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Un nuevo estudio ha descubierto que las partículas de humo pueden desencadenar reacciones químicas

que erosionan la capa protectora de ozono que protege a la Tierra del Sol

Un incendio forestal puede bombear humo a la estratosfera, donde las partículas permanecen a la deriva
durante más de un año. Un nuevo estudio del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), en Estados
Unidos, ha descubierto que, mientras permanecen suspendidas, estas partículas pueden desencadenar
reacciones químicas que erosionan la capa protectora de ozono que protege a la Tierra de la dañina
radiación ultravioleta del sol.

El estudio, publicado en la revista 'Nature', se centra en el humo del megaincendio Verano Negro en el
este de Australia, que ardió entre diciembre de 2019 y enero de 2020. Los incendios -los más
devastadores registrados en el país- calcinaron decenas de millones de hectáreas y bombearon más de
un millón de toneladas de humo a la atmósfera.

El equipo del MIT identificó una nueva reacción química por la cual las partículas de humo de los
incendios forestales australianos empeoraron el agotamiento del ozono. Al desencadenar esta reacción,
los incendios contribuyeron probablemente a reducir entre un 3 y un 5% el ozono total en las latitudes
medias del hemisferio sur, en regiones situadas por encima de Australia, Nueva Zelanda y partes de
África y Sudamérica.

El modelo de los investigadores también indica que los incendios afectaron a las regiones polares,
erosionando los bordes del agujero de ozono sobre la Antártida. A finales de 2020, las partículas de
humo de los incendios forestales australianos ampliaron el agujero de ozono antártico en 2,5 millones de
kilómetros cuadrados, un 10% de su superficie en comparación con el año anterior.

No está claro qué efecto tendrán a largo plazo los incendios forestales en la recuperación del ozono. Las
Naciones Unidas informaron recientemente de que el agujero de ozono, y el agotamiento de la capa de
ozono en todo el mundo, están en vías de recuperación, gracias a un esfuerzo internacional sostenido
para eliminar progresivamente las sustancias químicas que agotan la capa de ozono.

Pero el estudio del MIT sugiere que mientras estas sustancias químicas persistan en la atmósfera, los
grandes incendios podrían desencadenar una reacción que agotara temporalmente el ozono.

«Los incendios australianos de 2020 fueron realmente una llamada de atención para la comunidad
científica», afirma Susan Solomon, catedrática Lee y Geraldine Martin de Estudios Ambientales del MIT y
destacada climatóloga que identificó por primera vez las sustancias químicas responsables del agujero de
ozono antártico.

«El efecto de los incendios forestales no se había tenido en cuenta antes en las proyecciones de
recuperación del ozono -reconoce-, y creo que ese efecto puede depender de si los incendios se hacen
más frecuentes e intensos a medida que se calienta el planeta«.

Este nuevo estudio, realizado por Solomon y el estudiante de posgrado del MIT Peidong Wang, con
colaboradores del Instituto de Investigación Medioambiental y Climática de Guangzhou (China), la
Administración Nacional Oceánica y Atmosférica, el Centro Nacional de Investigación Atmosférica y la
Universidad Estatal de Colorado, amplía un descubrimiento realizado en 2022 por Solomon y sus colegas,
en el que identificaron por primera vez un vínculo químico entre los incendios forestales y el
agotamiento del ozono.

Descubrieron que los compuestos que contienen cloro, emitidos originalmente por las fábricas en forma
de clorofluorocarbonos (CFC), podían reaccionar con la superficie de los aerosoles de los incendios. Esta
interacción desencadenó una cascada química que produjo monóxido de cloro, la molécula que más
destruye la capa de ozono. Sus resultados mostraron que los incendios forestales australianos
probablemente agotaron el ozono a través de esta reacción química recién identificada.

«Pero eso no explicaba todos los cambios observados en la estratosfera-reconoce Solomon-. Había un
montón de química relacionada con el cloro que estaba totalmente fuera de lugar».

En el nuevo estudio, el equipo examinó más de cerca la composición de las moléculas de la estratosfera
tras los incendios forestales de Australia. Examinaron tres conjuntos independientes de datos de satélite
y observaron que, en los meses posteriores a los incendios, las concentraciones de ácido clorhídrico
disminuyeron considerablemente en las latitudes medias, mientras que las de monóxido de cloro
aumentaron.

El ácido clorhídrico (HCl) está presente en la estratosfera a medida que los CFC se descomponen de
forma natural con el paso del tiempo. Mientras el cloro esté unido en forma de HCl, no tiene posibilidad
de destruir el ozono. Pero si el HCl se rompe, el cloro puede reaccionar con el oxígeno y formar
monóxido de cloro, que destruye la capa de ozono.

En las regiones polares, el HCl puede romperse al interactuar con la superficie de las partículas de las
nubes a temperaturas gélidas de unos 155 grados Kelvin. Sin embargo, no se esperaba que esta reacción
se produjera en latitudes medias, donde las temperaturas son mucho más cálidas.

Entonces Solomon se preguntó si el HCl también podría interactuar con las partículas de humo, a
temperaturas más cálidas y de forma que liberara cloro para destruir el ozono. Si tal reacción fuera
posible, explicaría el desequilibrio de moléculas y gran parte de la destrucción de ozono observada tras
los incendios forestales australianos.

El equipo investigó en la literatura química para ver qué tipo de moléculas orgánicas podían reaccionar
con el HCl a temperaturas más cálidas para romperlo. «Descubrí que el HCl es extremadamente soluble
en una amplia gama de especies orgánicas. Le gusta pegarse a muchos compuestos«.

La cuestión entonces era si los incendios forestales australianos liberaron alguno de esos compuestos
que podrían haber desencadenado la ruptura del HCl y el consiguiente agotamiento del ozono. Cuando
el equipo analizó la composición de las partículas de humo en los primeros días tras los incendios, el
panorama no estaba nada claro.
Un humanismo, reflejado en el sector empresarial 4 marzo

La académica explica que este valor al talento humano es lo que deben priorizar las empresas,
comenzando a ver a sus empleados como socios estratégicos que ayudan a alcanzar los objetivos de la
institución.

“Las personas somos irremplazables, entonces, eso que aporta cada uno es altamente valioso y si
tuviéramos la capacidad de entender al otro como un socio estratégico, como una persona que va a
aportar a mi misión, podríamos crecer mucho más”, expone Sejas, miembro de la Red Unifranz
Postgrado.

“Las ganas de crecer” deben ser recíprocas y el colaborador debe estar dispuesto a dar todo de sí mismo
para alcanzar las metas de la empresa, y para explicarlo, Sejas recomienda, tomar el ejemplo de Google,
una corporación que ha logrado establecer un vínculo muy fuerte entre los objetivos del trabajador y la
gerencia para generar desarrollo.

“El colaborador debe comenzar a realizar su trabajo no porque reciba un sueldo o tenga ocho horas que
cumplir sino porque tiene una misión que cumplir y aportar una causa más grande (…). Eso hace que la
gente se comprometa y empezamos a generar un espíritu de equipo, una cultura diferente y tenemos el
ejemplo de grandes empresas como Google, donde puedes pensar que estamos soñando. No estamos
lejos de generar el mismo esquema de trabajo”, asevera.

Pero esta cultura de equipo con tales niveles de productividad, solo es posible con un cambio en nuestra
cultura, el cual debe priorizar el cumplir con los objetivos de la empresa haciendo que todos trabajen en
él, con base en la responsabilidad, puntualidad y disciplina. Un camino que debe construirse entre todos.

“Ahí está el reto, plasmar muy bien los objetivos y empezar a generar una cultura que lleven a una
autodisciplina y autogestión, son habilidades que suenan muy sencillas, muy básicas, pero no lo son
porque hablamos de gente adulta que ya trabaja y tiene una vida (…). Yo quiero creer que los hábitos
positivos, como los negativos se contagian y podemos hacer que la gente se motive”, apunta.

El valor agregado: ¿Qué es lo nuevo que vas a mostrar?

Daniel H. Pink, autor del libro “La sorprendente verdad sobre que nos motiva”, explica que hay tres
pilares de la motivación en los empleados: autonomía, maestría y propósito. La sensación de ser
autónomos produce un efecto positivo en la actitud y rendimiento de un colaborador.

Se utiliza el pilar en entornos de trabajo basados únicamente en resultados, donde no hay horarios, ni
obligación de estar “presente”. El cómo, cuándo, dónde y con quién lo hagan, depende únicamente de
ellos. El trabajador es totalmente responsable de lo que hace, lo importante son los resultados.

Pink asegura, que el pilar de maestría ayuda a estar satisfechos con el trabajo y lleva hacia un nivel
superior de productividad. En éste los retos son fundamentales para generar productividad, requiere de
esfuerzo y cuando dominas una habilidad, disfrutas ejerciéndola.
En el tercer pilar de la motivación se conecta la conquista de la excelencia a algún propósito superior, es
el que da contexto a los otros dos. El propósito es fundamental.

“A la motivación y automotivación, yo le aumentaría la proactividad. Pasa mucho que estamos


esperando recibir órdenes y si se te ha contratado de acuerdo con tus habilidades, se espera una
propuesta tuya. ¿Qué valor agregado le das a la empresa? Ese valor agregado tiene que salir a partir de
lo que ya te han pedido ¿Que más vas a dar tú?”, interpela la experta.

Esa cualidad debe venir acompañada de la resiliencia que debe tener el colaborador, si tiene libertad de
movimiento es normal que tienda a equivocarse, pero debe saber cómo darles soluciones a los
problemas, concluye la experta.

El Programa Nacional de Incubación “Impulsamos Bolivia” valoró el impacto ambiental de la propuesta.


La APP permite identificar posibles fugas, consumo desmedido y costo mensual del servicio 17 febrero

ThingSees, un emprendimiento de Cristian Josué Jiménez y Rodney Céspedes, desarrolló una aplicación
que permite el control y monitoreo inteligente del consumo de agua en una casa. El sistema mide el flujo
en las cañerías.

El innovador proyecto logró el tercer lugar y capital semilla del concurso impulsado por el Instituto Mujer
& Empresa IME de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz, en el marco del Programa Nacional de
Incubación “Impulsamos Bolivia”. Junto al IME, instituciones como Actívate Sucre y EmprendeBo, y
alianzas con Bridge For Billions y PESLATAM trabajaron de forma colaborativa para llevar adelante el
programa.
El proyecto de los dos jóvenes cochabambinos coadyuva en la preservación del medio ambiente ya que
la mayor parte del agua que se usa en los hogares se desperdicia en las cañerías.

La iniciativa nació hace más de tres años y, poco a poco, fue creciendo porque en el mercado había cierta
necesidad, detalla Cristian Jiménez. “El proyecto surgió porque hemos visto que el consumo de agua era
muy elevado respecto a lo que era hace algunos años atrás (…). Investigamos y nos dimos cuenta que las
personas consumían el agua de manera indiscriminada, lavaban mucho o se bañaban con demasiada
agua”, asegura.

El servicio consiste en el colocado de nodos o dispositivos (DropletLife) en las cañerías con los que se
controla la cantidad que sale del líquido elemento. Hay un monitoreo permanente a través de la
Inteligencia Artificial.

El dispositivo está trabajando hace más de seis meses sin problema y los usuarios se han adaptado
fácilmente al sistema. “Es divertido para ellos agarrar su llavero RFID, que de paso es impermeable,
acercar el dispositivo a la cañería y que salga el agua o, caso contrario, deje de salir. Para ellos ya se ha
vuelto normal esta dinámica de control (…)”, asevera el joven emprendedor.

El dispositivo cuenta cuántas revoluciones está generando la presión de agua y con eso determina
cuántos litros han salido. La medición es incluso hasta de medio litro de agua. Toda la información se
almacena en la nube, lo que permite reportar cuánto de agua se ha consumido por pila, por horario o
por persona y cuánto debe pagar. El reporte se genera por día, por semana o por mes.

El dispositivo también permite bloquear el uso de agua en sectores específicos de la casa. “Por ejemplo,
se le puede dar mil litros al usuario y cuando llega a su límite se bloquea automáticamente y deja de salir
el agua en sus ambientes, aunque ponga la llave. Todo esto es controlado por el administrador de la
casa”, agrega Jiménez.

Al igual que otros 29 emprendedores de La Paz, Santa Cruz, Cochabamba, El Alto y Sucre, el equipo de
ThingSees se capacitó durante cuatro meses gracias al programa “Impulsamos Bolivia”, bajo una
metodología internacional de Bridge For Billions, probada en 92 países del mundo en temas como
modelos de negocio y marketing, precio y viabilidad del negocio, proyecciones financieras, plan de
impacto y plan de crecimiento, entre otros.

En el evento, Verónica Ágreda, rectora de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz y directora de IME,
destacó que era necesario pasar por un proceso de incubación para profundizar y lograr impacto
ambiental, requisito que cumplió en esta versión del certamen.

“(…) Este proyecto es de impacto ambiental, no se trata solo de un desarrollo tecnológico, porque
utilizan la inteligencia artificial, sino también tiene un trasfondo sobre cómo podemos hacer para medir
nuestra huella hídrica y cómo podemos evitar el desperdiciar agua, que es un elemento vital para el ser
humano”, dijo Ágreda.

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