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Diaz Tejera, Alberto. “Dilema Hago" en Ayer y hoy ce la age 2d TA. Mani pos la auontes
J
mstorico- li Lerarnas de Lo
4

Haay ico, 1369,


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32 Albertó Dias Terteral
a Ed Ayer y Hoy de la Tragedia

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3
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Y
9. Esta tragedia, pues, en lugar de constituir una objeción a nues-
Orestes. —Pílades, ¿qué deba hacer? ¿Debo matar a una madre?
tra tesis y a esta característica de lImealidad, la confirma. Lo dionisíaco
se volvió lineal. Fue necesario, inevitablemente_necesario, cambiar el y los
Pílades.—¿A dónde irán a parar los claros oráculos de Loxias
rumbo de aquellos primeros pasos ntuales y religiosos y tomar el camino leales jurament os? Á todos puedes tener como a enemigos OS menos a
de lo mítico-Íustórico. De aquí ese viraje tan sorprendente. Lo mítico no los dioses.”
podía realizarse 7 lo dionisíaco sino en lo heroico, aunque se siguió uti-
lizando fo: mulaciunes dionisíacas y, en ocasiones, el ritual originario. Se 4. Asimismo, Pelasgo, rey de Argos, en las Suplicantes” de Esquí-
trata, sin duda. d un fenómeno cultural importante y que, creo, lo, debe decidir si ha de conceder a las hujas de Danao que suplican, aco-
adquiere luza pa ir ue esta característica histórica, irrepetible y lineal de gidas al altar, asilo o si, por el contrario, abandonarlas a su suerte, come-
toda acción trágic. tiendo de este modo falta contra el derecho sagrado de hospitalidad. El
] texto en que este dilema se plantea es significalivo:
j
HL Dilema trágico 4
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: Beyos 1év elm tot époig od yxórors
1. Mas para que una acción se revele como trágica, no basta la Sutv S'doíyew o0x Exw PidBns ÁTEO.
acción en sí ni tampoco que sea una acción irrepetible. La irrepetibilidad ov8' 0d 168 evpoov,tácd impóaos Mrás.
es una condición necesaria pero no suficiente. Es imprescindible, a su.>
5 ¿umyvóo de xod póños n'Éxel poévos
vez, que tal acción se sitúe en un contexto de dilema, de encrucijada de Soñoí re y Sora Te od rúxnV E etv
caminos, a.seguir. La acción, así puesta, esto es, colocada en una situa-
ción de dilema, se vuelvecelección.El héroe tiene que actuar pero, al . “Sea la contaminación para mis enemigos. Mas a vosotras
mismo tiempo, tiene que tomár un camino u otro o ninguno, mas tiene no puedo socorreros sin peligro. Y no es prudente deshon-
necesariamente que elegir. Se trata, paradójicamente, de una voluntad rar estas plegarias. Me encuentro en un gran dilema y el
necesaria. - Por a bo que la vias es oda e da accióny elección pero
p miedo me atenaza el alma y no sé si actuar o no o st dejarlo
al destino ”
ción a de suerte Ue - divide, como la enla del mar, un viélago de
vida ya pasada y un piélago de vida por delante y o previsible por sí S. Pelasgo actúa y concede prote anal
mismo. De hecho, la situación en la que se encuentra ya no le permite otra pos-
tura. Tanto da actuar como no actuar, pues el no actuar ya es una dect-
2. Orestes tiene que actuar en una posición vital y con ello dar sión: faltar a la hospitalidad. La situación límite neútraliza, asi, la con-
muerte a su propia madre o desobedecer el oráculo y así dejar sin ven- tradicción.
ganza a su padre. El dilema se hace explícito, cuando Orestes se ve en el
momento de realizar su acción. Su madre le pide que se detenga. El 6. Con mayor vigor dramático encontramos la eravedad del
duda pero su amigo Pílades, que no interviene en ninguna otra escena, dilema en la Medea de Eurípides, en el monólogo de Medea cuando se
lo mantiene firme en su decisión. dispone a asesinar a sus hijos. La belleza del texto%, por otra parte, bien
merece la pena su traducción. Dice así
3. He aquí el pasaje ¿5 ..aducción:
“¡Ay, ay!” ¿Por qué me mirais, hijos? ¿Por qué me dirigís
“Clitemestra. —Detente, hijo mío. Respeta este pecho, hijo, sobre el vuestra última mirada? ¡Ay! ¿Qué haré? El corazón se me
cual, tú, tantas veces dormido, mamaste con tus labios su leche n. Ata. escapa, mujeres”, cuando veo la resplandeciente mirada
pr
Alberío Díaz Tejera
Ayery Hoy de la Tragedia 35

de mis hijos. No podré. Adiós a mis resol


uciones anteriores.
Me ilevaré a mis hijos fuera del país. 10. Por su parte, Sófocles en su Electra, inclina un tanto la al
¿P Or qué es necesario |
que yo, para atormentar a su padre"? con ción hacia el aspecto de la culpabilidad de Clitemestray el trato poco
la muerte de estos
muros, reciba esta pena duplicada? Yo no, maternal que ésta concede a Electra. Este es un matiz que e con
desde luego. Que frecuencia en la tragedia de Sófocles: ci diálogo entre Elecua y a
queden sin cumplimiento mis proyectos.
Pero... ¿qué me *
sucede? ¿Quiero ser motivo de burla dejan tes”, cuando se encuentran por primera vez, es harto interesante a pS
do sin castigo a mis
enemigos? Debo atreverme. Sin duda, pecto. Orestes dice a su hermana que la ve sumida en grandes DEA a
debido a mi cobardía,
he pronunciado estas palabras débiles. Hijos, des y ella le contesta que todavía no ha visto bastante: que se ve o sl o
entrad en pala- * a vivir con los asesinos de su padre y a servirles como esclava, a la y
cio. Al que no es lícito estar presente a mi
sacrificio, a ése le que recibe los malos tratos de su madre. Orestós EmtgnOSs, le pregunta:
preocupará. Pero mi mano no temblará.
¡Ay, ay! “¿Cómo te atormenta? ¿Acaso con malos tratos físicos gEbn NOIA
No. alma mía, no cometas tú este crimen. nes? Sí —responde Electra— con las manos, con privaciones y con toda
Déjalos, ¡desgra- clase de tormentos: xavi yegol xod AÚLOCOL 40d TUAOLY HOHOLS.
ciada! y perdona a tus hijos. Allí, viniendo
contigo, te pro-
porcionarán alegría.
Por las vengadoras divinidades del Hades :11. Más lejos llega Eurípides, cuya concepción de lo o de
, no será posible la tragedia es muy diferente tanto de Esquilo Eo PO e
Que yo entregue a mis hijos a la burla
de mis enemigos. Es O a
del todo necesario que mueran. Y puest pides, por supuesto, mantiene la misma situación
o que es necesario, a una madre, mas el factor que enmarca la acción de Les es y
los mataré yo que les di la vida.”
na Electra ya no procede de un mandato divino que ordena vengar una
7. Medea, que se sirnte ofendida e injur muerte ni del trato cruel que Electra recibe de su madre, parto de
iada por la conducta de su aquélla ya no vive en palacio. En efecto, tras la muerte ECN:
esposo Jasón, pues va a desposar a la hija
del rey, arde en deseos de cas-
tigar a Jasón y se decide por el mayor mal Ego temía que Electra, a la edad de tener marido, puciera s ce
que pueda maquinar. Llegada
a esta resolución, se debate entre con algún hombre importante y tener hijos que un día vengaran mo
actuar O no. Y entre su sed de ven-
ganza y el miedo al escarnio y ridícu persona a Agamenón. Por esta razón la entregó como acia che
lo, se inclina, al fin, por la venganza.
Su crimen es mostruoso. castig viejo labrador, hombre honrado, por lo demás, que nunca aíren
ti a con inocentes al culpable.
lecho.
8 Cierto es que los factores que configuran estas
situaciones lími- 12. La ausencia'en escena de estos dos factores, el mandato divino
tes son muy diversos Incluso dentro de una
misma temática, los autores de venganza y el tíato cruel que recibe Electra, petmite a Eurípides, a
gregos ofrecen perspectivas diferentes al
neta
respecto, En este sentido el
tema de Orestes y Electra se revela particular diferencia de Esquilo y de Sófocles, centrar los móviles de la acción en
mente apropiado; por que an de hacer justicia y.
con derecho
recurre-enlos tres trágicos.griegos. Apoyémon . los propios protagonistas: se consider
os en esta particularidad conquistar lo que.£s suyo. que, por procedimientos poco éticos, les ma
para un breve análisis de la cuestión.
sido arrebatado. En este aspecto, Electra, hija de rey, insiste en e con
>. Esquilo, en efecto, proyecta sobre la traste de su modo de vida, miserable, andrajoso y alimentado co Al
situación la venganza de la sudor de su trabajo en la lanzadera*, con el modo de vida de su ma re:
sangre y. para caldear el marco trágico,
Agamenón aletea desde su
tumba sobre la escena, creando así la correspond muelle, suntuoso y real dentro de palacio. Se trata, claro está, de un giro
iente atmósfera trágica. . antropocéntrico de toda acción trágica, tan característico de Eurípides.n
“Pero es la ley! —canta el coro—
que las sangrientas gÓtas vertidas en . . TÁ

Pero sea como fuere, el dilema central es el mismo, si bien adobado *e


, q

el suelo, pidan otra sangre.”


otros ingredientes.

em TTAS tra
> E
Ayer y Hoy de la Tragedia
Alberto Díaz Tejera

el vesul.
3. Sí, lo son, en cambio, en una concepción en que no ya
13, Ahora bien, no todas las situaciones lírmtes son iguales ni oíre- aquí resulta casal acción, en
tado sino la propia acción es ambival ente:
cen el mismo sentimiento trágico. Se me dirá que con los ejemplos de lumate que
su naturaleza, arriesgada? Y si además se trata de una acción
Orestes y también con el de Medea, he puesto un caso típico de dilema el orden cósmico, SID
afecta y divide una existencia y resqueb raja
y de situación límite. Y que no en todas las tragedias se observa con Desde
nos encontramos, sin duda, con una acción que 10za lo tragico
tanta corporeidad. Sin embargo, pienso que la cuestión no debe plan-
tearse en esos términos. La cuestión radica, más bien, en percatarse del este punto de vista, no es extraño ni debe sorprender que la ME
Porque aquí,
hecho de que una acción para recibir basada en la acción, tuviera su origen en la cultura griega
el calificativode trágica, debe ser brindaba un Ter-
proyectada en una situación tal que el hombre tenga que elegir y, a su en la Hélade, la concepción de la existencia humana
¿vara en
ió levar sus entraña s la
vez que esa elección suponga un riesgo profundo en su vida total. Cues- mento muy apropiado para que toda¿ acción
tión diferente es, por el contrario, la plasmación literaria de esa situa- característica del riesgo
ción trágica: su mayor o menor perfección e intensidad depende de la
4. Esta concepción ofrecía dos planos* uno divino y otro humano.
propia situación
y dilema: no tiene la misma fuerza ni infunde el mismo
“Siempre habrá —dice Homero 5 dos razas ISE. la de las inmor-
esasosiego y horror una situación en la que se tiene que matar a una plano
madre o a unos hijos que aquella en la que se tiene que defender a unas tales y la de los mortales que caminan sobre la tierra. El piimer
es todo poderoso y el segundo, dependie nte y al arbitrio de los dioses,
suplicantes, pongo por caso. Sia embargo, tanto la una como la otra ni
pero con el agravante de que el hombre no conoce la voluntad divina
constituyen situaciones límites. que averiguar esa volun-
cuáles son sus criterios éticos El hombre tenía
sona duda o
tad por medio de oráculos y demás ritos, aunque siempre
de los
la interpretación El hombre griego, que gozó de tantas eprfanías,
IVY. Ambivalencia de la acción trágica la volunta d divina y de aquí que
"ses, nunca tuvo una epifanía de
uenici nen
nunca pesara en el pensamiento helénico la rigidez y, consec
¡ 2) ES * > y e
e
1, Hasta ahora hemos hablado de acción, de acción irrepetible y la propia existen-
de acción en una situación límite, que obliga a una elección, como carac- te, la tranquilidad de un dogma sagrado y religi050 En
existenciaa, el hombre griego
1e conformaba
aba nda sl
su vida,
: cicia y de la propiaia existenci

poo]
terísticas que acompañan a lo trágico. Sin embargo, con ello no se agota -
todavía lo peculiar y propio de una acción trágica. Aún se detectan otros bien con fe en los dioses y en su poder, ante el que intentaba autoafr
a
rasgos que se muestran constantes y, por lo mismo, significativos. Por-
marse, en la medida de lo posible, si le era adverso, o al que mtentab . o

en
>

aferrarse, si le era propicio. Mas la segundad se mostraba como raya


que una acción que se realiza con la creencia* de que es correcta y que
el agua.
se inserta dentro de las coordenadas de una ética, de una religión e,
incluso dentro de una política aceptada, es una acción sin riesgos, una
5. Elcanto veintidos” de la Híada, sobre todo la escena en la que
acción de decisión clara, aunque se trate de una acción irrepetible. de ¿squiles a
lós dioses olímpicos, reunidos, contemplan la persecución
da idea de la indefensión ds
Héctor en torno a las murallas de Troya,
2. Una acción de este tenor, calificada de antemano como ciertamente, el desiiho
hombre ante los poderes divinos. Compadecen,
correcta porque se sabe que está de acuerdo con un orden cósmico o con colocó
un plan divino manifiesto, implica, al menos desde un punto de vista de Héctor pero, a la cuarta vuelta, Zeus tomó la balanza de oro,
la levantó cogién-
en la misma dos suertes, la de Aquiles y la de Héctor y
subjetivo, una decisión tranquilizadora y desde luezo Los
am,
no trágica. Y ello Al pum su
acontece en ciertas dimensiones existenciales como en la conciencia dola por el medio: pesó más el día fatal des EESORN.
o encia, gn
dice— Apolo abandonó al príncipe troyano. El episodi
sa ida

mítica y en la conciencia religiosa, donde el camino haya sido revelado de que IN


desde el propio plano divino. Las preguntas, en esta conciencia, son duda, de forma clara, la relación de los dos planos
la volunta de
d
hablado y de la engañosa seguridad del hombre griego en
innecesarias.
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Alberto Díaz Tejera Ayer y Hoy de la Tragedia

da rta
los dioses. Héctor, en efecto, encontró apoyo, durante

oido
la guerra, en el 2. Los ejemplos podrían multiplicarse. La conclusión, no vbstan-
todopoderoso Apolo, mas en el momento decisivo y cruel, ante las

rm
puer- te, es clara: se trata siempre de una acción con anverso y reverso, sin que
tas de Troya y frente a Aquiles, fue abandonado por
el dios. el hombre sepa de qué lado va a caer, Y, desde luego, la tragedia griega
como poesía que da forma a una realidad, supo explotar hasta el máximo
Ó. _ Toda acción, pues, desde la perspectiva de la esfera divina, era
esta concepción existencial de la ambivalencia de toda acción. Natural-

ADE
una acción arriesgada, pues su éxito era asimismo dudoso, y por lo tanto mente la concentra en los puntos críticos del argumento mítico.
heroica. Y si esa acción se encontraba en una situación límite, se con-
vierte en acción trágica. Antígona actúa de la manera que actúa, porque Y. Trascendencia de la acción trágica

ova dde
cree que cumple con los dioses ctónicos, mas su acción puede no ser bien
vista por los poderes del orden olímpico y político”. Es en sí una acción
1. Ahora bien, esta acción tropieza y se rompe, no en los. aconteci-
arriesgada y además provocada en un momento límite. Orestes
venga a mientos cotidianos del vivir, sino frente a esos poderes, no claros ni en
su padre y las diosas de la muerte lo persiguen porque mata a su madre:
su comportamiento ni en sus propósitos. Los poderes divinos, los pode-
decide, en efecto, obedecera Apolo y se atrae el enojoso enjambre de res del orden, ta... a nivel cósmico como político o los poderes del ocio
las Erinis*, Cuando Clitemestra advierte a su hijo “que se cuide de las y del amor que se alimentan sobre todo en el corazón humano, constitu-
Ermis de su madre, que S5Qn como perras ajradas, Orestes se pregunta: yen como murallas que arropan y a veces ahogan la acción trágica pero,
a veces, desparraman, con aire amenazante, los trozos que su comporta-
TáG TOÚ TLOrTo00ds ÑE OS púyw ragels táde; miento ha producido.

¿Y
,
de las Erinis
eos > z
de mi padre cómo voy a escapar si dejo 2. Mas una acción proyectada a tal escala de poderes, consti-
esto sin cumplir? tuye una acción trascendente, pero no en un sentido metafísico y
mucho menos estático. Desde el punto de vista del pensar griego, ello
7. Jerjes, que como personaje escénico en los Persas de Esquilo*”, es imposible. Para el pensamiento griego el cosmos es una realidad
es visto, por supuesto, desde el lado griego, lucha por el bien de su patria englobante, fuera del cual nada existe. Heráclito% senteució que “este
y por vengar una afrenta hecha a su padre Darío, pero con ello se cosmos ninguno de los dioses ni de los hombres lo hizo”, lo que
atrae
la derrota y el castigo, obra de los dioses patrios helénicos. La sombra implica que tanto los dioses como los hombres forman parte de él. Y
del rey Darío lo explica bien: “Yo me vauagloriaba de que
los dioses Píndaro añade: “En algo nos asemejamos a los inmortales, en gran-
iban a necesitar mucho tiempo para cumplir sus oráculos hasta el deza. de espíritu o de cuerpo, aunque ignoremos la meta” Hablo de
último
extremo. Pero cuando un mortal pone diligencia en su mal,
los dioses trascendente en el sentido. de que la acción se rompe o.se salva, no
acuden a ayudarlo%”, Jerjes, en efecto, se había extralimitado,
violen- desde la altura del propio hombre —y menos del hombre normal—
tando la propia naturaleza: puso cadenas al sagrado Heiespo
nto. que sería entonces como la caída de un niño que cae desde su propia
altura y, por tanto, una caída infantil, sino desde la misteriosa gran:
8. Ayante, por su parte, se baporte lo que él cree su derecho, la - deza de unos poderes que se sitúan en una esfera superior. De esta
ja
posesión de las armas de Aquiles, y decide dar muerte a los
príncipes forma el fracaso trágico es abismal porque grande es la altura desde la
griegos. Vas Atenea, su diosa protectora, le quita la razón,
por lo que que se cae y la salvación trágica es apoteósica porque elevado es el
en lugar de atacar a aquéllos, ataca un rebaño. Así lo conden
a al SuiEr pedestal al que se sube. Por ello, precisamente, se trata de una acción
dio. “Yo desvié su diestra —dice Ateneaól y Ulises— poniéndole
sobre “trascendente, porque trasciende la limitación humana, de un hombre
sus OJOS pensamientos extraviados de fiero regocijo y echándo
lo contra concreto y de una acción concreta, aunque dentro de lo humano,
los rebaños.”
hasta romperse en los poderes superiores.
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