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tierra
Hablar de Chuicacá es hablar de la libertad del espíritu, donde el alma se torna sensible
bajo la fuerza arrobadora de la naturaleza; donde el lenguaje místico se convierte en
himno de alabanza al Creador en los labios del creyente.
Chuicacá, habitada por gente humilde en su totalidad son de habla, costumbres y cultivo
Quiché, aparece en la agenda de Dios, como el lugar escogido, para ser escenario de un
Aposento Alto en Guatemala. Corría el año de 1922, cuando en el corazón de Dios plujo
hablar a n hombre de mediana edad, regular estatura, de tez morena y como bendición
de Dios, sabía leer y escribir, su nombre era Marcos Lux.
Un día terminada sus tareas cotidianas, sin pensar en lo que significaría esa noche, se
entregó al descanso y estando profundamente dormido, tuvo un sueño que le impresionó
muchísimo, sueño que cambió el curso de su vida e introdujo un gran cambio en su
comunidad. En su sueño vio y escuchó a una respetable persona que le dijo: “Tú eres
pobre pero hay una riqueza que debes poseer; si sigues el evangelio tendrás tesoros y
muchos frutos”.
Despertó muy impresionado y sólo esperó la claridad del nuevo día, para salir en busca
de la riqueza de que oyó; se dirigió a la Cabecera Departamental. Al llegar a la ciudad
deambúlo por las calles y avenidas a la expectativa, esperando de un momento a otro la
riqueza que se le refirió. No hallando indició de ello, dispuso retornar a su hogar.
Alguien le indicó que podría tener información del Evangelio en una casa rotulada:
MISIÓN EVANGELICA. Al hallar la casa se alegró muchísimo y más al ser recibido
amablemente por el misionero metodista, quien le explicó todo lo relacionado al Santo
Evangelio. Después de encontrar en las palabras de Albert Hines la respuesta de su
sueño, se entregó a los pies de Jesucristo sin ninguna reserva, el misionero le entregó la
Biblia para que se instruyera en los caminos de Dios.
Aquel rostro bronceado por el sol, las arrugas que empezaban a aparecer y los ojos de
aquel hombre, se conjugaban en una sonrisa de gran alegría que se cobijaba en aquel
corazón sencillo Lux. Lix Carrillo, acostumbrado a los desprecios y sufrimientos de la
vida, por primera vez siente que hay alguien que en vez de desprecios, le prodigaba un
amor profundo, exquisito y verdadero. Envuelto en esta nueva dimensión de vida, hace
su retorno al hogar; los caminos, veredas, montañas, el cielo mismo le parecía distinto y
el camino se le hizo mpas corto. Al llegar a su casa du familia notó el cambio; ya no era
la misma persona de antes, algo había pasado con Lux Carrillo; era la dulce experiencia
del amor de Jesucristo que había cambiado a aquel hombre.
Pasados tres meses más o menos: Lux Carrillo, vuelve a Totonicapán, trayendo consigo
a dos de sus amigos, Baltasar Chacaj y Marcos Carrillo Soc, quienes se entregaron a
Cristo esa mañana. Días después se hace acompañar de una familia entera encabezada
por el Padre, Lucas Chacaj quien se entrego al Señor también. Las visitas de Lux
Carrillo fueron más frecuentes trayendo a sus amigos y vecinos al conocimiento de la
verdad de Jesucristo.
Estas familiar formaban una pequeña comunidad evangélica en Chuicacá de tal manera
que fue necesario que el valiente y determinado pastor de la Iglesia don José María
Enríquez, empezará a instruirlos en la doctrina de Dios, haciendo dos viajes por semana
a la aldea.
Ese mismo año el hermano don Chema Enríquez y el hermano Furman, suscribieron
una carta de agradecimiento a la Iglesia Metodista por sus cuidados espirituales con
dicha Iglesia. Desde esa fecha la Iglesia de Chuicacá fue reconocida como parte de la
Iglesia de Dios.
Dado al maravilloso derramamiento del Espíritu Santo que tiene lugar en cada
convención, sanidades, mensajes inspirados y otras bendiciones más, hizo que la fama
de dichas convenciones traspasara las fronteras de El Salvador, México y los Estados
Unidos.
En muchas ocasiones sucedió que, mientras los hermanos caminaban rumbo a Chuicacá,
el Espíritu de Dios no se dejó esperar, sino allí junto al camino, a ríos, valles y montes,
allí muchos hermanos recibieron la promesa del Espíritu Santo, de manera que cuando
el desfile concluía en el altar de templo, todos estaban ardiendo ya en el Espíritu Santo.
Es digno de mencionar que des que las convenciones se iniciaron desde 1928, los
hermanos de Chuicacá han demostrado y han sido un verdadero ejemplo digno de
imitarse, pues en cada convención, ellos demuestran una colaboración extraordinaria,
coordinación completa y una responsabilidad a carta cabal, trabajando sin prejuicios de
ninguna naturaleza, pues con ellos trabaja desde el más pequeño hasta el más grande ,
todos con el ideal de hacer mejor la labor, y dar una grata impresión a todos los
convencionistas.
Además del gran beneficio espiritual que representa cada convención, la aldea ha
sufrido verdaderos cambios substanciales y mejoramientos en su desarrollo
socioeconómico, pues con motivo de las convenciones, la aldea cuenta con agua potable
desde el 19 de enero de 1966.
En este mismo año, también lograron la instalación de alumbrado eléctrico; todos estos
trabajos se deben a la valiosa colaboración o aporte que la Iglesia de a la comunidad.
Las últimas convenciones tienen una duración de cinco días a un costo aproximado de
tres a cinco mil quetzales, que en su mayor parte es aportado por los mismo hermanos
de la Iglesia local.
Lo que principió con un sueño, ahora a representado una reunión de cuatro a cinco mil
personas. Millares han recibido el bautismo del Espíritu Santo, el bautismo en agua,
sanidad para su cuerpo y también ha encontrado a Cristo como Salvador de sus vidas,
En la actualidad la Iglesia cuenta con una membresía que alcanza 500 miembros, no
contando las Iglesias hijas, que han salido de ella y del ministerio dedididamente
efectivo del pastor, hermano Miguel Tzoy Cortez. Sólo Dios sabe el grado de magnitud
a la que llegará este Iglesia.