IGLESIA MSJ

Bienaventurados cincuenta años de sacerdocio

Mariano Puga: La opción por

los pobres no basta
Verónica Cano Christiny y Sebastián Correa Duval

C
on motivo de los cincuenta años de sacerdocio de
Mariano Puga Concha, el pasado sábado 2 de mayo
se celebró en San Antonio de Colo, Chiloé, la “Minga
con Jesús”. Asistieron alrededor de quinientas personas que lo
han acompañado en los diferentes lugares de su peregrinar: la
Parroquia Universitaria, las poblaciones Villa Francia, Pudahuel
y La Legua, religiosos de los Hermanos de Foucauld, obreros y
pintores que fueron sus compañeros de trabajo, sus hermanos
del basural San Miguel, fiscales de Chiloé, chilotes y chilotas,
familiares, amigos y amigas que han sido evangelizados por este
peregrino que transita con su acordeón a cuestas.
La celebración estuvo marcada por tres hechos que reflejan
en plenitud la vida y el sello de Mariano. La misa se dispuso
en círculo, con un estilo participativo e inclusivo. Luego de la
Primera Lectura, los sacerdotes que lo acompañaron se mezcla-
ron con los celebrantes para formar grupos de diez personas y
compartir las propias experiencias de Cristo. Aquellos que par-
ticipamos en esa dinámica testimonial, pudimos palpar cómo
la figura de este hombre bueno ha cruzado la vida de tantos y
cómo uno de los fines de su misión ha sido, simplemente, el
encontrarse en Cristo con otros.
Un segundo hecho significativo fue el momento de la pré-
Socióloga y psicólogo
Una opción de vida radical por los más
necesitados ha significado para este cura
peregrino trabajar con ellos, codo a codo,
buscando su suerte, pero transmitiendo
siempre que el llamado a habitar el Reino de
Dios es para todos.
La celebración de sus cinco décadas de
ministerio sacerdotal fue un festejo que
congregó a obreros, pintores, estudiantes,
pobladores y decenas de católicos que
acompañaron su andar evangelizador en la
Parroquia Universitaria, poblaciones de Santiago
y localidades de Chiloé.

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Lo que se hace cierto y muy actual es que para las
personas que han acumulado riquezas este llamado
se torna más complejo y difícil de asumir, pues las
riquezas generan dependencias y ataduras, y con
ellas a cuestas no es posible transmitir el Reino de
Dios en la tierra.
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dica, en la que Mariano optó por no hablar él, sino Cristo, y
comenzó a leer el Sermón del Monte. Cada palabra fue sentida
desde sus entrañas. Se emocionó a ratos y repitió las frases más
significativas que fueron retumbando en nuestros corazones.
Todo esto fue creando un ambiente de sobrecogimiento. Un
tercer momento de profunda alegría fueron las acciones de
gracia que ofrecieron cerca de veinte personas representantes
de todos sus mundos.
Toda la ceremonia fue un festejo continuo, un agradecer
la presencia de Mariano en la vida de muchos, así como la
posibilidad de ser testigos de la forma en que ha sido un fiel
trasmisor de un Evangelio vivo con su manera de sentir y vivir
la fe, que invita, acoge y exige a la vez. Los agradecimientos
continuaron aún después del almuerzo, cuando algunos de los
asistentes regalaron sus bailes y cantos; otros leyeron cartas,
poemas y testimonios, reflejando con ello el tremendo cariño
y admiración que este hombre genera.
NO SE PUEDE SERVIR A
DOS SEÑORES (Mateo 6, 24)
Mariano bien conoce lo que son las diferencias y las injusti-
cias sociales. Le tocó nacer en una familia de la alta aristocracia
de principios del siglo pasado y con sus opciones personales se fue
acercando radicalmente a los más pobres, asumiendo con ellos
una vida austera y, muchas veces, corriendo su misma suerte y
vulnerabilidad. Durante sus años de sacerdocio se ha empapado
de la pobreza. Junto con ello, ha reconocido y amado al Cristo
pobre, y ha llevado siempre el Evangelio a donde no todos quie-
ren estar. Reflejo de ello es que su casa-mediagua (la “Penélope”),
ubicada en La Legua y donde vivió por más de treinta años, fue
siempre la más sencilla de los lugares donde estuvo.
A pesar de haber tomado una opción de vida radical entre
los pobres, el corazón de este hombre ha transmitido que el
llamado a habitar el Reino de Dios es para todos. En esto no
transa. Su mensaje es que Cristo no distingue y nos invita sin
excluir a nadie, y esto es un mensaje de primera necesidad. Fue
la prioridad en la vida de Cristo anunciar a todos que “el partido
de fútbol” ya fue ganado y todos estamos invitados a celebrar
al resucitado, llevándole nuestros dolores y contradicciones, y,
claro, hay que ver la propia vida como un instrumento de este
mensaje, ganando así libertad en nuestras opciones.
Lo que se hace cierto y muy actual es que para las personas
que han acumulado riquezas este llamado se torna más complejo
y difícil de asumir, pues las riquezas generan dependencias y
ataduras, y con ellas a cuestas no es posible transmitir el Reino
de Dios en la tierra. “No se puede servir al Padre y al dinero a la
vez” (Mateo 6, 24) fue una frase que Mariano repitió tres veces
en la ceremonia. Con su ejemplo de vida austera y sencilla, este
sacerdote nos expresa a todos la felicidad de sentirse libre de las
ataduras materiales. Él lleva la carga ligera del peregrino y nos
llama a todos a creer y a vivir el Evangelio de manera radical, e
invita con su mirada tierna y acogedora a que todos tomemos
la misma opción.
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LEER LA BIBLIA Y TENER
COMPAÑEROS DE RUTA
Si algo ha caracterizado la vida sacerdotal de Mariano, es la
libertad para optar según lo que el espíritu le ha ido “soplando”,
libertad que lo ha llevado a trabajar con los más pobres, a vivir
entre los pobres y a hablar desde los pobres. En algunas ocasiones
hemos conversado con Mariano esta situación y él ha manifestado
muy claramente que la “opción por los pobres” no es suficiente,
pues en ella hay uno que opta y un optado, produciéndose una
relación vertical que no es propia del Reino de Dios. El “por
los pobres” convierte a los pobres en objetos de nuestra opción.
Mientras que en el “con los pobres” se trabaja codo a codo, se
sufre en conjunto y se anuncia la dicha de la Resurrección a los
compañeros. Cuando se actúa buscando la “suerte de los pobres”
se puede acceder a una mejor comprensión del Evangelio. Como
diría Frei Betto, “la cabeza piensa donde los pies pisan”.
Esta premisa es una marca registrada en Mariano. Haciéndose
pobre, haciéndose obrero e, incluso, estando preso, ha llevado a
cabo su ministerio sacerdotal. Lo ha hecho abriendo las puertas de
su casa para que quien lo necesite pueda habitarla, así como él en
sus actuales peregrinajes por Santiago se queda “en el lugar donde
lo pille la noche”, donde sus amigos pobladores o sus amigas
viudas pobres, donde sus ex compañeros de trabajo por más de
treinta años. Todos le abren las puertas de sus casas a este hombre
que a tantos les ha abierto las puertas del Evangelio, sembrando
en los pobres la dicha del Cristo resucitado.
En la celebración del pasado 2 de mayo, recordamos dos
revelaciones que en una noche chilota Mariano nos manifestó
hace algunos años: “Las dos claves en la vida son leer la Biblia
diariamente (todas las demás lecturas son añadiduras) y tener
compañeros de ruta con quienes crecer juntos, contenerse y hacerse
vulnerable”. El siempre ha confesado que es muy difícil seguir en
solitario lo que Cristo nos propone, mientras que con compañeros
de ruta siempre podremos interpretar de mejor manera lo que
muchas veces nos resulta misterioso y nos alentaremos a ser cada
día más consecuentes.
PALABRAS DE ENVÍO
Como agradecimiento, Mariano escribió una carta a los
asistentes en la que manifiesta que hace cincuenta años dijo con
UN CURA OBRERO
Mariano Puga Concha nació en 1931 en Santiago. Estudió
en The Grange School y en la Escuela Militar. Inició la carrera
de arquitectura, que abandonó a mediados de los años ’50
para ingresar al Seminario. Se ordenó sacerdote en 1959 y
partió a París a estudiar Liturgia. De regreso a Chile, participó
en la fundación de la Parroquia Universitaria. En 1972 dejó el
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san Pablo: “Todo lo tengo por basura desde que conocí a Cristo
Jesús, mi Señor”. Sin lugar a dudas, la vida de este hombre es
testimonio de un profundo amor a Cristo, “a este Peregrino
responsable de todo lo que hay de verdad”. Mariano transmite
el renacer del Resucitado y expresa cómo esta verdad es suficien-
te para entregar la vida y entender el dolor de otra manera (¡y
cuánto ha estado él cerca del dolor!). Así ha construido una Iglesia
misionera centrada en Cristo “que vive con los pobres, que grita
con su vida y su compromiso la liberación que Cristo nos regala,
construyendo una tierra sin males y que hace suyo el gemido de
tantos”. En estos cincuenta años nos ha dado un claro ejemplo
de lo que significa llevar a cabo el proyecto de Cristo: el Reino
de Dios. La vida de Mariano demuestra que la opción radical
por el Evangelio, construyendo el Reino de Dios en los pobres,
es la opción más feliz.
LAS PALABRAS DE MARIANO
Extractos de la carta de agradecimiento a los asistentes a la
ceremonia:
Hemos compartido luces y sombras, sueños y frustraciones, ries-
gos y persecuciones, techo (¡cuántos me han recibido en sus casas!),
comidas y fiestas, el dolor de tantos que nos faltan, la paciencia de la
esperanza… vamos aprendiendo que la amistad se teje en lo pequeño
de cada día.
En este ya largo caminar, hemos ido conociendo a este peregrino
“responsable” de todo lo que hay de verdad, de Amor Fraterno y de
Libertad en nuestros sueños: Jesús de Nazaret, el Muerto Resucitado.
Es su Espíritu el que nos ha regalado re-nacer.
Hemos ido construyendo un rostro nuevo de nuestra querida
Iglesia de Cristo:
Una comunidad de bautizados, re-nacidos, como discípulos y
discípulas del Maestro Jesús y su Evangelio (¡sin volver al Evangelio,
no hay re-nacer de la Iglesia!).
Una comunidad que se fortalece en la “Cena del Señor”. Com-
parte la palabra de los profetas, apóstoles, de Jesús (¡Con la vida y
la Biblia en la mano!). Que recuerda su Pascua. Que comparte el
Cuerpo y la Sangre de Jesús para dar la vida por la Tierra Nueva
del Reino.
Una Iglesia donde en nuestras comunidades aprendemos de Jesús
a crecer como hermanos y hermanas. “Ámense como Yo los he amado”.
A amar “a amigos y enemigos”. MSJ
Seminario para trabajar como cura obrero en Chuquicamata.
Luego, fue párroco nueve años en La Victoria, doce en
Pudahuel y diez en Villa Francia, donde además trabajaba
como pintor de brocha gorda. Estuvo siete veces detenido por
motivos políticos y desde 2002, año en que se fue a vivir a
Colo, Chiloé, es coordinador mundial del movimiento espiritual
los Hermanos de Carlos Foucauld, seguido por quinientos mil
laicos y cinco mil sacerdotes en todo el mundo.
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