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El Perú ha tenido una convivencia tensa con su diversidad.

La ha negado por
largo tiempo, generando situaciones de exclusión que nos cuesta superar. Sin
embargo, en los últimos años un conjunto de medidas importantes busca
superar estas debilidades. Se combate el racismo, se promueve el enfoque
intercultural en la gestión, se revaloran las lenguas, se protegen los derechos
colectivos, se visibiliza lo que antes fue poco valorado.

FORMACIÓN DEL RACISMO:

Existía ya a fines del siglo XV en la península ibérica el discurso acerca de la


«pureza de sangre». Este discurso era una forma de proto-racismo movilizado
contra las poblaciones musulmanas y judías durante la conquista colonial por
parte de la monarquía católica para destruir el poder político musulmán en la
península ibérica, territorio conocido como Al-Ándalus. La práctica de limpieza
étnica del territorio conllevó un genocidio contra las poblaciones musulmanas y
judías. El discurso de la «pureza de sangre» fue un discurso del estado
movilizado para vigilar a las poblaciones que sobrevivieron a las masacres y
que, para evitar la muerte, fueron forzados a «convertirse» a la cristiandad. La
idea de este discurso era vigilar «biopolíticamente»

En el siglo XVI se trastocan las coordenadas conceptuales que definían la


'lucha por el imperio' y las formas de clasificación social en el siglo IV y en
siglos posteriores antes del 'descubrimiento' y conquista de las Américas. La
relación entre religión e imperio está en el centro de una transformación vital de
un sistema de poder basado en diferencias religiosas a uno basado en
diferencias raciales. Por eso ya en la modernidad la episteme dominante no
sólo será definida en parte por las tensiones y mutuas colaboraciones entre la
idea de religión y la visión imperial del mundo conocido, sino más bien por una
dinámica entre imperio, religión, y las gentes que aparecieron en el mundo
antes desconocido o creído despoblado por los Europeos (Africa primero y las
Américas después). Es con relación a estas gentes que la idea de raza nace en
la modernidad
Esto se modifica radicalmente con la conquista de las Américas a partir de
1492 y la caracterización de los indígenas por Colón como «pueblos sin
religión». Una lectura anacrónica de esta frase nos haría pensar que Colón se
refería a «pueblos ateos». Pero no tener religión en el imaginario cristiano de la
época era equivalente a no tener alma, es decir, ser expulsado del «reino de lo
humano» hacia el «reino animal». Dice Maldonado-Torres (2008):

«Referirse a los indígenas como sujetos sin religión los saca aparte de la
categoría de lo humano. Como la religión es algo universal en los humanos, la
falta de la misma no denota la falsedad de la proposición, sino al contrario, el
hecho de que hay sujetos que no son del todo humanos en el mundo» (217).

Contrario al sentido común contemporáneo, el «racismo de color» no fue la


primera forma del discurso racista. El «racismo religioso» («pueblos con
religión» frente a «pueblos sin religión») fue la primera forma de racismo en el
«sistema-mundo capitalista/patriarcal occidental-céntrico/cristiano-céntrico
moderno/ colonial». Esta definición de «pueblos sin religión» se acuñó durante
todo el siglo XVI en España. El debate que provocó la conquista de las
Américas fue alrededor del tema de si los «pueblos sin religión» encontrados
en las Indias Occidentales tienen alma o no tienen alma. Este debate colonial
generó un «efecto bumerang» que redefinió todo el imaginario de dominación
de la época. Recordemos que siendo el latín la lengua de escritura de la época
y estando la autoridad del conocimiento en manos de la iglesia por medio de la
teología cristiana, lo escrito por Colón y por todos los filósofos cristianos del
siglo XVI español circuló rápidamente por toda Europa.

El gran debate de los primeros cincuenta años del siglo XVI español era si los
«indios» tenían alma o no. La categoría de «indio» constituye una nueva
invención identitaria que homogeneiza toda una heterogeneidad de identidades
a partir de la idea errada de los españoles de creerse haber llegado a la India.
Ese debate fue el primer debate racista en la historia mundial y la identidad de
«indio» fue la primera identidad moderna. La pregunta sobre si los «indios»
tenían alma o no era ya una pregunta racista que remitía directamente en la
época a la pregunta de si eran humanos o animales.
DEFINICION DEL RACISMO

El racismo es una jerarquía de dominación de superioridad/inferioridad sobre la


línea de lo humano. Esta jerarquía puede ser construida/marcada de diversas
formas. Las élites occidentalizadas del tercer mundo (africanas, asiáticas o
latinoamericanas) reproducen prácticas racistas contra grupos etno/raciales
interiorizados, donde los primeros ocupan la posición de superioridad sobre los
últimos. Por tanto, dependiendo de la historia local/colonial la interiorización
puede definirse o marcarse a través de líneas religiosa, étnicas, culturales o de
color.

en Europa como en Norte América el racismo de color continúa siendo muy


importante e incluso se enreda de manera compleja con el racismo religioso.
Sin embargo, mientras en muchas regiones del mundo la jerarquía etno/racial
de superioridad/inferioridad está marcada por el color de la piel, en otras
regiones está construida por prácticas étnicas, lingüísticas, religiosas o
culturales. La «racialización» ocurre por la marca de «cuerpos». Algunos
«cuerpos» son racializados como superiores y otros «cuerpos» son
racializados como inferiores

Para Foucault el racismo surge en el siglo XIX como una apropiación


conservadora estatal del discurso de «guerra de razas», es decir, de la
resignificación de este discurso por parte del estado en discurso de «pureza
racial», «pureza de sangre», justo en el momento cuando el discurso de «lucha
de razas» se radicaliza y se transforma en discurso de lucha de clases.

Usando el método genealógico, Foucault (1996) identifica en la historia


europea un discurso histórico-político que constituye una contrahistoria frente al
discurso filosófico-jurídico que privilegia el poder soberano. Mientras este
último privilegia el derecho, la paz y las leyes, el primero ve tras ellos las
batallas, las masacres, la sangre vertida constitutivas de los estados,
sociedades y las leyes. Este discurso es el de la «guerra de razas» que nos
dice que «la ley no es pacificación», sino que «nace de conflictos», que «la
guerra es la que constituye el motor de las instituciones y el orden», que
«detrás de la paz se debe saber ver la Guerra», que a la visión piramidal del
cuerpo social del discurso filosófico-jurídico se le opone un frente de batalla
que divide a la sociedad en dos campos: dos grupos, dos ejércitos, dos
categorías de individuos que se enfrentan (1996: 47-48).

EL RACISMO:

según el diccionario de la Real Academia Española, está basado en la


exacerbación del sentido racial de un grupo étnico que suele motivar
la discriminación o persecución de otro u otros con los que convive. La palabra
«racismo» designa también la doctrina antropológica o la ideología política
basada en ese sentimiento.123 Conforme a la Convención Internacional sobre la
Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial aprobada por la
Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas el 21 de
diciembre de, 1965

DESDE LOS ESTUDIOS DE LA PSICOLOGÍA SOCIAL:

El Prejuicio y racismo, se pueden identifi car dos grandes momentos. El


primero comienza con la publicación de The nature of prejudice de Allport en
1954. Aquí se concentran los estudios que construyen modelos y Teorías del
Prejuicio, que procurarán explicar el racismo clásico. Mientras que, el segundo
momento, comienza en la década de los 80 con la emergente idea de nuevo
racismo, que ocupa la atención de los psicólogos sociales actualmente.
Principalmente, son Kinder y Sears (1981) y McConahay (1986) quienes
observan que en la sociedad norteamericana surge un manifiesto rechazo por
las creencias racistas, lo que se traduce en menores índices de expresiones
Prejuiciosas y racistas. Sin embargo, el racismo no desaparece sino que
cambia, se transforma en más sutil y subyacente, más difícil de identificar y
medir (Dovidio & Fazio, 1992; Pettigrew, 1998).

A nivel psicológico y psicosocial, el racismo funciona sobre la base del proceso


de categorización de las personas, atribuyéndoles características propias de
determinado grupo. Esto se complementa con la identificación del individuo con
un grupo, que considerará superior que otros a los que se compara. De esta
forma, los tres conceptos principales sobre los cuales la Psicología Social
construye su análisis del Prejuicio y la discriminación racial son: categorización
social, estereotipo e identificación social. Si bien, estos tres conceptos influ
enciaron los estudios de la primera etapa de producción científica, continúan
vigentes en los estudios actuales de las nuevas formas de racismo.

Categorización social:

Tal como lo propuso Allport (1954), la categorización social es un mecanismo


cognitivo normal, y es el precursor de toda forma de Prejuicio. Por lo que, la
categorización por sí misma no es suficiente para explicar el Prejuicio. Tajfel y
Turner (1986) delimitaron su alcance al indicar que la categorización es una
herramienta cognitiva que ayuda al ser humano a segmentar, clasifi car y
ordenar la realidad, pues en caso contrario sería incapaz de reaccionar de una
forma específica a cada estímulo que se le presenta. Los procesos cognitivos
que guían a este mecanismo son la “asimilación” y la “diferenciación”. Mientras
que la asimilación refiere al efecto de minimizar las diferencias dentro de una
categoría, la diferenciación es el efecto de exagerar las diferencias
preexistentes entre categorías. (Tajfel, 1959). En términos de la Psicología
Social, esto signifi ca que los miembros de diferentes grupos tienden a verse
más diferentes de lo que realmente son, y los miembros de un mismo grupo
más similares entre ellos (Eiser & Stroebe, 1972; Krueger & Clement, 1994;
Tajfel & Wilkes, 1963).

Un tercer proceso cognitivo de la categorización, muy cercano a la asimilación,


es el efecto de “homogeneidad del grupo externo”, en el que la gente tiende a
ver a los miembros del grupo externo (exogrupo) más similares entre ellos que,
a miembros del grupo interno (endogrupo).

Este efecto de percepción de igualdad se mantiene, sin importar si el exogrupo


es de raza, religión, nacionalidad, u otros (Linville, 1998). Se ha hallado que la
categorización es un proceso cognitivo del que los niños a partir de los 3 años
ya hacen uso, y son conscientes de las dos principales categorías sociales:
etnia y género (Duveen & Lloyd, 1986; Thompson, 1975; Williams & Morland,
1976; Yee & Brown, 1994). Inclusive, se ha estudiado que desde esa edad, los
niños comienzan a desarrollar preferencias actitudinales entre estas categorías,
identifi cándose con miembros de su propio grupo étnico (Aboud, 1980) o de
género (Thompson, 1975; Yee & Brown, 1994). Ésta discriminación se expresa
con un favoritismo endogrupal (Yee & Brown, 1994). En tal sentido, los efectos
directos de la categorización social, de interés para la explicación del Prejuicio,
son la exageración de las diferencias entre categorías y la disminución de
diferencias, al interno de las mismas. Una vez que se exageran las diferencias
entre el “nosotros” y el “ellos”, el efecto complementario es “ellos son todos
iguales, en cambio nosotros tenemos nuestras características que nos
diferencian”.

Estereotipo

De esta forma, surge el estereotipo, entendido como la atribución a una


persona de características que se consideran como pertenecientes a todos, o
casi todos, los miembros de un grupo. La relación entre categorización social y
estereotipo es que éste último es una inferencia inspirada en la asignación de
una persona a una categoría determinada (Brown, 1995). Esto significa que el
estereotipo es la percepción de que la mayor parte de los miembros de una
categoría comparte los mimos atributos, por lo que el estereotipo deviene
directamente del proceso de categorización. Se ha hallado que hay, al menos,
tres fuentes del estereotipo: a) la transmisión sociocultural, mediante la familia,
escuela y medios de comunicación (Allport, 1954); b) otra es la que se ha
denominado como “aire de verosimilitud”, entendiendo que el estereotipo
deviene de algunos aspectos de la realidad social, como diferencias
socioeconómicas o culturales (Brewer y Campbell, 1976) y; c) el sesgo
cognitivo de “correlación ilusoria”, mediante el cual dos variables son asociadas
entre ellas, cuando en realidad hay muy poca o ninguna asociación.
Habitualmente, se entiende que los sucesos menos frecuentes atraen una
mayor cantidad de nuestra atención y, por ello, son recordados con mayor
facilidad (Hamilton y Gifford, 1976). A modo de ejemplo, en un país
predominantemente blanco se recordarán más fácilmente las conductas
antisociales cometidas por negros, que las cometidas por blancos. La
correlación ilusoria está en establecer una correlación entre la delincuencia y el
color de piel.

Identifi cación social:


La identificación social es el tercer concepto sobre el que la psicología ha
asentado sus estudios del Prejuicio y racismo. Partiendo del concepto de
categorización social, Tajfel y Turner (1986) desarrollan la Teoría de la
identidad social, que sirve a efectos de explicar dos procesos necesarios para
comprender el Prejuicio, y por tanto, la discriminación: el favoritismo del grupo
interno y, la necesidad de autoestima. La identidad social es definida como los
aspectos del autoconcepto de una persona que se derivan de su pertenencia a
grupos (Tajfel y Turner, 1986). Estos autores infieren que las personas tienden
a verse a sí mismas en forma más positiva que negativa, por lo que si nuestra
identidad está determinada por nuestra pertenencia a un grupo, entonces,
tendremos una preferencia por ver a nuestro grupo en forma más positiva, que
a otros grupos a los que no pertenecemos. Esto significa que las personas
mantienen su autoestima, en buena parte, por su identificación con grupos.
Para lograrlo, es preciso comparar el endogrupo y el exogrupo en aquellas
dimensiones relevantes que resulten en una evaluación favorable al
endogrupo. Se ha hallado que las personas con baja autoestima, tienen más
predisposición a expresar.

Desarrollo del Prejuicio Estos tres conceptos son los que permiten, en la
primera etapa de estudios, describir las bases psicosociales sobre las que
funciona el Prejuicio. A su vez, éstos aportan un marco para identifi car las
situaciones que potencian el desarrollo del Prejuicio, a saber: la ocupación
cognitiva y emocional, la competencia por recursos, la amenaza a la identidad
social y la deprivación relativa.

RACISMO EN EL PERU:

El racismo es un fenómeno social que tiene diferentes componentes que se


materializa en la exclusión y vulneración de derechos y libertades de las
personas. Es un problema que afecta gravemente a la sociedad peruana, más
de la mitad de peruanos/as se ha sentido discriminado siendo las principales
manifestaciones de discriminación la negativa a ser atendido/a, el trato
diferenciado y las bromas*. Esto acentúa la desintegración nacional y
profundiza las impidiendo un desarrollo basado en la igualdad y afectando
principalmente a personas pertenecientes a pueblos indígenas, población
afrodescendiente y personas de origen o ascendencias andina o amazónica.
Según la ideología del mestizaje, las identidades originarias (española,
indígena y negra) se habrían fundido en una sociedad distinta, que no puede
ser identificada con ninguna de las tres colectividades. La verdad es que no
todos los peruanos son mestizos: la población rural de la sierra sur es casi en
su totalidad indígena, como lo son 250.000 nativos amazónicos. Existe a la vez
un sector cuyos antepasados europeos llegaron al Perú hacia finales del siglo
XIX y que se autodenominan blancos. Ni los indígenas ni los descendientes de
europeos son mestizos y sus patrones culturales y condiciones de vida son
abismalmente diferentes, como revela cualquier estadística, desde el grado de
instrucción hasta la mortalidad infantil.

La independencia del Perú fue un movimiento de élites criollas, que no


representaban los intereses indígenas. La nueva república proclamó como
idioma oficial el castellano, que sólo hablaba entonces el 10% de la población.
De igual forma, se disolvieron las comunidades indígenas, permitiendo que los
hacendados se apropiaran de las tierras comunales y sometieran a los
indígenas a un régimen similar al feudalismo, incluyendo los castigos físicos. El
control efectivo del territorio estaba en manos de los hacendados. Sólo éstos o
las personas de su entorno podían desempeñar, Esta dominación étnica
explica las rebeliones indígenas, siendo las más conocidas las de Atusparia y
Rumi Maqui, todas aplastadas violentamente por el Ejército, protegiendo los
intereses de los terratenientes. Los indígenas amazónicos sufrieron un proceso
similar de exclusión: desde la década de 1860, su territorio fue concedido por el
Estado a empresarios peruanos y extranjeros, para quienes los indígenas
debían trabajar.

Millares murieron en las plantaciones de caucho y las expediciones para


capturar indígenas y venderlos para el servicio doméstico duraron hasta bien
entrado el siglo XX.

La migración europea del siglo XIX reforzó los patrones de segregación racial
al no producirse el mestizaje que había ocurrido en la Colonia: los europeos
llegaron con sus familias y las relaciones de parentesco se establecieron
solamente con los sectores criollos, haciéndolos menos mestizos. El
tratamiento a los migrantes muestra una sociedad escindida étnicamente: los
europeos fueron desde un inicio incorporados a las clases dominantes en
calidad de ciudadanos: podían ser autoridades y adquirir grandes propiedades
(1). Por su parte, los migrantes chinos eran en la práctica considerados como
esclavos, debiendo trabajar de manera forzosa en las haciendas. De esta
forma, la migración incrementó la marginalidad de los indígenas, que ahora
constituyen apenas la décima parte de la población de la Amazonía.

En cuanto a los Cambios sociales y cambios en la identidad La composición


estamental de la sociedad fue minada por una serie de cambios a lo largo del
siglo XX, a veces bajo la forma de procesos sociales masivos y en algunos
casos decisiones políticas. Uno de los factores más importantes fue la
migración interna: desde los años 50, la construcción de carreteras permitió a
muchos indígenas abandonar la sierra. Como resultado las ciudades de la
costa se expandieron considerablemente, cambiando su composición étnica .

El efecto más notable de estos fenómenos es que la identidad como “indígena”


desaparece. Quienes se mantienen realizando labores agrícolas, se perciben a
sí mismos como campesinos. Quienes viven en las ciudades, se
autodenominan de acuerdo al departamento o provincia de origen. La nueva
generación asume la identidad del lugar donde vive. El gobierno de Velasco
consideraba que “indio” e “indígena” eran términos peyorativos, que debían ser
reemplazados por “campesino”, como un vocablo con una connotación positiva.
La población andina aceptó esta nueva identidad, porque había internalizado
una percepción negativa del término indígena. Los cambios señalados
muestran la voluntad de dar una imagen distinta. En la población urbana, se
intenta inclusive forzar cambios en la apariencia física (5).

La experiencia de violencia étnica Uno de los datos más sorprendentes del


Informe Final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación es revelar que
durante el conflicto armado murieron 40.000 personas más de las que
oficialmente se creía (6). En realidad, para el Perú oficial la gran mayoría de
fallecidos, campesinos de habla quechua, jamás había existido. No tenían
documentos de identidad, propiedades, vínculos con sectores urbanos. Su
peso en la economía y la política nacional eran nulos. Una década después,
durante el gobierno de Alberto Fujimori, millares de las mujeres sobrevivientes
fueron esterilizadas contra su voluntad, Muchas personas de las zonas
urbanas lo justificaron, aduciendo que las familias indígenas tienen pocas
posibilidades para atender bien a sus hijos. La violencia con que se llevó a
cabo el proceso pasaba a un plano secundario. Se asume que la población
andina-campesina no sabe lo que es bueno para ellos mismos, como si fueran
niños o menores de edad.

La propia violencia política incrementó los prejuicios negativos hacia los


habitantes de la sierra, generalizándose la sospecha de que podían ser
terroristas, que eran de seres violentos y “resentidos”, es decir personas que
desconocen su ubicación social y atribuyen al otro la responsabilidad por sus
propios problemas. Este último prejuicio muestra las relaciones que los blancos
establecen con el resto de la población. Al tiempo que se niega toda
vinculación a la pobreza de los indígenas, se considera que éstos les deben
una actitud de respeto y sumisión, a la cual puede corresponderse con un trato
benevolente.

A un desconocido indígena o de rasgos similares todavía se le atribuye falta de


educación, ineficiencia, irracionalidad, suciedad o propensión al delito. Estos
prejuicios, junto con el criterio estético, se esgrimen para mantener prácticas
segregacionistas en discotecas y otros centros de diversión, donde la selección
racial de los clientes se realiza de manera abierta y ninguna autoridad
interviene. La segregación racial tiene una explicación económica: un sector de
blancos adinerados está dispuesto a pagar por espacios a los que sólo ellos
tengan acceso (9). En cuanto a la problemática laboral, subsiste la percepción
de que los blancos brindan una imagen de eficiencia y modernidad. Es posible
que a largo plazo varias de estas restricciones disminuyan, si aumenta el nivel
económico y educativo de la población mestiza y andina urbana. Los patrones
de consumo de estos sectores podrían generar inclusive cambios en materia
de publicidad y empleo, como se produjo con la población de ascendencia
oriental, Sin embargo, para los indígenas andinos y amazónicos en las zonas
rurales, la experiencia continúa siendo de permanente segregación. El Estado y
el resto de la sociedad actúan como si ellos no existieran. Ninguna norma
estatal se traduce a sus idiomas. No se ha planteado ningún mecanismo de
inclusión hacia ellos por parte del Estado. Esta población se encuentra
totalmente excluida de la toma de decisiones. La política estatal y regional
asume intereses políticos partidarios en los cuales no existe mayor prioridad
por las necesidades básicas de estos sectores

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