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de Calatrava
en la Edad
Media
Actas del 1er Congreso Nacional sobre la
Historia de la Orden de Calatrava
Coordina
Carlos de Ayala Martínez, José Antonio Aranda García
Edita
Ayuntamiento de Alcaudete / Concejalía de Patrimonio
ALCAUDETE 2020
Actas del I Congreso Nacional sobre la Historia de la Orden de
Calatrava.
Alcaudete 26 y 27 de octubre de 2018.
Colaboraciones
ISBN: 978-84-09-17200-9
Depósito legal: J 29-2020
IMPRESO EN ESPAÑA/PRINTED IN SPAIN
ÍNDICE
RESUMEN
Orden de Calatrava y cruzada son dos realidades
inseparablemente unidas. La de Calatrava es la primera
orden militar nacida en la Península Ibérica, y lo hace en 1158,
en un contexto cruzadista y bajo el impulso de una orden, la
cisterciense, que se hallaba en ese momento directamente
comprometida con la cruzada. Pero es que, además,
su trayectoria en los siglos posteriores se caracterizará
por su implicación en acciones cruzadistas. Es decir, los
más de 300 años de vida de la Orden de Calatrava como
institución autónoma, se explican mediante el argumento
de la cruzada. En estas páginas nos proponemos abordar
estas dos cuestiones, la del nacimiento y evolución inicial
de la orden, y la de su consolidación y desarrollo a la luz de
la cruzada.
ABSTRACT
The Order of Calatrava and the Crusade are two inseparably
linked realities. The Order of Calatrava is the first military
order born in the Iberian Peninsula (1158), in a crusader
context and under the impulse of a monastic order, the
Cistercian, which was at that time directly committed about
the Crusade. Furthermore, the path of the Order of Calatrava
17
La Orden de Calatrava en la Edad Media
Planteamiento
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en que se pone a prueba la reciente institucionalización de su
estructura jurídico-disciplinaria. La segunda se corresponde
con el largo período de los siglos XIII al XV, hasta que los Reyes
Católicos absorben su maestrazgo en 1489.
19
La Orden de Calatrava en la Edad Media
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Pero, ¿por qué Calatrava? La constatación no parece
difícil. Estamos ante un enclave especialmente estratégico,
tal y como el propio Alfonso VII lo subrayaba a raíz de su
conquista en 1147: «toda Hispania sabe cuántos males se han
derivado para Toledo y todo el pueblo cristiano mientras
Calatrava ha estado en posesión de los sarracenos»5 . La
seguridad de Toledo y con ella la del conjunto del reino había
sido reiteradamente amenazada desde la Calatrava islámica,
nudo de comunicación entre Córdoba y Toledo. Su posesión
garantizaba, pues, el firme mantenimiento del Tajo como la
frontera del reino de Castilla (GONZÁLEZ, 1975, I, págs. 223-225).
Ahora bien, siendo así, ¿cómo explicar que la concesión
se verificase no a favor de un aristócrata o institución militar
sino de una orden contemplativa y concretamente del
abad de un alejado monasterio del norte? La explicación
dada por el cronista Jiménez de Rada no resulta del todo
convincente. Dice que, estando en Toledo el rey Sancho, se
supo que un gran ejército musulmán marchaba en dirección
a Calatrava; ante tal noticia, los templarios, que ocupaban
la plaza, temerosos de no poder mantenerla, la entregaron
al rey, y fue entonces cuando el abad Raimundo de Fitero
que se encontraba en Toledo junto a otro monje, Diego
Velázquez, experto en cuestiones de guerra a las que se había
dedicado antes de profesar, y que además se había criado
junto al rey en la adolescencia, decidió solicitar al monarca
la cesión de Calatrava que no dudó en hacerlo. Lo hizo, eso
sí, después de que los monjes recibieran el respaldo del
arzobispo de Toledo que les ayudó con algunos bienes y del
21
La Orden de Calatrava en la Edad Media
22
cruzadistas pudieron influir en la decisión de Sancho
III? Sin duda alguna. Por otra parte, el rey de Castilla poseía
en este sentido una privilegiada fuente de información, la del
rey Luis VII de Francia, líder de la segunda cruzada, amigo de
los cistercienses, y desde 1153 cuñado del rey Sancho a través
de su matrimonio con Constanza, su hermana. Un contacto
incluso personal entre ambos reyes pudo producirse cuando
en 1154 Luis se trasladó a la Península para visitar el santuario
de Santiago de Compostela6. No olvidemos que solo un año
después, tal y como hemos apuntado ya, un legado papal
proclamaba la cruzada en el concilio de Valladolid de 1155.
Lo cierto es que un manuscrito tardío procedente del
monasterio de Fitero –el llamado manuscrito Fiterense-7 ,
nos habla del papel que ante el capítulo general del Císter
desempeñarían el rey Luis VII de Francia y el duque Eudes II de
Borgoña, junto al rey Sancho III de Castilla, en la aprobación
inicial de la más que irregular constitución del convento
de Calatrava, sede de la futura orden. El manuscrito alude
también de pasadaal obispo cisterciense Otón de Freising que,
precisamente de camino al capítulo, moriría en Morimond en
23
La Orden de Calatrava en la Edad Media
24
convento calatravo respecto de Morimond. Pues bien, ya antes
de ello, Alfonso VIII, el hijo y heredero de Sancho III, alcanzada
la mayoría de edad, pactó con el tercer maestre de la orden,
Martín Pérez de Siones (1172- 1182), todo un pacto de ofensiva
anti-islámica consistente en la recepción por parte de ella de
cuantas fortalezas fueran capaces de adquirir de manos de
los musulmanes y nada menos que la quinta parte de todos
los territorios que ocuparan los cristianos, a cambio de un
desacostumbrado trasvase de rentas reales y beneficios de
todo tipo (GONZÁLEZ, 1960, II: docs. 176, 183, 200 y 220). El pacto
tuvo una primera traducción positiva cuando los calatravos
intervinieron de manera eficaz en la conquista de Cuenca de
1177, primer gran hecho de armas en el que participaron8.
La decidida apuesta de Alfonso VIII por la orden
de Calatrava incluía también el esfuerzo del monarca
por alcanzar la normalidad institucional de la milicia,
prácticamente en un limbo normativo hasta que gracias a
la presión de la monarquía, a través de su nuevo hombre de
confianza, el cuarto maestre Nuño Pérez Quiñones (1183-c.1198),
el reticente capítulo general del Císter aprobó su dependencia
disciplinaria de Morimond, consiguiendo, además, que esa
dependencia se ejerciese a través de la delegación de un
monasterio del reino de Castilla, concretamente el de San
Pedro de Gumiel (AYALA, 2014, pág. 122).
Pero la apuesta de Alfonso VIII fue
prematura, y la prueba de fuego, no superada,
de la consistencia institucional de la orden fué la
famosa batalla de Alarcos de 1195. Realmente fue letal para la
orden que perdió su propio convento y todo el control de las
8 Entre 1174 y 1175 los calatravos también habían recibido las fortalezas de Zorita
y Almoguera, en el alto Tajo, lo que les comprometía en la expansión de la plataforma
oriental del reino (GONZÁLEZ, 1960, II: docs.199 y 225). Ello es lo que explica su participación
en la toma de Cuenca: AYALA, 2000 a, págs. 56-57 y 59-60.
25
La Orden de Calatrava en la Edad Media
a) El cambio de signo
26
constituyendo una pieza clave en el desarticulado
entramado defensivo del reino. Así lo supieron
interpretar los musulmanes, según algunos conocidos
testimonios tardíos –Salvatierra era entonces, según
Ibn Idari, «lamanoderechadelseñordeCastilla»11, y
desdeluegotambiéncronistas cristianos más cercanos al
momento como Juan de Osma, para quien aquella fortaleza
saluauit terram totam12.
Tan espectacular protagonismo fronterizo de Salvatierra
explica que su caída en 1211 constituyera el casus belli inmediato
que puso en marcha la maquinaria de la gran cruzada de Las
Navas. Ni que decir tiene que fueron los freires de Calatrava,
los que otro cronista islámicvo posterior, Ibn Abi Zar’, llama «los
siervos de Santa María»13, desempeñaran un importante papel
no sólo en el desarrollo victorioso de aquella cruzada, en el
transcurso de la cual el maestre de la orden fue gravemente
herido14, sino en las campañas que inmediatamente después
11 IBN IDARI, 1953, pág. 268. Ibn Idari, que acabó de escribir su obra justo un siglo
después de la batalla de Las Navas, subrayaba el sacral significado que había tenido
para los cristianos el mantenimiento de una fortaleza asediada en todos sus flancos
por los musulmanes: «... la consideraban los infieles como su peregrinación y su guerra
santa y la servían sus reyes, sus caballeros y sus ciudades y fluían a ella sus dírhemes
y sus dinares y creían que ella protegía su morada y alejaba sus crímenes...» (Ibid., pág.
267).
12 CHARLO BREA, 1997, § 19, pág. 55. De la importancia de la fortaleza y
del valor que la monarquía le venía concediendo, dada su delicada exposición
al permanente asedio almohade, nos da una cabal idea la estimación que de
su retenencia nos proporciona el testamento de Alfonso VIII de 1204. En aquella
ocasión, el rey concedía de sus rentas de Toledo la cantidad de 10.000 maravedíes
anuales durante un plazo de diez años para mantenimiento y reparación de la
fortaleza, mientras Uclés recibía 4.000 y Consuegra sólo 2.000. GONZÁLEZ, 1960, III,
doc. 769.
13 La expresión es utilizada hacia 1326: IBN ABI ZAR’, 1964, pág. 462. Aunque la
correspondencia de la expresión con los calatravos, cistercienses y muy ligados al
culto mariano, ofrece pocas dudas, hay autores que la cuestionan: FOREY, 1994, pág.
222.
14 Parece que este fue el motivo que obligó a Rodrigo Díaz a renunciar a su
dignidad (RADES, 1572, fol. 30v).
27
La Orden de Calatrava en la Edad Media
28
designio, cuyos primeros pasos se habían dado ya a finales del
siglo XII, el rey utilizó desde el primer momento a las órdenes
militares nacidas en territorio peninsular que acabaron
convirtiéndose en instrumento principalísimo y referencia
simbólica esencial de la ofensiva anti-islámica. Así, más
adelante en el Setenario, una obra atribuida a Alfonso X y
en la que se enaltece la figura de su padre, se describen sus
victoriosas conquistas como el fruto de la decisiva colaboración
de sus vasallos, y de modo especial de las órdenes militares e
sennaladamiente los de Huclés e de Calatrava (VANDERFORD,
1984, pág. 15).
Fue en 1224, antes de la unificación castellano-leonesa,
cuando Fernando III decidió romper las treguas que años
antes habían sido establecidas con los musulmanes
(VIGUERA, 1997, pág. 103) y diseñar un plan ofensivo que fue
formalmente acordado en la solemne curia de Carrión
del mes de julio de aquel año. Pues bien, a esa curia fueron
expresamente convocados los responsables castellanos
de las órdenes militares, si bien la Crónica Latina sólo alude
de manera explícita al maestre de Calatrava que, estando
en la Transierra, fue convocado por el rey a través del
comendador de Uclés (CHARLO BREA, 1997, § 44, págs. 86-
87). Es, sin embargo, bastante probable que fuera entonces
cuando todos ellos, los maestres de Calatrava, Santiago
y Temple, y el prior del Hospital, firmaran un acuerdo que
renovaba su firme voluntad de combatir in sarracenorum
confinio contra inimicos crucis Christi (O’CALLAGHAN, 1969,
págs. 613 y 617). No era el primer acuerdo de hermandad entre
órdenes. Solo tres años antes, concretamente calatravos y
santiaguistas, habían suscrito otro en la sede del convento
mayo calatravo. Se establecía entonces una perfecta
unidad de acción entre los freires de ambas milicias y
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La Orden de Calatrava en la Edad Media
16 ORTEGA-ÁLVAREZ-ORTEGA, 1761, págs. 683-685. Ese mismo año el papa solicitaba de los
reyes hispanos que no impidieran al maestre y freires de Calatrava que pudieran responder a las
provocaciones musulmanas en períodos de tregua (Ibid., pág. 57).
30
Los objetivos calatravos no tardarían en materializarse
en forma de generosas concesiones reales: a finales de 1228 el
rey Fernando III, bajo la estereotipada fórmula de recompensa
a servicios prestados, entregaba al maestre Gonzalo Ibáñez y
a su convento el castillo de Martos con expreso mandato de
la defensa del territorio anejo, que sólo tras la incorporación
de Jaén y Arjona podría ser convenientemente delimitado; les
concedía también Porcuna y Víboras que aún se hallaban en
manos musulmanas17.
A partir de 1230 se inicia la segunda y decisiva
fase de la gran ofensiva fernandina. En ella se decide de
manera definitiva e irreversible la primacía castellana no
sólo sobre la España islámica sino sobre el conjunto de la
realidad peninsular. La incorporación de toda Andalucía,
salvo el reino vasallo de Granada, y de las tierras del reino
vasallo de Granada, y de las tierras del reino de Murcia,
igualmente feudatario de Castilla, supone el término virtual
del «programa reconquistador». Aunque todas las órdenes
militares participaron activamente, los calatravos, junto con
los santiaguistas, siguieron constituyendo el eje combativo
de las milicias, y solo ellos significativamente confirmarían
viejos acuerdos de hermandad en 124318.
Los grandes hitos de la incorporación de los dominios
musulmanes a la monarquía castellano-leonesa, son
conocidos: Córdoba en 1236, Murcia en 1243, Jaén en 1246 y
Sevilla en 1248. El compromiso de la orden de Calatrava se
tradujo en beneficios territoriales y rentistas en todas las
17 Lo mismo ocurría con las 20 yugadas de heredad cedidas en Arjona y el quinto de todas
sus rentas: GONZÁLEZ , 1980-1986, II, doc. 243. Más adelante, entre 1231 y 1235, la orden recibiría bienes
y derechos en tierras de Baeza y en Úbeda (Ibid. II, doc. 321, y III, doc. 560).
18 Era en realidad la confirmación del acuerdo establecido en Calatrava la Nueva algo
más de veinte años antes, con algunos añadidos y matizaciones (ORTEGA- ÁLVAREZ-ORTEGA, 1761,
págs. 685-686).
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La Orden de Calatrava en la Edad Media
19 GONZÁLEZ, 1980-1986, III, docs. 666 y 731. La donación de Alcaudete estaba condicionada
a su conquista. Probablemente la orden no entraría en posesión de él hasta después de la
capitulación de Jaén en 1246: RODRÍGUEZ-PICAVEA, 1994, pág. 160.
32
Tingitana había formado parte de la diócesis de Hispania
que aspiraron a controlar los godos (O’CALLAGHAN, 2002,
pág. 117).
Desde un principio, los calatravos formaron parte
activa de este designio cuyo primer y principal objetivo era
el control del Estrecho. De hecho, serán ellos los grandes
protagonistas de la toma de Tarifa en 1292. Es por ello por
lo que, a raíz de la ocupación, su maestre, Rodrigo Pérez
Ponce, recibiría la tenencia de su fortaleza con una renta
asociada de nada más y nada menos que dos millones
de maravedíes20. Y de hecho, aunque la tenencia fue muy
pasajera -antes de un año estaría en manos de Alfonso
Pérez de Guzmán21-, parece que los calatravos siguieron
implicados en su defensa22. En cualquier caso, de lo que
no cabe dudar es del decidido compromiso del maestre
Rodrigo en la lucha fronteriza, a causa de la cual perdió la
vida antes de finalizar el año 129523.
20 ROSELL, 1953, pág. 86. El cronista Rades añade, además, que fue el maestre el
que persuadió al rey de no arrasar la villa, como era su intención, comprometiéndose a
defenderla a cambio de la retenencia indicada (RADES, 1572, fol. 47r).
21 Según el autor de la Crónica de Sancho IV (ROSELL, 1953, pág. 87), el nuevo
responsable de la tenencia de Tarifa la consiguió ofreciendo al rey mantenerla con sólo
600.000 maravedíes frente a los dos millones que había estipulado con el maestre de
Calatrava.
22 RADES, 1572, fol. 47r.
23 Según Rades, a raíz mismo de la muerte de Sancho IV, el maestre de Calatrava,
con un hermoso exercito de los caualleros desta orden y de los vassallos della (que
eram muchos y muy ricos), llegó al reino de Granada por tierras del obispado de
Jaén y tomó el castillo de Alficen obteniendo un rico botín, dado que los aldeanos
del territorio habían depositado en él dinero y bienes para su mejor custodia; de
resultas de la cabalgada, consiguió también un buen número de esclavos, caballos
y cabezas de ganado que fueron repartidos entre los miembros de su hueste;
la victoriosa razia le llevó a aproximarse más a Granada, lo que provocó una
coordinada respuesta del emir en la batalla de Aznalloz, que, aunque victoriosa para
los cristianos, supuso un importante número de bajas para los caballeros calatravos;
como consecuencia de las heridas recibidas el propio maestre fallecería dos
días después en la villa de Arcos. El cronista añade, sin embargo, que otras fuentes
provenientes del Archivo de Uclés informan de la muerte del maestre en Marchena
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La Orden de Calatrava en la Edad Media
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Todo ello, sin duda, influiría en los años siguientes en
el compromiso cruzadista de los freires calatravos, y ello
tuvo reflejo en la curia papal. Juan XXII se vio obligado a
solicitar primero de calatravos, y luego del conjunto de
las órdenes, un efectivo compromiso de actuación que
evitara el retroceso de la frontera. Pero las misivas papales,
fechadasentre 1319 y 1322, no encontraron el eco deseado25.
Habrá que esperar a la mayoría de edad de Alfonso XI,
proclamada en 1325, para volver a encontrar un programa
cruzadista coherente y capaz de encauzar las dispersas
energías de las órdenes militares bajo un cada vez más
estricto control de la realeza. Fue precisamente en ese año
de 1325, en el que, por vez primera, se puso de manifiesto
su voluntad real de sometimiento de los maestrazgos a
la corona, y se hizo de una manera traumática: mediante
el sometimiento del maestre calatravo López de Padilla
a un proceso por traición, que inevitablemente acabó en
su destitución; entre otras cosas era acusado de dejación
de fortalezas fronterizas y huida del propio escenario del
combate (AYALA, 1999, pág. 85).
En los años siguientes, la ofensiva anti-islámica
se activó con el concurso de las órdenes militares. Las
Cortes de Madrid de 1329 acordaron un decisivo ataque
contra Granada que devolviera al emirato a la sumisión
vasallática respecto de Castilla. El objetivo principal fue
el castillo de Teba, y en aquella ocasión el rey acudió a
la frontera acompañado, entre otros, por los maestres
de las órdenes militares, incluido naturalmente el de
Calatrava. El saldo de aquella campaña de 1330 fue
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La Orden de Calatrava en la Edad Media
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concentrándose en Algeciras con el acuerdo del emir
de Granada. Alfonso XI acude a la frontera en compañía,
entre otros, de los maestres de Santiago, Calatrava y
Alcántara y del prior de San Juan de Jerusalén. Pero
las operaciones de los meriníes en concertación con
los granadinos no estaban previstas para antes de la
primavera de 1340, y el rey regresó al interior del reino para
preparar la financiación de la contraofensiva. Los meses
finales del año 1339 y el comienzo de 1340 constituyen
un período crítico para la monarquía castellana y su
política fronteriza. Todo un maestre de Alcántara, Gonzalo
Martínez de Oviedo, fiel servidor del rey hasta entonces y
responsable de la seguridad en la frontera (AYALA, 1998,
págs. 1310-1311), protagonizaba una rebelión seguida de su
sumaria ejecución, y ello lógicamente creaba una situación
de fatal provisionalidad cara al inminente desembarco
meriní. Éste se produjo en los meses centrales de 1340, y se
vio precedido por la destrucción de la flota castellana. No
mucho después los meriníes ponían cerco a Tarifa.
La respuesta de Alfonso XI involucró plenamente a
las órdenes militares, integradas en la hueste del rey que,
por lo demás, actuaría bajo el pendón de cruzada enviado
por la Sede Apostólica y también bajo los beneficios
dispensados por el Papa para la ocasión. En octubre de 1340
se produjo el gran enfrentamiento campal en los vados
del río Salado. El rey de Portugal aportó 1.000 caballeros,
en buena parte de órdenes militares de aquel reino.
Junto a ellos combatieron las tropas de los maestres de
Calatrava y de Alcántara, y mientras en la vanguardia el
maestre castellano de Santiago compartía protagonismo
con nobles y concejos, en la retaguardia infantes
procedentes de la tierra de las órdenes se sumaban a
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La Orden de Calatrava en la Edad Media
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d) El lento abandono de los valores cruzadistas
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La Orden de Calatrava en la Edad Media
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a la frontera firmándose sucesivas treguas en las que en
su calidad de adelantado mayor de la misma intervino en
más de una ocasión el maestre de Calatrava, Pedro Muñiz28.
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La Orden de Calatrava en la Edad Media
42
Los calatravos sí estuvieron, en cambio,
inequívocamente presentes en la famosa batalla de La
Higueruela de 1431. El gobierno de Juan II, en manos en ese
momento de Álvaro de Luna, explotó la vena cruzadista
para apuntalar un régimen que teóricamente al menos
aspiraba al absolutismo. El papado se había involucrado
en la campaña, y Eugenio IV celebró la victoria como si
la caída de Granada fuera cuestión de semanas (GOÑI,
1958, págs. 342-344). La propaganda de Álvaro de Luna fue
ciertamente efectiva, e incluso más de un siglo después el
triunfo era inmortalizado en los frescos que adornan hasta
el día de hoy la Sala de las Batallas del monasterio de El
Escorial. Lo cierto es que en esta afortunada circunstancia la
intervención de los calatravos dirigidos por su maestre, Luis
González de Guzmán, nos es descrita por Rades con todas
los elementos propios de una importante contribución
militar de inequívoco carácter cruzado. Parece que se puso
en movimiento con una hueste integrada por 160 caballeros
de la orden y otros vasallos de su jurisdicción procedentes
del Campo de Calatrava y de los señoríos jiennenses
de Martos y Porcuna. En esta última localidad hizo el
correspondiente alarde en el que pudieron contabilizarse
finalmente 800 caballeros y 1000 peones. Tras la bendición
de su pendón, con toda seguridad en la iglesia prioral de
San Benito, el contingente calatravo se unió a la hueste real,
siendo situado su maestre al frente de una las batallas en
que quedó dividido el conjunto del ejército cristiano (RADES,
1572, fols. 68v-69r).
El reinado de Enrique IV se abre con perspectivas
conquistadoras que, a tenor de los preparativos
organizados, la financiación conseguida y la legitimación
pontificia desplegada, bien pudieron ser interpretadas en su
43
La Orden de Calatrava en la Edad Media
44
orden de Santiago y su maestre Alonso de Cárdenas fueron
los grandes protagonistas, pero ya desde el comienzo de las
hostilidades en 1482 el maestre calatravo Rodrigo Téllez Girón
fue el responsable del sector jiennese de la frontera, aunque
en realidad no tuvo tiempo de desempeñar esa función
porque antes de incorporarse a ella falleció en un infructuoso
sitio a la ciudad de Loja, herido por dos saetas (RADES, 1572,
fols. 80v- 81r). Su sucesor, el último maestre García López de
Padilla, acudió inmediatamente a la frontera, pero por razones
de edad no protagonizó muchos combates, siendo sus
hombres habitualmente liderados por el comendador mayor.
Sería prolijo narrar todas las operaciones en que, a lo largo
de la guerra, los calatravos tuvieron especial relieve, pero las
cifras que podemos manejar son elocuentes. Centrándonos
en el decisivo año de las campañas malagueñas de 1487,
sabemos que la orden movilizó 550 lanzas y 1.000 peones,
aproximadamente la mitad de efectivos que puso en
movimiento el maestre santiaguista. En cualquier caso, una
cifra significativa dentro del porcentaje total que corresponde
al conjunto de las órdenes en la hueste movilizada por los
reyes: el 21 por ciento del total de caballeros operativos en la
ofensiva y el 8 por ciento de los peones (LADERO, 1993, págs.
680-685; AYALA, 2007, pág. 297).
45
La Orden de Calatrava en la Edad Media
Bibliografía
46
AYALA MARTÍNEZ, C. de (2000 b): «Órdenes militares y frontera en
la Castilla del siglo XIV», En la España Medieval, 23, pp. 265-291.
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La Orden de Calatrava en la Edad Media
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FERNÁNDEZ, J. A. (1793): Noticias históricas sacadas del Archivo de Uclés...
Opúsculos Castellanos y Latinos de Ambrosio Morales, II. Madrid.
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IBN ABI ZAR’ (1964): Rawd al-qirtas, Valencia, II. Editado por Huici Miranda.
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KATZIR, Y. (1992): «The Second Crusade and the Redefinition of Ecclesia,
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Crusade and the Cistercians. New York, St. Martin’s Press, pp. 3-11.
51
La Orden de Calatrava en la Edad Media
52
REILLY, B. F. (1998): The Kingdom of León-Castilla under King
Alfonso VII, 1126-1157. Philadelphia, University of Pennsylvania
Press.
53
La Orden de Calatrava en la Edad Media
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LA HISTORIA DE LA ORDEN MILITAR DE CALATRAVA EN
ALCAUDETE Y LA FORMA DE VIDA DE SUS FREIRES A
FINES DE LA EDAD MEDIA
Francisco Ruiz Gómez
Universidad de Castilla-La Mancha
RESUMEN
El señorío calatravo de Alcaudete (1246-1370). 2) Las órdenes
militares en la Edad Media: 2.a) La fundación de la Orden de
Calatrava. 2.b) La organización interna de la Orden de Calatrava.
3) Ideología y forma de vida de los freires calatravos al final de
la Edad Media: 3.a) Profesión y vida religiosa de los freires.
SUMMARY
The Manor of Calatrava in Alcaudete (1246-1370). 2) The Military
Orders in the Middle Ages: 2.a) The foundation of the Order of
Calatrava. 2.b) The internal organization of the Order of Calatrava.
3) Ideology and way of life of the Calatrava freires at he end of
the Middle Ages: 3.1) Profession and religious life of the freires.
55
La Orden de Calatrava en la Edad Media
Universidad Rey Juan Carlos de Madrid en junio de 2013, Inédita. Puede consultarse en línea
en https://eciencia.urjc.es/handle/10115/12130
32 Incluye un apéndice documental con diez documentos, referidos todos a la
presencia calatrava en la villa.
56
nueva frontera. A este fin, tanto Fernando III como su sucesor
Alfonso X favorecieron que la Orden de Calatrava dispusiera
de un amplio señorío de frontera articulado en diferentes
redes de nuevas encomiendas como la que comprendía
Porcuna, Martos, Castillo de Locubín y Alcaudete. La Orden de
Calatrava tuvo más adelante otras muchas encomiendas
en Andalucía, la más importante fue la de Osuna, a donde
se pensó trasladar la cabecera en tiempos de Alfonso XI,
aunque finalmente se abandonó esta idea (CASTILLO y
CASTILLO, 2003, pp.181-231).
El establecimiento del dominio calatravo sobre la
villa de Alcaudete fue, por lo tanto, una manifestación
más del despliegue de esta orden por Andalucía. En
la villa se creó una encomienda que se articuló en
torno al castillo y una serie de bienes y rentas que
estuvieron sometidos a cambios durante todo el siglo
XIII, debido a la proximidad de la frontera granadina y
las tensiones con la población mudéjar mayoritaria
en este territorio (CASTILLO y ZAFRA, 1994, pp. 183- 194).
La tendencia expansiva de la monarquía castellana,
dirigida ahora hacia las tierras de la Baja Andalucía, se
interrumpió a fines del siglo XIII y principios del XIV a causa
de las crisis políticas que se sucedieron entre los últimos
años del reinado de Alfonso X (1276) y el final de la minoría
de Alfonso XI (1327), coincidiendo también con la presencia
meriní en la península (1275-1340). La Orden de Calatrava no
fue ajena a este estado de crisis de la monarquía y división
interna de la corte. El maestrazgo de Garcí López de Padilla
(1296-1329) coincidió con la minoridad y reinado de Fernando
IV (1295-1312) por lo que se vio directamente afectado por
los conflictos de la época (GONZÁLEZ, 2008). Una parte de
la orden se negó a obedecer al maestre desde el mismo
57
La Orden de Calatrava en la Edad Media
58
bando a este intrigante personaje (DÍAZ, 1995, pp. 35 y ss.;
RODRÍGUEZ-PICAVEA, 2009), por lo que necesitó muy poco
tiempo para incumplir su promesa, deshacerse de él y
entregar el maestrazgo a Diego García de Padilla (hermano
de su amante María de Padilla). El maestre Juan Núñez fue
depuesto en 1354, y murió ejecutado en prisión por orden
del rey al año siguiente. No fue mejor la suerte que corrió
su sucesor Diego García de Padilla, quien también cayó
en desgracia por haber mantenido tratos secretos con el
príncipe rebelde don Enrique y por no acudir en auxilio del
rey Pedro I durante la batalla de Nájera (1367), por lo que
igualmente fue depuesto y apresado, muriendo en prisión en
1368. Conviene recordar que su hermana, María de Padilla,
que había sido su principal valedora en la corte, ya había
muerto de peste en 1361 (DÍAZ, 1978; RODRÍGUEZ-PICAVEA, 2015).
El triunfo de Enrique II en 1369, y el desarrollo de una
política de recompensa a todos los que habían apoyado
su causa durante la guerra civil, conocida como mercedes
enriqueñas, supuso la inclusión de Alcaudete en el señorío de
la casa de Montemayor en 137033 y la pérdida de los derechos
eclesiásticos de la Orden de Calatrava sobre la villa a partir
de 1378. La casa de Montemayor era una familia nobiliaria
cordobesa muy relacionada con la rama de los Fernández
de Córdoba señores de Baena y Cabra34, y terminaría
constituyendo el condado de Alcaudete en 152935. El condado
59
La Orden de Calatrava en la Edad Media
60
Príncipe de Gales manifestó a don Martín su preocupación
por la extremada crueldad del monarca y se habló de un
posible reparto de la gobernación del reino entre ellos. Es
probable que Pedro I tuviera conocimiento de estos planes
por alguno de sus numerosos informantes, y por tal motivo
el maestre se rescelaba del Rey. (LÓPEZ DE AYALA, 1953, p. 572)
Es posible que estas conversaciones enojaran al rey,
aunque no llegaron a provocar la ruptura inmediata con su
privado. De hecho, en el proyectado acuerdo de repartir el reino
se reservaba a Don Martín el gobierno de Andalucía, cuando en
la práctica el rey ya le había encomendado el adelantamiento
de Murcia y el gobierno de Córdoba, proporcionándole para
ello el maestrazgo de las órdenes de Alcántara y Calatrava
sucesivamente.
Don Martín era cordobés y conocía bien a la nobleza de
esta ciudad, que se había pronunciado a favor de Enrique II
durante la guerra civil. Los vecinos rebeldes estaban dirigidos
por Gonzalo Fernández de Córdoba y Alonso Fernández de
Montemayor, y mantenían la ciudad en estado de agitación. El
rey don Pedro ordenó a don Martín que apresara y ejecutara
a estos caballeros. Pero don Martín, pariente lejano de los
rebeldes, se entrevistó en secreto con ellos y les informó de
las intenciones del rey, facilitando su huida. Cuando el rey fue
informado de estos hechos, ordenó el apresamiento y muerte
de don Martín. Pero la ejecución no llegó a realizarse por la
intervención del rey de Granada, Muhammad V, a favor del
maestre (LÓPEZ DE AYALA, 1953, p. 572). Estos acontecimientos
fueron los que terminaron por romper definitivamente la
confianza entre el rey don Pedro y su antiguo privado.
Cuando se produjeron los hechos de Montiel (1369),
las huestes calatravas de don Martín no estaban junto
al rey para defenderlo, como debería haber estado, sino
61
La Orden de Calatrava en la Edad Media
62
Mapa del Partido de Martos, perteneciente a la Orden de Calatrava Comprehende el
Gobierno de su nombre y las Varas de Porcuna, Arjona y Torreximeno. Hecho de acuerdo
y a costa del Real y Supremo Consejo de las Órdenes. Por Don Tomás López, Geógrafo de
los Dominios de S. M. Real Academia de la Historia. Colección Salazar. 1785. (Obsérvese que
Alcaudete queda fuera de los límites del señorío calatravo)
63
La Orden de Calatrava en la Edad Media
64
recursos y de vocaciones. En 1127, el maestre Hugo de
Payns vino a Europa en busca de la ayuda económica y el
respaldo espiritual necesarios para dar un nuevo impulso
a la empresa. Los cistercienses con Bernardo de Claraval
a la cabeza le dieron su apoyo, sumándose después la
Iglesia de Roma y amplios sectores de la nobleza francesa.
También por entonces se formó la Orden de los Caballeros
del Hospital de San Juan de Jerusalén, la segunda en
importancia de las grandes órdenes militares europeas,
que todavía continúa existiendo en nuestros días con
el nombre de Soberana Orden de Malta. Siempre se ha
distinguido esta corporación por su carácter asistencial y
hospitalario, por lo que algunos historiadores han puesto
en duda que sus miembros tuvieran una verdadera
vocación militar en principio (FOREY, 1992; DEMURGER,
2008).
La ideología de estos caballeros podría resumirse
en la defensa exaltada de la fe católica, el exterminio de
los infieles y la conquista de la Tierra Santa, dominada por
el islam, para crear en aquellos territorios un nuevo reino
de Dios en la tierra. Este sentimiento presenta caracteres
comunes con el Yihad, la guerra santa de los musulmanes
(ALBARRÁN, 2017). No hay ninguna prueba documental de
que exista una relación directa entre estas dos ideologías,
pero qué duda cabe que la frontera era permeable a ciertas
formas de vida religiosa y que la relación pudo ser más
estrecha en lugares como Palestina, o la propia Península
Ibérica, en donde los combatientes de ambas religiones
entraban en contacto.
San Bernardo de Claraval escribió hacia 1130 un
tratado doctrinal que lleva por título Alabanza de la nueva
milicia, en favor de los caballeros del Temple, de cuya
65
La Orden de Calatrava en la Edad Media
66
se convirtieron en cabeceras de las órdenes y lugar de
residencia de sus principales jerarquías. Su creación fue
relativamente rápida pues, en tan solo veinte años, se
crearon las Órdenes de Calatrava (1158), Santiago (1170),
Montjoy (1173) en Aragón, San Julián del Pereiro (1176) que
más tarde sería conocida como Orden de Alcántara, en
el reino de León, y la Orden de los caballeros de Évora
(1176) llamada posteriormente de Avís, en Portugal (AYALA,
2003; RODRÍGUEZ-PICAVEA, 2008). Las órdenes militares
peninsulares tuvieron desde el principio una vocación
militar clara pues estaban imbuidas del ideal de cruzada,
como queda de manifiesto en las primeras reglas, bulas
y demás documentos fundacionales conservados. Sus
huestes acompañaron al rey en las principales campañas
y recibieron importantes privilegios por ello, gozando del
patronato real y otros derechos habitualmente reservados
a la corona (O’CALLAGHAN, 1975; LOMAX, 1965)
67
La Orden de Calatrava en la Edad Media
68
a los freiles una serie de normas sobre el vestido, vida en
común, ayuno y obediencia, similares a las de los monjes
cistercienses, aunque adaptadas a la vida militar propia
del instituto. Unos días más tarde, el Papa Alejandro III
promulgó la Bula por la que aprobaba la existencia de la
nueva orden, la acogía bajo su protección y concedía a sus
miembros la exención de diezmos y primicias, así como el
señorío sobre el lugar de Calatrava y su tierra 39.
Los derechos decimales y la provisión de clérigos
para las iglesias de la orden provocarían conflictos, en
el futuro, con los obispados donde se encontraban sus
tierras. Los cistercienses tenían reconocido el privilegio
de exención diocesana, por lo que los calatravos pudieron
alegar este derecho en el momento de negociar las
concordias para conseguir un reparto más favorable de
las rentas, acordándose de forma general una división
por tercias: pontifical, parroquial y conventual o de la
orden (O’CALLAGHAN, 1971; TORRES, 1996). La Orden de
Calatrava tenía un importante patrimonio distribuido
entre los Partidos de Calatrava, Zorita y Andalucía. En
Aragón tenía la encomienda de Alcañíz, que gozaba
de gran autonomía y además contó con órdenes
filiales en los otros reinos peninsulares, como la Orden
de Montjoy, en la corona de Aragón, la de San Julián
del Pereiro o de Alcántara, en el de León, y la de Évora,
más tarde Avís, en Portugal (RODRÍGUEZ-PICAVEA, 1994b).
En el plano militar, la orden disponía de una red de
castillos desde los cuales intentó organizar el espacio
y encuadrar a la población (AYALA, 1993; RUIZ, 2003). El
castillo de Calatrava era la casa central a donde acudían
69
La Orden de Calatrava en la Edad Media
70
principio en el monasterio de San Salvador de Pinilla, y
también hubo conventos femeninos en Almagro, Toledo
y Burgos (SÁNCHEZ, 1997; DAZA, 2002). Eran damas nobles,
hijas o viudas de caballeros en su mayoría. En el siglo XVII
se trasladaron a Madrid, donde tuvieron un convento y
una iglesia en la calle de Alcalá, hasta su exclaustración
en el s. XIX, magníficamente conservado y recientemente
restaurado hoy.
El gobierno y dirección de la orden correspondía
al maestre, que tenía a su cargo la dirección de los
asuntos espirituales y temporales (URRA, 1851; AYALA,
2000). Era elegido por la comunidad de freiles reunidos
en capítulo general inmediatamente después de la
muerte del maestre anterior, siguiendo la voluntad de la
maior et sanior pars de los comendadores y caballeros
electores, aunque fueron frecuentes las presiones de los
reyes y grandes casas nobiliarias. Antes de la elección
se celebraba una misa del Espíritu Santo para iluminar
a los electores. Después se procedía a la votación, y el
comendador mayor proclamaba al elegido. El nuevo
maestre hacía homenaje al rey en primer lugar y después
recibía el homenaje de los otros caballeros de la orden.
Luego debía solicitar su ratificación por el abad de
Morimond. Las obligaciones y funciones del Maestre eran
muy variadas. En primer lugar era un jefe militar, dirigía a
los caballeros en la guerra y se ocupaba de los castillos.
Como vasallo del rey era un cortesano y prestaba auxilium
et consilium. También debía ocuparse del gobierno
interno de la orden, nombraba a los oficiales, recibía a
los nuevos freiles, mantenía la disciplina y vigilaba la
correcta administración de los bienes y rentas de la
orden. En principio el maestre debía vivir en comunidad
71
La Orden de Calatrava en la Edad Media
72
importantes de la orden junto al maestre. En principio, todos
los asuntos comunes de cierto interés debían ser tratados
a diario en una reunión o capítulo a la que asistían todos los
caballeros y clérigos de la orden presentes en el convento
bajo la presidencia del maestre. Con el tiempo se acordó
que se convocaran tres capítulos generales al año, para
que pudieran asistir los caballeros que se encontraran en
sus respectivas encomiendas, situadas a veces en lugares
muy alejados de la casa central. Continuando con los
órganos personales de gobierno, había junto al maestre
otras cinco dignidades mayores para el gobierno
interno de la orden que eran: El comendador mayor, a
modo de lugarteniente del maestre. Era el encargado
de organizar la elección del nuevo maestre y, muy a
menudo, fue elegido él mismo como sucesor. El clavero,
era el encargado de la custodia de las llaves del Castillo
convento de Calatrava (CIUDAD, 2010). Las dignidades
de Prior y Sacristán (CIUDAD, 2003) eran desempeñadas
por clérigos. El primero se ocupaba de los asuntos
espirituales de los caballeros y era el superior de todos
los capellanes de la orden. El Sacristán estaba encargado
de la custodia de los vasos sagrados, vestimentas, libros
litúrgicos y demás objetos propios del altar. Disponía de
una serie de bienes y rentas denominadas de sacristanía.
Por último estaba el obrero, una especie de sacristán
caballero, no clérigo, encargado de llevar a cabo las
obras y reparaciones necesarias para mantener en buen
estado los edificios pertenecientes a la orden.
Por debajo estaban los comendadores
(AYALA, 1999b), también llamados preceptores en
el siglo XV, que se ocupaban del gobierno de las
encomiendas que la orden tenía repartidas por todo el reino.
73
La Orden de Calatrava en la Edad Media
74
3. Ideología y forma de vida de los freires calatravos al final
de la Edad Media
75
La Orden de Calatrava en la Edad Media
76
creación del Consejo de Órdenes (1498). A través de sus páginas
podemos saber cómo eran estos caballeros en los siglos XV y
XVI, qué tipo de prácticas religiosas realizaban y cuál era
su significado social y cultural.
77
La Orden de Calatrava en la Edad Media
78
suelo ante el prior que le preguntaba qué demandaba.
A lo que el caballero debía responder: la misericordia de
Dios y del maestre/rey. Después, de rodillas, escuchaba las
advertencias del prior sobre su disposición a hacer sacrificios,
ayunos, vigilias, y a actuar con humildad en todo momento,
y especialmente le recordaba la obligación de guardar
obediencia al rey y a los oficiales de la orden, incluso en contra
de su propio parecer. Una vez aceptadas estas exigencias,
se le pedía que renunciara a todos los bienes propios que
tuviera. Además debía jurar que no había profesado en
ninguna otra orden previamente, que no tenía deudas que
pudieran comprometer a la orden, y que no padecía ninguna
enfermedad incurable (como lepra o gota caduca) que le
hiciera inútil para la orden.
Por último el novicio debía hacer juramento con la
mano sobre el misal de los tres votos tradicionales de la
regla benedictina (RADES, 1571, caps. 15 al 18, pp. 62-76):
• Obediencia
• Castidad conyugal en el caso de los caballeros, y
total en el de los clérigos
• Pobreza de espíritu
El cumplimiento de estos tres votos también tendió
a atemperarse. Se buscaba la perfección dentro de la
orden, pero no estaba bien visto el ascetismo riguroso
ni el desprecio absoluto del mundo. Por ejemplo, se
permitió que los caballeros conservaran los bienes
que tuvieran antes de profesar, junto con los recibidos
en encomienda de la orden. Con respecto al voto de
castidad, es sabido que hubo muchas excepciones y
licencias, por lo que finalmente se optó por permitir
que los caballeros pudieran casarse a partir de
1540, exigiéndoles solo castidad conyugal, lo que
79
La Orden de Calatrava en la Edad Media
42 Las primeras págs. del Catálogo contienen un calendario con las principales
fiestas religiosas del año, y una guía para el cumplimiento de las Horas Canónicas y
descripción de las principales oraciones que deben ser rezadas por los freires.
43 Sobre el significado antropológico de estas prácticas ascéticas de renuncia
alimenticia vid. BELL, R. M. (1986). Holy anorexia. Chicago. University of Chicago.
80
lunes miércoles y viernes desde la exaltación de la Cruz (14
de septiembre) hasta la pascua de Resurrección. Después se
redujo a los viernes de cuaresma. Los caballeros que iban al
convento, a hacer vida conventual y penitencial durante un
tiempo, solían cumplir con el ayuno más riguroso.
El ayuno fue suprimiéndose de hecho para quedar
solo en abstinencia de carne. Se solía comer carne tres
días en semana y también en las principales fiestas. La
vida en el convento se hacía bajo voto de silencio, que
se guardaba especialmente en el refectorio durante las
comidas.
Las últimas páginas del Catálogo están destinadas
a preparar el tránsito hacia el más allá de los freires. En
primer lugar había que ocuparse de los testamentos
(RADES, 1571, caps. 31 y 32, pp. 97 va-101 va). Desde que el
papa Pablo III permitió el matrimonio, también se aceptó
que los miembros de la orden conservaran sus bienes
particulares que podían dejarse en herencia a sus hijos.
Los bienes de las encomiendas, en cambio, tenían que
ser restituidos a la orden, al igual que se hacía con las
armas que tuviera el caballero en vida. Una última licencia
tardía fue la de poder constituir capillas funerarias, como
acostumbraba la nobleza laica en general. Los clérigos
en cambio no podían testar, como tampoco se les
permitía tener bienes propios. Los libros que tuvieran en
las iglesias debían ser entregados al sacristán, junto con
el resto de los objetos litúrgicos como estolas y capas
pluviales, cálices, etc. Todos los clérigos tenían el privilegio
de ser enterrados en iglesias de la orden, por lo que no
se consideraba necesario que constituyeran capellanías.
Press.
81
La Orden de Calatrava en la Edad Media
82
que los hermanos dejen morir tranquilo al enfermo en su
cama, y le acompañen en el tránsito rezando salmos y letanías.
Después del óbito se amortajaba el cuerpo con el hábito y
manto de la orden, para iniciar su camino hacia el más allá
con la protección de la cruz de Calatrava.
Bibliografía
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93
La Orden de Calatrava en la Edad Media
RESUMEN
Entre los códices del monasterio de Alcobaça, hoy
conservados en la Biblioteca Nacional de Portugal, en Lisboa,
se descubrió otro testimonio de las Definiciones de la Orden
de Calatrava de finales del siglo XIII. Esas definiciones de
Calatrava se publicaron en 2015, pero a partir de una versión
incompleta y con lagunas, transmitida en portugués por un
códice del convento de Avis, compilado en la segunda mitad
del siglo XV. El nuevo testimonio de estas definiciones, también
en una traducción al portugués de 1439-1440, no solo es más
completo, sino que ofrece muchas variantes preferibles.
Trae noticias muy importantes sobre las definiciones de
Calatrava dictadas por el capítulo general de Císter para
regular aspectos decisivos de la vida interna de la orden
(la recepción de novicios, la elección de los maestres y la
división de los bienes de la orden), que eran entonces causa
de tensión y de discordia entre los freiles. Si las definiciones
nos ayudan a conocer el ambiente que caracterizó la vida
de la orden a finales del siglo XIII, su traducción al portugués
permite detectar, por otro lado, las razones dictadas por el
interés del monasterio de Alcobaça que hallamos detrás de
la normativa de Calatrava.
ABSTRACT
Among the codices of the monastery of Alcobaça,
now preserved in the National Library of Portugal, in
Lisbon, it was found another testimony f the statues
(Definições) of the Order of Calatrava from the end of
the 13th century. Those “definições” of Calatrava were
94
published in 2015, but from an incomplete and lacunar
oversion, transmitted in Portuguese by a codex of the
convent of Avis, compiled in the second half of the
fifteenth century. The new testimony of these “definições”
discovered in Alcobaça, also in a Portuguese translation
of 1439-1440, is not only more complete, but offers many
preferable variants. It brings important data on decisive
aspects of the internal life of the order (the reception of
novices, the election of the masters and the division of the
assets of the order), which were then a cause of tension
and discord. If the “definições” thus allow to know the
environment that characterized the life of the order in the
late thirteenth century, their translation into Portuguese
also enables further questioning about the reasons behind
the interest of the Alcobaça monastery in the Calatrava
statues.
1 O diploma original também foi usado e citado noutros trabalhos (FOREY, 2015,
págs. 99-100), a propósito do ritmo das visitações.
95
La Orden de Calatrava en la Edad Media
96
em resposta aos problemas comunicados por uma
comissão enviada pela milícia. Não surgem, assim, com a
estrutura mais habitual nestes diplomas3, mas apresentam-
se sob a forma de uma missiva, enviada pelo capítulo geral
aos superiores e aos freires de Calatrava. Se não tinham
contactado pessoalmente com as situações descritas, nem
por isso os abades do capítulo estavam mal informados.
Os três procuradores da milícia haviam-nos instruído,
explicando que Calatrava vivera um clima de tensões e de
discórdias, em boa parte motivadas pelas novidades que
os mestres e outros freires tinham, entretanto, difundido.
Algumas delas, lembravam, iam contra os privilégios da
ordem e as constituições dos santos padres, mas a maior
parte devia-se ao facto de não terem forma consagrada
para muitos aspectos essenciais da sua vida em
comunidade. Entre estes, aludiram à recepção dos noviços
e ao ritual de profissão, à visitação da casa e à cura do
convento, mas também à eleição dos mestres e à forma de
dividir os bens da ordem entre estes e os freires (OLIVEIRA,
2015, págs. 115-119, 127-136).
Estavam assentes, portanto, as matérias que
suscitariam a atenção e as determinações dos abades do
capítulo e que, pela sua novidade e diversidade, permitem
compreender a importância destas definições para a
história da milícia no século XIII. Na ausência de uma data
expressa, são elas que autorizam, aliás, uma primeira
aproximação à cronologia. A menção à partilha dos bens
entre os freires e o mestre, e, por isso, à organização da
mesa mestral, apontava, desde logo, para os anos oitenta
do século XIII, período há muito sugerido por Manuel Danvila
97
La Orden de Calatrava en la Edad Media
4 Como já foi notado (JOSSERAND, 2004, pág. 392 e nota 90, págs. 562-568) há
incerteza quanto à divulgação desse costume antes de inícios do século XIV. Para a
condenação das Definições de 1325, O’CALLAGHAN, 1961, pág. 271, no 11.
5 Bullarium Ordinis Militiae de Calatrava, pág. 21. Também O’CALLAGHAN, 1959-
1960, págs. 48-50. Para a definição de 1304, O’CALLAGHAN, 1961, pág. 267, no 25. Para um
quadro geral, FOREY, 1992, págs. 166-168 e 2015, págs. 95-122; AYALA MARTÍNEZ, 2003, págs.
289-293; DEMURGER, 2009, pág. 968.
6 Por finais do século XV, as visitações feitas pelos mestres também abandonaram
o ritmo anual, passando a realizar-se de três em três anos, como notou O’CALLAGHAN,
1959-1960, pág. 11, nota 1.
7 Como notaram estes autores, a norma aplicava-se sobretudo às casas mais
marginais.
98
juntar as disposições que regulam a eleição do mestre
através de um Conselho de Treze eleitores, norma
observada noutras ordens militares (FOREY, 1992, pág. 155,
165; AYALA MARTÍNEZ, 2003, págs. 315- 317 e 2003b, págs. 43-
45), mas que era desconhecida em Calatrava, embora a
presença desse conselho já tivesse sido assinalada em
Avis e em Alcântara, por inícios do século XIV (CUNHA,
1996, págs. 105-107 e docs. no 2 e 3; NOVOA PORTELA,
2000, págs. 69-71). Todos estes elementos remetiam,
assim, para a mesma época, para os finais do século XIII,
autorizando que se identificasse o mestre Juliam citado
no prólogo com Juan González, que governou a milícia
entre 1267 e 1283 e cujo mestrado estava associado à
promulgação de disposições normativas (OLIVEIRA,
2015, págs. 116-118) 8 . Era essa, pois, como tudo indica, a
data crítica das definições inéditas promulgadas pelo
capítulo geral de Cister.
A descoberta posterior de outros testemunhos
destas definições no fundo dos códices de Alcobaça,
hoje conservados na Biblioteca Nacional, em
Lisboa , veio perturbar os dados do problema. Aí se
9
99
La Orden de Calatrava en la Edad Media
11 BNP, Reservados, Alc 218, fl. 109b (de 5-III-1439) e fl. 152 v. (de 26-III- 1440). Também
The Fundo Alcobaça of the Biblioteca Nacional, vol. II,
págs. 121-125.
12 Para a formação e a acção deste abade de Alcobaça, a síntese recente de BARREIRA et al.,
2019, em particular os pontos 3 e 4.
13 BNP, Reservados, Alc 218, fl. 1a.
14 Ibidem, fl. 109b.
15 Ibidem, fl. 1b.
16 Ibidem, fls. 1b-1 v.a.
17 Ibidem, fl. 1 v.a.
100
Na segunda metade do século XV, foram copiados uma
primeira vez 18, por certo quando Nicolau Vieira foi abade
de Alcobaça (1461-1475), já que ele fora um dos copistas
da compilação anterior 19. Seriam tresladados duas outras
vezes no século XVI, ambos já para códices em papel,
o último deles infelizmente em mau estado 20. Todos
oferecem a mesma lição dos mesmos textos, e, também,
das definições de Calatrava 21. Se nada acrescentam
à primeira versão portuguesa deste diploma, fixada
pelo códice 218 em 1439-1440, as variantes que nela
introduzem são por vezes muito significativas do modo
como o passado ia sendo reescrito pelos monges de
Alcobaça. No século XVI, um deles haveria de transformar
o comendador de Alcaniz num comendador de Alcains 22,
que era uma das comendas da Ordem de Cristo nas
terras da Beira (SILVA, 1997, pág. 33) 23, assim baralhando
as casas e as ordens, e, sobretudo, os distintos reinos
peninsulares.
Mais antiga que a versão oferecida pelo
códice de Avis do Museu Nacional de Arqueologia,
a tradução de Alcobaça é igualmente melhor.
Desde logo, por estar completa e não apresentar
lacunas visíveis, nem erros de leitura, ou de
tradução, muito abundantes. Por acréscimo, oferece
18 BNP, Reservados, Alc. 73. Para a data do códice, The Fundo Alcobaça of the
Biblioteca Nacional, vol. II, págs. 104-107.
19 A menção a frei Nicolau Vieira encontra-se no primeiro cólofon do Alc 218, BNP,
Reservados, Alc 218, fl. 109b. Para a sua actividade como copista e para o seu abaciado,
BARREIRA et al., 2019, ponto 4 e tabela 3.
20 BNP, Reservados, Alc. 223 e Alc. 298. Sobre a cronologia destes códices, BARREIRA
et al., 2019, tabela 3, onde se reúnem os dados disponíveis.
21 BNP, Reservados, Alc. 73, fls. 328-335 v.; Alc. 223, fls. 239 v.-244 v.; Alc. 298, fols. 118 v.-123.
22 BNP, Reservados, Alc. 223, fl. 240: «bermudo Remiro comendador de Alcainz».
23 Para o tombo da comenda em inícios do século XVI, Tombos da Ordem de
Cristo. Comendas da Beira Interior Sul, págs. 281-289.
101
La Orden de Calatrava en la Edad Media
24 BNP, Reservados, Alc. 218, fl. 148a, 151a. À «agthemia» e às «euguillas» da versão de
Avis (OLIVEIRA, 2015, no 21 e no 30 do anexo) correspondem, em Alcobaça (BNP, Reservados,
Alc. 218, fl. 151a, 152a), a expressão «edefica ao Jnferno» e as «cugullas» dos freires.
25 A lição de Alcobaça sobre a recepção do visitador no convento (BNP,
Reservados, Alc. 218, fl. 149b) é bem mais clara que a versão de Avis (OLIVEIRA, 2015, no 6 do
anexo), mesmo se esta insiste, ao contrário daquela, na obediência que o mestre e o prior
lhe deviam.
26 Deve ser da sua lavra o acrescento dos falsários de cartas dos reis (BNP,
Reservados, Alc. 218, fl. 150a e b) à lista dos freires excluídos do usufruto de bens da ordem.
Nada consta na versão de Avis (OLIVEIRA, 2015, no 17 do anexo) e a inclusão daquele tipo de
falsários é anómala numa lista sobretudo formada a partir dos crimes condenados pela
Igreja, como os falsários de cartas dos papas e dos vice-chanceleres, os sodomíticos, os
assassinos de prelados e de religiosos, ou os vendedores de castelos aos pagãos.
27 BNP, Reservados, Alc. 218, fl. 149b.
102
que a duração da visita se mantivesse nos três dias
mencionados pelo códice de Avis. O ritmo trienal das
visitações surge nele, por outro lado, com um estatuto
diferente. Não já como uma regra universal, mas apenas
como um limite mínimo — as visitaçõos se façom de tres
em tres annos ao menos»28. Mais conforme, portanto, quer
com os costumes de Calatrava, quer com a norma aceite
pelo capítulo geral de Cister para a visitação das casas
mais periféricas, como já se notou. Na versão de Alcobaça,
também se omitiu a guarda do selo do convento entre
as atribuições do sacristão29, posto que fosse ele quem
custodiava o arquivo da milícia, assim como o cutelo e o selo
do mestre durante as vacaturas do mestrado. Talvez mais
significativas, são aquelas determinações que aparecem em
locais diversos dos dois textos. A mais importante respeita à
obrigação de os freires prestarem homenagem ao mestre
pelos castelos que este lhes entregava, a qual se associa
ao momento da profissão no códice de Avis (OLIVEIRA,
2015, anexo no 2), surgindo em Alcobaça na sequência das
disposições que regulam a eleição dos mestres30. Mesmo se
o assunto merece maior atenção e uma comparação mais
alargada, os dados reunidos mostram, pelo menos, que
as versões de Avis e de Alcobaça pertencem a diferentes
famílias textuais. Muito provavelmente, havia nos dois
conventos cópias independentes do original em latim das
Definições de Calatrava.
Nem sempre a lição do códice de Alcobaça é a
melhor, ou a mais fidedigna. Na maior parte dos casos,
103
La Orden de Calatrava en la Edad Media
104
deixou um espaço em branco antes daquele nome, mais
tarde preenchido com a palavra «senhor», já por outra
mão 34. Os monges de Alcobaça que depois copiaram
aquele códice não estavam mais certos do que haviam
compreendido, ou do que era suposto entender, e fizeram
leituras divergentes daquela passagem: o primeiro
tresladou «numeramo mééstre», interpretação que
o outro não alterou 35. Nenhuma destas variantes faz,
porém, muito sentido, por o nome ser desconhecido da
onomástica portuguesa (GONÇALVES, 2011, págs. 198-225),
ou da peninsular, e não ter qualquer tradução na lista
conhecida dos mestres de Calatrava durante o século XIII.
Neste particular, a lição do códice de Avis é preferível, com
a identificação de «dom Juliam», que deverá corresponder
ao mestre Juan González, como já se indicou. Não é
impossível, por outro lado, que os nomes fixados pelos
códices de Alcobaça mais não sejam que o resultado de
uma má leitura da forma latina do nome —iulianus—, aquela
que constaria no original. A semelhança gráfica entre o
nome latino e as variantes em romance é significativa e
talvez o original estivesse neste ponto delido, ou rasurado,
como por vezes acontece.
A versão de Alcobaça traz, contudo, algumas
novidades, que importa ter em conta. A mais significativa
respeita à identidade dos abades, frei Alberto de
Cister e frei Hugo de Morimond 36, que ditaram as
definições de Calatrava, dadas em resposta às dúvidas
e aos problemas apresentados pelos procuradores
da milícia. Devido à perda dos fólios iniciais, esta
informação falta no códice de Avis (OLIVEIRA, 2015, pág.
34 BNP, Reservados, Alc. 218, fl. 148a.
35 Ibidem, Alc. 73, fl. 328, Alc. 223, fl. 240.
36 BNP, Reservados, Alc. 218, fl. 147 .b.
105
La Orden de Calatrava en la Edad Media
106
raridade daquele nome, sugerindo que ele possa ter sido mal
identificado, talvez fruto de uma má leitura da abreviatura
que constava no original. Mesmo se não dão, infelizmente,
indicações cronológicas mais precisas, os dados reunidos
não desautorizam, pelo menos, a atribuição destas definições
de Calatrava aos finais do século XIII.
Também há na versão de Alcobaça uma data expressa,
ao contrário do que se observou no treslado de Avis. No termo
das determinações prescritas pelos abades de Cister e de
Morimond, um pequeno escatocolo dá conta, na verdade,
da data, autoria e lugar de redacção40. Por ele se sabe que
aqueles «degredos» haviam sido escritos por um cantor de
Cister, frei Pedro de Cabilion, porventura natural, ou oriundo
de Châlon-sur-Saône, a norte de Lyon. Mais importante, nele
se elucida que a tarefa fora feita em Avinhão — «em a ujla d
euiom» —, no ano do senhor de 1315, sem que se esclarecesse
qualquer outra circunstância desse acto. Nem sobre a
proveniência daqueles decretos e sobre as testemunhas
que estiveram presentes, nem sobre a identidade de quem
encomendou o serviço. Se é provável que o diploma fosse
originário do cartório de Cister, tal como sugere o ofício do
redactor, a data expressa e o lugar de redacção devem
estar associados à ocasião em que ele foi copiado a pedido
dos monges de Alcobaça. Tudo indica, com efeito, que as
definições de Calatrava não pertencem a esse contexto
mais tardio, mas que são muito anteriores, devendo ter sido
promulgadas durante o mestrado de Juan González, entre
1267 e 1283.
O treslado das definições de Calatrava
que se fez em 1315, em Avinhão, não foi a única
operação deste género então realizada pelos
40 BNP, Reservados, Alc. 218, fl. 152b.
107
La Orden de Calatrava en la Edad Media
108
com o monarca, para obter os instrumentos necessários
para as funções de visita e de correição que lhe caberiam
na nova Ordem de Cristo.
Ainda que nada confirme esta interpretação, ao
menos de forma directa, ela correspondia, no entanto,
à leitura que desse processo se fazia em Alcobaça por
meados do século XV. Como já se notou, o códice 218 de
Alcobaça incluía vários materiais sobre a ordem de Cristo,
além das definições de Calatrava e de outros diplomas
sobre um mosteiro de monjas de Cister em Odivelas48.
Estes textos não foram aí dispostos por respeito à sua
cronologia, como fólios antes se fizera com os estatutos de
Cister. Muito pelo contrário, foram logicamente ordenados,
para acentuar a natureza instrumental das definições
de Calatrava e a relação destas com a Ordem de Cristo,
e, portanto, com os direitos que os abades de Alcobaça
nesta detinham. Com efeito, aquelas definições só foram
copiadas depois de se tresladarem os materiais relativos
aos freires de Cristo. Entre eles, estava a bula de fundação
e a cerimónia de instituição em Santarém49, os estatutos
da ordem promulgados em 1326 e a acta da eleição do
mestre, em Novembro de 135750, para terminar com um
instrumento de Dezembro de 1328, dando conta da visita
então feita pelo abade de Alcobaça51. Através desta
arrumação muito particular dos materiais, o compilador
do códice mostrava, no fundo, por que razão os abades de
Alcobaça tinham querido obter e conservar uma cópia das
109
La Orden de Calatrava en la Edad Media
Fontes
Estudos
110
AYALA MARTÍNEZ, C. (2001): “Las fortalezas castellano-leonesas
de las Órdenes Militares. Problemas de control político y
financiación (siglos XII-XIV)”. Em FERNANDES (coord.): Mil Anos de
Fortificações na Península Ibérica e no Magreb (500-1500). Actas
do Simpósio Internacional sobre Castelos. Lisboa, Colibri/C. M.
Palmela, pp. 549- 569.
111
La Orden de Calatrava en la Edad Media
112
Em CARREIRAS (ed.): A Extinção da Ordem do Templo. Tomar,
Studium Cistercium et Militarium Ordinum, pp. 63-109.
FOREY, A. (1992): The Military Orders from the Twelfth to the early
Fourteenth Centuries. Londres, Macmillan.
113
La Orden de Calatrava en la Edad Media
114
normativa cisterciense”. Em MADRID MEDINA e VILLEGAS DÍAZ
(eds): El Nacimiento de la Orden de Calatrava: Primeros Tiempos
de Expansión (Siglos XII y XIII). Actas del I Congreso Internacional
“850 Aniversario de la Fundación de la Orden de Calatrava,
1158-2008” (Almagro, Octubre 2008). Ciudad Real, Instituto de
Estudios Manchegos, pp. 229-230.
115
La Orden de Calatrava en la Edad Media
116
Cavaleiros. Actas do VI Encontro sobre Ordens Miitares (10 a
14 Março 2010). Palmela, Município de Palmela, vol. I, pp. 371-
388.
117
La Orden de Calatrava en la Edad Media
118
LA DIMENSIÓN RELIGIOSA DE LA ORDEN DE CALATRAVA Y SU
SIGNIFICADO EN LA CRISTIANDAD MEDIEVAL
Raquel Torres Jiménez
Universidad de Castilla-La Mancha
RESUMEN
Este texto estudia la religiosidad de la Orden de Calatrava
durante la Edad Media en su doble faceta bélica y
monástica. Se inscribe en el marco del actual interés
historiográfico por los aspectos religiosos de las órdenes
militares. El texto se articula en tres partes. La primera
se dedica a la naturaleza religiosa de esta institución, lo
que podemos llamar su carisma vocacional. La segunda
trata su disciplina religiosa a través de tres claves: la vida
comunitaria, la ascesis y la vida de piedad. Y la tercera
parte consiste en una recapitulación sobre ciertos
aspectos de la espiritualidad de la Orden de Calatrava.
Es decir: se pretende pasar de la observación de la praxis
religiosa a las tendencias espirituales que recorren la
religiosidad de la orden; algo que a veces resulta difícil
porque aquello no siempre se explicita en las fuentes
documentales.
ABSTRACT
This text studies the religiosity of the Order of
Calatrava in the Middle Ages in its dual military
and monastic role. It comes within the framework
of the current historiographical interest in
the religious aspects of the military orders.
The text is structured in three parts. The first one deals
with the religious nature of this institution, which could
be called its vocational charism. The second part is
about the religious discipline around three key points:
community life, asceticism and life of piety. And the third
119
La Orden de Calatrava en la Edad Media
Introducción
120
últimos cuarenta años: se puede decir que al enfoque épico
y fáctico se añadieron el más riguroso estudio institucional,
y, después, el análisis de su régimen señorial impuesto en
los territorios que dominaron, así como el de la sociedad, la
economía y la administración de sus señoríos. Igualmente,
se ha profundizado en el conocimiento de la constitución
interna de las órdenes, sus relaciones con otras instituciones
eclesiásticas, la vida regular de las milicias. Actualmente,
junto con todas esas líneas de estudio, cobran protagonismo
otros aspectos como las relaciones entre las órdenes
militares y la Corona, la vinculación de sus miembros con las
élites socio-políticas, su prosopografía, un interés renovado
por los aspectos ideológicos y religiosos de las milicias y
por su rama clerical, y, así mismo, la arqueología de las
órdenes militares como una aportación metodológica de
gran valor.
En este panorama, la eclosión renovada de los estudios
sobre la dimensión religiosa de las órdenes militares es
reciente, en el marco de la apertura de la historiografía
hacia los aspectos religiosos e ideológicos, bajo la influencia,
en parte, de la Historia Cultural y también a causa de la
renovación de la Historia Religiosa en su conexión con la
Historia Social. En 2009, Alain Demurger apuntaba la laguna
de investigaciones sobre aquel aspecto, la vida religiosa de
las milicias (DEMURGER, 2009, págs. 40, 42). Y José Mattoso
en 2010 reivindicaba la necesidad de comprender las
motivaciones religiosas de los freires, sus funciones litúrgicas
y su entidad como religiosos con votos, al lado de las facetas
administrativas, militares y políticas de las OOMM, que
resultan más conocidas (MATTOSO, 2010, págs. 11-12).
En efecto, resulta totalmente pertinente el estudio de
la dimensión religiosa de las órdenes militares en el contexto
121
La Orden de Calatrava en la Edad Media
122
órdenes. Desde luego, las obras generales sobre
las milicias toman en consideración los elementos
religiosos (AYALA, 2003; FOREY, 1992; JOSSERAND, 2004;
PICAVEA, 2008). Y desde hace varias décadas habían
sido tratadas la condición religiosa de los miembros
de las órdenes, su vida espiritual en el marco de la
disciplina monástica y su doble perfil de monjes y
caballeros (OCALLAGHAN, 1958; LINAGE CONDE, 1981;
FOREY, 1986; NICHOLSON, 1989; VILLEGAS, 1999; RUIZ
GÓMEZ, 2002; AYALA, 2005), así como los conflictos
jurisdiccionales entre las milicias y los obispos o
arzobispos (O’CALLAGHAN, 1971; GRASSOTTI, 1972; LOMAX,
1982; BARQUERO, 1993; TORRES, 1996; LOP, 2000; DÍAZ
IBÁÑEZ, 2000). Por descontado, la realidad e ideología de
la cruzada y de la guerra santa ha sido recientemente
revisada de modo decisivo por Carlos de Ayala y su
equipo centrado en el análisis de la violencia religiosa
medieval (AYALA, 2004; AYALA, 2015; AYALA, PALACIOS Y
HENRIET, 2016) y por otros autores (entre otros, por la
conexión entre cruzada y órdenes militares, GARCÍA
GUIJARRO, 1995; JOSSERAND, 2016 y BARQUERO, 2016). Pero
todo este campo de estudio se ha visto decididamente
revitalizado desde 2010. Ha alcanzado a los clérigos de
estas instituciones, aunque en menor medida (TORRES,
2012 y 2016; CIUDAD, 2013; SARNOWSKY, 2015). Y sobre
todo, se estudian aspectos como las celebraciones
litúrgicas de los monjes- caballeros, sus votos, sus
devociones, la imagen de los freires, y las fuentes
iconográficas, normativas y narrativas para conocer
todo ello. Estas líneas han cristalizado en la publicación
de tres obras colectivas recientes, coordinadas
respectivamente por Ferreira Fernandes sobre
123
La Orden de Calatrava en la Edad Media
124
de la Orden en relación con la vida religiosa de los laicos de
su señorío (TORRES, 1989, 1996, 2000, 2001, 2003, 2004, 2005, 2010,
2012).
Esta exposición se articulará en tres partes: la esencia
o naturaleza religiosa de la milicia, lo que podemos llamar
su carisma vocacional; en segundo lugar, su disciplina
religiosa a través de tres claves: la vida comunitaria, la
ascesis y la vida de piedad. Y por último se presentará una
recapitulación sobre ciertos aspectos de la espiritualidad
calatrava.
a) Religiosidad bélica
125
La Orden de Calatrava en la Edad Media
126
Afirmación y legitimación de los poderes de reyes y
emperadores. d) Intereses mercantiles en el contexto de la
nueva mentalidad de beneficio del siglo XII, particularmente
por parte de los comerciantes italianos en Constantinopla y
Alejandría. e) Ideal de la militia Christi, como consecuencia
de la cristianización de la caballería operada ya desde
fines del siglo X. La cruzada será opus dei, obra de Dios. f)
Mentalidad de peregrinación, en el marco de la devoción por
la humanidad de Jesús (la imitatio Christi y la teología de
la cruz jugaron un papel esencial) y de la gran devoción a
Jerusalén, relacionada con las creencias escatológicas sobre
el fin de los tiempos. No se ha de olvidar que, paralelamente
a las cruzadas de los señores, se pusieron en marcha las
llamadas cruzadas populares, acaudilladas por unos líderes,
unos prophetae como Pedro el Ermitaño y Gautier Sans
Avoir. Las protagonizaban unas masas, unas huestes auto
consideradas santas, esperanzadas en el inminente fin de los
tiempos triunfante en Jerusalén contra el Anticristo, es decir,
Satanás liberado después del milenio. La Jerusalén celestial
del Apocalipsis se confunde en el imaginario medieval con
una Jerusalén terrestre llena de riquezas y abundancia
materiales.
En este marco de las cruzadas surgen en el siglo XII
las órdenes militares de Tierra Santa, la de San Juan de
Jerusalén (c. 1113, aunque solo militarizada por completo
en 1182, AYALA, 2019, pág. 23) y la del Temple (1120), para
proteger a los peregrinos, con una “vocación de servicio”
eminente (PALACIOS, 2017, pág. 240). Y siguiendo su modelo
pero desde la matriz cisterciense y el impulso regio, en
Castilla la Orden de Calatrava en 1158. Es conveniente
tener en cuenta que, si las órdenes militares son la
consecuencia de la ideología y la realidad de la cruzada
127
La Orden de Calatrava en la Edad Media
128
políticos de los monarcas, una idea esta última desarrollada,
entre otros, por Philippe Josserand (2016, págs. 111-113). Una
clarificadora exposición sobre los debates historiográficos
relativos a la relación entre cruzada, reconquista y guerra
santa puede verse en Palacios (2017, págs. 316-340).
Las órdenes militares se afianzaron una vez que san
Bernardo hizo triunfar el “discurso de la conversión”, en
palabras de Carlos de Ayala (1996, pág. 61; AYALA, 2003,
pág. 124; AYALA, 2015, pág. 107), necesario para conjurar
las resistencias a unas instituciones donde sus religiosos
guerreaban (sobre las críticas a estas milicias religiosas,
AYALA, 2015, págs. 106-112; GARCÍA GUIJARRO, 1995, págs. 116-
122; el argumentario contra las milicias más tarde y ya en otro
contexto, desde las décadas finales del siglo XIII (PALACIOS,
2017, págs. 264- 267). San Bernardo exalta el espíritu martirial
en su capítulo III de su obra En alabanza de la nueva milicia
templaria: si el caballero muere, es una suerte de martirio; y
si mata es un servicio a Cristo:
combate, donde todo se hace bajo el signo de la cruz, y el redactor de la Chronica Latina
se refiere al vexillum crucis, que también acompañará a las tropas de Fernando III cuando
entren en Córdoba en 1236.
129
La Orden de Calatrava en la Edad Media
130
Más específicamente, en 1240 el papa Gregorio IX
concedía indulgencia y remisión de todos los pecados a
los seguidores de la enseña calatrava que murieran en
plena lucha contra los infieles, algo que suponía el paso
seguro a la vida eterna:
b) Religiosidad monástica
131
La Orden de Calatrava en la Edad Media
132
(Escale-Dieu) y, esencialmente, Morimond en Champaña,
que era una de las cuatro abadías filiales de Cîteaux. La
consideración de los freires calatravos como cistercienses
se fue normalizando paulatinamente. Este proceso de
institucionalización de la milicia calatrava podemos resumirlo
así (VILLEGAS, 2005, págs. 165-195; AYALA, 1996, págs. 63-64;
AYALA, 2010, págs. 54-55; OLIVEIRA, 115, págs. 164 y ss.):
• Desde el principio ha habido una división entre monjes
y caballeros, los segundos a modo de congregación
de hermanos laicos de vocación bélica dirigidos por un
maestre.
• Desde 1164 reciben reglas o formas de vida del Capítulo
General del Císter, pero los calatravos, aunque se les
llama vere fratres, son equiparados no a los monjes sino
a los conversi o conversos del Císter (es decir: hermanos
legos adheridos a la comunidad en tanto que mano de
obra, dedicados a las labores del campo y otras), y si
visitan una abadía cisterciense deben permanecer en la
hospedería.
• En 1187, cuando se promulga la bula que confirma la forma
vivendi dada a Calatrava por el Capítulo General del
Císter en 1186, se consagra la dependencia disciplinaria
de Calatrava respecto a la abadía de Morimond, con la
obligada visita anual de su abad francés a Calatrava.
Además, se concede a la orden la licencia de edificar
abadías reconocidas de hecho como cistercienses
(BULLARIUM, 1981, pág. 21).
• Y en la década de 1220, los freires clérigos están
asimilados como auténticos hermanos o fratres a
cistercienses. En 1221 los privilegios del Císter son
aplicados a Calatrava, y en 1222 los freires serán
admitidos al coro al visitar las abadías cistercienses.
133
La Orden de Calatrava en la Edad Media
134
-La segunda ambivalencia es su ya aludida condición
de orden territorial, instrumento de la monarquía castellana, y
a la vez orden con dependencia internacional cisterciense y
pontificia.
-La tercera ambivalencia o dicotomía, ya en un plano
más propiamente religioso, es que por un lado se vinculaba
al ideal monástico contemplativo, y por otro al ideal activo de
Cruzada. En ella nos detendremos.
El problema no consiste solo en conciliar la vida
religiosa y la función militar, sino también que en la orden
convivían dos formas de religiosidad en principio opuestas:
la espiritualidad de la oración y renuncia al mundo, propia del
monacato clásico –en el que se encuadraba el Císter– frente
a espiritualidad de la acción en el mundo, característica,
por ejemplo, de las órdenes mendicantes que nacerían en
el siglo XIII. Pero cabe preguntarse: ¿realmente existía esta
oposición tajante?
La corriente habitual de pensamiento sobre la posición
del cristiano en la tierra era, simplificando mucho, la del
contemptus mundi, que entendía la vida terrena como
pasajera e ilusoria; y por ello, el auténtico modelo de
perfección cristiana era la vida monástica, que implicaba
la dedicación a la plegaria, la renuncia al mundo (poder,
riquezas y sexo) y el seguimiento de los consejos evangélicos:
pobreza, castidad y obediencia. Por ello, a menudo, los
seglares intentaban aproximarse a los monjes para salvarse:
se convertían en familiares de los monasterios o vestían el
hábito al final de su vida.
Ahora bien: en el siglo XII y a partir del Císter,
este esquema se rompió. Sus ideales pronto
se tuvieron que adaptar a la realidad. Y esa
adaptación, esa tensión entre su imagen genuina y el
135
La Orden de Calatrava en la Edad Media
136
combates con sus buenas obras no alude a los combates
bélicos –es decir, a la espiritualidad militar-, sino más
bien al incansable combate contra el Mal que los monjes
desarrollaban, igual que el resto de los cristianos, pero
desde luego con una dimensión de activa implicación en las
realidades temporales que fácilmente se podría deslizar a
la justificación del uso de las armas al servicio de la fe. Así,
los cistercienses aparecen comprometidos con el mundo:
san Bernardo fue un árbitro en la política eclesiástica y
en disputas políticas; el Císter suministró a la jerarquía
eclesiástica obispos y papas; desde 1179 los monjes de
esta orden fueron los responsables de la lucha dialéctica
antialbigense. Como recuerda Carlos de Ayala en este
mismo volumen, el Císter estuvo comprometido de lleno con
la cruzada. Piénsese que la segunda cruzada fue convocada
por un papa cisterciense, Eugenio III. Recuérdese también
que, muy significativamente, existió un sector decididamente
belicista afincado en la abadía de Morimond en los tiempos
del nacimiento de la Orden de Calatrava (AYALA, 2015, págs.
126-127). Y fue cisterciense un líder de la cruzada de 1212 de Las
Navas, Arnau Amalario, arzobispo de Narbona (él y su hueste
no se retiraron como otros ultramontanos). Por otra parte,
en las costas bálticas y en Prusia combinaron la misión, la
asunción de obispados y la cruzada, y fundaron monasterios
en plena frontera de Trípoli, como Belmont y Salvatio, antes
de dar su matriz religiosa a las órdenes militares (LEKAI, 1987,
pág. 72).
Por ello, en realidad no cabe sorprenderse demasiado
ante estos “monjes-soldados” (la expresión no hay que
tomarla literalmente: en ningún caso fueron, ni los templarios
ni los calatravos, monjes armados; los templarios fueron
caballeros que asumieron obligaciones religiosas, y
137
La Orden de Calatrava en la Edad Media
138
perfección que encarna como estado superior, están fuera de
duda durante todo el Medievo.
Francisco Ruiz ha estudiado esta imagen evangélica
aplicada a las órdenes militares y cómo san Bernardo, en
su obra citada, Alabanza de la nueva milicia, transmitió
que también eran dignos de admiración la fidelidad y
el amor de Marta y sus seguidores o hijos, los caballeros
templarios (RUIZ, 2002). También a propósito de la Orden
de Calatrava se habla de los “hijos de María”, los freires
clérigos, que rezan, y los “hijos de Marta”, los freires
caballeros, que guerrean. El papa Honorio III, en 1221, se
hacía eco de aquella imagen evangélica y decía que
es por la solicitud atenta de Marta (los caballeros) por
lo que María puede dedicarse a la quietud de la oración
(los freires conventuales). No se pide a los caballeros una
vida orante; sino que actúen para que los conventuales se
dediquen a la vida espiritual, sobre todo al oficio divino y a
los sufragios por los difuntos.
El Císter tenía una espiritualidad militante que en
Calatrava, tan ligada a la belicista abadía de Morimond,
se concreta en la lucha armada, por Cristo y por la Iglesia.
Y es que se entendía que se luchaba contra la acción del
diablo en el mundo o bien con los sacrificios extremos de
los religiosos, o bien guerreando y ofreciendo la propia
vida en un esfuerzo doloroso. La lucha contra los infieles
en las cruzadas era una función del ordo laicorum, una
misión por fin asignada a los laicos, que así tenían su propio
papel en la batalla de la Iglesia contra el mal. La malitia
mundi (caballería motivada por la ira y la vanagloria)
cedía paso a la militia Christi (GARCÍA-GUIJARRO, 1995,
págs. 121-122). Además, esa lucha santa se combinaba
con una cierta mentalidad escatológica que exigía
139
La Orden de Calatrava en la Edad Media
140
del mundo a la milicia de Dios (Reglas de 1164 y 1186. BULLARIUM,
págs. 3 y 20-21).
Pero en la práctica, la orden se imbricaba en una
compleja realidad mundana. Y la actuación militar y
señorializadora, el mando del maestre, las relaciones
complejas con la monarquía castellana, etc., todo ello
daba prioridad a los caballeros. Entonces, desde el plano
de la praxis, se invertía la óptica y los religiosos constituían
“solo” la retaguardia piadosa. Cualitativamente tenían más
peso específico real los milites. Y puede recordarse que los
maestres, los que recibían el homenaje y encarnaban el
poder feudal, siempre tuvieron autoridad sobre caballeros
y clérigos, sobre ambos. De hecho, es que también el
maestre se presentaba como tal “por la gracia de Dios” (1383,
septiembre 8. O’CALLAGHAN, 1962, pág. 281). Es decir, también
el maestre reivindicaba un carácter sacro, y por ello recibía
en sus manos la profesión tanto de monjes calatravos como
de caballeros, cuando prometían observar los tres votos de
pobreza, castidad y obediencia.
Conviven dos representaciones mentales de la
Orden de Calatrava: a) la que quiere primar su naturaleza
cisterciense desde el momento en que Calatrava buscó
ese aval, con un añadido purista que no termina de
perdonar el origen mundano y bélico de los caballeros
de la milicia, y b) la que asume como un todo al conjunto
de freires clérigos y caballeros, y tiende a dar prioridad,
no teórica pero sí de facto, a los segundos. En términos
gelasianos, ambas imágenes, transitando desde la
realidad hasta los ideales, permiten tanto la valoración
de los freires clérigos conventuales, tomados como
auctoritas de la institución, como la valoración de
los freires caballeros, éstos vistos en tanto que brazo
141
La Orden de Calatrava en la Edad Media
2 De los siglos XII y XIII hay unos establecimientos dados por el abad de
Morimond en 1195 y otros dados, según Lomax (“Algunos estatutos primitivos”) entre
1196 y 1213 tal vez por el abad de S. Pedro de Gumiel. Para el siglo XIV, se conocen
142
Bullarium de Calatrava. Las definiciones han sido editadas
por Lomax (1961), O’Callaghan (1958, 1962, 1996 a) y Oliveira
(2015).
La vida religiosa calatrava, en el Convento en particular3,
presenta el siguiente perfil, a mi modo de ver: una vida religiosa
fuertemente comunitaria, con un rigor ascético exigente, con
la virtud de la obediencia como eje de la vida conventual,
debida muy directamente al prior, pero reforzada con la
obediencia siempre obligada al maestre. Y con un sistema
punitivo muy tarifado.
No se repasará aquí, al modo tradicional, las obligaciones
derivadas de los tres votos y la vida conventual. Me centraré
en tres claves o aspectos en los cuales se encuadran muchos
otros: la vida comunitaria, la ascesis y la vida litúrgica y
sacramental.
a) El carácter comunitario
definiciones dictadas por abades de Morimond en 1304, 1307 y 1336; por abades de
Palazuelos y Rueda en 1325 y 1338; de nuevo por un abad de Morimond en 1383, y estatutos
promulgados por maestres de Calatrava en 1383 y 1397. En el siglo XV los abades de
Morimond dictaron definiciones en ocho ocasiones: 1407, 1408, 1418, 1433, 1444, 1452 y 1468,
estas últimas (de Guillermo II de Morimond) recapituladoras y núcleo de las publicadas en
los siglos XVI y XVII.
3 Los calatravos fueron cambiando de sede central, desde 1158 en que nacieron
en Calatrava la Vieja, hasta 1217 en que se instalaron definitivamente en Calatrava la
Nueva, pasando por Ciruelos (1195), Salvatierra (1198) y Zorita (1211).
143
La Orden de Calatrava en la Edad Media
144
Calatrava de 1164 (BULLARIUM, 4). Esta última era una
práctica cisterciense: el penitente debía hacerlo en
medio del refectorio y delante de toda la comunidad,
con la cabeza cubierta y esperando humildemente que
le llevaran algo de comer. Es un castigo que se imponía
también por fornicación y por pegar a un hermano, pero
parece que desapareció a lo largo del siglo XIV (VILLEGAS,
1999, pág. 257).
De todos modos, era posible otorgar comunitariamente
el perdón incluso a un traidor si el capítulo lo acordase y, en él,
los ancianos consientieren. Las faltas contra otros hermanos
también eran muy castigadas.
Cabe preguntarse si hay en los textos normativos
referencias a la caridad como fundamento de la vida
comunitaria, si se aprecia una exaltación de la fraternidad
entre los fratres. A decir verdad, la respuesta, en principio, es
negativa. La regulación de la convivencia parecería dirigida
más a mantener una disciplina militar que a atender a una
comunidad religiosa.
Otro dato a favor del sentido comunitario de la
religiosidad calatrava era la celebración del capítulo diario
que reunía a todos los monjes con el maestre y con el prior,
al modo cisterciense, después de la misa y el rezo de prima
(reglas de 1164 y 1187, BULLARIUM, págs. 4, 21). En él, además
de otras cosas como el recitado del salmo De profundis,
había acusación pública de faltas y reparación y penitencia
pública. Está clara aquí no solo la finalidad ejemplarizante
del castigo, sino también, en mi opinión, la idea de la
dimensión comunitaria del pecado. Es decir: la infidelidad
a la vocación afectaba también a los demás miembros
de la comunidad religiosa y por ello debían dirimirse en
comunidad la culpa, el arrepentimiento y la penitencia.
145
La Orden de Calatrava en la Edad Media
146
porque el abad Guillermo I de Morimond, que pasó las
Navidades de 1304 en el Convento de Calatrava haciendo la
visita, tuvo que insistir en ello:
147
La Orden de Calatrava en la Edad Media
b) La ascesis
148
debe advertirse que en todos los aspectos que
mencionaremos a continuación, ya desde mediados del
siglo XIV y, sobre todo, en el siglo XV hay indicios claros de
incumplimiento y, en consecuencia, se fueron suavizando
las exigencias gracias a la obtención de licencias pontificias.
Veamos algunos aspectos:
El celibato, un compromiso esencial en la vida
monástica, era una exigencia irrenunciable en Calatrava (al
contrario que en la Orden Militar de Santiago, cuyos freires
se podían casar, algo totalmente excepcional en la vida
consagrada de la Cristiandad latina). Las normas primitivas,
de los siglos XII y XIII fijaban penas duras por el pecado de
fornicación (comer durante todo un año en el suelo, estar
a pan y agua tres días de la semana y recibir disciplina el
viernes; para los caballeros, pérdida del caballo y las armas,
según las Definiciones de c. 1196-1213 (LOMAX, 1961, pág. 494),
pero abundantes noticias muestran que muchos caballeros
no guardaban castidad, e incluso tenían consigo mujeres
como concubinas, o mancebas de mala fama (SOLANO, 1978,
pág. 152), y desde luego constan noticias sobre los hijos de
los maestres. Por fin, en el siglo XV se atenuará la exigencia
del celibato y finalmente obtendrán permiso para casarse
los calatravos que no hayan recibido órdenes sagradas,
y los hijos podrían heredar sus bienes, según la bula de
Eugenio IV de 1439 (AYALA, 2003, pág. 368; BULLARIUM, págs.
248-250), aunque parece que los calatravos no se casaron
de forma sistemática sino hasta mediados del el siglo XVI
(AYALA, 2003, pág. 369).
En cuanto a la pobreza, era un voto monástico
de los freires al hacer profesión, y debían observar
un tono general de austeridad manifestado en
múltiples prescripciones referentes a la posesión
149
La Orden de Calatrava en la Edad Media
150
evidente que todo esto chocaba con las prácticas
calatravas, tanto por la estructura feudal del sistema de
encomiendas como por el hecho de que los freires asumían
tareas pastorales en las iglesias parroquiales del señorío de
la orden.
Los colores de los vestidos y calidades también seguían
el principio de la austeridad y el objetivo de identificar a los
calatravos como religiosos por su apariencia. Se regulaba
incluso el corte del pelo, que en la tradición calatrava
incluía las sienes afeitadas. Los caballeros que tenían que
guerrear llevaban calzones de lino y túnica corta. Tanto
dentro del Convento como fuera, todos deberían tener
mantos para superponer a las ropas. Eran largos hasta el
suelo, y forrados de piel de cordero los de los clérigos. En el
Convento, los freires debían llevar túnica y escapulario; y
dentro de la iglesia, la capucha puesta. Como en todos los
demás aspectos, se dio la secuencia del incumplimiento,
la relajación y la licencia normativa ya en el siglo XV, a
causa de la actividad militar y la condición nobiliaria de los
calatravos. Pero a decir verdad, siempre se obligó a llevar
el hábito (el de los caballeros, más corto). El no llevarlo,
a no ser que se estuviera realizando alguna tarea en la
casa, comportaba perder caballo y armas y permanecer
en la puerta del convento hasta que el maestre lo quisiera.
Debe recordarse que a los freires de las encomiendas
se les pedía siempre usar su manto de coro blanco
calatravo para el rezo de las horas por el breviario de la
Orden. Se prohibía llevar adornos, tejidos lujosos como
sedas, rasos y terciopelos, y colores vivos como el rojo,
amarillo o verde, más propios de las vanidades mundanas
(Definiciones de 1397, AYALA, 2003, pág. 384). Solo desde
el final del siglo XIV se permitió a los freires calatravos
151
La Orden de Calatrava en la Edad Media
152
vuelta de las bodas, para que, al llegar él y llamar, al
instante le abran. Dichosos los siervos a quienes el
amo hallare en vela... Estad pues, prontos, porque a la
hora que menos penséis, vendrá el Hijo del hombre”
(Lc. 12, 35-40).
153
La Orden de Calatrava en la Edad Media
154
El Oficio está integrado por cinco elementos: 1) salmos, 2)
himnos, 3) antífonas (breves oraciones como respuesta a un
salmo o un himno), 4) lecturas o lecciones, y 5) oraciones. Todo
ello se canta y se recita, y requiere una formación específica.
Era un rezo muy complejo, que exigía el manejo alternado de
una serie de libros de canto y coro, hasta que se fue imponiendo
el breviario en la baja Edad Media, un libro que reunía la liturgia
de las horas.
La columna vertebral del oficio canónico son los salmos
contenidos en el libro bíblico del salterio, el conjunto de los
150 salmos que en la regla benedictina se cantan en una
semana, y en Cluny, donde había superabundancia del
oficio, se rezaban o cantaban en un día (recuérdese que el
Císter depuró la liturgia). La espiritualidad de los salmos, un
conjunto bíblico de poemas y oraciones muy antiguos y de
gran belleza, podía ir conformando internamente un sentido
religioso con una finura espiritual especial. Los salmos recogen
todas las situaciones y sentimientos que puede experimentar
un hombre frente a Dios y frente a la vida: súplica, alabanza,
exaltación, abatimiento, penitencia, confianza, lamento,
rebeldía. A veces, con gran dramatismo. Los himnos son
cantos de alabanza compuestos desde antiguo, y las lecturas
o lecciones son las correspondientes lecturas bíblicas
del día, así como escritos de los santos padres y vidas de
santos. Las lecturas van conformando para el monje un
bagaje de formación teológica, espiritual, ascética, moral,
ejemplarizante. También durante las comidas se leen estos
escritos de los santos padres y la Regla.
Y las distintas oraciones se intercalan con lo
anterior: letanías, kyries, aleluyas, gloria, bendiciones
y, en especial, el paternoster. Este último era un
rezo vocal muy reiterado que, aunque se recitara
155
La Orden de Calatrava en la Edad Media
156
“Si alguno se cubre la cabeza mientras lee, póngase la
capucha de tal modo que pueda verse si está durmiendo”
(EO, 71, 8, c. 1099-1199. CHOISSELET y VERNET, 1989).
157
La Orden de Calatrava en la Edad Media
158
no siempre se respetaba el deber de asistir, al menos a tenor
de la admonición del abad de Rueda Guillén en 1338 durante
una visita al Convento aragonés de la orden, el de Alcañiz:
159
La Orden de Calatrava en la Edad Media
160
Es difícil rastrear en las fuentes esta espiritualidad
interior, es difícil pasar de la praxis de la disciplina a
los vectores espirituales que recorrían la religiosidad
calatrava, porque estos se explicitan muy pocas veces
en la documentación. En esta última, en particular en la
normativa, se insiste en la observancia de ciertos principios
innegociables, pero su fundamento espiritual queda
como un referente lejano, sobreentendido o difuminado.
Además, a pesar del destacado papel de san Bernardo en
la literatura espiritual occidental y de la actividad mística de
bastantes religiosas cistercienses europeas en el siglo XIII, no
contamos con autores espirituales de extracción calatrava;
algo extensible a las demás milicias, con excepción del
santiaguista Pedro López de Baeza que escribió sus Dichos
de los Santos Padres en el siglo XIV.
Ofrecemos una síntesis relativa a la espiritualidad
calatrava en cuanto a las nociones manejadas en la milicia
sobre las relaciones del hombre con Dios.
a) En primer lugar, en la Orden de Calatrava claramente
el espíritu cristiano es compatible con la dedicación bélica.
La propia orden es una militia Dei, milicia de Dios. La actividad
bélica es “de Dios”, es su voluntad. No es cosa de los hombres.
Se entiende la naturaleza sobrenatural de esta obra. A Él se
le pide que aumente el número y prospere esta nueva obra,
según las formae vivendi de 1164 y 1186:
161
La Orden de Calatrava en la Edad Media
162
identidad exactamente definida. Y en mi opinión, el encaje
rígido en tipologías institucionales clasificables es más
propio de la mentalidad sistematizadora o burocrática de la
modernidad que de las formas mudables de la vida religiosa
medieval.
c) Entre las virtudes, la más apreciada parece
ser la santa obediencia (expresión muy prodigada;
por ejemplo, en 1325: O’Callaghan, 1962, pág. 281). Era
así porque esta obediencia sublimada era signo de
fidelidad a la autoridad de Dios, y no sólo por disciplina
militar.
d) Como era de esperar, no encontramos ninguna
exaltación del fervor interior. Eso será más propio de
otro tipo de religiosidad, minoritaria en la Edad Media y
a veces sospechosa de herejía (como la que se aprecia
en místicos y místicas, o en la devotio moderna). No se
pide al monje adhesión interior al modelo de Cristo; lo
importante es que sea fiel a la disciplina. La vida religiosa
organizada aparece como un fin en sí, no tanto como un
medio para la santidad del freire. Y la actitud piadosa
existe en la medida en que se cumplan fielmente la
disciplina y el ritual.
e) Hay un fuerte sentido del pecado y el sitema
punitivo está muy tarifado, hay un castigo para cada
transgresión a la regla (vid. VILLEGAS, 1999 b). Pero se diría
que para obtener el perdón es incluso más importante
exponer públicamente la falta y cumplir la pena que el
propio arrepentimiento. La responsabilidad personal no se
ve muy favorecida. Con todo, la actitud penitencial está
muy presente en la liturgia diaria: el salmo De profundis
es rezado en el capítulo cotidiano, y tanto la confesión
frecuente –a lo que parece- como el examen continuo
163
La Orden de Calatrava en la Edad Media
164
la Virgen está fuera de toda duda: las advocaciones de las
iglesias calatravas y de las cofradías del Campo de Calatrava
eran preferentemente marianas (TORRES, 1990); en el Convento
se decía una misa diaria en honor de la Virgen, y en el propio
castillo-convento estaba la capilla de Nuestra Señora de los
Mártires presidiendo el cementerio que albergaba los restos
de los freires caídos en la batalla de Alarcos.
h) La noción que cualifica la relación entre Dios y el
hombre es el servicio de Dios. Por ejemplo, servir es lo que
hacen los freires en el convento en sus oficios divinos. Será
servicio de Dios el guardar las definiciones. Los hechos de
armas son servicio a Dios. La observancia fiel de las normas
y el acatamiento a las jerarquías lo son también. No es
la caridad lo que atraviesa la relación con Dios, no es la
imitación de Cristo o la filiación como hijos redimidos, sino
el servicio. El lenguaje feudal está plenamente presente.
Además, el servir a Dios se mezclará con la honra terrenal.
Los mandatos de los visitadores calatravos al señorío y sus
iglesias, propios del último cuarto del siglo XV, contienen un
ideal recurrente: el cuidado por los elementos formales y
materiales de la práctica religiosa, dirigidos a acrecentar el
servicio de Dios y la honra de la villa. Una iglesia mal reparada
o unos oficios descuidados merman el servicio de Dios y la
honra local; y lo contrario es un mérito colectivo y cívico de
cara tanto al cielo como a la tierra. También para la milicia
en sí el buen servicio de Dios redunda en pro del Convento
y la comunidad. De suyo, esta noción no contradice la
involucración particular del creyente, quien sirve a su señor
a partir de un compromiso de fides personal.
i) Hay una fuerte conciencia de grupo. Ya
se aludió más arriba al sentido comunitario del
pecado (al menos en el caso de los pecados contra
165
La Orden de Calatrava en la Edad Media
166
milicia. Y un factor importante en esa imagen que transmitía
el Convento como referente de identidad era la función
funeraria de la casa, que la hacía garante de salvación
eterna, puesto que era lugar de enterramiento de los freires;
desde allí se elevaba incesantemente la oración por el alma
de los calaravos difuntos, y no debemos perder de vista la
enorme importancia que se daba a estos rezos pro anima.
Consta el prestigio que la casa irradiaba en su entorno,
en el Campo de Calatrava (TORRES, 2005), y en el seno de
la orden, como seña de identidad religiosa y martirial. No
olvidemos el cementerio de los Mártires de Alarcos como
lugar especialmente venerado.
Cabe pensar que, incluso en los tiempos tenidos
como más secularizadores para la orden, al final de
la Edad Media, muy posiblemente el Convento era el
lugar donde los calatravos convertidos en señores
pendencieros o cortesanos, nobles inmersos en luchas
de poder, se reencontraban con una identidad genuina
que les redimía y justificaba. La condición cisterciense
actuaba como justificación o, si se quiere, como coartada
espiritual. En este sentido, el Convento era un lugar de
memoria imprescindible.
167
La Orden de Calatrava en la Edad Media
Bibliografía
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de I. Aranguren.
177
La Orden de Calatrava en la Edad Media
178
TORRES JIMÉNEZ, R. (2005): “La influencia devocional de la Orden
de Calatrava en la religiosidad de su señorío durante la Baja
Edad Media”, Revista de las Órdenes Militares, 3, pp. 37-74.
179
La Orden de Calatrava en la Edad Media
180
LA CORONA DE CASTILLA Y LA ORDEN DE CALATRAVA. UN ANÁLISIS
COMPARATIVO DE LAS RELACIONES POLÍTICAS ENTRE LA MILICIA
Y LOS REYES CASTELLANOS ENTRE 1252 Y 1369
Milagros Plaza Pedroche
Universidad de Castilla la Mancha
RESUMEN
En el presente artículo nos proponemos analizar las políticas de
mediatización y control emprendidas por la realeza castellana
hacia las órdenes militares, en general, y hacia la Orden de
Calatrava, en particular, desde el acceso al trono de Alfonso X
(1252) al asesinato de Pedro I en Montiel (1369). En él se realiza
un repaso por las primeras manifestaciones del proceso y su
sistematización entre mediados de los siglos XIII y XIV; para así
analizar, desde una perspectiva comparativa, las diferentes
políticas de sometimiento utilizadas durante cada uno de
estos reinados y la intensidad de las mismas.
ABSTRACT
The present study gives attention to relationships between
military order (specially Order of Calatrava) and the Castilian
Crown duing the reing of Alfonso X (1252-1284), Sancho IV
(1284-1295), Fernando IV (1295- 1312), Alfonso XI (1312-1350) and
Pedro I (1350-1369). Our research has a particular objective:
to explore the policies implemented by the monarchy to
control the Order of Calatrava and the appointment of their
masters between 1252 and 1369.
Introducción
181
La Orden de Calatrava en la Edad Media
182
políticas de sometimiento utilizadas durante cada uno de estos
reinados y la intensidad de las mismas.
Concretamente, las relaciones entre la monarquía y
las órdenes militares en el transcurso del periodo cronológico
que nos ocupa han sido objeto de estudio (aunque de manera
claramente desigual) por parte de los medievalistas en las
últimas décadas. Por consiguiente, disponemos de una
nutrida base bibliográfica sobre estas cuestiones y pocas
novedades podemos añadir al respecto. En consecuencia,
lo que intentaremos durante las siguientes páginas será dar
una nueva lectura a esos estudios y a las fuentes disponibles
y abordar la temática desde una perspectiva comparativa.
183
La Orden de Calatrava en la Edad Media
184
a) Intervención en el proceso de designación de los maestres
1 Lo que Alfonso X se proponía con este nombramiento era reajustar las más altas
jerarquías de las milicias hispánicas y, más concretamente, unificar y someter a la Orden de
Alcántara respecto al convento calatravo. De hecho, este proyecto se presentó formalmente al
Capítulo general en 1254; aunque no parece que llegara a prosperar finalmente. La monarquía
hubo de conformarse con incorporar ciertos cambios en las cúpulas de poder maestral.
185
La Orden de Calatrava en la Edad Media
186
máximo de cuarenta días. A través de este procedimiento, la
Corona se reservaba el derecho a entrar e intervenir en todas
las villas y construcciones defensivas de las tierras de frontera;
las cuales, en su mayoría, estaban bajo el control de las milicias.
Esta regulación jurídica del homenaje castral pudo
guardar relación, en opinión de los especialistas, con la
enajenación que el maestre de Calatrava, Pedro Ibáñez, habría
hecho en el año 1260 a favor Alfonso X mediante un homenaje
por la totalidad de las fortalezas de la institución (RODRÍGUEZ-
PICAVEA, 2008, págs. 399-401). Y es que, este personaje, ante
su calidad de responsable de los castillos calatravos, prestó
homenaje a la Corona por todos ellos; evidenciando así que la
propiedad eminente sobre estas construcciones pertenecía al
soberano en virtud de su superioritas. Esta práctica generó una
importante resistencia por parte del Capítulo general de Císter,
del abad de Morimond y del propio pontífice por los abusos del
rey respecto a los freires; una resistencia que finalmente logró
evitar la enajenación de esos castillos calatravos por parte de
la monarquía (AYALA, 1997, pág. 260). De hecho, esta fue una
de las cada vez más contadas ocasiones en las que la Sede
Apostólica logró sobreponer su voluntad a la de los propios
reyes en materia de órdenes militares; a pesar de que no en
pocas ocasiones intentó hacerse oír (bien de manera directa,
bien mediante instancia reguladoras de las que dependían esta
clase de organismos) para reivindicar que la libertas ecclesiae
afectaba también a las milicias de origen peninsular (AYALA,
2007 b, págs. 699-700).
187
La Orden de Calatrava en la Edad Media
188
d) Intromisión en la resolución de pleitos relacionados con las
tierras de órdenes provenientes del realengo
189
La Orden de Calatrava en la Edad Media
190
todos los ganados que entrasen en el término de la villa de
Osuna2 (GONZÁLEZ, 2009, pág. 181).
De igual forma, Alfonso X recurrió, dentro de su camino
hacia la ruptura de las grandes plataformas señoriales de
la milicia, a la fundación de concejos de realengo en sus
núcleos de articulación. En relación a este aspecto cabría
destacar el conocido caso de Villa Real, enclave creado por
la Corona en territorio calatravo en el año 1255 3 (VILLEGAS,
1983, págs. 218). A pesar de todo, esta medida debió resultar
menos efectiva de lo esperado porque, pocos años más
tarde, el soberano se propuso trasladar el convento
principal de la entidad desde La Mancha hacia la fronteriza
Osuna, como ya hemos tenido ocasión de ver (AYALA, 1992,
pág. 436).
191
La Orden de Calatrava en la Edad Media
192
2. Sancho IV (1284-1295) y Fernando IV (1295-1312): unos años
difíciles para la Corona
193
La Orden de Calatrava en la Edad Media
4 “Era de mill y trezientos y treinta, año del Señor de mill dozienttos y noventa y dos. El
maestre y los cavalleros de esta orden se hallaron y sirvieron valerosamente en la conquista de
Tarifa y fue ganada por el rey don Sancho, el qual, teniendo por mucho dificultoso sustentarla,
tenía determinación de la mandar assolar. Mas el maestre le suplicó no lo hiziesse, dándole a
entender lo mucho que le importava tener aquella villa para la guerra contra los moros. Dijo que
se obligaría a sustentarla con dos quentos de maravedís que el rey le diesse en cada un año. El
rey aceptó este partido y dexó en la villa al maestre de Calatrava con título de Capitán general.
Y la defendió con los cavalleros de su orden, aunque los moros pretendieron ganarla.”
5 “Murió el rey don Sancho y sucedió en los reynos de Castilla y León don Fernando,
su hijo, quarto de este nombre, cuyo ayo fue el maestre; el qual le hizo muy notables
servicios, en la contradictión que tuvo acerca de succesión en estos reynos.”
194
iniciativa regia en este asunto ante su incapacidad para
imponer otros mecanismos de control utilizados en tiempos
de Alfonso X (JOSSERAND, 1999, págs. 78-79). Este habría sido
el caso de Garci López de Padilla y su sustitución al frente del
maestrazgo de Calatrava por el comendador de Zorita en el
año 1301. El cronista Rades y Andrada nos cuenta cómo, ante
la sospecha de que el maestre calatravo se había aliado con
los rebeldes que pretendían tomar por rey a don Alfonso, hijo
del infante don Fernando de la Cerda, y deponer a Fernando
IV, los tutores del rey emitieron sentencia de deposición contra
él y nombraron como nueva cabeza de la orden a Aleman,
comendador de Zorita6 (RADES, 2009, fol. 49v). Sin embargo, el
desposeído maestre solicitó a la Santa Sede que interviniese en
este asunto y el pontífice remitió su causa al capítulo general
del Císter, donde la sentencia fue revocada tan solo un años
después.
El fracaso de esta medida pone en evidencia la
dificultad de la Corona para imponer su voluntad en los
procesos de elección maestral en este periodo. Partiendo
de esta premisa, el acercamiento de los maestres a
6 “Luego, el mismo año, don Fernán Ruyz, clavero, y otros cavalleros de esta orden,
cuyas culpas avía castigado el maestre con algún rigor se alçaron con el castillo y convento
y escrivieron al infante don Enrique, tutor del rey, diciendo que el maestre se avía confederado
con los ricos hombres que pretendían hazer rey a don Alfonso, hijo del infante don Fernando.
Luego el infante trató con fray Thome, abbad de Sant Pedro de Gumiel, visitador que a la sazón
era de esta orden, que rescibiesse información de lo que el clavero dezía. Y así la dieron qual
quisieron y, por virtud de ella, el abbad acompañado con los de Moreruela y el Espina, estando
capitularmente en el convento de Calatrava, dio sentencia de deposición contra don Garci
López; a la pronunciación de la qual se hallaron presentes los infantes don Enrique y don Juan,
tutores del rey.”
“Los infantes y los abades, no obstante, la apellación del maestre procedieron a
execución de la sentencia y así el abbad de Gumiel dixo al infante don Enrique nombrasse doce
freyles de la orden, cavalleros y clérigos, para que júntamente con el mismo infante eligiessen
maestre. Siendo nombrados, eligieron a don Aleman, comendador de Çorita, cavallero muy
valeroso, cuya electión fue confirmada por el abad de Gumiel y luego fue puesto en la posesión.”
195
La Orden de Calatrava en la Edad Media
196
3. Alfonso XI y la definitiva formulación del autoritarismo
monárquico en Castilla (1312-1350)
197
La Orden de Calatrava en la Edad Media
198
Otro punto a tener en cuenta dentro del marco de
las relaciones entre la Corte y la milicia sería el estrecho
contacto que esta mantuvo con los consejeros de Alfonso XI. Y
es que Calatrava, velando por su influencia y sus aspiraciones
políticas, dedicó especial cuidado a sus relaciones con los
miembros de la curia. En este sentido, Salvador de Moxó
observó a través de los diplomas cómo Fernán Rodríguez
Pecha, camarero mayor, disfrutaba de algunas casas y
heredades de la entidad en el término de Hita. Del mismo
modo, el cronista Fernán Sánchez de Valladolid (notario
mayor y canciller del sello de la Poridad) y Diego Fernández de
Medina (camarero del rey) intercambiaron posesiones con la
institución cisterciense. En última instancia, parece ser que
los calatravos entregaron el castillo de Cogolludo al alcalde
mayor de la Mesta, Íñigo López de Orozco, y efectuaron varias
permutas con don Juan Alfonso de Alburquerque (MOXÓ, 1976,
págs. 157-158).
199
La Orden de Calatrava en la Edad Media
200
religioso-guerreras comenzaron a estar verdaderamente
comprometidas con las directrices políticas de la monarquía a
través de este principio; dando lugar a una nueva realidad que
se solapaba con el hecho de que los maestres y la totalidad
de los freires se encontraban sometidos a la autoridad del rey
mediante homenaje vasallático (RODRÍGUEZ-PICAVEA, 2008,
págs. 156-159).
9 Esto es lo que sucedió, sin ir más lejos, con el maestre alcantarino Gonzalo
Martínez de Oviedo. Como ya vimos, este personaje fue colocado al frente de la institución
cisterciense por voluntad real en 1337 y ejecutado dos años más tarde por traición.
201
La Orden de Calatrava en la Edad Media
202
Este periodo dio comienzo, concretamente, con el reinado
de Pedro I, que llegó al poder tras el fallecimiento de su padre
en 1350 y mantuvo una línea política acorde con el programa
autoritario iniciado por el Rey Sabio un siglo antes y continuado
por Alfonso XI. Sin embargo, en esta ocasión, su profundización
en el proceso de afirmación monárquica cuenta con algunas
peculiaridades y nos ha llegado marcada por tintes tiránicos
y de extrema crueldad a través de las fuentes11; debido a que,
desde un primer momento, el rey Pedro se propuso llevar este
programa de gobierno a sus máximas consecuencias (DÍAZ, 1980,
pág. 287; RODRÍGUEZ-PICAVEZ, 2008, págs. 414-415). Las órdenes
militares son un buen ejemplo en este sentido, porque el nuevo
monarca incrementó su presencia en ellas en comparación
con los reinados de sus antecesores y las dotó de un mayor
protagonismo en el panorama político del reino. De hecho, fue
a partir de este momento cuando las milicias se convirtieron en
una parte fundamental de la movilización militar y se emplearon
sistemáticamente, tanto en conflictos internos como externos;
pero siempre al servicio del rey (AYALA, 2002, pág. 40).
Parece que este cambio fue posible gracias a dos
factores principales:
• La paulatina secularización de los institutos
religioso-guerreros (en especial de sus máximos
dirigentes) y la completa desnaturalización
de su esencia institucional; que favoreció su
203
La Orden de Calatrava en la Edad Media
204
esposa, Blanca de Borbón, y abandonara a su amante,
María de Padilla. Ante la negativa de este y temiendo una
posible venganza, el maestre pidió protección al rey de Aragón
en 1353; pero a comienzos del siguiente año fue requerido
por Pedro I bajo la promesa de que su seguridad no se vería
comprometida. Así, Juan Núñez de Prado regresó a Castilla y
se instaló en Almagro. Sin embargo, el soberano, rompiendo
lo acordado, lo mandó apresar. El desposeído maestre fue
custodiado por su sucesor, Diego García de Padilla, que lo
trasladó al alcázar de Maqueda, donde fue asesinado algunos
días más tarde (OCALLAGHAN, 1980, págs. 353-357).
Su segunda víctima fue Pedro Estébanez Carpintero,
maestre cismático de Calatrava y anterior comendador
mayor, que fue asesinado también ese mismo año por
voluntad real12 (LÓPEZ DE AYALA, 1991, págs. 159-166). Este
personaje se alzó, junto a otros caballeros, ante la violencia
con la que Juan Núñez de Prado había sido tratado y fue
elegido máximo responsable de la entidad por algunos de sus
miembros, en oposición al candidato petrista. Fue asesinado
en la ciudad de Toro pocas semanas después13 (LÓPEZ DE
AYALA, 1991, págs. 159-166).
12 “Saliendo la reyna doña Maria del castillo y con ella la condesa doña Juana, mujer
del conde don Enrique, e aquellos caballeros que dicho avemos, llegando a una puente
pequeña que esta delante de la puerta del alcazar, llego un escudero que guardaba a don
Diego Garcia de Padilla, maestre de Calatrava, que decian Juan Sanchez de Oteo e dio
con una maza en la cabeza a don Pedro Estebanez Carpentero, que se llamaba maestre
de Calatrava, en guisa que le derribo en tierra cerca de la reyna e matole luego.”
13 Así nos lo relata el cronista López de Ayala: “Saliendo la reyna doña Maria
del castillo y con ella la condesa doña Juana, mujer del conde don Enrique, e aquellos
caballeros que dicho avemos, llegando a una puente pequeña que esta delante de la
puerta del alcazar, llego un escudero que guardaba a don Diego Garcia de Padilla,
maestre de Calatrava, que decian Juan Sanchez de Oteo e dio con una maza en la cabeza
a don Pedro Estebanez Carpentero, que se llamaba maestre de Calatrava, en guisa que le
derribo en tierra cerca de la reyna e matole luego.”
205
La Orden de Calatrava en la Edad Media
14 “El rey no quiso partirse de Almagro hasta que hacer priuar del maestrazgo de
don Juan Nuñez y elegir otro maestre. Por esto hizo que los pocos caualleros y clerigos
que en Almagro se juntaron celebrassen capitulo y en el fueron puestos ciertos capítulos
contra el maestre de cosas que el rey dixo auer hecho contra su seruicio. Acumularonse asi
mesmo la inobediencia y rebellion que tuuo siendo Clauero, contra el maestre don Garci
Lopez; y que auia tomado el maestrazgo por fuerça. Finalmente, por estas y otras cosas
que alli se le probaron con los testigos que el rey quiso presentar, fue dada sentencia de
deposicion y carcel perpetua contra el maestre. Luego, el rey estando en capitulo hizo
un razonamiento a los freyles caualleros y clerigos, dando muchas razones por lasquales
deuian elegir por su maestre a don Diego Garcia de Padilla, su priuado. Y asi lo eligieron, no
osando hacer otra cosa por temor al rey.”
15 “Hizole elegir por maestre el rey don Pedro, siendo maestre de Alcantara, por
mucho y muy buenos seruicios que le auia hecho, como largamente se cuenta en la
chronica de Alcantara. Su election fue en el conuento de Calatraua y confirmola el romano
pontifice a pedimiento del rey don Pedro y de muchos freyles y caualleros y clerigos en la
era de mill y quatrocientos y tres, que fue año del señor de mill y trezientos y sesenta y
cinco.”
Para profundizar en la temática consúltese: DÍAZ MARTÍN, 1976, págs. 423- 432.
206
b) Integración de los dignatarios de las órdenes en el servicio
curial
207
La Orden de Calatrava en la Edad Media
208
milicias de su quehacer cruzadista e impulsó la transformación
de algunos de sus principios fundacionales y la integración
de sus más altas jerarquías en los engranajes políticos del
reino17 (RODRÍGUEZ-PICAVEA, 2010, pág. 16). De hecho, como ya
apuntamos, fue a partir de las décadas centrales del siglo XIV
cuando estas entidades se convirtieron en parte fundamental
de la movilización militar y se emplearon sistemáticamente
en los movimientos levantiscos del reino y en las luchas
armadas contra otros hermanos de fe18 (AYALA, 2000 a,
pág. 363; LADERO, 2005, pág. 53). Encontramos pruebas de
la utilización de las milicias en este tipo de confrontaciones
(concretamente durante el reinado de Pedro I) tras el inicio
de las hostilidades con Aragón en el año 1356; ya que, a lo
largo de todo el conflicto, estos organismos actuaron como
piezas clave en las campañas bélicas emprendidas por el rey
castellano y en la defensa de los espacios fronterizos (DÍAZ,
1980, pág. 314).
Mayor importancia todavía tuvo dentro de esta
corriente la participación de las instituciones religioso-
guerreras en la guerra civil que estalló en el reino
de Castilla diez años más tarde; una contienda que
209
La Orden de Calatrava en la Edad Media
210
todo, parece ser que desde la llegada al trono de Enrique II la
mayor parte de los responsables efectivos de las milicias se
alinearon en contra de Pedro I y su autoritario programa de
gobierno. Así lo hizo, por ejemplo, el calatravo Diego García de
Padilla, que envió a sus tropas a luchar al lado de don Enrique
en la batalla de Nájera (RODRÍGUEZ-PICAVEA, 2008, págs. 239-
247).
Consecuentemente, durante el primer gran encuentro
armado de la contienda (la batalla de Nájera), el ejército
enriqueño concentró un importante número de freires
entre sus filas (AYALA, 2002, pág. 47); mientras que el bando
petrista solo pudo contar con el apoyo del anterior maestre
de Alcántara, Martín López de Córdoba; a quien el rey Pedro
había entregado el maestrazgo de Calatrava en un intento por
ganarse la fidelidad de la institución cisterciense. (En efecto,
parece que la entidad regresó a la obediencia petrista, a
pesar de la oposición mostrada por el maestre Pedro Muñiz de
Godoy) (RODRÍGUEZ-PICAVEA, 2008, págs. 239-247).
El segundo gran hito bélico de la guerra civil (la
batalla de Montiel) y el asesinato de Pedro I a manos de su
hermanastro en la primavera de 1369 acabaron de aclarar
el panorama. En esta ocasión, entre los enfrentamientos de
Nájera y Montiel menguó considerablemente la intervención
de las órdenes militares en los acontecimientos que
marcaron la vida política castellana durante estos años.
De hecho, el profesor Carlos de Ayala advierte que las
referencias documentales a alcantarinos y hospitalarios
prácticamente desaparecen y todo pasa a girar alrededor de
los maestres de Santiago y Calatrava, Gonzalo Mejía y Pedro
Muñiz de Godoy (AYALA, 2002, págs. 49-50). Como decimos, el
211
La Orden de Calatrava en la Edad Media
Conclusiones
212
milicias en cada uno de sus reinados. Nosotros, personalmente,
nos inclinamos a pensar que dicho control no dependió en
exceso del mayor o menor interés que mostraran los mismos
(ya que esta fue una realidad constante a lo largo del tiempo),
sino más bien de las circunstancias y coyunturas que rodearon
sus reinados y de la actitud mantenida por las propias milicias
ante las políticas de esos soberanos.
En definitiva, la cercanía de esta clase de organismos
respecto de la Corona fue una realidad palpable desde el
momento en que tuvo lugar su nacimiento y no hizo sino
incrementarse (aunque con alguna excepción) hasta la total
asimilación de sus maestrazgos por la realeza. Por su parte,
la Santa Sede intentó conservar su cada vez más reducida
autoridad sobre las órdenes militares hispánicas y hacerse oír
para reivindicar que la libertas ecclesiae afectaba igualmente
a esta clase de instituciones; dando lugar a una pugna que no
tardaría en inclinarse en favor del poder real (AYALA, 2007 b,
pág. 700).
Por todo ello, las políticas impulsadas por los monarcas
castellanoshacialasórdenesmilitaresentre1252y1369seinsertaron
en el marco de una dinámica constructora y de afirmación del
poder regio, ya que aquellos consideraron que la disposición de
milicias sumisas a sus intereses era un elemento de primer orden
en el proceso político “soberanista” que estaban desarrollando. Por
el contrario, las órdenes cuyo control escapaba a sus manos eran
percibidas como potenciales obstáculos para la construcción
de un modelo de gobierno que implicaba la concentración del
factor decisorio en el gobernante (RODRÍGUEZ, 2000, págs. 522-
523). Además, el propio proceso de afirmación monárquica
en Castilla parece que se vio favorecido por la condición
213
La Orden de Calatrava en la Edad Media
214
de la monarquía; ya que este fue el artífice de uno de los
primeros y más destacados intentos de implantación de un
modelo de autoritarismo monárquico en Castilla. Toda su labor
jurídico-administrativa apuntó en esa misma dirección: la de la
renovación de los mecanismos hasta entonces empleados por
sus predecesores para consolidar su poder sobre las milicias.
En definitiva, el Rey Sabio convirtió en uno de sus principales
objetivos encontrar nuevos cauces de actuación al margen
del propio sistema feudal y emprendió una política nítida y
cimentada en la consolidación de los maestrazgos desde la
completa fidelidad de sus titulares a su persona (AYALA, 1998,
págs. 1281-1282).
En concreto, para alcanzar este fin, el soberano alfonsí
utilizó los siguientes mecanismos de control en lo que respecta
a la Orden de Calatrava:
• Sistemática injerencia en las elecciones capitulares.
• Sometimiento personal de los maestres a través de
vínculos vasalláticos.
• Vinculación de las más altas dignidades de la milicia a
la Corte.
• Intromisión en la resolución de pleitos relacionados con
las tierras de la orden provenientes del realengo.
• Desplazamiento de sus sedes conventuales hacia tierras
de frontera.
• Apropiación de parte de sus bienes y rentas.
Pese a todo, y a pesar de los evidentes logros
alcanzados, este ambicioso programa de control sufrió
un importante estancamiento durante sus últimos años
en el trono, como consecuencia del debilitamiento
político del monarca y del hundimiento de su sistema de
215
La Orden de Calatrava en la Edad Media
216
No obstante, el nuevo régimen político (de claro
sentido aristocrático) propiciado por Sancho IV a la muerte
de su padre, sí que benefició a aquellos que se habían
posicionado a su favor durante el conflicto sucesorio que
había tenido lugar con los infantes de la Cerda tan solo
unos años antes; entre ellos, la mayor parte de las milicias
castellanas. Esto permitió a los maestres, que ya habían
consolidado su presencia en la corte gracias a las reformas
del Rey Sabio, encumbrarse y acceder por primera vez a
los puestos de verdadero poder en el reino (RUIZ, 2016, págs.
375-376). De este modo, a partir de la última década del
siglo XIII, la participación de estas figuras en los diferentes
niveles de la administración castellana adquirió cierto
grado de sistematización; todo ello, curiosamente, en una
fase de estancamiento de la monarquía (JOSSERAND, 1999,
págs. 79-80).
La situación cambió de manera notable cuando
Alfonso XI alcanzó la mayoría de edad y se hizo con el control
efectivo del reino; ya que demostró ser un fiel heredero del
programa de gobierno de su bisabuelo. En efecto, desde el
año 1325 en adelante, el nuevo monarca inició un proceso
por el cual se fijaron claramente los pilares sobre los que
se sustentaría la “nacionalización” de las órdenes militares;
lo que dio un nuevo y definitivo impulso a su paulatina
integración en las estructuras de poder de la monarquía
castellana (ARIAS, 2012, págs. 310-315). En este sentido,
parece ser que, en el caso calatravo, el Onceno no solo
retomó algunos de los principales cauces de actuación
utilizados por su antecesor, sino que los perfeccionó.
Hablamos concretamente de:
217
La Orden de Calatrava en la Edad Media
218
Corona en la Orden de Calatrava acabó saldándose con
la ejecución de dos maestres en apenas diez años, otros dos
nombramientos claramente irregulares y hasta una elección
capitular en las que la presencia real generó un cisma (AYALA,
1998, pág. 263). A esto debemos añadir, además, que la llegada
al trono de este personaje en 1350 constituyó un hito de
referencia en el proceso de implicación de estos organismos en
los conflictos violentos de carácter interno y externos del reino.
Antes de concluir estas consideraciones finales solo nos
gustaría recordar, como tan acertadamente ya ha apuntado
el profesor Phillipe Josserand en alguno de sus trabajos sobre
la temática, que la nacionalización y la injerencia regia en
los asuntos internos no fue más que el precio a pagar por las
órdenes militares castellanas para garantizar su adaptación a
los cambios que se venían produciendo a lo largo de los siglos
XIII y XIV (JOSSERAND, 2004, págs. 859-863); un precio con el
que, sin embargo, no siempre se mostraron de acuerdo. Como
es natural, las políticas intervencionistas emprendidas por la
monarquía hacia las milicias no contaron en todo momento
con la aceptación de los freires y, en más de una ocasión,
generaron una respuesta por parte de estos. En ocasiones, esa
respuesta halló coyunturas apropiadas para canalizarse, bien
en forma de cismas, bien en forma de movimientos políticos
contra la Corona. No obstante, la mayor parte de las veces
se trató de una resistencia poco llamativa y sustentada en la
aproximación o el distanciamiento estratégicos respecto a
la Corte castellana y al rey, en función de las circunstancias
políticas (AYALA, 2000 a, págs. 377-378). Una posición lógica, por
otra parte; ya que las órdenes eran instituciones profundamente
señorializadas y con un carácter cada vez más aristocrático.
219
La Orden de Calatrava en la Edad Media
Bibliografía y fuentes
220
AYALA MARTÍNEZ, C. de (2000 a): “Maestres y maestrazgos en
la Corona de Castilla (siglos XII-XV)”. En IZQUIERDO BENITO, R. y
RUIZ GÓMEZ, F. (eds.): Las Órdenes Militares en la Edad Media.
Volumen I. Cuenca, Universidad de Castilla-La Mancha, pp. 325-
378.
221
La Orden de Calatrava en la Edad Media
222
LADERO QUESADA, M. A. (2005): “Guerra y paz. Teoría y práctica
en Europa Occidental. 1280-1480”. En Guerra y diplomacia
en la Europa occidental 1280-1480. XXXI Semana de Estudios
Medievales. Pamplona, Fondo de publicaciones del gobierno
de Navarra, pp. 21-67.
223
La Orden de Calatrava en la Edad Media
224
TORRES JIMÉNEZ, R. (2010): “La Iglesia y el territorio (II). Las órdenes
militares y su proyección eclesiástica y religiosa”. En LÓPEZ
VILLAVERDE, A. L. (coord.): Historia de la Iglesia en Castilla-La
Mancha. Ciudad Real, Almud, pp. 4-47.
225
La Orden de Calatrava en la Edad Media
RESUMEN
Desde su origen la orden de Calatrava desarrolló una
intensa actividad militar contra el Islam, enraizada en
su carisma religioso y directamente relacionada con los
planes que las monarquías hispanas fueron trazando para
la conquista de al-Andalus. Este trabajo pretende abordar
dicho compromiso y las acciones bélicas materializadas
por la institución, desde diversos puntos de vista. En primer
lugar, a partir del análisis de su normativa reglar, que
evidencia cierta preocupación organizativa por su faceta
castrense. En segundo término, dejaremos constancia de
esta vocación de servicio armado, a partir de su papel
como custodio de un extenso conjunto de fortificaciones.
Analizaremos después las diferentes formas de hacer la
guerra de los calatravos, centrando el interés en acciones
que dividiremos entre grandes y pequeñas campañas,
siguiendo básicamente el relato del monje calatravo
Francisco de Rades y Andrada. Para acabar con algunas
valoraciones acerca del papel estratégico que jugó la
institución en diferentes contextos conflictivos de la Edad
Media, o acerca de la importancia de sus tropas en dichos
escenarios.
226
ABSTRACT
Since its origin the order of Calatrava developed an
intense military activity against Islam, rooted in its
religious charisma and directly related to the plans
that the Hispanic monarchies were drawing up for the
conquest of al-Andalus. This paper aims to approach
this commitment and the warlike actions materialized
by the institution, from different points of view. In the
first place, from the analysis of its normative rules,
which shows a certain concern for the organization of
its military facet. Secondly, we will show this vocation
of armed service, based on its role as guardian of an
extensive set of fortifications. Later we will analyze
the different methods of warfare of the calatravos,
focusing on large and small campaigns, following the
story of Francisco de Rades y Andrada, monk of the
order. We will conclude with some evaluations about
the strategic role played by the institution in different
mdieval contexts, or about the importance of its troops
in these scenarios.
1. Introducción
2 Se reitera esta idea en la primera bula confirmatoria de Alejandro III con las
siguientes palabras: ut ordinem eorum firmiter servaretis, et militaribus armis accinti contra
Saracenos, ad ipsius loci defensionem viriliter pugnaretis (ORTEGA Y COTES et al., 1761, pag. 5).
227
La Orden de Calatrava en la Edad Media
228
de la orden de Calatrava en otros conflictos que les enfrentaron
con poderes rivales en el seno de la sociedad cristiana, una
faceta que no se contempla entre los aspectos nucleares de
su carisma inicial, pero no cabe duda fue también un escenario
donde desplegaron sus capacidades bélicas. Alejadas ya del
servicio a Dios y, a veces, también en contra de los reyes, los
supuestos y coyunturas en los que los freires combatieron a
otros cristianos son diversos, pero desbordan el ámbito de la
conflictividad contra el Islam al que voluntariamente hemos
ceñido este estudio.
229
La Orden de Calatrava en la Edad Media
230
construcción de iglesias u oratorios “ut infra fines Parochiarum
vestrarum, quas à Saracenis acquisistis, vel in postrerum
acquiretis”9.
El desarrollo normativo de la orden durante el XIV
fue notable, contabilizándose hasta ocho elaboraciones
legislativas nuevas en las que también se pueden rastrear
algunos artículos tocantes a su vocación militar, pocos, en
todo caso, en comparación a otras preocupaciones más
ampliamente representadas en la regla, en claro contraste
con la enorme actividad bélica que desarrolló la institución y
su presencia en todas las movilizaciones y escenarios posibles
del periodo.
Siguen apareciendo, en todo caso, disposiciones sobre la
preminencia del maestre y su autoridad suprema, además de
la obediencia debida a su persona, que transmiten una idea
muchas veces repetida. A saber, que el caudillaje de los maestres
así como la disciplina observada por sus subordinados,
derivada, a su vez, del voto de obediencia monástica de los
freires, convertía las milicias de las órdenes en las tropas más
eficaces y fiables de cuantas podían comparecer en un campo
de batalla. Una realidad que revisaremos al final de este texto a
la luz de otros datos.
Otro asunto prioritario de las definiciones es el control
de las fortalezas y su operatividad militar. En 1325, por ejemplo,
ordenaban dar las retenencias para su mantenimiento de
forma regular, “por que no venga daño a los castiellos”, y a
disponer todo lo necesario para realizar visitas periódicas a
estos lugares estratégicos, para saber “como estan de armas
9 ORTEGA Y COTES et al., 1761, págs. 24 (2a bula confirmación de Gregorio VIII) y 34
(3a bula confirmación de Inocencio III).
231
La Orden de Calatrava en la Edad Media
232
Y un interesante capítulo de las definiciones de 1397 se
refiere también a este equipo básico del freire caballero
en el momento de su muerte, ordenando al comendador
mayor que “no lleve sino el cavallo i las armas de su cuerpo,
no mas”, lo que refuerza la idea de que estos elementos,
imprescindibles para su actividad militar, pertenecían a la
orden, y sus gestores podían disponer de ellos con libertad,
bien retirándoselos a los freires en aplicación del régimen
disciplinario, o bien tomándolos de los caballeros fallecidos
para su adjudicación a otros nuevos miembros16.
A lo largo del siglo XV otros ocho desarrollos jurídicos
fueron a completar la normativa de la orden. En su tenor,
como era previsible, vuelven a identificarse algunas
disposiciones que regulaban la actividad militar que la
institución desempeñaba, o que trataban de velar por el
mantenimiento operativo de sus recursos castrales. Y en
este sentido se enmarcan nuevas visitas de inspección que
continuaron durante esta centuria de forma regular17, aunque
en 1468 se estableció que el intervalo entre una y otra fuera
bianual. Aquel año, además, se proponía expresamente que
los visitadores recorrieran “singula castra, villas, muros, turres,
pontes, domus, ceteraque loca comendarum et eclesiarum”18,
lo que pone de manifiesto una mantenida preocupación por
el estado de los elementos de arquitectura defensiva con los
que contaba la milicia, incluso en fechas tardías o escenarios
alejados de la frontera.
todo caso, que el hecho de perder el caballo y las armas, como pena impuesta por el maestre
ante diferentes infracciones, es cada vez menos frecuente conforme avanza el siglo XIV.
16 Definiciones de 1397, no 18 (O’CALLAGHAN, 1996, pág. 115).
17 Definiciones de 1407, no 3; Definiciones de 1418, no 6 (O’CALLAGHAN, 1996, págs. 116 y 121).
18 Definiciones de 1468, no 13 y 31 (O’CALLAGHAN, 1975b, págs. 245 y 250).
233
La Orden de Calatrava en la Edad Media
234
ceremonias et asperitates”, para omnis miles que quisieran
recibir el hábito de la orden. Estos novicios, además, no podían
ser menores de diez años ni recibir encomiendas con menos
de diez y siete; hasta el momento en que la tuvieran, el maestre
estaba obligado –de las rentas de la mesa maestral-, a proveer
a los freires de todo lo necesario en vestido y alimentación –
seguramente también en relación a su equipo militar, caballo
y armas, como veíamos con anterioridad-; asumiendo estos
comendadores el compromiso de habitar en las domus et
castra que integraban el patrimonio de la orden, para evitar
así que dichos inmuebles acabarán arruinándose22.
Al servicio y eficacia militar de la milicia parece
que pudieron acabaran arruinándose. estar mauros sive
sarracenos, sclavos ordinis, que no se podían liberar ni perder,
tal y como dispone otra de las definiciones de 146823, lo que
quizá evidencia que parte de las tropas o subalternos de las
huestes calatravas pudieran reclutarse entre los prisioneros
andalusíes que periódicamente ganaban en sus cabalgadas
fronterizas.
Y no menos interesante es otra definición de ese mismo
año dedicada a la redención de cautivos propios, que nos
proporciona evidencias tangibles de la actividad guerrera de la
institución y sus posibles consecuencias, tanto en lo referido al
modo y porcentaje de responsabilidad que tenían los maestres,
los preceptores y otros milites en esta labor redentora, como
en relación al liderazgo de las expediciones o sus causas –non
de necessitate sed de domini magistri voluntate24-.
22 Definiciones de 1468, no 22, 23, 27 y 36 (O’CALLAGHAN, 1975b, págs. 248- 249 y 253).
23 Definiciones de 1468, no 33 (O’CALLAGHAN, 1975b, pág. 251).
24 Definiciones de 1468, no 38 (O’CALLAGHAN, 1975b, pág. 253)
235
La Orden de Calatrava en la Edad Media
236
de Guadalajara, la orden recibió también otras fortalezas
que resultaron determinantes estratégicamente para llevar
a cabo la conquista de Cuenca que se proyectaba y que
finalmente se llevó a cabo en 1177 (AYALA, 1993, págs.12-13).
Nos referimos a las plazas de Zorita, Almoguera, Moratilla,
y posiblemente Anguix, a las que a distancia apoyaría
Cogolludo, integradas en el patrimonio de los freires entre
1174 y 1176 26. Mientras en Aragón la monarquía recurrió
igualmente a la joven orden para defender el sur de su
frontera en el sector turolense, recibiendo en 1179 la fortaleza
de Alcañiz, junto a otros enclaves menores (SÁNCHEZ, 1995,
doc. no 279).
Pese a todo, la confianza en la capacidad militar
de la orden que evidenciaban esas concesiones en
posiciones estratégicas se defraudó tras la contraofensiva
almohade materializada en la conquista de Alcácer do
Sal (1191) y en la campaña de Alarcos (1195). El imparable
avance norteafricano demostraría lo endeble que era
todavía del entramado castral calatravo27, debilidad
extensiva al resto de órdenes con responsabilidades
fronterizas. Las pérdidas para la milicia en aquella
26 El “castellum illud quod Zorita vocatur” pasó a manos de la orden en 1174
(GONZÁLEZ, 1960, doc. no 199); desde ese mismo año la orden tenía intereses en Anguix,
aunque su fortaleza no debió construirse sino después de un acuerdo rubricado entre
el maestre calatravo y el abad de Santo Domingo; Almoguera, por su parte, se une al
conjunto de propiedades calatravas en 1175 (GONZÁLEZ, 1960, doc. no 225); Moratilla,
identificada con Moratilla de los Meleros, cerca de Pastrana, lo hizo en 1176, en el mismo
momento que se produjo la anexión de Cogolludo, enclave situado en el valle del Henares,
y algo alejado por tanto del sector fronterizo más amenazado en el último cuarto del siglo
XII, que fue entregado al maestre de manos del rey a principios de aquel año (GONZÁLEZ,
1960, doc. no 245).
27 Ante la inminente entrada almohade en 1192 se reforzaron las defensas de
Calatrava la Vieja y se abastecieron los castillos de Salvatierra, Caracuel, Benevente
y otros. Pese a todo, dichas labores se demostraron inútiles (RADES, Calatrava, 1572, fol.
20r).
237
La Orden de Calatrava en la Edad Media
238
son sabidos, acompañados de una serie de conquistas que
devolvieron a los calatravos su antiguo patrimonio manchego
y les permitieron iniciar su implantación territorial por el norte
del reino de Jaén31.
Este proceso de recuperación de la orden fue refrendado
con dos nuevas concesiones fronterizas: Alcántara en 1217
y Monfragüe en 1221. La primera fue entregada por el leonés
Alfonso IX y, tras acordar la fusión con los freires de San Julián
del Pereiro un año después, constituyó el germen de la futura
orden de Alcántara (PALACIOS, 2000, doc. no 88; TORRES Y TAPIA,
1763, I, págs. 175-176). Fernando III, por su parte, ponía en manos
del maestre Gonzalo Ibáñez la otra plaza extremeña junto a
los bienes de la antigua milicia allí asentada, lo que además
de un crecimiento patrimonial y de acentuar su papel en la
vanguardia de la cristiandad significaba, en ambos casos, que
la de Calatrava proyectaba su ascendiente institucional sobre
nuevas y viejas órdenes.
La dilatación de la frontera hacia el sur en todos los frentes
volvió a poner en manos calatravas el castillo de Salvatierra
en 1226 y propició la entrega de los castillos aragoneses de
Bétera y Xirivella, como incentivo justo antes de la ocupación
de Valencia. En este mismo flanco oriental la orden tuvo un
papel protagonista también en las conquistas de Villena,
Sax, Bogarra y Salinas (Llibre dels fets, 1991, caps. 311 y 343).
239
La Orden de Calatrava en la Edad Media
32 Baeza, Martos y Sabiote, entre las más importantes fortalezas (RADES, Calatrava,
1572, fols. 37v-38r; JIMÉNEZ DE RADA, 1987, Lib. IX, caps. XII-XIII; Crónica latina, págs. 79-80).
33 En reconocimiento de dicho protagonismo militar, el autor del Setenario
atribuye a “las ordenes e sennaladamiente a los de Hucles e de Calatrava”, una gran
responsabilidad en las conquistas de Fernando III por Andalucía y el reino de Murcia
(Setenario, 1984, pág. 15). Aunque hubiera un reparto tácito de las áreas de influencia entre
santiaguistas y calatravos, los primeros más presentes en Murcia y la Sierra de Segura, y
los segundos en tierras giennenses, ambas órdenes y el resto de milicias colaboraron en
la mayoría de las campañas reales.
34 Los derechos sobre la fortaleza los había adquirido la orden en una expedición
previa junto al monarca (RADES, Calatrava, 1572, fol. 40v).
240
situado al suroeste de Jaén, y solo Sabiote ocupaba un lugar
alejado de esta comarca calatrava, que tenía una clara
orientación defensiva de los pasos entre el reino de Granada
y el valle del Guadalquivir, función mantenida durante toda la
Edad Media.
La Orden tuvo un papel relevante en las operaciones
que concluyeron con la conquista de Sevilla de 1248, pero su
presencia al sur de Sierra Morena cristalizó fundamentalmente
gracias a su participación en operaciones militares posteriores,
que tuvieron un doble objetivo. Por un lado estuvieron
destinadas a consolidar la presencia castellana a través de
otras conquistas menores, en las que la orden obtuvo alguna
ganancia territorial35. Y por otro buscaban pacificar las nuevas
comarcas ganadas al islam, en las que se documentan
revueltas desde 1253, sofocadas por la intervención, entre otras,
de fuerzas calatravas. En este sentido, tras el levantamiento
generalizado de 1264, fue decisiva la labor de los santiaguistas
en Murcia y de los freires calatravos en Andalucía (AYALA,
2003a, págs. 442-443). Se rubricaba así el compromiso de la
milicia para contribuir a integrar el espacio meridional en el
reino castellano-leonés, que convirtió a la orden en agente
esencial en la defensa de la recién configurada frontera contra
el reino nazarí.
Los grandes servicios prestados a la Corona se
tradujeron en nuevas donaciones castrales que, a su vez,
servían para apuntalar la defensa de las tierras andaluzas
frente a los granadinos. Hablamos de las entregas de
Matrera en 1256, de Alcalá de Albenzide (la Real) en 1272,
35 Como las conquistas de Jerez, Arcos, Lebrija, Niebla y de otros castillos de la región
y del Algarbe (RADES, Calatrava, 1572, fol. 44r; GONZÁLEZ JIMÉNEZ, 1991, docs. no 162, 169 y 179).
241
La Orden de Calatrava en la Edad Media
242
recuperaron los castillos de Alcaudete y Locubín. Superada
esa coyuntura fue firmada la paz con Aragón, se trazaron
incluso planes ofensivos entre el monarca castellano y Jaime
II y fue concedida la décima de cruzada a la empresa (AYALA,
2003a, págs. 451-452), de modo que en 1309 se reanudaron las
operaciones en la frontera, en cuyos episodios más relevantes
no faltaron tropas y freires calatravos, tanto castellanos como
aragoneses. El saldo de aquellas campañas, hasta la muerte de
Fernando IV, fueron los fallidos cercos sobre Algeciras y Almería,
la conquista de Gibraltar y la recuperación de Alcaudete en
1312 (ROSELL, Crónica Fernando IV, 1875, págs. 163 y 169).
Durante el reinado de Alfonso IX las operaciones
contra el reino de Granada en las que estuvo envuelta la
orden no dejaron de producirse, muchas de ellas bajo el
activo liderazgo de los infantes don Pedro y don Juan, hasta
el momento de su muerte, y del propio maestre García
López de Padilla (ROSELL, Crónica Alfonso XI, 1875, págs. 180-
184). Sin embargo, ninguna de ellas tuvo traducción en
términos patrimoniales para la orden de Calatrava, ni dieron
fruto las muchas otras intervenciones de la milicia en las
sucesivas campañas que hostigaban la frontera granadina,
o las que trataron de repeler las ofensivas norteafricanas,
materializadas en los asedios de Gibraltar (1333) y Tarifa
(1340) (AYALA, 2003a, págs. 455-459).
La victoria de El Salado (1340) tampoco supuso un
cambio sustancial de la estructura territorial calatrava o en
lo concerniente a sus responsabilidades defensivas, y solo
un año después fueron recuperadas las antiguas posesiones
de Locubín, Priego y Matrera (ROSELL, Crónica Alfonso XI,
1875, págs. 332-335; CATALÁN, Gran Crónica de Alfonso
243
La Orden de Calatrava en la Edad Media
244
4. Funciones militares y tácticas
245
La Orden de Calatrava en la Edad Media
a) Campañas militares
246
En 1177 freires calatravos formaba parte, en este caso
junto a Alfonso VIII, del ejército que conquistaba la ciudad de
Cuenca, primera gran acción de este monarca castellano en
la frontera (RADES, 1572, Calatrava, fol. 18). Pero la colaboración
con el rey no se quedó ahí, ya que, además de intervenir en
la infausta jornada de Alarcos, entre 1209 y 1210, antes de
cumplirse las treguas con los almohades, se produjeron varias
entradas conjuntas por tierras de Jaén, Baeza y Andujar, donde
quemaron y talaron campos, robaron pueblos y destruyeron
atalayas y castillejos. Conquistaron además Montoro, Fesira,
Pipafont y Vilchez, y asolaron todos esos enclaves excepto el
último (RADES, 1572, Calatrava, fols. 23V y 25v).
La generalizada movilización con motivo de Las Navas
de Tolosa fue inmediatamente seguida con varias campañas
que sentaron las bases de la presencia de los freires en el
sur del Campo de Calatrava y en el norte de Jaén. Dos días
después de la batalla los calatravos entraban en Andalucía
y conquistaban, con ayuda de las tropas reales, los castillos
de Vílchez, Ferral, Baños y Tolosa, que habían sido de la
orden con anterioridad. Después conquistaron Úbeda y
se repartieron entre todos el botín y los cautivos (RADES,
1572, Calatrava, fols. 31r- 31v; JIMÉNEZ DE RADA, 1987, Lib. VIII,
cap. XII; Crónica latina, 1999, págs. 54-56). Un año después,
en colaboración con los santiaguistas y las huestes del
rey, recuperaban el castillo de Dueñas y continuaban por
el Campo de Montiel hasta Eznavexore, que también fue
conquistado, al igual que la villa Alcaráz, que fue entregada
al arzobispo de Toledo. Finalmente, en diciembre de 1213 se
montó otra campaña en la que participa la orden, dirigida
hacia Baeza, en este caso infructuosa (RADES, 1572, Calatrava,
247
La Orden de Calatrava en la Edad Media
fol. 31v.; JIMÉNEZ DE RADA, 1987, Lib. VIII, cap. XIII; Crónica latina,
1999, pág. 56).
Durante los años 20 del siglo XIII se mantendrá una
intensa colaboración entre las huestes regias y de las
órdenes, sobre todo en el sector andaluz de la frontera, donde
se produjeron numerosas entradas conjuntas y conquistas,
fruto de campañas generalmente bien organizadas desde
el punto de vista logístico y táctico39. Muy productiva en
términos globales parece la empresa de 1224, cuando, tras
la firma de una nueva hermandad entre las órdenes de
Calatrava y Santiago, ambas emprendieron una campaña
de destrucción, robo, tala, quema de cultivos y ganancia de
botín. La acción culminó, tras unirse al ejército del rey que
estaba en Guadalimar, en la conquista por combate el castillo
de Quesada y otros de la comarca, haciendo hasta 7.000
prisioneros y ganando riquezas de oro, plata, sedas, cauallos,
y otras cosas40.
En el caso de la acometida en 1225 contra Jaén, sin
embargo, no se consiguió tomar la ciudad porque no
llevaban ingenios de asedio, aunque en la misma empresa
sí conquistaron Priego, Loja, Alhama, amenazaron la vega de
Granada y recibieron la entrega de Andujar y Martos, donde
se queda al maestre de Calatrava (RADES, 1572, Calatrava,
fol. 37r; JIMÉNEZ DE RADA, 1987, Lib. IX, cap. XII; Crónica latina,
1999, págs. 77-78). Se trataba de otra de las colaboraciones
entre las tropas de las órdenes, del monarca y de magnates
39 El intenso papel que las órdenes jugaron en el contexto fronterizo, sobre todo a
partir de la curia de Carrión, de 1224, ha sido puesto de relieve por (AYALA, 2001, págs. 123-157;
AYALA, 2006, págs. 87-112).
40 Crónica latina, 1999, págs. 75-76. Rades sitúa esta campaña en 1221, después de la
firma del citado acuerdo de hermandad entre las dos milicias (RADES, Calatrava, 1572, fol. 37r).
248
laicos, junto al soberano musulmán de Baeza, que se había
declarado vasallo de Fernando III recientemente, lo que sin
duda debió significar un contexto propicio para el intercambio
de experiencias militares entre andalusíes y freires, que tendría
repercusiones en la forma de hacer la guerra por parte de éstos
en futuras ocasiones (JOSSERAND, 2002, pág. 204; JOSSERAND,
2004, pág. 265; FOREY, 1994, pág. 227).
En 1231 una campaña comandada por el infante Alfonso
de Molina y Álvaro Pérez de Castro contra Ibn Hud, convocó a la
milicia calatrava y a freires de otras órdenes a una expedición
dirigida hacia Jerez, cuyo resultado fue una victoria de la que,
incluso, los autores de la Primera Crónica General hicieron
partícipe al apóstol Santiago, que habría aparecido en medio
de la batalla con toda la imaginería característica del santo
protector de la ‘reconquista’ (Primera Crónica General, 1977,
págs. 725-729). Pero lo cierto es que a partir de aquel año
donde se concentró una actividad más intensa de la orden
fue en su proyección aragonesa, puesto que será entonces
en su encomienda mayor de Alcañiz donde se planifique la
campaña de conquista de Valencia. La participación de las
órdenes en aquella prolongada operación, y particularmente
de la de Calatrava, fue muy importante y permanente, desde
el asedio de Burriana de 1233, hasta el cerco de Valencia
entre 1236 y 1238, y también en la batalla inmediatamente
anterior a la capitulación de la ciudad (RADES, 1572, Calatrava,
fols. 39r; BURNS, 1982, II, págs. 394- 444; FOREY, 1994, pág. 229;
AYALA, 2003a, págs. 431-432; JOSSERAND, 2004, pág. 271),
lo que evidenciaba nuevamente que la milicia era pieza
fundamental de los planes expansivos regios tanto en Castilla
como en Aragón, que gozaba de la confianza de ambas
249
La Orden de Calatrava en la Edad Media
250
En 1244, junto a las milicias concejiles de Úbeda, Baeza y
Quesada, las señoriales de Sancho Martínez de Jódar, de
Nuño González y Alfonso de Molina y las tropas del rey,
los calatravos hicieron una entrada que llegó hasta la
mismísima vega de Granada, donde permanecieron veinte
días “teniendo muy arrequexado a ese rey et a esos moros
que con el dentro yazien” (Primera Crónica General, 1977, pág.
743; RADES, 1572, Calatrava, fols. 40v y 41r). En 1246 participaron
activamente en la conquista de Jaén, cuya ayuda recompensó
Fernando III con la entrega a la orden del castillo de Alcaudete,
que estaba todavía en manos musulmanas (Primera
Crónica General, 1977, págs. 1069-1070; GONZÁLEZ, 1980-1986,
no 666 y 731)41. Y en 1248 estuvieron presentes en la toma de
Sevilla, donde llevaron a cabo acciones importantes junto
a otros freires, como fueron, por ejemplo, la persecución de
los ladrones de ganado del real que acabó en una celada
de la que salieron victoriosos, así como varias entradas
sorpresivas en los arrabales de la ciudad, que pudieron
mover a los sevillanos a convenir la entrega de la misma
ante el temor que causaban dichas operaciones (RADES,
1572, Calatrava, fols. 41v-42r; Primera Crónica General, 1977,
págs. 746 y ss.). Aparte de las intervenciones puntuales que
protagonizaron, y de su total integración en el contexto
de movilización general que se respira entonces, parece
innegable que la orden de Calatrava no solo contribuyó
en las conquistas subsiguientes –Jerez, Arcos, Lebrija,
Niebla y otros castillos de la región y del Algarbe (RADES,
1572, Calatrava, fol. 44r)-, sino que fue una pieza clave en la
41 Aunque Rades sitúa en 1240 la campaña que acabó con la conquista de Alcaudete
(RADES, Calatrava, 1572, fol. 40v).
251
La Orden de Calatrava en la Edad Media
42 Entre 1253 y 1264 fueron varias las intervenciones constatadas de la orden en ese
escenario turbulento, tanto en Andalucía como en el reino de Murcia (RADES, Calatrava, 1572,
fols. 44r-44v; TORRES Y TAPIA, 1763, I, págs. 347-348; ROSELL, Crónica Alfonso X, 1875, págs. 8-12).
252
La orden de Calatrava acompañada, una vez más, de
los santiaguistas y de los hombres del rey participaron en 1312
en la recuperación definitiva de Alcaudete (ROSELL, Crónica
Fernando IV, 1875, pág. 169), que había sido perdida en un ataque
granadino sobre la frontera fechado en 1300, pero lo cierto es
que durante los primeros años del siglo XIV, prácticamente
hasta el asedio de Gibraltar de 1333, no asistimos si no a
cabalgadas u operaciones menores con presencia de los
freires, si exceptuamos las expediciones comandadas por los
infantes don Pedro y don Juan en 1317 y 1319 (ROSELL, Crónica
Alfonso XI, 1875, págs. 181- 184)42, verdaderos adalides de una
guerra santificada con la que los miembros de las órdenes se
sentían plenamente identificados44.
Antes del asedio de Gibraltar, en 1326, tropas de Santiago y
Calatrava se concentraron en Córdoba, donde se encontraba el
recién nombrado adelantado de la Frontera, don Juan Manuel,
para emprender desde allí una nueva campaña en respuesta
a algunas provocaciones del emir Ismā‘īl (AYALA, 2000, págs.
201-202 y 206). Sin embargo, fue en relación a las operaciones
para liberar el cerco de aquel estratégico lugar, impuesto
por los benimerines, cuando de nuevo veamos una gran
movilización de tropas de las órdenes. El maestre de Santiago,
Vasco Rodríguez, debía conducir las huestes combinadas de
estas milicias, junto a contingentes nobiliarios y concejiles, para
levantar el cerco de la plaza. Sin embargo, todo fue inútil porque
cuando el rey se pudo personar en la frontera acompañado de
los maestres y del nuevo prior de la orden de San Juan venido
de Rodas, los norteafricanos ya habían conquistado Gibraltar
253
La Orden de Calatrava en la Edad Media
254
la toma de Antequera, la orden de Calatrava no parece estar
presente, o al menos el protagonismo es para santiaguistas y
alcantarinos (RADES, 1572, Santiago, fol. 54r; TORRES Y TAPIA, 1763,
II, págs. 212-215).
La contribución de la milicia calatrava en la batalla
de la Higueruela, que tuvo lugar en 1431, fue muy relevante y
estuvo revestida de los aditamentos propios de una auténtica
cruzada46. Pero damos un nuevo salto temporal hasta 1455
para encontrar a los freires dentro de la expedición cruzada
contra el reino de Granada que encabezó Enrique IV, junto a
su privado y camarero mayor, el maestre de Calatrava, Pedro
Girón. Participan en ella todas las órdenes, los grandes del
reino, ciudades y villas, formando un ejército de 14.000 hombres
de caballo y 80.000 peones, en el que la orden contribuyó
con todos sus caballeros y muchos vasallos. Las operaciones
de destrucción, tala y quema fueron intensas pero el rey no
consintió estrechar el cerco contra Granada ni tener combates
con los musulmanes, lo que disgustó a los caballeros reunidos
y especialmente a Pedro Girón, que incluso sería acusado de
traición al rey por sus críticas sobre el desarrollo de la campaña
(RADES, 1572, Calatrava, fols. 73v-74v)47.
Los episodios finales de la Guerra de Granada
significaron la movilización generalizada de tropas de la
orden en las diferentes campañas de asedio y conquista de
ciudades que tuvieron lugar a partir de 1482, operaciones
de expugnación que no fueron ajenas a la capacidad
255
La Orden de Calatrava en la Edad Media
256
destruir esta fortaleza, ya que no podían sostenerla (JIMÉNEZ
DE RADA, 1987, Lib. VII, cap. XIV; RADES, 1572, Calatrava, fols. 16r y
17r), lo que evidencia que esas acciones destinadas a hostigar
a los musulmanes consistían en simples golpes de mano, muy
rentables en términos económicos, pero no orientados a ser
acciones determinantes en el equilibrio de fuerzas sostenido
en la frontera49.
Poco sabemos de las ganancias proporcionadas por
la expedición de 1172 junto al rey de Aragón. Pero en 1185 la
emprendida contra Andujar, bajo el caudillaje del maestre Nuño
Pérez de Quiñones, terminó en un encuentro con musulmanes
de Córdoba, a los que vencieron y cuyo capitán fue canjeado
por 50 cristianos, entre ellos 4 caballeros de Calatrava, más
otras piezas de tela rica. En 1191 otra entrada del maestre
por los obispados de Córdoba y Jaén, junto al arzobispo de
Toledo, fue todavía más productiva, ya que se saldó con
más de 300 moros cautivados, además de mucho ganado y
bienes muebles que repartieron entre los participantes, sus
caualleros y otra gente suya. Y un año después, las huestes
de la orden acompañaron al hijo de Alfonso VIII, Fernando,
de nuevo por tierras jiennenses, robando, talando el campo,
cautivando a muchas personas y matando a otras (RADES,
1572, Calatrava, fols. 18r-20r).
Parece evidente que el sentido de estas acciones,
aunque fueran realizadas en colaboración con otras
fuerzas y no necesariamente se limitaran a pocos
efectivos, estaba claro: la ganancia de botín en forma de
257
La Orden de Calatrava en la Edad Media
258
vasallos de la orden vuelven a comparecer en tierras de Jaén,
conquistaron el castillo de Alhicén, donde ganaron un gran botín,
esclavos y ganado. Pero en la batalla tenida cerca de Aznalloz
contra los granadinos, pese a la victoria final, murieron muchos
caballeros y el maestre fue herido, falleciendo también dos días
después del encuentro (RADES, 1572, Calatrava, fol. 47r). Años
después, en 1358, en lo que parece una acción mal ejecutada
por las tropas calatravas, el maestre, que había quedado como
capitán general de la frontera, fue apresado en el transcurso
de una cabalgada porque las tropas no estaban concentradas
sino dispersas haciendo rapiña y no pudieron hacer frente a los
musulmanes (RADES, 1572, Calatrava, fols. 57r-57v).
Las cabalgadas a las que nos venimos refiriendo también
se pueden encuadrar en el contexto de otras campañas
de mayor alcance estratégico, en tanto que acciones
preparatorias, de distracción o como incursiones que, en
todo caso, formaban parte de un planteamiento general más
ambicioso. Así se percibe, por ejemplo, la correría del maestre
García López de Padilla contra el arráez de Andarax en 1309,
una incursión formada por 400 jinetes a su cargo que se
puede enmarcar en el contexto previo al asedio de Algeciras,
producido entre 1309 y 1310, y que proporcionó, en cualquier
caso, un sustancioso botín.
Y, por último, pese a que la mayoría de las incursiones que
hemos visto y clasificado como pequeñas algaradas fueron
protagonizadas en exclusiva por la milicia calatrava, no dejamos
de encontrar episodios en los que se constata la colaboración
con otras fuerzas, generalmente en respuesta al llamamiento
que los diferentes monarcas pudieron hacer (JOSSERAND,
2004, págs. 241-242), o asociadas con cierta frecuencia
259
La Orden de Calatrava en la Edad Media
5. Balance y valoraciones
260
a) En perspectiva estratégica
50 En 1220, por ejemplo, Honorio III concedía indulgencia plenaria a los freires de la
Orden de Calatrava y a otras personas que muriesen en combate frente a los musulmanes,
extendiendo la protección a quienes encontraran la muerte edificando y defendiendo los
castillos de la orden de Calatrava en la frontera (AHN, OO. MM., Calatrava, carp. 441, no 17 y
18; BC, pág. 57; MANSILLA, 1965, doc. no 339). Por otro lado, todo quien combatiera y muriera
bajo los estandartes de los freires calatravos recibió, en 1240, el reconocimiento como
verdadero cruzado (DOMÍNGUEZ, 2004, doc. no 934). Ver también: JOSSERAND, 2002 pág.
198; AYALA, 2003, pág. 548.
261
La Orden de Calatrava en la Edad Media
262
El protagonismo militar de la orden de Calatrava en la lucha
contra el Islam y, particularmente, en los años de la llamada
“gran reconquista”, se debe medir también por el grado de
participación de sus dirigentes en el diseño de importantes
operaciones que dilataron las fronteras de la cristiandad. Y es
que resulta significativa la implicación de algunos maestres en la
planificación de importantes acciones fronterizas, lo que otorga
a la milicia una relevancia estratégica añadida, seguramente
derivada de la capacidad y saber militar de sus caudillos, así
como de la fiabilidad y eficacia bélica atribuida a sus tropas.
Dos podrían ser los ejemplos ilustrativos de esta realidad. Por
un lado, el papel central que parece jugó el maestre de Calatrava
en el momento en el que Fernando III anunció la no renovación de
las treguas con los almohades y, de facto, la reanudación de la
guerra contra el islam peninsular51, anuncio producido en la curia
de Carrión de 1224, a la que fue expresamente convocado aquel
junto al arzobispo de Toledo (Crónica latina, 1999, págs. 74-75).
Pero también en el flanco aragonés la orden se convirtió en
pieza clave del avance de la frontera, concretamente en relación
a la conquista del reino de Valencia. Desde Alcañiz, la más
importante fortaleza que poseía en estas tierras, fue planificada
en 1231 el conjunto de la estrategia a seguir52. Pero, además, la
presencia de los calatravos en todas las etapas de aquella
campaña, desde la toma de Burriana en 1233, hasta la de Valencia
en 1238 o la subsiguiente prolongación de las operaciones más al
sur del Júcar, constatan la importancia que la orden tenía en los
263
La Orden de Calatrava en la Edad Media
264
Pues bien, sin negar que las fuentes ofrecen muchas
para sostener esta eficacia combativa en las tres dimensiones
expuestas, creemos también necesario aportar otros datos
que maticen e incluso cuestionen algunas de esas ideas, y
vengan, en cualquier caso, a completar una imagen mucho
más compleja de las órdenes militares en el plano bélico.
Solo nos vamos a referir al primero de los aspectos, el que
mediría la efectividad de las huestes calatravas en función de la
disciplina observada por sus integrantes, emanada, a su vez, del
voto de obediencia suscrito por los freires53. Y lo hacemos porque
la extensa muestra de cismas, rebeliones y desavenencias
internas que marcaron la historia de la institución parecen
confirmar, sin embargo, la idea de que el liderazgo maestral
era frecuentemente cuestionado, y con él quedaría también en
entredicho esa ciega sujeción de los freires a las órdenes de sus
superiores, tanto en el claustro como en el campo de batalla.
Siguiendo a Rades, solo en el primer siglo de
existencia de la orden de Calatrava, entre la fecha de
aparición del primer maestre, en 1164, y mediados del siglo
XIII, son al menos cuatro los cismas que se documentan
en el seno de la institución, en los años 117154, 119655, 1218
53 Cabe recordar, en todo caso, que el voto de obediencia comprometería
el proceder de los hermanos, pero no obligaba con la misma intensidad al resto de
los integrantes de la hueste calatrava, formada, como sabemos, por vasallos de su
jurisdicción, mercenarios o combatientes circunstanciales unidos bajo su estandarte,
cuyo estatus laical les eximiría de aquel compromiso monástico.
54 Martín Pérez de Siones fue elegido maestre de la orden de Calatrava en 1170.
Poco después, como consecuencia del descontento que provocó su orden de asesinar
a 200 musulmanes cautivos, varios caballeros disidentes eligieron por maestre a Diego
García, que reunió a sus seguidores en el castillo de Salvatierra (RADES, 1572, Calatrava, fols.
17r-18r; O’CALLAGHAN, 1986, págs. 419-430).
55 Cisma tras la derrota de Alarcos, cuando los calatravos aragoneses eligieron
como maestre de Alcañiz a García López de Moventa y se verificó la independencia de la
rama aragonesa de la orden de Calatrava, por un tiempo que se pudo prolongar hasta
1215 (RADES, 1572, Calatrava, fol. 32v).
265
La Orden de Calatrava en la Edad Media
56 En aquel año fue elegido como maestre Gómez Manrique, pero muchos
caballeros votaron a favor del candidato regio, el comendador mayor Fernando Ordóñez,
que no prestó su obediencia al nuevo mandatario de la orden. El rey hizo repetir la elección
tres años después y entonces salió elegido el citado Fernando Ordóñez (RADES, 1572,
Calatrava, fols. 40v-41r).
57 Entonces, el cisma en la orden enfrentó los bandos del maestre electo Alfonso de
Aragón, de Pedro Girón y de Juan Ramírez de Guzmán. Don Alfonso de Aragón quedó con
el título de maestre en Alcañiz hasta 1455. Juan Ramírez de Guzmán se apoderó de Osuna
y de otras fortalezas andaluzas. Mientras Pedro Girón, que tuvo la mayoría de los votos, se
quedaba con el convento de Calatrava. Estuvieron “a punto de pelear los caualleros de
ella vnos contra otros, en lugar de hazer guerra a los moros”, pero al final hubo un acuerdo
por el que Juan Ramírez renunciaba al título, entregaba todas las fortalezas que tenía, se
quedaba como comendador mayor y recibía una indemnización económica del maestre
Pedro Girón (RADES, 1572, Calatrava, fols. 72r- 73r).
266
Bibliografía
267
La Orden de Calatrava en la Edad Media
268
DOMÍNGUEZ SÁNCHEZ, S. (2004): Documentos de Gregorio IX
(1227-1241) referentes a España. León, Universidad de León.
269
La Orden de Calatrava en la Edad Media
270
Geronimo Zurita; y las correcciones y notas añadidas por
Don Eugenio de Llaguno Amirola. Madrid, Imprenta de Don
Antonio de Sancha.
271
La Orden de Calatrava en la Edad Media
272
PALACIOS ONTALVA, J. S. (2017): Cruzadas y órdenes militares
en la Edad Media. Madrid, Síntesis.
273
La Orden de Calatrava en la Edad Media
274
LAS ÓRDENES MILITARES EN PERSPECTIVA ISLÁMICA:
PERCEPCIONES, PARALELISMOS Y COMPARACIONES
Javier Albarrán Iruela
Universidad Autónoma de Madrid*
RESUMEN
Desde 1130, aproximadamente, el Islam andalusí tuvo que
hacer frente a las órdenes militares –primero a las venidas
de Tierra Santa y luego a las propiamente hispánicas–, unas
nuevas instituciones que destacaban por su espiritualidad
militar, siendo su principal objetivo la lucha contra los
infieles, principalmente los musulmanes. En este trabajo
abordaremos la cuestión del encuentro entre el Islam y
las órdenes militares desde tres ópticas interrelacionadas:
en primer lugar, analizaremos las percepciones que de
estos organismos aparecen en las fuentes árabes, tanto
en las andalusíes y magrebíes como en las orientales,
comparando ambos casos e intentando entenderlas
desde una perspectiva conjunta. En segundo lugar,
estudiaremos los paralelismos y puntos en común que se
dan entre las órdenes militares y algunos elementos socio-
religiosos del mundo islámico, fundamentalmente aquellos
donde la guerra contra el infiel se convirtió en una vía de
perfeccionamiento espiritual. Por último, en tercer lugar,
trataremos de verificar si existió en el contexto musulmán
algún fenómeno que pueda ser comparado a esta institución
religiosa y militar cristiana, centrándonos principalmente en la
institución conocida como futuwwa.
275
La Orden de Calatrava en la Edad Media
ABSTRACT
Since 1130, approximately, Andalusi Islam had to face
the military orders –first, the ones coming from the Holy
Land and, afterwards, the Hispanic ones–, new Christian
institutions that emphasized militar spirituality, being
one of their objectives the fight against the infidels,
mainly Muslims. In this paper we will address the issue
of the encounter between Islam and the military orders
from three interrelated perspectives: first, we will
analyze the perceptions that of these institutions appear
in the Arabic sources, both in Andalusi and Maghrebi
texts as well as in the Mashreqi ones, comparing both
cases and trying to understand them from a broad
perspective. Secondly, we will study the parallels and
points in common that existed between the military
orders and some Islamic socio-religious phenomena,
mainly those where the war against the infidel became
a way of spiritual perfection. Finally, in third place, we
will try to verify if, in the Muslim context, existed any
phenomenon that can be compared to this Christian
religious and military institution, focusing particularly
on the institution known as the futuwwa.
1 Para una síntesis general de la historia de las órdenes militares, véase DEMURGER,
2005. Para las órdenes militares hispánicas, véase AYALA, 2003. Sobre el comienzo de las
órdenes militares hispánicas con la fundación de la Orden de Calatrava, véase AYALA,
2016, págs. 223-265.
276
abordaremos la cuestión del encuentro entre el Islam y las
órdenes militares desde tres ópticas interrelacionadas: en
primer lugar, analizaremos las percepciones que de estos
organismos aparecen en las fuentes árabes. En segundo
lugar, estudiaremos los paralelismos y puntos en común
que se dan entre las órdenes militares y algunos elementos
socio-religiosos del mundo islámico, así como también sus
diferencias. Por último, en tercer lugar, trataremos de verificar
si existió en el contexto musulmán algún fenómeno que pueda
ser comparado a esta institución religiosa y militar cristiana.
Percepciones
277
La Orden de Calatrava en la Edad Media
278
Ibn Abī Zar‘ (m. c. 1320)4 dice lo siguiente en el contexto de la
batalla de Las Navas de Tolosa (1212):5
4 Sobre este autor véase MAÍLLO, 2008, págs. 154-155. Véase también SHATZMILLER,
1982.
5 Sobre esta batalla véase GARCÍA FITZ, 2005; ALVIRA, 2012.
6 Sobre este autor véase MAÍLLO, 2008, págs. 151-153. Véase también SHATZMILLER,
1982.
279
La Orden de Calatrava en la Edad Media
7 A pesar de que Huici Miranda tradujo este término por caballeros, ruhbān
indudablemente significa “monjes”. Véase CORRIENTE y FERRANDO, 2005, pág. 463. Patricia
Mangada utilizó el término “fraile”, correspondiente a la traducción aparecida en HUICI
MIRANDA, 1917, pág. 120. Véase MANGADA, 2000, págs. 165- 172.
280
Como se puede observar, el castillo de Salvatierra es
descrito como un lugar de peregrinación y, por tanto, de
veneración, así como de guerra santa, de ŷihād, para los
cristianos. Es decir, se produce una combinación de conceptos
–peregrinación y guerra santa– que nos acerca a las ideas de
espiritualidad militar y del acto bélico como práctica ascética
tan propias de las órdenes militares (y de la cruzada). Era,
asimismo, una fortaleza servida por reyes, ciudades y monjes,
convertida en «la mano derecha del rey de Castilla».
Es evidente que esos “monjes” eran los calatravos
que poseían en ese momento Salvatierra, y que, además, se
habían constituido en una importante herramienta del poder
real, quizá de ahí la referencia a “la mano derecha del rey”.8
Encontramos un interesante paralelismo a esta cuestión en
Oriente: un espejo de príncipes persa escrito a mediados del
siglo XII, en el entorno de las fundaciones religiosas de Nūr
al-Dīn (m.1174),9 y titulado Bahr al-Favā’id, “Mar de preciosas
virtudes”, que, además de incluir un capítulo sobre el ŷihād en
el que se enfatizaba el aspecto espiritual, llamaba al líder turco
a seguir el ejemplo de los reyes cristianos de Jerusalén, quienes
siempre escuchaban el consejo de los monjes, ruhbān (BAHR
AL-FAVĀ’ID, 1991, pág. 215). Con este término, probablemente
el anónimo autor de este tratado se estuviera refiriendo a las
órdenes militares de Tierra Santa que, como sabemos, tenían
una importante influencia en la corte jerosolimitana.
Esta idea de que el poder político cristiano
parecía vinculado e incluso subordinado al
religioso, es una cuestión recurrente en las fuentes
281
La Orden de Calatrava en la Edad Media
10 Sobre este acontecimiento véase, por ejemplo, TYERMAN, 2007, págs. 509 y ss.
11 Sobre la conquista de Jerusalén por parte de Saladino véase, por ejemplo,
TYERMAN, 2007, págs. 463 y ss.
12 Sobre estas cuestiones véase ALBARRÁN, 2017, págs. 184-190.
282
aquello que veneran y para honrar sus creencias» (RHC
Or., págs. III 429-430).
283
La Orden de Calatrava en la Edad Media
284
que uno de los pilares de legitimación del movimiento
almohade era la guerra santa (ALBARRÁN, 2017, págs. 279-306).
Abū al-Hasan al-Harawī (m. 1215),14 viajero y consejero
de Saladino, escribió para el sultán ayyubí un tratado sobre
la guerra en el que llamaba a los miembros de las órdenes
militares “monjes”, ruhbān, al igual que veíamos hacer a Ibn
‘Itārī, y los describía como poseedores de un gran fervor
religioso y un especial alejamiento del mundo, lo que les
convertía en una peligrosa amenaza en el enfrentamiento
por su total devoción a la causa cristiana (AL-HARAWĪ, 1972,
págs. 104-105). Es decir, al igual que veíamos antes y podíamos
también detectar en el caso de las fuentes magrebíes, se
subraya de nuevo su religiosidad y espiritualidad en cierto
modo de manera elogiosa, ya que es la causa de su fiereza
en el combate.
Las órdenes militares, por tanto, eran percibidas por
los musulmanes, tanto en Occidente como en Oriente, y
especialmente en el periodo a caballo entre los siglos XII y XIII,
como instituciones imbuidas por una especial religiosidad
y espiritualidad militar, así como de un cierto ascetismo
vinculado a esa actividad guerrera, que les llevaba a ser
unidades especialmente peligrosas en la guerra.
Paralelismos
285
La Orden de Calatrava en la Edad Media
15 Deriva de la misma raíz que ruhbān, término que se suele traducir por
monje y con el que, como hemos visto, se denominaba también a las órdenes
militares.
16 Sobre esta tradición véase SAHNER, 2017, págs. 149-183. También SIZGORICH, 2009,
págs. 180-186.
286
Asimismo, hay que tener en cuenta que muchos de
los monjes de la Antigüedad Tardía oriental no eran meros
hombres de oración pasiva, sino que eran creyentes de acción,
muchas veces violenta: destrucción de ídolos, demolición
de templos, bautismo forzoso de paganos e infieles...17 Es
interesante observar como los cristianos árabes traducian
el término griego agón (disputa, lucha espiritual) por ŷihād
(SAHNER, 2017, págs. 149-183). Igualmente, esta militancia
monástica no era más que una extensión de la cultura del
martirio (MALONE, 1950; GADDIS, 2005, págs. 151-250; SIZGORICH,
2009, págs. 108-143),18 una expresión que estaba ya presente,
por ejemplo, en el Corán:
287
La Orden de Calatrava en la Edad Media
20 Al-Dahabī (m. 1348) describió a Ibn al-Mubārak como “el orgullo de los
muŷāhidīn”, y a al-Fazārī se le conocía como “maestro de la sunna y de la gazwa”. SALEM,
2016, págs. 33-34; BONNER, 1996, págs. 113 y ss.
21 Existen numerosas tradiciones que destacan el mérito religioso y salvífico de
ser voluntario, mutatawwi‘, de la guerra santa al margen del poder establecido. Véase TOR,
2005, págs. 555-573. Tanto Ibn al-Mubarāk como al-Fazārī fueron caracterizados como tal.
288
alguno en el que habría puesto la realización de la guerra
santa por encima de la peregrinación.22 De hecho el Kitāb al-
ŷihād es un libro de hadiz con un claro carácter de exhortación
donde el mérito del ŷihād es la noción que domina: no es
baladí que en al-Andalus la obra se transmitiese bajo el
título de Kitāb fadl al-ŷihād, el “Libro del mérito del ŷihād”
(BONNER, 1996, págs. 122 y ss.). Este mérito se multiplicaba
si el enfrentamiento era con cristianos: al-Fazārī le habría
preguntado a Ibn al- Mubārak cuál era el motivo de tener
que venir desde Oriente a luchar contra los bizantinos si allí
podían luchar contra los turcos. Este le habría contestado
que la contienda con los turcos era solo por el dominio del
mundo, mientras que con los bizantinos era por la fe (COOK,
1996, págs. 66-102).
Toda esta preocupación por el ŷihād se relaciona
en Ibn al-Mubārak, y en otros como él, con un fuerte
ascetismo.23 No había contradicción entre ser un asceta y
un guerrero o, dicho de otro modo, la guerra era un modo
de ascetismo y de renuncia del mundo, otro de los rasgos
propios de este colectivo (al-zuhd fī al-dunyā) (MELCHERT,
2015, págs. 49-69). Y es que Ibn al-Mubārak fue el primero
en transmitir el hadiz sobre el ŷihād como única forma
de ascetismo/monacato de los musulmanes (IBM AL-
MUBARĀK, 1971, pág. 36).24 Más aún, la realización de actos
piadosos garantizaba el éxito bélico: «realiza buenos
289
La Orden de Calatrava en la Edad Media
290
introducción de estas nociones, ha llegado hasta nosotros el
Kitāb qudwat al-gāzī, “Libro del Modelo del Combatiente”, de Ibn
Abī Zamanīn (m. 1008) (ARCAS CAMPOY, 1993, págs. 51-65). Escrito
probablemente en el último cuarto del siglo X, es decir, en el
tiempo de las expediciones de Almanzor, a través de la cita de
pasajes coránicos, hadices del Profeta y opiniones de juristas,
sobre todo malikíes, expone numerosas y diversas cuestiones
en torno al combate y a la guerra santa en más de veinte
capítulos. Entre esos temas, le otorga mucha importancia a
los méritos de quienes participan en el combate, la correcta
intención, niyya, del combatiente, el martirio, o los méritos del
ribāt, recordándonos, de ese modo, a las obras orientales antes
comentadas (IBN ABĪ ZAMANĪN, 1986-1987, págs. 116 y ss., 131 y ss.,
224 y ss., 236 y ss.).27
El primer capítulo de la obra, titulado Min al-targīb
fī al-gazw wa fadā’il ahli-hi, “Sobre la recompensa de
la expedición y los méritos de su gente”, se dedica a la
cuestión de los beneficios espirituales de la realización
del ŷihād. Curiosamente, comienza con un hadiz que
también recogió Ibn al-Mubārak en su obra (IBN AL-
MUBARĀK, 1971, págs. 77-78), poniendo de relieve de nuevo
la influencia de esos textos orientales en al-Andalus. La
mencionada tradición afirma que «a quien esfuerce sus
dos pies en el camino de Dios, Allāh le evitará el fuego».28
Es decir, la guerra santa es sinónimo de salvación. La
misma idea traslada otro hadiz donde se exhorta a la
realización del ŷihād, ya que es una de las puertas del
27 Ibn Abī Zamanīn fue además maestro de varios murābit. ARCAS CAMPOY, 1993,
págs. 51-65.
28 Man igbarrat qadamā-hu fī sabīl Allāh harrama-hu Allāh ‘alà al-nār. IBN ABĪ
ZAMANĪN, 1986-1987, pág. 116.
291
La Orden de Calatrava en la Edad Media
29 Ŷāhidū fī sabīl Allāh fa-inna al-ŷihād fī sabīl Allāh bāb min abwāb al-ŷanna. IBN
ABĪ ZAMANĪN, 1986-1987, pág. 119.
292
Pero, además, dedica a toda esta cuestión la segunda
sección, titulada Al-niyya fī al-gazw, “La intención en la
expedición”. Es decir, tras aclarar cuáles eran los méritos de
la guerra santa y sus beneficios salvíficos, lo más importante
era señalar que, si se querían conseguir estos, la pura
intención en el ŷihād era absolutamente necesaria. Y así se
pone de relieve en otra tradición: «lo primero que procurar
aquel que quiere realizar una gazw en el camino de Dios es
asegurarse y buscar en su alma una intención recta.30 Y es
que “las obras valen según la intención con que se realicen».
Queda clara esta idea con otro curioso ejemplo relativo a
una de las batallas del Profeta: un hombre le preguntó al
Profeta el día de Jaybar: «Oh Mensajero de Dios, si yo mato
a tal judío, ¿será para mí su asno?». El Profeta contestó
afirmativamente. Después, aquel hombre mantuvo una
disputa con el judío por algún asunto desconocido y murió a
manos del israelita. Entonces la gente exclamó: «Oh, Fulano
ha muerto en el camino de Dios», refiriéndose a que estaría
en el Paraíso. Pero el Profeta, corrigiéndoles, dijo: «Fulano ha
muerto en el camino del asno (fī sabīl al-himār)» (IBN ABĪ
ZAMANĪN, 1986-1987, pág. 132).
Asimismo, en al-Andalus, también al igual
que en Oriente, podemos encontrar ejemplos de
ulemas-guerreros.31 Destacan casos como el de ‘Abd
Allāh b. Yahyá (AL-JUŠANĪ, 1992, no 300), de quien se
dice que era un héroe de guerra y que participaba
30 Awwal mā yanbagà li-man arāda al-gazw fī sabīl Allāh anna yanzur fī-hi
yatafaqqadu-hu min nafsi-hi salāh niyyati-hi allatī bi-salāhi-hā. IBN ABĪ ZAMANĪN, 1986-
1987, pág. 131.
31 Se estudia esta cuestión en profundidad en ALBARRÁN, en prensa. Véase
también NOTH, 1994, págs. 175-195; PUENTE, 1999, págs. 23-38; PUENTE, 2018, págs. 159-179.
293
La Orden de Calatrava en la Edad Media
294
Finalmente volvió a Egipto, donde murió en el año 1053 (IBN
BAŠKUWĀL, 2014, no 186). En esa misma región estuvo también el
cordobés ‘Ubayd Allāh b. Muhammad b. Mālik (m. 1068), quien se
instaló en un hisn de la región de Muel donde realizó prácticas
ascéticas y fue muŷāhid (IBN BAŠKUWĀL, 2014, no 677).
Asimismo, una evidencia clara de la participación
militar activa de algunos de estos ulemas en las expediciones
y acciones bélicas es el hecho de que se especifique que
fueron martirizados. Uno de los casos destacados es el ya
comentado de Muhammad b. ‘Ubayd al-Ŷazīrī. Casi 50 años
después de haber guerreado con su escudo, murió mártir
en una gazwa en el año 961 (AL-JUŠANĪ, 1992, no 193. IBN AL-
FARADĪ, 1989, no 1165). Otro buen ejemplo es el de la batalla
(876-7) en la que sobrevivió el toledano Yahyá b. al-Qusayr,
batalla en la que sí murió su amigo y compañero de estudios
Yahyá b. al-Haŷŷāŷ, y en la que, según al-Jušanī, no quedó en
al-Andalus ningún hombre recto que no fuese martirizado
allí.38 Al volver Yahyá b. al-Qusayr a su ciudad natal, la gente
le recibió con duras críticas por haber regresado con vida
y no haber seguido a sus compañeros en el martirio, algo
que él mismo también se reprochó. Al año siguiente, para
remediar esta situación de deshonra y censura pública,
participó en otra batalla. Frente al enemigo, se desprendió de
su equipo militar y cargó contra los cristianos, consiguiendo
de ese modo el martirio no sin antes acabar con varios
infieles (AL-JUŠANĪ, 1992, no 502; IBN AL-FARADĪ, 1989, no 1560).
295
La Orden de Calatrava en la Edad Media
39 “Kāna raŷulan sālih jayr fādil zāhid ...”. AL-JUŠANĪ, 1992, no 303.
296
renunció al mundo, se alejó de la gente y llegó incluso a
realizar participó en numerosas expediciones hasta que Dios
le concedió el milagros.40 Al volver a al-Andalus se fue como
gāzī a la frontera, donde martirio en la expedición de Astorga
en el año 988.41 Esa renuncia al mundo recuerda al alejamiento
del mismo con el que Abū al-Hasan al- Harawī describía a los
miembros de las órdenes militares. Igualmente, el toledano
Ahmad b. Muhammad b. ‘Umar al-Sadafī (m. 1058), habitual en
las tugūr al-muslimīn, renunció al mundo (IBN BAŠKUWĀL, 2014,
no 121).
No obstante, si hay una acción/institución en el mundo
islámico donde la guerra se une al ascetismo hasta quedar
configurada como una vía de este, esa es el ribāt. Esto no
quiere decir que vayamos a vincular este fenómeno islámico
con el origen de las órdenes militares, como han hecho
diversos autores desde que José Antonio Conde lo hiciera
con la recordada nota a pie de página en su Historia de la
dominación de los árabes de España:
297
La Orden de Calatrava en la Edad Media
42 Para una puesta al día bibliográfica sobre esta cuestión, véase FEUCHTER, 2008,
págs. 115-141.
298
2004, págs. 49-58; MARÍN, 2004, págs. 191-201; FRANCO SÁNCHEZ,
2010, págs. 21-44; ALBARRÁN, en prensa B).
En esos ambientes de religiosidad y espiritualidad
extrema se leían, estudiaban y recitaban obras como las de
ascetismo de Ibn Rizq e Ibn Abī Zamanīn, maestro de varios
murābitūn y autor (MARÍN, 1991, págs. 439-470; MARÍN, 1992, págs.
83-96), recordemos, de un tratado sobre el combatiente de la
guerra santa. En esta obra sobre ŷihād, Ibn Abī Zamanīn incluía
también un capítulo, el vigesimocuarto, sobre los méritos
del ribāt. En el exponía que quien realizase esta práctica de
noche (IBN ABĪ ZAMANĪN, 1986-1987, pág. 236), tendría más
beneficios espirituales que mil veladas de ayuno: es decir, se
entendía como una vía de ascesis. Las virtudes de ser murābit
aparecen también en los clásicos tratados malikíes que
circulaban en al-Andalus. En la Risāla de al-Qayrawānī, por
ejemplo, se estipula que servir en un ribāt es un acto de gran
mérito religioso, mayor aún dependiendo del peligro al que
estén expuestos los que lo practican y al grado de precaución
que debían adoptar ante el enemigo (AL-QAYRAWĀNĪ, 1993,
págs. 287 y ss): cuanta más posibilidad de lucha contra el
infiel, más perfección espiritual. Asimismo, hubo también
numerosos hombres de religión, muchos de ellos de aquellos
que hemos caracterizado como ulemas-guerreros, que
hicieron ribāt. Hay casos, como el del ya comentado tudelano
Ibn Abī al-Jasīb, en el que se menciona que era un guerrero
(muhārib) y que era de la gente de la gazw y del ribāt43
es decir, combinaba esta práctica con las expediciones
contra el infiel. De otros, como Ibn Hammād (m. 965), se
43 “...kāna min ahl al-gazw wa-l-ribāt jaraŷa...min tugūr Banī Qasī”. AL- JUŠANĪ, 1992,
no 262. IBN AL-FARADĪ, 1989, no 1500.
299
La Orden de Calatrava en la Edad Media
44 “Kāna katīr al-ribāt fī l-tugūr mutakarriran ‘alay-hi”. IBN AL-FARADĪ, 1989, no 388.
300
La guerra contra los enemigos de Dios era, por tanto, una
forma de ascesis en el mundo islámico. Los diferentes ulemas-
guerreros, tanto del Oriente como del Occidente islámico, que
hemos analizado a través de sus escritos y acciones, estaban
imbuidos de la misma espiritualidad militar que caracterizó a
las órdenes militares: la guerra santa, la lucha contra el infiel,
se establecía como una vía ascética de perfección espiritual,
de una actividad profundamente meritoria y salvífica. Pero, a
pesar de este paralelismo surgido de unas raíces comunes
en la concepción del hecho bélico y ascético, existe una
diferencia fundamental que muestra también el diferente
desarrollo de cada una de las tradiciones: a diferencia de los
freires de las órdenes militares, esos musulmanes, muchos
de ellos hombres de religión, que voluntariamente realizaron
ŷihād y ribāt como parte de su perfeccionamiento espiritual,
no consagraron su vida a ello a través de votos ni formaron
parte de ningún organismo. Es decir, no se llegó a producir
una institucionalización de la espiritualidad militar de la que
participaban. Sus actividades de guerra santa no dejaban
de ser temporales y sujetas a la voluntad de continuidad de
quienes las practicaban.
Por tanto, cabe ahora que nos preguntemos si existió en
algún fenómeno medieval islámico esa institucionalización
de la espiritualidad militar que nos acercaría, aún más, a las
órdenes militares. A ello dedicaremos el siguiente apartado.
301
La Orden de Calatrava en la Edad Media
Comparaciones
302
Algunas interpretaciones sitúan el origen de la tradición
de la futuwwa en Persia, donde se ubicaría también el inicio
mítico de la caballería. Abū al-Faraŷ al-Isfahānī (m. 967),
historiador del siglo X, recopiló en su Kitāb al-Agānī diferentes
poemas árabes entre los que había algunos del persa
Ismā´īl b. Yasār (m. 750). Uno de ellos decía: “Los caballeros
son llamados fawāris solo porque son persas (furs)”. Y es
que en árabe, la raíz de donde deriva la palabra caballería
(furūsiyya) o caballeros (fāris) es la misma que la del término
Persia (Furs) (CAHEN, 1991, págs. 961-965; SAPARMIN, 2016, págs.
27-34). Es posible que estas relaciones entre conceptos
tuviesen un poso histórico que se vincularía con la futuwwa:
el de la unidad persa militar de los ‘ayyārān (ZAKERI, 1995,
págs. 57 y ss.). Miembros de una élite de soldados sasánidas
que se habían convertido al Islam, algunos historiadores
llegan a afirmar que estarían imbuidos de una actitud
caballeresca y de hermanamiento. Y esta organización
militar persa sería la base fundacional de los principios de
la futuwwa, que posteriormente iría evolucionando gracias
a la apropiación de elementos de la espiritualidad sufí.
Emergerían así claramente, a partir del siglo X, como milicias
urbanas, muchas veces competidoras con los poderes
locales (IRWIN, 2004, págs. 161-170), con ciertos rasgos de
hermandad y religiosidad sufí, conocidos sobre todo a través
del tratado sobre futuwwa de ‘Abd al- Rahmān Ibn al-Husayn
al-Sulamī (m. 1021) (AL-SULAMĪ, 2012), que subrayarían una
tendencia ascética y de lucha contra uno mismo (TOR, 2007).
303
La Orden de Calatrava en la Edad Media
304
247; AŠČERIĆ TODD, 2007, págs. 159-173). Por tanto, y aunque una de
las manifestaciones de la futuwwa supuso la institucionalización
de una milicia con un sesgo religioso, principalmente sufí, este
fenómeno no es comparable a las órdenes militares ya que adolece
de la característica fundamental de estas: la espiritualidad militar.
Para estas hermandades, la guerra contra el infiel no era una vía
de perfeccionamiento espiritual, o al menos no la ejercían como
tal. No obstante, en algún periodo determinado sí surgió alguna
cofradía de futuwwa que hacía del enfrentamiento contra los
enemigos de Dios su camino y que, en este sentido, podría haber
sido asimilable a las órdenes militares occidentales. Al menos
desde el siglo X, existió en el Oriente islámico una hermandad
llamada al-Nabawiyya que parecía centrada en la lucha contra
el infiel y la herejía, particularmente activa en la región de Alepo
en el siglo XII, es decir, en época cruzada. De todos modos, parece
una excepción y no se conoce mucho acerca de ella (CAHEN, 1991,
págs. 961-965; EDDÉ, 1999, págs. 436-437).
Conclusiones
305
La Orden de Calatrava en la Edad Media
306
Asimismo, hemos visto en el caso de los ulemas-guerreros
cómo se combinaba la realización de la guerra santa con
prácticas ascéticas, y cómo esta primera era considerada en
sí misma una vía de ascesis y de perfeccionamiento espiritual.
Es decir, en ellos estaba muy presente la misma espiritualidad
militar que se observa en las órdenes militares. Y el ribāt es una
buena síntesis de ello. Pero, a pesar de los puntos en común
y paralelismos, la falta de consagración, institucionalización
y creación de un armazón orgánico, hace que ambos
fenómenos no puedan ser comparables. Igualmente, y
aunque el caso de la futuwwa supuso la institucionalización
de una milicia con un sesgo religioso, principalmente sufí,
este fenómeno no es asimilable a las órdenes militares ya
que adolece de la característica fundamental de estas: la
espiritualidad militar. Por tanto, en el islam medieval, allí donde
la espiritualidad militar fue la característica fundamental, no
hubo institucionalización; y, por el contrario, allí donde sí se
llegó a la constitución de organismos estables, incluso con
rituales de entrada comparables a la consagración, se careció
de espiritualidad militar como rasgo distintivo.
Fuentes primeras
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321
La Orden de Calatrava en la Edad Media
322
LAS FORTIFICACIONES DE LA ORDEN DE CALATRAVA Y LA
FRONTERA: CALATRAVA LA VIEJA
Miguel Ángel Hervás Herrera
Baraka Arqueólogos, S.L.
RESUMEN
La antigua ciudad islámica de Qalat Rabah (hoy Calatrava
la Vieja), fundada por la dinastía omeya en el siglo VIII junto a
la margen izquierda del río Guadiana, pasó por primera vez
a poder del reino de Castilla en 1147, y se convirtió en 1158 en
la sede fundacional de la Orden de Calatrava. Recuperada
para el Islam por los almohades a raíz de la batalla de
Alarcos (1195), volvería de nuevo al dominio castellano
pocos días antes de la batalla de las Navas de Tolosa
(1212). El establecimiento de la orden militar de Calatrava
tuvo importantes consecuencias para la historia posterior
del reino de Castilla, y su presencia en la capital islámica
del Alto Guadiana produjo algunas modificaciones en las
defensas de la ciudad y en sus accesos y recorridos, en
lo que constituye una mera adaptación de la fortificación
islámica precendente. Más destacables fueron las
transformaciones operadas en la configuración del antiguo
alcázar andalusí, en cuyo interior se construyó el primer
convento de la Orden.
ABSTRACT
The ancient Islamic city of Qalat Rabah (now Calatrava la
Vieja), founded by the Umayyad dynasty in the 8th century
along the left bank of the River Guadiana, first came under
the rule of the kingdom of Castilla in 1147, and became the
founding seat of the Order of Calatrava in 1158. Recovered
for Islam by the Almohads following the battle of Alarcos
(1195), it would return to Castilian rule a few days before the
battle of Navas de Tolosa (1212). The establishment of the
military order of Calatrava had important consequences
for the later history of the kingdom of Castilla, and its
323
La Orden de Calatrava en la Edad Media
1. Introducción
324
influencia en el valor estratégico del emplazamiento, la
estructura defensiva heredada de época islámica, y las
transformaciones llevadas a cabo en el recinto por la orden
militar de Calatrava.
2. El contexto geográfico
325
La Orden de Calatrava en la Edad Media
1 En torno al paso natural del río Guadiana defendido desde Calatrava la Vieja, la
Carta Arqueológica del término municipal de Carrión de Calatrava identifica más de una
decena de yacimientos arqueológicos, cuyas cronologías abarcan desde el Paleolítico
326
Figura 2. Vista aérea de Calatrava la Vieja, tomada desde el norte, con el río Guadiana
en primer término, y el arroyo Valdecañas al fondo (MAC Fotográfica, 2011).
Medio hasta la Edad Moderna. Entre ellos, cabe destacar, por su importancia, la Motilla del
Quintillo, de la Edad del Bronce, y Puente de Ocaña, de época ibérica.
327
La Orden de Calatrava en la Edad Media
328
3. El marco histórico
329
La Orden de Calatrava en la Edad Media
330
Figura 3. El recinto amurallado de Calatrava la Vieja, visto desde el este, con el río
Guadiana (abajo a la derecha) y el arroyo Valdecañas (arriba a la izquierda) (MAC
Fotográfica, 2010).
331
La Orden de Calatrava en la Edad Media
332
Tomada por Alfonso VII en 1147, pasó a ser la plaza cristiana más
avanzada frente al Islam. Después de fracasar la encomienda
otorgada a los templarios (circa 1150), fue concedida por Sancho
III a la orden del Cister (1158), lo que dio lugar al nacimiento de la
primera orden militar autóctona de la Península Ibérica: la Orden
de Calatrava. De este periodo se conservan los cimientos del
ábside de la inacabada iglesia templaria, y la iglesia y el convento
fundacional de los calatravos, todos ellos en el interior del alcázar.
Calatrava perteneció al reino de Castilla hasta que los
almohades la recuperaron para el Islam a raíz de su victoria en
la batalla de Alarcos (1195), y la convirtieron en la vanguardia
de su imperio frente a los cristianos.
Alfonso VIII la retomó definitivamente el 30 de junio
de 1212, pocos días antes de la batalla de las Navas de
Tolosa. La vieja ciudad del Guadiana, que fue devuelta
inmediatamente a la Orden de Calatrava, inició a partir
de entonces un irreversible proceso de decadencia. La
nueva realidad política de la región dio lugar a la completa
desarticulación de los condicionantes geoestratégicos que
habían asegurado durante siglos la prosperidad del enclave.
Ubicada en un lugar malsano y demasiado lejos de la nueva
línea de frontera, no era ya la sede más adecuada para la
Orden, cuya cabeza se trasladó muy pronto a la fortaleza
de Dueñas (1217), refortificada al efecto y rebautizada como
Calatrava la Nueva. La antigua Calatrava, citada desde
entonces como Calatrava la Vieja, quedó como cabeza de
una encomienda más de la Orden.
Algunas décadas después, la fundación
de Villa Real (Ciudad Real, 1255) supuso un
golpe definitivo: la nueva ciudad regia no sólo le
333
La Orden de Calatrava en la Edad Media
334
La posesión de la villa proporcionó al reino de
Castilla y León el control de todo el territorio comprendido
entre los Montes de Toledo y Sierra Morena: la antigua
capital islámica del Alto Guadiana se convertía en la
plaza cristiana más avanzada frente al Islam, y con ella
Alfonso VII se apropiaba también de todo su término,
incluidas las fortalezas de Guadalerzas, Malagón, Alarcos,
Caracuel, Almodóvar, Mestanza, Alcudia y Vioque, entre
otras 3. Tal como ha señalado Enrique Rodríguez-Picavea,
la posesión de Calatrava resultaba fundamental para el
reino castellano- leonés, “...ya que situaba la frontera en
Sierra Morena, protegía los ataques a Toledo y posibilitaba
la organización social de los territorios situados al sur del
Tajo...” (RODRIGUEZ-PICAVEA, 1993, pág. 812). No obstante, en
opinión de Julio González (1960, vol. I, pág. 568), la profunda
crisis que atravesó el poder almorávide en al-Andalus a
partir de la pérdida de Oreja (1139) y Mora (1144) había restado
valor estratégico a la ciudad de Calatrava, que ya no era
tan peligrosa para los cristianos como en años anteriores,
de modo que en su adquisición por parte de Alfonso VII no
pesaron tanto los intereses militares como los puramente
económicos, promovidos por poderosas familias judías y
por la propia catedral de Toledo.
Consciente de ello, Alfonso VII se ocupó de inmediato
de impulsar la actividad económica y potenciar
la organización civil y eclesiástica del lugar. Según
Enrique Rodríguez-Picavea, “...el primer objetivo era que
importantes poderes señoriales del reino se interesasen
335
La Orden de Calatrava en la Edad Media
336
persecución almohade4. Rodríguez-Picavea duda del carácter
de esta concesión:
337
La Orden de Calatrava en la Edad Media
Figura 5. Restos del ábside templario de Calatrava la Vieja, en el interior del alcázar
(Archivo del Parque Arqueológico)
338
Una vez asegurada la posición de Calatrava con la
participación de la orden del Temple, Alfonso VII emprendió
diversas campañas militares encaminadas a fortalecer el
control del territorio circundante con el fin último de reactivar
la repoblación de las tierras del Alto Guadiana. Así, en el
verano de 1155 tomó Andújar, Santa Eufemia y Pedroche, al
sur de Almadén, lo que reforzaba la capacidad de defensa de
Calatrava por el suroeste (REILLY, 1992, pág. 234). También se
hizo con Montoro y Almodóvar del Río, con lo que se cerraba
una de las posibles vías de penetración islámica desde el
sur. En junio de 1156, además, entregó a Armildo Meléndez
la fortaleza de Ciruela, situada entre Caracuel y Calatrava,
en una posición mucho más avanzada que esta última
(GONZÁLEZ, 1975, vol. I, pág. 225).
Sin embargo, las perspectivas del reino castellano-
leonés frente al Islam experimentaron un cambio muy
significativo tan sólo un año después: en el verano de
1157, los almohades cercaron Almería, y el 21 de agosto de
ese año, el emperador Alfonso VII moría junto al arroyo
Fresneda, cerca del puerto del Muradal, de regreso de
una expedición de socorro culminada con un ataque
fallido sobre Granada. Pocos días después, la ofensiva
musulmana se saldó con la toma de Úbeza y Baeza, y con
la capitulación de la sitiada Almería (Anales Toledanos I,
ed. 1993, págs. 132-133).
Desde algunos años antes, la presencia almohade en
al-Andalus era percibida en la frontera del reino castellano-
leonés como una oleada incontenible que progresaba
a gran velocidad: Córdoba había caído en poder de la
nueva dinastía norteafricana en 1148, Málaga en 1153,
339
La Orden de Calatrava en la Edad Media
340
Picavea, este abandono pudo ser resultado de un acuerdo
entre la orden del Temple y el nuevo rey castellano:
341
La Orden de Calatrava en la Edad Media
Figura 6. Frente oriental del recinto amurallado (Archivo del Parque Arqueológico)
a) Los acontecimientos
342
explícito del arzobispo toledano aseguró el éxito inicial de la
nueva institución, pues, según relato de Rodrigo Ximénez de
Rada, “...se produjo tal conmoción en la ciudad [de Toledo]
que apenas si se podía encontrar a alguien que o no fuera
[a Calatrava] en persona o no contribuyera con caballos,
armas o dinero...”. Finalmente, el tan temido ataque almohade
no tuvo lugar, y el abad Raimundo aprovechó para marchar
al monasterio de Fitero, ...y al volver a Calatrava trajo con él
rebaños de ovejas y vacas y cantidad de utensilios, de lo que
por entonces poseía Fitero con creces, y también gran cantidad
de combatientes... (XIMÉNEZ, ed. 1989, pág. 282).
A continuación, se constituyó en la villa una cofradía de
carácter religioso y militar cuyo fin primordial era garantizar
la defensa de la plaza. Los miembros de la nueva cofradía
convivieron inicialmente con los monjes cistercienses venidos
de Fitero, unos y otros bajo el mando único del abad Raimundo
hasta que, entre 1159 y 1160, éste decidió trasladar la comunidad
monástica a Ciruelos, dejando en la antigua ciudad islámica
solamente a los freires que integraban la cofradía militar
(RODRÍGUEZ-PICAVEA, 2008, pág. 78).
La donación regia de Calatrava al Císter fue confirmada
en septiembre de 1161 por Alfonso VIII, en torno a las mismas
fechas en que moría el abad Raimundo, en Ciruelos. El 14 de
septiembre de 1164, el capítulo general de la Orden del Císter
aprobó la cofradía militar de Calatrava, le otorgó una regla
específica adaptada al servicio de las armas, y admitió a los
calatravos en la institución como hermanos. Por último, el 25
de septiembre de 1164, el papa Alejandro III confirmó la nueva
Orden con su regla, con lo que ésta quedaba plenamente
institucionalizada (RODRÍGUEZ-PICAVEA, 2008, pág. 78).
343
La Orden de Calatrava en la Edad Media
344
de Consuegra, de la orden de San Juan (GONZÁLEZ, 1960, vol. II,
docs. no 116 y 176). Estos y otros privilegios fueron confirmados
por el rey castellano en 1189 y 1193.
Con la fundación de la nueva orden y con el apoyo
prestado por Muhammad Ibn Mardanis —el Rey Lobo— desde
el reino de Murcia, el reino de Castilla pudo resistir durante
algún tiempo el creciente empuje almohade desde el sur,
y mantener muchas de sus posiciones adelantadas en la
cuenca del Guadiana. De hecho, en los años siguientes al
establecimiento de los cistercienses en Calatrava, las fuentes
no proporcionan referencia alguna acerca de posibles
ataques contra la villa, que no se produjeron probablemente
por el respeto que inspiraba la nueva guarnición a los
almohades (TORRES BALBÁS, 1957, pág. 88).
A partir de 1171, y gracias precisamente a su dominio
sobre Calatrava, el reino de Castilla pudo iniciar la que Julio
González (1976, pág. 7) denominó repoblación adelantada,
proceso caracterizado por una intensa labor repobladora
y de fortificación en toda la región. Debió de ser a partir de
entonces cuando comenzó a establecerse el sistema de
encomiendas en la circunscripción nuclear de la Orden: en
torno a esas fechas se crearon, entre otras, las encomiendas
de Guadalerza, Malagón, Benavente y Caracuel, todas ellas
constituidas sobre la base de fortificaciones preexistentes, y
situadas sobre el camino de Córdoba a Toledo, lo que viene
a demostrar una vez más la importancia de esta vía para el
desarrollo del poblamiento y de la actividad económica de la
comarca, y sugiere la existencia de un crecimiento demográfico
y productivo entonces tal vez modesto, pero esencial para
la articulación del territorio (RODRÍGUEZ-PICAVEA, 1991).
345
La Orden de Calatrava en la Edad Media
346
alcázar, en cuyo interior se construyó el primer convento de
la Orden. Lo mismo sucedió en la antigua medina islámica, en
donde se reocuparon y transformaron viviendas preexistentes
y se construyeron otras de nueva planta, y en el entorno de
la coracha de abastecimiento hidráulico del alcázar, sobre
cuyas ruinas se estableció un nuevo arrabal constituido por
dependencias domésticas (HERVÁS y RETUERCE, 2009).
347
La Orden de Calatrava en la Edad Media
348
Por delante de las lizas de nueva creación, y a una
cota sensiblemente inferior, se localiza la escarpa del
foso, que en su estado actual se presenta protegida por
un revestimiento continuo de mampostería fuertemente
ataludado, de notable complejidad constructiva, que
tiene su origen muy probablemente en época islámica. No
obstante, su coronación constructiva apoya sobre rellenos
que a su vez ocultan parcialmente las caras vistas de los
antemuros más modernos, por lo que podemos suponer que
el forro en cuestión fue objeto de importantes reparaciones
durante los últimos momentos de refortificación del frente
meridional de la muralla, tal vez hacia finales del siglo XII o
principios del siglo XIII.
Por esas mismas fechas, la única torre albarrana
del frente sur de la muralla de la medina —de origen
islámico— fue transformada en una torre de flanqueo
convencional de planta pentagonal en proa mediante la
construcción de un forro perimetral con basamento de
grandes sillares reutilizados y alzado de tapial acerado,
que duplicó el tamaño de la torre en planta y eliminó
el pasillo trasero que la separaba originalmente del
lienzo contiguo, proporcionándole una enorme solidez
estructural y un indudable protagonismo en el tramo
de muralla al que defiende, al tiempo que la habilitaba
para alojar máquinas de guerra defensivas en su azotea.
En cualquier caso, los responsables de la defensa de la
ciudad se mostraron enormemente preocupados por
asegurar la estabilidad y la capacidad de cobertura
de esta torre que, por otra parte, ocupa una posición
centrada entre el ángulo suroeste del alcázar y la puerta en
349
La Orden de Calatrava en la Edad Media
Figura 8. Torre albarrana del frente sur, convertida en pentagonal en proa a finales del
siglo XII (Archivo del Parque Arqueológico)
350
distribuidas en torno a un claustro de planta triangular
porticado en dos de sus lados.
La iglesia de los calatravos fue levantada en el sector
meridional del alcázar —en el punto más alto de su interior—,
junto a la muralla sur y sobre los restos del ábside templario
inacabado, que le sirvieron parcialmente de cimentación.
Su construcción debió de comenzar poco tiempo después
de la fundación de la Orden de Calatrava (1158). Se trata de
una iglesia de una sola nave en la que el ábside adquiere
un protagonismo muy destacado, por ser de planta
ultrasemicircular peraltada, tanto al interior como al exterior,
y más alto que la nave8.
Desde el punto de vista constructivo, el alzado del
nuevo templo es muy heterogéneo, lo que, dada la unidad
cronológica de la obra, parece ser consecuencia de una
mera voluntad estética. Así, tanto el ábside como la mayor
parte de la fachada norte presentan, al exterior, el aparejo
más representativo del mudéjar toledano, a base de hiladas
dobles de mampuestos irregulares entre verdugadas simples
de ladrillo, que Juan Manuel Rojas y Ramón Villa (1999, págs.
584-587) fechan para la ciudad de Toledo hacia finales del
siglo XII o principios del siglo XIII. La cubierta, desaparecida,
debió de estar sostenida por un armazón de madera, según
se deduce de la estructura general del alzado del edificio.
Varios mechinales existentes en la parte alta de la fachada
norte ponen de manifiesto la existencia de un pórtico lateral
en este sector, también desaparecido.
351
La Orden de Calatrava en la Edad Media
Figura 9. Interior del alcázar de Calatrava la Vieja visto desde el noreste, con el
convento fundacional de la orden militar y la iglesia de los calatravos (Archivo del
Parque Arqueológico)
352
Encomienda a El Turrillo, la iglesia de los calatravos continuó
en uso durante algo más de tres siglos y medio, esta vez como
ermita de despoblado, aunque bajo la misma advocación. A lo
largo del siglo XVIII, el culto a la imagen que se custodiaba en
este templo había quedado muy disminuido, de modo que, en
1774, fue trasladada definitivamente a la iglesia de Santiago de
Ciudad Real. Ello dio lugar al abandono de la antigua ermita de
Calatrava la Vieja, que presumiblemente había resultado muy
afectada por el terremoto de Lisboa de 1755 (CORCHADO, 1982,
pág. 194; RODRÍGUEZ JIMÉNEZ, 2000, pág. 46).
La iglesia descrita formaba parte de un complejo
constructivo más amplio, levantado en sus líneas maestras
durante la segunda mitad del siglo XII o a comienzos del siglo
XIII, que ocupaba por completo la mitad sur del primitivo
alcázar islámico y que, por su estructura general, puede ser
definido como el edificio conventual de la orden de Calatrava.
Este complejo estuvo en constante transformación entre los
siglos XIII y XV, periodo durante el cual conoció varias fases
de ocupación marcadas sucesivamente por la construcción,
compartimentación, desmantelamiento y rehabilitación de
diversos edificios.
La mayor parte de los edificios que lo integraron se
distribuían en torno a un claustro de planta triangular, adosado
a la fachada norte de la iglesia y porticado en dos de sus lados —
sur y oeste—, que articulaba los recorridos al tiempo que servía
de cementerio. En su interior se han documentado hasta tres
fases sucesivas de enterramientos, todas ellas desmanteladas
desde antiguo.
La iglesia ocupaba el ala sur del complejo. En el
ala este, encajada en el espolón oriental del alcázar, se
353
La Orden de Calatrava en la Edad Media
354
-El arrabal de la coracha del alcázar
Hacia finales del siglo XII o comienzos del XIII, el entorno
de la coracha del alcázar fue ocupado, por primera vez,
por un caserío denso y complejo asentado sobre los lodos
aportados durante siglos por el río y sobre los escombros
generados por la destrucción parcial de las estructuras
defensivas adyacentes, ya en claro desuso. En este sector,
configurado desde entonces como un verdadero arrabal, se
han descubierto diversas dependencias domésticas de este
periodo, equipadas con pequeños hogares de ladrillo.
Figura 10. Estructuras del arrabal de la coracha del alcázar (Archivo del Parque
Arqueológico)
355
La Orden de Calatrava en la Edad Media
356
cristiano apenas se hizo esperar. Al igual que había sucedido
durante la primera mitad del siglo con los almorávides, y
pese a sus numerosas victorias en el campo de batalla, el
Imperio almohade fue incapaz de reorganizar el sistema
defensivo de al-Andalus, y su poder en la Península
comenzaba ya a mostrar síntomas de descomposición. En
cambio, el reino de Castilla no sólo había repoblado con éxito
la región de Toledo y configurado un sólido entramado de
fortalezas para su defensa, sino que contaba, además, con
un claro proyecto político, social, económico e ideológico,
todo ello apoyado en una sólida idea de cruzada (RETUERCE,
1995, págs. 85-88).
a) Los acontecimientos
357
La Orden de Calatrava en la Edad Media
358
Arnaldo de Narbona y Rodrigo Ximénez de Rada coinciden
en afirmar que el botín resultante de la toma de Calatrava
se repartió entre los ultramontanos y los aragoneses.
Después de la entrega pactada, en efecto, los cruzados
permanecieron en la ciudad durante al menos tres días,
durante los cuales se debieron de cometer numerosos actos
de pillaje, según parecen demostrar los enormes basureros
repletos de despojos de adscripción almohade hallados por
la intervención arqueológica en el interior de algunas de las
torres del recinto.
Tal como refiere Ximénez de Rada, la villa fue devuelta
de inmediato a la Orden de Calatrava. De hecho, antes de
reemprender la marcha hacia el sur, el maestre Rodrigo
Díaz dejó en ella los freires que consideró necesarios para
su defensa, y mandó llamar a los que se hallaban en Zorita
para con ello reinstaurar el convento fundacional (RADES,
1752, folio 28ro). La fortaleza quedaba con ello bien provista de
defensores, armamento y provisiones.
Durante los meses inmediatamente posteriores a la
recuperación de la villa, los calatravos construyeron en sus
inmediaciones un santuario para honrar a sus compañeros
de armas muertos durante la defensa de la plaza tras la
derrota de Alarcos (RADES, 1752, folio 20vo). Dicho templo se
corresponde con el actual Santuario de Nuestra Señora de
la Encarnación, situado unos 300 m al sureste del recinto
amurallado, y fue edificado sobre los restos de la antigua
mezquita del arrabal oriental, algunos de cuyos restos son
todavía visibles en la fachada norte del citado santuario
(HERVÁS y RETUERCE, 2009, pág. 132; 2014, págs. 262- 264).
359
La Orden de Calatrava en la Edad Media
360
Enrique Rodríguez-Picavea (2000, pág. 831) ha señalado cuatro
razones que explican esta decisión:
• el emplazamiento de la villa fundacional junto a
una zona pantanosa hacía de ella un lugar insalubre;
• el arzobispo de Toledo conservaba aún
numerosos intereses y privilegios en Calatrava la Vieja,
en perjuicio de la propia Orden;
• la nueva configuración de la frontera convertía
a Calatrava la Nueva en el punto de mayor valor
estratégico, por su posición avanzada próxima a Sierra
Morena;
• tras el triunfo de Las Navas, se planteó la
necesidad urgente de impulsar la repoblación del
extremo meridional de la Meseta, para lo cual era mucho
más eficaz la posición de Calatrava la Nueva.
361
La Orden de Calatrava en la Edad Media
362
La cantidad y nitidez de los datos arqueológicos
obtenidos acerca de dicha ocupación contrasta
llamativamente con el silencio de las fuentes escritas al
respecto. No dudamos de que Calatrava la Vieja inició un
proceso de imparable decadencia a raíz del traslado de
la sede principal de la orden a Calatrava la Nueva (1217) y
de la posterior fundación de Villa Real (1255), pero el lento
languidecer de la casa madre ha quedado mejor iluminado
a la luz de los hallazgos arqueológicos que a la de los
documentos escritos.
363
La Orden de Calatrava en la Edad Media
Figura 12. Acceso al interior del alcázar desde la zona del río, configurado en época
islámica y profundamente modificado a comienzos del siglo XIII por la orden de
Calatrava (Archivo del Parque Arqueológico)
364
mampostería. Al mismo tiempo, se procedió al tapiado
completo del frente exterior del primitivo arco triunfal islámico,
reutilizado desde entonces como torre de homenaje, o tal
vez como simple almacén, con entrada desde el interior del
alcázar a través de la primitiva puerta islámica.
Fue necesario crear entonces un nuevo sistema de
acceso al interior del alcázar, lo que se consiguió mediante
la apertura de un vano de paso en el sector central del lienzo
almorávide situado inmediatamente al sur del arco triunfal,
acompañada por la construcción de una antepuerta en el
extremo meridional del antemuro, con lo que se completaba
una entrada en doble recodo de clara tradición islámica.
El vano de nueva apertura que rasgó el sector
central del lienzo debió de tener despiece de sillería en
sus jambas, razón por la cual fue objeto de expolio tras el
abandono del lugar. Perdió con ello su geometría original,
y llegó hasta la década de 1980 convertido en un simple
boquete en la muralla, de modo que durante la restauración
promovida por el Ministerio de Cultura en 1984 —sin control
arqueológico— fue confundida con una simple destrucción,
y tapiada por completo. Finalmente, y tras un minucioso
estudio arqueológico de la zona, el complejo descrito fue
recuperado por la restauración llevada a cabo en el alcázar
y su entorno durante el año 2007.
365
La Orden de Calatrava en la Edad Media
366
• por último, se detectan épocas de reocupación
total o parcial de sectores previamente abandonados,
acompañada de la construcción de nuevos edificios
o de la rehabilitación y reforma de estructuras previas
parcialmente arruinadas.
367
La Orden de Calatrava en la Edad Media
Figura 13. El aljibe islámico del alcázar, convertido en prisión a finales del siglo XIII
(Archivo del Parque Arqueológico)
368
Es de planta rectangular, está delimitado por gruesos
muros de mampostería cuarcita, y cubierto con una sólida
bóveda longitudinal de medio cañón construida en ladrillo, en
cuya clave se abre la boca de acceso. Al interior está enlucido
con mortero hidráulico y pintado con almagra, y presenta
unas dimensiones de 7,60 m de longitud, 3,15 m de anchura, y
5,50 m de altura hasta el intradós de la clave de la bóveda, lo
que arroja una capacidad máxima cercana a los 120 m3. Tiene
el fondo plano y las esquinas redondeadas para facilitar las
labores de limpieza.
Su estado de conservación es excelente, hasta el punto
de que aún son reconocibles las marcas de los distintos
niveles que alcanzó el agua en su interior. La altura a la
que se encuentran dichas marcas —cercanas al arranque
de la bóveda— y la notable proximidad entre unas y otras
demuestran que este depósito era abastecido artificialmente,
tal vez por medio de cuadrillas de trabajadores o soldados
que acarreaban el agua desde pozos cercanos, asegurando
con ello un nivel de llenado elevado, constante, y claramente
independiente del régimen pluviométrico de la zona.
A lo largo de la segunda mitad del siglo XIII, el aljibe
descrito debió de ser transformado en mazmorra, según se
deduce del conjunto de grafitos documentados en la mitad
inferior de sus paredes internas. Se trata principalmente de
representaciones figurativas, geométricas y epigráficas,
tanto incisas como al carbón, que ocupan casi por completo
las paredes internas del aljibe hasta una altura máxima de
unos 2,15 m.
La conversión de aljibes en mazmorras es un
fenómeno relativamente frecuente en la Edad Media, dada la
369
La Orden de Calatrava en la Edad Media
370
Figura 14. La puebla de la medina, en su sector más próximo al alcázar (Archivo del
Parque Arqueológico)
371
La Orden de Calatrava en la Edad Media
Figura 15. La puebla de la medina, en su sector más próximo a la puerta en recodo del
frente meridional (Archivo del Parque Arqueológico)
372
el Santuario de Nuestra Señora de los Mártires, erigido en
conmemoración de los caballeros calatravos muertos en
1195 a manos de los almohades, que habían permanecido
enterrados desde entonces fuera del recinto amurallado.
La construcción de la referida ermita constituye el primer
germen de un santuario que ha pervivido hasta nuestros días
bajo la advocación de Nuestra Señora de la Encarnación.
373
La Orden de Calatrava en la Edad Media
Figura 16A. Vista aérea del yacimiento antes de los trabajos de recuperación llevados
a cabo desde 1984 (Carlos Sarthou y Archivo del Parque Arqueológico)
374
Figura 16B. Vista aérea del yacimiento después de los trabajos de recuperación
llevados a cabo desde 1984 (Carlos Sarthou y Archivo del Parque Arqueológico)
375
La Orden de Calatrava en la Edad Media
Figura 17. D. A. Úbeda: Ruinas de monumentos históricos de España: Restos del castillo
de Calatrava la Vieja. Publicado en La Ilustración Española y Americana, año XXII, no
XXXV (22 de septiembre de 1878), pág. 178.
Bibliografía
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del territorio manchego (siglos XII-XIII)”. En IZQUIERDO BENITO
y RUIZ GÓMEZ (coords.): Alarcos 1195. Actas del Congreso
Internacional conmemorativo del VIII Centenario de la Batalla
de Alarcos (Ciudad Real, 1995). Cuenca, Servicio de Publicaciones
de la Universidad de Castilla-La Mancha, pp.47-104.
377
La Orden de Calatrava en la Edad Media
378
HERVÁS HERRERA, M.A. y RETUERCE VELASCO, M. (2009): “Calatrava
la Vieja, primera sede de la Orden Militar de Calatrava”. En
MADRID MEDINA y VILLEGAS DÍAZ (eds.): El nacimiento de la
orden de Calatrava. Primeros tiempos de expansión (siglos XII
y XIII), Actas del I Congreso Internacional con motivo del 850
aniversario de la fundación de la Orden de Calatrava, 1158-
2008 (Almagro, octubre 2008). Ciudad Real, Instituto de Estudios
Manchegos, pp. 83-140.
379
La Orden de Calatrava en la Edad Media
380
RODRÍGUEZ-PICAVEA MATILLA, E. (1991): “La Orden de Calatrava en
la Meseta meridional castellana: encomiendas y distribución
geográfica de las propiedades (1158-1212)”, Hispania, 179, pp.
875-899.
381
La Orden de Calatrava en la Edad Media
382
LA FRONTERA MERIDIONAL DEL CAMPO DE CALATRAVA EN LA
SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XII: EL CASTILLO DE PAJARÓN Y LA
DEFENSA DEL PUERTO DEL MURADAL
Jesús Molero García
Universidad de Castilla-La Mancha
RESUMEN
En el presente trabajo se estudia el castillo del Pajarón
(Almuradiel) situado en la vertiente septentrional de
Sierra Morena, próximo a la entrada del puerto del
Muradal. Teniendo en cuenta los materiales arqueológicos
recuperados y su posición estratégica, creemos
poder identificar dicho yacimiento con el castillo del
Muradal, fortaleza que se cita ocasionalmente en la
documentación de la Orden de Calatrava. Se trata de un
castillo eminentemente fronterizo que forma parte de un
conjunto de fortificaciones que defendían y jalonaban los
caminos y pasos que comunicaban el reino de Jaén con La
Meseta y que tuvieron un singular protagonismo en época
almohade.
ABSTRACT
This paper studies the castle of Pajarón (Almuradiel) located
on the northern slope of Sierra Morena, near the entrance
to the port of Muradal. Considering the archaeological
materials recovered and its strategic position, we
estimate that this site can be associated with the castle
of Muradal, a fortress that is occasionally mentioned in the
documentation of the Order of Calatrava. It is an eminently
frontier castle that belongs to a group of fortifications
which were used to defend and mark out the paths and
passageways that communicated the kingdom of Jaen
with La Meseta and which had a special protagonism in
the Almohad period.
383
La Orden de Calatrava en la Edad Media
1. Introducción
384
prospección y estudios de arqueología de la arquitectura, lo
que nos ha permitido plantear nuevas hipótesis, corroborar
o refutar ciertas interpretaciones y superar algunas
contradicciones de los análisis históricos tradicionales.
Pero la investigación arqueológica también puede plantear
nuevas dudas e interrogantes, temas que hay que abordar
desde el debate propio del método científico, siempre en
cuestión y en diálogo continuo con las fuentes, sean escritas o
arqueológicas-materiales.
En el caso concreto que nos ocupa, nos proponemos
estudiar el sector suroriental del Campo de Calatrava, es
decir, la comarca montañosa que forma las estribaciones de
Sierra Morena, en contacto ya con el reino de Jaén. Se trata
de una zona estratégica que cobró singular protagonismo
en la segunda mitad del siglo XII, en virtud de su constitución
como ámbito fronterizo del reino de Castilla frente al creciente
poder almohade. La acumulación de defensas en este sector
de la frontera, no todas citadas en las crónicas y documentos
de la época, prueba el interés de la monarquía y la Orden
de Calatrava por repoblar esta zona tan extrema, y a su vez,
controlar los caminos y pasos que comunicaban las tierras del
Alto Guadalquivir con La Meseta. Entre los distintos enclaves
localizados vamos a estudiar el caso del castillo de Pajarón
(Almuradiel), yacimiento con restos de estructuras y materiales
cerámicos de época plenomedieval que creemos poder
interpretar con el enigmático castillo del Muradal.
385
La Orden de Calatrava en la Edad Media
1 Archivo Histórico Nacional (AHN), Órdenes Militares (OO.MM.), Calatrava, carp. 419,
n.o 41 (Publ. GONZÁLEZ, 1960, II, págs. 915-917).
2 Así lo confirma Alfonso VII en el fuero de la villa de Calatrava (1147), cuando dice
que sus términos son los que “in tempore maurorum eadem habuit villa” (AHN, OO.MM. Reg. de
escrituras de la Orden de Calatrava, I, sign. 1341c. fol. 4; RODRÍGUEZ-PICAVEA, 2000, págs. 846-847).
3 Castillo situado al sur del río Guadalmez, término municipal de Torrecampo
(VALVERDE y TOLEDO, 1987, págs. 275; CABRERA, 1988-1989, págs. 165-167).
4 El castillo de Burgalimar fue identificado en su día por Félix Hernández (1940:
413-436) con el de Baños de la Encina (Jaén), interpretación que ha sido seguida con
posterioridad por otros autores (RUIBAL, 1985). Por su parte, Carlos de Ayala y su equipo han
propuesto como alternativa el lugar de Huertezuelas, en la sierra de San Lorenzo, al sur del
Campo de Calatrava (AYALA et alii, 1991, págs. 67-71). Más recientemente Carlos Gozalbes
(2017) ha situado dicho castillo en plena Sierra Morena, en el cerro de las Tres Hermanas,
cerca de El Centenillo, al norte del término municipal de Baños de la Encina.
386
La plataforma nuclear de la Orden de Calatrava quedaba
pues perfectamente delimitada, al menos teóricamente, en el
último tercio del siglo XII. No obstante, se trataba de un territorio
expuesto y poco poblado, agitado por los vaivenes fronterizos,
donde castillos, torres y otras fortalezas menores iban a tener
un singular protagonismo. En efecto, el primitivo poblamiento
cristiano tuvo por entonces un marcado carácter continuista
y los primeros castillos ocupados por la Orden de Calatrava
fueron casi siempre antiguas fortalezas ganadas al Islam
(MOLERO, 2016). Las más importantes se situaban en el sector
central del Campo de Calatrava, en pleno valle del Guadiana,
controlando pasos o cruces de caminos en las rutas entre
Toledo y Córdoba/Jaén. Son los castillos de Caracuel, Benavente,
Ciruela, Malagón, Guadalerza y Piedrabuena, fortalezas que ya
se citan en la bula confirmatoria de posesiones y privilegios de
la orden hecha por Gregorio VII en 11875.
Todas estas fortificaciones y otras que omiten los
documentos pero de las que tenemos constancia a partir del
registro arqueológico, van a tener una clara función político-
militar, propia de las tierras de frontera. En primer lugar
asegurar el dominio sobre un territorio recién conquistado,
sirviendo de garante a la primera repoblación del mismo.
También se van a constituir en bastiones ofensivos desde
los que lanzar cabalgadas contra territorio enemigo y servir
de puntos de avituallamiento a las grandes expediciones
de conquista. Los castillos se configuran también como
centros de poder político y señorial, no en vano el convento
principal de la orden y las primeras encomiendas
se van a situar en dichas fortalezas. Finalmente se
387
La Orden de Calatrava en la Edad Media
388
de las minas de cinabrio de este lugar7. No obstante, en el último
tercio del siglo XII, en vísperas de la batalla de Alarcos, se asiste
a un mayor interés de la Orden de Calatrava por fortificar y
repoblar los flancos, y en concreto los accesos desde el reino
de Jaén. Es ahora cuando conocemos obras y presencia de
la orden en el puerto de Calatrava, donde se encontraban
los castillos de Dueñas y Salvatierra. Más al sur, los accesos
al puerto del Muradal van a ser defendidos por tres castillos y
otras tantas atalayas, a saber: los castillos de Mudela, Muradal
y Teresa Torres, y las atalayas del cerro de la Cruz, la del molino
del Romo y la Balonguilla, en los términos municipales de
Almuradiel y El Viso del Marqués. Estas fortalezas, de las que no
siempre hay constancia en las fuentes escritas pero sí en el
registro arqueológico, jalonaban el camino hacia el reino de
Jaén desde el Campo de Calatrava y defendían desde el norte
los estratégicos puertos que atravesaban Sierra Morena.
389
La Orden de Calatrava en la Edad Media
Figura 1. Mapa con los principales caminos y fortalezas del Campo de Calatrava en
la segunda mitad del siglo XII. Marcado con un círculo la zona objeto de estudio y las
fortificaciones reseñadas: no 29 Atalaya del cerro de la Cruz; no 30 Castillo de Mudela;
no 31 Atalaya del molino del Romo; no 32 Atalaya de la Balonguilla; no 33 Castillo de
Pajarón (Muradal); no 34 Castillo de Teresa Torres o de las Navas de la Condesa.
390
alcanzado hace ya más de medio siglo por los autores citados,
como apunta acertadamente el profesor Juan Carlos Castillo
(2001) para el mismo tema en el ámbito jiennense.
En el siglo XII la villa de Calatrava seguía siendo
el principal nudo de comunicaciones de toda la región
manchega. De fundación omeya, Calatrava estaba situada
sobre un estratégico vado del Guadiana, a mitad de camino
entre Toledo y las tierras andaluzas, lo que determinó sin duda
su historia futura siendo calificada como una auténtica ciudad
caravanera (RETUERCE, 1994). De Calatrava partían dos rutas
principales: una hacia Córdoba con una doble variante, bien por
Caracuel- Chillón, bien por Almodóvar del Campo; y otra hacia
el Alto Guadalquivir (Úbeda, Baeza, Jaén). Se trataba en ambos
casos de caminos ya existentes en época romano-visigoda,
aunque corregidos en alguno de sus tramos en función de los
intereses políticos y militares que se fueron dando cita en cada
momento histórico.
En época medieval existían varias posibilidades para
pasar de la zona de Andújar y Jaén al Campo de Calatrava,
eso sí, la mayoría eran accesos difíciles por puertos y caminos
angostos. Una ruta, la más occidental, consistía en subir por
el valle del Jándula, estrecho del Chorrillo, junta de los ríos
Fresnedas y Montoro, in y puerto de Mestanza, Puertollano,
Caracuel y finamente Calatrava la Vieja. Se evitaba así el
paso por el puerto de Calatrava, bien defendido por el in El
Mesto y más tarde por los castillos de Dueñas y Salvatierra.
Otra posibilidad era coger la llamada vía de la Plata desde
El Centenillo, cruzar la sierra de San Andrés por el puerto del
Robledo, girar hacia el noroeste por Huertezuelas, La Alameda,
puerto de Calatrava, Almagro y Calatrava la Vieja.
391
La Orden de Calatrava en la Edad Media
8 La tradición dice que el nombre del Puerto del Rey, junto con otros topónimos
similares de la zona como Cerro del Rey, Mesa del Rey, Arroyo del Rey, etc. rememoran
el paso de las tropas coaligadas cristianas al frente de Alfonso VIII por este puerto,
camino de Las Navas.
9 Se trata del cordel de Santiago, denominación local de un ramal de la
cañada Conquense que viene del Campo de Montiel, pasa por la encomienda de
Corral Rubio y finalmente se adentra en Sierra Morena por El Viso.
10 En la actualidad se denomina puerto del Muladar. Sobre este paso
estratégico vid. J. Rodríguez Molina (1988).
11 (AHN, Códices, sign. 833 B, escr. XLIII; Bullarium, págs. 686-687). Las Navas
de la Condesa es un antiguo mojón ya citado en la definición de términos de
Calatrava de 1189. En el siglo XV se documenta una dehesa en este lugar propiedad
de la mesa maestral de la Orden de Calatrava. En la actualidad hay un paraje
conocido como La Nava en el límite entre los términos municipales de El Viso
del Marqués, Torre de Juan Abad y Santisteban del Puerto, éste último ya en la
provincia de Jaén.
392
Ya fuera del Campo de Calatrava, la conexión entre el Alto
Guadalquivir y La Meseta resulta menos complicada. En
primer lugar por la menor altura de las sierras y porque hay
un camino natural que desde Arquillos, Navas de San Juan,
Santisteban, Montizón y Villlamanrique permite ir ganando
altura paulatinamente, lo que posibilita pasar sin grandes
dificultades desde el valle del Guadalimar hasta el Campo
de Montiel (Orden de Santiago). Precisamente por esta ruta
transitaba una de los caminos más antiguos que se conocen,
el llamado camino de Aníbal, cuyo destino final era el Levante
peninsular (JIMÉNEZ COBO, 1997: 193).
393
La Orden de Calatrava en la Edad Media
Figura 2. Cerro del Cuarto de la Venta, con los restos del hisn y castillo de Pajarón o del
Muradal.
394
Podemos distinguir dos niveles de defensas (Figura 3).
En el inferior, situado en el tercio septentrional, se localiza un
muro curvo de mampostería que defiende el núcleo central
de la fortaleza por la cara N/NO. Por este sector hay un fuerte
cortado de rocas que dotan al edificio de una excelente
defensa natural. Hacia el interior, en una cota superior, se
encuentra un muro recto de al menos 6,5 m. de longitud, 1,5
m. de espesor y orientación N.-S. Está fabricado con buena
mampostería cuarcítica parcialmente careada y unida con
argamasa rica en cal. Los mampuestos de la cara externa del
muro son de un considerable tamaño, casi ciclópeos, mientras
que el interior es un conglomerado amorfo de pequeños ripios,
cuarcitas de mediano tamaño y argamasa. Por su situación y
características pensamos que podría tratarse de uno de los
lienzos de una torre central de planta cuadrada o rectangular
(Figura 4).
395
La Orden de Calatrava en la Edad Media
Figura 3. Planta con los restos en superficie del yacimiento de Pajarón (Almuradiel).
Muro perimetral y restos de la torre central.
396
Figura 4. Castillo de Pajarón (Almuradiel). Torre central y detalle de la fábrica.
397
La Orden de Calatrava en la Edad Media
398
desconocida por Rades, es la referencia documental más
cercana a la época en que existió el castillo y por tanto, la
más fiable, como defendió en su día el profesor O’Callaghan
(1963, pág. 496) y más recientemente otros autores (AYALA,
2003, pág. 407). Otra enigmática fortaleza es el llamado
Castel de Dios, del que sólo sabemos que se encontraba
entre el puerto del Muradal y el de Calatrava15. Fue tomado
por los almohades momentos antes de asaltar el castillo de
Salvatierra, en 1211, por lo que podría coincidir con la fortaleza
de Dueñas o con cualquier otra del entorno del puerto del
Muradal16.
Desde nuestro punto de vista parece más plausible
vincular el yacimiento de Pajarón con el castillo de Muradal,
fortaleza que aparece citada de manera ocasional
en las fuentes. Tras sus exitosas campañas por la Alta
Andalucía, Alfonso VII se dedicó a compensar a sus vasallos,
beneficiando entre otros al rey Abd al-Aziz de Baeza con
varias posesiones en el valle del Guadalimar17. En 1156 el
emperador hizo donación a la iglesia de Toledo de los
castillos de “Teresa Torres” y del “Muradal”18. En los años
siguientes las fuentes vuelven a guardar silencio. El cambio
de coyuntura política tuvo que ser determinante: como
15 Así lo refieren los Anales Toledanos I (p. 170). Las fuentes árabes lo denominan
al-Taly (HUICI, 1956, pág. 237). Por su parte M.a P. Maestro los traduce por castillo de la
Nieve (Al-Himyari, Kitab ar-Rawd al-Mi’tar, 1963, pág. 224).
16 En el actual paso de Despeñaperros, al sur de Venta de Cárdenas y junto
a la divisoria entre las provincias de Ciudad Real y Jaén en la sierra del puerto del
Muradal, existe un paraje denominado Casa de Dios que pudiera hacer referencia
a dicha fortificación, aunque no hemos localizado en prospección los restos de la
fortaleza.
17 Contaba por ejemplo con la aldea de Sicar, la aldea y el castillo de Segral y la
aldea de Bailén del Arroyo, con “su torre” (AHN, OO.MM., Reg. de escrituras de la Orden de
Calatrava, IX, sign. 1349c, fols. 35-37).
18 Biblioteca Nacional, ms. 13.093, fol. 171.
399
La Orden de Calatrava en la Edad Media
400
de Calatrava. En 1169, por ejemplo, el maestre Fernando
Escaza reunió a doscientos de a caballo y marchó a “tierra
de Moros... entró por el puerto del Muradal y ganó el castillo
de Ferral” (RADES, ed. 1980: fols. 13v- 17v). En ese mismo año y
en el siguiente hubo otras incursiones calatravas en tierras
jiennenses y cordobesas, acciones de expugnación que
permitían obtener botín y cautivos, pero también asegurar la
frontera. Un poco después, en 1185, el maestre Nuño Perez de
Quiñones asoló las tierras de Andújar obteniendo numerosos
esclavos y ganado (AYALA, 2003, págs. 410).
En este contexto, no es de extrañar que los reyes
incentivaran la repoblación y la defensa de la frontera,
fundamentalmente en los pasos estratégicos de Sierra Morena.
En 1183, el rey Alfonso VIII concede a la orden un privilegio
para crear una dehesa en los términos de la casa/castillo de
Mudela19 y en 1189 el mismo monarca confirma la donación
de la villa de Calatrava a la orden, definiendo sus límites que
llegaban hasta “la sierra del puerto del Muradal” y por tanto
incluían la fortaleza objeto de estudio20. No obstante, el hecho
de que en dicho documento no se cite ni a éste ni a ningún otro
castillo de la zona, nos induce a pensar que por aquel entonces
seguía siendo un territorio extremo y desestructurado21. En
1195 las tropas almohades de Ab Yusuf Yacub atravesaron
el puerto del Muradal y después de pasar a los pies del
401
La Orden de Calatrava en la Edad Media
402
Figura 5. Mapa del siglo XVI con el entorno de la batalla de Las Navas de Tolosa. El
puerto del Muradal estaba guarnecido por el castillo de Pajarón, situado al norte de
la sierra (en el mapa se identifica con Dueñas) y por el de Castro Ferral, al sur (HUICI,
1956, pág. 281).
403
La Orden de Calatrava en la Edad Media
404
esas fechas (c. 1183), a pesar de que el primer comendador
conocido date del maestrazgo de Garci López de Padilla
(1296-1329). En cuanto a El Viso, sabemos que tenía iglesia
en 124526. , pero su población no prosperó y de ahí el citado
privilegio de 1281 a favor de sus vecinos. Posteriormente
(fines del siglo XIII) se fundó Santa Cruz de Mudela, en lugar
distinto al de la antigua sede de la encomienda del mismo
nombre (RODRÍGUEZ-PICAVEA, 1994, págs. 97-99). El resto del
territorio estuvo ocupado por dehesas, como la dehesa de
Almuradiel, adscrita durante el medievo a la mesa maestral
(CORCHADO, 1982, pág.112). Por estos motivos el paisaje de
esta comarca estuvo dominado hasta fecha reciente por
ventas y cortijos, hasta que en 1781 se fundó la localidad de
Almuradiel, en el contexto de las colonizaciones carolinas de
Sierra Morena.
5. Conclusión
25 “Otrossi que ayades deffesa en la vuestra casa de Mudela con todo su termino
para mantenimiento de alguna carne...” Año 1183 (AHN, OO.MM., Calatrava, carp. 427, n.o 166.
Documento inserto en una confirmación de Fernando IV de 1309).
26 Acuerdo entre el arzobispo de Toledo y el maestre de Calatrava sobre derechos
eclesiásticos en la diócesis de Toledo (AHN, Códices, sign. 987 B, fol. 91v- 93v; Bullarium, pp.
78-82).
405
La Orden de Calatrava en la Edad Media
406
Figura 6. Estudio de visibilidad desde el castillo de Pajarón. Radio 5 Km. Elaboración de
SIG: Andrés Ocaña Carretón.
407
La Orden de Calatrava en la Edad Media
Bibliografía
408
AYALA MARTÍNEZ, C. de (2003): Las órdenes militares hispánicas
en la Edad Media (siglos XII-XV). Madrid.
409
La Orden de Calatrava en la Edad Media
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Crónica latina de los Reyes de Castilla, (ed. 1986). Cádiz. Editado
por L. Charlo Brea.
411
La Orden de Calatrava en la Edad Media
412
MOLERO GARCÍA, J. (2003): “Los castillos de Órdenes militares
como agentes de feudalización”. En Os reinos Ibéricos na Idade
Média. Livro de Homenagem ao Profesor Doutor Humberto
Carlos Baquero Moreno, vol. 2. Oporto, pp. 591-598.
413
La Orden de Calatrava en la Edad Media
414
RODRÍGUEZ-PICAVEA MATILLA, E. (1993): “Delimitación de la
frontera occidental y septentrional del Campo de Calatrava
en el siglo XII”, Boletín de Arqueología Medieval, 7, pp. 269-282.
415
La Orden de Calatrava en la Edad Media
416
CONJUNTOS FORTIFICADOS CALATRAVOS Y FRONTERA EN EL
ALTO GUADALQUIVIR: LAS FORTALEZAS COMENDATARIAS DE
MARTOS Y ALCAUDETE.
Juan Carlos Castillo Armenteros*
Universidad de Jaén
RESUMEN
Tras la conquista de las primeras plazas fuertes del Alto
Guadalquivir por los monarcas castellanos, Fernando III
emprende la organización territorial y militar de sus nuevas
posesiones. Por ello, con el objetivo de asegurar y consolidar
estos territorios, entrega a la Orden Militar de Calatrava unas
primeras fortalezas, con las que esta institución conformó un
amplio señorío en el sector suroeste de la actual provincia de
Jaén, con epicentro en la Encomienda Mayor de Martos. Un
espacio complejo y firmemente controlado, muy próximo a
las tierras del Reino Nazarí de Granada, en el que rápidamente
se instaura una compleja estructura ofensivo-defensiva,
tal y como han puesto de relieve diferentes investigaciones
histórico-arqueológicas.
ABSTRACT
After the conquest of the first strongholds of the upper
Guadalquivir by the Castilian monarchs, Fernando III undertakes
the territorial and military organization of his new possessions.
Therefore, with the objective of securing and consolidating
these territories, it delivers to the Military Order of Calatrava
some first strengths, with which this institution formed a large
manor in the southwest sector of the current province of the
Nasrid Kingdom of Granada, in which a complex offensive-
defensive structure is rapidly established, as highlighted
by different historical- archaeological investigations.
417
La Orden de Calatrava en la Edad Media
1. Introducción
418
Y CASTILLO, 1999; CASTILLO Y CASTILLO, 2002; CASTILLO ET ALII, 2010),
modificando con ello sus esquemas de control espacial.
419
La Orden de Calatrava en la Edad Media
420
que la Orden planificara y ejecutara una significativa
labor de fortificación con el objetivo de controlar militar y
administrativamente este amplio espacio fronterizo (AYALA,
1993), erigiendo numerosas atalayas y castillos rurales,
proceso que culminaría con la edificación de sólidas
estructuras defensivas en las cabeceras de las encomiendas,
destacando por su importancia las construidas en la
Encomienda Mayor de Martos (CASTILLO Y CASTILLO, 2003;
CASTILLO ET ALII, 2013b).
421
La Orden de Calatrava en la Edad Media
422
Lopera (CASTILLO ET ALII, 2009; CASTILLO ET ALII, 2013b; DE LA ROSA,
2019), un núcleo rural en el que se construyó una pequeña iglesia
fortificada durante la segunda mitad del siglo XIII (CASTILLO ET
ALII, 2013a). En este marco los conjuntos fortificados se erigieron
en el epicentro de su organización territorial (VILLEGAS, 1991;
AYALA, 1993, 1996, RODRÍGUEZ-PICAVEA, 1994, 2002).
Junto a ellos, en un segundo nivel, y ocupando también
inmejorables posiciones estratégicas nos encontramos con
otras fortalezas, algunas de ellas con un importante pasado
islámico, son los casos de Arjonilla, Torrebençala, Cotrufe,
Locubín, Jimena, Recena; o aquellas otras estructuras
defensivas creadas de nueva planta por la propia Orden
como los castillos de Jamilena (GUTIÉRREZ, 2007, págs. 255-
260, 2009a, págs. 95-99), Higuera de Calatrava, Torrevieja,
también conocido como el Castillejo de Belda, Alcázar, Torre
de García, etc. Por lo general, estos castillos, aunque tienen
plantas diversas, están dotados de un hipotético recinto
amurallado de diversas dimensiones y una gran Torre de
Homenaje, que era utilizada básicamente como residencia
de la guarnición.
Finalmente, los estudios arqueológicos han identificado
numerosas torres que fueron edificadas en enclaves
estratégicos de las demarcaciones comendatarias con el
objetivo de ejercer el control de vías de comunicación, de
diferentes recursos naturales (minas, salinas), puentes, etc.,
o bien para la protección de cortijos y pequeños núcleos
campesinos. Son generalmente torres de planta cuadrada,
que albergan pequeñas dependencias en su interior, es el caso
entre otras de la Torre de Fuencubierta (Torredonjimeno), que
suelen ubicarse en zonas con importantes valores agrícolas.
423
La Orden de Calatrava en la Edad Media
424
4. Los conjuntos fortificados de Martos y Alcaudete
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Fig. 3. Defensas de la Encomienda Mayor de Martos (CANO Y SERRANO, 2009).
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SERRANO, 2009, pág. 73). Asimismo, en este primer perímetro
amurallado se integraba la Torre de Almedina, emplazada en
el extremo sureste. Finalmente sus defensas se completan con
la gran Torre del Homenaje, situada en el sector más occidental
(Fig. 4). Una esbelta estructura de planta cuadrada, organizada
en cuatro niveles, el primero lo conforma un aljibe, al que se
superponen tres estancias, dos de ellas, las intermedias,
cubiertas con bóveda de cañón y otra superior, que utiliza
como cubierta una bóveda vaída sobre pechinas. Frente a ella,
empotrada en el lienzo este del recinto fortificado, se ubicaba
la puerta principal.
Como ya hemos señalado, una de las piezas claves
de este primer espacio amurallado lo conforma la Torre de
Almedina, una compleja estructura de planta cuadrada, que
está siendo objeto de un exhaustivo estudio arqueológico
por parte de un amplio equipo multidisciplinar dirigido por los
arqueólogos JL. Serrano Peña y J. Cano Carrillo. Internamente se
organiza en varias plantas, a su interior se accedía a través de
una puerta doble, dando paso a una gran estancia cuadrada
cubierta con cúpula de media naranja sobre pechinas (CANO Y
SERRANO, 2009, pág. 74) (Fig. 5), que se superpone a una amplia
estancia sótano de planta rectangular excavada en la base
rocosa, que pudo ser utilizada como aljibe. La misma se cubría
con bóveda de cañón de ladrillo, en la que fue practicada
una apertura cuadrangular a modo de brocal por donde era
extraída el agua.
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incrementa las defensas de la zona, estructuras que están
siendo sometidas a nuevas investigaciones arqueológicas.
Sobre la puerta, y para acceder de forma directa al interior de la
Torre de Almedina, se edificó un camino de ronda que partiendo
del adarve que discurre sobre la puerta, penetra en el interior
de la torre discurriendo a modo de pasadizo en paralelo al
aljibe. Junto a ello, dentro de la antigua fortaleza, y ocupando un
espacio colindante con la Torre de Almedina, sobre el aljibe, se
levantó una nueva estancia, que copia su modelo estructural,
consiste en una sala rectangular con cubierta de bóveda de
cañón rebajada con arco fajones (Fig. 5). Desde ese momento
se produce un cambio de funcionalidad en estos espacios,
dejando de ser utilizado como aljibe, para ser destinados como
caballerizas y almacenes (CANO Y SERRANO, 2009, pág. 78).
En el entorno más inmediato de estas dependencias fueron
edificadas otras de cuya existencia ha quedado un fiel reflejo
en las fuentes escritas (tahonas, lagares, bodegas, etc.) (RECIO
Y LÓPEZ, 2002, págs. 79-84).
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Fig. 6. Conjunto Fortificado de la Peña o Fortaleza Alta.
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Tras la conquista musulmana Alcaudete fue conocido
con el nombre de Hisn al-Qabdaq (IBN HAYYAN; 1967, pág. 242;
JIMÉNEZ, 1990; CANO, 1990, pág. 12, 1994, pág. 55), identificándose
como un asentamiento emplazado en la cumbre del cerro
que domina la actual población, y que para su defensa
aprovecharon su acusada orografía, caracterizada por
fuertes pendientes, amplios afloramientos rocosos y tajos
naturales, que configuran una autentica defensa natural, que
pudieron complementar con construcciones simples, como
empalizadas edificadas en tapial de tierra y mampuestos,
con los que se reforzarían los puntos más accesibles,
generado un eficaz sistema defensivo (CASTILLO Y CASTILLO,
2006).
De estas primitivas defensas islámicas (s. VIII – X) no
quedan restos, debido a la significativa reestructuración
que sufre el conjunto defensivo en periodos posteriores,
sobre todo en época almohade (CASTILLO Y CASTILLO, 2006),
llevándose a cabo una intensa reorganización de sus
estructuras de fortificación que mejoraron en gran medida
su capacidad defensiva. Será en este momento, cuando se
crea una cerca o barrera que protege al núcleo de población
que se formó a media ladera (Fig. 7) (CASTILLO Y CASTILLO,
2006, págs. 99-100); mientras que en la cumbre se levantó
un alcázar de planta poligonal (Fig. 7), que pudo reutilizar
algunos elementos de las primitivas fortificaciones y se
adaptó perfectamente a la orografía del terreno, llegando
incluso a aprovechar algunos escarpes naturales como
elementos defensivos. Su construcción procuró salvar el
acentuado desnivel y las irregularidades del terreno gracias
a un cimiento escalonado de mampostería edificado
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La Orden de Calatrava en la Edad Media
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A mediados del siglo XIII y a lo largo del XIV, Alcaudete
se convierte en un enclave de una importancia estratégica
dentro de la frontera con el reino Nazarí de Granada. De tal
manera que a partir de su conquista y posterior cesión a la
Orden Militar de Calatrava en 1246 (RODRÍGUEZ-PICAVEA, 1994),
el organigrama defensivo creado en época almohade fue
reaprovechado a grandes rasgos, aunque se introdujeron
importantes modificaciones.
En este marco la Orden de Calatrava ejecutaría una
serie de actuaciones y reformas que se centraron una nueva
reestructuración de sus elementos defensivos, de tal manera
que se revisten de mampostería las antiguas murallas que
circundaban la población, a la vez que se amplían también el
número de torres que la defendían. Por el contrario, el antiguo
alcázar mantuvo en líneas generales su antigua fisonomía,
aunque sería utilizado como antemuro y basamento de un
nuevo castillo, es decir, en su interior los calatravos edifican una
nueva fortaleza (Fig. 8) (CASTILLO Y CASTILLO, 2003, 2006), ya que
sus estructuras defensivas fueron destruidas y reparadas en
sucesivas ocasiones tanto por musulmanes como cristianos a
medida que unos y otros se fueron adueñándose de la plaza
entre los siglos XIV y XV.
De esta manera las estructuras del alcázar islámico se
transforman en antemuro, a modo de muralla de menor altura
que se adelanta al lienzo principal de la nueva fortaleza cristina,
con el objetivo de mejorar su defensa, mediando entre ellas una
liza. La intención de los calatravos fue simplemente mantener tan
sólo el cimiento de mampostería, derribando o eliminando todos
los paramentos de tapial de los lienzos y bestorres, a la vez que
rebajan la altura de las torres hasta el nivel de cimentación, con el
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Fig. 8. Conjunto defensivo calatravo de Alcaudete
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través de un vano situado en un lateral, construido con
arco de medio punto de ladrillo. Esta estructura más que un
aljibe se puede considerar como una balsa cubierta, ya que
su capacidad de almacenaje era bastante reducida. Se
abastecía de agua de la lluvia que se recogía en la terraza del
cuerpo superior (Cuerpo de Guardia), siendo conducida hacia
su interior a través una conducción de atanores, empotrados
en una roza abierta en el muro Oeste. En los años de sequía,
la única posibilidad de poder almacenar agua en el interior
del castillo, era subirla en toneles o ánforas, traídas por carros,
conducidos hasta las inmediaciones del aljibe donde existe
un embarcadero donde eran descargados estos recipientes
(CASTILLO ET ALII, 2013b).
El segundo se localiza en el área de las caballerizas,
adosado a la entrada de las mismas, está excavado en la
roca, recubriéndose la perforación con muros de mampostería
enlucida con un mortero muy rico en cal y revocada con pintura
de almagra (Fig. 8). Tiene planta rectangular cubierta con
bóveda de cañón de ladrillo, que actualmente ha desaparecido.
El acceso a su interior se hacía a través de un pequeño pozo
abierto en la bóveda en uno de sus extremos. El sistema de
captación de agua consistía en recoger el agua de lluvia que
caía sobre la cubierta de la sala capitular, así como del claustro,
para conducirla a través de atanores, hasta unas profundas
arquetas de decantación, donde el agua por rebosadero,
penetraba limpia en la cisterna (CASTILLO ET ALII, 2013b).
Como hemos indicado, en la terraza superior se
erigieron los espacios y edificios más representativos.
El más amplio se emplaza en el extremo noroeste y se
corresponde con el patio o plaza de armas, consiste
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Colindando con el Claustro, y emplazándose sobre el
lienzo meridional se erigió un edificio de planta rectangular,
que se adapta perfectamente a los significativos desniveles
del terreno, circunstancia que favoreció su organización en dos
niveles (Fig. 8). El inferior o caballerizas lo conforma una sala
resultante de apoyar sobre el lienzo Sur y la caída de la roca de la
terraza superior, una bóveda de cañón de ladrillo, dando lugar a
un semisótano, a cuyo interior se accedía a través de una puerta
formada por un arco de ladrillo que cobija otro arco de medio
punto rebajado. Para la iluminación y ventilación de la estancia
se abren cinco aspilleras alargadas con abocinamiento interno
en el lienzo Sur y una pequeña en el oeste. La pavimentación
de esta sala se trazó a partir de una gruesa capa de mortero
de cal que nivelaba las diferentes irregularidades del terreno,
llegándose incluso en algunos puntos a recortar la roca para
ganar amplitud. Junto a la puerta de este edificio se adosó una
pequeña pileta donde abrevarían los animales. El nivel superior
lo formaba la gran Sala Capitular – Refectorio (Fig. 8), a la que
se accedía directamente desde el Claustro gracias a un gran
vano, que dejaba paso a una estancia rectangular, diáfana,
que fue cubierta con un artesonado, del cual no conservamos
elementos, desarrollando sobre el mismo una amplia terraza,
que facilitaba, como ya hemos señalado, la captación del agua
de lluvia y su conducción hasta el aljibe mayor. La estancia,
estaba comunicada directamente con el adarve del lienzo
meridional a través de una puerta que a demás facilitaba su
iluminación y ventilación, función que era complementada
por otras dos ventanas. Las intervenciones arqueológicas han
permitido documentar la configuración del pavimento original,
de baldosas de adobes, así como la huella dejada en este
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escalera muy estrecha, interrumpida a medio camino por una
pequeña puerta que cerraba el tránsito. Una vez alcanzada la
altura en la que se situaba el vano de acceso al interior de la
primera planta, había que salvar un rellano conformado por un
cadalso o balcón volado, que fue construido con una estructura
de madera, definiendo una plataforma retráctil. Internamente
se organizaba en tres plantas. La primera fue utilizada como
almacén- aljibe, accediéndose desde el interior de la torre, para
tal fin se empleó una trampilla practicada en la bóveda de
cañón con la que se cubre, y sobre la que se dispone la primera
planta o nivel intermedio. En su interior localizamos un espacio
rectangular iluminado por un pequeño vano a modo de aspillera,
y en el que se dispone adosado a sus muros perimetrales un
banco continuo de ladrillo, que servía para colocar los diferentes
recipientes de almacenaje. De igual modo, en sus paramentos se
aprecian mechinales o huellas de rollizos de madera, los cuales
debían de articular algún sistema de estantería o entresuelo,
donde disponer los alimentos y productos que se podían ver
afectados por la humedad del agua que en determinadas
ocasiones pudo verterse sobre el suelo de la sala, cuando
accidentalmente era también utilizada como aljibe. El agua de
lluvia recogida en la terraza de la torre era canalizada mediante
un conducto de atanores embutido en uno de sus muros, y
depositada en el suelo de la estancia, preparado a modo de
balsa para tal fin, para lo cual fue revestido con una gruesa capa
de mortero de cal. En la planta central se emplazó la puerta
de acceso al interior de la torre, configurando una estancia
que fue utilizada como zona de tránsito, ya que facilitaba la
conexión con las demás dependencias. Estaba cubierta por
una bóveda de cañón de ladrillo, e iluminada y ventilada por dos
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446
Bibliografía
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La Orden de Calatrava en la Edad Media
RESUMEN
En el presente trabajo abordaremos de manera general
las características que presenta la franja fronteriza nazarí,
centrándonos en las innovaciones materiales y los nuevos
edificios que la separan de las estructuras castrales
andalusíes previas así como los agentes que en nuestra
opinión explicarían su aparición.
ABSTRACT
In this paper we will present in a general way the
characteristics of the Nasrid border, focusing on
the material innovations and the new buildings that
differentiate it from the previous Andalusian castles as
well as the agents that in our opinion would explain its
appearance.
Introducción
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en el extremo occidental que tuvo que hacer frente a otras
entidades políticas vecinas bien distintas. En este caso a
los reinos cristianos peninsulares. Estas sociedades vecinas
además de no profesar la religión musulmana, eran, por
tanto, infieles para el Islam desde el punto de vista religioso,
presentaban una estructura y organización social y
económica que difería de manera patente de la andalusí, lo
que dio lugar a la formación de una realidad fronteriza más
o menos definida desde las etapas tempranas de al-Andalus.
La frontera era ya reconocida y percibida como un espacio
con características particulares desde la etapa temprana de
al-Andalus cuando ya aparece reflejada en las fuentes, como
ocurrió en otras regiones de dar al-Islam, especialmente
en Oriente, bajo la denominación de targ/tugur que debía
contener ciertas connotaciones organizativas específicas
(MANZANO MORENO, 1991, págs. 30-69).
La frontera así observada fue el resultado de la
contraposición de dos sociedades distintas, opuestas
y enfrentadas. Sin embargo, como ocurre en muchos
otros aspectos de las sociedades del pasado, tendemos
a interpretar la sociedad andalusí en su conjunto, y de
manera particular el hecho fronterizo, desde parámetros
actuales. Desde la perspectiva de estados nacionales
sólidos y homogéneos como los de hoy día. De este modo
aparece la frontera medieval, y en concreto la andalusí,
como un fenómeno plenamente constituido que separa
dos realidades claramente contrapuestas, sin matices. No
reconoce, por ejemplo, la existencia de elementos híbridos
o comunes, ya sea a nivel ideológico, político, económico o
social, compartidos entre las sociedades existentes a ambos
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impulsos han aumentado el caudal de información y de
instrumentos interpretativos sobre este tipo de yacimientos.
El primero de ellos fue llevado a cabo por estudiosos
procedentes del ámbito de la Historia del Arte o incluso de la
Arquitectura. Estos trabajos se ocupaban esencialmente de
las características arquitectónicas de estos asentamientos,
especialmente si habían sido escenario de algún
acontecimiento reseñado. Desde obras ya clásicas, realizadas
a veces por eruditos o viajeros, eruditos con un importante
caudal informativo procedente de distintos archivos
(PILLEMENT, 1953; PAZ Y ESPEJO, 1911-1912; GÁMIR SANDOVAL, 1956;
ALCOCER MARTÍNEZ, 1941), hasta obras más recientes, mucho
mejor documentadas sin duda, pero con afán compilatorio
(PAVÓN MALDONADO, 1999). Obras que han aportado riquísimas
informaciones sobre estos asentamientos, incrementado
el conocimiento histórico-arqueológico de las diferentes
etapas andalusíes. En todo caso, hay que señalar que algunas
obras deben destacarse por sus aportaciones más allá del
ámbito arquitectónico de estos recintos o de su aparición
en la documentación escrita como escenario de algún
acontecimiento fronterizo, apuntado ciertas ideas sobre su
significado y complejidad. Los trabajos de Henri Terrasse y de
Leopoldo Torres Balbás son especialmente interesantes en
este sentido (TERRASSE, 1954; TORRES BALBÁS, 1949).
Otro gran momento de desarrollo se debe, sin lugar a
duda, a los trabajos llevados a cabo por la que podríamos
denominar la “Escuela Francesa”, desde la institución de la
Casa de Velázquez en Madrid. Imbuida por los principios
renovadores de la Escuela histórica francesa de los Annales,
en su segunda generación, y por el impacto que supuso la
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La Orden de Calatrava en la Edad Media
466
sino que se concentran, por el contrario, en las regiones
de fuerte densidad demográfica. Tampoco dejan de ser
piezas de la organización estatal, como acabamos de
ver a propósito de los alcaides y de la posible función de
la celoquía”(GUICHARD, 2001, pág. 289)
467
La Orden de Calatrava en la Edad Media
468
por incursiones corsarias o cristianas: franjas costeras, vastas
zonas agrícolas abiertas y cercanas a la frontera.
Esfuerzo de comprensión tipológica posteriormente
completado por P. Cressier, distinguiendo diferentes clases de
establecimientos castrales (CRESSIER, 2004).
En todo caso, el modelo presentado por estos
investigadores, a pesar de comportar una gran fuerza
explicativa de carácter global, presentaba sin embargo
características rígidas y estáticas. Fue M. Acién quien en primer
lugar mostró esta circunstancia, tanto sobre los asentamientos
fortificados de primera época andalusí, como sobre los más
tardíos, los que con mayores dificultades encajaban en el
modelo explicativo de estos autores. Su propuesta se basaba
en la presentación de una secuencia más diversificada y
dinámica en el tiempo, contemplando una evolución entre los
edificios castrales iniciales y su función, hasta los nazaríes (ACIÉN
ALMANSA, 1989; 1995; 1999). Los castillos nazaríes, sin embargo,
fueron tratados de manera más general, sin profundizar en la
problemática arqueológica que presentaban cada uno de los
asentamientos.
Ha sido A. Malpica quien ha trabajado de manera más
exhaustiva en estos conjuntos presentando un esquema más
acabado (MALPICA CUELLO, 2000).
Ambos, en sus trabajos recogían algunos aspectos ya
señalados por autores que le precedieron, como H. Terrasse y L.
Torres Balbás, quien señalaba que estos castillos presentaban
una técnica constructiva particular. Éste último señaló que en
estos castillos.
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470
de este período de dos elementos destacados, el acceso al
recinto que se realizaba a través de una torre del circuito
murario, la denominada Torre Puerta, y el desarrollo
de las Torres del Homenaje. En rigor ni una ni otra eran
desconocidas, ya que se constatan algunos ejemplos en
etapas precedentes, especialmente en época almohade,
pero destaca su presencia casi generalizada en las fortalezas
fronterizas nazaríes.
Muchos autores han considerado que el desarrollo
de este elemento se debió a la influencia ejercida por las
fortificaciones al otro lado de la línea fronteriza,
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La Orden de Calatrava en la Edad Media
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pues suponía su supervivencia, explican muchas de estas
novedades. El poder del estado nazarí quedó sin duda impreso
en las murallas, los distintos recintos y nuevos elementos de
las fortalezas fronterizas nazaríes.
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Fig. 1. Vista aérea del Castillo de Moclín en donde se observan sus dos recintos
(Granada)
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en marcha un programa de reforzamiento de las fortalezas
fronterizas, siguiendo un texto de Ibn al-Jatīb (ARIÉ, 1992, pág
227). Algo más tarde se asoció con acierto este programa con
los nuevos muros de mampostería que aparecían en aquellas
fortalezas (ACIÉN ALMANSA, 1999) (Figs. 1 y 2).
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La Orden de Calatrava en la Edad Media
476
de una estrecha torre con acceso interno acodado, lo que
dificultaba el tránsito de un lugar al otro. Con ello se muestra
también un cierto alejamiento entre el grupo campesino
que ocupaba la villa, y el grupo asentado en la alcazaba. Las
intervenciones arqueológicas llevadas a cabo en Moclín han
mostrado con claridad el modo en que el acceso a la alcazaba,
inicialmente directo y protegido por dos torres macizas de
tapial de los siglos XI y XII, se inutilizaría, rodeándolo con una
muralla avanzada en donde se enclavaría una torre puerta,
que debió permitir la entrada por su interior a través de un
camino acodado (GARCÍA PORRAS, 2014). El tránsito entre
un recinto, la villa, y otro, la alcazaba, quedaba físicamente
dificultado, limitando el contacto entre ambos espacios y sus
habitantes.
Es probable además que estos nuevos alcaides
asumieran funciones anteriormente poco habituales y se
comprometieran de manera directa en la gestión de estos
territorios fronterizos, no sólo en términos militares, lo que parece
más ajustado al espacio fronterizo en donde se encuentran
enclavadas estas fortalezas. Posiblemente intervinieron en
funciones civiles de distinto tipo, lo que explicaría la presencia
de nuevos edificios construidos con este fin (FÁBREGAS GARCÍA,
2016). Las denominadas torres puertas, presentes en varias
fortalezas fronterizas, por su carácter monumental parecen
cumplir además de una función de defensa del acceso al
castillo con cuerpos de guardia, matacanes, etc, ciertas tareas
civiles. La presencia, como es el caso de Moclín, de símbolos
vinculados al rey granadino, parece confirmarlo. De hecho,
hay quien las ha interpretado como Bāb al Šarī’a o Torre de
la Justicia similares a la emplazada en la Alhambra (ACIÉN
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Fig. 4. Vista panorámica del castillo de Moclín. En la zona superior izquierda, la torre del
homenaje
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con mampostería, siguiendo un modelo similar al atribuido al
programa puesto en marcha por Muhammad V, y coronada
con una azotea almenada (Fig. 5).
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del Bordonal (MALPICA CUELLO, 1996) o Margena (PEDREGOSA
MEGÍAS, 2011), en el interior del reino parecen estar asociadas
a asentamientos rurales y vinculados a sus habitantes, otras,
con características residenciales destacadas y técnicas
comparables a las empleadas en las villas fronterizas
nazaríes (mampostería ordenada en hiladas) parecen
mostrarnos una realidad social diferente, aún por aclarar.
Este podría ser el caso de la Torre de Agicampe, en
Loja, en donde encontramos inserto en un conjunto de
asentamientos rurales (alquerías), un edificio de planta oval
compuesto por dos plantas y azotea, las características
constructivas de la segunda planta parecen recordar a las
propias de otros espacios residenciales de cierta importancia.
El acceso a la torre se realizaba por este piso ascendiendo
a través de una escalera y mediante un vano con jambas
y dintel de piedra (GARCÍA PULIDO, 2013). Desde aquí se
accedía a la planta inferior y a la azotea. Las intervenciones
arqueológicas realizadas en los alrededores de la torre denotan
la existencia de estructuras probablemente dedicadas al
almacenamiento de la producción agrícola de los campos
del entorno, aunque este extremo está por confirmarse.
A modo de conclusión
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