hará, pues mora dentro de ti y no allí arriba –señala al techo, refiriéndose al
cielo-, tan distante y lejano como creéis. Dios habita en cada uno de
nosotros, pero es difícil encontrarlo.
Gerhard se incorpora levemente y, para su sorpresa, no es presa de
vértigos innecesarios.
-Creo que prefiero seguir siendo un ciego mortal.
-¿De qué tienes miedo?
Gerhard mira a Amin-Hat a los ojos.
-¿De qué?. Pues de no poder volver jamás, de morir aquí, de haber
fallado, de perder a mi mujer para siempre, y a mis hijos… No puedo volver
a renunciar a ellos.
-No quieres. Y no debes temer nada.
-Bonitas palabras, pero…
-En el pasado renunciaste a ellos, y como un favor divino, en esta vida
te has reencontrado con ellos. Has pasado felices años al lado de Arabelle,
como en el pasado lo hiciste con Akaisha. ¿Cuándo la perdiste?
-Pues…
-Nunca. Siempre has estado a su lado, lo que pasa es que desde tu
cuerpo mortal no puedes recordar cosas que hiciste como espíritu. Los
llamados muertos siempre están a nuestro lado, conviviendo entre
nosotros. Sí, en otra dimensión, la que corresponda a su grado, pero a
menudo nos visitan y ayudan, como tú hiciste con tu mujer.
-¿Estás muerto?
-No. Soy espíritu.
-¿Y te reencarnarás algún día?
-Nunca más. He vivido demasiado en diferentes mundos.
-¿Por qué te veo con este rostro?.
-Es una forma de dejarme ver ante otros. Pero yo en realidad no soy
hombre ni mujer, ni atlante, ni lemur, ni nada. Sólo alma. Es la forma en la
que me recuerdas, pero en realidad ya no tengo limitaciones terrenales,
luego no tengo rostro tal y como tú lo comprendes.
-¿Y pretendes que muera?
-Gerhard… No quiero que te pase nada malo. Lo único que quiero es
guiarte, como ente, en este mundo terrenal. Yo veo más allá de lo que tus
ojos pueden ver. Soy un ser cuya única misión es ayudar a ciertas personas
terrenales a avanzar hasta la Suprema Iniciación.
-De acuerdo, ¿y qué hago?
-Ve a la selva. Y quédate allí hasta que des contigo mismo.
-Vale, preparo algunas cosas y…
Amin-Hat eleva su mano y niega con la cabeza.
-Llévate a ti mismo, una túnica, unas sandalias y el resto, lo encontrarás
en el camino.
-Pero… ¿cómo cazaré?, ¿cómo me protegeré del frío?, ¿cómo…?
-No caces, no te protejas del frío, no lleves nada.

77
NAZARETH SERRANO

-¡Es absurdo!
-Al nacer no traes nada contigo. Vas a nacer en esta vida, así que no
necesitas equipaje.
-Pero…
-Sólo confía.
Gerhard lo medita unos segundos.
-Vale. Confío. ¿Cuándo marcho?
-¿Acaso sigues esperando?

PLANETA TIERRA
MIAMI BEACH, FLORIDA

“Hoy vendrá a comer mi abuelo”. Cuando Celestine dice esa frase a


William le cuesta respirar, la sangre se le vuelve horchata y parece que su
corazón se niega a palpitar. Lejos de mostrar su descontento se limita a
sonreír farsante y a decir “perfecto, cielo”, mientras su hija, Anastasia,
corretea de aquí para saltando por sillones, camas y sobre el Armani que su
padre tiene sobre el lecho conyugal diciendo “el bisa, el bisa viene”.
Los encuentros de William con su “suegro”, como él le llama, debido a
que el padre de Celestine está bajo tierra, han sido pocos. Sólo en
navidades, cuando la acaudalada familia de su esposa monta tales fiestas
que entre el alcohol, el exceso de comida y las charlas sobre política, es
imposible que el viejo encuentre un momento para estar a solas con el
marido de su nieta.
Pero ahora es distinto. Una comida familiar… más íntima, con más
probabilidades de quedarse a solas con el viejo…
William previene un desastre, pero piensa que no le van a dar un tiro en
la cabeza delante de su mujer y su hija, echando a perder el mantel de
seda que viste la mesa del comedor.
Claro, que el viejo bien podría llevárselo a otro lado y matarlo… o volver
a encerrarlo o…
Se quita tales ideas de la cabeza y se viste, no sin cierto pesar,
aguantando los saltos de su hija, que parece empeñada en echar a perder
la pulcritud y el planchado de su ropa, como si quisiera provocar la ira de un
hombre tan estirado como Niklas Plagge.

La casa de William es amplia y lujosa. Está decorada al estilo moderno


y su mujer ha decido que los colores no son de su personalidad, por lo que
no hay mueble, alfombra, lámpara, tapiz, cuadro o cualquier objeto
decorativo que no sea blanco, negro o que combine ambos colores. A
Celestine le gusta ese tipo de cosas, dice que le recuerda a las fotos
antiguas, en blanco y negro, pero por lo contrario, en un estilo futurista.
Todo se controla por voz. Las persianas se abren de manera automática
cada mañana, a modo de despertador, acompañadas por la suave melodía
de Claro de Luna de Beethoven. La luz puede atenuarse para los

78
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

momentos más íntimos o brillar como un Sol resplandeciente al amanecer,


incluso se puede tornar en colores rojizos, amarillentos, violetas… lo que se
quiera. La casa parece una nave espacial.
El jardín es amplio y termina en unos peñascos que dan al mar. Tiene
estatuas, fuentes y hasta un lugar zen.
La habitación conyugal es la más amplia y la que posee la terraza más
espaciosa. Cuando William duerme con su mujer, se despierta con la luz de
un nuevo amanecer, la melodía de tan brillante compositor sonando por
unos altavoces invisibles y viendo las olas romper contra las rocas.
Se siente Adán junto a su Eva desnuda, contemplando el mar de un
paraíso.
Entonces recuerda que se casó con ella por algo más que falta de
precaución en sus relaciones y que la quiere. La abraza, la mima, acaricia
su pelo y deja que se recueste en su pecho. Se siente náufrago de su amor,
y ningún deseo inapropiado para tal romanticismo rompe tal escena.
Simplemente se miran, se besan y contemplan el paisaje durante un
tiempo, antes de que la joven sirvienta entre con la bandeja del desayuno.
Entonces William se vuelve otra vez frío al recordar a la joven de diecinueve
años y natural de Francia susurrándole al oído con ese acento irresistible
mientras él la besaba el cuello, ambos escondidos en un encuentro fugaz
en la cocina y luego… tuvo que hacer lo correcto, piensa él.
Pero hoy no hay tiempo de pensar en sirvientas, secretarias, vecinas o
profesoras de su hija. Hoy está plantado en una mesa frente al señor Niklas
Plagge, el cabrón que conoció en “La Colmena” y que financia buena parte
de los experimentos. Tal vez también financió su vida, después de todo, es
un ser creado por el “ser humano”.
La criada se lleva los primeros platos y sirve los bistés de ternera.
A la mesa no le falta detalle. La cubertería de plata brilla bajo la luz de la
lámpara y todo tiene un toque algo más formal. Algo más viejo, piensa
William, pero no es quién para contradecir los gustos del hombre que ha
costeado la casa entera con sus muebles, electrodomésticos y demás.
William comienza a cortar su carne pensando que ha tenido que
cancelar una importante cita con una de las secretarias de los “Laboratorios
Omega” en uno de los lujosos hoteles de la ciudad. Esa chica si le gusta, no
es sólo un capricho pasajero. Por eso se ha convertido en su amante
habitual y, de vez en cuando, la compra algún capricho que ella se
sorprende al descubrir dentro de algún bolsillo mientras le quita la ropa.
Pero no hay tiempo para la secretaria, ahora es tiempo de pensar ¿para
qué ha venido el viejo?.
Apenas ha entablado conversación con William y parece que no lleva
más hombres de lo habitual. Los dos guardaespaldas están en la cocina,
seguramente intentando ligarse a su francesa. Aunque a William le da
exactamente igual. Piensa despedirla. Esa asistenta lo llama “su
alemancito” –por causa de un acento que creía olvidado y que ha
recuperado en el trabajo, repleto de alemanes- cuando están a solas y
empieza a estar demasiado pesada con él, pidiendo un encuentro más a
menudo de lo decoroso. Una mujer despechada puede hacer cualquier

79
NAZARETH SERRANO

cosa, incluso decirle lo que ha estado haciendo el marido de la dueña de la


casa a la mismísima Celestine.
No quiere el divorcio. Quiere a Celestine y la desahogada vida que lleva
a su lado. Por no hablar de la pequeña Anastasia, a la que seguro no vería
gracias a los abogados de su bisabuelo, que son como perros de caza
rabiosos… y cualquiera que contradiga a Niklas es la liebre que, seguro,
acabará entre sus dientes.
Un silencio incómodo envuelve el ambiente. Realmente nadie está
comiendo, más bien juegan con el cuchillo y el tenedor de la carne.
William piensa en algo que decir, pero sólo se le ocurre “que día tan
bueno”, así que espera que otro de el paso. Niklas toma la iniciativa.
-Tengo un problema con la colmena.
William se atraganta con el trago que no debería haber dado y parte del
vino tinto mancha su impoluta camisa blanca. La asistenta, que esperaba
en un rincón su turno, se apresura a limpiarlo a golpe de servilleta, pero
William la retira amablemente cuando Niklas eleva la ceja viendo mal tal
acto. Demasiada confianza para alguien del servicio.
-¿Te encuentras bien, cielo? –pregunta Celestine-.
-Sí, sólo un poco de tos. Me cambiaré y volveré a la mesa. Si me
disculpan…
-Un momento, muchacho –habla Niklas con su acento alemán,
inquisidor y rudo-. He venido aquí para dejarte algo claro. Y no es la
colmena que hay en mi jardín el tema de conversación que quería sacar,
aunque esas molestas abejas, que van de flor en flor… -William piensa que
su suegro le ha pillado siéndole infiel a su mujer. Tal vez con la secretaria,
tal vez con la doctora, tal vez con esa encargada de la limpieza holandesa
un tanto oronda a la que le gustaba tanto que le llamara “jamoncito”…-.
<¿Por qué creó Dios a las mujeres?> -piensa-. <¿Y por qué hizo tan
débil al hombre?>
-En definitiva –continúa Niklas-. He venido a hablar con mi nuevo
vicepresidente.
-¿Vicepresidente? –repite William, cual sordo-.
-Sí. Soy mayor...
-Oh, no digas eso... –comenta Celestine-.
Anastasia está extrañamente callada, comportándose como toda una
señorita y escuchando, pero William no hace caso a los modales de la niña
en estos momentos.
-Bueno, bueno… las cosas son como son –corta Niklas alzando la
mano-. El caso es que mi otro hijo no está a tu altura, William. Necesito
saber que quien dirija los Laboratorios Omega será la persona adecuada.
Por supuesto, no quiero ponerte en un compromiso. Si quieres seguir como
jefe de seguridad del sector de ingeniería genética, pues…
-No, es todo un honor que me diga esto. Y acepto encantado.
-Bien. Me alegra saberlo. Ahora, vicepresidente, ve y cámbiate de
camisa.
-Oh, sí, señor.

80
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

Le suena a militar y se marcha esperando que nadie se haya percatado


de tal cosa.
William se retira y la asistenta lo hace tras él. Tarda media hora en
volver y parece recién peinado, pero Niklas parece no darse cuenta de que
su vicepresidente ha estado poniéndole los cuernos a su nieta en la cama
de matrimonio mientras él se comía el segundo plato en la planta de abajo.
William no ha podido evitarlo. Tenía que despedirse de ella antes de
despedirla laboralmente hablando. Una carta de recomendación y un
finiquito generoso, que calmará sus ganas de decirle a nadie sobre su
aventura, dentro de un sobre puesto en la cocina. Así lo va a hacer William
esa misma noche.
El resto de la comida pasa sin más contratiempos. Sólo cuando Niklas
se va, después del café alegando a su poco tiempo libre, William medita si
no ha aceptado demasiado pronto tal oferta. ¿Qué pretende Niklas?,
¿acaso no reconoce a un experimento de su “Colmena”?
Demasiado bueno para ser verdad. No podía confiar en alguien como
Niklas Plagge.

PLANETA TIERRA
ÁREA DE EXPERIMENTACIÓN “LA COLMENA”
GRAN AUDITORIO

El gran auditorio está atestado.


Todo está perfectamente adornado. Las banderas rectangulares con el
fondo rojo, el círculo blanco y la cruz gamada ladeada en el centro del
anterior flaquean la pared que precede a la tribuna. Un gran cuadro del
Führer reposa entre ambas banderas. Otras banderas de la orden de Thule,
el símbolo del Sol Negro, la insignia de “La Colmena”, el Ejército Negro y
amén de ejemplos adornan los puntos más altos de las paredes tapizadas
en madera caoba.
Los uniformados se mantienen en posición de firme, formando varios
rectángulos según categoría y edad.
Los niños de ocho años, los más jóvenes SS, por lo tanto los menos
instruidos, son los únicos más cansados por estar ahí, parados,
escuchando al Führer. Y esto no significa que estos pequeños no tengan un
gran sentimiento ante su líder, todo lo contrario. Desde ahora están más
que dispuestos a dar su vida por el Führer, por la patria y por el gran
cambio que el mundo necesita. Son la Raza Blanca, La Raza Elegida, dice
su Führer. Son el futuro a la par que el pasado. Y esto no es contradictorio,
ya que en el pasado la Raza Blanca dominó la tierra, y ahora debe volver a
desterrar a esos subhumanos de su grandioso planeta.
Están preparados para todo, y por encima de cualquier cosa, para morir
en combate.
Ellos quieren ser como aquellos soldados “mayores” a los que van a
condecorar, y harán cualquier cosa para tener el honor de saludar al Führer
tras recibir una medalla o ese anillo tan especial que, supuestamente, les

81
NAZARETH SERRANO

dará fuerza mental y física y que no deberán quitarse del dedo ni en el


momento mismo de su muerte.
Entre tanto “alemán”, ya sea “fabricado” en “La Colmena” o rescatado
de un orfanato, hay rusos. Pero no de cualquier clase. El ejército aliado de
Rusia planea que el país entre en otra dictadura, pero esta vez fascista. A
cambio de unos cuantos apoyos en cuanto a armamento ultrasecreto y de
una potencia inimaginable, por parte de los nazis, ellos han aceptado una
serie de condiciones. Tales como respaldar el Cuarto Reich cuando este
salga a la luz, combatir al lado de los alemanes y darles algunos jóvenes
que sirvan como futuros soldados. Estos rusos visten de igual manera que
los alemanes. Llevan uniformes negros, cada uno con sus condecoraciones
personales. En las solapa derecha el símbolo rúnico de la SS bordado
sobre un rombo cuyo borde también está bordado, ambas cosas con hilo
plateado. En la izquierda se muestra, también en bordado, el símbolo del
“Ejército Negro”, que se compone de un águila imperial bajo cuyas garras
se encuentra un globo terráqueo dispuesto de tal manera que la Antártida
queda completamente a la vista. Tras el globo y parcialmente visible queda
la esvástica ladeada. En el brazo izquierdo el típico brazalete rojo, con el
círculo blanco y la esvástica en el centro. Algo más arriba del puño de este
mismo brazo hay una pequeña banda de color marrón oscuro en la que se
encuentra bordado el rango del poseedor del uniforme. En el brazo
derecho, entre el hombro y el antebrazo, el bordado de la insignia de “La
Colmena”. La típica gorra de plato, con la calavera y las tibias cruzadas en
la parte inferior y el águila con las hojas de laurel encerrando la esvástica
ladeada en un círculo y la cuerda plateada allá donde se une la visera,
sostenida por dos botones plateados que quedan a los lados. El uniforme
se cierra también con botones plateados. Las botas militares se cierran con
presillas metálicas. La única diferencia que radica entre los rusos y, por
ejemplo, los alemanes, está en el hecho de que algo más abajo del hombro
derecho tienen una insignia que los identifica como Rusos. Como fondo, el
color de su bandera y sobre esta la palabra russisch –ruso-.
El futuro dictador de Rusia está elegido con el consentimiento de Hitler,
que será el verdadero gobernante, sólo que desde las sombras en primera
instancia. La guerra estallará en el momento indicado y gran parte del
ejército seguirá a este hombre. No hay derrota posible con la ayuda de los
nuevos nazis, que apoyarán esta revuelta incluso con algunas tropas que
desaparecerán tras la victoria, como ya hicieron otros alemanes en el
pasado.
La guerra no debe durar más de un año. Y tomar Rusia desde dentro no
es lo mismo que invadirla desde fuera, sin los datos correctos, sin la
tecnología necesaria lista para usarse y teniendo que flaquear de vez en
cuando para terminar “perdiendo” una guerra, como hizo Hitler en el
pasado.
Es diferente.
También, entre los SS, hay franceses. En su insignia se distingue la
palabra französisch –francés- y como fondo el color de la bandera de la
república, que pronto caerá también bajo la dictadura fascista.

82
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

Niños españoles, sin padre ni madre, o desaparecidos por siempre, han


sido alistados. Y aunque en ocasiones no estaban de acuerdo con sus
superiores, han acabado cayendo en las palabras de grandeza, honor y
poder del imperio nazi. Ellos llevan la bandera española fascista, por
iniciativa propia, y la palabra spanisch –español- sobre ella.
Esta mezcla de “Atlánticos” con “humanos” no delata un punto débil en
el “Ejército Negro” -valga la ambigüedad del nombre- ya que estos niños
han sido “puestos a punto” en “La Colmena”.
Su físico, su mente y su cuerpo han sido adaptados a las circunstancias,
y si bien no pueden llegar a ser tan fuertes y resistentes como los otros, son
igual de valerosos y podrían decidir una batalla, como sus compañeros.
Después de todo son blancos, y eso ya es ser superiores a los
subhumanos, o al menos, eso dice su Führer.
El Führer termina su discurso y, tras recibir un “heil Hitler” y saludar, se
coloca al final de una larga fila de soldados, aquellos que van a ser
condecorados.
Uno a uno, los honoríficos soldados reciben su condecoración y un
apretón de manos del mismísimo Führer, al cual antes saludan con el brazo
alzado.
Rudolph, en posición de firme y con la vista al frente, alza el brazo
cuando Adolf Hitler se coloca frente a él, acompañado de un SS-
31
Oberstgruppenfürher , el cual saluda igualmente al condecorado.
32
El Oberstgruppenfürher condecora a Rudolph con la Cruz de Hierro .
Insignia ganada durante uno de los entrenamientos, cuando Rudolph puso
en grave peligro su propia vida para salvar a un escuadrón entero, cuando
una potente arma fue usada de mala manera. Rudolph prefiere no recordar
tal momento, los nueve meses en enfermería habían sido duros. El
entrenamiento intensivo que ha tenido que realizar desde el tercer mes
desde el accidente ha sido agotador y está vivo porque “a alguien ahí arriba
le cae bien”, o eso dijo él al volver a la rutina de entrenamiento. Claro, que
este heroico acto sólo fue la culminación de varios actos cuyos
merecimientos nunca se tuvieron en cuenta.
Una vez puesta su medalla el Führer estrecha la mano del joven, el cual
se siente muy honrado y tiene que contener bastante su exaltación.
Luego prosigue la gala. Los que son ascendidos tras un largo año de
duro entrenamiento y los considerados de “élite entre la élite” son
nombrados y felicitados de nuevo por el Führer.
33
Rudolph es nombrado SS-Hauptscharführer a sus veintidós años de
edad y sin haber estado en una guerra… aún. El mismísimo Führer decide
poner a su cargo el entrenamiento de un grupo. Todo un honor para

31
Rango equivalente a Generaloberst en la Wehrmach, a Generaloberst en la Policía
y a Teniente General en el Ejército Español. Ver tabla 1 al final del libro.
32
Ver imagen 12 al final del libro.
33
Rango equivalente a Oberfeldwebel en la Wehrmacht y a Sargento Primero en el
Ejército Español. Sin equivalencia en la Policía. Ver tabla 1 al final del libro.

83
NAZARETH SERRANO

Rudolph, que ahora tendrá que compaginar su entrenamiento con su


“nuevo trabajo”.
El Führer ha depositado sus ojos en él, y parece que Rudolph tiene un
prometedor futuro. Su brillante mente y su perfecto cuerpo bien cultivado,
además de esos ideales que tan arraigados tiene, hacen que su físico, que
no es del todo correcto, no empañe sus proezas.
Él no lo sabe, pero la carrera de Rudolph ha empezado a despegar
ahora. Sí, ahora que ningún superior puede contradecir al Führer
embarrando el nombre de este joven SS. Se acabó ser el “extraño”. Ahora
tan solos será el “diferente que consigue lo mismo que los demás, o incluso
más”. Eso le ha dicho su instructor, muy honrado porque uno de sus
alumnos haya sido observado por Hitler de cerca.

84
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

CAPÍTULO 8: EL REFLEJO

FECHA SIN DETERMINAR

PLANETA SIN DETERMINAR

E l sonido de los cascos retumban en la mente de Wolfgang. Menos


mal que hizo caso a su hermano y no siguió encalando esa
ladera. Gracias a los Dioses que se alejaron lo suficiente como para
escapar de la erupción.
Le fascinó el poder destructivo de ese volcán. La humareda, la lluvia de
rocas incandescentes y las lenguas de lava que salieron de ese Dios del
Fuego.
La erupción continúa aún, pero ellos ya se han alejado lo suficiente
como para no temer nada.
Al alejarse del peligro, han topado con animales extraños. Algunos con
apariencia inofensiva, otros de los que, al parecer, es preferible alejarse. Es
el caso de, por ejemplo, ese grandullón de pelaje grisáceo y largo, hocico
chato, patas bastante largas y robustas, con apariencia de oso, que medía
unos cinco metros cuando estaba apoyado en sus patas traseras. Ese
gigante pasó de largo a su lado, no sin mirarlos fijamente con sus
minúsculos ojos parduscos durante un buen trecho. Incluso miró hacia atrás
un par de veces. No atacó, pero desconfiaba de ellos tanto como ellos
desconfiaban de la bestia.
Tampoco fue fructífero el encuentro con un animal, más grande que un
elefante y bastante parecido a él. Sólo que este no posee trompa, al menos,
no del tamaño de la de los elefantes que ellos conocen. Otra característica
similar a los elefantes es que tenía largos colmillos, sólo que en vez de dos,
tenía un par a cada lado, uno dispuesto sobre otro, y algo más menudos
que el de sus “primos” africanos en la Tierra, compartiendo con estos el
color grisáceo y parte del físico.
Hasta las aves son gigantes allí, tales como algo parecido a murciélagos
del tamaño de cóndores. Los han visto planeando con sus alas
membranosas de lejos, por lo que no pueden precisar características sobre
esos animales.
¿Y ahora qué?, ¿qué clase de animal al trote anda acercándose a ellos?
Wolfgang se incorpora levemente y zarandea a su hermano para
despertarlo. Ambos han pasado la noche al descubierto, pero no han tenido
que soportar frío ni el ataque de ningún animal, aunque se escucharon
sonidos diversos durante la madrugada.
-Sam, despierta.
Samuel estira el cuello. Lo primero que escucha es el sonido de sus
propias tripas. Llevan un par de días, o tal vez más, sin probar bocado y no
han encontrado agua. De seguir así van a acabar muy mal.
-¿Qué ocurre? –pregunta Sam-.

85
NAZARETH SERRANO

-Escucha…
Sam agudiza su oído. Es cierto, escucha el galopar de algún animal.
-¿Qué crees que es? –pregunta Sam-.
-Desde luego, no me quedaré para comprobarlo. Prefiero ir a buscar
algo de comer. Aunque sea fruta.
-Estoy de acuerdo.
Ambos se levantan y se encaminan hacia el espesor del bosque. Están
perdidos, así que intentarán subir a alguna copa para situarse, o al menos,
buscar algún rastro de civilización. Si es que existe en un lugar como ese…

AÑO TERRESTRE 2013 d.C.

ATLÁNTIDA, SÉPTIMO REINO


EN LA SELVA

Gerhard contiene el aire en sus pulmones y echa la cabeza hacia atrás,


dejando que el agua de la cascada lo moje por completo. Su ropa, ya
lavada, cuelga de la rama baja de un árbol y sus sandalias esperan bajo la
sombra del centenario leño. No quiere ni pensar las maldiciones que habrá
soltado su padre. La verdad, él no nota mejoría alguna en su mente. Es
Gerhard y no deja de pensar en su mujer y en sus hijos. Sólo quiere volver.
No le gusta eso de andar lavándose en ríos ni dormir en plena naturaleza.
Medita, mientras se moja, la posibilidad de volver a palacio e intentar
hablar con su padre. Tal vez él le ayude a volver a casa.
El sonido de la cascada apenas le deja escuchar el resto de murmullos
que la naturaleza le concede. Lo que sí capta es el aroma, mezcla de
afrutado y floral, que inunda el ambiente.
Está decidido. Volverá.
Sale de debajo de la cascada y se encamina hacia la orilla lentamente,
sumido en sus pensamientos.
Cuando emerge y sale a tierra firme siente vergüenza de su desnudez,
a pesar de saberse solo en aquel lugar.
Sin más dilación va a coger su túnica, cuando un pájaro de plumaje
celeste se posa justo encima de ella.
-Aparta –comenta Gerhard zarandeando la mano en el aire en un
intento de echar al molesto pájaro-.
El ave, tranquila como la que más, se acicala con el pico, tal vez ajena a
que sus patas se han posado en la ropa de Gerhard, impidiendo que esta
pueda cogerla.
Gerhard coge el extremo de su túnica y tira de ella, haciendo el que el
ave alce el vuelo, un tanto enfada por tal desprecio.
-Pájaro endiablado…
Gerhard se pone la ropa, aún húmeda, a toda prisa. Mejor estar mojado
que desnudo, piensa él.
Se dispone a calzar sus sandalias cuando el pájaro celeste planea,
agarra una de ellas entre las patas, y vuelve a alzar el vuelo.

86
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

-¡Cabrón!, ¡devuélveme eso!


El pájaro, haciendo caso omiso de tal insulto, se lleva la sandalia y
desaparece tras la copa de los árboles.
Gerhard aprieta los puños y grita tan fuerte que el eco de su voz
retumba por los alrededores, haciendo que algunas aves emprendan un
descontrolado vuelo en diferentes direcciones, más no el ave celeste, que
sigue perdida por alguna rama.
-¡Odio todo esto!, ¡soy quién soy y yo lo dejo!. ¡Escucha espíritu –grita
refiriéndose a Amin-Hat-, no sigo. Vuelvo a palacio!,
Se encamina hacia el espesor del bosque y continúa gritando:
-¡No quiero encontrarme a mí ni a Dios!. ¡No creo en nada, ni en Dios,
ni en mí, ni en ti, habitante del otro mundo!. ¡Ve a ayudar a otro!.
Malhumorado, no ve la piedra que le hace tropezar y caer al suelo
produciendo un ruido sordo.
Sin levantarse pega la frente a la arena y rompe a llorar.
-Quiero a mi mujer… quiero volver… -reza entre sollozos que hacen que
su cuerpo se estremezca al compás del diafragma-.
Amin-Hat aparece frente a él.
Gerhard eleva su cabeza, pero no se levanta.
-¡Devuélveme mi vida! –grita-. ¡Devuélveme a mi mujer y a mis hijos,
puto ser diabólico!
-Al igual que tu rabia te ha hecho tropezar y caer con esa piedra al
impedirte verla, tu rabia te impedirá ver tu espíritu y la belleza de este lugar.
Serena tu mente y olvida todo lo terrenal.
-¡Y una mierda!, ¡quiero a mi mujer! –grita, llorando de nuevo-.
-¡He dicho que olvides todo lo terrenal! –al fin brama Amin-Hat-.
Gerhard se levanta y niega con la cabeza.
-¡No!, ¡lo dejo!, ¡hasta nunca y gracias por nada!
Gerhard se larga sin dar más explicaciones, dejando a Amin-Hat atrás.
Gerhard camina sin rumbo y en completa soledad algunos minutos,
luego se vuelve a topar con Amin-Hat, que reaparece justo frente a él.
-Ella se enamoró de tu espíritu. ¿Crees que ahora puede verte con los
mismos ojos?
-Me quiere tal y como soy –dice él sin dejar de caminar con paso firme y
rápido-.
Amin-Hat lo sigue flaqueando su costado derecho.
-Porque cree en ti, porque te quería. Y te quiere. Pero si sigues así, lo
perderás todo. A ti y a ella.
Gerhard se detiene y, mirando a Amin-Hat con ojos de asesino, pero
con lágrimas incipientes en ellos, dándole un toque vulnerable. Brama:
-¡Nunca la perderé!.
-La Luna y el amor, cuando no crecen, disminuyen.
-¡Que no me convences! – afirma y sigue caminando hecho una fiera-.
Amin-Hat asiente con la cabeza.
-De acuerdo. Es más fácil variar el curso del río que el carácter de un
hombre que no quiere ver lo que hay frente a sus ojos. Continúa, por favor,

87
NAZARETH SERRANO

tu camino. Mas no me pidas ayuda cuando te pierdas, ciego entre la


penumbra de tu propia voluntad.
-De acuerdo. Nunca te pediré ayuda.
-Al menos aprenderás a ser consecuente con tus actos. Adiós.
Amin-Hat desaparece.
El pájaro celeste sobrevuela la cabeza de Gerhard, como burlándose de
él, con la sandalia perdida aún aferrada entre sus patas. Gerhard, más que
harto, lo sigue, blasfemando contra todos los Dioses que conoce.
El ave lo conduce hasta el río, el cual sobrevuela y abre las garras,
dejando la sandalia caer en él. Gerhard desde la orilla, embravecido, lanza
una roca al ave, que esquiva sin problemas, despareciendo de nuevo.
-¡Eso, largo, ave del infierno!
Gerhard se arrodilla frente al río, pues la sandalia está cerca de la orilla
y prefiere no mojarse más.
El agua, a modo de espejo, muestra su rostro. Sus ojos llenos de odio,
la rabia contenida en su semblante. Una mirada vacía, carente de brillo,
como lagos fangosos y faltos de vida en su interior.
¿Quién es ese?, esa persona con su mirar fija en él. En su reflejo no se
reconoce. Ese reflejo ondulado por el agua no es el que él recordaba. ¿Qué
ha hecho?, ¿qué diablos está haciendo?
No es el que esperaban, no es el que su mujer cree. No sabe hacer el
papel de Alkari. No puede… no quiere. Eso es. Él mismo ha levantado el
muro que le impide ver más allá.
Agacha la cabeza. La sandalia se acerca más a la orilla, malformado el
reflejo cuando pasa por encima.
Gerhard la coge y vuelve a mirarse en el río. Esta vez no es su reflejo el
que ve. Al menos, no su rostro actual. Ve a Alkari, sonriendo, con sus ojos
cristalinos, con esa expresión amable y despreocupada en el rostro. Luego
ve a Akaisha.
El pájaro de nuevo reaparece y, planeando cerca del agua, toca la
ilusión de la amada de Gerhard, haciendo que el agua se ondule y que el
reflejo ficticio desaparezca.
Gerhard mira al cielo azul llorando. Luego mira a su alrededor. Los
árboles centenarios, la hierba fresca, las plantas bañadas por el rocío
matinal, la lengua de agua cayendo en forma de cascada, las flores, los
pájaros, la tierra y la roca. Todo en constante movimiento, en constante
cambio, sólo que tan lentamente que es inapreciable. Las estaciones
suceden, el día y la noche alternan su turno. Poco a poco, todo cambia.
¿Acaso él, una pieza más de tan magna creación, es el único estancado?.
No. Sólo que el brote de la semilla que crece en su interior aún no ha salido
de la tierra. Pero que no vea algo no significa que no exista.
El pájaro se posa en su hombro y, como si nada hubiera ocurrido, se
infla y acurruca su pequeña cabecita contra el robusto cuello del hombre.
Gerhard se pregunta cuál de los dos es el animal y pronto da con la
respuesta. El hombre es el animal que nada aporta y todo destruye, incluso
a sí mismo.

88
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

Gerhard suspira y cierra los ojos. ¿Qué debe hacer?. No, eso lo tiene
claro. La pregunta es, ¿quiere hacer lo que debe?.

16 de enero de 2013

PLANETA TIERRA
ÁREA DE EXPERIMENTACIÓN “LA COLMENA”
ÁREA K, SECTOR 13, HABITACIÓN INDIVIDUAL 025

El SS-Hauptscharführer que atiende al nombre de Rudolph sigue en su


habitación a pesar de que el reloj marca ya las seis y media de la mañana.
No es que esté retrasándose, es que ese día tiene una hora más de sueño.
Rudolph, sin embargo, no consigue estar en la cama tanto tiempo,
acostumbrado ya a sus madrugadas matutinas, por ello, ha decidido
dedicar algo más de tiempo a su apariencia y tras una ducha más larga y
relajante de lo normal y una pasada de maquinilla a su cabeza, para
mantener su rapado pulcro, aún ataviado con la toalla y mojado por entero,
se ha plantado frente al espejo para afeitarse y recortar su bigote, que se
ha puesto de moda en “La Colmena”. Nadie, por supuesto, se atreve a
llevarlo al estilo del Gran Führer, por lo que a él y al resto les cubre todo el
labio superior.
No le queda demasiado bien, pero es que todos los de su rango y
superiores lo llevan, y no es quién para contradecirlos. Además, al Führer le
gusta esa apariencia. A él sólo le parece un felpudo molesto que le da un
toque algo cómico, teniendo en cuenta que con su rango, aún deciden que
vaya rapado. En fin, que parece un mafioso encarcelado más que un
soldado, pero nadie parece darse cuenta de ello.
Ahora posee una habitación privada. Es pequeña, pero al menos no
tiene que aguantar los ronquidos y las charlas nocturnas de los demás.
Tiene su propia cama, un armario metálico que parece una taquilla, en
el que puede guardar sus cosas y objetos personales, un espejo de pie y un
baño para él solo. El baño tiene ducha, lavamanos, retrete y hasta un
espejo sobre el lavabo. Perfecto, piensa él.
La habitación sigue siendo metálica. Las que están tapizadas en esa
bonita madera se reservan para rangos más altos.
Tan esmerado está en recortarse correctamente su “felpudo” que no se
percata de que alguien ha entrado a su habitación. Ahora dispone de una
habitación individual, por lo que nadie, excepto algún superior, puede entrar
sin permiso. Claro, que de haberse tratado de un superior, ya hubiera
voceado su nombre.
Escucha ruidos y decide entreabrir la puerta, a pesar de estar en toalla
aún.
No es ningún soldado. Es más, siquiera es un hombre. Es una joven,
con apariencia adolescente, vestida con un pijama de rayas trasversales
que se alternaban en azul claro y otro algo más oscuro. Un sombrero

89
NAZARETH SERRANO

recoge todo su pelo, si es que lo posee, pues a menudo son rapadas por
cuestión de higiene.
Rudolph puede echarla de allí a patadas, es más, debería hacerlo. Pero
piensa que la sirvienta no sabe que él hoy va a salir más tarde del cuarto y
supone que por eso ahora está cambiando su ropa de cama tarareando una
canción alemana, que seguro no sabe, es un himno al Führer.
Rudolph no entiende como esa chica puede andar cantando así, cuando
sabe que seguramente ha pasado ya la mitad de su vida, porque a los
treinta se deshacen de ellos. Si él estuviera en su lugar, sabiendo las
aberraciones que hacen con ellos, se pegaría un tiro.
Rudolph se descubre sonriendo y se siente muy mal consigo mismo.
¿Cómo ha podido sonreír ante una judía?
Piensa en echarla, pero no quiere gritar a esas horas, así que vuelve a
mirarse al espejo. No atina con las tijeras y de seguir así se cortará el labio.
Deja el instrumento sobre el lavabo y mira de reojo a la joven, que sigue
cantando y se dedica a estirar las sabanas bajeras, para ello inclina el
espinazo. Rudolph se fija en que el pantalón de rayas se está pegando a
los glúteos de la joven, y sin darse cuenta, se pasa la lengua por los dientes
superiores, como si quisiera sonreír y temiera tener algo entre ellos.
Sin darse cuenta se muerde el labio superior y despeina su bigote, esto
le hace volver a la realidad y se pone de nuevo frente al espejo. Con un
pequeño peine recoloca su “felpudo” y se toca la cara, para comprobar que
el resto del rostro está impolutamente afeitado.
Es hora de salir y ponerse el uniforme, pero no puede presentarse en
toalla frente a una judía.
Carraspea y la joven deja de cantar. Mira a derecha e izquierda y sólo
entonces se percata de que la luz del baño está abierta.
Llevándose las manos a la boca, se pone cara a la pared más cercana y
agacha la cabeza. Eso es lo que debe hacer si, por casualidad, se cruza
con un soldado o cualquier miembro de la “Colmena” pero, habiendo
irrumpido en una habitación ocupada, ¿se debe seguir el mismo método?.
Irse es una insolencia imperdonable y no puede pedir disculpas, porque no
puede dirigirle la palabra a ninguna persona que sea de raza superior a ella.
¿Qué debe hacer?. Nada, piensa, esperar a que le den una buena
tunda por no haberse percatado de la presencia de ese soldado. Mirando
de reojo al galán de noche que hay junto a la cama, se percata de que, para
colmo de males, ha entrado en la habitación de un SS-Hauptscharführer,
reconoce sus insignias y el uniforme. Si un soldado de segunda le hubiera
dado una buena patada en el culo para echarla, alguien como ese hombre
la matará por tal insolencia.
Rudolph comprende que la chica no se va a marchar, algún tipo de
código debe impedírselo, así que se decide y sale.
No sabe cuál de los dos está más avergonzado, él por estar en toalla o
ella. La verdad, ella está más asustada que otra cosa y mantiene los ojos
cerrados. Rudolph hasta se percata del temblor de sus manos, que
mantiene a ambos lados del cuerpo.
¿Cómo debe dirigirse a ella?

90
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

-Chica… -demasiado amable, si alguien le descubre, tendrá un buen


castigo. Carraspea-. Judía –a las doncellas que se encargan de mantener
todo limpio se las suele llamar “puta”, “zorra”, “perra”… “judía" no es tan
ofensivo, pero si la pone en su lugar-.
Ella, por supuesto, no contesta.
A Rudolph le viene a la cabeza algo que hizo hace unos años, la
primera vez que tuvo una relación sexual con alguien. No le gustó
demasiado, tal vez porque la tuvo con un judío de doce, tal vez porque era
varón, tal vez porque otro miraba, tal vez porque era una violación… en fin,
algo que mejor no recordar. Fue un momento en el que las hormonas
inundaban su cuerpo y cualquier carne era comestible. Se le pasa por la
cabeza repetir tal acto, ahora a solas, en su cuarto sin espectadores, con
una mujer, una adolescente que no parece tan fea como describen a las
judías. Otros lo han hecho. Ha escuchado a muchos soldados comentar
como habían forzado a las mujeres con todo lujo de detalles, incluso se
pavoneaban de los moratones que les habían dejado tras la brutal agresión.
Él mentía y les seguía la corriente. La verdad, nunca ha tenido ocasión de
hacer tal cosa, porque no se ha encontrado con una judía.
-Judía –repite-.
-¿Señor?
La joven se arrepiente al instante de haberle dirigido la palabra. ¿Se
debe llamar señor al señor o es una insolencia?. ¿Le debería llamar de otro
modo?
-No puedes hablarme.
La joven enmudece. Rudolph se divierte.
-Pero dime tu nombre.
Ya está, piensa ella, quiere su nombre para mandar a alguien hacer el
trabajo que él no tiene tiempo de terminar. ¿Qué harán con ella por tal
insolencia?
-Cero, cero, cuatro, siete, seis, nueve, señor.
Rudolph se acerca a ella y se coloca a sus espaldas. Está tan cerca que
la joven puede sentir su cálido aliento en el cogote. Eso le hace sentir un
escalofrío. Por el miedo, sí, pero también hay algo más que no sabe qué es.
Le ha visto la cara, un momento, de forma fugaz, pero le ha mirado. ¿Se
habrá dado cuenta él?. Ella espera que no sea así, no quiere empeorar las
cosas. Sin embargo el rostro de Rudolph ha quedado impreso en su mente.
Una gota de agua cae desde el mentón del joven y va a parar al cuello
de la chica, se desliza bajo su pijama de rayas y hace que se sienta más
extraña aún.
-Dime tu nombre, no el número que debes decir a los soldados –susurra
Rudolph en la oreja de la joven-.
-No tengo nombre, señor.
Rudolph levanta una mano levemente, pero no hace realidad su
intención de tocarla.
-¿Y cómo te gustaría llamarte?
¿A qué viene eso?, piensa ella.
-¿Qué tal Sara?, señor

91
NAZARETH SERRANO

-Me parece bien, Sara.


Bueno, ha llegado el momento. Rudolph sabe que si desea satisfacer
necesidades biológicas varoniles debe ser en ese momento, si no, con
tanto retraso, entre que se vuelve a duchar para no apestar a judía y tal y
cual, no llegará a tiempo a su puesto.
Sólo tiene que voltearla, agarrarla por las muñecas, llevarla hasta la
cama mientras la va degustando y luego empujarla. Sólo lleva una tolla
puesta, fácil de quitar y comienza la diversión. Parece tan frágil que con una
mano la puede retener, mientras con la otra, puede explorar su cuerpo, le
da tiempo hasta a hacer eso antes de conseguir lo que quiere.
La tentación se hace evidente y su cuerpo reacciona al igual que su
cerebro. Ella está muerta de miedo y él lo siente. Eso le gusta más, como a
todo buen soldado. Él tendrá tiempo para el miedo cuando sea destinado a
algún país en guerra por transmisión de gobierno, claro está, a un gobierno
fascista.
Además, lleva muchos años sin una mujer. Qué diablos, ¡en la vida ha
tocado a una!.
Sólo pensarlo y la respiración se le entrecorta. Masculla un ahogado.
-Date la vuelta… y lárgate de aquí mientras me visto.
La joven no tarda en abandonar la estancia.
Rudolph niega con la cabeza. Una ocasión así no se presenta todos los
días. Se viste y se pone las botas pausadamente. Las imágenes sicalípticas
aún saltan a su cerebro.
Consulta su reloj. Aún queda media hora para tener que estar en su
puesto. Da igual, llegará antes, como siempre.
Al abrir la puerta de su habitación se encuentra de nuevo con la chica.
Siente un cosquilleo en el estómago, igual que si se hubiera tirado de un
avión sin paracaídas y estuviera en una caída libre y sin frenos hacia el
suelo.
Sin dirigirle ni una palabra ni una mirada, al menos, no una
abiertamente, se marcha de allí con paso firme, o al menos, todo lo firme
que le sale.
La chica, osada, lo mira mientras se aleja y expresa una furtiva sonrisa.
Él mira hacia atrás y ella agacha la cabeza y entra en el cuarto de Rudolph
de inmediato para continuar con sus quehaceres.
El resto del día es rutinario para ambos. Pero algo les hace sentirse
distintos. Él no puede quitarse de la cabeza el cuerpo de una mujer, y ella,
la ilícita idea de que ese militar no va a castigarla. De repente se da cuenta
de que no puede dejar de penar en él y, por primera vez pensando en uno
de esos hombres vestidos de negro, no es miedo lo que le hace sentir. Se
siente estúpida, pero en una nube.
Tumbada sobre una de esos viejos y polvorientos colchones, entre ratas
y cucarachas, con dos chicas más flaqueando sus costados y dejándola
poco espacio siquiera para mover un dedo, recuerda el bigote de Rudolph y
sonríe pensando en cual ridículo le queda. Aunque a pesar de ello, es muy
guapo, piensa.

92
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

Asombrada de sus propios pegamientos se asusta. Esa noche no


consigue conciliar el sueño pensando en cómo será besar a un hombre
como él, bueno, en realidad, en cómo será besar a un hombre. Ella nunca
ha pensado en eso, pero ha oído hablar de ello y ha visto a doctoras y
soldados besarse a escondidas en alguna habitación judía, una de tantas
con una aglomeración de colchones viejos sobre el suelo, con mantas
roídas sobre ellos, que albergan a más personas de las que debería, por
eso allí siempre huele a sudor. Además, sólo pueden ducharse una vez por
semana. Ahora se pregunta si huele tan mal que Rudolph no ha terminado
por hacer lo que otras judías han comentado que le han hecho otros
soldados. ¿Sería por eso, porque es judía, o simplemente ha sido
demasiado amable dejándola ir?
Opta por pensar que la última opción es la verdadera y, más feliz que
nunca, vuelve a dormir.

FECHA SIN DETERMINAR

PLANETA SIN DETERMINAR

Wolfgang se detiene frente los acantilados que cortan el paso. Sea lo


que sea lo que los seguía, lo han perdido hace tiempo. Más allá de sus pies
hay peñascos y puntiagudas rocas salteadas por fuertes plantas que crecen
entre la roca, como supervivientes de una catástrofe aferrados a la vida
terrena.
Más allá de la caía hay un cúmulo de casas hechas de piedra y lo que
parecen ser templos y lugares similares. Es como ver una antigua
civilización perdida, una mezcla de culturas como la egipcia, la maya, la
azteca y otras más.
Alguien parece señalar hacia ellos y el resto de hombres, de tez
morena, bajos y vestidos con pieles, entonan un sonido de asombro.
Desde abajo el Sol ciega levemente la visión de esos hombres blancos,
vestidos con extraños trajes que comparten rostro.
El brujo, asombrado, se postra en el suelo pegando la frente a la arena
y, acto seguido, todos hacen lo mismo.
Wolfgang sonríe.
-¿Qué pasa ahí abajo? –pregunta-.
Sam se encoge de hombros.
-No lo sé. Pero parece que nos recibirán bien si bajamos.
-Pues entonces, ¿a qué esperamos?
Wolfgang se tira y, haciendo uso de su forma física y su condición
atlante, desciende con la destreza de un felino saltando de saliente en
saliente de forma un tanto peligrosa.
Sam suspira y lo sigue para intentar que no se meta en problemas.

93
NAZARETH SERRANO

94
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

CAPÍTULO 9: CASUALIDAD O CAUSALIDAD

19 de enero de 2013

PLANETA TIERRA
MIAMI BEACH, FLORIDA

s teve lleva muchos años trabajando para Leon.


Ha recuperado su vida, a su mujer y a sus hijas. Ha pasado cinco
largos años olvidando, o intentando olvidar, todo lo ocurrido.
Convenciéndose a sí mismo de que un sólo hombre no puede luchar contra
la bestia cuyas garras se ciernen sobre el mundo. Pero quedarse parado y
mirar como todo a su alrededor se destruye… no puede.
Sí, las cosas han cambiado. Pero la amenaza persiste.
Y, después de varios años desestimando sus averiguaciones hay que
empezar de cero. Él ya no es humano, desde que le salvaron la vida, ya
que estaba infectado por un virus mortal, es algo extraño. Sí, sus
capacidades se han desarrollado y le pasan cosas extrañas a las que ha
tenido que acostumbrarse. Pues a su mujer prefiere no contarle nada.
El día que escapó de “La Colmena” junto a Jack se llevó algo consigo.
Información, mucha información que nunca se atrevió a consultar. Parte de
la información la compartió con Jack, pero no toda.
Puede que haya llegado el momento de buscar respuestas, pues varias
preguntas avasallan su mente.
Por ejemplo, el mero hecho de que una señal de procedencia
desconocida mande un mensaje a la Tierra…
Bueno, desde el principio en las especulaciones. Él sabe que los
alemanes de la Antártida mandaron señales a través de un satélite con un
mensaje hablado en varios idiomas. Español, alemán, inglés, francés…
todos. De acuerdo, pero es como meter un mensaje en una botella y
lanzarla al mar. La posibilidad de que un barco la encuentre… bueno, es
reducida. Y de encontrarla, los tripulantes de este “barco” en el espacio
tiene que ser lo suficientemente inteligentes como para comprender alguno
de esos idiomas. Y si no comprende ninguno, cosa que sería lo más
normal… entonces sería como un código cifrado. En ese caso, quien
interceptara la señal tendría que ser un ser lo suficientemente inteligente
como para poder descifrar un idioma extraño. Es como tener que descifrar
34
jeroglíficos egipcios sin la ayuda de la piedra Rosetta … los antiguos
nunca lo hubieran conseguido. Bueno, vale. Los “extraterrestres”
encuentran el mensaje, lo traducen a su idioma o comprenden alguno de
ellos y mandan una respuesta extraña.
Steve se acuerda perfectamente de que en ese mensaje sólo había
grabadas ciertas palabras, más o menos algo como “Hola. Somos

36
Ver imagen 13 al final del libro.

95
NAZARETH SERRANO

habitantes del planeta Tierra. Buscamos contacto con formas de vida


inteligentes de otros planetas…”. Algunas cosas más sin importancia y… ¡la
información sobre cómo llegar a la Tierra!. Pero bueno, ¿cómo alguien
puede hacer algo similar?. A ver. Si alguien encuentra el mensaje y lo
traduce, tendría un “mapa” para llegar hasta nuestro planeta. Ahora bien,
¿quién ha dicho que las formas de vida inteligentes que lo traduzcan sean
pacíficas?. ¿Pueden llegar los destinatarios de este mensaje hasta nuestro
planeta?, ¿tienen tecnología suficiente para ello?...
Bueno, y por si eso fuera poco, otra cosa más que no concuerda. Si el
mensaje ha sido grabado en varios idiomas, ¿por qué los “extraterrestres
contestaron en alemán?, ¿acaso sabían que era el idioma de aquellos que
querían contactar con ellos?.
¿Casualidad?. Steve no cree en las casualidades.
Y ahí no acaban las casualidades. El mensaje de respuesta contenía
datos sobre cómo combinar el ADN “extraterrestre” con el humano, un
estudio completo del genoma humano y diversas cosas similares. Es decir,
que enviaron el libro de instrucciones que Dios usó para crearnos. De esta
forma se puede hacer un niño “a medida”. Los ojos del color que se quiera,
la piel del tono que a uno le apetezca, el pelo del color que se elija, si se
quiere rizado, pues rizado, si se quiere liso, pues liso… bueno, y a parte del
físico se podría elegir hasta si ese chaval o chavala va a ser un experto en
matemáticas, ciencias, o lo que se quiera. Todo a la carta.
Vale, pero hay algo más. Mandaron las instrucciones, pero no el
material. Es decir, que a través de una señal de radio no se pueden enviar
genes. Luego, esos “extraterrestres” además de saber lo que querían los
científicos de “La Colmena”, sabían que tenían el ADN adecuado para llevar
a cabo la obra. ¿No es así?.
Vale, ¿eso significa que nos observan?
Otra cosa. ¿Por qué dar tantos datos a los habitantes de un planeta
lejano?. ¿Hay algún provecho en eso?. ¿Tan generosos son?
Demasiadas casualidades.
Steve manipula su portátil en busca de más información. Revisa
informes sobre los gemelos, sobre Jack, sobre Leon, sobre él mismo… pero
no da con nada que le interese en este momento. Se está jugando el cuello,
pues si le pillan con ese tipo de información… en fin, no lo contaría, y no
por estar “mudo”, precisamente.
Busca y rebusca entre todos los datos que ha pirateado de Sarah al
cabo de todos los años de “servicio” que ha realizado. Va montando un
esquema en su mente. Es como tener un puzzle al que le faltan piezas e
intentar armarlo y entrever que es lo que hay en el dibujo.
Tiene datos sobre el virus, sabe que dentro de poco ese virus se
extenderá por el mundo entero. Sabe que pretenden, y seguramente hayan
conseguido volver al pasado para traer a Hitler a esta época. Pero, los
viajes en el tiempo tienen sus riesgos, sobre todo cuando se mueven
objetos o personas pertenecientes a otras épocas. Tienen que haberlo
traído de un punto clave del pasado. Tal vez de Berlín, del bunker dónde se
supone que se suicidó. Porque si se iba a suicidar, no pasa nada por traerlo

96
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

al presente, ¿no?. ¿Ha cambiado el mundo y nadie se ha enterado?,


¿cómo enterarse de si la historia ha cambiado?. ¿De qué se trata ese
trabajo sobre las dimensiones en el que trabajaban esos alemanes?, ¿qué
clase de guerra preparan?, ¿cuándo se llevará a cabo?
Demasiadas preguntas. Mejor empezar por lo que sabe e ir sacando
conclusiones.
Sin querer se topa con una foto de Evelyn. Sonríe. Recuerda que se la
hizo con su ordenador de mano, cuando estaban subiendo en la plataforma,
sin que ella se percatara… estaba demasiado asustada como para
enterarse de tal cosa.
Claro, que de eso hace mucho tiempo. Demasiado. Le avergüenza por
un momento reconocer que se fijó en ella. Es un hombre casado. Claro, que
entonces no lo sabía. ¿Dónde estará ahora?, ¿con ese espécimen del que
se encaprichó desde un principio?.
No parece tan peligroso, pero… Steve no cree que sea el hombre
perfecto para una mujer como Evelyn. Es demasiado delicada y sensible
para alguien como Jack. Al menos, el Jack que él conoce.
Siempre se preguntó qué hubiera pasado si él hubiera demostrado algo
a esa doctora. Pero tendrá que vivir sin saberlo.
Bueno, tal vez en un universo paralelo, se dio ese suceso…

PLANETA TIERRA
ÁREA DE EXPERIMENTACIÓN “LA COLMENA”
ÁREA K, SECTOR 22, AULA 009
35
Ancel es un militar con grado SS-Sturmmann . Es rubio, tiene los ojos
azules, luce bigote y va rapado. Se siente muy orgulloso de sí mismo y de
sus actos. Él está bajo las órdenes de Rudolph, pero a menudo se las pasa
allá por donde queda la bragueta de sus pantalones negros.
Rudolph sabe que sólo es un estúpido engreído, y su mano derecha así
lo muestra. Su dedo meñique ahora es un muñón feo y arrugado a la altura
del metacarpo. Del dedo donde debía colocar su alianza de casado, ya que
lo está con una alemana, sólo queda la falange proximal y al dedo central le
falta la falange distal, por lo que el muñón queda a la altura de la falange
media. Por supuesto, que esto le pase a alguien salido de “La Colmena” es
difícil. Ancel se dedicó a jugar con un cuchillo de orichalcum, diciendo que
no se cortaría, hasta que terminó llorando como un auténtico crío, que es lo
que era cuando tenía once años, al perder los dedos o parte de ellos. Ahora
no le importa tener dedos de menos, ya que, según él, sólo necesita una
parte de su cuerpo para vivir. Rudolph ni tiene que pensar de qué parte del
cuerpo habla, pues es bien sabido que su mujer tiene más cuernos que un
ciervo macho poderoso y orgulloso.

35
Rango equivalente a Oberscütze en la Wehrmacht y a Rottwachmeister en la
Policía. Sin equivalencia en el Ejército Español. Ver tabla 1 al final del libro.

97
NAZARETH SERRANO

Rudolph no entiende por qué a las mujeres les gustan tanto esos tipos
babosos, orgullosos de existir, que no ascienden sin tener que pasar por el
despacho del Reichsführer-SS, llamado Otto, al menos una vez por
semana. Y es bien sabido que el que entra allí tan a menudo, casi siempre
saldrá con el cinturón desabrochado o la cremallera sin subir. Ese gordo
miope al que Rudolph tiene que obedecer sin rechistar, por supuesto, ha
intentado llevárselo a su terreno, pero el joven no piensa dejarse manosear
por tal carcamal a cambio una medalla o un ascenso.
Ancel se ha empeñado a declararle la guerra abierta a Rudolph. El muy
necio se cree que Otto va a salvar su, seguramente, bonito culo. Pero Otto
no salva a sus “ligues extraoficiales”. Rudolph es paciente, pero tiene su
límite, así que espera que en esta ocasión Ancel se comporte como es
debido.
Cuando llega a la gran sala lo ve riendo y gesticulando junto al resto,
que lo escuchan con atención. Al parecer está contando las batallitas de
una noche o en encuentro fugaz con alguna judía.
La sala tiene el aspecto de una clase cualquiera, con las mesas de los
alumnos, ordenador incorporado en cada una, y la pizarra holográfica
flaqueada por dos banderas de la esvástica. Hay fotos de Führer por
doquier en forma de póster a tamaño real.
Rudolph se coloca en el frente de la clase, pero no los corta. Quiere
escuchar a Ancel para mandarlo fuera antes de empezar con algún motivo
aparente.
-… joder, me gustó besarla, a pesar de que fuera una puta –refiriéndose
a que es judía-. Tanto que la hice sangrar de un mordisco…
Rudolph se cruza de brazos y toma asiento. Todos siguen sin hacerle
caso. Suspira y escucha al “gallito”.
-… y tras hacer eso, la puse contra la pared. Era muy delgada, así que
con una mano bastó para mantenerla a raya. Ni siquiera se resistió. A esa
zorra le gusta que la manoseen.
-… luego conseguí que me hiciera todo lo que mi mujer no me hace…
¡porque me pediría el divorcio!
Risas retumbando en la cabeza de Rudolph, que es como si hubiera
entrado en otro mundo. Aprieta los puños, pero es como si no pudiera
moverse. Quiere matar a ese cabrón, pero su cuerpo está rígido, tan tenso
que parece que se vaya a desquebrajar con cualquier movimiento. Intenta
tranquilizarse, pero es que le es imposible.
-… no sé cómo podía ser virgen, pero que nadie se preocupe, ya está
todo arreglado. Esa zorra gritaba de placer y me pedía más con su lenguaje
corporal, tengo unos arañazos en la espalda que... –resopla provocando
más risas-. Que fiera… Por cierto, tiene un culo muy bonito –sonríe y
mueve las caderas de forma peculiar-. Sí, muy grato –todos se ríen sin
prestar atención a Rudolph-. Deberíais haber hecho algo con ella antes de
mandármela, chicos. Bueno, como no podía dejarla marchar después de
haberme desecho la cama –risas-, me la volví a…

98
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

Nadie sabe exactamente lo que ha pasado. Ancel está tendido en el


suelo, sangrando copiosamente por la nariz, que ya no tiene aspecto de tal,
y por la boca, inconsciente.
Entre cuatro sujetan a Rudolph, que parece un Dios infernal, con los
ojos inyectados en sangre y todas las venas visibles a punto de explotar.
Rudolph se arrepiente, o mejor dicho, se da cuenta demasiado tarde de
su error. Se quita de encima a los que le sujetan y mira, jadeante, como se
llevan a Ancel a la enfermería.
Luego Otto le llama al despacho. No se ponen de acuerdo –es decir,
que no se baja los pantalones-, y Rudolph es destinado a los túneles
durante un mes. Allí trabajará como un obrero más en la ampliación de “La
Colonia”, aunque, por supuesto, no será tratado igual. Siempre se tienen
privilegios.
Ancel, en cuanto recupera la consciencia y es curado, va de visita a Otto
y, cuando sale, ya está destinado al túnel Gamma 2, donde trabajará
Rudolph como obrero.
Él será un vigilante de la zona “manual” es decir, allí donde los obreros
pican con las manos y no utilizando maquinaria pesada. Allí es justo donde
pasará Rudolph los próximos treinta días de su vida y allí Ancel es el que
manda, pues un obrero, por muy nazi que sea, siempre es menos que
hasta el peor soldado de segunda.
Se vengará personalmente por lo de su nariz convirtiendo ese túnel en
un infierno para él. Y a la tal Sara, la violará siempre que sea posible. Tal
vez contando los pormenores de sus encuentros con los guardias del túnel
provoque otra reacción en Rudolph que lo mande a otro tipo de agujero, el
que emprenda una caía libre en su impoluta carrera militar en “La
Colmena”. Ni el mismísimo Führer puede permitir tales cosas entre sus
soldados. Pelearse con un igual racial por una zorra judía, ¡menudo
deshonor!.
Definidamente, el favorito, va a ser el fusilado. Ancel se lo ha puesto
como meta.

99
NAZARETH SERRANO

100
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

CAPÍTULO 10: EL LÍDER

AÑO 1270 DC

PLANETA DE HIELO
BASE AVANZADA DE LA RESISTENCIA

j ack eleva la ceja. Está detenido frente a un largo pasillo flaqueado por
celdas. A su lado un soldado koradi, que es más alto que él, y si cabe,
más fornido.
-Pero…
-Lo siento, jefe, pero… bueno, técnicamente, ya no eres el jefe. No
puedo soltar al espécimen sin permiso del jefe.
Jack sonríe amargamente.
-¿Y qué debería hacer para volver a ser el jefe? –pregunta-.
Jack recuerda que, en determinadas circunstancias, alguien puede
quitar tal puesto a otra persona. Pero no recuerda bien cómo se debe
hacer.
-Si pretendes recuperar tu puesto, tendrás que vencer a Trohm.
-¿A quién? –eleva la mano-. Es igual. De acuerdo. ¿Y cómo le reto?
-Lo acabas de hacer, exponiendo todos estos deseos de ocupar su
lugar.
El koradi mira de arriba abajo a Jack y sonríe.
-Espero que ese espécimen al que llamas Blake sea importante para ti,
porque acabas de cometer una estupidez.
Jack se encoge de hombros.
-No será para tanto…

Jack ladea la cabeza de forma inconsciente para ver bien al coloso que
se coloca frente a él. Ese gesto lo suele exponer cuando ve algo curioso o,
por el contrario, cuando preferiría no estar allí para verlo.
<De acuerdo, la he cagado… -suspira-. En fin, más vale maña que
fuerza… O eso espero>.
Ambos están en lo que todos llaman “El Foso”. Se trata de una
estructura cilíndrica que perfora la base desde la planta superior a la quinta
subterránea. Está hecha de metal y sólo tiene una entrada y una salida. En
cada planta superior hay varias plataformas que, con su forma espiral,
llevan a la torre vigía, que se encuentra a nivel del terreno exterior. Cada
plataforma conecta con la siguiente a través de una escalera y todas están
valladas, aunque malamente.
No hay decoración alguna en “El Foso”. Algunos tubos con aspecto de
desagües se entremezclan en una maraña confusa más allá de las cabezas
de Jack y Trohm. Hay cadenas gruesas que desciendes desde la primera

101
NAZARETH SERRANO

plataforma, y es que en “El Foso” también se quedan algunos arrestados,


aunque sólo sea por breves momentos.
Trohm arranca una de las cadenas de cuajo, haciendo saltar la
soldadura y produciendo un ruido metálico que hace que Jack ponga una
mueca extraña pensado que sus huesos pueden acabar igual de
desencajados que la cadena, sólo si Trohm es benévolo, si no, será todo
mucho peor.
Todos los congregados en las plataformas hacen virar las vallas con sus
sacudidas mientras alientan a Trohm para que de una buena paliza a su
antiguo y no demasiado querido jefe.
Trohm hace girar las cadenas provocando un silbido característico. Las
cadenas pasan demasiado cerca de la cara de Jack, que da un par de
pasos hacia atrás, topándose con otras cadenas colgadas que resuenan
como cascabeles al chocar entre sí. Todos ríen y, en un rápido movimiento,
Trohm coloca la cadena sobre sus hombros, la parte en dos de un tirón en
su propio cuello y juega con ambos cachos.
-Mierda… mierda, mierda, y mierda –dice Jack mirando al grandullón-.
Evelyn, que está en primera fila, se tapa la cara con ambas manos e
intenta hacerse oír entre tanto grito. Ella sólo pide desesperadamente que
Jack se retire.
-¡¿Cuándo empiezo?! –pregunta Trohm-.
La puerta de entrada a “El Foso” se abre. Alguien empuja a Blake dentro
y este, trastabillado con sus propios grilletes, cae irremediablemente al
suelo provocando un estallido de risas y un traqueteo en las barandillas.
Blake se intenta levantar, pero Trohm no le deja ni suspirar antes de
pegarle un puntapié en el estómago haciendo que el chico acabe
estampándose contra la pared metálica que queda tras él. El ruido sordo es
parcialmente tapado por los vítores. Evelyn mira al foso y a punto está de
darle un ataque.
Trohm se dispone a ir a por Blake de nuevo, el cual tiene sangre por
toda la espalda, ya que se ha clavado lo que ellos llaman “los salientes” que
son tubos medio rotos malamente limados. Jack intenta detenerlo, pero
Trohm le da con la cadena en plena cara haciendo que el cuello de Jack se
gire malamente por el golpe a la par que suena un crujir característico.
Gotas de sangre y saliva vuelan por doquier como proyectiles en un tiroteo
indiscriminado. Le ha dado con tal fuerza en la cara, que Jack se cae de
espaldas agarrándose una mandíbula desencajada y parcialmente rota. El
hueso va soldando en mala posición, pero Jack no tiene tiempo para
recolocar nada de su cuerpo. Intenta apartar la atención de Trohm de Blake
y se tira a sus espaldas. El grandullón se voltea a tiempo, lo coge en el aire,
y lo tira por encima de sus hombros en un movimiento tan rápido que nadie
sabe exactamente lo que ha pasado. Jack da un par de vueltas en el aire
antes de estamparse contra la valla del primer piso y, finalmente, terminar
cayendo de nuevo al suelo produciendo un estruendo. Sus gemidos son
acallados de nuevo por vítores.
Por su boca irremediablemente abierta mana sangre. Su brazo derecho
se ha fracturado por tres partes y el húmero astillado ha perforado el

102
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

músculo y la carne, saliendo las dos porciones separadas de este hueso a


la vista, acompañadas por más y más sangre.
Jack no está ni al cincuenta por ciento de sus capacidades y su
regeneración se retrasa, al igual que la coagulación inmediata de la sangre
en heridas aún abiertas.
Intenta levantarse y lo consigue, pero el tobillo le falla. Trohm suelta a
Blake, al que tenía levantado con una sola mano y se dirige hacia Jack.
Evelyn grita, llora e intenta bajar, pero los que la flaquean la agarran.
Alguien tira un tubo macizo y relativamente fino con un extremo roto y
afilado que Trohm coge al vuelo. Lo hace girar con una mano y coloca la
punta a la altura de la nuez de Jack, el cual se mantiene contra la pared en
un desesperado intento de mantenerse en pie.
Todos piden que lo mate.
Jack, medio desangrado, con todo el cuerpo lleno de este mismo líquido
y un ojo cerrado y sangrante mira con el otro a Trohm y espera.
-¡Noooo! –grita Evelyn-.

20 de enero de 2013

PLANETA TIERRA
MIAMI BEACH, FLORIDA

-¡Noooo!
-¡Síiiii!, ¡ahora verás!
William coge a su hija, que intentaba escapar en una desesperada y
divertida carrera hacia la puerta de la habitación conyugal.
-Te tengo.
La levanta y, con un rápido movimiento, la pone patas arriba,
sujetándola con un brazo ajustado a la cintura, mientras con la mano libre
revuelve la melena que cae más allá de su cabeza en forma de cascada
morena, levemente ondulada en las puntas.
-¡Por favor, basta! –pide la niña entre risas-.
-No hay clemencia para ti.
Deja de desbaratar el pelo de la niña para hacerle cosquillas en los
costados. La niña intenta en vano liberarse de la opresión y de las
cosquillas con sus pequeñas manos.
-Vamos, por favor… -ríe-. Me las pagarás.
-No amenaces a tu padre o saldrás perdiendo.
La deja sobre la cama.
-Bueno, te dejo por esta vez.
Se da la vuelta para ponerse aposta de espaldas a ella. La niña se sube
de un salto a la espalda del padre y se aferra a su cuello con ambos brazos.
Las piernas las usa para ajustar su peso y equilibrio.
-Ahora verás tú –comenta y le despeina sin piedad-.
-Para…
Le hace cosquillas y el padre intenta cogerla en vano.

103
NAZARETH SERRANO

-Para, por favor, Ana.


-Ni hablar. Suplicarás clemencia.
William se tira a la cama, bocabajo, y la niña le hace cosquillas por
doquier sin piedad. Su padre intenta protegerse encogiendo el cuerpo entre
risa y risa, pero la niña es inclemente y hasta que no se pone rojo de la risa
no para.
-¿Te rindes a mis pies? –pregunta la niña sentada sobre su espalda,
como un antiguo cazador lo haría sobre su presa-.
-Sí, princesa. Como siempre.
-¿Cuánto me quieres, papá? –pregunta la niña dejando a su padre libre
de la supuesta opresión de su pequeño cuerpo-.
William sonríe.
-Pues mucho, mucho, mucho, mucho…
-¿Cuánto mucho? –pregunta-. Yo te quiero todo esto –extiende los
brazos tanto como puede-.
-Ah, pues yo… -el padre se incorpora y extiende sus brazos-. Yo más,
mira.
La niña entiende que la envergadura de su padre es más del triple que
la suya, así que se ríe y protesta.
-¡No vale!
-Sí vale.
-¡No!
Se tira encima para intentar bajar los brazos del padre. William la abraza
y la espachurra.
-¡No, el monstruo estrujador no!
-¡Sí!. ¡Y el monstruo de los besos le acompaña!
-¡No!
William la besa en la frente, en la corinilla, en la mejilla y por último en la
nariz.
-¡No quiero más besos! –finge protestar la niña, aunque se ríe-.
-Pues no haber nacido tan bonita, hombre.
La madre entra. Anastasia se pone seria y muestra una mueca extraña.
-Cariño, ¿podemos hablar?
-Claro…
William intenta aparentar tranquilidad. Su mujer está seria. ¿Se había
enterado de alguna de sus aventuras?
-Anastasia, ¿puedes ir a jugar un poco a tu cuarto?
La niña pone ojos de diablesa y se marcha cerrando de un portazo que
hace que el cuadro de la pared adyacente a la puerta vire peligrosamente y
quede ladeado.
William está a punto de ir detrás de ella, pero su mujer se interpone
entre él y la puerta.
-No la consientas.
-No lo hago…
Su mujer lo mira con gesto abatido.
-Lo siento, nena. No lo haré.
La da un beso en la boca, efímero y frío.

104
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

-¿De qué querías hablar?


-Estoy embarazada –suelta sin más preámbulos-.
William tarda en reaccionar. Luego sonríe, en parte aliviado, en parte
contento. Ya pensaba que su mujer le iba a pedir el divorcio.
La mujer no sabe qué está pensando por la cara que pone.
-¿Estás contento o enfadado?
-Sorprendido… es que no pensé que… vamos que no lo buscábamos…
es fantástico, nena. Pero, ¿de cuánto?
-Dos semanas, más o menos.
William echa cuentas.
-Ah, ya, el día en que Anastasia se quedó con el abuelo a dormir y no
quise ir a la farmacia. ¿No?
-Sí.
-Pero, me dijiste que tomabas la pastilla, nena.
-Mentí. Quería otro hijo, tú no… -le abraza cuando empiezan a
saltársele las lágrimas. Él responde con pesar-. Siento haberte mentido.
-No… está bien. Me gusta la idea de ser padre… otra vez... creo.
Su mujer se aparta, agarra su cara entre ambas manos y atusa su
barba.
-Te quiero. Por eso me casé contigo.
William sonríe falsamente. No quiere otro hijo, ella se da cuenta de que
está siendo frío y falso. Tiene que reclamar lo suyo, sabe que mira a otras
mujeres. Lo tiene que contentar y atar, por eso ha inventado lo del
embarazo. Cuando ella estaba embarazada de Anastasia, él era atento y
sólo tenía ojos para ella. Desde que lo vio en la fiesta supo que tenía que
ser suyo, aunque ella no sabía su verdadera edad.
-Y yo.
-Pues bésame. Hace tanto que no lo haces…
-Claro…
La besa levemente y se retira.
-Así no, como cuando nos conocimos… en la fiesta, ¿recuerdas?
Sí, sí que lo recuerda, pues a menudo sueña con ese día, aunque no
entiende por qué.
-Lo siento. Es que me has pillado en frío. Ahora verás… -comenta con
picardía y la besa de forma enardecida-.
La toca, acaricia, enreda sus dedos en el pelo de la joven, la besa en el
cuello, desciende lentamente hasta la clavícula, donde se detiene para
degustar la parte unos segundos antes de seguir descendiendo hasta su
pecho. Ella le va desabrochando la camisa del pijama, él vuelve a poner su
boca en el hombro y le quita el tirante con un dedo. Luego repite la acción
en el otro y se retira para que su mujer le quite la camisa del pijama.
El camisón se cae al suelo y ella da un paso al frente para quitarlo de
sus pies. Él la mira de arriba abajo unos segundos, ya incitado y jadeante.
Ella piensa lo sencillos que son los hombres y sonríe, él también lo hace,
pues no sabe lo que acaba de pensar su mujer.
Le besa en la boca y lo mira a los ojos rodeando con sus brazos el
cuello.

105
NAZARETH SERRANO

-Te quiero –dice ella-.


-Y yo te amo, nena –dice él, como decía cuando se conocieron-.
Se besan de la forma que a él le gusta, sin unir los labios y haciendo
que sus lenguas choquen en tierra de nadie. Luego ella le lame la boca,
como él dice que le gusta, y se topa con su rasposa barba. Ahora es ella
quien le besa en el cuello y asciende hasta la oreja, donde le muerde el
lóbulo, haciendo que él cierre la mano en sus nalgas.
Ella lo deja de abrazar, lo coge por la muñeca y se lo lleva a la cama.
Ella se tumba primero y luego él se pone encima y la besa de forma ya
descontrolada en la boca, en el cuello, por el cuerpo…
Ella le deja hacer y cuando vuelve a quedar a su altura le baja el
pantalón y, finalmente, la ropa interior.
Detrás de la puerta de la habitación Anastasia deja de escuchar. Retira
la oreja que antes estaba pegada a la madera.
-Será payaso el tío. Ella le engaña y él coge y le dice que la ama… -
comenta con la cara de un pequeño diablo embravecido-. ¡Le odiaré
durante un año! –grita-.
Da una patada a la puerta, que parece cerrada con cerrojo.
Esta vez nadie sale del cuarto para consolarla…
La asistenta la mira con cara extraña.
-Deja de mirar, chacha y métete en tus asuntos de trapo y jabón.
Anastasia camina hasta su cuarto, entra y cierra de un portazo.

William se intenta levantar. Hacía tiempo que no se encontraba tan a


gusto con su mujer.
Celestine, que ve que se intenta escapar, se apresura a incorporarse
para besarle en los hombros y en el cuello.
-¿Otra vez? –pregunta él girando la cabeza y sonriendo-.
-Sí, fiera. Echaba tanto de menos esto…
<Agranda su ego varonil y todo irá bien…> -piensa ella-.
Él ni se lo piensa y, sin rechistar, atiende a su mujer. Como la cree
embarazada, no ha usado ningún método de anticoncepción. Ella tampoco.
Están besándose cuando, sin previo aviso, se encienden los aspersores
que la casa tiene para aliviar incendios… pero no precisamente este tipo de
“fuegos”.
William mira al techo y se retira un tanto enfadado.
-¿Qué coño está pasando?
Los altavoces se activan y en toda la casa retumba Smells like teen
spirit de Nirvana.
William se pone los pantalones y Celestine se viste también apresurada.
William sale al pasillo y grita:
-¡Señora Wilcke!
La asistenta intenta controlar la casa con uno de los mandos, pero la
vivienda no hace caso.
Las persianas se bajan y la luz parpadea un par de veces y también
cae.

106
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

-¡Anastasiaaaaaaaaaa! –grita William-.


La niña se ríe con la almohada colocada en la cabeza, tendida sobre la
cama de su cuarto, el cual está seco y conserva la luz y las persianas
abiertas.
William abre la puerta del cuarto de la niña, la cual se parte de risa al
verlo empapado y con los pantalones ceñidos a su cuerpo a causa del
agua. El padre la señala con el índice y, hecho una fiera, dice:
-Anastasia, no sé cómo lo has conseguido, pero estoy seguro de que…
Como la casa es inteligente, ha llamado de forma automática a los
bomberos, por lo que no tarda en oírse una sirena que corta el discurso de
William.
-Ya hablaremos de esto luego…
William se va a atender a los servicios de emergencia mientras la niña
se parte de risa delante de la mirada de la “chacha” y de su madre, la cual
resopla y se larga, pues el camisón empieza a ser casi transparente.
La casa cambia por completo su ser en cuanto el padre abre la puerta.
Suena una música romántica y la luz se vuelve tenue.
Los bomberos se miran entre sí. Ambos llegan a la conclusión de que
un gay y su pareja han montado la escenita para ser visitados por tipos
musculosos, cosa que ha pasado en ocasiones.
-Esto… -William mira sus pantalones que ya no dejan nada a la
imaginación y luego vuelve a mirar a los bomberos-. Pueden irse, yo…
siento mucho la llamada. Ha sido una falsa alarma de la casa… es que es
automática y…
Anastasia mira a los bomberos desde la ventana y suspira. Son muy
guapos, piensa mientras se atusa el pelo.

PLANETA TIERRA
TÚNEL GAMMA 2, ANTÁRTIDA

Rudolph, tras un largo día de trabajo picando en el túnel, regresa a las


alcobas, junto con el resto de judíos varones. Por supuesto él tiene una
cama más o menos decente, de metal, con un colchón que al menos está
limpio y libre de ácaros, chinches, pulgas y piojos. Él viste con un uniforme
negro. En el pecho, en el lado izquierdo, luce una insignia en tonos dorados
y plateados que le reconoce como un soldado castigado.
Ha tenido seis descansos en el turno de doce horas. Además de los tres
descansos que comparte con el resto de obreros, el del desayuno para él
es de media hora, para el resto de diez minutos. Él ha desayunado café,
pan blanco y tierno, un par de huevos, salchichas, un filete de ternera,
embutido de pescado fresco y un zumo de naranja. El resto, sopa de nabos.
Luego, al mediodía, él calcula que sobre las tres, a pesar de que allí el
tiempo se hace eterno e incontable, llegó el descanso para comer. Para él
un tentempié de queso, embutido vario y esta vez no de pescado,
acompañado con pan, una ensalada de algas especiadas que le supo a

107
NAZARETH SERRANO

gloria y, cómo no, una cerveza que apuró cuanto pudo. El resto, degustó
sopa de nabos insípida y fría.
Llega la cena y él espera, como el resto, tumbado en su cama. El hedor
varonil, sudoroso y antihigiénico, se impregna en sus fosas nasales.
Procura respirar por la boca y no mirar hacia el resto de hombres, que
observan como ardillas inquietas su colchón y su somier.
Todos esos mugrientos judíos, con las manos ásperas, las uñas llenas
de Dios sabe qué, el cabello rapado y la cara ennegrecida, por no seguir
dando detalles. A menudo lucen heridas infectadas y, seguramente,
mortales a corto plazo. Ese olor a putrefacción hace que Rudolph maldiga
36
su suerte. La carne en proceso de necrosis huele a tumba profanada. El
SS procura no vomitar, pero las náuseas persisten muy a su pesar.
No ha tenido tiempo de ducharse en todo el día, y por lo que puede ver,
no le van a dejar lavarse. Espera la cena con poco apetito, seguramente
dejará en el plato la mitad de la comida, y los demás mirarán salivando más
que el perro de Paulov como se llevan tan suculento manjar que luego irá a
parar a los perros, si se trata de carne, o a otros animales con los que
experimentan.
Aunque Ancel no le ha dado demasiado trabajo a Rudolph, él supone
que esto sólo acaba de empezar. Tendrá tiempo de convertir su vida en un
infierno.
Un par de golpes en la puerta, y antes de que nadie pueda decir
“adelante”, se abre. Entran tres mujeres judías. La primera lleva unas tazas
de latón, la segunda una olla de sopa de nabo fría, la tercera una bandeja
tapada.
<Eso es para mí> -piensa Rudolph-.
La iluminación de la estancia es escasa y pobre, por eso Rudolph no se
percata de que su “camarera”, esa que con la cabeza agachas le ofrece la
bandeja, es Sara.
La mujer por la que se ha metido en este lío. Tiene claro que no hará
nada semejante. Espera que su pequeño percance no llegue a oídos del
Führer. No van a molestarlo contándole cosas semejantes, o eso piensa él.
Luego volverá a su impoluto comportamiento y se olvidará de esa chica que
tantos problemas le ha causado. Y es que si quiere mantener algún tipo de
relación con ella, que sea estrictamente sexual.
De repente la insolencia. Ella le entrega la bandeja y le mira a los ojos.
Rudolph se paraliza y no hace nada para aceptar la comida. Es como si el
resto de personas hubiera desaparecido, sólo están ella y él. Él no es un
SS-Hauptscharführer y ella no es judía. El hechizo de los ojos verde
esmeralda de la chica dura un segundo. Luego Rudolph coge la bandeja
con cierto desdén y pone cara de malhumorado.
La joven está a punto de retirarse con la cabeza, de nuevo, agachada,
cuando Ancel entra en la sala, la coge del brazo y, zarandeándola
inclemente, grita:

36
Necrosis: Degeneración del tejido por muerte de las células.

108
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

-¡Pedazo de zorra, te quedas aquí hasta que este hombre termine de


comer y se lo retiras!
La suelta y sonríe complacido. Luego hará que le acompañe a un lugar
más íntimo. Le pone nervioso pensar en ese cuerpo adolescente, frágil y
asustado bajo su piel, así que sale de allí con viento fresco resoplando.
Rudolph se muestra impasible, se da media vuelta, colocándose de
espaldas a Sara y pone la bandeja sobre sus piernas. Ahora todos los que
comen sopa fría de nabos en una taza de latón lo miran.
No dice nada. Descubre su bandeja.
La cena es más pobre, como siempre.
Una ensalada de algas con trozos de carne de foca fresca y especiada,
seguramente cazada esa misma mañana, un poco de pescado ahumado,
un pedazo de queso curado y un trozo de pan. La cerveza sigue siendo la
bebida por excelencia, después de todo, son alemanes.
Rudolph comienza a comer con desganas. El resto ya ha terminado su
pobre porción de sopa. Un chaval, de unos diez años, lo mira lamiéndose el
labio superior.
Al parecer la edad de trabajo ha disminuido. Ahora hasta los cogen más
niños. Antes vio a uno de nueve… cuando lo trasladaban, inerte, hacia el
horno exterior. Un pequeño derrumbamiento en un túnel secundario en el
que Rudolph había estado trabajando hacia un par de minutos. Si Ancel no
le hubiera dado ese descanso… podría ser él, piensa, el trasladado.
-¿Qué estás mirando?, perro judío. ¿Se te ha olvidado que soy un
militar?
El “perro judío” agacha la cabeza en señal de disculpa. Rudolph se
siente mal por haber dicho eso delante de Sara. Se quita de la cabeza a
esa chica y continúa comiendo, masticando demasiado, y jugando con los
cubiertos, como un niño que no se quiere comer las lentejas que su madre
le ha puesto en la mesa.
El apetito se le va abriendo, cuando escucha un chicheo extraño. No
tiene que indagar demasiado para saber que son ratas las que gimen de
ese modo. Por eso todos han comido rápido.
-Me cago en mi vida –comenta cuando un roedor intenta trepar por su
pantalón arañando, con uñas semejantes a alambres, su pierna-.
Retira al roedor a golpe de mano y tapa la bandeja sin apenas probar
nada.
-He terminado –comenta sin dirigirse a nadie en especial-.
Sara se apresura en coger su bandeja, esta vez sin mirarle. Pero la
joven no desiste en su arriesgada insolencia, y en el intercambio de manos
de la metálica fuente, le roza una mano.
Rudolph hace caso omiso a tal acto y se dispone a acostarse cuando
ella, con la cabeza agachas y la bandeja entre las manos, comenta:
-Mi señor, acompáñeme al baño, por favor.
¿Estaba permitido decirle algo así a un militar castigado?
Rudolph no se pone a meditar sobre ello y la sigue.

109
NAZARETH SERRANO

La joven deja la bandeja en un carrito que hay a la salida, justo a la


derecha de la puerta, que acto seguido otra joven, esta de unos doce años,
calcula Rudolph, se lleva de inmediato.
En el exterior huele a azufre y Rudolph piensa qué pretenden cavando
cerca de un volcán. Le cuesta respirar y le pican los ojos y sólo es el primer
día de trabajo. Sin embargo prefiere eso que el olor a muerto que
predomina en la habitación. ¿Acaso alguien ha estirado la pata mientras los
otros comían y no han dicho ni pío para quedarse con su parte de la cena?.
No sería la primera vez que los judíos hacen algo parecido. Con razón los
llaman salvajes e inferiores.
Sara le guía por el laberinto de túneles de piedra.
Para su sorpresa no le van a lavar “a manguerazo limpio” de agua fría,
como hacen con el resto todos los domingos. Es conducido a una estancia
angosta sin decorar, con estructura metálica. En el centro hay una bañera
metálica con grifo monomando. Está claro que el agua no sale aclimatada
al grado, como en sus habitaciones, pero el humeante vapor indicaba que,
al menos, está caliente. A parte de eso, allí sólo hay un retrete y un
lavamanos. Ni espejos, ni absolutamente nada más.
Un uniforme compuesto por una camiseta y un pantalón, ambos negros,
le espera doblado sobre el retrete. No es que sea el lugar más adecuado,
pero es ropa limpia, al fin y al cabo.
Sara se retira y él se prepara para el baño. Se quita la ropa manchada
de sudor y polvo y no tarda en meterse en la bañera. Le relaja mucho este
lujo que le han querido ofrecer. Sabe por otros que no a todos les dejan
bañarse, siquiera ducharse.
Cierra los ojos y deja que el vapor acaricie su cara, mientras su cuerpo
desnudo se deshace de toda la suciedad acumulada durante el día. No
piensa en nada y se queda medio dormido al minuto.
El estruendo de un portazo lo saca de su ensoñación. Proviene de la
habitación contigua. Se escuchan los pasos de unas botas militares y la voz
de un soldado.
Rudolph reconoce a Ancel, también su risotada.
Luego un ruido sordo, como el de un cuerpo estampándose contra el
suelo. Un llanto y una risotada diferente. Hay dos soldados.
Rudolph bosteza y se atusa la barba incipiente que quiere apoderarse
de su cara. Luego se tira del bigote.
Golpes, risas, y voces cuya charla Rudolph no se molesta en descifrar.
La voz de Sara hace que Rudolph exponga una mueca extraña, como si
acaba de recibir un balazo en el estómago.
Reprime su impulso de salir de la bañera. Se aferra con las manos al
borde de la misma, con la misma fuerza que una mujer en pleno parto lo
haría a las barandillas laterales de la camilla.
Los sonidos cambian. Ya no se escuchan golpes, al menos no iguales a
los anteriores. El llanto persiste, pero más vagamente, atenuado por los
gozos de alguno de los dos, mientras el otro dice algo y ríe.
Rudolph mete la cabeza bajo el agua. Sus oídos se llenan del fluido vital
de forma molesta, provocando un cosquilleo extraño tras su paso a la zona

110
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

más interna a la que puede acceder. Pero eso no hace que deje de
escuchar todo. Aunque de forma apagada y ahogada, oye lo que pasa en la
habitación contigua.
Tardan tres cuartos de hora en ir a buscarlo. Está arrugado, pero limpio.
El agua no se ha quedado fría, supone que al menos la bañera tiene unas
resistencias incorporadas. Una técnica rudimentaria, pero eficaz.
Ancel, con cara de goce y una espléndida sonrisa dibujada en su rostro,
entra sin llamar. Como si no pasara nada, se va abrochando los pantalones
mientras comenta:
-A dormir, moreno.
Rudolph se seca y viste bajo la atenta mirada de Ancel. Se pregunta si
es un desviado o si sólo le hace favores al general por el interés. No le mira
de esa forma, o eso piensa Rudolph, pero de cualquier modo no le quita la
vista de encima, y eso hace que Rudolph se incomode. Cosa tonta, ya que
hasta que le ascendieron ha estado lavándose en duchas comunes.
Ancel en persona le conduce hasta el cuarto.
Rudolph está a punto de entrar cuando Ancel lo agarra con la mano
mutilada por el hombro y acercando su boca a la oreja comenta:
-Que duermas bien solo. Y tranquilo, tu zorra sólo está magullada. La
tendrás entera cuando vuelvas a tu puesto. Mientras tanto, es mía.
¿Entendido?
Rudolph no hace caso a tal provocación.
Ancel agarra su cara y Rudolph siente algo extraño cuando lo hace con
esos dedos cortados. Ahora entiende por qué su mujer siempre duerme
cuando Ancel llega al lecho.
-¿Entendido? –pregunta a tan escasos centímetros de su cara que
puede oler su aliento. Un hedor mezcla de tabaco negro >–está prohibido
fumar y Rudolph se pregunta si lo consiguió cuando salió de “La Colmena”
para capturar a un tipo-< y comida sin determinar abofetea la nariz de
Rudolph-.
-Que te den por el culo, Ancel. Y esta vez, que no sea Otto quien lo
haga.
Ancel expone una mueca de descompostura. Coge el fusil que lleva a la
espalda y estampa la culata contra el estómago de Rudolph, que se dobla
por la mitad, aunque no tarda en recomponerse y volver a colocar su
espalda recta.
Ancel hace el amago de volver a golpearlo, pero cuando pasan dos
soldados desiste en el intento.
-¡Vete a la puta cama, Rudolph! –grita escupiendo saliva y parte de los
restos de comida que aún tiene entre los dientes, que como proyectiles en
un fuego a discreción, impactan en buena parte del rostro de Rudolph-.
Le deja en paz el resto de la noche.

111
NAZARETH SERRANO

AÑO 1270 DC

PLANETA DE HIELO
BASE AVANZADA DE LA RESISTENCIA

Jack se desploma en el suelo y queda inconsciente.


Al menos Blake, golpeando a Trohm en la nuca ha evitado que matara a
Jack, pero el golpe no ha sido lo suficientemente fuerte como para que el
grandullón fuera el desplomado. Apenas le debe haber hecho cosquillas,
piensa Blake.
Trohm se da media vuelta y mira al joven “humano”, al que se le pasa
por la cabeza aquella vez que, escapando de Anton, Mitch y Gerhard, fue
atropellado por un camión… y salió ileso.
¿Cómo lo hizo?. Le vendría bien repetir esa acción.
El gigante moreno intenta atravesar a Blake con el tubo, pero este se
mueve con rapidez, interpone la cadena que une los grilletes de sus manos
ante su cara y estos son destrozados por la fuerza de la embestida. Blake,
sin embargo, se voltea a tiempo de no correr la misma suerte que la
cadena. ¿Qué ocurre?, ¿es como si todo pasara a cámara lenta y él tuviera
tiempo de reaccionar con creces?. Pero lo bueno no suele durar mucho.
El grandullón, con cara de asombro, intenta golpear en vez de atravesar
al chaval.
Lo consigue. Le ha dado de lleno en el hombro, pero Blake ni se ha
inmutado… apenas ha sentido un roce.
¿Qué debe hacer ahora?. O acaba con ese tipo pronto o Jack va a morir
gane o pierda él.
Espera a que intente golpearle el otro. Trohm, enfurecido, alza el tubo
con ambas manos y lo hace descender a gran velocidad y con potencia
directo hacia la cabeza del joven, pero este con una sola mano detiene el
golpe y, sin dificultad, atesta un puñetazo a Trohm en el estómago. Es
como si le hubiera dado un mole de hierro, y con el cuerpo doblado sobre
sí, vuela por los aires lanzando un gemido que se ahoga al chocar contra la
pared.
Se levanta sin demasiados problemas, pero muy furioso. Blake traga
saliva.
<Me va a matar de un sólo golpe…>
Cierra los ojos, asustado, y espera el golpe… Las palabras del difunto
Edmond retumban en su cabeza… <No vales para nada… Nunca serás
nadie… Estás loco… No eres más que un estúpido… Idiota… una carga…
Eres un cobarde…>
<¡No!, ¡No soy un cobarde y puedo ganar y salvar a Jack!>
Abre los ojos, alza el tubo y golpea a Trohm en el costado a la par que
se retira en el momento justo para esquivar su golpe.
Nadie le ha entrenado en batalla nunca, pero parece saber lo qué tiene
que hacer y sus limitaciones… si es que las tiene frente a ese descerebrado
grandullón.

112
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

Trohm vuelve a la carga, Blake esquiva el puño agachándose y clava el


tubo en la rodilla de Trohm, que gime de dolor y cae al suelo. Como todos
están en silencio hasta ha escuchado el ruido del hueso crujiendo. La
sangre que ha saltado a su cara no le preocupa ahora.
No saca el tubo, para que la herida no cure tan rápido y, de paso, para
que Trohm se entretenga haciéndolo. El grandullón intenta extraer el tubo,
que está clavado hasta la mitad y que atraviesa por completo su pierna.
Blake sigue teniendo los pies atados. Con una sola mano arranca esas
cadenas y se aparta cuando Trohm lo intenta golpear con poca precisión y
mucha violencia. Aprovecha el impulso del grandullón y también su
envergadura para agarrarlo del brazo y tirarlo hacia otro lado. El tubo sale
volando de las manos de Trohm
Mientras su oponente se levanta, él coge el tubo y espera.
Trohm, sangrando por algún punto de su cara, embiste como un toro
embravecido.
Blake espera y espera hasta que está lo suficientemente cerca, lo hace
tropezar colocando el tubo entre sus piernas y se agacha para servir de
obstáculo.
Trohm rueda por su espalda y cae al otro lado, boca arriba.
Blake coloca la punta afilada del tubo en su nuez y aprieta hasta que
sale sangre. Trohm intenta con ambas manos hacerse con el tubo, pero
Blake resiste y sigue apretando.
-¡Se acabó, me rindo, jodido humano!
Blake deja de apretar. El silencio sepulcral inunda “El Foso”.
De repente alguien grita:
-¡Viva al nuevo líder de La Resistencia!
Vítores y “viva” retumban en “El Foso”.
Los que están en las plataformas más bajas saltan dentro y los que
están más arriba descienden.
Blake se ve rodeado de gente que lo aclama. Sería un sueño cumplido,
de no ser porque hay algo más importante de lo que preocuparse.
Intenta hablar, pero hay un bullicio insoportable.
Trepa por unas cadenas para alzarse sobre los que le felicitan y tocan
sin cesar y grita:
-¡Silencio! –a todo pulmón-.
El silencio se hace.
-¡Curar a Jack de inmediato! –todos lo miran con cara de no entender-
.¡A Drake, inútiles!
Las órdenes se cumplen sin rechistar, aunque nadie le ofrece una
promesa de que Jack salga vivo de esta.
El tumulto se dispersa y Blake al fin ve a su madre. Sube a la plataforma
de un salto y la abraza. Ella llora en su hombro.
-Te juro que va a sobrevivir –dice él y la estrecha contra sí intentando
que no vea como se llevan a Jack en ese estado, aunque sabe que ha visto
el proceso que le ha hecho quedar así-.
Cuando buenamente puede Evelyn se retira, coge su cara y dice:

113
NAZARETH SERRANO

-Has sido muy valiente –solloza-. Estoy orgullosa de ti, y seguro que
Jack también.
-Eso me lo dirá él. Cuando se recupere.
Evelyn asiente con la cabeza y lo vuelve a abrazar llorando.

114
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

CAPÍTULO 11: AMANECER

21 de enero de 2013

PLANETA TIERRA
MIAMI BEACH, FLORIDA

losventanera
rayos del Sol naciente se cuelan a través del cristal de la gran
que da a la terraza e iluminan todo a su paso.
Las ramas de los árboles del jardín bailan al compás de una suave brisa
matinal. Las pocas nubes que cubren el cielo escampan para dar paso a la
luz solar. Los pájaros alzan sus cantos al dios celeste y revolotean entre
árbol y árbol, jugueteando y cortejando a las hembras. El agua fluye a
través del arroyo artificial y las carpas coloridas se mueven formando
serpenteantes formas.
El rottweiler bosteza, se despereza y se rasca la oreja con la pata
trasera.
Olisquea el ambiente y, perezoso, se encamina hacia el piso superior.
Sube las escaleras con ligereza y se planta frente a una puerta cualquiera.
Se pone sobre dos patas y con ayuda de sus extremidades delanteras
oprime el picaporte a la vez que empuja la puerta, la cual se abre casi de
golpe.
El perro visiona la cama de matrimonio y, jadeando y salivando, se sube
sin temor ni permiso a los pies. Luego pisotea a los que duermen
intentando despertarlos y consiguiendo lo que quiere.
-¡Coronel!, ¡basta, Coronel!
El rottweiler se baja de un salto, se pone frente al cabecero y ladra sin
parar.
Elisabeth niega con la cabeza y se cubre por completo con las mantas.
El que duerme a su lado la abraza y se vuelve a dormir, o eso intenta,
mascullando una maldición algo incoherente.
El perro no se da por vencido. Coge las mantas entre sus dientes y
estira y estira, a la par que gruñe, hasta que destapa a ambos. Cualquier
intento de mantener la ropa de cama sobre el cuerpo es imposible.
El guardián suspira, atusa el pelo de Elisabeth y la besa en el cuello.
-Buenos días.
Elisabeth se pone boca arriba para recibir un beso en la boca y, tras tal
acto, comenta:
-Buenos días, señor expulsado de la máquina.
El joven había llegado en plena noche. No le costó demasiado encontrar
a Elisabeth en la casa del desaparecido Alex. Y a Elisabeth no le había
costado nada llevárselo a la cama a pesar de que estaba muerto de
cansancio y sueño. Él no ha comentado lo que ha hecho durante el tiempo
que ha estado “desaparecido” de su vida.

115
NAZARETH SERRANO

El perro no da tregua. Se sube a la cama y lame la oreja del chico, el


cual se tapa en vano la cara, porque Coronel le lame la espalda desnuda
sin remilgos.
-Vale, vale… voy…
Elisabeth sonríe.
-Dúchate, cielo. Tenemos que ir a una rueda de prensa.
-¿A una rueda de prensa?. Bueno, lo que quieras.
Se levanta y mira a Elisabeth, desnuda, sobre la cama.
-¿No quieres ducharte conmigo? –pregunta él-.
Elisabeth sonríe.
-Antes tengo que darle el pecho a Ramsés.
-Bonito nombre. Hijo del Sol.
Y se encamina hacia la ducha.

Leon mira a la joven mientras se viste. Ella, como está de espaldas a la


cama, ni se percata de que esos ojos tan bonitos están posados en su
cuerpo y lo recorren sin pudor bajo la luz dorada del amanecer.
-Buenos días –comenta él para que la joven sepa que está despierto-.
Ella se coloca la parte superior de la ropa, dejando sus piernas aún al
descubierto.
-Buenos días.
-Aún no me has dicho tu nombre.
Ella se pone los pantalones y sonríe.
-Ni tú el tuyo.
-Ya lo sabes de sobra. Soy Ralph, el mismo que sale en los periódicos
como el magnate que levantó la cadena de casinos más frecuentada por los
ricos. Y en tan sólo cinco años, me baño en dinero.
Ella se ríe.
-Tienes suerte. Pero yo quiero saber tu nombre… oculto, no el oficial.
Leon se levanta y sonríe. No debería, pero dice la verdad:
-Me llamo Leonhard. Puedes llamarme Leon.
-El nombre te va como anillo al dedo.
-¿Porque soy una fiera en la cama?
Leon sonríe, se levanta y, en ropa interior, la intenta subir el top. Pero
ella se resiste y quita sus amplias manos del cuerpo.
-No. Porque apenas cazas… parece que te gusta que las hembras lo
hagan por ti.
Se refiere a ligar, por supuesto. Leon sonríe.
-¿Y tu nombre?
-No acostumbro a decirlo en la primera cita.
-Ah, claro. Después de acostarte conmigo, ¿cómo me vas a decir tu
nombre?
Ella sonríe.
-Tengo que irme.

116
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

Leon no va a dejar que se vaya sin más. Es la primera vez que ha


sentido algo por una humana, aunque, sospecha que ella no es tan humana
como aparenta.
-¿Y si me das tu móvil?
-Oh, lo necesito para llamar.
-El número, muñeca.
-De acuerdo.
Susurra el número en su oreja y, atusándole la barba, pregunta:
-¿Te acordarás de todo, leoncito?, o tengo que apuntártelo.
-Te llamaré. Señorita…
-R. Y una cosa más –comenta ya dirigiéndose hacia la puerta-. No me
llames muñeca, ¿vale leoncito?.
-Vale. ¿No quieres quedarte a desayunar?
-Estoy llena –dice con doble sentido-. Sé dónde está la salida. Chao.
Y se larga sin dar más explicaciones.

El joven recorta su barba completa y, contento con el resultado, se mira


al espejo. Su pelo corto ya está casi seco tras la ducha. Aún va en toalla y
su parte superior del cuerpo, fornida y tatuada, queda al descubierto.
Elisabeth, con un albornoz negro puesto, rodea su cintura con los
brazos y le besa en el omoplato.
-Te he echado de menos –comenta-.
Él mira el reflejo de la joven en el espejo y sonríe.
-¿A qué rueda de prensa vamos a asistir?
-Laboratorios Omega va a presentar a su nuevo vicepresidente. Esto ha
causado un gran revuelo después del escándalo de Niklas y la extraña
muerte del antiguo vicepresidente.
-Ah…
Ella sube una mano por sus abdominales y se para en una cicatriz que
tiene en el costado, a la altura de las costillas flotantes que va desde la
parte anterior hacia la espalda.
-¿Cómo te hiciste esto?
-Anton –comenta él sin darle importancia-.
-No recuerdo esta cicatriz y conozco tu cuerpo bien –dice ella siguiendo
la línea de la cicatriz con su dedo índice-. Demasiado bien –baja la mano y
la introduce por debajo de la toalla enroscada. El chico se echa un poco
hacia atrás y ella, con el brazo libre, rodea su pecho-. O tal vez, esté
conociéndolo ahora, ¿no es así mi superhumano? –araña su pectoral
izquierdo y, sonriendo, comenta-. Siempre estuviste en mis garras.
Amin-Hat niega con la cabeza y desaparece ante la sonrisa de
Elisabeth.

117
NAZARETH SERRANO

PLANETA TIERRA
ATLANTA, GEORGIA

Los focos alumbran al boxeador. Como escenario el ring. Más allá


quedan las gradas, ahora vacías.
-¿Cuál es tu secreto en el ring?
El boxeador sonríe.
-Esfuerzo…
Breve imagen del boxeador entrenando.
-Resistencia…
Breve imagen del boxeador en pleno combate.
-Dar el cien por cien en cada combate…
Breve imagen de un k.o. conseguido por este boxeador. La gente
aplaudiendo y el árbitro levantando su mano.
El boxeador de nuevo, detenido en el centro del ring, con los brazos
cruzados sobre su pecho. Su musculatura se hace evidente y su rostro
atractivo se torna serio.
-¿Y fuera?, ¿Cuál es tu secreto?
El boxeador sonríe pícaro.
-Fuera todo es más complejo…
Su imagen echándose un perfume en el cuello frente al espejo de un
hotel de lujo. En esta secuencia va sin camiseta. Luego su novia explosiva
deposita una mano en su tórax y con la otra rodea su cuello. Él agacha la
cabeza para besarla, y a punto están de rozar sus labios, pero no se besan.
Miran a cámara seductores.
De nuevo el ring y él alumbrado por focos.
-Secret –dice él y los focos se apagan-.
Cuando vuelven a encenderse en el ring hay un perfume.
Se apagan los focos.
Él entornando la puerta del hotel.
-¿Me guardas el secreto?
Cierra cuando su novia lo arrastra hacia dentro.
La colonia en primer plano en una mesa. A su lado unos guantes de
boxeo.
-Secret, the new fragrance for man. By…
Apaga la televisión con el mando a distancia.
-Hijo… -protesta su madre-.
-No me gusta verme en la tele –comenta el boxeador-. Me hace gordo.
La joven se ríe.
-Eres guapísimo. Y todas las adolescentes cubren sus carpetas con tu
foto. Desde que te ficharon para esa película…
-Mamá, no soy guapo. Sólo soy un tipo normal –comenta él depositando
sus manos enguantadas con unos guantes, sin dedos y mullidos, en los
hombros de su madre, que sigue sentada en el sillón de cuero blanco-.
-Eso no es lo que dice tu novia.
Él sonríe. La besa en la mejilla y comenta.
-Voy a desayunar. El entrenador me matará si vuelvo a llegar tarde.

118
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

-Bien –comenta ella y se levanta-. Yo me voy a duchar y me voy de


compras.
-Qué divertido… -comenta él con sarcasmo-.
-Menos divertido es ver cómo le sacas las muelas sin anestesia al
contrario –bromea-.
-¡Mamá! –protesta él-.
-Salió en los periódicos.
Él sonríe.
-Vale, me pasé de rosca. Pero ahora controlo mis fuerzas.
-Ya, ya…
Y la madre desaparece del comedor. Él está a punto de dirigirse a la
cocina cuando suena el móvil. Es el teléfono que hay sobre la mesa, el de
su madre.
El boxeador duda y, finalmente, lo coge.
-Dígame.
-¿Está la señorita R?
-¿La señorita R?, ¿se refiere a Rebeka?
-Supongo que sí.
-Ahora no puede ponerse… pero, le diré que ha llamado. ¿Cuál es su
nombre?
-Dígale que soy Leon.
Friederich se muerde el labio inferior.
-Lo siento. Pero creo que se ha confundido.
Y cuelga.
Tras desayunar y consultar su reloj decide que le da tiempo a hacer algo
de footing antes de acudir al entrenamiento.
Con sus cascos en los oídos, su típico pantalón corto y su camiseta de
tirantes corre mientras escucha algo de Heavy Metal.
Una adolescente, que lo reconoce, le para poco después de comenzar a
correr. Friederich, amable, se quita los cascos y la escucha.
La chica, nerviosa, pide hacerse una foto con él y una amiga, que corre
hacia la posición de ambos, propone que sean dos.
Friederich, que se alegra de no estar sudando, acepta encantado y,
exponiendo una sonrisa cordial, posa junto a la primera mientras la
segunda saca la foto. La que está a su lado lo agarra por la cintura sin
ningún tipo de problema.
El móvil tiene activado el flash que emite un destello…

PLANETA TIERRA
WASHINGTON DC

…los flashes incomodan a William, el cual muestra su más falsa y


espléndida sonrisa. Procura no pestañear demasiado, pero sus ojos se
muestran impasibles ante tanta luz.
-¡Mire hacia aquí, por favor, herr William! -grita un periodista-.

119
NAZARETH SERRANO

William maldice que le haya llamado “herr William”. Ha intentado no


hacer notar su acento durante toda la rueda. Sigue estrechando con fuerza
y contundencia la mano de su suegro, que posa con la misma falsedad y
con su mejor sonrisa.
Celestine está disfrutando del cóctel que se ha formado en una de las
salas del edificio destinada a reuniones y celebraciones. Hay comida cara
por doquier, los camareros sirven aperitivos y copas yendo de aquí para
allá con las bandejas en la mano, los niños de los invitados corretean entre
los mayores haciendo que, de vez en cuando, alguno pierda el equilibrio.
Los caballeros visten con trajes, algunos más llamativos, otros más
serios y las damas con bonitos vestidos. William ha comprado un precioso
Chanel a su mujer y otro a su hija, que aún no le dirige la palabra, aunque
ha aceptado el regalo.
La niña, incómoda entre tanta gente, procura no hacer levitar objetos,
aunque, la verdad, ya se han caído trece copas sin que nadie las toque.
Rita, la secretaria y amante de William, se encuentra hablando con
Celestine. La mujer de su amado caballero ha sido la que ha iniciado la
conversación tras un fructífero choque. La secretaria es guapa, joven, tiene
unos senos exuberantes y su escote así los luce, sus caderas delicadas se
bambolean con cada paso y su culo está en el sitio correcto. Celestine
también es joven y guapa, pero Rita está más buena, y aunque le duela, lo
reconoce. Celestine sospecha que su fogoso marido mira a otras, pero no
sospecha que haga el amor con ellas sobre la mesa del despacho de su
abuelo cuando él no está, es decir, muchas veces. Tampoco sospecha que
cuando William dice que tiene que hacer horas extra, lo que hace es
llevársela a un hotel de lujo donde mantienen relaciones más calmadas y
fogosas, y aunque sabe que William es un inmaduro que cuando no tiene
preservativos a mano sigue adelante, no sospecha que también lo haga con
esa secretaria.
Cuando William aparece junto a Niklas todos le felicitan, también Rita.
Celestine espera que su marido deje de estar tan solicitado y, en cuanto
encuentra un hueco entre los que quieren estrecharle la mano, lo agarra por
el brazo y comenta:
-Sólo os lo robo un segundo.
William sonríe y piensa en la tarjetita que ha obtenido de una periodista
en un descuido del viejo. Esa chica le ha dicho que sólo sería una pequeña
pregunta y William se detuvo en el pasillo, que estaba vacío. La pregunta
había sido “¿Qué tal mañana?” y le había dado la tarjeta con su número. Él
había dicho “Soy un hombre ocupado. Pero por ti, cuando sea”. Y luego se
han separado sin llamar demasiado la atención. William espera que
ninguna foto le haya sacado lanzando miradas furtivas a la periodista, la
cual ha captado la “directa”.
Rita está bien, pero no puede rechazar a nuevas mujeres. No le debe
fidelidad a una amante y su mujer… al menos, ahora le hace más caso y
cada noche se muestra aceptablemente dispuesta, aunque no tanto como
William quisiera.

120
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

Celestine se lleva a su marido a un sitio más calmado para hablar con


él. Así que salen al pasillo.
-¿Qué pasa, nena?
Ella se pone frente a él.
-Que qué pasa. Eres un maldito cabrón.
William sonríe. Ella procura no llorar.
-¿Qué?
-Que eres un hijo de puta. ¿Cómo puedes hacerme esto?
William suspira. Ella echa la cabeza hacia un lado para que no la vea
llorando. Él intenta tocarla, pero ella le da un buen bofetón.
-¡No me toques!
-No grites. Hablaremos de esto al llegar a casa.
-¡Y una mierda, William!
-Nena... no entiendo…
-¡Sabes bien de lo que hablo! –dice zarandeándolo sin control-.
Él supone que Rita le ha contado todo. Las ha visto hablar. No quiere
más escándalos, así que decide admitir su error e intentar camelarla
echándola la culpa a ella por no cumplir con sus obligaciones matrimoniales
durante los meses antes de la “reconciliación”. ¿Le habrá dicho Rita
cuantas veces lo han hecho?. Imposible, ya ha debido perder la cuenta.
-Vale. Me he tirado a Rita. Lo siento.
Su mujer se separa y frunce el ceño.
-¡¿Qué?!
<Mierda… la he cagado>
-Esto… ¿qué he hecho?
-¡Hijo de la gran puta!, ¡también a la secretaria!
<Oh, Dios… ese “también” no tiene buena pinta…>
-Te amo, nena. No me lapides por un desliz.
La intenta besar y ella lo empuja con todas sus fuerzas, pero sin
conseguir moverlo un centímetro.
Él la coge por las muñecas, pone cara de cachorro y finge estar a punto
de llorar.
-De verdad que lo siento, nena –se lleva una mano a la cara y agacha la
cabeza-. Te juro por mi vida que eres la mujer a la que amo y que nunca
quise hacerte daño. Soy un cabrón, sí –quita la mano y la mira a los ojos-.
Pero sé que me vas a perdonar.
Ella está a punto de caer en sus brazos, pero su Apocalipsis matrimonial
no ha terminado.
-¿Por qué te tiraste a la asistenta?
<Porque tenía un culo que… ñam, ñam>
Llora. Podría ser actor, pero es vicepresidente y lo que ahora tiene que
hacer es callar a su mujer para que no le deje en un mal lugar ante el resto
de la empresa.
-Lo siento, nena. Te juro que si pudiera volver atrás… -agacha la
cabeza-. Por eso la despedí. Porque era una francesa caliente que no hacía
más que tentarme…
-¡A la francesa también!

121
NAZARETH SERRANO

<William, macho, esto te va a costar mucho… ¡deja de dar detalles!> -


piensa él-.
Niklas sale. Ve la escena y pregunta con cara de malas pulgas:
-¿Qué está pasando?
Su nieta se deshace de la opresión y, llorando, se dirige al baño más
cercano a todo correr.
Niklas mira a William.
-Se ha muerto el perro. Le tenía un cariño que…
Niklas empieza a fruncir el labio superior y, por consiguiente, el bigote
canoso. Eso significa que está a punto de explotar.
-En serio. Era un perro muy listo. Pero era viejo. No sé cómo voy a
decírselo a Ana.
Niklas está aprieta los puños y, sin mediar palabra, va tras su nieta.
-Déjela, que ya voy yo a consolarla. Usted es el anfitrión -dice y procura
llegar antes que el viejo al baño-.
Ana, escondida tras una esquina, aplaude y sonríe maliciosa. Hacer que
su madre escuchara el mensaje del móvil de su padre ha dado un resultado
muy bueno.

AÑO 1270 DC

PLANETA DE HIELO
BASE AVANZADA DE LA RESISTENCIA
ENFERMERÍA

Evelyn dormita en un sillón que han colocado al lado de la camilla donde


reposa Jack. No tiene ni un solo cable en su cuerpo, sin embargo, todas
sus constantes y otros parámetros están siendo registrados segundo a
segundo gracias al ordenador central por vía inalámbrica.
Jack entreabre los ojos y visiona los alrededores con pereza.
Le duele todo el cuerpo, pero nunca hizo caso a los médicos ni al dolor,
y ahora no va a ser menos. Se incorpora y aprieta los dientes. La boca le
duele horrores, pero se alegra de que pueda cerrarla.
Acaba sentado sobre la cama, viendo como todo alrededor parece dar
vueltas como los planetas alrededor del Sol, y ahora él es el Sol.
Espera a que su equilibrio se dé por satisfecho y vuelve a la
bipedestación.
Puede mantenerse en pie, a pesar de los dolores.
Evelyn, que se despierta, como si notara la presencia de Jack de pie, no
tarda en, sin mediar palabra, abalanzarse sobre él y estrujarlo como si de
un osito de peluche se tratara. Él aprieta los dientes y se deja abrazar
mientras las punzadas de dolor recorren sus costillas, la devuelve un
abrazo menos oprimido. Cuando ella se retira medio llorando él la mira a los
ojos.
-He pasado tanto miedo… -comenta ella-.

122
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

-Te quiero –dice él sin más-. Nunca podré olvidarme de ti. Con o sin
lavado de cerebro, eres la persona que da sentido a mi vida.
Evelyn lo mira atónita. No esperaba tal muestra explícita de
sentimientos.
-Y yo… -dice al fin-. Yo también te quiero.
Se vuelve valiente, se pone de puntillas y le besa en los labios. Un beso
fugaz y un tanto temeroso.
Él intenta besarla de nuevo, pero ella retira la cara.
-Creo que… será mejor que lo dejemos así.
Él la rodea con sus brazos.
-¿Por qué?. ¿No me quieres de la misma manera?
-Sí. Pero…
-Entonces, deja que te bese como Dios manda –comenta él y Evelyn
vuelve a ver al mismo Jack que conoció-.
Él vuelve a intentarlo y esta vez ella no se aparta cuando él intenta ir
más allá del roce de labios.

123
NAZARETH SERRANO

124
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

CAPÍTULO 12: PLANES E INDULTOS

22 de enero de 2013

PLANETA TIERRA
MIAMI BEACH, FLORIDA

deposita su pie en el torso desnudo del guardián. Ella está en ropa


interior, al igual que él. Ella medio incorporada en la cama, con la
espalda apoyada en el cabecero cubierto por la almohada.
Él está sentado a los pies del lecho y Coronel los mira desde el suelo,
parece una esfinge.
-¿Qué piensas hacer? –pregunta él mientras acaricia su pie
masajeándolo lentamente-.
Elisabeth sonríe maliciosamente, pero no contesta.
-Vamos, que nos conocemos. Estoy de tu lado.
Acaricia su pierna suave y ella lo empuja con el pie. El guardián se
balancea apropósito con el impulso y sonríe.
-No me eches de tu cama.
-No lo hago.
-Dime qué tramas, por favor.
La besa en la pierna.
-¿Por favor?, falta algo –comenta poniendo su pie en el hombro y
apartando, por tanto, su pierna de los besos-.
-Por favor, mi señora…
Ella sonríe.
-Casi, casi…
-Vamos, Elisabeth.
Ella encoge las piernas, se incorpora y, con sutileza, se coloca a su
altura, postrada de rodillas sobre la cama. Él ahora está medio tumbado de
costado. Elisabeth deposita su índice en la boca del chico, el cual la mira a
los ojos.
-¿Prometes estar calladito y hacer lo que mande?
-Sí.
Lo coge por el cuello, justo por debajo de la mandíbula, y aprieta
levemente dejándolo sin respiración de forma parcial.
-Pues te contaré lo que tienes que hacer.
Él no hace nada por liberarse de la opresión. Ella se agacha sobre él sin
dejar de apretar y susurra a su oído. Cuando termina de exponer su plan le
lame la oreja y le deja respirar.
-¿Yo?. Todos se darán cuenta de la farsa.
Le tumba con el leve roce de su mano, se coloca sobre él y empieza a
masajear su pecho. Él mantiene las manos a los lados.
-No. Vas a ser todo un magnate y cuando todo sea seguro, me llevarás
allí.

125
NAZARETH SERRANO

Hunde sus uñas en el pecho. Le duele un poco, pero no dice nada.


-Qué cuerpo más feo –comenta ella bromista-.
El guardián intenta tocarla, pero ella le da un sonoro bofetón. Baja las
manos.
-Lo siento.
-Eso no es lo que tienes que decir –dice ella agarrándolo por la
mandíbula-.
-Ah, sí. Me lo merecía y me siento hasta agradecido.
-Qué más…
-Mi señora.
-Muy bien, mi pequeño posthumano, muy bien.
Se echa sobre él y pone sus labios tan cerca que casi se rozan. Él la
mira a los ojos, pero no se mueve ni un milímetro.
-¿Vas a matar a ese hombre? –pregunta en un susurro-.
-Sí. Lo voy a matar.
Le acaricia el pelo y la barba, pero no lo besa.
-¿Y luego?
-Mataré al otro.
-¿Y luego?
-Luego a su hija.
Le tira del pelo y lo besa violentamente. Él se limita a abrir la boca, pero
no intenta introducir su lengua en la boca de Elisabeth. Cuando se va a
retirar ella le muerde el labio inferior.
-¿Y qué vamos a hacer ahora?
-¿El amor?
Le da otro bofetón, esta vez en la otra mejilla.
-No, idiota. Mañana es el cumpleaños de Niklas Plagge y tenemos que
darle su regalo hoy mismo.
-Vale, vale… ya lo capto… Pero cuando vuelva, ¿vas a dejar que…?
Le da otro bofetón antes de que termine la frase.
-Ni se te ocurra volver a pedirme nada –lo coge por la mandíbula y
añade a escasos centímetros de su cara-: Haremos lo que quiera, cuándo
quiera, cómo quiera y dónde quiera. ¿Entendido?
-Vale, pero no me pegues más.
-¡Silencio!
Él espera a que se quite de encima para levantarse. La mira un
momento y ella, con una mirada indefinida, brama:
-¿A qué esperas?. Vete ya.
-Sí, mi señora.
Se encamina hacia el baño.
-Dame un beso antes.
-Sí, mi señora.

126
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

AÑO 1270 DC

PLANETA DE HIELO
BASE AVANZADA DE LA RESISTENCIA

Blake está más que harto de hacer de líder. Jack, por su parte, dice
estar demasiado débil para asumir tal cargo. Él ya tiene planeado
deshacerse de tal carga en cuanto Jack se recupere, pero la relación que
ha comenzado con su madre le dice que va a tardar en recuperarse un
poco más…
Tener que pensar por todos y cada uno de los soldados que están a su
mando es demasiado. Si alguien desobedece él tiene que decidir qué hacer
con él. A Blake el hecho de matar a alguien por pensar de manera diferente
le parece una aberración, así que ha dicho que, simplemente, le encierren
un par de días en una celda. Espera que el soldado recapacite y se dé
cuenta de que esa segunda oportunidad es valiosa, pues si Jack asume el
mando… las cosas podían cambiar.
Blake entiende que sin miedo no se puede controlar a tanta gente y si
no le respetan… la cosa podría acabar muy mal.
Pero es que él no entiende contra quién lucha La Resistencia o por qué.
Sólo sabe que los territorios están malamente marcados y que, por el
momento, están en una tregua no pactada de no agresión.
Ha tenido que comer con sus soldados. Un completo desastre, pues
parecen vikingos. Hay quien hasta comía la carne cruda, sangrante y…
Blake no quiere recordar la escena de ese tipo con la cara llena de líquido
vital.
Él ha comido carne de no sabe -ni le interesa- qué. Sea lo que sea, lo
que ha comido estaba duro y sabía a colilla, pero para ellos dice ser un
manjar. Para Blake un manjar con pelos, pues tenía bastantes.
El hambre ataca y él ha pasado por alto todo. El agua allí sabe a cloaca,
y Blake no se ha puesto a pensar de dónde sale o qué proceso sigue para
ser potable… si es que lo es.
Su madre, sin embargo, no ha podido con la comida e,
irremediablemente, ha salido del comedor a toda prisa buscando el baño
más cercano.
Por último, después de comer y no vomitar, le han dado una bebida
extraña, que sabe a sangre mezclada con alcohol, que ha hecho que su
garganta arda para una semana. Ellos lo llaman “Jioty” y nadie le ha dicho
que contiene el líquido.
Todos están contentos con tener un líder más indulgente, pero nadie se
sale de las normas, gracias a Dios, piensa Blake, pues él no es nada
autoritario.
Las mujeres son un mundo aparte. Comen por separado, no siguen las
órdenes de Blake, al menos, no directamente y, de vez en cuando, hasta le
llaman “flaquito”, le pellizcan el costado o le besan en la cara o en la boca,
indiferentemente.

127
NAZARETH SERRANO

Pero es que los hombres a veces también se besan en la boca, no


como enamorados, sino como un gesto de amistad. Así que Blake se lo
toma todo como señal de apego. Aunque alguna no lo ha besado con ese
fin.
Y es que Blake es bastante exótico, con su piel morena, sus ojos
esmeralda y su pelo bruno. No hay nadie allí que tenga los ojos verdes. Las
mujeres piensan que es de una raza cuyo nombre no recuerda ahora, pero
están equivocadas. Él no ha contradicho a ninguna, ya que si piensan que
es de esa raza le tratan mejor que si saben que es humano… ni que decir
tiene que ha ordenado al ordenador que borre los archivos de su ADN,
pues si descubren que tiene parte de atlante… mal iba a acabar. Él no lo
sabía, pero los koradis y los atlantes son enemigos por naturaleza, aunque
nadie le explica por qué. Debe ser que ya se les ha olvidado por qué se
odian, pero aún así, generación tras generación, el odio aflora. Como por
ejemplo se recuerda una y otra vez las atrocidades que otros países han
hecho durante las guerras, pero nadie parece querer recordar que en su
propio país han pasado cosas similares o peores.
A Blake le han hecho recortarse la barba de tal manera que parece un
preso y le han pedido que lleve coleta, cuanto menos. Él, para evitar cortes
de pelo extraños, se ha puesto un coletero que no es otra cosa que un
pequeño objeto de metal que se ajusta al pelo de forma automática. De
cualquier forma no ha podido evitar acabar con un peinado raro. A él,
simplemente, le da igual. No piensa ligar con nadie, por lo que su aspecto le
importa poco. Además, él piensa que, a pesar de lo que digan las mujeres,
es más bien feo.
Allí se duchan todos juntos, mujeres y hombres. Evelyn ha decidido que
no se ducharía hasta que el baño quedara completamente vacío. Incluido
Jack.
Él, como jefe, no puede perder tiempo, así que ha procurado vanamente
pasar desapercibido. El equivalente al jabón allí es un líquido viscoso y
aceitoso que, al menos, huele bastante bien, aunque no hace espuma.
Ellos dicen que lo sacan de una serie de plantas.
Ahora que, por el momento, le han dejado un minuto de tranquilidad, ha
decido bajar a las celdas para intentar ayudar a alguno de los desgraciados
cogidos por la panda de mercantes de razas.
Cada vez que se acerca a ese pasillo flaqueado por puertas metálicas le
da un bofetón de hedor insoportable, que a los guardias parece no
molestarles. Blake, con disimulo, se pone la mano entre la nariz y la boca y
pide a uno de ellos que abra las celdas, una a una, y coloque a los presos,
atados, en fila.
Luego, le tendrá que ir diciendo qué hacen allí y por qué están
encerrados.
Los guardias se ponen manos a la obra alegres de hacer algo en todo el
día que no sea rascarse sus partes varoniles y charlar entre sí.
Cuando los presos están puestos en dos filas, una frente a una hilera de
celdas y la otra frente a la otra, Blake y un guardia comienzan la revisión.

128
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

El primer tipo que visiona Blake tiene un extraño ojo, el derecho


exactamente. La parte que tendría que ser blanca es de color plata, el iris
rojo brillante y la pupila es una lucecita granate. El tipo sonríe y muestra
una dentadura metálica. Las encías inferiores también tienen metal entre la
carne.
El resto del cuerpo, parece el de un koradi normal. Aunque también
tiene otros injertos disimulados, como por ejemplo, su mano derecha
biónica, pero parece completamente natural.
Blake procura no mirar al ojo, que juguetón, se mueve por libre y revisa
a Blake de arriba abajo.
El guardia comenta:
-Puede verte desnudo si quiere con ese ojo.
Blake se lleva la mano a la entrepierna y se pregunta si también puede
verle desnudo con la mano por delante o no. Luego piensa que eso es una
estupidez, pues se ha duchado con una veintena de personas. Se cruza de
brazos intentando no parecer nervioso y empieza:
-Bueno… ¿cómo te llamas?
Se dirige a él directamente para intentar darle confianza.
-Me llamo… ¡Jodido humano!
Todos, bueno, todos los presos se ríen.
Blake suspira.
-¡Silencio o dejo de intentar indultar a nadie! –grita Blake-.
Al escuchar la palabra “indulto” todos se ponen serios y rectos.
-Vamos a olvidarnos de lo anterior. ¿Cómo te llamas?
-Sólo el líder puede indultar, humano.
-Yo soy el líder, pedazo de chatarra. Y si no estás seguro de si soy
humano o no, más te vale que mantengas ese trozo de hojalata al que
llamas boca bien cerrado.
Risas de nuevo, esta vez de los guardias. Blake no quiere ofender a
nadie, pero tiene que parecer un tanto grosero para que no se lo coman
vivo a la primera de cambio. Lo de ser duro con los castigos parece que se
escapa de las manos.
-Bueno. Última vez que te lo pregunto. ¿Cómo te llamas?
-Me llamo Gort.
Blake mira al guardia, que asiente con la cabeza.
-Bien. ¿Y por qué estás aquí?
-Por desertor.
Parece sincero, pero Blake mira al guardia. Este asiente con la cabeza.
-Vale. ¿Qué es exactamente lo que hiciste?
-Nuestro código nos obliga a luchar hasta la muerte. Yo me retiré en una
batalla contra el ejército del emperador.
-¿Por qué?
-Porque sólo quedábamos cinco para proteger el puesto avanzado.
Blake mira al guardia, que afirma con la cabeza.
-Vale. ¿Y qué pasó con tus compañeros?
-Murieron en la explosión.
-¿Y tú te salvaste?

129
NAZARETH SERRANO

-Estuve lo bastante lejos como para que sólo me dañara medio cuerpo –
señala su ojo y ofrece una mano a Blake, como si quisiera que se la
estrechara-.
-No… -indica el guardia-.
Pero Blake acepta el gesto. Nota al instante que la mano no es
exactamente como debería ser una normal.
-Vale. En ocasiones un soldado debe saber cuándo retirarse para librar
otras batallas. El honor no significa morir imprudentemente, ni en vano
cuando todo está perdido. Ahora, la pregunta es, ¿volverías a luchar junto
aquellos que te han apresado?
-Sí, si tú nos guías.
-Bueno… por ahora sí. Libéralo.
Tanto el guardia como el preso parecen asombrados. Lo del indulto va
en serio, pero ninguno de los dos había creído a Blake, aunque Gort tenía
una leve esperanza que él mismo ha disipado en un segundo, para no
llevarse más decepciones con los líderes.
-Es una orden –dice y se siente extraño. No quiere ordenar nada a
nadie, pero aquí las cosas funcionan así-.
El guardia le quita los grilletes. Gort lo agarra por los hombros, le besa
en la boca ante la sorpresa de Blake, que no se acostumbra al gesto y
añade:
-Prometo protegerte hasta la muerte.
Blake no sabe que eso es una promesa muy real que, en ocasiones, los
necropilioms o koradis de La Resistencia ofrecen a sus superiores.
-Vale. Gracias.
Y Blake sigue con su trabajo.

Jack escucha jaleo. Se levanta de la cama y Evelyn se enfurruña, pues


estaba dormida sobre su pecho. La doctora abraza a la almohada diciendo
cosas sin sentido y pensando que Jack aún está a su lado. Aún no han
intimado, pero a ella sigue gustándole usarle como almohada.
Jack la deja dónde está y sale al pasillo y camina hasta “El Foso”. De
allí proviene el escándalo. Cuando abre la puerta que da a la segunda fila
de plataformas se encuentra a todos bramando:
-¡Blake, Blake, Blake!
Y otros gritan:
-¡Viva al líder!
Jack, asustado, piensa que alguien lo ha retado a combate… Pero no es
así. Esa panda de brutos no están excitados por la lucha y la sangre…
¡están viendo a los presos liberados jurando fidelidad al líder!.
Ese juramento nunca lo hicieron con él. Es muy importante, tanto como
el honor para un samurái, casi sagrado.
Blake no sabe muy bien cómo va toda esta historia, así que se limita a
sonreír y a ser natural.
Jack no puede hacer otra cosa que gritar alzando el puño:
-¡Viva al nuevo líder!

130
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

Y se percata de que está tan orgulloso de él como si fuera su padre.


Entonces recuerda a Alex. Se pregunta dónde está. Al mirar al grupo de
presos visiona a alguien que le resulta familiar. ¿Se trata acaso de Adolph?.
Sí, algo más delgado y sucio, pero es él. ¿Cómo ha llegado hasta allí?.
Evelyn, medio dormida, se abre paso entre la masa de músculo hasta
llegar a Jack.
-¡¿Qué ocurre?! –grita para intentar hacerse oír-.
-Mira lo que ocurre.
La levanta por las caderas para que pueda ver entre los grandullones.
-¡¿Qué diablos hace Blake?!, ¡ayúdale, que lo matan!
Jack la baja y la besa en la boca. Evelyn, atónita, lo mira con gesto
interrogativo.
-Nuestro hijo está salvando la vida a unos presos que le están jurando
fidelidad. No pasa nada malo.
-¿Qué?... un momento. ¿Has dicho nuestro hijo? –dice sonriendo-.
Jack agacha la cabeza.
-Bueno… tú hijo.
-Tonto. No me importa que digas nuestro hijo. Sólo que me ha
extrañado.
Jack se estira.
-Me ha quitado el puesto.
-Sabes que no. En cuanto te recuperes te lo devolverá. Lo prometió y un
líder siempre cumple su palabra.
-Es que no sé si quiero volver. Hay algo que me dice que ha encontrado
su lugar en este mundo. Bueno, sí, no es su mundo… pero es como si lo
fuera ahora.
-¿Y tú?
-Yo también he encontrado mi lugar.
La besa en la boca de forma más explícita y duradera provocando los
vítores de los que están a su lado.
-Junto a ti.
Y la saca de allí cogida en brazos.
La mujer de Jack lo mira desde la plataforma de enfrente. Se abre paso
a empujones y desaparece.
Una joven la sigue, no sin antes echar un último vistazo al nuevo líder y
expresar una furtiva sonrisa.
Amin-Hat sonríe. Blake, el único que parece verlo, le devuelve la
sonrisa.
<Mi trabajo ha terminado aquí. A partir de ahora, debes seguir solo tu
camino... por ahora> -dice y desaparece-.

131
NAZARETH SERRANO

132
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

CAPÍTULO 13: LA TEMPESTAD DE LOS CAÍDOS

AÑO TERRESTRE 2013 d. C.

ATLÁNTIDA, SÉPTIMO REINO


EN LA “GRUTA DE LA LUNA”

E l colgante de Gerhard, despegado de su cuello, alumbra e ilumina


con su luz celeste -y bastante potente en estos momentos- los
muros donde los grabados de la roca resplandecen con un fulgor dorado.
Los símbolos extraños e indescifrables, hasta para un atlante, se tornan
en palabras y frases coherentes en la mente de Gerhard.
-… y la tempestad de los caídos acompañará en cada luna al que
descifre estos grabados que sólo cobrarán forma ante el colgante del Sumo
Sacerdote…
<¿De qué diablos habla esto?>
-… no podréis desoír sus lamentos, no podréis acallar sus gritos, no
podréis tan sólo dormir en paz hasta que la última gota de sangre haya sido
recogida…
<Maldita sea… No entiendo nada>
-… dejad todo cuanto tengáis atrás, para ver que nada poseéis, siquiera
a vos mismo…
Gerhard se palpa los párpados e intenta leer de nuevo algunas frases
sin sentido, al menos, a su entender.
-… vuestra casa será la piedra desnuda, como techo una estrella de
fuego, como suelo la tierra abierta, como pared la orilla de un mar
embravecido, y con los brazos del Dios sobre vuestra cabeza sentiréis lo
que los caídos apreciaron durante un sueño del que no pueden despertar…
<Menudo lío…>
-Cuando el señor del hielo intente cazar al animal sagrado, debéis
detenerlo y hacer que ore en este templo para aplacar el castigo de
sangre…
>¿Quién diablos es el señor del hielo?
Sigue leyendo.
-No confundáis vos al señor con el sirviente, pues el que era fango
ahora brilla como el oro entre el reino oscuro del hielo…
<No entiendo nada… ¿quién es el señor y quién el sirviente?>
-… y como último secreto relevaré en este muro que sólo vos, Sumo
Sacerdote, podéis salvar al señor del hielo de la pena que el hombre de
acero impondrá sobre su cabeza. El peso de un mundo en vuestra espalda
está, sostenerlo sólo es obra de vuestra propia voluntad. Mirad donde nada
hay y escuchad el silencio para dar con las respuestas que tanto busca
vuestro ser…
<Definitivamente, esto me sobrepasa…>

133
NAZARETH SERRANO

-… y dejad que vuestras lágrimas se unan al curso del río, que en la


vida nace y en la muerte desemboca para, en un último suspiro, proteger lo
que queréis, pero nunca poseísteis; lo que tenéis, pero siempre perdisteis;
lo que buscáis, pero nunca encontrareis. Llorad como el Dios lloró el día del
fin del conocimiento, inundando con sus lágrimas hasta la última porción de
esta Tierra Sagrada, más no derraméis ni una gota de sangre en tan fértil
pueblo o la condena será eternamente cruel…
La luz del colgante se extingue dejando a Gerhard sumido en la
completa penumbra. Un silencio sepulcral inunda el ambiente. Siquiera el
vacilar del agua se escucha en esa zona.
-Mirad donde nada hay y escuchar el silencio para dar con las
respuestas que tanto busca vuestro ser… -repite Gerhard-. Bueno, pues
vale… Ahora llega el momento en que yo me cago en mi suerte. Sí, me
cago en mi jodida suerte –gruñe entre dientes-. ¡Estoy harto! –su voz
retumba por la gruta haciendo eco, que cada vez se torna más y más
lejano-.
Suspira e intenta pensar en algo. Sólo una idea se pasa por su
cabeza… volver a palacio.

AÑO 1270 DC

PLANETA DE HIELO
BASE AVANZADA DE LA RESISTENCIA

Blake, sumido en sus pensamientos, camina resueltamente por los


pasillos mirando sus botas. La puerta de “El Foso” se abre de manera
automática después de que el ordenador lo haya identificado
minuciosamente en cuestión de segundos y sin que Blake tenga que hacer
nada durante el proceso.
El hedor a alcantarilla abofetea su nariz al entrar en ese lugar, que debe
cruzar para llegar al comedor común, lo que le hace salir de sus
pensamientos y mirar al frente.
Justo cuando se dispone a pasar bajo la plataforma de la primera planta
escucha un grito y, como si caída del cielo apareciera, una sombra se
interpone en su campo de visión, haciendo que Blake de un paso atrás de
manera inconsciente. Luego se fija en que la sombra tiene una melena
morena y lisa y que va vestida de soldado. El pelo cae más allá de su
cabeza, ya que, irremediablemente, está bocabajo colgando de… ¿qué?
La persona rueda sobre sí y Blake al fin puede ver su cara. La cara de
una joven de ojos grisáceos con una tez levemente morena y unas
facciones propias de una diosa griega. Bueno, tal vez si ha caído del cielo,
piensa él.
-Hola, ¿puedes ayudarme? –comenta la chica-.
Su voz se mezcla entre los pensamientos de Blake y parece, por un
momento, venida de otro mundo. Reacciona a duras penas.
-Eh… claro, sí…

134
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

Blake rodea a la joven sin dejar de mirarla hasta que queda a sus
espaldas. Desde esta perspectiva puede ver que tiene las piernas
enredadas en unas cadenas que cuelgan desde una plataforma. Sus
manos intentan sujetarse a estas para impedir caer en caso de que el
enredo se suelte.
Blake, sin querer, fija la vista en el culo de la joven. Un culo que se
delinea sin tapujos por los pantalones ajustados de color negro.
-¿Sigues ahí? –pregunta ella intentando voltearse y consiguiéndolo,
aunque sólo brevemente, para luego dar la vuelta entera y quedar como
estaba-.
Blake traga saliva y se siente mal consigo mismo por mirar las partes
traseras de una joven apurada de este modo.
-Esto… voy… enseguida te bajo.
Alza las manos pero no sabe por dónde tocar.
-Mejor desde arriba –comenta él-.
-¿Desde arriba?
-Subiré a la plataforma y te liberaré.
Ella impulsa su cuerpo para voltear y esta vez se frena soltando una
mano de las cadenas y cogiendo el hombro de Blake, que ahora tiene su
cara muy cerca.
-¿Quieres hacerme caer?. Mejor sujétame mientras yo misma me
suelto. ¿De acuerdo?
-Por supuesto.
Él agarra sus brazos y ella sonríe.
-Voy a necesitar las manos, mi niño.
Coge una de las manos de Blake con la mano libre y la deposita en su
abdomen. Es fuerte, pero no tiene músculos como la mayoría de las que
hay por allí.
-Con las dos manos, que no muerdo –comenta al ver que Blake no va a
pensar en ello por sí solo-. Casi nunca…
-Sí. Con ambas manos –comenta sonriendo cual bobo-.
Blake la sujeta con firmeza y, por todos los medios, procura no mirar los
senos que se entrevén en su camiseta sin mangas, de estilo militar,
ajustada y más escotada que ninguna que haya visto en una mujer, lo cual
no es mucho, la verdad.
-¿Listo?
-Sí.
Ella se deshace de las cadenas sin siquiera usar las manos, pero Blake
no se percata de tal cosa. La sujeta y, cuándo se quiere dar cuenta, la tiene
cogida como un recién casado tendría a su mujer justo antes de entrar en la
casa.
-Gracias –comenta ella que, “casualmente”, tiene su brazo por detrás de
los hombros del joven-.
-De nada –dice él y ella mira su boca mientras habla-.
Él no la suelta y ella no hace nada por bajar de los brazos de Blake, que
si bien no son, ni mucho menos, tan fornidos como los de los koradis, son
más resistentes de lo que parecen.

135
NAZARETH SERRANO

-¿Siempre que hay alguien en apuros apareces tú?


Blake sonríe.
-No. Casi siempre soy yo el que está en apuros.
Ella se ríe y no duda en rodear el cuello de Blake con el otro brazo.
-Pues el otro día ayudaste al atlante.
-No es atlante.
-¿Y tú?, ¿qué eres?
-Humano… medio humano –rectifica-.
-Pues… bien…
Ella ya no sabe que decir. Mira los labios de Blake y acerca su boca a
ellos.
-¡Quita tus sucias manos de mi hija, humano!
Blake dirige su mirada hacia la mujer musculosa, que debe ser la madre
de la chica, pues comparten el color de ojos y de pelo, pero nada más. Baja
a la joven con cuidado y la deposita en el suelo, al tiempo que esta se
desengancha de su cuello y pone cara de cansancio.
-Mamá…
-¡Aléjate de ese humano!. No sabemos qué clase de enfermedad podría
contagiarte con su simple contacto –comenta con desprecio-.
-Oiga… -empieza Blake, pero la mujer da un paso al frente, coge a su
hija de la muñeca y, lanzando una mirada matadora a Blake, la arrastra
hacia la puerta-.
-¡Vamos, que ya tenemos suficiente con la puta que ha traído tu padre
de esa raza humana!
La única humana que conoce Blake es su propia madre, así que no
puede evitarlo.
-¡No te atrevas a insultar a mi madre, pedazo de bestia con cuerpo de
mujer!… bueno –la mira de arriba abajo-, si es que a ti se te puede llamar
mujer.
La grandullona planta cara a Blake y, pensando bien, es más grande y
alta que él, pero Blake no se achanta.
-Tenía que ser su hijo. No hay más que verte…
-Un poco de respeto. Que yo no he hecho nada malo… Además, si
tienes algún problema conmigo, no metas a mi madre.
-¡Esa…!
-¡No termines la frase o será la primera vez que golpeo a una… mujer!
Jack aparece en el momento menos apropiado. Se queda mirando a la
colosa con los ojos muy abiertos y masculla un “oh, mierda”.
-¡A ti te quería ver yo!, ¡pedazo de idiota!
-Un momento… -da un paso atrás y se topa con la pared-.
-¡¿Cómo puedes intentar engañarme con una humana?!
-¡Desapareciste de mi vida! –se defiende algo asustado, aunque se
recompone y se avergüenza de haber retrocedido ante su “mujer”-.
-¡Para criar a nuestros hijos lejos de tu mala influencia!
-¡Eso sólo lo pensaste cuando fui arrestado! –comenta más seguro de sí
mismo al tener al líder delante-.

136
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

-¡Imbécil. No iba a dejar que Lánzela muriera de hambre!. ¡Eres mi


hombre y ahora mismo te vienes conmigo!
-¡Y una mierda!
-¡A mí no me hables así!. Además, las leyes son claras… ¡Haré que te
ejecuten por esto!
Blake no entiende nada. Se dispone a intervenir cuando un koradi entra
y le susurra al oído.
-Mensaje del emperador, señor…
-¿Qué dices?
-Del enemigo, señor –aclara el soldado-.
-Eh… De acuerdo… enseguida voy a…
-Ahora, señor –indica el koradi más como propuesta que como orden,
por supuesto-. Por favor.
En este momento Blake no quiere saber nada de ser líder… pero Jack
tiene que arreglar otros problemas antes de poder quitarle tal peso…
Suspira y sigue al koradi. Los gritos siguen escuchándose aún cuando
traspasan la puerta de salida.

Blake mira la bolita plateada que tiene entre sus dedos. Jack entra en la
sala que hace de “despacho” al líder, hecho una furia y el koradi que
acompañaba a Blake se retira.
Es una estancia pequeña y angosta, con una mesa, una silla y una
estantería de esferas, todas estas cosas de metal de color plata vieja.
-Blake, tienes que quitarme de encima a esa mujer. Dile que me olvide y
que diga lo que diga la estúpida ley, ahora mandas tú y me indultas y me
das el permiso para casarme de nuevo…
Blake lo mira muy serio y Jack de repente se siente muy pequeño.
-Para casarme… -intenta seguir, pero no lo consigue-.
Blake, con los codos sobre la mesa y la esferita aún en la mano le mira
esperando que termine la frase. No parece el mismo. No, ahora parece un
ser extraño, con esa barba rara –una barba que cubre casi por completo su
cara, con una línea ligeramente inclinada afeitada bajo cada pómulo, una
especie de bigote al estilo presidiario que baja por sus comisuras hasta la
mandíbula y una barbilla afeitada de forma parcial, con una pequeña línea
rectangular que empieza bajo su labio inferior y que termina más allá de su
mentón- que le han hecho y esa coleta larga en la parte posterior y ese
pelo más corto por delante, malamente peinado, que deja caer inclementes
mechones a ambos lados de su frente, insolentes, y un tanto ondulados,
siendo el resto del pelo que no está recogido más corto que los flequillos.
Por no hablar de ese uniforme de color negro ataviado con insignias y muy
parecido a los que llevan los soldados de la guardia del emperador. Está
muy raro, pero aún así es muy guapo y Jack tiene que admitirlo, ese estilo
le da un atractivo que hace que su cara de “bueno” haya quedado atrás en
el espacio-tiempo.
Jack se pone frente a la mesa y se fija en el vaso de Jioty.
-Jack, ¿estás bien?

137
NAZARETH SERRANO

Jack vuelve a prestar atención a Blake.


Blake sonríe y entonces Jack se da cuenta de que ha pensado mal.
Blake no es como él y, por ahora, no ha tomado ninguna medida
desproporcionada con sus soldados. Sigue siendo indulgente y no debe
tratarlo como a un tirano. Pero la pregunta es otra, ¿considerará Blake la
opción de que se case con su madre? O, por el contrario, teniendo en sus
manos el poder de decidir tal cosa, impediría su relación. Tal vez Blake
prefiera devolverle su puesto de líder antes de verle junto a su madre, claro,
que en tal caso, Jack será casi libre de manejar este asunto de otra
manera.
-Jack. ¿Qué necesitas?. Es que no sé qué tengo que hacer para darte…
el divorcio, o como lo llaméis aquí.
Jack sonríe. De nuevo ha sido demasiado desconfiando. Después de
todo, ese chico le ha salvado de una muerte segura… algo debe de querer
a alguien como él. Claro, que seguramente, no le conozca. Eso juega a su
favor. Aunque, por otro lado, él tampoco recuerda demasiado de él. Están
casi en igualdad de condiciones… o no. Ahora Blake es líder, Jack el que
pide.
-Pues… Simplemente, hecha a esa mujer de mis dominios... Tus
dominios, quiero decir. Y una vez esté en territorio del emperador, seré libre
de hacer lo que me plazca. Las leyes se excluyen mutuamente en territorios
opuestos.
-De acuerdo…
Blake piensa en la joven. ¿También tiene que expulsarla?. Un momento.
¿Va a expulsar Jack a su hija?
-¿Y la chica?
-¿Qué chica?
-Tu hija, Jack.
Jack se encoge de hombros.
-Ni siquiera me ha reconocido. Es mejor que se vaya. Además, creo que
sólo la vi cuando era un bebé o poco más. Sí, mejor que se vaya con su
madre.
Blake medita.
-Puede que sí. He recibido un mensaje del emperador. Pide que el líder
de La Resistencia asista a un acto en la… algo así como Tierra Muerta.
Sino, dice que lanzará un ataque sobre la frontera de la Quinta Tierra. No
entiendo nada…
-Habla de territorio de nadie y una zona que nos pertenece, aunque en
el pasado perteneció al emperador. De cualquier modo, ni se te ocurra ir a
ese acto. Seguro que quieren matarte.
-Un momento. Tú eres el líder.
Jack se encoge de hombros.
-No. Y no tengo intención de recuperar mi puesto.
Blake se levanta de un salto.
-Jack, por favor, no me hagas esto.
-Vamos, chico. Puedes con esto y con más.
Blake mira la esferita. Suspira y se dispone a contarle todo.

138
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

-Jack. Te han indultado y te ofrecen total libertad para volver a tu


antigua casa. Incluso hablan de que puedas volver a formar parte de la
guardia del emperador. ¿Puedes explicarme quién diablos eras?.
Jack agacha la cabeza. Parece que el indulto no le ha sentado tan bien
como Blake pensó.
-Mira, Jack. Yo haré lo que tú quieras. Pero dime qué quieres. Volver a
tu antigua vida, quedarte aquí, ser líder…
-Los humanos no pueden ir a los territorios del emperador. Allí se los
trata de otra manera…
-¿Eso qué significa?
-Tu madre dejó de ser humana en el instante en que alteré su genética
para salvarla de su infección por el virus Gamma 2-b-2. Pero tú eres algo
peor que un simple humano, y perdona la expresión. Eres medio atlante y
tendrías problemas si se enteraran incluso tus soldados. Ten cuidado con lo
que dices.
-Entiendo… ¿Y tú?
-Yo soy algo raro, no saben que muté y que tengo parte de atlante.
-Ya… Resumiendo, yo no puedo irme de vacaciones con vosotros –
comenta bromeando malamente-.
-No he dicho que me vaya a ir.
-No. Eso lo acabo de decidir yo.
-¿Qué?
-Tu mujer ha invadido mi territorio. No es de La Resistencia, pues tengo
entendido que incluso dio datos al enemigo. Motivo suficiente como para
encarcelarla.
-Pero sigue siendo mi mujer.
-Diré que la ejecuté. Por supuesto, no lo haré…
Jack sonríe.
-Sí… podría ser… Pero, aún así, no puedo irme.
-No me importa que te cases con mi madre aquí, en la Tierra o en
Marte. Pero necesito saber que está bien y que puedes protegerla. Y por lo
que cuentan los soldados, La Resistencia está en las últimas. Si ni siquiera
acudo al diálogo y se rompe la tregua…
Jack se encoge de hombros.
-No puedo dejarte aquí. Y ella tampoco podrá separarse de ti… otra vez.
-Será momentáneo. Hasta que puedas recordar cómo diablos sacarnos
de aquí sin destruir mi planea en el intento.
Jack sonríe.
-El emperador es el que intenta colonizar tu planeta.
-Y los atlantes también.
Jack frunce el ceño.
-¿Qué?
-El libro… conseguí abrirlo. Leí un poco, pero se cerró en mis narices
cuando alguien entró. Pienso que es un modo de protección y que sólo
estando solo puedo leerlo.
Jack sonríe.
-¿Has abierto el maldito libro?

139
NAZARETH SERRANO

-Claro…
-Eres mi humano favorito.
-Si lo soy, harás lo que te diga. Acudiré al diálogo en tierra neutral. Y tú
y mi madre os largáis con los emisarios, de vuelta a tu antigua vida.
-¡Estás loco!
-Sí. Pero eso ya lo sabías cuando me reclutaste en tus planes –sonríe-.
-No voy a dejar que hagas eso…
-Jack, te olvidas de que soy el líder. Te estoy ordenando que salgas de
mi territorio, te cases con mi madre y esperes a que vaya a rescataros
cuando consiga descifrar el libro y encontrar la máquina.
-Blake, imagina que seremos… como enemigos.
-Es que no me caes bien –comenta sonriendo y le ofrece una mano,
como si quisiera cerrar un pacto-.
Jack la coge, pero en vez de estrecharla, tira de él y lo abraza.
-Te juro que te protegeré. Aunque no lo creas, os protegeré a tu madre y
a ti, con mi vida.
Cuando se separan Blake pone cara pensativa.
-¿Qué tramas?
-Soy el nuevo líder, cruel y sanguinario, que ha matado a tu mujer y a tu
hija.
-¿A mi hija?
Blake se encoge de hombros.
-Claro. Yo la cuido.
Jack pone la cabeza de lado.
-De acuerdo. Más te vale…
-Bien. Pues soy el tipo malo de la película que ha matado a tu mujer y te
tiene retenido.
-¿Retenido?
-Tenemos que hacer que por ningún motivo piensen que eres
simpatizante de tus antiguos soldados o podrías meterte en un lío. Tus
hombres te han repudiado…
-Sí, lo han hecho… -comenta con lastima Jack-.
-Pues eso. Pero no te voy a matar…
-Porque espero mi ejecución –termina Jack-.
-Eso es.
-¿Y por qué me llevas contigo al diálogo?
-Pues… ¿qué razas habitan este planeta?
-Pues los necropiliom, que son como llaman a los koradis de La
Resistencia, los hark, que son extranjeros de otro planeta…
A Blake le chispean los ojos.
-¿Puedo parecer un hark?... Bueno, creo que me confunden con uno de
esos…
Jack lo mira de arriba abajo.
-Sí, bajito, flaco, moreno y de piel algo oscura… Bueno, con un poco de
cambio en la higiene y en el comportamiento… Oye, sí.
-¿Los hark hablan igual que nosotros?
-No todos. Tienen su propio idioma…

140
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

-Te llevo como intérprete.


-Oye, eso tiene su lógica. Aquí casi nadie habla el idioma de los hark. Ni
yo tampoco… -añade un tanto pesimista-.
-Ni yo. Improvisa.
-¿Y cuándo me liberas?
-Pues… según para qué me hayan citado y por qué, improvisa.
Jack lo coge por la cara y le proporciona un beso en plena boca. Blake,
atónito, suspira y sonríe ante el gesto al que duda acostumbrarse.
-No lo repetiremos… -comenta Jack riéndose-.
-Mejor no…

Blake transita los pasillos algo abstraído. Escucha la voz de Lánzela y


mira, sin querer, hacia la habitación de donde procede, que tiene la puerta
abierta.
-Oh, pensé que estabas muerto –dice la chica y se abalanza a los
brazos de Gort, el cual la levanta y la besa en la boca, sin mover los labios,
pero demorándose un tanto en retirarse-.
Blake se retira del campo de visión y escucha pegado a la pared.
-Y yo pensé que tú estabas muerta –comenta Gort y tras mirarla de
arriba abajo añade-: No te recordaba tan guapa.
-Ni yo tan… robótico.
-No seas mala.
-En serio, te queda bien. Te da un toque interesante. Además, lo
importante es que estés vivo.
-Sí, gracias por el cumplido… Bueno, sabes que te quiero, aunque
nunca te lo haya dicho.
-Oh, vamos, no seas nenaza. Me lo demuestras y ya está.
Blake vuelve a echar un vistazo. Ella de nuevo le da un pequeño beso
en la boca y le acaricia la barba.
-Necesito estar a solas contigo. ¿Vienes a mi cuarto?
-Claro. Como siempre –comenta él exponiendo su sonrisa plateada-.

141
NAZARETH SERRANO

142
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

CAPÍTULO 14: LAS DOS CARAS DE LA VERDAD

22 de marzo de 2013

PLANETA TIERRA
MIAMI, FLORIDA

w illiam pulsa el botón verde dos veces y escucha el pitido


inclemente que le mantiene a la espera hasta que salta el
contestador del móvil de su mujer. Prueba con el fijo, pero sigue sin tener
suerte.
William suspira. Se sienta al borde de la cama y mira su teléfono móvil.
Su mujer ha sido demasiado dura con él, pero la recuperará. O eso
piensa…
Ha tenido que pasar la noche en un hotel, y esta vez sin la compañía de
una mujer…
Bueno, al menos Anastasia se ha ido con él.
William no entiende cómo su mujer se ha enterado de sus aventuras…
¿qué va a hacer ahora?, ¿pedirle el divorcio?... eso le dejaría lejos de la
vida desahogada que lleva y lo que es peor… de su hija y del bebé al que,
de seguir así, ni siquiera verá nacer, piensa él.
El viejo se ha enterado de todo y, seguramente, lo matará si lo
encuentra. Tiene que volver a casa, o llamar a su mujer, o hacer algo antes
de que ella sepa que no merece la pena estar con alguien como él… sí, eso
hará. Si se negó a cumplir con el destino que según Leon correspondía a su
raza, entonces puede arreglar esto, ¿no?
Llama de nuevo… pero nadie contesta al otro lado…
Se tumba, cierra los ojos, se palpa los párpados con los dedos índice y
pulgar de la mano derecha, se lleva la mano al pelo y lo descoloca, se
palpa las sienes con ambas manos y piensa en algo. Normalmente estar en
un lujoso hotel le reconforta, pero no hoy.
Anastasia sigue dormida, aparentemente ajena a la ruptura matrimonial
a la que parece enfrentarse su padre.
Suena el móvil. William lo coge tan rápido como puede, pero Anastasia
ya se ha despertado por el ruido y, frotándose los ojos, se incorpora y se
queda sentada en la cama, aparentemente medio dormida, mirando
fijamente a su padre y con el oído bien atento.
-Hola, nena, llevo llamándote toda la mañana.
Al otro lado se escucha el llanto de su mujer.
-Nena, no llores, lo superaremos.
-William, necesito que vengas… ha ocurrido algo terrible.
-Por supuesto, nena. En media hora estoy en casa. Pero, ¿qué ha
pasado?
-Han disparado a mi abuelo…

143
NAZARETH SERRANO

William reprime un grito de alegría. Si el viejo muere, él recupera a su


mujer y se convierte en el presidente de los “Laboratorios Omega”, tiene
claro que puede conseguir tal cosa.
Se prepara y, con la voz cortada y suave, contesta:
-Oh, Dios mío, cariño. Voy enseguida… ¿En qué hospital está?
Llanto.
-Nena, ¿en qué hospital…?
-Está… muerto.
William aprieta los dientes y cierra los ojos. ¡No puede ser mejor!
-Voy enseguida, nena. Llama a tu tío… -se refiere al único hijo de
Niklas, y por lo tanto, su máximo heredero, ya que la madre de Celestine se
llevaba fatal con el viejo y la desheredó, porque, simplemente, era su
nuera-.
-William. Mi hermano estaba al lado de mi abuelo cuando… está
gravemente herido. Estoy en el hospital.
Sí, sí puede ser mejor.
<¡Sí. Si muere… ¡me convierto en el máximo accionista de la empresa!>
Finge aflicción y estar a punto de romper a llorar.
-Oh, nena. Todo esto es terrible. Ya estoy en camino, no te preocupes.
Cuelga. Anastasia mira a su padre con una expresión extraña en el
rostro.
-Ana…
-Ya lo sé. ¿Tengo trajes negros?
William mira a la niña muy serio y, en cierto modo, preocupado a la par
que asombrado. Abre la boca, pero no articula palabra alguna. Niega con la
cabeza y suelta el aire que había tomado para hablar.
-Entonces, tendremos que ir de compras, ¿no? –pregunta la niña
desperezándose tranquilamente-.
-Ana, ¿comprendes qué…?
La niña levanta la mano y el padre enmudece un tanto asombrado.
-Papá, los viejos mueren, los niños nacen… ley de vida. Y ahora, no nos
demoremos que Celestine debe estar muy apenada. Te necesita.
William asiente con la cabeza y empieza a vestirse apresuradamente.

PLANETA TIERRA
MIAMI BEACH, FLORIDA

La puerta se abre para dar paso a un tipo con apariencia de atlante. Es


alto, fornido, viste con traje y lleva un maletín negro en la mano derecha y
unas gafas de sol tapando sus ojos.
Elisabeth se levanta al ver entrar a su guardián en el salón. Michel
Angelo deposita el maletín sobre la mesa de café. Dentro está el rifle de
precisión. También se quita las gafas, que tira de cualquier manera sobre la
mesa.
Ella se acerca lentamente, le atusa la barba y pregunta susurrando al
lado de su oreja derecha:

144
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

-¿Has hecho lo que te mandé?


-Niklas Plagge está muerto y su hijo gravemente herido. No saldrá de
esta. Me pediste que no lo matara en el acto para dar más revuelo, ¿no?
-Sí. Me gustan los juegos –comenta y le besa en la boca-. ¿Qué más?
-Nadie me ha visto… -sonríe-. Cosa que no ha sido difícil. Y, por
supuesto, no he dejado ninguna prueba importante que me inculpe.
Ella se cuelga de su cuello.
-Ya sabes quién será el siguiente.
Él suspira.
-Sí. ¿Cuándo?
-Dale tiempo, para que se asiente en la empresa y su cambio no se vea
tan radical. Dale… creo, que como mucho un mes. Pero ya veremos, mi
pequeño “arcángel”.
Michel Angelo asiente con la cabeza.

PLANETA TIERRA
ÁREA DE EXPERIMENTACIÓN “LA COLMENA”
ÁREA B, SECTOR 12, LABORATORIO 003

El sonido del disparo… la explosión carmesí tiñendo el pecho… el


cuerpo cayendo pesadamente al suelo… las partículas de arena volando
alrededor de la zona de impacto… la leve polvareda que se forma
alrededor…
-Tú le has matado… -la voz retumbando en su cabeza-… Tú le has
matado… ¡No!... Tú le has matado…
El brillo de la luz lunar reflectado en la insignia plateada… la casa de su
abuelo… Yo te protegeré, pequeño… Alguien extraño le dice: Descansa,
toma esto y descansa… oscuridad…

Peter abre los ojos. Una luz brillante lo ciega… como pasó la otra vez.
Cierra los ojos.
No sabe cuánto tiempo ha pasado. Se ha despertado varias veces, pero
apenas ha durado unos segundos en el mundo real. No recuerda nada de
lo que ha escuchado, aunque sabe que ha escuchado voces de vez en
cuando. Breves flashes de imágenes inunda su mente, pero no consigue
sacar nada en claro.
Intenta moverse, pero no puede. De nuevo atado. De nuevo siente el
frío metal en su espalda.
Le duele la cabeza y el cuerpo entero, sin embargo, parece que todo le
es ajeno, su cuerpo, su mente, su voluntad.
Se percata de que está amordazado de forma especial, su lengua está
bien aprisionada contra la mandíbula.
Siente como un líquido frío inunda, vía venosa, su brazo derecho. No ha
sentido el pinchazo, supone que tiene una vía puesta.
De repente se siente menos dueño de sí.

145
NAZARETH SERRANO

Los doctores ven como Peter convulsiona fuertemente y de forma


incontrolable sobre la camilla, que al tener ruedas, se ajetrea de aquí para
allá hasta que es sujeta por el soldado que los acompaña.
Están en una sala llena de pantallas holográficas y paneles, una como
otra cualquiera.
La mordaza empieza a humedecerse con saliva y sangre, ambas cosas
brotan copiosamente de la boca del joven, que con las pupilas perdidas
bajo los párpados superiores, continúa convulsionando y gimiendo
levemente.
De repente un foco más intenso y un tanto frenético. La camilla resiste
las embestidas de los movimientos de Peter, que como un endemoniado,
se remueve tensando las correas. Su cara se enrojece, las venas de su
cuello se inflan, al igual que las de su rostro, dándole un toque algo funesto.
Un soldado con una mano mutilada le sujeta la cabeza. Suda
copiosamente… y se queda desplomado.
El médico, que no se inmuta ante nada, espera un minuto antes de
quitarle la mordaza que ha evitado que se trague la lengua.
Sarah sigue grabando el proceso y recopilando los datos en un archivo.
El doctor mira atentamente, pero no actúa.
Ancel acerca su boca a la oreja de Peter y pregunta:
-¿Cómo te llamas?
Peter intenta hablar, con la cabeza ladeada y el cuerpo desfallecido. No
articula nada claro, simplemente balbucea y babea como un bebé.
-¿Cómo te llamas? –repite el doctor-.
-Pe… ter…
-¿Cómo?
El responde de nuevo.
-Peter…
-¿Peter o Hugo?
-Peter… -responde con un hilo de voz-.
Luego le pregunta dónde vive, cuántos años tiene, cómo se llama su
esposa, su hija, su hermana, su madre, cuál es su religión… y otras
muchas cosas que ya saben de él. Sólo es una pequeña prueba, contestar
a preguntas fáciles para que su cerebro se active tras la droga.
-¿Conoces a Leonhard?
Peter tarda en contestar.
-Sí…
-¿Sabes dónde vive?
-Sí…
El SS acaricia su pelo.
-¿Dónde vive?
Peter no contesta.
El SS toca su barba con la mano mutilada.
-¿Dónde vive? –pregunta acercando tanto su boca a la oreja que hasta
la roza-.
Peter da una dirección que Sarah recoge en el archivo.
Ancel asiente con la cabeza.

146
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

-Es él. Como yo dije.


El doctor indica con un movimiento de mano que continúe. Ancel
pregunta todo cuanto le apetece y Peter responde sólo con la verdad. La
droga, ya utilizada en otros tiempos y modificada en “La Colmena” para que
surja efecto en gente como Peter, es todo un éxito.
La sesión termina. A Ancel le hubiera gustado preguntarle un par de
cosas relacionadas con su esposa y madre a la par, pero no lo quiso hacer
delante de las cámaras.
Cuando Sarah deja de grabar todo en el archivo indicado y se activa la
seguridad normal, es decir, la que nadie revisa demasiado a no ser que
algo pase, y sólo cuando el doctor se marcha dando por concluido su
trabajo, Ancel es el que se queda con Peter, al que debe trasladar a su
celda.
El SS demora tal acto y sigue preguntando al drogado.
-¿Por qué mataste a tu padre?, ¿para ligarte a tu madre?, ¿eh,
cabroncete?
-No…
-¿No?
-No le maté… no…
Ancel de nuevo pregunta con la boca pegada a la oreja:
-¿Quién lo mató?, dímelo, maricón.
-No soy maricón…
Ancel sonríe. Debe ser verdad, desde luego que sí.
-¿Quién lo mató?
-No lo recuerdo…
Ancel lo coge por la mandíbula y hace que lo mire con esos ojos
vidriosos y perdidos.
-¿Sabes quién soy?
-No…
-Soy el que te ha encerrado, cabronazo.
Peter no dice nada.
-¿Qué te gustaría hacer conmigo?
-Matarte… -dice balbuceando-.
-¿Y qué te gustaría hacer con tu hermano?
-Matarlo…
-¿Y con tu madre?... Dime lo que hacías con tu madre, vamos,
cuéntamelo al oído…
Pone su oreja a la altura de los labios del delirante y escucha.
-Creo que tú si eres maricón…
Ancel expone una mueca extraña y se retira.
-Voy a devolverte a tu celda.
Ancel suspira, se frota las manos y atesta un fuerte puñetazo a Peter,
que le hace sangrar por la boca. Peter se limita a emitir un pequeño gemido
de protesta y a quedarse como está.
-Y no soy maricón, gilipollas.
Ancel tiene la extraña sensación de que alguien a sus espaldas lo
observa. Se da la vuelta rápidamente… nada. Están ellos dos solos.

147
NAZARETH SERRANO

Como le han mandado, saca al drogado del laboratorio y lo traslada por


los pasillos sin quitarse la extraña sensación de que alguien lo sigue.
Se detiene y da media vuelta a su cuerpo. Acaba de ver una sombra…
¿o se lo ha imaginado?
-Tengo que dejar de tomar esa bebida…
Continúa caminando. El espejismo de Enill lo mira y desaparece sin
dejar rastro.

PLANETA TIERRA
MIAMI BEACH, FLORIDA
HOSPITAL

Celestine abraza a su marido nada más verlo entrar en la sala de


espera. Anastasia, que iba cogida de la mano de su padre, se suelta y se
sienta en una silla, seria, aparentemente tranquila.
William rodea a su mujer con sus brazos y la estrecha contra sí.
<Ahora, William, tienes que recuperar tu vida…> -piensa él-.
William aguanta las opresiones de su mujer y la consuela, la besa en la
frente y vuelve a ofrecer su hombro.
-Ya está, nena, ya está…
Celestine tarda en recuperar la compostura. Entonces lo mira y no
puede evitar pensar en las infidelidades de su marido.
William percibe en su rostro el resentimiento.
<Vamos, William, por todo lo que tienes y lo que puedes conseguir…>
-Nena, estoy contigo. Siempre lo estaré.
-No pensabas eso cuando…
Él la sujeta por el mentón.
-Nena, no he dormido en toda la noche pensando que podía perderte.
Mira lo que ha pasado. La vida son dos días, nena. No me vas a odiar por
eso, ¿no?.
Ella no contesta, pero no se derrite en sus brazos. La sala de espera
está vacía, al menos, la porción en la que ellos están, que está separa del
resto por una pared. Es para las personas importantes que no quieren ser
vistas por la prensa y otros familiares de pacientes.
La intenta besar, ella se retira.
<William, la estás jodiendo…>
-Tienes razón. Tendré que recuperarte con hechos y no con palabras –
niega con la cabeza-. He sido un estúpido. Te quiero y no tengo excusa…
Sólo puedo decirte que me des otra oportunidad. Te juro por mi vida que
nunca más volverá a pasar… He sido un necio, nena.
Ella lo mira a los ojos. Él intenta llorar. Consigue que se le salten las
lágrimas.
-Todo esto es muy duro, nena. Te necesito a mi lado.
-Y yo, William, y yo…

148
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

Agacha la cabeza para besarla. Ella se muestra receptiva, pero no


consuman el acto, pues sale un médico de la doble puerta que hay en la
parte trasera de la sala y ambos se separan.
<Por favor… dígame que está vivo y fuera de peligro> -piensa ella-.
<Por favor, diga que se ha muerto..,> -piensa él-. <Conviértame con sus
palabras en el máximo accionista y en un puto millonario, un Niklas joven y
ambicioso, por favor…>
El médico, carpeta en mano, vestido con la bata blanca y con la tarjeta
de identificación colgando del bolsillo, en la que se puede leer su nombre,
Jonathan Schmidt, dice:
-Lo siento…
William finge aflicción y expone una mueca de dolor. Su mujer se echa a
sus brazos. Anastasia mira al médico con el ceño fruncido. El doctor
desaparece tras las puertas, sabe que sobra en esos momentos, pues nada
de lo que diga consolará a la afligida familia del fallecido.
William sonríe a las espaldas de su mujer. Anastasia mira a su padre y
expone una enigmática mueca.
-Papá –dice la niña-.
-¿Qué? –contesta William sin dejar de abrazar a su mujer-.
-Ten cuidado.
William la mira con cara de no entender, pero la niña no dice nada más
al respecto.

FECHA SIN DETERMINAR

PLANETA SIN DETERMINAR

Mira la flor en la palma de su mano. Sus pétalos más exteriores tienen


forma de rombo y son de color anaranjado. Estos forman una corona
exterior que envuelve otras hileras interiores. La segunda línea de pétalos
es más pequeña y tienen una forma más alargada y redondeada, estos son
de color rojizo, vetados en granate. Luego, otra línea, esta de color amarillo
intenso. En el centro de la flor hay una estructura de hojas superpuestas,
que comparten tonos desde amarillentos hasta granates. Y del corazón de
este cofre salen los pistilos, que son de color amarillo, largos y con forma
de antena.
Samuel, agachado, mira a la pequeña niña semidesnuda que le ha
entregado la flor.
-Gracias.
La niña agacha la cabeza y habla en su idioma, que Sam ha aprendido
muy rápido gracias a sus “dones” atlantes.
-Se llama flor de fuego. Dicen que las plantó el Dios del volcán y que
sirven de ofrenda para aplacar su ira.
-Ah… ¿crees que soy el Dios del volcán?
La niña sonríe y Samuel se percata de que algunos dientes de leche
han desaparecido dejando sus huecos.

149
NAZARETH SERRANO

-No… Eres el Dios Gemelo. Y te entrego esta flor para aplacar la ira de
tu hermano.
-Ah… -Sam sonríe-. ¿Soy el bueno?
-Sí. Cuando el Dios creador tuvo un hijo, lo dividió en dos. La parte
buena y la parte mala. ¿Verdad?
-Sí. Verdad.
-¿No vas a dejar que tu parte mala destruya a nuestro pueblo?,
¿verdad?
-Claro que no.
Luego Sam indica a la pequeña que le enseñe el poblado. Desde que
llegaron y fueron recibidos como Dioses Gemelos se han mantenido ocultos
en el templo, para que esa extraña civilización, un tanto involucionada a su
entender, no descubriera que, en realidad, no son más que seres de una
raza algo superior y, sí, tal vez un tanto fascinante para gente como ellos,
demasiado supersticiosa y crédula.
La pequeña guía a Sam por el poblado. Las casas bajas están hechas
de piedra, al igual que los templos. Los templos son grandiosos y su
arquitectura es más “civilizada”, en cambio las casas no tienen decoración y
son bastante grotescas.
Los caminos que hay en el poblado son de arena y en ellos crecen, de
vez en cuando, malas hierbas. Parece que no saben siquiera colocar
algunas piedras que hagan más fácil el tránsito.
En los templos predomina el lujo, pero en el poblado nadie le da
importancia a los objetos de oro, plata, a las piedras preciosas o
semipreciosas… Todo eso son, dicen, cosas de dioses y, por lo tanto, esos
objetos permanecen en los templos, como ofrendas.
También hacen ofrendas en los “altares” de fruta y flores. Y, desde que
Wolfgang ha llegado, a él le ofrecen carne. Según la leyenda, el Dios
Gemelo “malo” come carne animal y humana, así que para no enfurecerle,
sacrifican animales para Wolf. Sam, que tiene que ser la parte “buena” del
Dios, sólo come carne a escondidas.
El poblado está rodeado de montañas y abruptos, por lo que llegar a él
es difícil, también salir. Por ello los hombres cazan en el bosque que rodea
el llano, y procuran no cruzar las montañas que, según ellos, delimitan la
Tierra Sagrada, donde, según ellos, están a salvo de los “seres de los
abismos”. Sam no sabe qué o quiénes son esos seres. El chamán le ha
contado una leyenda que a Sam le ha parecido un tanto extraña, así que se
ha quedado con las ganas de una buena explicación, si es que realmente
existen esos gigantescos seres demoníacos.
En los templos se los representa, pero también podría ser todo una
exageración.
Cuando la gente del poblado ve al Dios caminar de la mano de la niña,
todos se asombran y, dejando sus quehaceres, arrodillan ante su
presencia.
Sam los manda levantarse diciendo que, por ahora, el Dios no quiere
que lo adoren.

150
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

Las mujeres vuelven a coger sus cestas llenas de fruta y los hombres
las armas, un tanto primitivas, que han dejado en el suelo en muestra de
humildad y respeto ante el Dios, pero nadie sigue con sus quehaceres.
Sam pronto se ve perseguido por todo el poblado. Los niños son los que
más cerca se atreven a estar.
Un tanto sobrepasado por la situación, se retira al Templo del Creador.
Pasa por algunas estancias muy bellas pulcramente decoradas con
grabados, columnas y demás hasta llegar a la habitación donde ellos
suelen pasar la mayor parte del tiempo.
Encuentra a Wolfgang echado sobre una esterilla acolchada con pieles
que ha depositado sin ningún pudor sobre el altar, donde deberían estar las
ofrendas, que de seguro, ya se ha comido.
Wolfgang luce una tupida barba. Allí nadie tiene barba ni utensilio para
combatirla, así que los “Dioses” o se afeitan con los cuchillos de orichalcum
que ya les han sido devueltos o se dejan crecer el vello facial. Wolfgang ha
preferido la segunda opción. Sam va afeitado.
Wolfgang también deja crecer su pelo, Sam lo lleva más corto.
El “Dios Maléfico” está recostado bocabajo sobre el altar, con tan sólo
un taparrabos como vestimenta. Una joven del poblado está extendiendo un
aceite de muy buen olor por su espalda, a la par que le da un leve masaje.
La pobre está tan abrumada con el hecho de tocar a un Dios que parece
estar en trance.
Wolfgang abre un ojo y sonríe a Sam.
Samuel carraspea devolviendo a la joven a la realidad, la cual, también
viste exclusivamente con un taparrabos.
-Quiero hablar conmigo mismo –dice Sam, lo que significa que quiere
hablar con su otra parte, o lo que es lo mismo, con Wolf-.
La joven se retira. Wolf ni se levanta, sólo saca la lengua a su hermano.
-¿Por qué la has espantado?. Ahora que estaba contándole por qué los
Dioses somos tan guapos…
-Idiota.
-Nenaza.
-De acuerdo. No la fastidies. Hasta que sepamos cómo salir de aquí,
mantengámonos al margen de todo. Debemos parecer dioses y los dioses
no caen en placeres mortales.
-Ja. Mira Zeus…
-No somos Zeus, somos otro tipo de dioses.
Wolfgang bosteza.
-¿Me das tú el masaje?
Sam se cruza de brazos.
-Vale, vale… -se levanta pesadamente-. ¿Qué te preocupa?
-Los seres esos del abismo. El chamán dice que presiente su llegada.
-No existen… -sonríe-. Que idiota eres, hermanito. Son todo cuentos
para niños.
-¿Y si de verdad hay algún tipo de raza que mata los animales sagrados
de este poblado?
-Bueno, ¿y qué?

151
NAZARETH SERRANO

-Se supone que los Dioses Gemelos deben expulsarlos de sus


dominios.
-Eso nunca va a ocurrir. Son simples cuentos grabados en las paredes
de los templos.
-Ya. Como nosotros.
-Sí.
-Burdas mentiras.
-No, hermanito – se pone junto a Sam, deposita su brazo por encima de
los hombros de su hermano y añade-: A mí me gusta decir que en
ocasiones hay que decir la otra cara de la verdad.
-¿Eh?
-No mentimos. Somos como dioses a su lado. Es una verdad relativa.
Sam gira la cabeza para toparse con el rostro de Wolfgang, que sonríe y
le guiña el ojo. Se libra de la opresión del brazo y niega con la cabeza.
-¿Y si esos cuentos sobre seres infernales tienen también su poso de
verdad?
Sam se sienta en el altar y atusa la piel.
-Pues entonces, tú, oh gran Dios salvador y bueno, los echas –comenta
Wolfgang poniéndose a su lado y volviendo a colocar su brazo sobre los
hombros de su hermano-.
-No… -se quita el brazo de encima y le señala con el índice-. Tú, oh
gran Dios de la guerra, la sangre y los sacrificios, te las apañas.
-De acuerdo. Si los seres de los abismo existen, entonces yo patearé su
culo con mis armas sobrenaturales. No te preocupes más, nenaza.
Se levanta y se marcha sin dar más explicaciones.
Sam tiene la sensación de que, de nuevo, su hermano va a tener que
tragarse sus palabras.

152
¿Es usted un demonio? Soy un hombre. Y por lo tanto tengo dentro de
mí todos los demonios.

Gilbert Keith Chesterton

El lógico desequilibrado se afana por aclararlo todo y todo lo vuelve


confuso, misterioso. El místico, en cambio, consiente en que algo sea
misterioso para que todo lo demás resulte explicable.

Gilbert Keith Chesterton

Vi entonces el trono y los cuatro animales, por una parte, y los ancianos
por otra, un Cordero en pie, como degollado. Tenía siete cuernos y siete
ojos. Se acercó y tomó el libro del que estaba sentado en el trono. Cuando
hubo tomado el libro, los cuatro animales y los veinticuatro ancianos se
postraron delante del Cordero teniendo cada uno en la mano un arpa y
copas llenas de perfumes. Ellos cantaban un cántico nuevo “Tú eres digno
de tomar el libro y de abrir sus sellos, porque has sido degollado y has
rescatado para Dios con tu sangre a los hombres de todas las tribus,
lengua, pueblo y nación…
… Después vi y oí la voz de una multitud de ángeles que estaban
alrededor del trono de los animales y de los ancianos; su número, miríados
y miríados y millones de millones. Y decían con voz fuerte: “Él es digno, el
Cordero que ha sido degollado de recibir poder, riqueza, sabiduría, fuerza,
gloria y alabanza”. Y todas las criaturas que hay en el cielo, en la tierra,
debajo de la tierra y sobre el mar, el universo entero, oí que decían: “Al que
se sienta en el trono y al Cordero la alabanza, el honor, la gloria y el poder
por los siglos de los siglos”

(Apocalipsis 5,6-5,14)
2. ÁNGELES, DEMONIOS
Y HUMANOS
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

CAPÍTULO 15: EL CASTIGO

16 de febrero de 2013

PLANETA TIERRA
TÚNEL GAMMA 2

Tiene los ojos vendados. Se mantiene de pie, firme, con las manos
engrilletadas a su espalda y los pies igualmente unidos. No puede ver
a los soldados, pero escucha sus pasos, su respiración, sus latidos… su
presencia.
Está calmado, como si fueran a quitarle un gran peso de encima. Va a
morir, pero algo le dice que no todo es tan malo como puede parecer.
Sin saber por qué, se siente relajado, ligero… libre.
Va a morir por una judía, va a morir por ella y junto a ella. Está a su
lado, asustada. Nota su miedo y quisiera decir algo para calmarla, pero no
sabe qué decir, así que no dice nada.
Ancel dirige el grupo de fusilamiento. Rudolph aún puede imaginar su
cara de regocijo. Sonríe plácidamente y alza la cabeza.
Seguramente Ancel habrá puesto una mueca de mal humor al no verle
asustado, pero la verdad, no le importa qué haga ese tipo. Algún día todos
morirán, de una forma u otra, así que no son tan distintos.
No van a cargar con una bandada de balas contra él, eso no lo mataría.
Lo van a matar con unas armas espaciales, armas atlantes.
Sólo espera que tengan buena puntería. No debe de ser agradable estar
vivo cuando tu piel, músculos, tendones, ligamentos, huesos y hasta el
mismísimo tuétano se está desintegrando. Puede ser doloroso, Ancel lo
sabrá, tal vez por eso apuntarán mal aposta siguiendo sus órdenes. No
importa, les han enseñado a no temer al dolor y, menos, a la muerte. Es un
SS, no puede temer a nada ni a nadie… o eso le dijeron.
-Soldados, tomen posición –la voz de Ancel-.
Rudolph respira hondamente y todo parece ralentizarse. El tiempo pasa
despacio cuando vas a morir, piensa él. Vamos, que acaben ya, añade en
su mente.
-Presenten armas…
Rudolph aprieta los párpados.
-Apunten…
<¿Quién será mi padre, y mi madre… tendré hermanos?>
Tal vez ese sea su último pensamiento. Nadie en “La Colmena” conoce
a sus progenitores, ni a sus consanguíneos.
<¿Será Ancel pariente mío?>
Desecha ese pensamiento. No quiere morir pensando en él. Piensa en
Sara mientras espera la descarga. Su rostro, su forma de cantar
despreocupada…
-¡Fuego!

157
NAZARETH SERRANO

Siente que su cuerpo es sacudido… muy levemente. No hay dolor, pero


se vuelve más pesado. ¿Ya está muerto?
-Rudolph… Rudolph…
Rudolph entreabre los ojos y se encuentra tumbado en la roca. Le duele
la cabeza, aunque no sabe por qué. Ancel es el que lo está despertando.
-¿Estás bien? –pregunta con desganas el SS-Sturmmann-.
-Sí –contesta Rudolph incorporándose sin ayuda-.
-Vale. ¡Pues vuelve al puto trabajo!
Rudolph vuelve a la bipedestación y, maldiciendo para sus adentros,
mira a Ancel y masculla un:
-Sí, señor.
Ancel sonríe.
-Menos mal que ese pedrusco que te ha caído en la cabeza no ha
borrado los modales de tu cerebro.

Rudolph ha tenido que soportar a Ancel en pleno auge de pavoneo. Ser


el superior en esta situación infernal le ha aventajado. Parece suponer que
podrá hacer algo para que Rudolph nunca vuelva a tener un rango superior
al suyo… y de hecho, Otto está moviendo los hilos adecuados para mandar
a Rudolph al rango de soldado de segunda en una degradación que hará
que el Führer no vuelva a pensar en él. Entonces Ancel podría hacer lo que
quisiera con él. Está acabado a pesar de que ha resistido todo… todo… las
palizas, las descargas, las humillaciones… a veces se ha sentido tratado
como un judío… y eso le ha hecho débil. Se avergüenza de ello, pero ha
visto el otro lado de la montaña. Ha visto a esos SS vestidos de negro,
gritando órdenes y dándole en la nuca con las culatas de sus fusiles o
ametralladoras.
Ancel le ha roto la nariz, le ha disparado en la pierna, se ha meado en
su ropa limpia y le ha obligado a ponérsela, se ha comido sus raciones
delante de sus narices y ha dado las sobras a los perros que ayudan en la
guardia… si recuerda algo más clavará el pico que tiene en sus manos en
el ojo de ese jodido hijo de puta, piensa Rudolph, y lo hundirá hasta que
salga por el otro extremo de ese cráneo vacío que posee.
Los obreros y él están en fila, esperando instrucciones, cubriendo buena
parte de la envergadura del túnel, dispuestos de espaldas, contra la pared
hacia la que dirigen su cara.
Ancel no hace más que caminar de aquí para allá, trayendo y llevando
mensajes de un oficial a otro.
Es un gusano que se arrastra ante cualquier superior, bueno, ante
cualquiera que esté en la cúspide de la pirámide militar.
37
Rudolph siente un golpetazo en el hueco poplíteo .
-¡Colócate bien, Rudolph! –grita Ancel en su oreja-.

37
En anatomía humana el hueco poplíteo es una depresión más o menos romboidal de eje
mayor vertical, localizada en la región poplítea, que se aprecia en la parte posterior de la
rodilla, especialmente cuando la pierna está en flexión o semiflexión.

158
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

Rudolph se remueve y pega su cuerpo más cerca de la pared. Mientras


Ancel sigue caminando rápidamente, Rudolph sigue recordando sin
quererlo… recuerda el numerito de la bañera, cuando tuvo que escuchar
cómo ese cabrón y otro soldado violaban salvajemente a Sara… y se ha
repetido tal escena de una y otra forma. Él tiene que mantenerse al margen,
pero cada vez le cuesta más escuchar a ese degenerado comentar con
pelos y señales sus encuentros con la judía y las atrocidades que la hace.
Ha tenido que verla con el ojo morado y el labio partido, y menos mal que
no ha visto el resto de su cuerpo sin ropa…
<¿Qué cojones te pasa, Rudolph?. Sólo es una judía…> -piensa en
vano, pues le sigue atormentando-.
Aún así no puede hacer nada. La última vez que contradijo a Ancel
acabó ocupando el puesto de Sara… Ahora, cuando recuerda lo que él
mismo hizo con el judío de doce años, le dan ganas de matarse a sí mismo.
¿Por qué todo en lo que algún día creyó se desvanece?, ¿por qué lo
que parecía un Sol resplandeciente amaneciendo en un mundo nuevo
ahora se torna en una tormenta arenosa y sin sentido en su cerebro?, ¿por
qué el uniforme que le parecía tan honorífico ahora se le antoja el traje de
los servidores del infierno?. Es un jodido revolucionario. Estos
pensamientos no son aceptables y lo fusilarán en ese mismo lugar si dice lo
que piensa. No, acatar las normas y seguir vivo, eso es todo lo que puede
hacer. Seguro que dentro de unos días, cuando pueda salir de ese agujero
y recuperar su puesto, o al menos, el rango de soldado de segunda, todo
cambiará. Cambiará al ver a su Führer dando un discurso alentador.
<No, nada cambiará después de esto...> -piensa amargamente-.
Ahora ya no lleva bigote, Ancel se encargó de él. Luce barba
descuidada de unos días y el pelo es notable. Se siente sucio, huele mal y
ha sido maltratado, humillado y violado por un cabronazo.
No se va a quedar de brazos cruzados. Puede que Ancel esté
preparando su fosa, pero él no piensa caer solo.
Un gran revuelo se escucha al final del túnel. ¿Qué ocurre?. Es como si
los soldados hubieran montado una fiesta. De repente, silencio y saludos
militares llenos de orgullo y fuerza.
Rudolph despega la nariz de la roca y, arriesgándose a recibir un buen
puñetazo por parte de algún soldado, echa un vistazo a sus espaldas.
Todos están en posición de firme, con las ametralladoras en descanso y
la cabeza erguida.
Mira hacia el final del túnel de reojo y ve brazos levantándose a la par
que se escucha un taconazo y un “Heil Hitler”.
Alguien camina entre la hilera de soldados y la de judíos… El Führer.
¿Qué diablos hace Hitler en un lugar como ese?
Rudolph pega la nariz en la roca de nuevo y espera. No quiere que el
Führer lo vea así, castigado, maloliente, desaliñado y entre judíos.
Las voces indican que el Führer está cerca, seguramente a sus
espaldas. Pasará de largo, piensa. No se fijará en los judíos. ¿Se dará
cuenta de que su uniforme destaca entre los otros?... Rudolph espera que
no sea así.

159
NAZARETH SERRANO

Sin embargo, Otto lo acompaña e indica al Führer que se detenga.


-Y este, por ejemplo –comenta señalando a Rudolph-, es un soldado
castigado. Se le hace trabajar como a los judíos, pero, por supuesto, tiene
un trato preferente. ¡Dese la vuelta, soldado!
Rudolph se da la vuelta y se topa con la cara del mismísimo Führer. Es
más bajo cara a cara, y parece que ya no le impone en absoluto, pero
muestra el mayor respeto que puede teniendo en cuenta la vergüenza que
está pasando.
Agacha la cabeza, pero ha visto la cara del Führer. ¿Qué le pasa?.
Parece que le vaya a estallar la yugular externa y su gesto ha parecido el
de un diablo del noveno infierno. ¿Le ha reconocido?. ¿Y cómo no
hacerlo?. Es el único moreno entre los SS.
Espera que el Führer lo mande fusilar allí mismo a voz en grito, pero no
lo hace.
-¡¡¡Salvajismo!!! –brama y su voz retumba por todo el túnel-.
Algún que otro judío se encoge del susto y los SS se quedan en el sitio,
petrificados.
-¡A qué bolchevique se le ha ocurrido hacer tal cosa con un hombre!
Otto enmudece y abre los ojos tanto que parece que se le vayan a salir
de las cuencas y a resbalar por debajo de sus gafas.
-¡Quiero una explicación! –grita desenfrenado el Führer alzando las
manos, tanto que parece que se le vaya a romper el uniforme-.
El silencio se hace en todo el lugar. Algunos SS se remueven desde los
lugares más apartados para ver qué está pasando.
-¡Nadie me explica por qué uno de mis hombres está entre judíos! –
anuncia con todo despreciativo-. ¡Exijo una explicación!, ¡de manera
inmediata!
Rudolph se atreve a levantar levemente la mirada. Ve a Ancel a las
espaldas del Führer, mordiéndose el labio, esperando que le echen toda la
culpa a él.
-Mi Führer –se atreve a decir Otto con un hilo de voz-. Este hombre
agredió a otro soldado…
-¡Inmoral!, ¡no merece tal castigo!, ¡es una persona!, ¡es alemán!
-Pero, con todos mis respetos, mi Führer, La discusión fue provocada
por una judía…
-¡Pues que sea castigada ella!
Otto asiente con la cabeza, pero insiste. Sabe que si Rudolph habla, él
será el castigado, por desviado.
-Pero, mi Führer, él defendió a la judía antes que al soldado.
-¡Mentira! –brama Rudolph-.
Se arrepiente al instante. Si Hitler le hubiera pegado un tiro, tendría sus
razones. Le ha gritado en la cara.
-¡¡¡Silencio!!! –brama el Führer-.
Agacha la cabeza para no mantener la mirada al Führer y espera.
-Sacadlo de aquí –habla el Führer con sospechosa tranquilidad-.
Rudolph vuelve a respirar. ¿De verdad va a terminar ese infierno?

160
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

Hitler se retira malhumorado. Rudolph suspira aliviado y mira a Ancel.


Cuando el Führer está lo suficientemente lejos, Rudolph sale de la fila de
judíos. Ancel sale de su propia fila y lo mira con cara de niño asustado.
Rudolph se coloca a su lado, le pone su imponente brazo sobre los
hombros y estrujándolo levemente comenta entre risas:
-¿Qué pasa?, ¿se ha quedado sin palabras, herr Sturmmann?
Ancel, con la cabeza agachas, responde:
-Sí, herr Hauptscharführer, me he quedado sin palabras.
-No se preocupe, yo le diré unas. Está jodido, Ancel.

161
NAZARETH SERRANO

162
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

CAPÍTULO 16: CAZADORES EN LAS SOMBRAS

Madrugada del 16 al 17 de febrero de 2013

PLANETA TIERRA
MIAMI BEACH, FLORIDA

thomas se encuentra dando un paseo por la playa. Está algo agobiado


porque sus jefes amenazan con sacarle de la CIA si el psiquiatra dicta
que no está capacitado para ejercer su profesión. Él necesita seguir allí
dentro para complacer a sus nuevos aliados. No le gusta mojarse y
tampoco mancharse los zapatos negros con la arena, pero esta noche ha
hecho una excepción, al menos en uno de esos puntos y camina
pausadamente lo suficientemente lejos de la orilla para no bañarse sin
quererlo.
La noche está despejada y el cielo oscuro es salteado por cientos de
estrellas. La Luna ilumina con su tez plateada el mar, de color azul oscuro,
donde se reflecta el satélite terrestre en forma de serpenteantes luces
blancas.
Pero Thomas no se fija en la belleza del paisaje, no es el caso algunas
parejas que pasean o se besan bajo la Luna, a pesar de que el tiempo no
es idóneo para estar allí, sigue siendo un lugar romántico.
Con las manos metidas en los bolsillos, Thomas pasa por delante de
una pareja y procura no mirar de reojo. Él nunca ha tenido pareja estable y
desearía una, ahora que se ha deshecho, de una vez por todas, de su
hermano. Su madre ha terminado aceptando que la han abandonado, y él
ahora es el pañuelo de lágrimas. Sí, él ha tenido la culpa, pero no se siente
culpable. Ha ayudado a encerrar a un criminal y suplantador y ese es su
trabajo… ¿no?. Sí. Bueno, ahora sólo falta recuperar su salud mental y
formar una familia, no pide más. Bueno, sí pide el dinero que se sacará por
dar información a los alemanes… pero eso ya lo da por hecho.
¿Y si lo descubren los de la CIA qué?... Aparta esa idea de la cabeza y
sigue caminando cabizbajo pensando en las mujeres y lo extrañas que le
son.
Thomas ha tenido relaciones sexuales con varias mujeres…
desgraciadamente ninguna le ha querido para mucho más. La única
relación estable que tuvo acabó mal, pues los nervios de Thomas no son
aceptados por muchas. Él se considera bueno y romántico, atento y
amable. ¿Por qué nadie quiere más de él que una noche de sexo?. Vale, su
físico no es impresionante, pero tampoco es tan feo… Vale, en la cama no
es un diez, pero tampoco es un novato. ¿Qué tiene de malo alguien como
él?. Tiene su casa, su trabajo… ¿qué más pueden pedir?
Pensando en tales cosas continúa caminado mirando hacia sus
zapatos, que comienzan a quedar manchados por la zona más baja a
causa de la arena.

163
NAZARETH SERRANO

Alguien corre por la playa mirando hacia sus espaldas. Nadie lo


persigue, y si alguien lo persigue, entonces tiene que ser invisible.
Ese alguien sigue corriendo sin parar, como si quisiera ganar una
carrera. Es un joven alto y fornido que viste de civil, con vaqueros, una
camiseta y una chaqueta de cuero. Va directo al agua y pasa al lado de
Thomas, que deja de mirar hacia sus zapatos y ve como el joven se mete
en el mar, con ropa y deportivas incluidas, y nada y nada hacia la parte más
honda, donde desaparece buceando.
Thomas mira un momento el mar, esperando que emerja, pero eso no
ocurre.
Piensa en meterse en el agua a por el chico, por si se está ahogando,
pero no sabe exactamente dónde buscarlo.
De repente se siente observado. Mira a derecha, izquierda, a sus
espaldas… nada. No hay ni un alma a su alrededor.
Cuando vuelve a mirar al mar lo ve. Mide más de tres metros y lleva un
peinado raro. Su traje parece el de un extraterrestre y es completamente
visible… ahora, que antes no.
Está de espaldas a él, mirando hacia el agua con detenimiento mientras
maneja una especie de brazalete que lleva en su muñeca derecha.
Al respirar parece emitir un sonido más propio de un animal enfadado.
El gigante se mete en el agua rechistando, mientras Thomas,
paralizado, se lleva una mano al bolsillo y saca un pequeño bote de
pastillas.
El gigante se adentra un poco en el agua y se sumerge, aunque toca
pie. No tarda en emerger y sacudir la cabeza como un perro mojado.
Entre gruñido y gruñido vuelve a la orilla. Thomas, con las manos
temblorosas, abre el bote y deposita un par de pastillas en su mano. Ambas
se las lleva a la boca y las traga con ayuda de su saliva.
<Son sólo imaginaciones mías> -piensa él, aunque no se convence y da
un paso atrás cuando ve los extraños ojos del koradi brillando bajo la luz
lunar, el cual ahora se ha dado cuenta de que alguien lo está viendo-.
<Sólo imaginaciones mías…>
El koradi saca en un nanosegundo un arma con aspecto de daga, sólo
que esta se ajusta a su muñeca como si fuera una pulsera y la hoja queda
cubriendo la mayor parte del antebrazo.
<Imaginaciones… ¡Y una mierda, joder…!>
Thomas quiere correr, gritar, llorar… pero lo único que le sale es abrir la
boca, sin emitir sonido alguno y quedarse petrificado.
El koradi olisquea el aire, sonríe y se larga de allí tan rápido que
Thomas ni siquiera puede seguirlo con su mirada. El humano traga saliva y
sólo entonces recuerda que lleva un arma encima, aunque de haberla
sacado… tal vez hubiera sido peor.
Con los ojos muy abiertos se baja el nudo de la corbata y saca el
teléfono móvil. Da a rellamada y espera.
-¿Quién coño llama a estas horas? –se escucha al otro lado del
teléfono-.

164
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

Thomas siente algo caliente y viscoso en su entrepierna que desciende


por la parte interna de sus muslos. Se ha meado encima y ni se había
enterado.
-Necesito… hablar…

El koradi mira el mar desde los acantilados. Sonríe, manipula su


muñeca derecha y, como una bala, algo sale del pequeño aparato que lleva
en ella. En cuestión de segundos el cable que une la muñequera al gancho
en el que termina se retrae, trayendo consigo su captura. El atlante pronto
queda a los pies del koradi, con el pecho atravesado por una especie de
arpón de pequeño tamaño y tres puntas.
El atlante mira desde el suelo, expulsando sangre por la boca y
respirando malamente, pues sus pulmones han sido afectados y empiezan
a encharcarse.
El koradi se agacha y lo degolla de tal manera que prácticamente se
podría decir que lo decapita con el arma que lleva en el antebrazo.
Sonríe, manipula su muñequera y el arpón sale del cuerpo, ya retraído,
y vuelve al aparato.
Contento, el koradi se dispone a ponerse de pie, cuando presiente que
la noche no va a ser tan buena como otras.
Mira levemente a sus espaldas, pero no consigue distinguir nada antes
de recibir el impacto del arma que no lo mata, pero logra tirarlo al mar.
El atlante que lo ha tirado mira hacia abajo. El koradi emerge levemente
en un intento de salir del agua, pero nervioso, no coordina los movimientos
y se hunde de nuevo… y no sale más.
El koradi empieza a expulsar aire a causa de la presión que tiene por no
poder emerger y se va quedando sin reservas demasiado pronto. Cada vez
está más al fondo y, de seguir así, pronto morirá ahogado. Su traje, sus
armas, él mismo… todo pesa demasiado y además sus vagos movimientos
lo impulsan hacia el lado contrario.
Deja de debatirse sintiendo que su cerebro se queda sin oxígeno.
Entonces ve al humano que había en la playa. Thomas intenta tirar de él,
pero pesa demasiado. Entonces se le ocurre algo. Le toca la muñeca e
intenta decirle algo, pero no pueden comunicarse.
Thomas sigue tirando de él, pero sólo consigue hundirse con su captura.
<Usa el puto gancho, coño> -escucha el koradi en su mente, que
asemeja el idioma extraño y lo traduce sin problemas gracias a la conexión
de ambas razas-.
Se siente estúpido de no haber pensado en eso antes, pero
simplemente hace caso. Activa el gancho que sale disparado como un
torpedo y se clava en la roca de los acantilados, luego pulsa otro carácter
de su muñequera y la cuerda se retrase… arrastrando al koradi y a Thomas
tras él.
Thomas cierra los ojos y aprieta los dientes tanto que piensa que se ha
roto alguno. Cuando vuelve a abrir los ojos se encuentra colgando de la

165
NAZARETH SERRANO

pared de los acantilados. El koradi es quien lo tiene cogido por el pecho con
uno de sus imponentes brazos.
No sabe cómo, pero de repente se ve volando por encima de los
acantilados y aterrizando… bueno, el que aterriza es el koradi, que él, al
estar agarrado, sigue sin tocar el suelo. El koradi lo deja en el suelo y
sacude su cabeza como lo ha hecho antes, cuando miró bajo el agua.
El atlante que lo ha derribado ya no está.
El koradi lo mira, lo olisquea y pretende tocarle. Thomas se queda
quieto. El koradi levanta levemente la chaqueta de Thomas hasta que da
con la pistola, la cual coge y sopesa. Thomas traga saliva, esperando que
no le vea como una amenaza.
-Gracias, humano –dice el koradi con una voz ronca y potente-.
Luego desaparece de la vista de Thomas… sin devolverle la pistola.
-De nada –dice él con un hilo de voz, aunque piensa que ya está solo-.
Se toma otra pastilla y cierra los ojos fuertemente cuando, por
casualidad, mira hacia el cadáver del degollado.
<Si esto fuera una batalla entre ángeles y demonios… entonces yo
acabo de salvar al demonio> -piensa al comparar el físico de los atlantes y
el de los koradis con figuras celestiales y demoníacas, respectivamente-.
<Bueno, el diablo siempre gana…> -añade pensando en que él, a pesar de
ser “el malo” frente a Peter, le ha ganado la partida… por ahora.

1 de marzo de 2013

PLANETA TIERRA
ATLANTA, GEORGIA
EN EL CASINO

El dueño del casino mira la pantalla de su ordenador portátil y se palpa


el mentón. Está en una sala parecida a un despacho, en cuya parte
posterior hay una especie de panel de seguridad lleno de pequeñas
pantallas que muestran imágenes de diferentes puntos del casino. La sala
está amueblada con lujosos muebles, tiene un sofá, un minibar, mesa de
café, un escritorio y amén de muebles necesarios para el confort del señor.
El dueño se encuentra en estos momentos sentado frente a la mesa de
escritorio, sobre la que reposa el portátil y otros objetos de escribanía,
además de una copa de bebida sin alcohol.
En la pantalla del portátil hay una imagen a tiempo real de la barra del
bar. En primer plano una mujer al lado del boxeador más deseado por las
adolescentes -y algunos chicos adolescentes-, de Atlanta.
Leon saca su móvil, busca en la agenda el número correcto y pulsa el
botón verde. En la pantalla se ve como el chico es quién saca su teléfono y
parece mirar el nombre de quién llama. No lo coge, cuelga.
Leon sonríe.
-Ese cabrón se ha quedado con la tarjeta de su madre –comenta-. Es
Friederich, ¿no?

166
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

Steve sonríe y asiente con la cabeza cuando Leon lo mira girando el


cuello. Steve está justo detrás del sillón de cuero en el que reposa Leon,
mirando también el ordenador.
-Ahora vuelvo… -comenta Leon y sale de la sala, no sin antes revisar su
peinado en el espejo que cubre la mayor parte de la pared que queda a la
derecha, a modo de adorno, en forma de franja-.

AÑO 1270 DC

PLANETA DE HIELO
BASE AVANZADA DE LA RESISTENCIA
SALA DE ARMAS

Blake resopla y pone los ojos en blanco. Nada de eso va a servir para
que se libre de asistir a la cacería. Jack le ha dicho que tiene que
acompañar a los cazadores, porque un buen líder tiene que tener su “baño
de sangre”. A él todo eso le parece salvajismo puro y duro, pero tiene que
parecer invulnerable y no una nenita que se achanta ante un animal... uno
gigantesco, por lo que ha escuchado.
Se encuentra en una sala metálica, donde cada porción de la pared está
cubierta por una estantería especial o, en su defecto, por una vitrina.
Ambas cosas automáticas, ya que las estanterías poseen unas ruedas en
cada balda que hace girar para ofrecer el arma elegida, y en cuanto a las
vitrinas, completamente metálicas que no dejan ver su interior, tienen una
obertura que saca el arma que se le pida, siempre y cuando la persona que
la pide esté autorizada. Igual pasa con las armas de las estanterías, que
aunque parecen desprotegidas, es completamente imposible sacarlas de la
rueda sin permiso, ya que las baldas están cubiertas por un campo invisible
de fuerza.
Blake ya está vestido para cazar. El traje pesa mucho, tanto que lucha
en vano por no moverse como un robot. Nadie le ha explicado aún como se
controla la gravedad del traje, para que, por lo tanto, pese menos y él
prefiere no enredar con los cacharros que lleva su indumentaria. Por
encima del traje lleva una especie de coraza, de color negro brillante, con
forma de chaleco, ya que sus brazos quedan al descubierto, que llega hasta
la cintura. El traje deja también sus brazos al aire, y aunque bastante
musculosos, gracias a su intensivo entrenamiento y a cierto tipo de
sustancias que le han dado, se quedan cortos al lado del resto. En los
codos lleva una especie de placas que se adaptan a la medida a la
articulación y la protegen. No entiende el porqué de proteger el codo y no
otras partes, pero acepta llevar ese cacharro. También lleva algo similar en
las rodillas y en los hombros. Los pantalones son negros y demasiado
ajustados a su entender, pero es que adaptan a su cuerpo a la perfección…
muy a la perfección, para su gusto. En el cuello lleva una especie de
collarín metálico, que no le molesta, para su sorpresa y le da total libertad

167
NAZARETH SERRANO

de movimientos, ya que es robótico y se adapta a las circunstancias. Es


para proteger su punto débil… y el de todos los koradis.
Como calzado unas botas muy pesadas que se cierran con presillas
metálicas y que tienen metal en las suelas, punteras, talones y en la zona
del tobillo. Lleva las manos enguantadas. Son unos guantes curiosos, ya
que a la altura de los nudillos tienen unos pinchos, realmente punzantes, de
metal negro. Cuatro pinchos en total, ya que el pulgar no dispone de tal
“adorno”. Estos pinchos internamente van ligados a una placa metálica que
articula con la misma precisión que sus dedos, de este modo, si diera un
buen puñetazo a alguien, conseguiría clavar esas puntas sin problemas. Lo
único que le falta es el casco, pero los koradis dicen que no tiene por qué
ponérselo si no quiere. Prefiere dejar la cabeza al aire, aunque sea más
arriesgado, pues el casco no le gusta y no por el modelo, sino porque, a
pesar de estar tan aclimatado como el traje, le agobia.
Trohm entra en la sala y le ayuda a ajustar todos los parámetros del
traje haciendo que Blake se sienta mucho más ligero.
Blake no se fía de él, tal vez haya ajustado algo más para que pase algo
malo, pero prefiere no ponerse a pensar en esas cosas y, en su lugar, creer
en la buena voluntad y el buen perder del antiguo líder.
-Vamos a preparar a los perros –indica Trohm-.
-¿Perros?
-Sí. Acompáñame… jefe –comenta Trohm con cierto desprecio, que
Blake no se molesta en amonestar-.
-Oye… ¿no hay nada que proteja algunas partes débiles?
Trohm lo mira con cara de no entender.
-Ya sabes… -comenta mirando hacia abajo-.
-Ah, sí. ¿Aún no te lo has puesto?
-No. No he visto nada que pudiera… bueno, no sé…
-Ya. Yo te lo daré…

PLANETA TIERRA
ATLANTA, GEORGIA
EN EL CASINO

Rebeka mira a su hijo y deja la copa sobre la barra. Friederich sonríe al


tipo que pasa por su lado y le da una palmadita en la espalda y luego
vuelve a prestar atención a su progenitora.
-¿Qué andas haciendo con el móvil?
-Nada… -Friederich sigue manipulando el teléfono en un vano intento de
ponerlo en modo silencio. Es nuevo y él no se acostumbra a ese teléfono-.
-Es extraño. A mí no hacen más que llamarme preguntando por ti… y tú
no haces más que colgar a alguien. ¿Qué tramas?
-Es que nunca me acuerdo de mi número, como no me llamo a mí
mismo… y termino dando el tuyo.
-¿También a tu chica?
-Sí… desde que me cambié de móvil… es costumbre.

168
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

-Pues deberías aprenderte el nuevo número, porque parezco tu


secretaria…
-Vamos, mamá… no será para tanto. Bueno, ¿jugamos a algo?
-Sí, claro, para eso hemos venido.
-Sí. Después de todo has sido tú la que has insistido en venir a este
casino.
Ella da un sorbo a su copa y aparenta indiferencia.
-Uno cualquiera.
-Vale. Entonces…
El dueño del casino saluda a un cliente conocido y se dirige hacia ellos
con el teléfono móvil pegado a la oreja. Friederich escucha su móvil y
Rebeka lo mira.
-¿No lo vas a coger?
-Esto…
Leon se pone frente a Rebeka, la cual se hace la indiferente. Es Leon
quien, cordialmente, saluda.
-Hola, que agradable sorpresa. El boxeador más famoso de Atlanta y su
hermana…
Rebeka hace caso omiso a tal cumplido, que no es falso, ya que Leon
piensa que Rebeka es realmente la hermana de Friederich, y se hace la
tonta. Friederich sonríe forzadamente y tiende una mano, que Leon
estrecha con contundencia y apretando demasiado.
-Bueno, creo que nos conocemos, aunque sea por los periódicos –se ríe
de su tonta gracia y Friederich le sigue el rollo. Rebeka, indiferente, da un
elegante sorbo a su copa-. Bueno, de cualquier modo me vuelvo a
presentar. Me llamo Ralph, pero mis amigos me llaman Leon, que no león,
como el animal… En fin, que… -mira a Rebeka y esta se muestra
indiferente ante tal cosa, como si no existiera-. ¿Y usted es…? –pregunta
dirigiéndose a ella-.
<Qué paparruchada, no me extraña que no intentara ligar…> -piensa
ella-.
-Rebeka.
-Por fin… -comenta y la da un par de besos ante el asombro de la joven,
que se queda como una estatua sentada en el taburete-. Quiero decir que
por fin me dices tu nombre.
Friederich se da por vencido y sabe que sobra, así que hace un gesto
extraño con las manos y comenta:
-Tengo que ir al baño.
Y se marcha en dirección contraria al aseo más cercano, pero Leon no
le dice nada. Leon se sienta en el taburete que ha quedado libre, frente a la
joven y, exponiendo su bonita sonrisa, comenta:
-¿Me diste el número mal a propósito?
Rebeka al fin lo mira y pone cara de no entender.
-¿Qué?
-Cuando llamé me contestó un joven, y me dijo que me había
confundido. Luego, cada vez que he vuelto a llamar, me cuelgan. ¿Te gusta
jugar con tus ligues?

169
NAZARETH SERRANO

-A veces… Pero no te di el número mal.


Leon saca su teléfono móvil y da a rellamada. En la pantalla aparece el
número de Rebeka, pero su móvil no suena. La joven comprende las cosas
al instante, niega con la cabeza y ahora sí sonríe ante el hombre de sus
sueños, al menos, en cuanto a físico se refiere.
-Ya… -comenta Leon-. Un hermano muy protector.
-Un hijo…
Leon se ríe. Rebeka eleva las cejas.
-Ah… que no era broma.
-No. ¿Y lo tuyo no es un cumplido viejo y ya demasiado visto?
-No. Te juro que pensé que… Bueno, incluso estaba celoso cuanto te he
visto a través de las cámaras, porque pensé que era tu novio.
-¿A través de las cámaras? –pregunta Rebeka poniendo una cara
extraña-.
-Esto… ¿una copita?
-Ya estoy tomando una –indica ella levantando la bebida-.
-¿Cambiamos de tema?
-Me expías…
-Sólo un poquito –comenta Leon poniendo cara de cachorro-. Pero, lo
tomarás como un cumplido y no pensarás que soy un pervertido, ¿verdad?
Rebeka eleva la ceja imitando un gesto de Leon.
-Sólo te he espiado porque estabas en el casino y, por casualidad, te he
visto y ya… pues he mirado un poquito para ver qué hacía el boxeador más
carismático contigo… ¿Otra copita?. Sí, venga. Camarero… -indica
levantando la mano, y entonces se da cuenta de que “camareros” no hay,
sólo están las “camareras”-.
Rebeka niega con la cabeza y no puede evitar reírse. Leon se afloja la
corbata y lanza un sonoro suspiro.
La camarera atiende a Leon y este pide una coca-cola, pues la copa de
Rebeka está llena.
-¿Una coca-cola? –pregunta ella esperando que pidiera algo alcohólico-.
-Pues… coca… cola… sí. ¿Por qué no?
Leon se arrepiente tarde de haber dicho el nombre del refresco por
separado.
-Vale, me quedo callado –comenta el joven y cierra una cremallera
ficticia en su boca-.
Rebeka suspira y sonríe. Luego todo se reconduce. Friederich, desde la
lejanía, los mira y suspira.

170
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

AÑO 1270 DC

PLANETA DE HIELO
BASE AVANZADA DE LA RESISTENCIA
SALA DE VIAJES INTERDIMENSIONALES

El equipo de caza se compone de diez miembros, cinco canes de caza y


tres de seguridad. Los perros son enormes, casi todos de color negro,
algunos con algunos toques en canela. Sus orejas son cortas, de forma
triangular y puntiaguda, sus ojos pardos y pequeñitos, sus patas robustas y
musculosas, sus zarpas amplias y su cuerpo delgado, pero fornido. Son
bestias de sesenta kilos, que también llevan protecciones y cuyos dientes
han sido sustituidos por injertos metálicos. Los llamados perros de caza
tienen las protecciones que cubren articulaciones, cuerpo y cabeza en color
plata, y estos son los que marean al animal, si es necesario, ya que han
sido entrenados para morder y atacar a bestias gigantes y para proteger a
los dueños de tales animales. Los perros de seguridad no se enfrentarán a
los animales, es más, se quedarán a un a distancia prudente. Estos se usan
para detectar intrusos humanoides, ya que en medio de una cacería no se
puede estar en todo. Estos últimos canes son especialistas en matar ante
una orden a cualquier ser humanoide que se interponga en el camino de los
koradis o que signifique una amenaza para sus dueños. También han sido
entrenados para reconocer armas y atacar a puntos clave, como las
muñecas, por ejemplo, para desarmar al rival.
Entre los miembros “humanos” que hay en el grupo están Blake, Trohm,
Gort, Jack y otros cinco koradis cuyo nombre no recuerda el líder.
Todos están situados en el centro de un círculo que hay en medio de la
sala, que está aislada de la zona superior, desde donde se controla el
proceso, y desde la que se puede observar gracias a la cristalera.
Según le han comentado a Blake, la cacería no puede durar más de
media hora, o se pueden quedar atrapados en el sitio al que viajen. Desde
otra sala se lleva en tiempo simultáneo y a un mismo punto vehículos para
el traslado en el otro mundo de animales, personas y todo lo que cazen, ya
que para volver a la base tienen que volver al punto del otro mundo donde
hayan aparecido y cruzar el portal interdimensional que se cerrará, más o
menos, media hora después de la llegada. Si alguien se queda en tierra,
intentará ser rescatado por un equipo especializado en ello, pero si se
pierde por el camino… puede acabar en cualquier lugar y su rescate se
hace más lento y pesado, ya que tienen que procesar muchos datos para
intentar localizar el lugar a dónde ha ido a parar. En esos casos se
recomienda a la persona que no se aleje demasiado del lugar, pero eso es
difícil de cumplir en algunas circunstancias, piensa Blake.
Todos debidamente armados esperan la señal del “técnico”, que a
través de unos altavoces comenta:
-Activando portal interdimensional…

171
NAZARETH SERRANO

El círculo que encierra al grupo se ilumina bajo sus pies. Otro círculo,
este colocado en el techo y puesto exactamente en la misma posición que
su opuesto, se ilumina a la par.
De repente suena un zumbido sordo, que a Blake se le asemeja al vuelo
de una abeja demasiado cerca de su oreja.
-Introduciendo parámetros de destino…
El zumbido se hace más fuerte.
-Bueno, pues ya sabéis. No salgáis del círculo, no os separéis y volver
enteros y no por partes. Conectando dimensiones… ¡buen viaje!
Se forma una columna de luz entre los círculos, que se mueve como un
torbellino. Cuando desaparece ya no están ni los koradis ni los perros.
El “técnico” se sienta frente a los paneles y pantallas desde los que
controla todo el viaje y va pulsando cosas en la pantalla holográfica que se
mueve cuando la echa de la zona a golpe de mano, dando paso a la
siguiente que muestra otro tipo de parámetros, estos sobre el estado
médico de los “trasladados”.
-Bueno, pues han llegado bien. Ahora a ver si vuelven enteros… la
última vez perdimos a todo el equipo y no consigo encontrarlos, ¿dónde
estarán?

PLANETA TIERRA
MIAMI BEACH, FLORIDA

Michel Angelo acaricia el pelo de Elisabeth, la cual se estremece


cuando el joven enreda sus dedos a la altura de la nuca. Ella está
profundamente dormida, de espaldas a él. Él tiene su brazo izquierdo bajo
la cabeza de la joven y, sufriendo los síntomas de su habitual insomnio, se
dedica a tocar el sedoso cabello de su amada mientras ella no le puede
regañar por tal caricia.
En la habitación, y en general, en la casa entera hay una temperatura
agradable. Elisabeth está tapada casi por completo, pero Mitch imagina sin
problemas el cuerpo desnudo que oculta la ropa de cama. Él tampoco lleva
nada encima, y está tapado sólo para que ella no sienta frío con el
movimiento de mantas.
La luz plateada de la Luna se difumina a través del ventanal que
precede al balcón y Mitch, abstraído con sus caricias, que ahora buscan los
pechos de la joven, tiene la mirada perdida en algún punto del balcón.
Elisabeth se remueve cuando Mitch acaricia lentamente su seno con la
yema de los dedos, como si no se atreviera a hacer algo más que apreciar
fugazmente su volumen, pero no se despierta.
Suenan pasos fuera. Elisabeth lanza un gemidito ahogado cuando
Mitch, sin querer, aprieta con su mano la parte tomada.
Mitch supone que será alguno de los chicos que viven con ellos, así que
vuelve a bajar la cabeza y a depositarla en la almohada. No sabe en qué
momento la ha subido, seguramente en un acto inconsciente para escuchar
mejor.

172
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

Espera un poco, más bien para estar seguro de que Elisabeth no se


haya despertado que por el hecho de que haya alguien escuchando tras la
puerta.
Los pasos cesan. El silencio vuelve a apoderarse de la habitación.
Mitch continúa con su exploración y va bajando la mano, muy
lentamente, hasta llegar al abdomen, por el que pasa también acariciando
con la yema de sus dedos. Se detiene en el ombligo y lleva su mano hasta
las caderas, donde se demora un tanto antes de ir dónde quiere… o
intentarlo, pues una mano delicada coge la suya justo cuando está a punto
de llegar al punto en cuestión.
Mitch sonríe para sí con cierta decepción.
-¿Qué cojones haces? –pregunta Elisabeth-.
Él no contesta. Hacerse el dormido tampoco es que sea la mejor opción,
pero cierra los ojos e intenta no poner muecas raras.
Elisabeth retira el brazo de su chico de encima, pero no quita el que
tiene bajo su cabeza. Se voltea con sutileza y mira la cara de ángel que
pone Michel Angelo.
-Te he preguntado algo, contesta y deja de hacer el bobo.
-Lo siento… -dice él abriendo los ojos-.
-¿A sí? –ella se incorpora sobre su brazo flexionado y añade-: Vete a
otra habitación y cuando se te enfríen las ideas vuelves. ¿Vale, cariño?
Mitch intenta decir algo, ella deposita el índice en su boca acallando tal
impulso.
-No te lo estoy pidiendo. Te estoy diciendo que te largues y me dejes
descansar.
Y sin dar más explicaciones se da media vuelta, quitando el brazo que
Mitch tenía extendido para que ella apoyara la cabeza minutos antes.
El joven se levanta lentamente, para no molestarla más, se pone los
calzoncillos que están tirados en el suelo y, sin ponerse más ropa encima,
se marcha cerrando lentamente tras su salida.
-Joder… no hay derecho…
Mitch está un poco harto. Le trata mal, le golpea cuando quiere, tiene
que hacer lo que ella quiera… tiene que matar a su hermano.
Y cuando él le pide un poco de atención se enfada. Sólo puede
acostarse con ella cuando a ella le apetece y cuando lo hace se siente
como un animal. Ella siempre tiene que ponerse encima y hacer lo que
quiera, él sólo la toca o la besa dónde a ella le apetezca y en el momento
que ella quiera y ella apenas lo besa o acaricia. A él no le gusta el
salvajismo de Elisabeth en la cama, ya no. Al principio le pareció perfecto,
pero ahora quiere más mimos y caricias y no es un maricón por ello, como
ella siempre dice.
Suspira y entra en una habitación libre. Todo está ordenado y la cama
hecha. Sale al balcón, apoya sus codos en la barandilla y echa el peso de
su cuerpo en ellos. Luego se queda mirando hacia la nada, abstraído en
sus pensamientos.
Sin saber por qué exactamente, mira hacia arriba y se topa con el rostro
de un koradi bocabajo, que está colgando del balcón superior, sonriendo.

173
NAZARETH SERRANO

Mitch se paraliza sin saber por qué, pues su cerebro pide que salga
pitando de allí.
-¿Un besito, amante despechado? –comenta el koradi entre risas al ver
que su presa, seguramente, no se da cuenta de qué es lo que tiene
enfrente-.
El filo del metal resplandece bajo la luz plateada cuando el koradi, en un
movimiento rápido y preciso, arremete contra el cuello de Mitch…

FECHA SIN DETERMINAR

PLANETA SIN DETERMINAR

El frío metal se incrusta en el cuello y traspasa la carne y el músculo,


quedando encajado en el hueso.
El afligido capturado lanza un último gemido de dolor y, paralizando su
frenética carrera, se desploma en el suelo haciendo que la arena que hay
entre la maleza salte en forma de polvareda. De su boca entreabierta sale
un hilo de saliva entre sus imponentes dientes.
-¡Sí, toma ya, puta bestia…!
El koradi hace descender el vehículo con forma de pequeña nave que,
como si de una moto se tratara, maneja flotando en el aire quedando él al
completo descubierto. El vehículo tiene una base en forma de triángulo
isósceles, en la parte trasera hay un compartimiento donde guardar armas,
y también en los laterales hay estructuras para este fin. En la parte
delantera están los mandos. Un panel con diversos botones táctiles y
brillantes y una esfera, de la cual sólo queda la mitad a la vista, puesta en
medio. Esto es el volante, que el koradi maneja sin problemas con un sólo
dedo haciendo girar, descender o ascender la pequeña nave gracias a la
esfera. Esta moto también tiene armas incorporadas, pero los koradis
suelen cazar de manera “divertida”, es decir, con armas de mano, del tipo
cuchillo, arpón y similar, a pesar de que podrían utilizar otras de largo
alcance. Pero claro, es como si un cazador utilizara un cañón para
conseguir un ciervo, es más divertido cazarlo con un rifle, por ejemplo.
Los perros se dispersan ladrando para ayudar a otro cazador y el koradi
se apea del vehículo aéreo y se acerca al animal caído. Es una especie de
oso de pelo grisáceo, hocico chato, patas largas y robustas y ojos pardos y
pequeños. Aún está vivo, desangrándose entre agónicos gemidos.
El koradi no se acerca hasta el punto que puede ser alcanzado por un
zarpazo, sino que se detiene a una distancia prudente y saca un cuchillo
corto, que tras hacer voltear en su mano antes de lanzarlo con precisión.
El arma da un par de giros en el aire y luego estallido carmesí, crujir del
hueso roto y trocitos de cráneo y sesos volando. Eso es lo que consigue.
La cabeza de la bestia cae pesadamente al suelo. El koradi se acerca y
desincrusta el cuchillo de la cabeza y una especie de lanza corta del cuello.

174
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

A este koradi le gusta cazar de esta manera, pero otros llevan armas
que alcanzan a la presa desde más distancia. Cada uno lo hace como
quiere.
El koradi lame la hoja de su cuchillo y sus labios se quedan
impregnados en sangre. No la retira, sino que comienza a preparar todo
para trasladar a la presa hasta el vehículo central.

Blake no puede más. Ver morir a los animales no le parece bien. Sí, él
come carne, pero no ve como matan a su comida. Se separa del grupito
central y decide ir por libre, como otros tres han hecho, entre ellos Jack, al
que sí parece que le gusta la caería.
Blake se sienta en una roca y espera a que todo pase. Se siente
observado, pero por más que mira a su alrededor no puede ver nada.
Consulta su muñequera. La cosa no ha hecho más que empezar, pues lo
que es media hora en el mundo de los koradis aquí, en otra dimensión, da
para mucho. Nadie le había contado tal cosa, pero el temporizador de su
muñequera le advierte del tiempo que tiene.
Algo sobrepasado intenta tranquilizarse. No quiere cazar a nada ni a
nadie. Se queda solo unos minutos, justo antes de que un koradi montado
en una de esas motos voladoras “aparque” junto a él arrastrando la presa
que lleva sin problemas a remolque gracias a la antigravedad.
-¡Hola, jefe! –brama como si estuvieran solos en la selva… y tal vez lo
están, bueno, solos los koradis-.
Blake sonríe y el koradi, se baja del vehículo y, sin dar más
explicaciones, embadurna la cara de Blake con sangre caliente y viscosa.
-¿Qué diablos…? –comenta Blake al tiempo que se levanta y retira-.
-Vamos, si no has cazado nada, yo te presto la sangre de este
grandullón –comenta señalando a un animal enorme con apariencia de
elefante, sólo que algo distinto-. No te preocupes, jefe. En las primeras
cacerías a todos se nos escapan.
-Ya… -comenta Blake quitándose parte de la sangre con los guantes-.
Pero…
-Jefe, el baño de sangre…
Blake se da cuenta de que “el baño de sangre” no sólo es un nombre
grotesco para la cacería.
-Ah… -expone una sonrisa forzada-. Yo no… prefiero… ya cuando caze
uno…
Aparece otro koradi y el grupo central. Uno de los koradis lleva en las
manos lo que parece ser un cachorro de uno de esos “osos grises”, que si
bien es bastante grande, parece un recién nacido.
-Me cargué a la madre –comenta y señala la presa que lleva en su
“moto”-. Pero reservé a este pequeño para el jefe –le entrega el cachorro
vivo a Blake, cogiéndolo por el pelo de cualquier manera y el líder lo toma
con delicadeza-.
-¿Qué tengo que…?

175
NAZARETH SERRANO

Otro koradi le extiende un respetable cuchillo con hoja curva, estilo


daga.
-Ah… -Blake coge el cuchillo, pero no hace afán de degollar al cachorro,
como le indica otro koradi con el dedo-.
-Vamos, sangre… -comenta Trohm-. Tu bebida de esta noche.
Gort resopla y agacha la cabeza. Él no tiene captura alguna.
El cachorro se debate y gime en los brazos de Blake, que lo sujeta con
firmeza.
-¿Qué te pasa, jefe?. No me digas que eres como los atlantes y su
mierda de respeto hacia las bestias.
Blake niega con la cabeza. Si alguien descubre que sus genes tienen
algo de atlante… está perdido. Ordenó a Omega que se deshiciera de todo
lo que tuviera que ver con sus pruebas genéticas, aquellas que le hicieron
al ser capturado, y sólo un doctor sabe los resultados, pero está callado por
petición del líder al que acepta aunque tenga algo de atlante.
Blake no sabe qué hacer. No quiere matar al cachorro, pero si lo deja ir
morirá irremediablemente sin la protección de su madre. Además, tiene que
hacer lo que le manden, ¿no?. Un momento, él es el líder, ellos tienen que
aceptar sus actos, ¿no?. Blake mira a su alrededor y comprende que no,
que tiene que hacer lo que le manden.
-¡Vamos, jefe, mata a esa bestia y bebe su puta sangre o tendré que
pensar que no eres quien dices! –brama Trohm acercándose mucho a él-.
Blake asiente con la cabeza.
-Vale. Si tengo que beber sangre, pues… -sonríe-. La bebo y se acabó.
Todos le miran.
-Coger a este gilipollas, degollarlo y coger su sangre en una taza –
comenta Blake mirando a Trohm-.
Todos se miran entre sí. Trohm se ríe.
Blake, serio, comenta:
-¡Es una orden!
Dos hombres flaquean a Trohm y otro se queda con el animal que Blake
le entrega, pero no lo mata.
-¡Estás loco! –brama Trohm-.
Blake, más que angustiado, camina hasta una de las “motos” y coge un
vaso metálico de una cámara que lleva en la parte trasera.
Se acerca a Trohm, que se encuentra arrodillado y siendo inmovilizado
por dos koradis que se parten de risa y sopesa el cuchillo. A Trohm le han
quitado el collarín, por lo que su cuello está al descubierto. Un tercer koradi
coge a Trohm del pelo y tira de él para que el cuello se flexione hacia atrás
dejando a la vista la garganta.
Blake pone el cuchillo en el cuello y todo el grupo de ríe. Jack, que
acaba de llegar, mira a Blake con la boca entreabierta.
Blake hace descender el cuchillo hasta, más o menos, algo más arriba
de las clavículas. Pone el vaso debajo y hunde el metal haciendo una raja
bastante profunda. La sangre brota y va cayendo en la taza. No saca el
cuchillo para que no cicatrice.

176
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

Cuando se da por satisfecho saca el filo y acaricia la garganta de Trohm


que lo mira con ojos de pánico pensando que lo va a matar.
Blake se agacha, clava el arma en el abdomen de Trohm, que aprieta
los dientes al notar el frío filo entrando en su cuerpo, hasta el mango, y
pone el vaso debajo. Cuando está medio lleno retira el cuchillo y la herida
se va cerrando, pero lentamente.
Blake se incorpora, alza el vaso como lo haría en un brindis y se lo lleva
a los labios. Reza por no vomitar o parecer lo que es, un cagado de mierda,
como diría Edmond, y comienza a beber. El sabor característico inunda sus
papilas gustativas. El olor llega a sus fosas nasales y esto contribuye a la
degustación. Está caliente y es viscosa, es sangre… Tras dar un pequeño
sorbo chasquea la legua y retira el vaso de sus labios. Quiere descansar
porque no quiere tener náuseas, pero tiene que hacerlo de forma que todos
piensen que no le importa beber eso o cualquier otra cosa.
-Sabe a gigante descerebrado… sí, es de Trohm…
Todos se ríen, bueno, todos menos Trohm, al que ya han liberado y está
entretenido cortando la hemorragia de su abdomen con ambas manos. No
se va a desangrar por eso, pues cicatrizará antes de que esto ocurra, pero
es que la herida está tardando demasiado en cerrarse.
Blake se traga el resto del vaso de una sentada y parte del líquido
resbala por sus comisuras llegando a su cuello y hasta la coraza. Esto
también lo ha hecho aposta.
Cuando termina pone el vaso del revés, para que todos vean que está
vacío.
-Bueno, ¿con la sangre de quién me baño?
Todos, menos Trohm, se ríen y dan alguna que otra idea.
Blake tira el vaso a los pies de Trohm, el cual lo mira con ojos de
asesino.
-Y ahora, todos a seguir con la cacería, ¡panda de inútiles!
Blake no quiere seguir con la cacería, pero tampoco puede pedir que
vuelvan sin el alimento necesario.
-¿Y qué hacemos con esto? –pregunta el que tiene el cachorro-.
-Llevarlo a la base.
-¿Vivo?
-¿Tú qué crees?
-¿Para qué?
Una mirada de Blake es suficiente para que nadie más haga preguntas.
Cuando cada cual sigue con su tarea Blake, pensándose solo, se
desploma en la roca. Ha estado a punto de fastidiar todo… y otra vez le ha
salido bien. Debe tener suerte. Se lleva la mano a la boca y las náuseas se
hacen evidentes, pero no termina de vomitar.
Jack sale de entre la maleza y aplaude sonriendo.
-No tiene gracia, me veía colgando de un árbol con las tripas sacadas –
comenta Blake-.
-Sí… -Jack se pone a su altura-. Más o menos ibas a acabar así si
descubren… ya sabes.
Blake se lleva las manos a la cara.

177
NAZARETH SERRANO

-¿Vas a seguir contradiciendo las tradiciones koradis cuando me vaya a


territorio del emperador?
-Me temo que sí… seguramente sí…
Jack pone una mueca extraña.
-Eso no me deja tranquilo.
-Ya, es que estoy loco…
Jack le da unas palmaditas en la espalda.
-Sólo un poco… más o menos como yo.
-Sí, más o menos…
Y ambos se ríen de su propia situación.

PLANETA TIERRA
MIAMI BEACH, FLORIDA

Mitch siente el sabor de la sangre en su boca. Se retira tan deprisa


como puede y se lleva una mano temblorosa al cuello, donde le han dado
un buen tajo, que gracias a un último y rápido movimiento, se ha desviado
de su yugular externa hacia la mandíbula. Al final ha acabado con una
herida diagonal que empieza en su cuello y termina algo más allá de la
mandíbula. El koradi salta al balcón de la habitación donde Mitch está y,
agachando la cabeza, entra en ella.
El joven sale y cierra de un portazo.
-¡Elisabeth!
Están en el ala oeste de la casa, prácticamente solos. Allí sólo duerme
otro atlante, Philip, sólo que este duerme en la planta superior.
El koradi abre la puerta muy amablemente, en vez de derrumbarla de
una patada. Mitch no detiene su carrera hacia el cuarto de Elisabeth para
mirarlo. El koradi se ríe y manipula su muñequera, de la que sale, como
aparecida de la nada, una especie de flecha unida a un cordón metálico.
La flecha atraviesa la pierna de Mitch, a la altura de los gemelos,
afectando al peroné, que cruje. La sangre mana al instante. El atlante
maldice en alto y Elisabeth al fin sale, justo para ver como la flechita salen
cuatro ganchos que, dispuestos en diferentes ángulos, se clavan en la parte
anterior de la pierna de Mitch, el cual, está agachado intentando en vano
quitarse tan aparatosa arma de la pierna.
-¡Corre, coño! –brama Mitch, haciendo que Elisabeth salga de su
ensoñación-.
Y la chica sale corriendo como la han mandado, dando gritos, hacia el
cuarto de su hijo, que está al lado. Luego el koradi, entre risas, hace que la
cuerda se retraiga y que Mitch, por el impulso, caiga al suelo y sea
arrastrado hacia él, que espera con un cuchillo preparado en la mano.
Mitch se ve a los pies del koradi, boca arriba. El koradi se agacha
imprudente para clavar su cuchillo en el cuello de Mitch, menospreciando
sus posibilidades. Mitch aprovecha que está de cuclillas y, rezando porque
tenga lo que todos los hombres, atesta, con la pierna que tiene libre, un
fuerte rodillazo en la entrepierna del koradi, que abre los ojos mucho y gime

178
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

cual animal. Sus pupilas se vuelven líneas y su rostro se colapsa, tal vez
más por el enfado que por el dolor, o tal vez no.
Mitch aprovecha el momento de debilidad para patear la cara del koradi,
que parece no inmutarse ante eso, siquiera ha movido la cabeza, pero se
queda un segundo quieto. Ese segundo lo aprovecha Mitch para quitarle el
cuchillo, que utiliza para cortar el cordel metálico y, sin quitarse el gancho
de la pierna, y viendo como todo a su alrededor se queda paralizado
durante un segundo más, se levanta como puede y, apoyando todo su peso
en la pierna sana, intenta degollar al koradi, que apresa la muñeca de Mitch
cuando este está a punto de alcanzar su cuello.
Y, por un instante, sus ojos cruzan una mirada.

Elisabeth no sabe qué hacer. Salir con el niño en brazos puede ser
imprudente, pero quedarse también. Tirarse por el balcón, con Ramsés en
brazos, una locura… ¿qué puede hacer?... ¿sólo esperar que Mitch no esté
muerto y que los salve?.
Ha cerrado con cerrojo. El picaporte se mueve lentamente indicando
que alguien intenta entrar. Elisabeth aprieta a Ramsés contra su pecho y
espera pegada a la pared opuesta a la entrada.
El que quiere entrar lo hace pegando un fuerte golpe en la puerta con el
pie. En la penumbra y con los nervios, Elisabeth tarda en sacar algo en
claro en cuanto a la cara del visitante.
-¿Estás bien? –pregunta él-.
Ella con cara de extrañada, pregunta:
-¿Alex?
Sí, es él con el pelo despeinado y una barba completa y descuidada,
pero es él.
Él se acerca y tomándola entre sus brazos con cuidado de no dañar a
Ramsés, vuelve a preguntar:
-¿Estás bien?
-Sí, pero…
-Se ha ido. Ha salido por el balcón cuando lo intenté matar. Lo he
perdido de vista. Ya está, todo ha pasado…
-¿Y Mitch? –pregunta ella temblando-.
-¿Eh?
-¿Dónde está?
-Pues… el koradi llevaba algo al hombro… pero es que apenas he visto
nada…

179
NAZARETH SERRANO

180
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

CAPÍTULO 17: SERES DE LOS ABISMOS

FECHA SIN DETERMINAR

PLANETA SIN DETERMINAR

W olfgang y Samuel escuchan al chamán, que sin ningún pudor,


ha interrumpido su sueño.
El brujo, postrado a sus pies, comenta:
-Oh Grandes Dioses, nuestro pueblo os suplica que, como cuenta la
leyenda, expulséis a los seres de los abismos que, como predije, han
llegado a nuestro poblado para matar sagrados animales.
Wolfgang se ríe sin que el chamán lo vea, pero Sam no se ríe tanto. En
realidad, no se ríe en absoluto.
-¿Dónde se encuentran? –pregunta Sam creyendo que, en verdad, hay
visitantes inesperados en el poblado-.
-Un hombre los ha visto al lado del río, más allá del claro y antes de
llegar a la Montaña de Fuego –se refiere al volcán-.
Wolfgang niega con la cabeza y dice:
-Vale, vale. Ahora vamos…
El chamán se retira mostrando señales de adoración y, en cuanto sale
del templo, explica al pueblo que los Dioses van a actuar.
Sam suspira. Wolf, preparando sus armas se parte de risa.
-Yo no me río –dice Sam cogiendo sus armas-.
-Pues yo sí, joder. No ves que son invenciones suyas.
-Eso espero…
Ambos, preparados, salen del templo vestidos con los trajes que
llevaban ellos y armados con artefactos luminosos, que consiguen que todo
el poblado se asombre.
Comienzan a caminar entre gente postrada hasta que se adentran en el
bosque. Los guerreros del poblado, portando primitivas armas, los siguen. A
Wolf no le hace ninguna gracia tal acto, pues si es verdad que hay
visitantes tan diabólicos como los describen, lo mejor es salir corriendo…
pero los Dioses no huyen. Algo más preocupado deja que su hermano dirija
la marcha.

Blake, sentado en la arena, espera, junto al resto del grupo central, a los
últimos cazadores. Les sobra tiempo, ya han cargado casi todo y están en
el lugar donde se abrirá el portal que los devolverá a su mundo. La carne
está en el vehículo central, cuyo conductor es él mismo, pues en realidad
es un vehículo automático y robótico. Los perros han sido guardados y sólo
llevan encima unas cuantas armas. Algunas motos aún están en tierra, y
algunas aún cargan con presas, pues la cacería ha sido fructífera y todo no
cabe en el vehículo de trasporte.

181
NAZARETH SERRANO

Blake, con la respiración entrecortada, se quita el sudor que mana


inclemente de su frente y, en general, de todo su cuerpo. Mira su mano
derecha y se fija en las abultadas venas que recogen sangre sin oxigenar
para devolverla al corazón. Las venas parecen palpitar con cada pulsación,
un acto poco realista. Un calor sofocante recorre su cuerpo, es como tener
una hoguera en los huesos. Se siente mareado. Dos koradis, cansados de
esperar, luchan entre sí… no saben por qué exactamente, supone Blake.
Jack, al lado de Blake, lo mira con una mueca extraña expuesta en el
rostro.
Blake no puede más. Se levanta y comienza a quitar las presillas de su
coraza.
-No, hombre. ¿Y si alguien ataca? –le detiene Jack susurrando-.
-Es que no puedo… tengo demasiado calor y…
-Pues refrigera el traje.
-Es que estoy agobiado. Por lo menos el collarín… -comenta llevándose
las manos al cuello-.
-Eso sí que no. Que te pueden matar fácilmente.
-Los animales no saben cómo matarme.
-Pero aquí hay humanoides.
Blake lo mira con los ojos enrojecidos. Suspira e intenta ajustar la
temperatura de su traje. Lo consigue, pero el calor no se va. La cabeza le
duele horrores y siente los latidos de su corazón en las sienes, en forma de
fuertes punzadas.
-Jack, me encuentro muy mal.
Jack mira a su alrededor. El resto de koradis parece estar entretenido
mirando la pelea y animando a uno y a otro.
-Vale. Pues que Trohm no te vea así o aprovechará para matarte. Te
retará aquí mismo si te ve débil.
-Joder… menuda suerte.
-Vamos a ponernos más allá –indica Jack-.
Blake mira el suelo que parece estar girando bajo sus pies.
-Es que no sé si puedo andar –comenta en voz baja-.
-Pues pon tu brazo sobre mis hombros y finge que es un gesto de
amistad. Y luego vas hablando conmigo y yo te ayudo a llegar a otro lugar
más retirado. ¿Vale?
-Gracias.
Trohm mira cómo se retiran ambos y dice algo a otro koradi, el cual, tras
sonreír, se levanta del suelo y, dejando de prestar atención a la pelea, se
dirige hacia ellos.

PLANETA TIERRA
MIAMI BEACH, FLORIDA

Elisabeth toma el mentón del joven y hace que lo suba para observar
con más detenimiento la herida, que a pesar de que ya no sangra, no
parece dispuesta a cicatrizar como de costumbre.

182
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

-Mierda… ahora sí que tenemos que hacer avanzar el plan de otro


modo.
-¿Eh?
-Que tendrá que ser mañana mismo –comenta cogiendo un poco de
alcohol del botiquín-.
El joven la mira y comenta:
-¿Por qué no coges mejor agua oxigenada?
Ella deposita el índice en la boca del joven, que se encuentra sentado al
borde de la cama de Elisabeth, y este calla al instante.
-Ahora escucha –comenta la joven impregnando una gasa con un buen
chorro de alcohol-. Si esto de deja cicatriz, cosa que sería lo lógico, no
podrás suplantar a tu hermano.
Mitch suspira. Tiene razón. No puede explicar que, de un día para otro,
aparezca una cicatriz en un punto visible de su cuerpo. La del costado
puede pasar desapercibida… menos a la mujer de William, pero de eso ya
se encargará.
-¿Y qué quieres que haga? –pregunta el chico aguantando el escozor
del alcohol cuando Elisabeth lo pone en contacto con la herida y estruja la
gasa para que salga más líquido, que termina cayendo por el cuello de
Mitch-.
-En unos días tienes que completar el plan.
-Pero William está de viaje.
Elisabeth seca la herida con una gasa nueva y comenta:
-Mejor.
-¿Por qué?
-Porque lleva un mes sin ver a su mujer. Eso podría explicar la cicatriz
del costado y los tatuajes.
-¿A sí?. Desconfiará.
-No -comenta Elisabeth agachándose para ver la pierna. La herida de la
pierna está casi cerrada… con el gancho dentro-. Esto te va a doler.
-Espera –comenta Mitch poniendo sus manos frente a la pierna-. ¿No
puedes darme algo para que no me duela?
Elisabeth sonríe, coge el extremo del gancho que tiene las tres puntas y
tira de él. Todo lo cicatrizado alrededor se arranca acompañado de un grito
ahogado por la mano que Mitch ha puesto en su propia boca. Luego sale el
cable metálico, que pasa desagradablemente por la herida, nuevamente
abierta y sangrante, arrancando otro quejido del joven-.
La sangre mana sin piedad y el hueso afectado vuelve a desquebrajarse
con su característico sonido.
La cicatrización también se retrasa en este punto, pero hace su trabajo.
Mitch aprieta los dientes para aguantar el dolor, menos intenso que en el
momento cumbre, pero igualmente desagradable.
Elisabeth acaricia la pierna dañada, pero por la parte interior del muslo y
no en la zona herida.
-Pobrecito… -comenta poniendo su cabeza en la rodilla.
-Y una mierda… ¿por qué has hecho eso?

183
NAZARETH SERRANO

-Porque sí, niña de mamá. Si por un simple ganchito te pones así me


voy a plantear si dejar a Adolph por ti ha sido o no una buena idea.
Mitch toca el pelo de Elisabeth y dice:
-Lo siento. Tienes razón.
Mitch no tiene tan claro si que el koradi le dejara tirado en el jardín ha
sido suerte. Pero ahora no piensa en ello.
Elisabeth se levanta y se pone encima de él, con las piernas separadas,
cara a Mitch.
-Oye… no tengo ganas de…
Ella lo coge por el pelo y tira de él hacia atrás, haciendo que la cabeza
siga el impulso.
-Yo te diré cuando tienes ganas.
Y esta vez sí le besa en el cuello. Mitch se deja hacer y, cuando
Elisabeth le empuja levemente, se deja caer sobre la cama.
Ella le baja los pantalones hasta las rodillas, él se deja hacer mientras
ayuda, simplemente, apoyándose sobre los brazos y la pierna no herida.
Luego la joven le baja los calzoncillos y comienza a tocarle muy lentamente.
Cuando está listo, ella se quita la ropa y pone sobre él, con el camisón
subido por la cintura y esta vez mientras se mueve regularmente le besa
delicadamente y deja que él la toque.
Mitch, con las piernas aún colgando de la cama, parece muy contento.
Elisabeth se retira levemente y deja de moverse. Él la mira con
detenimiento mientras ella le besa el cuello, luego el pecho, luego los
abdominales. El joven expone una cara extraña cuando ella sigue
descendiendo mientras baja y se arrodilla frente a la cama. Y cuando
parece que hoy va a ser él quien vaya a disfrutar del todo… un dolor
impresionante que recorre toda su pierna le hace gemir, pero esta vez de
dolor.
-¿Qué coño haces? –pregunta el chico notando como la mano de
Elisabeth ejerce presión sobre la herida, de la que vuele a brotar sangre. No
se levanta, pues tampoco quiere “desobedecer”-.
-¿Esa es forma de preguntarme las cosas?
-¡Mierda! –suelta cuando ella hurga en la herida con el mismo gancho
que antes sacó-.
Esta vez Mitch sí se intenta levantar. Ella se pone sobre él de nuevo en
un acto rápido y le agarra por el cuello, justo por debajo de la mandíbula,
haciendo que ahora le duela la otra herida.
-Es el yin y el yan, Mitch –comenta ella en su oreja-.
Él mira al techo y suspira.
-El yin y el yan… -repite-.
Ella deja de agarrar su cuello y le atusa la barba.
-Sí.
-Vale…
Elisabeth se queda asombrada cuando Mitch la empuja y hace rodar
hacia un lado.
-¿Qué haces? –pregunta ella atónita y boca arriba-.

184
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

El joven se levanta y sube sus pantalones aguantando el peso de su


cuerpo con la pierna buena.
-Mira Mitch, no te hagas el ofendido.
Mitch no hace ni caso y se encamina hacia la puerta cojeando.
-¡Si sales por esa puerta no volverás a mi cama, que lo sepas!
Mitch, con la puerta entreabierta y la mano aún en el picaporte, al fin,
mira hacia sus espaldas.
-Yo… lo…
<Se acabó, joder, tienes que quitarte de la cabeza a esta mujer…
¡Vamos, vete!>
Sale del cuarto y cierra de un fuerte portazo. Elisabeth, montada en
cólera, da un puñetazo a la almohada.

Alex comprende por qué Philip no contestó ante los gritos de Elisabeth.
El koradi se ha encargado de él, piensa y se ríe.
Alex, un fingiendo estar abatido, se encamina hacia el otro ala de la
mansión para ver si hay más bajas, aunque sabe que no es así. Se topa
con Mitch, que usa las paredes como apoyo, ya que su pierna suelda mal y
se rompe con facilidad con cada paso. Entre gemidos ahogados por sus
propios labios, el joven intenta dirigirse hacia la salida, con sus objetos más
importantes, es decir, los atlantes, metidos en un macuto.
Alex lo intercepta de inmediato.
-Oye, Mitch, ¿dónde vas?
-A tomar por culo, que es lo que falta que me hagan.
Mitch intenta pasar por al lado de Alex, pero para eso tiene que afrontar
un trayecto sin la ayuda de la pared, por lo que al primer paso mal dado
acaba en el suelo, gimiendo, sangrando y maldiciendo.
Alex le ofrece una mano, que él desprecia.
-Hablemos. Seguro que no es para tanto. ¿Estás enfadado con
Elisabeth?
-¡No me hables de ella! –grita y se levanta como puede-.
Alex lo agarra por los hombros y hace que se detenga.
-Mitch, vamos, por una discusión no te vas a ir, ¿no?
-No debería estar aquí. En realidad yo… tengo otra misión.
-¿Qué misión?
-Eso es cosa mía.
Mitch se sacude a Alex de encima y, apoyándose en su lanza, sigue su
camino.
Alex mira el arma de reojo y prosigue.
-No sobrevivirás allí fuera si ese tipo sigue merodeando por la zona.
Mitch se detiene y suspira. Alex tiene razón. El koradi no ha usado su
mejor arma, de ser así lo hubiera matado con la primera herida… pero
podría pensárselo mejor la próxima vez y usar otro tipo de metal.
<Pero eso ahora me da igual…> -piensa Mitch-.
Sigue su camino. Alex ve que el chico está a punto de llegar a la puerta
y se pone nervioso.
Se interpone entre la salida y el herido y alza las manos.

185
NAZARETH SERRANO

-Vale, Michel Angelo. Si quieres puedes irte, como siempre. Pero acabo
de llegar, dame una oportunidad para que te explique por qué he estado
tanto tiempo desaparecido y lo que he descubierto. Luego, si no te interesa
quedarte y seguir mi plan, pues te vas.
-Antes seguiría a Jack.
Alex sonríe.
-Jack es un koradi, como el que te ha atacado.
-No…
-Sí. Tengo sus informes y los de todos vosotros. Hay cosas que tal vez
deberías saber antes de largarte y dejar que cualquier ser te mate de un
buen tajo en el cuello.
Mitch agacha la cabeza.
<Sí, está a punto de caer> -piensa Alex-.
-Vamos, Mitch. Creo que ya tienes más cicatrices que un gladiador
romano. No tientes más a la suerte o lo próximo no va a ser un recuerdo
grabado en tu piel. Vamos, tengo la información que necesitas.
<Y tú lo que yo necesito> -piensa, pero no añade-.
-De acuerdo. Pero quiero verla ahora y si no me interesa, me largo para
no volver.
-Ese es mi chico –comenta Alex más que aliviado-.
-Pero no seguiré el plan de matar a mi hermano, que quede claro.
-Eso ya lo decidirás después…
Mitch lo mira con una expresión vacía, como siempre. Alex sonríe.
-Sí. Lo decidiré yo.
Alex posa una mano en su hombro y Mitch nota mucho peso para tan
poco músculo, pero no dice nada. Tal vez sea sólo cuestión de que está
algo más débil.
Mitch lo mira de repente con el ceño fruncido.
-Estás raro.
-Cansado del viaje –comenta él riéndose-.
-¿De qué te ríes?. Esta noche han matado a Philip, casi me matan y tú
apareces… justo cuando el koradi me tira en el jardín… vivo, en vez de
matarme. No entiendo de qué te ríes. En realidad no entiendo nada.
Se pone serio.
-Lo siento. No sé... con los nervios… Es una mala noche, sí.
Mitch expone un gesto de no entender nada, pero no pregunta más.

FECHA SIN DETERMINAR

PLANETA SIN DETERMINAR

Jack observa a Blake, que va de mal en peor. Le ayuda a sentarse en la


arena y el joven queda con la espalda apoyada en el leño de un magno
árbol.
-No tardarán en volver. Pero no sé si puedes cruzar el portal con
seguridad en este estado. ¿Qué te ha pasado?

186
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

-No lo sé –comenta él, que suda copiosamente, tanto que empieza a


estar realmente empapado, a pesar de que el traje refrigera cuanto puede-.
Jack se lleva la mano al mentón y, de repente, le chispean los ojos.
-¿Llevas el collar puesto?
-Sí… ¿Por qué? -articula Blake con la voz entrecortada-.
Jack se ríe y niega con la cabeza.
-Si Niklas pudiera tenerte, sería un hombre feliz.
-¿Quién?
-Al beber sangre koradi con el collar puesto… te voy a ser sincero. No
es agradable mutar.
Blake abre mucho los ojos.
-¿Mutar? –pregunta con especial turbación-. Oh, mierda…
-Menudo cóctel en tu cuerpo.
Blake se lleva las manos a las sienes y procura aguantar el gemido, que
se escapa inclemente entre sus labios, a pesar de que aprieta los dientes
fuertemente.
-Y luego, terminarás desmayado… -comenta Jack recordando su
mutación-. Pero no creo que cambies físicamente. Si no, ya lo habríamos
notado, ¿no?
Un koradi se acerca a ambos y mira a Blake.
-¿Estás bien, jefe?
Blake lo mira desde el suelo con los ojos enrojecidos y asiente
levemente con la cabeza.
-¿Seguro?
-Sí –corta Jack-. Yo me encargo.
-Hombre, tengo algunos conocimientos de medicina. Deja que te
examine.
-No es necesario… -comenta Jack-.
Pero el koradi ya se ha agachado e intenta manipular el collarín de
Blake, el cual, débil y medio desmayado, se deja hacer. Jack intenta retirar
al koradi sin parecer nervioso, pero el tipo es insistente y termina por dar
con el collar atlante, que arranca de un tirón.
-Trohm tenía razón. Eres un atlante… -comenta sopesando el collar-.
Blake mira a Jack, que maldice por haber dejado las armas en el
vehículo.
-¡Eres un puto atlante! -brama el koradi mientras agarra a Blake del
cuello y aprieta tan fuerte que el chico se queda sin respiración-.

El grupo central ha escuchado algo sobre atlantes y, dejando a un lado


juergas y esperas, se encaminan hacia el lugar.

Blake, a punto de perder el conocimiento, siente como la mano deja de


ejercer presión en su cuello. El koradi tiene las pupilas dilatadas y lo mira
con cara de asombro.

187
NAZARETH SERRANO

Blake hunde más el cuchillo de orichalcum en el abdomen y lo lleva


hacia arriba. El cuchillo corta, como si se tratara de mantequilla, todo a su
paso. Blake siente la sangre caliente salpicando sus brazos y su cara. Él
también está asustado y medio desmayado. Jack mira un poco atónito la
escena.
El koradi intenta hablar, pero no puede. Cae pesadamente sobre Blake
y este se lo quita de encima con sus última fuerzas antes de ser él el
abatido.
Cuando el grupo llega ve la escena y miran a Jack, pensando que era él
el atlante encubierto.
Trohm se dispone a decir lo que todos piensan, pero alguien se le
adelanta.
-¡Ahí están los atlantes! –dice señalando hacia el bosque-.
Sam traga saliva. Wolfgang se pone detrás de su hermano y, medio
aturdido por la visión, susurra al oído de Sam.
-¿Corremos?
Sam saca una espada que se ilumina al contacto con su mano. Los
koradis sacan armas varias y Wolf no tiene más remedio que salir de su
escondrijo y respaldar a su hermano sacando su lanza.
Jack mira a los atlantes y expresa una mueca extraña.
<Mierda, el tonto de Wolf… Esto va a acabar mal>
Nadie se mueve, ni los koradis, ni los “dioses”, ni los guerreros de la
tribu que han salido de sus escondrijos y muestras sus ridículas armas.
-¡Seres infernales!, ¡os exijo que os marchéis y no volváis a poner un pie
en esta sagrada tierra o probaréis la ira de los Dioses! –comenta Wolf
viendo poco peligro en las armas koradis. Una impresión poco real-.
<Ya la hemos cagado…> -piensa Jack-.
De repente aparece una esfera luminosa a las espaldas de los koradis.
-¡El portal, larguémonos! –grita Jack-.
Los koradis se resisten. Quieren matar a ese atlante engreído. Pero
saben que si el portal se cierra, están en problemas. Así que se baten en
retirada ante el asombro de Sam, que por supuesto, no se pone a
perseguirlos, ya que la mayoría corre de espaldas, esperando una ocasión
para matar a alguno de los dos “dioses”.
Jack coge al desmayado Blake y salta a la esfera. Y luego todos los
demás entran con sus motos y sus presas, riéndose.
Un cuchillo mal disparado rueda en el aire a tal velocidad que se
escucha el zumbido que corta el aire. El arma alcanza a Wolf, que no ha
visto tal proyectil por la velocidad, y maldice cuando el filo le corta el brazo
profundamente.
Cuando la comitiva desaparece, en cuestión de segundos, los guerreros
prestan atención a otra cosa. La sangre del “Dios”.
Extrañados ante la herida, se miran unos a otros, pero nadie se atreve a
decir nada. Sam suspira y luego todos vuelven en silencio al poblado.
Uno de los guerreros pregunta al chamán sobre la posibilidad de herir a
un Dios con el cuchillo que ha recogido y que ahora muestra. El chamán

188
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

medita y mira hacia el templo donde Sam y Wolf se han retirado con cara
pensativa.
En el interior del templo Wolf muestra a Sam un collar.
-¿Qué quieres con eso? –pregunta Sam lavándose en una pila de
piedra que siempre está llena de agua aromatizada-.
-Encontré el collar en la mano de un koradi muerto. Tenía una raja de la
tripa hasta la garganta. Asqueroso. Pero está claro que hay algún atlante
entre ellos.
Sam hace memoria.
-Claro, el moreno bajito que estaba inconsciente era Blake.
Wolf mira el collar y sonríe.
-Hay que devolverlo –comenta Sam-.
-No –replica Wolf-. Es muy importante para él, ¿no?. Parte de su
espíritu y, sin él, no puede controlar nada como decimosegundo guardián.
-Por eso…
-Por eso me lo quedaré.
-Pero…
-Esa nenaza llorona no merece este collar.
Sam suspira.
-Wolf, por favor…
-Sam. ¿Vas a ir tú a verlo para devolvérselo?
Sam niega con la cabeza. Wolf tiene razón, no pueden ir allí sin más y
dárselo.
-Pues ya está. El niño de mamita se queda sin collar. Mami, mami, no te
vayas… -comenta en tono burlón-. Maricón… y de los de verdad. Un día
entré en su mente y no sabes qué cosas hacía.
-¿Eh? –pregunta Sam mientras se pone una túnica-.
-A ese tío le gusta que le den por culo. Pues eso es exactamente lo que
voy a hacer –comenta mirando el collar con cara de inicuo-.

189
NAZARETH SERRANO

190
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

CAPÍTULO 18: ENEMIGOS ÍNTIMOS

Madrugada del 1 al 2 de marzo de 2013

PLANETA TIERRA
MASSACHUSETTS

e l koradi entra por la ventana y se detiene para vislumbrar la


habitación, que a pesar de estar sumida en la más completa
oscuridad, va tomando forma en su mente. Distingue la cama individual, la
mesita de noche, un escritorio, la silla que hay frente a él, una estantería,
un armario… Pero no parece haber nadie en ella.
El koradi da un paso al frente y, algo nervioso, vuelve a mirar a derecha,
izquierda y, finalmente, a sus espaldas. Nadie.
Procura tranquilizarse y coge un cuchillo corto de la presilla que lo pega
a su muslo derecho.
Respira por la nariz. Para él el ruido del aire entrando y saliendo se le
asemeja demasiado estridente, hasta piensa que los latidos de su corazón
retumban en la habitación al igual que en su cabeza. Se arrepiente de
haberse escapado y de haber seguido el rastro de un atlante. Decide que
es mejor volver vivo y esperar que su padre aún no haya llegado al lugar
donde se reúnen.
Se dispone a salir por la ventana cuando algo o alguien lo agarra. Las
armas de los antebrazos salen de forma automática ante el peligro, pero el
koradi no se fija en eso ni en nada. Cierra los ojos y se deja arrastrar por la
fuerza que lo tira contra la pared. Recibe un sonoro y fuerte golpe en la
espalda, pero eso no le hace caer. Abre los ojos y se topa con la
resplandeciente luz de un arma atlante. Se trata de una espada que está
pegada a su nuez.
El que la empuña parece algo nervioso y, aunque el koradi no lo sepa,
responde al nombre de Norbert.
El koradi siente el calor y la fuerza del arma en su cuello. Le cuesta
respirar y parece que le esté quemando.
-Por favor… no he venido a hacerte daño…
-¿A no?. Y las armas son de juguete –comenta el atlante con sarcasmo-
.
El koradi tiene los brazos pegados al cuerpo, pero sus armas siguen en
activo. Mide mucho menos de lo normal, apenas alcanza la altura de
Norbert, por lo que este supone que no es un adulto. Eso no le apena en
absoluto.
El koradi tira el cuchillo, que cae produciendo un ruido sordo, y abre
ambas manos a la par que pega la cabeza a la pared en un vano intento de
librarse de la opresión del arma.
-Tira las otras armas.
-No puedo…

191
NAZARETH SERRANO

-¡Que las tires!


Pega más la punta de la espada al cuello. El koradi empieza a sudar.
Una especie de quemadura humeante comienza a formarse en su cuello.
-No puedo… por favor… están pegadas y no puedo plegarlas. Estoy
nervioso… por favor…
-¿Hay más koradis aquí?
-No. He venido solo.
-¿Para qué?
-No lo sé…
-¡¿Para qué?!
-Seguí tu rastro.
-¿Querías matarme?
-No… -la espada se pega por completo a su cuello, quemando capas
más profundas de la piel y haciendo que el koradi suelte una leve protesta-.
Vale, eso planeaba. Pero ahora veo que no... Nunca he matado a un
atlante. Nunca había visto uno…
Norbert le cree. Está asustado y un poquito herido, ahora que se fija.
Retira un poco la espada.
-Vale. Ahora dime, ¿de dónde sales?
-Pertenezco a una partida de caza. Al intentar volver a la base el
aparato que conecta los planetas o dimensiones… bueno, no sé qué paso
exactamente, algo fue mal y acabamos en este planeta.
-¿Tú y quién más?
-Toda la partida de caza.
Norbert entiende algunas cosas ahora. Los koradis que se llevó Jack no
son los mismos que están cometiendo estos asesinatos.
Norbert está igual de nervioso y asustado, pero es él quien tiene la
sartén por el mango… o más bien la espada.
-¿Dónde están los demás?
-No lo sé…
-¿Dónde están?. No me hagas perder el tiempo o te mato.
-Si me vas a matar igual…
-No si contestas a todas mis preguntas.
-No lo sé. Supongo que nos dispersamos.
-Mientes.
-No…
Sí, sí miente y Norbert lo sabe. Pero entrar en la mente de un koradi no
es fácil. Si quiere sacarle algo tendrá que ser de este modo.
-¡Di la verdad!
-Así no se interroga a un koradi. Debí enseñarte algo más sobre ellos.
Norbert mira hacia la ventana, que se ha olvidado cerrar. Alex está allí.
El koradi lo mira y masculla un “otro no… mierda…”.
Alex saca un pequeño cuchillo de orichalcum, se acerca al koradi y, de
un rápido movimiento, raja una de las muñequeras. El arma que llevaba
anexa cae al suelo. Repite la acción con el otro brazo, mientras el koradi lo
mira y se deja hacer sin rechistar. Norbert lo sigue amenazando con la
espada.

192
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

Alex le quita más armas, que Norbert ni se había fijado que tenía.
Luego Alex aparta la espada de Norbert y se pone frente al koradi, que
pone cara de ángel, o eso intenta, aunque su rostro no se lo pone fácil.
-Norbert, trae unos guantes de goma, por favor –comenta Alex-.

Se remueve, aprieta las manos contra el borde, sus músculos se tensan


y suelta aire que emerge en forma de burbujas.
Alex saca la cabeza del chico del agua. Este coge una bocanada de aire
y lo mira girando el cuello. En la bañera llena reposa un secador enchufado
que electrifica el agua.
-¿Dónde se esconden tus compañeros? –pregunta Alex agarrando al
koradi por la nuca con una mano, mientras con la rodilla empuja su espalda
contra la bañera-.
El chico está postrado a frente a él, cara a la bañera. Norbert, por su
parte, lo flaquea por el costado derecho a punta de espada.
El koradi, con el pelo erizado y las pupilas contraídas de tal modo que
sólo son dos líneas, articula un:
-No lo sé… nos separamos…
Alex sonríe y mete de nuevo la cabeza en el agua. Él, con las manos
enguantadas con goma, no nota la electricidad, pero sí las convulsiones
que esta energía provoca en el koradi. Como aún lleva puesto el traje con el
que entró en la máquina, es completamente imposible que lo toque sin
querer o queriendo y trasmita la electricidad, pues a la cara no va a llegar,
Alex está de pie para evitar tales cosas.
Le mantiene sumergido hasta que el chico se queda sin aire, tal vez un
poco más. Luego le vuelve a sacar. El koradi expulsa agua por la boca de
mala manera. Es patético, demasiado flaco y bajo para asustar a dos
atlantes armados. Si hubiera sido un adulto… las cosas hubieran cambiado.
-¿Dónde decías que estaban?
-Pues… nos separamos…
Alex hace el impulso de volver a sumergirlo, pero el chico continúa
hablando para evitarlo.
-Y yo me quedé con mi padre y cinco más.
-¿Y dónde os escondéis?
El koradi no responde.
Alex repite la acción. Ahora le deja unos segundos más. Cuando
emerge el koradi tiene los ojos enrojecidos, y no el iris precisamente.
-¿Y bien?
-Un humano nos ayuda.
-¿Un humano?
-Creo que es humano.
-¿Cómo se llama?
-No puedo decirlo.
-¿Dónde vive?
-No puedo…

193
NAZARETH SERRANO

No acaba la frase. Le sumerge y esta vez le deja ahí hasta que siente
que está a punto de desmayarse.
Cuando lo saca el chico se mantiene en postrado a duras penas. El
koradi le mira con cara de abatido y expulsa agua acompañada de sangre
por la boca.
-¿Dónde vive?
-En una casa.
-Muy gracioso.
Alex lo voltea sin piedad y le clava un cuchillo de metal negro en el
abdomen. El chico gime cuando el mango se pega a su piel. La hoja se le
antoja fría en estos momentos. Con los ojos muy abiertos se lleva las
manos en un instintivo movimiento a la parte dañada. No puede dejar de
gemir de dolor cuando Alex va volteando, poco a poco, el arma dentro de
sus entrañas. La sangre brota sin timidez manchando los pantalones y
hasta el suelo.
-¿Duele?
-Sí… mucho… sácalo, por favor –articula entre dientes-.
Alex sigue girando el mango ante la desesperación del koradi, que nota
como el cuchillo activa otro tipo de función. El olorcillo a quemado va
acompañado del grito que la mano de Alex, puesta en su boca, ahoga.
Los intestinos del koradi se van desintegrando muy lentamente. Alex
desactiva la función secundaria y retira la mano de la boca, más no el
cuchillo del abdomen.
-¿Cómo se llama?. Vamos, colabora y te juro que te dejo ir.
El koradi le mira a los ojos y hasta le cree.
-Vale… -deja salir la sangre de su boca tras una regurgitación de tal
líquido y continúa-. Se llama… -piensa en mentir, pero prefiere no hacerlo,
porque piensa que Alex va a hacer algo mucho peor con él en ese caso-
Thomas –articula al fin-.
-Iba a preguntarte dónde vive… pero ya lo sé. Ahora dime, ¿dónde está
el resto del grupo?
-No lo sé…
Alex da un rápido giro al cuchillo y el koradi empieza a ver todo muy
nublado. Gime de nuevo y, en un acto inconsciente, se aferra al brazo de
Alex, que no le retira cuando aprieta.
-No te he oído bien. ¿Dónde has dicho que estaban?
-No lo sé… te lo juro… nos separamos… me dejaron solo y no volvieron
al lugar de reunión.
Alex intenta entrar en su mente y el koradi deja que haga lo que quiera
con él. No miente en esta ocasión, no sabe dónde está el resto del grupo.
Alex mira algunas cosillas que le interesan y luego deja su cerebro en paz.
-¿Vas a dejar que me vaya? –pregunta el koradi-.
Alex se ríe.
-Bueno, te he dado mi palabra. No voy a matarte.
Saca el cuchillo de un tirón. El koradi ahoga un gemido e intenta, en
vano, parar la hemorragia. No se atreve a levantarse, aunque cree de
verdad que ese atlante va a dejarlo ir. Mira a uno y a otro y pregunta:

194
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

-¿Puedo irme ya?... por favor… -añade por si eso es lo que espera que
haga-.
Alex mira a Norbert y asiente con la cabeza.
El chico vacila unos segundos, luego alza la espada.
El koradi, de trece años, no cierra los ojos, pues eso, en su cultura, es
una muestra de debilidad. Dicen, que tienen que mirar a la cara a aquel que
lo mate para, en su próxima vida, recordar que de él no puede fiarse y ser
ellos los que, en esa ocasión, maten al enemigo.

Arabelle siente como la presión de su pecho se desvanece cuando


Norbert entra en el cuarto sano y salvo. Tiene la cara ensangrentada, pero
se nota que la sangre no es suya.
Su rostro cambia la expresión cuando Alex, sonriente, entra tras su hijo.

Elisabeth mira a “Alex” con detenimiento. Parece que acaben de


clavarle un cuchillo en el estómago, por la cara que ha puesto.
-¿Qué pasa?
El koradi mantiene la ilusión a duras penas. Su cerebro está demasiado
atascado con un mal pensamiento. Es como si su sexto sentido le advirtiera
de que algo va mal.
-¿Estás bien? –pregunta Elisabeth-.
-Sí. Perfectamente… pero necesito que me el aire. Perdona…
Y se larga del cuarto sin dar más explicaciones.
Mitch mira a Elisabeth desde el marco de la puerta. No entra, sino que
también se va, pero en dirección contraria a la que ha tomado “Alex”.

PLANETA TIERRA
ATLANTA, GEORGIA
EN EL CASINO, EN LA SUITE PLATINUM

Leon rueda a un lado y, con una espléndida sonrisa en el rostro, deja


que su amante se recoste en su pecho.
-Vaya… Dos citas y siempre acabamos igual –comenta él-. La próxima
vez podíamos ir a cenar antes…
-Estúpido… -replica ella golpeando levemente su torso-.
-Un estúpido guapo –añade él-.
Ambos están en la suite del casino, aquella que se reserva a los
mejores jugadores, hoy, ellos mismos.
-Sólo falta un poquito de champán –comenta ella-.
Él se ríe.
-No bebo.
-Hombre, sólo una copita…
-Cero alcohol. Pero puedo traer un buen champán para una bella dama.
Ella le mira a los ojos.

195
NAZARETH SERRANO

-¿No bebes ni para brindar?


-No. Desde pequeño… -sonríe-. Bueno, es difícil de contar. No puedo
decirte qué me paso.
-Eres un hombre misterioso.
-Y tú una mujer misteriosa.
-¿Por qué?
Él eleva la ceja. Se atreve a hacer públicas sus dudas.
-Bueno… creo que no eres… ¿cómo decirlo?… estrictamente humana.
Ella sonríe.
-¿Qué?
-Pues… oh… déjalo.
-No. Dime qué crees que soy.
-No lo sé –comenta él-.
-¿Y tú qué eres?
-¿Cómo?
-Tú tampoco eres estrictamente humano –comenta ella con aire
despreocupado-.
Leon la estrecha contra sí levemente.
-No acostumbro a decir lo que soy en la segunda cita –comenta él en
venganza por lo del nombre-.
-Sí… tienes razón. Ahora tengo que irme.
Leon expone una mueca extraña cuando su amante se levanta y
comienza a vestirse.
-Oye, ¿qué clase de cenicienta eres?. Duerme conmigo, desayunamos,
una vuelta por la ciudad y te compro joyas… ya sabes…
Ella niega con la cabeza.
-Ha estado bien, pero creo que esto se queda así.
-¿Por qué? –pregunta él incorporándose-.
-No estoy preparada para relaciones a largo plazo.
-Pero…
-En serio, Leon. Tengo que irme.
Leon se levanta y se pone la ropa interior a toda prisa. Ella se encamina
hacia la puerta, pero él la toma por el brazo deteniendo su impulso.
-Espera. No… vaya… Esto me lo han dado otras mujeres, pero yo
quiero algo más. Me siento atraído por ti, quiero conocerte y que me
conozcas. Quiero que… quiero confiarte mis secretos y ser el hombre a
quien confíes los tuyos.
-Vas muy rápido y creo que buscas algo distinto.
Leon pone cara de niño enfadado.
-Pero… No he sentido nada por nadie, nunca. Excepto por ti. Nada, ni
amistad, ni amor, ni una simple atracción. No he sido creado para sentir
nada, pero lo estoy sintiendo. Dame una oportunidad.
Ella lo mira con cara de no entender nada.
-¿Ser creado?
<Mierda… me estoy pasando… ¿Y si es una de las chicas de “La
Colmena”?>

196
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

Leon suspira. Piensa que si fuera de “La Colmena” ya lo habría


apresado, así que echa el resto en el ataque.
-Te diré qué soy si tú me dices qué eres.
-De acuerdo. Tú primero.
-No… tú primero.
-Ambos a la vez.
-Vale…
Leon levanta un dedo, dos y tres… él dice “koradi” a la par que ella
suelta “atlante”. Luego los dos se miran de arriba abajo con una cara
mezcla de susto y sorpresa.
-¿Tú? –dicen a la vez-.
-Mierda… -suelta ella-.
-Joder… -masculla él-.
Ella se aleja. Él se encoge de hombros.
-Está claro que estoy desarmado –dice poniendo ambas manos a los
lados, con las palmas abiertas-. Y no tengo nada que ver con la muerte de
los atlantes… que quede claro. No me buscas a mí…
-Ah, no. A mí no me engañas. Aparta.
-Oye… no te pongas así. No quiero matarte.
-Claro que no… -comenta ella con sarcasmo-. Yo a ti tampoco –añade
con ironía-.
Leon pone cara de abatido.
-Vale. Dejemos de hacer el tonto. Estoy desarmado y tú también. Y lo
sabemos de sobra –comenta sonriendo-. No nos asustemos sólo porque
seamos… distintos.
-Aparta…
-Por favor. Vamos, si quisiéramos matarnos no íbamos a hacer lo que
hemos hecho.
Ella se relaja un poco.
-Todo lo que te he dicho antes es verdad y no lo retiro. Vamos a hablar,
si quieres, incluso tomo champán y… luego, si quieres, te vas sin ningún
problema. ¿Confías?
Rebeka mira al techo.
-Sí. ¿Y tú?
-Sí, claro. Y olvidemos la última parte de esta conversación, por favor…
-Eso es más difícil.
-Ya se verá –comenta Leon ladeando la cabeza-.

197
NAZARETH SERRANO

198
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

CAPÍTULO 19: COORDENADAS

AÑO 1270 DC

PLANETA DE HIELO
BASE AVANZADA DE LA RESISTENCIA
EN UNA HABITACIÓN

J ack entra y la puerta se cierra de manera automática tras él. Está en la


habitación de Blake, que ya está despierto, pero sigue sufriendo las
fases de la mutación. Gotas de sudor manan por su cara, le tiemblan las
manos y tiene los ojos enrojecidos.
Blake se encuentra sentado al borde de la cama, manteniéndose así a
duras penas. Jack ya se ha duchado y cambiado, pero Blake sigue llevando
el traje de caza y continúa teniendo restos de sangre por la cara y la
vestimenta.
-¿Qué ocurre? –pregunta Jack acercándose y sentándose a su lado-.
¿Estás peor?
-No… bueno… da igual –le mira con los ojos vidriosos y comenta:- He
perdido… el collar.
Jack da un buen manotazo a su propia rodilla y masculla un “mierda” a
la par que se levanta y comienza a caminar dando vueltas.
-Claro, joder, se me olvidó… Lo tendrá el koradi al que mataste… te lo
arrancó. Tengo que volver…
-No. Voy yo.
-¿En tu estado?
Blake alza la mano.
-Jack. Alguien tiene que controlar la máquina de traslado y no podemos
contar para qué volvemos. Yo no sé controlar nada. Tengo que ir yo.
Jack se detiene, agacha la cabeza y suspira.
-Sí… puede que tengas razón… Bueno, podríamos inventar algo…
-Mejor no tentar a la suerte. Ya has visto el cariño que me tienen
algunos…
Jack asiente con la cabeza.
-¿Estás bien?. Bueno, ¿lo suficientemente bien como para viajar y
conseguir el collar sin que te maten?
Blake asiente pesadamente con la cabeza mientras aprieta los dientes.
El dolor de sus sienes remonta.
-¿Seguro?
-Sólo déjame lo más cerca posible del punto en el que ocurrió todo.
Encuentro el cadáver, cojo el collar y el cuchillo… -añade y Jack pone los
ojos en blanco por la desesperación. Si algún koradi se hubiera fijado en
ese arma… puede que descubrieran la verdad sin mucha dificultad-. Y
vuelvo –termina Blake tras aspirar una bocanada de aire-.
Jack asiente con la cabeza.

199
NAZARETH SERRANO

-Puedo simplemente usar las coordenadas del último viaje y así te


sitúas. La entrada se ha formado unos metros más allá del lugar del
“incidente”, ¿no?
-Sí.
-Pues en marcha.
Blake coge fuerzas de donde no las hay y se levanta. Cuando Jack lo
mira él sonríe malamente y procura por todos los medios poner buena cara,
aunque no lo consigue. Camina temiendo desplomarse, pero no dice nada.
Él ha sido el causante de todo y él debe arreglarlo, o eso piensa.

PLANETA TIERRA
MIAMI BEACH, FLORIDA
EN LA SUITE PLATINUM DEL CASINO

El champán baila en el interior de las copas cuando estas brindan con


su característico sonido.
Leon tiene los ojos brillantes y sonríe con naturalidad. Está borracho. Se
encuentra recostado sobre el sillón que hay en la antesala, que es de
terciopelo blanco. Rebeka está a su lado, en la parte donde el sillón tiene
un cómodo asiento de mayor tamaño para que su ocupante pueda reposar
las piernas estiradas. Ella está de lado, con las piernas semiflexionadas y
parcialmente apoyada en el respaldo con finura. Lleva su bonito y un tanto
corto vestido negro puesto, por lo que tiene cuidado de juntar las piernas
para no dejar ver lo que Leon ya debe conocer.
Leon, por el contrario, está en calzoncillos, medio echado con las
piernas, podría decirse, colgando de cualquier manera.
Ella da un sorbito a su copa, él bebe todo el contenido sin pudor.
Leon ha contado toda su vida a Rebeka, y contesta a todas sus
preguntas. Ella no ha contado casi nada sobre sí misma, pero Leon ahora
parece ser un cordero y ella la “la loba feroz”. Rebeka está impresionada
consigo misma. Ella no es así habitualmente. Al contrario. Se considera
tímida, una mujer que pasa desapercibida y que no busca nada. Ahora se
comporta como la chica mala que nunca fue y, en cierto modo, le divierte
que alguien como Leon, que parecía un hombre de hierro que sólo quiere a
las mujeres en la cama y luego si te he visto no me acuerdo, se funda en
sus manos. Es como si hubieran cambiado los papeles. Sí, le gusta este
tipo, pero no puede echar por tierra todo por él. Debe saber si puede confiar
en él o no. Bastante tiene con su hijo, que usa su “verdadero” nombre y se
ha vuelto bastante famoso, más de la cuenta cuando uno quiere pasar
desapercibido. Y para colmo, no tiene bastante con andarse con ojo con
posibles esbirros de “La Colmena”, que ahora debe preocuparse por los
koradis y el odio que, dicen, tienen hacia ellos, los atlantes o variaciones de
estos. Leon es koradi, pero no parece peligroso ni nada por el estilo.
Rebeka aprendió que las apariencias engañan el día en que pensó que su
hijo estaba en el depósito de cadáveres. Desde ese día, lo de ver para
creer se queda atrás. Eso ya no le es suficiente.

200
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

Rebeka quita la copa de la mano de Leon, que mira con detenimiento


como la joven se incorpora para dejar ambas copas sobre una mesa
auxiliar y luego vuelve junto a él.
El pobre parece estar en el cielo y la mira como si observara a una
Diosa.
Ella le coge por el mentón y le besa levemente y, de repente, los
recuerdos de Leon inundan la mente de Rebeka.
Ella se retira un poco asustada. Tal vez no debería haberlo
emborrachado.
Él busca la boca de Rebeka inclinando su cabeza y ella se deja besar.
La vida de Leon pasa ante los ojos de Rebeka. Su estancia en “La
Colmena”, su fuga, su niñez, su adolescencia, sus trabajitos y sus robos,
sus trucos con las cartas y la cara de los guardianes.
Rebeka se retira. Él la mira y pregunta:
-¿He hecho algo que te moleste?
No, besa bien. Sí, debe besar como Zeus, más o menos, piensa
Rebeka.
-No. Es que creo que he bebido demasiado.
Mentira. Ella sólo ha bebido un par de copitas, el resto lo ha echado en
la copa ajena, y Leon lleva más cubatas, eso está claro… todo por su culpa,
también eso está claro.
-¿Quieres acostarte?. Digo a dormir… -se apresura a aclarar Leon, que
quiere que su chica esté a gusto y no piense que lo único que busca de ella
es una buena noche-.
-No. No estoy tan mal.
-Ah… si necesitas algo, dilo.
Ella sonríe y niega con la cabeza.
-¿Te llevo a casa?.
-No puedes conducir.
-Steve es de confianza. Es mi guardaespaldas. Puede llevarte si quieres
irte.
No, no quiere irse. Una oportunidad como esa no se presenta todos los
días.
-¿No tenías dos guardaespaldas?. En las fotos suelen verte con dos
tipos.
Leon agacha la cabeza.
-Ya… Mi otro guardaespaldas debe estar… muerto o algo peor.
-Lo siento. ¿Qué le pasó?
-Tenía un hermano cabrón que… se cambió de bando.
-Ah. ¿Y lo capturaron los de “La Colmena” esa que dices?
-Sí. No puedo ayudarle. Lo haría, pero no puedo.
-Ya, lo sé.
-Creo que está vivo… pero… no puedo arriesgarme. Me he mudado,
intento no aparecer en los periódicos y aún así tengo que quitarme de
encima a esos tipos a cada momento.
Él se recuesta en sus piernas y ella le acaricia el pelo.
-No tienes la culpa.

201
NAZARETH SERRANO

-Sí. Ese chico confiaba en que, estando de mi parte, no le pasaría esto.


-Pero…
-Diablos. Le ayudaré.
Rebeka eleva la ceja. No quiere que su futuro posible novio se meta en
semejantes líos.
-Bueno. No sabemos si está vivo…
-Sí, sí que está vivo. Lo sé –admite Leon-.
-Bueno, bueno. De eso hablaremos mañana.
-¿Eso significa que dormirás conmigo?
Ella sonríe.
-¿Y esta vez desayunarás a mi lado? –se apresura a preguntar él-.
Ella le atusa la barba por debajo del mentón y Leon inclina la cabeza
para que prosiga. Rebeka se ríe cuando cierra los ojos y se acurruca como
un gato mimoso.
-Me encanta que me acaricien de esa manera.
-Con razón te llaman Leon. Aunque te quedaría mejor minino.
Él abre un ojo y finge un mordisco acompañado de un gruñidito
simulado.
-No te confíes.
Rebeka sonríe y palpa su sien. Entonces vuelve a ver los pensamientos
de Leon, pero esta vez no ve su pasado, sino su futuro… un futuro extraño,
pues no entiende nada.
También recibe información sobre Jack y el desconocido hasta ahora
Blake, al que no puede verle la cara con claridad. Lo que si ve de él, es que
acabará metiéndose en demasiados problemas con “el hombre de hierro”,
como lo llamará ella a partir de ahora, ya que hasta su rostro está cubierto
con un extraño casco metálico. La última visión que tiene es la ejecución de
un líder rebelde que se enfrenta a un imperio. Pero no parece un destino
inmutable. Es como si supiera que ese chico puede cambiarlo todo.
Rebeka se pregunta en qué lugar se darán tales hechos y en qué fecha,
pero sus visiones, o las de Leon, mejor dicho, no atienden a razones o a
espacio-tiempo, simplemente se muestran como imágenes rápidas pasando
sin cesar en su mente.
Cuando la experiencia termina, Leon se ha quedado irremediablemente
dormido en sus piernas. Así, hasta parece bueno y apacible. No es lo que
ella entendería como “koradi”.

FECHA SIN DETERMINAR

PLANETA SIN DETERMINAR

Blake consigue ver todo como si sus ojos fueran cámaras infrarrojas.
Huele la sangre. Las partículas volátiles transportan su característico olor
hasta sus fosas nasales. Sus pupilas se hacen más grandes y todo su
cuerpo responde de forma extraña. Sigue mutando, le duele horrores la

202
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

cabeza, y de vez en cuando, punzadas de dolor atenazan sin piedad sus


sienes, que siente como taladradas por hondos y gruesos ejes.
Se pone bajo la supuesta protección del magno tronco de un árbol, en
dirección del viento, y observa y escucha con atención.
Unos animales, tres más exactamente, están dando buena cuenta del
cadáver. Parecen lobos, pero son más grandes y un tanto más jorobados
que los que él ha visto en la Tierra, bueno, en fotos, pues nunca ha visto
uno de verdad.
Hay dos con el pelo grisáceo y un tercero, el más grande, con el cabello
más oscuro. Uno de los grisáceos anda triturando un hueso. Blake piensa
que el húmero y se pregunta si ya han dado buena cuenta del resto del
brazo.
El negro anda liado con las vísceras y mete su largo hocico sin piedad
entre la carne abierta y sangrienta del abdomen.
Blake no tiene ganas ni fuerzas para luchar contra tales bestias, pero si
deja que terminen, puede que sea tarde, que tenga que volver o,
simplemente, que pierda el collar porque alguno de esos bichos se le ocurra
llevárselo entre los dientes, cosa poco probable, pero con su suerte… todo
puede pasar, piensa él.
El “lobo” gris de menor tamaño olisquea el aire y mira hacia la dirección
donde está Blake, el cual, al creerse descubierto, se cubre con el tronco y
reza para sus adentros.
Entonces ve una sombra que se acerca lentamente a él. El lobo gris
deja de olisquear e intenta comer, pero el negro le pone en su sitio a base
de mordiscos. Se escuchan gruñidos y aullidos y ambos se enzarzan en
una “pelea” simbólica, pues en realidad sólo están recordando sus rangos.
El gris se pone patas arriba en señal de sumisión y se retira, con el rabo
entre las piernas, a buscar trozos desechados por el negro durante la
descuartización de la presa.
Blake sigue observando la sombra. Vislumbra unos ojos rojizos y
brillantes, tal vez más por su forma de ver las cosas en esa noche tan
oscura y sin luna que por el verdadero color del iris del visitante.
Blake respira tranquilo al ver a un can de caza, seguramente extraviado
o dejado atrás durante la “retirada”.
El can no envidia en tamaño a los lobos, pero es dócil y se echa frente a
Blake, que eleva la mano con intención de acariciarlo. El perro reacciona
agachando la cabeza. Blake le da unas palmaditas en el lomo, porque la
cabeza la tiene cubierta con el “casco” y el perro le lame la mano.
Blake vuelve a ser presa de un sofocante calor que mana desde lo más
profundo de sus huesos. Siente náuseas y la visión se le nubla. Lucha por
mantener la conciencia y el perro lame la cara cuando el líder se agacha
quedando hecho un ovillo.
Cuando se recupera vuelve a palmear al perro, esta vez en el pecho y
comenta.
-Amigo, tienes que espantar a esas cosas. ¿Sabes lo que te digo?... Oh,
diablos, ¿cómo me vas a entender?
El perro sale corriendo. Blake escucha gruñidos, aullidos y… silencio.

203
NAZARETH SERRANO

Se incorpora a duras penas y echa un vistazo esperando que el perro


sea el mal parado. Pero las cosas no son así. El can, orgulloso, marca
territorio a golpe de orín en un árbol.
Blake se acerca al cadáver… o lo que queda de él. La cara está
deformada por los dientes de los lobos. La sangre prevalece sobre
cualquier cosa. Le falta parte de un brazo y hay parte de los intestinos
sacados como si se trataran de simples cuerdas. Huesos astillados,
vísceras sacadas de su sitio o inexistentes… un caos maloliente y
sangriento.
Blake encuentra su cuchillo a medio metro del amasijo de carne medio
devorada, pero por más que busca no da con el collar. Guarda el arma.
El perro lo mira y comienza a oler el suelo, indicándole el camino por el
que se han ido los “Dioses” y los guerreros de la tribu.
Blake, medio agotado, consulta su muñequera. Le queda tiempo.
-De acuerdo, te sigo.

Blake indica al perro que se agazape tras una gran roca y el can, como
si pudiera entenderse con el “humano” a la perfección, hace justo lo que le
mandan.
Blake suspira, visiona sus alrededores y sale del escondijo que ha
escogido para el can. Parece que su mutación sigue paulatinamente, pero
al menos, ahora no le duele tanto la cabeza y el calor se ha disipado. Su
equilibrio anda algo tocado, pero consigue moverse con rapidez y entrar en
el templo indicado.
Lo primero que ve es un extenso pasillo cuyas paredes, techo y suelos
albergan extraños grabados. Blake no se para demasiado a mirar, pero no
puede evitar echarle un vistazo a la historia sobre los Dioses que allí se
cuenta.
Pasa por debajo de un gran arco y accede a una sala circular que tiene
tres salidas. La sala está también decorada con diversos grabados, en el
centro hay una estatua, la de un Dios, y también hay una especie de pila a
la derecha y un altar de piedra a la izquierda.
Blake coge el camino central y transita un nuevo pasillo, este sin
grabados.
Sigue caminando por el pasillo en la penumbra, pero igual que en los
anteriores, usa su nueva capacidad visual y, sin demasiados problemas,
camina y camina por el vaivén que conforma el corredor.
Accede a otra sala, esta cuadrada, que está decorada con varias
estatuas, diversos grabados y tiene doce salidas… o entradas, según se
mire.
Blake no se lo piensa, entra por el quinto arco que precede la entrada y
camina y camina sin cesar hasta dar con una antesala pequeña.
Más allá está la “habitación” donde Wolf y Sam dormitan tendidos sobre
esterillas acolchadas con pieles de animal.
Blake se vuelve a encontrar mal. Consulta su muñequera y ve que el
tiempo se acaba.

204
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

No puede hacer otra cosa, nada más que, con paso lento y tedioso
acceder a la sala. Wolf y Sam no parecen despertarse con sus pasos,
aunque a Blake le parecen demasiado ruidosos, pues retumban
inclementes en su cabeza, haciendo que cada paso le parezca su sentencia
de muerte.
Visiona la penumbra en busca de objetos. Ve el altar, sobre el que
duerme Wolf, a Sam en el suelo, las estatuas y las pilas de agua.
Por más que mira no encuentra su collar. Supone que alguno de los dos
lo lleva encima, y como conoce a Wolf, se decanta por la idea de que él lo
haya encontrado y haya decidido quedárselo.
Con paso lento y todo lo sigiloso que le sale, se acerca hasta el altar,
con cuidado de no pasar demasiado cerca de Sam, que duerme en el
suelo.
Wolf parece profundamente dormido. Blake visiona dos collares en su
cuello. Se coloca en la cabecera. No es capaz de distinguir el suyo con
tanto cambio en su cuerpo, así que, pensando que puede volver aquí y
enmendar el “robo” que piensa cometer, extiende una mano temblorosa que
se acerca paulatinamente al cuello de Wolf.
Una partícula de sudor mana de su palma y se queda colgando de su
dedo índice en forma de gota vacilante. Blake está a punto de tocar los
collares, justo cuando la gotita cae e, irremediablemente, alcanza la cara de
Wolf.
Eso sería suficiente estímulo para despertar a un koradi… y también a
Wolf, el cual siente la presencia extraña, se levanta de un salto y lo
siguiente que sabe Blake es que una luz azulada deslumbra sus delicados
ojos.
Blake cierra los párpados y Wolf usa su espada para arremeter, sin
piedad ni desacierto, contra el tórax de Blake, al que acierta de lleno.
Blake siente que una energía lo traspasa de lado a lado. Le cuesta
respirar y, sin previo aviso, se ve derribado por una onda de energía.
Inmóvil en el suelo piensa que no le duele tanto como pensó, pues
ahora debe estar desintegrándose poco a poco…
Abre los ojos y se palpa la zona dañada. La coraza está intacta. Si Wolf
hubiera apuntado a su cuello las cosas hubieran sucedido de otra manera,
pues Blake no lleva el collarín. Pero Wolf no ha pensado, sino que sólo ha
actuado.
Se levanta a la par que lo hace Wolf, el cual se ha quedado atónito al
ver que su espada ha sido repelida por una simple coraza. Él también ha
caído a causa del choque de fuerzas.
Sam, con tanto jaleo, termina por levantarse y, de repente, las antorchas
del templo prenden y arden con un fuego rojizo y un tanto fantasmagórico.
Lo primero que visiona Sam es la cara de Blake, que arrullada por el fulgor
de las llamas brilla por el sudor que cae sobre su tez bronceada. Sus ojos
esmeralda está enrojecidos y parece estar enfermo, pues sus músculos se
muestran tensos, duros como piedras. A Sam le sorprende el estilo de
Blake en cuanto a peinado y barba, pero más le sorprende su indumentaria.

205
NAZARETH SERRANO

Esa coraza es la de un guardián, uno de los que existieron en la Atlántida y


no tiene ni idea de cómo diablos ha podido conseguirla.
Wolf, recién levantado no le parece tan impresionante.
Wolf interpone su espada entre sí mismo y el visitante, pero Blake, por
ahora, no saca sus armas.
-Siento haberos asustado. Sólo quiero mi collar –comenta el chico con
una voz más grave de lo que Wolf recordaba-.
Wolf se ríe.
-Y una mierda…
Blake aprieta los dientes ante las punzadas que, de nuevo, atacan sus
sienes.
-Vamos, por favor, no lo puedes usar. ¡¿para qué coño lo quieres?! –
brama perdiendo los nervios. Tiene que volver en breve o se quedará
atrapado hasta que le vengan a buscar… es decir, hasta que Jack vuelve a
abrir el portal, pues nadie sabe dónde está, salvo él-.
Wolf reacciona un tanto tarde. Sonríe y niega con la cabeza.
-Si lo quieres, tendrás que…
-Dame el collar, ahora –indica Blake extendiendo la mano-.
Wolf se parte de risa. Sabe que el chico es un tanto cobarde y bastante
inseguro. Puede que finja ser un poco rudo, pero Wolf sabe, o mejor dicho,
piensa, que no ha cambiado en absoluto.
-Dáselo –indica Sam, que aunque no sabe qué le pasa, sabe que Blake
no está de buen humor y que, contrariamente a lo que piensa Wolf, no es
un simple “humano”, y algo le dice que ahora no es siquiera un “simple
híbrido”-.
-No –indica Wolf-. Y no te metas, estoy hablando con el maricón.
Blake no responde ante el insulto. Simplemente, se intenta acercar, pero
Wolf se apresura a colocar la espada a la altura de la garganta.
-Maricón, si quieres que te dé el collar, vas a tener que hacer algo por
mí. Pero tranquilo, no voy a hacerte disfrutar, como lo hacía ese tipo viejo
con el que vivías.
Blake pone una mirada extraña.
-Lo que te voy a pedir, hijo de puta…
<Puedes decirme lo que quieras, menos hijo de puta…> -piensa Blake
y, en un rápido movimiento, saca un par de armas…
…Sam sin saber qué ha pasado exactamente, se ve irremediablemente
estampado contra la pared cuando Blake, en su carrera desenfrenada se
larga de allí con los dos collares en la mano.
Palpándose la espalda dolorida, Sam vuelve a la bipedestación, pero no
tarda en agacharse al lado de su hermano, que yace en el suelo,
aparentemente inconsciente con toda la cara sangrando, aunque no por un
tajo, al parecer, pues más bien tiene varias brechas.
-Wolf, vamos, despierta…
Sam intenta, en vano, despertar a su hermano. Está vivo, que ya es
decir después de lo que ha pasado. Si hubiera sido otro koradi, las cosas
podrían haber sucedido de manera distinta, aunque Wolf, seguramente, no
aprenderá la lección.

206
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

Más allá de la posición de ambos se encuentra la espada de Wolf, o


más bien, media espada.
Sam deja a su hermano sobre el altar y mira atónito el arma partida en
dos. ¿Cómo diablos ha hecho eso Blake?, o mejor dicho, ¿con qué arma?
Sam empieza a pensar seriamente si están preparados para enfrentarse
a “seres de los abismos”.
Y algo más aflora a su conciencia, ¿cómo ha llegado Blake hasta ellos?,
¿puede llegar a la Tierra?.
De ser así, tal vez vendría bien disculparse y, si es posible, pedirle
ayuda… si es que le vuelve a ver.
Sam suspira, se sienta al borde del altar y mira a su hermano. Niega
con la cabeza y espera a ver si cicatriza o tiene que hacer algo para curarlo.
Afortunadamente, las heridas cierran despacio, pero sin dejar rastro.

Blake traspasa el portal esperando volver al Planeta de Hielo, pero no


acaba allí precisamente.
Mira a su alrededor y, atónito, descubre un mundo extraño… y habitado.

207
NAZARETH SERRANO

208
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

CAPÍTULO 20: LA TRAMPA DE NEPTUNO

5 de marzo de 2013

PLANETA TIERRA
WASHINGTON DC

E l sueño de William se desquebrajó cuando recordó un nombre.


Kevin. Un adolescente que podría convertirse en el heredero de
parte de los Laboratorios Omega. Para colmo, él se ha convertido en su
tutor legal. Bueno, él y su mujer, que ahora le tiene atado en corto. William
lleva un mes sin tener relaciones íntimas extramatrimoniales. Su mujer, al
menos, le tiene satisfecho, pues no hay vez que él pida y ella no se
entregue, sin rechistar, a sus deseos. Al menos, eso hacía antes de la
separación momentánea, pues ella ahora está en la casa de Miami. Supone
que ella no le va a ser infiel, pero eso no le reconforta. Él necesita más,
necesita conocer otros cuerpos. Rita ha sido despedida por William, el
nuevo presidente de los Laboratorios Omega. Y este cargo, lejos de ser lo
que William pensó, es una bomba. Tiene que decidir, firmar, reunirse…
apenas tiene tiempo libre. Viaja por negocios y cuando lo hace apenas sale
de la habitación de un hotel o de la sala de reuniones de una empresa.
Para colmo de males, William tiene contacto con “La Colmena”, pues
gestiona dinero para financiar algunas obras que se están llevando a cabo
en ella. Tiene que reunirse con esos tipos vestidos de negro y que suelen
llevar gafas de sol, los intermediarios de los verdaderos directores, a los
que nunca ve. Ha tenido que trasladarse aquí, dejando la casa de Miami
para sus días libres. Esta mansión está mejor, pero a él le gusta su casita al
lado de la playa.
Por ahora nadie le ha raptado, matado ni han intentado hacer nada raro
con él, pero William siempre se pone nervioso cuando un coche le sigue
durante demasiado tiempo y piensa que todos los transeúntes le miran con
cara rara. Para colmo la prensa se lo come cada vez que hay un nuevo
rumor o cuando alguna patente sale a la luz. Está harto. Y en casa también
hay problemas. Anastasia no acepta a Kevin, ni a su hip-hop ni a sus
pósteres de boxeadores… bueno, a uno sí que acepta. Friederich ni
siquiera se ha cambiado el nombre. Es como si mantuviera un pulso con
sus creadores y, no contento con dejarse ver en las revistas y en una
película, encima deja bien claro quién es.
Anastasia ha colgado un póster enorme en la pared de su habitación y
Kevin, por no escuchar los chillidos de la niña, le ha “regalado” el póster
robado sin rechistar. Aún así Ana no traga al nuevo inquilino y, de vez en
cuando, a Kevin le pasan cosas “raras”.
William comprende que su hija no es normal, pero no sabe hasta qué
punto puede ser “especial”.

209
NAZARETH SERRANO

La niña ha enterrado, gracias a Kevin, el hacha de guerra en cuanto a


su madre, a la que le da más cuartel, pues cuando William no está en casa,
es la única que la puede ayudar con Kevin, su rap y sus cosas.
Kevin ha intentado preguntar a William, de forma amable, cosas que
tiene que saber un hombre en cuanto a mujeres se refiere. Pero William se
ha librado de tal charla un par de veces. No sabe cuánto más va a poder
matar la curiosidad del chaval, al final tendrá que contarle algo, pero no
sabe qué debe decir y dónde parar. A él nadie le contó nada, todo surgió y
aprende sobre la marcha cualquier cosa que una mujer pueda necesitar de
él.
Anastasia, por su parte, lo que hace es preguntarle cosas sobre
atlantes, egipcios, mayas y mil cosas más. Parece interesada en ese tipo
de cosas. A William no le molesta contestar o leer lo que la niña quiera,
pero no puede consentir que sepa quién es su padre o qué pudo llegar a
ser.
Kevin va a la escuela y Anastasia recibe clases en casa. La profesora,
muy guapa por cierto, está asombrada con la pequeña e insiste en que se
le hagan test, pero William se niega por motivos más que evidentes. No
quiere que su hija llame la atención con los esbirros de “La Colmena” tan
cerca de él. A veces, hasta piensa que hay micrófonos o cámaras en la
casa.
William intenta ver las noticias sentado en el sofá, pero Ana, sentada en
su regazo, se empeña en que le explique algo sobre el Triángulo de las
Bermudas. El padre, desarmado ante los encantos de su princesa, le
explica algunas cosas, pero no todas, sobre lo que sabe a cerca de este
lugar.
-A ver… ¿dónde se sitúa exactamente el triángulo?
-Pues…
-¿Y por qué se le llama Triángulo de las Bermudas?
-Pues…
-¿Y por qué hunde barcos?, ¿a dónde va a parar lo que se traga?
-Más despacio, bomboncito mío.
La niña se ríe ante el mote y, al fin, escucha.
38
-A ver. Empecemos desde cero. Le llaman Triángulo de las Bermudas ,
pero su forma no es exactamente triangular. Tiene como vértices, o al
menos se incluye en sus límites, tres puntos en el Atlántico occidental: el
archipiélago de las Bermudas, al noreste; por el sur, la Isla de Puerto Rico y
al noreste la península de Florida.
>Sin embargo esos límites parecen ser pulsátiles, ya que se extienden y
encogen alternativamente. Hay ocasiones en las que las fuerzas del
Triángulo llegan a afectar a las Azores, por el Este o más allá de Cuba por
el Oeste. Aunque, por lo general, el área del Triángulo se suele ver limitada
por un torbellino lento y gigantesco, que es la Corriente del Golfo, un río
poderoso que se mueve cruzando el mar a una velocidad de unos seis

38
Ver mapa 1 al final del libro.

210
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

kilómetros por hora. En la latitud quince Norte confluyen las corrientes del
atlántico sur con las del Noreste y avanzan rodeando el Mar de los
Sargazos, hacia el poniente. Un poco al Sur de Puerto Rico, una gran rama
se desvía hacia el Norte, lame las costas orientales de Cuba y Florida y
cobra rumbo Noreste hacia las Bermudas, reuniéndose con el curso
principal que llega desde el Golfo de México. Frente a las Bermudas
nuevamente se desprende un brazo del río que toma rumbo Sureste hasta
alcanzar la latitud treinta Norte y allí se desvía al Sureste para recomenzar
el remolino.
>Dentro de esos límites, en un periodo de veintiséis años, tras el
término del Segunda Guerra Mundial, en mil novecientos cuarenta y cinco y
hasta mil novecientos setenta y uno, han desaparecido más de mil
personas. Se han esfumado.
>Más de un centenar de barcos y aviones han desaparecido en este
lapso de tiempo de igual manera, en medio de una atmósfera transparente.
-¿Y dónde fueron?
William se encoge de hombros.
-De estas desapariciones no se ha podido encontrar ni un sólo cadáver,
ni un despojo, ni un pequeño fragmento de barco o avión.
>Por cierto, antes me refería a desapasiones reales e inexplicables.
Luego han habido en esa zona otros naufragios de barcos y aviones que
tendrían, supuestamente, una explicación natural. Aunque estas
explicaciones resulten rebuscadas y llenas de “coincidencias”. Y tampoco
hemos tomado en cuenta los hundimientos por borrascas o huracanes. No,
sólo me referiré a las desapariciones que no tengan causa explicable, como
es el caso de la célebre escuadrilla de cazas bombarderos Avenger llamado
“El Vuelo 19”, que alcanzó ribetes alucinantes de horror y desconcierto.
>Y con este caso estalló en el mundo entero la celebridad del Triángulo
de las Bermudas.
Anastasia está más que interesada, por eso calla y deja que su padre
continúe con la historia. La niña ha abandonado el regazo de su padre para
tumbarse, bocabajo en el sofá, sosteniendo su cabeza con sus brazos
semiflexionados, mirándolo con detenimiento.
William continúa.
-El cinco de diciembre de mil novecientos cuarenta y cinco, el estado de
ánimo en la Base Aeronaval de Fort Lauderdale, próxima a Miami, Florida,
era de optimismo y buen humor, tanto para los instructores de pilotos de
combate como para los pilotos alumnos. La guerra había terminado con la
victoria absoluta de Los Aliados. Los Estados Unidos habían ratificado su
condición de primera potencia absoluta en el planeta y la sombra de la
guerra parecía haberse disipado en un cielo tan despejado y puro que se
había sobre sus cabezas: azul transparente con escasa nubosidad alta.
Una temperatura de dieciocho grados Celius soportaba muy bien la brisa
liviana del sureste cuya velocidad no sobrepasaba los diez nudos. La
visibilidad era excelente, el horizonte podía marcarse con la precisión del
filo de un bisturí.

211
NAZARETH SERRANO

>A las doce treinta y cinco, concluyendo los cafés de sobremesa, se


comentaba sobre el extraño percance de desorientación que aquella misma
mañana le había ocurrido a una escuadrilla de instrucción. De manera
inexplicable, les había sido imposible encontrar el rumbo de regreso a la
base, y habían tenido que utilizar un campo alternativo, ochenta kilómetros
más al norte.
>¡Lástima, una calificación mala para el teniente instructor!. No se
puede ser el jefe de un grupo, veterano en misiones difíciles en combate
real, a menudo en tiempo borrascoso, viniera a desorientarse aquí, en una
mañana despejada, luminosa y sin ningún tipo de presiones contra su
misión de entrenamiento.
>Sin embargo había ahí dos aviadores que no se sentían de buen
humor. Uno se llamaba Alian Kosnar, veterano y valiente piloto, fogueando
en Guadalcanal, tripulando aviones mucho menos seguros que los
39
modernos Grumman TBM3 “Avenger”. El otro era el teniente Charles
Taylor, jefe de la escuadrilla de instrucción, también veterano de muchas
acciones arduas y complejas, con una experiencia de dos mil quinientas
horas de vuelo en misión. Ninguno estaba seguro de por qué sentía una
aversión especial a salir aquella tarde al ejercicio de bombardeo naval
previsto. Del teniente Taylor hay constancia de que, a las trece, quince
horas, es decir, cuarenta y cinco minutos antes del comienzo del vuelo,
presentó una solicitud para no participar en él. Como no daba razones
válidas, sino un “antojo”, la solicitud fue denegada.
>El otro, Kosnar, no cumplió con el Reglamento. Como estaba a pocas
semanas de su retiro de la Aviación Naval, no se presentó.
>El informe meteorológico de la base fue positivo: buen tiempo,
visibilidad óptima, sin variaciones en las próximas horas. Los mecánicos
echaban la ojeada final a los flamantes aparatos mantenidos con pulcritud
de clínica suiza.
>A las catorce cero, cero, los cinco motores comenzaron a ronronear.
Cada piloto conocía el sonido de su motor, como se conoce los ruiditos del
automóvil. Los instrumentos verifican el funcionamiento de los
servomecanismos y sistemas hidráulicos, de los sistemas eléctricos, de los
aparatos de comunicación y navegación.
>La normalidad familiar de cada sonido, de cada lectura de
instrumentos, debió tranquilizar el mal humor de Taylor, pues se le oyó
bromear por el radiotransmisor que estaba permanentemente conectado
con la Torre de Control de la base. Nivel de combustible, lectura de
tacómetro, temperaturas, presión del aceite…
>A las catorce diez horas, la escuadrilla despegó de acuerdo al plan de
la misión. Debían volar trescientos kilómetros hacia el este y hacer un
ataque con torpedos contra un pontón blanco después de una serie de
maniobras de combate, una maniobra de fuga los llevaría setenta y cinco
kilómetros hacia el Norte. Finalmente el regreso a la base. El total de la

39
Ver imagen 14 al final del libro.

212
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

misión equivalía, contando con los ejercicios de combate, a unos


novecientos kilómetros de vuelo. La autonomía de combustible de los
Avenger era de mil ochocientos kilómetros. Disponían, pues, de un ciento
por ciento de tolerancia en cuanto a consumo de combustible. Por otra
parte, todos sabían que era un vuelo de crucero, volar en un Grumman
TBM3 resultaba de lejos más seguro que ir en un coche por una buena
carretera.
>A las quince, quince horas, faltando sólo cuarenta y cinco minutos para
el término de la misión del “Vuelo 19”, cumplidas ya las tareas de combate,
la Torre de Control esperaba la comunicación rutinaria sobre la hora de
llegada de la escuadrilla. Recibieron en cambio una llamada sorprendente.
Era la voz del teniente Charles Taylor. Sonaba tensa, desconcertada, pero
sin trazas de pánico.
>”FT28 a Torre de Control. FT28 a Torre de Control… Esta es una
emergencia… FT28 a Torre de Control, esta es una emergencia…” –narra
William cambiando la voz y hablando a través de sus manos cerradas una
sobre la otra, para darle un toque diferente-.
>Verificaron el contacto por radio, el teniente Taylor continuó: “Parece
que hemos perdido el rumbo, no podemos ver tierra. Repito… no podemos
ver tierra.”
>”¿Cuál es su posición?”
>”No estamos seguros de nuestra posición. No podemos estar seguros
acerca de dónde estamos. Parece que nos hemos extraviado…”
>”Tome el rumbo debido. Recto hacia el Oeste”.
>“No sabemos en qué dirección está el Oeste”
>La voz de Taylor comenzaba, paulatinamente, a dejar traslucir un
enervamiento mayor.
>”Todo anda mal. Es extraño… No podemos estar seguros de ninguna
dirección… Ni siquiera el Océano tiene un aspecto normal”.
>La base de Fort Lauderdale estableció contacto por radio con las
demás bases de la costa Sudoriental de los Estados Unidos, hasta que la
base Langley, en Maryland, incluyendo la gran base de Cape Hatteras,
solicitando información meteorológica o referente a cualquier fenómeno que
pudiera inducir a la desorientación de los pilotos. Un buen tiempo, una tarde
magnífica para volar cubría el área total. Otros vuelos de instrucción se
cumplían sin contratiempos, y vuelos de rutina, tanto militares como
comerciales, se estaban efectuando sin novedad en zonas muy próximas a
aquella donde supuestamente debía encontrarse la escuadrilla en estado
de emergencia.
>Mientras tanto, por cierto, la frecuencia de radio destinada a
emergencias se mantenía libre y abierta de forma continuada.
>Tanto los aviadores como los hombres de mar han aprendido, por una
amarga experiencia de dolor y muerte, la importancia de cumplir
rigurosamente las disposiciones de seguridad. Un piloto necesita solamente
ocho segundos para proporcionar a quienquiera que lo escuche la
información precisa para que lo puedan encontrar y socorrer. Por el Canal
de Emergencias, el hombre dirá, primero un número de seis cifras, que

213
NAZARETH SERRANO

corresponderá a la latitud con un margen de error de no más de cien


metros. Un segundo número de seis cifras indicará la longitud con igual
precisión. Un tercer número de tres cifras indicará la dirección en que se
desplaza. Y finalmente se indicará su velocidad. Esto, acompañado de la
palabra “MAYDAY”, pone instantáneamente en movimiento todo un
gigantesco aparato de auxilio que, en un plazo mínimo, se encontrará en el
lugar señalado. En este caso los números que el teniente Charles Taylor
debería hacer dicho son los siguientes, aproximadamente: “MAYDAY…
MAYDAY… 384315… 681245… curso 184… 240 nudos. MAYDAY,
MAYDAY”.
>Él tendría la certeza de que ningún radiotransmisor estaría interfiriendo
su llamada de auxilio, pues esa frecuencia es casi sagrada para marineros
y aviadores.
>Dadas las distancias a las bases costeras la escuadrilla habría debido
recibir auxilio en menos de veinte minutos. Y ciertamente eso lo sabían
bien, no sólo Taylor, sino cada uno de los ocho tripulantes que lo
acompañaban en la misión. Sabían también que esos excelentes aviones
podían amarizar de emergencia sin sufrir graves daños personales. Los
Avenger estaban destinados a operar sobre mar, y tenían una flotación
garantizada de noventa segundos. En numerosos entrenamientos
anteriores todos ellos habían comprobado que podían evacuar sus aviones,
en caso de siniestro, en sólo sesenta segundos. Por último, cada TBM3
llevaba en la cola una balsa salvavidas que se desprendería inflada en
cuanto el aparato se posara en el mar.
>¿Por qué entonces, ni el teniente Taylor ni ninguno de los demás
pilotos trasmitió el mensaje salvador?
>La desorientación debió ser extrema. Debieron haberse visto
imposibilitados para establecer contacto con sus goniómetros hacia las
radiobalizas de la zona, abundantes y seguras como los faros. Cuando un
superior experimentado llega a reconocer que no está seguro de su
posición, ni de su rumbo, es porque han fallado sus instrumentos y ni
siquiera puede encontrar el Sol.
>Y de ello, lo más significativo es que hayan fallado los compases
giroscópicos. A diferencia del compás magnético, que es muy sensible a
cualquier interferencia de magnetismo, el girocompás se basa en el
principio inercial del giroscopio, que indica hacia el Norte como la brújula,
pero no se trata del Norte magnético, sino del Norte verdadero. Y lo hace
así por la sencilla razón de que la Tierra gira hacia el Este.
>La única manera de que un girocompás deje de indicar con toda
exactitud hacia el Norte, sería interrumpir la energía eléctrica que lo hace
girar.
>En Fort Lauderdale la alarma se propagaba con la perplejidad.
>La recepción radial se veía cada vez más interferida por ruidos de
cargas estáticas intensísimas. Pero aún se lograba detectar a ratos las
trasmisiones de los Avenger. Sin embargo, resultaba evidente que los
aparatos ya no lograban recibir las trasmisiones de la Base. ¿Qué misterio
era ese?

214
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

>Lo normal, lo lógico, es que el avión reciba bien las trasmisiones de


tierra, cuya fuente es mucho más poderosa y dotada de antenas de alta
eficiencia. Si la base lograba recibir las trasmisiones, con más razón la
escuadrilla debería estar recibiendo las trasmisiones de la base.
>Y sólo habían pasado quince minutos desde la primera llamada del
teniente Taylor, cuya sigla como Jefe de Vuelo era FT28.
>A las quince treinta horas en Fort Lauderdale lograron recibir y grabar,
como todo el resto de las trasmisiones, el mensaje de uno de los aviones a
otro, cuyo piloto era un joven alumno de nombre Powers, pidiéndole
información sobre las indicaciones de su compás. Powers le respondió: “No
sé dónde estamos… Debemos habernos perdido cuando hicimos aquel
último giro.”
>La voz del teniente Taylor reapareció en medio del bullicio de la
estética, tratando de comunicarse con el capitán Stivers, instructor del
Vuelo 19, pidiéndole también información acerca de los girocompases de
éste. La respuesta de Stivers fue tajante: “Los instrumentos están locos. El
altímetro no funciona. La mira parece desenfocada… Mis dos compases
han dejado de funcionar… Procuren seguirme visualmente. Estoy tratando
de hallar Fort Lauderdale… Estoy seguro de que nos hayamos sobre los
Cayos, pero no sé a qué altura…”
>Otra voz en los transceptores de radio aconsejó volar rumbo al Norte,
tratando de guiarse por el Sol.
>La voz que le respondió pudo haber sido la de Powers, que decía:
“Pero si nada es normal… ¡ni el Sol es normal ahora!”.
>El muchacho sí denotaba ahora un verdadero miedo que, no obstante,
lograba someter a fuerza de disciplina.
>Nuevamente el capitán Stivers: “Acabamos de pasar sobre una
pequeña isla. No sé cuál puede ser. No hay más tierra a la vista.”
>¿Es que estaban descubriendo islas donde no las hay?
>En todo caso quedaba claro que no estaban sobre los Cayos y la
escuadrilla completa se había extraviado de verdad, puesto que no
distinguían tierra.
>A las catorce horas, los fragmentos captados mostraban
desorientación completa. Ni siquiera sabían de cuanto combustible
disponían. Ignoraban la hora. Cada girocompás indicaba un Norte diferente.
>Con la voz ya muy alterada, se oyó la voz de Stivers: “Mayday… no
sabemos dónde nos hayamos. Creemos estar a unas doscientas veinticinco
millas al oeste de la Base. Debemos haber pasado sobre Florida y
encontrarnos sobre el Golfo. Intentaremos un cambio de rumbo de ciento
ochenta grados para no alejarnos en exceso.”
>A partir de ese momento las trasmisiones fueron debilitándose por
momentos. Algunos fragmentos deshilvanados, pero inquietantemente
significativos, pudieron todavía captarse a intervalos: “Parece que estamos
entrando en agua blanca… Completamente perdidos. Mayday, Mayday…
respondan”.

215
NAZARETH SERRANO

>A las catorce cero cinco horas, se hizo contacto con un nuevo avión,
40
un poderoso anfibio MartinMariner , bimotor, con diez tripulantes,
preparado para amarizar y efectuar eficientemente cualquier misión de
rescate en mar abierto. El potente aparato informó que, a mil ochocientos
metros de altura, había fuertes vientos.
>Fue el último mensaje que trasmitió el avión de rescate. Se había
sumado a la lista de la inexplicable desaparición.
Anastasia mira a su padre con una críptica expresión en el rostro.
-¿Y por qué piensas que pasó eso?
-Es bastante irracional pensar en la desaparición de seis naves de
guerra perfectamente equipadas para situaciones de emergencia.
>Uno de los portavoces oficiales de la Comisión Investigadora formada
por el Pentágono para examinar este hecho, que fue un escándalo para la
Seguridad Nacional de los Estados Unidos, hubo de reconocer en
conferencia de prensa: “Está perdida… se presenta como un misterio
completo. Es el misterio más extraño que jamás ha investigado la Aviación
Naval.”
>Otros miembros de la Comisión fueron igualmente cautelosos en sus
declaraciones, aunque debieron admitir el fracaso de las investigaciones. El
capitán W.K. Wingard dijo: “Los miembros de la Comisión no hemos podido
ni siquiera llegar a formular alguna suposición aceptable acerca de lo
ocurrido”.
>Uno de los participantes, comandante de la Guardia Costera de la
Marina de U.S.A., admitió con lúgubre sinceridad: “¡No tenemos ni la menor
idea sobre qué demonios ocurre allí!”.
>Y no era para menos. Conociendo la ruta a seguir por la escuadrilla, el
área de rebusca era relativamente limitada. Se la recorrió palmo a palmo y,
de hecho, no se descuidó ni siquiera recoger fragmentos de basura tan
pequeños como un guante de goma, un envase vacío de refresco y una
camisa de mujer. Y nada de lo encontrado pertenecía a los seis aviones y
diecinueve aviadores desaparecidos. Las playas fueron revisadas
minuciosamente, con igual resultado. En esa región de aguas claras y
tibias, entre las islas más bonitas del planeta, había ocurrido lo que un indio
41
de piel roja del norte calificó como “la medicina mala de Wendigo ”,

40
Ver imagen 15 al final del libro.
41
"El Wendigo" (también conocido como windigo, windibum o witiko) es una criatura o
espíritu propio de la mitología de los indios algonquinos y otros grupos afines culturalmente,
que se supone habitaría en los bosques más septentrionales y profundos del continente
americano. Aparentemente es una personificación de la llamada atávica -y la fascinación
rayana en la locura- que los bosques profundos y la naturaleza más salvaje provoca en los
hombres y, en su faceta más oscura, un mito para explicar la bestia en la que se puede
convertir un ser humano cuando hace caso de dicha llamada. Este mito podría estar
relacionado con historias entre los pueblos indios acerca de casos de canibalismo para
sobrevivir a los duros inviernos de estas duras zonas del continente.
El Wendigo se personifica unas veces como el viento sobre las copas de los árboles o como un
espíritu, otras como un ser musgoso que habita en lo profundo del bosque, otras como una
terrible criatura mitad bestia mitad hombre. El Wendigo "llama" a sus presas por su nombre,

216
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

refiriéndose al demonio legendario que roba seres humanos y trineos y,


llevándoselos por los aires, los vuelve invisibles, aunque los aterrorizados
testigos puedan oír todavía sus voces de espanto que extrañamente se van
volviendo delirantes, como si les embargara una euforia.
>Como las últimas trasmisiones del teniente Taylor, captadas en Florida
y guardadas en secreto durante veinte años hasta salir a la luz gracias al
periodista Artie Ford. En ellas puede escucharse: “¡No vengan a
buscarnos!... ¡No vengan a buscarnos!... Nos están llevando… exterior…”.
Y la transmisión se perdió dejando una sensación desoladora en la lejanía.
>Como es natural, semejante misterio y el fracaso oficial por encontrar
una explicación, desencadenaron diversas reacciones. Por lo pronto, el
nombre de Triángulo de las Bermudas pasó a ser conocido en todo el
mundo. Y sin embargo, un año antes, ya se había producido allí otra
desaparición inexplicable.
>Esta desaparición tuvo algunos caracteres especiales, según la refirió
el comandante Richard Stern, quien gobernaba uno de los siete grandes
bombarderos pesados que el diecinueve de diciembre del cuarenta y cuatro
volaba hacia Italia. El oficial relató que, a unos quinientos kilómetros al
Oeste de las Azores, durante un vuelo nocturno con cielo despejado y con
tiempo sereno, su bombardeo fue súbitamente atrapado por una especie de
turbulencia de terrible poder con tanta violencia que hizo que la gran
aeronave diera una voltereta, en la que la tripulación salió disparada hacia
el techo. Luego fue succionado hacia abajo y, sólo acelerando al máximo
los cuatro motores, Stern logró estabilizar su bombardero.
>Temiendo tener averías, optó por retornar a su base en la costa
Norteamericana, donde se encontró con que sólo su avión y otro que
también regresó por las mismas razones habían escapado del inexplicable
fenómeno. Los otros cinco bombarderos desaparecieron sin dejar rastro.
>El relato del comandante Richard Stern señala específicamente que el
misterioso fenómeno de “turbulencia” se produjo sin transición alguna del
más plácido vuelo a la turbulencia incontrolable, como si una mano invisible
se hubiera apoderado del avión. Igualmente, en cuanto estabilizó el
aparato, el fenómeno desapareció, mostrando que se producía en un área
muy pequeña y desconectada del resto del aire nocturno. Enfatizó que en
ningún momento hubo otro signo de mal tiempo, y que ese tipo de
turbulencia no correspondía a ninguna otra que él hubiera experimentado
antes o estuviera descrita en los textos de meteorología.
>Como el hecho sucedió en tiempos de guerra no se le dio publicidad
alguna. Pero es la primera referencia a fenómenos por completo anormales.
Stern descubrió aquella turbulencia como “algo equivalente a lo que debe
sentir una mosca atrapada en una aspiradora” y opinó que a él le había
parecido que se trataba de algo artificial, por completo distinto de las más
extrañas corrientes naturales del viento. Esta opinión del comandante ha
sido corroborada posteriormente en forma oficial por la Marina de los

→ y cuando éstas oyen su llamada no pueden evitar el correr a las profundidades del bosque y
perderse para siempre.

217
NAZARETH SERRANO

Estados Unidos, particularmente ahora que se dispone de los satélites de


observación meteorológica capaces de detectar hasta las raíces mismas
donde la tromba, el tornado o el huracán se forman a partir de simples
corrientes de aire de distinta presión y temperatura.
>El capitán S.W. Humphrey expresó: “No se cree que exista una
aberración atmosférica en esta zona, ni que haya existido en el pasado. Los
vuelos de escuadrillas de aviones y patrullajes aéreos se realizan con
regularidad en esta región sin que se hayan producido incidentes”.
>El capitán Humphrey confirma perfectamente lo detectable: no hay
ninguna razón atmosférica. No hay causa natural ninguna. Incluso,
permanentemente, centenares de aviones y embarcaciones grandes y
pequeñas cruzan la zona del Triángulo sin que “ocurran incidentes”.
>Los “incidentes”, cuando ocurren, son por completo antinaturales.
>Y ante lo antinatural surge la imaginación. Con frecuencia la ignorancia
de los observadores aficionados les lleva a sacar conclusiones absurdas y
a sostener teorías caprichosas. Incluso hubo quien sostuvo que las algas
del Mar de los Sargazos serían los restos de las florestas de la Atlántida…
adaptados a la supervivencia del medio marino.
42 43
>Hay quien culpa a monstruos marinos. Ictiosaurios o plesiosaurios
tragándose aviones y barcos.
>Pero donde más confluyen las teorías es en el campo de la Atlántida y
el de los Ovnis. Y de estas suposiciones tan sólo se puede decir que al
menos presentan una serie de concordancias con los signos que se ha
logrado recolectar en torno a las desapariciones y el destrozo de naves.
>Es comprensible que se busquen explicaciones aún en lo más
irracional, pues el cerebro humano no ha sido concebido para aceptar que
se violen sus marcos inmemoriales de referencia que se llaman “los
preceptores inconscientes”. Y también es comprensible por la misma razón
que otros opten por rechazar que allí haya algo anormal y que se trata
simplemente de acumulaciones de hechos fortuitos, de “coincidencias” que
a veces pueden ser extrañas.
>Lo que estas últimas personas ignoran es que la frecuenta con la que
suceden estos fenómenos inexplicables es tal que, de tratarse en verdad de
puras coincidencias, estaríamos frente a un misterio todavía peor: el
misterio de que en el Triángulo de las Bermudas, las matemáticas dejarían
de funcionar como tales. La repetición cinco veces seguidas de una
combinación de factores casuales de sólo mil momentos sólo podría darse
en una proporción de uno en mil billones. En otras palabras, entre una
coincidencia así y la siguiente, deberían pasar unos siete mil quinientos
millones de años. Y la vida en nuestro planeta, se supone, que sólo tiene
tres mil quinientos millones de años.

42
Ver imagen 16 al final del libro.
43
Ver imagen 17 al final del libro.

218
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

>Así, pues, la teoría de la “casualidad” viene a resultar más irracional.


Más imposible incluso que la teoría de que supervivientes atlantes estén
jugando sucio con máquinas superavanzadas.
Anastasia abre mucho los ojos cuando escucha eso.
-Muchos observadores más dedicados y mejor preparados coinciden en
señalar que podrían producirse allí aberraciones ocasionales de tipo
magnético suficientemente intensas como para alterar la conducta de las
ondas hertzianas y de la misma luz, sin contar los efectos en materias
mucho más densas que el aire y el agua… o los objetos sólidos del aparato.
>Lo que estos observadores no explican es la aparente ausencia de
efectos de tales fuerzas magnéticas en el organismo humano. Las aguas
del cuerpo humano deberían alterarse en forma equivalente a las del
océano; si hay variaciones en la tensión superficial, el efecto orgánico sería
muy intenso y seguramente podría provocar la muerte de los sujetos
sometidos a ellas. Lo mismo ocurriría si hay interferencias eléctricas que
alteraran la conductibilidad y la polaridad de la electricidad dinámica. Un
cambio en la conductibilidad de la sinapsis del sistema nervioso central
provocaría parálisis y, eventualmente, muerte inmediata. Hasta ahora no ha
habido una investigación de los fenómenos biológicos que pudieran
relacionarse con los misterios del Triángulo de las Bermudas.
>Pero debe reconocerse, en apoyo de los atlantes, los ovnis y las
grandes energías electromagnéticas, que hay numerosos antecedentes que
relacionan el Triángulo de las Bermudas con esos temas.
>El geólogo alemán Otto Mucke, en su obra “La Atlántida” aporta
pruebas científicamente consistentes en el sentido de que la célebre isla de
Timeo platónico habríase situado en torno a las Azores, islas que
corresponderían a las más altas cumbres del sector Nororiental del
subcontinente perdido. Pero sin importar mucho si aquella inmensa isla en
del Atlántico, que se hundió hace, dicen, unos quince mil años, fue o no la
Atlántida, el hecho mismo de tal catástrofe tuvo enorme importancia para el
futuro de la humanidad.
>La teoría de Otto consiste en que un objeto venido del espacio exterior
golpeó la superficie terrestre con suficiente masa y velocidad como para
atravesar el océano, el fondo marino y los extractos sólidos inferiores
abriendo un cráter que alcanzaba hasta el magma de la materia fundida en
el corazón del planeta. Por dicho cráter salió hacia fuera un aterrador chorro
de lava de gran presión, liberando una energía superior a mil bombas de
hidrógeno, que levantó una columna de humo y vapor de agua hasta la
estratosfera. Esas aguas vaporizadas, siguiendo la rotación de la Tierra,
habrían originado al enfriarse, el Diluvio Universal. Asimismo, la lluvia de
cenizas sobre el Atlántico habría cubierto vastas zonas del océano con
masas de piedra pómez flotante, cuya aglomeración habría originado las
misteriosas “Islas Flotantes”, mencionadas en tantas crónicas de antiguos
navegantes. La última Isla Flotante fue descrita en el siglo dieciséis y
corresponde al término de lento anegamiento de la piedra pómez con agua
de mar y su rehundimiento al cabo de unos quince mil años.

219
NAZARETH SERRANO

>Pero el efecto directo en la geografía produjo el abono del subsuelo


oceánico, formando fisuras y grandes hundimientos. La plataforma
continental muestra señas claras de hundimiento por la parte oriental. Las
altas y recientes cordilleras americanas, los Andes, muestran evidencias de
haber emergido desde el nivel del mar. Asimismo, la suave pendiente del
fondo marino en el Atlántico indicaría el hundimiento que seguiría la
“abolladura” en la zona comprendida entre las Bermudas y las Azores.
>La desgracia de los atlantes es que la parte abollada era precisamente
la plataforma en que su isla reposaba. Aquel objeto del espacio exterior
halló la forma de aniquilar la Atlántida, si es que era ella, sin provocar
polución radiactiva.
>El Triángulo de las Bermudas, así como la Corriente del Golfo que
entibia las costas de Europa, el Mar de los Sargazos y las misteriosas
ruinas sumergidas, de antigüedad incomprensible halladas en las zonas,
vendrían a ser efectos secundarios del hundimiento de la isla y del impacto
de aquel poderoso objeto llegado del espacio exterior.
Anastasia quiere saber más, así que no duda en preguntar:
-¿A parte de las grabaciones del Vuelo 19, hay más testimonios de
fenómenos parecidos?
-Bueno, fuera de los testimonios arrojados o las transmisiones del Vuelo
19 y el comandante Stern, hay otros testimonios que permiten acumular
datos para describir mejor qué es lo que pasa, cómo se presentan las
anomalías.
>El siete de julio del sesenta y cuatro, la piloto comercial
norteamericana Carolyn Cascio trasportaba a un pasajero desde Nassau
hacia la isla de Gran Turco. El vuelo se efectuó sin novedad hasta que llegó
el momento de aterrizar. En la Torre de Control recibieron la llamada de la
joven piloto: “No puedo encontrar la ruta. Algo extraño ha comenzado a
ocurrir. Sé que debo estar ahora mismo sobre Gran Turco, pero me
encuentro por completo desorientada. Estoy dando vueltas por encima de
dos islas que no conozco, y allí debiera estar Gran Turco. No hay nada en
esas islas. Ni nada donde poder aterrizar”.
>La muchacha mostraba gran presencia de ánimo, pero había
realmente ansiedad en su voz cuando preguntó con cierta entonación de
esperanza infantil: “¿Hay alguna manera de salir de aquí?”.
>Numerosos observadores de Gran Turco testificaron que en esos
momentos vieron un avión que daba vueltas y más vueltas, vacilante, por
encima de la isla y sus hermosas construcciones. Súbitamente el avión dejó
de verse y oírse. Carolyn Cascio, su pasajero y su avión desaparecieron.
Jamás se encontró rastro alguno.
>En noviembre del mismo año, Check Wakeley, piloto de Sunline
Aviation, de Miami, tubo la siguiente experiencia: “Me encontraba a dos mil
quinientos metros de altura, a unos noventa kilómetros de Andros, volando
rumbo a Nassau. Mientras me acercaba a las Bikini comencé a notar algo
extraño, una especie de resplandor muy débil sobre las alas… las alas
parecían transparentes y de un color verde pálido, azulado, cuando en
verdad eran blancas. Durante unos cinco minutos el resplandor fue

220
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

haciéndose más intenso, tanto que me encandilaba y comenzó a dar


vueltas. Los instrumentos, todos, comenzaron a comportarse de forma
absurda. De pronto el piloto automático pareció dar un brinco haciendo que
el avión diera un violento giro a la derecha. Tuve que desconectarlo…”
>El hombre describe en detalle la conducta de sus instrumentos que
parecen “enloquecidos”. Agrega: “Pronto el avión entero resplandecía con
luz emitida por el mismo avión. Ahora las alas brillaban fuertemente con su
color azul verdoso, y además parecían cubiertas por una capa
resplandeciente”.
>Según la descripción del piloto, su salvación se debió a que no trató de
maniobrar. Desconectando el piloto automático, se fijó una recta y dejó que
el avión volara. Al cabo de quince minutos el brillo disminuyó hasta
desaparecer. Entonces todos los instrumentos volvieron a su ser y pudo
concluir el viaje sin novedad.
>Completa su informe diciendo que son muchos los pilotos que han
tenido experiencias semejantes, pero que nadie quiere hablar de ellas: “No
es fácil hallar un buen trabajo de piloto comercial, ¿sabe?. Uno no quiere
arriesgarse a perder el empleo”.
>Y por último te contaré el caso del CD3 con treinta y seis personas a
bordo, que llegaba a Miami el veintisiete de diciembre a las cuatro cuarenta
y cinco horas, se comunicó alegremente con el Aeropuerto de Miami,
anunciando su aterrizaje en diez minutos.
>Amanecer limpio, por la radio se oían villancicos con que los pasajeros
saludaban a un nuevo día. El piloto volvió a establecer contacto diciendo
que ya se veían las luces de Miami y se preparaba para aterrizar. Termino
alegre comunicación. El aparato desapareció en la nada, a la vista de
cientos de personas.
>Testigos que han participado en las rebuscas de recate han coincidido
en referirse a “extrañas luces” en el mar y a “grandes formas oscuras” bajo
la superficie. También ha habido conciencia en señalar que se suele
escuchar una especie de trueno, a pesar de que el cielo esté
completamente despejado.
>Hay cuatro testigos de “grandes bolas de fuego lejanas”.
>Es decir, en aquellas ocasiones en que se producen las
desapariciones misteriosas, en todo el área y muchas horas después de
producido el percance, siguen advirtiéndose fenómenos anormales.
>Hace tiempo que los físicos están estudiando los conceptos de espacio
y no desdeñan en absoluto la posibilidad de que el nuestro no sea el único
“espacio” posible. Que nuestro espacio comparta una o más dimensiones
con otros “espacios” que contienen sus respectivos universos. Y al
compartir algunos elementos, podrían producirse aperturas impensadas.
Aperturas casuales o provocadas por la inteligencia de seres
tecnológicamente muy avanzados.
>Bueno, pero todo eso son teorías.
Anastasia sonríe. En su cabeza miles de preguntas y datos se
entremezclan en un aquelarre, aparentemente sin sentido.

221
NAZARETH SERRANO

Por un momento piensa en puertas a otros universos y, no sabe por


qué, piensa en su boxeador favorito, Friederich.

222
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

CAPÍTULO 21: EL GUÍA DE LA LUNA

PLANETA TIERRA
MIAMI BEACH, FLORIDA

losencomienda
músculos de sus brazos se tensan. La vasodilatación periférica, que
el organismo para irradiar calor y así ajustar la
temperatura, se hace incuestionable. Pequeñas gotas de sudor se hacen
evidentes en su frente, brillantes bajo la luz fluorescente.
Mitch mantiene los párpados cerrados y, sin esfuerzo, eleva y desciende
las pesas tumbado en una estructura que deja sus piernas semiflexionadas
y sus pies pegados al suelo. Sobre su cabeza se alza el soporte de las
pesas. Está en el gimnasio, que tiene varios aparatos destinados al cultivo
del cuerpo.
Elisabeth lo observa de pie, en el costado derecho. No ha entablado
conversación con él desde la noche en que su posthumano favorito le dejó
claro que estaba harto de que lo tratara como a un juguete.
Si quiere recuperarlo tendrá que usar sus armas de siempre, así que no
tiene pudor alguno en agacharse y darle un beso a la altura de la cintura.
Mitch flaquea y deja las pesas en su sitio, a la par que abre los ojos y
visiona el rostro de Elisabeth, la cual sonríe, se sienta sobre sus piernas y
acaricia sus abdominales.
Michel Angelo suspira y, sin incorporarse y mirando al techo, pregunta:
-¿Qué quieres? –con sequedad-.
-Ya lo sabes…
Le intenta bajar los pantalones. Mitch se resiste y se los sujeta con
firmeza.
-Joder… Elisabeth.
-También se puede decir así…
-No voy a acostarme contigo. Así que si no quieres nada más… pues ya
sabes.
Mitch flexiona el cuello para mirarla a los ojos. Ella se ríe. Mitch se
incorpora haciendo que ella se quite de encima y queda de piernas abiertas
sobre la estructura de las pesas.
Elisabeth imita su posición y se sienta frente a él. La joven pone cara de
buena y le intenta atusar la barba. Él retira la mano con delicadeza.
-También quería hablar –aclara ella-.
El echa aire por la nariz y asiente con la cabeza.
-De acuerdo –dice mirándola a la cara-. ¿De qué quieres hablar?
-Lo siento.
-¿Qué sientes?
-Haberte tratado como a un perro.
-No. A Coronel le tratas mejor… -comenta Mitch y se intenta levantar,
pero ella lo coge por los hombros y lo devuelve a la posición con
delicadeza-.

223
NAZARETH SERRANO

-Vamos –le atusa la barba. Esta vez él no la retira-. Tú quieres acostarte


conmigo y yo una reconciliación. Estás haciendo ejercicio para olvidarte del
sexo, pero no puedes.
Mitch sonríe.
-Ahora soy un obseso…
-No he dicho eso –comenta jugando con la goma de los pantalones-.
Sólo quiero decirte que lo siento mucho –mete la mano por debajo del
pantalón-. De verdad. No volverá a pasar.
Él no se derrite, pero no la retira. Ella, con la mano libre, lo coge por la
nuca y hace que se acerque.
-¿Qué no volverá a pasar?
-Te tratare bien.
Le intenta besar, él no se retira, pero tampoco abre la boca. Elisabeth le
lame los labios y, luego, con la punta de la lengua, juega con el labio
superior y lame la cara interior de este.
Ella se separa y Mitch la busca sin pudor. Ya le tiene de nuevo en sus
brazos, piensa acertadamente ella.
Luego Michel Angelo la besa con más ganas. Sus lenguas se mezclan y
allanan boca ajena sin mesura. Elisabeth saca la mano del pantalón y pega
más su cuerpo al ajeno. Cuando se separan un momento Mitch comenta
con la cara a escasos centímetros de la de Elisabeth:
-¿Vamos al cuarto? –jadeante y ya incitado-.
-¿Para qué?
-Elisabeth… -comenta él con evidencia-.
-¿Para qué?
-Para hacer el amor.
-No. Aquí.
-¿Aquí?, ¿y si entra Alex…?. Mejor…
Enmudece cuando ella se quita la parte de arriba del kimono dejando a
la vista sus senos desprovistos de ropa interior que los tape.
Mitch se recuesta al instante. Ella sonríe maliciosa y empieza a bajarle
los pantalones. Él se sostiene en los pies para elevar las caderas y facilitar
tal trabajo. De la herida de su pierna no ha quedado ni rastro, tampoco ha
dejado marca la del cuello, así que está como antes, con su cicatriz en el
costado.
Por un momento, Elisabeth hace una comparación mental entre Mitch y
Adolph.
Luego piensa que en conjunto le gusta más Mitch, porque le gusta que
alguien tan frío y cerebral se vuelva loco cuando le roza. De Adolph le gusta
la rudeza y lo bruto que es, también en la cama, donde ella, en ocasiones,
era la poseída por el contrario. Sin embargo, con Mitch no quiere eso.
Quiere sentir que le tiene a sus pies, quiere verlo derretido en sus manos.

224
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

AÑO TERRESTRE 2017 d.C.

ATLÁNTIDA, SÉPTIMO REINO


EN EL TEMPLO DE LA LUZ

Gerhard despierta envuelto en sudor frío. Su respiración rápida y


superficial apenas oxigena su ajetreado cerebro, que mantiene una
actividad frenética, aún trastabillando la conciencia entre el mundo de los
sueños y el de la realidad.
Se ha quedado dormido… otra vez. Desde que volvió a palacio no ha
dejado de tener esas pesadillas en el que todo el mundo le pide ayuda y él
no puede hacer nada. También sale en sus sueños un tipo vestido con la
coraza de guardián, pero no distingue su cara. Y también preside sus
sueños un tipo que cubre su cara con una máscara de hierro.
No entiende nada, y nadie le explica nada. Su padre le ha
encomendado el trabajo de traducir algunos textos que cobijan muros o
manuscritos, pues dice que sólo él puede hacerlo.
Eso no sería un trabajo difícil, de no ser porque apenas duerme.
Suspira y continúa su trabajo pensando por un momento en alguien que
no es su mujer. Piensa en Amin-Hat y se pregunta por qué no ha vuelto a
aparecer ante su presencia. Tal vez esté enfadado. La verdad, ahora eso le
da igual. Sólo quiere volver a casa y hará lo que sea para conseguirlo.
Bosteza y busca la espada que llevaba encima. Ha desaparecido. En su
lugar hay un botecito plateado. Desenrosca la tapa y descubre unas
cenizas negras. Frunce el ceño, pero luego sonríe.
-Un trato es un trato.

EN “LA GRUTA DE LA LUNA”

Blake camina pesadamente por la gruta. No sabe por qué ahora ha


aparecido aquí. Ha estado en otros lugares, o tal vez, todo sea un sueño,
piensa él. Le da igual. Sea sueño o realidad, todo lo que ocurre debe ser
por algo. Amin-Hat dijo que tendría que continuar solo, seguramente porque
su misión era convertirse en líder de La Resistencia Koradi. Pues bien, si
eso es lo que le piden, lo hará. Si tiene que volver a separarse de su madre
para garantizar su seguridad y poder cumplir íntegramente su misión, lo
hará. Hará lo que sea, aunque Amin-Hat, la única persona que le ayudó en
los momentos más difíciles de su vida, ahora haya tenido que dejarle.
No importa, sólo tiene que recordar algunas de sus palabras para saber
que está preparado. Por una vez en su vida no se siente fuera de lugar, ni
un don nadie. Puede que esté perdido en un planeta cuyas costumbres le
parecen del todo irracionales, puede que cualquier descuido le lleve a ser
descubierto, puede que haya tenido que mutar, matar a ese koradi, cosa de
lo que se siente orgulloso, sino culpable, puede que haya tenido que robar
esos collares… le da igual. Por una vez en su vida siente que merece la
pena seguir viviendo, que nacer no es un castigo y que, a pesar de lo que

225
NAZARETH SERRANO

todos puedan pensar, puede cumplir su destino, sea cual sea, pues nada
teme y nada anhela. Se podría decir que no tiene nada que perder, salvo,
por supuesto, a su madre. Y alguien que no tiene nada que perder, tiene
mucho por ganar. Aunque, por ahora, eso Blake no lo sabe.
Antes de llegar a la Atlántida, Blake ha viajado a otros lugares que le
han impresionado. El primer destino al que viajó era un lugar precioso. La
naturaleza en estado puro. No había ni rastro de civilización, ni una sola
roca pulida, ni una sola huella de calzado, ni un sólo olor artificial… Nada.
Era un lugar extraño, pero cautivador.
Había un río de aguas claras que dejaba ver el fondo arenoso. Había
muchos árboles, y muchas plantas y flores. Brillaba el Sol cuando llegó,
coronando un cielo despejado, iluminando con sus rayos dorados todo lo
que tocaba.
Él apareció a orillas del río, que plácido en ese momento, arrullaba las
orillas al igual que una suave brisa arrullaba las ramas más jóvenes de los
árboles.
A Blake no le importó perderse en ese momento y, siguiendo las
instrucciones de Jack, se quedó en el sitio, esperando a que volvieran a
abrir el portal.
Eligió una roca cualquiera y allí reposó. Cerró los ojos y no pensó en
nada. Escuchó la naturaleza, sintió la brisa y se dejó llevar por el aroma
original.
No sabe cuánto estuvo allí sentado, aunque le pareció poco,
seguramente fue mucho, pues se necesita tiempo para conseguir no pensar
en nada, para dejar que los sentidos se inunden por una vez de la pureza
del ambiente.
De repente abrió los ojos y vio a alguien frente a él. No podría decir si
era hombre o mujer, pues aunque parecía desprovisto o desprovista de
ropa, en ese ser no distinguió sexo, o tal vez, no se fijó. Tampoco podría
decir si era alto o delgado, o cómo era su rostro. Sin embargo estaba allí
pudiera o no vislumbrar su cara o su cuerpo.
Quiso hablar, pero no pudo. Siquiera pudo emitir un sonido. Por esto no
se preocupó, tampoco por la presencia del extraño, que llevaba algo en las
manos. En una de las manos, no sabría decir cual, llevaba una fruta y en la
otra un cuenco de lo que parecía ser oro con agua dentro.
El ser le preguntó si quería beber o comer, pero sin abrir los labios en
ningún momento.
Blake no tenía hambre ni sed, así que alzó las manos y sonriendo,
intentó decir que no necesitaba eso.
El ser dijo “si te quedas con el agua, puedes quedarte con el cuenco. En
él puedes ver algunas cosas, saber si tus miedos van a convertirse en
realidad”.
Blake pensó que el cuenco era bonito, extraño y seguramente valioso,
ya no por el material, sino por la antigüedad y más aún por lo que decía el
extraño acerca de ver el futuro, o más bien, parte de él. Sin embargo, no
tenía sed.
Entonces, de repente, pudo hablar.

226
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

-A mi lado hay un río, por lo que puedo beber. Frente a mí árboles


frutales, con ellos puedo comer. Agradezco tu acción, pero no lo necesito. Y
saber lo que pasará podría condicionar mis actos. Mi maestro me dijo que si
quiero ver el futuro, debo estar preparado para aceptarlo sin cambiar
drásticamente mi misión. Creo que no estoy preparado para algunas cosas,
así que prefiero no pensar en eso ahora.
“No tendrás que darme nada a cambio” –advirtió el ser-.
-Es que tampoco tendría nada que darte –contestó Blake-.
El ser dejó el cuenco y la fruta en el suelo y dijo: “¿Por qué te atormenta
tu pasado?”
Blake se extrañó ante la pregunta, pero fue sincero.
-Porque maté a un hombre.
“¿Acaso no se lo merecía?” –preguntó el ser-.
Blake pensó en Edmond y suspiró.
-Pues no lo sé. Pero hiciera lo que hiciera, no soy quien para quitar la
vida a nadie.
“Pero hay más vidas” –dijo el ser-.
-Pero yo no soy el juez de nadie, ni puedo decidir cuándo ha de terminar
una vida. Me siento realmente mal por ello.
“¿Y no te sientes mal por todo lo que te hizo?” –preguntó el ser-.
-Bueno. Me sentí mal por un tiempo, también me sentí mal cuando supe
que mi madre me abandonó, pero cuando la vi otra vez, no pude sino
abrazarla y alegrarme por volver a verla. Y todo lo demás se me olvidó
cuando ella me aceptó entre sus brazos. De igual modo, tal vez, Edmond
tenía algo que hacer en esta vida. Si pudiera volver atrás, prometo que
arreglaría eso. No puedo olvidarme de lo que pasó, pero puedo controlar mi
mente y saber que eso me ayudó, de algún modo, a ser lo que soy, para
bien o para mal… condicionó mi vida. Pero no puedo ir en contra de la
corriente del río y estancarme en el pasado. Ya no me siento mal por lo que
me hizo, sino por lo que yo hice, que es de lo que me debo preocupar, o
eso pienso.
El ser calló unos momentos. Luego dijo: “Si en verdad lo has perdonado,
cumplirás su último deseo”.
Blake recibió un encargo y aceptó cumplirlo en el momento en que le
fuera posible. Luego el ser dijo: “Vistes como un guerrero y portas armas.
Pide lo que quieras a cambio de una, y te daré lo que pidas”.
Blake sonrió, saco una de las armas, una daga koradi y la depositó a los
pies del ser, el cual preguntó: “¿Qué pides a cambio?”
Blake no se lo pensó en absoluto.
-Ya que te doy un arma que puede matar fácilmente tanto a atlantes
como a koradis, te pido a cambio una algo más poderoso.
El ser preguntó: “¿Qué clase de objeto me pides?”
Blake sonrió.
-No es un objeto lo que pido. Pido un gesto. Quiero un abrazo a cambio
de un arma.
El ser aceptó y abrazó a Blake, el cual sintió su energía purificadora.

227
NAZARETH SERRANO

Entonces el ser dijo: “Cambias un arma por un abrazo. Extraño guerrero


eres”.
Entonces el ser recogió el arma, que guardó en algún punto de su
vestimenta, ahora visible, que Blake no recuerda con exactitud, y le tendió
lo que sería su mano, que Blake aceptó. Y el ser le introdujo en el bosque.
Blake dejó de pensar en el portal y si se abriría o no en su ausencia. Y es
que ahora no pensaba en nada, estaba feliz y nada más.
Y mientras Blake seguía al ser, Gerhard soñó con el mismo lugar. Al no
poder hablar se puso nervioso. No se quedó en el sitio y buscó en vano el
palacio, el templo o cualquier rastro de su civilización. No comprendía que
no estaba en Atlántida.
Cansado de caminar se sentó en una roca frente al río, la misma que
uso Blake y se puso a pensar en su mujer, en sus hijos, en él mismo…
también en Alex, aunque no supo por qué exactamente. Tanto pensar le
estaba desesperando y comenzó a maldecir contra todos, pensando que lo
que vivía era real y no sólo un sueño. Entonces Amin-Hat apareció frente a
él. Gerhard lo miró con desgana, pues desde que volvió a palacio no lo
había visto.
Amin-Hat también llevaba el cuenco y la fruta y le preguntó: “¿Prefieres
bebe o comer?. Si prefieres el agua, puedes quedarte con el cuenco”.
Gerhard negó con la cabeza.
-Muy gracioso. Ahora llévame a mi mundo.
Amin-Hat negó con la cabeza. “Beber o comer” –dijo-.
-No necesito beber ni comer. Necesito volver a casa. Y no quiero el
cuenco, tengo muchos en palacio.
“Pero no como este” –advirtió Amin-Hat-.
Gerhard miró el cuenco de agua y vio su reflejo en el líquido, pero sólo
brevemente, pues luego el cuenco fue cubierto por una capa blanca de
humo.
“Este cuenco te permite ver algunas cosas, pero sólo sobre tus miedos”.
-Entonces prefiero el cuenco –afirma Gerhard-.
Amin-Hat se lo dio y se marchó con la fruta.
Gerhard sostuvo el cuenco entre sus manos y espero. El humo se fue
disipando y vio a su mujer, Arabelle. No le reconfortó, menos aún cuando
vio a Alex flirteando con ella de manera escandalosa. Cuando vio un beso
entre ambos tiró el cuenco y, por consiguiente, el agua al suelo.
-¡Y una mierda!, ¡no lo consentiré!
Amin-Hat reapareció.
-Me has engañado. Eso es mentira.
“No. Es verdad” –contestó él-.
-Entonces lo evitaré. Volveré antes de que ese cabronazo me robe a mi
mujer.
Amin-Hat no respondió.
-Me has engañado. ¿Para qué cojones me haces ver esto?.
“Tú has elegido”
-Hombre, si me dices que puedo ver lo que va a pasar… coño, ¿quién
no miraría?

228
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

Amin-Hat respondió: “Otro antes que tú ha pasado por aquí, se ha


sentado en esa roca y le han dado a elegir”
-Pues tendría mucha hambre y cogió la fruta.
“No cogió nada”
-Pero no sabría que el cuenco te mostraba el futuro.
“No se vio preparado para verlo”
-¡A mí nadie me ha advertido!
“A él tampoco”
-¡Pues vete con él, joder. Déjame en paz, vete con el puto guardián que
lo sabe todo!, ¡vete de una puta vez con Michel Angelo y que os den a los
dos!
Amin-Hat, sereno, contestó: “No es Michel Angelo el guardián que ha
pasado por aquí. Y no puedo ir con él porque no soy ya su maestro”
Gerhard lo miró con cara de asesino y masculló “Que suerte tiene el
cabrón”
-¿Quién es? –añadió en voz alta y con un tono un tanto insolente-.
“El guardián número doce” –respondió Amin-Hat-.
-¿Blake?. Cojones, claro, ese debe estar en la Tierra con su mamá, no
tiene de qué preocuparse. Estará soñando en su camita.
“No fue ese su destino tras entrar en la máquina”
-¿Y cuál fue?
“Fuere cual fuere, mi trabajo concluyó con él”
-¿Y conmigo no?. Ayúdame a volver.
“No puedo. Tienes que caminar tú solo por el sendero que te parezca
correcto. Has elegido uno y yo sólo puedo aconsejarte, más no obligarte”
-Mira… -elevó las manos-. Déjalo. Mi padre me ayudará.
“Vas a irte de aquí, pero antes tengo que preguntarte algo más. Me
gustaría que me dieras tu espada. ¿Me la entregarías a cambio de algo?”
Gerhard se llevó la mano al mentón y meditó unos segundos.
-Sí. Quiero volver a la Tierra, con mi mujer, mis hijos y con mi vida.
“Eso no te lo puedo conceder”
Gerhard suspiró sonoramente.
-Entonces quiero que Alex muera.
“Morirá, como todos”
-No. Rectifico. Quiero que el grandísimo hijo de puta de Alex muera
antes de que Arabelle caiga en sus artimañas y lo bese.
“Concedido. Entrégame tu espada” –dijo Amin-Hat extendiendo una
mano-.
Gerhard abrió mucho los ojos.
-¿De verdad?
“Cuidado con lo que deseas… dame tu espada y sellaremos el trato”
Gerhard le entregó la espada, que se desintegró en la mano de Amin-
Hat ante la atónita mirada del guardián, y de ella sólo quedó una ceniza
negra y humeante, que Amin-Hat recogió en un botecito de color plateado.
“Has cambiado un arma por una muerte. ¿Te parece un buen trato?”
-Puedo tener otra espada. Sí, es un buen trato cuando no puedo matar
a ese hijo de perra con mis propias manos.

229
NAZARETH SERRANO

“Bueno. Tal vez puedas matarlo con tus propias manos… si quieres”
Y desapareció. Gerhard se vio de repente trasportado por su mente a
otro mundo.
Luego Blake viajó a otro lugar, tras haber recibido algunas extrañas
enseñanzas, que por ahora no comprende. En el nuevo lugar no podía ver
nada. Y en medio de la oscuridad que afectaba a sus ojos, se escuchaban
lamentos, gritos de terror y de auxilio. Los elementos descargaban su ira
contra todos, el suelo temblaba violentamente, el aire era irrespirable,
volcanes en erupción y lluvias torrenciales alternaban su turno o luchaban
entre sí.
Al principio Blake se quedó dónde estaba, paralizado, escuchando a la
gente a su alrededor siendo presa del pánico.
Estaba asustado, sí. Asustado por no volver. Pensaba que si no volvía,
su madre y Jack nunca podrían regresar a la Tierra, y no sabía qué podría
pasar con ambos si él, como líder de La Resistencia, no hacía algo al
respecto, o qué pasaría si no podría ayudarlos como guardián número
doce.
Luego pensó que lamentarse de nada serviría. Tal vez había llegado su
hora. Después de todo, estuvo a punto de suicidarse con el revólver con el
que mató a Edmond. También piensa en la promesa que le hizo. No podrá
cumplir su última voluntad si muere, pero morir o vivir, en tales
circunstancias, no estaba en sus manos.
Entonces sintió una presencia a su lado. Se agachó sin ver nada y
estirando un poco la mano palpó el hombro de un niño. El chaval estaba
llorando, hecho un ovillo, agazapado sobre sí, sentado con las rodillas
pegadas al pecho y los brazos estrujándolas. Su cabeza quedaba hundida
entre tal amasijo de extremidades. Pero eso Blake, no podía verlo.
-No llores.
-Tengo miedo –dijo el niño-.
-No puedes tener miedo.
-¿Cómo que no?
-El miedo no existe.
Aunque Blake no pudo verlo, el niño alzó la cabeza.
-¿Cómo que no?
-Lo prometo. Mira, el miedo es un instinto que nos ayuda a sobrevivir.
Pero a veces, abusamos de él. Y si todos hiciéramos caso al miedo, pues la
gente no conocería planetas lejanos, o no aprendería a nadar, o no
exploraría cuevas oscuras…
-No es lo mismo.
-A ver. El miedo surge cuando estás en peligro, como ahora. Pero no
debes temer nada. ¿Sabes por qué?
-¿Por qué?
-Porque cada vida terrenal tiene un principio y un fin, pero el espíritu es
inmortal. Por eso, temer a la muerte es algo absurdo. Y aunque dejes cosas
por hacer, o aunque dejes o pierdas a personas queridas, no debes temer
esta transición.
-¿De verdad?

230
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

-Claro que sí. Porque en cada vida te vuelves un poco más sabio. Y
cuando seas muy sabio, no temerás a nada, porque todo tendrá una
explicación lógica y comprenderás que sólo se teme a lo desconocido.
Cuando conoces todos los procesos, cuanto captas la esencia de todo,
entonces, el miedo no existe, ni tampoco el valor.
-No lo entiendo.
-Verás. El valor no existe sin el miedo, ni el miedo sin el valor. Pero
ambas cosas son sólo los extremos de la balanza. El sabio siempre tiene la
balanza equilibrada en su mente y en su espíritu. Es decir, el sabio, al no
tener miedo a nada, no puede ser valeroso. Entonces, las polaridades
desaparecen. Igual pasa con el amor y el odio. Sin uno no hay otro, y
cuando amas a alguien, el paso al odio es corto, pues cualquier obra o
gesto puede hacerte sentir mal. El sabio no odiará a nadie, y el amor será lo
normal, tanto como el hecho de beber agua. Entonces, sin odio, el amor no
existe, es sólo lo natural. Del mismo modo no hay diferencia entre la vida o
la muerte, aunque parezca extraño. La muerte es sólo un proceso, la vida
otro. Son distintos, pero naturales. No debes temer a ninguno de los dos.
-Vale. Pero, ¿y si en mi otra vida sufro mucho, como en esta?
Blake suspira.
-A ver. Si tú no supieras qué es el fuego, ¿intentarías cogerlo?
-Puede, sí. Es bonito.
-Y al intentarlo, te quemarías.
-Sí.
-Y entonces aprenderías que el fuego no se puede tocar.
-Sí.
-Con un poco de dolor, aprenderías algo que seguro que no olvidarás.
-Sí. Pero también alguien podría haberte advertido de que quema. O
simplemente, ser cauto y no tocarlo.
-Ya. Pero yo te puedo decir algo, creer que es verdad o no es cosa tuya.
A lo mejor tú pensarías que quiero el fuego para mí, y por eso digo que no
lo puedes tocar. Y ser cauto está bien a veces, pero para aprender debes
dejar a un lado tus miedos y explorar nuevos mundos.
-Tal vez…
-Hay veces en las que un maestro debe dejar que el discípulo tropiece,
para que la próxima vez mire más hacia el camino. De la misma manera, a
veces tenemos que pasar por fases malas en la vida, para que aprendamos
algo. Además, de esta forma, seguro que cualquier cosa buena será mejor.
¿Verdad?
-Sí.
-Entonces. ¿Vas a tener miedo por estar aquí?
-No.
-¿Y por qué?
-Porque tampoco está pasando nada malo. A lo mejor es el final de
nuestra etapa en esta vida. No pasa nada, ¿no?. Vendrá otra y luego otra,
así hasta que seamos sabios y tal vez entonces, ya no tenemos que
quemarnos para aprender.
-Claro.

231
NAZARETH SERRANO

-Entonces… ¿crees que debo irme?


Blake vislumbra al niño y los alrededores, aunque sólo como vagas
formas. El temblor del suelo hace tiempo que ha desaparecido y parece que
la furia de la naturaleza ha desistido en su intento.
-¿Ir dónde?
-Hacia mi otra vida.
Blake al fin vio todo con claridad. La destrucción y el árido terreno a su
alrededor. El caos y al niño, que estaba cubierto con un haz blanquecino
semitransparente.
-Pues, supongo que sí.
El niño le abrazó y quedó colgado de su cuello unos momentos. Blake
sintió su energía y su tranquilidad.
-Gracias. Ahora ya no tengo miedo de irme. Pero tú no puedes
acompañarme.
Y tras decir esto desapareció. De la Tierra árida salieron brotes, las
nubes negras se despejaron dando paso a los rayos de un Sol dorado y a
un cielo azul, los volcanes apagaron su ira y sus lenguas se enfriaron.
Algunas llegaron al mar y crearon tierra al fusionarse con el agua. De la
destrucción nació vida, como de la muerte nace la existencia.
De repente Blake vio pasar el tiempo muy rápido. De los brotes salían
pequeñas plantas, que se convirtieron en poderosos árboles. La tierra se
cubrió poco a poco de vegetación y flores, los animales volvieron a su
hogar y la Luna y Sol alternaban rápidamente su turno.
Los perdidos, sonrientes, dejaron la Tierra revestidos por una
luminiscencia blanca. Y de las entrañas de la tierra manó una luz verde,
poderosa y deslumbrante.
Blake estaba de rodillas ante la creación. Atónito, apenas podía respirar
y, sin querer, las lágrimas brotaron de sus ojos ante la inmensa paz que
desprendían los perdidos al partir, sonrientes, hacia otra dimensión.
Gerhard, sin embargo, aunque estaba a su lado, no pudo ver nada de
eso. Ahogado en sus propios miedos, sólo podía seguir escuchando los
lamentos de los caídos que, por sus malas acciones o por estar atados de
algún modo a este mundo, no encontraban el camino correcto. Como cada
noche, o cada vez que intentaba dormir, despertó envuelto en un sudor frío.
Luego Blake ha acabado en la Gruta de la Luna. Donde,
sospechosamente, le esperaba el perro de caza, y la daga que había
entregado al ser, le fue devuelta.
Él le dio poca importancia al arma, aunque se alegró de ver al perro.
Guardó la daga, no por tenerla, sino más bien para que nadie la encontrara,
ya que es un arma muy potente, capaz de vencer al orichalcum atlante y,
dejar esas cosas por ahí, no le parece buena idea.
Como nadie le dijo nada sobre lo que tenía que hacer ahora, decidió
que no estaría mal leer algunas inscripciones que, como por arte de magia,
se iluminaron en dorado bajo la luz de su collar.
…dejad todo cuanto tengáis atrás, para ver que nada poseéis, siquiera a
vos mismo…

232
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

… vuestra casa será la piedra desnuda, como techo una estrella de


fuego, como suelo la tierra abierta, como pared la orilla de un mar
embravecido, y con los brazos del Dios sobre vuestra cabeza sentiréis lo
que los caídos apreciaron durante un sueño del que no pueden despertar…
...No confundáis vos al señor con el sirviente, pues el que era fango
ahora brilla como el oro entre el reino oscuro del hielo…
… y dejad que vuestras lágrimas se unan al curso del río, que en la vida
nace y en la muerte desemboca para, en un último suspiro, proteger lo que
queréis, pero nunca poseísteis; lo que tenéis, pero siempre perdisteis; lo
que buscáis, pero nunca encontrareis. Llorad como el Dios lloró el día del
fin del conocimiento, inundando con sus lágrimas hasta la última porción de
esta Tierra Sagrada, más no derrames ni una gota de sangre en tan fértil
pueblo o la condena será eternamente cruel…
…Mirad donde nada hay y escuchar el silencio para dar con las
respuestas que tanto busca vuestro ser…
No entendió bien las cosas, así que mientras caminaba adentrándose
en la gruta, meditó sobre lo leído. Una última inscripción, grabada en una
piedra extraña, llamó su atención.
….Arde el fuego, radiante y cálido en la gruta, la cabaña o la torre de
piedra. Quizás fuera se arremolina el viento helado haciendo restallar el
peligroso grito de caza de la manada de lobos de poderosa espalda
jorobada y mandíbulas capaces de trituras de un mordisco el fémur del
guerrero…
…Fuera está el miedo, el dolor, la muerte, aunque las estrellas brillen
reflejándose en los ojos atentos de las fieras. Lo bueno, lo amable, está
dentro, junto al fuego central, ese sol familiar y sagrado. Los muros de la
cabaña los quisieran más gruesos y firmes. Pero los muros de la caverna
son la Tierra misma que, como una madre, es capaz de envolvernos,
cobijarnos…
…Alguna vez, a la entrada de la gruta, el oso hambriento procuró entrar
con osadía desperezada y rabiosa. Nuestros antepasados, niños entonces,
se escurrieron aterrorizados hacia el fondo, al último hueco de la roca en
busca de un refugio contra el exterior devorador. El pasillo secreto, el túnel,
fue refugio y escape…

233
NAZARETH SERRANO

234
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

CAPÍTULO 22: EL SOL ESMERALDA

5 de marzo de 2013

PLANETA TIERRA
ÁREA DE EXPERIMENTACIÓN “LA COLMENA”, ANTÁRTIDA
ÁREA K, SECTOR 22, SALA DE REUNIONES BETA

r dolph, Ancel y un pequeño grupo más de SS seleccionados se


encuentran sentados en las sillas que han dispuesto frente a la gran
pantalla holográfica que precede la sala, que no es sino un despacho como
otro cualquiera.
Frente a la pantalla hay un tipo alto que atiende al nombre de Jonathan
Schmidt, que también está dentro de la misión como médico de campo. A
su lado se encuentra el geólogo más prestigioso de “La Colmena”, el cual
se encarga de revisar el trabajo de los túneles y excavaciones varias.
También está presente Otto y otros oficiales. Y por último un tipo bajito que
es quien explica las cosas.
El holograma muestra el planeta Tierra y el tipo bajito comienza a
explicar:
-La superficie total de la Tierra es de alrededor de quinientos ocho
kilómetros cuadrados, siendo su peso estimado de seis trillones de
toneladas. Si nuestro planeta fuese una esfera sólida, como se pretende, su
peso sería muchísimo mayor. Por otro lado, durante su formación, en virtud
de la fuerza centrífuga en donde las sustancias más densas o pesadas
fuesen proyectadas hacia la periferia y formándose la corteza terrestre, el
interior quedaría hueco, formándose aberturas en los polos... -el holograma
muestra un primer plano del lugar donde están-… donde la tendencia para
la proyección de materias es menor, al contrario de lo que pasó en el
Ecuador. De ahí su forma, y los aplastamientos en las zonas polares –el
holograma vuelve a mostrar la Tierra girando sobre su eje-. De cualquier
modo, algo de material incandescente había penetrado en el interior de la
Tierra y de esta forma constituirían una especie de Sol central, única razón
que puede explicar el extraño y nunca del todo aclarado fenómeno de las
auroras boreales que maravillan e intrigan a la ciencia –el holograma
muestra lo citado-.
>De hecho, suponiendo que, en lugar de hueca, la Tierra encerrara en
su interior un núcleo de lavas y metales en fusión, una pregunta desafiaría
al instante a nuestra razón: ¿por dónde se escapan los formidables
volúmenes de gases y humos que en tal combustión no dejarían de
producir?.

235
NAZARETH SERRANO

>Una de las primeras personas en presentar la teoría de la Tierra hueca


44
con aberturas en los polos fue un pensador americano, William Reed ,
autor de la obra “Phantom of the Poles” publicada en mil novecientos seis.
Reed estimaba que la corteza de la Tierra tiene una espesura de mil
doscientos ochenta y cinco kilómetros, en cuanto el diámetro interior es
cerca de diez mil doscientos setenta kilómetros. “La tierra es hueca, los
polos, tan buscados son fantasmas. Hay aberturas en las extremidades
Norte y Sur. En el interior hay grandes continentes, océanos, montañas y
ríos. Es evidente que la vida vegetal y animal en este nuevo mundo que es,
probablemente, poblado por razas desconocidas por los moradores de la
superficie de la Tierra”.
El holograma vuelve a mostrar la Antártida.
-Cuando se habla de la Antártida, enseguida viene a la mente de los
humanos ese continente lejano y helado, en donde sólo existen montañas,
hielo y pingüinos, y dónde el hombre realiza estudios científicos en
pequeñas y aisladas bases de investigación.
45
>En mil novecientos veintiséis, el almirante Richard Byrd , junto a Floyd
46 47
Bennet y a bordo de un Fokker trimotor, el Josephine Ford alcanzó el
polo norte. En mil novecientos veintisiete, atravesó el atlántico sin escalas
llegando a Francia. En mil novecientos veintinueve, junto a Floyd Bennet,
Byrd sobrevoló el Polo Sur. Pero, sin duda alguna, la aventura más
emocionante que realizó Byrd fue en mil novecientos treinta y cuatro
cuando sobrevivió desde marzo hasta agosto en una cabaña en pleno
invierno antártico, en medio del hielo, a casi doscientos kilómetros de la
base más cercana –el holograma va mostrando diferentes fotos-. Estuvo
solo, sin más compañía que el viento, el hielo y las auroras boreales.
Durante el resto de su vida Byrd realizó cinco expediciones más a la
Antártida, en ellas se exploraron cientos de miles de kilómetros cuadrados.
Nadie en la historia ha contribuido más en los descubrimientos geográficos
oficiales de la Antártida. Falleció en el cincuenta y siete.
>El veintinueve de noviembre de mil novecientos veintinueve, el
estadounidense concreta con esfuerzo el primer sobrevuelo sobre el Polo
48
Sur con su avión Ford trimotor bautizado con el nombre de su camarada y
amigo Floyd Bennet, fallecido un año antes. Al comando del avión estaba

44
William Reed: fue el autor de El fantasma de los polos, publicado en 1906, en el
que propuso su teoría de que la Tierra es, de hecho, hueco , con agujeros en sus
polos .
45
Richard Evelyn Byrd (Winchester , Virginia, 25 de octubre de 1888 — Boston,
Massachusetts, 11 de marzo de 1957), fue un gran explorador y aviador
estadounidense, sus conocidos audaces vuelos sobre la Antártida que permitieron
conocer mejor la configuración geográfica del continente helado.
46
Floyd Bennett (octubre 25 1890 - abril 25, 1928) fue un aviador que pilotó para
Richard E. Byrd en su intento de llegar al Polo Norte en 1926.
47
Ver imagen 18 al final del libro.
48
Ver imagen 19 al final del libro.

236
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

Richard Balchen, acompañándolo como navegador el propio Byrd, asistido


por Harold June como piloto y aeronavegador y Ashley McKinley como
fotógrafo.
>Sobre el polo es arrojada una bandera estadounidense con lastre. El
histórico vuelo concluye pasadas dieciséis horas retornando a la base Little
América, y está rodeado de un halo de misterio y ocultismo debido a ciertas
anomalías geográficas que habría observado al sobrevolar dicho territorio.
>Pasarían casi treinta años hasta que un nuevo vuelo estadounidense,
en el cincuenta y seis, lograra descender en la misma latitud.
>Pero antes, entre el treinta y ocho y el treinta y nueve, la Sociedad
Alemana de Investigaciones Polares respaldó exploraciones lideradas por
49
el capitán Alfred Ritscher .
>A principios del treinta y ocho, mucho antes del final de la Segunda
Guerra Mundial, los nazis comenzamos a enviar numerosas misiones de
50
exploración a la actualmente conocida Tierra de la Reina Maud , en la
Antártida.
>Una continua corriente de expediciones fue enviada al mismo tiempo
desde Sudáfrica. Se levantaron mapas aéreos de más de seiscientas mil
millas cuadradas del helado continente y los alemanes descubrimos una
vasta región que de manera sorprendente estaba libre de hielo, además de
lagos de aguas templadas y accesos a cuevas. Se informó de la existencia
de una cueva de hielo hundida debajo de un glaciar que se extendía treinta
millas a lo largo de un lago geotermal de agua caliente.
>Varios equipos científicos se trasladaron a dicha área, en los que se
incluían cazadores, tramperos, zoólogos, botánicos, agricultores,
especialistas en plantas, mitologistas, parasicólogos, biólogos marinos,
ornitólogos y muchos otros. Numerosos del departamento del gobierno
alemán estaban involucrados en este proyecto.
>Y aquí es donde, para el resto del mundo, la historia oficial termina.
>Esta expedición Antártica alemana culminó en la toma de un
51
extraordinario territorio, que recibió el nombre de Neuschwabenland –
“Nueva Suabia”-, inspirado en el nombre del propio barco nodriza
52
Schwabenland . El iniciador del proyecto fue Herman Göring, y por tanto la
Luftwaffe alemana.
>La gente especula y los gobernadores callan, por ejemplo sobre la
construcción de bases secretas en este territorio, las cuales ayudaron de
manera fundamental a esconder flotas enteras de submarinos cargados

49
Alfred Ritscher (23 de mayo de 1879 en Bad Lauterberg - 30 de marzo de 1963
en Hamburgo ) fue un alemán explorador polar. Capitán de la marina alemana,
dirigió la tercera expedición científica alemana Antártida en 1938-1939, que asigna
la Nueva Suabia ( alemán : Neuschwabenland) área de Queen Maud Land . Ritscher
pico y las tierras altas Ritscher que llevan el nombre de él.
50
Ver mapa 2 al final del libro.
51
Ver mapa 3 al final del libro.
52
Ver imagen 20 al final del libro.

237
NAZARETH SERRANO

hasta los topes. Algunos autores de ficción dedican sus páginas a intentar
imaginas nuestra maquinaria de construcción de túneles y a intentar
entrever lo que los científicos de la Neuschwabenland llevaban a cabo en
este lugar.
>Las actividades del Reich y sus planes, así como los de la
53
Kriegsmarine fueron más allá de instalar simples bases en este territorio.
Los alemanes reclamaron la soberanía sobre el territorio helado. En este
territorio se construyó en secreto varias bases permanentes, complejos de
experimentación, colonias y la principal base denominada New Berlín.
54
>No en vano el almirante Dönitz , que estaba al mando de la flota de
submarinos del Tercer Reich, había declarado durante la guerra: Die
deutsche U-Boot Flotte is stolz darauf, daβ sie für den Führer in einem
anderen Teil der Welt ein Sangri-La gebaut hat, eine unennehmbare
Festung –la flota alemana de submarinos está orgullosa de haber
construido para el Führer, en otra parte del mundo, un Shangri-La, una
fortaleza inexpugnable-.
>Sin embargo la historia de la exploración alemana antártica se remonta
55
al año mil ochocientos setenta y tres, cuando Eduard Dallmann por
encargo de la antigua Sociedad Alemana de Viajes Navales Polares, con su
barco Gönland descubrió nuevas regiones y pasos en las aguas antárticas.
56
Dallmann descubrió, entre otras, la llamada isla Kaiser-Wilhelm en la
57
sandalia Oeste de la Bismarkstrasse a lo largo de las islas Biscoue . Los
alemanes, ya entonces se mostraron innovadores en la exploración de las
regiones polares.

53
La Kriegsmarine («Marina de Guerra» en alemán) era la armada de la Alemania
nazi entre 1935 y 1945, durante el régimen nazi, sustituyendo al tradicional nombre
de Reichsmarine (Marina Imperial). Estaba compuesta por submarinos, fragatas,
acorazados, acorazados de bolsillo, cruceros destructores, etc. También se utilizaron
dos antiguos buques de la Primera Guerra Mundial como barcos de entrenamiento.
54
Karl Dönitz (Berlín, entonces Imperio Alemán, 16 de septiembre de 1891 -
Hamburgo, entonces Alemania Occidental, actual Alemania, 24 de diciembre de
1980) fue un marino alemán que participó en la Primera y en la Segunda Guerra
Mundial. Comandó la Kriegsmarine de la Alemania Nazi entre el 30 de enero de
1943 hasta el final de la guerra, con el rango de Großadmiral. Fue designado
sucesor como Reichspräsident de su país por Adolf Hitler, cargo que desempeñó
por 23 días entre el 30 de abril y el 23 de mayo de 1945.
55
Eduard Dallmann (11 de marzo 1830 en Blumenthal, cerca de Bremen - 23 de
diciembre 1896 en el mismo lugar) fue un alemán ballenero comerciante y
explorador polar.
56
El archipiélago Wilhelm comprende todas pequeñas islas y rocas costeras
situadas frente a la costa oriental de la Tierra de Graham en la península Antártica,
desde el estrecho de Bismarck por el norte hasta el pasaje Southwind por el sur,
extendiéndose hacia el occidente haya la roca Lomus. Está rodeado por el
archipiélago Palmer y las islas Biscoe.
57
Ver mapa 4 al final del libro.

238
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

Un nuevo hombre habla ahora. Es el profesor de ciencias ocultas.


-Se preguntarán cuándo aparece la idea de una tierra hueca, cosa tan
extraña como decir en la antigüedad que nuestro planeta es redondo y que
los barcos no se caen más allá de su límite. Pues bien. Ya deberían saber
que una de las más arcaicas y mágicas leyendas de la humanidad primitiva
es la de un mundo portentosamente rico, poderoso y sabio que existe
oculto en las entrañas de la Tierra. Se dice que allí impera un monarca que
podría ser, si lo quisiera, el Rey del Mundo, el Maha Choan, el Señor de la
Civilización y del Tiempo.
>Todavía en el siglo diecisiete después de Cristo, muchas fortalezas,
monasterios y caserones de hacendados eran construidos con túneles
subterráneos secretos, que emergían en lugares buen disimulados a
prudente distancia, como vía de escape para las situaciones de crisis.
58
>El célebre historiador Plinio refiere que los habitantes de la isla
maravillosa de Hiperbórea lograron huir del cataclismo que hundió aquel
edén bajo un sudario de hielo, a través de las cavernas y túneles que
llegaban hasta el sur de la actual Alemania. Es decir, mil doscientas millas
náuticas de galerías subterráneas uniendo el círculo ártico con las tierras
templadas. Esto equivale a dos mil doscientos cuarenta y seis kilómetros.
Tratar de imaginarse lo que debió haber sido semejante viaje es ya difícil y
agotador. Realizarlo debe haber sido infernal. Algunos miles de seres
humanos cargando las pertenencias que alcanzaron a recoger, llevando a
sus niños por una interminable senda de tinieblas absolutas, siempre con el
temor de los abismos súbitos, debiendo elegir las galerías correctas, so
pena de extraviarse irremediablemente. A menudo encontrándose en
puntos ciegos.
>Un viaje de meses interminables, durante el cual, sin duda hubieron de
complementar su alimento con las sabandijas ciegas que han elegido por
morada esos lugares donde jamás llega la luz astral. Insectos, murciélagos,
gusanos o peces estrafalarios.
>Todos esos elementos de la experiencia humana, reales o
supuestamente reales, se articulan para darle grandeza a la leyenda
auténtica, al mito que opera como uno de los potentes motores de una
cultura.
59
>El gran filósofo de la ciencia Teilhard de Chardin hizo notar que la
vida tiene una voluntad tenaz, metida en su esencia misma, que tiende a

58
Gayo Plinio Cecilio Segundo, conocido como Plinio el Viejo, fue un escritor
latino, científico, naturalista y militar romano. Nació en Comum (la actual Como, en
Italia) en el año 23 y murió en Estabia (hoy Castellammare di Stabia) el 24 de
agosto del año 79.
59
Pierre Teilhard de Chardin S.J. (Sarcenat, 1 de mayo de 1881 - Nueva York,
10 de abril de 1955) fue un religioso, paleontólogo y filósofo francés que aportó una
muy personal y original visión de la evolución. Miembro de la orden jesuita, su
concepción de la evolución, considerada ortogenista y finalista, equidistante en la
pugna entre la ortodoxia religiosa y científica, propició que fuese atacado por la una

239
NAZARETH SERRANO

hacerla cubrir físicamente, geométricamente. La vida que descubren los


espeólogos en las profundidades de la tierra da una prueba del heroísmo
con que esos seres cumplen su vocación colonizadora.
>Así pues, si de verdad ocurrió este viaje desesperado de los
hiperbóreos hacia el sur de Alemania, se encontraron en las cavernas las
dos categorías de seres vivientes que podrían haberse hallado allí: los
fugitivos en busca de salvación y los colonizadores, siguiendo ambos el
laberinto del destino.
>Por cierto, que los más asustados eran los más peligrosos. Ha de
haber sido nauseabundo presenciar alguno de aquellos lúgubres atracones
de sabandijas ciegas, en que bellísimos niños hiperbóreos, con damas tan
hermosas como encantaradas, debían asumir la realidad de la miseria y
olvidar la repugnancia.
>¿Podríamos, entonces, imaginar que algunos de aquellos fugitivos
hubieran preferido quedarse para siempre habitando aquel mundo sin luz?.
Para mí, la posibilidad es inconcebible. Sólo un loco hubiera decidido
exiliarse en tal infierno oscuro para siempre.
>Así pues, el camino de la leyenda nos conduce hacia el reino del
interior de la Tierra, un camino de escape. Salvo que…
Una pausa. Todos miran al profesor, pensando que tienen algo a sus
espaldas que ha llamado su atención, así que se remueven. Pero no hay
nada.
-¿Salvo qué? –se atreve a preguntar uno-.
-Salvo que en medio de aquellos laberintos hubieran encontrado una
nueva luz –dice Rudolph-. Un ámbito vital lo suficientemente grato para que
en él hubieran hallado el consuelo a los infortunios del viaje y les hubiera
repugnado la idea de abandonarlo para seguir la peregrinación a través de
los malditos túneles interminables.
Los presentes miran a Rudolph, que de repente se siente muy pequeño.
El profesor sonríe y asiente con la cabeza reconfortándole.
60
-Es escritor Peter Kolosimo menciona que en la Amazonia un
explorador extraviado accidentalmente en un vasto laberinto subterráneo
fue adentrándose más y más en él, a ciegas en su angustia. De pronto el

e ignorado por la otra. Suyos son los conceptos Noosfera (que toma prestado de
Vernadsky) y Punto Omega.
60
Peter Kolosimo (Seudónimo de Pier Domenico Colosimo, Módena, 15 de
diciembre de 1922 - Milán, 23 de marzo de 1984), escritor y periodista italiano.
Destacado divulgador científico, es considerado uno de los fundadores de la
pseudoarqueología, junto a Erich von Däniken. Se licenció en Alemania en
Filología Moderna. Se propuso estudiar los orígenes de la civilización con teorías
no aceptadas por la comunidad científica. Sostuvo que el hombre es apenas un
eslabón en una cadena evolutiva iniciada en algún lugar del Cosmos y luego
continuada en la Tierra. Recopiló innumerables casos en los que, según su tesis,
quedaría demostrada la intervención extraterrestre en distintos momentos de la
historia.

240
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

hombre se encontró en un lugar donde los muros de roca y tierra lucían


iluminados como “por un sol esmeralda”. Estas cavernas iluminadas tan
fuertemente por aquella luminosidad se extendían indefinidamente. Refiere
que el aventurero se encontró también ante un enorme insecto que parecía
una araña de dimensiones colosales y un apetito también colosal, por lo
cual debió salir huyendo tan rápido como pudo. Durante su huida, el
explorador divisó al fondo de una de las galerías unas sombras que se
asemejaban a seres humanos.
>También las tradiciones de las lamaserías tibetanas afirman que
existen vastos espacios subterráneos en los cuales abunda una fuente de
irradiación de energía que emite una especie de luminiscencia verde capaz
de sustituir con ventaja los rayos solares, ya que estimula el crecimiento de
los vegetales y prolonga admirablemente la vida humana retardando al
mismo tiempo el envejecimiento del cuerpo y la mente.
>En los Estados Unidos hay otros aportes curioso que refuerzas las
tradiciones folklóricas acerca del “Sol Esmeralda”. Un buscador de oro,
apellidado White, cuenta que durante una de sus incursiones en busca del
preciado mineral se adentró por unas cavernas naturales, en mil
novecientos treinta y cinto. Relata que avanzó mucho hacia el interior de la
Tierra hasta encontrarse de pronto en una plaza o sala de vastas
proporciones donde yacían centenares de cadáveres humanos que
parecían naturalmente momificados. Unos aparecían sentados en escaños
de piedra tallada, otros estaban tendidos sobre el pavimento de piedra lisa y
bien nivelada, en posturas extrañas, como si una muerte súbita los hubiera
congelado en medio de movimientos danzarines. White agrega que estaban
vestidos con ropas hechas de un material semejante al cuero, aunque
claramente se trataba de otra cosa. En torno a ellos resplandecían grandes
estatuas de oro fundido. Dijo que resplandecían, pues todo el lugar estaba
iluminado por una nítida luz verde.
>El relato de White causó gran revuelo y pronto se organizó una
expedición en busca, sin duda, de las estatuas de oro. La expedición no
logró dar con el lugar indicado por el buscador de oro, aunque se
aventuraron por varias cavernas laberínticas en las que debieron gastar
mucho tiempo y usar demasiadas precauciones para no extraviarse.
>El viejo minero agregó además, que por ningún motivo indicaría a
nadie la entrada a aquel lugar, pues se trataba de una “localidad maldita”,
que podría desatar horribles calamidades sobre la gente si algunos intrusos
imprudentes rompían ciertos sellos. Es obvio que el anciano sentía un terror
supersticioso e invencible hacia aquella caverna.
>También en los Estados Unidos surgió otro relato impresionante
respecto a las profundas cavernas habitadas. El mismo Kolosimo refiere
que en mil novecientos veinte, un guía indio de California, de nombre
Thomas Wilson, le proporcionó la historia de una extraña aventura que
había vivido su abuelo. Dice Wilson que en anciano indio se introdujo en
unos cañones y desfiladeros estrechos que, de repente, se convirtieron en
galerías subterráneas. El hombre siguió adelante en su exploración
ayudado por una luminosidad que al principio era tenue, pero más adelante

241
NAZARETH SERRANO

se fue haciendo más intensa. Finalmente fue a parar a una gran ciudad
subterránea en la cual permaneció durante algún tiempo viviendo entre
personas extrañas que lo acogieron con discreta hospitalidad caritativa. El
anciano no estaba en condiciones de proporcionar muchos detalles sobre la
vida de aquellas gentes, excepto que eran muy raros, hablaban una lengua
incomprensible y se nutrían de cierta clase de alimentos que no le
parecieron muy sabrosos y que no eran de origen natural. Quizás con ello
el anciano se refería solamente a que no eran ninguna clase de alimentos
que le resultaran conocidos. También el anciano mencionó que aquellos
seres vestían con ropas hechas con algo que parecía cuero, más no lo era.
>Esa descripción nos lleva, obviamente, a pensar en los materiales
plásticos, pero según la época en que surgieron tanto la historia del anciano
como la de White, los plásticos todavía no se habían desarrollado, ni menos
se podría pensar en una clase de plástico con que se pudiera confeccionar
trajes.
>Existen otras leyendas indias sobre redes de túneles, algunos de los
cuales se hunden en las profundidades tan recónditas que el calor se hace
insoportable y no es posible respirar. Los apaches, diestros en utilizar
cavernas naturales como escondrijos, tienen historias que nos resultan
difíciles de creer. Por ejemplo, una de ellas habla de una comunicación por
cavernas profundas entre su territorio y el altiplano incaico.
>Cuentan también que un grupo de sus antepasados, huyendo ante el
ataque feroz de otra tribu, tuvieron que refugiarse en esos túneles. Una vez
en ellos, realizaron un viaje de varios años que les llevó hasta el lejano país
de Suramérica. Y algo más impresionante, según aquellos indios, se
trataría de túneles muy despejados, excavados por la mano de seres
inteligentes.
>Basándonos en historias más acordes a nuestra forma de pensar, los
budistas tibetanos afirman que existe un vasto reino subterráneo con ríos,
61
campos de cultivo y numerosas ciudades. Este reino se llama Shambhala ,
y dicen que moran en él una raza de hombres superiores que buscaron
refugio bajo tierra para salvarse de un cataclismo monstruoso. Las
tradiciones de los lamas dicen que de esos hombres superiores surgirá
algún día un héroe o santo, en todo caso un conductor gobernante de gran

61
En varias tradiciones religiosas Shambhala es un reino mítico escondido en
algún lugar más allá de las montañas nevadas del Himalaya. Se dice que cuando el
mundo entre en una era de guerra y odio, y todo esté perdido, el rey de Shambala
saldrá de su ciudad secreta con un gran ejército para eliminar el odio y comenzar
una nueva era dorada.
Según otros budistas, en Shambala habrá 32 reyes, que reinarán cada uno durante
100 años. Durante el reinado de Rudra Chakrin, el 32.º rey de Shambala, los seres
humanos (que ya no creerán en la religión hinduista) atacarán Shambala con una
armada enorme, equipada con armas terribles. En la última gran batalla, el rey
Rudra Chakrin destruirá él solo a toda la humanidad perversa.

242
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

sabiduría y poder, que salvará a la humanidad de su destrucción. Este


62
salvador esperado se llama Maitreya .
>Por su parte, los hindúes se refieren, tal vez al mismo reino, con el
63
nombre de Agarthi . Se trata también de un precioso reino subterráneo que
se encontraría en las profundidades, bajo las Himalayas. Según el
64
naturalista ruso Ossendowky , Agarthi es el corazón secreto de la
sabiduría y de la inteligencia, y su origen se remonta a seiscientos mil años
atrás. Es decir, Agarthi bajo ningún concepto pudo haber sido construido
por la especie Homo Sapiens o sus antepasados.
>Hay numerosas opiniones que apuntan a relacionar Agarthi con el
desaparecido continente de Mu. Desafortunadamente quienes nos
proporcionan detalles acerca de Agarthi y acerca de Mu lo hacen de un
modo entre fantasioso e ingenuo, como revelaciones de espiritistas o
percepciones de supuestas voces cósmicas. Fuera de ello, suelen anexar a
sus descripciones ciertas supuestas “enseñanzas secretas” de carácter
espiritual.
>No obstante el mito es poderoso y está vivo en la India, donde se
expresa en versiones distintas pero que coinciden en indicar la creencia de
que en aquel reino existe una ciencia superior y un entendimiento de la
realidad que exige a sus habitantes un sentido ético fundamentalmente
distinto al de los seres que pertenecen a subrazas. Tanto, que los
habitantes de Agarthi han optado por mantenerse encerrados en sus
fronteras subterráneas antes de permitir el paso más que a unos cuantos
elegidos que, al parecer, no vuelven jamás a reincorporarse al mundo de
los “hombres comunes”.
>Por cierto, que en varias oportunidades, han aparecido en Europa,
sobre todo en París y Londres, algunos personajes exóticos que han
presumido de ser pontífices, dignatarios y hasta reyes de Agarthi, para
luego verse mezclados en situaciones ridículas o míseros timos. Sin

62
Maitreya es un nombre que aparece en la religión budista para referirse al
próximo Buda histórico. Según la literatura sagrada budista, el bodhisattva Maitreya
nacerá en la tierra para lograr la completa iluminación de un Buda y enseñar el
dharma. El Buda Maitreya será el sucesor de Siddhartha Gautama (el Buda histórico
actual) el cual anunció a Maitreya como el nombre del próximo Buda, aunque en
algunas culturas se le conoce como Lau Ravivet.
63
Agartha (también denominada Agarthi, Agharta o Agarttha) es, según la
tradición oriental, una ciudad o un reino constituido por numerosas galerías
subterráneas extendidas por toda Asia y el mundo. La capital de este nuevo mundo
subterráneo, denominada Shambala, se encontraría bajo el desierto de Gobi, y allí
reinaría aún el Rey del nuevo mundo.
64
Antoni Ferdynand Ossendowski (nacido el 27 de mayo 1876, Ludza, Rusia ,
ahora Letonia - 3 de enero de 1945, Żółwin ) fue un polaco escritor , periodista ,
viajero, gran viajero, explorador y profesor universitario.
Él es mejor conocido por sus novelas sobre Lenin y la guerra civil rusa , una guerra
en que participó.

243
NAZARETH SERRANO

embargo la existencia de semejantes timadores nos da una idea acerca de


lo poderosa vigencia de la leyenda. Ni en la India, ni en ningún país
Himalayo se habla con liviandad acerca de Agarthi. Se le considera un
asunto serio, y uno queda con la sensación de que aquellos pueblos saben
más sobre el asunto de lo que quieren decir.
>Por hoy lo dejamos aquí, pero mañana les contaré algo más para que
vayan acostumbrándose a ver que las leyendas, de nuevo cobran vida.
Ahora habla un oficial.
-Han sido seleccionados como voluntarios en la expedición número
cinco del proyecto “Sol Esmeralda”. Que pasen un buen día.
Y los dejan a todos con cara de pánfilos, pensando cuándo se han
ofrecido voluntarios y qué pasará con ellos. Bien sabido es que quien ha
participado en expediciones de este proyecto nunca ha “vuelto para
contarlo”.
65
Ancel, que ya es un SS-Rottenführer sonríe cual estúpido. Para él es
salir de la rutina deprimente de tener que custodiar a experimentos
“difíciles” que en más de una ocasión le han dado un susto o le han
causado alguna “magulladura”. Rudolph se ha vengado suficiente por lo
que pasó. Ahora ambos se enfrascarán en un viaje hacia un lugar
desconocido.
Rudolph, menos entusiasmado con salir de “La Colmena”, se muerde el
labio inferior.

65
Rango equivalente a Stabsgefreiter en la Wehrmacht y a Oberwachtmeister en la
Policía. Sin equivalencia en el Ejército Español. Ver tabla 1 al final del libro.

244
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

CAPÍTULO 23: LA LUZ AL FINAL DEL TÚNEL

AÑO TERRESTRE 2017 d.C.

ATLÁNTIDA, SÉPTIMO REINO


EN EL INTERIOR DE “LA GRUTA DE LA LUNA”

Blake se descalza y deja todas sus armas frente a una roca rojiza,
que parece un altar, pues tiene forma rectangular y la parte superior
es bastante lisa.
Luego se quita la coraza y las protecciones, y deja todo encima de la
roca.
Ya ataviado sólo con el traje negro que llevaba, se sienta al borde de
una obertura oscura que hay en el suelo de la cueva.
Está en una especie de plaza enorme, de forma más o menos circular,
que tiene varias entradas o salidas. En el centro de esta enorme “plaza” hay
una abertura un tanto estrecha, cuyo fondo se pierde en la oscuridad en la
que están sumidos los alrededores. Alguien coherente no se tiraría por ahí,
pero Blake piensa que él nunca fue coherente, ni listo, ni nada, y un tonto si
se tiraría por el agujero en busca de aventuras, aunque sólo sea siguiendo
su instinto.
El perro lo mira con la cabeza ladeada y las orejas estiradas.
-Tranquilo. Voy a volver y ambos llegaremos sanos y salvos a nuestra
casa… mi nueva casa… -añade con cierta carga en su voz-.
El perro lloriquea y él le da unas palmaditas en la espalda.
-Vamos, ¿qué puede pasar?
Si el perro pudiera hablar, seguro que diría algo más sensato que la
idea de tirarse por ahí, pero como no puede, Blake cierra los ojos, suspira y
se tira sin pensárselo dos veces.
En caída libre teme golpearse la cabeza o cualquier parte del cuerpo
con la roca, pero esto no sucede, pues el túnel se hace mucho menos
angosto a unos dos metros de la entrada y él, milagrosamente, está
cayendo justo por el centro.
Con los ojos cerrados nota un cosquilleo en el estómago y se pregunta
si eso es lo que se siente en una montaña rusa, pues nunca ha montado en
una.
Y de repente, todo su cuerpo se ve sumergido en un gélido agua. El
chapuzón no se lo esperaba, y la diferencia de temperatura hace que suelte
un poco de aire por el camino.
Con el impulso con el que caía, toca suelo y se impulsa con sus pies
descalzos que acarician la abrupta roca. Tarda un tanto en emerger y dar
una larga bocanada de aire.
Sus ojos visionan la oscuridad y ofrecen fieles datos al cerebro. Está en
una especie de túnel, aparentemente cerrado, de roca. El agua cubre todo

245
NAZARETH SERRANO

a la vista. Es parecido a la plaza de arriba, pero esta vez todo está


inundado.
Se sumerge y visiona la entrada a una cueva en un punto inconcreto del
círculo que forma su acuática prisión. Parece un túnel angosto, puede que
quepa dentro, pero le será difícil nadar. Además, no sabe cuándo puede
abarcar el camino del túnel, y si entra, dar marcha atrás será difícil. Por otra
parte, si se estrecha en algún punto, lo de seguir adelante también puede
ser tarea imposible.
Emerge, coge aire y medita.
Salir por donde ha entrado… imposible, pues esa “entrada” ha quedado
a unos veinte metros del agua y, como ha decidido, no lleva nada encima
con lo que poder llegar hasta allí.
Sólo queda el estrecho túnel. Así que nada hasta la posición en la que
la superficie está más próxima al túnel, coge todo el aire que puede y se
sumerge. No tarda en entrar en el túnel y, como supuso, nadar se le
asemeja difícil. Cada vez que quiere impulsarse con los pies se topa con
algo, y con las manos pasa igual. Cambia de estrategia y va usando las
paredes para avanzar, con ayuda de sus pies y sus manos, con las que se
va aferrando a las irregularidades para impulsarse. El túnel parece
interminable a su vista, pero como ha supuesto, volver atrás es
completamente imposible. La boca se estrecha poco a poco y va tomando
inclinación hacia abajo según va ganando terreno.
Está claro que un koradi no entraría ahí ni loco, pues si no saben nadar,
mucho menos bucear. Y no les gustaría en absoluto tener que estar en un
lugar como ese.
Él sigue hacia delante haciendo uso de su capacidad pulmonar
poshumana.
Continúa su incansable trayecto por el vaivén que conforma el túnel,
cada vez más estrecho, cada vez más difícil de transitar.

Treinta y cinco minutos después sigue dentro. La presión en su caja


torácica hace evidente el deseo de sus pulmones de expulsar aire. Saca un
poco de aire por la boca, apenas unas burbujas, y continúa sin pena ni
gloria por la angosta tumba acuática.
Siente que no puede más, que su cerebro necesita oxígeno, que sus
músculos se derrumban a falta del mismo gas, que poco a poco va
perdiendo facultades sensoriales. El túnel no termina y él cada vez avanza
más despacio. La visión se le nubla, sus oídos taponados por el agua
hacen retumbar los inclementes y acelerados latidos de su encabritado
corazón.
Expulsa un poco de aire. Sus pulmones quieren ahora captar oxígeno y
su pecho se debate en vano.
La visión se le nubla casi por completo. Sus manos sueltan los salientes
a los que se aferraban y, medio atrancado en la roca, va perdiendo poco a
poco el conocimiento.
Una luz verdosa le deslumbra, y luego todo se vuelve oscuro…

246
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

6 de marzo de 2013

PLANETA TIERRA
WASHINGTON DC

William pulsa el botón verde del interfono y escucha a su nueva


secretaria, Muriel, la cual comenta:
-Hay una señorita que insiste en verle –con tono de desprecio, pues la
nueva y joven secretaria ya ha caído en los encantos de William, aunque él
no haya hecho nada para ganársela y ni siquiera sepa lo que siente por él-.
William sonríe y dice:
-Que pase.
Luego se recuesta en el sillón de cuero marrón y espera a que la puerta
del despacho se abra, dando paso en primer lugar a la secretaria personal
del presidente y luego a otra joven, muy guapa, que viste con una
gabardina estilo detective.
La secretaria dice:
-La señorita Elisabeth –y se marcha, carpeta en mano, cerrando la
puerta tras de sí-.
Elisabeth, ya dentro del despacho, sonríe y dice:
-Buenos días.
William, sonriendo, contesta:
-Muy buenos… ¿Nos conocemos?
-No.
-¿Y a qué debo esta visita, que no constaba en mi apretada agenda?
-¿No me va a invitar a sentarme?
William extiende una mano con la que señala una de las sillas que
quedan frente al escritorio de madera oscura. El despacho es amplio y tiene
estanterías, una botina alfombra, un pequeño juego de golf, una pecera
incrustada en la pared que alberga exóticos peces, un minibar, un sitio de
descanso con dos sillones y una mesita auxiliar y algunas cuantas cosas
más. Decorado está por varios cuadros y bonitos trofeos, que William ganó
en la universidad.
Sobre el escritorio, impolutamente colocado, reposa un portátil cerrado,
instrumentos de escribanía varios, un teléfono fijo, el móvil de William, unas
carpetas en la esquina, y un cubilete con bolígrafos, a cual más caro,
puestos de cualquier manera, como si fueran simples Bic.
Elisabeth se sienta frente a William, el cual, entremirando su cuerpo,
pregunta:
-¿A qué debo la visita no pactada en mi apretada agenda?
-Si fuera la agenda lo único que te aprieta… -comenta ella sonriendo y
dando un sorbo al vaso de whisky que hay sobre la mesa, al que William
estaba dando buena cuenta-.
-¿Cómo dice? –pregunta William haciéndose el tonto, pues sabe a lo
que se refiere-.
-Perdone –comenta ella dejando el vaso sobre unos documentos sin
pudor-. No quería incomodarlo.

247
NAZARETH SERRANO

William mira los papeles, pero no se molesta en quitar el vaso de


encima.
-A ver si lo adivino. Es usted periodista y el periódico o revista para la
que trabaja ha mandado a la más guapa para que no vuelva con una
negativa por mi parte.
Elisabeth sonríe.
-Gracias por el cumplido.
-¿Es o no una periodista? –comenta él acurrucándose contra el sillón
con las manos puestas detrás de la cabeza, como si estuviera en la playa-.
Ella se levanta y desabrocha lentamente su gabardina.
Luego coge las solapas y las retira con contundencia, dejando a la vista
su ropa interior, muy bonita y provocativa, comprada ayer mismo.
William sonríe y asiente con la cabeza. Se echa hacia delante y el cuero
cruje bajo su cuerpo. Deposita los codos en la mesa y se lame el labio
superior.
-¿Un regalo de mis colegas, tal vez?
Ella cierra la gabardina y William se queda serio.
-¿Qué pretende?. Dígalo ya.
-¿Su agenda es muy apretada? –comenzando a abrocharse la parte
superior de la gabardina-.
-Más lo son mis pantalones.
Ella sonríe y, cuando termina de abrocharse el último botón, se sienta
con delicadeza.
-¿Qué pretende? –vuelve a preguntar William-. ¿Quiere una entrevista?
-Le quiero a usted en la cama de mi suite, desnudo, sobre mí.
William recuerda brevemente que su mujer le ha advertido que una sola
infidelidad más y se divorciará. Pero es que está tremenda. Es la mujer más
guapa que ha visto nunca, es perfecta, es directa, es… William procura no
babear y se recompone. Piensa que a su mujer hace tiempo que no la ve,
desde que tuvo que irse de viaje por negocios. Además, ella está en Miami,
se fue poco después de que William pusiera un pie en la casa y aún no ha
vuelto, dice que necesita descansar, pero a él le parece una mala excusa.
Vale, antes de esto estaban bien, pero luego no. William necesita una mujer
en su cama cada noche, no una que esté en otra casa, pasándoselo bien
con sus amigas. Se echa hacia atrás y coge aire de forma extraña,
haciendo que se produzca un sonido similar al siseo de una serpiente.
-¿Y dónde dice que se hospeda?
Ella saca una tarjetita de algún punto del interior de la gabardina,
seguramente del sujetador, y acogiéndola entre su índice y el dedo
corazón, se la ofrece a William, que se levanta para salvar las distancias
que impone la mesa. Cuando la va a coger ella retira la mano, le coge por
el pelo, le hace descender la cabeza y le besa, mientras él impone sus
manos en el escritorio para no caerse.
Cuando termina de besarlo, ella se retira. Él intenta volver al ataque,
pero ella retira la boca y pone la tarjeta frente a su cara.
William la coge y sonríe.

248
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

-¿No será usted alguien contratada por mi mujer?, ¿o es que me quiere


hacer una cámara oculta o un chantaje?
Ella se ríe con naturalidad. Él vuelve a sentarse.
-Lo que te quiero hacer no lo puedo decir aquí.
Sin más se levanta y pregunta:
-¿Acudirás?
William mira la tarjetita, donde pone el día, la hora y el hotel. Puede ir si
quiere, pues no tiene otra cosa que hacer por la noche, pero simplemente
dice:
-Lo intentaré.
Ella sonríe y se marcha sin dar más explicaciones. Él se mete en el
baño privado y se lava la cara. Luego se mira al espejo y comenta:
-William, macho, no puedes dejar escapar a este ángel. Ya se sabe, el
diablo tiene que hacer lo que tiene que hacer –comenta refiriéndose a él-.
Lo que William no sabe es que hay otro ángel interesado en esa chica,
uno al que se podría llamar Ángelo. Y tampoco sabe que él no es el diablo
de la cita. Pero todo eso, lo descubrirá, tal vez, demasiado tarde.
-De acuerdo. Iré –le dice al reflejo de su espejo-. Chúpate esa Michel
Angelo, estés donde estés, yo triunfo y el hermano perfecto ha
desaparecido. ¡La vida me sonríe!

249
NAZARETH SERRANO

250
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

CAPÍTULO 24: ¿QUIÉN PREFIERE ENTERRARSE


VIVO?

6 de marzo de 2013

PLANETA TIERRA
ÁREA DE EXPERIMENTACIÓN “LA COLMENA”, ANTÁRTIDA
ÁREA K, SECTOR 22, SALA DE REUNIONES BETA

e l profesor de ciencias ocultas sigue su discurso acerca de las


leyendas que dejan entrever, levemente, la verdadera existencia
de un mundo inhóspito y extraño bajo nuestros pies.
-… por otra parte, también los investigadores occidentales muestran, en
la mayoría de los casos, una curiosa reserva sobre sus descubrimientos
sobre el tema y, a menudo, sólo dan alguna información en forma indirecta
y distorsionada.
>Tal fue el caso de nuestras investigaciones hechas por los antiguos
nazis. Lo poco que se sabe en el mundo exterior de ellas ha sido a través
de versiones antinazistas y con evidente intención de ridiculizar a nuestro
Gran Führer, el excelentísimo Hitler. Sin embargo, no sólo nosotros
estábamos y estamos interesados en estos temas. Los soviéticos habían
iniciado un vasto programa de investigaciones científicas en el Tíbet,
siguiendo el curso de las tradiciones existentes en los lamasterios budistas
del Himalaya, incluyendo el estudio de prácticas iniciáticas y de posible
comunicación telepática con inteligencias del cosmos exterior o del cosmos
interior. China no ha dado a conocer si por su parte ha continuado tales
investigaciones después del enfrentamiento de relaciones diplomáticas con
Moscú o se ha negado a que nuevas expediciones soviéticas tengas
acceso a esos lugares.
>También en su propio territorio los soviéticos han podido efectuar
interesantes exploraciones sobre estas enigmáticas civilizaciones
66
subterráneas. En el Azerbaikhan , por ejemplo, hasta donde fueron
enviadas varias expediciones científicas a partir de los escandalosos
comentarios supersticiosos sobre el “Pozo Sin Fondo”, un embudo vertical,
aparentemente formado por la naturaleza, que se abre en aquella región del
Cáucaso. La gente hablaba de que subían alaridos, golpes, ruidos y
lamentos estremecedores, y que a veces un resplandor azulado iluminaba
las profundidades, mientras que las paredes parecían ser iluminadas
también por tal tenue luz.

66
Azerbaiyán (en azerí: Azərbaycan o Азəрбајҹан, en ruso: Азербайджан),
oficialmente la República de Azerbaiyán (azerí: Azərbaycan Respublikası), es un
país euroasiático situado en el Cáucaso al borde del mar Caspio. Limita con Rusia
por el norte, con Georgia y Armenia por el oeste y con Irán por el sur.

251
NAZARETH SERRANO

>Al efectuar el descenso por la “chimenea” de la caverna tuvieron que


desistir en el vano intento de tocar el fondo, pues su profundidad era
aberrante incluso para los modernos medios de exploración espeológica.
>Dirigieron entonces su trabajo hacia las oquedades de los alrededores,
buscando algún sistema de túneles que les ayudara a descender
lentamente sin perder contacto con la “chimenea” central. Fueron
descubriendo de este modo una maraña de cavernas misteriosas. En
excavaciones sucesivas se ha comprobado que las cavernas alcanzan
lugares realmente lejanos de la región caucásica y en Georgia, hacia el sur.
>La inclinación a suponer que las cavernas habían sido ocupadas por
hombres prehistóricos se vio al principio confirmada por el hallazgo de
osamentas humanas y algunas inscripciones rupestres toscas y fácilmente
determinadas. No obstante, un examen más exhaustivo dejó en evidencia
que las osamentas eran muy posteriores a la excavación artificial de grutas
y galerías que interconectaban con los túneles naturales. Finalmente los
espeólogos soviéticos descubrieron que había todo un sistema de túneles
convergentes hacia determinadas arterías principales excavadas en las
profundidades.
>Desgraciadamente la exploración no ha podido ser aun exhaustiva
debido a numerosas obstrucciones por derrumbes… provocados por
alguien –sonríe-. Oh, por supuesto, todos piensan en la naturaleza misma.
>A pesar de todo, la red de galerías exploradas les resulta
sorprendente. Casi todas conducen a plazas o cámaras circulares, de techo
abovedado, de las cuales divergen nuevos conductos. Se advierten además
otras excavaciones de formas especiales: nichos vacíos, pozos verticales
excavados a plomada, y unos conductos extremadamente angostos como
si por ellos se hubieran deslizado objetos de poco volumen y mucho peso.
>La exploración de una galería comparativamente despejada llevó, al
cabo de varios kilómetros, hasta una plaza de veinte metros de altura, que
ostentaba huellas indudables de haber sido obra de trabajo inteligente, muy
hábil en el trabajo sobre piedra y en el diseño de bóvedas casi perfectas en
su forma ojival, y con dominio absoluto del trazado de muros rectos y firmes
que conservan su diseño arquitectónico a pesar de su antigüedad
incalculable y de los movimientos telúricos que debieron soportar.
>Existe un movimiento arqueológico de la Unión Soviética que sostiene
que el sistema de galerías se prolongaría, con otras diversas salidas, hasta
más allá de las cadenas montañosas de la frontera de Afganistán. Es decir,
todo un laberinto inexplicable de túneles, en que seres desconocidos
realizaron una titánica labor de excavación para unir lugares remotos entre
sí, que sin duda, resultaría más cómodo alcanzar por la superficie aunque
67
fuese a pie y no a lomo de un buen camello bactriano .

67
El camello bactriano, camello asiático o simplemente camello (Camelus
bactrianus, llamado a veces Camelus ferus), es una especie de mamífero
artiodáctilo de la familia Camelidae, una de las dos especies de la familia que se
pueden encontrar actualmente en el Viejo Mundo. Está muy emparentado con la

252
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

Toma las riendas ahora un psicólogo.


-Los humanos comunes son gente de superficie. Les gusta el viento, el
canto de los pájaros, la luz solar y el milagro de la noche, incluso las
noches tenebrosas y desoladas. La idea de ser enterrado en vivo es uno de
los horrores clásicos de la humanidad. Y en cuanto a dejarse envolver por
la Madre Tierra, les resulta sofocante, claustrofóbico. Quizás tenga algo que
ver el insulto común en Suramérica, de desearle a alguien, en lengua soez,
que retorne al útero materno.
>Sin embargo la vida en las grandes ciudades suele privar a la gente
del viento y hacer que se adapten a la vida en apartamentos, en los cuales,
gracias al confort y la eficiencia, los humanos del exterior dejan a un lado
sus ansias de naturaleza relegadas a una categoría de placer suntuario
para fines de semana o vacaciones.
>¿Y cómo estaríamos adaptados si, por ejemplo hubiéramos vivido por
muchas generaciones en el interior de una nave espacial?. O por ejemplo,
nosotros en “La Colmena” o las familias de “La Colonia”, que apenas ven el
Sol, que vivimos bajo tierra y cuando salimos tenemos medio año de luz y
otro medio de oscuridad… ¿No nos adaptamos?. ¿Estáis angustiados por
tener toneladas de tierra sobre vuestras cabezas?, ¿os sentís atrapados o
seguros?.
Nunca lo habían meditado, simplemente, lo veían normal.
-Volvamos a la nave. Para el viajero interestelar, el exterior es el
silencio, el vacío mortífero y la negrura salpicada sólo ocasionalmente por
la luz cruel de los astros, cuya perspectiva, cuando logramos apreciarla,
sólo agudiza nuestro vértigo.
>Ya varios de los cosmonautas terrestres, en sus pequeñas incursiones
al espacio exterior, han formulado declaraciones acerca del
sobrecogimiento que produce el espacio extraterrestre, que los ha inducido
a adoptar actitudes psíquicas cercanas al misticismo.
>Es posible que muchas generaciones de humanos nacidos en una
nave espacial produzcan un desganamiento natural respecto a esos
elementos propios de la naturaleza de un planeta como el nuestro. Además,
la vida en el interior aséptico de una nave debilitaría, al cabo de cierto
tiempo, las inmunidades a los microorganismos comunes en un planeta
68
lleno de vida y, cómo describiría George Wells , un simple resfriado podría
ocasionar la muerte de toda una expedición.

otra, el camello arábigo o dromedario (Camelus dromedarius), hasta el punto de que


ésta podría ser un descendiente suyo aparecido no hace demasiado tiempo.
68
Herbert George Wells, más conocido como H. G. Wells (21 de septiembre de
1866 en Bromley, Kent — 13 de agosto de 1946 en Londres), fue un escritor,
novelista, historiador y filósofo británico.
Es famoso por sus novelas de ciencia ficción y es considerado junto a Julio Verne
uno de los precursores de este género. Por sus escritos relacionados con ciencia, en
1970 se decidió en su honor llamarle H. G. Wells a un astroblema lunar ubicado en
el lado oscuro de la Luna.

253
NAZARETH SERRANO

>Este tipo de observaciones han sido recogida por los que opinamos
que los misteriosos habitantes de Shambhala o Agarthi pueden ser seres
llegados del espacio, con una civilización enormemente más avanzada que
la nuestra, que han preferido recluirse en un mundo que finalmente no sería
muy distinto al interior de una inmensa nave, en el cual pueden controlar
fácilmente la contaminación biológica, el clima, los cultivos necesarios y el
orden de sus existencias. En virtud de una tecnología avanzadísima, ellos
podrían cortar las rocas como si fuesen mantequilla, remover grandes
masas de materiales y obtener materias primas y fuentes de energía, sin
necesitar para nada el mundo exterior… ni a nosotros.
>Y hasta puede que alguno de ellos sienta un enorme desagrado por
nuestro mundo exterior, como vosotros los sentís por la tierra que habitan
los impuros.
Todos asienten con la cabeza.
Ahora toma la palabra el astrónomo.
-Ciertamente no existe, por ahora, un fundamento suficientemente
sólido para afirmar que los extraterrestres hayan llegado a la Tierra en un
tiempo tan remoto, pero sí existen argumentos para suponer que eso no es
una locura. Tres de las más importantes figuras científicas de la actualidad
en el mundo “real” concuerdan en que hay suficientes pruebas para
suponer que esas visitas extraterrestres son una posibilidad real. El
69 70
astrónomo Carl Sagan y el físico soviético M. Agrest se muestran
inclinados a creer que realmente se efectuaron esas visitas, basándose en
pruebas sustanciales de que muchos siglos antes de Cristo fueron
elaboradas figuras representando el Sistema Solar incluyendo los tres
planetas que serían descubiertos mil años después: Neptuno, Urano y
Plutón. Además de otro planeta que no ha sido descubierto por los
astrónomos “reales” pero sí por nuestros astrónomos, causante de graves
cambios futuros en las órbitas, como ya os conté.
>Y por si esto fuera poco, en esta célebre figura que representa los
planetas interiores y, entre Venus y la Tierra, se ven nítidamente marcadas
unas líneas que señalan, sin lugar a dudas una relación significativa entre
ambos planetas.
>Para algunos astrónomos y teóricos de la vida extraterrestre, es
posible que Venus haya sido un planeta como imaginaban los poetas y los
escritores de la ciencia ficción antes de que los aparatos terrestres
mostraran que se trata de un lugar infernal, con una temperatura cercana a

69
Carl Edward Sagan (Brooklyn, Nueva York Estados Unidos; 9 de noviembre de
1934 – Seattle, Estados Unidos; 20 de diciembre de 1996) fue un pionero y popular
astrónomo, ex biólogo y divulgador científico en todo el mundo.
70
Matest M. Agrest (julio 20, 1915 - septiembre 20, 2005) fue un ruso etnólogo y
matemático conocido principalmente por ser uno de los primeros defensores de la
existencia de antiguos astronautas , que alcanzó su pico de popularidad en la década
de 1970.

254
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

los quinientos grados centígrados en la superficie y rodeado siempre de un


nublado funesto de metano y ácido sulfúrico.
>Para ellos, es posible que en Venus haya ocurrido una catástrofe
desatada por un accidente o un error provocado por sus habitantes, con su
supertecnología. Quizás una catástrofe nuclear que desencadenó procesos
químicos incontrolables a escala planetaria. Y los visitantes extranjeros
habrían sido entonces aquellos venusianos que lograron escapar a tiempo
para buscar asilo en la Tierra.
>Sea como fuere, los defensores de la teoría de que los extraños
habitantes del mundo subterráneo son extraterrestres de aspecto “humano”
y posiblemente sean incluso de nuestra misma especie, no chocan en sus
planteamientos con las tradiciones de Agarthi y Shambhala. Al contrario,
ambos planteamientos se refuerzan entre sí.
>Y ahora imaginemos una roca muy grande, unas cuatro veces el
tamaño de la Tierra, flotando en… alguna parte. También es posible que
esa roca sea más grande aún, del tamaño de una galaxia, aunque no
mayor que eso, pues debe poder girar con conformidad en su “alguna
parte”. En el centro de esa roca hay una burbuja de aire, una esferita de
sólo cuarenta y dos mil kilómetros de circunferencia. En el centro de esa
burbuja habría un sol bastante pequeño, de unos cuarenta y seis kilómetros
de diámetro, y en torno a él gira lentamente la nube hecha de una sustancia
opaca pero adornada con “cosas brillantes”, las cuales serían las galaxias,
nebulosas, quásares, estrellas y planetas. Cuando la nube pasa frente al
minisol, proyecta una sombra sobre las paredes de la burbuja, y a la
sombra se la llama noche. Y en las paredes de la burbuja, parados con la
cabeza vuelta hacia dentro, nos encontraríamos nosotros.
>Esta teoría nos parece hoy delirante, pero fue admitida por numerosos
hombres de ciencia y astrónomos alemanes del periodo nazi, a partir de las
visones esotéricas de Hörbiger. Desde luego que la hazaña estadounidense
del Apolo 12 y la supuesta llegada del hombre a la luna barrió con aquel
delirio y lo condujo al error metal. Sin embargo, desde el punto de vista
matemático y físico, la delirante teoría de Hörbiger era suficientemente
sólida como para inducir a error a científicos alemanes capaces de
mantener en alto el tradicional prestigio de la ciencia alemana, que
calculaba con precisión las trayectorias teóricas estratosféricas de los
cohetes V2 y que había desarrollado el radar.
>Aunque quizás el mito más conmovedor de sobre la Tierra Hueca sea
el que identifica Agarthi como la misteriosa Hiperbórea. Según muchos
investigadores con inclinaciones esotéricas, los “seres superiores” que
habitaban allí son tan perfectos que podrían definirse como “mitos
revestidos de materia”. Una síntesis brillante de esta nueva leyenda la
71
entrega el escritor Miguel Serrano en su obra “El Cordón Dorado”, aunque

71
Miguel Serrano Fernández (Santiago de Chile, 10 de septiembre de 1917 –
ibídem, 28 de febrero de 2009) fue un diplomático, explorador y escritor chileno.
Perteneció a la generación literaria de 1938, siendo conocido por su extensa obra de

255
NAZARETH SERRANO

el tema irradia y compenetra la mayor parte de su obra de madurez. Según


esta leyenda, la Tierra sería hueca en su interior; a una profundidad de
ochocientos kilómetros de la superficie se abriría un amplio “mundo interior”
respecto del cual la gravedad actuaría en dirección hacia la corteza, de
encontrarse allí la masa planetaria principal. En el centro del planeta, como
un corazón radiante, habría un ardiente y luminoso núcleo que proveería de
luz y calor al “mundo interior”.
>Esta leyenda sostiene que bajo tierra, bocabajo, respecto a nosotros,
había mares, ríos, tierras, cordilleras… todo un pequeño planeta
involucrado por el nuestro, con una gravedad menor que permitiría a sus
habitantes y vegetación alcanzar estaturas enormes. Gigantes serían sus
habitantes. Gigantes que, tal vez, salieron de su mundo en la prehistoria, o
que tal vez, migraron a él, dando paso al “hombre” para colonizar y
apoderarse del “mundo exterior”. Y los gigantes, pasarían entonces a
convertirse en leyendas… Y lo que no se ve, no se teme, no se molesta y
no se puede conquistar.
>Además, las virtudes del corazón radiante de la Tierra favorecerían la
vida mucho más que la luz solar y se rejuvenecerían a quienes lograsen
entrar allí a una edad avanzada.
>Sostienen que en aquel mundo interior habita, nada menos, que
nuestro Gran Führer convertido en Dios Solar. Nuestro objetivo es
determinar si ese mundo es, realmente, habitado por seres superiores a la
raza humana, colonizar de forma pacífica o, si fuera necesario, a través de
la fuerza su territorio, siempre y cuando sepamos a qué nos enfrentamos y
estudiar desde dentro las propiedades de “la luz verde” y el “sol negro”.
>Hemos encontrado en ambos polos, tal y como dice la leyenda, ocultas
las entradas principales del planeta Tierra al mundo subterráneo, pero
anteriores expediciones han sido todo un fracaso.
>Por supuesto, esta misión también tiene como meta encontrar a
vuestros compañeros desaparecidos y, si aún siguen vivos, traerlos de
vuelta a casa sanos y salvos. Por supuesto, sus cadáveres, de ser
encontrados, deberán ser devueltos. Hay otras vías de acceso a Agarthi, en
el Himalaya, Los Andes y ciertas cavernas misteriosas que se pierden en
las entrañas de la Tierra, pero la forma más segura de llegar allí es a través
de la puerta de la Antártida.

búsqueda espiritual y de misticismo nazi. Es uno de los exponentes clave en el


nacimiento del hitlerismo esotérico. La filosofía firme, de carácter antimodernista y
neo-gnóstica de Serrano afirma un origen extraterrestre de los arios hiperbóreos, →
y postula una conspiración global en contra de estos por un dios de carácter
maligno, el Demiurgo, adorado por los judíos, señor del planeta Tierra, creador de
la estirpe de los homínidos y del materialismo.
Serrano sintetiza tradiciones nórdicas e hindú-védicas, las cuales considera de
origen ario-hiperbóreo. Está especialmente en deuda con la teoría junguiana de los
arquetipos raciales colectivos y sigue a Savitri Devi al reconocer en Adolf Hitler un
avatar que luchó contra las fuerzas materialistas demoníacas del Kali Yuga.

256
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

Otto toma la palabra.


-Bien. Ha llegado el momento de presentar al resto del equipo. Con
ustedes viajará nuestro experto en geología, el señor Fremont. La doctora
Lorelei que será la encargada de vuestra salud durante el viaje y afrontará
sin problemas cualquier contratiempo que tenga que ver con heridas o
similares. Nuestro experto en lenguas muertas y mitólogo, el señor Leopold
os ayudará si encontráis rastro de civilización, también lo hará nuestro
arqueólogo, el señor Lewis. Por supuesto, también os acompañará el señor
Odell…
Cuando Otto termina, presenta a otro grupo de SS de élite que
participarán.
-Ellos también han sido instruidos para la misión. Son el grupo Beta que
irá detrás del Alfa, o sea, vosotros.
>Las armas que vais a llevar son pistolas H-58, ametralladoras K-25,
con cargas de energía blanca –es un nuevo tipo de arma-, y municiones de
desintegración, fusiles de precisión tipo Beta-54, con carga eléctrica y
munición de energía blanca…
Ancel sonríe ante la posibilidad de tocar esas armas. Rudolph, que ha
entrenado con ellas y sabe lo peligrosas que pueden ser en manos de un
tonto, cada vez ve peor la idea de marcharse en busca de Agarthi.

257
NAZARETH SERRANO

258
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

CAPÍTULO 25: EL KORT-VOVERKAM

Madrugada del 6 al 7 de marzo de 2013

PLANETA TIERRA
WASHINGTON DC

W
del teléfono.
illiam pulsa el botón verde un par de veces y maldice ante el
incesante tono de llamada. Ninguna voz contesta al otro lado

Ofrece las llaves de su Ferrari al aparcacoches y entra en el lujoso hotel


de fachada blanca. Guarda el móvil en el bolsillo interior de su chaqueta y
se recoloca la corbata.
La recepción es amplia y lujosa. El mármol se muestra como el material
por excelencia y hay bonitos sofás para los que esperan a alguien.
A la derecha queda el restaurante y a la izquierda la salida al gran patio
interior y el acceso al spa.
Pasando el patio, que posee una zona cubierta por donde transitarlo,
queda el gimnasio, la sauna, las pistas y amén de comodidades.
William no presta atención al tipo que está esperando sentado en un
sofá de cuero negro, con un periódico entre las manos y que luce gafas de
pasta celeste. Es un tanto orondo y sus rechonchos dedos se remueven
cuando pasa por su lado. El hombre evita mirar a William, y el presidente de
los Laboratorios Omega ni le presta atención.
William se pone frente al mostrador de recepción. Sentadas tras el
mueble se encuentran dos señoritas, con sus respectivos ordenadores y
teléfonos. Un botones busca algo en la parte posterior.
Una de las señoritas alza la cabeza y dice:
-Buenas noches y bienvenido. ¿Puedo ayudarle en algo, señor?
La otra echa un vistazo a William y sonríe. William sonríe cordial y
vuelve a prestar atención a la más mayor.
-Tengo una reserva a nombre de Morris West.
La mujer teclea algo. La joven mira a William y él piensa que le ha
reconocido, pero seguro que no incomodará a un cliente con una “casual”
actuación de la prensa rosa. El hotel tiene un buen prestigio entre la gente
adinerada, tanto por los servicios como por la privacidad de las vidas
privadas de los clientes.
William sonríe de nuevo y ella se atusa el pelo.
La mujer corta la coquetería.
-Habitación quinientos doce, en la novena planta –comenta y le entrega
una tarjeta que coge de un cuadro repleto de ellas-. Que pase una buena
noche, señor. Y no dude en pedir cualquier cosa que le haga falta.
-Por supuesto. Gracias.
William llama al ascensor. El número dos que corona el marco de las
puertas metálicas se ilumina, luego el uno, y finalmente el cero.

259
NAZARETH SERRANO

Las puertas se abren y el ascensorista da las buenas noches y pregunta


por la planta a la que desea ir el cliente.
William indica que a la novena y el hombre pulsa el botón
correspondiente. El viaje es corto y nadie más entra en el ascensor durante
el trayecto. William se baja y queda ante un extenso pasillo central y dos
laterales. Todos parecen idénticos, con las mismas puertas flaqueando a
izquierda y a derecha y los lectores de tarjeta, o sea, las llaves en este
hotel, a mano derecha.
William chasquea la lengua y toma el camino recto. No tarda en dar con
la habitación indicada. Sopesa la tarjeta y la coloca frente al lector. La
puerta se abre levemente y William mira a su alrededor, como si estuviera a
punto de cometer un crimen, antes de entrar. Cierra tras de sí y se
encuentra con el pasillo que precede a la suite.
Entrevé una cama de matrimonio con colcha en color marfil, las mesitas
de noche, un pequeño diván a la derecha, el armario empotrado, una
especie de sofá a los pies de la cama, minibar, etcétera.
Frente a la cama está el amplio balcón, a la derecha queda la salita, a la
izquierda el baño, lujoso, con ese tipo de detalles que marcan la diferencia.
William entra y dice:
-¿Hola? –esperando que la joven ya esté dentro-.
Sobre la cama hay un sobre.
William lo coge, pero no se atreve a abrirlo hasta que no ve que su
nombre, el real, está escrito en él.
Sonríe y saca una cuartilla que está escrita a mano.
Le dice algo así como que se vaya preparando, que ella ahora viene, y
da una excusa.
-Vaya, esperar me va a matar –comenta William y, dejando el sobre
donde estaba, echa un vistazo al balcón-.
Este da al patio, precioso bajo la luz de la luna.
William escucha la puerta y se voltea sonriendo. Aunque pronto se le
borra la sonrisa, cuando ve que no es la chica la que entra, sino un hombre.
-¿Qué haces aquí? –pregunta él-.
-Quería hablar contigo –responde el visitante-.
-¿Y no podías habérmelo dicho?
-¿Hubieras venido si te lo hubiera pedido?, ¿aquí, a un hotel?
William pone cara de evidencia.
-Pues claro. Eres mi hermano.
Michel Angelo eleva la ceja.
-Ah...
-¿Has montado todo lo de la chica para traerme aquí?
Michel Angelo se pone serio.
-Más o menos.
-Siempre tan frío. En vez de decírmelo en persona… Pero dejemos
clara una cosita… –comenta William señalándolo con el índice-. Que sepas
que no voy a usar el jacuzzi contigo, ¿eh? –añade bromeando-.
-¿Qué dices?
William sonríe, se acerca y le da unas palmaditas en la espalda.

260
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

-Que era broma –abre los brazos-. ¿No me abrazas?, ¿sigues siendo el
hombre de hielo?
Michel Angelo cruza los brazos sobre su pecho.
-Sí. Y tú el descontrolado de la familia.
William se lleva la mano a la nuca y comenta:
-Sí, puede que sí… Bueno, pues dime dónde has estado. ¿Conseguirte
cumplir tu destino?. Bueno, ¿has cenado?.
-No.
-¿Quieres bajar?, ¿o prefieres hablar aquí?
-Aquí mejor –responde con rotundez-.
-De acuerdo. Claro… Sabes, te he echado de menos… un pelín. Y la
próxima vez camas separadas, ¿eh?
-No he venido aquí para bromear.
-Claro… has venido para hablar. Lo siento…
<No exactamente para hablar….> -piensa Mitch llevándose una mano a
la parte inferior de su espalda-.
-Yo sí que lo siento.
William pone cara de no entender.
-¿Qué dices?
Mitch palpa el cuchillo de orichalcum.

AÑO 1270 DC

PLANETA DE HIELO
EN LA BASE CENTRAL, EN LA SALA DE ENTRENAMIENTOS DEL
EJÉRCITO IMPERIAL

Kort-Voverkam observa las luchas desde las plataformas que coronan la


sala. Se trata de un espacio amplio de forma circular, precedido por
plataformas. Se podría parecer “El Foso” de La Resistencia, pero este lugar
es más espacioso y limpio.
El príncipe Voverkam viste de negro, con ropa holgada hoy. No se ha
puesto su habitual coraza ni tampoco lleva protecciones o guantes. Va más
“al natural”. A pesar de todo sigue llevando su casco metálico, terminado en
una máscara que no deja ver su cara y que en su parte inferior adjunta un
collarín robótico que articula perfectamente como su cuello.
La máscara cobra la forma de un rostro con los labios cerrados y de
facciones rudas. En la parte de sus ojos tiene dos placas de un cristal
especial, que al ser oscuro para los que ven desde fuera, no deja distinguir,
siquiera, el color de sus ojos. Sin embargo, desde dentro, todo se ve
perfectamente. Este cristal, además, difumina la molesta luz que puede
dañar los ojos del Kort-Voverkam.
El príncipe observa a uno de sus instructores, Kiexerus. El hark va al
descubierto por la parte superior del cuerpo, luciendo una musculatura
bastante imponente y una piel morena. Aunque no es eso lo que le capacita

261
NAZARETH SERRANO

como instructor, sino más bien su comprensión de la lucha y su cultivada


mente.
El instructor está usando un par de dagas largas para dar una buena
lección a dos alumnos, mientras el resto de reclutas mira haciendo un
círculo alrededor, pero manteniendo una distancia prudente para no ser
heridos por un arma sin tener nada que ver con la lucha.
Kiexerus juega con las dagas sin problemas, aparentemente distraído,
mientras sus alumnos lo flaquean indicándose el plan entre sí.
Kiexerus se concentra. Sus armas se vuelven apéndices del cuerpo. Su
mente entra en un perfecto estado de calma que no es pervertido por un
sólo pensamiento. Entra en ese estado en apenas unos segundos, mientras
que sus alumnos planean sus movimientos, él tan sólo siente y espera, sin
pensar en nada pasado, ni en el paso futuro.
El primero ataca por el costado derecho. Kiexerus apenas mueve un
tanto la daga de su mano derecha para repeler el ataque. El otro prueba
suerte por el otro lado, y el instructor aplaca el filo de la espada en un
movimiento rápido y preciso.
Se detienen. Los alumnos dan un paso atrás y planean, sopesando la
experiencia el maestro, el cual, tras hacer un giro con las dagas, extiende
ambos brazos en paralelo a su cuerpo y espera.
-En una batalla real no tendríais tiempo de pensar –comenta el
instructor-. ¿Cuándo empieza lo bueno?
Los alumnos, hijos de la nobleza, se miran entre sí y sonríen. Acometen
a la par, de frente y con brutalidad, gritando antes del golpe.
Kiexerus espera hasta que, en un último segundo, flexiona la espalda
hacia atrás, haciendo que el filo de la espada de unos de sus alumnos pase
surcando el aire a pocos centímetros de su cuello. Gotas de sudor saltan de
su cabello bruno dispuesto en forma de media melena, y se quedan
suspendidas en el aire ante los ojos del príncipe, que, entrando sin querer
en el vínculo mental, lo ve todo paralizado. Luego la realidad pasa a cámara
lenta. El otro filo ataca a su abdomen, pero Kiexerus ya tiene su daga a
pocos centímetros del filo contrario, contra el que choca produciendo un
ruido sordo a oídos del príncipe. La otra daga de la que dispone Kiexerus
está ascendiendo sin temor ni precaución hacia el abdomen del que
acometía contra su cuello. La carne se va abriendo ante el paso del frío
metal, muy lentamente para los ojos del príncipe. La sangre brota como un
estallido carmesí de fuegos artificiales y sobrevuela los aires. La cara del
alumno se torna en dolor. Luego la realidad vuelve a su ser por unos
instantes.
El alumno herido da un paso atrás, el otro acomete. Kiexerus coloca sus
dagas en forma de cruz frente a su cara y detiene el filo del arma contraria.
El choque produce un característico sonido. El alumno siente un fuerte
golpe en el estómago y da un trastabillado paso hacia atrás.
El otro, el herido, acomete por la espalda y todo vuelve a pasar a
cámara lenta ante los ojos del príncipe.
Kiexerus se agacha y su melena queda suspendida en el aire. El filo de
la espada corta la punta de un mechón y los cabellos amputados se quedan

262
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

suspendidos unos segundos, antes de precipitarse de forma destartalada


hacia el suelo. Para entonces Kiexerus ya se ha volteado, aún con la
espalda flexionada, y con una daga raja profundamente la rodilla del
alumno, que abre la boca y grita ahogadamente para oídos de Voverkam.
De nuevo la sangre salta, acompañada de astillas de hueso teñido de
grana, al estar impregnado en el líquido vital. Ambas cosas se precipitan
con apatía hacia el suelo, ante los ojos del príncipe, el cual sonríe tras la
máscara.
A la altura de la rótula ha quedado una horrible herida en forma de
orificio.
Kiexerus no se desconcentra, vuelve a erguirse y, en un rápido
movimiento, gira sobre sí mismo exponiendo sus brazos extendidos y, por
consiguiente sus dagas, al cuerpo, consiguiendo arrollar todo a su paso,
incluido el otro alumno, al que acierta en el brazo con el que sostiene la
espada.
Ambos alumnos se retiran un poco del maestro para ver sus heridas, el
cual no prosigue las acometidas y se queda erguido, con los brazos en
descanso.
Una pequeña gota de sudor resbala por su frente, prosigue su camino
por la cara exterior de la nariz, transita el labio superior y vira, para terminar
pasando por la comisura, antes de transitar el mentón y quedar colgando
brevemente, antes de precipitarse hacia el torso desnudo, que se eleva y
desciende pausadamente.
El alumno de la rodilla herida se encuentra agachado, imprudente. El
otro se mantiene alerta, con la espada sujeta por ambas manos, interpuesta
entre él y el maestro.
Los ojos verdes de Kiexerus parecen inexpresivos. Su rostro una roca.
Su cuerpo una muralla infranqueable. Su mente, algo inexplorado.
Voverkam recuerda que le rescató cuando sus padres murieron y en vez de
matarlo, dejó que se curtiera en la guardia imperial.
Ahora es uno de sus mejores oficiales, pero no todos los alumnos
aceptan a un hark como maestro.
Ninguno de los alumnos se atreve a dar el siguiente paso. El de la
rodilla dañada se incorpora cuando esta va cicatrizando poco a poco y,
arma en mano, se pone en posición defensiva.
Kiexerus pone los brazos en cruz y, con el flequillo descolocado y
sudoroso cayendo sobre su frente, mira a los alumnos. Abre las manos y
las dagas voltean levemente en el aire antes de chocar contra el metálico
suelo, donde botan levemente un par de veces y yacen quietas.
Kiexerus vuelve a colocar los brazos en descanso y los alumnos se
miran entre sí. Asiente con la cabeza y arremeten contra él, esta vez de
manera más lógica y menos brutal.
Uno se adelanta e intenta atravesar a Kiexerus con la espada. El
maestro hace virar su cuerpo en el último momento, lo agarra por la
muñeca y tira de él hasta que sus cuerpos se pegan, momentos antes de
que lo arrolle con un simple barrido. El otro a punto está de rozar el pecho
del maestro con la espada, pero Kiexerus sólo tiene que girar un poco para,

263
NAZARETH SERRANO

por los pelos, librarse de la raja. Kiexerus pisa la espada del que está en el
suelo, deteniendo el impulso del alumno que quería cogerla. El otro vuelve
a la carga y lo siguiente que ve el príncipe, que ha sido sacado del vínculo
de repente, es al alumno volando por los aires y estampándose sin remedio
contra la pared, pues el resto de alumnos que los rodeaba se ha retirado
para no recibir el impacto.
Luego cae al suelo de cabeza y, extendido, se limita a no levantarse,
haciendo entender que ha tenido demasiado para un novato como él.
El otro no se rinde. Kiexerus deja que se levante y hasta le da la ventaja
de permitir que recupere el arma. Eso, desde luego, en un campo de batalla
no pasaría. Estarían muertos ambos, si Kiexerus fuera un enemigo real y no
hubiera tirado las armas para demostrar a sus alumnos cual tontos son.
Kiexerus repele cada acometida del alumno en cuestión de segundos y
con una facilidad pasmosa, sin el uso de arma alguna.
Tras unos minutos de diversión, el instructor captura el brazo del alumno
y, con una rápida y contundente torsión, hace que suelte el arma, que no
llega a tocar el suelo, pues la impulsa con el pie, como si de un balón se
tratara, y la captura con la mano izquierda.
Lo siguiente que sabe el alumno es que está pegado al suelo, con el
instructor sobre él y el filo de su propia espada a ras de cuello.
-Querías un combate real. ¿Acabamos esto como si fuera un combate
real? –pregunta Kiexerus-.
El alumno, con cara de malas pulgas, masculla un: “No, por supuesto
que no”.
-Entonces piénsatelo dos veces antes de volver a contradecirme.
Y tras decir esto Kiexerus se retira y deja que el alumno se levante. El
instructor tira la espada al vuelo, esta voltea un par de veces y desciende
con rapidez, quedando de nuevo en la mano del instructor, sólo que por la
parte de la hoja, permaneciendo el mango hacia el alumno, el cual la coge
con recelo y se coloca con el resto del grupo.
El instructor señala a dos y dice:
-Al centro a luchar.
El príncipe dice algo al consejero que tiene al lado y este asiente con la
cabeza.
Cuando el hark termina el entrenamiento, se dirige hacia las duchas. El
consejero lo intercepta interponiéndose en su camino.
-Aquí huele a hark –comenta el consejero abanicando su mano frente a
su cara-.
-Sí. Pero puede que huela a muerto si no te quitas de en medio –
comenta el instructor e intenta rodearlo, pero el consejero se vuelve a poner
frente a él-.
-El Kort-Voverkam tiene la bondadosa generosidad de dejar que hables
con él.
-Oh, qué generoso. Pero creo que no he hecho nada por lo que tenga
que ir ante su presencia.
-El Kort-Voverkam no insiste. Ya sabes, ¿no?
-Ah, sí. Claro… estoy emocionado. ¿Cuándo va a recibirme?

264
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

-En cuanto dejes de apestar… -le mira de arriba abajo-. Bueno, dentro
de lo posible.
El instructor expone una media sonrisa y se encamina hacia las duchas,
no sin antes hacer chocar su hombro contra el del consejero, el cual se
aparta muy indignado.
-Un poco de educación. Bueno, comprensible es que sin padres…
El instructor se detiene y ladea la cabeza para mirarlo por encima del
hombro.
-Tengo trabajo –comenta el consejero y se marcha en dirección
contraria-.
-Algún día…
El instructor no termina la frase. Simplemente niega con la cabeza y
continúa caminando.

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NAZARETH SERRANO

266
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

CAPÍTULO 26: EL REGRESO

7 de marzo de 2013

PLANETA TIERRA
MIAMI BEACH, FLORIDA

Thomas abre la puerta con ayuda de sus llaves y accede a la entradita.


Traspasa el marco que le separa del comedor y se acerca a la mesa
de café que queda frente al sofá. Deja las llaves de la casa y las del coche
sobre la mesa y, sonriente, se deja caer sobre el sofá, mando de la tele en
mano, y enciende el televisor.
En las noticias hablan sobre los Laboratorios Omega. Cambia de canal
una y otra vez hasta que da con una serie policíaca, que se prepara para
ver.
Se escuchan los pasos de alguien descendiendo las escaleras, pero
Thomas no se molesta en mirar quién es, sólo dice:
-¿Qué tal mamá?, ¿cómo has pasado el día?
No contesta. Thomas gira el cuello para echar un vistazo y la expresión
de su cara se queda rígida.
Se levanta casi de un salto y se aleja de la posición de las escaleras
caminando hacia atrás. Se da un buen golpe en la pierna con el pico de la
mesa y, maldiciendo, se detiene un momento.
-¿Qué pasa?, ¿no te alegras de verme? –pregunta Peter bajando los
tres últimos escalones-.
Thomas mira a su hermano, que viste como un civil, con una camiseta
sin mangas y un pantalón de camuflaje. Ambas cosas le dan un aspecto de
soldado cabrón de película. Lleva una escopeta en la mano, la que le regaló
su padre por su décimo cumpleaños.
Thomas no lleva el arma encima, así que cruza sus brazos frente a su
propia cabeza y, medio doblado, masculla: “No me mates, por favor…”
Peter se ríe.
-¿Matarte? –saca un trapito del bolsillo trasero y sigue dando brillo al
arma-. No hombre, estoy arreglando el desván y he encontrado esto –
comenta alzando el arma, sin apuntar a nada ni a nadie en especial-.
Thomas quita los brazos de su cara y, desconfiado, pregunta:
-¿Cómo te has escapado?
-No me he escapado. Me han dejado salir. Tengo que cumplir una
misión. Ahora he comprendido lo grandioso que el Führer y cual magnífico
es su sueño. El mundo debe comprender que él es el único, glorioso y
excelentísimo soberano de este planeta.
Thomas lo mira con el entrecejo fruncido.
-¿De qué hablas?
Peter niega con la cabeza.
-No lo comprenderías. Sólo eres un americano.

267
NAZARETH SERRANO

-¿Y tú no?
Peter acciona el arma y lo apunta con la escopeta tras exponer una
mueca de disgusto.
-No.
Thomas eleva las manos.
-Vale, vale. Pero baja el arma. Estoy de tu lado.
-No te voy a disparar.
-Pero puede que tengamos un accidente indeseado. Bájala.
Peter expone una media sonrisa y da un par de pasos al frente, sin dejar
de apuntarlo.
-¿Accidente indeseado?
Sigue caminando lentamente hasta llegar al sofá, el único mueble que
separa a ambos.
-Ah, ya. Como el que tuvo tu hermano con tu padre, ¿no?
-Sí… eso… fue un accidente.
-Un accidente. Y no queremos tener otro, ¿no?
-Claro que no. Soy tu hermano.
Peter niega con la cabeza.
-Tú no eres mi hermano.
-Sí, sí que lo soy. Lo siento. Estoy completamente arrepentido de
haberte vendido.
-No te arrepientas, hombre. Ahora he encontrado mi camino. Pero
sigues sin ser mi hermano. Porque mi madre es la Patria y mi padre el
Honor. Tú no puedes considerarte hijo de tan grandes dones.
-Ah, claro… -Thomas da un paso atrás-. No, no… yo no…
-Entonces cierra la puta boca.
Thomas enmudece.
-Tengo que irme. Pero cuando vuelva, hablaremos más tranquilos. ¿De
acuerdo, americano?
Thomas asiente enérgicamente con la cabeza.
Peter le lanza la escopeta, que Thomas caza al vuelo. Luego deja el
trapo sobre la mesa y, tras dedicar una enigmática sonrisa a su hermano,
se larga de allí cerrando la puerta de la calle de un portazo. Se dirige hacia
la casa de Leon.
Thomas vuelve en sí segundos después. Se sienta en el sofá, deja la
escopeta a su lado, cierra los ojos y se masajea las sienes.
<Está completamente loco… Verás cuando le vea mamá… Por cierto,
¿dónde están mamá y Eva?>
Abre los ojos, suspira y tranquilizándose a sí mismo, o intentándolo, se
encamina hacia las escaleras. Antes de poner un pie en el primer escalón,
pregunta:
-¿Mamá?, ¿estás en casa?
Pero nadie contesta. Comienza a subir mientras llama a su hermana, la
cual tampoco da señales de vida.
Las busca por todas las habitaciones y estancias de la casa, pero no da
con ninguna de las dos. No hay muestras de que allí haya pasado nada,
pero eso no le tranquiliza.

268
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

Saca el móvil del bolsillo interior de su chaqueta y llama a su madre, la


cual no responde y salta el contestador. Graba un mensaje diciendo que le
llame cuando pueda y, algo aturdido, se dirige hacia la puerta de la calle.

Los koradis esperan con impaciencia la llegada de su jefe, al menos, el


autoproclamado jefe en este planeta.
Todos se reúnen en una fábrica abandonada. La oscuridad es total, y
entre maquinaria y metal, se mezclan cajas de madera y cartón.
Al final el grupo entero ha decidido reunirse de nuevo. Los que se
separaron han comprendido que la unión hace la fuerza, y con esta
consigna han matado a bastantes atlantes en poco tiempo.
Alguien llega. Entra por una ventana rota y se dirige hacia ellos. Es el
jefe, con un macuto en la mano.
-¿Qué llevas ahí? –pregunta uno de los koradis-.
-Armas atlantes y otras cosas. Me he colado en la casa de uno de ellos
y, gracias a mi manipulación mental, uno de sus chicos me ha entregado
todo esto.
Se refiere, por supuesto, a Michel Angelo. Este koradi, el jefe, es el
mismo que vio Thomas en la playa, y también el mismo que mató a Philip e
hirió a Mitch, aunque luego cambió de plan y en vez de matar a más
atlantes, se infiltró para conseguir valiosos objetos y poderosas armas, ya
sean entregadas por el propio Mitch, -por así decirlo, ya que técnicamente
son suyas, o al menos, de Alex, el atlante del que se “disfrazó”- o robadas
por él mismo del grandioso “museo” que descubrió.
-¿Y mi hijo? –pregunta el jefe-.
Todos los koradis se quedan callados.
-Le dije que no saliera de aquí –comenta Horstrehm-.
Alguien está a punto de decir algo, pero una luz brillante y blanquecina,
que penetra por las ventanas rotas o por los cristales polvorientos y
semiopacos, las que los tienen, llama la atención de todos.
Horstrehm entrega la bolsa a uno de los koradis y un segundo macuto,
en el que nadie se había fijado, a otro. Luego les indica que se queden
donde están y es él quien sale.
Un tipo con una coraza negra, medio tendido. Eso es lo que ve. De la
luz ni rastro.
El koradi no crea ilusión alguna. Tiene pensado matar a ese tipo que se
ha atrevido a inmiscuirse en sus planes. Pero cambia de opinión cuando
reconoce el traje de líder y la daga que lleva en el cinto.
Blake termina de incorporarse y se sacude el polvo.
Horstrehm saca una daga, pero no ataca.
-¿Quién eres? –pregunta el koradi-.
Blake parpadea un par de veces antes de conseguir visionar al gigante.
-Ah… supongo que ya he vuelto. Soy Blake, el líder.
Los ojos de Blake van tornándose verdes, pero aún quedan pigmentos
rojizos en forma de líneas que flaquean sus pupilas redondas. El koradi lo
mira de arriba abajo y carcajea.

269
NAZARETH SERRANO

-¿Líder de quién?
-Líder de La Resistencia… -comenta Blake y se arrepiente, pues si no
sabe dónde está, puede que sea en territorio del emperador-.
Horstrehm niega con la cabeza.
-No me lo creo.
-Ya, ni yo… En fin. Vencí a Trohm alentado por salvar mi vida y la de
Jack… Bueno, tal vez tú le conozcas como Drake.
Horstrehm da un paso al frente.
-Drake no volvió jamás de su misión.
-Si ha vuelto… Sólo que más tarde de lo que pensaba… -comenta Blake
sonriendo-. Aunque parece que en vuestro planeta no ha pasado el mismo
tiempo.
-¿Bromeas?
-No, no. Lo prometo.
-Eso espero, porque hablamos de mi padre.
Blake pone cara de sorpresa.
-Ah. Vale. Genial, se alegrará de verte. Si conseguimos volver…
Horstrehm eleva las manos, y por consiguiente, el arma que tiene en
una de ellas.
-Espera. ¿Crees que voy a creer en tus palabras?
-No creo nada. Sólo digo la verdad. Intento ayudar, nada más.
-¿De qué conoces a mi padre?
-Es el novio de mi madre.
Horstrehm medita unos segundos y luego comenta:
-Entra ahí –y señala con la espada la puerta de la fábrica-.
-Vale, como quieras…

AÑO 1270 DC

PLANETA DE HIELO
EN LA BASE CENTRAL, EN LA SALA DE MAPAS

La estancia es amplia, y en cada pared o mesa, se representan distintos


mapas del Planeta de Hielo u otros, así como datos de interés sobre los
supuestos puntos estratégicos de La Resistencia y de la Armada Hark, un
grupo organizado de hark que combate contra el emperador, pero que no
sigue el dicho de “los enemigos de mis enemigos son mis amigos” y, por lo
tanto, no simpatiza con La Resistencia, aunque sus fines y las causas que
les lleven a la rebeldía contra del imperio y su soberano puedan ser
bastante parecidas.
El Kort-Voverkam despacha a dos oficiales de su ejército, que tras
saludar, se retiran.
Kiexerus espera en el marco de la puerta. Uno de los oficiales le da un
golpe a posta con el hombro al salir, a pesar de que el instructor, y antiguo
maestro del tipo en cuestión, ofrece espacio para que pasen.

270
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

El instructor no se mete en peleas delante del príncipe, que con un


movimiento de mano indica que entre.
El instructor, por supuesto, obedece y la puerta se cierra tras de él,
dejándolos a los dos solos en la sala.
El Kort-Voverkam casi nunca se queda a solas con nadie, aunque sea
de su confianza. Pero por alguna razón, hoy no quiere que su consejero, su
mejor soldado y el único hombre en el que puede confiar o cualquier otra
persona esté presente.
El hark, por supuesto, ni medita la idea de agredirlo. Después de todo,
hay ojos en todas partes y no podría consumar el acto de matarlo, haya o
no gente por medio… no por ahora.
Tras realizar un saludo, Kiexerus espera a que el príncipe hable
primero. Este lo hace a través de un aparato que incluye su máscara y que
difumina su voz.
-Quería hablar contigo aquí, porque he decidido ir en persona al diálogo
que mi padre ha planeado con el líder de La Resistencia Koradi.
Kiexerus asiente con la cabeza. El emperador se encuentra muy lejos
en estos momentos. Exactamente en el Planeta Fingux, que lleva años
intentando conquistar a la fuerza. La resistencia opuesta al nuevo imperio
es feroz, y en los últimos años la guerra se ha quedado estancada. Casi
nadie consigue avanzar en tierra ajena más de algunos kilómetros, bajo
precio de pagar por otros lados parte de la tierra ya ganada.
El emperador está harto y ha decidido movilizar la mitad del ejército que
dispone en el Planeta de Hielo, y también ha decidido liderar la gran batalla
que decantará de una vez por todas la balanza hacia uno u otro lado.
Esta decisión ha sido arriesgada. No por abandonar su puesto, pues el
príncipe sabe dirigir bien, sino más bien por mermar el ejército imperial en
el Planeta de Hielo, ya que La Resistencia podría utilizar estos momentos
de debilidad para atacar o poder repeler sin problemas un ataque. Claro,
que La Resistencia no sabe que el emperador no está en sus tierras, ni
tampoco sabe que la mitad de su ejército está en otro planeta.
De cualquier forma, es un secreto a voces. Cualquiera puede filtrar
información y no hay manera de vigilar a todos en todo momento.
Por eso, el emperador quiere que el líder de La Resistencia acepte su
rendición. De no ser así, tras su vuelta del Planeta Fingux, el ejército
completo podría aplastar, sin problemas, a La Resistencia para luego
encargarse de los rebeldes hark que se empeñan en colonizar tierras del
Planeta de Hielo.
El orden debe restablecerse, y eso Kiexerus lo sabe. Pero, ¿qué pinta él
en todo esto?. Él es sólo un hark, alguien en el que los koradis no deben
confiar. ¿Para qué le dice el príncipe que va a desobedecer a su padre
asistiendo en persona a la audiencia?
-Con todos mis respetos, mi Kort-Voverkam, no entiendo por qué me
cuenta a mí esto.
-Porque tú me debes acompañar.
El instructor señala su pecho con la mano abierta y pregunta:
-¿Yo?

271
NAZARETH SERRANO

-Según la información que he recibido de mí infiltrado, el nuevo líder es


un hark. Necesitaré que me traduzcas fielmente sus palabras, porque no
me fío de sus traductores y, seguramente, no hablará con claridad mí
idioma. Y si lo hace, puede que no lo utilice siempre.
-Pero mí Kort-Voverkam. Yo no recuerdo demasiado bien mí idioma
natal.
-Pues haz memoria. Seguro que no tienes problemas para entenderte
con ese tipo.
El príncipe se pone frente a un gran mapa holográfico e indica al hark
que se acerque con un gesto de su mano. El instructor da un par de pasos
hasta colocarse a su lado.
El príncipe toca el mapa y este cambia mostrando un primer plano de la
zona elegida.
-Esto es parte de la Tierra Muerta. En este punto –señala-, se realizará
el encuentro. Necesito que diez de tus mejores hombres se escondan
estratégicamente para asegurar mí protección y, en caso necesario y si
resulta oportuno, apresaremos al líder rebelde. Por otro lado, necesito que
antes de nuestra llegada, por ejemplo, la noche anterior, o cuando tú lo
decidas, hagas una exploración para comprobar que todo está en orden y
que no caeremos en una emboscada o cosa similar. Las normas dicen que
debemos acudir solos, o con un hombre, a lo sumo. Vamos a infringirlas,
pero sin llamar la atención. Seguro que ellos hacen lo mismo.
>Por cierto –le mira-. No quiero escándalos. Si hay gente apostada para
proteger al líder, no los mates, a no ser que el peligro de emboscada o de
caer en una trampa sea evidente.
-Pero mí Kort-Voverkam. Con todos mis respetos hacia usted y su
valentía, no creo que su seguridad pueda caer en manos de sólo diez
hombres.
-Mi seguridad no estará en manos de diez hombres. Estará en tus
manos. Así que, ten cuidado con lo que haces, a quién eliges y qué
decisiones tomas.
Kiexerus se ve pronto metido en el lío más grande de su vida.
-Pero…
-No estoy pidiéndote nada, siquiera una humilde opinión. Prepara todo
para la fecha prevista y atente a las consecuencias si algo sale mal.
-Insisto en que usted no debería ir.
-Una contradicción más y cambiaré de hombre, porque tendré que
mandarte a una celda.
Kiexerus saluda como es debido y se marcha cuando el príncipe se lo
indica con un simple movimiento de mano.
Nada más salir comienza a pensar en todo. Lo primero es elegir a diez
hombres que puedan ayudarlo a la perfección. Y también tendrá que elegir
a los que formarán el grupo de exploración. Y tendrá que elegir las armas
que van a llevar, y dónde se van a esconder, y…
<Menuda suerte…>
Sin demorarse más, se encamina hacia el comedor, pues todos los
soldados están ahora comiendo.

272
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

Él no tiene tiempo para esas cosas, tiene que preparar a los mejores en
poco tiempo, para poder garantizar la seguridad de un príncipe. Kiexerus
siempre pensó que no hay nada imposible con fuerza de voluntad, y ahora
no va a cambiar de opinión.

PLANETA TIERRA
MIAMI BEACH, FLORIDA

Blake se detiene en la cumbre de los acantilados y consulta su


muñequera.
-¿Aquí? –pregunta Horstrehm-.
-Sí. Aquí en cinco, cuatro, tres, dos, uno…
Una esferita blanca comienza a formarse en el mar. La bolita levita y
sale del agua. Poco a poco se va haciendo más y más grande y, paralizada
en el aire, deslumbra por un momento a los koradis con un resplandor
pulcro y blanco.
-¡Vamos! –indica Blake-.
Los koradis entreabren los ojos y se sitúan al borde del acantilado, pero
nadie se atreve a saltar.
La esfera está situada a unos metros del borde, y si se caen, se
estamparán con los peñascos puntiagudos del fondo, o simplemente,
caerán al agua. Ninguna de las dos opciones alenta a saltar.
Horstrehm es el primero en saltar. Toma carrerilla, da el último paso al
borde de los acantilados y se impulsa sin miedo. Pequeños
desprendimientos ruedan y se precipitan hacia el mar, donde terminan
sumergiéndose haciendo saltar, con su colisión contra el líquido, pequeñas
partículas de agua, que no tardan en descender y volver al cauce marino. El
koradi entra en la esfera limpiamente… y desaparece tras un haz
blanquecido. La esfera lanza un haz de luz pura y vuelve a su ser.
-Venga, el siguiente, rápido.
Como nadie salta, lo hace el perro. Con gran maestría y haciendo notar
su forma física, alcanza la esfera sin problemas. El orbe lumínico lanza otro
destello que los ciega.
-Vamos, el siguiente.
Otro koradi, aunque no muy convencido, salta sin calcular, pero sin
accidentes. La esfera se lo traga y expulsa luz a cambio.
Uno a uno van desapareciendo, hasta que sólo queda Blake.
Para entonces la esfera ha comenzado a menguar. La puerta se está
cerrando. Un margen invisible, alrededor del orbe, distorsiona la visión del
paisaje real, dando una falsa imagen de la Base del Planeta de Hielo.
Blake no se lo piensa. Coge carrerilla y salta. La esfera se lo traga y,
poco después, desaparece devorada por ella misma.
Alex sale de su escondijo y alcanza a ver, brevemente, una última
distorsión en el espacio-tiempo.
Por supuesto, no tiene tiempo ni ganas de entrar en la conexión.

273
NAZARETH SERRANO

Decide que volver a su casa, la de verdad, es una buena idea. Está a


gusto con Arabelle, más aún cuando ella no ha desconfiado cuando le ha
dicho que su marido ha muerto, desgraciadamente, a manos de los terribles
koradis, en otra dimensión, y que él presenció la escena, sin poder hacer
nada por él. Pero ha llegado el momento de pasarse por casa y ver que
todo va bien. Luego puede que visite a un humano, llamado Thomas, al
que, piensa, conoce de algo, aunque no recuerda bien de qué.
Tal vez luego, regrese a casa de Arabelle. Después de todo, a una
mujer afligida por el luto, hay que prestarle un hombro en el que llorar. Y
Alex, como todo un caballero, le prestará lo que quiera. Poco a poco, es
cuestión de tiempo que caiga en sus brazos, o eso piensa él.

274
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

CAPÍTULO 27: LA CURA OMEGA

10 de marzo de 2013

PLANETA TIERRA
WASHINGTON DC

M itch se enfrenta a su peor momento. Puede que Anastasia


sospeche que ese hombre que parece su padre, realmente no
lo es. Puede que Kevin haya preguntado por el corte de pelo, ya que él, a
pesar de habérselo dejado un poco largo, no ha tenido tiempo de que le
crezca hasta el punto en el que no se note la diferencia entre él y su
hermano, y hasta puede que los vecinos le miren con cara rara cuando él
no hace caso a la guapísima hija del magnate que vive enfrente, pero nada
ni nadie le hará pasar por la prueba más difícil que la de convencer a
Celestine, su “esposa”, de que realmente es William.
Por suerte las heridas que el koradi le hizo esa fatal noche han pasado
sin dejar rastro en su piel. De cualquier modo, esa chica debe conocer bien
a William, y cualquier cosa podría salir mal. Tendría que matarla si se
entera de algo, aunque, lógicamente, sospechar lo que está tramando Mitch
no es fácil.
Su “mujer” ha vuelto del viaje y le ha dado un beso. Ha preguntado por
el corte de pelo y ha hablado poco con él. Por ahora no parece
desconfiada, pero Mitch, aunque se parezca físicamente a William, no sabe
actuar como él, a pesar de que ha “cogido prestada” de su cerebro la
información necesaria para, cuanto menos, no hacerse de notar al primer
minuto en una conversación.
Ahora su mujer está sentada frente a él, en la cocina, tomando un café,
mientras la asistenta deshace las maletas y Anastasia asiste a sus clases
en casa.
-Has hecho mucho ejercicio –comenta ella mientras usa el teléfono
móvil, tal vez mirando algún mensaje-.
-Eh… sí –responde él dando un sorbito a su taza de café. Luego se
interesa por el periódico-.
-He pensado que podríamos viajar, ya sabes, una semana nada más.
Sé que estás ocupado, pero quiero estar contigo unos días. Bueno, Kevin y
Anastasia se quedarían a cargo de una niñera veinticuatro horas. Además,
Kevin es mayorcito y Anastasia, sabe lo que se hace… Aunque sólo tenga
cinco años, lo sé. Pero es… especial.
-Sí, lo es –comenta él mirando las noticias-. Pero no puedo viajar.
Tengo mucho trabajo.
-Eres el presidente. Anula algunas reuniones o posponlas.
Él retira la vista del periódico y la mira. Ella ha dejado ya el móvil.
-Ser el presidente no significa privilegios, sino más trabajo.

275
NAZARETH SERRANO

-Tonterías. Los grandes magnates de las empresas se pasan el día


tomando el sol y bebiendo cócteles de vivos colores tumbados en
tumbonas, con la brisa del mar acariciando su orondo cuerpo y mirando a
las chicas que hacen topless.
-No es así…
-Sí que lo es.
-No puedo dejar el trabajo.
-Pues llévate el portátil y los teléfonos móviles. De vez en cuando
desconectas todo eso y ya está.
-Cielo… nena… No puedo. Más quisiera yo.
-Mira. Nuestro matrimonio hace aguas. Me pides que confíe en ti y tú
me cotilleas el móvil…
Mitch pone los ojos en blanco. Es verdad, pero evidentemente no lo ha
hecho por celos, sino para captar más información acerca de la vida de su
nueva “esposa”.
-Lo siento…
-Te he perdonado los cuernos. Eso podría matar cualquier matrimonio.
Confió en ti, o eso quiero… Pero esto va mal. Necesitamos un poco de
tiempo juntos. Quiero saber si de verdad te quiero a mi lado.
Mitch ve en peligro su plan, así que se levanta y se acomoda al lado de
su “mujer”. La coge por la cara y la da un beso en los labios.
-De acuerdo. Te voy a demostrar que merece la pena tenerme a tu lado.
Pero quiero que sepas que yo no tengo esa inquietud. Eres la mujer de mi
vida, siento lo que pasó y quiero enmendar mi error. ¿Preparas tú el viaje?
-Claro. Pero tienes que decirme cuándo puedes estar libre.
-Cuando quieras. De verdad, voy a hacer que nuestro matrimonio
funcione. Lo prometo.
Ella sonríe y le besa de nuevo. Él se deja hacer.
-De acuerdo. Pues entonces, miraré por Internet. Pero te advierto que
me gustaría viajar a Europa.
-Ah, bien. Me parece una buena idea –consulta su reloj-. Tengo que
irme, nena. Volveré tarde.
Se levanta, la da un beso rápido y se encamina hacia la puerta. Su
mujer le mira brevemente.
-Tienes que comprarte trajes nuevos, con tantas pesas se te van a
romper.
Mitch se echa un vistazo a sí mismo.
-Sí, eso es una buena idea. Llamaré al sastre y que venga… Bueno, lo
consultaré con mi secretaria.
Celestine lo mira con cara rara.
-Secretaria estrictamente, lo juro.
-¿Por qué vas a volver tarde?
-Reunión con inversores japoneses.
Celestine se levanta.
-¿Japoneses?
-Sí, tienen dinero y quieren gastarlo en esta empresa, ¿qué se le va a
hacer? –mira otra vez su reloj-. Llego tarde. Adiós.

276
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

Mitch sale de la cocina y se dirige al comedor. Allí está Anastasia y su


profesora.
El joven se acerca a la niña y comenta:
-Siento interrumpir.
-No se preocupe –comenta la profesora-. Anastasia y yo vamos muy
adelantadas.
Mitch sonríe y dobla es espinazo para besar a la niña en la mejilla.
-Papá se va a trabajar, volveré por la noche. Pórtate bien.
Mitch no espera que le dé un beso, así que coge su maletín y se
encamina hacia la puerta.
La señora Wilcke, como cada mañana, ha avisado al chofer, que espera
en la puerta con el jaguar en marcha.
Mitch entra en el asiento trasero y el chofer cierra la puerta. Mitch sube
el cristal que separa la parte trasera de la delantera e intenta relajarse. Le
suena el móvil. Busca y rebusca entre sus bolsillos hasta dar con el teléfono
que suena, pues lleva varios. Pulsa el botón verde, pega el aparato a su
oreja sin mirar el número del que llama y dice:
-William Plagge.
-Hola mi querido posthumano. ¿Te lo estás pasando bien?
-Eh… bueno, mal sin ti.
-No seas cínico, mí Angelo. ¿Te has tirado ya a tu mujercita?
-¡No!.
-Eso es lo que quería escuchar. ¿Te ha puesto algún impedimento?,
¿ha hecho muchas preguntas?
-No.
-Muy bien. ¿Esta tarde vas a venir a verme?
Mitch baja un poco la voz, como temiendo que su mujer y el chofer
estén compinches para atraparlo en una infidelidad, si es que lo que está
haciendo, o mejor pensado, va a hacer, se puede considerar como tal.
-Sí. Ya sabes que sí… Estoy de camino a la oficina. Hablamos luego.
-Ten cuidado con esa zorra secretaria. Miraba mucho a tu hermano,
ahora se tirará a tu yugular.
-Sabes bien que eres la única. No me vengas con esas cosas, estoy
atareado.
-De acuerdo. Pero ven pronto, debes saber algo.
-¿Qué?
-Alex ha vuelto.
-Ya había vuelto.
-Creo que no…
-Explícate.
-Ahora no puedo. Te veré esta tarde.
Y cuelga.
Mitch suspira y se guarda el teléfono. Pasa el resto del viaje medio
tirado en los asientos traseros. Cuando el chofer abre la puerta se topa con
una marabunta de periodistas. Mitch sonríe falsamente y se pregunta qué
diablos ha pasado ahora para que la prensa se cebe con él.

277
NAZARETH SERRANO

Indica que no va a hacer declaraciones, pero no añade que ni siquiera


sabe sobre qué debería declarar, y, ayudado por dos guardaespaldas, que
lo seguían en otro coche, por petición propia, entra en el edificio alto y
poderoso, lleno de cristaleras y muros chapados en un bonito metal
cromado.
Una de las periodistas devuelve la conexión pulsando el casco de su
oreja con el índice para intentar escuchar al presentador en el plató, desde
donde se emite la escena en directo.
-Como acabáis de ver, el presidente no ha querido hacer declaraciones
sobre la nueva vacuna contra la extraña enfermedad que está mermando la
población suramericana, y que aunque ha estado activa desde hace dos
años, se ha manifestado en el dos mil trece de manera intensa, con miles
de muertos en los últimos dos meses. El gobierno habla de contención de la
epidemia y niega que haya habido casos en Norteamérica. El presidente
llama a la calma, pero cada vez aparecen más enfermos con síntomas que
podrían concordar con esta enfermedad provocada por un virus extraño, del
que sólo parece tener información esta cadena de laboratorios.
>Devuelvo la conexión.
En el plató, el presentador asiente con la cabeza y, mirando la gran
pantalla que precede a la mesa de debate, comenta de pie:
-Gracias Ruth. Si hay novedades pide paso.
La pantalla muestra el nombre del programa y el presentador, mirando a
cámara, abre debate.
-¿El gobierno oculta la verdad para que no cunda el pánico o realmente
cerrando las fronteras estamos a salvo de esta enfermedad desconocida y
cuya cura parece estar en manos de unos laboratorios… digamos que han
tenido varios problemillas que han saltado a las páginas de los periódicos?.
¿Qué pensarán nuestros expertos?. La respuesta, después de una
pequeña pausa publicitaria. No se vayan. Hasta ahora mismo.
Sonríe y pasan a anuncios.
Celestine apaga el televisor. Suspira y piensa en su marido.

278
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

CAPÍTULO 28: LA ORACIÓN DE LOS ESPÍRITUS

Madrugada del 10 al 11 de marzo de 2013

PLANETA TIERRA
WASHINGTON DC

A nastasia se remueve en la cama, sumida en el mundo de los


sueños. Está soñando que es perseguida por una sombra, un ser
sin rostro ni cuerpo definido. Corre y corre sin parar por un extenso pasillo.
Todo está sumido en la más completa oscuridad, pero aún así ella puede
distinguir un pasillo sin fin, flaqueado a izquierda y a derecha por puertas,
muchas puertas, aparentemente cerradas.
Ana no mira hacia atrás, pero siente la presencia del extraño muy cerca.
La sombra no corre, pero simplemente andando con su paso tedioso y
cargado casi consigue alcanzarla.
Anastasia sigue corriendo y, de repente, se encuentra con el final del
pasillo. Una puerta. Intenta abrirla, pero no puede, parece cerrada por
dentro.
El picaporte es dorado y redondo. Anastasia lo intenta voltear, pero es
como si se hubiera atrancado, o como si hubiera un tope que no le deja
girar bien.
Siente la sombra muy cerca de ella. Escucha su respiración, sus latidos,
sus pasos, que se detienen a escaso metro de ella.
Anastasia se da la vuelta y pega la espalda a la puerta.
Entonces la sombra habla, con voz ronca y pausada. Dice:
-Hashís akunt shamka. Hashís akunt shamka. Et shamka gi Kort gham,
et hult bla-ke shimbú.
La sombra extiende una mano, parece tener la intención de tocarla.
Anastasia se pega más a la pared y aprieta los parpados a la par que los
dientes.
Anastasia despierta y se incorpora en un acto inconsciente, quedando
sentada en la cama. Su respiración es rápida y superficial, sus latidos
acelerados. Sudores fríos recorren su frente.
Suspira y se retira el pelo de la cara.
-Sólo ha sido una pesadilla. Los espíritus no existen –se dice,
intentando convencerse a sí misma de tal cosa-.
Sin más dilación se levanta, se pone las zapatillas y se encamina hacia
el baño. No debería haber bebido tanta agua antes de acostarse, pero
siempre le entra sed de noche.
Abre la puerta de su habitación y el pasillo se le asemeja lúgubre e
interminable. Se convence de que su mente le está jugando una mala
pasada y se encamina hacia el baño, por una vez, rezando lo único que
sabe. Con cada paso, dice una pequeña frase sobre lo que le ha enseñado
su madre en voz baja.

279
NAZARETH SERRANO

-Padre nuestro… que estás en el cielo… santificado sea tu nombre…


venga a nosotros… venga a nosotros… venga a nosotros… -se voltea
rápidamente. A pesar de sentirse observada, parece que no hay nadie
despierto. Sigue caminando y rezando-. Venga a nosotros tu reino…
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo… danos hoy…
Mitch escucha los rezos. Está tumbado en la cama de Celestine.
Cuando llegó ya estaba dormida. Aún así, al poco tiempo de acostarse, ella,
como en un acto inconsciente, se ha abrazado a él, el cual le da la espalda
para dormir.
Como Anastasia se ha atrancado, no hace más que repetir “no nos
dejes caer en la tentación… y… y…”
Mitch suspira, se tapa la cabeza con las mantas e intenta dormir.
De repente escucha una voz ronca que le dice: “Hashís akunt shamka.
Hashís akunt shamka. Et shamka gi Kort gham, et hult bla-ke shimbú”
Se destapa. No hay nadie gastándole una broma. Niega con la cabeza,
retira el brazo de su “esposa” de su cuerpo y esta se remueve. Él espera un
poco antes de levantarse y, con sumo cuidado de no hacer ruido, sale del
cuarto y entorna la puerta.
-¿Anastasia? –llama en voz baja-.
Pero la niña no contesta.
-¿Pasa algo?
Nada.
Pensando que ha vuelto a la cama, se encamina hacia las escaleras.
Quiere un tentempié.
Tras ir al baño, Anastasia vuelve a la cama, pero no a la propia. Se
coloca al lado de su madre, que está dormida, se acurruca y tapa su
cabeza con las sábanas.
Cuando Mitch vuelve y ve tal percal, suspira y se marcha. Se mete en la
cama de la niña y piensa en Elisabeth y en lo que le ha contado sobre Alex
y el impostor. Pero, ¿quién era el impostor?. No lo sabe, aunque, sea quien
sea, se ha llevado objetos que debe recuperar. La cuestión es, ¿cómo?
Al final, tanto él como Ana caen en un profundo y reparador sueño, que
se ve afectado durante la noche por extrañas quimeras sin significado para
ninguno de los dos… por ahora.

FECHA SIN DETERMINAR

PLANETA SIN DETERMINAR

-Hashís akunt shamka. Hashís akunt shamka. Hachís akunt, shamka… -


repiten una y otra vez los guerreros-.
El chamán, desde el templo que corona “La Pirámide de la Luna” grita
con poderosa voz.
-¡Et shamka gi Kort gham, et hult bla-ke shimbú!
Y los que están abajo vuelven a entonar la misma oración, todos
postrados en el suelo. Las vacilantes llamas de las antorchas bailan y

280
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

chispean al final de los postes. La hoguera central forma caprichosas


sombras, algunas con aspecto bastante demoníaco.
Justo en el lado opuesto de la “Pirámide de la Luna”, hay otro sacerdote,
orando desde el templo que corona “La pirámide del Sol”. Este reza:
-Shishukum nubirus kamlom shishukoms.
-Hashís akunt shamka. Hashís akunt shamka. Hachís akunt, shamka… -
siguen recitando los que están abajo, entre ambas pirámides, todos
postrados en dirección al “Muro de la Vida”, una especie de pared,
aparentemente parte de alguna estructura mayor, llena de grabados que
esta noche sin luna se iluminan bajo el fulgor de las llamas-.
La “Pirámide de la Luna” posee una bonita fachada cubierta por un
metal cromado que resplandece bajo la luz de las antorchas. Esta dispone
de tres plantas diferenciadas y cuatro escalinatas para acceder a cuatro
entradas del templete superior en el que culmina. Este templo tiene un
aspecto cuadrado y, al igual que el resto de la pirámide, está decorado con
grabados en el metal. Flaqueando cada entrada, cada una dispuesta hacia
un punto cardinal, hay un par de columnas, que llegan, más o menos, a la
cintura de un atlante. Coronando dichas columnas -de roca gris, adornadas
en sus vientres por diminutas representaciones de hombres en una, y de
dioses en otra, talladas con diestra mano-, hay dos esferas. En cada punto
cardinal, un color diferente. Estos son rojo para el Este, blanco para el
Norte, negro para el Oeste y amarillo para el Sur.
La “Pirámide del Sol” es más alta. Posee siete plantas. Esta está
tapizada por un metal brillante y dorado y, al igual que su “contraria”, su
cumbre queda relegada al templete, que como el otro, tiene cuatro
entradas, precedidas por cuatro escalinatas. Allí también hay columnas
igualmente situadas en pos de los puntos cardinales.
Resuenan tambores y los guerreros comienzan a saltar de un lado a
otro, surcando el aire por encima de la hoguera central, mientras entre
aplausos y rezos, los que esperan alentan a los que cruzan.
Wolf y Sam están puestos frente a las pirámides, en una especie de
tronos cubiertos por “toldos” artesanos que se sostienen sobre cuatro palos
clavados en la tierra.
Ninguno de los dos sabe exactamente qué clase de ceremonia se está
llevando a cabo. Wolf sonríe a la mujer que lo flaquea y Sam mira
atentamente a los guerreros, que ahora se dedican a autoflagelarse con
pequeños cuchillos de piedra y/o metal.
Otros, utilizan látigos de grueso calibre. Y todo mientras los sacerdotes
oran, como ajenos, y las mujeres y niños observan sin intervenir ni rezar.
La ceremonia está a punto de concluir, cuando un tercer sacerdote,
acompañado por un joven en aparente trance, que expone los ojos en
blanco y dice cosas sin sentido en un extraño idioma, camina desde el muro
hasta la hoguera central.
El sacerdote, con la cara pintada de rojo y con un traje de piel de animal
ceremonial, reza rápidamente y casi murmurando.
Cuando el rezo termina, el sacerdote unta al joven con algún tipo de
ungüento. Acto seguido el joven da un par de pasos antes de adentrarse en

281
NAZARETH SERRANO

la hoguera central y convertirse en una llama ambulante. No grita, ni se


remueve, simplemente se queda en medio de la hoguera. Su carne se va
quemando, abriéndose y mostrándose negruzca. El olor a achicharrado
llega a las fosas de Wolf, el cual sonríe y se echa un poco hacia delante
para ver mejor.
Sam con los ojos muy abiertos se lleva una mano a la boca.
La antorcha humana sale de la hoguera y camina lentamente con su
fantasmagórica silueta de fuego rodeando la hoguera. Los tambores
resuenan en la noche, un sonido uniforme: golpe, golpe-golpe, golpe,
silencio durante un segundo. Esta pauta se repite hasta que el ardiente ser
se desploma quedando de rodillas en el suelo. Para entonces su piel es una
masa amorfa e incoherente.
Mira al cielo unos segundos y, soltando un grito capaz de helar la
sangre de “los Dioses” presentes en el acto, termina cayendo por completo,
inerte, en la arena.
Las mujeres vierten “agua sagrada” sobre la figura muerta.
Los tambores dejan de retronar. Los sacerdotes, los guerreros, las
mujeres y los niños alzan sus manos al cielo y cierran los ojos para orar en
silencio.
Wolf se ríe y Sam procura no perder la serenidad al ver cómo ha
quedado el cuerpo del desdichado, que ya no es reconocible.
Luego un sacerdote muy viejo toma la palabra.
-Tal y como dice la profecía que nuestros antepasados, niños entonces,
escucharon, mañana, que el Sol será único, llegará el día en que nuestro
pueblo salga del exilio. Los Dioses, al compás del Sol, serán uno sólo y sus
almas en conjunto formarán el Día y la Noche. Y cuando esto ocurra,
vendrás los guerreros que portarán el sagrado símbolo en su brazo y,
combatiendo valientes, expulsarán a los guerreros del Mal de las Tierras de
la Montaña de Fuego y más allá del Sagrado Río.
>Y cuando esto ocurra, los Seres de los Abismos quedarán atrapados
para siempre en su mundo abismal, y todas las tribus de estas tierras
viviremos una época de paz y prosperidad. Los cultivos serán bondadosos,
las cacerías beneficiosas, el Dios del Agua vencerá a la Montaña de Fuego
y acallará su ira. Y todos los sacrificios oficiados serán atendidos por el
Creador. Pero cuidado con el señor Oscuro, pues intentará matar a los
Dioses. Abrir los ojos y agudizar vuestros oídos para repeler su ataque.
Todos comienzan una especie de baile acompañados por la música de
los tambores y los gritos extraños de los guerreros.

AÑO 1270 DC

PLANETA DE HIELO
BASE AVANZADA DE LA RESISTENCIA

Blake lleva un corte de pelo de estilo militar y una barba, que aunque
extraña, es más escasa, tipo perilla.

282
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

Cuando llegó, Jack le preguntó varias veces dónde diablos se había


perdido, pero él, por petición de su nuevo maestro, sólo pudo decir que
había estado en la Tierra. Horstrehm tuvo que hacer un gran esfuerzo antes
de reconocer que el tipo que tenía en frente era su padre, pero al final le
entró en la cabeza, aunque no se mostró nada familiar, simplemente, lo
saludó al modo koradi y se retiró.
Evelyn no sabía que su hijo se había perdido durante un viaje
extraoficial, y al llegar le preguntó qué tal había ido la charla con los
soldados de otras bases. Él, suponiendo que Jack había mentido a su
madre para no preocuparla, le siguió el rollo y luego se metió en la ducha,
donde se pasó los siguientes veinte minutos.
Luego se ha cortado el pelo tal y como le ha recomendado Jack, pues
los líderes hark lo suelen llevar corto, sino rapado, y se ha afeitado,
también, como le han indicado.
No sabe cuánto tiempo ha pasado fuera, pero tiene claro que pronto
llegará el día de la audiencia y tiene que empezar a prepararse.
Nadie le dice nada sobre los rangos en La Resistencia, así que tendrá
que hacer algo.
Se dirige hacia el comedor común, pues todos están comiendo.
La puerta está abierta. Entra en la sala, llena de koradis sentados en los
banquillos metálicos que están soldados, al igual que las mesas, al suelo.
Es una sala sin decoración, solamente utilizada para comer y largarse.
Todos tienen sus platos y vasos sobre la mesa, bromean, se insultan,
roban bocado al de al lado, gritan o se medio pegan…
Blake suspira y grita:
-¡Silencio!
Pero nadie hace caso. Blake piensa que el mejor momento, pues no va
a encontrar a todos reunidos de este modo fácilmente, e intentar reunirlos
puede ser todo un caos. No va a esperar hasta la cena.
Se sube a la mesa más cercana, captando la atención de alguno, que
no de todos los comensales.
-¡¡Silencio!!
Pero entre tal aquelarre de voces y sonidos varios no consigue hacerse
escuchar.
Uno lanza un buen eructo y el que está al lado se parte de risa.
Blake une sus manos como si quisiera esconder algo, cierra los ojos y
se concentra. El que tiene justo en frente le mira. Por detrás está Trohm,
que mira, pero sigue comiendo.
Cuando separa las manos, en una de ellas han aparecido varias canicas
de color verdoso. Son como esferas de luz, que parecen flotar sobre su
mano derecha.
Blake coge una canina y la tira hacia el fin de la sala, luego coge otra y
la tira al lado contrario. Va tirando varias canicas y, cuando se le acaban,
“crea” unas cuantas más, las cuales dispersa por doquier.
Algunos koradis las miran y el silencio se va haciendo. A Trohm le cae
una en el vaso.
Coge el recipiente y lo mira con detenimiento, pero no toca nada.

283
NAZARETH SERRANO

Cuando a uno se le ocurre tocar una de las juguetonas canicas verdes


que vuelan por doquier, esta explota y lo manda dos mesas más allá. Los
demás miran asombrados sin entender, pero en silencio.
Blake extiende una mano y las canicas vuelven a ella, donde parecen
traspasar la piel y desaparecer, dejando tras de sí un rastro lumínico de
color esmeralda, que se disipa segundos después. Los que estaban de
espaldas se voltean en sus bancos para mirar, y los que están de frente
observan a Blake sin moverse.
El que había tocado la canina se incorpora y se quita los restos de carne
del traje. Alguno protesta por lo bajo, pues ha caído en su plato.
-Bien, ahora que me prestáis atención, por fin puedo comunicaros que
van a realizarse algunos cambios aquí.
Todos murmuran.
-¡Silencio! –grita alzando las manos-.
Y el silencio se hace de nuevo.
-A partir de este momento quiero jerarquizar a La Resistencia, es decir,
que tendréis rangos y obedeceréis a vuestros superiores.
-¡Pero si ya los tenemos! –dice uno-. Tú eres el líder y nosotros te
obedecemos.
-No. Yo no puedo ocuparme de todo. Necesito delegar en personas
aptas.
-¿Y quiénes son esas personas? –pregunta Trohm poniéndose en pie-.
Blake se da la vuelta, aún sobre la mesa.
-Eso es lo que intento averiguar –comenta volviendo a dar la espalda al
antiguo líder-. Gort.
El hijo de Jack se levanta.
-¿Sí, líder?
-Tú serás quién mande mientras yo esté ausente…
-Pero… ¿dónde piensa ir?
-A intentar negociar con el Ejército Hark. Pero no he terminado.
Además, cuando vuelva, serás el encargado de liderar las tropas de la zona
oeste. No puedo estar atento a todo y estoy demasiado lejos.
-¿Dos líderes? –pregunta Trohm-.
-Más o menos –contesta Blake mirándole por encima del hombro-. Gort
será mi… mano derecha.
-Pero no manda… -aclara Trohm-. ¿No?
-Sí manda.
Jack sonríe. Lo que hace Blake no está del todo mal. Sí, puede confiar
en Gort y en su palabra, y gracias a él puede tener control e información
precisa sobre los hombres que están en otras bases, demasiado alejados
como para poder captar información de primera mano de forma precisa y
veraz. Y de este modo, puede llevar a cabo su plan de intentar negociar con
los hark, aunque, personalmente, a Jack, no le parece una idea productiva.
-Horstrehm.
-¿Sí, señor? –pregunta levantándose-.
-Tú serás el encargado de las fronteras. Es decir, que eres el jefe de
vigilancia en tierra.

284
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

-¿Yo?
-¿No te ves capacitado?
A Horstrehm nunca nadie le había confiado nada. No va a perder la
oportunidad. Le ha gustado ser el jefe, aunque sea de un pequeño grupo,
en un planeta lejano. Puede hacerlo.
-Sí, señor. Me veo capacitado.
-Entonces ya está. Reúne a los hombres que prefieras y necesites para
mantener vigilado nuestro territorio. En cuanto a las armas, pues tendrás
que utilizar las disponibles, aunque va a haber cambios en la armería…
-¿Lo decido yo?
-Claro. Yo no puedo encargarme de todo.
-Claro, sí. Confía en mí.
-Eso hago.
-¿Y yo qué hago? –pregunta Láncela levantándose, la cual, al estar
metida entre los soldados más grandes, ha pasado desapercibida a los ojos
de Blake-.
El líder la mira y medita. No quiere parecer un machista y no darla un
puesto, pero tampoco quiere que corra peligro alguno.
-Señor líder –comenta ella y se acerca hasta la mesa. Le mira y él
agacha la cabeza-. Soy una buena piloto, por si le interesa.
-Ah… genial. Podrías ser instructora de vuelo.
-¿Qué significa eso?
-Enseñarás a los que no sepan pilotar.
Ella medita y se lleva la mano al mentón.
-Vale, por esta vez te haré caso, flaquito… digo líder.
Algunos koradis se ríen y ella se sienta en la mesa en la que está
subido Blake. El joven procura no distraerse y sigue con su tarea.
-Haber. Necesito que me mostréis vuestras capacidades. Ya sea en tiro,
armas de mano, reparación… Cualquier cosa.
-A mí se me dan bien las reparaciones –dice uno-.
-Y a mí –comenta otro-.
-Yo sé usar bien las armas de precisión.
-Y yo manejo bien la artillería de las naves aéreas.
-Bueno, pues yo puedo conducir naves de tierra sin problemas, bajo
presión y por cualquier terreno, por muy mal que esté el hielo siempre he
conseguido escapar de todo.
-Pues yo podría ser un infiltrado, se me da bien espiar y sacar
información.
Blake asiente con la cabeza.
-Vale. Demostrarme lo que sabéis. Y los demás, pensad bien. Los que
no tengáis experiencia en nada, pues… aprendéis de los demás.
Organización ante todo y nada de peleas y tonterías. Por cierto, Lánzela –la
joven le mira-. Podrías hablar con las mujeres, por si están interesadas en
colaborar.
Ella sonríe.
-Seguro que sí.
Jack se palpa el mentón y sonríe.

285
NAZARETH SERRANO

286
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

CAPÍTULO 29: FUEGO Y HIELO

11 de marzo de 2011

PLANETA TIERRA
ÁREA DE EXPERIMENTACIÓN “LA COLMENA”
ÁREA B, SECTOR 13, LABORATORIO DE INVESTIGACIÓN
CLIMATOLÓGICA 14

E l doctor Alger se encuentra estudiando el cambio climático y las


variaciones que ha sufrido el clima en los últimos años.
Él sabe que la existencia de las glaciaciones o periodos glaciales fue
sugerida por primera vez por un biólogo suizo-norteamericano llamado
72
Louis Agassiz , en mil ochocientos treinta y siete. Este biólogo obtuvo
datos geológicos que indicaban que las glaciaciones de los Alpes se habían
extendido, en el pasado, hasta las tierras bajas que los circundaban. Y este
dato le llevo a suponer que, en un periodo de tiempo no muy lejano, el clima
allí habría sido muy distinto al actual, mucho más frío.
Más tarde, entre las décadas de mil novecientos veinte y mil
novecientos treinta, el astrónomo yugoslavo de nombre Milutin
73
Milankovitch calculó la cantidad de radiación solar que recibe la Tierra,
teniendo en cuenta los cambios de movimientos de rotación y traslación del
planeta y propuso una teoría astronómica para explicar los ciclos glaciales
basándose en tres factores: el primero sería la inclinación del eje de

72
Louis Rodolphe Agassiz (1807-1873), naturalista estadounidense nacido en
Suiza, uno de los especialistas más preparados y competentes de su tiempo, tenía
gran habilidad para despertar el interés del público por las ciencias naturales.
Nacido en Motiers, Agassiz estudió en las universidades de Zúrich, Heidelberg,
Erlangen y Múnich.
Fue catedrático de Historia Natural en la Universidad de Neuchâtel de 1832 a 1846.
Durante este periodo redactó y publicó Investigaciones sobre los peces fósiles
(1833-1844) y Estudio sobre los glaciares (1840). Como resultado de sus
observaciones en los Alpes suizos, planteó la teoría de que en un tiempo la mayor
parte de la Tierra estuvo cubierta de glaciares (véase periodo glacial). En 1846
Agassiz ofreció un ciclo de conferencias en el Instituto Lowell de Boston,
Massachusetts, que tuvo como resultado su nombramiento como catedrático de
Historia Natural, en 1848, del Lawrence Scientific School de la Universidad de
Harvard, cargo que ocupó hasta su muerte, además de fundar el Museo de Zoología
Comparativa de Harvard.
73
Milutin Milanković ( 28 de mayo 1879, Dalj, Osek, imperio Austrohúngaro (hoy
Croacia) – 12 de diciembre 1958, Belgrado, Serbia) fue un ingeniero civil y
geofísico serbio, muy reconocido por su teoría de edades de hielo, relacionando las
variaciones de las órbita terrestres y los cambios de larga duración del clima, hoy
nombradas como variaciones orbitales o ciclos de Milankovitch.

287
NAZARETH SERRANO

rotación terrestre. Al aumentar su ángulo, las estaciones se hacen más


extremas en los hemisferios. Inviernos más fríos y veranos más cálidos. En
la actualidad, el eje terrestre está desviado 23,44 grados, respecto a la
vertical. Esta variación oscila entre 21,5 y 24,5 grados en un periodo de
74
tiempo de unos 41.000 años .
El segundo factor que acentuaría las estaciones terrestres, sería la
órbita, ya que en un periodo aproximado de unos 100.000 años, la órbita se
alarga y acorta y como consecuencia de esto, su elipse se hace más
excéntrico y luego retorna a su forma circular. La excentricidad de la órbita
del planeta Tierra varía desde un 0,5%, lo que correspondería a su órbita
circular, hasta un 6%, en su máxima elongación. Cuando se produce la
excentricidad máxima, se intensifican las estaciones en un hemisferio y se
75
moderan en el otro .
El tercer factor a tener en cuenta es la precisión, que describe una
circunferencia completa, en aproximadamente, 23.000 años. La precisión
determinará si el verano cae en un punto de órbita cercano o lejano al Sol.
Y como resultado, se refuerzan las estaciones cuando la máxima
inclinación del eje de la Tierra coincide con la máxima distancia respecto al
76
Sol .
Milankovitch, además, uso en su teoría la idea del climatólogo alemán,
77
de nombre Wladimir Köppen . Y esta es que la causa inmediata de la
glaciación, tiene que ver con el descenso de la radiación solar en verano, y
por consecuencia, el descenso de la fusión de los hielos formados en
invierno y no a la sucesión de inviernos rigurosos, como pensaba Croll.
Los ciclos indicados en la teoría de Milankovitch pudieron ser
78
confirmados, de manera experimental, por Cesare Emiliani en la década
de los sesenta.
Este investigador utilizó el oxígeno presente en el carbono de calcio de
los caparazones microfósiles que encontró en el fondo oceánico para
calcular las temperaturas que se dieron en el último millón de años de la
Tierra, midiendo la abundancia de distintos isótopos de oxígeno.

74
Ver imagen 21 al final del libro.
75
Ver imagen 22 al final del libro.
76
Ver imagen 23 al final del libro.
77
Wladimir Köppen (1846-1940), climatólogo y meteorólogo alemán nacido en
Rusia, fue el primero en trazar las regiones climáticas de la Tierra. Se trasladó a
Hamburgo en 1874 para dirigir la división de telegrafía atmosférica y meteorología
marina en el Observatorio Naval Alemán. En 1884 trazó los cinturones de
temperatura del mundo de acuerdo con el promedio de temperaturas durante los
mismos meses. En 1900 clasificó los climas en cinco tipos diferentes basándose en
la cantidad de precipitaciones y en la temperatura. Después de 1919 coeditó una
obra de climatología en cinco tomos: Manual de climatología.
78
Cesare Emiliani ( * 8 de diciembre de 1922- 20 de julio de 1995) fue un geólogo
italiano, y muy reconocido micropaleontólogo e isotopista geoquímico, fundador de
la paleo-oceanografía.

288
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

En cuanto a los ciclos solares, en dos publicaciones parecidas, de los


79
años 1887 y 1889, el astrólogo alemán Gustav Spörer llamó la atención
sobre un periodo de setenta años que finalizó en, aproximadamente, 1716,
en el cual hubo una detención en el ciclo de manchas solares.
En 1894, Walter Maunder, superintendente de la División Solar del
Observatorio Real de Greenwich, buscó antiguos registros astronómicos,
que no hicieron sino confirmar la conclusión a la que había llegado Spörer.
En reconocimiento al esfuerzo de este superintendente, al periodo de déficit
de manchas solares se le conoce como el Mínimo de Maunder. Se estima
que durante este periodo, conocido también como la Pequeña Edad del
Hielo, las temperaturas fueron unos 0,5 grados menos que el promedio de
los tres últimos siglos.
Las variaciones en el clima se ven afectadas también por factores
astronómicos, como fluctuaciones de la concentración en el aire de gases
de efecto invernadero, actividad volcánica, cambio de las corrientes
oceánicas o la configuración de los continentes.
Se sabe que la última glaciación comenzó, aproximadamente, hace
unos 100.000 años y alcanzó su clímax hace unos 18.000 años, para
retroceder unos 8.000 años después. Durante este periodo, las grandes
moles de hielo alcanzaron un grosos de entre 3.500 y 4.000 metros,
cubriendo un tercio de las tierras emergidas, es decir, tres veces más de su
extensión actual.
Además, se dio simultáneamente en ambos hemisferios, aunque las
mayores extensiones las alcanzó en el hemisferio Norte.
En Europa, el hielo avanzó hasta cubrir, casi por completo, la totalidad
de Gran Bretaña, el norte de Alemania y Polonia. Y en Norteamérica, el
hielo del Norte se tragó Canadá y alcanzó hasta más al sur de los actuales
lagos estadounidenses que, como los patagónicos y los alpinos, se
formaron sobre las hondonadas que dejaron libres las masas glaciares que
acababan de retirarse.
El nivel del mar bajó 120 metros. Por ello, grandes extensiones que hoy
son cubiertas por el agua, entonces eran tierra firme. Y esto es un dato de
interés al pensar en las grandes migraciones humanas y animales que se
80
dieron en aquellas épocas . Gracias a esto, se pudo pasar a pie desde
Siberia hasta Alaska -comenzando así el poblamiento americano- y de
Europa a Inglaterra, entre otros ejemplos.
En su auge, la glaciación, disminuyó la temperatura media que varió
entre diferentes lugares del globo terráqueo: diez grados menos en Alaska,
seis en Inglaterra, dos en los Trópicos, y prácticamente sin variación en el
Ecuador. Se ha calculado que si los glaciares se derritieran hoy día, el nivel

79
Friederich Wilhelm Gustav Spörer ( 23 de octubre 1822 en Berlín , 07 de julio
1895 en Giessen ) fue un alemán astrónomo . Llevó a cabo investigaciones en el
campo de las manchas solares y los ciclos de manchas solares.
80
Ver mapa 5.

289
NAZARETH SERRANO

del mar subiría entre 60 y 70 metros, inundando extensas porciones de


terreno costero y varias de las principales ciudades del Mundo.
Los avances y retiradas de los hielos, estando en relación con los
sucesivos enfriamientos de la Tierra, se vio entonces en la glaciología como
una herramienta para determinar el clima terrestre en diferentes épocas
pasadas y en diferentes lugares del globo terráqueo. Hoy en día, los
científicos siguen estudiando los casquetes polares de la Antártida y
Groenlandia en el afán de desvelar el pasado climatológico de la Tierra.
Estudios realizados en el siglo pasado en Norteamérica y Europa,
escenarios de las grandes glaciaciones del Pleistoceno, dieron idénticas
edades para las grandes glaciaciones de esta era geológica que
comprende aproximadamente los últimos dos millones de años.
Existen evidencias, principalmente geológicas, que indican la existencia
de glaciaciones a principios del Proterozoico y a fines del mismo, que
afectaron a varios continentes.
Así mismo, hay pruebas en Sudamérica de glaciaciones que sucedieron
a principios del Devónico y durante el Carbonífero, periodos de la Era
Paleozoica, que se extendieron desde hace 410 a 355 millones de años y
desde 355 y 290 millones de años respectivamente. Pero, ¿qué es
exactamente una glaciación?
Durante el periodo Pleistoceno, grandes extensiones de tierra fueron
cubiertas por inmensas capas de hielo, este fenómeno recibe el nombre de
glaciación.
En algunos periodos el clima se hizo más cálido y el tamaño de las
capas heladas mermó. Estos periodos se conocen con el nombre de
Periodos Interglaciares.
Las glaciaciones en Europa fueron cuatro y reciben los nombres de
Günz, Mindel, Riss y Würm. En América, las glaciaciones se denominan
81
Nebraska, Kansas, Illinois y Wisconsin .
Hasta ahora, la gente normal, la del “exterior”, o al menos, la gran
mayoría de ella, habla de la glaciación como algo que ocurrió. Pero casi
nadie se plantea una nueva era glaciar. Hablan del calentamiento climático,
del derretimiento de los polos, pero no piensan en una glaciación, sino en
épocas de calor extremo y eso, en periodos de tiempo muy lejanos en el
futuro.
Sin embargo, la opinión de algunos especialistas discrepa. Algunos
insinúan que la actividad solar es precedente para los que nos deparará el
destino.
Han pasado meses sin manchas solares, como cabría esperar en un
ciclo de 24 como el que atravesamos. Esta es toda una anomalía. Y la
última vez que esto sucedió, las cosas no fueron buenas. Se produjo la
Pequeña Edad del Hielo. Eran años de mínimo solar. Ahora, por un
momento, si la gente pesara, meditara, podría llegar a la conclusión de que
estamos atravesando un máximo solar. ¿Qué sucederá luego?

81
Ver tablas 1 y 2 al final del libro.

290
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

Zigbniew Jawaroski, en el 2002 discutía que habría glaciación.


La evolución del ciclo 24 muestra anomalías y enfriamiento. Llevamos
muchos meses sin manchas solares, esto no había ocurrido desde 1913.
Normalmente, en primavera, debería haber aparecido, pero no lo ha hecho.
El Sol ha entrado en hibernación porque se acerca una Era Glacial, lo
mismo que ocurrió en el Mínimo de Maunder en el sigo XVII-XVIII. Entonces
el congelamiento fue abrupto en un año o meses, las temperaturas bajaban
bruscamente. Justo antes de los años duros, en 1700 hubo curiosamente
olas de calor y muchas tormentas y anomalías. Como ocurre y sólo hay que
ver las noticias del “exterior”.
“Estamos todos en tiempo cíclico de entrar en otra Edad de Hielo. Y no
va a pasar un largo periodo. No van a pasar décadas o siglos. Se producirá
tan pronto como entre uno y tres años. Al mismo tiempo, vamos a pasar por
los principales cambios de la Tierra, incluyendo un cambio de polos. Y no
va a ser sólo magnético. Vamos a ver que realmente ocurrirá un
movimiento de polos".
Y es que sólo hay que mirar hacia atrás para ver que el esquema se
repite. Hay ocho señales de los históricos enfriamientos globales.
Uno. El avance del hielo interior y del permafrost, que es hielo
permanente de Groenlandia y de los Glaciares de Islandia, Noruega y Los
Alpes.
Groenlandia se enfría en general, aunque algunas zonas costeras
sufren deshielo, algo natural entre glaciaciones, que se ha producido
porque el deshielo corta la corriente del Golfo. Los mayores glaciales de
Islandia y Noruega crecen, los de los Alpes menos, pero alguno sí, como el
Argentier, y los que pierden lo hacían en el siglo XIX, como el Storbreen de
Noruega o los de los Alpes. Cuando los glaciales de los Alpes empiecen a
crecer, será síntoma de la cercanía inminente de una nueva glaciación, de
momento este es el punto que menos se da, pero hay que decir que los
glaciales claves son los del Ártico y la Antártida y allí crecen los más
grandes, como el de Lambert, mayor del mundo, o el Logan y el Hubbard,
los mayores de Canadá y Alaska.
Dos. La extensión del huelo del mar Ártico en el Atlántico norte,
alrededor de Groenlandia, impidiendo así rutas de navegación.
Esto está ocurriendo en invierno e, incluso, en verano, una expedición
de fundamentalistas carbónicos de Greenpeace hizo el ridículo y tuvieron
que ser rescatados en helicóptero. La mayoría de noticias del deshielo
ártico son completamente falsas.
Tres. Descenso de las zonas desarboladas en las llanuras europeas y
las Rocosas, extensión de los pantanos de Europa y el Norte de Rusia,
crecidas de ríos y aumento de la frecuencia de corrimiento de la Tierra.
Esto se está dando en muchas zonas claves de detección del cambio
climático como Canadá o España y el resto de Europa.
Cuatro. Aumento de la frecuencia de congelamiento de ríos y Lagos
Está ocurriendo en muchas zonas claves, como Inglaterra, Canadá y
países nórdicos.

291
NAZARETH SERRANO

Cinco. Aumento de la severidad de las tormentas de viento e


inundaciones.
Está ocurriendo. Y esto no tiene nada que ver con el CO2, es la
glaciación.
Seis. Malas cosechas y aumento del precio del trigo y el pan.
Algo que está ocurriendo en muchas zonas claves de detención del
cambio climático, como el Norte de Europa o América y China. O Patagonia
en el hemisferio Sur.
Siete. Abandono de cultivos, viñedos y granjas.
Ocurre en algunas zonas de Canadá y otras partes del mundo.
Ocho. Aumento de la incidencia de enfermedades y muerte en las
poblaciones animales y humanas.
Miles de muertos cada año por el frío en todo el mundo, no así por las
olas de calor. Cambios en las estaciones y migraciones de los animales,
enigmáticas muertes de ballenas en todo el mundo, abejas o anfibios que
se desorientan por los cambios de los polos magnéticos, típicos antes de
una glaciación.
Y ahora vienen las condiciones necesarias.
Según Lawrence Hetch, uno de los primeros científicos en avisar de que
ya estamos entrando en una Era Glacial, dos las condiciones necesarias y
básicas para que se dé una Era Glacial.
Uno. Una configuración de continentes que sitúe una gran porción de la
masa terrestre en regiones polares y extratropicales. Se da en la actualidad.
Dos. El clima de las altas latitudes caracterizado por inviernos húmedos,
nivosos, seguidos de veranos lo bastante frescos como para mantener los
avances ocurridos en el invierno previo. Se da en la actualidad. Las zonas
de detección de la glaciación y el cambio climático, según la teoría clásica
de Köppen son Los Polos y Canadá, y países situados en lo más alto del
hemisferio Norte.
¿Tendría que haber ahora una glaciación?
Sí. Según los ciclos glaciales de Milankovitch. Por eso el clima está loco
y caótico en la actualidad, tal y como ocurrió en la glaciación de la Joven
Dryas, hace 12.000 años. Se producen glaciaciones cada 100.000 años
más o menos y la última “grande”, la glaciación de Würm se inició hace
115.000. Ya se está retrasando.
Los interglaciales cálidos, periodo en el que estamos ahora, duran unos
10.000 años de media, y ya han pasado 11.600. Llega con retrase. De
acuerdo a los ciclos solares de 150-200 años, ahora tocaría también un
enfriamiento, también con retraso, ya que el Mínimo de Dalton ocurrió en
82
1790-1820. El nuevo ciclo solar de Schwabe o semiciclo magnético 24 de
11 años nos llevará a nuevos mínimos y, encima, vamos hacia El Doble
mínimo Solar de Gleissberg del 2030, por eso llevamos tantos meses sin

82
Samuel Heinrich Schwabe (Dessau, 25 de octubre de 1789 – Dessau - 11 de
abril de 1875) fue un naturalista, botánico y astrónomo alemán descubridor del ciclo
de las manchas solares.

292
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

mancha, lo mismo que ocurrió en 1666-1700 con el Mínimo de Mauder. El


índice meteorológico de Vangenheim-Girs indica también un enfriamiento a
partir del 2012. Ahora, estamos en el 2013, luego la cosa ha comenzado.
La Tierra evoluciona a base de glaciaciones, en la prehistoria hubo
glaciaciones neoproterozoicas que duraron millones de años y toda la
Tierra se cubrió de nieve: esto fue clave para la producción de hierro en los
océanos, lo cual luego ayudó a crear la vida en la Tierra.
Esta glaciación ya tocaría y sería lógica, según los ciclos glaciales. Will
83
Durant , el gran erudito de EEUU autor de la monumental Story of
Civilization, dijo que “la civilización es un interludio entre glaciaciones”. Una
edad de hielo causará un cambio global en el cerebro -cada glaciación
aumenta el hueso esfenoides del cerebro provocando su expansión- , la
biología, las sociedad y la evolución y un Salto en la Historia hacia una
Nueva Era, que coincidirá con el desplome del capitalismo y un nuevo
modelo socio-cultural.
Sin embargo, el doctor, ayudado por la tecnología alemana nazi, tiene
algo más que teorías o datos sobre el cambio climático. Tiene incluso una
fecha.

83
William James Durant (5 nov 1885 a 7 nov 1981) fue un prolífico de América
escritor, historiador y filósofo . Es mejor conocido por La Historia de la
Civilización , 11 volúmenes escritos en colaboración con su esposa Ariel Durant y
publicados entre 1935 y 1975.

293
NAZARETH SERRANO

294
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

CAPÍTULO 30: RECUERDOS EN UN RINCÓN DEL


OLVIDO

11 de marzo de 2011

PLANETA TIERRA
MIAMI BEACH, FLORIDA

P eter revisa su imagen frente al polvoriento y carcomido espejo. A


pesar de que su mujer no está de acuerdo con la idea, vuelve a
trabajar para Leon. Después de todo, él ha sido, en parte, la causa por la
que él esté aquí y no en la misma celda de siempre, donde cuando no
probaban una nueva sustancia en su organismo, le sacaban para hacer
pruebas físicas, de lucha o similares. Ahora es un hombre nuevo, ha
comprendido muchas cosas y tiene una misión. Bueno, dos misiones. Una
es la encargada por “La Colmena”, la otra es personal y se la ha encargado
él mismo. Por supuesto, no puede hablar con nadie de ninguna de las dos.
El espejo muestra una imagen parcial, ya que está en parte tapado por
una sábana. Es un espejo de pie de madera oscura, lo recuerda, estaba en
el cuarto de su madre.
Peter mira a su alrededor. Muebles antiguos, recuerdos olvidados en un
rincón polvoriento, con la única compañía de los arácnidos que han
decidido instalarse por doquier.
Telas de araña abandonadas o habitadas se vislumbran sin dificultad
bajo la vacilante luz de una bombilla colgando de un cable que su padre
nunca llegó a arreglar, por lo que está peligrosamente pelado.
Peter hace una nota mental sobre poner, cuanto menos, cinta aislante
en ese lugar y continúa mirando. Cajas viejas apiladas por doquier, con un
rótulo escrito con rotulador negro con la impoluta caligrafía de su madre:
ropa de Eva, álbumes, discos, uniformes… eso se puede leer.
Peter se dirige hacia un montón de cajas que hay frente a la pequeña
ventana redonda que hay en la parte anterior de la sala.
Quita la primera caja y la pone a un lado, luego coge la segunda, la
pone en un hueco libre del suelo y procura no tropezar con la vieja bicicleta
de montaña de su padre. Cuando buenamente puede, se agacha y quita la
cinta aislante que precinta la caja por la parte superior. Retira las
polvorientas solapas y observa el interior. Tal y como reza la nota, en el
interior están los uniformes de su difunto padre, un arma inutilizada, una
bandera doblada de los Estados Unidos de América, que Peter tira por
encima de su hombro, y más ropa. Coloca los uniformes en una pila sobre
la cómoda antigua, que ahora ocupa su lugar en el olvido y sirve de
alimento a la carcoma y a las termitas, y luego deposita la pistola sobre
ellos. La limpiará luego, la quiere como recuerdo y, en todo caso, sigue
siendo una buena disuasión. En la caja también hay unas botas y algunas
medallas. Peter coge las botas y mira el número. Están viejas por el uso y

295
NAZARETH SERRANO

sucias. Las coloca a un lado y mira las medallas y las insignias que hay allí.
Hay un paquete hecho por un trapito. Lo coge y desenvuelve. En el interior
hay una insignia militar. La misma que su padre regaló a Thomas cuando
aún sólo era un crío.
Se la guarda en el bolsillo del pantalón vaquero y comienza a guardar
los uniformes. De uno de ellos cae una foto.
Deja la chaqueta sobre la cómoda y se agacha para recuperar la
fotografía. Es una fotografía suya, de niño, con una gorra de plato
demasiado grande puesta sobre la cabeza, quedando el tocado
parcialmente ladeado. Sale sonriendo, pero poniendo la mano a modo de
saludo militar. Viste con una camiseta caqui y unos pantalones de
camuflaje. Thomas sale reflejado en el espejo de pie, el mismo que ha visto
antes, luego la foto se tomó en la habitación de su madre, pero ella no
aparece. Tampoco, por supuesto, el fotógrafo, que debía ser su padre,
supone, porque la foto no es buena y él nunca sacaba fotos buenas, más sí
su madre.
-¿Qué miras?
La voz que proviene de sus espaldas le hace reaccionar. Se voltea
rápidamente y coloca la foto contra su pierna.
-Lo siento… Estaba limpiando.
Margaret coge uno de los uniformes y lo extiende ante sus ojos. El polvo
mana por doquier.
-Eran de mi difunto marido.
-No quería… lo siento.
-No tienes la culpa de que esté muerto. Debería tirarlos ya. Sólo son
trastos inservibles y de nada sirve que los tenga aquí –comenta tirando la
chaqueta al interior de la caja-.
-Son recuerdos…
Ella lo coge por el mentón.
-Tengo una nueva vida, prefiero no recordar -baja la mano para coger la
suya, y le quita la foto, la mira y la tira dentro de la caja-. Te ayudaré a
limpiar.
-No… no hace falta. Descansa.
-¿Piensas que soy una vieja con osteoporosis?
-No… no pienso eso… ¿Quién era el de la foto?
-¿El de la foto?
-Sí, la foto que has dejado… -señala la caja-.
-Ah –se retira un poco-. Nadie… Bueno, te lo contaré. Era mi hijo, pero
murió.
-Vaya… lo siento… no hago más que recordarte cosas dolorosas.
Ella deposita sus manos en las mejillas de Peter y le besa en los labios.
-No. Desde que llegaste a mi vida no hay nada que me pueda hacer
daño.
-Ya, pero la muerte de un marido y un hijo no se supera nunca, ¿no?
-Hay que superar todas las pruebas que el señor quiera mandarnos.
Además, mi hijo, en cierto modo, está donde tenía que estar.
-Muerto…

296
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

-Exacto.
-Tuvo que hacer algo realmente horrible para que una madre diga eso.
-Sí, pero ahora no quiero hablar de ello.
-De acuerdo.
Ella se sienta sobre unas cajas.
-Hugo, tenemos que hablar de otras cosas…
-Sí, lo sé.
-Desde que has vuelto no he querido sacar el tema, pero ahora que
Thomas y Eva no están en casa, me parece que deberíamos hablar sobre
tu… desliz. Y ya que Dios ha querido que vuelvas a hablar, pues todo irá
mejor, pienso yo.
-Pero ma… Margaret. Te juro que no pasó lo que puedes suponer
viendo las fotos.
-¿A no?
Él se arrodilla para salvaguardar la diferencia de altura, más acentuada
al estar ella sentada.
-No. Sí, la besé, sí baje con ella hasta el garaje, sí, pensaba hacerlo…
pero no, no pude. Te lo juro.
Ella le besa.
-Eso es fantástico. Puedo perdonarte unos cuantos besos.
-Gracias.
-Eso es que me quieres mucho.
Él se levanta sin responder. Luego la mira y comenta:
-Sí, hasta podría decirse que es una enfermedad querer tanto a alguien.
Ella frunce el ceño.
-Es un piropo un tanto extraño.
Él no contesta. Ella sonríe, se levanta y posa sus brazos sobre los
fornidos hombros de su marido.
-Sé que eres joven y te gustaría tener más sexo. Lo entiendo y voy a
complacerte, como toda buena esposa.
Él está serio, con la mirada aparentemente perdida en algún oscuro
rincón de su mente. Ella le besa, él parece una estatua de piedra, pero al
menos reacciona para mirarla cuando se retira.
-Comprendo tu situación –comenta ella atusándole la barba incipiente-.
Entiendo que buscarás fuera lo que yo no te daba. Pero a partir de hoy, te
prometo que eso va a cambiar.
Él no dice nada, simplemente continúa exponiendo una mueca de
seriedad.
-¿Quieres que bajemos un ratito al cuarto y luego seguimos recogiendo
esto?
Peter mira hacia la caja por encima del hombro de Margaret. Luego la
mira a ella.
-Sí, claro. Bajemos.
Esta vez Margaret no vislumbra la cara de Peter cuando está con su
marido. Al parecer sus fantasmas la han abandonado.

297
NAZARETH SERRANO

298
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

CAPÍTULO 31: UNA NOCHE DE MIL

Madrugada del 11 al 12 de marzo de 2013

PLANETA TIERRA
“LA COLONIA”, ANTÁRTIDA, TIERRA DE LA REINA MAUD

R udolph está más que impresionado. El césped, la luna, el cielo


estrellado, la fuente en el centro, los bancos, las farolas… todo
parece real.
Camina por la vía de filigranas formadas por pequeñas piedrecitas
blancas y negras. Esta vía separa el césped de las zonas de paso donde
también se encuentran los bancos. Hasta parece que corre una suave
brisa… pero todo es irreal. La luna, la bóveda celeste, los árboles… todo, o
casi todo.
Rudolph, sin embargo, no sale de su asombro. Se sienta en un banco
de hierro forjado de color negro. En el respaldo se aprecian varias formas
irregulares, en el centro de estas líneas aparentemente sin sentido, hay una
esvástica. Y los reposabrazos se lee “Trabaja para vivir, y vive para
trabajar”. Esto es una seña que indica que está hecho por judíos.
Rudolph espera allí durante un cuarto de hora. Mira las estrellas y le
parecen muy reales. La luna, de color azul eléctrico, grande, más
seguramente que la real. Piensa en la base que los nazis tienen en la luna
desde la segunda guerra mundial, piensa en Marte y la cúpula habitable
que pretenden hacer bajo la Tierra Roja, piensa en planetas lejanos y se
siente pequeño. Nunca antes le había pasado, pero es que nunca antes
había pensado en el universo de esa manera. Tal vez la misión esté
afectando a su mente, aún antes de comenzar.
Rudolph ha sido llamado por herr Otto, se le ha dicho de qué trata la
misión, también que será él quien lidere el grupo Alfa, pues no hay hombre
con rango superior en la misión, se le han dado instrucciones e información
que no puede decir a nadie, se le ha dado unos informes confidenciales de
misiones anteriores, esas que fallaron, pero de las que consiguieron
recuperar parte de la información, videos o grabaciones de voz. Cada vez
todo le parece peor. Cuando ha visto el equipo final que ha sido
seleccionado ha tenido que reprimir su mal humor. Ancel está dentro del
grupo, y eso que el mismo Ancel, en el último momento, quería librarse del
“viaje”.
Va a ser acompañado por buenos hombres, por un incompetente… y
por experimentos en fase de prueba. ¿Por qué diablos le hacen eso a él?.
En el grupo Beta no llevan experimentos sin “programar”.
Suspira, se lleva la mano a la boca y bosteza levemente.
Mira a su alrededor y ve una sombra. Se levanta y la sombra mira a un
lado y a otro antes de acercarse. La farola se apaga y las cámaras dejan de
funcionar. La sombra lleva algo en las manos. Susurra:

299
NAZARETH SERRANO

-Me ha… cos… tado… conse…guirlos… Cuando ter… ter… mines…


tienes que des… hacerte… de ellos… si no quie… res… pro…ble… mas…
Y le entrega una carpeta con impresos. ¡Impresos!, ¡papel!
Rudolph nunca ha leído, escrito, o simplemente visto nada que esté en
papel.
Lo coge.
-Gracias. Le debo una, soldado.
La sombra extiende un brazo y Rudolph devuelve el saludo, luego la
sombra se marcha sin dar más explicaciones y mirando a ambos lados.
Rudolph camina en dirección contraria. Las luces vuelven a su ser y las
cámaras también.
El encargado de la vigilancia no le da importancia al tiempo que han
pasado sin grabar.
Rudolph coge el tren “oruga” que le conecta con “La Colmena”. Se
apresura a entrar en su cuarto y, cuando está seguro de que nadie va a
entrar, saca la carpeta de su chaqueta, la cual deposita en el galán de
noche. Con el resto del uniforme aún puesto, se sienta al borde de la cama.
En su cuarto no hay cámaras, y como lo sabe, no tiene pudor en aflojarse la
corbata y abrir la carpeta sin miedo.
Una advertencia sobre la confidencialidad del informe en letra
mayúscula, negrita y en subrayado. Eso es lo primero que puede ver.
Prefiere no leer los pormenores de su castigo si alguien le pillara y pasa a
los informes.

PROYECTO: RAZA ALFA


SUJETO: 9
ORIGEN: ADN DESCONOCIDO
PORCENTAJE DE ADN: 100% DESCONOCIDO

Rudolph lee un poco más sobre las características del sujeto, pero esa
información no le aclara nada, así que pasa a los informes médicos y del
personal de cuidado.

Informe 76:

23 de enero de 2007

CÓDIGO DE INFORME: 25779936


INFORMACIÓN CONFIDENCIAL

ACCESO PERMITIDO: GER. A-K – DR. HANNIBAL MANGOLD MASS

Nº DE IDENTIFICACIÓN ELECTRÓNICA: 089/7945638 – α

300
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

El sujeto de experimentación 9 del proyecto Alfa, asignado bajo mi


custodia y estudio el 23 de diciembre de 2006 es trasladado a día de hoy al
Área K, Sector 22 por mi recomendación personal. A día de hoy sigue
inestable tras contacto accidental con el Virus Gamma 2-B-2. Por el
momento no me atrevo a dar un diagnóstico favorable o, por el contrario,
desfavorable ante la evolución, aunque espero, deseo y me apoyo en
pruebas médicas que me llevan a pensar que no va a morir…

Rudolph baja un poco su punto de lectura. Está cansado, pero no


piensa ahora en dormir, precisamente.

Informe 77:

24 de enero de 2007

El sujeto 9 del proyecto Alfa evoluciona positivamente al contacto


accidental con el virus mencionado en informes anteriores.
Hoy ha sido puesto a disposición del equipo de entrenamiento del Área
K. El entrenamiento se ha llevado a cabo en la Sala K-09 de lucha. El sujeto
mencionado ha sido enfrentado a prototipo Omega-1, de estirpe
indeterminada, con seudónimo Jack. Para más información sobre el último
consultar informes del Proyecto Omega.
La totalidad de la hora de entrenamiento ha sido grabada. Se considera
confidencial. Para más información consultar vídeo de entrenamiento
0999387569-Alfa-Omega-1
Ningún percance de interés durante el entrenamiento con el prototipo
Omega-1, al que se indujo coma tras la sesión. Prototipo 9 del proyecto Alfa
sigue negándose a obedecer y ha tenido que ser reducido para poder
sacarlo de la sala.
Se recomienda operación para la implantación de XKJ-09.

Rudolph sabe que el XKJ-09 es un aparato que implantan en el cerebro


de algunos experimentos para mermar sus capacidades mentales, o, por lo
menos, para dominarlas y utilizarlas sólo cuando los doctores quieran, y
bajo determinados parámetros. Se pregunta si él lleva alguno de esos
chismes en la cabeza. Luego, sigue leyendo.
El resto de informes sobre este experimento hablan de sus
capacidades, extrañas cuanto menos, y de su puesta a cargo del Área X,
donde Ancel ha estado trabajando por su culpa o, más bien, por su forma
de castigar a un subordinado.
Luego siguen otros informes sobre la incapacidad del experimento para
fines bélicos bajo control y su puesta a disposición del servicio de
investigación, es decir, que luego hicieron con él todo tipo de experimentos
que no podían permitirse con sujetos aptos para el “ejército”.

301
NAZARETH SERRANO

Al final le implantaron el XKJ-09, pero los resultados no fueron los


esperados.
Este experimento seguro que está hasta los mismísimos de los SS, los
doctores y la madre que los parió a todos ellos, o eso piensa Rudolph. Y sin
embargo, le han considerado apto para la misión… claro, que se considera
suicida, o al menos, así lo considera él mismo. Querrán deshacerse de él, y
qué mejor manera de morir es en una misión. Seguro que a él no le hace
gracia. Rudolph se queda con el seudónimo, le llamaban “Shadow”, es
decir, Sombra en inglés. Y le apodaron en inglés, porque él sólo aprendió a
hablar en inglés. No dice nada sobre el porqué de tal dato.
Rudolph pasa a otro experimento, otro que formará parte del Grupo Alfa.
Más de lo mismo, más problemas, más muertes, más incapacidad para
fines bélicos bajo control y su puesta a disposición al servicio de
investigación.
A este pequeñín, pues es bajito comparado, por ejemplo, con él, le
apodaron “Engel”, es decir, ángel en alemán. El apodo no dice la verdad
sobre él, o eso piensa Rudolph después de leer el informe.
Algo llama la atención de Rudolph.

INFORME ESPECIAL 0089027685

Tras la investigación de la “cápsula” R-98, posiblemente fabricada con el


metal “X”, con aleaciones no existentes en la Tierra, los científicos han
encontrado una forma de vida “Y” dentro, en perfecto estado de
conservación.
Los científicos no cabían en su asombro al ver que esta forma de vida
“Y”, que al principio les pareció “lemur”, estaba viva.
La forma de vida es un varón, de tres metros cincuenta y siete de altura,
doscientos treinta kilogramos de peso, en perfecto estado de salud, ojos sin
pigmentación, cabello negro y con capacidad craneal superior con creces a
la humana.

Rudolph pasa a informes más interesantes.

La forma de vida “Y”, en adelante nombrada como Prototipo 1 –


Resurrección, ha demostrado su capacidad de comunicación verbal, a
través de signos y gestos, y en su forma escrita. Imposible entender el
idioma. Se pone a disposición del departamento de trascripción todos los
datos relativos.
El prototipo se considera peligroso, aunque no ha actuado de forma
violenta en ningún momento. A pesar de que no contesta en el idioma
alemán, parece entenderlo y cuando se le preguntó por su nombre él dijo
“Enill” o similar, por lo que se le apodará “Enill” y puede aparecer con tal
seudónimo en algunos informes…

302
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

Rudolph pasa algunas hojas.

Posible capacidad de comunicación telepática, descrita con anterioridad


por la doctora Evelyn con el prototipo Omega-1, ambos encontrándose en
paradero desconocido.
Posible capacidad de comunicación con animales. Al contacto con
distintos depredadores considerados peligrosos y sin amaestrar, estos se
han mostrado sumisos y, en cierto modo, hasta asustados ante la presencia
de Enill…

Informe genético demuestra su parentesco con el Prototipo Omega-1,


posiblemente hijo. Madre desconocida. Posible raza Koradi.

-¿Koradi? –se pregunta Rudolph en alto. Luego sigue leyendo-.

Puesto a disposición del equipo de aislamiento por seguridad. Según


estudios la raza denominada Koradi, de procedencia hasta hoy
desconocida, no puede mantener relación pacífica con la raza “Atlante
Común”, por lo que los soldados que se encarguen de su custodia deben
ser híbridos. No se ha mostrado hostil con humanos ni guardias híbridos,
pero sí lo ha hecho con “Atlantes Comunes”. DECLARADO NO APTO
PARA MISIONES DE EXTERIOR.

Tras la implantación de neurorepresor las capacidades mentales no han


sido mermadas.
NOTA: Cuidado, pues puede crear ilusiones que son interpretadas como
realidad por el cerebro humano y Atlante.

Rudolph se muerde el labio inferior y lee el final del informe.

Habla y entiende el alemán. NO APTO PARA MISIONES.

Por petición personal del Reichsführer-SS, llamado Otto, a cargo del


equipo de la misión “Sol Esmeralda” se pone en disposición del SS-
Hauptscharführer Rudolph.

303
NAZARETH SERRANO

MÁXIMA PRIORIDAD: Ver el correcto funcionamiento de Enill bajo


órdenes de “Atlante Común”, así como la protección de su integridad física
y la importancia de devolverlo a “La Colmena”.
NOTA: Se procederá al intento de conseguir muestra seminal para la
posible reproducción asistida con fines estrictamente científicos.
Recomiendo cuna de raza “Atlante Común”. La creación de dicho híbrido
podría dar nuevos datos de interés para el proyecto “Koradi”.
El estudio de esta raza sigue en curso.

Imposible la toma de muestras de semen por petición de médicos. Se


procede a sedación y al intento de toma de muestras forzada.

Muestras de semen conseguido. Se procede a la fecundación de cinco


óvulos tomados de cuna 346458794, con seudónimo “Ebba”. Cuna ya
probada anteriormente para la implantación de tres prototipos, de nombres
(Rudolph, Ancel, Gustav). Se procede a la implantación de óvulos
fecundados en la cuna “Ebba”. Tiempo estimado para cesárea: 6 meses,
variable según desarrollo del embarazo en raza “Koradi”, previsiblemente
menor que el “humano-atlante”.

Rudolph hace lo que puede por no dejar caer los papeles de sus manos.
Luego consulta unas tablas que hay al final de los informes.

304
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

ANTERIORES AL GÉNERO HOMO

GÉNERO HOMO

*Ver tabla 4 al final del libro.

RAZAS SIN CLASIFICAR:

>KORADI

305
NAZARETH SERRANO

>RAZA X
>HARK???
>MUTACIÓN ATLANTE CON CROMOSOMA 24
>SUB-RAZAS HUMANAS DE TIPO B

NOTA: El Gen X está presente en el genoma de la raza koradi, atlante


así como en la mutación atlante con cromosoma 24.
La raza hark ha sido mencionada por el koradi, pero no se tiene
constancia de su existencia. Se considera procedente del planeta
FINGUX??? según testimonio del koradi.
Las subrazas de tipo B hacen referencia a razas inferiores a la germana,
pero que no provienen de ella ni de su mestizaje con la “Raza Mono o Raza
Negra”.
La raza “Amarilla” hace referencia a chinos y japoneses, posibles
evoluciones de los lemures “puros”.
La Raza X es la correspondiente al Prototipo Omega-1. Según estudios
sobre su ADN se cree que puede ser algún tipo de mutación.
La Mutación Atlante con Cromosoma 24 sólo se dio en el prototipo
perdido Michel Angelo del Proyecto Atlantis. No encontrada tal alteración en
ninguna gemelación de Adolph, embrión del que procede.

306
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

CAPÍTULO 32: SIETE DÍAS Y SEIS NOCHES

12 de marzo de 2013

PLANETA TIERRA
WASHINGTON DC
EN UN HOTEL

E lisabeth se quita de encima.


Mitch mira al techo, algo abstraído y Elisabeth se pone de lado
para mirarlo. Deposita una mano en el torso del joven y juguetea con su
pectoral izquierdo.
-¿Te has acostado ya con tu mujercita? –le pregunta mientras delinea
los bordes del pectoral con el dedo índice-.
Él ladea la cabeza para mirarla, pero no contesta.
-¿Lo hace bien?
-No como tú.
-Eso ya lo sé. ¿Cuándo crees que podremos ser oficialmente marido y
mujer? –pregunta atusándole ahora la barba-.
-Dame un poco de tiempo. En cuanto encuentre el momento ideal…
Ella retira la mano de la barba.
-Claro, y mientras tanto te la tiras. ¿Y si la dejas embrazada?
-Ya está embrazada de… William –añade con la voz quebrada-.
-Esa puta miente. William fue castrado en “La Colmena”, como Johann y
Friederich.
Mitch frunce el ceño.
-¿Y quién es entonces el padre de Anastasia?
Elisabeth pone el índice en la boca del joven.
-¿Y a ti qué te importa?
Él no dice nada.
-Sé lo que estás pensando. Que esa niña no es normal, que sospecha
algo. Pero mi pequeño Angelo –coloca la mano en su sien-, te diré algo. No
la mates, no aún. Mata antes a su madrecita. Ah, y no te olvides del pobre
Kevin, que puede fastidiar todo. Digamos que tiene que tener un accidente.
Mitch, de nuevo, no dice nada.
-Cariño, sé que es difícil para ti. Pero también recuerda que dijiste a tu
hermano que nunca le harías daño, ¿lo recuerdas?
La mente de Mitch vuela lejos. Vuela hasta el Complejo Psi, vuela hasta
el día en que su hermano conoció a Elisabeth, “El Espectro”, la llamaba él.
Recuerda que le dañó la nariz en un entrenamiento y que él se enfadó.
Y lo siguiente que recuerda es verle convulsionando y sangrando por varios
orificios de su cuerpo. También recuerda que se enfadó con él cuando
“despertó”. Pero, ¿por qué se enfadó?, porque hizo una estupidez… una
que podría haberlo matado. Se enfadó porque no era capaz de reconocer

307
NAZARETH SERRANO

que tenía miedo de que muriera su hermano, una parte de él, una parte
Adolph…
Recuerda la charla en la habitación, y recuerda que cuando iba a salir
Wilhem le preguntó, aún cansado y herido, “Oye, ¿tú me quieres?”. Y él,
tras pensárselo, respondió un seco “sí” y quiso irse de allí antes de que
preguntara más cosas. Pero Wilhem preguntó algo más: “No me harías
daño, ¿no?”… “No. Mira siento lo de tu nariz…”, respondió él. Pero Wilhem
replicó: “No importa. No me refiero a eso…”. Tras meditar un poco más él
dijo: “No, nunca te haré daño”. Wilhem dijo: “¿Y si te lo ordenan?, si formara
parte del plan de esta gente que dice que nos protege de no sé qué, ¿qué
harías?”. Él sólo respondió: “No” y se marchó.
Wilhem le contó que el espectro dijo que lo mataría… Él decía que eso
era una estupidez…
-Cariño… -dice Elisabeth sacándolo del pasado-.
Él recupera su mirada eléctrica.
-¿Qué?
-¿Te arrepientes de algo?
-¿De qué sirve?
-De nada… -dice ella y le besa levemente. Él no responde-. Mata a ese
chaval y a la madre, ¿vale mí Angelo?
Él asiente levemente con la cabeza.
-Tengo que irme. Mi mujer es muy celosa… -comenta él-.
Ella le da una sonora bofetada que le deja momentáneamente
paralizado.
-¿A qué viene eso? –comenta cuando reacciona y se lleva una mano a
la mejilla-.
-Por tirarte a otra.
-Pero…
Le besa.
-Y esto por ser obediente. También lo anterior… -comenta sonriendo-.
-Estás loca –dice él levantándose-.
Ella observa la espalda de su amante, que ahora está sentado al borde
de la cama, y recorre la columna con su mano. Él se queda quieto un poco.
-Yo también me tiro a otro, que lo sepas.
Él ladea la cabeza para mirarla.
-¿Por qué?
-Estoy sola por las noches.
-¿Quién es el hijo de puta ese?
-¿Celoso?
Mitch la mira los pechos y luego vuelve a los ojos.
-Un poco, joder…
-Entonces no te diré quién es, no vaya a ser que te lo encuentres.
-Dímelo –comenta él levantándose y quedando desnudo frente a la
cama-. No haré nada, sé que esta relación es… abierta. Y lo acepté.
-Peter. Al pobre le costó arrancar, pero luego hice que su mente se
abriera.
-¿Igual que tus piernas?

308
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

-No te recordaba tan grosero.


-Y yo tampoco te recordaba tan… receptiva.
Ella se incorpora levemente, quedando medio recostada, con un brazo
flexionado y la cabeza sostenida por su misma mano.
-No te enfades. Sólo disfruto de verdad contigo.
-Ya… -se pone los calzoncillos-. Pues que te de placer Peter, porque yo
no puedo seguir tu plan y arriesgarme a un divorcio que daría al traste con
nuestros propósitos.
-Sólo fue una noche, tres en una noche, sí, pero sólo una noche.
Él expone una mueca extraña y se sube los pantalones, que ya andaba
poniéndose.
Ella le mira y le pasa la camisa, que estaba encima de la mesita de
noche que estaba a sus espaldas. Él la coge con recelo, se la pone y
comienza a abrocharse los botones mal. Cuando se da cuenta se los
desabrocha enfadado. Ella sonríe, se levanta y se coloca a su lado.
-¿Vas a estar enfado por mucho tiempo? –pregunta abrochándole ella-.
Él no responde, simplemente la retira, se abrocha los botones restantes,
coge su chaqueta, se la echa al hombro y sale del cuarto sin mediar más
palabra.
Elisabeth se tira a la cama desnuda y se ríe.
-Volverás antes de lo que piensas.
-Sí… antes de lo que piensas tú –comenta una voz-.
Elisabeth se pone bocarriba para ver quién está en su cuarto.
Anton sonríe y se lleva una mano al mentón.
-¿Qué haces aquí? –pregunta ella tapándose, o intentándolo, con las
sábanas, que sólo consigue arremangar contra su cuerpo-.
-Busco algo que es mío.
-¿Qué?
-El libro.
-No lo tengo.
-No creo que me estés entendiendo.
-Lo juro…
-Eso no es mi problema.
Anton se sienta en el borde de la cama, al lado de la joven.
-Pero…
Anton deposita su índice en los carnosos labios de Elisabeth, y por una
vez es ella la que enmudece.
-¿Quieres saber lo que yo tengo?
No dice nada.
-Yo tengo al Hijo del Sol, ¿entiendes lo que digo?
-¡Si tocas un pelo…!
La agarra por el cuello y aprieta hasta dejarla sin respiración. De
repente está sobre ella, así que Elisabeth no puede siquiera moverse.
-No estás en situación de amenazarme. Así que cállate o habla sólo
para complacer mis oídos diciéndome que tienes el libro.
Afloja un poco la presión.
-Pero yo no lo tengo. Lo tiene Blake.

309
NAZARETH SERRANO

-Pues consíguelo. Tienes una semana.


-En una semana no puedo conseguir nada.
Él se ríe.
-Ese no es mi problema. Si no tienes el libro en una semana, no
volverás a ver a tu hijito con vida. Y mucho cuidado de decir nada a tu
perrito faldero. Si intentas algo raro, te juro que mataré a ese niño con mis
propias manos.
Ella palpa el tórax de Antón bajo el traje espacial negro.
-¿No podríamos llegar a un acuerdo?
-No soy Wolf, ni un chaval con la moral tocada. Una semana, ni un sólo
día más.
-¡Pero no me dará tiempo ni a encontrarlo!
-Ese no es mi problema, lo repito.
-¿Y si me das un poco más de tiempo? –comenta cogiendo la mano
libre de Anton y depositándola en su seno. Él aprieta un poco-. Siempre me
has parecido apuesto y varonil. Podría complacerte como quieras si tú me
das más tiempo para actuar. Podría complacerte más veces, si me visitas
para ver mis progresos.
Anton suelta el cuello de la joven.
-¿Eso es un sí?
Anton sonríe y se quita de encima levemente, aunque no del todo.
-¿Y cómo me complacerías?
<Menos mal que es un hombre, al fin y al cabo…> -piensa ella-.
-Puedo hacer lo que quieras para que te sientas a gusto.
-¿De veras? –pregunta él tomando su mentón entre los dedos índice y
pulgar-.
-Sí, lo que quieras.
-Entonces, ten claro que la única forma de complacer mis deseos, es
teniendo el libro en plazo indicado. Adiós.
Una luz blanca deslumbra a la joven, que queda pegada a la cama por
un campo de energía indomable. Cuando todo cesa, ella maldice contra su
suerte.

310
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

CAPÍTULO 33: OTRO “VUELO 19”

12 de marzo de 2013

PLANETA TIERRA
MIAMI BEACH, FLORIDA

Leon da un sorbo a su taza de descafeinado, humeante, con el olor


característico del buen grano. Deja la tacita de porcelana sobre el plato
a juego, que ya soporta la cucharilla debidamente colocada tras haber
realizado su trabajo.
Está en el salón. Nunca desayuna frente a la televisión, pero hoy sí. Su
mayordomo, que parece más un invitado que un criado, visiona la pantalla
tras sus gafas de pasta celeste.
El señor viste con un batín, el mayordomo de etiqueta ya tan de
mañana.
-… han filtrado la noticia y unas espectaculares grabaciones capaces de
disparar la imaginación de cualquiera. Este incidente ocurrió hace una
semana. El ejército y el gobierno no hacen declaraciones, pero se habla de
aviones de última generación, costeados por millones de dólares que salen
de nuestros impuestos…
Leon reconoce al presentador, un miembro encubierto de un grupo de
ultraderechas.
-Estos grandiosos aviones, cazas de modelo no determinado, que
estaban haciendo pruebas sobre el famoso Triángulo de las Bermudas,
desaparecieron sin dejar rastro. Según fuentes han sido un total de cinco
cazas de tal tecnología, que se trataba de un proyecto secreto hasta para
los ciudadanos norteamericanos, que no entienden por qué suben sus
impuestos. Pues vean, o mejor dicho, escuchen lo que ha pasado con los
juguetes del gobierno…
La pantalla muestra una especie de radio de proporciones inmensas, un
intento de caricatura, pero menos ofensivo. Se escucha una grabación de
radio con interferencias que hacen difícil la comprensión, por eso, salen
subtítulos.
-…F-467 a Torre de Control, F-467 a Torre de Control… esto es una
situación de emergencia, repito, esto es una situación de emergencia…
todos los aparatos del avión se han vuelto locos, sobrevolamos unas islas
extrañas que no aparecen en los GPS…
Se detiene un momento la grabación. Luego se escucha.
-Torre de Control a F-467, Torre de Control a F-467, ¿me recibe?
-Con mucha dificultad.
-Sus aviones han desaparecido de nuestro campo de localización. Por
favor, revisen el equipo de rastreo.
-F-467 a Torre de Control… no funciona nada. El sol es extraño, el mar
es extraño… Necesito instrucciones…

311
NAZARETH SERRANO

-Torre de Control a F-467, Torre de Control a F-467…


Pero el avión parece no recibir ya la señal de la Torre de Control.
-Aquí F-467. Me dispongo a realizar aterrizaje de emergencia en una
isla… no sé dónde estamos… no sé qué isla es… es una isla extraña…
Luego sigue la grabación con intentos fallidos de la Torre de Control de
contactar con el avión. Luego, la voz del teniente al mando de la misión de
pruebas vuelve a hacerse oír.
-El avión no funciona, está siendo arrastrado por una especie de
corriente hacia un… Mayday, Mayday, no sé dónde estamos, hemos dado
demasiadas vueltas… piloto automático… arrastrados…
Y la última frase del teniente fue:
-Hemos sido rescatados por… no vengan a buscarnos… estamos
bien… salimos al otro lado…
Y las interferencias se hacen feroces.
Leon apaga la televisión. El mayordomo sigue jugando con la cucharita
dentro de su propia taza de té. Lo lleva haciendo, de manera inconsciente,
desde hace unos minutos.
-Genial… -comenta Leon-.
-¿Genial?
-Sí. Alguien ha conseguido volver a conectar las dimensiones y por eso
la puerta de la Atlántida ha vuelto a ponerse en activo. Ahora sólo nos
queda esperar para que Gerhard no cumpla con su deber.
El mayordomo lo mira de reojo.
-¿Y si cumple?
-Creo que ha llegado el momento de que Ralph deje de ser un simple
rico.
-Pero, señor…
-Recuerda que mi ADN no es tan distinto al de Jack. Ambos salieron del
mismo cuerpo, ¿no?
El mayordomo se encoge de hombros.
-Sólo soy un híbrido. ¿Qué quieres que sepa yo?
-Ve a ver como se encuentra nuestro invitado.
El mayordomo asiente con la cabeza y se retira.
Leon coge el móvil y marca el número de Thomas.

312
Quien nace mortal, camina hacia la muerte.

Calino

El mal es la noche del espíritu.

Víctor Hugo

El verdadero misterio del mundo es lo visible, no lo invisible.

Oscar Wilde

La vida no es un problema para ser resuelto, es un misterio para ser


vivido.

Anónimo

Se viaja no para buscar el destino, sino para huir de donde se parte.

Miguel de Unamuno

Al principio Dios creó el cielo y la tierra. La tierra era soledad y caos, y


las tinieblas cubrían el abismo, y llamó a la luz del día y a las tinieblas
noche.

Génesis 1

La serpiente era el más astuto de todos los animales del campo que
hiciera Yavé Dios. Y dijo a la mujer: “¿Es cierto que os ha dicho Dios: No
comáis de todos los árboles del jardín?”. La mujer respondió a la serpiente:
“Nosotros podemos comer del fruto de los árboles del jardín. Sólo el fruto
del árbol que está en medio del jardín nos ha dicho Dios: “No comáis de él,
ni lo toquéis siquiera, de otro modo moriréis”. Entonces la serpiente dijo a la
mujer: “¡No, no moriréis!. Antes bien, Dios, sabe que en el momento en que
comáis se abrirán vuestros ojos y seréis como dioses, conocedores del bien
y del mal”.

Génesis 3
3. LA CREACIÓN DE UN
NUEVO MUNDO
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

CAPÍTULO 34: EL DOCTOR MORRISON

Madrugada del 12 al 13 de marzo de 1013

PLANETA TIERRA
ATLANTA, GEORGIA
EN EL CASINO

Todos los aglomerados miran la ruleta que gira sin parar. Entre risas,
copas y la compañía de bellas mujeres, traídas del brazo o
encontradas en el casino, los jugadores despilfarran el dinero, aunque
alguno que otro se lleva una buena pasta, de vez en cuando.
Un tipo orondo, con gafas de pasta celeste, pelo castaño peinado hacia
detrás y perfectamente engominado, que luce un traje de firma, se acerca a
la mesa, donde uno de los presentes agradece la suerte y mueve las
manos de una forma particular cuando el rastrillo mueve las fichas hacia su
rincón de la mesa.
A su lado, un tipo alto y fornido niega con la cabeza. Tiene mucho
dinero y no le importa nada perder un poco en estos juegos, pero es que la
suerte nunca le sonríe.
Apuesta una fila de fichas al número dos y deja que los demás
apuesten.
El de las gafas celestes echa a una joven que intenta seducir al de la
pésima suerte, a pesar de que este ni siquiera se había enterado de las
miradas o los “casuales” roces de la joven, que se marcha con viento
fresco.
-Doctor Morrison… -comenta el de las gafas a sus espaldas-.
-¿Sí? –pregunta él sin apartar la vista del tapiz. Sale el número
dieciocho y él sonríe-.
Se dispone a apostar, pero el de la gafas agarra su muñeca de forma un
tanto insolente. El doctor mira a su “invitado” y deja momentáneamente el
juego.
-¿Nos conocemos?
-Sí, a decir verdad, sí.
El doctor se encoge de hombros.
-Creo que se equivoca.
-Mi jefe quiere hablar con usted.
-¿Y quién es su jefe?
-El dueño del casino.
Morrison se encoge de hombros.
-No dirá que estoy haciendo trampas. Si lo pierdo todo…
-No, caballero, no estoy insinuando nada parecido.
-Entonces…
-Mi jefe lo ayudó a usted cuando… escapó de su jaula.
Morrison expone una mueca de seriedad.

317
NAZARETH SERRANO

-Ya no tengo nada que ver con él. Mire, dígale que tengo una nueva
vida, que me dejaron al margen… dígale que no quiero saber nada de esas
cosas.
El doctor se intenta escabullir, pero Eduard lo intercepta, o al menos se
pone en medio. A pesar de ser más bajito que el doctor, este se detiene.
-Mi jefe previó que diría algo así. Me ha dicho que si se niega, tirará su
carrera por la borda, porque puede mandarlo de cabeza del lugar de donde
salió. Quiero decir, que si no acude a esta… velada, mi jefe moverá los
hilos adecuados. ¿Entiende?
-No tan alto, Eduard. Lo entiendo.
-Veo que me ha reconocido.
-Mierda de… Vamos, que no quiero que nadie escuche nada de esto.
-Veo que estamos de acuerdo. Por favor, acompáñeme.
Eduard comienza a caminar entre el tumulto de personas, luces de neón
y camareros. Morrison lo sigue.

Eduard conduce a su invitado hasta el “despacho” desde donde Leon lo


controla todo. Allí está él, tras una mesa de escritorio, sentado en su sillón.
Tras él, Peter y Steve.
Morrison sonríe y, sin que nadie le dé permiso o se lo pida, se sienta en
una de las sillas que hay frente a la mesa. Eduard se retira tras una puerta
que hay a la derecha.
-Hombre, por fin nos volvemos a ver –comenta Leon extendiendo una
mano, que Morrison no estrecha-.
-Al grano, tío.
Leon cierra la mano y la retracta.
-Veo que sigues sin saber tratar a las personas importantes.
Morrison tamborea la mesa y niega con la cabeza.
-Venga, dime para qué me has traído aquí.
Leon se echa hacia atrás.
-Pues bien. Un día, un hombre… llámalo Jack, por ejemplo, usó una
nave, una pequeña, una de color negro, para llegar a una nave nodriza, una
grande. Esa nave, la grande, desapareció tras un agujero negro. Cruzó un
agujero de gusano y… -gesticula- se esfumó. ¿Dónde fue?. No lo sé. Tal
vez a otra dimensión.
-Interesante. Escribe un libro –comenta Morrison-.
-Richard Morrison, atiende.
Morrison se rasca el mentón.
-Te escucho.
-Bueno, la nave grande se esfumó. Pero, ¿dónde está la nave de
exploración?
-Dímelo, Leon, dímelo.
-La nave de exploración está… está en un complejo de la NASA, ¿me
equivoco?
El doctor se pone serio.
-No… Rotundamente no.

318
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

-Richard, o Johann, como te guste más… Escucha…


Morrison se lleva una mano a la cara. Eso quiere decir que si no le
ayuda, le manda de cabeza a “La Colmena”, ¿no?
-No me puedes delatar. Te cogerían a ti también.
-No tendría que dar yo el chivatazo en persona.
Thomas entra en la sala por la puerta que había utilizado Eduard
minutos antes.
-Este es Thomas, agente de la CIA. Puede conseguir algunos informes
y el papeleo. Así podré entrar en el complejo…
-No… Oye, que me juego el cuello. Es alto secreto. ¡El presidente tiene
menos seguridad que esa puta nave! –grita a la par que se levanta en un
acto inconsciente-.
-Tranquilo –comenta Leon alzando las manos-.
Morrison cierra los ojos y se sienta a regañadientes.
-Leon, por favor… ¿Para qué coño quieres esa nave?. No puedes
usarla para volver a tu planeta. Es demasiado pequeña para soportar…
-Johann, tranquilo. Es lo suficientemente grande para lo que quiero.
-Pero… es imposible robarla. La seguridad…
-Recuerda que salimos de “La Colmena” cuando sólo éramos niños.
Podemos con la seguridad de la NASA.
-Pero…
-Él también vendrá –señala a la derecha y el doctor al fin se da cuenta
de la presencia de otro tipo en la sala-.
-Friederich… -comenta casi en un susurro-. No me lo puedo creer. ¿Tú
también?
-Bueno, digamos que no tengo otra opción.
Morrison cierra los ojos y se lleva las manos a las sienes.
-De acuerdo… de acuerdo… ¿Cuál es el plan?
Leon sonríe.
-Así me gusta. Te lo explicaré…

319
NAZARETH SERRANO

320
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

CAPÍTULO 35: EL LÍDER DE LA MISIÓN

13 de marzo de 2013

PLANETA TIERRA

PUERTO 34 DEL ÁREA 211, TIERRA DE LA REINA MAUD,


ANTÁRTIDA

R udolph recoloca la gorra de plato sobre su cabeza y espera,


paciente, la llegada de sus hombres. Se encuentra realmente fuera
de lugar, entre tanto científico de gafas plateadas y mono blanco. Todos
corren de aquí para allá, voceando a los cargadores las instrucciones. El
puerto está repleto de vehículos de tierra, enormes, con formas diversas,
algunos destinados al trasporte de personas, otros al de materiales.
Unas impresionantes excavadoras lideran la fila de vehículos, a cual
más grande y poderoso.
Rudolph consulta su reloj, que va incorporado a la muñequera. Un
científico lo flaquea y le da unos toquecitos en el hombro. Rudolph se
guarda un improperio y comenta:
-¿Quiere algo, señor? –mirándolo por encima del hombro-.
-Sí. ¿Es usted herr Rudolph?
-Sí, señor –comenta Rudolph mirándolo a la cara frente a frente, para lo
cual tiene que agachar la cabeza-.
-Pues estos son algunos de sus hombres –comenta señalando a un
grupo que se mantiene en una desordenada fila. Algunos aún van
esposados, todos tienen collarín y muñequera de castigo-.
Todos son escoltados por guardias, pero al parecer, no consiguen que
formen como Dios y el Führer manda.
Todos visten como SS, pero con uniformes de soldados de segunda.
Rudolph estira su cuello y se coloca frente a la fila. No puede evitar
mirar al mole de tres metros sesenta, casi, de altura, de ojos carmesís y
pelo bruno. Procura echar un vistazo al resto, pero los ojos se van derechos
al gigante que va, más que esposado, inmovilizado, y al que custodian
cuatro guardias. Cuarto guardias para él solo…, piensa Rudolph.
<¿Y qué tengo que decir ahora…?>
El doctor que le ha importunado antes le da unos toquecitos, de nuevo,
en el hombro.
-¿Qué quiere?
-Nos vamos…
-¿Usted y quién más?
Los guardias comienzan a separarse del grupo de experimentos, no sin
antes soltar a los esposados. No les quitan los collarines ni las
muñequeras.

321
NAZARETH SERRANO

Cuando Rudolph ve al gigante suelto traga saliva en un acto


inconsciente.
-Suerte… -comenta el doctor ya presidiendo la marcha de los que
caminan hacia la salida-.
Rudolph se pone lo más recto posible y mira a su alrededor. Los demás
operarios, ajenos a lo que tienen entre ellos, prosiguen con su trabajo.
Por ahora está solo, así que empieza por presentarse hablando
mientras camina desde el principio de la fila, mirando uno a uno a sus
nuevos soldados.
-Mi nombre es Rudolph, como Hauptscharführer seré el máximo rango
en esta expedición, así que vayan acostumbrándose a obedecer ante mis
órdenes. No tolero el desacato y la indisciplina, así que guarden su rebeldía
para los doctores y los guardias –se detiene frente al coloso-. No toleraré
ningún tipo de incidente durante mi misión. Y quiero que sepan, que los
accidentes ocurren y que cualquiera puede “perderse” por el camino.
Enill expone una media sonrisa, pero no se mueve.
Rudolph sigue caminando mientras habla, intentando decir cosas
coherentes mientras espera la llegada de los demás.
-Voy a volver vivo de esta misión, me pondrán una bonita medalla
conmemorativa y me ascenderán, y ninguno de ustedes va a impedir que
esto ocurra. Pase lo que pase, seguiré adelante y conseguiré cumplir los
objetivos. Y quien no acate mis órdenes –dice mirando al más bajito, que
tiene cara de ángel, y así es su nombre- será sancionado con el castigo que
me parezca apropiado. Y les advierto… seres… que no tengo indulgencia
con nada ni nadie.
Enill da un paso al frente, rompiendo la fila. Rudolph se da media vuelta
para mirarlo.
-Oye, ¿y qué pasa si a alguien le da miedito ir a la misión?
-¿Tiene usted miedo, soldado?
-Yo no, pero mira a esos tipos… -señala a espaldas de Rudolph y este
se da media vuelta, de nuevo-.
Sus hombres lo miran, pero ninguno se acerca. Sobre todo miran al
coloso, desde una distancia prudente.
-Vuelva a la fila, soldado –ordena Rudolph-.
Enill finge una reverencia y vuelve a la fila. El “angelito” sonríe
cautamente.
Rudolph suspira y se dirige a la otra fila de soldados.
Tras esquivar a doctores y cargueros, se pone frente a Ancel y dice:
-Herr Rottenführer, ¿por qué no se unen usted y los demás al resto del
equipo? –comenta señalando con una mano extendida a los experimentos-.
-Porque…
-No tiene que contestar a mi pregunta, ¡muévanse todos y formen una
sola fila frente a los camiones de transporte militar!
Ancel extiende el brazo y brama un “Sí, señor”.
Luego todos se movilizan cargados con armas y mochilas un tanto
despacio y a regañadientes.

322
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

Se forma una fila, más o menos, pues entre los soldados normales y los
experimentos hay cierta separación.
Rudolph sabe que los experimentos, por libre, podrían ser un auténtico
caos, así que no tiene más remedio que dejar las cosas claras.
-Cada SS que haya sido instruido hará pareja con un novato al que
vigilará, de paso. Ancel –este da un paso al frente y se mantiene en
posición de firme-, usted empareja con el señor… -dice señalando al
coloso, que da un paso al frente-.
-Enill… -dice él-.
-Lo que sea.
Ancel suelta aire por la nariz y se pone al lado del experimento.
-Gustav.
Gustav da un paso al frente.
-Conmigo.
-Sí, se… ñor.
Ancel masculla algo entre dientes. Rudolph hace caso omiso a tal
contratiempo y continúa con su tarea.
Tras terminar de formar las parejas con las que tener controlados a los
experimentos, esperan a que el camión esté listo para albergar su llegada.
Se dividen en dos grupos, pues hay dos “camiones”. Rudolph se separa de
Ancel y del coloso en ese momento, pero se queda con el “pequeño ángel”,
que ha entrado en la partida de su grupo.
Enill mira todo con curiosidad y detenimiento, pero apenas habla o hace
nada, menos aún cuando entra en el “camión”.

PLANETA TIERRA
MIAMI BEACH, FLORIDA

Peter aparca en el terreno que rodea la casa de su madre y esposa.


Sonriente, quita las llaves del coche y se dispone a bajar, pensando que
hoy es un día de suerte. Ha recibido un mensaje de Elisabeth, la joven que
le ha devuelto a la realidad, la que le ha enseñado que puede estar con
otras mujeres y la misma que le ha mostrado que lo que sentía por su
esposa no es sino una enfermedad.
En el mensaje pedía verle, y él ha contemplado una oportunidad única,
pues Thomas, su madre y Eva no están en casa, y ninguno volverá en las
próximas cuatro horas.
Baja del coche y, sin previo aviso, siente un puño estampándose de
forma brutal contra su rostro. Esto hace que se dé un buen golpe en la
espalda contra el vehículo.
Quiere reaccionar, pero no puede ver nada antes de doblarse sobre sí al
sentir el impacto de un puño, que se le asemeja de hierro, contra la boca de
su estómago.
Alguien le tira del pelo y por fin ve, al menos, los ojos eléctricos y
grisáceos del agresor, pero sólo por un segundo, antes de que este le
vuelva a golpear en la cara. Suena un crujido y la sangre brota ya sin

323
NAZARETH SERRANO

piedad, llegando a su boca medio abierta, donde la degusta y expulsa a la


par que un poco de saliva.
Ahora se da cuenta de que ha quedado tumbado en el arenoso terreno.
Quiere decir algo, pero una patada certera y potente en el pecho le deja
sin respiración y hace que expulse el poco aire que le quedaba en los
pulmones.
Se hace un ovillo temiendo otro golpe, pero no llega. Retira las manos
de su cabeza y mira, con los ojos inyectados en sangre, la cara de su
agresor.
-Pero… ¿te has vuelto loco? –pregunta Peter-.
Michel Angelo se agacha y lo levanta con una sola mano. Los músculos
del brazo se tensan hasta tener la textura de una roca, las venas
inflamadas y azuladas se hacen más notables, y todo queda a la vista
gracias a una camiseta sin mangas de color negro. Su rostro impasible y
sus ojos vacíos no delatan su enfado.
Peter siente que no toca suelo y se aferra a la muñeca del agresor, que
lo tiene levantado por la pechera.
-Yin y yan, Peter. Tú te tiras a mi chica, y yo ahora te parto la cara.
-Pero…
No tiene tiempo de decir nada, antes de verse volando por los aires y
caer, irremediablemente, contra el parabrisas del coche, que a pesar de ser
blindado, se agrieta con el descomunal golpe.
Sin fuerzas, rueda por el capó y cae de cara al suelo.
Se intenta levantar, pero cuando consigue mantenerse a cuatro patas,
se ve de nuevo pegado al suelo, gracias a un buen golpe en su espalda,
que le hace soltar un gemido de dolor.
-Vale, vale… No sabía que estaba contigo…
Siente un tremendo golpe en el costado, a la altura de las costillas, que
le hace gemir y rodar.
-¿Qué no lo sabias?, ¿eh?, contesta hijo de puta.
-No…
Mitch le patea de nuevo en la cara sin piedad y lo que sangra ahora es
su oído. Peter se lleva una mano al órgano afectado e intenta levantarse.
Michel Angelo deja que lo haga, y Peter, sacando fuerzas de flaqueza,
consigue mantenerse en pie, aunque a duras penas.
-Además, si ella quiso, no soy yo el único que tiene la culpa –dice Peter-
. En realidad ella fue quien insistió…
Mitch lo mira con su particular mirada.
-Ya, ella insistió…
Da un paso al frente y Peter uno hacia atrás.
-Bueno, vale, fue culpa mía –dice Peter extendiendo ambos brazos y
abriendo las manos, como si quisiera parar algo en seco-. Pero tengo claro
que no la puedo ni mirar. Lo he entendido.
De repente Peter se ve con la espalda doblada y con la cabeza pegada
al capó del coche. Una mano de Mitch en su cuello sirve para dejarlo sin
respiración. Por más que se intenta liberar, Peter sabe que no podrá, así
que deja de resistirse en vano.

324
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

La cara ensangrentada se colapsa y se va poniendo rojiza.


Peter, sin querer, visiona algunos pensamientos de Mitch, que al estar
demasiado ocupado en su enfado, ha bajado la guardia en su mente.
Peter aferra la muñeca de Mitch intentando aflojar la presión. Su pecho
se contrae buscando aire, pero Mitch, que parece ajeno a todo, no parece
querer soltarle.
Peter va perdiendo fuerzas a pasos agigantados. Su cerebro comienza
a desconectarse ante la falta del vital oxígeno. Peter intenta liberarse con
sus últimas fuerzas. Mitch lo suelta en el último segundo y Peter coge una
bocanada de aire a la par que se lleva ambas manos al cuello, aún en la
incómoda posición en la que le mantiene el cuerpo de Mitch.
-Espero que te haya quedado claro.
-Más que el agua –dice con voz más ronca de lo habitual-.
Michel Angelo asiente con la cabeza y, tras dar un último puñetazo que
deja a Peter inconsciente en el suelo, se marcha caminando con paso lento
y pasivo y con las manos metidas en los bolsillos de sus vaqueros
gastados.
Un koradi, uno que se perdió y no pudo, por lo tanto, ser rescatado por
Blake, observa al tipo inconsciente desde la protección de un segundo
vehículo que está estacionado al lado del de Peter.
Cuando Mitch se ha alejado lo suficiente, el koradi sale de su escondrijo,
dejando ver su cara, que luce una impresionante cicatriz que desfigura su
rostro y parte de su cuello.

325
NAZARETH SERRANO

326
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

CAPÍTULO 36: PACTOS

13 de marzo de 2013

PLANETA TIERRA
MIAMI BEACH, FLORIDA

P eter recobra la conciencia poco a poco. Al principio sólo ve vanas


nubes de color que no se tornan en nada lógico en su cerebro. Le
duele el cuerpo, pero apenas le quedan magulladuras de la paliza que ha
recibido del mutante atlante, el único que posee el famoso “cromosoma 24”.
¿Cómo diablos lo va a capturar si le ha dado una paliza con una sola
mano?.
Cierra los ojos e intenta situar su mente. Siente algo mullido bajo su
cuerpo. Él piensa que estaba en la arena. Abre los ojos y ve la habitación
conyugal.
Las imágenes captadas por sus ojos, poco a poco se van haciendo
menos borrosas y su cerebro las interpreta sin dificultad a los pocos
segundos.
Sobre el sillón de color crema hay un tipo de su tamaño, más o menos,
con una cicatriz enorme en la cara y los ojos carmesís.
Peter parpadea un par de veces, pensando que puede ser una ilusión.
La quimera sigue donde estaba a pesar de los parpadeos.
El tipo en cuestión no le ofrece confianza, pero tampoco tiene miedo
ante su presencia, después de todo, seguramente haya sido él quien lo ha
trasladado hasta su cama.
-Ya te has despertado… Menuda paliza te ha dado ese cabrón, ¿eh? –
comenta el koradi mientras se levanta y da un par de pasos para quedar al
lado de la cama-.
Peter no dice nada, pero él sabe que se está preguntando quién es y
qué hace aquí.
-No he venido a ayudarte. Estaba aquí para que tú me ayudaras. Me
llamo Treihm, y sí, soy un koradi, uno de esos de los que habrás oído
hablar en “La Colmena”.
Peter va a decir algo, pero el koradi le corta:
-Sí, he hurgado en tu mente. Necesito saber si podía dejarme ver con mi
apariencia normal delante de ti. No, no sabes qué es un koradi y la mayor
parte de la información que tienes es completamente falsa. Estoy aquí
porque falló un viaje interdimensional y no, no puedo volver porque no
puedo abrir una puerta entre tu dimensión y la mía. Sí, busco a Leon. Y por
último, no, Leon no es un koradi en el sentido estricto de la palabra, pero es
lo más parecido que encontraré en este planeta y necesito su ayuda.
Peter quiere preguntar algo más, pero, de nuevo, él se le adelanta:
-No, no soy un koradi adulto. Sí, cuando crezca sería del todo imposible
que alguien como tú me ganara. No, no crezco tan rápido como puedes

327
NAZARETH SERRANO

suponer según los estudios que tienen esos humanos de “La Colmena” y,
por supuesto que no, no quiero hacerte daño. Y sí, estoy dispuesto a
ayudarte con ese tipo que te ha dado la paliza si tú me ayudas a convencer
a Leon de que me lleve con él.
-Pero…
-A otra dimensión. Leon planea viajar a través de una puerta que se ha
abierto tras el viaje que Anton ha realizado. Sí, Anton ha estado aquí, pero
sólo puede quedarse por un tiempo limitado. Realizó dos viajes. Uno falló,
luego, siete días después, llegó a su destino, cogió a un ser de este mundo
y se lo llevó. Sí, eso puede provocar distorsiones y ambigüedades en
ambas dimensiones, pero tiene que correr el riesgo.
-Por favor, deja de leer mi mente. Me siento… extraño –dice llevándose
las manos a la cabeza-.
-Lo siento. Es la costumbre.
-¿Y cómo piensas ayudarme con Michel Angelo?
El koradi sonríe y despliega un tumulto de armas impresionantes que va
dejando sobre la cama. Peter se encoge al ver tal arsenal que el koradi ha
ido sacando o desplegando de distintas partes de su cuerpo.
Peter traga saliva y asiente con la cabeza.
-Hay más en un almacén. Se las dejaron mis ex-compañeros de viaje.
-De acuerdo. Entonces –extiende una mano, aún medio incorporado en
la cama-, ¿Cerramos el trato?
El koradi lo coge por el brazo, hasta un poco más abajo del codo,
cerrando así el trato con su particular estrechar de manos. Peter cierra la
mano a la misma altura cerrando también el trato.
-De acuerdo –comenta el koradi-. También me encargaré de tu madre y
tu hermano.
Peter sonríe.
-No te cueles en mi mente –comenta retirando ya el brazo-.
-La costumbre… -comenta el koradi replegando todas sus armas en
apenas dos segundos-.

PLANETA TIERRA
ATLANTA, GEORGIA

-A ver, dices que quieres robar una nave de un complejo de la NASA


para poder ir al Triángulo de las Bermudas, utilizar a este chico para abrir la
puerta… ¡Y que te trague!
Leon se pasa la mano por el pelo y, sonriendo, dice:
-Sí, eso es exactamente lo que voy a hacer.
Él está sentado, con una pierna cruzada sobre la otra, en un sillón de
masajes. Friederich utiliza el sofá, a su lado Johann y Thomas, y dando
vueltas por la sala, Rebeka.
Eduard le limita a mirar los trofeos del boxeador, teniendo cuidado de no
rozar la vitrina de cristal que parece que se vaya a romper con sólo mirarla.
-¡No! –grita Rebeka mirando a Leon con cara de fiera-.

328
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

-Mamá…
Rebeka se voltea y su hijo enmudece.
-¡Tú menos!. ¡Os habéis vuelto locos!
-¿Es una pregunta? –pregunta Johann-.
-¡Lo afirmo! –grita en la cara del chaval-.
-Yo también –aclara el doctor-.
-Menos mal, alguien coherente.
-Alguien primordial en mi proyecto –se apresura a decir Leon-.
-¡Leonhard!, ¡te prohíbo que utilices al pobre chico para tus locuras!, ¡y
mi hijo no va a ninguna parte!
-Pero si él me lo pidió…
-¡Me niego!
Leon se levanta, la coge por los hombros y la mira a los ojos.
-Rebeka, cariño, tranquilízate…
-¡Me he enamorado de un loco!
-No. Un momento… ¿enamorado?
Rebeka se relaja un segundo.
-Eso no viene a cuento. No quiero que te trague una máquina ni nada. Y
se acabó la discusión.
-Mi amor. No pasará nada…
Ella empieza a caer en su red.
-¡No se deje engañar, Rebeka! –se apresura a decir Johann
levantándose casi de un salto-. ¡Moriremos todos!
-El doctor Morrison tiene razón.
Leon resopla y mata a Johann con la mirada. Rebeka se quita de
encima a su novio y vuelve a dar vueltas por la sala.
Johann sonríe al ver a la novia de Friederich plantada en el marco de la
puerta. La joven, con su acento ruso, mira a su novio y pregunta:
-¿De qué diablos estabais hablando?
-Os dije que no discutierais aquí –comenta Friederich-.
Johann extiende una mano, que la chica acepta un tanto aturdida.
-Doctor Richard Morrison, a sus pies –comenta inclinando la cabeza-.
-¡Deja a mi novia! –brama Friederich leyendo la mente de Johann-.
-Para lo que me necesite –sigue Johann sin soltar la mano, que la chica
intenta retirar-.
Thomas sonríe a la joven y Friederich se levanta. Johann suelta la mano
a regañadientes.
-Cariño, ¿me vas a contar qué diablos pasa y quiénes son estos
hombres?
Friederich se encoge de hombros.
-Hablábamos de un guión. Una serie que me han ofrecido…
-¡Me crees tonta rusa! –chapurrea en inglés, como cada vez que se
pone nerviosa-. ¡Soy estudiante de física, no tonta rusa con pechos silicona!
Johann mira su escote. Friederich le da un codazo.
-Cariño… no puedo explicártelo.
-¡Sí poder!
-No…

329
NAZARETH SERRANO

-¡Triángulo de las Bermudas!, ¡el misterio de la ciencia y vosotros saber


lo que pasa!, ¿no ser así?
Todos se quedan callados. Ella se tranquiliza y recupera su buen inglés.
-Yo también voy.
Friederich se ríe.
-No puedes…
-¡Seré la física más joven en conseguir un premio…!
-No… -corta Friederich-.
-Sí. Porque ahora que sé todo, no me podéis dejar fuera.
Leon aplaude.
-Buena observación, nenita. Pero no sabes lo que dices.
-¿Nenita?. ¡Machista!
Friederich se lleva una mano a la cara. A su novia no la pueden llamar
nenita… no si no se quiere que saque el orgullo de mujer que lleva dentro.
-Lo siento, no quería ofenderla –se apresura a decir Leon-.
-La física va u os delata. Y no hay más que hablar.
-¿Y cómo ibas a delatarnos? –pregunta Thomas-.
-Póngame a prueba, agente –comenta cruzando los brazos sobre su
protuberante busto-. ¿Y bien….?
Leon zanja el tema.
-Contratada.
Rebeka niega con la cabeza.
-Nadie va a ir… ¡Dios!, sois más tercos que las mulas –añade pensando
que, haga lo que haga, van a cometer una locura… bueno, una tras otra-.
Yo también voy –añade abatida-.
Leon sonríe victorioso.

AÑO 1270 DC

PLANETA DE HIELO
CERCA DE LA FRONTERA OESTE DE LOS LÍMITES DE LA
RESISTENCIA

-Más despacio… -dice Lánzela-.


-De acuerdo… -contesta Blake-.
Lánzela se ríe.
-Tranquilízate y baja poco a poco.
-Ya… es que nunca antes había estado en esta situación.
-Ya se nota, ya.
-Pero he de reconocer que eres una maestra excelente.
-Tú concéntrate y todo irá bien.
Blake cierra los ojos y hace lo que puede.
-¡No tan rápido!
-Lo siento… ya está… todo bajo control.
-No lo tengo yo muy claro…
-Venga, que ya casi está…

330
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

Blake se concentra y la nave biplaza reposa suavemente en el helado


suelo.
-Lo ves. Un aterrizaje perfecto.
Lánzela mira a su alumno desde el sillón que hay justo al lado del que
ocupa Blake y niega con la cabeza.
-Gracias a mí.
-Bueno… yo también he tenido mi momento…
-Lo siento líder, pero no –comenta ella quitándose el cinturón que, en
forma de X, se ajusta a su pecho-.
Blake se quita también el suyo y ambos se ponen de pie. La nave
biplaza es una de las más pequeñas, sin embargo eso no priva de tener el
confort, los escudos y las armas necesarias para cualquier tipo de situación.
Ambos caminan por la reducida sala de mandos y llegan a la puerta que
se abre de forma automática. Traspasan el marco y llegan a la habitación,
donde las cámaras o camas se disponen una junto a la otra.
Pasan por el cuarto y llegan a la salida.
La nave despliega una plataforma de forma automática, que al tocar
suelo, deja que se abra la puerta de salida.
El gélido aire abofetea a ambos.
-Bueno, pues yo me voy –comenta Blake-. Ya sabes, ni se te ocurra
salir de la nave y mucho menos cruzar la frontera. Pase lo que pase, no lo
hagas –advierte Blake-.
Lánzela pone cara de niña buena.
-Lo intentaré. Pero sigo creyendo que venir solo es peligroso.
-Y dejar que conduzca yo también… así que a los dos nos debe gustar
el peligro –comenta bromeando-. Bueno, hasta ahora.
Ella lo agarra por el brazo deteniendo el impulso del chico de acceder a
la plataforma para bajar de la nave.
Sin más dilación, se pone frente a él y le besa en la boca abriendo los
labios para degustar los ajenos. Blake tarda un poco en reaccionar, luego él
también abre la boca y, tras un intercambio un tanto gélido -por el aire
exterior- de saliva ambos se retiran.
-Vuelve entero –dice ella-.
-Lo intentaré.
Él baja de la nave y la puerta se cierra de manera automática ante los
ojos de Lánzela.

Tras adentrarse unos metros en el territorio hark, Blake es apresado. Al


ir desarmado, pide hablar con el líder y hace ver por su indumentaria que él
es el nuevo líder de la Resistencia.
Los centinelas, tras pensárselo, le llevan a una especie de calabozo y
dicen que hablarán con el líder, pero sólo si este accede a la charla. De lo
contrario Blake estará en problemas.

331
NAZARETH SERRANO

Tardan horas en volver a sacarlo del “calabozo” y en llevarlo ante la


presencia del líder.
Apenas tiene tiempo de ver los lugares por donde pasan, pues lo llevan
a empujones hasta una sala que únicamente tiene una mesa, una silla y
algunos aparatos.
Tras la mesa hay un hark entrado en edad, con el cabello rapado y una
barba tupida cubriendo su cara.
En la sala también hay un par de guardias y los dos que lo escoltaban
no salen. Luego Blake se queda en minoría absoluta.
No hay más asientos, así que se queda de pie, esposado, esperando a
que el hark hable en primer lugar.
El líder de esta zona se levanta y rodea la mesa para ponerse frente a
él. Le mira a los ojos y Blake no aparta la mirada.
-Dices que eres el líder de la resistencia… -comenta el líder en idioma
koradi mirándolo de arriba abajo-. Pues te veo demasiado joven para ser
nadie.
-Las apariencias suelen engañar.
El líder hark sonríe.
-Lo sé. ¿A qué has venido?
-A negociar.
El hark se ríe sin pudor, al igual que el resto de guardias.
Cuando el líder calla, todos lo hacen a la par.
-Los hark no negocian con koradis. Somos enemigos.
-O aliados en contra del emperador. Además, no soy un koradi, ¿no lo
ves?
-Tus ojos te delatan y tus ilusiones no afectan a los hark.
Blake no entiende qué quiere decir con lo de los ojos, él no puede ver
que los tiene granas en este momento.
Se relaja y la pigmentación de sus ojos va cambiando a esmeralda.
Poco a poco líneas verdes capturan el terreno carmesí, hasta que la
metamorfosis cesa por completo ante la mirada del hark, que se queda
momentáneamente cayado.
-¿Qué eres?
-No lo sé. Pero eso ahora no importa. Tengo información sobre Fingux.
-¿Qué clase de información?
-El emperador ha movilizado la mitad del ejército que hay en este
planeta hasta Fingux. No tardarán en llegar y aplastar a la resistencia
nativa.
-¿Y qué?, ¿quieres atacar al emperador mientras esté débil aquí?
-No. No tendríamos demasiadas posibilidades, porque ante un ataque
tan directo, el emperador mandaría refuerzos. Y como controla la distorsión
del espacio-tiempo no tendríamos tiempo de conquistar nada antes de ser
arrollados por su ejército.
-Entonces, ¿para qué aliarnos?
-Mi prioridad es Fingux.
-¿Un planeta ajeno?

332
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

-En Fingux hay recursos, tierras para cultivar, animales y un clima más
bondadoso.
-¿Pretendes que te ayude a conquistarlo?
-No. Ofrezco un refuerzo para aplacar el ejército imperial a cambio de
recursos y tierras.
El hark medita unos segundos.
-Tierras… -repite-. ¿Cuánto terreno ambicionas?
-No quiero conquistar el terreno de Fingux. Sólo pido que los koradis
puedan establecer allí bases en paz y conviviendo con los hark que lo
habitan. Y en cuanto a los recursos, supongo que podríamos llegar a un
acuerdo para intercambiar materiales o alimentos por otras cosas que
pudieran interesar a los líderes hark.
-Pero si ayudamos a las tropas de Fingux nos aplastarán aquí, en este
planeta.
-No movilizaremos a todo el ejército.
-Pero ni la Resistencia unida a nuestro pueblo puede con el emperador
si mermamos nuestras defensas.
-Mi plan es otro. No sólo combaten los humanoides de carne y hueso.
-¿Qué dices?
-Si utilizamos robot con inteligencia artificial…
El hark lo medita.
-Pueden ser incontrolables. Podrían revelarse, es arriesgado.
-No si los construyes de cierto modo…
-¿Qué modo?
-Confía en mí.
-Eso intento.
-Por otro lado, puedo construir armas muy poderosas con los recursos
necesarios.
-¿Qué clase de armas?
Blake piensa en el libro.
-Puedo hacerte una demostración si me das una oportunidad.
El hark se palpa la porción de barba que cubre su mentón.
-¿En la base de la resistencia?
Blake se encoge de hombros.
-¿Qué tal en tierra neutral?
El hark asiente con la cabeza.
-De acuerdo. Demuéstrame lo que puedes hacer y hablaré con el resto
de líderes para negociar.
Ambos cierran el trato con un “estrechar de brazos”.

333
NAZARETH SERRANO

334
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

CAPÍTULO 37: AYUDAR AL “ENEMIGO”

Madrugada del 13 al 14 de marzo de 2013

PLANETA TIERRA
MASSACHUSETTS

N orbert, somnoliento, entra en su cuarto y de repente se ve


interceptado por algo o alguien que lo coge por los hombros.
Sumido el cuarto en la oscuridad, sólo rota por la luz metalizada de la
luna, sólo vislumbra unos ojos preciosos, de color azulado.
-Por favor, no hables alto, que tu madre podría escucharme…
-Elisabeth –susurra él apartándose-. ¿Qué diablos…?. ¿No sabes
llamar a la puerta?
Ella lo coge otra vez por los hombros y él siente una energía extraña
que le deja sin fuerzas y con el cerebro montado en una nube de algodón.
-Tu madre no me dejaría entrar.
-¿Qué quieres?
-Ayuda.
-Yo no…
Lo abraza y se derrumba, comprendiendo así a Mitch cuando decía lo
que sentía con el sólo roce de la joven.
-De acuerdo… -comenta él intentado no tocarla y moviendo las manos
de aquí para allá sin saber dónde ponerlas, pues le parecen ahora
apéndices inservibles-.
Ella se retira un poco dando un respiro al joven.
-¿Qué ocurre?
-Anton ha raptado a mi hijo.
Norbert asiente con la cabeza.
-¿Y qué se supone que puedo hacer yo?
-Contactar con tu padre.
-Pero… mi padre está muerto…
Ella toma su cara entre ambas manos y él se derrite, aunque procura no
exteriorizar sus debilidades.
-No está muerto, cielo. ¿Me vas a ayudar?
-¿Qué quieres que haga?
-Contacta con él.
-¿Cómo?
-La materia tiene sus limitaciones, pero tu mente y tu ente no. Utiliza eso
–comenta atusándose la barba incipiente-.
Norbert no contesta.
-¿Me ayudarás, cielo?. No puedo pedirle esto a otra persona, porque
Anton podría captar su presencia fácilmente y mi hijo correría peligro.
Él la mira a los ojos y cae en sus trampas.
-Vale… lo intentaré… dame unos minutos para que me relaje.

335
NAZARETH SERRANO

-Ya te ayudo yo –dice depositando sus manos en las sienes del chico,
que no tarda en verse envuelto en un mundo de luz blanca y poderosa-.

FECHA SIN DETERMINAR

PLANETA SIN DETERMINAR

Wolf mira a su alrededor y detiene su caminata. En una noche sin luna,


con un cielo lúgubre y un boscoso terreno, todo parece tenebroso y
fantasmagórico. Cualquier aleteo de un ave nocturna, cualquier pisada de
un depredador, cualquier crujir de una ramita pisada… todo pone en alerta
al desdichado Dios desterrado.
-¿Hay alguien ahí? –pregunta y de nuevo se siente estúpido al hacerlo,
pues si hay alguien, seguramente no vaya a contestar-.
Suspira y sigue caminando. Una sombra aparece a sus espaldas.
Seguramente ha saltado de alguna rama.
Wolf se voltea con la lanza activada entre ambas manos. De repente se
ve sin el arma y con la espalda pegada al suelo. Un pie sobre su pecho
impide que se levante.
No sabe qué ha pasado, así que se limita a vislumbrar los ojos carmesís
del atacante.
El agresor le tira un collar que cae cerca de su cara y clava una espada
en el suelo, también cerca de su cara. Tanto, que Wolf cierra los ojos por
unos segundos.
-Y con esto, estamos en paz –dice el atacante, que ahora tiene los ojos
de color esmeralda, brillantes-.
Blake quita el pie del torso del guardián, que se levanta. Blake se
encamina hacia la espesura del bosque. Wolf coge la espada, el collar y la
lanza y grita:
-¡Espera, por favor! –a la par que sale corriendo en dirección hacia la
maleza, por donde ha desaparecido el líder-.
No lo encuentra, mira la espada. Es la suya, pero está entera. Se
pregunta cómo la ha arreglado, pero pronto desecha tales pensamientos y
se ocupa de lo importante.
-¡Por favor, Blake, necesito ayuda!
Nadie contesta. Wolf se siente observado, así que sigue hablando,
aunque sopesa la posibilidad de que, realmente, nadie lo esté escuchando.
-¡Los lunáticos de esta tribu pretendían arrojarme al volcán, para que los
Dioses fueran uno y salvar a su pueblo!
Nada.
-Sam hizo un espectáculo y me dijo que saliera al bosque –comenta ya
hablando normal, pues supone que a Blake no le gustan los gritos-. Pero no
ha venido, como me dijo. Me he perdido, tengo hambre y no sé cazar ni
encontrar agua…
Espera un poco y visiona los alrededores, esperando que su salvador
aparezca. Pero no lo hace.

336
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

Se arrodilla.
-Por favor, si no me ves, estoy de rodillas. Siento mucho todo lo que te
dije. De verdad… Necesito ayuda. Estoy perdido… voy a morir aquí si no
me ayudas… Tú no me puedes dejar aquí sabiendo mi situación. Tú no
eres como yo… Eres como Sam… por favor… -suplica al borde del llanto-.
Blake reaparece frente a él, erguido y con los brazos cruzados sobre su
pecho. Viste con su coraza habitual y en el cinto lleva una única arma, una
daga negra.
Wolf, con los ojos brillantes por las lágrimas, a la vista de Blake, lo mira
desde su posición postrada.
-Lo siento, Wolfgang. Pero no puedo llevarte conmigo.
-¿Por qué?
-Porque donde voy no pueden ir los atlantes.
-Pero… pensé que Adolph estaba contigo.
-Es una excepción.
Wolf se agarra a sus piernas, como un crío que no quiere que su padre
se vaya sin él.
-Por favor… haré lo que quieras… haz otra excepción…
-No puedo arriesgarme a que me vinculen contigo y los atlantes.
Wolf le mira a los ojos.
-Por favor… no puedes dejarme aquí. Tú no puedes hacer esto. Va en
contra de tus principios.
Blake suspira y se palpa la perilla.
-No debería haber venido…
-No digas eso. Tal vez tenías que venir para ayudarme.
-Levántate, por favor.
Wolf vuelve a la bipedestación y se enjuaga con disimulo los ojos.
-¿Vas a dejar que vaya contigo?
Blake suspira y dice:
-Haz que no me arrepienta o tendré que mandar que te arresten y te
aseguro que no te gustaría quedar en manos los koradis.
Wolf se abraza a él y dice:
-Gracias.
Blake le da unas palmaditas en la espalda.
-De acuerdo. Tenemos que irnos antes de que se cierre el portal o se
bifurque y acabemos en un lugar indeseado.
Wolf se retira.
-Vale. Te sigo.
-No hay tiempo. Te llevo.
-¿Eh?
Wolf se ve volando por los aires y siente un imponente brazo aferrado a
su cintura. Cierra los ojos y se agarra al cuello de Blake, y esta vez no se
siente menos hombre por tal posición.

337
NAZARETH SERRANO

AÑO TERRESTRE 2017 d.C.

ATLÁNTIDA, SÉPTIMO REINO


EN EL INTERIOR DEL TEMPLO DE LA LUZ

Gerhard suspira, se rasca los ojos y continúa trascribiendo los libros.


Está en el sillón que, en su día, ocupó la Suma Sacerdotisa, ubicado en
la Sala de Debates.
Ha puesto una mesa auxiliar de madera frente al trono, y en ella
reposan viejos ejemplares escritos en una lengua extraña, que sólo él es
capaz de descifrar.
Está colapsado y harto del trabajo. No puede dejar de pensar en el
mundo “real”, ese donde se encuentran su mujer y sus hijos…
Apenas duerme, y cuando lo hace, se despierta bañado en sudores
fríos, pues las quimeras no le dejan descansar.
Gerhard siente una energía extraña y aparta la vista de los libros para
distinguir una silueta lumínica, es resplandeciente y blanca.
Gerhard frunce el ceño y se queda dónde está.
<¿Padre?> -escucha en su mente-.
-¿Norbert?
<Sí, soy yo, padre. Pensé que estabas muerto…>
-¿Qué te hizo pensar eso?
<No hay tiempo para explicaciones, padre. Necesito de tu ayuda>
-¿Mi ayuda?. ¿Para qué?
<Pues… -se deja de rodeos, sabe que no puede controlar el vínculo
mental durante demasiado tiempo-. Se trata de Ramsés, el hijo de
Elisabeth…>
-¡No pienso ayudar a esa mujer ni a su vástago! –brama tirando, sin
querer, algunos tomos durante un movimiento inconsciente de su brazo-.
<Por favor, padre… No cambies el trascurso del destino…>
-¡Yo no cambio nada!. Además, ese engendro no merece vivir. Y de
cualquier modo, no puedo hacer nada desde aquí.
<Si puedes, padre. Anton lo raptó>.
Gerhard cierra los ojos y medita.
-No. La última vez que salvé a un niño, renuncié a mi esposa y a ti. Y
para colmo, ese niño ahora es un hombre que quiere quitarme todo.
<Pero…>
-¡No! –brama levantándose-.
El eco de su voz retumba por la estancia y de repente se siente muy
solo.
Se vuelve a sentar y niega con la cabeza.
<Tengo que irme. Pero piénsalo, padre, no actúes movido por la rabia>
-¡Espera!, ¡no te vayas!
La silueta pierde brillo y se desvanece. Gerhard, que intenta tocarla,
pero sólo puede traspasar la luz que se extingue como la llama de una vela
consumida.

338
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

-¡No te vayas! –brama arrodillándose en el punto en el que ha


desaparecido-. Necesito a alguien… que me ayude… no quiero estar solo…
vuelve… vuelve…
De nuevo, llora como un niño.

PLANETA TIERRA
MASSACHUSETTS

Norbert despierta aturdido. Está tendido sobre el suelo de su habitación.


Elisabeth, postrada a su lado, pregunta:
-¿Estás bien?
-Más o menos. Intentaré hablar con él mañana, por si hoy no le he
convencido lo suficiente.
Elisabeth sonríe, y esta vez con sinceridad.
-Gracias.
-Será mejor que te vayas –comenta incorporándose-.
Elisabeth le da un beso en la mejilla y él siente que se desmaya. Luego
se retira acariciándole la cara.
-Ten cuidado con los vínculos –dice y se marcha por el balcón-.
Norbert, aún sentado en el suelo suspira e intenta recomponerse.

14 de marzo de 2013

PLANETA TIERRA
WASHINGTON DC

Mitch mira de arriba abajo a Elisabeth, que está tumbada sobre la cama
de matrimonio, desnuda, sonriente y esperándolo.
-¿Qué te pasa?, ¿el viajecito te ha sentado mal?
Mitch, serio, se queda dónde está.
-No me gusta usar la esfera para este tipo de… encuentros… -mira a su
alrededor y abre la puerta del baño privado-.
Elisabeth lo mira con el ceño fruncido.
-¿A quién buscas?
-A nadie.
-La próxima vez ven en coche y deja de hacer el tonto –palmea la
porción de colchón que queda a su lado y se mueve como una gatita
mimosa-. Ven, quiero pedirte perdón por lo del otro día.
Michel Angelo, que viste con traje, echa un vistazo al balcón.
-Voy…
Pero no se mueve.
-¿Qué te pasa? –se pone seria-. No me enfades, Mitch.
Se quita la chaqueta a la par que dice:
-Sí, ya voy.

339
NAZARETH SERRANO

Deja la chaqueta sobre el diván que hay a los pies de la cama y mira a
Elisabeth, la cual se atusa el pelo.
-Elisabeth. ¿Podrías decirme que me quieres por una vez?
Ella pone gesto de abatida.
-Te quiero, Mitch.
-Genial… -saca un cuchillo de su cinto y ella pone cara de susto a la par
que se encoge-.
-¡¿Qué pretendes?!
-¿Quién eres?
La ilusión se desvanece y la cama queda vacía.
Mitch siente una fuerte energía traspasando su cabeza y, en general, el
resto de su cuerpo y, luchando con todas sus fuerzas, pierde la batalla y se
desploma en el suelo sangrando por todos los orificios de su cuerpo y con
los ojos en blanco.
Peter y el koradi se dejan ver, aunque, en realidad, han estado ahí todo
el tiempo, Mitch ha sido incapaz de concretar donde, más sospechaba
claramente que las cosas no eran normales.
Peter mira al mole de músculos que hay tendido en el suelo,
convulsionando ferozmente y gimiendo apagadamente.
-¿Lo has matado?
El koradi guarda una especie de pistola de recudido tamaño.
-No. Me lo pediste vivo.
-¿Cuánto tiempo tengo antes de que vuelva en sí?
-Veinticuatro horas, tal vez veinte, porque es bastante fuerte.
-¿Cómo lo vamos a sacar de aquí?
-Seremos invisibles para el cerebro de todos.
Peter sonríe.
-Vale. Ahora me toca a mí cumplir mi parte del trato.
El koradi asiente con la cabeza y coge a Mitch, que está muy quieto
ahora, por debajo de las axilas.
Peter lo coge por los pies y entre ambos lo levantan en vilo.
-Vamos, híbrido, no hay tiempo que perder.
Peter asiente con la cabeza. La puerta del hotel se abre sin que nadie la
toque y se cierra tras la salida de ambos y el inconsciente.
A pesar de que pasan por delante de una señorita del servicio, de la
recepcionista y de un tumulto de turistas, nadie parece verlos. Aunque, por
lo menos, deben tener cuidado de no chocar con nada ni nadie.
Llegan al coche sin problemas, meten a Mitch en el magno maletero del
todoterreno y, mientras el koradi escoge los asientos traseros para
agacharse, cansado ya de crear ilusiones, el híbrido se pone al volante y
sale de allí tan pronto como le es posible, pero sin exceder la velocidad
permitida, no quiere que la policía lo pare.

340
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

CAPÍTULO 38: EL REBELDE

AÑO 1270 DC

PLANETA DE HIELO
BASE AVANZADA DE LA RESISTENCIA
SALA DE RECUERDOS

Blake se encuentra recostado sobre una especie tumbona que lo


mantiene a flote gracias a un pequeño campo de ingravedad.
En su cabeza tiene puestos unos pequeños cuadraditos metálicos, que
conectados inalámbricamente al ordenador, muestra sus pensamientos.
Lánzela está a su lado, también suspendida en el aire, con unas “gafas”
puestas con las que recrea todo lo que Blake piensa. Podrían utilizar
hologramas, pero han preferido que nadie se inmiscuya en sus
pensamientos.
La joven además lleva puesto un traje especial, que le hará sentir todo
lo que Blake quiera con su mente.
Ahora está viendo un paisaje precioso. La playa, la luna de un color azul
metálico coronando la procesión lumínica de estrellas, como una madre que
observa desde lo lejos, tierna y apacible, la vida que se desarrolla en un
planeta llamado Tierra.
El mar está calmado, y las olas llegan pasivamente a la arena, donde
bambolean haciendo subir y bajar el agua que Lánzela nota bajo sus pies.
A su lado, caminando por la playa, vestido sólo con un pantalón y descalzo,
como ella, está Blake.
Una brisa nocturna arrulla a ambos.
Los ojos esmeralda de Blake lucen como gemas bajo la luz plateada del
satélite, su cuerpo fornido impacta, su piel morena es exótica y sus
facciones son perfectas. Una mirada limpia y un gesto un tanto inocente. Sí,
es perfecto, extraño, pero perfecto.
-Pero, ¿esto existe de verdad en ese planeta? –pregunta Lánzela-.
-Sí –responde Blake mirándola, pues él no ve lo que está proyectando y
no está dentro de la “ilusión”-. Y también hay montañas, y ríos, árboles y
animales, muchos animales. Y algunos son mascotas.
-¿Mascotas?
-Son animales que los humanos tienen en sus casas. Animales que no
son peligrosos.
-Enséñame qué es una montaña.
Blake cierra los ojos y muestra un paisaje montañoso con un río
cruzándolo. La naturaleza asombra a Lánzela.
La joven sonríe.
Lánzela se quita las gafas cuando sacia su curiosidad, al menos, por
hoy.

341
NAZARETH SERRANO

Blake al natural es más guapo que en las ilusiones, aunque él se piense


feo.
-¿Qué ocurre? –pregunta él cuando ella lo mira durante largo rato-.
-¿Te gusto?
Él se ríe.
-Pues claro… ¿a quién no le gustaría tener a una chica así a su lado?
-¿Y por qué nunca me dijiste nada?
-Pensé que Gort era tu novio.
Ella se ríe.
-¿Qué?
-Ya, ahora sé que es tu hermano. Pero os escuché hablar y vi cómo le
besabas en la boca…
Ella se ríe.
-Pero es que así nos saludamos por aquí…
-Sí, ahora me ha quedado claro.
Ella se “recuesta” de lado, aunque no deja de “flotar”. Él también se
pone cara a ella y Lánzela juega con la perilla.
-Me gusta tu nueva imagen.
-Gracias.
No se demora más. Quiere besarlo y no quiere un beso tan rápido como
el que le dio antes de que saliera de la nave. Después, no han tenido
tiempo de más. Lánzela quiere que Blake no suspire por otra, y para ello
tiene que demostrarle que ella sí suspira por él. Lo mejor sería hacerlo
oficial. La novia del líder… suena bien.
Es ella quien le besa, pues él siempre espera, para no hacer nada que
ella no quiera.
Blake, por supuesto, no se está quieto, pues si ambos quieren, la cosa
funciona, piensa él.
Se besan de forma un tanto delicada, como si estuvieran degustando la
fruta del paraíso prohibido en la boca del otro y temieran que Dios los pillara
en tal pecado.
Ella pone una mano en su cabeza y palpa su cabello corto, a la par que
lo atrae hacia sí.
Él, a pesar de que toda relación anterior con una mujer le ha llevado a
situaciones diversamente fatales, no puede evitar sentirse flotando en una
nube, y no precisamente por la antigravedad.
El beso se vuelve más intenso, como si fuera el último de un amante a
un soldado que va a la guerra.
Parece que si se separan, lo harán para siempre. Blake empieza a
sentir algo más que el deseo de besarla, su nueva genética le da un punto
algo irracional, que a Lánzela no la disgusta en absoluto, pues piensa que
Blake es una cajita de sorpresas con un bonito envoltorio exterior.
Como el chico está k.o. mentalmente, ella accede, sin querer, a su
mente y vislumbra todo, incluso lo que él no puede recordar.
Se separan un momento, aunque ella no suelta a su presa ni por un
segundo.

342
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

-¿Quieres que vayamos a mí habitación? –pregunta ella en un susurro


dedicado únicamente al oído de Blake-.
Él sonríe y comenta, un tanto ahogado.
-Pues… sí, eso sería perfecto…
Evelyn irrumpe en la sala sin llamar. Lánzela se retira y Blake desactiva
la ingravedad y se pone de pie, a la par que se quita los aparatos.
-¿Qué ocurre, madre?
-Trohm te anda buscando. Es por algo sobre unas armas que dijiste que
ibas a instalar en la nave negra esa…
-Ah, sí, voy enseguida…
-Tiene que ser ahora. Todos están montados en cólera porque dicen
que si negocias con los hark tienes que tener todo listo cuanto antes.
-De acuerdo, ahora mismo… bueno voy.
Lánzela pone cara de abatida y también vuelve al suelo.

AÑO TERRESTRE 2017 d.C.

ATLÁNTIDA, SÉPTIMO REINO


EN PALACIO

Los asistentes persiguen al príncipe flaqueándolo por ambos costados,


pero ninguno puede impedir que siga caminando por el extenso y lujoso
pasillo.
-Príncipe Alkari, por favor, deteneros –comenta un asistente-.
Gerhard se detiene y lo mira con cara de fiera enjaulada.
-¡No soy, nunca fui y nunca seré un príncipe!, ¡y me llamo Gerhard!
-Sí, príncipe Gerhard.
Gerhard levanta una mano, cierra el puño y niega con la cabeza. El
asistente cierra los ojos y él se encamina hacia el cuarto de su hermano,
seguido por el otro asistente.
El asistente acobardado no tarda en reaccionar y salir corriendo tras el
rebelde.
Gerhard se dispone a abrir la puerta del cuarto de su hermano, cuando
ambos asistentes se plantan frente a ella con los brazos en cruz.
-Príncipe, vuestro hermano ha pedido…
-Apartaos los dos –dice con seriedad y contundencia-.
-Pero príncipe… -intenta intervenir uno de ellos-.
-No me habéis dejado otra opción.
Cada asistente sale volando hacia una dirección distinta. Gerhard abre
el portón con contundencia, mientras los asistentes se demoran demasiado
en volver a la bipedestación.
-Hombre, hermano –comenta Anton sonriente recién salido del baño-.
¿Qué tal estás?
Gerhard se limita a no contestar y a mirar el amplio, lujoso y ya
restaurado cuarto.
-¿Dónde lo tienes?

343
NAZARETH SERRANO

-¿El qué? –pregunta Anton juntando las manos, como si estuviera


orando-.
-El niño.
Anton se encoge de hombros.
-Creo que has traducido demasiados documentos por hoy. No hay niño
alguno en palacio.
Gerhard sonríe y niega con la cabeza. Anton lo mira con cara de
extrañado.
-Todo esto es culpa tuya –dice Gerhard-.
-¿Cómo?
-Si tú no existieras, yo seguiría con mi vida. ¡Mi vida!
Anton se encoge de hombros. Gerhard con la cara desencajada
continúa:
-¡Si tú no existieras, yo no hubiera entrado en la puta máquina!
-Eso no es del todo…
-¡Cállate lunático!. ¡No entiendes que la época atlante pasó!. ¡Y que
nuestro padre no es ahora un rey!, ¡sólo somos experimentos y yo no soy
Alkari, como tú tampoco eres Dagmaros!
-Tranquilízate, hermano.
-¿Qué me tranquilice?
Coge unos documentos que él mismo ha escrito traduciendo los textos y
los rompe.
Anton intenta impedir que coja el otro taco, pero Gerhard lo derrumba de
un codazo y rompe todo.
Tira los papeles como si de confeti se tratara y sonriendo grita:
-¡No os ayudaré!, ¡y devuelve al niño a su mundo, idiota, porque podrías
causar bifurcaciones y ambigüedades en los universos!
Anton se pone de pie y se sacude la túnica.
-Estás nervioso, hermano…
-¡No soy tu hermano!, ¡mi hermano se llama Johann!
Anton, por una vez, se acobarda ante Gerhard.
-De acuerdo, hablemos…
Gerhard niega con la cabeza.
-¡Dame al niño y devuélveme a mi mundo, ahora!
Anton hace una seña a los asistentes, que corren por el pasillo. Gerhard
coge a su hermano por el cuello.
-¡Ahora, Anton, ahora mismo!
-No puedo…
Gerhard aprieta, lo levanta y lo tira contra la pared. Luego rompe los
jarrones valiosísimos, tira una mesa de piedra y esta se parte en dos y
continúa destrozando el cuarto ante la mirada de su hermano, que medio
agazapado en el suelo, apenas se atreve a hacer algo más que palparse el
cuello.
Gerhard se detiene jadeante, sudoroso, con el cabello cayendo por su
frente y su cara, y exponiendo una mirada extraña que corona su rostro.
Los guardias irrumpen en la sala. Gerhard saca un cuchillo y Anton abre
mucho los ojos, pensando que va a cogerlo como rehén. Pero lo que hace

344
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

el príncipe es llevar el filo del cuchillo de diez centímetros de hoja, a su


propio cuello.
-Un paso más y me mato.
-¡No! –brama Anton levantándose-. Tranquilo…
Los guardias, como estatuas, miran al príncipe Dagmaros esperando
órdenes. Anton pide calma con las manos.
-¡No puedo estar tranquilo!, ¡diles que se retiren! –grita Gerhard
montado en cólera-.
Anton no dice nada a los guardias y Gerhard aprieta haciendo que una
cascada de sangre mane de su cuello.
-¡Fuera! –grita Anton y los guardias salen-.
-Que cierren la puerta –comenta Gerhard-.
-Cerrad –ordena Anton y con la mente pide que llamen a su padre-.
-Esto se acabó –dice Gerhard y sale por la ventana tan rápido que
Anton no tiene tiempo de reacción-.
Luego, cuando piensa, sale corriendo en busca de Ramsés, pero sólo
puede ver que el niño ha desaparecido.
En todo palacio se puede escuchar el vozarrón del rey:
-¡Alkariiiiiii!
Al parecer, Gerhard lleva la rebeldía en su sangre, quiera o no
reconocerlo.

345
NAZARETH SERRANO

346
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

CAPÍTULO 39: EL BUEN MAESTRO

AÑO 1270 DC

PLANETA DE HIELO
BASE AVANZADA DE LA RESISTENCIA
AEROPUERTO SUBTERRÁNEO, HANGAR 13

Blake se encuentra dentro de “Tierra”, que es el nombre de la nave


que ha viajado a este planeta que la bautiza y los ha devuelto al
Planeta de Hielo.
Está tumbado sobre una tabla, como su fuera un mecánico de coches,
con medio cuerpo dentro de los paneles de artillería de la nave, a los que
ha quitado una “tapa”, aparentemente inexistente.
Las herramientas de trabajo están dispersas por doquier, y de Blake
sólo se pueden ver las piernas.
El joven saca una mano y una herramienta se desliza por el suelo
brillante y negro hasta su mano. Introduce el brazo entero en los paneles y
se ven lucecitas que provienen del interior.
Blake deja la herramienta fuera y abre la mano, esperando la llegada de
otra.
Una bota pisa la herramienta, que como si tuviera vida, lucha por ir a la
mano de su dueño y señor.
Ante la espera, Blake, sin sacar la cabeza, intenta visionar por encima
de su cuerpo la causa de tal percance. Sólo ve unas piernas.
-¿Jack?
La bota libera la herramienta, que ahora no se mueve.
Alguien deposita un pie entre las piernas de Blake, a escasos
centímetros de su hombría, y arrastra la tabla, que está como suspendida
en el aire, hacia el exterior, arrastrando por lo tanto, a Blake. El chico, con
algo luminoso en una mano y con cara de extrañado se deja ver al fin.
Jack lo mira desde arriba con una críptica expresión en el rostro.
-Cuidado con el pie, suegro, que quiero hijos.
Jack expone una media sonrisa y ladea la cabeza.
-¿Qué pasa, Jack? –pregunta Blake sin levantarse-.
-Has estado en la Sala de Recuerdos, ¿no?
Blake se encoge de hombros.
-Sí. ¿Y qué?
Jack se palpa el mentón.
-La fecha de tu encuentro con el emisario del emperador está próxima.
Sabes que me iré de aquí, y que me llevaré a tu madre… ¿Vas a dejar que
lo haga?
Blake se incorpora, quedando sentado con las piernas abiertas, como a
caballo, encima de la “tabla flotante”.
-Jack, ¿qué crees que he mirado?

347
NAZARETH SERRANO

-Mis recuerdos.
Blake sonríe.
-Sí, claro. No, no los he mirado. Tú sí has mirado los míos, ¿no es así?
Jack no contesta.
-Pues ya sabes más sobre mí que yo mismo.
-No quería… necesitaba saber si puedo confiar en ti.
Blake suspira.
-Jack, yo confío en ti. Y no quiero mirar tus recuerdos, aunque podría
hacerlo como líder, porque no quiero que lo que hicieras en el pasado
cambie mi forma de verte. No quiero que mi madre se quede sin el hombre
de su vida por el hecho de que su hijo no quiera entender que todo el
mundo merece otra oportunidad para demostrar que tiene algo bueno
dentro de él.
-Entonces… ¿podrías devolverme mi memoria?
-Hombre, tanto como eso… Te puedo devolver los recuerdos, pero no
sé volver a meterlos en tu cerebro.
-Sí, claro. Quiero mis recuerdos, por favor, líder.
Blake le mira con una sonrisa extraña expuesta.
-Jack, me estás haciendo sentir… todos escondemos cosas… pero creo
que lo tuyo es… consistente. ¿Qué escondes con tanto recelo?
Él se queda callado.
-Tienes mis recuerdos en tus manos, si tanto quieres saberlo, míralo tú
mismo, porque no sé qué escondo.
-¿Cómo?
-Sé que era el único que conocía ciertas cosas… o ciertos lugares…
Pero no recuerdo cuales eran mis secretos. Y sí, he hecho cosas de las que
debería arrepentirme, pero ya no lo hago, porque para eso estoy en esta
vida, para intentar enmendar mis errores… O eso espero. Si de verdad
confías en mí, dame mis recuerdos ahora, por favor. Y destruye cualquier
copia o fragmento, por tu bien y el de todos.
Blake alza las manos a la altura del pecho y abre la boca, pero no dice
nada.
Cuando asimila brevemente las cosas, dice:
-De acuerdo, Jack. Cada vez que he confiado en alguien, he acabado
mal. Pero tú no me has fallado y sé que quieres a mí madre. Con eso me
basta. Vamos a la Sala de Recuerdos y te daré lo que me pides. Borraré
todas las copias delante de ti.
Jack sonríe complacido y extiende una mano con la que ayuda a Blake
a volver a la bipedestación.
-Por cierto, ¿cómo sabes arreglar esto?, ¿y cómo vas a mejorar el
armamento?
-El libro tiene…
El maestro aparece a la derecha de Blake. Como siempre lo ve sin
rostro o forma definida. No habla, ni establece contacto telepático con él,
pero entiende perfectamente el mensaje.
-Hasta aquí puedo leer, Jack. Tendrás que confiar en mí.

348
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

-El libro… -comenta Jack-. Sólo tú puedes abrirlo, y no hay más


copias… ¿no es así, Blake?
-No hay otro igual, eso es verdad.
-Pero… ¿hay más?
-No lo sé.
-O no me lo dices.
-Jack, creo que deberías recordar –hace hincapié en esa última palabra-
algunas cosas antes de formular preguntas a las que no puedo contestar.
-¿Qué sabes de mí? –pregunta él-.
-Nada. Pero… Gerhard tiene mucho en común contigo. Digamos, que
deberías protegerlo tanto como a tu propia vida.
-¿Por qué?
-Yo no puedo decirte más, pero si le encuentras… Tal vez él pueda
contestar a las lagunas que queden en tu mente y en los recuerdos que se
hayan podido conseguir.
-¿Y cómo voy a encontrarlo?
Blake se muerde el labio inferior.
-Cuando te perdiste en el viaje interdimensional… ¿dónde estuviste?
-Lo siento, Jack. No puedo decirte nada.
-¿Qué eran esas bolitas verdosas que utilizaste para llamar la atención
de los soldados?
Blake asiente con la cabeza.
-Luces verdes, Jack. Luces verdes…
-No entiendo…
-Vamos a la Sala de Recuerdos, que tengo que seguir reparando la
nave.
-De acuerdo. Tu mente es como un castillo infranqueable. Has sido bien
entrenado.
-Tuve un buen maestro –comenta Blake bloqueando el intento de Jack
de adentrarse en sus pensamientos-.
-Demasiado bueno.
-Si el alumno no supera al maestro, ni bueno el alumno, ni bueno el
maestro.
Y tras decir esto, Blake se encamina hacia la salida de la nave, dejando
a Jack pensativo.
-Soy un buen maestro –comenta sonriendo y se dispone a seguirlo-.

349
NAZARETH SERRANO

350
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

CAPÍTULO 40: MANIPULACIÓN

14 de marzo de 2013

PLANETA TIERRA
MIAMI BEACH, FLORIDA

A lex camina de forma contundente intentando alejarse de


Elisabeth, pero esta se interpone en su camino cruzando los
brazos sobre su pecho.
La discusión sigue adelante.
-¡Te he visto salir de la casa de esa zorra!, ¡¿qué pretendes?!, ¡Alex,
dímelo!
Alex se lleva las manos al rostro.
-¿Y tú que hacías allí?
-Eso no viene a cuento…
-¿A no?
-Tú sí que tienes que explicarte. Te prohíbo terminantemente que
vuelvas a acercarte a esa…
-¡Suficiente!
Intenta rodearla, pero ella se interpone, de nuevo, y le intenta dar una
bofetada, que Alex esquiva.
-Oye, que no soy Mitch. No me pongas una mano encima.
-¡Eres un cabrón!
-No me jodas, hombre. Te largaste con Jack y entregaste a mi hijo, el
decimosegundo guardián, en bandeja. ¡Y ahora me vienes con estas!
Ella pone cara de abatida.
-Alex, cielo –le coge por la cara-. Esa fulana se paseaba desnuda
delante de tus narices. Te incitaba y luego te rechazaba para retozar bajo
las sábanas con Gerhard, en tú casa, delante de tus narices.
Alex aprieta los dientes y los músculos abductores de su mandíbula se
hacen notar bajo las manos de Elisabeth.
-No lo entiendes. Se reirá de ti, mi pequeño. No puedes dejar que esa
fulana se ría de ti.
-Elisabeth –coge sus manos y las aprieta contra su cara-. Puedes
tocarme cuanto quieras, no siento nada con tus roces. Soy tu hijo, inmune a
tus encantos. No me engañas, y si quiero tropezar otra vez con la misma
piedra, es mi problema.
Retira las manos de su cara e intenta escabullirse, pero ella agarra la
parte superior del kimono y lo detiene.
-Si quieres tirártela, hazlo. Pero luego se acabó.
-Ya… -se da media vuelta para quedar de nuevo cara a ella-. Si quieres
tirarte a Michel Angelo, hazlo. Para qué hacerme caso…
-Intentaste separarlo de mí, y acabó a mis pies. No puedes luchar contra
el amor.

351
NAZARETH SERRANO

-Sí, claro…
-Tú querías que fecundara a esa puta. Qué mejor madre que yo misma
–comenta sonriendo-.
El gesto de Alex hace que Elisabeth baje el tono de los insultos hacia su
“rival”.
-Lo siento, Alex, de verdad. Sólo quiero protegerte –pone cara de fingida
aflicción-.
-¿Qué hacías en casa de Arabelle?
-¿Y tú?
-La respuesta es clara. Quiero ligármela.
Elisabeth sonríe.
-De acuerdo, Alex –le atusa la perilla-. Estaba allí porque necesito la
ayuda de Norbert.
-¿Para qué?
-No te lo puedo decir.
Alex cierra los ojos y se palpa los párpados con los dedos índice y
pulgar.
-De acuerdo –abre los ojos-. De acuerdo…
-¿Vas a hacerme caso? –pregunta haciéndole cosquillas en la nuca-.
-Sí, supongo que sí.
-Entonces, empieza por buscar a Mitch. Discutimos y no consigo
contactar con él. Estoy preocupada…
Alex asiente con la cabeza.
-Sí, madre.
-Recuerda que esto nos afecta a todos.
-Sí, madre. Lo recuerdo.
-Entonces, ¿vas a dejar de visitar a la mujer equivocada?
Alex sonríe.
-Sí, estaba equivocado.
-Eres tan bueno, Alex, que a veces tengo que protegerte…
-Lo sé.
-Ve a buscar a Mitch, cariño. Yo estoy cansada y quiero acostarme.
-Sí, madre. Por cierto, ¿dónde está Ramsés?
Elisabeth sonríe.
-Ve a buscar a Mitch. Ramsés está bien, dormido.
-Pero…
-Ahora, Alex.
Alex asiente con la cabeza y se marcha en dirección a su propio cuarto
con la intención de buscar un atuendo más apropiado para salir.
<Soy un idiota… -piensa camino a la habitación-. Ramsés no estará a
tus pies, madre. Tengo claro que no será como yo>

352
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

PLANETA TIERRA
ATLANTA, GEORGIA

Friederich frunce el ceño. Johann, sentado en uno de los sillones,


degusta un poco de vino y deja la copa sobre la mesa de café que separa a
ambos.
-Sí, Friederich, sí. Te estás dejando manipular. Anton ha desaparecido,
tienes una vida, eres campeón invicto de boxeo, nadas en dinero, tu novia
está tremenda y tienes una bonita casa en la playa y otra bonita casa en
New York. ¿Vas a perderlo todo porque un tipo como Leon te lo pida?
Friederich no contesta, Johann continúa con su discurso, imaginando
que está dando una de esas conferencias que le llevaron a trabajar en la
NASA.
-Mira, yo tengo una carrera, una en la ciencia. Estoy metido en un
proyecto millonario y tan secreto que ahora mismo mi vida corre peligro,
pues vosotros sabéis incluso más que yo. Tú eres un boxeador famoso,
pero al parecer no eres importante para “La Colmena”, sino, ya te hubieran
raptado. Tienes una vida por delante… u otra opción –se detiene y le mira a
los ojos-. Morir en el intento de cruzar una perturbación entre dimensiones.
Friederich sigue sin contestar. Johann se levanta, se sienta a su lado y
le pasa un brazo por los hombros.
-Te considero un chico listo. Obligaste a tu brillante hermano a
intercambiarse contigo para salir de esa jaula. Y luego, ¿qué paso?.
Después de entrenarte… te dejaron a las puertas. No pudiste iniciarte
porque Gerhard era el verdadero hermano de Anton. Y cuando consigues
rehacer tu vida, olvidarte de todo lo que ha pasado, sacar de tu cabeza el
pasado y encontrar a tu madre… ¿Qué?, te piden que dejes todo eso para
lanzarte a la aventura burlando a la muerte.
-Sí, puede ser…
-Jack se ha marchado sin nosotros. Leon no nos volvió a ver desde que
dejamos de entrar en sus planes. William debe estar criando malvas…
-¿Qué?
-Sí, el presidente de los Laboratorios Omega no es William, te lo
aseguro. La lunática de Elisabeth debe tener algo que ver… Y no te olvides,
que hasta hace poco, era la chica de Jack, y hasta vendió a su nieto para
estar cerca de él. La doctora judía… desaparecida, su familia en paradero
desconocido y el único que ha entrado en una de esas máquinas y ha
vuelto para contarlo ha sido Alex… y tal vez Michel Angelo también, o
Adolph, no estoy seguro.
Friederich asiente con la cabeza.
-¿Y qué hacemos?
-Seguimos el plan, y cuando estemos dentro del complejo de la NASA,
dejamos que detengan a los lunáticos y cada cual con su vida.
-¿Y no me detendrán a mí también?
-Te dejaré al margen. Inventaré algo.
Friederich medita breves momentos.

353
NAZARETH SERRANO

-De acuerdo, pero que mi madre y mi novia no se vean envueltas en


esto. Quiero que evites que pongan un pie en la NASA.
-Eso está hecho, chico.
-Oye, que soy de tu edad –comenta quitándose de encima el brazo de
Johann-.
-De acuerdo, de acuerdo, hombretón –comenta dándole un golpecito en
el brazo-. Tú eres el boxeador y yo el científico.
-El boxeador. Nunca pensé que acabaría así…
-¿Qué tiene de malo?. Ganas más dinero que yo y es imposible que te
tumben los humanos. Y gracias a esto, te has ligado a la rusa.
-Pensé que mi futuro era otro.
-No desees nada y serás feliz.
-No deseo otra vida, simplemente, la imaginé de distinto modo.
Johann se encoge de hombros.
-El pasado no se puede cambiar y el futuro aún no ha llegado. Yo
siempre he vivido el presente.
Friederich se palpa el mentón.
-El pasado no se puede cambiar… El futuro no ha llegado… ¿Y tú me
dices eso?
-¿Cómo?
-Un trabajador de un proyecto de viajes interdimensionales que
pretende demostrar que lo que Dios ha hecho puede cambiarlo el hombre…
¿Tú me dices eso?
Johann se ríe.
-Mira, sigue con tu vida y deja que yo piense que nada ni nadie va a
poder cambiar mi pasado y mi tranquilo futuro.
Johann ofrece una mano que Friederich estrecha tras un momento de
duda.
Johann es el primero en retirar la mano con disimulo.
-No tan fuerte, que no soy tu contrincante… -comenta sacudiendo la
mano-.
-Lo siento…

AÑO TERRESTRE 2017 d.C.

ATLÁNTIDA, SÉPTIMO REINO


EN LA SELVA

El cielo despuntado por estrellas y una luna menguante, la brisa


nocturna, el silencio del crepúsculo sólo roto por las pisadas del ser más
destructivo de la tierra, el humano.
Gerhard, con una especie de mochila al hombro, vestido con su traje
espacial y con una bola de tela entre los brazos camina hasta el fin de sus
fuerzas. Ha caminado durante horas y más horas, ha tenido que
esconderse de la guardia real… ha vuelto a desobedecer a su padre.
Su maestro no aparece y él está perdido en la oscuridad.

354
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

Un tanto cansado, se sienta bajo un magno árbol y apoya la espalda en


el tronco dejando la mochila a un lado.
Mira el pequeño y niega con la cabeza.
-¿Sabes?, no debería ayudarte. Es más, debería dejar que te comiera
un león, o como se llame aquí ese animal que tuve como mascota.
El niño se limita a mirarlo con sus ojos brillantes bajo la luz lunar.
-En serio, pequeñajo, me has dado problemas, me los vas a seguir
dando y encima te salvo. Creo que me arrepentiré si no te abandono a tu
suerte.
El niño, como si entendiera, expone una mueca extraña, como de
protesta.
-Vale, vale… no voy a abandonarte. Sólo eres una bola de carne. Pero
yo tengo mi propia bola de carne, tío. Tengo un hijo, ¿sabes?. Quisiera
tenerlo en brazos, Ramsés, y no a ti. Pero de cualquier manera, será mejor
que te devuelva a tu mundo. Si te matan aquí, los Dioses saben qué
pasaría.
El niño se revuelve en sus brazos y bosteza.
-Claro, duerme, chaval. Como te tengo que llevar yo, menudo morro…
Se levanta, coge la mochila y se la hecha al hombro.
-Veamos… -mira a su alrededor-. Ramsés, tenemos que encontrar el
corazón si queremos salir de aquí. Y lo de mirar en mi interior no sirve.
¿Qué será el corazón?
Ramsés lo mira con los ojos como platos.
-Ya, ni siquiera me entiendes, lo sé. Pero estoy solo y por lo menos
ahora tengo algo de carne y hueso con lo que hablar.
-Papá… -masculla el niño-.
-Pero… ¿ya hablas?
Lo levanta y lo pone a la altura de sus ojos.
-Papá no, tío. Yo soy Gerhard.
-Papá –repite el niño perfectamente-.
-No, no y no. Papá me lo tiene que decir mi hijo, no tú, diablo vestido de
ángel.
El niño parece sonreír y repite:
-¡Papá!
Gerhard pone los ojos en blanco.
-Papá es un tío grande con cara de leona y con los ojos más vacíos que
he visto nunca. Yo, un tipo guapo y amable, soy el tío Gerhard, como
mucho. ¿Entendido?
-Papá… Gerhard…
-Jo, como pronuncias, tío.
Lo vuelve a poner en su regazo.
-De acuerdo, ya que tu madre arregle tu confusión paternal cuando te
lleve con ella.
El niño mira fijamente al cielo.
Gerhard hace lo mismo.
-Sí, la luna, preciosa.
El niño se remueve fingiendo un llanto.

355
NAZARETH SERRANO

-Niño, la luna no te la puedo bajar… Digan lo que digan las mujeres.


Gerhard se para un momento.
-La luna no te la puedo bajar… en los subterráneos… la cueva de los
antepasados… el corazón de la Atlántida… ¡el corazón de la Atlántida!
Gerhard sonríe. Vuelve a poner al niño frente a su cara y comenta:
-Casualidad o no, gracias chavalín.

356
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

CAPÍTULO 41: EL NIÑO, EL HOMBRE, EL DIOS

AÑO TERRESTRE 2027 d.C.

ATLÁNTIDA, SÉPTIMO REINO


EN EL INTERIOR DE “LA GRUTA DE LA LUNA”

G erhard ha sido azotado por una energía y una luz verdosa lo ha


cegado dejándolo momentáneamente sin conocimiento.
Despierta aturdido, y sus ojos vislumbran una extraña luz plata que
ilumina las tinieblas en las que estaban sumidos los alrededores.
Tendido en el suelo, con la cabeza ladeada y los brazos estirados a
ambos lados de su cuerpo, vislumbra una silueta, la de un hombre, supone,
adulto o tal vez adolescente.
Parpadea un par de veces antes de poder ver con claridad la imagen.
Se trata de un hombre, sí. Está tendido en el suelo, desnudo, con la
pierna que queda al lado de Gerhard cruzada sobre la otra, que se
encuentra parcialmente flexionada. De este modo, Gerhard, desde su
postura, no visiona su sexo.
Lo que si puede visionar es el resto del cuerpo del joven. Un cuerpo que
no podría ser pintado o esculpido sin despreciar su perfección, un cuerpo
fornido, impecable, con un toque sobrenatural.
Esos pectorales perfectos, que eclipsarían a cualquier Dios griego,
elevándose con la suavidad de cada respiración. Esos abdominales,
grabados con el fuego divino, esos brazos imponentes, flexionados de
modo que las manos quedan bajo la cabeza, haciendo que los músculos se
muestren más delineados, como pintados por la mano de un Dios bohemio.
Hasta las piernas parecen estar fabricadas con el material de los
sueños. Pero lo que eclipsa a Gerhard por unos segundos es el perfil. Un
rostro indescriptiblemente sobrehumano, una perfección imposible,
atrayente y, sí, un tanto extraña. Es como ver un ángel tumbado en la roca.
Gerhard se obliga a romper el hechizo y sólo entonces recuerda algo.
Tras mirar otra vez al tumbado, que mira hacia el techo, se incorpora
levemente.
-¿Dónde está Ramsés?
El “Dios” le mira fijamente. De frente es más impactante. Sus ojos son
preciosos, profundos, amplios y grisáceos… pero extraños, aunque
Gerhard no alcanza a saber por qué. Son como dos universos en los que es
imposible no perderse, imposible no sentirse pequeño, inútil, desamparado
y postrado.
-Yo soy Ramsés, ¿por qué me nombras? –su voz también es
sobrenatural-.
Gerhard tarda un tanto en reaccionar, y descubre que, sin quererlo, se
ha puesto un poquito nervioso con ese tipo cerca.
-No… yo… el bebé.

357
NAZARETH SERRANO

El joven se aparta el pelo de la frente, un cabello oscuro, sedoso, suelto


y ligero, un tanto largo, que no hace sino agravar sus encantos.
-No interrumpas mi exilio para preguntar absurdeces. Estoy solo en este
lugar. No hay bebé alguno aquí.
Y vuelve a mirar el techo.
Gerhard aparta la vista de su cuerpo, o eso intenta.
-No… la luz… y después tú has aparecido…
Le mira de nuevo y Gerhard siente un cosquilleo por todo su cuerpo.
-Tú eres el que ha aparecido aquí. Pero como el otro, supongo que no
serás el que me libere. ¿No es así?
Gerhard se fija en que no hay rastro de vello facial. Y el vello que
muestra su cuerpo es escaso.
-¿Cuántos años tienes?
Suspira y Gerhard siente que él se queda sin aire, aunque sólo por un
segundo.
-Catorce.
Se levanta dejando a la vista su desnudez y su altura, de metro ochenta
y cinco, más o menos.
Gerhard, desde el suelo, le mira de arriba abajo, sin saber el porqué de
su curiosidad.
-¿Has venido a acabar con mi sufrimiento?
-¿Cómo?
-Tú también sufres, porque al igual que yo, no encuentras tu lugar.
Arrebatado de los brazos de tu mujer y lejos de tus hijos no eres feliz –
comenta y se agacha al lado de Gerhard, el cual, con la boca medio abierta,
se queda como estaba, mirándolo-. ¿No es así?
-Sí…
Sus miradas se cruzan y Gerhard agacha la cabeza.
-Yo también estoy solo. Todo mi poder es inútil, perdido en el mundo
equivocado, relegando mi existencia a la burda interpretación de la vida de
un ser humano, despojado de mi trono y encerrado en este lugar. Sólo me
queda la muerte y pedir a los Dioses que no jueguen más con mi destino.
Otra vida me espera y ésta ya se me hace una carga demasiado difícil de
llevar. ¿Eres tú el poseedor de la daga que yo busco?
-¿Qué daga?
Ramsés le retira un mechón de pelo de la frente y Gerhard siente una
energía sobrenatural que recorre su cuerpo.
Ramsés sonríe y retira la mano mirando algo más debajo de la cintura.
Gerhard se avergüenza de que su cuerpo haya reaccionado de esa
manera, pero Ramsés parece no tenerlo en cuenta, pues vuelve a mirarlo a
los ojos con su típica expresión de seriedad divina.
-Dime quién eres en realidad –pide Gerhard-.
-¿Pero aún piensas que miento?. No, yo no engaño a pobres seres
perdidos, engañados y abandonados por sus maestros y por los Dioses.
-Abandonado y engañado… sí, así me siento.
-Tu maestro no quiere ayudarte. Tú perderás a tu mujer y yo seguiré
aquí, encerrado. Así son las cosas…

358
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

-¿No me puedes ayudar?


-¿Y qué ganaría yo a cambio?
-¿Qué quieres?
-Mis deseos son dos, pero sólo quiero que cumplas uno. La muerte o la
libertad.
Gerhard frunce el ceño. De repente siente un poco de miedo al mirarlo,
de nuevo, a los ojos. Pero luego el miedo se disipa en un magnetismo
inapropiado.
-¿Y cómo te libero?
-Vuelve cuando el tiempo sea el correcto y libérame. Sabrás cómo
hacerlo, Gerhard.
-¿Cómo?
-Sabrás en qué momento y cómo hacerlo, tranquilo. Estaré a tu lado si
aceptas.
-¿Y me llevarás a casa?
-Sí, puedo hacerlo. Sólo acepta el trato.
-De acuerdo, acepto.
El “ángel” coge una mano de Gerhard y, en un movimiento tan rápido
como inesperado, la traspasa con un arma indeterminada.
La sangre brota y cae en la roca. Gerhard pierde el conocimiento. Como
última visión, los extraños ojos del joven, que se quedan grabados en su
mente.

… y dejad que vuestras lágrimas se unan al curso del río, que en la vida
nace y en la muerte desemboca para, en un último suspiro, proteger lo que
queréis, pero nunca poseísteis; lo que tenéis, pero siempre perdisteis; lo
que buscáis, pero nunca encontrareis. Llorad como el Dios lloró el día del
fin del conocimiento, inundando con sus lágrimas hasta la última porción de
esta Tierra Sagrada, más no derrames ni una gota de sangre en tan fértil
pueblo o la condena será eternamente cruel…
… ni una gota de sangre en tal fértil pueblo… o la condena será
eternamente cruel…
…proteger lo que queréis, pero nunca poseísteis; lo que tenéis, pero
siempre perdisteis; lo que buscáis, pero nunca encontrareis…
…ni una gota de sangre…

-Oiga, que se le va a caer el niño.


Gerhard mira a su derecha y ve a una mujer de mediana edad que lo
mira con cara de malas pulgas.
-¿A quién se le ocurre quedarse dormido con un bebé en brazos? –
replica la mujer-.
Gerhard visiona los alrededores. Está en el interior de un vagón, con
personas leyendo libros o el periódico, un par de jóvenes besándose, un
tipo con unos cascos…
Mira lo que tiene entre las manos: a Ramsés, dormido como un angelito.
La señora de al lado niega con la cabeza y sigue con su lectura.

359
NAZARETH SERRANO

Gerhard parece un tonto mirando todo como si nunca hubiera visto el


vagón de un tren. Se mira a sí mismo. Viste con ropa de calle.
<¿Es real o un sueño?>
El bamboleo del tren le parece muy real, todo en general le parece real.
Vuelve a mirar al pequeño y suspira.
Luego mira al tipo que tiene enfrente, que lleva gafas de sol y viste con
traje negro, camisa a juego y corbata, cómo no, negra.
<Sueño o no, me bajo en la siguiente…>
Así lo hace. El tipo se queda en el tren. Gerhard protege al bebé de los
empujones de la gente demasiado apresurada por ir de un lado a otro y
siente los empujones y codazos.
Aturdido por el tumulto y la civilización busca las escaleras de salida.
El aire contaminado por la polución, los carteles luminosos, la gente, los
raperos, los vendedores ambulantes, los restaurantes, los bufetes de
abogados, la gente hablando por el móvil, los automóviles… sí, los
humanos.
<¿Pero es real o no?> -se sigue preguntando-.
La gente lo mira, y él, con cara de bobo, interrumpe el tránsito de las
escaleras mecánicas que llevan al tren. Parece una estatua humana con el
niño, ya despierto, en brazos.
Sostiene a Ramsés con un sólo brazo y mira su mano derecha. Tiene
una cicatriz extraña en la palma y en el dorso, y coincide la línea horizontal
entre ambas, como si le hubieran atravesado la mano.
-Es real… ¡es real!
Un rapero negro lo mira como si Gerhard fuera el emporrado y niega
con la cabeza, aunque sonríe.
-Estoy aquí… -pone a Ramsés frente a su cara-. Gracias.
El niño parece sonreír.
-Papá.
-No, papá… ah, da igual –comenta sonriendo-. ¡He vuelto!
Atrae la mirada de casi todos los que están a su alrededor.
-Eh… ¡taxi! –indica parando a un taxi-.
No sabe dónde está, o dónde tiene que ir. Es como si no recordara
dónde vivía. Pero tiene un fajo de billetes en el bolsillo, en el que acaba de
meter la mano, y también una dirección.
-¿Dónde va?
-A… -y dice la dirección de la notita-.

360
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

CAPÍTULO 42: LA LUNA, EL SOL Y LA SERPIENTE

AÑO 1270 DC

PLANETA DE HIELO
BASE AVANZADA DE LA RESISTENCIA, EN LA HABITACIÓN DEL
LÍDER

Blake ha mandado desactivar las cámaras y todo el sistema robótico


del cuarto. Sólo funciona la luz.
Está tumbado sobre la cama, con el libro negro entre las manos. Jack
tiene mucho interés en ese libro, pero sabe que no puede abrirlo. Sólo
Blake puede burlar lo que él llama “los siete sellos” que protegen el libro de
miradas indiscretas.
Este libro guarda secretos sobre cómo construir poderosas armas,
robot, naves y etcétera. Pero también contiene cosas que Blake no
comprende.
Enfrascado en su lectura, tranquilo al saber que el libro “inteligente” se
cerraría ante la presencia de cualquiera o cualquier cámara oculta, Blake
continúa leyendo.

La oscuridad se unió a la luz, y de ambos nació un Dios. De día, el Dios


veía a su padre, como una corona dorada en el cielo. De noche, el Dios
veía a su madre, corona de plata en el cielo oscuro.
El Dios, frustrado al no poder alcanzar a sus padres, pidió a la Luna, la
Diosa madre, que le diera alas para volar hasta ella cada noche. La madre
Luna así lo hizo.
Alado, el Dios pensó que quería ver las estrellas de día y de noche,
porque le hechizaban. Su madre, la Luna, le dio dos estrellas y este las
depositó en sus ojos, que se volvieron extraños. De este modo, podía ver lo
que los otros no veían.
El Dios Serpiente estaba contento, pero no satisfecho.
A la noche siguiente imploró a la Luna, su madre, que le diera piernas y
pies para caminar y brazos y manos para poder trabajar. La Luna esculpió
en Sagradas Rocas unas piernas y unos brazos y entregó ambos a su hijo,
Serpiente.
El hijo, contento, pensó que su cuerpo no era digno de brazos y piernas,
porque fino y escuálido no servía para nada.
La Luna esculpió un cuerpo nuevo. Y el Dios Serpiente se convirtió en
Hombre Alado. Contento, marchó hacia la selva.
A la noche siguiente volvió a pedir a su madre, la Luna, otro favor. Su
cara no era digna del cuerpo, sus ojos no eran dignos de la cara. La cara
debía ser también perfecta.
La Luna concedió también el rostro, que talló en Piedra Sagrada.

361
NAZARETH SERRANO

Y el Hombre Alado, conforme, volvió al río para mirar su rostro.


Contento dejó que pasara otro día. Y a la noche siguiente pidió otra cosa.
“Mi cuerpo es perfecto. Mi mente animal ya no me sirve. Quiero una mente
de Dios, pues la de un hombre quedaría insuficiente en este cuerpo”
Y la Luna le concedió la mente y la inteligencia.
El Dios Alado pensó entonces que algo le faltaba. Así que a la noche
siguiente pidió un nuevo deseo. “Mi cuerpo, mi mente, mi rostro… todo es
perfecto. Pero falta el espíritu”
La Luna no pudo darle espíritu. Estaba hecho de roca y ciencia, no
podía tener alma.
El Dios Alado se enfadó. Él quería tener espíritu, y si él no lo tenía,
tampoco los otros seres que lo rodeaban podían tenerlo, pensó él.
Así, con su mente de Dios y su cuerpo de Piedra Sagrada, sedujo a
hombres y mujeres, que lo siguieron. Robó el espíritu de los hombres y los
convirtió en estatuas. El Sol padre, enfurecido por hacer roca la carne de
sus siervos, decidió encerrar a su hijo durante mil, mil veces mil, y alzó en
el corazón una celda.
El Dios Alado pidió perdón, pero el Rey de Oro, enfurecido, no lo
concedió. No le quitó la perfección, pero solo, no tendría a nadie que lo
elogiara, por lo que para nada quería ya su cuerpo, su rostro y su mente.
Encerrando a su hijo en el corazón, el Sol mandó a la Tierra que cerrara las
puertas de la gruta y así se hizo. Y el Sol puso siete sellos, siete veces siete
trampas, y una gema en la cerradura. La gema era verde y resplandecía
cuando alguien se acercaba. Y en una daga el Dios Sol guardó el candado
y la sangre de la carne de su hijo, que roca era entonces…
La Luna, apenada, prometió a su hijo que cada noche lo miraría desde
el cielo, porque la Tierra, hermana suya, dejaría un hueco en la gruta para
que lo viera…

Falta parte del texto, tal vez una hoja entera. Blake continúa leyendo.

… en el corazón de la isla se encuentra la serpiente con alas –el


dragón, piensa él-. Su padre es el Sol, su madre la Luna, y lejos de ambos,
fue encerrado bajo la Tierra Sagrada.
Y allí permaneció durante mil años, mil veces mil, hasta que un
guerrero, persiguiendo la puerta, entró en el pasaje salvador.
Encontrándose el guerrero solo y apenado por la soledad, entabló
conversación con la Antigua Serpiente, que se mostró amable y apenada.
El guerrero, ciego en la oscuridad, preguntó:
“¿Qué pasa, Hijo del Sol y la Luna?”
Y la serpiente, usando sus dones, convenció al guerrero de que estaba
encerrada y, maldiciendo su suerte, pidió que la matara.
El guerrero no quiso matarla, pero apenado, quiso liberarla. La
Serpiente sabía que el guerrero no podía liberarla, pues no tenía la llave de
la Piedra Verde. Pero propuso un acuerdo que el guerrero aceptó.
A cambio de que el guerrero liberara a la Serpiente cuando el Sol fuera
cegado por su madre, la Luna, La Serpiente dio al guerrero una mujer, un

362
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

hijo y compañía. El guerrero disfrutó de su regalo durante dos veces siete y


luego, olvidando a la Serpiente, olvidó también el acuerdo. Pero La
Serpiente, que tenía la Sangre, la Carne del guerrero, a través de un sueño
le advirtió que, si no cumplía el acuerdo...

Blake se incomoda cuando el libro se cierra ante la entrada de Trohm.


-¿Qué ocurre? –pregunta dejando que el libro se esconda por sí solo,
invisible para los ojos de los ajenos-.
-Problemas con el tipo que trajiste, líder.
-Voy…

PLANETA TIERRA
WASHINGTON DC

Tal vez el olvido envuelva por completo las palabras del más sabio
entre los hombres, tal vez no se le recuerde tras su muerte, pero yo, que
siempre he comprendido su mensaje, nunca podré dejar, mientras aún me
quede un suspiro de vida, de pensar en su última visión de este mundo. La
batalla librada no es comparable a ninguna otra que los ojos de seres como
nosotros hayamos podido ver, pero de nada ha servido su sacrificio, lo supe
cuando escuche sus últimas enseñanzas, las que sólo a mí me quiso
grabar en la memoria…
Más allá de los tiempos, más allá del bien y el mal, más allá de nuestra
pobre existencia, todo estuvo en orden. Pero la bestia despertó de su
eterno descanso, la despertamos con nuestras palabras, con nuestras
acciones, y el ser llego hasta las tierras, hasta los mares, hasta los infinitos
cielos. Y reino el caos durante siglos, y las almas fueron abatidas por el
mal, incluso la de los inocentes.
Y el profeta llegó a la tierra, se hizo carne a semejanza nuestra para que
todo volviera a su lugar, y nos advirtió del peligro. Pero nadie le escucho, y
el caos siguió reinando.
El agua se convirtió en fango, y desde las entrañas de la tierra surgió el
fuego y libero a los seres. Nuestros imperios fueron devorados por las
aguas, el cielo se convirtió en ceniza, y el aire se hizo impuro.
La bestia se durmió de nuevo en las entrañas de nuestra tierra, reinando
sobre las almas que vagan sin poder escapar de ella.
Sólo unos pocos conseguimos refugiarnos bajo los suelos. Entre ellos,
yo mismo, aunque ya no existe la esperanza. Pues esta tierra es el mal, y
en ella quedaremos atrapados todos por siempre.

La puerta de la habitación se abre y Anastasia esconde el libro tan


rápido como puede.
-¿Qué hacías? –pregunta su madre-.
-Nada, mami, nada… Descansar –expone cara de niña buena-.
-Está bien –dice la madre y vuelve a llamar a su marido, que no
responde-.

363
NAZARETH SERRANO

PLANETA TIERRA
MASSACHUSETTS

La SOSUS es una red de detección acústica en los fondos marinos. El


sonar se utiliza de forma similar al radar, sólo que en vez de emitir señales
de radiofrecuencia utiliza impulsos sonoros. Cuando se utiliza sonar activo
se produce su dispersión por los pequeños objetos del mar, así como por el
fondo y la superficie. Esto puede ser una fuente importante de
interferencias, cosa que no ocurre con el sonar pasivo. El sonar pasivo es el
más utilizado, ya que detecta sin emitir. Se usa a menudo en instalaciones
militares, pero también tiene aplicaciones científicas como detectar la
presencia o ausencia de peces en entornos acuáticos.
Durante muchos años los Estados Unidos operó un gran conjunto de
matrices de sónar pasivo en varios puntos de los océanos del mundo,
llamado colectivamente SOSUS (Sound Surveillance System, ‘sistema de
vigilancia sonora’) y más tarde IUSS (Integrated Undersea Surveillance
System, ‘sistema integrado de vigilancia submarina’). Al ser utilizadas
matrices montadas permanentemente en el fondo del océano, se situaban
en lugares muy silenciosos para lograr grandes alcances. El procesamiento
de señales se realizaba utilizando grandes computadores en tierra. Con el
final de la Guerra Fría una matriz SOSUS ha sido destinada a uso científico.
Robert observa el tanque de agua, una cría de ballena azul se desplaza
en su interior. Robert trabaja en una investigación en la que quiere
demostrar que las ballenas son más inteligentes de los que se cree. Para
empezar su trabajo pintó con un rotulador una pequeña raya de color negro
en la cabeza del animal. Observó que la ballena se acercó a los espejos
que hay en el interior del tanque y observó su reflejo durante un buen rato,
por la postura de la criatura parecía que realmente estaba mirando la
pintura que había en su cabeza. Después tocó la cabeza con un rotulador,
pero esta vez sin dejar ningún rastro de pintura. La ballena volvió a mirar su
reflejo en el espejo, pero esta vez desistió rápido. Otro día probó a pintar la
cola de la ballena, y la cría se sumergió en el tanque y observo su reflejo en
el espejo, pero esta vez en posición lateral de manera que podía ver la
mancha. Esto podría indicar que reconocen su reflejo en un espejo, un
signo de inteligencia que se ignoraba.
Robert penetra en el angosto sótano, enciende el monitor e introduce
las coordenadas donde ayer encontró un grupo de Balaenopteras Musculus
en un ordenador. Como sabe que sondear una zona tan extensa puede
llevar varias horas, Robert decide dormir un rato en la planta superior.

Un pitido discontinuo despierta a Robert. Mira su reloj para comprobar


que son las seis de la mañana. Baja las escaleras que le llevan al reducido
subterráneo y echa un vistazo a la pantalla. Robert esperaba que el radar
hubiera detectado las ballenas, pero la pantalla indica que la zona que está
escaneando carece de vida. Pero el escáner si ha detectado algo que está
sepultado bajo el fondo marino.

364
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

<Sea lo que sea, ha hecho desaparecer todas las especies de la zona>.

365
NAZARETH SERRANO

366
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

CAPÍTULO 43: HÉROE

15 de marzo de 2013

PLANETA TIERRA
WASHINGTON DC

G erhard intenta por todos los medios explicar que debe devolver al
niño a su madre, y que por eso necesita saber el número de
habitación en la que se hospeda, pero la recepcionista insiste en llamar a la
policía y, de paso, a la seguridad privada del hotel.
Gerhard se ve pronto flaqueado por dos gorilas y se siente pequeño.
Puede que en la Tierra sólo hayan pasado unos meses, pero en su mundo
han pasado años. Está flaco, escuálido y demacrado, y aunque no se ha
mirado al espejo desde hace mucho, mucho tiempo, ahora lo empieza a
notar.
Gerhard niega con la cabeza.
-¿Pero se cree usted que si rapto a un niño voy a venir aquí y montar
esto?
La recepcionista se encoge de hombros.
-Será mejor que me dé el niño a mí, señor… -comenta uno de los
guardias-.
-Ni hablar.
-Entonces, tendrá que mostrarme su documentación y algo que
identifique al pequeño, por favor.
-No puedo…
-¿No puede mostrarme su documentación?
-No.
-¿Puedo preguntar por qué?
-Me la he dejado… en otra cartera.
La recepcionista más veterana indica a los guardias que se lo lleven. No
quieren problemas en la recepción del hotel.
Gerhard se ve agarrado por los brazos.
<Pero bueno, demacrado o no, soy más fuerte que los humanos…> -
piensa-.
Está a punto de dar una buena lección a esos tipos antes de salir
corriendo, cuando Elisabeth se presenta en la recepción y, sin previo aviso,
se abalanza hacia él.
-¡Ramsés!
Le arrebata al niño y Gerhard se siente un tanto extraño sin el contacto
del pequeño, pero no hace nada.
-Oh, Dios mío, gracias a Dios que estás bien –comenta Elisabeth
mientras acurruca delicadamente a su hijo en su regazo-.

367
NAZARETH SERRANO

Los de seguridad sueltan a Gerhard y se retiran pidiendo perdón.


Elisabeth le indica que la acompañe con un movimiento de cabeza y él
duda un poco, pero luego la sigue.

Al final a Gerhard le toca declarar, pero Elisabeth se quita a la policía de


encima enseguida.
Una vez solos en la habitación, ella pide que no se vaya. Él se queda,
pero le advierte que quiere volver cuanto antes a casa.
-Sólo quería darte las gracias –comenta ella con Ramsés en brazos, no
le ha soltado desde que lo ha cogido en la recepción-.
Gerhard está de pie.
-De nada… Bueno, adiós –se da media vuelta con intención de ir hacia
la puerta-.
-Estás demacrado y delgado. ¿Lo has pasado mal?
La mira y sonríe.
-Un poco sí, la verdad.
-¿Es mucho preguntar cómo diablos han conseguido llegar hasta la
Tierra?
-Tu hijo me ayudó.
-¿Mi hijo? –pregunta ella exponiendo una mueca de no entender nada-.
¿Un bebé te ayudó?
Gerhard sonríe.
-Sí, eso exactamente es lo que ha pasado.
-Mientes…
-Lo sé. Pero creo que no eres la persona más apropiada para saber la
verdad.
Ella se levanta y se acerca a él lentamente, con Ramsés, por supuesto,
en los brazos. Él se queda dónde está. Elisabeth le da un beso en la mejilla.
-Adiós. Ah, y dale las gracias a tu hijo Norbert.
-Sí, claro. Adiós.
Gerhard mira al niño, el cual parece mirarlo con sus preciosos y
extraños ojos.
-Adiós a ti también Ramsés. Nuestra aventura termina aquí.
<No, Gerhard, acaba de empezar…> -escucha en su cabeza la voz del
“Ramsés adolescente”, cautivadora y extraña-.
-¿Ocurre algo? –pregunta Elisabeth al ver a Gerhard como extasiado
mirando al niño-.
-No, ya me voy. Necesito descansar.
-¿No prefieres volver con nosotros a Miami?, viajamos esta misma
tarde, en trasporte humano, por supuesto. Puedes descansar aquí si
quieres, Ramsés es muy bueno y apenas llora. Y yo no hago ruido.
Gerhard medita unos segundos.
-Bueno… si no es molestia.
-Molestia. Has salvado a mi hijo, por favor…
-De acuerdo, gracias.

368
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

-Hay ropa de Mitch en la habitación. Te quedará grande, pero si te


quieres duchar, afeitar y eso…
Gerhard piensa en qué pintas tendrá. Seguro que eso es una “indirecta”
muy “directa”.
-Sí, gracias Elisabeth.
-No, gracias a ti, héroe.

PLANETA TIERRA
MIAMI BEACH, FLORIDA

-Para aquí, por favor… -pide Gerhard-.


Elisabeth, él y el pequeño viajan en una limusina blanca. Tiene minibar,
asientos de cuero de un olor característico, climatizador, calefacción
incorporada en los asientos, una televisión con DVD, teléfono…
-Pero si quedan un par de manzanas para llegar a tu casa.
-Sí, pero prefiero que mi mujer no me vea…
-Lo entiendo –comenta ella-.
Elisabeth baja el cristal tintado que separa la parte trasera del
conductor, un chico joven y pelirrojo.
-Para aquí.
-Sí, mi señora.
La limusina se detiene lenta y suavemente.
Gerhard dedica una última sonrisa a Elisabeth y tras decir “Adiós” se
apea del vehículo.
Se queda un momento mirando los cristales tintados y la limusina
arranca. La mira también unos segundos, como si fuera la esposa de un
soldado que va a la guerra y la limusina fuera un tren lleno de hombres
valientes que lucharán y morirán por su patria.
Luego, con las manos metidas en una cazadora que le queda más
grande que un saco, se encamina hacia su casa.

Todo lo que ve le parece extraño, terrenal, urbano. Abstraído con los


vehículos de lujo y las lujosas mansiones, apenas se da cuenta de que ha
llegado a su hogar.
Las puertas de hierro forjado que rodean el extenso jardín están
abiertas.
Entra por lo tanto, sin llamar al telefonillo con videocámara que hay a la
derecha, en una de la “columnas” de piedra que flaquean la puerta.
Camina por el empedrado del jardín y casi se planta frente a la puerta
blanca e impoluta de su casa, cuando Alex lo coge por el brazo y, en un
acto tan rápido como inesperado, lo tumba en el suelo.
-¿Qué pasa? –pregunta él al verse inmovilizado por el joven-.
-¿Por qué has vuelto?
-Cabronazo. Debería matarte. Sé que es lo que pensabas hacer con mi
mujer.

369
NAZARETH SERRANO

-No mereces a la mujer que te has apropiado. Ella se enamoró de ti, sí,
pero en el pasado. Ahora eres otro y ella está ciega. Vete, es lo mejor que
podrías hacer si de verdad la quieres.
-Sí, y dejarte vía libre. ¿No?
Alex se ríe.
-No. A mí tampoco me quiere. Me ha rechazado, ¿sabes?. Está
sufriendo por tu muerte, sí. Pero lo superará. Si vuelves, harás que su vida
sea otra vez un infierno. Tu hermano volverá a por ti, pondrás en peligro su
vida y la de tus hijos. ¿Entiendes lo que te juegas?
Gerhard lo mira a los ojos, chispeantes, y sí, un tanto vacíos.
-Sólo quieres retirarme…
Afloja un poco la presión.
-No, Gerhard. Sólo quiero protegerla. ¿Cómo has llegado hasta aquí?
-No te lo puedo…
-Sé que mi hermano te ha ayudado. Bueno, más bien una proyección de
mi hermano en el futuro.
Gerhard enmudece.
-Sí, Gerhard, lo sé todo. Pero no puedes forzar las cosas. Por más que
huyas del destino, este te encontrará, pues caminas en círculos, algunos
son más amplios, otros más fugaces, pero elijas el camino que elijas,
volverás el mismo punto.
Gerhard no dice nada.
Alex se quita de encima, más o menos. Al menos no lo mantiene
inmóvil. Él no hace nada por levantarse.
-Mírate, estás destrozado. ¿Quieres que tu mujer y tus hijos se
consuman con el mismo fuego que tú te has impuesto?
-No…
-Entonces vete y no vuelvas nunca.
-¿Y dónde iré?
-Te daré dinero, una casa, identidad y un trabajo. Empieza de cero,
cásate con otra si quieres, o sueña con tu mujer. Me da igual, pero no la
metas en tus problemas. Si la quieres, no lo hagas. Y yo te prometo no
acercarme a ella nunca más, así no caerá sobre mi cabeza tu espada.
<Así que sabe lo del trato con Amin-Hat…> -piensa Gerhard-.
-De acuerdo…
<¡No!>
El “Ramsés adolescente” aparece frente a Gerhard, desnudo, de nuevo.
Alex parece no poder verlo o escucharlo, por lo que vuelve a la
bipedestación y ofrece una mano a Gerhard, que este acepta, aunque algo
abstraído por la presencia del Adolescente-Dios.
Ramsés se acerca a Gerhard, que ya está de pie.
<Gerhard, mi pobre alma perdida, no te dejes convencer por esta
serpiente…>
Gerhard mira a Alex, pero sólo con escuchar la voz de Ramsés se
siente en trance. El chico deposita un brazo sobre sus hombros y él siente
que vuela.

370
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

<Gerhard, mi pobre e inocente príncipe destronado. Si te vas, él se


tirará a tu mujer. Sí, la hará el amor y ella gozará bajo el cuerpo de este
buen hombre. ¿No es guapo?. Míralo, está muy bueno, ¿eh?. Nadie es de
piedra, el deseo es algo normal. Para los atlantes, el sexo es vida, Gerhard.
¿Verdad?, ¿vas a dejar que este tío se tire a tu esposa?>
-¡No!
-¿Qué? –pregunta Alex-.
-No hay trato.
-No voy a dejar que entres.
-Y yo no voy a dejar que vivas.
Alex sonríe. Gerhard ataca primero, pero débil y cegado por la furia,
acaba siendo presa de una llave del maestro atlante.
-Nunca fuiste un buen alumno, Gerhard –comenta Alex soltándolo y
atestando una patada en su pecho, de forma rápida, que hace que el
demacrado vuele y caiga sobre los rosales, echándolos a perder. Gerhard
se golpea fuertemente la cabeza contra un muro y, aturdido, visiona a Alex,
que lo coge sin problemas-.
-Voy a acabar con tu sufrimiento –comenta el maestro-. Y eso que al
final me caíste bien, que pena.
<Mis poderes, por ahora, son limitados –comenta Ramsés a espaldas
de Alex-. Pero voy a ver qué puedo hacer>
Ramsés mete una mano “fantasma” en la cabeza de su hermano, que
suelta a Gerhard exponiendo los ojos en blanco y babeando cual bebé.
Gerhard cae pesadamente al suelo y, desde esa posición, ve como Alex
se desploma sangrando por la boca y los oídos… y no se levanta.
<No lo he matado. No puedo matar a nadie. Mis poderes son muy
limitados. Pero como he dicho… –le ofrece una mano que Gerhard acepta
mirándolo a los ojos. Es sólida, y le ayuda a levantarse- te ayudaré siempre
que lo necesites. Sólo llámame y acudiré, lo prometo>
Y tras decir esto aparece una luz intensamente roja hace que el cuerpo
de Gerhard tenga la sensación de arder en las profundidades de un volcán.
Gerhard cierra los ojos ante la luz cegadora. Cuando vuelve a abrirlos
sólo queda Alex.
-Lo siento, maestro, pero es mi vida –comenta mirando a Alex-.
Pasa por encima de él sin pisarlo y se encamina hacia la puerta.

371
NAZARETH SERRANO

372
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

CAPÍTULO 44: VIAJE TIEMPO ATRÁS

Madrugada del 15 al 16 de marzo de 2013

PLANETA TIERRA
MASSACHUSETTS

G erhard ha llorado al volver a ver a su mujer. Ella ha pasado meses


sin él, él ha pasado años sin ella.
Demacrado, escuálido y un tanto desalineado, se ha sentido muy
pequeño al lado de su Diosa Griega, pero ella ha disipado cualquier temor
de su mente con sus besos, con sus palabras. Le ha dicho que no le
importa cual delgado esté, o cómo tenga la cara o el cuerpo. Se enamoró
de su espíritu y nunca pudo deshacer el hechizo que sufrió el día en que lo
conoció, sentada en ese trono, con la nobleza y los sacerdotes como
testigos, delante de su hermano, Darko, al que repudió por él. Darko era
más guapo, sí, pero era una belleza vacía. Alkari era una parte del universo
revestida de materia, era una estrella que quería ser libre, era un hombre
con mente de Dios, era la naturaleza, era sólo ente, y la carne sólo era un
traje.
Gerhard recuerda que Amin-Hat le advirtió que su mujer se había
enamorado de su espíritu. Y sigue enamorada de él. La cuestión es,
¿merece esa mujer ahora que su espíritu ha sido corrompido por el mundo
terreno?, ¿merece esa mujer después de haber sucumbido a sus miedos, a
su odio, a su propia voluntad humana?. No, lo sabe, pero no la perderá.
Arabelle es parte de su vida. No, es su vida, daría todo por ella, todo…
Al llegar la noche, él la había tomado y había sentido que era la primera
vez que lo hacía, que sus almas se fusionaban y que él era la parte negra
de la pareja, es decir, el caos frente a la calma y la luz pura. Se sentía
sucio, e, incluso, en cierto modo, dentro del placer del acto, se sintió mal. Y,
no sabe el hecho de que al terminar pensó en Ramsés y en la forma en la
que había reaccionado su cuerpo terrenal ante su presencia. A él no le
gustan los hombres, pero es como si Ramsés no fuera un hombre, ni
tampoco una mujer. Es como si fuera el deseo y nada más, lo divino metido
en una celda de carne y sangre, el placer en estado puro con una sola
mirada, el éxtasis con el simple contacto de su piel, algo incomparable, algo
que no puede ser terreno.
En vela, Gerhard observa a su mujer, que duerme plácidamente al ver
que su marido “ha vuelto a la vida”.
Con los ojos cerrados siente la presencia embriagadora de Ramsés, su
olor corporal le incita al igual que lo haría una leona en celo al macho de la
manada, su mirada clavada en él es perceptible aún con los párpados
cerrados.
Se siente ajeno, despojado de cualquier cosa y entregado en cuerpo y
alma a su señor.

373
NAZARETH SERRANO

Abre los ojos y lo ve inclinado. La forma en la que el cabello de ese


“espectro” cae sobre su frente le emboba, sus ojos le hipnotizan, la
cercanía le hace estremecer, su aliento, aire vivo y restaurador.
-¿Quieres acompañarme a un lugar lejano?
-Sí, lo que quieras.
Ramsés, que en esta ocasión oculta su sexo con un taparrabos blanco,
extiende una mano, que Gerhard acepta con pulso vacilante.
De repente el dolor, un dolor intenso e incomparable que recorre la
totalidad de su cuerpo. Un dolor insoportablemente sutil y placentero.
Todo a su alrededor se vuelve oscuro, y luego una luz intensamente roja
lo envuelve. La luz se vuelve del color de la sangre y luego, de nuevo
oscuridad.
Cuando vuelve a ver algo, el paisaje lo desorienta.
Parece un paisaje selvático, con plantas y magnos árboles.
En medio de tal naturaleza hay un hombre sentado en una silla rústica,
hecha malamente con madera. Frente a él una mesa, también artesana y
tosca.
Sobre la mesa hay unos planos. El hombre viste con una túnica blanca y
con un pincel toma distintos tintes depositados en pequeñas vasijas
decoradas. Dibuja algo en tablillas.
-¿Dónde estamos?
-En Egipto… -responde Ramsés-.
-¿Egipto?, parece una selva.
-Antes de ser desértico, Egipto era así.
-¿Quién es él?
-Su nombre es Horus.
Gerhard mira a Ramsés, que muestra su perfil, pues tiene la mirada
clavada en el que escribe.
-¿El Dios?
-No es un Dios, pero fue considerado como tal cuando la sabiduría
divina tuvo que ser escondida. Y lo que era de carne y sangre, se volvió
mito y piedra.
-No entiendo nada…
-Su madre es Isis, la diosa llamada “madre de los Dioses”. Era la
esposa de Osiris y la madre de Horus. Es el modelo de Madre y Esposa.
Osiris, como sabrás, se consideraba el Dios muerto y el Dios de los
muertos. De la unión de Gueb y Nut, es decir, del cielo y la tierra, nacieron
cuatro dioses: Osiris, Isis, Seth y Neftis. Osiris e Isis ya se amaban en el
vientre de la madre. Osiris tenía derecho a heredar el reinado de su padre
en la tierra. Pero Seth, celoso, ideó un plan para acabar con él. Con setenta
y dos conspiradores más, construyó una caja a medida de Osiris. Seth
invitó a Osiris a un banquete y prometió regalar la caja a aquel que cupiera
exactamente en ella. Una vez que Osiris se metió dentro, taparon la caja y
la echaron al río, que la llevó hasta la costa de Fenicia –todo lo que cuenta
pasa delante de los ojos de Gerhard, como si lo estuviera viviendo-. Y allí
se incrustó en una planta hasta formar parte del tallo. Isis, desconsolada
partió en busca de su esposo hasta Fenicia. Después de vivir una serie de

374
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

aventuras, consiguió regresar a Egipto con la caja, que escondió entre


matorrales de papiro. Pero Seth la descubrió y cortó el cuerpo en catorce
pedazos, que esparció por todo Egipto. Isis, ayudada por Neftis, encontró
todos los pedazos, excepto uno.
>Gracias a los poderes mágicos y a la ayuda de Anubis, el dios de las
momificaciones y guardián de la Necrópolis, lo embalsamó, haciendo de
Osiris la primera momia de Egipto.
>Convertida en pájaro, consiguió que Osiris la fecundara y de esta
unión nació Horus.
>Horus tuvo que ser escondido, pues Seth, ansiando el trono de su
padre, quería matarlo.
>Horus, durante una lucha, venció a Seth…
La lucha se muestra ante la mente de Gerhard. Seth es guapo y fuerte,
Horus también, pero hay algo en Seth que lo atrae más.
>Horus, tras vencer a Seth y matarlo, tomó posesión del trono de los
vivos. Dicen, que los ojos de Horus eran el sol y la luna. Y como sabrás,
durante la lucha contra Seth, perdió uno. Ese símbolo se convirtió en
amuleto después.
>Más Seth, a pesar de ser derrotado, nunca fue totalmente vencido.
Periódicamente, escapaba de la prisión y amenazaba al orden cósmico. Su
voz era el trueno y simbolizaba las fuerzas destructoras.
Vuelven a la selva, donde está el joven escriba.
-Horus, durante su exilio, escribió su conocimiento en unas tablillas,
pues temía morir a manos de Seth, el Seth de carne y sangre, no el Seth
Dios.
>Cuando hubo terminado el libro, Horus lo metió en una caja especial y
lo cerró siete veces. De este modo, nadie podría abrir el libro, nadie excepto
él.
>Aunque lo cerró con siete sellos, para estar seguro de que nadie
tendría acceso a la sabiduría que él había heredado de su padre muerto, lo
apartó de su tío trasportándolo a otra dimensión, cerrando la puerta
crípticamente tras su salida.
>Seth, enfurecido, perdió la lucha y parte de su poder, además de la
sabiduría que sus padres le habían otorgado. Junto al libro, Horus guardó
una armadura y la daga con la que mató a Seth.
El paisaje se disipa en un torbellino de luz rojiza.
Ahora están con un nuevo hombre. Gerhard lo mira, su rostro le es
familiar, como si le conociera. Es alto y luce barba y pelo níveo.
A su alrededor hay más blancos de pelo níveo y otros hombres de piel
oscura y pelo y ojos a juego. Parecen estar construyendo algo y él es quien
hace los planos.
-Este es Ptah, dios de los seres con el corazón y la lengua. Se decía
también que era el “señor de la verdad” y era la fuente de los valores
morales. Fue el arquitecto de las pirámides y algunos templos egipcios.
Mandó construir las pirámides sobre la puerta que Horus había usado, tras
la muerte de este, para que nadie pudiera acceder a ella. Mandó colocar las
pirámides de forma simbólica mirando los cielos. Y así se hizo, relegando a

375
NAZARETH SERRANO

Seth al exilio. Seth, al estar muerto, no podía ser matado de nuevo, pero
podía ser apartado del conocimiento perdido.
>Ptah era un místico, y sus conocimientos eran tan grandes, que no
eran comprendidos a menudo por los seres inferiores. Ptah era mortal y
tuvo más vidas. En sus sucesivas vidas usó su conocimiento para edificar y
tapar las puertas a otros mundos, demasiado peligrosos para los habitantes
de la Tierra.
>Seth no podía reencarnarse, exiliado en la ignorancia, repudiado por el
mundo, temido y evitado por los humanos, se encontró sólo y desolado en
su mundo, sólo acompañado por las almas que lo seguían durante sus
escapadas al mundo terrenal.
>Seth no sabía que en cierta fecha iba a reencarnarse, Ptah sí. Por eso,
dejó una advertencia…
El paisaje se disipa de nuevo en la luz rojiza.
Aparecen en Chichén-Itzá.
Allí está Ptah… él mismo.
-Ptah, ante las visiones que los Dioses le regalaban, decidió instruir a
los hombres en su sabiduría. Pero como no podía revelar todos los
secretos, los codificó.
>Los indios lo llamaron Kukulkán. Y antes de ser desterrado por
Tezcatilpoca, la primera reencarnación de Seth, advirtió su vuelta y la del
malvado Dios, que exigía sacrificios humanos, antes prohibidos por el
místico.
-Tezcatilpoca no tenía apenas poder, pero Seth volvería en una
determinada fecha con todo su poder. Y Ptah la dejó cifrada en el
calendario maya. El veintiuno de diciembre de dos mil doce.
>Cuando la luna tape al sol, el dios encarcelado podría ser liberado. Y
esta vez tendrá todo el poder. Sin embargo, antes de la llegada de este
Dios, Horus volverá a la Tierra. Sin memoria y sumido en el abismo de su
propia existencia, tendrá que luchar contra Seth, el culpable de sus males.
Pues Seth, desde su inframundo, intentará, aún antes de nacer, anular el
poder de Horus, relegando su existencia a una vida difícil. Además, Horus,
al nacer entre humanos, no imaginará cuál es su verdadero destino hasta el
último momento, cuando, por fin, se tenga que enfrentar a Seth de nuevo.
La luz roja, un intenso dolor colmando la totalidad del cuerpo de
Gerhard y aparecen en su cuarto.
-Tengo que irme. Mi estancia en el mundo terreno me es difícil y estoy
débil.
-No, espera… necesito que estés a mi lado –comenta él, ahora de
nuevo tumbado en su cama y con Ramsés agachado sobre él-.
-Y lo estaré, Gerhard, lo estaré.
Se agacha un poco y Gerhard espera que lo bese. Pero ni siquiera lo
roza.
Ramsés, sonriendo por primera vez ante sus ojos, se yergue, camina
rodeando la cama y se pone frente a Arabelle, que duerme bocarriba. Se
agacha y, ante la mirada de Gerhard, la besa en la boca, degustando

376
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

levemente sus labios mientras mira al marido, que se limita a observar un


tanto celoso, aunque no sabe de cuál de los dos está más celoso.
La joven se estremece dormida, y él lame levemente sus labios con la
punta de su lengua.
Arabelle expresa un pequeño gemido, no tanto de protesta, más así de
placer y se estremece de nuevo.
Ramsés vuelve a erguirse y desaparece tras una luz roja que ciega a
Gerhard.
Gerhard se quita el collar que quema su cuello. La piedra azul ahora es
del color de la sangre y brilla considerablemente.
Mira su mano. Las cicatrices le duelen y sangran sin motivo.

377
NAZARETH SERRANO

378
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

CAPÍTULO 45: PASADO, PRESENTE Y FUTURO

FECHA SIN DETERMINAR

PLANETA SIN DETERMINAR

S am camina con pesadez por la frondosa selva. Al contrario que su


hermano, su mente está perfectamente situada en el terreno y,
como si tuviera un mapa dentro del cerebro, se orienta y camina sin el
temor de perderse por el paisaje, aparentemente igual y uniforme.
-¡Wolf! –grita a diestro y siniestro, pero su hermano no está en la misma
dimensión, aunque él no sea capaz de percibir tal cosa-.
Siguiendo el rastro de su gemelo, Sam ha llegado hasta el punto donde
Blake se lo llevó, cruzando la puerta interdimensional. En este punto
cualquier rastro se pierde, dejando a Sam un tanto aturdido.
Cansado y sediento, se sienta en una roca, la misma que usó Blake
para descansar durante parte de su mutación, en aquel lejano día en que
los Seres de los Abismos aparecieron delante de Sam y de Wolf en carne y
hueso y no en forma de burdas leyendas, como pensaba su hermano.
-De acuerdo… he perdido a mi hermano… No debería haberlo dejado
solo en la selva… ¿Dónde estará? –añade, pensando en voz alta-.
Se escucha un estruendo. La tierra tiembla bajo sus pies y el aroma a
chamuscado inunda las fosas nasales de Sam, que ha quedado tirado en el
suelo a causa del seísmo.
Palpándose la nuca se pone de pie y, barriendo los alrededores con un
nuevo tipo de visión que hace poco ha descubierto que domina, da con la
presencia de seres extraños a unos veinte kilómetros de su posición.
Sin pensárselo dos veces, corre tan rápido como puede en su condición
de atlante hasta el epicentro del problema.

-¡Es usted un maldito lunático, Ancel! –brama Rudolph arrebatando de


las manos del subordinado el arma cargada con “energía blanca”-.
Ancel mira el estropicio con cara de pánfilo. Ceniza humeante es lo que
queda de la vegetación en una franja de kilómetro de ancho y unos diez de
largo, por lo que se extiende más allá de la vista.
-¡Se acabó el baile, señoritas! –brama Rudolph recolocando su gorra de
plato en su cabeza. Se le había caído tras el “¡a cubierto!” que había gritado
un soldado al ver a Ancel usando ese arma para matar… a una simple
serpiente, sí, más grande que cualquiera que hayan visto, pero igualmente
un blanco improporcionado. Menos mal que la carga de energía blanca era
mínima en ese arma-. ¡Venga, a formar en una sola fila frente a mí!
Todos le hacen caso a regañadientes.
-¡Los doctores y demás científicos que se queden en los vehículos, por
favor, hasta que termine con el perímetro de seguridad!

379
NAZARETH SERRANO

Los científicos vuelven a los vehículos de los que acaban de bajar


protestando. Acaban de poner un pie en esa tierra extraña y ya quieren
empezar con sus investigaciones.
-¡Siguen ustedes manteniendo las parejas acordadas en la base!,
¡sabiendo tal cosa, quiero un perímetro de seguridad de seiscientos metros
alrededor de la base! –indica señalando el suelo-. ¡Línea blanca a
novecientos, amarilla a ochocientos y roja a setecientos!. ¡Y barrer bien la
zona!.
Todos asienten con la cabeza.
-¡Cámaras de infrarrojos cada veinte metros en circuito cerrado, detector
de movimiento en posiciones intercaladas!, ¡y lo quiero en todos los
perímetros!
Todos asienten con la cabeza, recordando la información.
-¡Armas automáticas a partir de línea blanca en programa manual y
automático a partir de línea roja!
>¡Empiecen por eso, señoritas, y luego daré más instrucciones!
Todos alzan un “sí, señor” y se disponen a coger todo lo necesario para
cerrar el perímetro.
-¡Ancel!
Ancel se acerca al superior con la cabeza agachas.
-Entregue todas las armas de energía blanca de las que disponga.
-Pero…
-¡Ahora!
-Sí, señor.
Deposita en el camión dichas armas.
-Le daré otras menos… peligrosas.
Le entrega otras armas.
-Gracias, señor.
-Y no mate moscas a cañonazos.
-¿Eh?
-¡Mueva el culo!
Ancel asiente enérgicamente con la cabeza y da un paso atrás,
chocándose con su compañero, Enill, el cual se parte de risa y, ya con la
mochila llena del equipaje preciso, se pone en marcha. Ancel lo sigue
cabizbajo.
-Me va a dar un infarto –comenta Rudolph llevándose las manos a las
sienes-.

Madrugada del 15 al 16 de marzo de 2013

PLANETA TIERRA
MIAMI BEACH, FLORIDA

Anastasia se lava la cara copiosamente con agua y observa su reflejo


en el espejo. Las pesadillas continúan, pero esta vez el túnel no tiene
puertas y acaba en una serpiente cuyo vientre es luminoso. Sus ojos,

380
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

lapislázuli, parecían fijos en ella, y sus pupilas, de forma romboide, se


movían cuando ella lo hacía.
Luego vio a un chico muy guapo a su entender, moreno de piel y cabello
y con los ojos verdes… aunque en algún momento los tuvo rojizos.
Entonces ya no le pareció tan guapo, y sí, le dio un poco de miedo. Vio una
daga y alguien estaba a punto de decir algo cuando despertó sumida en
sudores fríos.
Ahora su cara le parece un espanto. Recién sacada de sus sueños, que
deberían ser dulces, como los de todos los niños, sin peinar y con el
flequillo mojado cayendo sobre su cara.
-Los espíritus no existen, sólo son simples sueños.
<Los espíritus sí existen, pequeña…>
La niña reprime un grito al ver al melenudo moreno en el espejo. Con la
mano en la boca se da media vuelta para comprobar que, en efecto, está
ahí de verdad… ¿o es que sigue soñando?, piensa ella.
<No estás soñando, pequeña Anastasia, no estás soñando>
-¿Quién eres?
<Soy el guardián de la pirámide. El encargado de iniciar a los
guardianes. Mi nombre es Amin-Hat>
-Amin-Hat… -repite la niña-.
<No tengas miedo…>
-No lo tengo.
<A mí no me puedes mentir>
La niña se ruboriza.
-De acuerdo. ¿Qué quieres?. No puedo ayudar a las almas, soy
demasiado pequeña.
Amin-Hat sonríe.
<No busco ayuda, quiero prestarte mi ayuda>
-¿Ayuda?. No necesito ayuda.
<Tan egocéntrica como tu padre>
-Mi padre no es egocéntrico, espíritu.
<Que no soy un… -suspira-. ¿Quién piensas que es tu padre?>
-No es el hombre que está acostado con mi madre, lo sé.
<¿Y quién entonces?>
Anastasia agacha la cabeza.
-Me gustaría que fuera Wilhelm. Pero sé que mi verdadero padre está
lejos… No le quiero, yo quiero a este padre que me lee libros y me deja
practicar mi telepatía. ¿Puedes decirme dónde está?
<Bueno, no creo que eso sirviera de mucho. Te diré otra cosa. Te diré
que tu tío no vive lejos. Tal vez, debieras hacerle una visita. A mí no me
escucha. ¿Podrías tú intentar convencerlo?>
-Al final tengo que ayudarte –comenta echando su melena por encima
del hombro-. Estoy acostumbrada. De acuerdo, dime dónde vive y
convenceré al gorila de Mitch para que me lleve.
Amin-Hat asiente con la cabeza.
<Veo que tienes claras las cosas y que no se te engaña con facilidad>
-¿Puedo conocer al morenito a cambio?

381
NAZARETH SERRANO

Amin-Hat parpadea. Su nueva alumna es una caja de sorpresas.


<Anastasia, esto no es un trueque. Se trata de ayudar a los demás…>
-Pues a mí me ayudaría conocer al morenito de ojos esmeralda.
Amin-Hat se pone serio.
-De acuerdo, de acuerdo… Sin bromas. Lo haré, maestro –añade con
cierta burla-.
Amin-Hat desaparece.
Anastasia suspira y, mirándose al espejo, añade:
-Bueno, chica, qué se le va hacer. Estás solicitada en todas las
dimensiones… -suspira-. Nota mental, nena: cuando cumplas los quince, ve
a por ese moreno.

AÑO TERRESTRE 2027 d.C.

ATLÁNTIDA, SÉPTIMO REINO


EN EL INTERIOR DE LA “GRUTA DE LA LUNA”

Ramsés camina de un lado a otro en el reducido espacio que le otorga


su angosta prisión. Termina postrado en la roca, agobiado, con las manos
entrelazadas en su cabello. Gotas de sudor manan por su perfecto rostro.
Sus ojos etéreos se nublan. Su cuerpo de Dios se sacude con el fulgor del
fuego que requema sus entrañas.
-Mi pequeño ángel, ¡corrompido por ese maestro!. ¡No puedo soportar
mi exilio en estas condiciones!.
Golpea la fría y tosca roca con sus puños. Derecha, izquierda, derecha,
izquierda… hasta que sangra, hasta que está a punto de romperse los
nudillos, hasta que lanza un grito desalentador, no por un dolor que no
puede sentir, sino un grito de rabia.
Mientras sus manos regeneran el tejido que ha quedado impregnado en
la fría y humedecida roca, él vuelve a su habitual tranquilidad.
-Madre, ¿por qué permites este sufrimiento?. ¿Acaso no me quieres?
En medio de la oscuridad, nada ni nadie contesta.
-Madre, escuchame. He hecho lo que mandaste. He ayudado al
príncipe. He evitado que muera y lo he mandado a la Tierra. Ha rechazado
a su maestro y a sus enseñanzas. Le he dado lo que me ha pedido, pero yo
sigo aquí. ¿Qué más debo hacer?
Silencio.
-¡Odio al ser humano, a los Dioses y al mismísimo Creador!
Lanza otro puñetazo contra la roca.
-¡De qué me sirve ser superior si me despojan de mis poderes y me
encierran en esta gruta!
Sólo el eco de su voz rompe el silencio.
-¡¿Qué más debo hacer?!
Una sombra aparece ante él. Aturdido y envuelto en su odio, apenas
distingue su rostro. Más poco a poco un haz de luz salido de ninguna parte

382
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

alumbra la cara del moreno de ojos esmeralda. Luce coraza negra y en el


cinto lleva una daga.
Ramsés extiende una mano en un intento de cogerla, pero la ilusión se
disipa al contacto.
-¡Los Dioses se burlan de mi suerte!, ¡una visión de nada sirve, no
puedo salir de aquí!
La luz plateada de la luna pasa a través de una pequeña raja que se ha
formado en el techo de la gruta.
Una nueva quimera se presenta frente a Ramsés. Una mujer, una
llamada Evelyn.
-Es sólo una humana…
La mujer se disipa. En su lugar aparece un hombre, Jack.
-El líder rebelde… -añade, y todo en su mente se vuelve confuso-.
La imagen de Jack se disipa y aparece Lánzela.
-No entiendo nada…
Se postra, llevándose las manos a la cabeza, que le arde y le duele
como si estuvieran metiendo en sus sienes clavos ardiendo.
El futuro ha cambiado, el pasado y el presente también. Todo lo vivido
se disipa convirtiéndose en un mal sueño.
Gime y entrelaza sus dedos en el pelo.
Entreabre una última vez los ojos para ver a un hombre con una
máscara en su cara, el príncipe.
Luego se desmaya entrando en un estado alterado de conciencia.
Los sueños lo trasportan y muestran que los cambios que ha hecho en
el pasado han alterado todo. Y, para su suerte, ha sido a su favor…
Despierta bañado por la luz lunar. Sus ojos arden como hogueras.
-De acuerdo, estoy preparado… yo seré mi propio guía… -añade
mirando el final de la gruta, donde ha aparecido una luz verdosa, que poco
a poco, va transformándose en rojiza-.

AÑO 1270 DC

PLANETA DE HIELO
BASE AVANZADA DE LA RESISTENCIA

Todos están aglomerados alrededor del líder y de “Tierra”, la gigantesca


nave que ha “rediseñado”.
Lánzela se abre paso a codazo limpio. Evelyn, espachurrada entre
músculo, es incapaz de moverse. Jack la rescata como buenamente puede
y la lleva a primera fila, donde están Adolph y Wolf, ambos mirando a
“Tierra” con cara de asombro.
Blake sabe perfectamente a lo que se enfrenta, así que deja que Trohm
pregunte lo que quiera, o más bien, afirme.
El gorila sale de las “filas” y se coloca de espaldas a Blake, cara al
grupo.

383
NAZARETH SERRANO

-¿Esto no os parece tecnología atlante? –pregunta señalando a la nave


con la mano extendida-.
Nadie dice nada.
-Este hombre tenía un collar atlante, tiene armas atlantes, y seguro que
tiene ese libro…
Blake no esperaba eso. Lo del libro no.
Murmullos comienzan a escucharse. Jack se remueve. Wolf se pega a
Adolph, el cual lo aparta de un codazo.
-¡Es un atlante! –afirma Trohm-.
-No. No soy atlante –contradice Blake-. No puro…
Evelyn mira a Jack, el cual se lleva una mano a la cara y se dispone a
salir de la fila.
-¡Lo ha admitido! –brama Trohm-.
Blake alza las manos y niega con la cabeza, indicando a Jack que se
quede dónde está.
-¡Y ellos también son atlantes! –afirma Trohm señalando a Adolph y a
Wolf, que se pone detrás del anterior-.
-Gracias por tu investigación –comenta Blake poniendo una mano en el
hombro del gorila, el cual la retira de un manotazo-. Está bien, si no me
queréis como líder, adelante, apresarme.
-No se puede apresar al líder –comenta uno-. Va contra las normas.
-Pues retarme –añade Blake cruzando los brazos sobre su pecho-.
Nadie dice nada. Trohm está a punto de abrir la boca, cuando Blake
añade algo.
-Sólo a muerte. Si no es a muerte, no me retéis.
Jack abre mucho los ojos.
-Se ha vuelto loco. ¡Haz algo! –dice Evelyn zarandeando el brazo de su
novio-.
-Sí… ¿el qué?
-Arranca la nave y nos vamos.
-¿Dónde?
-Al fin del mundo.
-Tranquila, madre –comenta Blake acercándose a ella-. No hay nada
que temer. Tú no tienes ni un sólo gen atlante, y Jack tampoco. Adolph y
Wolf son una mutación koradi –miente-. Así que sólo me tenéis a mí –
comenta barriendo al grupo con la mirada-. Bueno, veo que tenéis muchas
ganas de matarme, pues adelante. Quien quiera retarme, que venga…
Se pone frente a “Tierra” y se quita la coraza y todas las protecciones,
tirando todo a un lado, incluso el collarín, dejando a la vista su collar, que
reluce con su luz celeste.
De todas las armas que posee, sólo se queda con la daga negra.
-¡Vamos!, ¡que salgan los que quieran retarme! –comenta vestido sólo
con unos pantalones holgados y sin siquiera tener calzado alguno-.
Trohm vuelve a la fila y, caminando hacia atrás, se medio pierde entre la
multitud, aunque su altura lo delata.
-¡Si nadie me reta, sigo siendo vuestro líder!
Horstrehm, con cara de tonto, mira al que sale de las filas.

384
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

Es casi tan grande como Trohm, pero mucho más listo y curtido en
batalla.
Alzando una espada sobre su cabeza, hace que todos aclamen, bueno,
casi todos.
Los hijos de Jack están callados. Lánzela no reacciona y Evelyn hunde
su cara en el pecho de Jack, que tiene preparada una pistola.
-¡Yo te reto! –comenta el grandullón-.
El arma que usa el grandullón es de combate cuerpo a cuerpo. Podría
usar una pistola si el líder hubiera utilizado una, pero no sería honorable ni
respetuoso usar armas de larga distancia contra armas blancas en retos.
El grandullón sí lleva protecciones. No se las quita, pues el líder ha
elegido no llevarlas, pero él no pierde honor o respeto por salvaguardar sus
articulaciones y, sobre todo, su cuello. No es un suicida.
Blake, con los brazos estiraos a ambos lados de su cuerpo, dice:
-Cuando quieras.
El grandullón ataca y a Blake sólo le hace falta una fracción de segundo
para mandarlo volando contra la pared.
El grandullón se palpa el esternón dañado. Su espada ha quedado lejos
de su alcance. No tiene tiempo de reacción antes de que Blake le ponga el
pie en el pecho y de un tajo en su collarín con la daga, haciendo que este
se rompa en dos.
-A muerte –comenta Blake y deposita la punta de la daga en la nuez-.
-A muerte… -repite él sin moverse, esperando lo inevitable-.
Blake se retira.
-No voy a matarte. Levántate.
El koradi mira con cara de no entender y se levanta.
-No aprendéis. Si nos matamos entre nosotros, nunca podremos ser
fuertes. Necesitáis saber qué diablos es la unión, porque sólo pensáis en
quitarle el poder a otro, sin pensar si es lo mejor para vuestra comunidad.
Estoy asqueado. No creo que merezca la pena seguir con esto. Así que me
retiro y me largo de este planeta. No voy a seguir con esto, ya puedo volver
a mi casa…
Evelyn mira y suspira al ver a su hijo entero. Luego mira a Jack, que no
sabe si Blake lo dice en serio o no, porque, realmente, la nave está en
mejores condiciones que cuando la usó por primera vez, mejor que en su
primer viaje. Puede volver a casa, siempre y cuando sepa qué camino
tomar, ¿lo sabrá?
Blake se encamina hacia “Tierra” y esta expone sus luces y restablece
sus escudos al estar cerca de su amo y señor.
-Si te vas es que eres un cobarde –comenta uno-.
Blake se da la vuelta y barre la zona.
-¿Quién ha dicho eso?
Un hark sale del grupo de koradis.
-Yo.
-Dicen que una retirada a tiempo es una victoria.
-¡Maldito lunático!, ¡cumple con tu deber! –brama el hark señalándolo
con el dedo-.

385
NAZARETH SERRANO

Blake se ríe.
-¿Mi deber?
-¡Sí, tu deber!
-No tengo ningún deber en este lugar.
-¡Eres un egoísta!
Blake se ríe de nuevo.
-Oh, sí, ahí me has pillado.
-¡Idiota, no pongas en peligro tu vida!
-Pero, ¿quién diablos eres tú para decirme estas cosas?
-Yo no soy nadie, pero tú sí, Señor del Hielo.
Los ojos de Jack chispean al escuchar eso. Sus neuronas realizan un
frenético trabajo, recuerdos vuelven a su conciencia en un torbellino de
imágenes, pensamientos y palabras.
Los ojos de Blake se tiñen de grana, poco a poco el color carmesí vence
al esmeralda, dándole un toque demoniaco con esa sonrisa lunática, que
hasta asusta, aunque sólo un poco, a su propia madre, la cual lo mira con
expresión seria.
-¡No me nombres de ese modo! –dice perdiendo su expresión risueña-.
-Pero si ese es tu nombre. En mi idioma Bla-ke significa Señor del Hielo.
-Silencio…
-¡Suicida!, ¡mata a todo el que te rete o en el futuro te traicionará!
-Cállate…
-¡Si no nos vas a ayudar, vete al infierno!
-¡Cállate de una puta vez!
-¡Eres débil y un soñador!, ¡un imperio se forja sobre sangre y la carne
despedaza del enemigo!, ¡o es que en la batalla ibas a perdonar al que
intenta matarte!
-He tenido suficiente, gracias por los consejos –comenta sonriendo,
pero de mala leche-.
-¡Pero ¿es que no hay nada que te haga reaccionar?!
-¿Qué diablos quieres que haga?
-¿Es que hay que llamar puta a tu madre para que me des un buen
puñetazo?
Blake no contesta ni reacciona de modo alguno.
-¿Qué tengo que hacer para que intentes matarme?, ¿rajar la garganta
de esa humana que te engendró?
Nada, ni pestañear.
-¿Y después de matarme llorarías como un niño arrepentido?
Nada. Algunos koradis se ríen, pero nadie interviene.
El hark da un paso al frente.
-Venga, demuéstrame lo que sabes hacer, chico.
Blake lo mira de reojo. El hark saca una daga parecida a la suya y la
blande delante de su cuerpo formando zigzagueantes figuras con precisión.
-Vamos, cobarde, don nadie, sumiso ser, ven a por mí.
No se mueve. El hark lo rodea con una caminata, manteniendo una
distancia prudente, más o menos.

386
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

-Si es lo que piensas tú. Que no vales para nada, que tu vida no es
valiosa, que eres un simple mortal. No te he dicho nada que te pueda
ofender, porque todo eso ya lo sabías.
Blake no se inmuta en absoluto.
-¿Qué te pasa?, ¿te has meado en los pantalones al ver a un
contrincante digno de ti?
Nada.
-Vamos, ojos bonitos, dame un besito o alza tu espada.
No reacciona. El hark se acerca y coloca la punta de su daga en el
cuello de Blake, el cual se queda exactamente como está, incluso cuando
aprieta haciéndole sangre.
-Si no te mueves voy a ahorrar tiempo a tus hombres y te decapitaré
ahora mismo.
Blake deja de mirar hacia Jack un momento, para dedicar un vistazo al
hark.
-Entra en la nave –dice-.
El hark baja el arma sonriente.
-Eso es, chico.
El hark utiliza la escalera para subir a las plataformas que Blake ha
dispuesto alrededor de “Tierra”, Blake sube de un salto a la plataforma que
da acceso a la entrada y espera al hark con los brazos cruzados.
-¿Qué va a hacer? –pregunta Evelyn-.
Jack se encoge de hombros.
-No lo sé, simplemente, ya no sé quién es.
Ambos entran en la nave “Tierra”. Una porción enorme del hangar se
abre de forma automática y la nace se “esfuma” delante de los presentes
sin dejar rastro de luz o sonido alguno.
-Buen trabajo, Blake –indica Jack mirando como el techo vuelve a
“reaparecer”-.
-Pero si no sabe pilotar –indica Evelyn-.
-Sí sabe –afirma Lánzela, que está “casualmente” a su lado-. Aprendió
en un día –añade con cierto orgullo, pues fue su instructora-.
-¿A sí?, ¿y qué más aprendió a hacer ese día, guapita?
Lánzela la mira con la ceja levantada. Jack, abstraído no se mete en los
líos de sus “nenas”.
-Pues nada, porque alguien interrumpió… -responde Lánzela-.
-¿Lo dices por mí?, mira que a mí me da igual…
-Ya, una madre muy liberal.
-No voy a perderlo de nuevo.
-Ni yo.
Y se larga dejando a Evelyn a punto de explotar de rabia.

387
NAZARETH SERRANO

388
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

CAPÍTULO 46: DUALIDAD

AÑO TERRESTRE SIN DETERMINAR

PLANETA FINGUX

Lamano
nave aterriza con la misma suavidad que una pluma, como si la
de un niño-dios la hubiera posado sobre el terreno caótico.
La puerta principal se abre tras la salida de la rampa auxiliar.
De “Tierra” salen dos hombres. Blake sigue llevando la misma
indumentaria con la que entró. Kiexerus lleva un traje espacial que aísla su
piel de la radiación y demás peligros exteriores y un casco que le da
oxígeno.
A Blake le cuesta respirar y su pecho se oprime ante la tóxica
atmósfera, pero desoyendo los consejos del oficial, baja de la nave,
descalzo, sintiendo el calor bajo sus pies, el calor que la placa ha captado
del ambiente.
Mira un cielo oscuro, sin estrellas, sin luna y sin nada.
-Muerto no vales para nada –indica Kiexerus a través del micrófono del
casco-.
Pero Blake no da marcha atrás para satisfacer sus necesidades de
oxígeno. Sus ojos se irritan y su piel arde y escuece, pero sigue caminando
hacia el final de la placa, hacia el caos.
Kiexerus sigue al joven tozudo con cierto recelo.
Blake obliga a su organismo a bajar el ritmo, y su corazón, sus
pulmones, su digestión… todo se ralentiza hasta casi paralizarse. Los
nervios ya no dan más información al cerebro sobre el dolor de piel o la
quemazón, y este es el único que funciona a todo gas, bueno, el cerebro y
sus sentidos, que captan toda la atención del cerebro.
El olor le es característico.
-¿Cómo diablos puedes respirar esto sin morir? –pregunta Kiexerus-.
-No respiro –responde él mirando a su alrededor con sus ojos, ahora
esmeralda-.
Ha visto esto antes, pero… ¿dónde, cuándo, en qué vida?
Sus pies tocan esa “ceniza” extraña. Kiexerus lo acompaña, pero
calzado con unas botas gruesas que lo protegen.
-¿Cómo es el Kort?
-¿Cuál de los dos?
-El príncipe.
-Alto, grande, estúpido y engreído…
-¿Y cómo es su rostro? –pregunta caminando hacia… ¿ninguna parte?,
pues todo a su alrededor parece igual-.
-No lo sé, siempre lo lleva cubierto, por una máscara. Igual que el
emperador. Mira, será mejor que nos larguemos, puede que alguien…

389
NAZARETH SERRANO

-No te preocupes, esto está desierto. La guerra se lleva a cabo más allá
–y señala en una dirección-.
Kiexerus no se sitúa, pero le cree.
-¿Me vas a ayudar?
-¿A vengarte? –pregunta volteándose y posando sus ojos rojos en el
casco de Kiexerus, a la altura de los ojos de este, a pesar de lucir un cristal
plateado que no debería dejar ver nada-.
-Sí... en cierto modo.
-No.
-Pero, pensé que…
-La venganza te convierte en el mismo ser del que te quieres vengar.
Además, es algo que te domina y que te consume. Y al final, harás lo que
sea con tal de conseguir calmar el dolor que han infringido en tu ser. La
oscuridad de un deseo vengativo acaba consumiendo cualquier llama de
luz y te lleva derecho al abismo de la existencia terrenal, vendando tu
mente y engañando a tu espíritu, relegado a un segundo plano ante una
vida terrena, que al fin y al cabo, acabará. ¿Y luego qué?.
-Al infierno con el espíritu.
-Si quieres verlo así...
-Es una expresión. Quería decir que me da igual todo…
-Si quieres venganza, has buscado en el lugar equivocado.
-¿Y tú qué diablos vas a hacer entonces?, ¿marcharte a tu planeta y
dejarnos aquí a todos?
Blake no contesta. Kiexerus explota e intenta dar un buen puñetazo al
joven, que se retira y lo deja caer en su propio impulso.
-Muy gracioso –comenta el oficial levantándose un tanto avergonzado-.
-Lo ves, hay que pensar con serenidad antes de actuar. No puedes
provocarme, lo siento.
-Ya, lo sé.
-¿Antes intentabas hacer que perdiera los nervios delante de mis
soldados para que vieran lo estúpido que soy?
-Sí, claro que sí –comenta sacudiendo las cenizas de su traje-.
-Anda, serénate y sígueme –comenta Blake poniendo una mano en el
hombro del oficial-.

Caminan por el desierto de destrucción. Blake se detiene en un punto y


mira, como extasiado, a su alrededor.
-¿Puedes aguantar tanto tiempo sin respirar? –pregunta el oficial un
tanto cansado, aunque le cueste admitirlo, con esa cargada gravedad-.
-Sí… no tiene importancia.
-¿Qué miras?
-¿Quieres saber lo que veo?
-Sí.
-Te veo a ti.
-Pero si estoy a tus espaldas.
-Eres un niño muy travieso.
-¿Eh?. ¿Me tomas el pelo?

390
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

-¿Quieres ver a través de mis ojos?


-Sí, quiero recordar.
-Coge oxígeno y contén la respiración.
El oficial así lo hace. Blake le quita el casco, y de las presillas sale una
humareda blanquecina.
Blake, con unos ojos más extraños que nunca, de color celeste y sin
pupilas, deposita su mano desnuda en la cabeza del hark, el cual siente
que se desmaya, más no lo hace.
Todo a su alrededor cambia.
Árboles brotan por doquier, la ceniza se convierte en tierra leonada,
matorrales y flores nacen bajo la luz de un sol dorado, encumbrando el cielo
azul.
Ante sus ojos aparece una casa espectacular, lujosa y amplia.
En el jardín de la casa hay dos niños. Uno de ellos es él mismo. Ambos
luchan con espadas de madera, fabricadas por ellos mismos.
-¡Mísero koradi, te mataré! –grita el más mayor-.
-Yo soy el emperador, ¡nadie puede vencerme! –afirma el menor, que
finge una voz ruda-.
Y ambos se enfrascan en una lucha poco técnica, pero en la que ponen
su fuerza.
Un hombre alto y vestido con una especie de traje espacial niega con la
cabeza. Lleva una espada en el cinto y un casco apoyado contra su cadera
y sujeto con la mano derecha.
Sonriente, mira a los niños y niega con la cabeza de nuevo.
-¿Es que no os he enseñado a luchar mejor?
Ambos niños sueltan las espadas y corren hacia el hombre al grito de
“¡Papá!”
Al hombre le tiran el casco y él se deja caer cuando sus niños se tiran
sobre él.
-¡Que fuerza, muchachos!
La madre sale de la casa y, cruzada de brazos, niega con la cabeza.
Todo se disipa. Kiexerus ve los extraños ojos de Blake antes de volver a
“recordar”.
La gente corre de aquí para allá. Las naves civiles cubren gran parte del
cielo.
Él corre, su padre no está, su hermano mayor también corre hacia el
bosque.
Se escuchan truenos a lo lejos. ¿Son truenos?, fueran o no, eso es lo
que le pareció que se escuchaba, aunque no había tormenta.
-¡Yo, el Kort-Voverkam reclamo estas tierras en nombre de mi padre, el
emperador! –se escucha a lo lejos-.
A pesar de que le han dicho que no mire a sus espaldas, Kiexerus
mira… y ve un ejército imparable arrasando las tierras. El ejército hark de la
zona ha sido aniquilado, y los refuerzos tardan demasiado.
Corre y corre hasta llegar a una nave, donde les espera su padre.
Suben apresuradamente y la nave alza un vuelo descontrolado aún con las
compuertas abiertas.

391
NAZARETH SERRANO

Kiexerus, parado frente a la puerta de salida, puede ver como las naves
enemigas alcanzan la suya.
Por un momento todo pasa a cámara lenta. Su madre gritando que se
aleje de la puerta, su padre maldiciendo mientras intenta controlar la nave,
su hermano con la mirada clavada en la nave enemiga y ese rayo blanco
que se dirige hacia él.
Salta de la nave y cae bocarriba. Malherido, puede ver la explosión de
amasijos antes de quedar inconsciente con un dolor insoportable
recorriendo su cuerpo.
Kiexerus vuelve a ver los ojos de Blake.
-Los abandoné… salté… los dejé morir y me salvé… me salvé al saltar
de una nave en marcha, qué paradoja inútil e idiota. ¡Debería haber volado
en mil pedazos!
-Es el instinto de supervivencia, y no, no los abandonaste. Morir de nada
hubiera servido.
-Muéstrame un poco más.
El Kort-Voverkam. Eso es lo que ve tras abrir los ojos el niño, que
malherido, apenas puede moverse.
El príncipe deposita su pesada bota sobre el pecho del chaval y este
gime ante la presión en sus costillas rotas.
La punta de una espada en su cuello.
-¿Quién eres? –pregunta el enmascarado con su robótica voz-.
-¿Y tú, quién eres? –pregunta el niño notando el sabor de la sangre en
su boca-.
-Insolente. Te daré tu merecido…
El niño espera que lo mate. El príncipe alza la espada y, justo cuando va
a descenderla sobre el cuello del afligido, aparece otro hombre.
-Vuelva a la nave, señor. Tenemos que reunir las fuerzas, vienen los
rebeldes.
-Coge esta basura y haz lo que puedas para que sobreviva.
-¿Señor? –pregunta el soldado, como queriendo recriminar la decisión-.
-Ya lo has oído. Me servirá y ese será el castigo a su insolencia. Matarlo
sería benevolente, pues yo dirigía la nave que destruyó a aquella en que
viajaba y de la que saltó. Su familia está muerta –se ríe-. Y él vivo. ¿Qué
mejor castigo a su insolencia que servir al asesino de todo lo que quería?
-De acuerdo, señor.
El soldado lo coge en brazos y, llorando, se desmaya.
Kiexerus cae de rodillas, un poco mareado. Blake recupera el color
esmeralda en sus ojos y sus pupilas.
-Tranquilo, yo te llevo.
Kiexerus deja que le coloque el casco y luego se deja coger por el
fornido joven, que parecía menos fuerte.
Lo lleva hasta la nave, donde lo sube y lo deja en una de las cámaras
para que descanse.
-Descansa. Se te pasará en unas horas.
Y cierra la tapa de cristal blindado. Kiexerus se deja llevar por el sueño
reparador.

392
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

Kiexerus maldice cuando se ve tumbado en el suelo con la punta de esa


espada en el cuello. Blake retira el arma y le ofrece una mano. Ambos
están en una amplia sala de la nave, que orbita alrededor de “Ra”, una de
las lunas de Fingux.
El oficial acepta la mano del joven.
-¿Sigues queriendo luchar? –pregunta Blake-.
-Pues claro, me has pillado en frío –coge sus dagas y realiza rápidos
movimientos a ambos lados de su cuerpo con ellas, para luego terminar
cruzándolas delante de su rostro-. En marcha, chico.
-Me das miedo –comenta Blake-. Recuerda que sólo estamos midiendo
nuestras fuerzas.
-Tranquilo, no te pondré la cara del príncipe.
-Claro que no. Nunca la has visto.
Y se enzarzan en una lucha un tanto desigual, a favor de Blake.
El metal choca una y otra vez con las cabriolas y los imposibles saltos y
movimientos de ambos.
Blake usa dos espadas cortas ante las dagas del hark, que intenta
cansarlo.
En un momento dado, las cuatro armas se cruzan entre ambos, y estos
echan un “pulso” intentando derribar al contrario con un buen empujón.
Ninguno cede ni un centímetro. La cara del oficial se muestra
congestionada y rojiza. La de Blake sudorosa.
-Buen luchador –comenta el hark-.
-No me distraigas con tus cumplidos.
Al final optan por separarse a la vez imponiendo sus armas.
Dan vueltas en círculos, tentando al contrincante, vacilantes, mirándose
a los ojos, sopesando la posibilidad de atacar, como gladiadores en un circo
romano.
-Vamos, joven líder, ven a por mí.
-Si así lo deseas.
Blake se lanza volteando su cuerpo en el aire e intentando un preciso
ataque durante la bajada, aprovechando el impulso.
El hark lo intercepta y Blake cae de pie, al otro lado.
El oficial se da media vuelta demasiado tarde y se topa con el filo de la
espada contraria pegada a su cuello.
-De acuerdo… tú ganas. Otra.
Blake sonríe y se retira.
-Vaya, qué difícil es matar a un oficial hark. ¿Cuántas vidas tienes?
-Menos bromas, chico. Estaba sopesando tus fuerzas, no quería hacerte
daño.
-Ay, pobre orgullo dañado –comenta Blake riéndose-.
El hark ataca y Blake repele el embiste de tal toro. Luego ambos se
separan y jadeantes, se dan un “tiempo muerto”.
-¿Dónde está tu orgullo, muchacho?, no parece que te reconforten estas
victorias. ¿Tal vez porque sólo son simbólicas?

393
NAZARETH SERRANO

Blake sacude el sudor de su cara y sonríe de nuevo.


-No me regocijo en las victorias, porque las derrotas duelen más.
Prefiero aliviarme cuando haya ganado la guerra.
-Bueno, en batalla una victoria es estar vivo.
-Pero yo no le doy importancia a la vida.
Ambos vuelven a embestir. Y de nuevo, el oficial queda derrotado al ser
arrebatas ambas dagas de sus manos.
Blake tira sus espadas.
-No más, que tú estás más curtido.
-Sí, eso, ríndete –comenta el hark algo avergonzado-.
Blake pone una mano en su hombro.
-Si la resistencia estuviera formada por hombres como tú, el emperador
correría asustado a los brazos de su madre.
El hark sonríe.
-Gracias. A mí sí me gustan los cumplidos, chico. Mi ego tiene que
alimentarse.
-Mantenlo en hambruna, será mejor para ti. Te lo aseguro.
-¿Por qué dices eso?
-Todos los sentimientos hacen débil el cuerpo de un hombre.
-Sí. Y tu cuerpo es débil ante el amor que tienes a tu madre.
-Sí, cierto.
-Pues corrige eso, chico.
-Eso no se puede corregir. Es imposible.
-No. Porque tienes que comprender que tu vida vale más, pase lo que
pase.
-Mi vida no vale más que ninguna.
-Eres el salvador.
-No lo sería si me considero el primero. Encabezaré cada lucha que
disputen mis soldados, estaré a su lado y luciré heridas como ellos. Moriré
si así lo quiere mi destino. Soy el último, porque para ser el “salvador”,
tengo que servir, no hacer que me adoren y perderme entre sueños de
grandeza y honor.
-Son extrañas palabras para un líder.
-Es que no he venido aquí para ser un líder. He venido para ayudar a
los que se pierden en las tinieblas de la muerte.
-No lo entiendo.
-Yo tampoco, pero sigo caminando por donde me guía mi maestro.
Ciegamente, confío en él.
-¿Quién es tu maestro?
-No podría decirte quién es. Sólo que es alguien que puede guiarme,
porque su purificación le ha quitado todas las ataduras de la carne y la
materia.
El hark sonríe.
-De acuerdo. Ven, te contaré algunas cosas que te servirán para seguir
vivo, líder.

394
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

Ambos caminan hasta la sala de mapas. El hark indica a Blake que


muestre un primer plano de “La Tierra Muerta”, en el Planeta de Hielo.
-Aquí se realizará la audiencia –comenta el oficial-. Yo tendré hombres
apostados aquí, aquí y sobre todo por esta zona, para proteger al emisario.
Pero podría hacer la vista gorda con este lugar –señala-. Podría decir que
las grietas del iceberg lo hacen infranqueable y que nadie pasaría por esas
zonas donde el hielo es tan frágil. Tal vez un par de centinelas, si quieres,
novatos. Por ahí podrían entrar tus hombres.
Blake sonríe.
-¿Quieres que mate al príncipe?
-¿Cómo sabes que es el príncipe el que acudirá a la audiencia?
-Digamos, que esto ya ha pasado.
El hark lo mira de reojo.
-No importa. No puedo enfrentarme a él. Me aplastaría.
-¡Luchas como un Dios! –brama el hark agarrándolo por los hombros-.
-¿Has visto luchar a Voverkam?
-No.
-Lo verás. Pero no aún.
-¿Qué lo veré?
-Sí. Lucharé con él, cuando esté preparado.
-Es el momento ideal.
-Y también el momento ideal para que el emperador te mate por
abandono.
-Preocúpate de tu cabeza. La mía no vale nada. Con el príncipe muerto,
mi vida no tiene sentido.
-Ah. Perfecto. El príncipe es el motivo de tu existencia. La venganza le
ha convertido en tu único objetivo. Le daré las gracias por haber hecho que
no te suicides.
-¡Hombre, no es eso!
-Ves. Las cosas son muy paradójicas. Harás lo que sea por vivir hasta
que muera el príncipe. Pero cuando muera… No, eso no puede ser así. Te
destruyes a ti mismo en el abismo de la materia.
-¡Mátalo! –brama, más bien suplicando que enfadado-.
-Kiexerus, te prometo que si me enfrentara al príncipe, acabaría
muerto… o casi.
-¿Casi?
-En realidad estoy casi en la misma situación que tú. Mientras él viva, yo
intentaré vivir. Cuando muera… tal vez mi vida se tenga que extinguir.
-¿Por qué?
-Cuando una parte de la dualidad desaparece, la otra lo hace con su
opuesta.
Blake se retira hacia la sala de mandos dejando al hark pensativo.
-¿Dualidad? –pregunta en voz alta, aún sabiendo que nadie le escucha-.

395
NAZARETH SERRANO

396
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

CAPÍTULO 47: RUBÍ

AÑO TERRESTRE 2027 d.C.

ATLÁNTIDA, SÉPTIMO REINO


EN EL INTERIOR DE LA “GRUTA DE LA LUNA”

R amsés, rodeado de un halo de luz roja, camina por la gruta.


Descalzo, apenas hace caso a las afiladas rocas que cortan sin
piedad sus pies. Con ayuda de sus desarrollados sentidos, capta la
presencia de un ser, cuyo origen o especie no es capaz de determinar.
De repente una luz verdosa lo paraliza enviándolo siete metros atrás.
Su espalda y sus piernas son cortadas por las rocas y al hacerlo, más
heridas son infringidas en su cuerpo desnudo.
-Mierda… -masculla incorporándose, mientras todas sus magulladuras
se curan en apenas dos segundos-.
Vuelve a la bipedestación y observa la verde luminiscencia.
-¡¿Qué clase de broma es esta?!, ¡tan cerca y no me dejas tocarlo…!
Su potente voz se hace eco en la gruta. La luz verde desaparece, pero
no su poder.
Ramsés se palpa el mentón.
-De acuerdo –se postra y pega su frente a la roca-. Imploro tu ayuda,
dame una señal o algo para que interprete cual debe ser mi próximo
movimiento.
Un siseo en su oreja hace que abra los párpados. Echa un pequeño
vistazo al imponente reptil que rodea su posición. Es de color rubí, luce
formas romboides en su escamosa piel. Sus ojos, amarillos culminados en
unos alargados rombos, sus pupilas, están fijas en él. Con su lengua
viperina lo huele y él también huele al animal.
Cuando la serpiente realiza un círculo completo, muerde su cola y se
paraliza, con sus pupilas fijas en las del niño-dios.
-Eternidad… ¿quieres que me mate?
El rubí de las escamas de la serpiente se hace intenso y luminoso,
haciendo que las pupilas de Ramsés se tornen del mismo color, perdidas
en un mar de tonalidades azules que componen su iris.
Las mentes del animal y del niño-dios se conectan. Ramsés se queda
paralizado unos segundos, luego pestañea.
-De acuerdo, estoy preparado. Labraré mi futuro desde mi exilio, pero
muéstrame cual será mi pena si fracaso, te lo suplico.
Ramsés cae en un profundo trance. Todo lo que ve le aterra y asquea.
No puede consentir que su futuro se muestre tan lúgubre. No, esta vez todo
cambiará. Tarda horas en despertar, hechizado por quimeras y tormentos,
por fantasmas y dolor.

397
NAZARETH SERRANO

Su perfecto cuerpo es azotado por sus propios miedos, hasta que todos
son relegados a un segundo plano, autoconvencido de su victoria, ahora
que sabe cómo obrar.
Cuando despierta se siente extasiado y un tanto derrotado. Apenas
tiene fuerzas para respirar.
-Sin mis poderes, mi actividad en el mundo terreno es limitada.
Concededme tras mi prematura iniciación algunos poderes, por favor –
comenta tirado en el suelo, bocabajo, con la cabeza ladeada, cara al rostro
del reptil-.
El reptil zigzaguea por su cuello y Ramsés siente de nuevo su conexión
mental.
Tras un pequeño momento, el reptil desaparece tras la luz verdosa.
Ramsés descansa allí mismo. Mañana comenzará su iniciación y debe
estar en plena forma.

398
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

CAPÍTULO 48: CARNE Y SANGRE

AÑO 1270 DC

PLANETA DE HIELO
BASE AVANZADA DE LA RESISTENCIA

Blake capta un olor embriagador que pone sus sentidos en marcha.


Sus ojos verdes chispean y todo su cuerpo reacciona de forma
extraña.
Transita los pasillos descalzo y vestido sólo con esos pantalones que
llevaba durante su viaje. Nada más aterrizar, se encontró con todos sus
hombres trabajando. Nadie le juzga ya y todos lo han vuelto a aceptar como
líder. Su madre y Jack han desaparecido tras saber que está bien. Él les da
toda la intimidad que necesitan sin problemas ni prejuicios.
Luego, ese aroma extraño que le hace ansiar descubrir el punto exacto
del que proviene.
Camina hasta su cuarto y se detiene frente a la puerta.
Inhala aire como lo haría un depredador ante la aroma de un herbívoro.
Por petición mental, la puerta se abre.
Un vaso en una mesa auxiliar lleno de un líquido extraño y Lánzela
metida en su capa y tapada con esas sábanas espaciales, eso es lo que ve.
El aroma que lo ha atraído es el de la chica.
Pasa y la puerta se cierra tras él.
-Tienes que beber el contenido del vaso.
Blake lo coge sin dejar de mirarla y se lo lleva a los labios. El sabor es
amargo y le repulsa. Tras un pequeño sorbo pregunta:
-¿Para qué sirve?
-Para que no tengamos niños sin quererlo.
Se lo bebe todo de una sentada.
-¿Su efecto es reversible?
-Claro.
Deja el vaso sobre la mesa y se queda parado. Sabe que él no puede
hacer nada sin que su chica dé el primer paso. Así es el “ritual” koradi y así
lo lleva en sus nuevos genes.
Ella se destapa al fin y se levanta. Él se limita a mirar su cuerpo
desprovisto de ropa.
Se acerca a él con la sutileza de un felino y lo besa delicadamente. Él
reprime sus más instintivos impulsos de poseerla ahí mismo, incluso de pie.
Ella recorre su tórax con las manos, luego los abdominales y, por último
deposita sus manos en los pantalones… y se acabó la sutileza.
Le rompe literalmente la prenda haciendo acopio de su naturaleza
salvaje.
Lo besa de forma desenfrenada y lujuriosa. Sus cuerpos quedan
completamente pegados. Sus labios se fusionan entre una salvaje

399
NAZARETH SERRANO

confusión de lenguas y sus manos tocan cuanto quieren del contrario,


explorando el cuerpo de la persona que provoca tal deseo.
La racionalidad de Blake perece a manos de sus instintos.
Las respiraciones de ambos se entrecortan convirtiéndose en leves
gemidos de placer.
Sin separarse de él, lo lleva hasta la cama, lo empuja sin pudor y con
insolencia haciendo que Blake se extasíe. Luego se pone sobre él y lo toma
como si fuera un esclavo y él una rica romana en busca de un placer oculto
en manos de un bruto galo.

AÑO TERRESTRE 2027 d.C.

PLANETA SIN DETERMINAR

Ramsés se estremece sumido en el mundo de las fantasías. De su boca


entreabierta brotan gemidos apagados por unas cuerdas bucales en
descanso.
Su cuerpo se remueve sin piedad. Sus ojos se agitan bajo sus
párpados. Sus manos se cierran en el arenoso terreno, en un vano intento
de tocar algo que realmente no está frente a él.
Lleva un momento en que su respiración se agita a la par que su
cuerpo. Sus ojos detienen el movimiento típico del sueño y sus parpados se
abren, aunque sólo para que él pierda la mirada bajo estos en el último
momento de éxtasis.
Un tanto agotado por la perturbación, se queda ahí tirado.
<¿Qué diablos he sentido?> –piensa-.
La lluvia brota de repente. Una llovizna que lo devuelve a la realidad.
Siente la humedad y el frío. Siente el aire, siente la textura de la arena…
Siente.
Sonríe y pone los brazos en cruz.
-Soy de carne y sangre. ¡Soy libre y puedo preparar mi camino!
Se levanta y mira al cielo. Con los ojos cerrados deja que la lluvia lo
empape.
Por un momento se siente ajeno y hasta piensa que es un sueño. Pero
no. Gracias a su iniciación, ha podido escapar de la prisión… demasiado
tarde. No importa. Esta vez prepará todo para que, llegado el momento, su
pasado y su futuro se unan en un presente ambiguo.
Cuando su pelo empapado se pega a su cara sonríe y se pone en
marcha.
Sus ojos brillan de forma eléctrica en la oscuridad de la noche sin luna.
-De acuerdo –sonríe-. Ha llegado el momento de las dualidades
desaparezcan. Sólo dejaré uno de cada dos…

400
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

CAPÍTULO 49: JUVENTUD, ETERNO TESORO

Durante siglos, el sueño de magos, hechiceros y alquimistas ha sido


encontrar el elixir de la eterna juventud…
Y distintas leyendas, sacadas de cada rincón de la tierra hablan de ríos,
fuentes, árboles, frutos y poderes para rejuvenecer a los hombres.
En Babilonia ya se consideraba el agua como símbolo de vida por su
poder curativo y fertilizante.
Se decía que la fuente y manantial de todo agua se encontraba en el
84
Golfo Pérsico y en remotos tiempos fue personificado como Ea , la casa
del agua, Dios de las aguas dulces que surtía a ríos y canales.
85
En el epílogo del Código de Hammurabi se invocaba al Dios Adad
para que prive al enemigo de las lluvias del cielo y de las aguas de las
fuentes.
86
Los asidios rendían culto a Isthar , Diosa del amor, purificadora de las
aguas y patrona de los manantiales “que traen la vida”.
87
En Egipto se divinizaba al Nilo en el Dios Hapi , abastecedor de
fuentes y manantiales, y era representado sosteniendo dos plantas: el
papyrus y el lotus, o bien dos vasos de los que manaban sendos ríos.
Posteriormente y hasta el final de las dinastías faraónicas, se consideró a
Isis como el espíritu de las aguas, Diosa de los ríos y de las fuentes que los
alimentan o de las que nacen. Se la consideraba la madre bienhechora,
esposa fiel y procreadora de Horus, el dador de vida y alimento de los
difuntos, la esposa del Dios de las inundaciones con su légano fertilizaba
las tierras y la creadora del caudal del Nilo.
En la India, a parte de los Dioses acuáticos como Vedas, están Apsaras,
ninfas que habitan las aguas, fuentes, lagos y ríos, especialmente el

84
En la mitología sumeria y babilónica, Enki (En = Señor, ki = tierra), o " Ea " como lo
denominaron los acadios y babilonios (en realidad es una denominación de origen sumerio, se
trata de un nombre compuesto por los signos E = casa y A = agua), es el " Señor de la tierra "
aunque se le asocia principalmente con el mundo acuático. De hecho Enki/Ea, según esta
mitología, reina en el Apsu, un lugar situado en las profundidades de la tierra, mientras que es
Enlil ("señor del aire") el que ostenta la soberanía en la superficie.
85
Adad en acadio y Ishkur en sumerio y Hadad en arameo , son los nombres del dios-
tormenta en el panteón de Babilonia – asirios.
86
Isthar, en la mitología mesopotámica, diosa babilónica del amor y la guerra, de la vida, de
la fertilidad, y patrona de otros temas menores. Ishtar era principalmente asociada con la
sexualidad: su culto implicaba la prostitución sagrada; la ciudad sagrada Uruk se llamaba la
"ciudad de las cortesanas sagradas", y ella misma fue la "cortesana de los dioses". Ishtar tenía
muchos amantes.
87
Hapi es el nombre del dios asociado al Nilo, el gran río de Egipto que tenía a la vez realidad
física y mitológica. La importancia simbólica del Nilo viene de su capacidad para generar
riqueza cuando inunda y deja limo fértil en sus márgenes. El nombre Hep proviene del periodo
predinástico de Egipto. Asociado a la región de Gebel el-Silsila. Creían que residía en una
cueva de Bigeh, cerca de las cataratas, con su harén de diosas rana, de donde emergía
anualmente para generar la inundación.

401
NAZARETH SERRANO

Ganges. Se le atribuía la misión de conducir a las almas de los guerreros


muertos en el campo de batalla a la mansión del Sol.
Los griegos, desde los principios de su cultura, consideraron que el
agua que manaba de las fuentes poseía un espíritu personal unido,
“dalimon o numen”, al que dieron una forma concreta definida,
88 89
relacionándolo con divinidades superiores como Hermes , Apolo ,
90 91
Artemisa y Dionisio .
En el templo de Apolo, en Delfos, desde la roca Nimpea, manaba la
Fuente Castalia, hasta hoy recordada por la literatura.
Junto a fuentes y manantiales se ha ubicado la Acacia, que recuerda a
Hiram, el constructor del Templo de Salomón, y símbolo de la masonería
hasta nuestros días; al loto de la religión egipcia; al mito de los ritos
92
iniciáticos de Eleusis , en Grecia; y al muérdago, planta sagrada para los
sacerdotes druidas.
Entre los romanos, Fons (Fontus o Fontanus) era una personificación de
la divinidad de las fuentes y manantiales. Hasta hoy día, Roma es conocida
como la ciudad de las fuentes. En los tiempos antiguos ya existía la Fuente
93
Lupercal en la colonia del Palatino. Al pie del Aventino estaba la Fuente

88
En la mitología griega Hermes (en griego antiguo Έρµῆς) es el dios olímpico mensajero, de
las fronteras y los viajeros que las cruzan, de los pastores y las vacadas, de los oradores y el
ingenio, de los literatos y poetas, del atletismo, de los pesos y medidas, de los inventos y el
comercio en general, de la astucia de los ladrones y los mentirosos. El himno homérico a
Hermes lo invoca como el «de multiforme ingenio (polytropos), de astutos pensamientos,
ladrón, cuatrero de bueyes, jefe de los sueños, espía nocturno, guardián de las puertas, que
muy pronto habría de hacer alarde de gloriosas hazañas ante los inmortales dioses.»
89
En la mitología griega y romana Apolo (en griego antiguo Ἀπόλλων Apóllōn o Ἀπέλλων
Apéllōn) es uno de los más importantes y polifacéticos dioses olímpicos. El ideal del kurós
(joven imberbe), Apolo ha sido reconocido variadamente como dios de la luz y el sol; la
verdad y la profecía; el tiro con arco; la medicina y la curación; la música, la poesía y las artes;
y más. Apolo es hijo de Zeus y Leto y hermano gemelo de la cazadora virgen Artemisa. Es
conocido como Apulu en la mitología etrusca, influenciada por la griega. Apolo fue adorado
en la antigua religión griega y en la romana, así como en el neohelenismo moderno.
90
En la mitología griega, Artemisa o Ártemis (en griego antiguo Ἄρτεµις —nominativo— o
Ἀρτέµιδος —genitivo—) fue una de las deidades más ampliamente veneradas y una de las más
antiguas. Algunos investigadores creen que su nombre, y de hecho la propia diosa, era
originalmente pregriega. Homero alude a ella como Artemis Agrotera, Potnia Theron,
‘Artemisa del terreno virgen, Señora de los Animales’. En el periodo clásico de la mitología
griega, Artemisa fue descrita a menudo como la hija de Zeus y Leto, y la hermana melliza de
Apolo. Fue la diosa helena de la caza, los animales salvajes, el terreno virgen, los nacimientos,
la virginidad y las mujeres jóvenes, que traía y aliviaba las enfermedades de las mujeres.
91
En la mitología clásica, Dioniso (en griego antiguo ∆ιώνυσος Diônysos o ∆ιόνυσος
Dionysos) es el dios del vino, inspirador de la locura ritual y el éxtasis, y un personaje
importante de la mitología griega. Aunque los orígenes geográficos de su culto son
desconocidos, casi todas las tragedias le presentan como «extranjero».
92
Eleusis (griego antiguo/katharevousa Ἐλευσίς, griego moderno Ελευσίνα/Elefsina) es una
ciudad de Grecia, en Ática, a unos 18 km al noroeste del centro de Atenas, en la llanura
triásica, ribereña del golfo Sarónico, en su extremo norte. Es la sede de la administración de la
prefectura de Ática occidental.
93
El monte Aventino es una de las siete colinas sobre las que se construyó la antigua Roma.

402
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

de Picus. Otra al pie del monta Caelus. En el centro de la ciudad, las


94
fuentes “Lautolae” y la fuente de Mercurio y la fuente de Catus (Font Cati).
Los romanos atribuían a las fuentes una virtud profética. Así puede
recordarse al rey Latinus acudir a la Fuente Albunea a consultar el Oráculo
del Fauno.
Con la invasión de los bárbaros y las expediciones de las legiones
romanas, llegó también el culto que a las fuentes y manantiales rendían los
celtas y los francos.
Al ocaso del Imperio Romano, llega el Cristianismo, y con él las
“Fuentes Bautismales” para sus seguidores.
Así pues, desde la mitología griega que contaba que los dioses bebían
95
un elixir para ser inmortales, que la maga Medea mediante hechizos
96 97
rejuvenecía a Esón , padre de Jasón , el jefe de los argonautas, pasando
por el infantil “Peter Pan” y hasta llegar al “Retrato de Dorian Grey” y las
películas de ciencia ficción con extraterrestres que conocen el don de
rejuvenecer, la humanidad conoce estas leyendas.
Podría hablarse de que nos encontramos ante un mito ancestral,
intrínseco a todas las culturas humanas.
Por este motivo, no nos debe extrañar que los españoles, a su llegada
al Nuevo Mundo confundieran el verde exuberante de los trópicos con el
Jardín del Edén y confundidos sus propios mitos con las historias que les
contaban los indios, iniciaran una búsqueda de la mítica fuente de la eterna
juventud o de ríos que arrastraban oro y hasta de un árbol de la vida.
América fue una tierra fértil para fundir los mitos de los europeos con los
autóctonos de las tierras recién descubiertas.
Los europeos, por ejemplo, llegaban cargados de historias como las que
narró Juan de Bourgogne, bajo el nombre de Juan de Mandeville que

94
En la mitología romana, Mercurio (en latín Mercurius) era un importante dios del comercio,
hijo de Júpiter y de Maia Maiestas. Su nombre está relacionado con la palabra latina merx
(‘mercancía’). En sus formas más primitivas parece haber estado relacionado con la deidad
etrusca Turms, pero la mayoría de sus características y mitología fue tomada prestada del dios
griego análogo Hermes.
95
En la mitología griega Medea era la hija de Eetes, rey de la Cólquida y de la ninfa Idía. Era
sacerdotisa de Hécate, que algunos consideran su madre y de la que se supone que aprendió
los principios de la hechicería junto con su tía, la diosa y hechicera Circe. Así, Medea es el
arquetipo de bruja o hechicera, con ciertos rasgos de chamanismo.
96
Esón o Aesón (en griego antiguo Αἴσων) en la mitología griega, era el hijo de Tiro y Creteo,
los cuales también tuvieron sus hermanos Feres y Amitaón. Esón era el padre de Jason y
Promaco con Polímedes, la hija de Autólico. Otras fuentes dicen que la madre de sus hijos fue
Alcímeda o Anfínome. La madre de Esón, Tiro tuvo otros dos hijos, Neleo y Pelias, con el
dios del mar Poseidón.
97
Jasón es un héroe mitológico griego. Según las diferentes versiones, su madre fue Alcímede,
hija de Fílaco, o bien Polimede, tía de Ulises, aunque también son mencionadas Polimela,
Eteoclímene, Polifeme o Teogneta. Su padre fue Esón, rey de Yolcos hasta que su propio
hermano, Pelias, lo destronó. Según otro relato, Esón confió el reino a su hermano Pelias,
hasta que Jasón alcanzase la mayoría de edad. Un día que Pelias, tío pues de Jasón, fue a
consultar sobre su futuro, fue advertido por el oráculo de que tuviera cuidado con un hombre
calzado con una sola sandalia, porque pondría en peligro su trono.

403
NAZARETH SERRANO

circulaba en el viejo continente desde 1356 en que describió imaginarios


viajes a extraños países en los que conoció a gigantes, enanos y, sobre
todo, la Fuente de la Eterna Juventud.
Respecto al río de la inmortalidad, no tiene un origen distinto al de la
Fuente de la Vida. Su origen es semítico. El Río o Manantial de Vida
Perpetua, en el relato legendario tenía como misión conservar la vida en
forma permanente, es decir, otorgar la inmortalidad.
La mitología sobre el Río de la Vida semítico parte, seguramente, del
Río descrito en el Génesis y se prolonga en otros ríos y en otras culturas.
Así encontramos el Jordán, el río del bautismo, que da la “vida eterna”
en un sentido espiritual. El Nilo, que da la vida material. El Ganges, en la
India, que limpia y purifica. El GuatamaBuda y el Sidharta.
Se cree que al llegar Colón al Golfo de Paria y contemplar el gran río
Orinoco y escuchar las leyendas de los indios, creyó que había encontrado
el paraíso terrenal y el río que bañaba el Jardín del Edén.
Así como la desembocadura del Orinoco hizo pensar a Colon que se
encontraba frente al Paraíso Terrenal, las leyendas y consejos de los indios
contribuyeron a confundir más aún a los “descubridores” de América y a
perseguir míticos ríos de inmortalidad y a encontrar la Fuente de la Eterna
Juventud, como se verá más adelante.
Así como el mito del Río de la Inmortalidad tiene origen semítico, la
Fuente de la Vida tiene origen en la India. Su misión, a diferencia del Río de
la Inmortalidad, no era hacer inmortal al hombre, sino renovar su vigor,
rejuvenecerlo.
La Fuente de la Vida aparece en la India en la primitiva tradición
brahmámica y ha perdurado hasta hoy. Muchas de las Fuentes de la Vida
tienen, sin embargo, este nombre sólo en boca de los europeos, mientras
que muchas de ellas son conocidas por los naturales sencillamente como
aguas medicinales o curativas, como se vio en la Conquista de América.
Fue la tradición traída por los europeos la que les dio el matiz que ellos
querían inconscientemente que tuviesen.
La existencia de estas aguas curativas pudo haber sido el origen de la
leyenda tanto en la India como en Florida.
El poder del rejuvenecimiento, ya fuese en virtud de una fuerza
sobrenatural, ya por efecto de la composición por drogas, sortilegios,
etcétera se creyó que era posible mucho antes de introducir en la leyenda
La Fuente de la Juventud. Siempre se tuvo el agua como un recurso
medicinal, y los hombres eran rejuvenecidos por la voluntad loa de los
Dioses; pero ambas ideas no se amalgamaron hasta más tarde.
En el pensamiento íntimo de los griegos y romanos, no había Fuente de
Juventud y de Vida al alcance del hombre en este mundo, sino que el
manantial de resurrección sólo se hallaba en la vida futura o mundo
espiritual. Al igual que el agua de la inmortalidad de los semitas sólo se
hallaba en el paraíso, no en cualquier parte de la Tierra y al alcance de
cualquiera.
Esta leyenda no se conoció en Francia ni Alemania hasta que se
introdujo en estos países procedente de Oriente, por lo que se estima que

404
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

no hay razón para creer que se trate de un mito indoeuropeo. En la leyenda


francesa se la conoce como “La Fontaine de la Jovent”, y en la alemana
como la “Jungbrunnen”. En cuanto a las versiones populares que en que se
mezcla la leyenda semítica del agua de la inmortalidad hay que
considerarlas como de origen oriental.
La leyenda de Alejandro Magno viajando a la India en busca del agua
de la inmortalidad contribuyó a gran medida a la mezcla de la leyenda
semítica y la india. A esto contribuyó la historia contada por Juan de
Mandeville que ubicó el Manantial de la Inmortalidad en la India. Otros
escritores, por su parte, la ubicaron en algún lugar de Oriente.
Enrique de Gandía es quien mejor ubica el origen mismo de esta saga:
Al arribar los españoles al Nuevo mundo hallaron que los indios profesaban
cierta veneración por unos árboles de extrañas virtudes curativas llamados
“de la vida”, “de la inmortalidad”, “xagua”, “palo santo” o “guayacan”
Estos árboles tenían la propiedad de trasmitir sus maravillosas
cualidades a los ríos y fuentes que se deslizaban junto a ellos.
De allí nació la fama, divulgada por los indios, de un río lejano cuyas
aguas rejuvenecían a los que se bañaban en ellas.
En busca de dicho río partieron muchos indios de la isla de Cuba antes
de que llegasen los españoles en un periplo que los llevó a través de las
Bahamas o Lucayas hasta Florida.
Desde entonces –agrega Gandía- los eruditos, olvidándose de los ríos
que se deslizaban entre bosquecillos de xaguas, palo santo y árboles de la
inmortalidad, hablaron siempre de una fuente imaginaria, tan maravillosa y
fantástica como la que había descrito el farsante caballero inglés Juan de
Mandeville.
98 99
Fueron los cronistas Fernández de Oviedo y López de Gomara los
que se refirieron a la “fuente que tornaba mozos a los viejos”, cuya fama se
extendió tras el descubrimiento de las islas Bimini.
Tal como Colon contempló en la desembocadura del Orinoco de
Palmera Moriche, a quien los indígenas daban el nombre del Árbol de la
Vida, otros españoles escucharon versiones similares. El nombre “moriche”
es de origen tupí, corrupción de “muriti”, palabra compuesta por “mbur”,
alimento e “iti”, árbol alto. Es decir, árbol del alimento o de la vida.
Además de la palmera moriche, encontraron el “Árbol de la
Inmortalidad”, el “Palo Santo”, llamado Guayacán por los nativos y el árbol
de Xagua, que proyectaba sus propiedades curativas a los ríos que lamían
sus raíces.

98
Gonzalo Fernández de Oviedo y Valdés (Madrid, 1478 - Valladolid, 1557) fue
un escritor, cronista y colonizador español.
99
Francisco López de Gómara (Gómara, Soria, 1511 – ibídem, 1566), fue un
eclesiástico e historiador español que destacó como cronista de la conquista
española de México, a pesar de que nunca atravesó el Atlántico. Aunque tampoco
viajó al Nuevo Mundo, escribió muchas obras que se refieren a su conquista.

405
NAZARETH SERRANO

Estos árboles de vida se multiplicaban en tierra firme y ya no era sólo la


Palmera Moriche en que Colín creyó reconocer el paraíso.
El hecho de que estos árboles comunicasen sus propiedades a los ríos
cuyas orillas crecían hizo, por tanto, que existieran no uno, sino muchos
ríos cuyas propiedades sobrenaturales, según los nativos y según la
credibilidad de los europeos, otorgaban la eterna juventud. Se oía hablar de
laguas maravillosas en la isla Boyuca, en la isla Trinidad y en Florida.
El padre Bernarbé Cobo, en su “historia del Nuevo Mundo” habla del
“árbol de la inmortalidad”
Por su parte, Hernandez de Oviedo, en su “Sumario de la Natural
Historia de Indias”, dice al respecto: La principal virtud de este madero es
sanar el mal de las búas, y es que cosa tan notoria, no me detengo mucho
en ello, salvo que del palo de él toan astillas delgadas, y algunos las hacen
limar, y aquellas limaduras cuéncelas en cierta cantidad de agua, y según el
peso o parte que echan de este leño a cocer; y desque ha desmenguado el
agua en el conocimiento las dos partes o más, quítanla del fuego y
reposase, y bébenla los dolientes ciertos días por las mañanas en ayunas,
y guardan mucha dieta, y entre día han de beber de otra agua cocida con
dicho guayacán: y sanan y sin ninguna duda muchos enfermos de aqueste
mal.
Respecto a la fruta Xagua dice: sacan agua muy clara, con la cual los
indios se lavan las piernas, y a veces toda la persona, cuando sienten las
carnes relajadas o flojas, y también por su placer se pintan con esta agua;
la cual además de ser su propia virtud apretar y restringir, poco a poco se
torna tan negro todo que dicha agua ha tocado como un fino azabache, o
más negro, la cual colo no se quita aunque pasen doce o quince días o
más…
Por estudios efectuados con posterioridad a la Conquista de América,
se ha estimado que quienes propagaron el mito del Árbol de la Vida fueron
las tribus migratorias conocidas como “caribestuíguaraní”, que recorrían
desde los márgenes del Río de la Plata por el Sur hasta Florida por el
Norte.
A estos Caribes se han referido numerosos cronistas e historiadores,
según el investigador Enrique de Gandía: El Padre Gumilla, en el “Orinoco
Ilustrado” decía: La caribe, que se extiende por la costa oriental hasta
Cayana (Guyana), y aún hoy vive mucha gente de ellos Colorados que
están junto a la Martinica…
La existencia de los Caribes o Guaranís en las Antillas y Sur de Florida
ha sido igualmente atestiguada por Hervás.
Verhagen, en su “Historia General de Brasil”, escribe que los Caribes o
Garanís extendieron sus conquistas hasta la isla de Cuba y Hunduras.
La ferocidad de los Caribes es comparada con las invasiones de los
bárbaros en tiempos del Imperio Romano. Dicen que fueron los enemigos
declarados de los imperios precolombinos, Incas, Mayas, Aztecas… que
conocieron su salvajismo.

406
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES
100
Pedro Mártir de Angleria los describe así: .. los nuestros encontraron
gente que se dedicaba a la caza de hombres y si les faltan enemigos con
quien guerrear vuelven contra sí mismos su crueldad, y se destruyen o se
ponen en fuga. De ahí provino la plaga grande sobre los miserables
habitantes del continente y las islas.
La hermosa leyenda de la fuente encantada se fue perdiendo en medio
de los avatares de la Conquista del Nuevo Mundo y por los eruditos que en
sus estudios e investigaciones no se cansan de volverla a contar: La ilusión
de los hombre por no morir nunca y siempre ser jóvenes.
Como siempre, el hombre reta al creador e intenta comer la fruta
prohibida para ser como él… pero, realmente, ¿qué es el hombre sin el
sueño de ser Dios?, el efímero sueño de la inmortalidad, de otra vida,
terrena o espiritual… Sólo materia que se reciclará convirtiéndose en
energía, como siempre ha sido y siempre será. Concepto demasiado
efímero para la mente de ser humano. Tal vez, un ser no condenado a la
muerte, pues toda leyenda, tiene un poso de verdad y los Dioses a veces
se vuelven mortales, y los mortales, a veces son hechos Dioses…

100
Pedro Mártir de Anglería -en italiano Pietro Martire d´Anghiera- (Arona,
Milanesado, 2 de febrero de 1457 - Granada, octubre de 1526) fue un miembro del
Consejo de Indias (1520-26) y cronista de Indias (1520). Ocupó diversos cargos
eclesiásticos y diplomáticos (Egipto).

407
NAZARETH SERRANO

408
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

CAPÍTULO 50: YIN Y YAN

FECHA SIN DETERMINAR

LUGAR SIN DETERMINAR

R udolph sube al vehículo que hace a la vez de “laboratorio” portátil.


Lleno de probetas, máquinas, paneles, pantallas y ordenadores.
El doctor está procesando una muestra del agua que han encontrado en
los alrededores del perímetro.
-¿Cómo va todo herr doktor?
El doctor, un tipo bajo y flaco, con una bata sobre el mono de seguridad,
lo mira tras sus diminutas gafas. Rudolph se pregunta si la mayoría de
doctores son miopes o si sólo se ponen los binóculos por estética.
-Me temo que el agua no se puede considerar potable. Pero estoy
interesado realmente en sus componentes. Quisiera llegar al lugar de
donde surge el río.
-Mandaré a un equipo de exploración. ¿Algo más?
-Por supuesto, advierta a sus hombres de que no la tomen. Podrían
indisponerse.
-Claro, herr doktor.
Se baja del vehículo y se topa con el geólogo, que con la cara
congestionada procura no caerse bajo el peso de su mochila.
-¿Le ayudo?
No hace falta decir más, le pasa la mochila a Rudolph y este la sostiene
con una sola mano, sopesándola.
-¿Qué lleva, piedras?
-Exacto. Por favor, al vehículo siete.
-Sí, ahora mismo.
Se echa la mochila al hombro y se topa con Enill.
-Señor, el gilipollas de mi compañero se encuentra mal.
-Sin insultar, por favor…
-De acuerdo.
-Que vaya a enfermería.
-Es que allí esta. La doctora Lorelei dice que lo necesita allí en menos
de un minuto. El minuto ya ha pasado.
-Pero… ¿qué diablos pasa?
-Bebió agua del río y se desmayó al poco tiempo.
-Joder… -le da la mochila a Enill y se marcha rumbo a la enfermería-.
¡Para qué está el agua embotellada!, ¡inútiles! –brama de camino a la
enfermería-.
Enill mira la mochila y al doctor alternativamente.
-Al vehículo siete, por favor –indica el geólogo encaminándose ya hacia
el vehículo indicado-.

409
NAZARETH SERRANO

<Siete puñaladas os daba yo a todos…> -piensa Enill caminando con


pesadez hacia el lugar indicado-.

Sam camina de vuelta al poblado. Desistiendo en su vano intento de


encontrar a Wolf, y viendo a esos soldados acampar tan cerca, sólo le
queda avisar a sus “discípulos” de la peligrosidad y, haciendo uso de su
“categoría de Dios”, convencerlos de que lo mejor es largarse antes de que
algún grupo de exploración los encuentre.
Algo abstraído, se sitúa en el terreno y se detiene frente a un árbol para
beber un poco de agua, traída por él mismo en una “cantimplora” hecha de
piel.
Sólo entonces se percata de la presencia de alguien que está tendido
en el suelo.
Lo mira con detenimiento, intentando advertir su respiración.
Como no sabe si está vivo o muerto, se acerca un poco, pero se detiene
a un metro, más o menos, de la posición del joven, que sólo tapa sus
vergüenzas con una tela ajustada al estilo romano.
Sam se siente un tanto extraño de repente ante el cuerpo perfecto que
no se mueve. Su cara etérea lo fascina. Sus párpados cerrados no
muestran su mayor hechizo. Su cabello moreno y su incipiente barba
adornan lo perfecto.
-¿Hola?, ¿te encuentras bien?
Sea quien sea, abre los ojos, pero sigue manteniendo su postura, con
las manos puestas sobre el pecho y los dedos entrelazados entre sí. Sam
pierde su mirada en los universos que conforman sus pupilas y agacha la
cabeza avergonzado.
-¿Estás bien? –articula Sam queriendo alejarse, pero viéndose envuelto
en una espiral de extraño deseo-.
-Te esperaba, Samuel –dice con su voz sobrenatural-.
Sam traga saliva intentando dar tiempo a su cerebro para poder decir
algo lógico.
-¿A mí? –es lo único que le sale y casi en un suspiro-.
Se levanta con un sólo movimiento y, serio, se acerca a Sam hasta que
entre los dos queda escaso medio metro. El corazón de Sam se encabrita,
su respiración se hace fuerte, superficial y demasiado fluida. Su cuerpo
quiere pegarse más al ajeno, pero su mente dice que se largue de allí tan
rápido como pueda.
-¿Buscabas a tu hermano? –pregunta Ramsés echándose un poco
hacia delante, pero sin rozar al contrario-.
-Sí…
-Tranquilo. Está bien. Lejos, pero bien.
Sam traga saliva de nuevo. Los ojos de Ramsés se clavan en los del
guardián, que esta vez no baja la mirada. Abstraído, su mente se deja
embargar en un torbellino irracional e instintivo.
-Tu hermano y tú sois como polos opuestos. Tú eres la parte buena de
esta dualidad.

410
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

Sam mira sus labios mientras habla, como si pudiera degustar el jugo
divino de cada palabra.
-La luz siempre vence a la oscuridad. Cualquier llama disipa el espesor
de la lúgubre noche.
Ramsés alza una mano y la deposita en la nuca del chico, que siente un
escalofrío de agrado por la espina dorsal.
Ramsés le toca el nacimiento del pelo con suavidad.
-Tú tienes un poco de oscuridad dentro, como tu hermano tiene un poco
de luz. Sólo llegando a la Suprema Iniciación cualquier rastro del opuesto
desaparece y se puede alcanzar la Luz Suprema, esa que no haya en sí ni
un sólo espacio oscuro. La dualidad entonces se desvanece en lo natural.
Pero en el mundo terreno, los polos se complementan en una balanza tan
ambigua como necesaria, y así como el día y la noche, el Sol y la Luna
alternan su turno, el yin y el yan conforman al ser antes de su nacimiento y
hasta su muerte.
Sam está completamente extasiado. Su cuerpo arde en las llamas de un
deseo prohibido y nunca vivido. Se siente completamente perdido en el
mundo de los sueños y Ramsés es la nube sobre la que flota.
-Siempre ha ocurrido así. La lucha entre el bien y el mal que surgió
desde el principio de los tiempos y con ellos. Antes de que el universo
existiera, las fuerzas opuestas dieron lugar a esta vida y por ello todo lo que
hay sobre la faz de cada planeta habitado está compuesto por extremos
opuestos.
Ramsés se detiene y pega su cuerpo al del contrario, haciendo que Sam
se quede sin respiración cuando Ramsés sube la mano por su cabeza y
entrelaza sus dedos en el cabello.
Sam no le toca de forma voluntaria, pero tiene que luchar para no
hacerlo.
-Cada cual es libre de elegir su camino, aunque algunas pautas están
determinadas desde su nacimiento –susurra en su oído-.
Sam cierra los ojos y echa la cabeza hacia atrás.
-Sólo que algunos tienen el poder de cambiar su destino, y otros sólo
pueden verse arrastrados por el río de la vida hacia su misión. Y por más
que intenten nadar a contracorriente… –pega la nariz a su cuello y Sam
gime-. Nunca tendrán fuerzas suficientes para ser inmunes al destino.
Porque los mortales sólo son piezas en el tablero de los Dioses.
Le besa en el cuello y Sam casi se desmaya.
-Y para los Dioses el tiempo y el espacio es flexible y manipulable, la
muerte una ilusión y la vida, carne y la sangre, el material con el que crear
un traje con el que visitar el mundo terreno.
Ramsés se retira y Sam coge la espada de su cinto.

411
NAZARETH SERRANO

AÑO 1270 DC

PLANETA DE HIELO
BASE AVANZADA DE LA RESISTENCIA
EN LA SALA DE ENTRENAMIENTOS

Adolph se dispone a dar el golpe de gracia a Wolf con la espada para


intentar arrebatar el arma, cuando este último se detiene y pierde la mirada
en alguna parte.
El arma de Wolf cae de sus manos. Adolph baja su propio arma
extrañado.
-¿Qué te pasa?
Wolf aprieta los dientes y de entre ellos se escapa un gemido de dolor.
Mira su abdomen extrañado. Adolph no ve nada raro, pero Wolf ve un
enorme agujero más allá Apéndice Xifoides, pero en la misma línea, que se
va abriendo cada vez más a la par que la carne desintegrada.
Luego siente el corte limpio y frío del filo en su cuello. Nota el dolor, el
sabor metálico de la sangre en su boca y como el aire deja de llegar a sus
pulmones.
Su cerebro se colapsa y cae de rodillas ante Adolph, que tira el arma y
se agacha.
-¿Qué pasa, Wolf?
Pero la mente de Wolf está lejos de su cuerpo. Se derrumba sobre
Adolph.

FECHA SIN DETERMINAR

LUGAR SIN DETERMINAR

Ramsés se quita con el dorso de la mano los restos de sangre que han
salpicado su perfecto rostro.
Sonriente, hace unos giros con la espada utilizando una sola mano y la
clava en un árbol cercano, haciendo que este pierda al instante sus hojas y
se marchite como una simple planta expuesta a condiciones extremas,
hasta quedar seco, desolado y despojado de cualquier indicio de vida. La
corteza se vuelve negruzca y débil al fin de tal metamorfosis.
Luego se agacha frente al cuerpo de Sam. Su rostro petrificado en el
tiempo muestra un placer extravagante, su sonrisa congelada en la fúnebre
muerte, sus ojos carentes del brillo vital reflejan el cielo, donde un águila de
plumaje plateado surca el firmamento alzando un grito que se escucha
desde el suelo.
Como lecho mortal, la tierra cubierta de sangre, que ha brotado de su
abdomen y de su cuello rajado. Una catarata de sangre que también luce
su boca.
Ramsés le arranca el collar de un tirón y lo aprieta en su puño hasta que
la piedra celeste se parte a la par que el metal.

412
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

Deja caer ambas cosas en la arena y con una sola mano cierra los
párpados del caído a manos de su propia espada.
-Bueno, guardián, ya eres mío.
Se levanta y se encamina hacia una montaña. No vuelve ni una sola vez
más la cabeza para ver el cadáver, que deja a la merced de la naturaleza.

Rudolph sostiene los hombros de Ancel, que convulsiona con las


pupilas perdidas en los párpados superiores.
La doctora reajusta las contenciones y Rudolph lo suelta. La doctora
inyecta un tranquilizante y Ancel deja de moverse de forma tan encabritada
para acabar durmiendo y babeando como un bebé.
-De acuerdo. ¿Para qué me ha llamado?
-Si no recibe otro tipo de ayuda médica morirá –india la doctora
quitándose los guantes de látex y depositándolos en un cubo de residuos-.
Rudolph aprieta los dientes.
-La misión no puede detenerse por un hombre.
-Eso es decisión suya. Yo sólo diagnóstico y curo, dentro de las
posibilidades y con los medios que dispongo. Era mi deber decírselo a
usted.
Rudolph mira al desdichado.
-Idiota… De acuerdo. Pero no sé cómo salir de aquí. Lo último que
vimos fue…
-Una luz verde. Lo sé. Yo también la vi.
Rudolph medita.
-Tenemos que llevarlo a una nave aérea e intentar buscar el camino de
vuelta. ¿Cuánto tiempo le da?
-Máximo dos días.
-De acuerdo. No es tarde… Prepararé a un par de hombres. Usted
prepare todo para que pueda ser trasladado.
-Necesitará que esté a su lado –comenta la doctora-.
-De acuerdo, está bien. Tenemos a más médicos.
-Me prepararé.
La doctora le guiña un ojo. Rudolph se baja del vehículo haciendo caso
omiso. Esa chica no tiene afinidad alguna con Ancel, le da igual lo que pase
con él y ha informado al máximo superior como dictan las normas. Pero,
¿coquetear con él con el enfermo al lado?.
Rudolph no se engaña. Él, desde que ha puesto un pie en esta extraña
tierra, sólo ha pensado en una mujer… una inapropiada.

413
NAZARETH SERRANO

AÑO 1270 DC

PLANETA DE HIELO
BASE AVANZADA DE LA RESISTENCIA
EN ENFERMERÍA

Wolf despierta en una camilla. No lo puede evitar, llora como un niño


sintiendo que una parte de él ha muerto.

18 de marzo de 2013

PLANETA TIERRA
MASSACHUSETTS

Mitch conduce abstraído. Se siente estúpido por haberse dejado atrapar


por Peter. Para su suerte, su hijo, Alex, lo salvó cuando ya iba camino a un
avión que lo trasladaría hasta “La Colmena”.
Su “hija”, Anastasia, le ha pedido que la lleve a cierta casa. Él sabe
perfectamente que es la vivienda de Arabelle. No ha puesto impedimento.
Prefiere complacer a la niña que aguantar sus reproches y echar por tierra
su plan.
No ha visto a Elisabeth desde que discutió con ella y pronto se tomará
unas vacaciones con su “mujer”. Quiere verla y hoy mismo lo hará.
Detiene el coche frente al caserón.
-¿Tengo que acompañarte o te espero fuera? –pregunta sin apartar la
vista de la carretera-.
-¿Cuánto tiempo necesitas? –pregunta la niña mirando hacia la
ventanilla que tiene al lado-.
Mitch calcula mentalmente. Si se demora en la cama de Elisabeth… sí,
seguro que lo hará.
-¿Cuánto necesitas tú?. Yo soy tu chofer hoy.
-De acuerdo, Angelo, llámame cuando termines.
La mira y eleva la ceja.
-¿Cómo?
-¡Oh, amor poderoso! Que a veces hace de una bestia un hombre, y
otras, de un hombre una bestia.
-Shakespeare.
La niña baja sin dar más explicaciones. Mitch niega con la cabeza y
arranca el coche cuando Anastasia entra en el jardín.

Gerhard se pasa una mano por su cara demacrada y las ojeras de sus
ojos se extienden como prendas tendidas al sol.
-A ver, niña…
Anastasia se atusa el pelo. Ambos están solos en el salón. Una mesa
de café los separa.

414
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

-Ana para los amigos. Anastasia para ti, tío.


-No puedes llamar “tío” a los extraños. Usa eso con tus amigos.
Anastasia de palmea la frente. Gerhard se encoge de hombros.
-¿Qué?
-Tío Gerhard. Eso es lo que quiero decir.
-Perdona… no te sigo.
-¿No te sigo?
-Quiero decir que no te entiendo.
-Usa un vocabulario normal. Soy tu invitada…
-¿Quieres un vinito?
-Menos bromas.
-Lo siento, pero es que pareces una abogada mata-maridos metida en
el cuerpo de una niñita.
-Niñito tú, ca… capirote, quiero decir tonto de capirote.
Gerhard se guarda una sonrisa. Anastasia se recompone y cruza sus
piernas, como si no quisiera enseñar lo que lleva bajo su vestidito.
-Bueno. ¿Qué quieres?
-¿Sabes hasta qué punto has cambiado la historia?
-¿Cómo?
-Tu regreso afecta a todos.
-No lo entiendo.
-No deberías estar aquí. Has provocado un cambio drástico en todos los
que te rodean y en personas que ni siquiera tienen nada que ver contigo.
Has cambiado por completo tu futuro y el de muchos.
Gerhard carcajea.
-Muy bien, gracias por el consejo. ¿Unas galletitas?
Anastasia suspira.
-Raptar a Ramsés, al bebé –añade poniendo énfasis en esta última
aclaración- fue un error de mi padre, sí…
-Espera –para Gerhard elevando la mano como un policía de tráfico-.
¿Tu padre?
-¿No te ha quedado claro lo de “tío Gerhard”?
Gerhard se pone serio.
-Continúa.
-Si sólo hubieras devuelto al niño a su correspondiente presente, nada
hubiera sucedido. O al menos, las consecuencias hubieran sido… digamos,
mínimas.
Gerhard se tira de la barba que cubre su mentón y mira los ojos brunos
de la niña.
-¿Qué pretendes?
-Deberías escuchar a tu maestro…
Gerhard se ríe primero en bajo. Luego carcajea, se levanta y barre la
mesa de café con un brazo, haciendo que todos los adornos que hay sobre
ella caigan en la alfombra.
-¡A la mierda con todo!, ¡soy libre y puedo hacer lo que quiera!
Anastasia no se intimida ante el hombre, que aunque más delgado de lo
normal y con tal estatura, es fuerte y sobre todo más que una niña.

415
NAZARETH SERRANO

-Tío, ¿cómo puede ser que toda la luz que iluminaba tu espíritu haya
sido consumida por este caos?
Se pone frente a ella, se agacha y coloca sus brazos a ambos lados de
la cabeza, sujetándose en el respaldo del sofá.
Anastasia lo mira y él agacha el cuello para quedar más cerca.
-Niña, el caos me ha dado lo que quiero. La luz sólo me intentaba joder
la vida. ¿Te queda clarito?.
Anastasia sonríe.
-Sí, tío. Pero, ¿qué precio estás dispuesto a pagar por lo que te han
dado?
Gerhard aprieta los labios.
-Fuera de mi casa.
-Reúne los ladrillos de tu propia celda si quieres, pero no nos condenes
a todos.
-¡Fuera!
-Pedazo de cobarde…
-¡Voy a…! –eleva una mano-.
-¡¿Qué cojones haces?! –pregunta Norbert al irrumpir en la sala atraído
por tales gritos-.
Gerhard se aparta y mira hacia otro lado.
-¿Te has vuelto loco? –pregunta Norbert-. ¿Qué pasa, padre?
Gerhard mira a Norbert a los ojos y sonríe.
-No soy tu padre. Tu padre murió hace tiempo. Yo soy Gerhard y sólo
tengo un hijo –eleva un dedo-. ¡Uno sólo!
-Pero…
Mira hacia la niña por encima del hombro de Norbert.
-¡Anton no es mi puto hermano y tú no eres nadie!
Anastasia sonríe maliciosa.
Gerhard intenta ir hacia ella, pero Norbert lo coge.
-Quieto, hombre…
Gerhard empuja a su hijo, pero este se mantiene en su posición y lo
detiene con facilidad.
-Vale ya, estás muy nervioso…
-Esa puta niña es un ángel del infierno, ¡que se largue de aquí!
-De acuerdo. Ya está…
-¡Que me dejes en paz!.
Se quita a Norbert de encima sacando fuerzas de flaqueza y, tras lanzar
una mirada un tanto indeterminada hacia Anastasia, se marcha y cierra de
un portazo.
Norbert se palpa el brazo dolorido y mira a Anastasia.
-¿Quién eres?
Anastasia suspira y vuelve a explicar todo. Esta vez, su interlocutor la
escucha, pero no sabe qué hacer.

-¡Ramsés!, ¡Ramsés!

416
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

El espectro aparece delante de él y Gerhard deja de gritar por todo el


gimnasio.
<Pero… ¿qué pasa?>
-Dijiste que vendrías cuando te necesitara.
<Bueno, pero ahora no estás en un apuro>
Gerhard lo mira de arriba abajo.
-Has cambiado.
<Ha pasado tiempo desde la última vez que nos vimos>
-No tanto.
<Para mí sí>
-No importa. ¿Cuándo voy volver a tenerte en carne y hueso?
<Soy de carne y hueso>
-Necesito tenerte aquí, no verte como a un fantasma.
<No puedo, porque no existo de ese modo en tu espacio-tiempo. Para ti,
sólo soy un bebé>
Gerhard se sienta en un banquillo y Ramsés se palpa la barba
incipiente.
<¿Qué te atormenta?>
-¿Qué vas a pedirme a cambio de esto?
Ramsés sonríe. Gerhard siente el magnetismo al instante.
<Nada>
-¿En serio?
<El pacto sólo acordaba mi libertad. Me has hecho libre para obrar
desde mi espacio-tiempo y preparar así mi camino>
-No lo entiendo… explícate.
<Verás. Cuando yo vaya a ser encerrado, en tu mundo, en tu
dimensión, lo impedirás. Yo desapareceré en la ambigüedad y entonces me
tendrás a tu lado>
-¿Desaparecerás?
<Fusionándome en mí mismo>
-¿Y qué preparas?
<Quito piedras del camino para no tropezar con las que ya tropecé>
-¿Cuándo?
<El pasado, el presente, el futuro. Nada de eso existe. El espacio y el
tiempo no son líneas continuas. La muerte es relativa y la inmortalidad no
es un sueño>
-No entiendo nada.
<Gerhard –se acerca y le roza la mejilla. Él lo siente como de carne y
hueso-. Disfruta de tu mujer, de tus hijos y deja que yo crezca. No pienses
en nada y confía>
Cierra los ojos y se deja llevar por la magnética mano. Cuando vuelve a
abrirlos la ilusión ha desaparecido.

Elisabeth apoya la cabeza sobre el torso desnudo de su chico y este la


estrecha contra sí.
-Tengo que irme pronto. Anastasia me espera…

417
NAZARETH SERRANO

Ella se acurruca y le pone el brazo por encima de los abdominales.


-He pasado tanto miedo.
-¿Por qué?
Mitch no sabe que Ramsés ha desaparecido durante un tiempo, así que
ella se limita a hacer público sólo uno de sus temores.
-Por perderte.
Mitch la mira con el ceño fruncido.
-Te quiero.
Da un respingo. Ella se incorpora levemente sonriendo.
-Soy yo. Las ilusiones no hacen el amor.
-¿Puedes repetir lo de antes?. No te he escuchado bien…
-No te pases… -comenta fingiendo orgullo-.
La besa delicadamente y ella, esta vez, no se deja llevar sólo por un
deseo desenfrenado.
-Espero que esta vez no rompas tu promesa.
Mitch recuerda.

Abre la puerta del cuarto que le han otorgado y una extraña energía
azota todo su cuerpo.
Encuentra el interruptor a tientas y lo acciona.
Se trata del espectro encapuchado, que al parecer, ha decidido
reaparecer.
Está ahí, frente a la cama.
Michel Angelo entra y cierra la puerta. Quiere un poco de intimidad,
aunque, a decir verdad, las cámaras no pueden captarlo y los micrófonos
no pueden grabar sus pensamientos. Bueno, eso sí hay cámaras y
micrófonos.
Michel Angelo se acerca al espectro y piensa:
<¿Crees que debo quedarme aquí?. Es que no entiendo por qué me
has traído a este lugar. Me han raptado y…>
El espectro deposita su mano sobre los labios de Michel Angelo. La
siente como si fuera real y la energía que mana le deja, de nuevo, a su
merced.
<Yo preferiría que te quedaras, pero eres libre de irte>
<Es que no confío demasiado en Alex>
El espectro toca el cráneo rapado de Michel Angelo y sonríe.
<Te ha quitado el controlador que llevabas en la cabeza. Así podrás
usar todas tus capacidades sin restricciones. Serás un semidiós. Cuando
no lo necesitemos, podremos irnos>
<Yo no noto nada>
<Tendrás que aprender. Y sólo Alex puede enseñarte a cumplir tu
destino>
<Y… ¿cuál es mi destino?>
-Depende de qué camino elijas.
Escucha al espectro hablar como si estuviera delante de él.
Michel Angelo frunce el ceño y, con una mano vacilante, retira la
capucha dejando al descubierto el rostro de una joven de facciones finas,

418
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

con pómulos salientes, labios delineados, nariz recta, ojos amplios y


grisáceos, brillantes, profundos, cálidos e hipnotizadores, coronados con
largas pestañas, cejas finas, mentón redondeado y mandíbula delineada.
Una larga cabellera morena y lisa cae más allá de sus hombros y llega
hasta la cintura al liberarse de la opresión de la capucha.
Michel Angelo toca su tez morena y suave. Es real, está frente a él.
-¿No te alegras de verme?
Michel Angelo no puede ni hablar. Está totalmente hipnotizado por la
energía que le envuelve.
-Sí, claro… ¿cómo has logrado esca…?
-¿Qué importa? –corta la joven-. Lo que importa es que por fin puedo
estar a tu lado.
La joven lo abraza suavemente y coloca su cabeza en el tórax de Michel
Angelo, debido a la diferencia de altura. La joven puede sentir el latido de
su corazón.
-Y nunca más dejaré que te alejes de mí –termina la joven-. Promételo,
promete que nunca más nada ni nadie nos separará.
Michel Angelo la acoge entre sus brazos y cierra los ojos. Siente el pelo
sedoso en su mentón.
-Lo prometo.
Y así se quedan durante un rato, como si todo a su alrededor sobrara.
Cuando se separan levemente, se miran a los ojos. Michel Angelo no
sabe exactamente que tiene que hacer para cumplir su destino, pero tiene
claro cuál es.

-Nunca la rompí, Elisabeth. Siempre estuve a tu lado.


-Siento haberte tratado tan mal.
Mitch sonríe.
-¿Qué me vas a pedir?
-Nada… Lo que siento por ti… de acuerdo… no puedo seguir
negándolo. No sólo quiero tenerte aquí, en la cama. Ahora que te has
vuelto a alejar después de haberte tenido… creo que necesito que estés en
mi vida.
Mitch la mira. Esta vez no es él quien está a merced del otro. Esta vez
Elisabeth tiene una mirada sincera. Esta vez ha roto los esquemas y ha
dejado a un lado su coraza de “mujer de piedra” que juega con los tíos.
No dicen nada más. Ambos se funden en un beso apacible y etéreo en
cierto modo.
Cuando se separan ella comenta:
-Mierda, ya me ha pillado un tío. ¿Y si retiro lo dicho?
Él se ríe ante la espontaneidad de su chica.
-Eso ya no vale. Lo dicho, dicho está. Estás a mis pies…
-¡Mitch!
-Bueno, y yo a los tuyos.
-Entonces, vale…
-Si es que estamos hechos el uno para el otro. En nuestra antigua vida
no cuajó la relación, pero ahora el yin y el yan se deben unir.

419
NAZARETH SERRANO

-¿Yin y yan?, ¿somos tan distintos?


-Nos complementamos. Somos distintos, pero nos necesitamos de
alguna manera.
Elisabeth lo mira y se encoge de hombros.
-Puede que sí.
-También se llama amor.
Ella le mira a los ojos y, sonriente, niega con la cabeza.
-No te pases.
-Yo estoy enamorado de ti. ¿Y tú?
Elisabeth parpadea y luego masculla:
-Sí.
Mitch, complacido ante la sinceridad, se levanta.
-Tengo que irme.
-Pues vuelve pronto.
Él se ríe.
-Sabes que tengo que ir de viaje dentro de unos días.
-Pues adelanta el curso del plan.
-De acuerdo.

420
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

CAPÍTULO 51: EL RUEDO

AÑO 1270 DC

PLANETA DE HIELO
EN PALACIO

E l Kort-Voverkam da la espalda a su invitado. Está completamente


desnudo, metido en una enorme bañera cuya agua se torna en un
color añil por los perfumes y los aceites.
No lleva su máscara, ni nada en general.
La estancia es amplia y un olor extraño pero gratificante inunda las
fosas nasales de Kiexerus.
Están solos en el gran baño, decorado con detalle.
-Mi Kort, me mandó llamar… -se atreve a articular Kiexerus, pensado
que el príncipe ni siquiera sabe que está allí-.
Desde la perspectiva del hark sólo puede ver el pelo del Kort, corto y de
color negro y parte de sus espaldas, anchas y musculadas. El resto está
tapado por la roca de la bañera.
El Kort se ríe.
-¿Qué tal te lo has pasado?
-¿Cómo dice?
-¿Qué tal lo has pasado con el líder de La Resistencia?
-Pues… simplemente hice lo que mandó, mi Kort.
-¿De veras?. Dime, ¿luchaste contra él?
-Sí, mi Kort.
-¿Y venciste?
-Una lucha simbólica, como usted quiso –comenta agachando la
cabeza, temiendo que lo vea desde algún espejo o de cualquier otro modo-.
-No he preguntado eso…
-Sí, vencí, mi Kort.
La risa del Kort se clava en la mente del hark.
-Ve a la sala de luchas, en cuanto me vista nos encontraremos.
-Sí, mi Kort –accede el hark un tanto preocupado-.

Los nobles y sus hijos están dispuestos en los cómodos sillones que
forman un semicírculo en gradas decoradas. Otro semicírculo al lado
opuesto cierra el terreno de lucha del palacio.
Los sillones del príncipe y el del emperador, situados en el palco,
quedan vacíos. Sólo las esposas de ambos asisten al juego, por detrás, sus
sirvientas personales.
En el centro de esta estructura, de apariencia parecida a un “circo
romano”, está el Kort, con su máscara y enseñando los imponentes
músculos de la parte superior de su cuerpo. Sin más protección que un

421
NAZARETH SERRANO

brazo metálico articulado cubriendo su extremidad derecha, donde sostiene


la espada, es mirado por todos.
Unos pantalones holgados y negros tapan sus piernas y sus pies
quedan desnudos en el terreno, de arena rojiza, que da suelo al círculo
central.
El hark entra por el otro lado, por una pequeña puerta.
Ha visto luchar aquí a sus soldados en ocasiones, para demostrar al
emperador cuanto han aprendido y, de paso, para distraer su mente.
Pero nunca ha visto al príncipe o al emperador pisar la arena.
Cuando sale el hark la nobleza abuchea.
El príncipe alza la espada y todos aplauden.
-Joder… vaya ánimos –masculla Kiexerus-.
Él va acorazado, con casco, collarín y una armadura completa que
cubre hasta sus manos, todo menos los dedos. Como armas luce dos
dagas en sus manos.
-¡Dice haber luchado contra el líder de La Resistencia y haber vencido!
–grita el príncipe-. ¡Comprobemos si puede vencer al Kort que os protege!
Los soldados a los que Kiexerus dio una buena lección, se elevan y
aclaman al príncipe, luego todos se unen.
-¡Adelante!, ¡ataca sin miedo y no tengas reparo en rajar mi piel! –grita
dirigiendo su máscara hacia el hark-.
La mente del hark vuela hasta una conversación que mantuvo con el
líder de La Resistencia en esa nave llamada “Tierra”.

-¿Quieres que mate al príncipe?


-¿Cómo sabes que es el príncipe el que acudirá a la audiencia?
-Digamos, que esto ya ha pasado.
El hark lo mira de reojo.
-No importa. No puedo enfrentarme a él. Me aplastaría.
-¡Luchas como un Dios! –brama el hark agarrándolo por los hombros-.
-¿Has visto luchar a Voverkam?

<Ahora lo voy a ver, chico, ahora lo voy a ver…>


-¡Vamos, ven a por mí! –grita Voverkam señalándolo con la espada-.
Intenta un golpe directo. Voverkam no se mueve ni un sólo milímetro
ante la embestida del toro. El hark se nubla con el odio de los recuerdos de
su familia y pretende matarlo delante de todos, aun sabiendo el castigo que
después le impondrían.
En la última milésima de segundo, justo cuando el hark está a punto de
dañarlo, el Kort se aparta y el hark detiene su carrera a sus espaldas.
En su costado se abre una boca sangrante. Su coraza ha sido
traspasada sin piedad.
Gritos de júbilo y el príncipe quieto, esperando.
<Mierda… ¿cómo se ha apartado de mi acero?>
El hark hace caso omiso a tal herida y vuelve a colocarse cara al
príncipe.
<Con tranquilidad…> -piensa el hark-.

422
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

El príncipe, de nuevo tranquilo, lo espera con los brazos extendidos a


ambos lados de su cuerpo.
-¡Vamos! –grita el príncipe-.
Esta vez intenta distraerlo con el embiste de un arma, para luego atacar
con la izquierda.
No sabe qué pasa, pero justo cuando va a clavar la daga en el abdomen
desnudo del príncipe, se ve volando por los aires y cayendo pesadamente,
bocarriba, sobre la arena rojiza.
Gime cuando intenta mover una pierna que ha sido atravesada por la
espada del príncipe, no sabe en qué momento. Su coraza no ha resistido tal
embestida.
La nobleza grita aclamando a su gobernador. El príncipe ofrece una
mano que Kiexerus acepta y lo ayuda a levantarse. Luego se retira.
Kiexerus se apoya sobre la pierna sana y espera a que el príncipe sea
quien ataque esta vez.
Ni siquiera lo ve venir, y otra boca sangrante se abre en su brazo.
Gime y falla el embiste que él lanza hacia el príncipe.
La lucha sucede a cámara lenta para el príncipe. Breves momentos
quedan momentáneamente grabados en su memoria.
El casco del hark sale disparado de su cabeza, que paralizada en el
espacio-tiempo, se muestra inclinada hacia detrás ante el golpe de la
empuñadura de su espada. De la boca del oficial sale una nube de sangre
que se queda suspendida en el aire. Sus ojos entrecerrados apenas ven el
segundo embiste de la espada, que raja su zona abdominal… el metal de la
coraza se desintegra bajo la espada y el filo llega a la carne, que abre sin
piedad, pero de forma poco profunda, haciendo saltar más sangre que se
une a la rojiza arena…
…El filo de la espada del hark pasa cerca de su cara, pero él, sin cerrar
los ojos y moviéndose en el último momento, lo esquiva, al igual que el otro
filo, que pretende dañar su pecho. Luego un movimiento a cámara lenta de
su propio brazo, el cubierto, que atesta un codazo en el pecho del hark, el
cual, a cámara lenta, es lanzado hacia atrás con la coraza fraccionada por
el golpe. Antes de que caiga, el emperador alza su espada y el collarín salta
partido en dos…
…la arena saltando y aglomerándose en forma de nube alrededor del
cuerpo del hark, los anclamos de la nobleza y la mirada de las mujeres del
palco puestas en el caído…
El hark se levanta… otra embestida y Voverkam se agacha para rajar
sin piedad la rodilla de la pierna ya herida… el metal y el hueso crujen a la
par… el hark consigue rozar al contrario, pero sólo le infringe un arañazo…
el príncipe aprovecha su posición para levantarlo y tirarlo… el cuerpo del
hark volando por los aires y estampándose a cámara lenta contra el muro
que precede a las gradas, su pelo paralizado en el espacio tiempo, su sudor
manando por su cara, la sangre cubriendo su rostro y cae pesadamente en
la arena, que vuelve a alzarse con furia sobre el cuerpo…
El príncipe levanta su espada y todos lo aclaman. Las damas reales
aplauden de pie.

423
NAZARETH SERRANO

Kiexerus intenta atacarlo por la espalda, mientras él está regocijándose.


Parece que no se da cuenta, que va a ser alcanzado por el filo del hierro
del contrario, pero en el último momento se voltea a tiempo para clavar su
espada en el pecho del hark, hasta la mitad.
A cámara lenta, el hark expresa su sorpresa. Ni siquiera lo ha visto
moverse… las espadas caen de sus manos y se unen a la arena… de su
boca mana más sangre a borbotones… él coloca su antebrazo en el cuello
del contrario y empujándolo hace que la espada salga de la cavidad… el
hark, a cámara lenta, da un paso atrás y termina postrado ante él… su
mirada extrañamente puesta en la máscara, como intentando vislumbrar
qué rostro hay bajo ella… cae pesadamente en la arena, que tiñe de
grana… no se levanta…
El Kort alza su espada ensangrentada hacia el palco y las mujeres
aplauden a la par que la nobleza, a la que luego dedica la actuación girando
sobre sí.
El hark lo mira desde el suelo ahogándose en su propia sangre, medio
muerto. Sus ojos nublados se clavan por un momento en la máscara del
Kort.
Luego la oscuridad se apodera de la mente de Kiexerus.
De nuevo el recuerdo de Blake inunda su marchita mente.

-¿Has visto luchar a Voverkam?


-No.
-Lo verás. Pero no aún.
-¿Qué lo veré?
-Sí. Lucharé con él, cuando esté preparado…
…cuando esté preparado… preparado…

-¡Mátalo! –brama, más bien suplicando que enfadado-.


-Kiexerus, te prometo que si me enfrentara al príncipe, acabaría
muerto… o casi.
-¿Casi?
-En realidad estoy casi en la misma situación que tú. Mientras él viva, yo
intentaré vivir. Cuando muera… tal vez mi vida se tenga que extinguir.
-¿Por qué?
-Cuando una parte de la dualidad desaparece, la otra lo hace con su
opuesta…
… la dualidad… desaparece con la opuesta…
….¡Mátalo...!
…te destruyes a ti mismo en el abismo de la materia…
…te destruyes a ti mismo…
…dualidad… abismo… te destruyes…cuando esté preparado…
…¡Mátalo!...
…te destruyes…

Suelta un último suspiro sangriento.

424
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

CAPÍTULO 52: VIEJAS HERIDAS

AÑO 1270 DC

PLANETA DE HIELO
FRONTERA OESTE DE LA RESISTENCIA, EN TIERRA NEUTRAL

E l líder hark de pelo rapado eleva una mano. Sudoroso y cansado,


doblado sobre su propio cuerpo y con su espada a los pies da fin
a una lucha de siete horas.
Blake lame el sudor de sus labios y se palpa el pelo empapado de ese
líquido corporal.
Tras cada líder hay algunos hombres de cada grupo.
-De acuerdo. La nave “Tierra” es superior a cualquiera que haya visto.
Su capacidad para crear distorsiones en el espacio-tiempo deja fuera de
combate la rapidez del emperador. Tu forma de luchar –se incorpora y le
mira a los ojos-, es espléndida, tus robots están perfectos… Hay trato por
mi parte, pero tengo que hablar con el resto de líderes.
-Hazlo rápido. Mi audiencia es en unos días y tendré que saber si puedo
o no retar al poder del emperador.
-Te aseguro que aceptarán vuestra ayuda.
-Perfecto. De cualquier modo, intentaré ganar tiempo haciendo creer
que me veo derrotado y sólo quiero alargar la agonía de mis dominios.
-Espero que tu plan salga bien.
-“Tierra” liderará la marcha, creará el agujero de gusano que las otras
naves atravesarán y estaremos en Fingux en unas horas.
-¿Y cuándo partirán las naves de apoyo?
-Tras mi audiencia, pues yo conduciré a “Tierra”.
El líder hark expresa una mueca extraña.
-¿Tú en persona?
-Sí. Dejaré mi puesto a un hombre que se encargará de todo en este
planeta.
-¿Vas a lanzarte a la lucha?
-Sí, por supuesto.
-Parece que tienes más de hark de lo que aparentas.
-El emperador se ha unido a la lucha. Espero encontrarle, eso es todo.
-Sé que no es eso lo que te preocupa. Tu objetivo es el príncipe,
¿puedo preguntar por qué?
-Digamos que tengo una charla pendiente con él. Y cuando llegue el
momento, uno de los dos desaparecerá. O tal vez, los dos.
-No comprendo esto último.
-Yo tampoco. Pero no dudes, me prepararé para ello y liberaré a ambos
pueblos del yugo del emperador y de su hijo, el verdadero gobernador.

425
NAZARETH SERRANO

18 de marzo de 2013

PLANETA TIERRA
EN ALGÚN LUGAR DEL BOSQUE…

Thomas despierta un tanto aturdido y siente la presión de su sangre en


la cabeza y en sus globos oculares.
Está colgando bocabajo de los pies. Se intenta mover, pero no puede.
Inclina el cuello hasta que pega la barbilla al pecho para comprobar que ha
sido embutido por film transparente. Hasta su cara está tapada y sólo tiene
un agujero en la boca para respirar y otros en los ojos. Está colgando de
una viga descubierta.
Mira a su alrededor y la sangre se le hiela. Está en la cabaña donde su
padre descansaba los días de caza.
Peter está sentado sobre una vieja caja de madera, limándose las uñas
con una navaja imponente.
-¿Ya te has despertado? –pregunta Peter sin apartar la vista de sus
manos-.
Viste con un uniforme militar viejo al que ha arrancado las insignias y
cualquier cosa que tenga que ver con los Estados Unidos de América.
En sus pies las botas de su padre. En el pecho una única insignia, la
que su padre regaló a Thomas.
En una esquina está la escopeta de Peter, con el cañón recortado. La
parte que le falta está tirada en el suelo.
El koradi ha sido el que ha capturado a Thomas y lo han trasladado
hasta aquí con el todoterreno. Mientras su nuevo compañero se encargue
de su mujer, Peter ha decidido tener una charla con Thomas.
Él no sabe que Mitch no está encerrado en “La Colmena”.
-¿Qué me vas a hacer? –pregunta Thomas entre balbuceos-.
Peter no contesta. Se levanta, cierra la navaja con un movimiento de su
muñeca y la guarda en el bolsillo trasero de su pantalón.
Se acerca a su hermano y sus pasos retumban en la mente de este.
Peter coge por los hombros al colgado y le hace girar un poco. Le
detiene y Thomas procura no vomitar.
-Vamos a hablar sobre la muerte de papá.
-No sé nada…
Peter se ríe.
-¿No quieres hablar? –saca la navaja y la abre tan rápido como la había
cerrado. Introduce la hoja del arma en la boca de Thomas y este procura no
moverse-. Si no quieres hablar tal vez debería hacer que te calles…
-No, no… -articula malamente pues con tal hoja su lengua se mueve
mal-.
Peter saca la navaja con cuidado, se sienta de nuevo en la caja de
madera y juega con el arma blanca.
-Te escucho –comenta mirando hacia sus botas-.
<Completamente loco…> -piensa Thomas-.
-Fue un accidente…

426
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

-Eso ya lo sé –dice con tranquilidad-.


-No lo mataste tú…
-También lo sé –comenta como sumergido en sus pensamientos-
-No sabía apuntar bien… -comenta llorando-. Tú eras quien debería
haber muerto.
Peter lo mira a los ojos. Lo celeste se funde en la negrura del contrario,
nublada por las lágrimas.
-¿Fuiste tú?.
-Sí…
-Por ti ahora tengo este aspecto, por tu culpa pasé por todo lo que pasé,
por tu culpa…
-Pero… Estabas loco, enamorado de nuestra madre… Piensa en Eva,
pensé que la violarías o algo así.
-¿Qué la violaría? –pregunta con sarcasmo-. ¿A mi hermana?
-Te enamoraste de nuestra madre…
-¿La violé?, ¿violé a nuestra madre, acaso?
-No…
-¡¿Maté a alguien?!
-No…
-¡¿Por qué me hiciste esto?! –brama levantándose-.
-No lo sé… Tenía miedo de que hicieras algo que…
-¿Sabes por lo que he pasado?
-No…
Los ojos de Peter brillan. Contiene las lágrimas y aprieta los dientes.
-¿Quién te ayudó?
-El abuelo te drogó. Fue él quien hizo la… ya sabes… la cabeza…
-¿Por qué?, ¿no me quería?
-Papá estaba metido en líos. Yo tenía un futuro…
-¿Y yo no?
-¡Sí, en un psiquiátrico!
-Y tú en la CIA, con el tío.
-Sí…
Peter agacha la cabeza.
-Yo era la cabeza de turco que limpiaría tus manos. Pero no tu mente,
¿no es así?
-Sí. Cierto… Siempre me atormentó este secreto. No lo podía contar, ni
siquiera a mi psiquiatra. Pero fue un accidente.
Peter se derrumba, quedando postrado en el suelo. Llora como un niño
y se agarra la cabeza como si fuera a explotar en cualquier momento.
Thomas ve su fin cerca, pero más aún cuando su hermano coge la
escopeta y, con los ojos enrojecidos por las lágrimas, apunta a su cabeza.
-¡La venganza no calmará tu dolor! –grita Thomas y cierra los ojos-.
-Puede que no, pero al menos no tendré que verte la cara ¡nunca más!
Ramsés aparece y su mente se bifurca en la de Thomas, proponiendo
un trato.
-¡Acepto! –grita apretando los ojos-.

427
NAZARETH SERRANO

El sonido de un disparo hace que las aves de los alrededores


emprendan un vuelo desordenado hacia diferentes puntos.

PLANETA TIERRA
MIAMI BEACH, FLORIDA

El koradi adolescente se lava las manos. La sangre se mezcla con el


agua y en conjunto desaparece por el desagüe.
Luego se lava la cara y al volver a ascender la cabeza se topa con su
propia imagen en el espejo.
Esa fea cicatriz… al menos está vivo. Recuerda esa noche, el
interrogatorio, las descargas en la bañera… sube su camiseta y da con la
cicatriz del abdomen.
Sólo piensa en irse. Sólo quiere que Peter vuelva y poder ver a Leon.

La taza de café cae de las manos de Noa y se estrella contra el suelo.


Trozos de porcelana salen dispersos por doquier y algunos se meten entre
el espacio que queda entre la encimera y el suelo.
Su corazón palpita tan fuerte que parece que se vaya a escapar de su
caja torácica.
Alarmada por el sonido de un disparo se lanza a la carrera hacia la
planta superior.
Sin pensárselo, abre la puerta del despacho de su marido y lanza un
grito que se convierte en llanto al ver a Steve medio derrumbado sobre su
sillón de cuero. Un orificio en su sien sangra de forma irregular. De su mano
muerta cae una pistola.
Noa se desmorona quedando malamente sentada en el suelo, llorando.
-¡¿Por qué?!, ¿por qué lo has hecho?, ¿por qué ahora que todo había
pasado? –añade entre sollozos-.
En la pantalla del portátil quedan restos de sangre. El informe sobre un
niño llamado Ramsés desaparece para siempre de la base de datos que
estaba utilizando, al igual que todas las copias de seguridad.
Noa piensa en sus hijas, ¿qué las dirá cuando vuelvan?
El dios-adolescente mira a la afligida esposa y, sonriente, vuelve a su
mundo.

FECHA SIN DETERMINAR

PLANETA TIERRA
AGARTHA

Rudolph se muerde el labio inferior. No puede más, pone las manos


sobre los hombros del chico y grita:
-¡Tranquilo, soldado!. Informe detenidamente.

428
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

El soldado intenta, aunque no consigue del todo, tranquilizarse.


Sudoroso, con el uniforme manchado de sangre y barro y con heridas y
rajas en la ropa, suspira.
-Señor, una emboscada ha terminado con el equipo de exploración. Me
han dejado vivo para… -coge aire-. Para mandar un mensaje. El mensaje
es: Fuera de nuestras tierras o seréis exterminados. Hemos visto los
camiones de las antiguas misiones. Ningún cuerpo…
-¡Suficiente!, ¡los SS no temen a nada ni a nadie!
Rudolph se aparta del chico y este lo mira con cara extraña. Él no
entiende qué clase de seres podrían aterrorizar de esta forma a un soldado
SS.
Preparará a su equipo para contraatacar, está decidido.

El hechicero niega con la cabeza. Habla con el jefe de la tribu en una


angosta cabaña.
Por doquier hay cuencos llenos de agua, antorchas encendidas y
recipientes con distintos líquidos o partes de animales.
-El Dios Gemelo no completó su transición y el Dios de la Guerra ha
venido a condenarnos.
-¡Mientes!. El Dios Gemelo se ha hecho uno y ha vuelto.
-¡Los guerreros del exterior atacan a los salvadores!
-¿Cómo?
-Un hombre ha visto a los hombres del sagrado símbolo –muestra la
esvástica grabada en una piedra-. También ha visto como han sido
aniquilados por los Hombres de las Sombras. ¡El Dios maldecirá nuestro
poblado con su humo!
El jefe de la tribu se pasa una mano por la agujereada nariz.
-¿Y si lo ofendemos?. ¡Su ira caerá sobre nosotros!
-Intentaré usar mi magia para echarlo…
-Que así sea. Pero mientras tanto, mantendremos su estómago lleno y
sus peticiones cumplidas.

Ramsés sonríe al jefe de la tribu cuando este entra en el templo. Luego


aparta la mirada de este para dirigirla a los senos de la mujer que tiene
enfrente.
Está tumbado sobre el mismo altar que usaba Wolf como cama. Sobre
sus piernas hay una joven que se mueve sobre él de forma automática,
mientras se equilibra con sus manos sobre el abdomen. Dos jóvenes más lo
acompañan, ambas arrodilladas a cada lado del altar le besan el pecho, el
cuello, o cualquier parte de su cuerpo que esté al alcance. Un hombre le
acaricia el pelo y, de vez en cuando, le besa en la boca.
Nadie detiene su hipnótico quehacer ante la llegada del Gran Jefe, de
nombre Águila Valiente.
Águila Valiente tiene que esperar a que Ramsés llegue al clímax y
termine su “quehacer” antes de poder entablar conversación con él.

429
NAZARETH SERRANO

Tras su acción, la mujer que tiene encima se tumba sobre él y le besa


en la boca de forma un tanto salvaje.
Él, tras el beso, la aparta con brutalidad y se quita de encima al resto.
Una vez de pie, con los cuatro siervos arrodillados, medio llorando
porque el “señor” se muestra enfadado, acariciando su cuerpo sin permiso,
Ramsés presta atención al jefe.
-¿Qué quieres?, ¿acaso no ves que estoy ocupado?
-Con motivo de la llegada del Gran Dios, hemos decidido festejar esta
noche la Sagrada Unión. Y por ello, esperamos que el Gran Dios esté
presente. ¿Querrá el Gran Dios presenciar tal ceremonia?
Ramsés sonríe malicioso.
-Sí, sí que querré presenciar tal ceremonia, mortal. Pero, mientras tanto,
¿querrías unirte a mi Sagrado Festejo?
Águila Valiente se ve sometido de repente por Ramsés. Su cabeza es
envuelta por el magnetismo imparable del adolescente.
Ramsés descubre los secretos de las Tierras a las que ha llegado y,
sonriente, hace que el jefe se postre ante él con una simple mirada.
Todo su plan se está revelando como el acertado. Cerrar viejas heridas
es fácil sabiendo que si quita todas las piedras que entorpecen su camino,
llegará lejos. Y, con ciertos guardianes y hombres apartados de su nuevo
futuro, no puede ser derrotado por un simple híbrido… ¿verdad?

PLANETA TIERRA
MIAMI BEACH, FLORIDA

El todoterreno aparca frente a la casa. Del vehículo se apea Thomas.


La imagen grabada de su hermano metiéndose el cañón de esa
escopeta en la boca y apretando el gatillo… sí, se ha quedado en su
cerebro. No debería haber abierto los ojos para presenciar el estallido del
cráneo y los fuegos artificiales que formó la sangre.
Aunque lo que más le ha impresionado, en cierto modo, ha sido la cara
de extravagante éxtasis que había puesto su hermano antes de suicidarse,
como si algo o alguien le hubiera dado un último momento de placer antes
de volarse la cabeza.
Al menos está vivo, y Peter, ahora lo tiene claro, no. Y esta vez lo ha
visto morir con sus propios ojos.
Es morboso pensar que se ha matado con el uniforme de su difunto
padre puesto, con la misma escopeta que este le regaló y delante de él, a
quien pensaba matar.
Ahora una idea surca su mente, ¿quién es ese que parece haberle
ayudado y cómo cumplir su parte del trato?, ¿se trata sólo de una ilusión en
un momento tenso?. No lo cree. No, no está loco… no tanto. Era real,
atractivo y real. Hipnotizador y real. Muy real.
Al entrar en la habitación de su madre, ve a esta muerta. No ha debido
ser una muerte agradable, por lo que ve.

430
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

Saca el móvil y llama a la policía. Luego espera a que lleguen sin


inmutarse.

431
NAZARETH SERRANO

432
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

CAPÍTULO 53: CLARO DE LUNA

18 de marzo de 2013

PLANETA TIERRA
MIAMI BEACH, FLORIDA

M itch, al frente de un piano de cola que decora el salón,


interpreta Claro de Luna de Beethoven.
Anastasia disfruta de la lectura y Celestine está de compras, en un
intento de llenar la maleta de viaje con nuevos modelitos en el último
momento.
Mientras, Kevin disfruta de un baño nocturno. Con su reproductor
sumergible escucha rap.
De repente se ve atraído hacia el fondo por una fuerza invisible que lo
arrastra.
Suelta un poco de aire durante la inmersión y mira hacia sus pies. Nada
ni nadie lo está agarrando, pero él, por más que intenta impulsarse, no
logra subir a la superficie.
Dentro de la casa Mitch cierra los ojos y continúa interpretando la sutil
melodía con pasividad.
Kevin lucha por su vida. Los oídos se llenan de agua y bracea sin
resultado. Se sumerge cada vez más…
Mitch, sonriente, sigue con la pieza. Anastasia aparta la vista del libro
para mirarlo, pero él no se inmuta.
Kevin, asustado, consume más oxigeno del necesario. Su cuerpo toca
fondo y no hay manera de emerger.
Se siente frustrado. Sus pulmones necesitan renovar aire.
Mitch se relaja.
Kevin se queda sin aire. Expulsa parte del que le queda en los
pulmones y este sale en forma de burbuja hasta lo que se le asemeja lejano
e inalcanzable, la superficie.
Anastasia, seria, no le quita la vista de encima a Mitch, que sigue con su
interpretación.
Kevin siente que sus pulmones se debaten dentro de su pecho. Su vista
se nubla y la luz difuminada de la luna a través del agua se le asemeja
celestial.
Poco a poco, va perdiendo el conocimiento y el sutil líquido en sus oídos
lo aísla de sonidos externos.
Mitch da unos últimos toques a las teclas del piano.
Kevin suelta el último suspiro dentro de su tumba acuática y sus
pulmones se llenan de agua.
Mitch termina la pieza y abre los ojos. Su mirada eléctrica se muestra
fría.

433
NAZARETH SERRANO

El último muro entre él y la herencia del fallecido Niklas ha caído… bajo


la sutileza del agua.
No ha sido difícil, sólo ha necesitado la duración de un Claro de Luna
para matarlo.
Cierra la tapa sobre las teclas y Anastasia vuelve a la lectura cuando su
“padre” se levanta.

434
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

CAPÍTULO 54: EL REY DAGMAROS

AÑO TERRESTRE 2028 d.C

ATLÁNTIDA, SÉPTIMO REINO


EN PALACIO

E l asistente lleva una copa sobre una bandeja de plata. Anton lo


intercepta y le quita la bandeja.
-Ya lo llevo yo. Tengo que hablar con el rey.
-Pero, príncipe…
-Retirate.
-Sí, príncipe.
Tras una reverencia se retira.
Anton se demora un tanto en entrar en los aposentos reales. Sin llamar
a la puerta entra y sujetando la bandeja como un camarero, accede a la
estancia.
Su padre, harto de las decisiones de los Dioses, está muy enfadado con
Gerhard.
En este momento está en el balcón. Se voltea para ver quién ha entrado
sin llamar.
Anton inclina la cabeza y le ofrece la bandeja.
-¿Qué hacéis sirviendo? –pregunta su padre acercándose y cogiendo el
cáliz de plata-.
-Intento hablar con vos.
-¿Hablar de qué?
-De mi herencia.
-¿Vuestra herencia? –comenta el rey llevándose la copa a los labios,
pero sin dar un sólo sorbo-.
-Soy el heredero del trono.
-No estoy muerto. Y vuestro hermano es el primogénito.
-¿Después de que como ha obrado?
-Sí.
-Puede que en otra vida… Ahora compartimos edad.
-Os equivocáis, hijo.
El rey baja la copa y Anton aprieta los dientes, más no se mueve.
-¿Por qué, padre?
El rey se da media vuelta y camina hasta el balcón.
-¿Por qué?, ¿a qué os referís?
-Por qué me negáis el trono.
El rey, sin darse la vuelta, responde mirando al cielo.
-Porque no sabéis gobernar. En el pasado ya lo dejasteis claro.
Anton aprieta el puño que le queda libre.
-¿Y él sí? –pregunta refiriéndose a Gerhard-.

435
NAZARETH SERRANO

-Alkari es el heredero y sí, será un buen rey. Será el impulsor de esta


nueva era.
-Estáis confuso.
-Vos os confundís con sueños de gloria.
El rey bebe un poco de la copa.
-Vos os confundís al menospreciarme, padre.
El rey se da media vuelta y bebe un poco más. Luego vuelve a ponerse
frente a Anton y deja la copa en la bandeja.
-No os menosprecio.
-Acabáis de hacerlo al no pensar hasta dónde puedo llegar por el trono.
El rey frunce el ceño. De repente la garganta le quema como una
hoguera. Se lleva una mano a la parte dañada e intenta articular palabras
que no salen de su boca.
El ardor baja por su tubo digestivo hasta su estómago.
Anton mira impasible como su padre se derrumba y, en tal acto, lo
agarra por la túnica.
-Morid en paz, rey. Yo soy el único heredero.
El rey tira la bandeja de las manos en un acto inconsciente y Anton se
agacha a la par que el rey cae al suelo.
-Ir ya al otro mundo, que los Dioses reclaman un gobernador. Atlántida
será mi reino vivo y próspero y vos sólo seréis un vago recuerdo entre el
caos de un reino muerto.
La mirada del rey se paraliza en los ojos de Anton y su peso cae muerto
en el suelo.
El príncipe grita y finge un llanto que alarma más aún a los sirvientes, ya
inquietados por el sonido de la bandeja.
La guardia es la primera en llegar.
Anton, con los ojos envueltos en lágrimas, sostiene a su padre y dice:
-¡Ayudarle!
Aunque sabe que el rey no puede ser ayudado. El veneno ha sido tan
eficaz como le dijo aquel extraño.

Anton ha tenido que fingir dolor, ha tenido que buscar un culpable y


mandar decapitar a un criado. Pero nada de eso ha empañado su gloriosa
hazaña. Será coronado en breve y las cosas cambiarán.
Contento, se dirige hacia los aposentos reales, los mismos en los que
ha matado a su padre. Fingiendo aflicción, ha ordenado que no se le
moleste y, armado con todos los documentos que Gerhard ha traducido,
buscará la forma más coherente de devolver el esplendor a su reino.
Nada más entrar en sus aposentos vislumbra una figura en el balcón.
Con las puertas cerradas tras su entrada por los asistentes, desde
fuera, Anton comenta:
-He dicho que no quiero ser molestado.
La silueta se voltea y sus ojos resplandecen bajo la luz lunar.
-¿Mi presencia os molesta?

436
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

Anton traga saliva y niega con la cabeza, a la par que articula un


suspirado:
-No…
La silueta se acerca a Anton, que de repente se siente en una nube.
-Grandioso rey. Gracias por darme la oportunidad de hablar –comenta
alimentando el ego del joven, que no se mueve y empieza a sudar, aunque
no sabe bien porqué-.
Ramsés hace una leve reverencia y añade.
-Si su majestad así lo quisiera, podría presentarme en persona en su
reino.
-¿No eres real? –pregunta Anton-.
Ramsés clava sus ojos en los de Anton y este se siente debilitado.
-Soy sólo una mera ilusión de la materia, mi rey.
Anton intenta aclararse, pero su cerebro es presa de la mente del
adolescente. Su cuerpo empieza a sentir mil y una emociones que nunca
había experimentado.
Ramsés camina haciendo círculos a su alrededor, mientras lo mira de
arriba abajo sin pudor.
Se detiene de nuevo frente a él, a escasos centímetros.
-¿Concedería mi rey una audiencia a tan humilde servidor?
-Aún no soy rey… -articula Anton-.
-Lo seréis. Y yo, un humilde servidor, quiero ayudaros a conseguir el
sueño, que vuestro padre, por culpa de la infatigable y siempre inesperada
muerte, no ha podido ver convertido en realidad.
A Anton le falta poco para babear. Él no repara en extender una mano
para tocar los abdominales del adolescente, los nota como reales.
-¿Deseas otros favores?
Anton traga saliva y se dispone a retirar la mano avergonzado. Ramsés
toma su mano y la pasa por su torso.
-Puedo concederte también eso.
-¿Por qué siento esto?
-El placer no entiende de sexos –se lleva la mano a la cara, donde
Anton siente la barba suave, luego a la boca, donde la besa y la lame-.
Como he dicho, soy un humilde servidor. Pero si no me presencio, no
puedo complacer vuestros deseos.
Anton retira la mano y lucha por deshacerse del hechizo.
-¡Suficiente! –grita cerrando los ojos-.
Ramsés toma su cara entre ambas manos y posa sus labios en los
ajenos. Anton abre los ojos, pero no se mueve envuelto en una espiral
extraña de éxtasis.
-Ofrezco un pacto –comenta Ramsés separando, levemente, la cabeza-.
Anton se desquicia.
-¿Qué pacto?
Ramsés deposita su mano en la nuca de Anton y hace que agache un
poco el cuello. Luego susurra en su oreja haciendo que Anton, el guardián
más incontrolado que ha conocido hasta ahora, lo agarre por la cintura y lo
estreche de forma inapropiada contra sí.

437
NAZARETH SERRANO

-No tan rápido, mi ardiente rey –añade Ramsés en su oreja-. No soy


real, ¿recordáis?
-Yo te siento perfectamente –comenta Anton medio ahogado-.
-Sólo es un truco, mi rey. Concedeme audiencia cuando me presencie.
-Así lo haré –dice Anton, pero sin soltarle-.
-Adiós –susurra en su oreja, y tras morderle en esta, se esfuma de los
brazos de Anton-.
El príncipe, angustiado, abre el portón. Dos asistentes lo miran con
detenimiento. Sudoroso, con la respiración entrecortada, dice:
-Traer a una sirvienta.
-¿Para qué? –pregunta un asistente-.
-Obedece.
El asistente se inclina y va en busca de una. El otro asistente mira al
príncipe.
-Hace calor, ¿no es así?
-Sí, mi príncipe.
Anton se quita el sudor de su frente y se lame los labios, buscando por
un momento el sabor de la boca de Ramsés en ellos.
-¿Ocurre algo?
-El calor, nada más.
El otro asistente no tarda en volver con una asistenta. Anton indica que
pase a sus aposentos y luego ambos asistentes cierran.
Incumpliendo las leyes, Anton yace con ella esa noche y se duerme a
altas horas de la madrugada ocupado con un desenfreno nunca vivido. Se
consideraba inmune a las mujeres, incluso a la diosa griega de Elisabeth.
Por un momento, medita por qué ese chico le ha puesto así. Nada racional
da una respuesta. No importa, al menos su pacto le conviene.

438
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

CAPÍTULO 55: EL ENCUENTRO

AÑO 1270 DC

PLANETA DE HIELO
BASE AVANZADA DE LA RESISTENCIA, EN LA SALA DE ARMAS

Blake se ajusta la coraza y suspira mientras pone la daga en su cinto.


No, no va a acudir a la audiencia completamente desarmado. Sólo
llevará la daga, sí, pero la llevará.
Evelyn entra y se abalanza sobre el cuello de su hijo, el cual la estrecha
contra sí.
-Sólo es un hasta pronto, madre. Y aún no me he separado.
-Pero lo harás… -comenta ella poniendo el mentón en su hombro, pues
Blake se a agachado un poco con el impulso-.
-Estaré bien.
-¡Si te vas a la guerra! –comenta sollozando-.
-Pero…
Ella se retira y lo mira a los ojos esmeralda.
-No lo hagas. No vayas…
-Madre, es mi misión.
-¿Morir es tu misión?
-No. Vencer es mi misión.
Ella niega con la cabeza y lo vuelve a abrazar. Blake se hace el duro e
intenta no pensar en ello.
Jack lo mira todo desde el marco de la puerta. Suspira y espera.
Cuando Evelyn se retira, un poco obligada por Jack, que ve que el
tiempo se les echa encima, él abraza al chico.
-Ten cuidado –le dice al oído-. No estás preparado, recuerda que pase
lo que pase, haga lo que haga el príncipe, no estás preparado…
-Lo sé.
-Pues no hagas tonterías.
Se retira. Mira a Blake y, asintiendo con la cabeza, se dispone a irse.
-Cuidala –dice Blake-.
Jack gira el cuello y sonríe.
-Sabes que sí.
Blake asiente con la cabeza.
-Tú también cuida a mi hija. Pero ten cuidado…
-No voy a cambiar mi destino.
Jack suspira.
-Terco –añade y se marcha-.

Con Jack y Evelyn subidos en “Tierra”, Blake se dispone a salir, cuando


Lánzela se presenta en la plataforma vestida como si fuera a la guerra.

439
NAZARETH SERRANO

Blake sonríe y sube la mano como un guardia de tráfico, impidiendo a la


chica seguir.
-¿Dónde vas?
-Contigo. Soy tu novia… -dice ella como si fuera evidente-.
-Ya, pero no tienes por qué venir…
-Es que quiero ir.
-Lo siento, pero no.
Ella sonríe.
-Lo siento, pero sí.
Lo intenta apartar, pero él la coge por la cintura y la levanta. Ella se
remueve.
-¡Suéltame!
-De acuerdo.
La sube más y pone parte del cuerpo fuera de las barandillas que
protegen la plataforma.
-¡No, no, nooooooooooo!
La suelta y Lánzela se ve en caída libre. Gort, preparado, la coge.
-Hermana, siempre por los aires.
-¡Bájame!, ¡que se van sin mí! –comenta removiéndose-.
-Tarde para decir eso…
Gort mira hacia arriba y Lánzela hace lo mismo, justo a tiempo para ver
la nave desaparecer tras el techo, que se cierra tras la salida.
Gort la deja en el suelo y Lánzela le da un buen puñetazo en el brazo.
-Vaya, que carácter –comenta su hermano palpándose el miembro
dañado-.
-¡Ahora me largo yo en otra nave!
Horstrehm es ahora quien la intercepta.
-Lo siento, pero las órdenes del líder son claras.
-No vais a impedir que salga.
Horstrehm mira a Gort, el líder mientras Blake no esté presente, y
ambos asienten con la cabeza.

Lánzela aporrea la puerta de la celda y maldice.


-¡Os vais a enterar cuando vuelva mi novio!, ¡par de perros!, ¡esa no es
forma de tratarme!
Los guardias no preguntan nada cuando ambos hermanos se largan de
los calabozos sacudiéndose las manos.

CERCA LA DE LA FRONTERA

“Tierra” aterriza suavemente.


Evelyn, Jack y Blake se quitan los cinturones. Jack y Blake preparan sus
trajes para las condiciones externas y Evelyn los imita.
-Madre –interviene Blake-. Tú no sales de aquí hasta que estemos
seguros de que todo va bien.
-¿Cómo?

440
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

-Lo que has oído, cariño –afirma Jack-.


-Pero…
-En este planeta se dice “los hombres primero” –comenta Blake-
Evelyn mira a uno y a otro.
-¿Pretendéis que me quede aquí con estos tipos –señala a los soldados
que los acompañan-, esperando a ver si volvéis enteros o a cachitos?
-Sí –afirman a la vez ya cerca de la puerta-.
-Pues…
Ambos se largan de allí dejando a Evelyn con la palabra en la boca y
momentáneamente encerrada.

Jack sopesa sus grilletes.


-Que mal, soy preso… -dice riéndose en la sala que precede a la salida-
.
-Mi preso.
-Venga, llévame a rastras para que sea real.
-Ya lo había pensado.
Jack se pone serio.
-Pero bueno, ¿qué te he hecho?
-Me vengaré de ti por quitarme a mi madre –dice Blake poniendo cara
de mala leche-. Y no vas a llegar vivo, que lo sepas –añade a escasos
centímetros de su cara-.
Jack hasta se lo cree, aunque sólo hasta que Blake sonríe.
-Vamos, basura.
Lo coge por los grilletes y lo arrastra de forma muy real y convincente,
tanto que Jack casi se cae.

EN TIERRA NEUTRAL

El Kort aparece casi a la vez que Blake. A su lado un sólo hombre, que
cojea.
Blake se siente de repente muy pequeño y hasta le cuesta caminar
hacia el contrario.
El desierto de hielo como único lugar de encuentro, el aire que azota los
brazos descubiertos de Blake y también los del Kort. Al parecer, ambos han
decidido hacerse los machos y sienten el frío como cuchilladas que surcan
su carne.
El Kort se detiene en un punto. Blake se acerca más y empieza a
vislumbrar su máscara.
Le gustaría pararse, le gustaría decir “no estoy preparado para verte,
espera unos años”, pero no puede.
Jack se hace el sueco, no puede decir nada a Blake, ni por telepatía, si
no quiere ser descubierto. Así que no puede calmarlo. Al fin y al cabo, es el
hombre que le ha capturado, no su amigo. Tiene que aparentar que lo odia,
no que le tiene aprecio.

441
NAZARETH SERRANO

Cuando están a unos cinco metros se detiene.


Blake no puede ver los ojos de Voverkam, pero sí sentir su mirada
recorriendo su cuerpo.
Por un momento nadie habla. Parece que están lejanos en el espacio y
el tiempo, que el aire es el único que silva y que el desierto de hielo es una
muralla que los separa y los protege del contrario.
Pero no es así. Están tan cerca que pueden olerse, y el Kort huele el
miedo del contrario.
Blake sabe que hay hombres de ambos bandos apostados por doquier.
Sabe que todo puede acabar en matanza, pero no quiere pensar más en
ello.
¿Y ahora qué tiene que hacer?, piensa Blake.
De repente se fija más en el Kort. Parece desarmado. Si lo estuviera,
sería perfectamente vulnerable, o no. Tal vez puede que lleve un arma
escondida, o tal vez no. Bueno, y aunque fuera desarmado, aunque
consiguiera agredirlo, y en el hipotético caso de que lo matara, ¿qué?. Lo
matarían a él los soldados apostados, o no llegaría a tocarlo antes de ser
abatido, o tal vez lo salvarían sus hombres…
Se quita la idea de atacarlo de la cabeza. No, no puede volverse loco.
Tiene que dejar que el trascurso de los acontecimientos dicten su camino.
El Kort habla primero.
-Pactamos sin armas.
Esas son las primeras palabras. Un reproche ante algo que Blake ha
incumplido. ¿Se largará por ello?, ¿hablará?, ¿lo abatirán por eso?
-Yo tampoco lo he cumplido –dice, pero no saca arma alguna-.
Al final llevaba una oculta, ¿o es un farol?
Blake sigue sujetando los grilletes de Jack con fuerza, hasta el punto
que este último piensa que se van a partir.
-Prefiero hablar a solas, en mi nave –dice y señala con la mano una
especie de cráter que hay en el hielo-.
Blake no se había fijado, pero allí hay una nave.
No sabe qué decir. Si accede, puede que lo maten dentro. Y si no
accede, ¿qué pasará?
Jack aprieta los dientes. No lo quiere mirar, pero desearía poder decirle
que no hiciera otra locura.
Blake niega con la cabeza.
-No hablo bien tu idioma… -es lo único que se le ocurre-.
-Si necesitamos a un intérprete, entrará él –y señala al que tiene al lado,
que por supuesto, va con un casco, como Blake, Jack y el propio Kort-.
-Prefiero que entre mi rehén.
-Ambos –dice él-. Pero antes, a solas.
Blake siente una gota de sudor surcando su nuca. Voverkam la percibe
y sonríe bajo la máscara.
-Acepto.
Jack procura mantener la estabilidad, pero todo le parece una locura.
-Pero antes, dejaré a mi rehén en un lugar seguro.
-Claro, es lógico. Adelante, retírate. Pero no olvides volver…

442
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

Blake no hace caso a tal provocación.


Camino a la nave no habla con Jack, a pesar de que este le mira con
cara extraña.
Él no sube a la nave, simplemente le deja en manos de unos soldados y
se larga sin que nadie le diga algo, no vaya a ser que se lo piense mejor.
<Bueno, al menos él estará a salvo… con mi madre>
Vuelve al lugar donde está el Kort y este indica al que tiene al lado que
se retire un poco cuando Blake camina los últimos cinco metros que los
separan.
El hombre se aparta cojeando. Blake nota su mirada fija en él y percibe
su esencia. Es Kiexerus.
Eso le tranquiliza un poco.
Voverkam y Blake caminan hacia la nave en completo silencio.
Por petición del dueño de la nave, esta abre su rampa de acceso y la
puerta de entrada. Desde el suelo Blake no puede saber si hay gente o no,
además, de haberla, lo iban a estar dejándose ver en la puerta, piensa él.
Voverkam se queda parado, indicando a Blake de este modo que pase
primero.
Este accede, aunque no le gusta tenerle a las espaldas.
Entra en la antesala de la nave. Allí no hay nadie. Una estancia vacía y
una puerta que da al interior propiamente dicho.
<Tal vez estén más adentro…>
Voverkam “aparece” a su derecha.
-Por aquí –indica pasando por la puerta que se abre automáticamente-.
Voverkam lo conduce por distintas salas, hasta que llegan al lugar
desde donde se controla la nave.
Nadie aparece en toda la “visita”.
Voverkam toma asiento en el lugar del piloto.
-No quiero viajar contigo –indica Blake-.
-¿Ni a un lugar cercano?
-He venido a hablar.
-De acuerdo –indica Voverkam sin levantarse del asiento. Blake sigue
de pie, a su derecha-. Quítate el casco. Quiero saber que estoy hablando
con el líder.
-Pero si no sabes cómo es el nuevo líder, ¿cómo vas a reconocerme?
Voverkam eleva una mano enguantada.
-Lo sé todo.
Dirige la cabeza hacia su interlocutor, luego hace girar el sillón de
mandos para estar más cómodo.
-El casco.
-La máscara –indica Blake-.
Silencio sepulcral. Ni un sólo movimiento, ni un sólo latido, ni una sola
respiración rompe la quietud y el mutismo.
Voverkam se lleva las manos al cuello y desajusta su máscara. Una vez
desencajada, se detiene sin terminar de quitársela.
-Tú primero. Si no eres el líder, no me verás.

443
NAZARETH SERRANO

Blake espera unos segundos sin pensar en nada en concreto. Luego


desajusta su casco y se lo quita. Lo deja en su mano izquierda y deposita la
derecha en la empuñadura de su daga.
Voverkam asiente con la cabeza y se quita la máscara…

Jack se mueve de un lado a otro en el reducido espacio que da la


entrada a “Tierra”.
No quiere entrar más allá para que Evelyn no se preocupe al verle ahí
sin su hijo.
-Tranquilo –indica Horstrehm, que los ha alcanzado con una pequeña
nave de exploración-. Ese chico tiene mucha suerte.
-Demasiada. Pero se le acabará un día…
-No hoy.
-¿Qué sabes tú?
-Volverá.
Jack detiene su caminata y juega con los grilletes.
-Debería ser yo el que está allí. Yo era el líder. No debería haberle
dejado…
-Ya no eres el líder. Y lo siento, pero las cosas están mejor así.
Jack mata a su hijo con la mirada y este se encoge de hombros.
-Blake es como mi hijo… Entiéndeme. No quiero ofender a nadie…
-Lo sé. No importa. Sé lo que es perder a un hijo.
Jack lo mira con el ceño fruncido.
-¿Cómo?
-Sí, tal vez es mejor ser como tú. Preocuparte antes de él que de otras
cosas.
-¿Un nieto mío ha muerto?
Horstrehm agacha la cabeza.
-Sí, eso es.
-Y yo ni siquiera lo he conocido… -indica Jack-. No voy a dejar que esto
pase más… Voy a salir.
Horstrehm lo detiene.
-¿Y qué vas a conseguir?
-Quítame esto –indica mirando hacia los grilletes-.
-Confía en el líder.
-Confío en él, pero no en el otro.
-Déjalo. Es fuerte.
Jack cierra los párpados fuertemente.

Kiexerus mira la nave y los alrededores. Tiene suerte de estar vivo


después de la pelea contra Voverkam. Ahora sabe cómo lucha.
Él no ha mandado que tiendan emboscada alguna, pero, ¿Voverkam
habrá planeado algo a sus espaldas?, ¿matará a Blake en la nave?, cuando
él salió estaba vacía, ¿abra entrado alguien durante el traslado de Jack a la
otra nave, o durante el tiempo que han tardado en llegar al lugar acordado?

444
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

O simplemente, ¿matará Voverkam a Blake él sólo, dentro de la nave?


Se le ocurre entrar, pero… ¿qué más?. No puede con el príncipe. ¿Los
dos juntos pueden con él?
¿Estará Blake vivo en este mismo instante?

Voverkam da la espalda a Blake en mitad de la conversación. De este


modo el joven sólo puede ver el respaldo del asiento y parte del pelo.
Pero le ha visto la cara… Y eso no ha hecho sino hacer realidad sus
miedos.
-Mi oferta es muy buena. Rendición incondicional y no mato a las
mujeres ni a los niños menores de cinco años.
-¿Y los de seis, y los de siete, y…?
-Son hombres.
Blake se ríe con sarcasmo.
-Pero serás… -se guarda para sí-.
<No le insultes, no te pases…>
-Quiero decir… que no acepto tales condiciones –habla malamente, y
no porque esté fingiendo que es un hark. Ya no tiene cabeza para eso,
desde que le ha visto la cara, no tiene cabeza para nada. Simplemente,
está nervioso-.
-Si aplasto a La Resistencia, no vivirá nadie.
-No dejaré que la aplastes.
-Si quieres, terminamos con todo. Tú y yo luchamos y quien gane…
-Tú no mandas.
Voverkam se voltea a la par que el sillón. Blake mira al suelo, brillante,
plateado, que refleja su propia cara.
-¿Cómo?
-Manda el emperador. Si quieres, lucho contra él.
El mentón de Voverkam se refleja en el suelo, cubierto por una barba
bruna, como la de cualquier koradi.
-Bonita daga.
-Bonita máscara.
El Kort sonríe.
-¿Me darías esa daga?
Blake aprieta su puño en la empuñadura. No la ha soltado desde que
empezó la conversación.
-¿No he venido aquí para negociar la paz?
Voverkam sonríe.
-La paz no existe. O te rindes, o entramos en guerra.
-¿Dos frentes a la vez?. Eso me da ventaja.
-¿Qué dos frentes?
-Fingux.
-Ah, veo que ya te has enterado de que nos interesa ampliar fronteras.
-Sí.
-No importa. Mi ejército puede con todos.
-Pues, creo que la conversación ha terminado.

445
NAZARETH SERRANO

-No te metas en la guerra de Fingux, Blake, no te conviene.


-¿Quién ha dicho tal cosa?. Los hark son mis enemigos, aunque sea
uno de ellos.
El Kort busca la mirada de Blake, pero este no responde.
-Prefiero seguir conversando que entrar en guerra. Piensa cuáles son
tus condiciones de rendición, mi emperador pensará las suyas.
Blake se siente momentáneamente aliviado. ¿De verdad ha caído en la
trampa de darle tiempo?, ¿no es capaz su ejército de lidiar con ambas
guerras a la vez?
-Así lo haré –responde Blake-.
-¿Eso significa que te rendirás si llegamos a un acuerdo?.
-Sí.
-Pero ten claro que en cualquier acuerdo, tu cabeza cae.
Blake eleva la cabeza buscando los ojos del Kort, pero este ya se ha
puesto la máscara. Blake no sabe exactamente cuándo.
-Eso no importa.
-Como muestra de tu buena voluntad, exijo que me entregues a tu
prisionero, aquel que ha sido indultado por mi padre.
-Sí, acepto.
-Y a su mujer.
-Su mujer ha muerto.
El Kort sonríe.
-Pues a la puta que tenga ahora en su cama. ¿O nadie le alivia por las
noches en este momento?
Blake no cambia el rostro.
-Acepto.
El Kort se levanta y ambos cierran el trato.
-Oye, entre nosotros. ¿Qué tal está esa putilla?, ¿crees que estaría bien
que la enseñara mis aposentos?
-Pues no lo sé, Kort. A mí, personalmente, no me gustó entre las
sábanas. Prueba tú, los hark somos exigentes.
El Kort parece un tanto decepcionado.
-De acuerdo. Salgamos o nuestros hombres acabarán por atacarse
entre sí.
Está claro que ambos han roto todas las normas de una “audiencia”,
pero es que las cosas suelen ser así en este tipo de situaciones.

Jack y Evelyn hacen lo posible por no mirar hacia atrás cuando son
liberados.
Evelyn lucha por no llorar cuando se aleja de su hijo sin poder decirle
nada, tratándolo como a un villano.
El Kort recibe a ambos en su nave, que ya parte de camino a su
imperio, al igual que “Tierra” parte de camino a La Resistencia.
El Kort revisa a Evelyn sin hacer caso a Jack y, tras saludar cordial y
fríamente al hombre, invita a la mujer a quedarse con él a solas en el

446
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

comedor. No intenta nada, simplemente, la ofrece una bebida extraña pero


de muy buen sabor y hace preguntas.
Evelyn se siente intimidada por la máscara y por no poder ver dónde
mira en cada momento.
Las preguntas son extrañas y poco relevantes, al menos, a su entender.
Pero aún así, miente en algunas. El Kort ve en su mente la verdad sin
problemas.

447
NAZARETH SERRANO

448
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

CAPÍTULO 56: EL LAGO DE SANGRE

FECHA SIN DETERMINAR

AGARTHA

R udolph echa un vistazo al filo de los acantilados. Parece un poblado


destruido, rodeado por una muralla de roca natural.
El fuego, el fango, la piedra reducida a escombros, los árboles
muertos… es como si hubiera pasado por él la naturaleza en un estado de
rabia.
-Ayer estaba habitado y entero… -comenta un soldado a sus espaldas-.
Rudolph asiente con la cabeza.
-No es esta nuestra amenaza. Seguiremos avanzando hacia las
montañas.
Y se pone en marcha, con la comitiva tras él.

Ramsés se quita la túnica ensangrentada y se descalza. Está metido en


una gruta donde crecen árboles bajo tierra, donde extraños grabados
decoran cada pared. Frente a él, una especie de bañera subterránea, de
forma más o menos regular.
El agua de esta bañera de agua caliente se torna rojiza y las raíces de
magnos árboles se entremezclan en la tierra que forma la prisión del agua.
Una luminiscencia rojiza mana en forma de humo por encima del
líquido.
Desnudo y un tanto aturdido, mete un pie en el agua. No se hunde más
allá de la rodilla antes de dar con el suelo.
Su cuerpo empieza a sentir la metamorfosis dolorosa que le hace sudar.
Aprieta los dientes y mete el otro pie, quedando cubierto hasta ambas
rodillas.
Luego, tentando el camino, va dando pasos, hasta que el agua le llega
al cuello.
Gime de dolor y sus gritos retumban por las bocas de la cueva, como
ecos de un pasado atormentado.
Su cuerpo se estremece ante la sensación violenta, sus ojos se
entrecierran y comienzan a moverse de forma frenética a izquierda y a
derecha, de su boca medio abierta salen gemidos de dolor.
Las venas se inflan, sus músculos se tensan hasta quedar como rocas,
su mente entra en un estado trascendental de conciencia y la cabeza se
hunde en el lago de color sangre.
De nuevo los sueños se hacen con el control de su mente. Sueña con él
mismo, con el Señor del Hielo, con una daga y con un águila plateada…
sueña que la tierra se abre bajo sus pies, y que cae a un abismo de
oscuridad… sueña con un águila de plumaje plateado que grita desde el

449
NAZARETH SERRANO

cielo… sueña con los guardianes y sus caras se quedan grabadas en la


mente…

450
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

CAPÍTULO 57: NASA

22 de marzo de 2013

PLANETA TIERRA
COMPLETO DE LA NASA “TERRA NOVA”, LOCALIZACIÓN SECRETA

E l Mercedes Benz negro se detiene frente a la garita del último


guardia de seguridad. Han pasado por más revisiones que al
pasar una frontera, les han hecho identificarse tantas veces que hasta
deben conocer el estado de sus muelas y cuantas caries tienen.
-Sólo les falta meterme un dedo en el culo, a ver si llevo una pistola
escondida ahí –comenta Thomas un tanto enfadado-.
-Calma –interviene Leon-. Ya casi estamos dentro.
-Sí, casi –responde Friederich, desde el asiento delantero-.
El conductor, Johann, saluda al guardia y comienza una rutinaria y
exhaustiva identificación.
Más allá, se encuentra el imponente edifico de color blanco.

Tras ser mareaos por un sinfín de pasillos, puertas y demás, son


llevados hasta una pequeña sala que más bien parece un descansillo. Allí
una secretaria les sirve unos cafés humeantes, de sabor un tanto amargo,
servidos en vasitos de plástico con esos palitos demasiado cortos que
hacen que si quieres remover el líquido te tengas que quemar los dedos.
El complejo se parece a “La Colmena”. Tecnología, puertas donde
identificarse, guardias por doquier…
Thomas mira hacia el techo.
-¿Hay cámaras? –pregunta-.
Johann, que parece el más tranquilo, recostado de cualquier modo en
uno de los sillones de cuero, comenta:
-Claro, hasta en los baños.
-O sea que aquí un casquete en el lavabo no, ¿eh?
Friederich lo mira de reojo.
-Vamos, todos hemos pensado en lo mismo.
Leon niega con la cabeza.
-Enfermo… -masculla-.
-Capullo –responde Thomas-. Y manipulador de mentes.
Leon sonríe extrañamente y Thomas cierra el pico.
Friederich mira a Johann y este se encoge de hombros.
-¿Qué tramáis? –pregunta Leon-.
-Nada –se adelanta Johann-. El boxeador se caga y yo le estoy
tranquilizando.
-Sólo un poco… -aclara Friederich-.

451
NAZARETH SERRANO

Veinte minutos después un hombre con aspecto de gorila los conduce


por otros pasillos. Suben, bajan, izquierda, derecha… que laberinto,
piensan todos menos Johann. Leon, sin embargo, hace un mapa mental y
se situá.
Llegan a una antesala donde hay cuatro guardias custodiando una
puerta. Militares armados con ametralladoras que saludan al gorila.
-Bueno, hasta aquí puedo llegar –comenta el hombre-. Doctor Johann,
usted siga.
-¿Y nosotros? –pregunta Thomas-.
-Tendréis que esperar.
Leon mira de reojo a Johann y este entabla una conexión telepática con
él.
<No te preocupes. Ahí dentro está nuestra nave, sólo tengo que hablar
con mi superior>
Leon se muerde el labio inferior y Johann desaparece tras la puerta.
Leon echa un vistazo rápido por encima de los hombros del gorila que
se pone por delante y ve la nave.
Luego la puerta se cierra de forma rápida y contundente y un piloto rojo
indica que de forma permanente.
Johann se demora un tanto en salir y lo hace acompañado de un
segundo hombre, de mediana edad.
-Adelante, pueden pasar –indica el doctor y los militares se hacen a un
lado-.
Friederich se acerca a Johann con disimulo y son los primeros en entrar.
Luego lo hacen Thomas y Leon.
La sala está llena de militares que los apuntan con diversas armas. La
nave, rodeada de plataformas, está en el centro de la sala sin decorar.
Los militares también están apostados en dichas plataformas.
Leon levanta las manos. Thomas mira a Johann y al doctor
alternativamente.
Leon piensa en algo, pero no puede con tantos. No puede crear
ilusiones para tantas mentes.
De repente aparece Lekker que camina entre sus hombres hasta quedar
a un par de metros de Leon, Thomas y Friederich, los cuales están
rodeados. Johann se encuentra al lado del doctor.
-Quedan detenidos por alta traición –indica Lekker sonriente-. Vaya,
vaya… -añade mirando a Friederich-. ¿Has venido a buscar a tu sapito?
Leon se da por vencido. Thomas mira a Friederich e indica:
-¡Ahora!
El chico saca un arma invisible, una onda de color azulado y todos los
soldados caen al suelo entre alaridos y sujetándose la cabeza.
Alguno dispara al aire sin querer, y algún que otro herido o muerto cae
al suelo.
Friederich corre hacia la entrada de las plataformas con el desmayado
Johann al hombro y Leon salta sin problemas.
Thomas los sigue, pero despacio teniendo en cuenta que es humano y
que caminar sobre los militares es difícil.

452
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

Lekker visiona como la nave se alza en el aire y desparece tras un


enorme agujero que deja en el techo. Los escombros caen sobre él y los
que están a su alrededor lapidándolos.

453
NAZARETH SERRANO

454
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

CAPÍTULO 58: EL EXTRANJERO

22 de marzo de 2013

PLANETA TIERRA
MIAMI BEACH, FLORIDA

R ebeka y Aleksandra miran al koradi con los ojos muy abiertos.


-Vamos, chicas, que Leon llegará enseguida.
Ambas mujeres se miran entre sí sin poder articular palabra. La rusa
masculla algo en su idioma y Rebeka intenta tranquilizarse.
-Vamos, chicas, que me ha dicho que os llevara al lugar indicado y
llegamos tarde.
La rusa por poco se desmaya. Rebeka abre su mente y sigue al koradi
hasta el coche. Treihm viste con vaqueros y camiseta. Unas gafas de sol
tapan sus ojos, la parte más extraña de su cara. Su cicatriz le hace muy
visible, pero Rebeka espera que no la lleven a un lugar público.
La rusa entra en el coche y comienza a hacer muchas preguntas a
Rebeka, ambas han ocupado la parte trasera del vehículo y el koradi
conduce con una sola mano y demasiado rápido.
Rebeka contesta a algunas cosas, otras se las guarda y la rusa piensa
en su futuro después de saber lo que sabe.

Leon aterriza sobre el agua y la nave se hace invisible. Johann, atado


como un simple rehén, intenta decir algo, pero la mordaza y la droga hacen
difícil la comunicación. Sólo consigue dar vueltas sobre sí en el sillón que
gira hasta marearlo.
Leon para la “ruleta humana” cuando Johann hace el amago de vomitar.
-Para ya, joder.
Johann lo mira con los ojos nublados.
-Me querías vender, cabrón.
Johann intenta decir algo y Leon le quita la mordaza.
-Pues haber leído mi mente, idiota.
-Demasiado entrenamiento, no puedo.
Johann se ríe cual tonto y Leon le da una buena bofetada.
-Reacciona, te necesito bien en media hora.
-Tu puta madre…
-¡Friederich! –grita Leon-.
El chico se presenta jugueteando con un guante especial con el que se
controlan las herramientas de emergencia exteriores.
-Deja eso y demuéstrame que sabes boxear.
-¿Quieres que te pegue? –pregunta quitándose el guante-.
-A mí no, a este. Hasta que se serene.
-Eso no es muy científico.

455
NAZARETH SERRANO

-Será eficaz.
Friederich se encoge de hombros, prepara el puño, se agacha y da un
buen derechazo a la cara de Johann, que ladea la cabeza por el impulso y
escupe sangre.
-Otro… -indica Leon-. Y esta vez sin cortarte.
-Ah, eso es otra cosa…
Friederich se prepara.
-¡No!, que estoy bien. Estaba fingiendo. El efecto de la droga ha
pasado…
-¿Lo ves? –indica Leon-. Ha sido eficaz.
-¿Qué queréis que haga? –pregunta Johann-.

La lancha motora se detiene. El conductor mira el GPS que tiene en las


manos e indica:
-Aquí. Tiene que estar por aquí…
Las mujeres miran a un lado, a otro, hacia atrás y hacia delante… Sólo
ven agua.
El koradi se encoge de hombros.
-Paciencia.
De repente se forman rayos de color azulado frente a la lancha. El mar
hace olas y la embarcación se balancea con brutalidad.
La rusa se agarra sin temor al koradi y Rebeka se agarra al otro lado.
Los rayos van conformando la forma correcta de la nave, que aparece
delante de ellos.
La rusa, con la boca entreabierta, ve como la puerta de entrada se abre
dejando ver el interior. Al principio una luz blanquecina la deslumbra, luego
ve la figura de su novio.
-Hombre, por fin. ¿Os hemos arrastrado?
-No, tranquilo.
Friederich lanza un aparato de anti-gravedad, que el koradi caza al
vuelo.
-Bueno, chicas, ¿a quién subo primero?
Ninguna se ofrece voluntaria.
-Las rusas primero –comenta Rebeka y el koradi la coge y activa el
aparato-.
La chica grita, cierra los ojos y se aferra al “monstruo”. Cuando se
quiere dar cuenta ya está dentro de la nave.
Su novio la agarra por la cintura y ella, con cara de leona, comenta:
-Ya hablaremos de esto, don sincero.
Friederich expone la misma mueca que si hubiera recibido un derechazo
y dice:
-K.o., cariño.
Rebeka no grita para quedar por encima de la otra, aunque pasa el
mismo miedo. Una vez está en la nave, se limita a quedarse donde está,
temiendo que si se mueve, sus piernas, que se le asemejan de mantequilla,
la manden al suelo.

456
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

-Bueno, ¿y ahora qué? –pregunta Rebeka-.


Leon, sabiendo la situación, la agarra disimuladamente y ella echa el
peso del cuerpo sobre él.
-Ahora empieza lo bueno.

AÑO TERRESTRE 2028 d.C.

ATLÁNTIDA, SÉPTIMO REINO


EN PALACIO, EN LA HABITACIÓN DEL REY

Anton maldice y tira los papeles por encima de su cabeza. Los


manuscritos caen como plumas al suelo con su bamboleo característico.
Anton entrelaza sus dedos en el cabello y aprieta los dientes.
-¡No entiendo nada!
Unos golpes en la puerta le sacan de su ataque de ira.
Se recompone y dice:
-Adelante.
Un siervo, inclinándose, abre la puerta y comenta:
-Majestad, hay alguien que quiere verlo.
-No tengo ganas de dar audiencia a nadie.
-Dice ser un conocido vuestro, dice ser extranjero. Dice llamarse
Ramsés.
La cara de Anton se petrifica.
-¿Cómo?, ¿cuánto tiempo ha pasado en la Tierra?
-¿Cómo dice?, majestad.
-No, nada… Acudiré enseguida, trasládenlo a la sala de audiencias.
-Sí, majestad.
-Sólo dos guardias. No quiero que haya más presentes.
El asistente se inclina y dice:
-Majestad.
Luego cierra la puerta con delicadeza y se marcha.

PLANETA TIERRA
SOBREVOLANDO LA ZONA LLAMADA “EL TRIÁNGULO DE LAS
BERMUDAS”

La nave bautizada como “Horus” sobrevuela el punto indicado.


Friederich, con unas gafas extrañas puestas en los ojos, lleno de aparatitos
y con unos guantes inteligentes, controla los escudos desde su sillón. Su
novia lo mira con cara de susto desde el lado contrario.
-No sé qué hacer… -explica esta-.
Rebeka indica que se vaya y toma asiento en el puesto de la artillería.
-Supongo que no hará falta, pero…
Comienza a disponer todo para un posible fuego a discreción.

457
NAZARETH SERRANO

-Listo. Siéntate, muñeca, en el rincón de los pasajeros –indica a la rusa,


la cual, se baja la cremallera del traje espacial ajustado, enseñando por tal
acto el escote, y se encamina hacia Leon, el cual mira a Rebeka y sonríe
cuando esta pone cara de tigresa-.
-Bueno, damas, las peleas para luego –indica Leon y se pone de
copiloto-.
La rusa toma asiento al lado de Thomas, que se aferra a su cinturón y
reza por lo bajito.
-Todos los escudos listos –indica Friederich elevando el pulgar-.
-Tu turno, Johann –indica Leon-.
Johann mira con detenimiento el holograma que lo envuelve todo y los
datos que aparecen en la esquina superior derecha.
-De acuerdo –se quita el collar y lo deposita en una obertura que hay en
el reposabrazos de su sillón-. Fisura en el espacio-tiempo en un minuto.
Thomas aprieta los párpados. Tiene que actuar en el último momento.
El mar se encabrita y así lo muestra el holograma. La nave, paralizada
en el aire resiste el embiste del viento, que brama como si fuera a formarse
un huracán. El cielo pierde su color azul y se vuelve carmín.
-Treinta segundos –indica Johann y piensa si existe Dios, y si es así,
que lo ayude-.
Rebeka se lame el labio inferior. La rusa piensa en su familia. Friederich
prefiere no pensar. Leon piensa en Jack y en Rebeka y espera que todo
salga bien.
-Veinte.
Thomas se desajusta el cinturón sin que nadie se percate de ello.
-Quince.
El sol desaparece de la vista. El mar se vuelve extrañamente rojizo,
luces con aspecto de fuego caen del cielo…
-Diez, nueve…
Thomas se pone en pie.
-Ocho, siete…
Se apresura a llegar al asiento de Johann, el cual ya tiene puestas las
gafas y no puede ver nada.
-Seis… cinco…
Saca un collar con una piedra rojiza del bolsillo. Es el collar de Gerhard.
-Cuatro… tres…
Lo introduce en el hueco y saca el de Johann.
-Dos… uno…
Thomas sale disparado contra el techo mientras siente que todo su
cuerpo se rompe en pedazos.
Cuando va a colisionar contra el techo, la gravedad cambia de sitio y se
precipita hacia el suelo.
Cierra los ojos, aprieta los dientes y espera el impacto pidiendo a su
aliado que lo salve.

458
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

El mar expulsa una luz rojiza y, sin previo aviso, comienza a formarse
un torbellino rubí cuyo fin parece estar fuera del alcance de la vista.
La nave es devorada por este torbellino. La ira del viento y las olas
arrastran todo a su paso… Y todo cesa en cuestión de segundos.
No hay ni rastro de la nave.

AÑO TERRESTRE 2028 d.C.

ATLÁNTIDA, SÉPTIMO REINO


EN LA SALA DE AUDIENCIAS

Anton ocupa el mismo sillón que ocupó en su día su hermana para


recibir a los príncipes.
Es una sala amplia, un portón la precede. A ambos lados se situaría la
nobleza. Hoy todo está vacío.
Sólo hay dos guardias reales a ambos lados del sillón, flaqueando al
nuevo rey, que viste con una túnica y no lleva joya alguna.
Las puertas se abren y entra alguien con una túnica negra, una capucha
tapa su cara al ir inclinando la cabeza.
Las puertas se cierran tras su paso. No hay presentación ni cortesías,
sólo lo dejan entrar y ya está.
-Permiso para acercarme, su majestad.
Anton masculla un:
-Concedido.
Y el encapuchado se acerca caminando descalzo por la roca blanca,
pulida y brillante que forma el pasillo que lleva hasta el trono.
Cuando llega a las escaleras que preceden el lugar donde se encuentra
el trono, el encapuchado se detiene y dobla el espinazo.
-Mi rey, soy Ramsés, y agradezco que me reciba.
-Está bien –indica Anton-. Sin formalidades. ¿Qué quieres?
Ramsés se yergue y sus ojos se clavan en los de Anton, el cual ve en él
al extraño que lo hipnotizó en el cuarto.
Ve su rostro etéreo y se pierde en las profundidades de los océanos que
conforman los ojos del chico.
Su respiración se paraliza un momento, sus latidos dejan paso al
silencio, siente un cosquilleo en la piel al observar ese rostro, tocado con
esa barba ya más varonil, bruna, y ese cabello parcialmente tapado por la
capucha, pero aún visible cayendo un tanto desordenado por su frente y su
tez, levemente bronceada.
-Mi deseo es sólo servir a mi rey.
Anton alza una mano y comenta:
-Guardias.
-¿Majestad? –preguntan a la par inclinándose-.
-Fuera.
Ambos se miran, y sin pedir más explicaciones, hacen una reverencia y
tras decir:

459
NAZARETH SERRANO

-Majestad –se marchan sin más-.


Ramsés gira el cuello para mirar de reojo como la puerta se cierra tras
la salida de los guardias, luego vuele a mirar al rey.
-¿Qué quieres? –vuelve a preguntar Anton-.
-No, ¿qué queréis vos?
-Poder.
-¿Qué clase de poder?
-El poder de hacer resurgir mi reino del mito y la leyenda, el poder de
reconstruir y de poder comprender el idioma perdido para realizar mi tarea.
-¿Y qué estáis dispuesto a pagar a cambio?
-Cualquier cosa.
Ramsés sonríe y Anton siente un escalofrío de placer en su espalda.
-Mi rey, sus deseos, son órdenes para mí.
Sube los escalones que le separan del soberano y extiende una mano
que coloca en la cabeza de Anton.
Este gime ante el dolor que le provoca el mero contacto. Las venas de
su frente se hacen notables, su tez se torna roja, sus ojos se cierran y
comienzan a moverse bajo los parpados. Las manos se aferran a los
reposabrazos del sillón y su cuerpo se tensa hasta que los músculos no
pueden contraerse más.
El grito se hace más intenso, pero nadie entra.
Ramsés retira la mano y Anton deja caer su cabeza hacia atrás.
Agotado, sudoroso y con la respiración entrecortada pregunta:
-¿Qué me has hecho?
-Cumplir uno de vuestros deseos –responde Ramsés sin tocarlo más-.
El resto se concederá a su tiempo.
Ramsés se inclina y se dispone a irse, cuando Anton dice:
-Espera…
-¿Mi rey?
Anton lo mira de arriba abajo.
-Quiero algo más de ti hoy mismo.
Ramsés lo mira a los ojos y dice:
-¿Qué quiere, mi rey?
-Tus ojos.
Ramsés no expresa nada en su rostro.
-¿Cómo decís?
-Quiero ver lo que tú ves, ver más allá de las limitaciones terrenales.
Quiero tus ojos y su hechizo.
Ramsés ni parpadea, ni se mueve, ni contesta, ni respira.
-Vamos, concédeme lo que te pido si quieres que te ayude.
-Sí, mi rey. Pero para concederos eso, necesitaré una noche.
-De acuerdo. Y una última cosa, Ramsés.
Ramsés se inclina escuchando.
-¿Sí, mi rey?
Anton sonríe

460
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

CAPÍTULO 59: LA CREACIÓN DEL NUEVO MUNDO

AÑO 1270 DC

PLANETA DE HIELO
BASE AVANZADA DE LA RESISTENCIA

Lánzela aporrea el pecho de su novio nada más verlo. Agacha la


cabeza para que no se vean sus lágrimas incipientes.
-Vale, vale… -comenta Blake intentando sujetarla-. Me lo merezco.
-Pedazo de idiota. ¿Y si te hubiera pasado algo?
Comenta ella abrazándolo de repente y hundiendo su cabeza en el
pecho de Blake.
-Entonces, tendrías que usar a tus hermanos como sacos de boxeo.
Ella se seca las lágrimas y lo mira a los ojos, esos ojos esmeralda que
le encantan.
-¿Sacos de qué?
-Oh, ya. Un día te enseñaré qué es el boxeo.
-¡No me cambies de tema!, ¡no te perdonaré en…!
Blake une sus labios a los de la chica y esta enmudece. Ella se resiste
un poco, pero él abre la boca y todo va como la seda. Lánzela coloca la
mano en la cabeza del contrario y lo atrae para besarlo de forma más
desatada.
Cuando se separan ella comenta:
-Eso no hará que se me quite el enfado.
-Vale –se inclina y coge sus piernas con un brazo, mientras con el otro
agarra su espalda y la levanta-. ¿Y lo siguiente?
Ella pasa el brazo por los hombros del atleta de raza indefinida y
comenta:
-Puede…
Los guardias se miran entre sí al ver salir a la parejita y se preguntan
cómo lo hace Blake para no tropezarse mientras se besa con su novia en
brazos por el camino.

AÑO TERRESTRE 2028 d.C.

ATLÁNTIDA, SÉPTIMO REINO


EN PALACIO, EN LA BAÑERA DEL REY

Ramsés tiene la mirada perdida en algún punto del agua. Medio sentado
en la parte que menos cubre del cálido agua de la gran bañera, mantiene la
espalda apoyada a la pared de la estructura.
Anton nada hasta él y le toca el mentón sacándolo de su ensueño.
-Afeitate.

461
NAZARETH SERRANO

-Sí, mi rey –comenta él sin mirarlo-.


Anton se coloca a su lado, en la misma posición, sólo que mirando hacia
él.
-¿Qué pasa?
-Nada, mi rey.
Anton acerca la boca a la oreja de Ramsés y susurra:
-A mí me lo puedes contar.
-Mi rey, tengo que recordarle que no siento lo mismo que usted ante el
contacto de ambos.
Anton sonríe y retira el pelo mojado que tapa el perfil del dios-
adolescente.
-¿Y qué piensas que siento yo?
-No lo sé, mi rey.
Anton coge la mandíbula del adolescente entre sus dedos índice y
pulgar y hace que gire la cabeza, quedando ambos a escasos centímetros.
Ramsés se topa con los extraños ojos del rey y, por un momento, reprime
una sonrisa.
-Ramsés, quiero algo más que tu forma de ver las cosas. Ahora que
puedo ver el futuro, ahora que puedo ver más allá de lo material, ahora que
con una mirada las mujeres caen a mis pies, quiero algo más.
-Con cautela, mi rey. Ser como yo, no es tan grato como puede parecer.
-Concédeme lo que pido, Ramsés.
-Lo haré, pero necesito una noche para darle el siguiente deseo.
-¿Por qué de noche?
-Digamos, que los sueños, de esa forma, pueden convertirse en reales,
mi rey.
Anton se ve envuelto en el magnetismo que Ramsés ahora no quiere
provocar.
-Tengo que irme, mi rey.
Retira a Anton con delicadeza y sale de la bañera. El rey lo mira
mientras se viste y luego se sumerge en el agua.

AÑO 1270 DC

PLANETA DE HIELO
BASE AVANZADA DE LA RESISTENCIA

-¿Ayudar a los hark en la guerra? –pregunta Trohm-. ¿Y con qué


ejército?, ¿con qué clase de naves?, ¿con qué armamento?
Blake sonríe y los conduce hasta el hangar apropiado.
Los koradis se miran entre sí al ver la hilera de naves que parece no
tener fin. Todas de gran tecnología y automáticas.
-Pero… ¿cómo? –pregunta Trohm-. ¿Cuándo?...
Blake sonríe y pasa entre la masa de koradis con Lánzela colgando del
brazo.

462
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

Los lleva a otra sala. Un ejército de koradis armados con extrañas y


potentes armas los esperan.
-Pero… pero… -repite una y otra vez Trohm abriendo paso a codazos
hasta la primera fila-. ¿Quiénes son?
-Son robot –comenta Blake-.
-¿Robots?
-Sí. Robot de combate. Los mecánicos, cocineros y demás están en otro
hangar.
Blake de nuevo les conduce a otro almacén. Al abrir la puerta los
koradis entran en manada a tocar todas las armas que hay allí.
-Pero… pero… pero… ¡No has tenido tiempo para todo esto! –brama
Trohm-.
-Bueno, el tiempo es relativo –comenta Blake estrechando a Lánzela
contra sí-. ¿No es así, cariño?
-Sí, oye… ¡esa es mía! –comenta corriendo y arrebatando un arma de
las manos de Horstrehm-.
Blake se cruza de brazos y niega con la cabeza.
-Bueno, si el líder lo quiere así –añade poniendo cara de niña buena-.
-No sé yo…
-Ah, y la nave que quiero es la dorada.
-No sé yo… Es que creo que tú no…
-Oh, claro que voy –interrumpe sin dejar acabar la frase-.
-Bueno, pero en los refuerzos.
Lánzela no dice nada más. Ya lo discutirán en privado.
Trohm suspira.
-¿Cómo lo has hecho? –pregunta al líder-.
Blake lo mira de reojo.
-Cuando se quiere crear un nuevo mundo, hay que estar preparado. No
importa cómo lo haya conseguido. Lo importante, es que estamos listos.
-¿Crear un nuevo mundo?
-Sí, y esta vez, estaré preparado.

AÑO TERRESTRE 2028 d.C.

ATLÁNTIDA, SÉPTIMO REINO


EN LA SELVA

Ramsés sonríe al ver a “Horus” estrellada en medio de un círculo de


caos y destrucción. Todo lo que queda de la naturaleza es ceniza humeante
y la nave ha quedado parcialmente encajada en la rocosa montaña. La
entrada no ha sido bloqueada del todo.
Está a unos veinte metros de su posición.
Se dispone a andar, cuando percibe la presencia de alguien. Se detiene
y espera a que el otro llegue hasta él.
-Ramsés, ¿olvidas que veo lo mismo que tú? –comenta Anton
poniéndose a su lado y pasándole un brazo por los hombros-.

463
NAZARETH SERRANO

-No, mi rey.
-¿Qué haces?
-Intento construir un nuevo mundo. Un mundo en el que la gente como
yo salga victoriosa. Un mundo en el que, por una vez, el caos sea la fuente
de vida. Un mundo que renace de las cenizas del ayer.
-¿Y lo estás consiguiendo?
-Aún faltan algunas fichas.
Anton mira la nave.
-Mi hermano está dentro –comenta-.
Ramsés lo mira y Anton es quien, esta vez, no devuelve la mirada, sino
que la sigue manteniendo fija en la nave.
-De él me encargo yo –comenta Anton-.
Ramsés sonríe.
-Sí, mi rey.

FECHA SIN DETERMINAR

PLANETA TIERRA
AGARTHA

Rudolph cae al suelo y la vista se nubla. Todos los sonidos se vuelven


ecos lejanos. La batalla, los gritos, el silbido de las descargas…
Le habían encomendado una misión. Construir un mundo bajo los pies
de la gente normal. Una fortaleza donde protegerse de lo inevitable, de la
naturaleza que sacará toda su ira y arrasará con la vida sobre la superficie
del planeta… pero no bajo él.
Tenía que conseguir colonizar y preparar el nuevo mundo para la
llegada de hombres valerosos y honoríficos. Se sentía como Colon
descubriendo las Américas. Pero al igual que este último, no sospechaba
que ese nuevo mundo ya había sido descubierto por otros hombres ávidos
de poder.
De repente el sueño de un SS se rompe en una explosión que atenaza
su pecho. Su corazón deja de latir, sus pulmones no captan más aire, pero
su cerebro posthumano tarda más de quince segundos en desconectarse,
como es el caso del humano.
Mientras las endorfinas recorren su cuerpo y adelantan su muerte,
haciéndola dulce e indolora, él piensa en un nuevo mundo, pero no en un
mundo de gloria. Piensa en un mundo donde alguien como él puede hacer
una vida al lado de alguien como Sara, donde nadie es distinto y donde sólo
el amor reina.
Y por una vez en su vida se arrepiente realmente de algo.
El espesor de la muerte se cierne sobre su mente mientras él recuerda
el rostro de la persona a la que, ahora comprende, quiere, ama. Se
arrepiente de no haber mostrado sus sentimientos, de no haberla besado,
intentado ayudar, de haberla dejado allí, sola ante su suerte, de haber sido
cobarde y de no luchar por lo que a él le parecía justo.

464
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

Con una mano temblorosa, se arranca el brazalete de la esvástica del


brazo, y, por último, la Cruz de Hierro, que sostiene con una mano
vacilante, hasta que finalmente este cae sobre la arena. Y la cruz resbala
de su mano cayendo en un charco de sangre, su sangre.
Como si los dioses estuvieran enfadados, comienza a llover de forma
brutal.
Las gotas de agua caen sobre el terreno y se mezclan con la sangre con
un repiqueteo fuerte que hace que las partículas de arena y las gotas de
sangre de los charcos salten. Estas mismas gotas se mezclan con las
lágrimas del caído.
El agua entra en la boca del Hausptsharfürer, que en su último suspiro
pronuncia: Sara…

465
NAZARETH SERRANO

466
2ª PARTE
______________________
Tenía razón la serpiente. No hay paraíso donde no hay amor.

Valeriu Butulescu

La utopía está en el horizonte. Me acerco dos pasos, ella se aleja dos


pasos. Camino diez pasos y el horizonte se desplaza diez pasos más allá.
Por mucho que camine, nunca la alcanzaré. Entonces, ¿para qué sirve la
utopía? Para eso: sirve para caminar

Eduardo Galeano

"Yo creo que todavía no es demasiado tarde para construir una utopía
que nos permita compartir la tierra"

Gabriel García Márquez

OBSERVACIÓN: Para que se entienda mejor la cronología de la


historia, he de mencionar tan sólo que el tiempo trascurrido entre las fechas
del Planeta Tierra no es equivalente al trascurrido en los otros contextos. Es
decir, el resto de “dimensiones” y/o planetas mencionados.
1. UTOPÍA
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

CAPÍTULO 1: EL EXTRAÑO

25 de junio de 2024

PLANETA TIERRA
MIAMI BEACH, FLORIDA

E l coche aparca frente a la inmensa mansión. El conductor suelta


un silbido y echa un vistazo por la ventanilla abierta. Apenas se
puede ver nada del interior, pues la inmensa tapia lo cubre todo, pero se
vislumbra el caserón en medio del extenso terreno.
La música retumba en el vehículo hasta que el conductor indica:
-Volumen a diez –y el coche realiza la acción adecuada-.
El conductor, un universitario que juega al rugby como todo un Dios del
Olimpo, mira a su novia de hace una semana, y sonríe.
-¿Seguro que está vacía?
-Todos los fines de semana la casa de mis padres se queda
completamente sola. El servicio tiene libre y no queda aquí ni el jardinero.
-Pero tendrá alarmas…
La joven es morena de pelo y piel, con las facciones más
impresionantes que Arnold haya visto jamás y con ese cuerpo que se deja
entrever bajo sus vaqueros pegados y su top escotado… Arnold sonríe al
pensar qué va a pasar.
Anastasia baja sus gafas de sol y le mira con sus ojos negros. Luego
alza unas llaves.
-Recién salidas de la chaqueta de mi padre.
Arnold sonríe, le da un pequeño beso y baja del coche. No quiere
meterlo dentro por si acaso alguien lo ve o las cámaras se quedan con la
matrícula.
Anastasia baja y él acciona el botón del mando que hace a las veces de
llave. El coche pita indicando que la alarma se ha activado.

Arnold mira todo con cara de pasmado. Sueña con tener una casa igual
cuando sea un atleta de renombre, y se pregunta si estudiando ciencias o
empresariales se consigue realmente esto.
Anastasia, acostumbrada a la casa de sus padres, camina sin
problemas por la calle que divide el jardín en dos y que conduce hacia el
porche de la entrada principal.
Anastasia se dirige hacia el porche, pero Arnold visiona una piscina
enorme y sonríe.
-Espera, muñeca.
Anastasia se voltea para mirarlo.
-¿Y si nos damos un chapuzón? –pregunta él-.
Ella se encoge de hombros.

473
NAZARETH SERRANO

-Vale.
-¿Desnudos?
-¿Y cómo sino? –pregunta ella acercándose y dejando que el atleta le
pase la mano por la cintura-.

Él es el primero en quitarse la camiseta. Ella lo mira sentada al borde de


una tumbona.
-¿No tenías un hermano?
-Hermanastro –comenta ella-. De la segunda pareja de mi padre.
-Ah, sí, la tía buena de los periódicos.
Anastasia se baja las gafas de sol y lo mira con superioridad mientras él
se desajusta el cordón de sus pantalones blancos de lino.
-Quiero decir, la señorita Elisabeth.
-Sí. Mi padre, como sabrás, quedó viudo desde el accidente del Jet
hace ya muchos años.
-Sí, pero… ¿no estará tu hermanastro aquí?
-No. Murió a los siete años.
Alex no es un personaje “público”, por lo que Anastasia ni lo menciona.
Él está en la casa de Washington, intentando “desconectar”, o algo así dijo
él.
El chico se saca los pantalones con deportivas incluidas y luego se
agacha para quitarse estas últimas. Unos slips ajustados tapan su última
porción de cuerpo.
Una vez quitadas las deportivas, se sienta al lado de Anastasia y,
mientras la besa en el cuello, la pasa una mano por la cintura y comenta:
-¿Te ayudo con la ropa?
Anastasia parece un tanto abstraída. Pero en cuanto reacciona se saca
el top por la cabeza dejando al descubierto su sujetador negro.
-Ñam, Ñam… -comenta él y baja la mano hasta los pantalones mientras
la sigue besando-.
Anastasia siente algo extraño y no precisamente por los besos de su
chico.

El juego en el agua de la chica que se hace la dura y el chico que hace


de gato tras su ratón, o en este caso, ratona, termina cuando este la atrapa
entre sus brazos.
-Puedes nadar, pero no puedes esconderte.
Ella no se hace de rogar y comienza el juego de seducción propiamente
dicha, que tiene una finalidad muy concreta. Acabar haciendo lo que quiere
en la piscina de sus “padres” mientras ellos están fuera. El chico estuvo
listo incluso antes de llegar, así que Anastasia no tiene problemas con él.
Entre besos y roces de cuerpo bajo el agua templada de la piscina,
Anastasia se sigue sintiendo extraña, pero no dice nada.
De repente, se le ocurre despegar la boca del cuello del derretido atleta
y mirar hacia la puerta que da acceso al gimnasio.

474
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

Grita y se aprieta contra el novio, que con cara de extrañado ladea la


cabeza para ver qué sucede.
La casa no está tan vacía como Anastasia pensó.
-¿Lo conoces?
-¿Y por qué iba a gritar entonces? –pregunta con sarcasmo ella-.
-Tranquila… -la retira-. Voy a ver qué cojones pasa.
Ella se tapa y nada hasta el bordillo, pero no sale. Su novio sí lo hace y,
enroscando una toalla a su cintura, se acerca al pre-adolescente que lo
mira con los brazos cruzados sobre el pecho.
-¿Cómo has entrado? –pregunta el atleta haciendo alarde de sus
músculos-. ¿Hay alguien más aquí dentro?
El chico ni lo mira. Sus ojos están clavados en la joven desnuda, que
tapa su cuerpo con el bordillo y, un tanto avergonzada, un tanto asustada,
no sabe qué hacer.
El atleta deposita una de sus imponentes manos sobre el hombro del
chaval, que viste con un kimono negro, y aprieta.
-Te he hecho una pregunta, y estás metido en un buen lío. No empeores
las cosas.
-Es mi casa… -responde él con apatía y casi en un susurro-.
-Sí, y yo tu abuela.
El chico agacha la cabeza y habla de nuevo, en voz muy baja, pero con
un tono demasiado grave para su edad.
-Los fines de semana puedo salir. No debería haber nadie en casa…
El atleta lo zarandea y brama:
-¡¿Crees que soy gilipollas?!, ¡¿cómo has entrado?!
-Es mi casa…
El atleta levanta un puño. El pre-adolescente ni se mueve.
-¡No!, ¡Arnold, no le pegues! –brama Anastasia-. Es sólo un crío…
-Un ladrón… -afirma él zarandeándolo de nuevo-.
-Llama a la policía, pero no le toques.
Coronel ladra en la lejanía e intenta deshacerse de la cadena que lo ata
a su caseta.
Arnold baja le puño.
-Me lo llevo dentro. Vístete y llama a la poli, cariño.
-Vale.

Anastasia se termina de abrochar los pantalones y busca su móvil por el


suelo. Lo encuentra debajo de la tumbona. Se le ha debido de caer
mientras se quitaba la ropa.
Coge el aparato y lo pone frente a su cara:
-Llamar a… -piensa en la policía, pero luego medita una última idea y
añade-: papá.
El móvil obedece y establece conexión.

475
NAZARETH SERRANO

Mitch se quita las gafas de sol y palpa la toalla hasta dar con el móvil
que suena. Elisabeth, medio dormida, balbucea algo bocabajo.
Están en dos tumbonas pegadas, en un hotel de lujo, con cócteles de
vivos colores y chicas sin la parte superior de su biquini, la mayoría con
tanga. Un paraíso para hombres, pero también para mujeres. Los
camareros están más que tremendos.
Mitch coloca el móvil frente a su cara y dice:
-Hola, mi vida. ¿Qué tal? –al ver aparecer a su hija en forma de
holograma 3D en la pantalla-.
-Papá, hay alguien en casa.
-Sí, tú –dice él al reconocer el paisaje de fondo-.
-Ya, alguien más…
Mitch da un codazo a Elisabeth, la cual protesta y se despereza.
-¿Quién, mi vida?
-No lo sé… Es un chico que… -dice mientras Mitch ve como cruza la
puerta de entrada-. Un chico extraño que…
La conexión se detiene de repente.
Elisabeth y Mitch se miran.
-Mierda… ¿Estaba en la casa de verano? –pregunta Mitch-.
Elisabeth no responde, simplemente, llama a Alex.
Mitch intenta volver a establecer conexión con Anastasia, pero el móvil
no está disponible.

PLANETA TIERRA
WASHINGTON DC

Alex maldice y busca su móvil entre la montaña de documentos y


manuscritos que cubren gran parte de la inmensa mesa de comedor.
Da con el teléfono y pulsa todos los botones que encuentra hasta que
en la pantalla aparece su madre.
-¿Qué ocurre?
-¿Dónde está él?
-En la casa de verano.
-¿Solo?
-Necesito tranquilidad.
-Ve ahora mismo, trasportate.
Alex sonríe.
-¿Qué coño ha hecho esta vez?
-No lo sé, eso es lo que quiero que averigües.
-¿Qué tal una eutanasia, madre?
-¡Hablas de tu hermano!
Alex cuelga.
-Ese ser no es mi hermano –dice al teléfono, que ya presenta un fondo
de pantalla de una tía desnuda-.

476
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

PLANETA TIERRA
MIAMI BEACH, FLORIDA

Alex aparece sin camiseta. Los trasportes con la esfera suelen dejarle
sin algunos objetos de vez en cuando, y últimamente, ha perdido varios
viajando a Egipto, Toledo, México y otros lugares.
Suspira, hace que la esfera se vuelva portátil, una capacidad que ha
descubierto hace poco, es decir, que pulsando cierto símbolo, se vuelve del
tamaño de una canica. Se la guarda en el bolsillo y mira el jardín.
Allí no hay nadie.
-¡Ramsés! –grita, pero nadie contesta-. ¡Ramsés, sal un momento!
Se dirige hacia el gimnasio, entonces se percata de la ropa de chico que
hay cerca de una tumbona. La coge y ve que es demasiado grande para
ser de su hermano.
-Pero, ¿qué cojones pasa aquí?
Entra en el gimnasio. Vacío. Utiliza la puerta trasera del gimnasio para
entrar en la casa.
-¡Ramsés!
El chico se presenta con la cabeza agachada.
-¿Qué has hecho? –pregunta Alex-.
-Nada.
-¿Nada?. Madre me ha llamado diciendo que viniera.
-No ha pasado nada. Alguien pensó que la casa estaba vacía y me
tomaron por un ladrón.
Alex masculla: “Anastasia”.
Coge por los hombros a su hermano y los nota fornidos.
-¿Dónde está el chico?
-En el salón.
Alex toma el mentón del chico y le obliga a mirarlo a los ojos.
-¿Y está bien?
-Me intentó pegar. Le di un puñetazo…
-¿Y?
-Ella está en el baño. Le he roto el teléfono. Explícaselo tú.
<Bueno, al menos no acudirá la policía>
-¿Qué has hecho?
La cara de niño inocente cambia por una expresión seductora. Sus ojos
se hacen lagos imperturbables y su voz más varonil.
-Le he roto el cuello. Pero ha sido un accidente –explica exponiendo una
media sonrisa-.
Alex aprieta la mano en su hombro hasta que Ramsés expresa una
mueca de dolor.
-Voy a arreglar esto y luego me encargaré de ti.
El chico mantiene la mirada y Alex se larga de allí con paso ligero.
Ramsés gira el cuello para mirar hacia la puerta por donde ha
desparecido Alex y comenta:
-Y yo me encargaré de ti muy pronto…

477
NAZARETH SERRANO

El pre-adolescente cae de rodillas y, pegando sus manos a la cabeza


empieza a sudar. Un ardiente calor se apodera de su cuerpo. Aprieta los
dientes y la cara se congestiona.
Se postra y pega la frente al suelo. Su cabello casi rapado se humedece
por la fuerte sudoración hasta el punto que las gotas de este líquido
empiezan a precipitarse por su frente como una lluvia.
-¡Sal de mi cabeza! –grita medio llorando-. ¡Déjame en paz!

Alex intenta vanamente calmar a su “hermanastra”. Cuando escucha los


gritos en la planta inferior, indica a la chica que se quede dónde está y se
larga.

A pesar de que Alex es más grande, más musculoso y mucho más


fuerte que Ramsés, le cuesta un tanto inmovilizarlo en el suelo. Para
entonces el chico tiene una enorme brecha en la frente. Se la ha hecho él
mismo al darse golpes contra el suelo de madera, que hasta se ha astillado.
-Vale, ya está, ya está…
Ramsés deja de debatirse bajo el peso de su hermano, pero este no da
ni un sólo centímetro de ventaja. Sabe que cuando tiene esas “crisis”
cualquier precaución es poca.
-Me haces daño… -comenta el chico bajo su hermano-.
-Ese es el plan.
-Te mataré, cabrón.
-Antes de amenazarme, crece.
Ramsés de nuevo se debate por escapar, pero Alex le tiene bien cogido,
sólo que cambia un poco la posición de un brazo y lo agarra por el cuello de
una forma peculiar.
El chico comienza a perder las fuerzas poco a poco, y, finalmente,
queda inconsciente en el suelo tras un último fulgor de fuerza.
Alex lo suelta sudoroso y mira su mano, manchada de la sangre ajena al
haberla puesto sobre la brecha.
-Lo mejor es la eutanasia, si ya lo digo yo…
Lo coge y se lo echa al hombro. Pesa mucho para su edad, claro, que
es alto y musculoso.
Con él aún encima, va en busca de Anastasia, que al verlo así se lleva
una mano a la boca.
-No está muerto –indica Alex-. Sólo inconsciente.
-Pero… ¿quién es?
Alex expone una mueca extraña.

478
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

CAPÍTULO 2: LA NORMA DE LOS DIOSES

AÑO TERRESTRE 2029. d.C.

ATLÁNTIDA, SÉPTIMO REINO


EN PALACIO

E s alto, robusto, y sus ojos son extraños a la par que


embaucadores. Un tanto inexorables, profundos, de un gris
extraño e intenso, brillante, hechos del material celestial.
El rey de toda la Atlántida sonríe cuando Ramsés, vestido con su típica
túnica negra y con esa capucha entra en la sala.
-Mi rey, ¿mandasteis llamar?
El rey aparta la vista de los manuscritos lemurianos y sonríe a su
invitado, el cual se dobla el espinazo.
Ambos están solos en la biblioteca, recién acabada. Llena de
manuscritos, libros, tablillas y con una sola mesa y una sola silla, la del rey.
-Mírame, Ramsés.
Ramsés se yergue y lo mira a los ojos.
-Tú tiempo se acaba. Te consumes en la ambigüedad del espacio-
tiempo y tú mismo te retas al exilio. ¿Problemas con el pasado?
-Problemas que pueden ser solucionados, majestad.
-Emperador.
-¿Emperador?. Claro, como queráis.
-Emperador de toda la Atlántida.
Ramsés espera a que él le pida algo.
-Eres tan fuerte, que te cuesta doblegarte, aún cuando sólo eres un
niño. ¿Voy a tener que temer que no consigas ser quién hoy eres?
-No, lo tengo todo bajo control.
-Pero aún así desaparecerás.
-Sí… Si cambio mi pasado, mi futuro también.
Anton sonríe y Ramsés siente un cosquilleo en el estómago.
-No hay tiempo para placeres, mi pequeño diablo.
-¿Cómo?
-Mi hermano te reclama en carne y hueso y pronto lo complacerás.
Recuerda tu misión.
-Por supuesto, mi rey… Emperador, quiero decir.
Anton se levanta y rodea la mesa para quedar frente a él. Toma su
mentón y le dice:
-Antes de irte, debemos dejar algo acabado. Después de estudiar todo
esto… -extiende un brazo y señala con la mano abierta los manuscritos-.
He descubierto que el corazón de la Atlántida es un lugar físico, y no una
utopía.
-¿Y qué debo hacer yo?, mi emperador
Anton pone ambas manos en su cara y comenta:

479
NAZARETH SERRANO

-Tu sangre es la llave.


-¿Cómo decís?
-Tu sangre, tu genética, tú eres la llave del corazón de mi reino.
-Creo que os confundís –comenta intentando apartarlo, pero Anton
aprieta la cara entre ambas manos-.
-No, Ramsés. Tú eres la bestia.
-¿La bestia?
Los ojos de Anton se hacen extraños y Ramsés gime cuando irrumpe en
su mente sin que él pueda detenerlo. Gotas de sudor manan de la frente,
sus ojos se pierden en los ajenos y todos los músculos de su cuerpo se
tensan.
Cuando acaba con él, Ramsés cae de rodillas ante el rey.
El joven inclina el cuello para mirarlo.
-Ramsés, has olvidado la primera norma de los Dioses.
-¿Cuál? –masculla aún inmovilizado y con la cara roja, en parte por ira,
en parte por el calor que lo abrasa-.
-No crees nada superior o igual a ti.
Anton libera a su subordinado y este respira rápida y superficialmente.
Sin levantarse, dice:
-Sin mi otra mitad no soy nada.
Anton se palpa el mentón. Luego extiende una mano que deposita en la
coronilla de Ramsés y le coge del pelo, pero sin tirar demasiado, más bien
en forma de caricia.
-No importa. La mitad del poder me es suficiente.
-De acuerdo –dice él apretando los dientes-. Pero concédeme la
espada.
-Es tuya.
Anton se retira y cierra tras de sí.
Ramsés se postra en el suelo y se ríe, al principio, en bajo, luego con
más naturalidad al saber que Anton se ha alejado y que, por el momento,
no usa sus poderes para vigilarlo.
-Mi emperador parece haber olvidado la primera regla de los mortales –
comenta entre risas-. Que sólo son fichas en el tablero del destino, y que
los Dioses son las manos que las mueven.

480
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

CAPÍTULO 3: ESPECIES

25 de junio de 2024

PLANETA TIERRA
COMPLETO DE LA NASA “TERRA NOVA”, LOCALIZACIÓN SECRETA

E s alto, fornido, tiene poco vello corporal y la tez bronceada. El


pelo se muestra blanco y los ojos grisáceos.
Está encerrado en una celda, un cristal tintado no le deja ver el exterior,
pero desde el exterior sí puede verse al espécimen desnudo.
Se mantiene sentado, con la mirada perdida en alguna parte, la espalda
apoyada en la pared y las manos puestas sobre su abdomen, con sus
dedos cruzados.
-Ellos tienen experimentos. Nosotros un ser puro de otro mundo –
comenta el doctor-. Ese chiquitín hará que los parvulitos en esta guerra de
genética se conviertan en los doctorados.
-¿Usted cree?, parece tonto. Mírelo, ahí, parado, mirando a nada…
-El coeficiente intelectual de este chiquitín y sus “hermanitos” ha hecho
que tengamos que crear una nueva tabla para medir lo que es “normal” y
tenemos hasta un “superdotado” de su especie.
-Pero sí parece un humano albino.
-Humano… humano no es. Pero es el antepasado de algunos humanos.
-¿Cómo?
-Se acabó Darwin, amigo. No todos éramos monos.
-¿No tendrá frío?, es que así, desnudo…
-No. Le gusta el hielo, no el Sol.
-¿Tiene calor?
-No, controla la temperatura corporal sin problemas.
-¿Habla?
-¿Y quién sabe lo que dice?
-¿Y qué podemos hacer con él? –pregunta el militar-.
-La ciencia primero, lo bélico después.
-Sigo sin comprender…
-Hemos visto más, pero…
-¿Pero?
-Han acabado con los cazas que persiguieron sus naves.
El militar se encoge de hombros.
-Cosas que ocurren. Espero que no en un lugar público…
-No pasa nada. Estaban en Egipto. Un vuelo de prueba y poco más en
la prensa…
-¿No ha dicho que le gusta el hielo?
-Al parecer, sólo iban de vacaciones…
-¿Buscaban algo?
-Sí, a un amiguito.

481
NAZARETH SERRANO

-¿Cómo lo sabe?
-El señor Plagge nos ayuda de forma desconsiderada. Él puede
establecer contacto telepático con ellos. Es nuestro traductor. Él sí sabe lo
que dicen.
-¿Quién?, ¿el director de los Laboratorios Omega?
-No. William Plagge.
-Pues, el director…
-Michel Angelo. Ese es el nombre del director.
-No entiendo nada…
-Hay veces, que es mejor estar muerto, para que la gente te deje en
paz. Y sino, que se lo pregunten a Hitler.
El militar lo mira como quien mira a un loco.
-Pero doctor Schmidt, ¿de qué habla?
-No importa. Mire este… -le lleva hasta otra celda-.
El militar lo mira con detalle, pero lo ve casi idéntico al otro.
-Es igual.
-No es de la misma especie.
-¿Cómo que no?
-No, el anterior es un mestizaje de dos especies. No sabemos cómo
llamarlas, por ahora. Este es “puro” dentro de lo “puro”. Es decir, el anterior
es una mezcla de esta especie y otra.
El general niega con la cabeza.
-Sigo sin entender.
-Aunque se parezcan, un chino y un japonés no son del mismo país,
¿no?
-No.
-Pues ellos no son del mismo “país” dentro del mundo de las “especies”.
-Pues a mí me parece un tonto.
-Según él, es un príncipe.
-¿Y qué hace aquí y cómo ha llegado?
-Dice haber sido expulsado de su reino por un malvado que quiere, o
mejor dicho, ha conseguido el control de su “mundo” y lo ha exiliado.
-¿A nuestro mundo?
-Bueno. En realidad es un fugitivo.
-¿Y confía en nosotros?
-Más bien, no deberíamos haberlo visto.
-Y si no se fía, ¿por qué iba a decir la verdad?
-Porque nosotros buscamos algo que él busca.
-¿Qué?
-Un ser extraño nacido en esta tierra.
-¿Qué?
-Un niño, que ahora debe tener doce años, y que podría ser un punto
clave en nuestra investigación.
-Y además de nuestros “visitantes”, ¿lo busca alguien más?
-Pues… nadie vivo, por ahora, de nuestro bando. Los investigadores
unidos al proyecto “Raíces” han fallecido en extrañas circunstancias,
incluido nuestro mejor fichaje, un tal Steve. Bueno, al menos, este tipo dejo

482
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

testimonios y nos dio mucha información acerca de “La Colmena” y se dejó


examinar. Al principio pensamos que era un pirado, luego descubrimos que
era un experimento.
-Entonces… seguimos sin tener nada.
-Oh, tenemos mucho. Tenemos el dinero de una potencia mundial para
financiar nuestros proyectos, al ejército, a la CIA y muchas cosas más.
-Pero seguimos dando pasos en falso.
-No, por una vez, pisamos el camino correcto. Ahora sólo falta seguirlo.
-Si la gente se enterara, que mientras el mundo cambia entre guerras
civiles, mientras la Unión Europea se hunde, los países tercermundistas
caen bajo las extrañas enfermedades que surgen… nosotros invertimos su
dinero en perseguir a albinos…
-Pero es que la gente no se debe enterar de estas cosas. Si se
enteraran de todo lo que sabe la NASA, se produciría un suicidio colectivo,
tipo secta.
El general asiente con la cabeza.
-Puede que sí, herr doktor, puede que sí…

483
NAZARETH SERRANO

484
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

CAPÍTULO 4: LA RECONQUISTA

AÑO 1274 DC

PLANETA DE HIELO
EN TERRITORIO DEL EMPERADOR

E velyn intenta en vano hacerse paso entre la multitud que se


aglomera en los puertos aéreos.
Los muertos y los heridos han sido mandados en bandadas
impresionantes a su lugar de origen, y eso en caso de que tengas los
cuerpos, porque algunas familias sólo han recibido una esfera dando la
información.
-¡Mamá, que me aplastan! –se escucha a sus espaldas-.
-¡Dios mío, Jack!
Evelyn intenta abrirse paso, pero la gente, nerviosa, espera a que salga
el oficial para indicar el nombre de los caídos y heridos, y de paso, ir
mirando a los que van sacando de las naves, rezando para que no sean
familiares suyos.
-¡Jack!
-¡Me siento como una serpiente por los suelos!, ¡socorro! –se escucha a
la derecha-.
-¡Pero bueno!, ¡¿dónde estás?!
-¡Aquí, el del pelo claro, el guapo, no tengo pérdida!
Evelyn se pone a cuatro patas y mira entre las piernas de un grandullón,
que agacha la cabeza.
-¡Oiga!, ¡que tengo mujer!
-¡Pues que suerte tiene!, ¡imbécil!
Y pasa por debajo, como si jugara como una simple niña.
-¡Jack!, ¡¿dónde estás?!
Un adolescente koradi levanta a un niño, de unos tres años, con el pelo
claro y cara de bueno.
-¡Maldita sea!, ¡qué haces con mis pantalones! –brama el adolescente-.
-¡Mamá!, ¡que me come!
-¿Qué dices?
Evelyn se alza tan rápido que se topa con el grandullón y su cuerpo.
-Lo siento… -dice sin dejar de abrirse paso hacia el adolescente-.
Aparten, fuera de mi camino… ¡he dicho que se aparten!
De repente el aquelarre de voces se detiene y el último grito retumba en
su cabeza. Todo esto porque un oficial ha salido, lista en mano, para dar los
nombres. Los que están alrededor la miran y hacen un poco de hueco.
Evelyn se remueve entre dos mujeres y llega hasta el niño, que coge y
dice:
-Lo siento, gracias por rescatarlo.
El adolescente lanza un gruñido de enojo, pero no dice nada más.

485
NAZARETH SERRANO

-Ya hablaremos en casa de esto –comenta Evelyn con el niño en


brazos-.
-¿Te quiero, mamá? –indica exponiendo su mejor sonrisa-.
-He dicho que ya hablaremos.
El niño quita la cara de ángel y escucha, aunque no sabe qué está
pasando exactamente y qué significa tanto nombre, llanto y demás.
El oficial termina la lista de fallecidos y la de los capturados en combate,
pues ahora, al parecer, el líder de La Resistencia hace prisioneros. Evelyn
suspira al no escuchar el nombre de su marido en la lista de fallecidos. Si
hubiera sido prisionero, pues no hay problema, tiene “enchufe” con el bando
enemigo.
Ahora vienen los heridos. De la multitud ya se han marchado los
afligidos familiares de los fallecidos y los capturados.
-¡Drake Vomlort!, ¡oficial de primera! –brama el que lee la lista, ya un
tanto cansado-.
-Ese es papá –indica el niño-. ¿Ha vuelto?
-Sí… y espero que entero.
-¡Papá es invencible!, ¡ha vuelto!
Evelyn espera a que el oficial empiece a recibir a las familias e indique
si Jack puede ir a casa o se traslada al hospital.

-¡Nos han machacado! –grita Jack sonriendo cuando las puertas de su


casa se cierran-. ¡Nos han machacado, Evelyn, nos han machado y hemos
huido como cobardes!
Abraza a su mujer y la muleta electrónica se cae al suelo. Le acaban de
trasladar hasta casa. Debería estar enfadado por los fracasos de su
ejército, pero no es así.
-¡Blake ha pateado el culo del emperador!, ¡apenas nos quedan unas
cuantas tierras bajo total control en todo Fingux y no se atreven a atacar
aquí porque piensan que el ejército de La Resistencia es igual de poderoso
en este planeta!
-De acuerdo, pero suéltame, que me ahogas, cariño.
-Ay, perdona.
Está más delgado, mucho más delgado. Una pierna le falla, tiene un
brazo protegido por un aparato metálico provisional, un ojo inflado y una
herida horrible en el cuello. Evelyn piensa descubrir el resto de heridas por
la noche.
-Estás vivo… estás vivo… -dice ella como si acabara de darse cuenta
de algo-.
Lo abraza y ahora es ella quien aprieta demasiado, llorando de alegría.
-Y Blake también, cariño. Lo he visto. Me ha salvado la vida. Me iba a
matar un hark y él me dejó ir diciendo que enviara un mensaje –señala la
cicatriz de su cuello-. Me iban a matar… pero estoy vivo y él también.
Está… está… Vamos, que me dio hasta miedo verle acercarse. Pensé que
me iba a torturar.
Le da un beso en la boca y, por fin, se despegan un poco.

486
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

-¿Y mi niño?
-Castigado.
Jack pone cara de pena.
-¿Por qué?
-¡Se ha vuelto a escapar de casa!, ¡y casi lo espachurran!
-Pero es que no le he visto desde… desde que era tu barriguita.
Evelyn sonríe cuando Jack la toca el abdomen.
-¿No tenías otra cosa que hacer antes de irte a la guerra que dejarme
embrazada?
-Pues… no, la verdad. Seis meses, ¿no?. ¿O ha sido gestación
humana?.
-Seis meses. Y es clavado a ti.
-¿Guapo?
-Malísimo… -aclara Evelyn entre risas, pero con cierto poso de verdad-.
-Venga, dile que baje.
Evelyn sonríe.
-De acuerdo. Pero sólo le levanto el castigo porque has vuelto.

PLANETA FINGUX
EN TIERRA DE LA RESISTENCIA KORADI-HARK

Los soldados se abrazan, cantan, gritan, beben, comen y, en general,


montan una buena juerga en la base provisional que se han apropiado. Y el
festín se lo han dado los hombres del emperador, que no han tenido tiempo
ni de llevarse las provisiones, ni parte de las armas, ni veinte naves de
exploración que se han quedado ellos.
Trohm y Blake miran todo desde el marco de la puerta.
-Bien hecho, líder –comenta Trohm y se une a la fiesta-.
Blake sonríe.
-Bien hecho, capitán –comenta por lo bajo. No quiere alimentar el ego
de ese gorila-.
Blake cuenta mentalmente: tres, dos, uno…
Se voltea y coge a su chica, que intentaba saltar sobre su espalda.
-¡Tramposo!
-Me has desobedecido. Has ido a primera línea de combate…
-Y te he tirado al suelo a tiempo para que no fueras alcanzado por el
disparo de una nave.
-¿Tú eras el tipo ese del casco negro?
-¡No me llames “el tipo ese”! –comenta intentado, en vano, salir de la
pinza que han formado los fornidos brazos de Blake en su cintura-.
Blake ya no es “el flaquito”. Aunque parezca imposible, es más alto y
mucho más grande. Sus facciones se han endurecido y sus ojos esmeralda
brillan con un fulgor extraño.
Se ha dejado crecer el pelo, pues los hark ya no dudan de él o su
estirpe, y lleva barba de unos días.

487
NAZARETH SERRANO

En definitiva, está buenísimo, piensa Lánzela, y es sólo mío, añade en


su mente.
-Todo para ti, mi amor –dice él-.
-Que no me leas la mente.
-Si es que me tienes loco.
-Ya estabas loco cuando te conocí –responde ella bromista-.
-Pero ahora estoy loco de amor –y la besa-.
Algunos soldados, los que están más cerca, los animan.
Lánzela lanza un puñetazo a ciegas a las espaldas de Blake que da en
Horstrehm, el cual comenta:
-Claro, siempre al mismo. ¿Para qué la enseñarían a boxear?
Y alza el vaso por encima de la cabeza.
-Pues a brindar como en la Tierra, ¡por los prometidos! –comenta el
hermano de la chica-.
-¡Por los prometidos! –responden los demás-.
-Bueno, me lo dejas un ratito –indica un koradi separando a los tortolitos
con los brazos-. Que se una a la fiesta y luego ya te lo llevas.
-Bueno, pero sólo un rato –indica Lánzela-.
Blake le guiña un ojo y ella se hace la dura, aunque cada vez que hace
eso siente un cosquilleo en el estómago.
Los soldados meten a Blake en el comedor y la fiesta continúa.
Lánzela se encamina hacia los hangares. Tiene que supervisar el
trabajo de las naves.

PLANETA DE HIELO
EN LA BASE CENTRAL, EN LA SALA DE MAPAS

Voverkam brama:
-¡Quiero estar solo!, ¡fuera!
Todos los consejeros se retiran inclinando el espinazo.
Voverkam se derrumba en un sillón y este se adapta a su cuerpo al
instante, le proporciona calor y un masaje.
-Estoy… estoy… -se ríe-. Estoy en el camino adecuado. No tardaré en
conseguir la última parte de mi creación y entonces…
Mira un holograma que muestra la cara actual del líder de la
Resistencia.
-Entonces tú y tus victorias desapareceréis de la faz de la Tierra.
Incrédulo, piensas que me has vencido… -se desajusta la máscara-. Pero
yo tengo algo que tú no controlas… El pasado.
Da una patada a la mesa y esta se cae, junto con el holograma, que tras
parpadear, desaparece.
Voverkam se quita la máscara y la tira en un rincón. Parece un rostro
pétreo, algo sin vida, con esos cristales que tapan los ojos de quien se la
pone. Es algo más que una forma de ocultar su identidad, es una pequeña
representación del que la lleva.

488
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

<Él me conocía… -piensa recapacitando sobre el día de la audiencia-. Y


yo a él. Pero no de esta vida…>

489
NAZARETH SERRANO

490
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

CAPÍTULO 5: NO PUEDES PROTEGERME DE MÍ MISMO

25 de junio de 2024

PLANETA TIERRA
MIAMI BEACH, FLORIDA

A nastasia mira a su “hermanastro” como hipnotizada, sentada en el


borde de la cama, a su lado. El chico, amordazado y atado a la
cama, ha dejado de moverse como un poseído, pero hasta hace poco ha
estado delirando y diciendo cosas como “déjame en paz” o “sal de mi
cabeza”. Incluso ha llorado, todo esto, sin despertar, al menos, en el sentido
estricto de la palabra.
Alex la mira a ella desde el sillón.
-Lo siento, pero debo deshacerme del chico y tú sabes…
-Sí, no puedo decir nada –comenta moviendo una mano, con la
intención de tocar al encamado, pero apenas la levanta un poco, la vuelve a
colocar sobre su propia pierna-.
-Mejor vamos abajo.
-Parece enfermo… -comenta ella-.
Alex se levanta y la pone una mano en el hombro.
-Las enfermedades se curan.
Anastasia le mira.
-¿Qué quieres decir, hermano?
Alex sonríe.
-Sabes que no soy tu hermano –se sienta a su lado, al borde de la
cama-. En realidad, no soy ni tu hermanastro –la mira a los ojos-. No soy
nada que tenga que ver contigo.
Ella aparta la mirada.
-Eres un hombre enamorado de la persona equivocada. Una mujer
casada, la mujer del hombre que te salvó la vida.
-El amor, cuando no crece, disminuye. Y otras llamas pueden surgir de
una simple chispa. Una mirada, o ver crecer a alguien hasta que te das
cuenta de que ya no es la niña que conociste y que esa mujer en la que se
convierte te gusta.
Anastasia se levanta.
-Lo siento, pero me tengo que ir…
-No soy tan mayor. En realidad, no envejezco rápido y… bueno, puedes
tomarme como un madurito atractivo.
-En serio, lo siento…
Alex se levanta y se acerca a ella.
-Noto cierta tensión cuando estás a mi lado. A mí puedes decirme lo que
quieras. Estoy abierto a todo y soy soltero. Si no quieres una relación
duradera, podríamos probar otras cosas…
-¿Qué estás insinuando?
Él acaricia su pelo.

491
NAZARETH SERRANO

-El día no tiene por qué acabar así. Habías traído a un chico, se ha
indispuesto y ha venido otro, sin camiseta –sonríe-. La he perdido por el
camino. ¿Puedo besarte?
-¿Qué clase de pregunta es esa?
-Respeto mucho a las mujeres, como atlante que soy. No quiero hacer
nada que te moleste.
Como ella no dice nada, él agacha la cabeza y la besa levemente.
Ramsés lo mira con los ojos entrecerrados y masculla un “Hijo de puta”,
que se vuelve inaudible por la mordaza y por la falta de voz en estos
momentos, del chico.
Alex se retira.
-¿Vienes abajo?, ¿o vamos al lado? –comenta refiriéndose a su cuarto-.
Ramsés masculla algo. Anastasia lo mira, pero Alex la coge por el
mentón.
-Está delirando. No le hagas caso. Dime qué quieres hacer.
<Vamos, algo de magnetismo tendré, ¿no?> -piensa él-.
-Enseñame tu cuarto.
Alex sonríe y mira a Ramsés de reojo.
<Anda y duérmete –le dice a través de la mente-. Que yo estoy ocupado
y no quiero tonterías>
Ramsés se revuelve en la cama cuando Alex saca a Anastasia del
cuarto y le mira cuando su hermano mete la cabeza en el cuarto, con la
puerta entrecerrada, y le guiña un ojo.
Luego cierra.
Ramsés se debate en vano con sus últimas fuerzas, hasta tal punto que
se hace heridas en las muñecas y en los tobillos con las cuerdas. Pero con
el sedante no tiene ni fuerza para romper unas simples cuerdas.
Sus gritos ahogados por la mordaza se hacen inaudibles en la
habitación de al lado.

26 de junio de 2024

PLANETA TIERRA
MIAMI BEACH, FLORIDA

Mitch mira a Ramsés de arriba abajo. Luego a Alex. Sentado en el sofá,


deja que Elisabeth se duche primero.
-Tranquilo, padre. Todo está arreglado –comenta Alex-. Anastasia está
dormida. Se durmió tarde… claro, con tanto jaleo.
Ramsés aprieta los dientes.
-Pero se lo he explicado todo y lo ha comprendido. Después de todo, es
una chica especial. Como nosotros.
Mitch suspira.
-Ramsés. ¿Por qué haces estas cosas?
-No es culpa mía. Es él…
-¿Quién es él?

492
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

-No lo sé… es esa voz… me vuelve loco. No quería matar a ese chico.
Sólo le di un puñetazo y se le partió el cuello…
-¿De un puñetazo?
-Sí, lo juro. No quería matarlo –se lleva las manos a la cabeza-. No
quería –se dobla sobre sí-. De verdad, no me mandes a Washington.
-Es mejor que esté conmigo –resuelve Alex-. Mira lo que ha pasado.
-La casa debería haber estado vacía –masculla Ramsés aún doblado-.
-Bueno, entonces dejarme a cargo de Ana. No quiero que en un
descuido ocurra un accidente –comenta Alex-.
Ramsés se yergue de inmediato y lo mira, pero Alex sólo le ofrece un
perfil y una mueca de seriedad.
Mitch medita:
-Bueno, tal vez deberíamos dejar esta casa para Ramsés y que
Anastasia se vaya contigo a Washington.
-¡No! –brama Ramsés-.
-¿Por qué? –pregunta Mitch-.
Ramsés entreabre la boca, pero no dice nada.
-¿Algún problema? –pregunta Alex mirándolo de reojo-.
-Es mía.
Alex se ríe.
-¿Es un objeto?
-No quería decir eso…
-Además, yo la veo como a una niña, como a una hermana pequeña.
-¡Eso no lo decías ayer cuando lo hacíais en el cuarto de al lado!
Mitch se cruza de brazos. Alex carcajea.
-¿Cómo? –pasa un brazo por encima de los hombros de su hermano y
aprieta levemente-. Cuidado con lo que inventas, que me estás ofendiendo
en exceso.
-Ramsés –interviene Mitch-. Creo que puede que confundes la realidad
con tus pesadillas y demás.
-No… -articula un tanto ahogado por la presión que va atenazando su
cuello de forma imperceptible-.
Mitch mira a Alex, el cual pone cara de cansancio.
-Deliraba. Luego dirá que Santa Claus entró por la ventana y que el
Fantasma de la Ópera tocaba el piano mientras yo estaba con Anastasia.
Ramsés coge el brazo de Alex con ambas manos, pero no consigue
moverlo.
-Que es verdad –dice con los ojos vidriosos-. Que los escuché.
-¿Qué escuchaste? –pregunta Mitch-.
Ramsés se debate de forma violenta, Alex lo suelta aposta y su
hermano le da un buen puñetazo. Alex se deja caer sobre la mesa de café y
Mitch se levanta.
-¡Suficiente!, ¡ya estás otra vez con tus tonterías!, ¡vete a tu habitación!
Alex se palpa la cara y expresa una media sonrisa que Mitch no ve.
Ramsés lo mira con la cara roja de rabia y los ojos inyectados en
sangre. Aprieta los puños hasta el punto que se hace sangre con sus
propias uñas, a pesar de tenerlas cortas.

493
NAZARETH SERRANO

-¡Ahora, Ramsés! –brama Mitch acercándose-.


Ramsés salta por encima del sillón tan rápido que Mitch piensa que ha
desaparecido. Luego sube las escaleras de cinco en cinco y desaparece
por la esquina.
Se escucha un portazo fortísimo que hace que Elisabeth salga con sólo
una tolla encima y con el pelo cubierto de jabón.
-¿Qué pasa? –pregunta desde lo alto de las escaleras-.
Alex niega con la cabeza.
-Tu hijo, otra vez. Me acusa de una cosa que ni se me ha pasado por la
cabeza y encima me ha dado un buen derechazo.

Ramsés da un derechazo, luego con la izquierda, derecha, izquierda…


cada golpe es más fuerte y fugaz que el anterior, hasta que el saco de
boxeo cae al suelo por la rotura de la cadena que lo unía a la barra.
Ramsés grita y da un buen puñetazo a la estructura metálica que se
dobla ante el puñetazo.
Elisabeth pasa sus manos por el torso desnudo del chico y coloca su
cabeza en el hombro.
-Tranquilo…
Él se relaja un poco y extiende ambos brazos a los lados.
-Me tratáis como a un animal. Me encerráis, no me dejáis tener contacto
con nadie y… vamos, sacarme con una cadena puesta al cuello, un
ahogador, para corregirme. Es lo único que os falta.
-Te protegemos.
-No. No podéis protegerme.
Elisabeth le da un beso en la mejilla.
-Sí podemos.
-No podéis protegerme de mí mismo –dice él y ladea la cabeza para
mirar a su madre, la cual frunce el ceño-.
-¿Tienes ideas suicidas?
-A menudo. Pero no me refiero a eso…
Elisabeth se pone frente a él y lo abraza. Él hunde la cabeza en el
hombro contrario y llora como lo que es… un niño.
Él es ahora quien devuelve el abrazo.
Ramsés siente algo caliente en el abdomen. Se retira asustado para
comprobar que no es él quien sangra copiosamente, sino su madre.
<Desgarrarás el vientre que te engendró> -escucha en su cabeza-.
-¡No! –grita apartándose y mirando sus manos ensangrentadas-.
-¿Qué pasa? –pregunta Elisabeth intentando acercase, pero su hijo, con
los ojos muy abiertos se retira-.
-No te acerques a mí.
-Pero…
-¡No te acerques!
-Pero, hijo…

494
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

Ramsés corre hacia la salida y traspasa la puerta de cristal, que estalla


en mil pedazos cortando todo su cuerpo. Sin detenerse, salta por encima de
la piscina y desaparece camino al jardín zen.
Elisabeth, con la boca entreabierta, mira los cristales ensangrentados y,
cuando reacciona, llama a su marido a voz en grito.

495
NAZARETH SERRANO

496
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

CAPÍTULO 6: EL FUGITIVO

AÑO 1274 DC

PLANETA DE HIELO
EN TERRITORIO DEL EMPERADOR

E velyn está a punto de desabrochar el último botón de la parte


superior de su traje espacial, cuando se escuchan unos golpes en
la puerta de entrada.
Jack la mira y se pregunta quién será a estas horas.
-Voy yo, tú ve con Jack Junior.
Se levanta y coge la muleta electrónica que se activa y además de darle
apoyo, administra una cura lumínica en su pierna, para evitar dolores y que
así, pueda apoyar mejor.
Jack mira primero por el balcón, son dos hombres del emperador.
-¡Abran en nombre del Kort! –gritan mirando hacia arriba-.
-¡En seguida, compañeros!
Jack se pone la parte superior de la ropa y se abrocha los pantalones
como puede, luego no se demora demasiado en bajar hasta el salón. Ya no
recordaba que su casa parece futurista… al menos, después de haber
estado en la Tierra.
Las luces se abren de forma automática, un ambiente perfumado lo
envuelve y se climatiza en el acto.
Tarda un poco en llegar a la puerta, que se abre por petición de su
mente.
Los hombres del emperador muestran unas placas holográficas e
indican:
-Apártese, oficial. Tenemos órdenes de registrar todas las casas.
Jack se hace a un lado.
-Sí, ¿puedo preguntar por qué?
Los dos hombres entran y activan sus pistolas.
-Buscamos a un perseguido
-¿Aquí?
-Buscamos al líder de La Resistencia –aclara el otro-.
El más mayor le da un codazo y con un movimiento de cabeza indica
que vaya hacia la derecha.
-De acuerdo, pero no lo encontrarán en mi casa. Lo hubiera detenido.
Creo que está en Fingux, ¿recordáis?
Pero nadie le hace caso.
Peinan la casa. Jack espera paciente escuchando a más guardias
llamando a otras casas. Patrullas pasan sin cesar por las calles, vacías tras
el toque de queda.
La pareja de guardias vuelve a reunirse en el salón, donde están Jack,
Evelyn y Jack Junior, medio dormido en el sofá.

497
NAZARETH SERRANO

Uno de los soldados dice:


-Muy bien, no descarten otra revisión. Gracias por su colaboración y –
pone el puño cerrado a la altura del corazón-, Demin Kort.
-Demin Kort –responde Jack haciendo el saludo-.
Se marchan.
Evelyn mira a Jack con cara de preocupación.
-¿Crees que se le habrá ocurrido…?
-No lo sé… O más bien sí… -comenta mirando hacia las escaleras, por
donde baja un tipo encapuchado, estilo sacerdote-.
Evelyn lo mira y hasta teme decir el nombre:
-¿Blake? –pregunta casi en un susurro-.
Una sonrisa se distingue bajo la capucha.

El Kort mira a Blake con detenimiento. El chico no hace nada por


intentar escapar de la opresión de los cuatro guardias y de los grilletes de
energía que lo mantienen maniatado con esa luminiscencia azulada.
El príncipe saca una espada del cinto y vacila. Los ojos de Blake se
posan en la máscara del Kort.
Ya no vacila más, alza el arma y lo decapita sin piedad.
Los cuatro guardias se miran entre sí.
El emperador tira la espada y los guardias sueltan el cuerpo del
decapitado.
Del cuello salen chispas y se vislumbran cables y la máscara del robot
se requema. Era muy real.
La cabeza se desconecta y los “párpados” se cierran.
-¡Cabrón!, ¡grandísimo hijo de puta!, ¡pedazo de maricón!
Los guardias se apresuran a saludar y retirarse ante el ataque de rabia
del Kort, que rompe todo lo que tiene a su paso.
-¡Esperar! –los detiene el Kort-.
-¿Sí, mi Kort? –se atreve a decir un oficial, Kiexerus-.
-Un vehículo. Sé dónde está. Puedo sentirlo… -comenta con un tono
extraño en su voz-.
-¿Va a ir usted en persona?
-¡Sí, prepara un vehículo y cuatro hombres!
-Mi Kort –dice Kiexerus inclinándose y se retira enseguida reprimiendo
una sonrisa-.

Evelyn se aferra al cuello de su hijo cuando este salta de una azotea a


otra.
Blake se agacha haciendo que su madre lo imite. Luego la tumba y se
pone sobre ella unos segundos, justo a tiempo para evitar que la luz de los
que están a ras de suelo los delate. Un pequeño muro los protege de la
visión de los soldados, que siguen apuntando hacia el cielo.
Evelyn piensa que en otra situación, es decir, si el hércules que tiene
encima no fuera su hijo, estaría muy tensa y un tanto incómoda.

498
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

Escucha la respiración calmada de Blake en su oreja y el simple


contacto la tranquiliza.
Las luces dejan de alumbrar y los pasos de los soldados suenan cada
vez más lejanos.
Blake se incorpora un poco y la ayuda a levantarse, pero le indica que
no se ponga de pie.
-Bueno, ¿has venido sólo para verme? –pregunta ella entre susurros-.
Los ojos de Blake se vuelven rojos, se aproxima al final de la azotea,
echa un vistazo barriendo la zona en un segundo, y vuelve al lado de su
madre.
-No. No sólo para verte… -responde él en voz baja, pero más grave de
lo que Evelyn recordaba-.
-¿Sabes que te estás jugando la vida?
-No. El príncipe no quiere matarme. Sólo tenerme a su lado.
Indica con un movimiento de cabeza que lo siga. Evelyn, agazapada
como un gato y con una pésima y poco entrenada visión nocturna, busca a
tientas la mano de su hijo.
Él la coge y sus ojos, de nuevo verdes, brillan como los de un felino.
-Vamos, madre. Tengo que contarte algunas cosas.
-¿No podíamos quedarnos en esta azotea para hablar?
-No. Un blanco fácil es el que está fijo en un lugar. Si nos descubren,
estarías en peligro. Y siento mucho hacer esto, de veras, pero es
importante que sepas algunas cosas para que no cambies mi futuro.
-¿Qué?
La agarra y salta como un gato en la noche. Los habitantes de la casa
miran al techo, pero no hacen nada por salir. Siente la presencia de algo,
pero son simples civiles cuyo padre, marido y hermano han muerto. No
quieren más disgustos.
Se detienen en otra azotea y se agachan.
-El pasado ha cambiado. El príncipe está en ventaja y he tenido que
posponer mi idea de enfrentarme a él. La Atlántida está bajo control de un
soberano que derrama sangre sin pesarlo y…
Se calla y, de nuevo, se echa al suelo. Evelyn se acurruca a él
buscando la tranquilidad, su contacto, su respiración en la noche. Evita
llorar por verle vivo y tan… ¿grande?. No, lo que pasa es que cuando lo
conoció era un niño… un niño metido en el cuerpo de un hombre, un niño
grande al que abandonó. Ahora es un hombre.
-Debo recuperar Fingux –continúa cuando los soldados se alejan-. Y
debo esperar la guerra aquí también.
-¿Dos guerras a la vez?
-Más, muchas más, madre. Muchos mundos entrarán en guerra. En el
pasado, y aquí, en el futuro.
-¿Cómo?
-Vamos, madre, que ya casi estamos fuera…
Se pone de pie y ella lo imita.
-Agarrate, que bajamos.
Evelyn se aferra al cuello de su hijo y este la coge por la cintura.

499
NAZARETH SERRANO

Se pone al borde de la azotea y Evelyn se marea al ver la altura del


edificio que alberga cincuenta familias.
Blake salta y Evelyn cierra los ojos y aprieta los dientes a la par que los
brazos alrededor del cuello de su hijo.
Blake frena la caída con su cuerpo elevando a su madre para que no
sienta el impacto en sus piernas. La deja en el suelo.
-Por aquí… -indica y se mete entre las columnas del patio del Templo
Central-.
Todo el territorio del emperador no se parece a lo que realmente es el
planeta. Un Sol artificial, una Luna y las estrellas de noche, caminos de
arena y no de hielo, plantas, árboles… incluso animales.
Han creado un ecosistema dentro de la cúpula que protege este
territorio del exterior. La agricultura y la ganadería evita cazas innecesarias,
hay un sistema de cañerías que lleva agua a las casas, y el clima es muy
benévolo.
Alguien mira.
Blake baja su capucha, agacha la cabeza y dice en alto:
-Hashís akunt shamka. Hashís akunt shamka. Et shamka gi gham…
La persona que mira se inclina pensando que es un sacerdote y se
acerca a Evelyn, la cual no sabe qué hacer.
-Disculpe –indica el soldado-.
El “sacerdote” se marcha hacia la puerta del templo.
-¿Sí?
-El toque de queda sonó hace unas horas. Vuelva a casa. Estamos
buscando a un hombre muy peligroso. ¿Está sola?
-De retiro en el templo –indica de repente porque así lo escucha en su
cabeza-.
El soldado asiente con la cabeza.
-Pues entre, es peligroso.
-Gracias.
-Buenas noches –y se marcha en dirección contraria a la que ha tomado
su hijo-.
Evelyn se encamina hacia el sacerdote. Blake le guiña el ojo y ella reza,
pero por lo bajo y a otro tipo de Dios.
Blake echa un vistazo y agarra la mano de su madre.
-Vamos a entrar, como ha dicho el guardia.
-¿Al templo?, ¿estás loco?
-Un poco…
Y la arrastra hacia el interior. Lo primero que ve es una estancia amplia
con algunas estatuas, grabados e hileras de columnas flaqueando a
izquierda y derecha. Hay algunas puertas al final y a la derecha. También
pilas para hacer sagradas limpiezas y una especie de bancos.
Un guardia los espera allí, armado. Evelyn siente que el corazón quiere
salir por la boca al verlo.
-El príncipe te busca en persona. Sabe dónde estás.
-Sí, lo sé. Yo también siento su presencia.

500
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

Evelyn mira con cara de no entender nada al guardia, que se quita el


casco.
-Vamos, chico –indica Kiexerus-. A los subterráneos. El truco del robot
ha hecho hervir la sangre de ese hijo de puta… -añade sonriendo y ya de
camino hacia la fila de columnas de la derecha-.
Evelyn no pregunta nada, simplemente, se deja arrastrar por la mano de
su hijo, que la calma con una energía pura que nunca había notado en él.

El Kort abre las puertas del templo de una patada. Con una espada en
la mano brama:
-¡Ven aquí, pedazo de cobarde!, ¡rata asquerosa, sal y lucha como un
hombre!
Un sacerdote se acerca e indica, hablando con pausada voz:
-En este templo no pueden entrar armas. Y no se eleva la voz.
El Kort dirige su máscara hacia el sacerdote y, con un movimiento de
muñeca, lo decapita.
-¡Voy a por ti!, ¡adelantemos nuestro destino juntos! -indica y se
encamina hacia la derecha dejando tras él el cuerpo del sacerdote con la
cabeza separada y el charco de sangre que va aumentando bajo el cuello
del decapitado-.
Dos soldados que lo acompañan procuran no pisar nada “de carne y
sangre” y siguen al Kort preguntándose si se ha vuelto completamente loco.

-Pero, papá…
-No, ni papá ni nada. Nos vamos.
-¿Dónde?
Jack coge a su hijo y deja a un lado la muleta.
-A casa.
-Pero, si estamos en casa.
-Silencio. No quiero que hables en todo el camino. ¿Lo prometes?
-De acuerdo.
-Es muy importante que no hagas ruido o nos matarán. ¿Entiendes lo
importante que es?
El niño traga saliva y asiente con la cabeza. Luego pega su cara al
cuello de su padre.
Jack, desde la azotea, visiona los alrededores.

-¡Vamos, sobrino, no corras! –grita el Kort adentrándose por uno de los


pasadizos del templo-. Ya puedo olerte…
Los guardias se miran entre sí. Y ambos piensan en lo mismo, ¿acaba
de llamar sobrino al líder de La Resistencia?

Evelyn mira hacia atrás, pero Blake coge su mano y tira de ella.

501
NAZARETH SERRANO

-No mires, que te conviertes en estatua de sal… -comenta bromeando-.


-No tiene gracia. Le estoy escuchando. Y da miedo.
-No está tan cerca. Es que su voz es potente, y retumba por todo este
laberinto de túneles –indica Blake-.
Y es que es un laberinto, pero de cuevas naturales, de color rojizo.
Blake coge a su madre como si fuera su novia e indica.
-Tenemos que darnos prisa. Agárrate.
Ella así lo hace.

El Kort empieza a correr como un poseso y los hombres son incapaces


de seguir, siquiera, por un segundo, su paso.

Blake se detiene frente a una enorme obertura de aspecto más o menos


circular que, en forma de precipicio, se abre en el suelo, bloqueando el
paso a la cueva que hay al otro lado.
-¿Y ahora qué hacemos? –pregunta Evelyn-.
Blake mira hacia la oscuridad del abismo. Sus pies se remueven y
pequeñas porciones de piedra se desprenden y se precipitan en una
encabritada carrera hacia la nada.
La deja en el suelo.
-Madre, Voverkam intenta hacer que desaparezca.
-Ya…
-No, escúchame. No es tan fácil como parece. Si nunca nazco…
-¿Cómo?
-Tienes que decirme cuando me engendraste.
Evelyn recuerda breves momentos.
-El profesor de kárate, Alex. Durante mi viaje de intercambio. En una…
-Vale, suficiente.
-Pero… ¿qué hacemos ahora?
-Suplicar clemencia –dice una voz a sus espaldas-.
Blake se pone entre su madre y Voverkam, el cual alza su espada.
Blake saca la daga de su túnica y la interpone entre ambos.
-Evelyn, cariño, ven a mí –dice Voverkam-. No hagas caso a tu hijo,
desgraciadamente, está un poco loco.
Evelyn se ve envuelta en un torbellino que atenaza su mente y que hace
que su cuerpo sea una simple marioneta. El magnetismo de Voverkam la
inunda y hace que todo lo demás sobre, incluso su hijo.
-No, madre –la agarra cuando intenta ir hacia su amo-. Mírame a mí –
Evelyn se topa con los ojos esmeralda de su hijo y el hechizo desaparece-.
Voverkam se ríe.
-No importa. Dejémosla al margen. Pero, ¿dónde vas a ir?. Estás
atrapado. Te perdono si te entregas ahora.
Blake mira a su madre e indica:
-Confía en mí.
La agarra por la cintura y se tira de espaldas al precipicio.

502
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

-¡Noooooo! –grita Voverkam intentando atraparlo de algún modo, pero


sólo puede ver como ambos desaparecen en la oscuridad del abismo,
mientras él queda tumbado en la roca con una mano extendida hacia la
nada-.
De repente una luz verdosa inunda el círculo, y como un torbellino
imparable de energía, impacta contra Voverkam y lo tira hacia atrás varios
metros, hasta que impacta con una curva en la gruta, donde lo aprisiona
hasta que grita de dolor.
La máscara y todas las protecciones se parten. Siente que su cuerpo se
congestiona, que la sangre se hiela en sus venas, que sus pulmones se
contraen y no captan aire, que sus ojos se hunden en sus cuencas y que
sus músculos son retorcidos como trapos.
La luz cesa y Voverkam, sangrando por la boca, mira con los ojos
entrecerrados a su alrededor.
Su rostro descubierto se muestra perfecto, sus ojos son extraños e
hipnotizadores, profundos pero perturbados.
Ramsés pierde el conocimiento.

Jack Junior sonríe y lo mira todo como niño que es. Su padre lo detiene
cuando se dispone a tocar algo.
-¿Dónde estamos?
-En Tierra.
-¿Cómo?
-Es el nombre de la nave.
-¡Qué bien!, ¡voy a volar!
Jack lo coge y lo pone encima de un asiento. Intenta ponerle el cinturón,
pero es que se le sale por la cabeza.
-De acuerdo. Vas a ir conmigo, en el asiento del piloto –indica Jack-.
-¡Bien!
-Pero no me distraigas mientras conduzco.
-No, lo prometo.
Jack lo mira de reojo.
-Soy bueno.
-Ya…
Se sienta en el lugar del piloto y el holograma aparece a su alrededor,
dando datos y una visión infrarroja de los alrededores.
Su hijo se sube sin piedad y pisa la pierna mala de Jack, el cual gruñe
sin querer.
Jack Junior se ríe por tal cosa y se acomoda.
Jack ajusta el cinturón, esta vez para los dos.
-Bien. Vas a sentir que tu cuerpo se aplasta. No pasa nada.
-¿Me dolerá?
-No, sólo es una sensación extraña. Y luego, sentirás que…
-¿Qué?
-Te dolerá luego.
-Mierda…

503
NAZARETH SERRANO

-¡No digas mierda! –indica su padre mientras prepara todo y se coloca


unas pequeñas cosas en la cabeza-.
-¿Para qué es eso? –pregunta el niño enroscándose como una culebra
para verlo todo mejor-.
-Ponte bien y no te muevas, que despegamos.
-Vale…
El niño aprieta los ojos y se agarra al pantalón de su padre, el cual
sonríe y lo abraza para tranquilizarlo.
-Cinco, cuatro, tres, dos, uno…
-¡Tengo miedooooooo!
-La nave desaparece tras una curva que rompe el espacio-tiempo.

504
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

CAPÍTULO 7: GABRIEL

1 de julio de 2024

PLANETA TIERRA
MIAMI BEACH, FLORIDA

-¿TeRamsés
duele?
la mira de reojo por encima del hombro. No porque
quiera menospreciarla, es que ella está justo detrás y él tiene que ladear el
cuello para toparse con sus ojos.
-No.
-¿No cicatrizas en el acto? –pregunta ella-.
-No si estoy nervioso.
-¿Alguna vez estás tranquilo? –pregunta ella cogiendo el botiquín-.
Ambos están en el cuarto de él.
-No. Además, no he desarrollado todas mis capacidades aún.
-Seguro que no te deja marca –dice limpiando la herida de la espalda,
que va desde el omoplato hasta la zona lumbar. Es limpia, profunda y un
tanto diagonal. No sangra como debería hacerlo-.
-Nunca me dejan marcas en el cuerpo.
-¿Qué quieres decir?
-Hay otro tipo de cicatrices que son peores.
-¿Cómo te lo has hecho? –pregunta Ana-.
-Entrenaba con mi hermano. Se nos fue de las manos.
Anastasia termina de limpiar la herida y la mira.
-Creo que no hará falta que suture. Supongo que cerrará de aquí a la
noche.
Se queda mirando un momento las espaldas del chaval. Hombros
anchos, y estrechándose hacia la cintura. Todo músculo.
-Bueno, pues… voy a hacer las maletas.
-¿Cuándo te vas? –pregunta él poniéndose la parte de arriba del
kimono, pero sin abrochársela-.
Anastasia se topa con los abdominales, que si bien no son los de Alex,
son marcados y demasiado para su edad. Los pectorales son perfectos, el
cuello también, la cara de un Dios... de doce años, se recuerda ella misma.
-¿Pasa algo? –pregunta Ramsés-.
-No. Me voy mañana.
-Eres muy guapa –dice él-.
-Soy la novia de tu hermano.
-¿La novia?
-Sí –dice ella recogiendo los objetos de cura-. Pero en secreto, así que
no se lo digas a tu padre, ni a tu madre.
-No importa. No me creerían –comenta él-.

505
NAZARETH SERRANO

-Ya… bueno… -se choca con él, a pesar de que Ramsés no se ha


movido. En realidad ha sido ella quien ha intentado salir de allí mirando al
suelo-.
Se le cae el bote de agua oxigenada y ambos se agachan para
recogerlo a la vez. Sus manos se colocan una sobre otra, en un intento de
coger el bote.
-Anda, como en las pelis –comenta ella sonriendo-.
-En las pelis ahora viene… -interviene mirándola a los ojos-.
-Ya, pero en las pelis son mayores de edad –corta ella agachando la
cabeza-.
Ella se levanta primero. Él ladea la cabeza y se queda agachado.
-Bueno, hasta la hora de comer –comenta ella y le atusa el pelo corto,
como si fuera un crío-.
Luego Anastasia sale del cuarto y, como la han mandado, cierra con
llave.
Ramsés se sienta en el suelo y mira el cielo azul que se vislumbra
desde su posición por la ventana, que luce unos barrotes de hierro forjado.
-Una jaula de oro –comenta él-. Pero una vida de perro.
De repente, se siente otra vez violado por esa presencia que le vuelve
loco.
Su cara se pone roja y aprieta los dientes. No tarda en quedar hecho un
ovillo en el suelo.

Mitch detiene el coche, pone las luces de emergencia y activa la alarma


encaminándose hacia el chico que camina resueltamente con las manos
metidas en los bolsillos.
Una chica joven parece coquetear con él con la sutil inocencia pre-
adolescente.
Se pierden tras una esquina y Mitch empieza a correr.
Se choca con algunos transeúntes, pero ni pide perdón, sólo sigue
corriendo y tuerce en la esquina. No está.
Sigue corriendo con su traje y alguien que lo reconoce lo mira con cara
rara.
No hace caso. Llega al final de la calle. Mira a izquierda, a derecha.
Nada. El semáforo se pone en rojo y ve al chico, mochila en el hombro, al
otro lado de la carretera, diciendo algo a la chica, que sonríe coqueta y le
aparta, pero de broma, pues vuelve a acercarse sonriendo.
Mitch maldice y se interna en el tráfico. Los frenazos, los insultos y los
gritos brotan al instante.
-Lo siento… -dice sin referirse a nadie y sigue corriendo-.
Casi alcanza al chico, cuando es interceptado por dos gorilas que bajan
de un coche y lo ponen contra el suelo.
-¿Qué intentaba?, ¿eh?, responda –dice uno de ellos-.
-¡No, por favor! –dice el chico al que perseguía-. Por favor, hemos dicho
que no tiramos a nadie al suelo…
-Pero, señor.

506
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

-¿No ve que va desarmado y que…?


-No, señor. Lo siento, pero hasta ahí no llego. Siento haberme dejado la
visión laser en mis otros ojos –responde con sarcasmo el que tiene una
rodilla sobre la espalda de Mitch-.
La chica se acerca al pre-adolescente y pregunta:
-¿Qué pasa?, ¿no decías que eras un simple chico de barrio?
-Eh…
-¿Eres un rico?
-Eh… no.
-¿Y cómo es que tienes guardaespaldas?
-Pues… esto es muy violento. La verdad es que…
-Déjalo. Me voy a casa sola.
-Pero… espera…
La chica se marcha moviendo el culo. Mitch suspira.
-Hola, ¿me sueltan?. La gente nos mira.
-Soltarlo, hombre –indica el chico-.
Los guardaespaldas se quitan de encima.
-Bueno, pues ya me voy en coche. Total…
-Será lo mejor, señor –indica uno de los guardaespaldas recolocando su
auricular y poniéndose las gafas de sol, que andaban por el suelo-.
El chico se dirige hacia el BMW, pero Mitch lo coge por el brazo.
-Espera.
Los guardaespaldas hacen que se retire.
-Que sólo quiero hablar.
-Disculpe, pero creo que no nos conocemos –indica el chico, ahora
sacando su finura-.
-Bueno, no. Pero…
-Es usted William Plagge, ¿no?
Mitch asiente con la cabeza y extiende una mano, que el chico estrecha.
-Gabriel Müller, encantado.
-Te encontré.
-¿Cómo dice?
-Te encontré…
Los ojos grises y extraños del chico se clavan en la mirada eléctrica de
Mitch.
Mitch saca la esfera, lo aferra por la muñeca y lo rapta delante de las
narices de los guardaespaldas y de todos los transeúntes que andaban
cerca, los cuales, miran con la boca literalmente abierta, el foco de luz que
desaparece sin dejar rastro.

Gabriel se debate por escapar. Pero las sujeciones especiales que le


han puesto no le ayudan en absoluto.
Aferrado a una camilla intenta explicarse.
-Que no soy tan rico. Llevo guardaespaldas por otra razón. En serio, por
favor… Vamos, si van a pedir un rescate, háganlo, pero no soy el hijo de
papá de una familia de capos.

507
NAZARETH SERRANO

Alex sonríe y le da unas palmaditas en la mejilla.


-Que tengo dinero, ¿no ves qué mansión?
-¿Mansión?, ¡parece que estoy en un museo clandestino! –comenta él-.
Y es que el sótano de Alex es lo que parece.
-¿Sois traficantes de antigüedades?. Vaya, eso es atlante… ¿no? –
pregunta mirando hacia la derecha-. ¡Y eso es lemur!... Digo… -mira a Alex-
que… ¿Quiénes son ustedes?
Elisabeth abre la boca, pero no dice nada, ya que tarda unos segundos
en reaccionar.
-Pero bueno, ¿os habéis vuelto locos?. Con decirle las cosas, hablando,
ya sabéis… ¡se entiende la gente!
-Eso es lo que yo pienso, señorita. Gracias por dar un toque de
coherencia a esta situación.
-¡La policía lo buscará por media ciudad!
-Nadie va a llamar a la poli, madre –comenta Alex-. Si no, atraerían a
“Terra Nova” y a “La Colmena”.
-¿A quiénes? –pregunta el chico-.
-No es asunto tuyo.
-Suéltalo, bruto –dice Elisabeth-.
-No. Que se escapa.
-No lo haré. No sé dónde estoy y no voy a arriesgarme a que me maten.
En serio, os doy mi palabra de que colaboro, pero por favor, dejar que me
mueva.
Alex se muerde el labio y lo libera. El chico, como ha prometido, se
queda dónde está, palpándose las muñecas y el cuello, que estaba
demasiado apretado.
-Bueno, ¿qué quieren?

Ramsés echa un vistazo a la puerta cuando suena el cerrojo. Está


tumbado, bocarriba, con las manos debajo de la cabeza.
La puerta se abre y él ni se inmuta. Entra un chico de su edad y luego
cierran con llave.
-Ah, bueno… -indica Gabriel-. Pues… -mira a Ramsés-. Soy Gabriel –se
guarda el acto de extender la mano, pues el otro apenas se limita a mirarlo-.
-Ramsés –masculla en voz baja-.
-Encantado.
-Asqueado igualmente –responde Ramsés con sarcasmo-.
Gabriel lo mira y Ramsés clava sus ojos en el contrario. Por un
momento se quedan así. Gabriel es el primero en apartar la vista.
-No sé porque me han traído aquí. ¿Puede usted darme una pista?
Ramsés sonríe.
-Pruebas.
-¿Pruebas?
-Nos van a probar.
-¿Para qué?
-No lo sé.

508
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

-¿De qué clase de pruebas habla?


Ramsés se encoge de hombros.
-Oiga, debería estar en mi casa. Mi madre se va a preocupar y no tengo
tiempo de juegos.
-Pues mira, yo tengo todo el tiempo del mundo… -comenta con un tono
de voz diferente al habitual-.
Gabriel se fija en los barrotes de la ventana.
-¿Para que no salga?
-Para que no entren –responde Ramsés-.
-¿Y quién iba a entrar?
-No importa. Él puede verme cuando quiera, puede hacer de mí lo que
quiera. Cada vez estoy más perdido y a veces ni siquiera puedo controlar
mis actos.
Gabriel lo mira y da un paso atrás.
-¿Cómo dice?, ¿de quién habla?
-El mayor poder que poseemos es el de ser nosotros mismos. Y yo ya
no controlo nada.
-Estar aquí con usted, no se ofenda, pero me empieza a parecer mala
idea.
Ramsés se ríe y pierde la mirada en el techo.
-No tengas miedo. Sólo soy chico como otro cualquiera. Bueno,
¿preparado?
-¿Para qué?
La puerta se abre y Alex entra.
-Vamos, Ramsés. Venga, chaval. A la sala.

509
NAZARETH SERRANO

510
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

CAPÍTULO 8: HORUS

FECHA SIN DETERMINAR

PLANETA TIERRA
LUGAR SIN DETERMINAR

-E velyn… Evelyn… ¿estás bien?


-¿Blake? –pregunta ella sin abrir los ojos-.
-¿Quién?. Evelyn, ¿te encuentras bien?
Evelyn abre los ojos y se topa con la cara de Alex. A su alrededor,
formando un corrillo, hay varios chicos jóvenes, vestidos con kimonos y
cinturones de diferentes colores.
Pronto vislumbra la clase, y siente el mullido de las colchonetas bajo su
cuerpo.
Se incorpora tan rápido que todo la da vueltas.
-¿Dónde está Blake?
-¿Quién? –pregunta Alex, que parece mucho más joven-.
-Eh…
-Siento haberte golpeado tan fuerte –indica un hombre de avanzada
edad, pelo cano, con una cicatriz en el ojo derecho, que nace más allá de
su ceja y llega hasta el pómulo-. De veras que lo siento –le ofrece una
mano-.
Evelyn se fija en los ojos verdes del hombre. Acepta la mano y nota una
fuerza descomunal en ese hombre. Lo suelta en cuanto se tiene en pie,
aunque a duras penas.
-¿Blake?
-¿Cómo?. No señorita. ¿No lo recuerda?, me llamo Horus.
-¿Eh?, ¿me toma el pelo?
Alex se encoge de hombros.
-No, sus padres fueron muy graciosos. En fin… ¿podemos volver a la
clase? –dice Alex-.
-¿A la clase?, pedazo de...
<Un momento, Alex es joven, luego yo… No he tenido a Blake, ni este
cabrón se ha olvidado de ponerse un jodido condón>
-Pedazo de maestro, quiero decir.
-¿Me está insinuando algo?
-No, en el sentido bueno de la palabra “pedazo”. Esto… que creo que el
golpe ha sido fuerte. Mejor me quedo mirando desde el banco –señala los
bancos de madera que hay enfrente-.
Alex se encoge de hombros.
-De acuerdo.
Evelyn dedica el resto de la clase a buscar a Voverkam entre los
alumnos. Pero es que ella no sabe cómo es Voverkam, ya que
seguramente no venga con su típica máscara.

511
NAZARETH SERRANO

¿Habrá soñado todo?. Imposible. Tiene un marido, Jack. Tiene dos


hijos, Blake, en La Resistencia, y JJ, o Jack Junior, en la casa del imperio
de Vilhelmmor. Y eso es real, tan real como que Jack es un koradi y ella…
Se mira al espejo. Vuelve a ser joven, pero su cara no es la misma que la
que recuerda en su juventud. Su musculatura está más desarrollada. Puede
leer la mente de las personas, puede hacer muchas cosas que un humano
no puede hacer. Es real. Pero, ¿dónde está Blake?. No ha nacido, claro. Y
Jack tampoco.
Entonces, ¿Voverkam sí?, ¿cómo pretende impedir que haga lo que
tiene que hacer para tener a Blake?.
Un momento… ¿ahora tiene que enrollarse con Alex sobre esa
colchoneta en el almacén?, ¿otra vez?, ¿sabiendo lo que sabe?. De ser así,
no abandonará a su hijo esta vez. Pero, haciendo eso, ¿cambiará su
futuro?
Recuerda al Blake-Hércules y cómo la decía que no cambiara su futuro.
¿Qué querrá decir con eso?, ¿qué está atrapada en el pasado?
-Evelyn.
La voz la saca de sus pensamientos.
-La clase ha terminado –indica Alex-.
Evelyn mira a su alrededor. En efecto, están solos.
-¿Necesitas que te lleve al médico?, ¿te encuentras bien?
<Bueno, sólo es un tío… Menos mal que soy mujer>
Se levanta, se acerca a Alex y le pone una mano en la nuca. Él arquea
las cejas. Le besa. Ella se retira y procura no vomitar.
-Sí, te llevo al hospital.
<Un tío tonto… a ver así>
Coge el cinturón negro del quimono con ambas manos y deshace el
nudo, ante la mirada de Alex, que no se mueve. Le abre la parte superior y
luego le toca el principio de los pantalones.
-Te llevo al almacén mejor, que creo que allí puedes curarme… digo
curarte yo a ti… es que desde aquí se ve todo con los cristales… ¿De
acuerdo?
<Bingo, un tío…>
-Lo que usted quiera, maestro.
Alguien entra.
Alex se aparta y recoloca su kimono.
-Está cerrado.
Evelyn se topa con dos universos que conforman los ojos de un chico
joven de facciones de Dios griego.
-¿En serio?, ¿también para mí, maestro?
Evelyn siente lo mismo que sintió cuando Voverkam la habló.
-Alex, creo que deberías decirle a este joven que tenemos que practicar
ese último movimiento.
-Sí, una clase extra… Que está cerrado, vuelva por la tarde.
-Por la tarde, es tarde. Vamos, Evelyn, tenemos que irnos.
Alex mira a su alumna.
-¿Nos conocemos? –pregunta la chica-.

512
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

El chico sonríe y Evelyn se ve envuelta en un magnetismo incontrolable.


-Pues, aún no. O, visto de otro modo, sí. No hagas tonterías con este
tipo, vuelve a casa y no te arrepentirás.
-Nunca me arrepentiría de cierta tontería.
El chico parece haber recibido una puñalada.
-Ah, ya entiendo. Que todos jugamos en el mismo terreno. Vale,
entonces…
Alex sonríe, pero porque no sabe qué hacer.
-¿Puedo saber de qué hablan?
-¡Cállate cabronazo!
Alex lo mira con cara de pánfilo.
-Se acabó, fuera…
Se acerca a él con intención de echarlo, pero a mitad del camino se
derrumba quedando de rodillas y, con la cara congestionada, cae al suelo.
-Bueno, Evelyn, por si acaso, romperé la cuna.
Evelyn abre mucho los ojos y medita las posibles salidas. La única
forma de salir de esa clase es la entrada principal, y para eso tendría que
pasar por delante de Voverkam, porque es Voverkam, ¿no?
<¿Qué voy a hacer?. Blake, ayudame existas o no, ayudame…>
El chico sonríe y da un paso al frente.
-Si no te va a doler. Sólo quiero quitar las últimas piedras de mi camino,
sólo eso…
De repente está al lado de Evelyn, que se pega a la pared y se siente
acorralada.
Piensa en gritar, pero no le sale la voz. Apenas puede mantenerse en
pie con ese tipo tan cerca. La hechiza con su mirada y ella no hace nada
cuando la pone una mano en el cuello.
-Sólo va a ser un momento, y ya está.
-Muchacho, ¿no sabes que a una mujer no se la debe golpear ni con
una flor?
Evelyn sale de la ensoñación al ver al hombre, ese tal Horus, detrás de
Ramsés.
-Tú no te metas, viejo –indica Ramsés dejándola en paz para ponerse
cara a Horus-.
-Tú me has metido.
Ramsés lo mira con cara de mala leche e intenta golpearlo. El viejo se
mueve a tal velocidad, que ni siquiera Ramsés lo ve.
-Pero, ¿es que te he enseñado mal?
-¡Tú no eres nadie!
Lanza un derechazo, que el viejo placa con una mano.
Los ojos de ambos se cruzan y el viejo sonríe.
-Vuelve a casa, chico. Ve a tu mundo, que estás débil.
-¡No estoy débil!
El viejo lo inmoviliza en el suelo.
-Vamos, no te resistas.
Ramsés se debate en vano, hasta que desaparece tras un haz de luz
rojizo, llamado por alguien.

513
NAZARETH SERRANO

El viejo, sonriente, vuelve a la bipedestación y pregunta:


-¿Estás bien?
-¿Quién es usted? –pregunta Evelyn-.
El viejo echa un vistazo a Alex.
-Creo, que ya sabes lo que hacer.
-Pero…
Se encamina hacia la puerta y, tras guiñarla un ojo, se marcha sin que
Evelyn pueda replicar.
Alex despierta a los diez minutos.
-¿Qué ha pasado? –pregunta incorporándose y llevándose una mano a
la cabeza-.
Evelyn sonríe y dice:
-Nada. Bueno, chao, maestro.
-Pero… ¿no íbamos a…?
-Es que al final… Ya otro día…
<Ya tengo de ti lo que quiero. Pero eso no quiere decir que tú tengas
que disfrutar con ello, capullo>
-Pero…
Evelyn cierra la puerta. Alex se incorpora y se le caen los pantalones.
-Pero… ¿qué me ha hecho? –pregunta mientras se los recoloca-.
Pero… no… qué diablos, se me habrá desabrochado el cordel.
Suspira y se siente extrañamente aliviado.
Evelyn llega a su casa de intercambio y se acuesta. Está cansada y no
quiere volver a recordar ciertas cosas.
Cuando vuelve a despertarse no recuerda nada desde un golpe que le
dio un hombre mayor.
-¿Qué me pasa? –se pregunta llevándose las manos a la cabeza-.
La Evelyn del pasado recuerda, fugazmente, algo sobre el maestro de
kárate, aunque de forma algo alterada respecto a la realidad.
<Espero que esto no me traiga consecuencias…>
A los nueve meses da a luz a un niño que abandona en el hospital.

514
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

CAPÍTULO 9: PERDIDA TOTAL DEL CONTROL

AÑO 1274 DC

PLANETA DE HIELO
EN LOS TÚNELES SUBTERRÁNEOS

E velyn entreabre los ojos y los vuelve a cerrar cegada por una luz
verdosa. Siente unos brazos fornidos sosteniéndola, escucha el
latir pausado de un corazón cerca de su oreja, siente el calor del torso de
acero de su salvador.
Abre los ojos de nuevo, y esta vez la luz no la deslumbra.
Mira la cara de su salvador y masculla:
-¿Horus?
La cara del anciano se disipa en un rostro joven de ojos esmeralda,
brillantes como dos gemas, con facciones rudas, una barba de días y una
melena mojada cayendo de forma desordenada por su frente.
Por un momento piensa que esa pantera de tez morena es un sueño,
luego sonríe y piensa que no está tan mal su ADN.
-¿Blake?
-Sí, madre. Pero, ¿quién es Horus?
-Un buen hombre.
-¿No será un Dios egipcio?
-No, un buen hombre.
Y se acurruca contra su hijo, el cual sonríe.
-Por cierto, ¿qué hay de tu túnica?
-Me impedía nadar. Tranquila, sigo usando ropa interior.
Evelyn sonríe.
-¿Dónde estamos?
-No lo sé. Has sido muy valiente, madre. Me has dado la vida otra vez.
Gracias.
-No he podido evitar que te abandonara de nuevo.
-No, eso no es malo. Es mi destino y no puedes cambiar el futuro de
forma tan drástica, o las consecuencias serían fatales.
-No he cambiado nada. Bueno, casi…
-¿A qué te refieres?
-Alex tendrá un mal recuerdo mío. O al menos, uno no tan bueno como
el que tenía.
Los ojos de Blake se posan en los suyos. Evelyn puede ver como frunce
el ceño.
-Madre, creo que viajar a otra dimensión ha cambiado tu carácter.
-Eso se llama ser mujer y no niña.
-Que miedo… Espero que Lánzela siempre sea una niña a la que le
gusta el boxeo.
Evelyn pone una mueca extraña.

515
NAZARETH SERRANO

-Pues creo que ya es toda una mujer.


-Me temo que sí. Tengo que tener cuidado, no vaya a ser que algún día
vuelva al pasado y se vengue.

1 de julio de 2024

PLANETA TIERRA
MIAMI BEACH, FLORIDA

Elisabeth echa un vistazo a la sala de entrenamientos. Ramsés doblega


a Gabriel con una sola mirada.
Alex parece un tanto abstraído.
-¿En qué piensas?
-Pues… Se supone que el guardián número doce es mi hijo. Pero…
¿cuándo lo tuve?, ¿y por qué con una humana?
Elisabeth se encoje de hombros.
-Hombre, hijo, eso lo sabrás tú mejor. Que yo no estaba delante.
-Sí, pero me acordaría.
-A lo mejor estabas borracho.
-No. Nunca bebo. Y además, según las fechas… fue la primera vez que
lo hice. Debería acordarme.
-Olvídate. Simplemente, ¿qué más da?
-No… es que tengo la extraña sensación, que algo… no sé, algo
extraño me ha pasado.
-Estabas borracho.
-Madre…
-Alex, no hay más razones de peso.
-Daba clases en esa época, ¿recuerdas?. Clases de kárate. Me ha
venido a la cabeza.
Gabriel se quita el casco y escupe sangre. Ramsés lo imita, pero no
sangra.
Alex habla a través del micrófono.
-No he dicho que paréis.
Ramsés cierra el puño y eleva el dedo del medio, mostrándolo al cristal.
-Venga, que queda poco. A llegar a la máquina y a controlarla. Que sólo
son hologramas.
-¡Creo que esto es una absurdez! –grita Gabriel para hacerse oír a
través del cristal-. ¡Está claro que él me lleva mucha ventaja!
-Si quieres salir de esta casa, obedece.
Ambos se ponen el casco.
Alex desactiva los altavoces.
-Madre, recuerdo a un alumno. Uno viejo, pero que luchaba muy bien.
Bueno, me enseñó muchas cosas. Se llamaba…
-Horus.
-Sí. ¿Cómo lo has sabido?

516
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

-¿Eh?. No… -sonríe-. No me digas que he acertado, lo he dicho de


broma. ¿Cómo puede haber alguien que se llame Horus?
Alex mira a Elisabeth con el ceño fruncido.
-¿Qué escondes?
-¿Yo?. Nada. Es que lo he soñado. He soñado con un hombre viejo, con
una cicatriz en el ojo, que se llamaba Horus. Y luego se volvía un joven que
estaba muy bueno, y luego… no recuerdo más.
Gabriel no se levanta del suelo.
Ramsés se quita el casco y se encoge de hombros.
-No lo he tocado… -se apresura a decir-.
Alex baja e inspecciona al chico, que está inconsciente. Le quita el
casco y le abre los párpados, ve que sus ojos se mueven como si estuviera
soñando, sólo que mucho más rápido.
-No lo he tocado… -vuelve a repetir Ramsés con la cabeza agachas-.
-A tu cuarto. Hemos terminado por ahora.
Ramsés no se mueve. Su expresión cambia por completo.
-He dicho que a tu cuarto.
Sus ojos se electrifican, como los de su padre.
-¿No me has oído?
-Perfectamente.
Y se retira con paso firme y conciso, tirando el casco contra el suelo.
Sólo que no se dirige hacia su cuarto.
Alex niega con la cabeza, se encamina hacia él y le pone una mano en
el hombro. De repente se ve volando por encima de su hermano y cae
produciendo un ruido sordo.
-No me toques –indica Ramsés y salta por encima de él-.
Luego camina en dirección al jardín.
Alex sonríe y piensa que le ha pillado desprevenido. Vuelve a intentar
cogerlo, pero acaba arrodillado, su hermano lo tiene bien inmovilizado con
una llave que atenaza su cabeza.
-He dicho, que no me toques –le susurra al oído-.
Le empuja liberándolo.
-Pero… Te vas a enterar, has acabado con mi paciencia.
Ramsés se da media vuelta al oír eso.
-Ramsés no está. Estoy yo. Y tú sí que vas a acabar con mi paciencia.
Alex le señala con el índice, pero no dice nada.
-Vete a la mierda –es lo único que se le ocurre y se larga en dirección
contraria a la que toma Ramsés-.
Elisabeth mira a su hijo Alex caminar como un gorila ofendido y se dirige
a Ramsés.
-Espera, hijo, ¿qué pasa?
Ramsés se encoge de hombros.
-Me largo. Me voy a dar una vuelta. No me sigas.
-Pero…
Elisabeth no lo ve más. A los pocos segundos salta la alarma de la
casa.

517
NAZARETH SERRANO

AÑO 1274 DC

PLANETA DE HIELO
EN LOS TÚNELES SUBTERRÁNEOS

Evelyn ya camina por cuenta propia, aunque su hijo no suelta su mano,


porque la gruta es irregular y ella teme caerse con cualquier obstáculo.
-¿Qué es esa luz? –pregunta-. No sé de donde puede venir, pero está
por toda la gruta, ¿no?
-Sí. No sé qué es exactamente. La puedo crear –indica uniendo sus
manos y entre ellas aparece una esferita verde-. Pero no se para que sirve
realmente.
Evelyn se dispone a tocar la esfera, pero Blake cierra las manos.
-No, que explota.
-Entonces, ya sabes para qué sirve.
-Hombre, no es sólo para eso. Según el libro que poseo, esta luz tiene
propiedades curativas y rejuvenecedoras.
-¿En serio?. Pues la podríamos patentar.
-Madre…
-De acuerdo. ¿Desde cuándo la controlas?
-Desde que vi unos fantasmas, en un mundo destruido. Creo que era
Fingux. Pero luego la vida brotó de nuevo en la faz del planeta y las almas
de los fantasmas encontraron la luz. Y yo, empecé a dominarla.
-¿Puedes enseñarme a crear esas canicas?
Blake sonríe.
-No lo sé –coge las manos de su madre entre las suyas-. Probemos.
Blake se concentra y Evelyn siente una paz interior extraordinaria. De
repente siente que su energía se concentra en sus manos, y cierra los ojos.
Blake separa las manos de su madre y esta abre los ojos. Una canica
verde, más pequeña que la de su hijo, ha aparecido entre ellas.
-Anda, madre, cada día me sorprendes más.
-Y yo también me sorprendo –comenta mirando la canica-.
-Ahora, aprende a manejarla.
-¿A manejarla?
-Con la mente. Si quieres que levite, o que se mueva, o que
desaparezca, tienes que imaginarlo.
-A ver…
Evelyn cierra los ojos. La canica se convierte en un disco.
Blake lo mira un tanto asombrado.
El disco de luz se solidifica y se convierte en una piedra. El verde inicial
se va haciendo azulado, y luego, celeste. Finalmente, la piedra brillante es
lo único que queda.
-Madre…
-¿Qué?
Abre los ojos y sopesa la piedra.
-¿Qué es esto?
-Lo has hecho tú.

518
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

-¿Yo?
-Sí. Esa piedra… -Blake se quita su collar y compara la piedra del collar
con la de su madre-. Madre, la piedra atlante.
-¿Y cómo lo he hecho?
De repente, en el centro de la piedra, aparece un símbolo plateado.
Blake la mira y se encoge de hombros.
-Pero… ¿cómo? –pregunta Evelyn-.
-Madre, creo que nunca fuiste una “simple humana”.
-Pero, ¿quién fui?
-Eso debes descubrilo tú.
-¿Qué hago con la piedra?
-Pues… guardala. Creo que es muy importante.

1 de julio de 2024

PLANETA TIERRA
MIAMI BEACH, FLORIDA

Ramsés conduce abstraído mientras en los altavoces del coche suena


una canción llamada Atlantia de Mago de Oz.

…Silba una canción la despedida… recita poemas el ayer. Se maquilla


la melancolía con nostalgia y polvos de dolor… Más allá del Sol y las
estrellas o entre las equinas de tu amor, puede que encontremos otra
Tierra, pues la profecía empieza hoy…

Detiene el vehículo frente a una casa cualquiera.


-Bueno, creo que ha llegado el momento de ver qué tienes para mí,
Primera Madre.

La madre de Evelyn, su padre, su tía y su tío miran a Ramsés con


detenimiento.
-Bueno. ¿Son todos judíos? –pregunta el chico, tirado en el sofá como si
fuera su casa-.
-Sí –responde la madre-.
-Ajá. De acuerdo. ¿Saben algo de su hija?
-No desde que aceptó ese trabajo… Luego nos tuvimos que trasladar.
-Pues su protector murió hace tiempo.
-Sí, el señor Ralph murió.
-¿Dejó herederos?
-Toda su herencia pasó a su mayordomo.
-¿Al mayordomo? –pregunta Ramsés atusándose el pelo-. ¿Por qué al
mayordomo?
-No estaba casado.

519
NAZARETH SERRANO

-Pero tenía una novia.


-Sí. Pero desgraciadamente, desapareció. El mayordomo se quedó con
todo.
-El mayordomo. Bueno, está bien. Ven aquí, cielo –la tía de Evelyn
sonríe y se sienta en el borde del sofá-.
La madre parece decepcionada. Por supuesto, porque no la ha llamado
a ella.
-Señorita Ruth, ¿no?
-Sí… -dice sonriendo-.
-Bien, Ruth, cielo. Háblame de tu sobrina. Y usted –se dirige a la madre-
. Vaya buscando la partida de nacimiento y algún tipo de análisis de sangre.
Ah, y los documentos que le entregaron sobre su estancia en “La Colmena”.
Ya sabe, esos que daban tantos detalles sobre su hija.
-¿Los que nos dio el señor Ralph?
-Sí, esos…
-Sólo los tengo en formato informático.
-¿Y no tienes un puñetero portátil?, ¿me tengo que levantar?
-Tengo un portátil. Siento haberlo olvidado.
-Te perdono, pero corre –mira a Ruth-. Tengo entendido que tu sobrina
te contaba todo. Erais buenas amigas, cuéntame todo, cielo.
La chica se pierde en los ojos de Ramsés, y ya no lo ve como un pre-
adolescente, sino como el hombre de sus sueños.
Suspira y comienza a hablar.

Ramsés sale de la casa, se estira y sonríe al ver que ha llevado el traje


de entrenamiento todo este tiempo.
Se seca las manos en los pantalones y se encamina hacia el coche.

AÑO 1274 DC

PLANETA DE HIELO
EN LOS TÚNELES SUBTERRÁNEOS

Blake ayuda a su madre a subir los últimos “peldaños” en la roca, para


llegar a la entrada superior.
-Dame un poco de tiempo, soy humana –comenta sentándose y
apoyando la espalda en la roca-.
-No eres humana –indica su hijo sentándose a su lado y pasando un
brazo por sus hombros-.
-Lo era.
-No lo creo.
Evelyn se queda un momento callada.
-¿Cómo vas a vencer a alguien que te persigue en el presente, el
pasado y…?, ¿quién sabe si en el futuro?

520
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

-El tiempo no es una línea recta. El pasado, el presente, el futuro. Eso


es invento del ser humano. Del Homo Sapiens, digo.
-Pero, ¿y si viajas al pasado y te encuentras contigo mismo?, ¿qué
pasaría?
-Sólo puede producirse ese tipo de ambigüedad por un tiempo limitado.
Si no, la versión más actual de ti desaparecería… O aún peor, la versión
antigua, y por lo tanto, también la futura. Es peligroso hacer ese tipo de
cosas y las consecuencias pueden ser imprevisibles.
-¿Y si no has nacido aún?
-No puedo controlar eso.
-Pero él sí.
-Sí…
-Pero, yo he viajado al pasado… ¿Y me he convertido en mí misma?
-No has viajado físicamente. Sólo tu mente, tu ente ha viajado.
-Pero me vi distinta.
-Es sólo un reflejo del futuro. También afecta al pasado.
-¿En serio?
-Sí. Al cambiar tu ADN para librarte del virus, lo cambiaste en toda tu
vida. Como una onda expansiva, vamos.
-Vaya… ¿Crees que eso repercutirá en algo?
-En mí, por ejemplo.
Evelyn medita.
-Entonces, si ahora, como Blake, tienes unas capacidades que no
tenías como el Blake “humano”. ¿Las tienes en un hipotético pasado?
-Sí.
-¿Y no harás algo que no debieras hacer con tus nuevos “poderes”?
Blake mira a su madre.
-No lo sé. Pero supongo que ya lo sabría, ahora, en el futuro.
-Me arde la cabeza. Es demasiado.
-Eres bióloga. Estás en tu salsa. Mira que formas de vida…
-Cuando estudié biología no pensaba en extraterrestres.
-No somos extraterrestres. Somos terrestres.
-Pero si estamos…
-En la Tierra del Futuro.
Evelyn frunce el ceño.
-¿La Tierra del Futuro es un Planeta de Hielo?
-Sí.
-Porque…
-La glaciación del dos mil treinta.
-¿Hasta hoy?
-Una glaciación brutal que durará miles de años y acabará con muchas
especies. Jack tenía que investigar eso. Esa era su misión. Pero acabó en
el tiempo equivocado, pacto con la persona equivocada y al morir Gerhard,
o Alkari, murió él.
-¿Por qué?
-Porque sus almas estaban conectadas desde que Alkari salvó su vida.
-¿Y lo siguen estando?

521
NAZARETH SERRANO

-Por supuesto.
-¿Y dónde está Gerhard?. Porque no quiero que mi marido muera.
-No lo sé, madre. Pero, presiento, que tarde o temprano llegará a esta
fecha. O tal vez, ya esté aquí.
-¿Y qué planeta es Fingux?
-Bueno, antes se llamaba Marte.
-¿Marte es un planeta lleno de selvas y…?
Se agarra la cabeza.
-Más despacio.
-Madre –la estrecha contra sí-. Todo esto ya lo sabes. Sólo tienes que
recordar.
-No sé ni quién soy. Ni quién eres tú, ni siquiera sé si soy tu madre o
soy sólo una ilusión…
-Bueno, no siempre que nacemos lo hacemos en la misma familia. Y no
siempre nos enamoramos de la misma persona. Pero en ocasiones,
nuestras vidas pasadas, nos llevan a buscar a nuestra alma gemela, o a
encontrar personas que parecen de la familia, aunque no lo sean.
-¿Y tú crees que en otra vida fui tu madre?
Blake la mira a los ojos.
-Pues… más o menos, madre. Más o menos.
Se miran de nuevo.
-No importa –indica él-. Sea como sea, te quiero.
-Y yo a ti.
“La pantera” le da un beso en la mejilla y se levanta. Evelyn mira las
espaldas del chico y esas piernas de Sansón y se pregunta cómo pudo salir
de ella.
-Madre, ¿te explico cómo es un parto?
-Que no te metas en mi mente –protesta extendiendo una mano para
que la ayude a levantarse-. Además, me dolió mucho. No quiero recordar,
ni mucho menos saber cómo será parir a tu “yo koradi-atlante”.
Blake la levanta sin problemas.
-Estamos cerca –sus ojos se ponen rojos paulatinamente-.
-¿De qué? –pregunta ella un tanto asombrada por la metamorfosis del
iris, a la que duda acostumbrarse-.
-De la puerta.
-¿Una puerta en una cueva?
-La puerta número trece, madre.
Coloca la daga en su cinturón, uno un tanto especial, y Evelyn se ríe al
verlo en calzoncillos y con cinturón.
-Vale, que no vamos a una fiesta.
-Menos mal…

Voverkam se para en una roca para recuperar fuerzas. La luz verde no


hace más que frenarlo. Al menos Blake no puede notar su presencia.
Mira hacia la cueva donde acaba de ver a su objetivo y se muerde el
labio inferior.

522
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

CAPÍTULO 10: EL CORAZÓN DE LA ATLÁNTIDA

AÑO TERRESTRE 2029 d.C.

ATLÁNTIDA, SÉPTIMO REINO


EN EL INTERIOR DE LAS GRUTAS SUBTERRÁNEAS

E n el centro de la gruta se forma un remolino de colores azulados y


verdosos. La luminiscencia recubre la bóveda de la cueva como
si se tratara de la aurora boreal enfrascada en un círculo.
Anton indica a su siervo que entre y este lo mira y niega con la cabeza.
-No puedo.
Anton lo agarra por la pechera de la túnica y le mira a los ojos.
-Eres la llave.
-No.
-No intentes más tonterías. No cambies el pasado, inútil.
-No deberías haberme llamado. Lo tenía todo bajo control.
-Si Blake deja de existir, tal vez yo nunca hubiera cruzado la puerta, y
ahora no sería rey. No cambies nada, enfréntate en el futuro como un
hombre.
-En el futuro estoy tan descontrolado que ni siquiera puedo ver lo que
hago.
-Pues arregla tu mente ahora y el futuro cambiará. Y ahora, entra ahí.
-Que no puedo.
Anton aprieta los dientes.
-No me tientes. Necesitas igual que yo llegar al Corazón de la Atlántida.
-Pero te has equivocado. Yo no puedo entrar. Es mi prisión, pero no la
controlo.
Anton lo suelta y se palpa el mentón. Ramsés se lleva una mano a la
cabeza y siente que se está volviendo muy débil.
-¿Quién es la llave? –pregunta Anton-. No me hagas sacártelo… -le
advierte-.
Ramsés eleva las manos y vuelve a tratarlo con respeto.
-No, mi emperador. Os diré lo que sé.
-Espero que sea suficiente.
-En la antigüedad, el Corazón de la Atlántida era controlado por la Suma
Sacerdotisa.
-No tengo Suma Sacerdotisa.
-Las Sumas Sacerdotisas eran cuidadosamente elegidas por su
genética y no sólo por su sabiduría.
-Continúa…
-En toda la Atlántida no he encontrado a nadie apto. Y yo os prometo
que no puedo controlar esto.
Anton lo mira con seriedad.

523
NAZARETH SERRANO

-¿Dónde puedo encontrar a la persona adecuada?


-Puede que Gerhard sirva. Pero de cualquier forma, si encontráis a la
Madre Primogénita, tendréis acceso libre.
Anton se acerca a él y Ramsés da un paso atrás. Más allá está el
torbellino de luces.
-¿Qué más?
-No sé nada más.
-Dame un nombre.
-Lo siento, pero…
Siente en sus talones el fin de la roca propiamente dicha.
-No es suficiente. Piensa en algo –indica Anton acercándose y
empujándolo con la mente hacia atrás-.
-Sí, mi emperador.
-Y piensa rápido, porque tu tiempo se acaba.

AÑO 1274 DC

PLANETA DE HIELO
EN EL INTERIOR DE LA DECIMOTERCERA PUERTA

Evelyn mira todo con detenimiento. Blake, a su lado, parece sudoroso y


cansado.
Ella se siente extrañamente bien. Caminan por el corredor, mientras
Blake sopesa la posibilidad de que las trampas que desactivó en el pasado
hayan vuelto a activarse. Pero eso no pasa.
Evelyn se aferra al brazo de su hijo y este sonríe.
Llegan a una gran puerta de color plata, surcada por líneas
serpenteantes que van desde el verde más intenso al azul turquesa.
De repente, las líneas forman un símbolo que ocupa la mayor parte de
la puerta.
Evelyn saca su “piedra” y compara el símbolo. Es idéntico.
Blake la mira e indica:
-No puedo entrar contigo.
Evelyn lo mira. Los ojos de la mujer se van tornando grisáceos. Sus
pupilas se pierden en tonalidades celestes y su cuerpo irradia energía.
Blake traga saliva y dice:
-Dentro están las respuestas a tus mayores preguntas. Pero piensa bien
lo que vas a hacer, porque el propósito de que en cada reencarnación no
recordemos nuestras vidas no es sólo un capricho.
Evelyn medita.
-Quiero entrar.
-Pues entra, madre.
La besa en la mejilla y sonríe.
Se acerca a la puerta y esta se abre ante la presencia correcta. Blake se
ve deslumbrado por una luz celeste e interpone el brazo a sus ojos. Cuando
la luz cesa, la puerta ya se ha cerrado.

524
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

Blake suspira y se da media vuelta.


Voverkam, jadeante, sonríe.
-Por fin nos unimos en nuestra puerta, sobrino.
Ninguno saca un arma.
-No es el momento… -dice Blake-.
-Yo decido eso. Y, fíjate, tengo ventaja.
Eleva una mano y la daga de Blake sale volando y se incrusta en la
pared de la cueva. El joven se apresura a cogerla, pero es completamente
imposible sacarla. Por más que tira con todas sus fuerzas, es imposible.
Voverkam saca una espada.
-Te perdono, pero entregate –comenta acercándose y poniendo la
espada en el cuello ajeno-. Vamos, pide clemencia y te perdonaré la vida.
-Te veo cansado.
-¡No me provoques! –grita Voverkam rojo de rabia-.
-No lo hago. Si hasta estoy dispuesto a ayudarte.
-¿Entregándote?
-No. Si me quieres liquidar, hazlo. Pero no seré tu prisionero.
Voverkam aprieta los dientes.

El estruendo, el agua elevándose como una cortina, la tierra temblando


bajo sus pies y esas luces… luego oscuridad.
-¡Príncipe Alkari, príncipe Alkari! –se escucha a lo lejos-.
Se despereza y echa un vistazo a los alrededores tras la protección de
unos arbustos. Hay un koradi y un chico, ambos intentan comunicarse, pero
parece que es tarea imposible. También hay un animal enorme, de pelaje
negro.
Los sacerdotes se acercan. El koradi se esconde tras unas plantas y
llegan los sacerdotes.
-Príncipe Alkari, ¿qué hacéis?
-Nada.
-¿Habéis usado el colgante?
-No. ¿Para qué iba a usarlo?
Los sacerdotes se miran entre sí.
-¿Y dónde está?
Alkari se percata de que ya no lo tiene.
-En palacio… -se adelanta a decir-.
-Bueno, pues marchemos. La princesa Akaisha os espera y debéis
realizar la ceremonia en el templo.
-Claro… ¡venga Shairo!
El cachorro negro sale de su escondrijo y sigue al príncipe, no sin antes
echar un vistazo a las hierbas altas donde está escondido el extraño
visitante y ofrecerle un gruñido.
Ella sale de su escondrijo y echa un vistazo al extraño, que está tendido
en el suelo, convulsionando, con todos los músculos tensos y
aparentemente inconsciente.
<Un koradi, en efecto…> -piensa-.

525
NAZARETH SERRANO

Se acerca un poco más. Se agacha cerca de la cabeza del gigante y le


abre los párpados del ojo derecho.
Sus iris están cambiando, mientras sufre derrames. También está
cambiando su estructura y su pelo.
<No… No me digas que es…>
-¿Jack?
Pero el koradi no parece responder.
Le da unas palmaditas en la cara.
-Jack, cariño –su voz le suena infantil-.
Alguien la agarra el hombro y ella se dispone a gritar, pero una mano en
su boca ahoga el acto.
-Silencio, ¿quieres despertarlo?
Retiran la mano de su boca y ella se da media vuelta para mirar al que
la ha interceptado. Sólo es un niño con los ojos esmeralda, la tez
bronceada y el pelo bruno y un tanto largo.
-¿Blake?
-No, me llamo Jaboc.
-¿Jacob?
-No, Jaboc.
Evelyn se encoge de hombros.
-¿Y tú cómo te llamas?
-Evelyn.
-Extraño nombre…
-Más extraño es el tuyo.
El niño sonríe.
-Será mejor que nos alejemos de este tipo, Evelyn.
-Pero si es mi marido –comenta entre risas-.
El niño expone una mueca extraña.
-¿Tu marido?
-Sí… -piensa unos segundos-. Espera…
Se acerca a un charco de agua que se ha formado con la colisión y ve
que es una simple niña.
Jaboc se acerca.
-Pareces confusa, Evelyn.
-Jacob, ¿dónde estamos?
-Es Jaboc. Y estamos en la Atlántida.
-¿Y de dónde has salido tú?
-De las grutas subterráneas.
-Pero, Jacob…
-Jaboc.
-Lo que sea. ¿Cómo he llegado hasta aquí?
-¿Cómo quieres que lo sepa?
Se escuchan pasos.
-Tengo que irme…
-Espera, Jacob…
-Es Jaboc… -indica el niño desapareciendo entre la selva a todo correr-.
Shaiva pone ojos de diablesa.

526
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

-Por fin os he encontrado –comenta limpiando el polvo de su túnica-.


Sois la niña más malcriada del todo el templo, Sopina, venid aquí de
inmediato.
-¿Su… qué?
-No os hagáis la loca, maldita diabla.
La coge y ella se debate en vano en manos de la joven.
-Sois una salvaje. Tanto o más que el príncipe visitante.
-Salvaje tú.
-Verás cuando vuestra madre se entere de que os habíais escapado.
El extraño se levanta entre gemidos y agarrándose la cabeza. Sí, es
Jack.
Shaiva entreabre la boca.
-Anda, si no estabais sola.
Jack sacude la cabeza como lo haría un animal.
-Veis, el salvajismo, en ciertos hombres, es perfecto.
-¡No toques a mí marido, zorra!
Shaiva la deja en el suelo.
-¿Qué estáis diciendo?. Volved al templo.
Jack ladea la cabeza al ver a Shaiva. Luego la mira a ella.
Habla algo, pero en un idioma que ninguna de las dos comprende.
-Creo que tendré que ayudar a este pobre extraviado. Parece confuso –
comenta Shaiva y se acerca a Jack, el cual da un paso atrás-.
Tranquilizaos, sólo quiero ayudaros.
Jack mira el collar que tiene en la mano. Luego mira a ambas mujeres y
desaparece corriendo entre el bosque.
Shaiva abre la boca.
-Que impetuoso –comenta con una risita-. Tal vez me lo vuelva a
encontrar. Vamos, Sopina, que llegamos tarde.
Y Evelyn se ve arrastrada por la mano de la sacerdotisa.
-¡Jacob!, ¡socorro!, ¡Jack!, ¡Blake!
-No gritéis, niña salvaje. Y dejar de nombrar a los demonios que os
hayáis inventado.
Y la zarandea.

Evelyn inspecciona el templo. Ve a Shaiva y a Darko medio escondidos


tras una columna. Él pone su imponente brazo apoyado a la columna y ella
sonríe cuando él dice algo.
Él se acerca más y ella coquetea y le toca la barba.
-Puag.
Se larga y busca a su marido.
Abstraída, se choca con alguien.
-Mis disculpas –indica el chaval-.
-Lo siento… -dice ella-.
Alkari continúa su camino seguido por dos asistentes que lo apresuran
para que se vista.
-Bueno… a ver por aquí…

527
NAZARETH SERRANO

Darko pasa por su lado vestido con una coraza y entra en una sala.
Evelyn echa un vistazo al interior. La princesa se está bañando. Las
asistentas detienen una conversación ante la entrada del príncipe. Darko
cierra la puerta.
-Puag y más puag.
Lo encuentra. Jack está en el jardín, mirando al río desde una distancia
prudente.
Se coloca en el marco de la puerta y lo ve muy alto ahora, y demasiado
grande.
Dos sacerdotisas se acercan. Jack “desaparece” para las mentes de
estas y Evelyn se esconde tras una columna.
-Como escucháis. La Suma Sacerdotisa planea incapacitar a los
guardianes para evitar la guerra.
-Que desastre. A merced de Lemuria.
-Pero Shaiva planea otra cosa…
La otra sacerdotisa mira a ambos lados.
-Contad.
-Usará a Darko como infiltrado entre la realeza y la nobleza. Cuando
llegue el momento, se enfrentará a la Suma Sacerdotisa y los guardianes
utilizarán sus máquinas y sus armas para dominar las Tierras Nobles y para
hacerse con Lemuria.
-Se rumorea que no se ha elegido al que será nombrado
decimosegundo guardián.
-Será un príncipe cualquiera.
-Según las escrituras, tendrá los ojos de color esmeralda.
-No hay hombres con tales ojos.
Jack acerca el oído sin que nadie lo vea.
Evelyn siente que su corazón late y se pregunta si todos escuchan las
pulsaciones en sus sienes.
Luego piensa que eso es una tontería.

Las escenas suceden rápidamente en su mente. La audiencia del


príncipe, su marido escuchando todo, Shaiva y Darko en sus encuentros
secretos, la iniciación de otros príncipes en el templo… la detención de
Alkari, la disposición como sacerdote y el retiro de la princesa al templo.
Vuele a estar en las columnas. Sigue siendo una chiquilla, pero no tan
pequeña. Alkari está hablando con otro guardián, Hercolobus, en el patio.
Akaisha está reunida con su hermano.
Ella se marcha y, sin que nadie la detenga, se encamina hacia la selva.
Se orienta por el sol y el olor del mar y llega a los acantilados.
-La nave debió caer por aquí… -dice asomándose-. Pero… ¿dónde?
-No debes acercarte tanto –indica alguien a sus espaldas-. Una caída
desde aquí podría ser mortal con esas rocas como fondo.
Evelyn gira el cuello y se topa con el niño de ojos esmeralda.
-Claro, tú eres el guardián número doce.
-¿Cómo?

528
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

-He dicho que…


El niño sonríe.
-Lo he entendido. Pero creo que te equivocas.
Ella se retira de los acantilados y él hace lo propio.
-Sí, eres tú.
-No soy un príncipe. Y dudo que sea atlante.
-¿De dónde vienes?
-Ya te lo he dicho. De las cuevas subterráneas.
-Me refiero, ¿eres de este planeta?
El niño sonríe.
-No.
Silencio.
-No tengas miedo –indica el chico-.
-No lo tengo. ¿Cómo iba a tener miedo a mi propio hijo?
-Pero si seguro que tengo, cuanto menos, un par de años más. ¿Cómo
quieres que sea tu hijo?
Ella no dice nada. Simplemente lo mira y ve en él a “La Pantera”, sólo
que en formato cachorro.
-Pues… -indica ella-. No lo sé…
Él sonríe.
-Tengo que irme.
-Espera… -lo agarra del brazo-. ¿Por qué desapareces de esta forma?
-Tengo que irme, ya te lo he dicho.
-No. Quiero que me aclares algunas cosas.
-Creo que estás confusa. ¿Te has dado un golpe o algo?
-No.
-En serio, tengo que irme.
Se deshace de la opresión y salta al agua. Burla los puntiagudos fondos
y se sumerge en el mar, que rompe las olas en los acantilados. Evelyn, con
la boca entreabierta, espera que salga, pero no emerge.
-¿Qué hacéis aquí?
La voz hace que mire a sus espaldas. Es Darko.
-Jugar.
-¿En la selva?. Es peligroso. Os llevaré al Templo. La Suma
Sacerdotisa enfurecerá si no encuentra a su hija.
Evelyn echa un vistazo al agua. El moreno emerge, le guiña un ojo y
vuelve a desaparecer en el mar. Darko mira pero no ve nada cuando llega.
-Venga, Sopina, volvamos.
Le tiende una mano, que Evelyn acepta un tanto malhumorada.
-¿Preferís que os lleve en brazos?
-No. No soy tan pequeña.
-Claro… Pues vamos…
Y tira de su mano.
-¡No, suéltame!
-¡Niña!, ¡quedaros quieta!
-¡Que me sueltes, cabrón!, ¡por culpa de tu engendro mi hijo está siendo
perseguido!

529
NAZARETH SERRANO

-Pero, ¿de qué habláis?


Se libera, aunque no sabría decir cómo exactamente, y corre hacia los
acantilados. No se lo piensa, en el último momento coge impulso y se tira,
con los ojos cerrados y de cabeza.
-¡Volver, insolente! –grita Darko y entrecierra los ojos al pensar que se
va a despeñar. Por suerte, se sumerge más allá de las rocas, aunque no
tan lejos como Darko hubiera deseado-.
Se quita la coraza, deja la daga en el suelo y se tira tras la niña.
Jack sale de la maleza y sopesa la daga negra.

Evelyn ve una luz rojiza y serpenteante que se dirige hacia ella. Se


mueve con rapidez y tras su paso deja una estela rubí.
La luz se dirige a llega en un rápido movimiento, entonces se fija en que
es una serpiente con las escamas de color rubí. Sus ojos dorados se posan
en los de la niña. La mente de ambas criaturas conecta en un solo ser.
Evelyn intenta retroceder, pero la serpiente se enrosca con rapidez a su
cuerpo y la intercepta, impidiendo que pueda nadar.
Se ve irremediablemente sumergida hasta el fondo arenoso.
<Te necesito, necesito que abras el corazón, Madre Primogénita> -
recita el reptil en su mente-.
Cierra los ojos y se debate en vano.
De repente siente unos brazos imponentes que la cogen por debajo de
las axilas y, como si fuera un motor, la hace subir a la superficie en cuestión
de segundos. Evelyn, aturdida, ve el rastro de sangre que deja tras su paso.
Pero ella no es la que sangra.
Su salvador la lleva, de algún modo, hasta los acantilados. Al
depositarla en el suelo ve su cara.
La cara de su hijo, sólo que su ojo derecho ha sido dañado por una raja
que empieza más allá de la ceja y termina en el pómulo, por lo que lo
mantiene cerrado.
-¿Horus?
-Evelyn, te quiero. No me dejes –dice él tan cerca de ella, que siente su
energía. Las gotas de agua de sus cabellos revueltos y húmedos caen
sobre su cara y sus ojos esmeralda brillan con fulgor-.
Él se mantiene sostenido sobre sus antebrazos, que están a ambos
lados de la cabeza de la niña, que ahora vuelve a ser mujer, con el resto del
cuerpo echado a un lado del de Evelyn,
-Nunca te dejaré, hijo.
-Evelyn, no me dejes. Te necesito –repite él como si no la escuchara
envuelto en su angustia-. No me abandones –dice al borde del llanto-, que
no soy nada sin ti.
-No voy a ninguna parte –indica ella palpando su barba mojada-. ¿Te
duele? –dice mirando su ojo-.
-No. Nada puede doler estando a tu lado.
-Hijo, no entiendo nada. ¿Qué haces aquí?
-¿Madre?

530
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

-Claro, soy yo.


-Madre… no entiendo nada.
-Pero… ¿qué no entiendes?
-Te quiero…

Evelyn coge una bocanada de aire cuando algo o alguien la arrastra


hacia la superficie.
Blake la deposita sobre el frío metal y ella tose un poco de agua.
-¿Qué ha pasado?
-Demasiado tiempo recordando, madre.
-Pero aún no he comprendido…
-Una vez abres la mente, los sueños te darán las respuestas. Tenemos
que irnos ya.
Evelyn mira a su alrededor. Hay una especie de bañera con un agua
celeste y luminosa. Ahí se debe haber metido durante sus “sueños”.
Al final de la sala hay un bulto.
Se incorpora con la ayuda de su hijo.
-¿Puedes caminar? –pregunta este-.
-Sí, ya me has llevado bastante tiempo.
Se encaminan hacia la salida de la puerta. Evelyn echa un vistazo a
Voverkam, que yace en el suelo con una horrible herida en el pecho y que
tiene la boca llena de sangre reseca que cae más allá de su mentón. Su
rostro expresa una mezcla de angustia y dolor, y tiene su mano
ensangrentada depositada cerca de la herida del pecho, que seguro ha
alcanzado su corazón por la trayectoria. Sus ojos no muestran la típica
frialdad de la muerte, pero están fijos en la nada.
Sonríe y dice:
-Lo has matado.
-No puedo matarlo. Vámonos.
-Pero si está muerto.
-No puede morir, madre. Es inmortal.
Evelyn echa un último vistazo al cuerpo y se marcha tras su hijo.

531
NAZARETH SERRANO

532
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

CAPÍTULO 11: UTOPÍA

AÑO 1274 DC

PLANETA DE HIELO
EN TERRITORIO DEL EMPERADOR

Tiene los labios morados. Su pelo bruno se muestra blanquecino, y su


barba está cubierta por escarcha, a la par que su torso desnudo, sus
brazos, sus manos y sus pantalones.
Camina con pesadez, hundiendo las botas en el hielo.
Su cara, sus dedos, se muestran amoratados por la falta de riego.
Llega a la frontera de la gran cúpula que cubre sus tierras y enseguida
es recogido por cuatro guardias.
Como abstraído, se deja llevar hasta una sala. Donde un quinto guardia
dice:
-Mi príncipe… -y todos se inclinan al instante-.
No media palabra. Sin su máscara, sin su coraza, sin su espada,
avanza hasta la entrada al poblado.
Amanece en el interior. Los niños juegan en las calles, las mujeres
charlan en el mercado, los perros ladran y los hombres beben en las
tabernas.
No hay hombre, mujer o niño que no le mire.
Voverkam avanza sin más, escuchando las especulaciones sobre su
identidad. Hay quien hasta dice que es el líder de La Resistencia.
Expresa una media sonrisa al escuchar eso y continúa caminando.
Se palpa el mentón y parte del hielo se cae, la sangre reseca no se va
por completo de su boca, ni mucho menos de su pecho.
Un niño se topa con él al intentar correr tras un balón de luz. La madre
corre a cogerlo y se inclina, por si acaso los que dicen que es el príncipe
están en lo cierto.
-Mi Kort, mis disculpas –indica la mujer-.
-Aceptadas.
Y sigue caminando tras palmear la espalda del niño, que sonríe al ser
tocado por su héroe.
Al aceptar las disculpas dirigidas al Kort ha delatado su identidad, así
que todo el pueblo se aglomera para inclinarse, y de paso, verle la cara.
Voverkam sólo tiene que caminar para que la multitud le abra paso con
respeto.
Un tanto aturdido, llega a la casa de Jack.
Abre la puerta de una patada, entra y cierra de un portazo. El pueblo
entero empieza a murmurar.
Se sienta en el sofá y dice:
-Aquí estuviste tú sentado… -pone las piernas sobre la mesa-. Y puede
que te acomodaras así. Delante de mis narices, paseándote por las azoteas

533
NAZARETH SERRANO

de mi reino, burlando las fronteras y su guardia. Como una plaga que


infecta un cuerpo desde el interior, un virus asqueroso que rompe mi
asepsia.
Echa un vistazo al cuadro holográfico y se incorpora levemente para
cogerlo. Se trata de Jack Junior. El cuadro muestra una grabación de JJ
jugando a ser un guerrero, como su padre.
Voverkam lo tira por encima de su hombro.
-Te paseas por mi reino, te persigo por las alcantarillas subterráneas, te
ofrezco un indulto –se ríe-. Y me atraviesas el pecho, cabronazo. Me
rompes el corazón… literalmente. Me has atravesado con esa daga…
¡joder!. Me has dejado tirado en la máquina… ¿Tan malo he sido contigo?
Se lleva la mano a la cara.
-¿Qué he hecho mal?
Niega con la cabeza.
-¿Por qué no dejas de existir?, ¿no consigo nada controlando el tiempo?
Se quita la mano de la cara.
-No consigo nada, porque tú también estás. Claro, tú también estás allá
donde vaya.
Se levanta de un salto.
-Lo he intentado, sobrino. He intentado perdonarte. Pero no puedo
más…
Se encamina hacia las escaleras.
-Se acabó.
Sube peldaño a peldaño, abstraído, sumido en su delirante discurso
dirigido hacia nada ni nadie en especial, o al menos, nada o nadie presente.
-¿Por qué no me entregas a tu madre?. Sólo dámela en el lugar correcto
y te dejaré en paz… Te daré la paz eterna, sí.
Llega a la azotea, pero no abre la puerta que lo separa del exterior.
-Tú la tienes a ella. Te has burlado de mí mostrándomela, jugando a
menospreciarme y a debilitarme en tu terreno. Y me has restregado que
vuestra unión es especial.
Pone la mano en el pomo de la puerta.
-Pero aún así no estás preparado… o yo no estaría vivo. No me puedes
ayudar, Blake. No tengo alma, y no hay ni una sola gota de luz en mi caos.
Abre la puerta y sale a la azotea.
El pueblo y parte de la guardia, que lo busca desesperadamente, se
aglomeran frente a la vivienda.
Voverkam anuncia algo a voz en grito.

CERCA DE FINGUX
EN EL INTERIOR DE LA NAVE “TIERRA”

Evelyn mira abstraída el espacio, las estrellas, la luna “Ra” y se siente


muy pequeña.
Blake, a su derecha, pierde la mirada en la inmensidad del cielo negro
tocado por esa lluvia de puntos luminosos.

534
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

-Siento haberte abandonado otra vez… -indica la madre-.


-¿Cómo?
-No pude cambiar el pasado.
-Te dije, madre, que has hecho lo correcto.
-Pero eso no me hace sentir bien. He pasado miedo corriendo por
delante del Kort, he pasado auténtico miedo tirándome por un precipicio al
vacío y la oscuridad… Pero me he sentido más unida a ti que nunca, y
repetiría sin dudar todo. Desde –sonríe-, desde las azoteas hasta la
máquina.
Blake pasa un brazo por sus hombros y la estrecha contra sí.
-Madre, siempre estaré a tu lado… siempre lo estuve, y siempre lo
estaré.
-No siempre.
Él la mira y ella gira el cuello para mirarlo a los ojos.
-Madre, si en otra reencarnación no naciera de tu vientre, o no
estuvieras cerca de mí, te juro que buscaría en los confines del universo la
manera de estar a tu lado y que no descansaría hasta encontrarte. Y cada
minuto que estuviera sin ti, no sería sino un poco más de fuerza para seguir
buscando, y un poco más de cariño que guardar para cuando te encontrara.
Nunca me abandonaste, madre. Tal vez fue al revés.
Evelyn sonríe.
-Eso ya me lo has dicho en otra ocasión.
-¿Cómo?
-Nada, Blake, nada…
Evelyn apoya la cabeza en el hombro de su hijo.
Jack los mira con detenimiento y un recuerdo surca su mente.
Una comunicación saca a Jack de su ensoñación. Jack Junior duerme
en su cámara.
Jack se pone frente al comunicador y escucha.
Cuando termina la trasmisión se acerca a Blake y comenta:
-Perdona, pero es algo importante.
-Por supuesto, ¿qué?
-El emperador se retira de Fingux. Hemos ganado.
Blake se muerde el labio inferior.
-Que se dejen de festejos y trasladen todas las tropas al Planeta de
Hielo. El príncipe está uniendo fuerzas para arrasarnos. Como máximo,
tardará un día en bombardear con sus aviones. Y luego, vendrán las
fuerzas de avance. Va a ser a cara o cruz.
-¿Podemos con el ejército al completo del príncipe?
Blake sonríe.
-Lo descubriremos muy pronto, suegro –comenta y le pone una mano
en el hombro-. Bueno, en realidad, vosotros no.
-¿Cómo?
Blake sonríe.

535
NAZARETH SERRANO

AÑO 2040 d.C.

PLANETA TIERRA
EN UN LUGAR DEL TÍBET

Evelyn White, de tan sólo treinta años “humanos” de edad, se


despereza y se topa con una habitación decorada al estilo zen.
Huele a incienso y escucha una música extraña, pero relajante.
Se destapa y se pone en pie de un salto.
La puerta corrediza se abre dando paso a Jack, que viste con una túnica
que le hace parecer un monje y lleva el cabello rapado y va afeitado, al
igual que Jack Junior, que se divierte con unos palos.
Jack no cojea, no tiene ninguna cicatriz en el cuello, no está delgado…
Está guapo y joven, como cuando le conoció. Y no demacrado por el peso
de la guerra. Sus ojos brillan con un fulgor celestial.
-¿Dónde estamos? –pregunta Evelyn-.
Jack se pone frente a la ventana de madera y mira el hermoso paisaje.
-En un presente paralelo donde la glaciación ha sido controlada por la
unión de dos fuerzas opuestas, lejos de la guerra y de cualquier cosa que
pueda dañarnos, acompañados por otras personas que buscaban retiro y
respuestas. En un mundo sin gobernadores, reyes ni presidentes, sin
países ricos, sin ejércitos y sin armas, sin misiles, donde se comparte y
donde no soy diferente por ser… así –termina llevándose las manos a la
cara-. Y donde no se me juzga por lo que hice, sino que me ayudan a
progresar y me perdonan –se le quiebra la voz-.
-¿Quieres decir que es un sueño? –pregunta Evelyn pasándole la mano
por los omoplatos-.
-No, cariño. Es un presente paralelo. Es realidad.
-Pero…
-No está, Evelyn. Él sigue en el “mundo real”.
-Prometió que no se separaría de mí –dice mientras se le saltan las
lágrimas-.
-Y ha cumplido su promesa –comenta un viejo a sus espaldas-. Siempre
estará a tu lado.
Evelyn lo mira. Tiene una cicatriz en el ojo derecho.
-Maestro, maestro…
-¿Sí, Sam? –pregunta el viejo exponiendo una sonrisa y con la voz más
calmada que Evelyn haya escuchado jamás-.
Evelyn entreabre la boca al ver a ese chico vivo. No sabe por qué, pero
lo creía muerto.
Sam pregunta algo, que Evelyn no puede pararse a interpretar,
demasiado impresionada.
Mira por la ventana.
Ve a un chico de ojos negros y pelo a juego paseando al lado de una
chica de ojos verdes y pelo castaño.
Ambos se ríen y caminan agarrados.
Rudolph saluda a Evelyn y Sara lo imita.

536
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

Evelyn niega con la cabeza y, tras secarse las lágrimas, saluda.


-Consigue esto, Blake. Consíguelo –dice en voz baja-.
De repente ve su reflejo en el cristal de la ventana. Sus ojos celestes la
desorientan.
<Maitreya, Maitreya, Maitreya…> -escucha en su mente-.

537
NAZARETH SERRANO

538
Cada guerra es una destrucción del espíritu humano.

Henry Miller

Dios es día y noche, invierno y verano, guerra y paz, abundancia y


hambre.

Heráclito De éfeso

Al comenzar y dirigir una guerra no es el derecho lo que importa, sino la


victoria.

Adolf Hitler

El hombre tiene que establecer un final para la guerra. Si no, la guerra


establecerá un final para la humanidad.

John Fitzgerald Kennedy

El mejor general es el que es capaz de alcanzar la paz a través de la


guerra.

Belisario Porras
2. GUERRA
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

CAPÍTULO 12: HERMANOS Y SANGRE

Madrugada del 1 al 2 de julio de 2024

PLANETA TIERRA
MIAMI BEACH, FLORIDA

R amsés usa su mente para que el pestillo de la puerta corredera del


balcón ceda y abre esta sin problemas.
Anastasia echa un vistazo por encima de su hombro y cierra la última
maleta.
-He venido a despedirme –comenta el chaval-.
Anastasia se fija en sus pantalones. Tiene sangre reseca. Sólo la luz de
sobremesa alumbra la habitación, y parece un leopardo al acecho con esos
ojos grises puestos sobre su cuerpo. Una mirada felina y animal.
-Muy amable. Tus padres están sacando espuma por la boca. Tu
hermano ha maldecido tu nombre mil veces. ¿Crees en las maldiciones? –
pregunta con sarcasmo y con un tono un tanto frío-.
Y sin esperar respuesta, sigue buscando en el armario algún objeto que
se le haya pasado coger.
Ramsés se pone tras ella y pega el cuerpo.
-Ramsés, creo que deberías irte.
-O tal vez debería quedarme y dejar que nuestros cuerpos sucumban al
deseo. Aquí, en el suelo, con toda la casa buscándome, sin pudor ni
desenfreno –susurra en su oreja-.
Cada palabra es una melodía sutil en la mente de la chica. Es lo que
siente con Alex, sólo que a lo bestia.
-¿Cómo animales? –pregunta ella con ironía e intenta separarlo-.
Él se pega más aún y pasa las manos por su cintura.
-Como un ángel siendo tomado por una bestia –dice y la besa en el
cuello-.
Ella siente un placer potente, pero de nuevo intenta separarlo,
intentando quitar las manos que juegan con el cordón de los pantalones de
su kimono.
-Por favor, no me hagas gritar.
-Claro que gritarás –comenta en su oreja. Ella siente la respiración y
luego la textura de su lengua-. Gritarás mi nombre y pedirás que no pare.
Eso es lo que vas a hacer.
Ramsés libera la cintura de la chica, que se voltea para quedar cara a
él.
Ramsés la vuelve a coger por la cintura y la aprieta contra sí, de manera
que sus caderas quedan pegadas.
Ella pone una mano en su nuca y lo besa.
Le muerde la boca sintiendo un deseo desenfrenado que recorre su
cuerpo.

543
NAZARETH SERRANO

Ella, sin dejar de degustar la boca del ajeno, busca la forma de quitarle
los pantalones.
Él la ayuda a desajustas las presillas del traje de entrenamiento, y ella
hace descender la prenda con desenfreno.

Gabriel, en la habitación de al lado, encerrado, se pone la almohada


sobre la cabeza y masculla:
-Parece que el desaparecido ha vuelto.
Los gemidos se hacen más intensos al rato. Se escucha el nombre de
Ramsés.
-Y cómo ha vuelto… -masculla Gabriel entre dientes y apretando la
almohada contra su cabeza-.

Ramsés se queda como está, sobre ella, sujetándose con los


antebrazos, ambos sobre el suelo de madera. Ella desnuda, él con los
pantalones por las rodillas.
Anastasia sale de su ensoñación desenfrenada y dice:
-Pero, ¿qué hemos hecho?. Eres solo un crío…
Ramsés tiene una expresión de niño en el rostro, sus ojos ya no son los
de antes y ahora no le parece ese hombre que hace que arda en deseo.
Ramsés pega la cabeza al hombro de la joven y llora.
-Lo siento… No quería que esto ocurriera de este modo…
-Vale, vale… Con que no se lo contemos a nadie basta.
-No, no lo entiendes. Te quiero, pero no puedo estar contigo.
-Ya, eres demasiado joven. Lo entiendo –comenta acariciando su
espalda-.
-No quiero hacerte daño.
-¿Y por qué ibas a hacer daño a nadie?
-Porque él me consume. Ya no sé quién soy o por cuanto tiempo seré
yo mismo.
-Ramsés, ¿de qué hablas?
Se quita de encima y se ajusta el pantalón medio avergonzado, como
ajeno.
Ella coge su ropa del suelo y lo intercepta cuando intenta salir.
-Cuéntame qué diablos te pasa, Ramsés, ahora.
-No lo sé…
-¿Quién te consume?, ¿es una voz?
-Soy yo.
-¿Tú?
-No lo entenderías. Por favor, deja que me vaya y no te acerques más a
mí.
-Pero…
No puede evitar que Ramsés salga del cuarto.
El chico camina rápido hacia las escaleras, donde se topa con Alex, que
subía como alma que lleva el diablo.

544
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

-Lo sabía –indica Alex-. ¿Qué la has hecho?


Ramsés agacha la cabeza.
El estallido de dolor en su mandíbula y luego su espalda da con algo.
Suena la cerámica rota y el mueble se derrumba por el impacto.
Aprieta los párpados y no tarda en sentir otro golpe en plena boca, al
que le siguen varios en la cabeza. El sabor de la sangre se le asemeja
metálico. Le cuesta reaccionar ante la velocidad y la contundencia de su
hermano.
Se cubre la cara con los brazos y gime cuando Alex patea su espalda.
-Te voy a matar, y esta vez no hay nadie que te ayude.
Le levanta por la pechera y la cabeza de Ramsés lucha por mantenerse
erguida, mientras todo en su mente se muestra confuso.
-¡Déjalo en paz! –grita Anastasia-.
Alex lo suelta, cae al suelo como un saco de patatas y se queda ahí,
desorientado.
-No te metas. Ve al cuarto.
-¡¿Te has vuelto loco?!
Se acerca a ella con pasividad.
-Tranquila… ya está… lo siento…
La agarra cuando ella intenta ir hacia Ramsés.

Gabriel escucha golpes en la habitación de al lado.


Luego una joven grita:
-¡Que me dejes salir!
Gabriel no entiende nada. ¿Acaso han secuestrado a otra persona?
No, parece la voz de Anastasia.

Las escaleras parecen bailar bajo los pies de Ramsés, que se aferra al
pasamanos y salta por encima de este, al tiempo que se libra de la mano de
Alex, que lo intentaba agarrar.
Cae al suelo y rueda sobre sí.
Su hermano salta tras él.
Se levanta de forma trastabillada e intenta correr. Su hermano lo
persigue y él accede a la entradita en un sprint.
Intenta abrir la puerta de la calle, pero no cede. Coge carrerilla y, como
si de un poli se tratara, golpea la puerta con el hombro. Esta cruje, pero no
cede.
Vuelve a intentarlo. El blindaje soporta la embestida del dios-
adolescente, pero da muestras de debilidad ante la acometida de tal toro.
Alex aparece y sonríe.
-¿Buscas esto? –pregunta sopesando las llaves-.
Ramsés pega la espalda a la puerta de la calle.
-Espera… -masculla cerrando los ojos-.
Un golpe en el temporal y cae pesadamente al suelo.

545
NAZARETH SERRANO

Alza la mano y capta la muñeca de Alex, que blande un cuchillo de


orichalcum. La conciencia abandona poco a poco la mente de Ramsés y su
visión nublada no le deja ver la otra mano, que se aferra a su cuello y
aprieta.
-Voy a concederte la eutanasia. No te resistas, porque te estoy haciendo
un favor…
Ramsés se olvida del cuello y se preocupa de parar el cuchillo mientras
siente que el aire no entra ni sale de sus pulmones.
-Por favor… -masculla ahogadamente-. Espera…
No puede más. El cuchillo va ganando distancia y se aproxima a su
cuello sin piedad.
Casi puede notar el filo en su piel.
Cierra los ojos y usa sus últimas fuerzas para intentar parar lo inevitable.
La sangre caliente cae sobre su cara y penetra en su boca entreabierta.
La presión del cuello se disipa, algo de metal cae al suelo y algo pesado
cae sobre él dejándolo sin aliento.
Con los ojos entrecerrados mira a Gerhard y se deja llevar por la
inconsciencia.
Gerhard aparta el cuerpo de Alex con una mano. El maestro suelta un
poco de sangre por la boca con un estertor agónico y, con una herida que
atraviesa su cuello de lado a lado, que sangra como una cascada, sucumbe
a manos de la muerte exponiendo una mueca de desconcierto.
Los focos de un coche ingresan a través del cristal de la ventana.
Gerhard deja caer su espada y corre hacia las escaleras.

Mitch empuja la puerta un poco más antes de comentar:


-Parece que se ha atrancado.
Una patada y la puerta se entreabre. Algo impide que siga separándose
del marco.
Mitch se pone de lado para entrar y ver qué diablos está bloqueando la
entrada. Un tanto estrecho, consigue pasar por el hueco y sus pies resbalan
con la sangre.
-Joder… -masculla al ver la escena-. No… no…
-¿Qué pasa? –pregunta Elisabeth-.
-No… entres…
-¡¿Qué dices Mitch?!, ¡dejame ver!
Pero Mitch no abre hueco. Simplemente se queda ahí parado, mirando
alternativamente a Alex y a Ramsés, preguntándose si el último sigue vivo o
no, pues tiene la cara hecha un cristo, sin porción carente de sangre, y la
ropa llena de este mismo líquido. No se mueve y ni siquiera parece respirar.
Elisabeth lo zarandea, pero él no cede ni un centímetro.
-¡Mitch!
-No… no…
Y le cuesta reaccionar al ver a sus hijos así, tanto, que hasta piensa que
de un momento a otro, despertará.

546
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

Gabriel expone una mueca de sorpresa al ver a su padre.


Gerhard pone el índice en sus propios labios e indica que le siga con un
movimiento de cabeza.

547
NAZARETH SERRANO

548
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

CAPÍTULO 13: LA OTRA CARA DEL PLAN

AÑO 2040 d.C.

PLANETA TIERRA
EN ALGÚN LUGAR DEL TÍBET

Evelyn sueña.

A kaisha se sumerge en las templadas aguas del río y bucea un


rato. Emerge al lado de Alkari, que sonríe algo perturbado.
-Deberíamos estar en el templo. Todos esperan la noticia de guerra o de
paz.
Akaisha rodea su cuello con los brazos para no tener que mantenerse a
flote.
Ambos están mojados y desnudos.
-Dadme un poco de libertad, sacerdote. Dentro de unos días me casaré
y quiero disfrutar un poco de mi soltería.
-Si yo os doy lo que queráis –comenta Alkari-. Pero no sé si podré
casaros con vuestro hermano. Quizás debiera hablar con la Suma
Sacerdotisa, a ver si se apiada de mí y no coloca tal carga sobre mí.
-¿Tanta carga es una simple ceremonia?
-No sé si puedo soportar ver desposarse a la mujer a la que amo con
otro. Más aún sabiendo que yo no tengo nada que hacer para evitarlo.
-Pues marchemos.
-¿Adónde?
-A… donde sea. A Lemuria por ejemplo.
Alkari la mira a los ojos.
-Perderéis todo.
-No tengo nada. ¿Y vos?, ¿tenéis algo?
-Nada si no os tengo a vos –dice depositando sus manos en la fina cara
de la princesa-.
Alkari recapacita.
-Pero… Lemuria será un lugar peligroso si… si deciden que van a entrar
en guerra.
-Entonces, escuchemos el veredicto y decidamos.
Alkari la besa sin tapujos.
Evelyn, una adolescente perdida en el mundo real, heredera de los
secretos de la Suma Sacerdotisa, poseedora de la genética adecuada para
acceder a lo que llaman El Corazón de la Atlántida, mira a la pareja
arropada por la maleza.
A su lado, Jaboc, pone cara de asco.
-¿No os parece bonito?
-¿Ahora me tratas de vos?. Yo hablo normal.

549
NAZARETH SERRANO

-Lo siento, Jacob, es el momento.


-Es Jaboc…
Pero Evelyn está demasiado absorta para corregir su manía de llamarlo
de otro modo.
Jaboc, con un par de años más que Evelyn, parece no estar interesado
en el romance, más sí en la lucha, pues ha entablado una amistad con
Dagmaros, un guardián que le ha enseñado algunas cosas, muy a pesar de
Evelyn.
Evelyn mira hacia Jaboc cuando la pareja sale del agua. El chico sonríe
y no aparta la vista de la princesa.
-Jacob –replica por lo bajo-.
-¿Qué?. Es la edad…
Le tira de la melena bruna y le obliga a mirarla. Los ojos esmeralda
chispean.
-¿Estás celosa?
-¿Yo?. Te ha dado demasiado el Sol.
-Lo estás…
-Es de mala educación espiar…
-Pero si me has traído tú.
-Pero no para que la veas desnuda.
-Pero es que las sacerdotisas acostumbran a bañarse así. Shaiva lo
hace.
-¿La conoces?
-No. Pero…
-Pervertido.
-Se exhibe.
-En eso, tienes toda la razón.
-Mantiene relaciones con el hermano de esta princesa, ¿no? –pregunta
volviendo a la bipedestación, ahora que el camino está despejado-.
Evelyn extiende una mano, para que Jaboc la ayude a levantarse.
El chico se cruza de brazos. Esos brazos de hércules-niño, esa tez
morena… Sí, va conformándose la figura que ella recordaba.
-Eres un salvaje sin educación.
-Vamos a bañarnos desnudos –dice de repente-.
-¿Qué?
Ahora sí la ayuda a levantarse, pero con tal ímpetu, que Evelyn se
choca con él.
-Vamos, no seas una sacerdotisa aburrida.
-No…
Jaboc se quita el taparrabos y Evelyn se tapa los ojos. Lo siguiente que
sabe es que escucha el sonido de algo cayendo al agua. Algunas gotas
mojan su pelo y su túnica.
-¡Jacob!
-Es… Es igual. Métete.
-Mejor me voy.
-No me hagas salir…
-¡No!, salir no… -indica sin quitar las manos de sus ojos-.

550
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

-Pues entra. Te juro que no te tocaré.


La tira más agua y Evelyn masculla la regañina que le ofrecería si fuera
realmente su hijo.
-De acuerdo. Pero date la vuelta.
Jaboc así lo hace.
Evelyn lo mira y se quita los tirantes de la túnica.
<Pero… ¿qué diablos hago?. Bueno, no es mi hijo, y no, no me gusta…
¿Qué tiene de malo?. Es natural estar desnudo, ¿no?>
-¿Ya?
-¡No!
Suspira, se quita la túnica, y entra tan rápido que resbala en una roca y
se cae de culo.
Jaboc se ríe mientras nada hacia ella.
-Quita, quita… -le echa con la mano-. Es culpa tuya –añade
sumergiendo el cuerpo-.
-No tengo la culpa de que te resbales.
-Si no hubiera intentado entrar, no me hubiera resbalado. Luego la culpa
es tuya.
Jaboc se inclina.
-Mis disculpas, sacerdotisa.
-Idiota.
<¿Dónde está el hércules amable y cariñoso?. Definitivamente, no es
Blake. Es un idiota>
-¿Quién es Hércules?
-Que no leas mi mente.
-¿Quién es? –pregunta nadando de espaldas-.
Evelyn mira hacia otro lado.
-Nadie. Un Dios griego.
-¿Y quién es Griego?
-Griego no es alguien… Ay, dejalo.
Jaboc mira hacia el bosque. Se escuchan pasos.
-Sumérgete.
-¿Por qué?
Evelyn lo hunde y luego se sumerge ella. Con una mano indica que se
quede en silencio. El chico bucea hasta cerca la orilla y se aferra a una raíz,
para no salir a flote. Evelyn se pone a su lado y se aferra a un brazo.
-¡Shaiva!
La sacerdotisa se detiene frente al río. Dagmaros aparece junto a ella.
Evelyn no puede verlos, pero si escuchar sus voces en acústica,
nítidamente gracias a su agudo oído.
-Dagmaros, que buen día para conversar.
-Me esquiváis.
-Sólo intento ser discreta.
Le pone la mano en la coraza.
-Mi mujer me complace. Gracias, no es ese el precio que os pido.
-¿Qué pedís?
-Por mi ayuda, inestimable, ya que he conseguido los clones…

551
NAZARETH SERRANO

-Hablad ya, sucio guardián.


-No me insultéis. Sólo busco lo mismo que vos.
-¿El Corazón de la Atlántida?
Dagmaros la coge por el mentón.
-El Corazón de la Atlántida –repite afirmando-.
-No era ese el trato.
-Pues he cambiado de opinión. Y veo que vos también. Pretendíais
cambiarme por un clon. Lo he visto.
-Sólo guardo mis espaldas.
-Dejar que yo guarde todo lo importate. Además, quien sino yo podría
obligar a ese niño a…
-Alkari también posee la genética adecuada.
-Pero nunca os ayudará. Moriría antes de hacer tal cosa, mi bella y
ardiente sacerdotisa.
La suelta.
-Vos conseguir al extraño. Yo conseguiré a la niña. Y así, la Suma
Sacerdotisa podrá bañar con su sangre los suelos del templo.
-¿Y quién será la mano ejecutora?. Mi espada no puede ser manchada
con esa sangre.
Shaiva sonríe.
-He conocido a un apuesto guerrero. Un visitante.
-¿Os referís a…?
-Calmaos. Lo tengo bajo control.
-Pues complacerle bien. No quiero sorpresas.
Y tras besarla en la boca, se marcha. Shaiva se arrodilla junto al río y se
echa agua en la cara.
Jack es ahora quien aparece.
-¿Nos vamos?
-Por supuesto, mí apuesto guerrero.
La ayuda a levantarse y se marchan al bosque.
Evelyn emerge y coge una bocanada, luego respira rápida y
superficialmente, de modo que acaba mareada.
-No tan deprisa, sacerdotisa –comenta Jaboc y la agarra-. Ya sé que tu
capacidad pulmonar no es muy grande, pero hiperventilar no sirve.
-Cállate. ¿No ves lo que está en juego?
-¿Qué?
-¿Acaso no has oído?. Estamos en peligro. Y mi madre también.
-Me esconderé.
-¿Y qué pasa conmigo y con mi madre?
Jaboc se encoge de hombros y la suelta.
-Cuida de ti misma, como yo hago.
Sale del agua y Evelyn entreabre la boca, en parte por la contestación,
en parte porque ese culo tan bonito es el de su hijo.
-¡Idiota!
-No grites –comenta dándose la vuelta, aún sin vestir-. ¿Quieres que
nos cojan?
-Pues mira, que te cojan a ti no sería mala idea.

552
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

-Vamos, sal del agua.


-Date la vuelta, cerdo.
-Si ya te he visto desnuda. Cuando me has empujado al fondo.
Evelyn se tapa el torso y masculla algo.
-Guarro –añade en voz alta-.
Le guiña un ojo y se encamina hacia la rama, donde había puesto su
taparrabos.
-Dame la túnica –pide Evelyn-.
-Sal tú, sacerdotisa, a por ella –responde ajustando la prenda a su
cuerpo-.
-He dicho…
-Que no.
Se sienta en una roca y se atusa la barba incipiente de adolescente.
El cabello bruno cae de forma descontrolada por su cara, como una
cascada azabache, y sus ojos verdes se muestran chispeantes, con cierta
picardía adolescente.
-Menos mal que nunca más te voy a ver en esta edad.
Evelyn sale del agua sin molestarse en tapar nada. Jaboc la mira con
detenimiento hasta que ella le da con la túnica, como si fuera un látigo y él
un león.
-Encima que te miro…
Se da la vuelta y se pone la túnica.
-Me gusta tu cuerpo.
-Que no me digas esas cosas.
Evelyn se calza y se encamina hacia el bosque. Él se pone sus extrañas
botas y la sigue.
-Me gusta porque es muy delicado. Y aunque no es como el de Shaiva,
casi he sentido lo mismo…
-Que te calles…
-¿A ti te gusta el mío?. ¿En que se fijan las mujeres?
-Cerdo…
-¿Estar fuerte es bueno?
Se detiene y él se choca por la inercia del paso.
-Lo siento.
-La próxima vez que me digas algo acerca de la anatomía, te tiro una
piedra.
-¿Me das un beso?
Evelyn lanza una especie de grito de cansancio y sigue caminando.
-¿No te gusto?
Evelyn no contesta. Él la alcanza y se pone a su derecha.
-¿Te molesta que sea así de sincero?
-Eres mi hijo, no puedes decirme estas cosas…
-¿Cómo?. Otra vez con lo mismo. Si soy mayor que tú.
La corta el paso.
-Dime, ¿de dónde vienes? –pregunta él-.
Evelyn abre la boca, pero no dice nada.
-Es un secreto.

553
NAZARETH SERRANO

-¿Tienes un esposo?
-Sí.
-¿El guerrero extraño es tu esposo?
-Sí.
-¿Y por qué se besa con Shaiva?
Evelyn aprieta los puños.
-Porque aún… será mi esposo.
-¿Es tu prometido?.
-Más o menos…
-Pero no te conviene. Se besa con otra. Yo no me beso con nadie.
-No, pero eres un salvaje, un guarro y…
-¿Y?
-Mira, busca a alguna persona que se enamore de tus ojitos.
-¿Ojitos?, ¿te gustan mis ojos?
Evelyn se ríe.
-Esto es surrealista.
Recuerda algo, durante su “viaje” hasta la decimotercera puerta,
estando sentada descansando, hablando con Blake:

-¿Y tú crees que en otra vida fui tu madre?


Blake la mira a los ojos.
-Pues… más o menos, madre. Más o menos.
Se miran de nuevo.
-No importa –indica él-. Sea como sea, te quiero.
-Y yo a ti.
“La pantera” le da un beso en la mejilla y se levanta

-¿Qué te pasa? –pregunta Jaboc-.


-No puede ser… lo siento.
<No cambies mi futuro… eso es lo que me dijo Blake> -recuerda
Evelyn-. <Pero, ¿qué hice yo?, ¿me capturaron?, ¿capturaron a Jacob?...
Da igual, es sólo un sueño, ¿no?>
La agarra por los hombros y pregunta.
-¿Qué no puede ser?
-No puedo gustarte.
-¿Por qué?
-Porque… es otro secreto.
Evelyn se dirige hacia el templo, que ya se entrevé entre la selva.
Jaboc avanza un poco más. Nunca se ha acercado tanto a un lugar
donde pueda haber tantos atlantes.
-Espera…
Ella se da la vuelta con pesadez.
-Si quieres, podemos cuidar de nosotros mismos juntos. Ya sabes, para
que no nos capturen.
Ella sonríe.
-¿Y qué hacemos?
-Por lo pronto, tú no deberías volver al templo.

554
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

-Pero, mi madre…
-No creo que lleven a cabo el plan tan pronto… Me necesitan, según
han dicho.
-¿Y dónde nos escondemos?
-En las grutas subterráneas.
Evelyn medita.
-De acuerdo, confío en ti, Jacob.
-Es… Vale, Jacob.
Evelyn sonríe.
-Pero debería entrar a por ropa y…
-Claro, y salir por la puerta principal, como si nada… Buena idea.
-Tienes razón. Vámonos. Por cierto, ¿por qué esas botas?
-Las encontré en una nave. Es mejor que ir descalzo.
Y ambos se encaminan hacia los acantilados.

Evelyn despierta en medio de la noche. El brazo de Jack sobre su


cuerpo la da seguridad. Se acurruca contra él y Jack se remueve y la
estrecha contra sí. Aún está dormido, y tan sólo duerme cuatro horas al día.
Luego, se queda despierto, esperando a que Evelyn se despierte también,
mirándola o disfrutando de su silenciosa compañía. Sí, esa es la idea que
tiene él de un matrimonio.
Evelyn retira el brazo de su marido y se levanta pausadamente. Jack
abraza a la almohada y suspira.
Evelyn sonríe al ver a su marido y recuerda dónde le conoció, y el terror
que la daba.
Y ahora, que recuerda algo de él que había olvidado… ¿quiere ver el fin
de esta historia?. Sea como sea, ha abierto la caja de pandora. Alkari no
supo lo que realmente querían Jack y Shaiva, no era la guerra lo que
buscaban.
Ella está viendo la otra cara del plan, y eso ¿para qué?. No puede
cambiar nada en sueños… ¿no?.
Sale del cuarto y recita:
-¿Qué es la vida?. Un frenesí. ¿Qué es la vida?. Una ilusión. Una
sombra, una ficción, y el mayor bien es pequeño; que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.
Ha llegado al interior de una sala donde hay varias estatuas. Un buda
gigantesco al final y velas dispuestas por doquier.
En el centro de la sala está el maestro. A su lado un niño, cuyo rostro no
puede distinguir entre la penumbra.
El niño se inclina ante el maestro y se retira por una puerta trasera.
Evelyn se aproxima al hombre y este la abraza sin decir nada. Ella se
queda un momento quieta, asombrada. Luego lo estrecha contra sí misma y
siente su energía.
-¿Qué quieres? –pregunta el hombre con voz pausada-.
-Respuestas… o tal vez no. Tengo miedo de lo que pueda ver.
-No fue una despedida. No fue un viaje de despedida…

555
NAZARETH SERRANO

-¿Cómo?
Se apartan un momento.
-Piensas que Blake fue a verte y realizó ese viaje para despedirse, para
pasar un tiempo juntos y para que dieras con algunas respuestas. Pero no
fue así.
-¿Y para qué hizo eso?
-Él no es nada sin ti. Necesita tu ayuda.
-¿Para qué?
-Eso sólo lo sabes tú.
-No lo sé…
-Busca las respuestas y sé valiente.
Evelyn asiente con la cabeza.
-Sí, maestro.
Y se vuelven a abrazar.

556
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

CAPÍTULO 14: NIÑO, SIERVO, PRÍNCIPE

AÑO 1274 DC

EN TERRITORIO DEL EMPERADOR


EN PALACIO, EN LA HABITACIÓN DE VOVERKAM

V overkam escucha la puerta de su habitación, abstraído, mirando


el cielo artificial desde su balcón, apenas dice:
-He dicho que no entre nadie.
Pero sea quien sea, no hace caso y camina hasta él. El príncipe no mira
al visitante, sino que pierde la vista entre los jardines de palacio, y se fija en
el muro de diez metros que lo aísla de la segunda fortaleza.
Alguien la pasa la mano por los hombros, masajeándolos.
-He dicho que…
Al girarse se le corta el aliento. Sus ojos extraños se posan en la
negrura de los ajenos.
-¿Ana?
-Hace tiempo que no me mencionas con ese nombre, esposo.
Voverkam toca su cara y la besa levemente en los labios. Luego se
retira y palpa la espesura de su cabello negro. Ella sonríe y le mira con
ternura.
-He temido por tu vida. No vuelvas a hacer eso…
-Ana… -repite en un susurro-.
-¿Qué te pasa?
-Nada. No puede controlarlo todo.
-¿Qué?
-Te quiero.
Y la vuelve a besar. El príncipe yace esa noche con su mujer, sólo que
esa no era la mujer que recordaba. Algo cambia en su pasado, y parece
que a favor suyo. Eso le tranquiliza, puede que esta vez su mundo sea
perfecto, como él siempre deseó.

AÑO TERRESTRE 2029 d.C.

ATLÁNTIDA, SÉPTIMO REINO


EN PALACIO, EN LAS CELDAS SUBTERRÁNEAS

El Emperador de la Atlántida pone un trapo en su cara, asqueado por el


olor del lugar. A derecha e izquierda están los presos, príncipes y reyes que
siguen vivos por interés de Anton.
Acompañado por cuatro guardias, llega hasta la celda correcta.
Uno de los guardias reales abre la puerta luminosa y desactiva el
escudo.

557
NAZARETH SERRANO

Anton entra en el reducido espacio e indica a los guaridas que cierren y


lo dejen con el preso a solas.
Ramsés, sudoroso, atado por grilletes lumínicos a la pared, con la
cabeza agachada y el pelo cayendo por su cara, desnudo y con sangre
reseca por todo el cuerpo, apenas respira ante la presencia del emperador.
Anton lo coge por el pelo y hace que eleve la cabeza. Su rostro
manchado de sangre sigue siendo atractivo y embaucador.
-Ahora que sabes lo que te espera si no cumples mis deseos, espero
que tengas un plan –comenta Anton a escasos centímetros de su cara-.
-Sí, mi emperador. Gerhard está a punto de llegar. Dadme un poco de
tiempo, sólo un poco más.
-El tiempo es valioso. Hazte de una vez con el control de tu niñez y
entrégame la llave que necesito, o todo lo que te han hecho será una
caricia comparado con lo que te espera.
-Caricias tortuosas, mi emperador.
Anton mete el puño en su estómago y Ramsés gime cuando siente que
sus órganos están siendo estrujados desde el interior.
Saca la mano fantasmagórica y ahora traspasa el pecho. Ramsés
aprieta los dientes y echa la cabeza hacia atrás. De sus labios se escapa
un gemido. Su corazón vuelve a latir cuando Anton saca la mano.
-Complaceme, siervo, o no me servirás.
-Sí, mi emperador –masculla entre dientes-. Adelantaré cuanto pueda mi
metamorfosis.
Anton le agarra por el cuello y aprieta levemente.
-¡Guardias!
Un guardia entra al instante.
-¿Emperador? –indica inclinándose-.
-Le quiero lavado y en mi habitación en breve.
-Sí, mi emperador.
-Y que nadie nos moleste –indica y le acaricia la barba-.
-Sí, mi emperador.
Ramsés le mira y él retira la mano.

6 de julio de 2024

PLANETA TIERRA
MIAMI BEACH, FLORIDA
EN LA NAVE PLATEADA, BAJO EL JARDÍN

Ramsés gime cuando su puño choca contra la pared plateada de su


celda. Retira la mano con contundencia y la energía devastadora deja de
infringir dolor en todo su cuerpo.
Aún con la sangre reseca en su cara, sucio, sudoroso, hambriento y
sediento, se acurruca contra sí mismo.
Sentado, con las piernas flexionadas, coge las rodillas entre sus brazos
y hunde la cabeza en estos últimos.

558
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

-Por favor. No lo he matado… lo juro…


Nadie contesta.
-Por favor, necesito agua. Tengo mucha sed.
Y es que siente la boca pastosa, como si masticara arena del desierto.
Un náufrago en una tormenta arenosa que busca oasis inexistente.
-¡Tengo sed! –grita, pero duda que alguien lo escuche-.
Abatido, se echa en el suelo y se hace un ovillo.
-Tengo sed –susurra-.

AÑO TERRESTRE 2029 d.C.

ATLÁNTIDA, SÉPTIMO REINO


EN LA HABITACIÓN DEL EMPERADOR

Ramsés se incorpora y se pone frente a la cama, recto, como un


soldado, con los brazos por delante de su cuerpo, sopesando los grilletes.
Anton, tumbado de lado, le mira.
-¿Vais a devolverme a la celda?, emperador –pregunta con respeto-.
-No. Pasaré también la noche contigo. Las mujeres ya no satisfacen mis
deseos. Y tú me das un placer extravagante y extraño. Aunque, dudo que
sientas lo mismo por mí.
-Con esto –eleva los grilletes-, es difícil dejarse llevar.
-No voy a quitarle el bozal al perro que me intenta morder.
Ramsés no dice nada. Anton se levanta y se pone la túnica. Luego se
pone tras él y Ramsés gira la cabeza para mirarlo.
-Siento que tengas que pasar por esto, pero es la única forma de que
entiendas quien manda aquí. Eres demasiado rebelde. Y me gusta –dice
poniéndole las manos en los pectorales-. Pero sólo en la cama. Fuera, te
quiero como un siervo.
-En vuestra cama también soy siervo. Sólo cumplo vuestras peticiones,
emperador. Soy vuestro siervo siempre, y lo sé, mi emperador. No es
necesario...
-Silencio.
Le pasa una mano por el pelo sedoso.
-Y afeitate, te lo digo siempre.
-Pero mi emperador, los guardias…
-Lo sé. Diré que te afeiten para que esta noche no tenga que sentir tu
barba. No me gusta, me recuerda que estoy con un hombre.
-Hay otras cosas que pueden recordaros más tal cosa.
Anton se ríe.
-Silencio, siervo.
Le coge por el hombro y le hace darse la vuelta. Ramsés, serio, lo mira.
-Y ahora, quiero diversión.
-Sí, mi emperador. ¿Qué clase de diversión?
-Estoy harto de que mi hermano ocupe un lugar en mis celdas. Era
boxeador. ¿Sabes lo que es el boxeo?

559
NAZARETH SERRANO

-Sí, mi emperador.
-Diversión. Tú estarás engrilletado –comenta agarrando los grilletes-. Y
él tendrá un cuchillo, casco y coraza. ¿Te parece nivelado el combate?
-No conozco el estado de vuestro hermano. Y eso no es boxeo.
-En los últimos meses le he dado de comer bien, y le he hecho entrenar
duramente. Y eso es violencia, se parece al boxeo. ¿Estarás a la altura
después de estos días de caricias tortuosas?
-Sera un combate desnivelado, mi señor. Pero si lo deseáis, lo haré
largo perdonando un poco.
-Estás débil.
-No tanto.
Anton le atusa la barba.
-Tienes razón. Diviérteme.
Ramsés agacha la cabeza en señal de sumisión.
-Como deseéis, mi emperador.

560
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

CAPÍTULO 15: K.O.

AÑO 1274 DC

PLANETA DE HIELO
BASE AVANZADA DE LA RESISTENCIA

Losmarchan
solados caminan de aquí para allá, naves cargadas de niños
hacia Fingux, los hark se mezclan con los koradis y todos
preparan las naves, reparan robot, y en general, se preparan para la
acometida del emperador.
Lánzela corre para alcanzar a Blake, que camina como un toro en
dirección a los hangares.
-¿Y tu madre, mi padre y mi nuevo hermano?
-En un lugar seguro.
-Creí que el lugar seguro era Fingux.
-Un lugar seguro es estar lejos de mí.
-¿Cómo de lejos?
-Donde no exista.
Lánzela no entiende nada. Blake se dirige entra en los hangares y
pronto se ve interceptado por Adolph, que le hace algunas preguntas y
corre a trasmitir las órdenes.
Lánzela recupera a su chico y lo coge por el brazo, para seguirlo más
fácilmente.
-Puedo llevarte con ellos –comenta entrando en la armería-.
-No.
-Creo que es lo mejor –añade preparando su coraza-.
-Necesitas a alguien que salve tu culo –comenta palmeando los glúteos
de su novio-. Y soy muy cuidadosa con las cosas que son mías –añade
ayudándole a quitarse los pantalones, para que se ponga el traje espacial-.
-No tengo tiempo de…
Para cuando se da la vuelta Lánzela tiene el traje por la cintura.
-Bueno… tal vez un poquito…

EN TERRITORIO DEL EMPERADOR


EN PALACIO

El príncipe deja que le coloquen la coraza. Ya lleva una máscara nueva


y extiende las manos cuando su mujer se ofrece a ponerle los guantes.
-Ese cabrón debe estar temblando –dice Voverkam con energías
renovadas-.
-La armería entera tiembla, para ser más exactos.
-¿Qué quieres decir?
Anastasia cierra la presilla del guante derecho y le pone el izquierdo.

561
NAZARETH SERRANO

-Nada. Ten cuidado, y recuerda que lo necesitas vivo. Ardo en deseos


de tenerlo en nuestros calabozos.
-Te traería su cabeza en una bandeja, pero eso te privaría de mí mismo.
Cierra la presilla del guante izquierdo. Se acerca a su marido y sonríe.
-Vuelve con ese bruto aferrado con varias cadenas.
-Lo haré.
Y se marcha. Anastasia sonríe y llama a unos guardias.

PLANETA DE HIELO
BASE AVANZADA DE LA RESISTENCIA

Blake sale y se choca con Adolph.


-Señor, tenemos que irnos ya. Según nuestros vigías, el emperador no
tardará en llegar a Tierra Neutra.
-No dejaremos que pase más allá –comenta recolocándose el pelo-. Por
eso me gusta a mi corto… -masculla poniéndose el casco cuando Adolph
se ríe por lo bajo-.
Y ambos se encaminan hacia los hangares.

AÑO TERRESTRE 2029 d.C.

ATLÁNTIDA, SÉPTIMO REINO


EN PALACIO

El emperador aplaude y así lo hacen el resto de presentes. Están en


una estructura similar al “ruedo” del Planeta de Hielo. Se trata de una sala
de parlamento reciclada para servir de “circo romano”.
El emperador indica con las manos que se separen. Ramsés deja a
Friederich respirar y, tras volver a la bipedestación, tira el cuchillo al lado
del boxeador.
Friederich intenta situarse. Ese último golpe en la cabeza ha sido fatal.
Se quita el casco roto a duras penas y escupe sangre. Se pasa el dorso de
la mano por la nariz, que se muestra como un hueso amorfo, y se incorpora
entre gemidos de dolor.
Ramsés, engrilletado, se limita a mirar al herido, que coge el cuchillo
con una mano vacilante e hinca una rodilla en el suelo para intentar volver a
la bipedestación. Apoyado sobre la otra pierna, consigue ponerse de pie.
Todo gira a su alrededor, su vista nublada crea formas sin sentido. Las
risas y los vítores se vuelven un torbellino de sonidos en su dañado
cerebro. Cae sangre de su cabeza, pero no sabría decir de dónde. Le duele
todo el cuerpo, y hasta le cuesta mantenerse en pie.
-Adelante, Ramsés, sigue –indica el emperador-.
Friederich sólo puede ver una sombra que se acerca a toda velocidad.
Lo siguiente que sabe es que está volando por los aires. Da varias vueltas

562
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

antes de chocarse con algunos presentes, que gritan y lo apartan tirándolo


de vuelta “al ruedo”.
Cae de cabeza y el cuchillo lo hace unos metros más allá. No tiene
fuerzas para nada más. Se acabó para él.
Ramsés mira al emperador.
-De acuerdo, me aburre ya. No es tan campeón como decía. Acaba el
acto –indica este-.
Ramsés se aproxima a Friederich, el cual estira el brazo en un intento
de coger el cuchillo. La punta de sus dedos lo roza. Aprieta los dientes y
sólo se fija en el cuchillo, no en los pies descalzos de Ramsés que cada vez
están más cerca.
No consigue coger el arma. Ramsés pone un pie al lado del cuchillo y lo
empuja levemente, haciendo que Friederich lo alcance.
Ramsés se demora y Friederich se pone de rodillas.
-Acaba ya, Ramsés –indica Anton-.
Ramsés gira el cuello para mirar al emperador. Friederich lanza el
cuchillo a tal velocidad, que el ojo humano no capta la dirección. Ramsés lo
ve a cámara lenta. El cuchillo volteando en el aire, cortándolo, en un ángulo
agudo, que va derecho al palco… hincándose en el cuello de Anton, el cual
pone cara de sorpresa y pone una mano en el mango del arma a la par que
un estallido de sangre mana de su cuello.
La boca se cubre del mismo líquido y sus ojos cambian de expresión.
Friederich, sudoroso, jadeante, se queda de rodillas.
Ramsés paralizado, esperando.
Anton saca el cuchillo de su cuello y lo tira al ruedo con enfado. Queda
clavado en la arena.
-¿No se va a morir? –pregunta Friederich-.
-No… creo… -responde Ramsés sin mirarlo-.
-Genial… Hazlo rápido, por favor.
Anton, siendo observado por todos, con cara de situación, sonríe.
La herida de su cuello desaparece cuando los tejidos se regeneran,
dejando sólo sangre reseca.
-¡Ramsés! –grita Anton-.
Ramsés se pone cara a él, inclinado.
-Acaba ya con esta basura.
-Sí, mi emperador –brama-.
Ramsés se pone de nuevo cara a Friederich, el cual lo mira intentando
buscar algo humano en él. No lo consigue.
-K.o., campeón –dice Ramsés-.
Alza sus manos engrilletadas y atesta el último golpe.
Anton aplaude cuando la cabeza de Friederich queda reducida a una
masa amorfa. Eso ocurre antes de que el cuerpo caiga pesadamente en la
arena, bañándola de sangre.
Ramsés alza las manos ensangrentadas y llenas de restos
mostrándolas al público. Los seguidores fervientes del emperador se
levantan y aplauden como este último. Los demás aplauden con desgana,
sentados, con la cabeza agachada.

563
NAZARETH SERRANO

Rebeka intenta liberarse de nuevo de los guardias, que la aferran con


fuerza. Llorando y en estado de shock, después de haber sido obligada a
presenciar “la diversión”, se desmaya.

564
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

CAPÍTULO 16: DRAGONES

R amsés, de doce años de edad, camina por el árido desierto. El Sol


inclemente baña su piel, que hierve como la arena que pisa. Gotas
de sudor inundan su cuerpo como perlas luminosas.
Se ha quitado casi toda la ropa, dejando sólo la interior. Supone que
lleva la camiseta enroscada a la cabeza, pero no tiene capacidad para
pensar siquiera en eso.
-Agua… tengo sed… -masculla cayendo de rodillas-.
El desierto arenoso se muestra vacilante debido al calor. Arena, arena y
más arena, fusionándose con el cielo en el horizonte. No hay nada que
indique la presencia de agua.
-¿Así voy a morir?, ¿perdido en un desierto? –masculla con la boca
pastosa-.
Se derrumba y su cara se hunde en la arena. No se mueve, aunque no
puede respirar, aunque su lengua degusta la textura de la arenilla.
Una ráfaga de frío intenso le hace reaccionar. Eleva levemente la
cabeza y mira al cielo. Una serpiente alada surca el aire. Sus alas parecen
las de los ángeles, sus ojos son verdes, como dos gemas, y sus pupilas
alargadas se posan en el sediento, sólo por un momento.
-Estoy loco…
Las escamas celestes de la serpiente brillan con el reflejo del Sol.
Algo se aproxima por el horizonte. Una serpiente color rubí, con los ojos
dorados. También es alada, sólo que sus alas se parecen a las de un
murciélago. Membranosas y terminadas en garras.
Ramsés rueda para presenciar el combate de los “dragones”, que
surcando los aires, se atacan entre sí, o huyen del contrario en momentos
de flaqueza.
-Completamente loco… -masculla entrecerrando los ojos, para no
deslumbrarse con el Sol o el reflejo de las escamas de las serpientes-.
La serpiente roja, en un rápido ataque, rasga un ojo de la serpiente
celeste con una de sus garras y, durante la confusión, consigue morder el
cuello de la celeste, la cual lanza un grito extraño. Luego ambas se
precipitan hacia el suelo en una danza extravagante.
Caen cerca de Ramsés, que protege su cara con los antebrazos ante la
arena que, inclemente, rasga su cuerpo en forma de polvareda.
Luego mira de nuevo a los “dragones”. La serpiente celeste, sangrando
copiosamente, deja caer el cuello en la arena y la rubí zarandea el cuello de
esta, como para asegurarse de que está muerta.
Una luz verde lo ciega.
Cuando vuelve a abrir los ojos las serpientes han desaparecido.
Sólo queda un chico en el suelo, con una daga clavada en su torso.
Ramsés, con la boca entreabierta, se incorpora como buenamente
puede y se acerca al chico.
Cuando está cerca vislumbra su rostro, no le conoce.

565
NAZARETH SERRANO

Es moreno, con la tez bronceada, sangra copiosamente por la herida


que tiene en el pecho. Su ojo está herido. Es la serpiente celeste, sus ojos
esmeralda lo delatan. Pero no tiene herida alguna en el cuello.
Ramsés se arrodilla a su lado y pone las manos sobre la empuñadura
de la daga, pero no se atreve a sacarla.
-¿Qué hago? –pregunta, aunque no sabe a quién-.
-¿Madre?
-No… Soy Ramsés.
El chico parece delirar. Cierra los ojos fuertemente.
-¡Madre! –grita entre llantos e intentando incorporarse, pero cayendo
con pesadez al suelo en el intento-. Madre, no me dejes…
-No, tranquilo. Soy Ramsés, pero sólo quiero ayudarte… Dime qué
hago, ¿saco la daga?…
El joven abre el ojo que no está herido. Ramsés le quita la sangre del
otro y consigue abrirlo.
-Ramsés…
-Sí…
-Hijo del Sol, hijo de la luz…
-Sí…
-Te ayudaré…
-¿Cómo?
La cabeza del coloso cae en la arena. Una última bocanada de sangre
mana de su boca. Sus ojos verdes no pierden el brillo, aún cautivados por
el manto mortal.
-Señor… no se muera… por favor…
Los ojos de Ramsés se nublan por las lágrimas. Al cerrar los párpados,
las gotas de agua saltan de sus ojos y se mezclan con la sangre del pecho
del coloso.
De repente la sangre que mancha la arena se vuelve más oscura, y se
va abriendo un agujero que traga cascadas de gravilla.
Ramsés intenta arrastrar el cuerpo del coloso, pero le es imposible.
Se incorpora y corre hacia el lado contrario. El hércules cae a un abismo
que rompe el desierto y cuya boca se abre paso hacia él.
Ramsés corre con sus últimas fuerzas, pero el agujero lo alcanza y cae
al vacío gritando.
La serpiente roja reaparece y se tira en picado a por él.
Ramsés siente que todo su cuerpo se desgarra desde el interior. El
dolor es insoportable y lo consume. Su mente entra en una espiral
desquiciada de imágenes que no alcanza a comprender. La última visión
que tiene es la de él mismo, sólo que un poco más mayor.
-No… ¡dejame en paz!. ¡Ayudame, Blake! –grita, pero no sabe por qué
nombra a alguien que no conoce-.
Abre los ojos. La serpiente lo lleva en su boca. Sus colmillos le han
destrozado y su veneno circula por su sangre.
El animal conecta con su mente enloqueciéndolo. El niño muere con su
inocencia y el hombre-dios nace.

566
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

PLANETA TIERRA
MIAMI BEACH, FLORIDA

Ramsés se levanta de un salto. Está metido en la celda y alguien le ha


dado agua.
-¡Quieto!
Lo intentan retener. Entre sacudidas e intentos de liberarse, se calma.
Jadeante, mira a los ojos a su padre.
-No me encierres.
-¿Qué?
-No me encierres… ¡No puedes encerrarme!
Mitch lo sujeta con todas sus fuerzas, pero el adolescente parece un
todo embravecido y le cuesta mucho impedir que se largue corriendo.
-¡Suéltame!
-¡Que te estés quieto, cojones!
Mitch acaba en el suelo, con Ramsés debajo, intentando por todos los
medios quitárselo de encima.
-¡Dejame en paz!, ¡no me vas a encerrar…!
Mitch usa todas sus fuerzas, pero Ramsés gana terreno poco a poco.
-¡Suéltame!, ¡no me podéis ayudar!, ¡no tengo alma!
Mitch coge su cara entre las manos.
-Ya, ya está… ¿Vale?. Tú no has matado a nadie, y te creo –miente-.
Ramsés deja de forcejear. Sus ojos extraños se posan en la mirada
eléctrica de Mitch.
-No me vas a encerrar.
-No. No te voy a encerrar.
-¡Mientes!
Y lo lanza contra la pared con sus piernas.
Mitch se palpa la espalda y corre tras el fugitivo, que se dirige a la salida
de la nave.
-¡Cerrar puertas! –grita Mitch-.
Ramsés atraviesa la barrera plateada gritando de dolor.
Mitch traga saliva.
-No puede ser… ¿Qué diablos he engendrado?
Ramsés pasa todos los escudos y rompe la puerta cayendo al suelo del
“museo”.
Rueda un poco por la inercia y choca contra una estatua.
La de un guerrero. En sus ojos, dos esmeraldas.
Se lleva las manos a la cabeza y grita como un poseído hasta que se
pone rojo.
Luego se incorpora malamente y corre medio agachado hasta las
escaleras, con Mitch tras él.
-¡Espera, hijo!
Ramsés salta y accede a la plataforma de las escaleras que dan paso a
la salida. Mitch va tras él.
Ramsés abre la puerta con el hombro y accede a la casa.

567
NAZARETH SERRANO

-¡Quieto!
Pero el poseído no hace caso. Corre por toda la casa hasta llegar a la
salida. Esta vez el blindaje cede a la primera embestida y la madera se
astilla.
Mitch jadea y frunce el ceño mientras lo persigue.
-¡Se me ha escapado! –grita y Elisabeth salta de la colchoneta del jardín
zen donde intentaba, en vano, relajarse-.
Ramsés aparece en la puerta del pequeño templo donde hay un buda
en posición de loto, flaqueado por fuentes de bambú y otros adornos
similares.
Mira a su madre con la cara congestionada, aún cubierta de sangre
reseca y con los ojos muy abiertos. Jadeante y sudoroso, no dice nada.
-Hijo, ¿te encuentras bien? –pregunta con un hilo de voz y dando un
paso atrás-.
-Desgarrarás el vientre que te engendró –dice con voz grave y
contundente-.
-Hijo, tranquilo… -se pega a la pared contraria-.
Ramsés da un par de pasos y se pone a su altura.
-Desgarrarás el vientre que te engendró –repite en un susurro-.
-¡Mitch!
Pero Mitch ha quedado lejos en el sprint del dios y sigue corriendo, aún
lejos.
-Ramsés…
Ramsés se da la vuelta con los puños cerrados. Sonríe, se relaja y se
arrodilla cuando ve a Ana.
Elisabeth la mira con cara de susto y ella sonríe forzadamente.
Ramsés pega la cabeza al cuerpo de la joven y la rodea con sus brazos,
duros como piedras por la tensión.
Ana le acaricia el pelo.
Llega Mitch, pero se detiene para no ponerle nervioso.
-Ana… -dice él estrujándola contra su cabeza-. Te quiero, Ana…
La joven le retira un poco, se arrodilla a su lado, ante la atenta mirada
de ambos progenitores y la de Ramsés.
Él la abraza y cierra los ojos. Ella le clava una jeringuilla en el cuello y
pulsa el émbolo tan rápido que le duele a Ramsés.
-Ana, ¿por qué me haces esto? –pregunta-.
Se derrumba en los brazos de la chica, que no soporta el peso y se deja
caer el cuerpo.
Elisabeth también se derrumba, porque sus piernas no soportan la
tensión.
Mitch se lleva una mano a la cabeza y suspira.
Ana se aparta un poco, temiendo que despierte, aún habiéndolo sedado
con la dosis que se utilizaría para dormir a cuatro caballos.

568
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

AÑO TERRESTRE 2029 d.C.

ATLÁNTIDA, SÉPTIMO REINO


EN PALACIO, EN LA HABITACIÓN DEL EMPERADOR

-¡Ramsés!
Anton coge al chico, que se derrumba. Lo tumba en el suelo y lo mira.
-¿Qué te pasa?
-Cumpliré vuestro deseo, mi emperador. Pero ser paciente, llegaré
pronto.
-No te vas a ninguna parte.
El cuerpo de Ramsés se hace menos pesado a entender de Anton, que
sostiene la parte superior en sus brazos.
Una luz roja lo deslumbra y cuando vuelve a abrir los ojos, ya no tiene
nada entre las manos.
El emperador se postra en el suelo golpeándolo con sus puños y grita:
-¡Ramsés!

COMPLEJO TERRA NOVA, LOCALIZACIÓN SECRETA

La jeringa queda clavada en su corazón, pues el puñetazo retira al


médico antes de que pueda extraerla.
Ramsés da un manotazo a la jeringuilla y parte la aguja.
-¡Idiota! –masculla el médico palpándose la mandíbula dolorida-.
-¿Qué me has inyectado? –pregunta con la cara roja de rabia-.
-Adrenalina.
-¡¿Para qué?!
-Para despertarte.
Echa un vistazo a su alrededor. Parece la habitación de un hospital,
pero en formato futurista. Se quita todos los cables que tiene en el cuerpo y
suena un pitido incesante que se clava en sus sientes. Da un buen
puñetazo a la máquina y esta queda reducida a un amasijo de cables y
metal.
-¡Quieto! –indica el médico poniéndose de pie-. Que te vuelvo a sedar,
¿eh?
-No será necesario.
Ramsés se levanta de un salto al ver la cara de su padre. Parece más
delgado.
-No soy Mitch. Soy William, o Wilhem para ti.
-¿Dónde estoy?
-En Terra Nova.
-¿Dónde?
-Tu padre ha accedido a dejar que sepamos de una vez por todas quién
eres.
-Te mataré. No dejo a dos iguales.
-Aún conservas a Leon.

569
NAZARETH SERRANO

-No es un guardián y lo tiene Anton, no me interesa.


-¿Y qué me dices de Adolph?
-Te mato a ti.
-Sigues teniendo a dos.
-Mitch no está en mi tablero.
Wilhem sonríe.
-Tranquilo, toro. Aquí tratamos bien a la gente.
Ramsés se queda un rato callado, luego suelta:
-Me he tirado a la que decías que era tu hija.
Wilhem aprieta los dientes, pero no dice nada.
-Me parece bien –masculla luego-.
-En el suelo del cuarto donde durmió tú hermano cuando Alex le
entrenaba.
-Que bien, en el suelo…
-Sí.
William carraspea.
-Le gustó. Y Alex también. Pero ya está muerto. La engaño para
tirársela. Pero ya está muerto.
-Cabrón.
-¿Quién de los dos?
-¡Jodidos hijos de puta!
El médico y un guardia, que entra, sujetan a William.
Ramsés sonríe.
-Si yo la quiero. No te enfades. Además, no es una niña. Es una mujer,
con un par de pechos muy bonitos –comenta haciendo un gesto con las
manos-.
-¡Te mato!
Otro guardia tiene que entrar para sujetar a William, pero no consiguen
sacarlo.
Ramsés se ríe como un lunático.
-Me encantó… Quiero repetir –comenta entre risas-.
-¡Que me soltéis!, ¡es un hijo de puta! –brama William resistiéndose a
los que intentan tirarlo al suelo-.
-Pero suegro, no te enfades. Fue muy salvaje, pero romántico.
William se deshace de todos los hombres que tiene encima e intenta
romper la cara del que le provoca, pero todo ocurre justo al revés.
Es él quien acaba con el puño de Ramsés estampado en el rostro y,
trastabillado, cae sobre la cama.
-Si quieres, te puedo complacer a ti también, maricón.
Ramsés no ve llegar la patada, demasiado confiado en su fuerza, pero
sin tener en cuenta que aún está débil.
Se lleva las manos a la entrepierna y cae de rodillas mascullando.
-Joder… duele, cabrón…
William aprovecha para darle un buen puñetazo y unos cuantos más,
antes de que los guardias, con refuerzos incluidos, separen a ambos.
William sale del cuarto arrastrado por cuatro gorilas, maldiciendo y
gritando como un lunático.

570
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

Ramsés se recupera poco a poco y sonríe.


-Me has hecho mujer por un momento, ¡como tú, maricón!
-¡Voy a castrarte en vivo, hijo de puta! –brama William a lo lejos-.
La puerta se cierra y Ramsés cae al suelo, sedado de nuevo.

William, tras tomarse un tranquilizante, mira el periódico. Un titular


indica que la Tercera Guerra Mundial amenaza a los Estados Unidos de
América, que empieza a movilizar sus tropas.
William sonríe.
-¿Le parece gracioso? –pregunta un médico que está junto a él, en la
sala de descanso-.
-Quería ser normal…
-¿Cómo?
-Quería una vida normal. Mi hermano era frío y me maltrataba… No, no
lo hacía. Me perdonó la vida y yo quería ser normal. Ahora soy William y
voy a morir como un humano normal.
-¿Qué dice?
-La guerra se acerca. Sí, la guerra de la naturaleza contra el destructor
de su creación. Gana mamá natura.
-¿Qué diablos dice?
-Que estalle o no la Tercera Guerra Mundial, va a dar exactamente
igual, porque todo sobre la faz de la Tierra va a ser un desierto helado.
-¿Y ahora a qué diablos viene eso?
-Ramsés no puede unirse a su dualidad. Porque su dualidad no es
Gabriel. Es Blake, y ahora estará a millones de años de distancia.
-¿En otro planeta? –pregunta el doctor, aunque no sabe bien de qué
habla-.
-En el futuro…
-¿En el futuro?
-La protección de la Tierra se disipa lentamente. Vamos a entrar en otra
glaciación y la mayoría de la gente morirá. Los nazis sobrevivieran en sus
complejos y las colonias de la Luna y Marte, y tal vez los más ricos
consigan un hueco bajo la Tierra. Pero no en Agartha, porque allí no se
puede entrar…
-¿Se encuentra bien?
-No. Mi hija va a escaparse con un diablo para luego enamorarse del
angelito. Pero da igual, porque Hércules tiene novia.
-¿Hércules?
-Nos quedan seis años. Luego Dios dirá: hasta aquí hemos llegado. Y
nos pateará el culo por ser los seres más despreciables que hayan pisado
este planeta.
Se levanta.
-¿A dónde va?
-Dimito. Mi mujer ha muerto a manos de mi hermano. Mi sobrino
también. Ahora Mitch asegura su culo ayudando a los nazis y ha
engendrado al hijo que nadie desearía.

571
NAZARETH SERRANO

-Pero… ¿de qué habla?. ¿A dónde piensa ir sin identidad?. Usted está
muerto.
-Voy a gastarme todo el dinero que me han dado por hacer el gilipollas
interrogando a seres para los que somos sólo hormigas en la carrera de la
evolución, en putas y alcohol. Y moriré felizmente en un despacho con un
tiro en la cabeza antes de que todo comience. Gracias por todo, y nos
vemos en el lugar al que vayan los muertos. En otra dimisión, digo.
Se larga y cierra la puerta.
El doctor reacciona y va tras él.
-Sabe bien que no puede dimitir.
-Pues que me liquiden.
-Pero… ¿qué le pasa?
El doctor se detiene cuando ve a Ramsés hablando con otro tipo. Deja a
William en paz y escucha la conversación que se lleva a cabo en una sala
aislada, para ello activa el sonido exterior.
-Si hubieras hecho esa revisión –dice Ramsés-. Una puñetera revisión
al coche, tu mujer seguiría viva y tu hija caminaría. Podría ser bailarina,
como ella soñaba. Ahora la llevas en silla de ruedas. Por una puñetera
revisión al coche, que decidiste posponer hasta después de las vacaciones.
El que lo interroga rompe a llorar.
-No llores. Eres el culpable, pero llorar no va a cambiar nada.
El doctor niega con la cabeza.
-No me extraña que William haya dicho tantas tonterías. Este chico no
es normal.

572
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

CAPÍTULO 17: ALMAS GEMELAS

E velyn pone las manos junto al fuego. Puede que en el exterior el


clima sea bueno, pero dentro de las grutas, la humedad y unos
vientos fríos dificultan la estancia en ciertos pasajes.
-¿Por qué a este planeta? –dice de repente-.
Jaboc la mira a través de la hoguera que los separa. Sus ojos chispean
igual que el fuego.
-Mi madre me abandonó…
-Lo siento –dice sintiendo una punzada en su corazón-.
-Mi maestro, el hombre que me recogió, me dejó en una nave cuando
tenía siete años.
-¿Y la programó para que aterrizaras aquí?
-No. Fue un accidente. Mañana te la enseñaré. Es que de noche, no se
puede pasar por la gruta que da acceso a ella.
-¿Por qué?
-Se forman luces extrañas y si intentas atravesarlas, sales disparado.
Evelyn se queda callada unos momentos. Jaboc lanza clava un cuchillo
en la roca y se escucha un ruido extraño, como un gemido.
Evelyn mira el cuchillo que Jaboc sostiene ante su cara y la alimaña que
se retuerce atravesada.
-Qué bueno… -indica él-.
-No serás capaz de…
Mira hacia otro lado cuando Jaboc se la mete en la boca, por la cabeza,
y se la arranca de un mordisco. El cuerpo se retuerce un poco más y,
finalmente, se paraliza.
-¿Cómo quieres que te bese nadie metiéndote esas cosas en la boca? -
indica Evelyn llevándose las manos a la boca y procurando no vomitar entre
nauseas cuando se le ocurre mirar y ve al bicho decapitado y un poco de
sangre en la comisura de la boca de Jaboc-.
El chico se encoge de hombros.
-Lo siento. Es que cuando llegué no me atrevía a salir ni para comer. No
te ofrezco, ¿no? –comenta riéndose-.
Evelyn niega con la cabeza y mira, de nuevo, hacia otro lado.
-Además –comenta con la boca llena-… por besarme no tienes que
saber lo que he comido. Ni que fueras a hacer algo dentro de mi boca.
-¿A no?
-No… creo…
Evelyn carcajea.
-Oye, ¿qué pasa?
-Eres un guarro, pero uno tonto.
-¿A qué viene eso?
-Miras a las mujeres desnudas, pero no sabes ni lo que es besar.
Jaboc agacha la cabeza.
-No quería ofenderte –dice Evelyn-.

573
NAZARETH SERRANO

-Sólo pensaba. No me ofende.


Jaboc se estira, coge algo de algún lado y comenta:
-Bueno, a dormir.
Se levanta, rodea la hoguera y ofrece a Evelyn una especie de tela
enrollada.
-¿Qué es?
-Da calor, más de lo que aparenta.
-Gracias –comenta aceptando la tela-.
-Puedes usar esto como almohada –indica entregándole una especie de
cojín, solo que un tanto extraño-. Era parte de un sillón de la nave, pero
después del aterrizaje forzado no quedó nada más que esto.
Evelyn sonríe y lo coge.
-¿Y llevas eso encima todo el día?
-No. Casi siempre duermo aquí, así que lo dejo detrás de esa roca –
comenta señalando-. No tengo nada que se parezca a un colchón, pero en
tu lado, la roca es lisa –se encoge de hombros y va al lado contrario de la
hoguera-.
Evelyn sonríe y se acomoda. Al taparse nota que lo que parecía una
sábana da más calor del que aparenta, como prometió Jaboc. Se queda
mirando un momento al chico, que se tumba de lado, con el taparrabos
como única protección contra el frío, sobre la roca irregular y, con usando
un brazo como almohada, intenta conciliar el sueño.
La llama de la hoguera se va extinguiendo, pero Evelyn no nota nada de
frío.
-Jacob… -comenta en voz baja, por si ya está dormido-.
Se remueve y eleva la cabeza.
-¿Qué?
-Si quieres, puedes dormir a mi lado. Nos podemos tapar los dos…
Se retuerce para mirarla.
-¿En serio?
-Sí, no me importa.
-Gracias.
Se levanta, Evelyn le abre hueco y él se tumba, dándola la espalda.
-Mejor al revés.
-¿Eh?, vale…
Se da media vuelta.
Ella es ahora quien le da la espalda.
-¿No decías que al revés?
-Pero ahora tienes que…
Le coge una mano y la pasa por encima de su cuerpo, haciendo que el
brazo quede sobre ella.
-Se duerme así. Bueno, cuando tengas novia, hazlo así…
-Ah, gracias por el consejo. Una cosa, ¿por qué tengo que dormir así
con mi novia?
Evelyn se ríe por lo bajo.
-Cuando dijiste que la sacerdotisa mantenía relaciones con un hombre,
¿sabías de lo que hablabas?

574
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

-Eh… no sé. Los vi hacer algo, pero no sé qué exactamente. ¿Hay que
dormir después de eso, en pleno día?
Evelyn se ríe de nuevo.
-Duérmete.
-Pero…
La llama de la hoguera se extingue.
-Pero, Evelyn, quiero preguntarte más cosas.
Ella no contesta y se hace la dormida.
-Vale, mañana… -comenta él-.
Y se acurruca contra ella, más por sentir el contacto de alguien a su
lado por la noche, que por cualquier otro motivo.

Amanece, pero en la oscuridad de las grutas no se ve el Sol. Evelyn se


despereza y busca, a tientas, a Jaboc a su lado. Como en toda buena
película de romance, el novio se ha marchado antes de la cuenta, piensa
ella. Sólo que en las pelis, los novios no duermen tan sólo, y el novio no
vuelve.
-¿Jacob?
Nadie contesta. Con pasividad se estira y quita la sábana peculiar de
encima de su cuerpo.
Bosteza y se levanta. Se calza y acostumbra sus ojos a la penumbra.
Recoge los enseres y los pone tras la roca. Luego, se encamina hacia la
salida.
-¿Jacob?
Nadie contesta.
-Claro, es un tío… -masculla-.
Sigue caminando y maldice cuando se tropieza con una piedra.
Da con una luz. Seguramente, la del Sol.
Se encamina hacia ella y se acerca a la salida.
Ve una sombra sentada en la entrada, o salida para ella.
-¿Jacob?
La sombra se mueve.
-Es Jaboc.
Evelyn sonríe y se aproxima. Entonces ve que tiene algo al lado.
-¿Dónde has ido?
Jaboc alza una especie de zurrón y se lo entrega.
Evelyn lo coge y se sienta a su lado. El amanecer es precioso visto
desde allí. Los rayos del Sol bañan la naturaleza con su luz dorada, los
pájaros silban y algún felino se despereza en una rama cercana.
Evelyn se guarda para sí el pensamiento de que es muy hermoso, para
no parecer demasiado “femenina” al lado del “salvaje come-alimañas”.
-A que es muy bonito ver salir el Sol –comenta él-.
<Anda, pues no es tan bruto>
-¿Te parezco bruto? –pregunta mirándola-.
-No… te metas en mi mente –añade-.
-Lo siento –y vuelve a mirar hacia el horizonte-.

575
NAZARETH SERRANO

Evelyn abre el zurrón y sonríe.


-Gracias.
Saca una pieza de fruta lavada y se la lleva a la boca. El sabor es muy
bueno, así que hace un ruidito de aprobación mientras mastica.
Él sonríe. Sus ojos, con la luz del amanecer, son preciosos.
-Gracias por el desayuno –comenta cuando termina de tragar-.
-De nada. Es que dicen que los atlantes tratan bien a las mujeres.
Tanto, que las princesas cubren sus rostros o algo así.
-Cierto.
-¿Y tú no lo cubres?
Evelyn sonríe.
-Soy sacerdotisa.
-Ah, claro.
-Bueno, pues gracias por mostrarte civilizado.
Se encoge de hombros.
-No quiero que te vayas –dice de repente-.
-¿Qué?
-Que no quiero estar solo.
-Pero si nos veíamos antes de que todo esto ocurriera.
-Ya. Pero luego, tengo que dormir solo, comer solo, ver el amanecer
solo. Y nada es tan bonito ya. Más bien, es triste. Puedo dejar de ser bruto
si me ayudas. Puedo ser civilizado. Y te prometo que nunca más te pediré
que nos bañemos juntos. Ah, y también prometo que no comeré nada que
tú no apruebes. Y que no…
-De acuerdo, basta ya.
-¿Te quedas?
-Por ahora.
-¿Y luego?
-Tal vez puedas acompañarme al templo.
-No pueden entrar hombres.
-Es verdad…
Silencio.
-Creo que te quiero –dice él-.
Ella lo mira, da un bocado a la fruta y mastica para no hablar.
-Bueno, como una persona quiere a otra. No digo nada que te… pueda
preocupar. ¿Me entiendes?
Traga y dice:
-Sí. Como un amigo.
-Sí, de esa manera también.
-¿También?
-Sabes que me gustas, pero puedo ser como un amigo. No me
importa… Bueno, que sería mejor del otro modo, pero que puedo… me
lío… ayuda…
Evelyn se ríe y, pasándole el brazo por los hombros, lo estrecha contra
sí.
-Gracias… -comenta él-.

576
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

Miran como el Sol nace un poco más. Ella deposita la cabeza el hombro
de él, pues piensa por un momento que está con su hijo, que eso no es un
sueño, y que no se va a separar de él.
Luego el hechizo se disipa y ella se aparta.
-¿Quieres ver la nave?
-Sí. Vamos…
Él se levanta primero y le ofrece una mano.
-Así me gusta.
La acepta y él la ayuda a levantarse, con cuidado.
-Muy bien.
-¿Caminar del brazo es de amigos o de novios?
-Ambos –indica ella-.
Él la ofrece un brazo que Evelyn acepta encantada. Después de todo,
no quiere más tropiezos y caídas.
-No estés tenso…
-No lo estoy.
<Entonces, ¿cómo serán sus músculos al tensarlos?
-Así –indica él tensando el brazo-.
Evelyn advierte que el brazo estaba agarrando estaba al natural, y
ahora es más fuerte aún. Se ruboriza por tal pensamiento y comenta:
-No leas…
-Mis disculpas, sacerdotisa –indica, y esta vez con respeto y no por
divertirse-. No volverá a pasar.
-Anda, vamos…
-Sí, sacerdotisa.
Tal vez porque es un sueño, tal vez porque Jaboc no es quien ella
recuerda, tal vez porque es sólo una adolescente, tal vez porque siente que
es su alma gemela, tal vez... tal vez simplemente, no piensa en nada.
Lo agarra por la nuca, hace que se agache y lo besa.
Él no sabe qué hacer, menos aún cuando esa chica abre su boca. Así
que la imita y cierra los ojos, aunque los vuelve abrir cuando la joven
sacerdotisa, Sopina, introduce su lengua. Ella entrelaza sus dedos en el
pelo ajeno, él no se atreve a tocar nada.
Luego la besa, pero más torpemente.
Se separan y él pone una mueca mezcla de sorpresa y satisfacción.
-¿Entiendes lo de la comida? –dice ella-.
El chico asiente con la cabeza, abstraído.
-Pues vamos a la nave.
-Sí, sacerdotisa. ¿Puedo…?
-No, otra vez no. Era sólo para mostrarte lo que tienes que hacer –
miente-.
-Ah. Vale. Vamos.

577
NAZARETH SERRANO

AÑO 2040 d.C.

PLANETA TIERRA
EN ALGÚN LUGAR DEL TÍBET

-¡Maestro!, ¡maestro!, ¡maestro!


El maestro abre los ojos al escuchar los gritos, pero no cambia su
posición de loto. Está en medio del puente de madera que cruza el lago
artificial. El arrullo del agua es relajante.
Evelyn llega hasta él corriendo y se sienta, jadeante, al lado.
-Maestro.
El viejo, riéndose, comenta:
-¿Qué te altera tanto?
-Son mis sueños, maestro.
-¿Qué ocurre?, ¿no ofrecen respuestas?
-Las respuestas son… raras.
-¿El amor es anómalo?
Evelyn lo mira, él sonríe otra vez.
-¿Usted lo sabe?
-No, no. Por supuesto que no sé qué pasó en tus otras vidas. Esos
recuerdos, sólo puedes encontrarlos tú.
-Pero, maestro. Es mi hijo, no mi…
-Evelyn. El alma no tiene hermanos, hijos, ni familia. Cada vez que
nacemos, lo hacemos en familias diferentes. A veces, nos enamoramos de
otras personas y en ocasiones, buscamos a nuestra alma gemela.
-Pero aún así, es raro. Porque, maestro, yo tengo a mi marido, que lo
adoro. Él a su novia, que muere por ella. ¿Por qué ahora tiene que ser mi
hijo, después de haber sido…?
-¿Tu alma gemela?
-Sí.
El maestro sonríe y se encoge de hombros.
-Descubre tú cuál es tu destino.
-Pero, maestro.
-Puedo mostrarte el camino, pero no llevarte por él. Si lo hicieras,
envejecerías y seguirías perdida en el camino.
-No entiendo…
El maestro señala hacia la puerta.
-¿Qué busque algo allí fuera?
-¿Temes algo?
-No… creo.
-Quien teme sufrir, ya sufre el temor.
Evelyn suspira y se encamina hacia la salida.
Evelyn se detiene un momento y se da media vuelta.
-Una cosa más.
El maestro sonríe.
-¿Cómo te llamas? –pregunta ella-.
-Me dicen maestro. Pero realmente, no me considero como tal.

578
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

-No, tu nombre.
-No soy nada, no soy nadie. Mi nombre, el que quieras.
-Ya, que no me vas a decir Horus, como en mis sueños. Y tampoco
Blake, o el padre de Blake del pasado. O tal vez…
El maestro sonríe.
-Vale, al camino, ya voy…
Se encamina hacia la puerta, y esta vez no se vuelve.

579
NAZARETH SERRANO

580
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

CAPÍTULO 18: SEMILLAS

AÑO 1276 DC

PLANETA DE HIELO
SOBREVOLANDO LA TIERRA MUERTA

Tras dos años de guerra en El Planeta de Hielo, las fuerzas del


emperador se ven mermadas y La Resistencia Koradi-Hark amenaza
con tomar el control de territorios del emperador.
Voverkam, el líder y cerebro verdadero del imperio, acude a primera
línea de combate. A su entender, su ejército es superior y siempre podrá
vencer al líder rebelde.
Blake toma el control de la nave. Adolph se quita las gafas.
-¿Qué ocurre?, ¿no vamos a parar a Voverkam? –pregunta-.
Un enjambre de naves enemigas se vislumbra en el horizonte. Blake
ajusta varios parámetros y Adolph lo mira con incredulidad.
-Dolerá, pero seremos invisibles.
-¿A dónde vamos?
-Una buena infección empieza desde el interior.
-¿Qué?
“Tierra” coge una velocidad extrema y, a punto está de chocarse con
una nave enemiga, pero antes de que eso ocurra, se forma una curva en el
espacio-tiempo y desaparece, arrollando con las ondas a varias naves
enemigas que pierden el control y, alguna que otra, se estrella.
Varias naves aliadas a La Resistencia cruzan el portal antes de que se
cierre.
Voverkam hace virar su nave esquivando a una descontrolada.
-¿Qué ha sido eso? –pregunta su copiloto-.
-No…
-¿No qué?
El intercambio de fuego aéreo lo saca de sus pensamientos. Comienza
la batalla de nuevo.
-¡Nooooooo! –grita Voverkam surcando los cielos en su nave y
esquivando las luces de energía que pretenden derribar su nave-.

EN PALACIO

Anastasia deja que sus criadas la unten con aceites. Acompañada por
cinco nobles mujeres, conversa sobre el líder de la Resistencia. Todas
están en un amplio salón, tipo marajá, lleno de cojines y lugares de
descanso, con sauna, piscina aclimatada y una especie de jacuzzi.

581
NAZARETH SERRANO

-Se rumorea que se paseó por las azoteas. Imagina que susto encontrar
a tal bruto sobre tu casa –comenta una noble, mientras come una fruta
pequeña y rojiza, que un esclavo hark deposita en su boca-.
-Y también dicen que llevaba una mujer entre los brazos. Que tan mal lo
debió pasar en manos de tal rudo, sudoroso y bellaco hombre.
-No te actives, cariño –comenta otra-.
-Digo que debió ser horrible.
-Claro, y qué tan horrible te parecería ser tomada por él en esa azotea…
Todas se ríen.
-Bueno, no voy a negar que tal bárbaro debe ser distinto en ciertos
matices. Y hasta acepto que ese cuerpo de placer no es ingrato en una
cama. Peor aún así, sólo es un simple bárbaro. No sabría tratar a una
mujer.
Ana se ríe.
-Pues yo no le veo tan rudo.
-¿Acaso lo conocéis?
-No. Pero mi marido tiene hologramas suyos.
-¿Pensamos todas en lo mismo?
Todas dicen: ¡Sí!
-Siervo, trae la esfera cero, cero, cuatro, tres, siete –indica Ana-. Y
actívala en el proyector.
El siervo desaparece tras una reverencia. Todas cierran los ojos y
suspiran un momento.
La puerta se abre.
Una de ellas abre los ojos.
-Un holograma muy real –comenta-.
-Soy real –responde Blake blandiendo una espada ensangrentada y con
el casco colgando del cinto-.
Todas miran a “La Pantera” con su coraza negra, sus brazos al
descubierto, su melena descolocada y su frente sudorosa, con restos de
sangre fresca en la cara y en la vestimenta. ¿Acaso no eran lo que querían
ver?
-¿Os he decepcionado o soy el bruto que esperabais?
Los gritos de las nobles se escuchan en todo el palacio. Pero la guardia
ha quedado mermada y lucha contra los invasores en inferioridad, pues la
mayoría está en el campo de batalla. Voverkam ha vuelto a cometer un
error.
Ana lo mira con los ojos muy abiertos y las nobles se tapan con lo que
pueden, pues la mayoría estaban semidesnudas.
-Señoritas, no teman. Tomo el palacio en nombre de La Resistencia y
del Ejército Hark. Si no oponen resistencia, serán evacuadas a lugar
seguro, como prisioneras. Buenos días.
Y cierra de un portazo.
Todas se miran.
La puerta se abre de nuevo.
Trohm sonríe y ladea la cabeza.
-¿Por las buenas o por las malas?

582
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

-Nos rendimos –recitan las nobles a coro-.


Ana parece que está en otro planeta, pues no reacciona.
-¿Creéis que nos violará? –comenta una-.
Trohm pone cara de cansancio.
-Vamos, que sois mis prisioneras, no unas esclavas.
-No me refería a ti.
Otra noble mira a la que hace unos minutos alababa a Blake y niega con
la cabeza.
-¡No es momento de pensar en eso!, ¡nos van a hacer prisioneras!
-Es que impresiona en persona… -indica la anterior levantándose para
que Trohm se la lleve esposada-.
-Pues como tuviera que violar a todas… -comenta otra con sarcasmo-.
-Es una bestia, seguro que puede. ¿Habéis visto lo que dejaban percibir
esos pantalones?
-¡Callaros ya! –indica la más mayor-. Habéis bebido en exceso.
Princesa, reaccione o nos matarán.
Ana se encoge de hombros, se levanta y camina hacia Trohm, que la
pone unos grilletes.
-Venga, que os evacuaré antes de que comience lo bueno.

AÑO 2040 d.C.

PLANETA TIERRA
EN ALGÚN LUGAR DEL TÍBET

Evelyn mira la vegetación, la naturaleza y los animales. Se sienta en el


suelo, coge una ramita caída y escribe en la arena del claro.
Hiperbóreos-Lemures-Atlantes-Humanos-Koradis-?
-Durante la existencia de los Hiperbóreos, existía Pangea –comenta en
alto-. Un cataclismo provocó que la Tierra se partiera y que la raza
Hiperbórea mermara. Pero Lemures ya existían, más o menos, a la vez.
Lemures e Hiperbóreos se mezclaron y dieron lugar a los Atlantes, pero los
príncipes Atlantes eran supervivientes Hiperbóreos, de una raza especial.
De cualquier modo, los Atlantes entraron en guerra con los Lemures y otro
cataclismo. Desaparece Atlántida y surge el ser humano. Con la evolución,
el Homo Sapiens. Pero el “ser humano” bebe de la enseñanza Atlante, en
forma de Dioses Blancos, Dioses Egipcios y demás… Y luego, el ser
humano se enfrenta a otra glaciación… ¿Y surgen koradis y hark?, ¿de
dónde salen?
Piensa un poco.
-Marte es un planeta con atmósfera y vegetación. La Tierra está helada,
pero la mayor parte de la Tierra firme sepultada bajo el hielo se concentra
en un lugar, y por eso, La Resistencia y el Territorio del emperador, se
podría decir, que no está separada por mares u océanos, aunque fueran
congelados.
Recapacita.

583
NAZARETH SERRANO

-Marte tiene atmósfera… Marte habitable y la Tierra es Pangea... No es


el futuro… Es el pasado. Blake ya perdió la guerra. Murió porque… Si una
parte de la dualidad desaparece, la otra desaparece con él.
Se masajea las sienes.
-Marte era habitable, pero… ¿qué le pasó?. Es un planeta casi perfecto
para la vida, el flotador que salvaría a algunos habitantes de la Tierra en el
hipotético caso de que encontraran la forma de crear un espacio con la
atmósfera adecuada… El salvavidas… ¿Por qué dejó de ser habitable?
Mira lo que ha escrito en la tierra.
-¿De dónde salen los koradis y cuál es su posición en esta línea del
tiempo?
Cierra los ojos.
-Jaboc, que parece hark, dice que fue enviado por su maestro en una
nave. ¿Huyendo de qué?
Piensa.
-¿Del emperador?, ¿de Ramsés?. Si lo mata cuando es un niño, no le
retará cuando sea adulto, grande y fuerte. Pero, si Jaboc estaba en la
Atlántida, ¿cómo iba a cumplir su destino?. Además, ¿en la época atlante
Marte era habitable?. ¿Cuál es exactamente la época atlante?
Gruñe y se lleva las manos a la cabeza.
-¿El maestro, Jaboc y mi hijo son la misma persona?
Abre los ojos.
-Jack tenía una misión. Su memoria está recuperada. Puede ofrecerme
respuestas. Además, el emperador le indultó… por algo. Debe ser por algo.
Voy a ver.
Se levanta.
-Un momento. Si están en el pasado, ¿para qué iba a cambiar Ramsés
lo que pasa ahora?. Sería el futuro… no serviría… Estoy en un mundo de
paz y amor, pero en otra dimensión, coexistiendo con otra donde está la
guerra y la destrucción. No es pasado, presente o futuro… Son mundos
paralelos. El tiempo no existe como lo conocemos, debo abrir la mente y
dejar de pensar que el tiempo es una línea recta. Pero… ¿dónde está Blake
entonces?, ¿y cómo puede cambiar Ramsés las cosas desde su mundo y
que afecten al otro?. ¿Y por qué Blake no puede existir aquí, en el mundo
perfecto? Esto me sobrepasa, necesito respuestas.
Evelyn corre hacia el templo.
Pasa por al lado del maestro, que está cultivando algo y este le
pregunta:
-¿Has descubierto algo?
-En ello estoy, Horus, Jaboc, Blake o maestro.
El maestro sonríe y sigue haciendo surcos en la tierra.
-¿No era Jacob?
Evelyn se para para mirarlo.
-Eso me dijiste el otro día –aclara el maestro-.
-No, era Jaboc. Además, sólo es un nombre. Y el alma, no tiene
nombre. Es energía… y amor.
-Ah, bueno…

584
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

Y continúa con su quehacer. Evelyn entra en el inmueble.


Rudolph se acerca al maestro.
-¿Tú también quieres respuestas?
-He soñado con mi muerte. Un sueño muy real…
-El alma no puede encarnar dos cuerpos a la vez.
-Entonces… algo ha cambiado.
En maestro planta unas semillas.
-Las regaré, dejaré que la luz del Sol las bañe, las orientaré si se
tuercen.
-Pero, maestro…
-Pero crecer, salir de la tierra a la superficie, es trabajo de las semillas.
Y sigue con su trabajo.
Rudolph sonríe.
-¿Y si tengo miedo de recordar lo que hice?
-Entonces, nunca nacerá el árbol.
Rudolph suspira y va en busca de su alma gemela.

585
NAZARETH SERRANO

586
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

CAPÍTULO 19: LA PRINCESA

AÑO 1276 DC

PLANETA DE HIELO
EN TERRITORIO DEL EMPERADOR

Todas las pantallas holográficas, todas las “televisiones”, mandan el


mismo mensaje. El Líder de La Resistencia dando un discurso que
alenta a aquellos oprimidos por el emperador a unirse a su causa, a
rebelarse con ayuda de su fuerza y a seguirlo hacia la destrucción del
imperio y a la creación de un nuevo mundo.
No tardan en formarse dos bandos. Los que están a favor del Kort y los
que quieren libertad.
Los prisioneros se cuentan por centenares. Mientras, en Tierra Neutra,
la guerra aérea es atroz y los destellos se pueden ver desde el palacio,
donde se ha atrincherado Blake.
Dese el balcón observa los cielos.
-Debo ir con mis hombres –indica-.
-¡No!, te necesitamos aquí –replica Adolph-. Conquistar el palacio no es
conquistar la ciudad. Hay guardias fieles atrincherados por doquier, la
guerra en las calles, salvar a los niños…
-Sí… pero…
-Blake, ser valiente también significa tomar decisiones en momentos
como este. No eres un cobarde por quedarte aquí. La muerte espera en
cada esquina, en este mismo palacio…
-Vete en las naves de evacuación.
-¿Qué?, ni hablar.
-Y jurame por tu vida, que te llevarás a Lánzela contigo –le dice
mirándolo a los ojos-. Y que no dejaras que salga de Fingux, pase lo que
pase…
Adolph asiente con la cabeza.
-Sí, líder. Lo juro.
Blake le abraza. Adolph se siente extraño. Nunca nadie le había
abrazado, excepto Elisabeth. Pero ella está lejos, y seguramente se ha
olvidado de él.
Adolph estrecha al líder contra él y luego se marcha, no sin antes decir:
“Y tú jura que volverás vivo”
A lo que Blake responde.
-Lo intentaré.
Blake salta por el balcón del séptimo piso y cae agazapado. Sus ojos en
la oscuridad se asemejan a los de una pantera.
-Bueno, pues el virus ya está dentro. Ahora, tengo que extenderme y
asaltar las células huésped.
Activa su muñequera y en ella aparece el holograma de Wolf.

587
NAZARETH SERRANO

-¿Líder?
-Wolf, retirada estratégica. He tomado el palacio y estoy lidiando con
puntos de resistencia. Necesito más hombres aquí.
-De acuerdo.
-Preparamos la emboscada.
-Sí, líder. ¡Comienza la fiesta!
Usa la muñequera para comunicar con Gort.
-Hola, guapo –comenta Gort al ver aparecer un mini-Blake en su
muñequera-.
-A los subterráneos. Voy a dejar pasar las naves.
-Dicho y hecho, líder. Todo está preparado. ¿Cómo va todo por ahí?
-Estoy en ello.
-De acuerdo.
Blake cambia la comunicación.
Horstrehm es el que aparece ahora.
-¿Líder?
-¿Dónde están papi y el niño?
-La nave del emperador ha caído. El principito me persigue. Cree que es
“Tierra” y que tú vas dentro.
-Marealo un poco hasta que se retire del grupo uno y luego el truco del
piloto automático.
-Tu esfera me encanta, Blake. Dejaré que el príncipe persiga una nave
vacía hasta que la derribe. ¡Que sorpresa se va a llevar!
-Suerte.
-Igual, líder.
Blake suspira. Fuera de los muros se escuchan voces. Sus hombres
luchan por no dejar pasar a la gente, pero se lo ponen difícil.
Se acerca a la puerta y dice a los centinelas.
-Dejarme salir.
-Pero…
-Vamos, no será para tanto.
Los centinelas abren la puerta levemente, Blake sale de lado y el pueblo
se abalanza sobre él. Los guaridas forman como si fueran un cordón
humano, pero Blake lo rompe.
El pueblo lo aclama y él intenta pasar por medio.
-¡Por favor, serenidad!. ¡Necesito evacuar a los niños!, ¡por favor,
escucharme, la vida de vuestros hijos está en juego!
Silencio.
-¡Gracias!, ¡por favor, los niños y sus madres que vayan a las naves de
evacuación, situadas detrás del palacio!, ¡los enfermos y los ancianos, a las
que están en la plaza principal!, ¡los que no quieran luchar, que vayan a las
naves que están en el claro de la frontera!. ¡Las familias se unirán en
Fingux, os lo prometo!
Ningún hombre adulto se mueve.
-¡Los que quieran ayudar a La Resistencia en combate y sepan utilizar
un arma, que me sigan!
Y entra en palacio.

588
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

La multitud se separa en diferentes direcciones. Algunos soldados de la


guardia imperial se quitan los cascos y siguen al líder dejando a sus
compañeros con la boca abierta, pensado si disparar o no a los desertores.
Finalmente, nadie dispara a estos.

Blake estudia unos mapas y sopesa la situación.


Unos toques en la puerta le hacen apartar la vista de los hologramas.
-Adelante.
Trohm mete la cabeza entre el marco y la puerta.
-La princesa insiste en hablar con usted, líder.
-De acuerdo… -comenta Blake-. Que pase.
Anastasia entra y le muestra unos grilletes que pesan más que sus
brazos.
-Quitáselos, por favor.
Trohm refunfuña y se los quita. Luego cierra la puerta.
-Gracias. No eres una bestia, como piensan algunas.
-¿Qué quieres?
-¿Me puedo acercar o una mujer te parece una amenaza?
-Las mujeres, bueno, casi todas, me han traído problemas.
-¿Eso es un no?
-Para hablar, no hace falta estar cerca.
-No puedes ganar.
-Lo intento.
-Vete ahora que puedes.
-No tengo miedo.
-Abandona. Nadie te ayudó cuando estuviste en problemas, nadie te
quería como líder.
-Ahora me siguen. Y me siento responsable de cada vida que me sigue.
-Demasiado peso sobre tus hombros. Aunque son amplios y fornidos…
Se acerca un poco. Blake se lleva una mano a la empuñadura de la
daga que está colgada de su cinto.
-Malinterpretas mis actos –comenta ella deteniéndose a medio metro de
él-. Has mandado a un hombre para asegurar la seguridad de tu prometida.
Voverkam se creyó invencible y dejó el palacio desprotegido, pensando que
no podías pasar su barrera de naves. Ahora estás aquí y yo soy tu
prisionera. ¿Tú hubieras dejado a tu novia sola por muy invencible que te
creyeras?
-No es asunto mío, lo siento.
Anastasia pone cara de abatida, da un paso más, y se derrumba en los
brazos de Blake, que la coge en el aire.
-¿Te encuentras bien?
-Creo que no –comenta ella entrecerrando los ojos-.
-¿Qué te pasa?
-Estoy débil –comenta pasándole un brazo por el cuello-.
-Mientes…
Le mira a los ojos.

589
NAZARETH SERRANO

-Sabes que no.


Blake traga saliva.
-No confío en ti –la suelta y ella se aferra a su cuello dejando el peso
muerto colgando sobre el Hércules-.
-Ni yo en ti, grandullón.
Activa el anillo y sale una agujita luminosa, que clava en la nuca de
Blake.
El coloso entrecierra los ojos y cae de espaldas, arrastrándola a ella al
suelo.
Le retira el pelo de la cara y le besa en la mejilla, sintiendo su barba,
como de costumbre, incipiente.
-Lo siento, Hércules.

590
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

CAPÍTULO 20: PRIMERA VICTORIA

12 de julio de 2024

PLANETA TIERRA
COMPLETO DE LA NASA “TERRA NOVA”, LOCALIZACIÓN SECRETA

W illiam se sienta al otro lado de la mesa de metal. El lugar


parece una sala de interrogatorios, estilo película. Sólo tiene
unas sillas a uno y otro lado de una mesa, un espejo a la derecha y unas
cámaras a la vista.
Aunque está frente a un crío, se siente muy pequeño. No quiere seguir
trabajando en esto, quiere pasar el resto de su vida, es decir, el resto de la
vida del planeta, en un mundo ajeno de juerga, alcohol y sexo.
Pero le han recordado algo, no puede dimitir, no porque lo maten. Es
porque Ana aún está en la Tierra. Y no va a ponerla en peligro. Al menos,
no será él quien la condene a nada.
-Lo siento –dice el chico de repente-.
William busca sus ojos, pero Ramsés agacha la cabeza y juega con las
esposas que lo mantienen unido a la mesa por medio de una abrazadera.
-¿Qué?
-He dicho que lo siento. Siento lo que pasó hace unos días. No debería
haber dicho esas cosas. Después de todo, realmente quiero a Ana… No fue
sólo por joderte, hombre. La quiero, no quiero hacerla daño. A pesar de que
estoy aquí por su… acción.
William aprieta los dientes.
-No te pongas así. No te gusto para ella, lo sé. Pero estoy intentando
ser amable.
Un fallo en las cámaras, que dejan de grabar.
-William, he cambiado de opinión. He visto el miedo en tus ojos al
pensar en la glaciación, y quiero que entres en el grupo de salvados.
-¿Qué?
-Estarás al lado de tu hija. Sígueme y te salvarás.
-¿Seguirte?, ¿adónde?. Estás condenado, igual que todos.
-No.
-¿Crees que puedes salir de aquí como si tal cosa?
-Esta noche Gerhard me sacará de esta puta celda. Se acabó, Wilhelm.
O vienes o te quedas y esperas que mamá natura haga su trabajo.
Wilhelm no dice nada.
-Sólo dejo a uno. Puedes ser ese…
-¿Y qué pasa con Adolph?. Pensé que era el que más te convenía…
-No es tan fuerte como parece.
-¿Y dónde vamos?
-Con Anton.
-¿Sigue vivo?

591
NAZARETH SERRANO

-Muy vivo.
-¿Y dónde está?
-En el lugar adecuado para nuestro plan.
El fallo de las cámaras se solventa.
-Di sólo sí o no.
Wilhelm se atusa el mentón.
-Pues claro que sí, Ramsés. ¿Por qué no? –añade entre risas-. Qué
coño, ¿quién diría que no?
Ramsés lo mira. Wilhelm intenta verlo como a un niño, pero no ve nada
que se le parezca. Ni siquiera ve nada humano. Es extraño, sí,
extrañamente embaucador y atrayente.
-¿Cuántos años dices que tienes? –pregunta Wilhelm-.
-Doce.
El hombre se encoge de hombros.
-Bueno, la edad no significa poder.
Y se levanta bajo la atenta mirada del “crío”.

AÑO 1276 DC

PLANETA DE HIELO
EN TIERRA DE LA RESISTENCIA

La nave es alcanzada por un haz de luz blanquecina que la hace virar


de forma descontrolada. La nave negra se precipita peligrosamente hacia el
hielo, remonta levantando el morro, pero vuelve a caer con su parte
derecha completamente destrozada por el rayo blanco.
Araña el hielo y termina estampándose de forma estrepitosa, haciendo
que una ventisca helada la cubra en su trayecto. Finalmente, queda
hundida en las depresiones del hielo que ella misma ha formado.
La nave de Voverkam aterriza y de ella bajan quince tipos armados con
extrañas pistolas.
Todos se acercan a la nave caída y rompen la puerta con una descarga.
Entran, el príncipe por delante.
Todo lo que ven son estancias vacías. Llegan hasta la sala de pilotos.
Allí parece haber alguien, medio desmayado, en el asiento.
Voverkam se acerca con la pistola por delante y rodea la silla para ver
quién es.
Mientras, en el exterior, el silbido de las naves del emperador
persiguiendo a las enemigas, que se baten en retirada.
Voverkam gruñe cuando el holograma de Blake desaparece.
Se cierran las puertas que le quedan en buen estado.
-Autodestrucción en cinco… cuatro… -se escucha en forma de voz
robotizada en toda la nave-.
Los soldados intentan salir. Voverkam sonríe, se cruza de brazos y no
intenta abrir lo hermético.
-Tres… dos…

592
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

Los soldados descargan contra la puerta, que tiene un escudo y lo


repele.
Las naves del emperador ven una montaña de hielo que se eleva como
una columna hasta el cielo. Luego viene la lluvia de metal y restos
humanos, que se precipitan y se esparcen por doquier. Un alerón choca
contra el cristal delantero de una nave y esta se estrella al perder el control,
arrollando a otra en el camino. De nuevo explosión de hielo.
El resto de naves siguen persiguiendo a las que se retiran en un
intercambio de fuego.
Voverkam mira a su alrededor. Está metido en un hoyo de más de
cincuenta metros bajo el hielo, con toneladas de este material sobre su
cabeza, amalgamado con carne, sangre y metal.
No baja el escudo especial de su espada y piensa en cómo salir de allí.

En el exterior las naves son tapadas por una nube blanquecina de


niebla y hielo. Se alzan para intentar salir de la ventisca, pero esta las
persigue y las sume en una nube blanca.
Los pilotos activan todos los radares y otros modos de visión. De
repente, las naves que se batían en retirada se pierden de cualquier radar o
vista.
Las naves del emperador avanzan en bloque hasta internarse en la
zona donde se encuentra la Base Avanzada de La Resistencia y comienzan
a bombardear la zona.
La nieve queda cubierta de hoyos negros y varias estructuras saltan por
los aires… sólo que no hay nadie ni nada dentro.

Gort, desde la Base de la Retaguardia, activa el campo y sonríe.


-Como se dice en la Tierra, vais a caer como moscas.

Las naves del emperador se descontrolan. Los pilotos no saben qué


hacer, los aparatos no funcionan, los trasmisores dejan de dar y recibir
señales, viran o giran sobre sí y se precipitan peligrosamente hacia el
suelo. Algunas impactan, otras consiguen ser controladas lo suficiente para
apenas rozar el hielo con su tripa.
De repente el hielo se parte. Una raja irregular que va formándose como
una boca en medio del desierto helado. La boca se va abriendo dando paso
a una luz verdosa y extraña, que atrae a las naves hacia el gran cañón que
se ha formado en el hielo.
Varias naves caen en picado, otras intentan maniobrar y no ser
captadas por el torbellino de luz verdosa que se ha formado.
-¿Qué diablos es eso? –pregunta un piloto-.
En otra nave, un oficial manda retirada.
El torbellino acaba con más de un tercio de las naves y daña gran parte
de las que logran escapar.

593
NAZARETH SERRANO

El enjambre se bate en retirada hacia territorio del emperador. Ellos no


saben que está siendo tomado desde dentro, y que sólo podrán aterrizar en
las zonas que aún controlen.

Gort y todos los hombres vitorean y nombran a su líder. No ha sido


necesario resistir un bombardeo tan adentro, ni activar el segundo escudo
de contención. Han salido corriendo gracias a una tecnología que ellos
mismos desconocían.

Las luces verdes desaparecen tras realizar su trabajo. El hielo sigue


quebrado.

Gort intenta comunicarse con Blake, pero este parece no responder.


Consigue tener contacto con Horstrehm, que está en territorio Hark por un
fallo en el uso de la esfera. Por supuesto, allí lo han recibido, igual que a las
naves del emperador, que han repelido gracias, cómo no, a lo que ha
creado Blake.
El júbilo va in crescendo. Pero nadie consigue contactar con el líder.
Al final, los hombres que han tomado el palacio dan información. Ha
desaparecido, es todo lo que saben.

EN TERRITORIO DEL EMPERADOR


EN PALACIO, EN LOS TÚNELES SUBTERRÁNEOS DEL SUBSUELO

Blake camina con torpeza, sudoroso, con los ojos entrecerrados y


resistiendo los tirones que le otorgan a sus manos engrilletadas. Trastabilla
los grilletes de sus pies y se desploma.
Ana va hasta él y lo insta a levantarse agarrándolo, en vano, por los
brazos, pues pesa más de ciento cincuenta kilos.
-Vamos, Blake, que mi marido va a volver enseguida.
-No puedo… ¿Y mi novia?, ¿está a salvo?
-Vamos, grandullón.
-¿Qué me has inyectado?
Está recobrando la cordura.
Ana coge un botecito del bolsillo de su pantalón espacial, pone un polvo
en la palma de su mano y luego lo sopla en la cara de Blake.
El chico inhala la droga y se siente ajeno al instante.
-Vamos, levanta…
Blake la mira con los ojos enrojecidos, no por el polvo, sino por el
cambio de pigmentación, y se levanta a duras penas.
Ella tira de la cadena que ha ajustado a sus grilletes y él la sigue cual
perro tras su dueño.

594
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

Todos los hombres buscan a Blake por el palacio. Nadie conoce la


entrada a los subterráneos y no aparece en ningún mapa.

Las naves son avisadas desde las zonas de resistencia fieles al


emperador de que no pueden entrar por ciertas fronteras, so peso de ser
abatidas.
Voverkam, rescatado tras su desastrosa persecución, sólo pregunta una
cosa al llegar a una base.
-¿Dónde está mi mujer?
-Ha sido apresada al ser tomado el palacio.
La ira del príncipe no se hace esperar.

595
NAZARETH SERRANO

596
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

CAPÍTULO 21: SANGRE

AÑO 1276 DC

PLANETA DE HIELO
EN TERRITORIO DEL EMPERADOR
EN LOS TÚNELES SUBTERRÁNEOS DE LA CIUDAD

Blake se tira al suelo y arrastra, sin quererlo, a Ana, la cual se


derrumba por el impulso a su lado y es arrastrada cuando Blake usa
ambas manos para coger agua de la pequeña acumulación que se forma
en la roca, un círculo de líquido vital que renueva su boca, reseca por los
polvos que han capturado su garganta.
-Quieto, grandullón, que me haces daño –comenta tirando de los
grilletes-.
Blake pega la boca al agua y bebe como un animal, con la conciencia y
la racionalidad muy lejos.
Ana se pone de rodillas a su lado y le atusa el pelo, como si fuera su
mascota.
-Vale, pero bebe rápido, que tenemos que irnos.
-Vale… -dice con la boca llena de agua que cae de forma descontrolada
salpicando su coraza-.
Eleva la cabeza levemente y los restos de agua caen por su barba.
Respira hondamente y se dispone a ponerse de pie. Ana lo hace primero,
para no ser arrastrada por el impulso.
-Vamos, grandullón.
Blake asiente con la cabeza y luego la sacude, para quitarse el agua
que ha quedado en sus flequillos al agacharse.
Ana tira de las cadenas y él la sigue, más porque su mente está tocada,
que por la contundencia del tirón.

Los ojos de Blake se abren con la luz rojiza. Es enorme, es brillante,


está bajo tierra y no sabe si podrá controlarla, pues apenas sabe dónde
está. Tiene una forma más o menos alargada, con propulsores en la parte
trasera y magnos cañones a los lados. La cabina principal tiene los cristales
tintados en oro, y medirá, por los menos, lo mismo que la suma de dos
campos de futbol. Está posada sobre un morro, que sufre una leve
ondulación y sobre dos “soportes” por la parte trasera, que poseen forma
triangular.
-Se llama “Sangre” y es la nave con la que mi marido y yo llegamos
hasta aquí. Es tan poderosa como “Tierra”.
-Sangre… -repite-.
-No se refiere a la “sangre” derramada, sino al linaje.

597
NAZARETH SERRANO

-Ah… -dice él con la boca entreabierta, en parte por la droga, en parte


porque, por un momento, recuerda a Voverkam y que no se imaginaba que
tuviera una nave así bajo la ciudad-.
Le tira de las correas, pero él parece una estatua. Sus ojos se nublan
por las lágrimas y se derrumba quedando de rodillas en el suelo.
-¿Qué te pasa?
-Tengo miedo…
Ana se agacha a su lado.
-Vamos, grandullón, no puedes tener miedo a nada.
-¿Dónde vamos?
Ana le atusa el pelo.
-No quiero entrar ahí… -comenta señalando la nave-.
-¿Por qué?
-Tengo miedo… -comenta entre sollozos-.
Ana supone que es efecto de la fuerte droga y se pregunta si se ha
pasado con la dosis.
Suelta la cadena, que cae en la roca produciendo un ruido sordo.
Se pone tras él e intenta levantarlo por las axilas.
-No, por favor…
-Entra ahí, hércules.
-No…
-Es una orden.
La droga debía haber doblado su voluntad. Tal vez la dosis, al contrario
de lo que ha pasado, ha sido demasiado pequeña.
-No.
Le intenta mover, pero es como una estatua.
No tiene más remedio que sacar un segundo botecito, que destapa y se
pone frente a Blake.
-Tomate esto.
-No.
-He dicho que te lo tomes.
Blake no resiste cuando ella pone el tubito en sus labios. La boca se le
asemeja pastosa y el sabor amargo y un tanto ácido.
Ana deja que haga efecto durante unos minutos, luego retira el pelo de
la oreja y le dice al oído.
-Escuchame, grandullón, vas a entrar ahí quieras o no.
-Vale…
Ambos se levantan. Blake busca la mano de Ana, que aunque no se fía
de llevarlo tan cerca, no tiene más remedio que dejar que la coja. Blake
aprieta demasiado al ir acercándose a la nave y ella protesta. Él afloja. El
corazón de Blake palpita con rapidez, su respiración se corta por un
momento.
-Ábrela, Blake.
-No es mía –balbucea como un bebé-.
-Pero puedes abrirla. Tu genética es similar a la de tu tío.
-Era mi hermano –dice con lengua de trapo-.
-En otra vida.

598
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

Ana se fija en las gotas de sudor que empañan sus sienes, su frente y
su labio superior. Tiembla levemente, tal vez por el exceso de narcóticos.
-Venga, intenta abrirla.
Blake cierra los ojos y se concentra cuanto puede. Su mente es
abstracta, liviana, ajena, oscuros recuerdos se apoderan de su cerebro.
Nunca quiso recordar, ni quiso saber su futuro, y ahora todos sus miedos
inundan su alma.
-No puedo… -comenta abriendo los ojos-. Es demasiado fuerte.
-Vamos, grandullón, puedes.
Cierra los ojos y se concentra tanto como puede, teniendo en cuenta la
situación.
Su corazón deja de latir, sus pulmones dejan de moverse, su sangre se
paraliza por un momento, estancándose en los vasos. Su cerebro repele la
frenética actividad y se pausa.
Abre los ojos y su organismo vuelve a funcionar.
Ana le mira a los ojos y expone una mueca de asombro. Son celestes,
sin pupilas, brillantes, etéreos y extraños.
La puerta de “Sangre” se abre y un humo rojizo sale, como a presión, de
la escotilla lateral que da acceso a la entrada. Una luz, cómo no, rubí, forma
un túnel hasta el suelo.
-Vamos –indica Ana-.
Blake se queda parado, hasta que Ana tira de su mano y le “obliga” a
andar.
Ana se para frente a la luz, pero no la toca.
-Creo que esto es la entrada, pero no se puede pasear sobre una luz…
Los ojos de Blake reflejan el fulgor rojo y se muestran de este color, sin
pupilas. Parece un diablo, uno grande y bruto. Ana intenta soltar su mano,
pero él la aprieta. Nota el sudor de la palma ajena.
-¿Sabes cómo subir?

-¡Evelyn!
La sacerdotisa se pierde entre el torbellino de colores.
-¡Evelyn, no me dejes!, ¡te necesito!, ¡no me abandones!
Se postra en el suelo y llora como un crío.
-Te quiero, Evelyn…
Pega la frente a la roca.
-No puedo… te necesito… te quiero…

La nave roja… su hermano… la espada… dolor… eternidad… dolor…


dolor… dolor…

Grita y Ana da un respingo. No la suelta, así que ella no puede hacer lo


que su cerebro pide, apartarse.
Sale de su ensoñación y vuelve a dejarse llevar por el narcótico que
ataca su cerebro y fluye por todo su torrente sanguíneo.
Da un paso al frente y su bota entra en la luz.
-Tengo que subir… ¿no? –pregunta mirándola con cara de fantasma-.

599
NAZARETH SERRANO

-Tenemos que subir, para ser más exactos.


Da otro paso y deja que la luz bañe la mitad de su cuerpo. Un último
paso y la luz se abre más para cubrir a ambos con el color rubí.
Se sienten flotando en el aire, con todos sus átomos paseando
libremente por la luz, sin ser nada en concreto, sólo energía.
De repente están dentro y su cuerpo se recompone en forma de dolor y
mareo.
Ana se lleva las manos a la boca y procura no vomitar.
-¿No habrá bolsas, como en los aviones?
Blake no hace caso. Postrado de rodillas, observado todo con sus ojos
intensamente celestes.
Se levanta y se dirige a una puerta, que está frente a ellos. Están en la
antecámara de salida, por lo que no hay nada de interés por ahí, excepto
puertas que dan a otras salas.
Las paredes interiores son negras, surcadas por símbolos o líneas rojas.
La puerta que Blake ha elegido es de color dorado, brillante.
Blake se concentra y suda. Se abre.
Un hedor insoportable azota la nariz de Blake, que se pone la mano por
delante. Ana casi termina por vomitar.
-¿Cuánto tiempo lleva cerrada? –se pregunta ella, en alto-.
-No es la nave que recordabas –indica Blake-.
Y entra en la sala. Se trata de una estancia con una máquina central, de
la que salen tubos varios, que conectan a cámaras con aspecto de
crisálida.
Hay varios paneles, y se escucha una especie de zumbido, como el
ronroneo de una Harley, indicando que está en marcha.
Blake tose y se traga la bilis.
Entre la tenue luz que ilumina la estancia en dorado, distingue figuras
dentro de las crisálidas, ya que están son semitransparentes, de color
rojizo.
Se acerca a una cualquiera y quita el vaho con la mano. Siente una
corriente en el brazo, pero sigue limpiando la estructura a la altura de la
cara.
La cara de Sam.
Va a otra crisálida. Mitch.
Uno a uno, va viendo a once guardianes conectados a la máquina
central. En los paneles indican que han muerto.
Pero las fechas son extrañas y confusas. Fueron metidos vivos en las
cámaras y murieron porque hubo algún problema en el sistema.
Llega a otra cámara.
-El guardián número doce –indica él en alto-.
Ana mira el cuerpo de Mitch, o Darko… sea como sea, ve a William y
con los ojos muy abiertos, apenas reacciona ante nada.
Blake retira el vaho de la cámara del guardián doce, o eso supone él.
Poco a poco se va vislumbrando la cara.
<¿Soy yo o todo lo que he hecho no ha servido de nada?> –se
pregunta-. <¿Soy un guardián o sólo un loco?>

600
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

Sí, es su cara. Bueno, más bien, según indica la cabecera del panel, la
de Jaboc.
Una cápsula más a su lado.
Blake lleva una mano temblorosa a donde supone que está la cabeza y
esta vez siente algo pegajoso y no sólido.
Mete la mano en la masa amorfa y con textura de miel, tal vez un poco
más aglutinada, coge algo y lo saca.
Su cara se descompone y suelta el cuerpo de su madre, que se hunde
en el viscoso elemento.
-Mierda…
Mira la fecha de la inversión. Año terrestre: 2042, Mes terrestre:
Diciembre, Día Terrestre: 21.
-No… No puedes ir allí, cabrón. ¡No!
Ana le mira.
-¿Está…?
-Viva.
-Pues sácala.
-Si la saco, muere.
Ana no sabe qué decir, salvo:
-¿Estás bien?
-Joder… ¡No! –grita y da un buen puñetazo a la pared-.
-Vale, quieto, que vas a romper algo.
-Nos quería atrapar.
-¿Qué?
-Si no morimos, no nos reencarnamos. Estamos atrapados en la vida
terrenal y él puede hacernos daño. Me atrapó.
-¿Cómo?
-Un alma no puede reencarnarse en dos cuerpos a la vez. Y sólo hay
doce guardianes. Los clones no sirven. Ha matado a los verdaderos
guardianes, a las almas puras y ha dejado el yan de cada uno. Todo…
Todo estaba programado para que viniera hasta él. Todo lo controla él…
Estoy perdido…
Rompe a llorar. Puede que drogado, puede que en estado de shock,
sea como sea, quiere romper todo.
Ana lo intenta detener, pero es débil al lado del coloso.
Blake estampa el puño contra su cámara y se corta la mano.
-¡He muerto y me he reencarnado!
Estampa otro puño contra un tubo y empieza a salir aire a presión.
-¡Voy a morir y me vas a meter aquí!
Ana saca una pequeña pistola.
-¡No quiero volver a esto!, ¡estoy asustado!, ¡tú ganas!, ¡me rindo a tus
pies!
Rompe unos paneles y comienza a sonar un pitido incesante.
-¡No puedo más!, ¡no hay lugar seguro en ningún universo!
Descarga descomunal y queda tendido en el suelo, babeando, sudando
y con los músculos contraídos.

601
NAZARETH SERRANO

602
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

CAPÍTULO 22: UN LUGAR SEGURO

AÑO 1276 DC

PLANETA DE HIELO
EN LA NAVE “SANGRE”

Blake siente como un cuerpo se postra sobre el suyo. Entreabre los


ojos cuando el cuerpo se acomoda sobre él.
-Lánzela…
La abraza y, apenas sin aliento ni fuerzas, se queda como está.
-¿Dónde estamos?
-En casa.
Blake mira a su alrededor. Ve el cuarto que ocupaba en la Base
Avanzada de La Resistencia.
-Levantate un momento, que te quito la coraza.
Se incorpora a duras penas y su chica le desajusta la coraza superior, la
cual deja a un lado de la cama sobre la que están ambos.
-¿Cómo he llegado hasta aquí?
-No temas, ya ha pasado todo.
-¿Sólo ha sido un sueño?
-Claro, mi amor.
Y le besa en los labios. Él responde con dificultad. Sueño o no, se siente
drogado y debilitado.
Ella juega con las presillas de su traje y él intenta ayudarla a quitárselas,
aunque sus dedos no responden bien.
-Estoy débil, tal vez deberías esperar a que descanse.
-No puedo. Te quiero ahora.
Le besa en el cuello y luego sube hasta la oreja.
-Vale, pero no estoy al cien por cien –comenta enredando los dedos en
su cabello-.
-Tú siempre estás bien.
Le abre la parte superior del traje y le toca los pectorales, apretando un
poco.
Él comienza a desabrochar el traje de Lánzela.
-¿Por qué llevas un traje espacial? –pregunta cuando casi entrevé su
escote-.
-Acabo de llegar.
-¿Y qué haces aquí?. Deberías estar en Fingux.
-Cariño, has ganado la guerra. Ramsés está muerto.
-Tú no sabes quién es Ramsés. Nunca lo he nombrado así –dice
retirando las manos-. Y no puede estar muerto.
Lánzela sonríe. Voverkam es ahora la figura que tiene encima,
masajeando sus pectorales y con el traje medio abierto.
-No te resistas, nadie puede.

603
NAZARETH SERRANO

-¿Qué dices?, ¡¿te has vuelto loco?!. Me rindo…


Voverkam se echa encima de él y, con una mano puesta en su cuello, le
susurra en la oreja.
-Siempre te has rendido.
-No…
-Siempre has sido el débil.
-No, luché y perdí.
-Y ahora, sucumbe a mí poder y haz lo que te mando.
-No.
Voverkam lo mira a los ojos.
-He dicho, que nadie puede rechazar mis dones. ¿Acaso tú te crees
impune?
-Soy tu hermano…
De repente empieza a sentir algo extraño, más o menos como cuando
está con Lánzela en la cama. Esta sensación le impide moverse durante
unos minutos de placer extraño.
-No me hagas esto… -comenta cuando buenamente puede-.
-Es que te quiero.
-¿Qué?
-Me gustas.
-¿Quién eres?
Le besa en los labios muy levemente, pues Blake aparta la boca al
instante.
-Solo disfruta, mi grandullón.
Se despierta de repente y gime levemente. Vislumbra el interior de la
nave, seguramente la sala de mandos. Intenta incorporarse aturdido, pero
excitado.
Ana encima suya, se agarra a su cuello, para no caerse con tales impulsos.

Cuando termina él se relaja y vuelve a desplomar los brazos y la


cabeza. Su cara enrojecida, en parte por la droga, en parte por el acto, en
parte por el calor, ese cuello parecido a una columna y ese torso
parcialmente visible entre la chaqueta abierta.
Ana se queda encima de él y se recuesta sobre un hombro.
-Eres la mujer de mi hermano, yo tengo una novia, mi prometida, a la
que quiero más que a mi vida…
-Y yo te he tenido a ti, que has roto el hechizo que hizo que me
enamorara de Voverkam.
-Esto no es forma de… por favor, quitate de encima.
-¿Me desprecias?
-Me doy asco. Soy un cabrón. Mi novia…
Se levanta haciendo que Lánzela resbale en sus piernas, como si fuera
un tobogán, y tenga que ponerse de pie.
Se recoloca los pantalones y se dirige hacia la salida de la nave.
-¿Dónde crees que vas?
-Con mis hombres –comenta balanceándose al caminar-.

604
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

-Mira por la ventana, grandullón.


Blake echa un vistazo a los ventanales de la nave. Ve el cielo negro
salteado por estrellas. Ve el planeta Tierra, la Tierra antigua, con sus mares
océanos y mares líquidos, sus continentes, sus nubes cubriendo parte del
planeta, etcétera.
La Tierra parece pequeña, más aún la Luna. Lo que es más grande es
el Planeta Rojo, solo que no es exactamente “El Planeta Rojo”, al menos,
en apariencia.
Marte está más cerca de la nave.
-¿Dónde estamos?
-En tu mundo.
-¿Marte?.
-En un lugar seguro. Podemos empezar de cero.
-No quiero empezar de cero.
-Te desquiciaste. Dijiste que abandonabas.
-No voy a abandonar a mi madre, ni a mi novia, ni a mis hombres.
Devuélveme a mi mundo, al que realmente pertenezco –exige mirándola
con ojos de perturbado-.
-Lo siento, grandullón. Pero mando yo.
Blake se encamina hacia ella como un toro ante el capote. La agarra de
forma poco decorosa y se pone a escasos centímetros de su rostro.
-He dicho que me devuelvas a mi mundo.
-Lo siento, grandullón.
-¿Estamos en Fingux?, ¿es eso?
-No, Blake. No vas a volver a esos lugares.
Alguien aplaude. Voverkam, sin máscara, sale de la sala contigua y
comenta:
-Me encanta. Sobre todo, lo de antes, cuando mi mujer estaba contigo.
Blake siente que toda su seguridad le deja en ese momento y se larga
de la mano con su valor. Ana se agarra a Blake y este no hace nada.
-Tenéis razón. Estáis en un lugar seguro. Para mi victoria, quiero decir.
Bueno, Ana. He aceptado el capricho, ahora, dame tu parte, mi vida.
Blake la mira de reojo. Ana se aleja de él y se pone al lado de su
marido.
Se mira el cinturón y ve que ya no lleva ningún arma encima.
-Mi daga…
Ana la sopesa y se la entrega al príncipe.
-Muy bien, rebelde. El juego se acaba aquí. Has destrozado mi imperio,
has dividido a mi pueblo, te has acostado con mi mujer… Pero se acabó,
valiente –comenta alzando la daga-.
-¿Me has traído hasta el espacio para capturarme?, ¿no podías
simplemente haberlo hecho cuando estaba drogado? –pregunta Blake-.
-No es sólo capturarte. Necesito mantenerte con vida, pero sin ella. Niño
malo, has destrozado mis cápsulas. Bueno, sacaré a tu madre para meterte
a ti.
-No, por favor… Las arreglaré.

605
NAZARETH SERRANO

-¿Y para qué la quieres?. Retenida ahí, en un cuerpo terrenal que nunca
podrá volver a ser utilizado.
Blake se desploma quedando de rodillas y se lleva las manos a la
cabeza.
-Estoy soñando.
-¿A sí?
Voverkam se acerca y, en un movimiento tan rápido como invertible del
brazo, raja el rostro de Blake, que se agarra el ojo derecho, gimiendo
levemente.
-¿Te ha dolido?
-Sí…
-No es un sueño. Es tu pesadilla convertida en realidad.
Blake le mira, más no con el ojo ensangrentado, que mantiene cerrado.
Pone las manos en los costados y masculla:
-Por favor, piedad, príncipe.
Voverkam sonríe.
-¿Cómo?
-Piedad, príncipe –dice más alto-. Imploro vuestra piedad, príncipe –
repite-.
Voverkam sonríe y le lanza una mirada a Ana.
-¿Y este es tu grandullón?. No te mees en los pantalones, ¿eh? –
comenta mirando ahora hacia él-.
-Por favor…
-Lo siento, pero se acabaron las oportunidades.
Blake mira hacia la ventana cuando Voverkam amenaza su pecho con
la daga.
-Sí, tienes razón. Se acabó.
Voverkam empieza a clavarle la daga en el pecho, lentamente, para que
le duela más.
Despierta, esta vez de verdad. El panorama que se encuentra es el
mismo que en “sueño”, sólo que en la realidad, Voverkam no aparece
aplaudiendo y él conserva su daga.
Mira por la ventana y medita por qué le ha dolido algo que ha soñado.
Ana se recoloca la ropa y se pone a su lado.
-¿No te gusta estar lejos del príncipe?, le has nombrado antes de
despertarte.
-Contigo encima…
-No me juzgues. Te he salvado. Pero no porque me gustes.
-Entonces…
-Antes de cambiar el futuro, tienes que salvar el pasado, héroe.
Y se retira dejando a Blake frente a la ventana, viendo como Marte pasa
por la derecha de la nave y se dirigen a la Tierra.
Suspira y masculla:
-¿Cambiar el pasado?
Blake corre hacia la cámara donde están las crisálidas. La destrucción
durante su ataque de miedo sigue perdurando. Se acerca a la cápsula
donde se encontraba su madre y mete los brazos hasta los codos.

606
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

Sonríe y se le saltan las lágrimas. Vacía.


Ana aparece en el marco de la puerta.
-Bueno, la necesitas, ¿no?
Blake saca las manos del líquido viscoso y sonríe.
-Abrazos no –advierte Ana-.
Blake mira sus manos y sonríe.
-Gracias. Gracias por elegir el camino correcto.
-¿De qué hablas?
-La otra vez me entregaste a tu marido. Me mató, o al menos, me dejó
medio muerto. Y con un regalo en un ojo.
-¿Qué otra vez?
Blake eleva la ceja.
-Da igual.
-¿Eso significa que perdonas mi… debilidad?
-Sí, cómo no. También es culpa mía.
-Sabes que no, grandullón.
-Es Blake –comenta sonriendo-.
-No, es Hércules.
Y se marcha.

AÑO 2041 d.C.

PLANETA TIERRA
EN ALGÚN LUGAR DEL TÍBET

Evelyn mira el cielo estrellado. Medita sobre los sueños que ha tenido.
En ellos, Jaboc acabó convirtiéndose en su alma gemela, pero ella,
inconscientemente, en sus sueños, paraba la relación, porque, desde su
mente, sabe que ahora es su hijo.
En sus sueños, habían tenido que escapar de los guardianes, que
pretendían hacer algo en el Corazón de la Atlántida.
Según su madre, desde ese lugar, se puede ver todo lo que tenga que
ver con las reencarnaciones, además, se puede acceder a otras
dimensiones. Y sobre todo, a una muy especial, que queda lejos del
alcance de cualquier nave.
Y también allí, en el Corazón de la Atlántida, dicen que se encuentra la
espada que el Dios del inframundo usó contra su opuesto en una lucha, que
a ella le parece simbólica. Ambos Dioses nacieron de la misma madre, más
no eran iguales. Luego, en otra reencarnación, fueron tío y sobrino. Eso
cuadra más, a su entender. Y el resto, es leyenda.
Y para colmo, el maestro ha desaparecido de repente.
Evelyn ve una estrella roja muy luminosa. Se queda mirando el astro y
ve que se está haciendo más grande.
Sentada en el porche del templo se rasca los ojos y vuelve a mirar.
La estrella cruza la atmósfera y se convierte en un objeto luminoso.
Parece una nave.

607
NAZARETH SERRANO

-Oh, no… -masculla ella-.


La última vez que vio esa nave, en sus sueños, la cosa acabó en una
persecución cuyo fin no entiende, o tal vez, no ha soñado correctamente.
La nave se queda flotando cerca del lugar. Un haz de luz roja sale de
alguna parte, y luego la nave se marcha, rumbo a un lugar donde “aparcar”.
Evelyn se levanta de un salto al ver una sombra saltar por encima de la
tapia que rodea el jardín.
-¡Jack! –gritar es lo único que se le ocurre hacer, un tanto paralizada-.
Jack se despierta y salta de la cama.
Corre hacia el jardín y Evelyn ve la sombra aproximarse con el sigilo de
un felino… y con ojos de pantera.
Para cuando Jack llega, Evelyn ha salido corriendo.
-¡El arroyo…!
Pero se lo advierte demasiado tarde y Evelyn resbala. Cierra los ojos
temiendo caer de culo, como en sus sueños, pero esta vez alguien la coge.
Con las botas metidas en el agua y sin coraza, su hijo sonríe y la
estrecha contra sí antes de decir nada.
Evelyn aguanta la presión del hércules y también lo abraza.
Jack espera en la orilla.
Evelyn mueve los pies en el aire.
-Gravedad, Blake…
-Perdona, madre.
Y la deposita en la orilla.
Ella le mira y dice:
-Estás más guapo.
Él sonríe.
-Tú sí que estás guapa. Y Jack –expone una risita-, más rapado.
-No te pases, chaval –indica Jack y le ofrece un abrazo-.
JJ, rascándose los ojos, recién salido de la cama, masculla:
-Jope, que gigante –y se acerca a Blake-.
-Es tu hermano –indica la madre-.
-¡Qué bien!, ¡así me puedo subir a él!
-No grites, que la gente está durmiendo… -indica Evelyn-.
En realidad todas las luces están abriéndose.
-Ya no –indica Jack Junior con una risita-. Vamos, arriba, hermano –
indica el niño-.
Blake pone al niño sobre sus hombros y este no duda en agarrarle del
pelo.
-Así te dirijo.
Evelyn se encoge de hombros y señala a Jack.
-Es que sale al padre –comenta bromeando-. Yo siempre he tenido los
pies en el suelo.
-¡Vamos, que quiero ir allí!
Y señala una casetita.
Blake mira a Evelyn.
-Venga, padrazo –comenta indicándole que puede ir-.

608
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

-En ello estoy –responde él y se encamina hacia el lugar-. Aunque


probaré primero con él –añade-. Mientras no me deje más rapado que a
Jack…
Jack se ríe y pasa una mano por encima de los hombros de Evelyn.
El niño no entiende a qué viene eso y sigue cogiéndolo por el pelo.
-¿Crees que viene para quedarse? –pregunta Evelyn-.
Una chica se aproxima al lugar.
-No exactamente –responde Ana-.
Jack la mira, pero es Evelyn quien formula la pregunta:
-¿Quién eres?
-No quien quisiera –comenta Ana mirando a Blake, que le hace pasar un
“mal rato” a JJ haciendo que se va a caer-.
Por supuesto, Jack Junior, se parte de risa.

Amanece y Blake deja sus ejercicios de yoga. El Sol baña su frente y la


parte superior de su cuerpo. Va descalzo y viste tan solo con unos
pantalones negros holgados.
Evelyn sale al jardín estirándose y vestida con una especie de túnica
naranja.
Se sienta al lado de su hijo, en el suelo del porche.
-¿En qué piensas? –pregunta ella-.
-Un alma no puede encarnar dos cuerpos a la vez…
-No.
-Sin embargo, en ocasiones, otra persona parece tener una mitad de
nosotros.
-Puede…
-Una vez, en Agharta, leí la leyenda del Dios Gemelo.
-¿Qué es eso?
-Según la leyenda, el Dios Gemelo es un solo Dios, al que su padre,
decidió partir en dos. El alma fue puesta en dos cuerpos, pero no de
cualquier manera. En un cuerpo estaba la Luz del Dios, en el otro, toda la
Oscuridad.
-¿Y para qué iba a hacer eso un padre?
-Es sólo una leyenda.
-Sí, pero no la comprendo.
-Se supone, que quería separar las dualidades en dos cuerpos. Así
sabría si la parte oscura de su hijo vencía a la luz, o si por el contrario, la
luz vencía a la oscuridad.
-¿Y cómo termina la leyenda?
-La parte buena del Dios sacrifica a la mala, para hacerse un sólo Dios.
-Entonces, gana la luz…
-No, al matar a su hermano, la luz se hizo oscuridad.
Evelyn lo mira.
-Pero mató al malo.
-Sí, lo mató. No lo ayudó, lo mató.
-Comprendo. Pero no puedes ayudar a alguien que sólo es oscuridad.

609
NAZARETH SERRANO

-Al final también muere el bueno.


-¿Por qué?
-Porque cuando una parte de la dualidad desaparece, la otra lo hace
con esta.
-¿Fue arrastrado por el malo?
-No. Comprendió que si él no se sacrificaba, su hermano seguiría
viviendo.
-¿Era inmortal?
-Más o menos. Eran uno.
Evelyn suspira.
-Blake, espero que no estés pensando en…
-Madre, es sólo una leyenda. Pero a veces, los mitos y leyendas dan
respuestas a algunas preguntas.
-No hagas tonterías. Mata al malo.
-Soy el malo, madre –dice mirándola a los ojos-.
-¿Cómo?
-Hace tiempo tuve un sueño. Luchaba contra Voverkam, por los cielos…
no sé qué era, pero no era un hombre.
>Voverkam vencía a mi “yo volador” y entonces aparecía un chico. Era
él.
-¿Voverkam?
-Ramsés. Quería ayudarme, y me pidió que no muriera. Dije que le
ayudaría, y al morir, vi desde mi alma como lloró sobre mi cuerpo.
-¿Lloró?
-Sí. Luego, se lo tragó el abismo, y Voverkam lo envenenó.
-¿Qué lo envenenó?
-Envenenó su alma y se extinguió en el abismo. Dejó de ser niño y se
convirtió en oscuridad. La oscuridad nunca puede morar en un niño, su
inocencia no lo permite.
>Y él, antes de morir como alma de luz, se resistió y grito mi nombre
pidiendo ayuda.
-¿Y por qué dices que eres el malo?
-Porque en todas mis vidas sólo he intentado destruirlo. Nunca he
acudido en su ayuda.
-No puedes ayudarlo.
-No desde aquí.
-¿Qué dices?
-No lo sé, exactamente. Pero si sé que necesito a la Suma Sacerdotisa
y su conocimiento.
-Pero… si yo estoy tan confundida como tú.
-Buscaste respuestas. Fuiste valiente. Yo no. Necesito tu luz, madre.
-Eras mi alma gemela.
-Lo sigo siendo.
-No del mismo modo.
Blake sonríe.
-¿Qué más unión que salir de tu vientre, madre?. Te quiero, da igual de
qué forma.

610
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

La besa en le mejilla, se levanta y entra en el templo. Evelyn se queda


mirando al amanecer, y por un momento, piensa en Jaboc.

Blake entra en su cuarto y se encuentra a Ana tumbada en su cama,


con el traje espacial ajustado puesto, y con las presillas de su escote
desabrochadas.
-Por favor… -indica él agachando la cabeza-.
-¿No te atraigo?
-Sabes que sí, Ana. Pero eso no…
Se levanta y se acerca a él.
-Ahora no estás prometido. Es más, tu novia no existe. No ha nacido.
No estás atado –comenta tocándole el torso-.
-Pero la quiero.
-No existe.
-Pero la llevo dentro de mí –comenta mirándola a los ojos-.
-No la engañas, sólo disfrutas un poco. Luego todo volverá a ser como
antes.
Le intenta besar, pero él ladea la cabeza.
-Ana, por favor…
-Comprende que eres como mi marido. Sólo que la parte buena. Es
normal que nos atraigamos. Es natural.
Le besa el cuello.
-Vete, por favor…
Ella se retira.
-Debería haberte conocido con quince años. Tu desasosiego emocional
te habría hecho caer el mis brazos.
-Sí, la verdad.
-Pues tengo una nave que puede viajar al pasado.
-Ana –replica mirándola-.
-No voy a cambiar nada en tu vida, tranquilo. Era broma.
Le coge por las sienes, le besa en los labios, y se retira.
-Bueno, si cambias de opinión y quieres repetir, me buscas.
Se marcha dejando a Blake resoplando.
-¿Estás malo? –pregunta Jack Junior, que aparece en el cuarto-.
-Un poco…
-¿Qué te pasa?
-Una enfermedad que tienen los adultos.
-Menos mal, a mí no me afecta.
-Ya te afectará.
-¿Y cómo la has contraído?
Blake sonríe.
-Ya lo entenderás…
El niño no pregunta más, simplemente dice:
-¿Juegas conmigo?
-Claro.

611
NAZARETH SERRANO

612
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

CAPÍTULO 23: LA LLAVE

AÑO TERRESTRE 2029 d.C.

ATLÁNTIDA, SÉPTIMO REINO


EN PALACIO

A nton frunce el ceño al ver aparecer al Ramsés de doce años junto


a sus dos nuevos seguidores. Como de costumbre, los recibe en
la sala de audiencias, sin guardias.
Los ojos de Ramsés son los que conoció, más el cuerpo en el que está
encerrado no.
El siervo se inclina y William y Gerhard lo imitan, aunque sin apartar la
vista de los ojos de Anton.
Anton se levanta del trono y camina hasta Ramsés, el cual se yergue.
Los otros le imitan.
-Has cambiado.
-No en lo importante, mi emperador.
-¿Estás listo?
-Tengo la llave –comenta mirando hacia Gerhard-.
-Y yo tendré el poder –responde Anton-.
-¿De qué habláis? –pregunta William, pensando en Ana, que ha
desaparecido nada más entrar en palacio-.
-Calla, sucio mortal –ordena Anton-. Vamos, Ramsés, Gerhard, no
tenemos tiempo que perder.
Gerhard piensa en su familia. Ramsés ha prometido que iría a buscarlos
luego, después de todo, tiene cabos sueltos que arreglar en la “Tierra”.
Anton sale de la sala. Ramsés y Gerhard lo siguen. William sabe que no
debe seguirlos, así que busca a su “hija”.

EN LA GRUTA

Gerhard observa las luces como hipnotizado. Ramsés le devuelve el


colgante, que sigue mostrando su piedra roja, sólo que ahora tiene un
símbolo, en dorado, grabado en ella.
-¿Qué queréis que haga? –pregunta abstraído-.
La “aurora boreal” que se forma en la piedra parece una columna que
gira como un torbellino.
Anton se acerca, Ramsés lo coge por el brazo.
-Emperador, cuidado.
-Siento el poder… -comenta-.
-Emperador…
-De acuerdo, siervo.
Gerhard los mira alternativamente.

613
NAZARETH SERRANO

-Vamos, príncipe, cumple lo que tu ADN marca –comenta Ramsés-.


Gerhard se aproxima a las luces con paso vacilante.
De repente, un haz de luz se escapa del torbellino central y atraviesa el
pecho de Gerhard, que gime de dolor. Unos tatuajes celestes se forman en
su cuerpo, pero luego se vuelven de color rubí.
Gerhard suda, su corazón deja de latir, su respiración se detiene, su
cerebro baja la actividad y su cuerpo se paraliza.
Extiende los brazos a ambos lados y se arrodilla, consumido por el
brazo de luz que sigue atravesándolo.
Sus ojos pierden las pupilas, se vuelven rubís y se pierden en los
párpados superiores durante la metamorfosis.
Todas las venas de su cuerpo se inflan, sus músculos se tensan, su
cara expresa el dolor, pero no tiene fuerzas ni para gritar.
Anton lo mira sonriente. Ramsés se muestra serio.
De repente, Gerhard grita con tal fuerza que el eco se hace rotundo y se
extiende por varias grutas.
La luz deja su pecho y él se derrumba en el suelo. Anton se acerca a él
y se arrodilla a su lado.
-¿Estás bien? –pregunta, más por el interés de la llave que porque sea
su hermano-.
El corazón late, vuelve a respirar, tose y palpa la roca. No se mueve a
penas.
-Vamos, Gerhard, ¡levanta! –ordena Anton-.
Gerhard ladea la cabeza hacia el lado de su hermano. Sus ojos rubí
impactan a Anton, que se retira un poco.
-Sí, emperador. Darme un minuto para recuperarme, por favor –
comenta con voz ronca-.
-De acuerdo… -comenta Anton levantándose y alejándose-.
Gerhard se incorpora en menos de un minuto. Un tanto jadeante, se
queda parado frente a Anton y Ramsés, con los brazos extendidos a los
lados y los puños cerrados.
-Estoy listo –comenta-.
Anton sonríe.
-Pues abre el camino.
Gerhard asiente con la cabeza y les da la espalda.
Extiende las manos frente a las luces y el torbellino cobra fuerza.
Ramsés y Anton se pegan a la pared, arrastrados por la energía que los
estruja.
Gerhard es envuelto por las luces, que crecen de forma descontrolada.
Anton cierra los ojos y grita. Ramsés los entrecierra y aprieta los
dientes.
El torbellino llega a su máxima potencia. Ramsés y Anton se sienten
partidos en cachitos, el dolor es insoportable. La energía cesa y el torbellino
vuelve a forman una columna.
En el centro del torbellino se abre un agujero.
Gerhard se dispone a entrar.
-¡No! –le detiene Anton-. Yo primero.

614
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

-Es mi poder –comenta Gerhard-.


-Es mío –dice Anton abalanzándose sobre él y empujándolo a un lado-.
Yo soy quien debe entrar en primer lugar –dice cerca de la “entrada”-. Seré
indestructible.
Ramsés no dice nada.
Anton mira a su siervo.
-Adelante, emperador –comenta el chico-.
Gerhard se incorpora, le mira y aprieta los dientes.
-Adelante, emperador –repite al segundo-.
Anton introduce una mano en la “obertura”. No ocurre nada. Se atreve a
meter el cuerpo entero. Se siente flotando, lleno de energía que inunda
cada porción de su ser, que corre por sus venas. Se siente trasformado en
un Dios, ligero, poderoso e indestructible.
Sonríe suspendido entre las luces.
-Ya no me servís, plebeyos.
Ramsés sonríe.
-Claro que no, emperador. Los mortales ya no sirven…
-Ríe cuanto quieras, pero más vale que huyas. En cuanto termine mi
trasformación, acabaré con vosotros.
Gerhard eleva la ceja.
-¿Transformación?
-Sí… -comenta notando que la energía se hace más intensa-.
-Serás parte de la cueva, hermano.
-¿Qué dices?
La luz lo devora y se escucha un grito desgarrador. Luego la explosión
del cuerpo que se esparce por toda la cueva en forma de una masa
semilíquida de color pardusco.
Los huesos, las entrañas, los órganos, hasta la médula… todo queda
reducido a ese líquido, que resbala por las paredes y por el cuerpo de
Ramsés y Gerhard.
-El sacrificio se ha realizado –comenta Ramsés-. La entrada está
abierta.
El torbellino de luz se vuelve del color de la sangre.
-Adelante, protegido. Abre el camino –le dice a Gerhard-.
Gerhard lo mira, sus ojos rojos se iluminan. Se tira a la luz y se esfuma
cuando su cuerpo se hace energía. Ramsés se tira tras él.

AÑO 2041 d.C.

PLANETA TIERRA
EN ALGÚN LUGAR DEL TÍBET

Evelyn despierta gritando y envuelta en un sudor frío. Jack se eleva al


instante.
-¿Qué pasa?

615
NAZARETH SERRANO

Pero su mujer parece estar en otro mundo. Se baja de la cama y sale


del cuarto.
Jack va tras ella, temiendo que haga algo extraño. Evelyn se mete en el
cuarto de su hijo y lo despierta con insolencia.
Blake, siendo zarandeado y levantado sin piedad, se pregunta de dónde
ha sacado esa fuerza su madre.
-¿Qué pasa?
-Han entrado –comenta-.
-¿Dónde?
-Lo siento, dentro de mí…
-¿Qué? –la agarra por los hombros-. Madre, ¿quién ha entrado dónde?
Evelyn se desmaya en sus brazos.
-¡Madre!

AÑO 1276 DC

PLANETA DE HIELO
EN TERRITORIO DEL EMPERADOR
EN UN TERRITORIO AÚN CONTROLADO POR VOVERKAM

En príncipe cae pesadamente al suelo. Nadie lo ha tocado, estaba


mirando los alrededores por el balcón, escupiendo órdenes y maldiciendo
contra el desaparecido líder y de repente se ha desmayado.
Varios guardias se acercan, pero al intentar tocarlo son repelidos por
una energía extraña e invisible que hace que sus huesos tiemblen de dolor.
-¡Buscar a un médico! –indica un guardia-.
Dos hombres van en busca de uno.
Los demás miran como el emperador se retuerce entre gritos. Parece
que se vaya a morir.
El médico llega al rato. Para entonces Voverkam ya está inmóvil en el
suelo.
El médico se acerca y el príncipe se eleva tan rápida e
inesperadamente, que el médico da un paso atrás.
-¿Se encuentra bien? –pregunta un soldado-.
-Mejor que nunca –comenta Voverkam-.
Se pone de pie. Un soldado mira la espada que cuelga de su cinto. No
la había visto antes, y no recuerda que el príncipe la llevara encima.
El príncipe vuelve al balcón.
-Has utilizado mi nave, ¿eh?. ¿Intentas protegerla? –pregunta, sin
referirse a nadie presente-. Olvidas que algo ha cambiado, sobrino.
Se palpa el mentón.
-Bueno, Ana, veo que no estás tan indefensa como pensaba.
-¿Qué dice, señor? –pregunta un soldado-.
-Nada…
El emperador entra en la sala. Todos se inclinan. Va hacia su hijo y le
dice algo por telepatía.

616
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

-Sí, es tuya.

617
NAZARETH SERRANO

618
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

CAPÍTULO 24: TE ENSEÑARÉ A PESCAR

AÑO 2041 d.C.

PLANETA TIERRA
EN ALGÚN LUGAR DEL TÍBET

E velyn, recuperada, y tras contar con más detalle su “visión” a


Blake, intenta relajarse frente al arrollo. La luz de la luna se
refleja, haciendo que el agua parezca de plata.
Una suave brisa acaricia su cara.
Blake se acerca a ella y se detiene detrás, haciendo que su reflejo se
vea en el arroyo.
Evelyn ve que lleva dos catanas de madera en una mano.
Gira el cuello y pregunta:
-¿Qué haces con eso?
-Si pasas hambre, no debo darte un pez. Debo enseñarte a pescar.
-¿Vas a pescar con eso?
-No puedo llevarte a un lugar seguro. Haga lo que haga, no puedo estar
seguro de que podré protegerte. Si muero, no comerás.
-¿Qué no comeré?, ¿qué si mueres?, ¿y te quedas tan ancho pensando
en morir?
-Me refiero, a que no podré protegerte. Debes aprender a luchar, madre.
Algún día tendrás que derrotar a un tipo tan grande como yo.
-¿Cómo sabes eso?
-Lo sé, madre, lo sé.
Evelyn se levanta y acepta la catana que le entrega su hijo.
Blake se aleja y ella coge la posición contraria.
-Pero hijo…
-Tienes que intentar matarme. Para eso, ataca a mi cuello.
-Pero…
-Con todas tus fuerzas. Hazme daño, yo voy a hacerte daño. Soy el
malo.
-No creo que pueda, aunque lo intentara.
-Eso lo vamos a arreglar.
Blake extiende el brazo y la catana.
-¿Lista?
Evelyn traga saliva al verlo, en toda su envergadura, sin camiseta y
señalándola con esa catana.
-No…
-No lo estarás si no comenzamos.
-Vale, venga…
Blake arremete. Evelyn cierra los ojos y se encoge.
El golpe no llega.
-Madre, con los ojos cerrados nunca acertarás.

619
NAZARETH SERRANO

Evelyn abre los ojos. Blake se aparta.


-Venga…
Pone la catana por delante.
El toro embiste, ella no cierra los ojos. Lo siguiente que ve es el cielo
estrellado. Le duele la espalda. La cara de su hijo aparece entre las
estrellas, reales y ficticias, que está viendo.
Una mano extendida que Evelyn acepta la devuelve a la bipedestación.
-Me has hecho daño… -protesta manteniéndose en pie-.
-Estarías muerta si esto no fuera un entrenamiento.
-Vale, mañana seguimos…
-Madre –replica Blake-.
-Ay, venga.
Blake se retira.
-Ahora atácame tú.
Evelyn piensa que es mejor. Pone la espada por delante y ataca con
todas sus fuerzas.
Espalda al suelo, cielo como techo y catana en el cuello.
-Ahu… -masculla-.
-Te juro que lo siento, pero hasta que no me tumbes, no dejaremos de
entrenar.
-¿Sin dormir?
-Hombre, digo todos los días.
La levanta. Evelyn se sacude los glúteos, que esta vez han salido peor
parados y se separa.
-Venga, madre.
Evelyn ataca. A medio camino ve la cara de Ramsés en su hijo. Grita
cuando la derrumba y lanza una patada.
El grandullón se dobla y se aparta, ya con la cara de Blake.
-¿Estás bien?
Blake eleva el puño cerrado con el pulgar en alto.
-Buena idea –comenta ahogadamente aún agarrándose sus
vergüenzas-.
Blake nota la catana en su cuello.
-Muerto –comenta su madre con orgullo-.
-Madre…
-No es trampa. Es que las mujeres estamos mejor hechas.
Y le da un golpecito con la catana en la cabeza, a modo de venganza.
Jack se ríe desde lo lejos. Ha visto todo el “entrenamiento”. JJ se
pregunta cómo su madre ha hecho que se doble el gigante.
Blake se recompone.
-Bueno, vamos…

620
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

Seis meses después…

Las catanas chocan en el aire. Blake lanza una patada, que Evelyn
esquiva de un salto.
-¿Es lo único que tienes?, pensé que eras el líder.
-Madre… Ahora verás.
Se mueven tan rápido, que Jack apenas ve dos sombras.
Las sombras de detienen cuando ambas catanas se cruzan entre
ambos de nuevo. Cada uno intenta apartar al prójimo.
-No uses la fuerza, no ganas –indica Blake-.
Evelyn hace un giro extraño y se libera del opresor. Blake intenta otra
acometida. Falla y Evelyn escucha la catana cortando el aire al lado de su
oreja.
Le golpea en la muñeca con tal fuerza que se parte la madera de su
catana y, en menos de un segundo, pone lo que queda de ella en el cuello.
Blake ha soltado ya la catana por el golpe.
-Te corto la mano y te mato.
Blake parece paralizado. Luego se ríe.
-¡Sí!
Evelyn tira la catana rota.
-¿Te he hecho daño?
-Sí –comenta él levantándola-. ¡Sí, me ha dolido mucho estos últimos
días!
-Vale, lo siento…
-¡Es genial!, ¡estás avanzando!
Evelyn siente algo extraño estando pegada al cuerpo de su hijo.
-Anda, bájame –comenta mirándolo a los ojos-.
Él traga saliva y la deja en el suelo. Se miran un momento más y ella
dice:
-¿Está en la nave?
-¿Quién?
-Jaboc.
Blake, serio, se lleva la mano al mentón. Como siempre, lleva tres días
sin afeitarse. Mañana piensa hacerlo.
-Madre. Es sólo un cuerpo. Ahora soy yo…
-Tenía algo mío.
-Pero…
-Por favor.
Blake la mira a los ojos y luego masculla:
-Vale, pero es sólo un cuerpo. Estoy aquí, sigo a tu lado, Evelyn…
madre.
Ella agacha la cabeza.
-Vamos, hijo.

Ambos caminan por la zona boscosa, rumbo a la nave.

621
NAZARETH SERRANO

-Jack me dijo que su misión era, realmente, buscar a una persona.


También, a ser posible, un planeta habitable para trasladarse.
-¿A quién tenía que buscar?
-A ti.
-¿Por qué?
-Vamos, sabes que Voverkam…
-Ya… Y si Jack era de la guardia real… ¿cómo acabó en La
Resistencia?
-El emperador es un tirano.
-No te ofendas, pero Jack no era un santo.
-Lo sé. Por eso, convenció a algunos hombres de que él iba a ser su
salvador, y creó La Resistencia.
-Anda…
-También se hizo traficante de seres, como los hark, y otros que tú no
conoces.
-En fin… Que se convirtió en otro emperador.
-Sí.
Silencio.
-En su otra vida, Jack mató a mi madre.
Blake no dice nada.
-Ahora es otra persona, pero me ha costado convencerme de eso.
-Por eso estabas tan rara con él.
-Sí.
-¿Y no te atreves a contarle tus… tormentos?
-De qué serviría…
-Puede que tengas razón. Porque a mí no me cuentas ciertas cosas…
Evelyn lo mira.
-¿A qué te refieres?
-Revivir lo de Jaboc… creo que te duele. Por eso yo nunca quise
recordar.
-Claro que duele…
-Pero, como con Jack, todo ha cambiado.
-Sí…
-Y eso es lo que más te confunde. Porque cuando me viste por primera
vez, no pensaste: este es mi hijo. Pensaste: este crío me gusta, y no sé por
qué.
Evelyn se ruboriza.
-Lo siento.
-No. Es normal. Yo cuando te vi, pensé: que no sea mi madre, esta
chica me gusta. Y tu olor, tu mirada… todo me decía: no es tu madre, es tu
alma gemela. Pero luego la cabeza decía: no, es tu madre, quiérela como
tal.
Evelyn le mira.
-No somos humanos. Aunque no lo queramos, sabemos cosas de
nuestras otras vidas. De manera inconsciente me atrajiste. Luego mis
sentimientos cambiaron. Tranquila.
-Nunca me lo habías contado.

622
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

-Me pareció… bruto decir tal cosa. Y tengo fama de bruto y de bestia.
No quiero alimentarla.
Evelyn se ríe.
-Pero si eres un trozo de pan.
-Soy un tipo raro, un poco loco, y sí, bruto. ¿Por qué me quisiste como
pareja en la vida pasada?
-¿A qué viene eso?
-Siempre me lo pregunté. ¿Cómo alguien como ella puede querer a un
tipo como yo?
-Todo me atraía. Es el instinto de buscar a tu pareja ideal. Aunque
fueras… extraño y un tanto salvaje… eras el hombre perfecto a mis ojos.
-¿Cómo en el reino animal?, el instinto…
-Somos un poco animales, sí.
-Yo sentí lo mismo al ver a Lánzela. Y cuando… ejem… en fin, que fue
todo violento y animal. Era como si hubiera perdido la cabeza.
-En el pasado, eras igual…
Blake pone una mueca extraña.
-Hasta aquí quiero recordar, madre.
Evelyn se ríe.
-Claro, deja esa carga sobre mí. ¿Sabes lo que me ha costado mirarte
al día siguiente de soñar ciertas cosas?
-Qué mal...
Evelyn duda, luego dice:
-Blake. No sé cómo decirte esto. Pero al soñar con mi vida pasada, he
revivido cosas… en fin. Que en ocasiones, tu forma de levantarme, o
mirarme, o darme la mano…
-Ah, entiendo. No más achuchones hasta que se te pase el lapsus
mental.
-Gracias.
Llegan al lugar indicado. Blake se concentra y la nave “aparece” en
forma de rayos rojizos, que van conformando su silueta. Finalmente, se
deja ver por completo.
-Bueno, ¿preparada? –pregunta Blake-.
-Sí.
-Eres muy valiente.
Evelyn sonríe.
-Claro, estuve contigo. Si sobreviví a eso…
-Madre –protesta Blake-.

Evelyn mira la crisálida viscosa y pregunta:


-¿Está vacía?
-Ahora sí.
-¿Quién había dentro?
Blake traga saliva.
-Mi vida, mi alma, mi mundo, mi universo… todo por lo que merece la
pena luchar o vivir.

623
NAZARETH SERRANO

Evelyn frunce el ceño.


-¿Quién? –pregunta un tanto celosa-.
-Tú.
No quiere saber nada al respecto, así que no dice nada más muy
conforme con la respuesta.
Blake se pone frente a la crisálida correcta.
-¿Seguro?
Evelyn asiente con la cabeza.
Blake toca algo en un panel luminoso y se escucha aire saliendo de
alguna parte. El olor a antiséptico y a elementos químicos inunda el
ambiente.
-¿Lo saco? –pregunta Blake-.
-Sí, quiero salir de esta puta sala.
-Claro…
Blake toca algo en el lateral de la crisálida y el cristal rojizo comienza a
elevarse hacia uno de los laterales.
Blake coge el cuerpo y el cristal se cierra.
Evelyn mira abstracta la cabeza que cuelga más allá del imponente
brazo de su hijo.
-Vamos, madre, lo llevaré a la clínica. Hay camillas.
Evelyn sale primero.
Su hijo la conduce hasta una sala con aspecto de hospital, llena de
paneles y artefactos extraños. Blake activa algo y una tabla de metal
empieza a flotar. Blake deposita el cuerpo encima de la tabla y Evelyn se
acerca lentamente.
Jaboc lleva un traje espacial que cubre desde los tobillos hasta el cuello,
de color blanco.
Parte del traje está manchado de sangre. Una horrible herida malforma
su pecho y otra en su ojo derecho.
Evelyn le toca la mejilla. La siente fría y pegajosa.
Se le saltan las lágrimas.
-Estoy aquí contigo –comenta Blake-. Es sólo un cuerpo –tiene el
impulso de tocarla, pero no lo hace-.
Ella no dice nada. Le quita las presillas del traje y comienza a separar
las solapas de su cuello.
Da con un collar atlante, al que le falta la piedra.
Evelyn se lo quita y busca en los bolsillos de sus pantalones la piedra
que ella misma formó.
La deposita en el collar y esta se engarza de forma automática.
El collar de Evelyn no es como el de Blake. Es más ancho y tiene más
decorados. Además, es de color dorado. Tiene restos de sangre, que
Evelyn mira, pero no se atreve a tocar.
Blake mira su propio rostro y se siente extraño.
-¿Nos vamos? –pregunta Blake-.
Evelyn vuelve a tocar la mejilla del muerto, que está cubierta de una
barba desaliñada. Su pelo moreno cae en la camilla de forma
descontrolada.

624
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

-Madre… Será mejor…


Evelyn se echa sobre el cuerpo y llora de forma descontrolada.
Blake la intenta apartar.
-Vamos, estoy aquí…
-No…
-Sí. Estoy a tu lado. Te quiero, madre.
La aparta y la estrecha por la espalda, para que no se acerque.
-Vamos. Ha sido una mala idea. No debería haber dejado que lo vieras.
-¡No!
Evelyn lucha por escapar, pero Blake tiene más fuerza.
-Vamos. Ya está.
La da la vuelta.
-Te quiero, estoy aquí Evelyn… digo, madre.
Evelyn lo mira con los ojos enrojecidos y llenos de lágrimas y se abraza
a él fuertemente, para lo cual Blake se agacha un poco.
-Está bien –dice Blake masajeándola la espalda con la palma de la
mano mientras la abraza-. Estoy a tu lado.
-¿Por qué eres mi hijo?, ¿por qué Jack mató a mi madre? –pregunta
entre sollozos-. ¿Por qué todo es así?
-No lo sé. Tal vez porque esta vez todo va a ocurrir de otra manera.
-¡No!
-Sí. Es mejor…
-No.
Le agarra la cabeza y entrelaza sus dedos en el cabello, sin apartar la
cara del hombro.
-¿Por qué? –repite entre sollozos-.
-No lo sé.
-¿Me quieres?
-Madre, pues claro que sí.
-Entonces, ¿por qué me dejas?
Blake cierra los ojos. No sabe qué decir.
-No te he dejado. Estoy aquí.
-Pero yo no quiero que seas mi hijo.
-Pues lo soy.
-Quiero decir… no quería decir eso –comenta apartándose-. Sólo que
preferiría que no lo fueras, porque te quiero.
-Lo siento… no puedo hacer nada.
-No te cases.
Blake sonríe.
-Madre, Lánzela ya no me recuerda. He cambiado el futuro al venir aquí
para salvarte. Cuando llegue, seré su líder y se acabó. En realidad, ni
siquiera ha ocurrido nada… ¿lo entiendes?. En esta fecha, nunca he estado
con una mujer.
-¿La amas?
-Madre… por favor…
-¿O te has enamorado de la que has traído?
-Es la princesa.

625
NAZARETH SERRANO

Evelyn intenta hacerse con las riendas de su cerebro, pero en ese shock
de vidas pasadas y presentes no encuentra nada de racionalidad.
-Pero la quieres.
-La protejo. Gracias a ella, ahora estoy aquí. No voy a dejar que su
marido la haga daño. No dejaré que vuelva con él.
Le besa en los labios levemente. Blake no hace nada, para no poner las
cosas peor.
Se retira.
-¿Ya has vuelto a la realidad?
-Lo siento.
-¿Convencida de que no sientes nada por mí?
-Sí.
-Claro, soy tu hijo –comenta con evidencia-.
Evelyn se ríe llorando, y no entiende nada.
-Lo siento.
-No pasa nada. Es difícil.
Silencio.
-¿Nos vamos?
-Pero guarda a…
-¿Guardarlo de nuevo?
-Sí, por favor.
-Vale, lo que me pidas. Pero antes sales fuera.
Ella intenta voltearse, pero Blake la coge.
-Sin mirar.
-Claro…

Jack mira a su mujer cuando entra en el cuarto y pregunta de repente:


-¿Me odias?
-¿Qué?
-¿Me odias? –repite-.
Evelyn sonríe.
-¿Te has vuelto loco?
-Perdoname. Por…
-No… no lo digas.
Se acerca a él y le besa. La chispa surge al instante. Eso no ha ocurrido
con Blake.
-Te quiero –dice ella-.
Jack sonríe.
-Y yo. No me dejes.
-He oído eso en tantas bocas…
-¿Eh?
-Era broma.
Jack se sienta en la cama. Evelyn a su lado.
-He hablado con Rudolph.
-¿Quién?
-El chico moreno.

626
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

Evelyn recoloca su mente.


-Es verdad.
-Me ha dicho que viajó a Agharta, aunque no sabe cuándo.
-¿Qué pasa con Agharta?
-Que ahí abajo, hay unos guerreros… Guerreros del Exterior, los
llamaban en una tribu nativa.
-¿Del exterior?
-Sí. Resulta que esos guerreros han repelido el avance nazi desde hace
años.
-¿A sí?. Que se jodan los muy… Digo, compostura –dice recordando al
maestro-. ¿Y qué pasa con eso?
-Nosotros, los koradis, cazamos allí a menudo.
-¿Y?
-Nunca los hemos visto.
-Bueno, no van a saludar a hombretones armados hasta los dientes.
-Pero, ¿quiénes son?
-¿Eso importa?
-No lo sé…
Evelyn lo besa.
-¿Están cansado?
Jack sonríe y ladea la cabeza.
-En plena forma, tan de mañana.
Se besan de nuevo.
JJ los mira desde una rendija que ha abierto en la puerta.
Evelyn suspira.
Jack eleva la ceja.
-Hijo, vete a jugar con tu hermano –comenta Jack-.
-¿Qué hacéis?
-Querernos –dice Jack-.
El niño ladea la cabeza, igual que el padre.
-Puag.
Y cierra la puerta.
Evelyn se ríe.
-No dirá eso cuando cumpla los quince –dice Jack y sigue besándola-.
Ella se echa para atrás y él cae tras ella.

JJ sale al jardín.
-Qué asco me dan los adultos –comenta-.
Blake lo intercepta.
-¿Por qué?
El niño pone los labios como un pez y mueve la cabeza de forma
extraña. Blake se ríe.
-Ah. Tienes razón.
-Pero si tú también eres adulto.
-Pero no me beso con nadie –miente-.
-Ah, genial. ¿Entrenamos?

627
NAZARETH SERRANO

Blake se ríe.
-Tendrás que subirte a la mesa si quieres intentar darme.
-Claro, ¿por qué no?
-Vale.
-Ah, pero recuerda que soy un niño. Dejame ganar –comenta poniendo
cara de angelito-.
-Claro.
-¿Puede entrenar también el otro niño?
-¿El otro niño?. Aquí no hay más niños.
-Pues lo había.
Blake frunce el ceño.
-¿Sí?
-Sí.
-No lo creo. No lo he visto.
-Se fue al bosque.
-¿Cuándo?
-Cuando llegaste. ¿Lo buscamos?
-No. Ya lo busco yo después.
-Vale.
JJ se encamina hacia la mesa. Blake echa un vistazo a la entrada y se
palpa el mentón. Luego se va hacia Jack Junior.
JJ tiene una daga roja en la mano.
-¿Qué haces con eso? –pregunta Blake quitándosela-.
-¿Qué pasa?. La encontré.
-¿Dónde?
-En el bosque.
-Mientes –indica Blake agachándose y mirando al niño a los ojos-.
JJ se asusta y canta:
-Me la dio un hombre extraño.
-¿Quién?
-Un hombre.
-¿Cómo era?
-Raro.
-No. ¿Cómo era?. Alto, bajo, moreno, rubio…
-Sin pelo, ojos raros, alto… grande… no sé más.
-¿Te la dio?
-Estaba dormido. Se la quité.
-¿Dormido?
-En el suelo.
<O sea, muerto>
-¿Muerto?
-No entres en mi mente –masculla-.
Blake se siente estúpido, pues en un momento de confusión, hasta el
crío lee sus pensamientos.
El niño se intenta ir. Blake lo coge con delicadeza.
-Vale, no pasa nada. ¿Dónde está ese hombre dormido?
-En el bosque.

628
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

-¿En qué parte?


-Cerca… no sé…
-Vete con Ana.
-Pero…
-Vete con Ana.
El niño entra en el templo en busca de Ana.
Blake salta la tapia, acostumbrado a no usar puertas que no se deslicen
a su paso.

629
NAZARETH SERRANO

630
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

CAPÍTULO 25: EL ÚLTIMO DESEO

20 de diciembre de 2024

PLANETA TIERRA
WASHINGTON DC

M itch aparca en el garaje y se dirige hacia la casa. Pasa por el


comedor y deja el maletín sobre el sofá. Se quita la chaqueta y
la deja en una silla que cae de camino.
-¡Cariño, he vuelto!
Nadie dice nada.
-Vaya, dormida otra vez…
Desde que ocurrieron los “accidentes” Elisabeth pasa la mayor parte del
día metida en la cama. Mitch tiene que seguir yendo a trabajar.
Sube las escaleras con pesadez, transita el pasillo que le separa del
cuarto y entreabre la puerta.
-¿Mi vida?
Ve un bulto en la cama.
-Cariño, he vuel…
Se abalanza sobre la cama al ver una enorme mancha de sangre
impregnando las sábanas. Quita la ropa de cama de encima del cuerpo,
que estaba cubierto hasta la cabeza y, negando con la cabeza se derrumba
en el borde de la cama.
-¡No!, por favor… ¿por qué?... ¡¿Por qué lo pierdo todo?! –grita llorando-
.
Pone la cabeza entre sus brazos y queda medio tendido en la cama, al
lado del cuerpo de Elisabeth, a la que han acuchillado el vientre.
-¡¿Por qué?!... te quiero… -dice mirándola a la cara-. No… te lo ruego…
no me dejes… te amo…
Pero está muerta. La sangre está casi caliente.
Hunde sus puños en el colchón y grita a pleno pulmón. Se lleva las
manos al pelo y se tira de él.
-Mi amor… -dice subiéndose a la cama y tocándola la cara-. ¿Por
qué?... llévame contigo, no aguanto más.
-Hecho –dice una voz a sus espaldas-. Cumpliré tu último deseo.
Mitch ladea la cabeza mientras siente el frío metal atravesando su
espalda y destrozando su pecho.
Ve el rostro de su hijo e intenta decir algo, que sus pulmones
encharcados en sangre no dejan salir de su boca. No tarda en derrumbarse
sobre su mujer.
Tarda un poco en morir. Consigue acariciar el rostro de su amada con
una mano temblorosa y pensar.
<Voy contigo, amor, ya voy…>

631
NAZARETH SERRANO

Las lágrimas dan un poco de brillo a sus ojos, sumidos en la frialdad de


la muerte cuando expira tras otorgar un último beso al cuero de su mujer.
Gerhard mira desde la puerta, como un robot.
Ramsés sopesa la espada.
-Muy buena. Bueno, ahora que mis padres están unidos hasta que la
reencarnación los separe, más vale que nos larguemos.
-¿Y mi mujer? –pregunta Gerhard con voz ronca-.
Ramsés lo mira.
-¿Qué?
-Dijiste que podría venir.
-Vale, tienes razón. Vamos a por tu familia, bestia.
-Gracias, señor.
Ramsés mira la cara de su madre y comenta:
-¿A que es muy guapa incluso muerta? –se acerca y la arranca el collar-
.
Gerhard la mira con sus ojos rubíes y dice:
-Sí, igual que su hijo.
-Gracias.
Ramsés mira al padre y repite la acción anterior.
-La verdad, hacen buena pareja. Son guapos los dos.
Gerhard no dice nada.
-Bueno, que el tiempo apremia –comenta Ramsés indicando a Gerhard
que se quite de la puerta para que pueda pasar-. Aunque en realidad,
tenemos todo el tiempo del mundo… y de las dimensiones. Bueno, ya no
quedan dualidades. Excepto… ¿Adolph? –pregunta saliendo ya del cuarto-.
-Exacto, señor.
-Pues, queda tiempo hasta que lo encuentre. Hasta que me convierta en
Voverkam.
-Sí, señor.
-No importa. Ya sé qué va a pasar.
Tira los collares con la piedra partida a un lado. Gerhard los mira y sigue
a Ramsés.

632
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

CAPÍTULO 26: EVACUACIÓN IN EXTREMIS

21 de diciembre de 2024

PLANETA TIERRA
ÁREA DE EXPERIMENTACIÓN “LA COLMENA”
SALA DE GUARDIA CENTRAL

A ncel mira los monitores que parpadean indicando una alerta


máxima por contaminación biológica. En los diferentes mapas
empiezan a aparecer más y más áreas afectadas. “La Colmena” y “La
Colonia” están siendo evacuadas ante los inminentes cataclismos que se
avecinan en el planeta. El escudo de la Tierra se debilita y nadie parece
estar dispuesto a renovar su potencia.
Ancel no duda. Cierra herméticamente todas las zonas afectadas,
dejando dentro a los trabajadores, que intentan en vano huir mientras sus
posibilidades son mermadas por enormes moles de acero que se cierran, a
veces aplastando a algún incauto, y duchas químicas que riegan todo.
La epidemia se extiende.
Ancel se muerde el labio. Cierra todo menos el camino que va a usar
para llegar hasta su familia y abandona el puesto de trabajo.

Ramsés camina entre la multitud de descontrolados humanos, que entre


gritos y carreras lo distraen por un momento, haciendo que sonría.
Gerhard lo protege de posibles choques y no duda en partir el cuello a
cualquiera que se acerque demasiado.
Al paso del cumpleañero, todas las muestras de virus, sangre y, en
general, sustancias varias, se parten en pedazos y dejan escapar todo su
potencial al ambiente. También los cristales blindados estallan cuando
camina junto a ellos. Y metros más atrás de sus pasos, falla la luz.
Cuando llega a un callejón sin salida, mira a un guardia que sigue en su
posición.
-Prohibido el paso –indica frente a la puerta, equipado con un traje
especial y apuntándolo con un arma-.
El cristal del casco se llena de restos de sesos y sangre y el cuerpo cae.
-¿Qué había dicho? –pregunta Ramsés-.
-Que adelante, señor –comenta Gerhard metiendo el puño en la puerta,
un mole de acero, y abriéndolo como si fuera plastilina-.
-Ya decía yo…

EN “LA COLONIA”

Ancel despierta a su mujer de forma desconsiderada

633
NAZARETH SERRANO

-¿Qué pasa?
-Tenemos que irnos. Estamos en peligro de muerte. Todos los virus, los
experimentos… todo fuera de control.
La mujer grita.
-¡Silencio! –dice abofeteándola-. Controlate y sube al vehículo.
Ancel coge a su hija, de siete años, y sin responder a las preguntas de
la chica, a la que lleva encima del hombro, se dirige a la salida de su “casa”.
En cinco minutos están subidos en una esfera. Ancel cierra antes de
que un soldado entre y deja que caiga al andén y sea arrollado por otra
esfera.
Su mujer y su hija están sentadas. Él atado a la pared, en su puesto de
pie.
-Vamos al exterior, no os preocupéis. Vamos a coger un avión y
llegaremos a la base, para ser trasladados a Marte.
Ninguna le cree y ambas lloran. La niña no sabe por qué, pero es la que
más llora.
-¡Deja de llorar!
La niña llora más por el susto.
-¡Putas mujeres!, ¡¿por qué no tuviste un hombre?!
Su mujer no dice nada.
La esfera llega a su destino.
Ancel las quita el cinturón y las arrastra a la salida.
-Por aquí, ¡ya!
Y arrastrando a su hija, se dirige hacia los hangares.
Cuando llega a la puerta que precede la entrada a las naves, se
encuentra con una marabunta de doctores.
-No jodas…
Saca un arma de energía blanca y apunta hacia delante.
-No mires… -indica a la niña-.
La niña cierra los ojos. El estruendo es impresionante.
La niña no abre los ojos en los brazos de su padre, que pasea por
encima de cadáveres y escombros.
Pasa por el enorme agujero que ha hecho en la puerta y visiona un
avión que sabe conducir.
-De acuerdo. Vamos allá…
Como el avión está fabricado con tecnología atlante, prueba a abrirlo
con la mente.
Funciona. Tiene forma de croissant y la cabina en el centro. Es de color
blanco con cristales en plata. Los cristales se elevan y Ancel sube a la niña
a uno de los brazos del croissant.
-A la cabina…
La niña se encamina hacia ella. El padre sube.
-¡Ancel! –escucha la voz de su mujer-.
No se para. Coge a la niña, la tira literalmente dentro, se tira él y
arranca.
Cuando llegan los guaridas, médicos y experimentos, el avión se ha
ido.

634
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

Sólo entonces se dan cuenta estos tres grupos de que no son del
mismo equipo.

La niña rueda por la cabina hasta que su padre la coge.


-¡Tengo miedo!
-¡Y yo dos cojones, coño!
Pone piloto automático y la abrocha el cinturón.
-¿Mejor?
-Sí… ¡No! -se agacha y vomita-.
Ancel hace una mueca extraña y, sin pensar más en tal acto, vuelve a
tomar el control de la nave. La velocidad se hace más fuerte y la niña,
sintiéndose aprisionada contra el sillón, grita.
-¡Silencio o te tiro como una simple bomba!
Algo rojo pasa por delante de la nave y la desestabiliza. Ancel hace que
el vehículo aéreo deje de virar, pero la segunda ronda de vómitos de su hija
tarda aún un poco en dejar de ser apresada por la cinética y seguir a la
gravedad. No le importa, está extasiado con la inmensa nave roja que tiene
enfrente.
-¿Qué es eso, papá? –pregunta la niña con los ojos muy abiertos-.
-Pues… pues… ¡no lo sé!.
La nave roja coge velocidad y se aleja. De repente desaparece en una
especie de distorsión. Una onda choca contra el croissant y lo manda
dando tumbos hacia atrás, pero luego una nueva onda lo atrae y Ancel no
puede hacer nada. Todos los aparatos del avión pitan y dan errores. Su hija
grita y Ancel blasfema. Finalmente es absorbido por la ambigüedad y
desaparece de la faz de la Tierra.

-¿Papá?... ¿papá?...
Ancel abre los ojos. Nota el sabor de la sangre en su boca y no puede
mover una pierna ni un brazo.
Lo que ve le desorienta. Un Planeta de hielo en la lejanía y un planeta
de frondosa vegetación cerca de la nave.
-¿Dónde estamos?
Ancel no dice nada.
-Papá…
-Coño, un respiro.
-No, papá… mira…
Ancel observa dos naves que se acercan.
-Me cago en la vida extraterrestre…
Un campo de fuerza inunda su nave y es trasladada a Fingux.

Ancel se convertirá en uno de los hombres de confianza de Voverkam,


como este, deberá cubrir su rostro para no delatar su apariencia humana-
atlante, cuando este está en plena colonización de Fingux. Para entonces,

635
NAZARETH SERRANO

Blake no había llegado y Jack era un hombre perdido en alguna parte del
universo.
Ancel dio información sobre su planeta de origen a Voverkam, haciendo
que el príncipe se interesada por él. Su memoria recordó sus orígenes y
comenzó la creación de su nuevo mundo.
La hija de Ancel se casó con este al cumplir los catorce años, en contra
de la voluntad de la joven, ya que las leyes de Voverkam así lo permitían.
Tuvo un hijo con ella, que murió durante la guerra que lideró Blake contra
Voverkam y el Kort-Vilhelmmor, en la explosión de una nave en la que se
suponía que viaja Blake.
La hija de Ancel fue capturada junto con la princesa durante la toma del
palacio. Todas estaban comentando sobre el líder de La Resistencia y
sobre su brutalidad, cuando lo vieron aparecer.
Ancel sigue con vida atrincherado junto a muchos otros guardias en
zonas donde Voverkam aún tiene poder.
La Resistencia está machacando su ejército, ya que los desertores se
cuentan por miles. Se empiezan a ejecutar a muchos hombres, otros logran
escapar.
La Resistencia busca a su líder, Voverkam a su mujer y al líder
también. Y el emperador busca a la mujer que tiene parte del poder del
Corazón de la Atlántida en su interior.
Aunque no lo sepan, no tardarán en dar con lo que buscan.

Gerhard consiguió llevar a su mujer hasta el Planeta de Hielo, más no


consiguió que le siguiera queriendo como antes. Tuvo que conformarse con
tenerla al lado, gracias a las artimañas de Ramsés.
De sus dos hijos, sólo pudo salvar a uno. El afortunado fue Nortbert.
Gabriel se quedó en la Tierra, porque Ramsés no quiso arriesgarse a
llevarlo con él. Gerhard terminó por olvidar que era su hijo, literalmente.
Todos los recuerdos al respecto fueron borrados de su memoria, al igual
que los de Norbert y Arabelle, a los que se trasladó a otros lugares. Nortbert
sirvió al ejército a la fuerza. En cuanto Blake tomó el palacio, se declaró
desertor y se unió a La Resistencia junto con Kiexerus. Arabelle fue
trasladad a Fingux junto con las sirvientas y las mujeres en general. Y
Gerhard siguió desempeñando su papel. Una pieza clave en este reino.

636
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

CAPÍTULO 27: LA DESPEDIDA

AÑO 2041 d.C.

PLANETA TIERRA
EN ALGÚN LUGAR DEL TÍBET

Blake ladea la cabeza para ver quien ha entrado en su habitación.


Abstraído, vuelve a mirar hacia el cielo, con los brazos apoyados en
la barandilla del balcón.
Ana se pone a su lado.
-¿Mañana?
-Sí. Mañana tendré que volver.
-¿Vas a llevarte a tu madre?
-Supongo…
Silencio.
-Y luego todo volverá a ser como antes.
-No vas a volver con tu marido. Te protegeré, no sufras.
-No puedes. Me encontrará.
La mira. Ella sólo muestra su perfil.
-No.
-Sí, Blake.
Le mira.
-¿Nos despedimos?
Él se queda callado, serio, mirándola.
Ella le besa. No le ha besado desde que llegaron.
Esta vez él no se retira. Ella se aparta tras el leve roce de labios.
-No te conviene estar a mi lado –dice él-.
-No estás prometido, ni…
-Lo sé. Lo supe desde que llegué. Eso se acabó. Y tal vez, bueno,
seguro que es lo mejor.
-¿Por qué?
-Porque no puedo construir un futuro que no tengo. Por eso no quiero
empezar nada… otra vez.
Ella le atusa la barba, esta vez más frondosa que de costumbre.
-No te pido un futuro, ni matrimonio. Sólo una noche.
-¿Para qué? –pregunta él-. ¿Para perderte?. Una noche, ¿y ya está?
Ella sonríe.
-Blake, no todo tiene que ser para siempre. Vive el presente, piensa en
ti por una sola vez en tu vida. Disfruta.
-Pero…
Coge su cara entre ambas manos.
-Es algo natural. Es natural que exista el deseo entre nosotros, porque
eres una parte del hombre al que he amado hasta que te vi entrar por la
puerta de esa sala, diciendo que estabas tomando el palacio.

637
NAZARETH SERRANO

-¿Y te gusto más que él?


-Sí.
-¿Por qué?
-No lo sé. Te vi… distinto.
-¿El bruto?
Ella sonríe.
-El malo.
-Claro, desde tu punto de vista…
Ella se retira un poco, se quita la túnica y se pone frente a la cama.
-Bueno, ¿despedida o me voy?
Blake se da la vuelta para mirarla, abre la boca, pero no dice nada.

Jack sopea la taza de té. Evelyn acurruca la cabeza en su hombro y le


masajea los omoplatos.
Ambos están frente a una pequeña mesa, sentados sobre cojines.
-Mañana tendré que irme –comenta ella-.
-Dirás que nos vamos –dice él-.
-No. JJ tiene que quedarse con alguien.
-Pero, cariño…
Le atusa la barba y él no se resiste a tal cosa.
-Tranquilo. No voy a la guerra. Bueno, no a combatir.
-¿Y si no te vas?
-Pondría en peligro todo esto. Lo atraería hasta aquí.
-¿Por qué?
-No lo sé. Los sueños parecen negar las últimas respuestas a mis
preguntas.
Silencio.
Se escucha el ruido en la planta superior. Jack supone que Ana no está
en apuros, precisamente. Inclina el cuello y entreabre la boca.
-A ver si van a tirar el techo con nosotros debajo.
-¿Qué…?
Evelyn mira también hacia el techo.
-Anda, hombre… No sabía que… Bueno…
-En serio, es de madera. No creo que resista a Blake.
-¡Jack!
Le da una colleja floja.
-Perdona. ¿Un paseo?
-Sí, mejor.
Se levantan y se dirigen hacia la salida. Jack expone una media sonrisa
y comenta:
-Ahí estamos, machote. Que se note quién fue el maestro.
-Jack –replica Evelyn-.
-Orgullo varonil.
-Pues tú y tu orgullo varonil vais a dormir en una esterilla de bambú.
-Vamos, vamos, cariño.

638
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

-Además, ¿qué tienen que ver tus entrenamientos con esto? –pregunta
ya fuera-.
-Hombre, Blake necesitaba una figura masculina y yo le expliqué
algunas cosas…
Evelyn suspira y lo agarra de la mano, porque del pelo corto no le puede
tirar.
Caminan en silencio hasta cruzar el puente. Luego Jack rompe el
mutismo.
-Blake me ha dicho que JJ encontró a un tipo… muerto. Él ha ido a
investigar, pero no ha encontrado más que huellas y un olor que se
desvanece cerca de vuestra nave.
Evelyn medita.
-¿Crees que está aquí?
-No. Según Blake, evitará que venga y que te haga algo malo. Y
también me ha dicho que yo debía protegerte.
-Él me protege.
-¿Y quién te protege si…?. Si él no… está.
-Jack, por favor…
-En serio, cariño. Debo ir.
Evelyn se detiene y él lo hace a la par.
-¿Qué escondéis?
-Nada… -miente-. Es por tu seguridad.
Ella le atusa el pelo naciente.
-Jack, mi hijo va a matar a ese cabrón. Él me protege de todo.
-Sí…
-No temas.
Y se dirige en soledad hacia la derecha, quitándose las lágrimas
incipientes con delicadeza.
Jack la deja espacio.
<Blake te protege de todo… pero no puede protegerte de tus
sentimientos…> -piensa él con pesar-.
Si lo que le ha contado Blake es cierto, duda que hasta él pueda cumplir
con lo pedido.
Se pasa la mano por la cara y busca una solución que se escapa de sus
manos.
Tras unos minutos de soledad y pensamientos, vuelven a unirse en el
puente.
-¿Volvemos? –pregunta Evelyn calculando mentalmente el tiempo que
llevan fuera-.
Jack chasquea la lengua.
-Hombre, pues el líder suele… repetir plato.
-Ah… entonces media vuelta, soldado.
-Oficial –comenta él agarrándola por la cintura-.
-Soldado raso. Que lucho mejor que tú y que Blake.
Jack se ríe.
<Eso espero, cielo, eso espero…>
-Sí, mi generala.

639
NAZARETH SERRANO

-¿Generala?. Soy la reina de la espada.


-Hombre… -Jack expone una risita-. De la rosa puede, pero de la
espada…
Ella le da una palmada en el culo.
-Ahu.
-Estás perdiendo firmeza.
Jack se detiene, la mira ladeando la cabeza y pregunta:
-¿En serio?
Ella se ríe y le besa.
-Estás perfecto.
Jack la levanta y dice:
-¿Vamos al cuarto?. Total, se habrán despertado todos…
-Estoy de acuerdo. Mañana va a ser un día largo y hay que descansar…
-¿Descansar?... o descansar… -dice con voz pícara y acercando su
cabeza a la de Evelyn-.
-Descansar como tú sabes.
-Ah.
Y aligera el paso.

640
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

CAPÍTULO 28: EL PRISIONERO

AÑO TERRESTRE 2029 d.C.

ATLÁNTIDA, SÉPTIMO REINO


EN PALACIO, EN LOS CALABOZOS

E l guerrero va abriendo las puertas de los arrestados por Anton y


les quita los grilletes con su espada.
Uno a uno, va liberando a los príncipes, reyes, princesas, reinas y
cualquiera que contradijera al difundo emperador.
Llega a otra celda, la abre con ayuda de los guardias y entra. Encuentra
a un tipo colgando de los brazos por dos grilletes, delgado, con una especie
de máscara en la cara.
-Tranquilo, vengo a liberarte.
-¿Gabriel? –pregunta el chico-.
-¿Me conoces?
Le quita la máscara y ve un rostro que ha visto en póster y en revistas.
-¿Friederich, el boxeador?
-Eso era.
-Pensé que estabas muerto.
-Una ilusión, chico –comenta-.
Y no miente. Ramsés creó una ilusión que hasta convenció a Anton, el
cual pensó que su hermano había acabado con los sesos triturados. Lo que
pasó en realidad es muy distinto. El golpe de gracia tras la frase “K.o.,
campeón” ni le rozó. Los puños de Ramsés se detuvieron antes de tocarle
un pelo, pero él se derrumbó como el chico le pidió. Luego, dos guardias lo
recogieron y, compinches, lo encerraron en la celda más lejana que
encontraron. Anton nunca se molestó en visitar una celda “vacía”. Le
curaron las heridas del combate y luego Ramsés, por extraño que parezca,
no le pidió nada a cambio de su vida. Tal vez porque cuando tuvo ese
cuchillo, en vez de intentar clavárselo al adversario, lo lanzó contra su
hermano. O tal vez, como dijo Ramsés en una ocasión, “merece vivir quien
lucha por ello”. Y él no dejó de luchar hasta que no le quedaron fuerzas.
Sea como sea, ahora sólo quiere reunirse con su madre.
Le quita los grilletes y se derrumba. Se palpa las muñecas doloridas y
se deja ayudar por un guarda, que echa un brazo sobre sus hombros y le
ayuda a levantarse.
-Me debes un autógrafo –comenta Gabriel y continúa-.
Rebeka, recién liberada, mira a su hijo y se lleva las manos a la boca.
-¿Eres real?
-Claro, madre. Te lo explicaré luego…
Se abalanza sobre él y lo estruja. El guardia se retira y Friederich coge
fuerzas renovadas para mantenerse en pie después de todo ese tiempo de
inmovilidad.

641
NAZARETH SERRANO

Su novia y Leon también parecen estar bien, dentro de lo posible.


Gabriel saca a los últimos presos, entre los que está Thomas, y
comenta:
-Bueno, ¿tenéis hambre?
Todos hablan a la vez.
-De acuerdo. Lo suponía. Arriba tengo todo preparado.

Friederich se siente afortunado. Pero, sigue sin saber por qué Ramsés
le dio otra oportunidad… ¿no era tan frío?, ¿aún le quedaba algo humano o
necesita algo de él?
No piensa más en ello cuando ve la mesa puesta.
El olor a comida le vuelve un animal y no tarda en sentarse y empezar a
comer, con las manos y sin pudor. Rebeka no se corta en absoluto en hacer
lo mismo, y su chica tampoco.
Gabriel sonríe y comenta:
-Todo ha comenzado en la Tierra.
-¿Y dónde se supone que estamos? –pregunta Friederich masticando-.
-No lo sé… Pero, ¿cómo llegó la Atlántida hasta dónde quiera que
estemos?
-Sí –dice Leon dando buen uso a sus dientes-. Eso ya me lo pregunté
yo.
-¿Y cómo has llegado hasta aquí? –pregunta Rebeka-.
-Con la nave de Mitch. La que tenía en el sótano.
-Ah… ¿Y te la ha dejado?
Gabriel se aclara la garganta.
-La casa está embargada por Terra Nova.
-¿Por qué?
-Mitch, Alex y Elisabeth están muertos. Y Ramsés, el heredero principal,
desaparecido… con mis padres y mi hermano. He intentado traer lo más
importante de ese museo, para que no descubran nada que nos delate.
Leon traga.
-Pero, que me aclare. Eres el hijo de…
-Gerhard.
-¿Y ese cabrón se ha unido a Ramsés?
-Sí.
-¿Por qué?
Gabriel se encoge de hombros.
-Quiero ir a ayudarle, a quitarle de la cabeza esas ideas absurdas que
tiene. Pero no sé ni dónde está.
-Está en el Planeta de Hielo –dice Leon-.
-¿Dónde?
-En el Planeta de Hielo.
-¿Cómo se llega hasta allí?
-Con una nave con control de las dimensiones. O traspasando un
agujero de gusano.
-Lo segundo si puedo conseguirlo.

642
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

-Hombre… según con qué nave. Con la de Mitch no puede ser.


-¿Y con todas las que he encontrado en la Atlántida?
-¿Eh? –pregunta Friederich-.
-¿No lo sabéis?. Han venido visitantes.
-¿De dónde?
-Buscan una nave roja, porque dicen que dentro está el cuerpo de no sé
qué Dios suyo. Y dicen venir debajo de superficie de la Tierra.
-¿De debajo de la superficie de la Tierra?
-Sí. Pero el caso, es que dicen que nosotros también estamos debajo de
la superficie de la Tierra. Y que sobre nuestras cabezas hay toneladas de
agua.
-Y la pregunta es… -empieza Rebeka-.
-¿Cómo acabó la Atlántida en Agharta? –termina Leon-.
Gabriel eleva la copa y dice:
-Descúbranlo, aventureros. Que yo, tengo que seguir con mi trabajo.
-¿Cuál es tu trabajo? –pregunta Friederich-.
-Por ahora, intentar hablar con los visitantes.
-Oye, ¿y qué ha pasado con el emperador? –pregunta la rusa-.
Gabriel se ríe.
-Tanto poder, que explotó.
-¿Qué explotó?
Gabriel se encoge de hombros.
-No preguntes más…
La rusa hace caso. Mejor no saber algunas cosas. Rebeka agacha la
cabeza.
Gabriel se retira y los deja comiendo.
Se empachan y beben demasiado, pero de cualquier forma, se sienten
afortunados.

643
NAZARETH SERRANO

644
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

CAPÍTULO 29: LA MUJER

A BORDO DE “SANGRE”
SOBREVOLANDO EL PLANETA DE HIELO

lake se despereza cuando su cámara se abre. Se palpa los


Bpárpados y se incorpora. Mira a un lado y a otro y ve que el resto de
cámaras siguen estando cerradas.
Sale del tubo con pasividad y mira a Jack. Se ríe de su cara al dormir
plácidamente y pulsa unos comandos luminosos.
La placa de cristal se abre y Jack masculla:
-No, cariño, unos minutos más…
-Lo siento, mi vida, pero tienes que despertar –comenta Blake con tono
burlón-.
-Amor… ¿qué te pasa en la voz? –pregunta Jack poniendo los brazos
sobre la cara, para que no le dé la luz-.
Blake le toca el mentón.
-Venga, churri.
Jack bosteza y aparta los brazos.
-Pero, cari… -entreabre los ojos-. Ya te vale, tío.
Blake se encoge de hombros.
-Yo es que soy muy mimoso.
-Pues si llega a ser una cama normal, te hubiera agarrado –dice Jack
levantándose-.
Blake le guiña un ojo y dice:
-Anda, bandido.
Jack saca la lengua y bufa.
Blake se pone al lado de la cámara de su madre. La abre y Evelyn dice:
-Mamá, ahora no… Hoy no tengo universidad…
Jack se ríe.
-Madre…
-No… madre tú…
Y le da un manotazo a Blake, que estaba agachado frente a ella.
-Madre mía. ¿Se despierta así siempre? –pregunta-.
Jack asiente con la cabeza.
-Siempre tengo un escudo al lado de la cama.
Evelyn entreabre los ojos.
-¿Quién es usted?
-Blake.
-Ah… ¿eres un guerrero?
Parpadea.
-Ah, hola hijo.
-Menos mal.

645
NAZARETH SERRANO

Se incorpora rascándose los ojos. Jack intenta levantar a JJ, que se


limita darse la vuelta en la c, que para él es muy grande, y se vuelve a
dormir.
Blake se dirige hacia la última cámara que debía estar ocupada. Vacía.
Se dirige hacia la puerta, la traspasa y pregunta:
-¿Ana?
Nadie responde.
La busca.

AÑO 1277 DC

PLANETA DE HIELO
EN TERRITORIO CONTROLADO POR VOVERKAM

Ana despierta y palpa la cama con la mano. No tarda en dar con un


cuerpo.
-¿Dónde estamos? –pregunta ella sin abrir los ojos-.
-En casa.
-¿En el templo?
-Sí –miente el otro-.
Ana se acurruca y masculla:
-¿No puedo dormir un poco más?
-No, cariño –comenta él atusándola el pelo-. Antes de que te vayas con
el cabrón de tu marido, quiero tenerte otra vez.
-Ay, Blake, unos minutos y te hago caso –dice poniendo la cabeza en su
pecho-.
Podría haberlo matado, piensa Ramsés. Pero no ha tenido tiempo de
intentar, siquiera, abrir su cámara. Sólo ha tenido tiempo para recuperar a
su esposa, y luego ha visto que estaba despertando. Ha preferido largarse
antes de enfrentarse a él con Jack y Evelyn de por medio.
-Ana, abre los ojos.
Ana, cansada, entreabre los ojos. Se aparta al instante hasta el punto
que casi se cae de la cama. Ramsés la agarra por un brazo y dice:
-Voy a hacer como que no he oído nada. Voy a olvidar que te has
acostado con él. Voy a perdonarte. Pero… –se pone encima de ella en un
acto tan rápido como imprevisible- si se te vuelve a ocurrir hacer algo
similar, te mataré.
Ella no dice nada.
Él hunde los puños en el colchón, a ambos lados de su cara.
-Y ahora, demuéstrame que me quieres. Demuéstrame que sólo ha sido
una aventura.
Ana le toca la cara procurando no ponerse nerviosa y dice:
-Claro. Ahora que vuelvo a estar contigo, he descubierto que eres el
hombre de mi vida. Lo siento, he sido una estúpida.
-No pasa nada…

646
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

-No, es cierto. No mereces que te engañe de esa manera, después de


lo que has hecho por mí.
-No importa. Pero deberías habérmelo entregado cuando estaba
drogado.
-Sí… lo siento…
-No importa. Lo mataré y acabaré con sus engaños. Porque has sido
víctima de sus engaños, amor…
-Claro…
-Es sólo un rostro, un cuerpo sin vida. Te sedujo para su placer y luego
ha dejado que te rapte. No te quiere, yo sí.
-Lo sé.
-Te quiero.
-Y yo.
La besa y, por primera vez, no siente nada con él.
Él se hace a un lado. Ella piensa que la va a dejar en paz.
-Anda, desvístete y ven a la cama.
-Claro, cariño.
Se levanta, pues es difícil quitarse el traje espacial entre sábanas.
Ante la atenta y extraña mirada de su marido, ella se va quitando el
traje. Procura no exteriorizar sus sentimientos, aunque presiente que él los
conoce con sólo mirarla. O tal vez no, tal vez esté ciego por ella.
Se demora, lo hace despacio y metódicamente.
-Amor, no me hagas esperar, que he pasado mucho tiempo sin ti.
-Lo siento. Estoy un poco nerviosa.
-¿Por qué?
-No lo sé… Porque he pasado tiempo sin ti –añade quitándose la parte
de arriba del traje-.
Ramsés la mira.
-No te preocupes. Reviviré el deseo cuando empecemos.
-No he dicho que no te desee –comenta sacándose el traje por las
piernas-.
-No, pero lo siento. Es normal, después de estar con ese malhechor.
Va hacia la cama.
-¿Estás segura? –dice Ramsés-.
-¿Cómo?
-¿Vas a acostarte con tu marido?
-Claro…
Sonríe.
-¿Vas a ayudarme a capturar a Blake?
-Sí…
-¿Seguirás mi plan?
-Sí…
-Te estaré viendo. ¿Estás segura de que podrás convencerlo para que
venga hasta dónde quiero?
Ella intenta meterse en la cama, él se lo impide, con los reflejos de una
pantera.
-¿Sabes lo que te juegas?

647
NAZARETH SERRANO

-Mi vida… -responde ella-.


-La tuya, la del hombre al que llamas padre…
-No toques a William.
-No le pasará nada si sigues el plan.
Ella le da una bofetada que deja a Ramsés helado.
-Cabrón, si te atreves a hacer algún daño a mi padre…
-¿Es el único que te preocupa?
Ana se queda callada unos segundos, luego suelta:
-No te quiero. Le quiero a él. Con que me mire me siento en las nubes,
cuando me besa creo que estoy en el cielo, y en la cama es mucho mejor
que tú.
Se arrepiente al instante de haber dicho eso. Es más, no pensaba decir
nada parecido. Es como si la hubieran dado la droga de la verdad.
-Lo siento…
Él la mira con una expresión extraña en el rostro.
-Perdoname –repite ella-.
-Vístete y sal de aquí. Te iré a ver luego.
-Pero…
-Vamos, Ana, haz lo que te mando.
Se atreve a agacharse para besarlo, en un vano intento de aplacar su
ira. Él no se retira.
-Venga, que luego te veo –comenta él cuando se separan-.
-Te juro que te quería –dice sinceramente-. Y aún siento algo por ti. No
quiero que te mate –afirma, de nuevo, con sinceridad-. Pero tampoco quiero
que muera él. Es como… si necesitara a los dos, pero de forma diferente.
Él no dice nada. Le ha crecido el pelo, está más musculoso,
seguramente porque ha tenido que luchar mucho, y no se ha afeitado,
como solía hacer. Ha cambiado.
Ana sabe que cuando su marido no grita, insulta o mata a alguien que le
humilla de tal manera, es porque piensa hacer algo peor con él.
-No me rechaces… -comenta ella, pensando que si le complace se le
pasará-.
Él se recuesta de nuevo en la cama y con la cabeza indica que se
tumbe.

648
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

CAPÍTULO 30: ATLÁNTIDA

E velyn corre mientras la Atlántida entera tiembla bajo sus pies.


Olas gigantescas se forman en la costa, y rompen de forma
violenta arrasando con todo a su paso.
Evelyn ve como un templo entero desaparece tras la lengua de agua.
-¡Vamos!
Jaboc tira de su mano y la lleva hacia el lado contrario, hacia las
montañas.
La gente que está despierta grita, la mayoría es arrastrada por el agua y
desaparece.
Grietas enormes empiezan a formarse en la tierra, y un edificio de culto
se derrumba delante de sus ojos, para después ser devorado por el terreno.
Evelyn corre con todas sus fuerzas, pero las piernas le fallan. Se golpeó
fuertemente en una durante un seísmo que le tiró un escombro encima y
ahora empieza a fallarle más contundentemente.
Jaboc la coge en brazos.
-No llegamos… -dice ella agarrándose a su cuello y viendo una segunda
tromba de agua arrasando más interiormente que la anterior-.
Jaboc corre con ella encima, herido y sangrando.
-Si no llegamos, al menos moriré a tu lado.
Un huracán lejano une el cielo y la tierra. Un volcán entra en erupción y
la lluvia de fuego y cenizas se le asemeja cercana. Evelyn hunde la cabeza
en el hombro de Jaboc.
Una nave negra surca el cielo.

Los temblores se hacen salvajes, haciendo que parte del techo de las
grutas se derrumbe. Jaboc corre con todas sus fuerzas por las grutas.
Evelyn lo estruja y piensa en qué momento quedarán lapidados.
-Coge aire, vamos al agua.
Evelyn así lo hace.
Jaboc salta a un enorme agujero que hay en la gruta y, tras unos
momentos de caída libre, en los cuales se golpea en un hombro, cae al
agua.
Saca a Evelyn primero con el brazo sano, la cual coge aire.
Se impulsa con los pies y emerge, con la cara ensangrentada por los
rasguños.
-Un poco más, amor –dice acariciándola en pelo mientras la sostiene a
flote-. Ya llegamos, pero… no entiendo qué buscas aquí.
-Confía en mí.
-La entrada está bajo el agua. Es angosta, entraré primero. ¿Tienes
fuerzas?
-Sí.
La besa.

649
NAZARETH SERRANO

-Te quiero. Y estaré siempre a tu lado, como te prometí.


-¿Estás bien?
-Sí –miente-.
Está hecho polvo. Le han hecho una herida muy profunda, que ha
tapado con su traje. Ha vuelto a sangrar, pero supone que Evelyn no lo
notará bajo el agua.
Ella no dice nada.
Él la ata a su cuerpo.
-Por si te desmayas. No podré moverme bien dentro.
Le entrega un aparatito.
-Para respirar, pero tiene poca capacidad. Lo siento, no tengo otra cosa.
-De acuerdo.
Se sumergen. Él la da la mano bajo el agua y ella ve algo rojo flotando
en forma de mancha.
Piensa que será alguna herida superficial, puede que hasta suya, que
sangra. Y lo sigue a la gruta angosta.
El camino se va estrechando. La capacidad pulmonar de Evelyn es
mucho más reducida que la de Jaboc, pero puede utilizar el respirador,
aunque apenas tenga capacidad, puede ser decisivo.
Jaboc la ayuda tirando de ella, y Evelyn piensa que el camino es
interminable.
El trayecto es largo, y Evelyn comienza a usar el aparatito.
Jaboc sigue ayudándola a avanzar.
La capacidad del aparatito se muestra demasiado reducida y Evelyn
coge una última bocanada antes de desecharlo.
Jaboc sigue avanzando.
Evelyn siente que se desmaya y Jaboc hace lo que puede por salir lo
antes posible.
Al fin ve el fin de la gruta, alumbrado en esmeralda.
Coge el cuerpo inerte de Evelyn y la lleva a la superficie tan rápido
como puede. Luego emerge él.
-Cariño… aguanta… -masculla escalando por la roca como buenamente
puede-.
Con el esfuerzo le duele el costado, donde le han herido. El traje se está
manchando cada vez más de sangre. Aprieta los dientes y sigue escalando.
Llega arriba, se apresura a poner a Evelyn sobre la roca y a reanimarla.
Evelyn tose agua y se incorpora levemente.
-Ya casi estamos. Sigue recto y llegarás.
-¿Y tú?
-No puedo más… dame unos minutos –comenta entre dientes y medio
derrumbado-.
Evelyn se fija en la sangre.
-Pero… ¿qué te pasa? –pregunta agarrándolo-.
-No es nada. Te seguiré en cuanto cicatrice.
Miente. El arma con la que le han hecho eso pone difícil tal acción.
Le besa.
-Esperame aquí –dice ella-.

650
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

Él, tendido de lado y desangrado, sonríe.


-Te quiero.
Evelyn se quita un collar, que pone en su cuello y desaparece en una
cueva.
Jaboc se incorpora como puede, coge una daga de su cinto y espera.
Su hermano no tarda en aparecer.
-Huiste de mí. Pero el destino siempre nos unirá –comenta su hermano
alzando una espada extraña-. Si te apartas, te perdonaré la vida.
Jaboc simplemente se queda en medio de la entrada.
Su hermano se quita el casco y lo mira con esos ojos extraños. Su pelo
moreno cae sobre su perfecto rostro.
-Muy bien. Seré benevolente y lo haré rápidamente.
Acomete contra Jaboc, que lo repele con dificultad y doblándose hacia
el costado dañado.

Evelyn llega al Corazón de la Atlántida. El torbellino de colores se hace


más intenso ante su presencia. Sus ojos se vuelven celestes y pierden las
pupilas.

Jaboc rueda a un lado repeliendo la acometida de su hermano. La


espada de este choca con la roca produciendo un ruido sordo. Se intenta
levantar, pero su hermano arremete contra su cuello. Se mueve y al final
recibe una herida que surca su ojo derecho.
Un tanto aturdido se incorpora e interpone la daga entre ambos.
Jaboc está acabado. Suda, a punto de desmayarse, con un ojo cerrado
y medio doblado.
Su hermano sonríe y se dispone a atestar el último golpe, Jaboc sabe
que no tiene fuerzas para seguir repeliendo más las acometidas. Sólo le
queda una opción.

Un haz de luz atraviesa el pecho de Evelyn, que queda arrodillada en el


suelo.

En el exterior, un niño mira incrédulo como la ola que se abalanzaba


sobre su cabeza choca contra un escudo de rayos celestes que cubre el
cielo. Tras un último suspiro, el volcán deja de escupir fuego. La Tierra se
asienta a sus pies.
De repente, algo vuelve a moverse.
Tras una sacudida que lo manda al suelo, ve como el cielo desaparece
ahogado por el agua, que se mantiene como suspendida por los rayos
azules.
Su hermano mayor llega hasta él y lo agarra, sin dejar de mirar al cielo.

651
NAZARETH SERRANO

Unas naves se vislumbran, pero parece que no pueden traspasar el


escudo.
Mirando al horizonte sólo ven agua. El Sol y el cielo parecen estar lejos.

Jaboc sonríe con sus dientes llenos de sangre cuando su hermano pega
el cuerpo al ajeno, tras haber traspasado su pecho con una espada, de lado
a lado.
Con sus últimas fuerzas le clava la daga en el cuello y su hermano
expresa desconcierto. Tan seguro estaba de su victoria, que en vez de
decapitarlo o, simplemente, atravesarlo y alejarse, ha querido estar cerca
de él y doblegarlo lentamente.
Se quedan quietos unos segundos, como si el que se desmayara
perdiera.
El hermano de Jaboc se derrumba al poco, quedando de rodillas, e
intentando sacarse la daga del cuello.
Palpa la empuñadura y se derrumba definitivamente. No se levanta.
Jaboc gime de dolor cuando el alma de su hermano entra en su cuerpo.
Luego es él quien se postra y, en un último acto, saca la espada de su
pecho lanzando un grito de dolor.
Tira el arma a un lado y se lleva las manos a la herida. Es mortal.
Sonríe y se apoya en una pared, mientras se deja acariciar por la Diosa
muerte. Su hermano no lo espera en la otra dimensión. Harán este último
viaje juntos.
En su último pensamiento como Jaboc, y no como dualidad encontrada,
piensa en Evelyn. Luego, su hermano echa un último vistazo a través de
sus ojos al cuerpo en el que moró.
Cierra los ojos y el cuerpo cae por la roca. El hermano lucha contra la
muerte del cuerpo físico y termina abandonando el cuerpo, llamado por el
nacimiento.
Una luz verdosa mana por el túnel y envuelve a ambos. Una sombra se
aproxima y se agacha para coger el cuerpo de Jaboc. Desaparece tras una
luz roja.

Una nave roja surca la Atlántida. Traspasa el escudo y se pierde,


dejando tras de sí un rastro blanquecino en el agua.

El extraño introduce en el pecho del caído un aparato luminoso. El


corazón vuelve a latir por un momento.
Introduce el cuerpo en una cámara y cierra la crisálida. Ajusta los
paneles y desaparece tras una puerta.
El alma de Jaboc es atormentada por la vida material y por la mente de
su hermano. No se puede reencarnar, pues sigue morando en un cuerpo
terrenal.

652
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

Evelyn está suspendida en el aire en medio de una columna de luces.


Su cuerpo brilla. Su mundo se sumerge con sus conocimientos, su guerra y
su destrucción.
Ve el alma atormentada de su amado gritando al lado de las luces.
-¡Evelyn!
La sacerdotisa se pierde entre el torbellino de colores.
-¡Evelyn, no me dejes!, ¡te necesito!, ¡no me abandones!
Se postra en el suelo y llora como un crío.
-Te quiero, Evelyn…
Pega la frente a la roca.
-No puedo… te necesito… te quiero…

Evelyn despierta en el palacio de Voverkam, ahora tomado por su hijo.


-¡Blake! –grita incorporándose-.
Su hijo está a su lado, sentado al borde de la cama.
Coge una de las manos de su madre y dice:
-¿Estás mejor?
-¿Qué me ha pasado?
-Te has desmayado.
Evelyn lo mira y sonríe.
-Lo siento.
-¿Por qué?
-Por nada…
Le abraza. Blake la estrecha contra sí. Se quedan así un momento, sin
decir nada.

653
NAZARETH SERRANO

654
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

CAPÍTULO 31: DEBER

AÑO 1277 DC

PLANETA DE HIELO
EN TERRITORIO CONTROLADO POR LA RESISTENCIA, EN
PALACIO, EN LA SALA DE MAPAS

Blake es asesorado por sus oficiales. Lánzela lo mira con interés,


pero para ella sólo es el líder al que nunca se atrevió a decir nada al
respecto de su atracción. Blake no cruza demasiadas miradas con su
general del ejército aéreo, para no revivir cosas que, en realidad, “nunca
han pasado”
Norbert, que se recupera de una explosión, utiliza su mano biónica para
señalar un lugar en el holograma.
-Aquí se está llevando a cabo la batalla más importante. Si conseguimos
avanzar hasta aquí –señala otro punto-, podríamos aplastar toda esta zona
atacando de frente y por ambos lados a la vez. Sus únicas posibilidades
serían retroceder o ser arrasados. Por supuesto, no utilizamos fuego aéreo,
como ellos. Por ahora, ninguno quiere destrozar el territorio.
>Pero, si lo viera conveniente, líder, podríamos bombardear toda esta
zona –circunda un punto-, para abrir camino hasta aquí –señala otro-. Eso
les dejaría medio derrotados.
-Y morirán niños y mujeres, porque el emperador no ha evacuado las
zonas rojas, siquiera –comenta Blake-.
-Bajas necesarias –comenta un Hark-.
-Como la de Adolph… -masculla Blake-.
-Murió luchando, con honor –dice un hark-.
-A manos de Voverkam.
-Sí. Fue valiente. Cumplió con su deber.
-Sí. Y yo cumpliré con el mío.
-¿A qué se refiere? –pregunta Norbert-.
-Se acabó la guerra.
-¿Qué? –pregunta Kiexerus-.
-Retaré al príncipe.
Todos se miran. Cuando un líder reta a otro a un combate entre ambos,
significa que es a muerte, y que el que viva, llevará a su ejército a la
victoria, ya que el contrario acatará su derrota.
-Pero… de cualquier modo, sería al emperador –dice Norbert-.
-No. El príncipe es quien manda. Además, le daré lo que quiere.
-¿Qué?
-Un combate entre ambos.
Todos se miran.
Kiexerus pone una mano en el hombro de Blake.
-¿Estás preparado?, muchacho.

655
NAZARETH SERRANO

-Sí.
-Bien. Las cosas han cambiado mucho desde que dijiste que te
enfrentarías a él.
-Ya tienes tu venganza –comenta Blake-.
-No, chico. Eso quedó atrás. He conocido a una mujer. Quiero formar
una familia. Sólo quiero salir vivo, y tener un líder que haga resurgir la paz y
la estabilidad en este planeta, como ya ha logrado en Fingux.
Blake sonríe.
-Vale. Pues quedas despedido del ejército.
-¿Cómo?
-Tranquilo. Esto no durará tanto. Voverkam no puede rechazar mi reto.
Vete a Fingux y ten un par de hijos. Esa será mi venganza.
Kiexerus se ríe y le da un abrazo, cosa poco común en un hark.
-Sé coherente, chico. Da igual que el príncipe muera o no, sólo ocúpate
de salir vivo.
-Eso es… complicado.
-Te harán una estatua.
Blake se ríe.
-Pero de mi aspecto actual, por favor. Antes era un flaquito.

EN TERRITORIO FIEL A VOVERKAM

El príncipe para el vídeo que proyecta la esfera y se atusa la barba.


Está sólo en sus aposentos. Se ha adueñado de un templo y lo ha
convertido en su “palacio”.
Los guardias se apostan como abejas alrededor de su panal. Nadie
puede entrar o salir sin ser identificado. Sin embargo, Voverkam teme que
Blake si pueda.
Apenas duerme, come poco, no se afeita a menudo y se pasa el día
mirando como su mujer charla con las sirvientas, sin tocarla, sin decirla
nada. O tal vez, mirando como se baña, desde el otro extremo de la bañera,
como abstraído.
Ana, la única persona, a parte de Ancel, que puede estar a su lado
cuando no tiene la máscara puesta, pregunta:
-¿Qué mirabas?
-Me ha retado.
Ana se queda helada.
Él la mira a los ojos.
-Sabes que pase lo que pase, perderás a los dos...
-Pues huye.
-No.
-¿Te has vuelto loco?
-Déjame. Sal de mis aposentos. Tengo que relajarme para preparar todo
lo referente.
Ana se acerca a él. Ramsés se levanta de la silla que ocupaba y recibe
su beso.

656
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

-Por favor. No puedo ver cómo te matan, o cómo tú le matas –comenta


pasándole los brazos por el cuello-.
Ramsés clava su mirada en la de su mujer y dice:
-Vete. Vete de mí territorio.
-¿Qué?
-Que te vayas. Te escoltarán hasta sus tierras.
Ana se queda callada. ¿De verdad la está desterrando?
-¿Por qué?
-Mañana. No quiero retrasar más lo inevitable.
Ana siente los imponentes brazos de su marido en la cintura.
-Despídete de mí antes. Y después ve con él. Porque mañana, al
anochecer, estará muerto.
-No puedes matarlo.
-Sí, sí puedo. Pero tal vez consiga apresarlo. Si lo consigo, ¿será todo
como antes?
-¿Le perdonas la vida?
-Me la perdono a mí mismo.
Ella le mira. En su rostro encuentra algo que nunca ha visto. Algo
extraño… ¿se está derrumbado?
-No puede volver a ser como antes.
Él mira al techo.
-Bueno. Ya veremos…
Agacha la cabeza y la besa. Luego la estrecha contra sí y dice:
-Vuelve antes del anochecer de mañana.
-¿No me destierras?
-No.
Se quedan así un momento.
-¿Por qué? –pregunta ella al fin-.
Se separan. Ramsés tiene los ojos brillantes, pero de un modo distinto
al habitual. No brillan por su fuerza, sino por una debilidad que no conocía.
Brillan por las lágrimas.
-Vamos, lo tengo todo preparado para tu viaje. Y están avisados de tu
llegada. Bueno, Blake no.
-No has respondido.
-¿Acaso hay respuesta?. No, yo no sé por qué lo hago. Pero
aprovechate de mi locura, antes de que arrepienta.
Ella le da un beso en los labios y se marcha sin decir más.
El príncipe se pone su casco y sale en busca de un soldado.
-¿Mi Kort? –dice el soldado agachándose-.
-Levántate. Y responde al líder rebelde. Mañana, al anochecer, aceptaré
su reto si así lo quiere.
-Sí, mi Kort –y se marcha medio corriendo pensando en el fin de la
guerra-.

657
NAZARETH SERRANO

EN TERRITORIO CONTROLADO POR LA RESISTENCIA, EN


PALACIO

-¡Estás loco!, ¡no dejaré que lo hagas!


Blake coge a su madre por las muñecas para evitar que lo golpee.
-Madre. Por favor…
-¡No!
-¿Has visto cuantos niños se han quedado sin padre, sin madre, sin
hermanos o hermanas?
-No…
-La guerra es un monstruo que se alimenta de las decisiones de los
lunáticos que la dirigen y de las almas de los pobres soldados que mueren
por las decisiones de otros. Se acabó ser la garra que azote las cabezas de
esos pobres inocentes que aún siguen en territorio de Voverkam.
-Pero… ¿no podrías aniquilarlo con tu tropa de naves?
-¿Y matar a todos esos inocentes?.
Evelyn gira la cabeza para no mirarle a la cara.
-¿Y tú tienes que morir por ellos?
-Hombre… Tal vez gane.
-Me ocultas algo.
-No. Te quiero.
-Si me quisieras, no harías que sintiera miedo por perderte.
Blake la abraza.
-Vamos, sabes que tengo razón.
-No –dice ella entre sollozos-. Estás loco.
-Vale…
-No vayas. Escapemos.
-Madre…
-Que no voy a dejar que vayas.
Blake se ríe.
-No dudo que puedas pararme. Luchas mucho mejor que yo. Pero, debo
mantenerte al margen.
-Ni hablar.
-Sí. Te quedas aquí y yo volveré con la victoria y sonriente.
Ella le mira.
-Blake, por favor…
-No digas nada más. Sabes que toda mi vida me he preparado para
esto. Es mi deber, mi destino.
-¿Tu destino es salvar un planeta extraño y una raza que se dedicaba a
matarse entre sí hasta que llegaste?
-Sí.
-Pues yo no creo en el destino.
-Lo comprenderás. Merece la pena esta lucha…
Ella le estruja y se marcha medio corriendo sin decir nada más.
Blake suspira y se sienta al borde de la cama. La puerta entreabierta
deja ver una figura que da unos toquecitos con los nudillos.
Blake comenta:

658
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

-Adelante…
Se le atrancan las palabras al ver a Ana. No le sale otra cosa que
besarla de forma poco delicada y acogerla entre sus brazos. Ella se deja
hacer. Las explicaciones sobran ahora.
Norbert, apostado en la entrada, cierra la puerta tras echar un vistazo y
sonreír.

659
NAZARETH SERRANO

660
Vi a un ángel que bajaba del cielo; tenía en la mano la llave del abismo
y una gran cadena. Prendió al dragón, la antigua serpiente, lo encadenó por
mil años, lo arrojó al abismo, que cerró y selló después, para que no
pudiese seducir más a las naciones, hasta que se cumpliesen los mil años,
después de los cuales debe ser soltado por poco tiempo.

Apocalipsis, 20

¡El fin y el principio sólo son sueños...! Sin nacer, sin morir y sin
cambiar, el espíritu siempre permanece...

Maese Gregorio

Más que buenos principios prefiero mejores finales.

Anónimo.
3. EL PRINCIPIO DEL FIN
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

CAPÍTULO 32: RECONSTRUCCIÓN

AÑO TERRESTRE 2030 d.C.

ATLÁNTIDA, SÉPTIMO REINO


EN LA CIUDAD

G abriel supervisa el trabajo de los atlantes. Una nave eleva una


estatua caída y la pone en la posición correcta. Su cabeza aún está
en el suelo.
Un atlante usa la anti-gravedad para colocarla en su lugar. Una especie
de vehículo volador, de forma oval, con una mujer atlante a bordo, se
encarga de vincular la piedra, que queda como nueva.
Los grabados de la estatua se alumbran, como por arte de magia, en
color celeste.
Gabriel asiente con la cabeza y pasea por las calles. Varios niños
trasladan las rocas talladas para pavimentar, claro está, con ayuda de la
anti-gravedad.
Leon comenta algo a su novia, Rebeka, poniendo cara de héroe.
-Sí… Claro que me enfrenté a ese tipo. Vamos, que Jack era el débil.
Siempre lo supe. El caso es que cuando vi a mi hermano por primera vez,
el pobre no sabía qué hacer frente a mí…
-¿En serio?
-Soy un león –dice inflándose-.
-Miau.
Leon expone una media sonrisa.
-¿Un leopardito?
-Un gato doméstico.
-Rebe…
Friederich se ríe al pasar frente a ambos y se encamina hacia Gabriel.
-¿Has visto a mi…?
-Oh, claro que sí –señala a la derecha-.
Aleksandra está tomando nota de todo, como si los atlantes fueran sus
pequeños nacimientos en un laboratorio.
-Vaya, ya estamos otra vez… -comenta Friederich que se encamina
hacia ella, para la relajación de un pobre chico, al que hacía tantas
preguntas a la vez, que no sabía por dónde empezar a responder-.
Gabriel entra en el templo. La restauración va viento en popa. Puede
que como le han indicado, no pueda llegar hasta su padre. Puede que
aunque lo consiguiera, no pudiera librarlo del “hechizo” que lo domina.
Pero, al menos, ha encontrado su lugar.
Para él, se llama paraíso. Para el resto, es su continente.
Los príncipes y princesas están trabajando también en el templo. Se
ríen, se mezclan con el resto y, alguno que otro, descontrola su vehículo,
acostumbrado a que lo lleven. Pero para ellos no es un mal día de trabajo.

665
NAZARETH SERRANO

Es el día en que se sienten útiles e iguales. Y el mundo que han


descubierto les gusta.
Los seres extraños que visitan la Atlántida contribuyen a su
reconstrucción de forma desinteresada, pero apenas entablan conversación
con nadie.
Suelen ir vestidos con trajes espaciales blancos y nadie los ha visto sin
su casco.
No parecen hostiles o peligrosos. Muy al contrario, han colaborado
trayendo máquinas especiales de su mundo.
Gabriel se dispone a salir del templo, cuando una princesa lo llama y
corre hacia él.
-¡Gabriel, espera!
El chico expone su mejor sonrisa y dice:
-¿Sí?, ¿necesitas ayuda?
-Sí, la verdad. Necesito que me enseñes a usar esa máquina –y señala
una especie de vehículo con aspecto de excavadora-.
Se decepciona. Pensaba que lo llamaba para alguna cosa más…
ruborizante.
-Ah… claro…
-Y luego, podríamos dar un paseo –añade agachando la cabeza, un
tanto avergonzada-.
Gabriel se apunta un tanto y la coge por los hombros.
-Claro que sí… Sabes, yo en mi mundo, era un príncipe.
-¿De verdad?
-Claro. Pero vine aquí para poner orden… -comenta encaminándose
hacia la máquina-.
Friederich, cargado ya con unos bloques de piedra, niega con la cabeza
y sonríe.

666
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

CAPÍTULO 33: VILHELMMOR

AÑO 1277 DC

PLANETA DE HIELO
EN TIERRA CONQUISTADA POR LA RESISTENCIA

A pesar de que Evelyn ha sido conducida hasta su habitación y


escoltada por varios guardias y por su marido, para que se
quedara dónde está, esta ha conseguido escapar y tiene a media
resistencia buscándola.
No se va a quedar de brazos cruzados mientras su hijo se marcha hacia
la muerte.
Camina por las calles desiertas. Todos quieren ver la lucha, y quien no,
la busca.
Se pone tras una columna del templo cuando un aparatito flotante barre
la zona y el disco volador de reducido tamaño pasa de largo.
Se dispone a salir de su escondrijo, cuando una sombra se abalanza
sobre ella y la derriba con tal ímpetu que abre las puertas del templo con su
espalda y rueda por el suelo de este un par de veces.
Apenas tiene tiempo de abrir los ojos antes de tener que apartarse del
filo de una espada, que choca contra el suelo produciendo un ruido extraño.
Con las piernas, barre al contrario, que se cae de culo. Se incorpora de
un salto y saca la daga roja que JJ encontró.
Para cuando eso ocurre, el Vilhelmmor ya está en pie.
-¿Me buscabas? –pregunta el emperador-.
Evelyn mira su máscara y se pone en posición defensiva.
-No. Seguía a mi hijo.
-Déjale. Tú y yo tenemos nuestra propia cuenta pendiente.
El emperador arremete. Evelyn interpone su espada en horizontal y la
otra choca contra esta.
No mantiene un pulso de fuerza, sino que obliga al otro a retirarse con
un movimiento.
-Anda, la princesita sabe luchar –comenta el emperador-. Mejor, más
diversión –añade en tono burlón.
Las puertas del templo se cierran de repente, sin que nadie las toque.
Evelyn se aparta del adversario, y este carcajea.
-Vamos, no te resistas. Ven con tu igual.
Evelyn sopesa una manera de escapar. El emperador vuelve a
arremeter con tal rapidez, que Evelyn sólo ve una sombra. Pero ella
también sabe jugar a eso. Se pone las pilas y repele cada acometida con su
daga roja.
En un momento adecuado, Evelyn patea al emperador en el estómago.
Vilhelmmor sale volando y se estampa con una pared, que se desquebraja.
Evelyn ya está al lado y acomete contra su cuello.

667
NAZARETH SERRANO

El emperador se echa hacia atrás, pero pierde el collarín roto.


Evelyn vuelve a acometer con rápidos movimientos, que siempre dan
con la espada del contrario.
En un momento de descuido, un corte traspasa su máscara y esta cae
al suelo.
Gerhard sangra copiosamente por el lado derecho de la cara.
Enfurecido y con sus ojos rubís, acomete contra la otra con todas sus
fuerzas, que muestra unos ojos celestes.
Evelyn espera hasta el final, antes de retirarse del camino del toro y
atestar un golpe en su nuca.
El emperador se tambalea, pero para el filo contrario cuando Evelyn
intenta matarlo.
El emperador hace un movimiento con su espada y, mientras Evelyn
lucha por no soltar la daga, él la manda volando hasta el altar.
Evelyn rueda por la roca del altar, que se parte y desprende varios
trozos de roca, y cae al otro lado. La daga, un metro más allá de su mano.
El emperador se pone sobre ella, con las piernas abiertas y de pie.
Evelyn recuerda su primer combate contra Blake por un segundo.
-¿Un último deseo? –pregunta él alzando la espada-.
-Ser mujer…
Estampa un buen bloque de roca contra la entrepierna del emperador, el
cual gime y se queda paralizado durante un momento, bajando la espada
de manera inconsciente y poco peligrosa. Le ha dado con tal fuerza, que le
ha destrozado la protección, y ahora ese amasijo de hierro inservible le está
matando de dolor.
Evelyn salta, coge su daga y, antes de que el emperador pueda siquiera
mantenerse totalmente erguido, le raja la mano, haciendo que suelte la
espada y pone su daga en el cuello del contrario.
Gerhard la mira arrodillado, un tanto asombrado y un tanto avergonzado
de haber perdido.
Evelyn pisa la espada, por si la llama con la mente y dice:
-Bueno, machote, se acabó.
Gerhard no dice nada.
Evelyn alza la espada y, en un rápido movimiento, arremete contra su
cuello.
El collar se rompe y la piedra roja deja de brillar. Gerhard se derrumba y
gime cuando su poder se desvanece.
Evelyn se mantiene a la defensiva, con la punta de su daga puesta
cerca del cuerpo de Gerhard, que se lleva las manos a la cabeza y se
muestra tenso, sudoroso y completamente desquiciado.
Cuando termina la metamorfosis, apenas puede moverse,
completamente tumbado en el suelo, bocabajo.
Las puertas del templo se abren.
Norbert corre hacia Evelyn maldiciendo.
-Arrestalo y cuidalo. Mi marido depende de que viva.
-¿Eh?, pero… ¿Tú?... ¿cómo?... quiero decir…

668
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

-Cosas que pasan –comenta Evelyn guardando la daga en su cinto-. Y


cierra la boca, machote.
Nortbert sonríe.
-Sí, mi generala.
-Que soy la reina de la espada... –comenta Evelyn con evidencia
caminando hacia la salida-.
Gerhard la mira con sus ojos grisáceos y masculla desde el suelo:
-Ser mujer… hija de puta…
Nortbert y otros soldados que entran se encargan de encadenarlo
convenientemente.
Jack ve salir a Evelyn del templo y la intercepta.
-¿Estás bien?. ¡Mira que te he dicho que no salgas!. Pero… -la mira-.
¿Estás bien?... ¡Te lo he dicho!
-¡Jack!
Se tranquiliza.
-Vuelve a palacio. Volvamos… -rectifica-.
Jack mira al emperador engrilletado y mirando a Evelyn con ojos de
asesino.
-Pero…
-¿Qué?
-Nada –la abraza-. Que no lo vuelvas a hacer.
-Pobrecito mi hombretón –comenta Evelyn-. Lo siento, pero tengo que ir
con Blake.
-No…
Se retira.
-Jack, es mi hijo.
-Tengo que decirte algo…
Evelyn le mira a los ojos.
-Ramsés y Blake no sólo son líderes de ejércitos opuestos. Son dos
partes de un mismo ser.
-¿Qué?
-Quiero decir, que si Blake mata a Ramsés, cambiará.
-¿Cómo?
-Seguramente, puede que…
-Dilo.
-No te conviene estar cerca.
-¿Por qué?
-Tienes el poder.
-¿El poder?... –recuerda su último sueño, el que experimentó cuando se
desmayó-. El poder…
-Sí. Y has arrebatado a Gerhard la parte que no tenías. Sufrirás
cambios. Ya pasó todo esto… Estamos viviendo algo que ya ha pasado
aquí, no en el pasado. Y Blake lo sabe. Es como si le hubieran dado otra
oportunidad.
-¿Y cómo acaba?
Jack se queda callado.

669
NAZARETH SERRANO

-Ramsés escuchaba siempre una frase cuando estaba con su madre. La


cumplió.
-¿Qué frase?
-Si Blake se acerca a ti después de matar a Ramsés, corre.
Evelyn se ríe por no llorar.
-Es de locos. Dos almas en un cuerpo…
Recuerda la leyenda del dios al que su padre dividió en dos y la charla
que tuvo con ella.
-No…
-Lo siento.
Se quedan en silencio, pensando en muchas cosas a la vez.
-Tenemos que volver. Me pidió que te protegiera. Que te protegiera del
que gane, sea quien sea.
-¿Por qué tiene que ser así? –pregunta Evelyn, sin esperar respuesta-.
¿Por qué pase lo que pase, pierdo a mi hijo?
Jack indica con la cabeza que vuelvan a palacio.
Evelyn se queda parada unos segundos.
Recuerda que le dijo “tendrás que enfrentarte a alguien de mi
envergadura”. Claro, que ella no suponía que fuera tan literal. Ni tampoco
suponía que la enseñaba a luchar porque no podría protegerla… de él
mismo.

-No Jack. Tengo que ir. Y sabes que me escaparé si es necesario.


Él asiente con la cabeza.
-¿Por qué siempre haces esto?
-¿Qué?
-Ponerte en peligro.
-A alguien tenía que salir Blake.
Y se encamina hacia el lugar de encuentro de los líderes. Jack y unos
cuantos soldados la siguen.

670
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

CAPÍTULO 34: EL DUELO DE LOS DRAGONES

AÑO 1277 DC

PLANETA DE HIELO
EN TERRITORIO NEUTRAL

A na cumplió con su parte del trato, y volvió a palacio antes de que


su esposo se preparara para la lucha que decidiría quién
gobierna el planeta.
Blake la dejó ir sin más. Sabe que el lugar de la chica está al lado de
Ramsés, al menos, antes de que se lleve a cabo el encuentro.
Los líderes caminan por la tierra neutra. El viento silba y un desierto de
hielo conforma el terreno.
Tras el caminar de cada líder, casi todos sus hombres. En otra ocasión,
estas formaciones podrían haber predicho una batalla sangrienta. Pero sólo
lucharán dos hombres. O más bien, dos partes de un sólo ser.
Blake viste con su coraza y no lleva casco. Ramsés se quita la máscara
antes de acercarse.
Blake sólo va armado con su daga. Ramsés sólo con una extraña
espada. Ninguno lleva un puñal oculto, o una pistola que aventaje su
posición.
Caminan hacia el otro con respeto, mientras el silencio del resto hace
que escuchen los latidos de sus propios corazones.
Quedan a escasos cinco metros y se detienen. No dicen nada,
simplemente se miran, como sopesando cuanto ha cambiado el otro.
Por unos segundos siguen con su tanteo visual.
Ramsés saca la espada primero. Blake desenfunda luego.
Quietos de nuevo.
-¿Hasta el final? –pregunta al fin Ramsés y mira a Ana-.
-Hasta el final por una vez –responde Blake y mira a Evelyn-.
Ambos quisieran que esa dos personas estuvieran lejos de allí, pero,
por otro lado, necesitan ver sus ojos antes de comenzar a luchar.
Se atacan a la vez con rapidez y contundencia. Cada uno queda en el
lado contrario, de espaldas al otro. Ninguno ha sufrido daño.
Se voltean y vuelven a medir sus fuerzas en un entrelace de hierro,
movimientos de esquive y golpes que no llegan a buen recaudo.
Es un combate muy igualado, pero alguno tendrá que decantar la
balanza en un fallo. O tal vez, uno sea más poderoso que el opuesto.

Amanece y ambos están aún prácticamente como al principio.


Se separan y se sopesan de nuevo.

671
NAZARETH SERRANO

Blake tiene una boca que sangra en el brazo izquierdo. Esta ha sido
abierta en la última acometida. También tiene sangre reseca en la cabeza y
una herida en el abdomen, donde su coraza ha sucumbido al hierro ajeno.
Ramsés se apoya sobre la pierna derecha, pues la izquierda ha sido
perforada en un mal movimiento.
Su flequillo se tiñe de carmesí y en pleno rostro ha recibido un corte,
que ahora se muestra reseco.
Su coraza está perforada a la altura del pecho, pero no tiene heridas
graves. El hombro derecho le falla desde que Blake descargó contra él, por
lo que usa la izquierda para sostener la pesada espada.
-Terminemos –indica Ramsés-.
-Estoy de acuerdo.
Clavan las espadas en el hielo y se quitan las corazas. Evelyn y Ana,
que se han juntado algún momento indeterminado del combate, niegan con
la cabeza. Hasta este instante han pensado que alguno de los dos tendría
la sensatez de retirarse. Ahora esa idea les parece absurda.
Los dragones se quitan hasta los collarines, dejando al otro su punto
más débil al descubierto.
Cuando terminan de tirar todo el metal negro que conforma sus
protecciones hacia otro lado, vuelven a coger las espadas y se miran.
Ramsés prefiere esperar el ataque. Blake prefiere atacar, sopesando la
inestabilidad del otro, debido a la pierna herida.
Ramsés coge la espada con ambas manos y la pone frente a él, a la
defensiva.
Blake alza la espada y embiste.
Dos sombras y el fulgor de las espadas chocando entre sí. Eso es lo
que pueden ver los soldados.
Evelyn se concentra en las sombras y consigue distinguir sus
movimientos.
Blake lanza un tajo que Ramsés para con la espada, echándose hacia
atrás.
Al tener que mover la pierna herida, pierde el equilibrio y trastabilla un
paso atrás.
Blake ataca de nuevo, esta vez de abajo arriba, intentando rajar el
cuerpo de Ramsés, que se echa hacia atrás. Las espadas chocan en el aire
y una de ellas vuela hacia arriba.
Ramsés se derrumba cuando el acero de Blake lo raja desde el pecho
hasta el mentón. Evelyn ve su cara de dolor parada en el espacio-tiempo.
La espada suspendida en el aire y la sangre flotando como si fuera parte
del aire.
La herida no es lo suficientemente profunda. Blake podría haberlo hecho
mejor, pero parece que no ha querido dar el golpe mortal.
El tiempo vuelve a su ser. La espada voltea en el aire y Blake la caza al
vuelo con un rápido movimiento.
Ramsés, postrado, sangrando, mira a Ana cuando Blake coloca las
espadas en forma de X en su cuello.
La joven se agarra a Evelyn y cierra los ojos.

672
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

Evelyn aprieta los dientes.


Ningún soldado se atreve a celebrar nada. El viento silba con fuerza,
haciendo que el pelo de Blake y el de Ramsés sea levantado sin piedad.
El hielo blanco muestra cada vez más manchas carmesís, testigos de la
batalla.
Ahora, bajo Ramsés, se acumula la sangre tiñendo el manto blanco.
Blake no se mueve. Ramsés sabe que si intenta escapar, morirá
igualmente. Está en peor condición que el otro. Blake es más poderoso,
aunque él nunca lo pensó así.
Ramsés mira a Blake notando los afilados filos en su cuello.
-Termina ya, sobrino… -masculla con la boca llena de sangre-.
Blake tensa los músculos de los brazos. Se dispone a hacer el
movimiento correcto…
-No puedo.
Ramsés no sabe qué decir.
Blake quita las espadas de su cuello y las tira a la derecha. Un ser
luminoso aparece y las capta al instante.
Ramsés lo mira, sin levantarse del suelo.
-Son suyas, maestro –dice Blake-. Ahora sé cuál es mi deber.
Ana abre los ojos. Evelyn nota que su corazón late con fuerza. Jack no
se atreve ni a respirar.
Ramsés no intenta nada, se queda postrado, mirando al sobrino.
-Levantate.
Ramsés se incorpora a duras penas, pensando en qué le va a hacer
ahora.
Blake se acerca a él, serio.
El corazón de Ramsés late con fuerza. Blake lo siente en su cuerpo.
Todos los soldados dejan de mirar al ser luminoso para mirarlos a ellos.
Ana y Evelyn se agarran entre sí sin darse cuenta. Jack ni parpadea.
Blake abraza a su tío, el cual se queda helado.
-¿Qué diablos haces?
-Perdoname.
Ramsés no reacciona. Luego dice:
-¿Qué?
-Lo siento. Nunca acudí en tu ayuda. Siempre pensé que debía destruir
al mal. Yo soy el mal al no escuchar tus gritos de ayuda.
-No quiero tu ayuda. ¡Mátame de una vez!.
-No, tío.
Se intenta apartar, pero Blake le estruja.
-Abrazame, tío.
-Suéltame.
-No. Siento haberte dañado. No debería haberme dejado llevar por mi
cuerpo. No debería haber mirado a tu mujer. Lo siento, necesito que me
perdones por eso y por todo lo que te he hecho.
Ramsés no dice nada.
-Abrazame, lo necesito. Necesito mi otra parte.
Ramsés siente, por un segundo, la energía de Blake.

673
NAZARETH SERRANO

Eleva las manos de forma temblorosa, como luchando contra sí mismo.


Las deja suspendidas en el aire, pensativo. Mira a Ana y a Evelyn y le
abraza, sin saber por qué.
-No tengas miedo –dice Blake-. Esta vez te ayudaré.
-¿Qué?
-Que iré contigo, tío.
Ramsés mira al ser luminoso.
-No me dejes ahora, Blake –dice estrechándolo fuertemente-.
-No lo haré. Esta vez no.
El suelo empieza a temblar bajo sus pies. La sangre que cae del brazo
de Blake se une a la de Ramsés.
Una pequeña grieta se va conformando bajo sus pies.
Ramsés hecha un último vistazo a Ana. Blake ladea la cabeza para
mirar a su madre y a la joven, también a Jack, a Norbert… a sus hombres.
La grieta se va haciendo más extensa y la boca se va abriendo en el
hielo.
Ramsés mira a su sobrino. Blake ve en su tío un rostro extraño, un tanto
infantil. Ramsés pega su cabeza al hombro de Blake y cierra los ojos.
Evelyn quiere acercarse, pero el ser luminoso detiene a todo aquel que
lo intente.
La grieta interminable en el desierto helado escupe una luz esmeralda
cuyo poder entra en el cuerpo de todos los presentes.
La tierra se abre y Ramsés y Blake desaparecen entre la boca de hielo.
Evelyn quiere ir hacia allí, gritando, sintiendo las lágrimas en sus ojos,
pero la sujetan.
Ana se derrumba en el suelo.
Jack se arrodilla con lágrimas en los ojos.
Nortbert se enjuaga los ojos sin disimulo.
Kiexerus las deja caer por su tez. Lánzela, agarrada a su brazo, agacha
la cabeza y dos gotas caen en la nieve. Horstrehm se pasa los pulgares por
los ojos. Gort llora como un niño.
Todos se quedan mirando la grieta que forma columnas de luces
verdosas, serpenteantes, surcadas por colores rojizos y celestes.
Hipnotizados, los grupos opuestos se mezclan.
La grieta se va uniendo de nuevo, mientras las luces cubren el cielo con
su poder.
Todos se postran para mirar la aurora que se ha formado, abstraídos.
La grieta se fusiona de nuevo. El ser luminoso se acerca al lugar donde,
minutos antes, estaban Blake y Ramsés.
Clava ambas espadas en el hielo y desaparece.
Jack mira las armas y comprende que no se podrán sacar nunca de su
lugar, salvo por sus dueños.
Con un cielo extraño, que inunda con su energía a todos, Jack se
acerca al lugar donde están las espadas, saca su arma y la incrusta en el
hielo, arrodillado, llorando.
Norbert se acerca y lo imita.

674
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

Uno a uno, todos los guerreros dejan sus armas en una fila interminable,
donde antes se había formado la grieta.
Los niños miran a sus padres y se preguntan si ya no deben temer a la
muerte de estos.
Evelyn clava su daga al lado de la de su hijo, y comprende que ha
cambiado su destino. Tendría que enfrentarse a él, pero no ha tenido que
hacerlo, porque Blake ha comprendido que la lucha no es la opción
correcta.
Todo el hielo refleja los colores del cielo.
Aparecen unos extraños vestidos con trajes blancos. Varias naves
plateadas surcan los cielos.
Todos miran a los extraños, que no hablan. Los líderes también dejan
unas espadas extrañas en el hielo y luego vuelven a sus naves.
Entre unas cuantas, remolcan una nave roja.
Luego todos los vehículos desaparecen en un cielo lumínico.
Un águila plateada surca el cielo.
Todos los presentes sienten que su cuerpo levita y luego, pierden el
conocimiento.

675
NAZARETH SERRANO

676
Y oí llegar del trono una gran voz, que decía “He aquí la morada de Dios
con los hombres; habitará con ellos y ellos serán su pueblo, y Él entre ellos
será su Dios. Y enjuagará las lágrimas en sus ojos y no habrá ya muerte, ni
luto, ni llanto, ni fatigas porque el primer mundo ha desaparecido”. Y el que
estaba sentado en el trono dijo: “Escribe que estas palabras son fieles y
veraces”. Me dijo aún: “Hecho está. Yo soy al Alfa y a la Omega, el
Principio y el Fin.

Apocalipsis 21,3-6
4. DIMENSIONES
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

CAPÍTULO 35: TERRA

AÑO 5 DESPUÉS DE LA LUCHA

PLANETA TERRA

E l niño corre por el camino. La naturaleza, los animales, el


olor afrutado, la suave brisa… todo le fascina.
-Más despacio, hijo.
-Papá, corre –indica el niño tirando de su mano-.
Kiexerus aligera el paso y sigue al niño.
Llegan a la ribera de un río, cuyas aguas son rojas. En el curso
del río se pueden ver cientos espadas, que lo surcan a lo largo de
su recorrido.
El niño se pone frente a la orilla y lo mira todo con detenimiento.
-Cuéntamelo otra vez.
-Bueno –indica el padre sentándose en una roca-. Dicen, que
cuando los líderes que gobernaban este planeta, cuando existía la
guerra, se enfrentaron en la batalla final, la tierra, que antes estaba
cubierta de hielo, se abrió. Y de ella salieron unas luces verdosas,
impresionantes, que cubrieron el cielo.
El niño mira el cielo azul y despejado y comenta:
-Y cuando se abrazaron, desaparecieron en la grieta.
-Sí.
-Y un ser luminoso calvó las espadas en el lugar donde
desaparecieron.
-Sí.
-Y luego, todos los soldados clavaron sus espadas, jurando que
nunca más derramarían sangre.
-Te lo sabes.
El niño mira el río.
-¿Y por qué es rojo?
-Dicen, que simboliza la sangre de los inocentes que murieron en
la guerra.
El niño se fija en una espada y en una daga en especial.
-¿Eran esas?
-Sí. La daga era la de Blake. La espada la del príncipe.
-¿Y es imposible sacarlas?
-Imposible. Cada espada de este río está protegida por una
energía.
El niño se sienta en el regazo del padre y dice:

681
NAZARETH SERRANO

-¿De verdad que este planeta estaba helado?


-Sí.
-¿Y de verdad conociste al héroe que he visto en una estatua en
nuestro planeta?
-Sí. Y yo le dije: te harán una estatua, chico.
-Mientes… -protesta el niño-.
-No. Luché en La Resistencia, pero él me dejó ir cuando conocí a
tu madre.
-Entonces… la leyenda, ¿es completamente real?
-Sí. Preguntale a Nortbert si no me crees.
-¿Y cómo era un mundo en guerra?
-No importa, hijo. Ahora eso no existe.
El niño mira el río de nuevo.
-Papá.
-¿Sí?
-¿Dónde crees que habrán ido esos hombres?
-¿Los líderes?
-Sí.
-Creo, que cambiaron su destino. Y tal vez, tengan que cumplir
un cometido juntos.
-¿Lo crees de verdad?
-Sí.
El niño le mira.
-Quiero ver la máscara de Voverkam.
-Está en el museo. Anda, vamos y la vemos con mamá.
-Sí, si nos retrasamos, te dejará K.o.
-¿Quién la enseñaría boxeo?
El niño se encoge de hombros.
-No lo sé. Pero fue una mala idea.
Kiexerus coge a su hijo y camina. El niño mira una última vez el
río y se fija en un águila de plumaje plateado que se posa en la
daga del héroe.

Norbert resopla cuando su hijo se tira en plancha en su


abdomen.
-Por favor, un minuto más… -masculla poniéndose la almohada
en la cabeza-.
-No, papá. Prometiste que visitaríamos Fingux hoy.
-Mamá… -llama Nortbert-.
Su mujer se ríe, pero no le ayuda.

682
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

-Una promesa es una promesa –comenta la mujer con los brazos


cruzados.
-Que duro es ser padre.
-¡Papá! –protesta su hijo, al ver que su progenitor no se levanta-.
-Voy, voy…

Evelyn aprieta los puños y está a punto de estallar. El oso se


tumba en el suelo y cubre su cara con las zarpas.
-¡Jack!
Los dos Jack aparecen en el salón. Ambos ponen cara de niños
buenos.
-¿Quién ha metido a Fint en casa?
Ambos Jack se señalan entre sí.
-Pero… ¿cuándo vais a crecer?
-Soy un niño –indica JJ-.
-Y yo otro –afirma Jack poniendo cara de cachorro-.
El oso aparta las zarpas de su cara al verse descubierto.
-Pero…un oso como mascota… –se ríe al pensar en su hijo, que
salvó a un cachorro, que ahora es una mole de carne-.
Jack y JJ se apresuran a abrazar a su madre, para aplacar su
enfado.
Evelyn sonríe.
-No os servirá. Jack, tu dormirás en el sofá. Y tú, JJ, estás
castigado.
-Pero, Evelyn… -replican a la vez-.
La dama del palacio niega con la cabeza y desaparece tras una
puerta.
Jack y JJ se cruzan de brazos y ladean la cabeza.
-Ya se le pasará… -indican a la vez-.

AÑO TERRESTRE 2032 d.C.

ATLÁNTIDA, SÉPTIMO REINO

Gabriel pasea con orgullo por las calles reconstruidas. El


esplendor del continente ha vuelto a su auge.
Colgando de su brazo la princesa, su futura esposa.
-¿Crees que algún día podremos volver a la superficie?
-Tal vez. Cuando el mundo esté preparado para utilizar
correctamente el poder de este continente.

683
NAZARETH SERRANO

-¿Y crees que eso ocurrirá alguna vez?


-Pues… no lo sé. Ahora el mundo exterior sucumbe bajo la
glaciación. Es como si hubieran castigado al ser humano. Y para
colmo, sufren mutaciones.
-¿Mutaciones?
-Sí. He visto seres extraños, con los ojos carmesís ahí fuera.
Parece que ellos sobreviven al frío.
La princesa suspira.
-Entonces, creo que debemos dejar el poder escondido. Quién
sabe lo que podría pasar si cae en malas manos.
Gabriel sonríe a unos niños, que juegan con una especie de león
negro.
-Sí, quién sabe…
Y caminan por el paraíso, donde la naturaleza se mezcla con la
urbe, en un paisaje extraño pero precioso.
El centro de poder de las dimensiones no está preparado para
ser revelado al mundo.

684
LA RAZA ELEGIDA - DIMENSIONES

EPÍLOGO
Cinco años antes…

El cuerpo de Blake está puesto sobre un aparato extraño y


luminoso. A su lado, el de Ramsés.
Unas manos están quitando la sangre reseca de su cuerpo.
Otras tocan las heridas con un aparato luminoso, cerrando la lesión
sin dejar rastro.
Ambos están tapados sólo con una especie de sábanas
recogidas a la altura de su cintura.
Se parecen con los ojos cerrados.
Alguien dice algo en un idioma extraño. Otro responde.
Los tapan hasta el cuello.
Los corazones de ambos vuelven a la latir al mismo tiempo.
Los extraños se retiran y dejan a ambos en una sala luminosa.
Ramsés entreabre los ojos, ladea la cabeza para mirar al que
tiene justo al lado.
Saca una mano de entre las sábanas, busca la mano de su
sobrino inconsciente y la coge.
-Gracias –dice en un susurro-.
Vuelve a cerrar los ojos y entra en un profundo sueño tras
dedicar una media sonrisa al coloso.

Continuará…

685
NAZARETH SERRANO

686
La ciudad no tiene Sol ni Luna que la iluminen… A su luz caminan las
naciones, y los reyes de la tierra llevarán a ella su gloria. Sus puertas nunca
serán cerradas, pues en ella no habrá noche. A ella llevarán la gloria y el
honor de las naciones. En ella no entrará nada impuro, ni quien cometa
abominación o mentira, sino únicamente quienes hayan sido inscritos en el
libro de la vida del cordero…

Apocalipsis 21,23-26
IMÁGENES, TABLAS, MAPAS Y
OTRAS ACLARACIONES
IMÁGENES
IMÁGENES

IMAGEN 1: La polémica foto del Polo Norte


tomada en 1968 por el satélite ESSA-7, que
muestra un extraño agujero negro donde
debería estar el Polo. Para algunos entusiastas
de los OVNIS ésta fue la prueba definitiva de
que la Tierra es hueca.
A principios de 1970, la Administración del
Servicio de Ciencia del Medio Ambiente (ESSA),
perteneciente al Departamento de Comercio de
los Estados Unidos, proporcionó a la prensa
unas fotografías del Polo Norte tomadas por el satélite ESSA-7 el 23 de
noviembre de 1968. Una de las fotografías mostraba el Polo Norte cubierto
por la acostumbrada capa de nubes; la otra, que mostraba la misma zona
sin nubes, revelaba un inmenso agujero donde hubiera debido estar el Polo.
El ESSA estaba lejos de sospechar que sus fotos rutinarias de
reconocimiento atmosférico iban a contribuir a despertar una de las
controversias más sensacionales y célebres de la historia de los OVNIS.
En el número de junio de 1970 de la revista Flying Saucers, el editor y
ufólogo Ray Palmer reprodujo las fotos del satélite ESSA-7 junto con un
artículo en el que manifestaba que el agujero de la foto era real.
Durante mucho tiempo, Ray Palmer y otros ufólogos habían creído que la
Tierra es hueca, y que los OVNIS provienen y retornan a una civilización de
seres superiores que está oculta en su interior inexplorado. En 1970,
gracias al apoyo de una fotografía en que aparecía el enorme agujero del
Polo Norte, Palmer pudo por fin asegurar que la super-raza subterránea
existía y probablemente se podía llegar hasta ella a través de los agujeros
de los polos Norte y Sur.

IMAGEN 2: Hofbräuhaus en Munich


fue una de las cervecerías utilizada
por el Partido Nazi para declarar las
políticas y las funciones de espera. El
24 de febrero de 1920, Adolf Hitler
proclamó la veinticinco tesis del
nacional-socialista del programa en la
Hofbräuhaus, que reconstituye el
alemán Partido alemán de los
Trabajadores como el Nacional
Socialista Partido Obrero Alemán, conocido como el Partido Nazi. Un autor
afirma que algunos de los violentos ataques sufridos por primera vez en
judíos tuvo lugar en la Hofbräuhaus. Si bien es cierto que algunos ataques
de oratoria de Hitler hacia los judíos se llevaron a cabo desde la tribuna de
esta cervecería famosa, no hay evidencia de que ataques físicos directos
hacia los judíos que tuvieran lugar en la Hofbräuhaus.

695
IMÁGENES

Fue visitada en varias ocasiones por Wolfgang Amadeus Mozart, John F.


Kennedy, y el autor americano Thomas Wolf, pero estos visitantes famosos
rara vez son mencionados por los guías turísticos.

IMAGEN 3: A la
izquierda
miembros de las
Juventudes
Hitlerianas
posando. 1933.
A la derecha
Juventudes
Hitlerianas en el
frente. 1943.

IMAGEN 4: El principal interés de la Sociedad


Thule fue una reivindicación sobre los orígenes
de la raza blanca. «Thule» era un país situado
por los geógrafos grecorromanos en el más
lejano norte. La sociedad fue bautizada en honor
a la Ultima Thule (en latín ‘el norte más
distante’), mencionada por el poeta romano
Virgilio en su poema épico Eneida, que era la
porción más al norte de Thule y se suele asimilar
a Escandinavia. Designada por la ariosofía
capital de la Hiperbórea, situaron Ultima Thule
en el extremo norte cercano a Groenlandia o
Islandia.
Los thulistas creían en la teoría intraterrestre.
Entre sus metas, la Sociedad Thule incluyó el deseo de demostrar que la
raza aria procedía de un continente perdido, quizás la Atlántida.
La Sociedad Thule atrajo a unos 250 seguidores en Múnich y unos 1.500 en
toda Baviera. Sus encuentros se celebraban a menudo en el por entonces
lujoso hotel Vier Jahreszeiten (Las Cuatro Estaciones).
Los seguidores de la Sociedad Thule, como admitió el propio von
Sebottendorff, estaban poco interesados en sus teorías ocultistas, pero si
en el combatir a judíos (a quienes consideraban una raza inferior) y
comunistas; una versión de los planes de la sociedad da cuenta de lo
antedicho, en tanto se dice que sus miembros planearon secuestrar al
primer ministro socialista Kurt Eisner. n 1919, el miembro de la Sociedad
Thule Anton Drexler, que había establecido vínculos entre la Sociedad y

696
IMÁGENES

varias organizaciones extremistas pro derechos de los trabajadores de


Múnich, fundó junto con Karl Harrer el Deutsche Arbeiterpartei (DAP) o
‘Partido Alemán de los Trabajadores’. Adolf Hitler se unió a este partido en
1919. El 1 de abril de 1920, el DAP había sido refundado como
Nationalsozialistische Deutsche Arbeiterpartei (NSDAP) o ‘Partido
Nacionalsocialista Alemán de los Trabajadores’ (conocido generalmente
como el «Partido Nazi»).
Para entonces von Sebottendorff había abandonado la Sociedad Thule y
nunca se unió al DAP o al Partido Nazi. Muchos otros miembros de la
Sociedad Thule o del DAP fueron más adelante personajes prominentes de
la Alemania nazi, incluyendo a Dietrich Eckart, Gottfried Feder, Hans Frank,
Karl Harrer, Rudolf Hess, Alfred Rosenberg y Julius Streicher. A Dietrich
Eckart, que había entrenado las habilidades de Hitler para el discurso
público, le dedicó éste su libro Mi lucha. Aunque se ha afirma comúnmente
que Adolf Hitler era un miembro, no hay evidencia alguna de ello; por el
contrario, sí la hay de que nunca asistió a una reunión, como lo atestigua el
diario de Johannes Hering de las reuniones de la Sociedad.

IMAGEN 5: Apatosaurus excelsus.


Originalmente Brontosaurus, fue
nombrado por Marsh en 1879. Se han
encontrado restos de esta especie en los
Estados Unidos, parte de seis esqueletos
parciales, incluyendo piezas de un cráneo,
en Colorado, Oklahoma, Utah y Wyoming.
Los apatosaurios o brontosaurios eran
unos de los animales más grandes que
han existido en la tierra, tenían cerca de
4,5 metros de alto hasta las caderas, una
longitud total de 26 metros y una masa de hasta 24 toneladas, peso similar
a 4 elefantes.

IMAGEN 6: Tyrannosaurus (del gr.


"lagarto tirano") es un género
representado por una única
especie de dinosaurio
terópodo tiranosáurido, que
vivió a finales del período Cretácico, hace
aproximadamente 67 y 65
millones de años, en el
Maastrichtiano, en lo que es hoy
Norteamérica. La especie tipo y única especie válida Tyrannosaurus rex
donde rex significa rey en latín, comúnmente abreviado como T. rex, es una
figura común en la cultura popular. Vivió a través de lo que es ahora
Norteamérica occidental, con una distribución mucho más amplia que otros

697
IMÁGENES

tiranosáuridos. Es uno de los últimos dinosaurios no avíanos en existir


antes de la extinción masiva del Cretácico-Terciario.
Como otros tiranosáuridos, Tyrannosaurus fue un carnívoro bípedo con un
masivo cráneo balanceado por una larga y pesada cola. En relación con
sus largos y poderosos miembros traseros, los miembros superiores del
Tyrannosaurus eran pequeños, pero inusualmente poderosos para su
tamaño, y terminaban en dos dedos con garras. Aunque otros terópodos
rivalizan o superan con Tyrannosaurus rex en tamaño, era el tiranosáurido
más grande conocido y uno de los mayores depredadores conocidos de la
Tierra, midiendo hasta 13 metros de largo,y más de 5 metros de alto a las
caderas, y pesaba alrededor de 6 a 8 toneladas.Por mucho fue el más
grande carnívoro en su ambiente, Tyrannosaurus rex debió haber sido el
superpredador, cazando hadrosáuridos y ceratópsidos, aunque algunos
expertos han sugerido que era principalmente carroñero. El debate si
Tyrannosaurus era un depredador dominante o un carroñero es uno de los
más largos en la paleontología.

IMAGEN 7: Mammuthus es un género extinto de mamíferos proboscídeos


de la familia Elephantidae conocidos vulgarmente como mamuts. Existieron
durante el período Neógeno, desde hace aproximadamente 4,8 millones de
años hasta 3.700 años atrás, en las épocas del Plioceno, Pleistoceno y
Holoceno. Se han descrito numerosas especies, siendo el
mamut lanudo la más conocida de todas. Se
han hallado fósiles de mamut en
Norteamérica, Eurasia y África.
Los mamuts se caracterizaban
principalmente por su cabeza
abombada, probóscide musculosa y largos
colmillos curvados. Las especies norteñas se
encontraban recubiertas de pelo para soportar los
fríos glaciares de su ecosistema. El colmillo de
mamut más grande del que se tiene registro es
de un mamut lanudo, cuya longitud alcanzó los 5
metros. Al igual que el elefante asiático, su espalda era arqueada y sus
orejas relativamente pequeñas, pero a diferencia de éste, su trompa poseía
a su extremo dos lóbulos y sus patas delanteras se dotaban de 5 dedos
mientras las traseras de 4. En el 2005 se descubrió un colmillo de mamut
de 3,3 metros de longitud en Illinois.
De todas maneras, la mayoría de especies de mamut no eran más grandes
que el elefante asiático actual. Se han encontrado fósiles de especies de
mamuts enanos en la Isla Santa Bárbara (M. exilis) y en Cerdeña (M.
lamarmorae). También existía una raza de mamuts lanudos enanos en la
Isla de Wrangel, al norte de Siberia, dentro del Círculo Polar Ártico.
Los mamuts que vivían en las regiones más frías poseían unas orejas que
sólo medían la quinta parte de la de los elefantes asiáticos. Esta adaptación
al frío permitía reducir la pérdida de temperatura gracias a la menor

698
IMÁGENES

superficie expuesta al ambiente. Los mamuts que vivían en regiones más


cálidas debían de tener las orejas más grandes.

IMAGEN 8: Los mamútidos (Mammutidae, antiguamente llamada


Mastodontidae) son una familia extinta de mamíferos proboscídeos
conocidos vulgarmente como mastodontes. No deben confundirse con los
mamuts, que pertenecen al género Mammuthus de la familia Elephantidae.
Los mastodontes aparecían recubiertos
de pelo grueso, como los mamuts
(género Mammuthus). Un esqueleto de
Mammut borcinus encontrado en Grecia,
con colmillos de 4,39 m de longitud,
corresponde a un mastodonte de 3,5 m
de altura y un peso de unas 6 toneladas.
Pero los colmillos de mayor tamaño
encontrados a la fecha fueron hallados en el pueblo Milia al norte de Grecia.
Estos colmillos pertenecieron a una hembra Mammut borsoni, miden 5,02
metros y pesan 400 kg, ostentando por su tamaño un récord Guinness. Los
mastodontes americanos eran animales de alzada algo menor que los
mamuts o incluso que los elefantes actuales, pero de peso semejante al de
éstos, por su construcción muy masiva, con gruesas patas columnares.
Estaban dotados de defensas grandes en la mandíbula superior y a veces,
en el caso de los machos, otras más pequeñas en la inferior.
Probablemente las usaban para levantar las matas y las hierbas de las que
parece que se alimentaban.

IMAGEN 9: Megatherium es un
género extinto de mamíferos
placentarios del orden Pilosa,
conocidos vulgarmente como
megaterios. Eran perezosos
terrestres, parientes de los
actuales perezosos que
habitaron en América desde
comienzos del Plioceno o
Pleistoceno hasta hace 8.000
años, bien entrado el Holoceno, como confirman los últimos hallazgos en
Perú, Venezuela, Argentina y Chile.
Los megaterios llegaban a medir 6 m de altura cuando se alzaban sobre
sus patas traseras; la cabeza era relativamente pequeña, las patas
delanteras algo más largas y robustas que las traseras y tenían grandes
garras que utilizaban tanto para escarbar en busca de raíces y tubérculos
como para defenderse. Sus fuertes mandíbulas constaban de 16 molares (8
en cada maxilar) carentes de esmalte.

699
IMÁGENES

IMAGEN 10: El milodón (Mylodon darwinii listai) es una especie extinta de


mamífero placentario del orden Pilosa. Era un perezoso gigante
emparentado con los actuales
perezosos.
El milodón pertenece al mismo grupo
que los armadillos, los osos
hormigueros y los perezoso actuales
(Xenarthra). Era bípedo, se calcula
que medía aproximadamente dos
metros y medio, y pesaba unas 3
toneladas. Su piel era
extremadamente dura, compuesta por
diminutos huesos y muy tupida, lo
cual la hacía muy resistente a los ataques de otros animales. Su dieta era
herbívora.
Sus hábitat fueron principalmente las laderas boscosas de los cerros
patagónicos, aunque también se han encontrado restos en el norte de
Chile, cerca de Los Vilos.
El milodón se extinguió hace aproximadamente unos 10.000 años. No se
sabe exactamente cuál fue la razón exacta de dicho suceso.

IMAGEN 11: El oso de las


cavernas u oso cavernario (Ursus
spelaeus) es una especie extinta
de mamífero carnívoro de la
familia de los úrsidos.
Se trata de un oso de gran
tamaño que vivió durante el
Pleistoceno tardío en buena
parte de Europa, desde el sur de Inglaterra al Cáucaso. Es una de las
especies de osos prehistóricos más conocida del mundo y uno de los más
grandes que ha existido con sus más de 130 cm de altura en la cruz,
rivaliza en tamaño con los modernos osos Kodiak (Ursus arctos
middendorffi) y los polares (Ursus maritimus); contemporáneo al oso
cavernario existió en América otro género de úrsido denominado Arctodus
el cual superaba en tamaño a estas tres especies de oso, aunque el oso de
las cavernas sigue siendo por mucho el más popularmente conocido entre
los úrsidos prehistóricos. Los machos alcanzaban hasta los 3 m de altura
en posición erguida y superaban con frecuencia los 440 kg de peso, hasta
600 en pre-hibernación. Los osos cavernarios son fáciles de diferenciar de
los osos pardos (con quienes convivieron durante casi toda su existencia)
por su morro menos pronunciado y su frente abrupta y hundida. Los
caninos, aunque bien desarrollados, no lo están tanto en comparación con
sus poderosos molares, evidencia de una dieta fundamentalmente
herbívora y con menor aporte cárnico que en la mayoría de los osos. Las
extremidades delanteras son más largas y robustas que las traseras.

700
IMÁGENES

IMAGEN 12: La Cruz de Hierro (en alemán: Eisernes


Kreuz) es una condecoración militar del Reino de
Prusia y posteriormente de Alemania, concedida por
actos de valentía o por méritos en la conducción de
tropas.
La Cruz de Hierro no se ha concedido desde mayo de
1945 y se concede solamente en tiempo de guerra. Es
normalmente una condecoración militar - aunque había casos en que era
concedida a los civiles por realizar funciones militares.
Como ejemplo, Adolf Hitler concedió la Cruz de Hierro de I clase como
piloto de pruebas a Hanna Reitsch y a una mujer más (enfermera).
La Cruz de Hierro era, originalmente, la cruz negra, que a su vez, era el
símbolo de los Caballeros Teutones y el diseño (pero no la condecoración
específica) ha sido el símbolo de las fuerzas armadas de Alemania (ahora
la Bundeswehr) desde 1870.

IMAGEN 13: La piedra de Rosetta es parte de una


antigua estela egipcia de granodiorita con texto
grabado que proveyó la clave para el entendimiento
moderno de los jeroglíficos egipcios. La inscripción
registra un decreto que fue expedido en Menfis en el
año 196 antes de Cristo, en favor del rey Ptolomeo V.
En el decreto aparecen tres textos: El superior consta
de 14 renglones escritos en antiguos jeroglíficos
egipcios, el texto medio consta de 32 renglones en
egipcio demótico y el texto inferior consta de 53
renglones en griego antiguo.

IMAGEN 14: Avión TBN3

(Avenger). Un TBM-3 llevaba tres tripulantes: el


piloto, el operador de radio/bombardero y el
artillero. El piloto iba en una cabina aparte, mientras
que en la parte de atrás de la carlinga estaba el
operador de radio/bombardero y el artillero en una torreta giratoria
Grumman 150 SE con una ametralladora Browning M2 de 12,7 mm. El

701
IMÁGENES

resto consistía en el llamado "túnel", en el que el operador de


radio/bombardero manejaba una ametralladora de 7,62 mm en posición
ventral. Lo más importante del bombardero era una mira Norden, montada
en los primeros Avenger detrás de la bodega de bombas. Las versiones
equipadas con radar también tenían una pantalla para el radar aire-
superficie del avión, unos receptores móviles de los cuales iban unas
antenas Yagi bajo cada ala. En los TBM-3 de series posteriores se suprimió
la mira de bombardeo, porque se vio que el bombardeo en horizontal no era
eficaz con buques que maniobraban y menos preciso que las bombas
lanzadas planeando al atacar objetivos terrestres y barcos anclados. En
estos casos, el operador de radio manejaba la ametralladora ventral,
mientras que el artillero hacía lo propio con la torreta. El piloto podía usar
dos ametralladoras de 12,7 mm en cada ala para ametrallar objetivos

IMAGEN 15: Avión Martin Mariner. El


Martin PBM Mariner fue un
bombardero de patrulla hidroavión de la
Segunda Guerra Mundial y principios
de los años de la Guerra Fría. Fue
diseñado para complementar el PBY
Catalina en el servicio.

IMAGEN 16: Los ictiosaurios


(Ichthyosauria, lagartos peces") son un orden
extinto
de saurópsidos diápsidos ictiopterigios, que
vivieron desde el Triásico Inferior hasta el
Cretácico Superior (aproximadamente 245 y 90
millones de años), en lo que hoy es América, Europa y Asia.
El nombre fue creado en 1840 por Sir Richard Owen.
Los ictiosaurios eran grandes reptiles marinos con aspecto de pez y delfín.
Durante el Triásico, evolucionaron a partir de reptiles terrestres aún no
identificados que volvieron al agua, en un proceso análogo al que debieron
sufrir delfines y ballenas. Fueron especialmente abundantes en el período
Jurásico, hasta que fueron reemplazados como los depredadores acuáticos
dominantes en el Cretácico, los plesiosaurios.
Los ictiosaurios presentaban un hocico largo y dentado. Poseían una aleta
caudal grande sostenida, en su lóbulo ventral, por la columna vertebral, una
aleta dorsal y sus patas estaban transformadas en aletas que
probablemente usaban como elementos estabilizadores y de dirección.
Eran carnívoros que subían a la superficie para llenar sus pulmones de aire,
y vivíparos, por los fósiles que se han encontrado con fetos fosilizados en el

702
IMÁGENES

interior. El viviparismo no debe ser tan sorprendente como puede parecer al


principio: las criaturas marinas que respiran aire deben ir a tierra a poner
sus huevos, como las tortugas y algunas serpientes de mar, o el resto lleva
a cabo el nacimiento de sus jóvenes en las aguas de la superficie.
Construidos para la velocidad, como el atún, los ictiosaurios eran también al
parecer buceadores de profundidad, como algunas ballenas modernas. Se
ha estimado que los ictiosaurios podían nadar a velocidades de hasta 40
km/h.
Según las estimaciones de Ryosuke Motani un Stenopterygius de 2,4
metros pesaba alrededor de 163 a 168 kg, mientras un Ophthalmosaurus
de 4 metros pesaba de 930 a 950 kg (sobre una tonelada).
Aunque los ictiosaurios son superficialmente similares a los peces, no lo
eran. El biólogo Stephen Jay Gould dice que el ictiosaurio es su ejemplo
favorito de evolución convergente, en el que las similitudes de estructura no
son homólogas sino análogas, para este grupo:
Convergieron tan fuertemente con los peces que de hecho evolucionaron
una aleta dorsal y caudal justamente en el lugar correcto y justamente con
el diseño hidrodinámico correcto. Estas estructuras son aún más notables
porque evolucionaron de la nada, el reptil terrestre ancestral no tenía
ninguna joroba en su espalda o una paleta en su cola que sirviera como un
precursor.

IMAGEN 17: Los plesiosauros


(Plesiosauria) son un orden de
saurópsidos (reptiles) sauropterigios que
aparecieron a finales del período Triásico y
duraron hasta la extinción K-T al final del
Cretácico, habitando en todos los mares.
Con frecuencia se los identifica erróneamente como "dinosaurios marinos".
Después de su descubrimiento, se decía humorísticamente que se parecían
a "una tortuga con una serpiente ensartada a través de su cuerpo", aunque
carecían de caparazón.
Se argumenta de vez en cuando que los plesiosaurios no están extintos,
aunque no hay ninguna evidencia científica para esta creencia;
normalmente se explican los avistamientos modernos que se informan de
vez en cuando como cadáveres descompuestos de tiburón peregrino o
engaños.
Los plesiosaurianos típicos tenían cuerpo ancho y cola corta. Retuvieron
sus dos pares ancestrales de miembros que evolucionaron en grandes
aletas. Los plesiosaurios evolucionaron de los remotos notosaurios, que
tenían un cuerpo parecido al de un cocodrilo; los tipos principales de
plesiosaurio se distinguen por el tamaño de su cabeza y cuello.
Como grupo, los plesiosaurios eran los animales acuáticos más grandes de
su tiempo, e incluso los de menor tamaño alcanzaban los 2 metros de largo.
Alcanzaron mayor tamaño que los cocodrilos más grandes, y eran más

703
IMÁGENES

grandes que sus sucesores, los mosasaurios. Compárese con sus


predecesores como gobernantes del mar, los ictiosaurios, parecidos a
delfines, que se sabe que alcanzaron 23 m de longitud, y el tiburón ballena
(18 m), el cachalote (20 m), y sobre todo la ballena azul (30 m) que se sabe
pudieron tener tamaños similares.
Se han descubierto plesiosaurios con fósiles de belemnites (animales
parecidos a calamares), y ammonites (grandes moluscos similares al
nautilo) asociados con sus estómagos. Tenían mandíbulas poderosas,
probablemente lo bastante para atravesar de las conchas duras de sus
presas. Los peces óseos, que empezaron a extenderse en el período
Jurásico, también eran presas probables. Asimismo, los plesiosaurios eran
presas de otros carnívoros, ya que se han hallado marcas de tiburón en la
aleta fósil de un plesiosaurio y en el estómago de un mosasaurio restos que
debieron pertenecer a algún plesiosaurio.
No se han descubierto ningún huevo o evidencia de reproducción, pero se
ha teorizado que los plesiosaurios más pequeños se pueden haber
arrastrado a las playas a poner sus huevos, como la tortuga de caparazón
coriáceo moderna. Otra curiosidad es su diseño de cuatro aletas. Ningún
animal moderno que nade tiene esta adaptación; hay una especulación
considerable sobre qué tipo de brazada usaban. Mientras los plesosaurios
de cuello corto pueden haber sido rápidos nadadores, las variedades de
cuello largo evolucionaron más para la maniobrabilidad que para la
velocidad. También se han descubierto en los esqueletos gastrolitos en sus
estómagos, probablemente para ayudar con la flotación.

IMAGEN 18: Fokker trimotor Josephine


Ford.

IMAGEN 19: El trimotor Ford


(también llamado el "Tri-
Motor", y apodado "El Ganso
de Hojalata") fue un avión de
trasporte estadounidense de
tres motores que se produjo
por primera vez en 1925 por la
empresa de Henry Ford y que
continuó siendo producido
hasta el 07 de junio de 1933.

704
IMÁGENES

A lo largo de su tiempo se produjeron un total de 199. A pesar de que fue


diseñado para la aviación civil de mercado, este avión también fue utilizado
por las unidades militares.
La historia del trimotor Ford comenzó con William Stout Bushnell , un
ingeniero aeronáutico que había diseñado varios aviones utilizando
principios similares a los del profesor Hugo Junkers , el célebre diseñador
de aviones alemanes.
El 27 de noviembre y 28 de 1929, el comandante Richard E. Byrd
(navegador), el jefe de piloto Bernt Balchen , y dos tripulantes, el copiloto y
el fotógrafo, hizo el primer vuelo sobre el Polo Sur Geográfico en un trimotor
Ford que Byrd nombrado Floyd Bennett .
Este fue uno de los tres aviones adoptadas en esta expedición polar, con
los otros dos, nombrados The Stars and Stripes y La Virginia, en sustitución
de los Fokker trimotores Byrd había utilizado anteriormente.
Franklin Roosevelt, también viajó a bordo de un trimotor Ford en 1932
durante su campaña presidencial en uno de los primeros usos de un avión
en una elección, para sustituir a las tradicionales "Whistle Stop" viajes en
tren.
En 1942, durante la Batalla de Bataan, un trimotor se utilizó en la
evacuación de la isla. El avión fue bombardeado y destruido finalmente por
los aviones japoneses.
En los últimos años de la posguerra, los trimotores Ford continuaron en
servicio limitado con compañías pequeñas, el aire regional.

IMAGEN 20:
Barco
Schwabenland.

705
IMÁGENES

IMAGEN 21

IMAGEN 22

IMAGEN 23

706
MAPAS
MAPAS

MAPA 1: Situación geográfica del


Triángulo de las Bermudas.

MAPA 2: Localización de la Tierra de la Reina Maud.


La Tierra de la Reina Maud (en noruego Dronning Maud Land), es el sector
de la Antártida reclamado por Noruega, se encuentra al sur del continente
africano, en la Antártida Oriental,y abarca entre los meridianos 20º O y 45º
E, con un área de tierra indefinida, pues Noruega solo ha reclamado las
costas sin fijar límites norte y sur. La mayor parte cubierta por bloques de
hielo antártico de enorme espesor. Este territorio fue reclamado por
Noruega el 14 de enero de 1939, pero esta reclamación, como todas las
demás en la Antártida, no están universalmente reconocidas y el área está
sujeta a los términos del Tratado Antártico. El otro territorio antártico
reclamado por Noruega es la isla Pedro I. El territorio es administrado por el
Departamento de Asuntos Polares del Ministerio de Justicia y Policía de
Noruega.
El área fue visitada por primera vez en 1930 por Hjalmar Riiser-Larsen
como parte de los esfuerzos por cartografiar la Antártida. Roald Amundsen
la había bautizado previamente en honor a la reina Maud de Noruega y al
total de la meseta que rodea el polo sur como Haakon VII's Vidde en honor
al rey Haakon VII de Noruega. El área originalmente identificada por
Amundsen como Tierra de la Reina Maud abarcaba desde los 37° hasta los
50° de longitud este.
Cuando Amundsen se convirtió en el primer hombre en alcanzar el polo sur
el 14 de diciembre de 1911, reclamó la meseta polar para el rey Haakon VII
de Noruega. Sin embargo, el Gobierno noruego no aceptó la reclamación
del polo sur debido a que contradecía sus posiciones en la disputa con la
Unión Soviética en el ártico, al haber rechazado la Teoría de los Sectores
Polares.
En 1928 Noruega reclamó la subantártida isla Bouvet y el 15 de abril de
1929 expresó mediante una nota a los Estados Unidos que con base en los
descubrimientos realizados por Amundsen en el polo sur, tenía: base válida
para una reivindicación de prioridad para adquirir esos territorios siempre

709
MAPAS

que las exigencias del derecho internacional en cuanto a la ocupación


efectiva de un nuevo territorio se hayan cumplido.
La Tierra de la Reina Maud fue reclamada por Noruega mediante un
decreto real del 14 de enero de 1939:
La parte de la costa continental en la Antártida que se extiende desde los
límites de las Dependencias de las islas Malvinas en el oeste (el límite de la
Tierra de Coats) a los límites del Territorio Antártico Australiano en el este
(45 ° de longitud oeste), con la tierra situada en la costa y el mar
circundante, se pondrá bajo la soberanía de Noruega.
Desde 1939 hasta 1945 Alemania reclamó el territorio que denominó Nueva
Suabia, que consistía en una parte de la costa de la Tierra de la Reina
Maud, aproximadamente desde los 12 ° Oeste hasta los 18° Este y entre
los 70° y 75° Sur.

710
MAPAS

711
MAPAS

MAPA 3: Nueva Suabia ( alemán : Neuschwabenland) es una cartografía


que da nombre a veces a una zona de la Antártida entre los 20 ° S y 10 ° W
en Queen Maud Land , que en Noruega se administra como un territorio
noruego dependiente en el marco del Sistema del Tratado Antártico. La
tercera expedición antártica alemana (1938-1939) fue dirigida por Alfred

Ritscher (1879-1963), un capitán de la Kriegsmarine (marina de guerra


alemana).
El objetivo principal era encontrar un área en la Antártida para una estación
de la caza de ballenas alemán, como una manera de aumentar la
producción de Alemania de grasa. El aceite de ballena era entonces la
materia prima más importante para la producción de margarina y jabón en
Alemania y el país fue el segundo mayor comprador de aceite de ballena de
Noruega, la importación de unas 200.000 toneladas métricas anuales.
Además de la desventaja de ser dependiente de las importaciones , y ya
que se pensaba que Alemania pronto puedan estar en guerra, este gran
esfuerzo puesto en Alemania las reservas de divisas extranjeras

MAPA 4: Localización de las islas Biscoe en la antártida. Las islas Biscoe


son una cadena de islas de la Antártida, adyacente y paralela a la costa
occidental de la península Antártica, levemente al norte del círculo polar

712
MAPAS

antártico. Se encuentran al norte de la isla Adelaida, de la cual están


separadas por el estrecho Matha.
Se extienden por unos 130 km en la dirección NE-SO. Fueron nombradas
en honor a John Biscoe, líder de la expedición británica que exploró las
islas el 17 y 18 de febrero de 1832.

713
MAPAS

MAPA 5: Migraciones prehistóricas del Homo Sapiens.

714
MAPAS

Mapa de la migración humana según estudios del ADN mitocondrial. La


leyenda representa los miles de años desde la actualidad.
Australia y Nueva Guinea: la Línea de Wallace no significó para los Homo
sapiens un límite insuperable para acceder a esta región. La llegada de
humanos a Australia se data hace unos 50.000 años cuando pudieron
fabricar rústicas almadías o balsas de juncos para atravesar el estrecho que
separaba a Sahul de la región de la Sonda.
Europa: comenzó a ser colonizada hace sólo unos 40.000 años, ellos
suponen que durante milenios el desierto de Siria resultaba una barrera
infranqueable desde África hacia Europa, por lo que habría resultado más
practicable una migración costera desde las costas de Eritrea a las costas
yemeníes y de allí al subcontinente indio. La expansión por Europa coincide
con la extinción de su coetáneo de entonces, el hombre de Neandertal.
Oceanía: la colonización de estas islas más próximas a Eurasia se habría
iniciado hace unos 50.000 años, pero la expansión por esta MUG (macro-
unidad geográfica) fue muy lenta y gradual, y hace unos 5.000 años
pueblos austronesios comenzaron una efectiva expansión por Oceanía,
aunque archipiélagos como el de Hawái y Nueva Zelanda no estaban aún
poblados por seres humanos hace 2.000 ó 1.500 años (se requirió el
desarrollo de una apropiada técnica naval y conocimientos suficientes de
náutica).
América: la llegada del hombre a América, se habría iniciado hace unos
20.000, o cuando menos, 15.000 años atrás, aunque no hay concenso al
respecto. Durante las glaciaciones el nivel de los océanos desciende al
grado que el "Viejo Mundo" y el "Nuevo Mundo" forman un megacontinente
unido por el Puente de Beringia.
Antártida: ha sido la última MUG descubierta por el español Gabriel de
Castilla (1603), siendo poblada desde 1904, y con población nativa desde
1978 (población chilena).

715
MAPAS

716
TABLAS
TABLAS

TABLA 1: Equivalencia de las graduaciones.

SS WEHRMACHT POLICÍA EJERCITO


ESPAÑOL
Reichführer - - -
- Generalfeldmarschall - Capitán
General
SS-Oberstgruppenführer Generaloberst Generaloberst der Teniente
Polizie General
SS-Obergruppenführer General der… General d.P.* General
de
División
SS-Guppenführer Generalleutnant Generalletnant d.P. -
SS-Brigadadeführer Generalmajor Generalmajor d.P. General
de
Brigada
SS-Oberführer - - -
SS-Standartenführer Oberst Oberst d. P. Coronel
SS-Obersturmbannführer Obsertleutnant Obsertleutnant d.P. Teniente
Coronel
SS-Sturmbannführer Major Major d. P. Coman-
dante
SS-Hauptsturmführer Hauptmann Hauptmann d.P. Capitán
SS-Obersturmführer Oberleutnant Oberleutnant d.P. Teniente
SS-Untersturmführer Leutnant Leutnant d.P. Alférez
SS-Sturmscharführer Hauptfeldwebel Meister Subte-
niente
SS-Stabsscharführer Stabsfeldwebel - Brigada
SS-Hauptscharführer Oberfeldwebel - Sargento
primero
SS-Obersharführer Feldwebel - Sargento
SS-Scharführer Unterfeldwebel Hauptwachtmeister -
SS-Unterscharführer Unteroffzier Rev.O.Wachtmeiter -
SS-Rottenführer Stabsgefreiter Oberwachtmeiter -
- Obergefreiter - Cabo
primero
- Gefreiter Wachtmeiter Cabo
segundo
SS-Sturmmann Oberschütze Rottwachtmeiter -
SS-Oberchütze Schütze Unterwachtmeiter Soldado
de
primera
SS-Schütze Gemeiner, Landser Anwärter Soldado
de
segunda
*d.P. der Polizie.

719
TABLAS

TABLA 2: Tabla de las glaciaciones

Nombre Años Era

Postglacial Actual Holoceno


Glacial Würm o 80.000 Pleistoceno
Wiurm
Interglacial Riss- 140.000
Wiurm
Glacial Riss 200.000
Interglacial Midel- 390.000
Riss
Glaciar Midel 580.000
Interglacial Giunz- 750.000
Midel
Glaciar Günz o 1,1 M.a.*
Giunz
Interglacial Donau- 1,4 M.a.
Guiunz
Glacial Donau 1,8 M.a.
Interglacial Biber- 2 M.a.
Donau
Glacial Biber 2,5 M.a.
Glacial Oligoceno 37 M.a. Cenozoico
Interglacial 40 M.a.
Eoceno superior
Glacial Paleólogo 80 M.a.
Interglacial 144 M.a.
Cretácico
Glacial 295 M.a.
Permocarbinífera
Glacial 350 M.a.
Carbonífero
inferior
Glacial Ordivínico 440 M.a.
Glaciar 700 M.a.
Precámbrico
Glacial Primera 2.000 M.a. Proterozoico
Glaciación

*M.a.: Millones de años.

720
TABLAS

TABLA 3: Eras y periodos geológicos y evolución de los vertebrados.

Era precámbrica 4.600-600*

Periodo Evolución Cronología


Azoico Tierra sin vida.
Atmósfera amoniacal.
Formación de la 4.600*
Corteza Terrestre.
Arqueozoico Primeros indicios de
vida. Atmósfera con 3.400
oxígeno.
Algonquino o Existencia de algas 1.000
Proterozoico marinas.

Era Paleozoica o Primaria 600-350*

Cámbrico Animales
invertebrados. Clima 600*
cálido.
Ordoviciano Primeros vertebrados
(ostracodermos).
Esponjas, moluscos,
algas y corales. Fases
glaciales 500*
Silúrico Primeros peces y 440*
primeras plantas.
Devónico Primeros anfibios
evolucionados de los
crosopterigios.
Primeros peces óseos
y primeros insectos.
Primeras plantas con
semillas. 400*

Era Mesozoica o Secundaria 350-70*

Carbonífero Selvas que darán lugar


a carbón fósil.
Primeros reptiles. 350*
Pérmico Primeros Teromorfos
(Reptiles
mamiferoides).
Movimientos sísmicos.
Aparición de las
primeras coníferas. 270*

721
TABLAS

Tirásico Primeros dinosaurios y


mamíferos. 220*
Jurásico Ave Archaeopteryx 180*
Cretácico Desaparición de los
grandes reptiles.
Primeras aves y
primeras plantas con
flores. 135*

Era Cenozoica o Terciaria 70-2*

Paleoceno Desarrollo de los


mamíferos. Primeros 70*
primates.
Eoceno Prosimios en Europa y
Asia. Periodo Glacial y 60*
Volcánico. Proceso de
estabilización de los
continentes.
Oligoceno Primeros monos
antropomorfos en
África. Primeros 40*
herbívoros.
Mioceno Monos antropomorfos
en Europa y Asia. 25*
Plioceno Periodo decisivo en la
Evolución Humana. 10*

Era Cuaternaria

Pleistoceno Aparición y desarrollo 3.500.000-12.000


de los seres humanos.
Grandes Glaciaciones
y Periodos
Interglaciales más
cálidos:
Günz (Nebraska en 3.000.000-1.000.000
América).
Interglacial Günz- 1.000.000-800.000
Midel.
Midel (Kansas en 800.000-400.00
América)
Interglacial Midel-Riss 400.000-300.000
Riss (Illinois en 300.000-150.000
América)
Interglacial Riss-Würn 150.000-100.000

722
TABLAS

Würn (Wisconsin en 100.00-12.000


América)
Holoceno Desde 12.000 a.C.

*Cifras en millones de años.

TABLA 4: Página siguiente.

723
TABLAS

724

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