JURISPRUDENCIA

CONSTITUCIONAL

La dignidad como fundamento del derecho

a la eutanasia en pacientes con enfermedad incurable,
terminal y degenerativa en el Perú
Dignity as the foundation of the right to euthanasia
in patients with incurable, terminal, and degenerative
diseases in Peru

Edward Ronald Pandal Campos*

Resumen: En el presente artículo, el autor realiza un análisis exegético acerca de la dignidad como funda-
mento del derecho a la eutanasia. Para ello, delimita el concepto de eutanasia en sus tres dimensiones:
normativa, cultural y sociológica. Por otro lado, el autor realiza una delimitación dogmática, a través de
lo recaído en la jurisprudencia del Alto Tribunal, así como abordar la relación que existe entre la eutanasia
y la dignidad. Finalmente, concluye que la eutanasia se debe aplicar normativamente, despenalizándola
e implementándola en las personas que padecen enfermedades incurables, terminales y degenerativas.
Abstract: In this article, the author makes an exegetical analysis about dignity as the foundation of the right to
euthanasia. For this, he delimits the concept of euthanasia in its three dimensions: normative, cultural and sociolo-
gical. On the other hand, the author carries out a dogmatic delimitation, through the relapses in the jurisprudence
of the High Court, as well as addressing the relationship that exists between euthanasia and dignity. Finally, he
concludes that euthanasia must be applied by law, decriminalizing it and implementing it in people suffering from
incurable, terminal and degenerative diseases.

Palabras clave: Eutanasia / La dignidad como fundamento / Dimensión normativa / Enfermedad incurable
Keywords: Euthanasia / Dignity as a foundation / Normative dimension / Incurable disease
Recibido: 24/05/2023 // Aprobado: 25/05/2023

* Doctor en Administración y magíster en Derecho Notarial y Registral por la Universidad Inca Garcilaso de la
Vega.

142 pp. 142-156 • ISSN 1812-9587 • JUNIO 2023 • Nº 297 | DIÁLOGO CON LA JURISPRUDENCIA

INTRODUCCIÓN
El derecho fundamental a la dignidad, en
nuestra sociedad peruana, se desarrolla y
sustenta en el paradigma del Estado consti-
tucional del Derecho, la Constitución Polí-
tica vigente del año 1993, en su artículo pri-
mero, establece “La defensa de la persona
humana y el respeto de su dignidad son el
fin supremo de la sociedad y del Estado”, y
en su artículo segundo, inciso 2, establece
que toda persona tiene derecho: A la vida, a
su identidad, a su integridad moral, psíquica
y física y a su libre desarrollo y bienestar.
El concebido es sujeto de derecho en todo
cuanto le favorece, bajo este marco norma-
tivo, las acciones de la sociedad y el Estado
están orientadas a velar por el respeto y la
dignidad de la persona humana, dignidad
humana que es el fundamento de la ética
pública, como paradigma político y jurídico
del Estado peruano.
Es así como la dignidad humana se presenta
como el fin supremo de los valores políti-
cos y jurídicos de la ética pública, y de los
principios y derechos que de ellos derivan;
los proyectos y planes de vida de la persona
que integra la sociedad peruana, en bús-
queda del fin supremo que es el derecho
a la dignidad, donde el Estado ofrece una
vida digna al ciudadano, sin embargo, exis-
ten aspectos donde el Estado no es garante
de esta vida digna, como es el caso de las
personas con enfermedades oncológicas,
terminales y degenerativas, que padecen
sufrimiento y dolor, surge el tema de la
eutanasia, como una manifestación autó-
noma y libre del ciudadano que padece
sufrimiento, para acceder a la tutela de su
derecho a una muerte digna.
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Sin embargo, pese a la trascendencia del indi-
cado derecho fundamental, la misma que
exige y obliga al Estado a ser garante, nues-
tro país, penaliza la eutanasia, tal como se
encuentra tipificada en el artículo 112 del
Código Penal donde establece taxativamente
sobre el homicidio piadoso, que el que, por
piedad, mata a un enfermo incurable que
le solicita de manera expresa y consciente
para poner fin a sus intolerables dolo-
res, será reprimido con pena privativa
de libertad no mayor de tres años, y, por
otro lado, el artículo 113 establece que el
que instiga a otro al suicidio o lo ayuda a
cometerlo, será reprimido, si el suicidio se
ha consumado o intentado, con pena priva-
tiva de libertad no menor de uno ni mayor
de cuatro años.
El presente artículo tiene como objetivo des-
cribir las razones jurídico dogmáticas (Rodrí-
guez, J. y Chávez, D., 2020), que presentan a
la mencionada norma penal contenida en el
Código Penal, artículos 112 y 113, como una
grave afectación al derecho a la dignidad,
donde, la ineficiencia del Estado no puede
ser fundamento para la vulneración del dere-
cho a una muerte digna, ni para privar a los/
as peruanos/as de una regulación idónea sobre
esta materia, siendo necesario visibilizar el
tema en espacios de representación y exigir
al Estado su adopción legal, proponiendo un
enfoque mixto, donde el derecho a la digni-
dad con la aplicación de la eutanasia tendrá
un enfoque preponderantemente cualitativo,
en lo referente a su alcance dogmático jurí-
dico, sociológico y terapéutico, siendo contras-
tados estadísticamente mediante el enfoque
cuantitativo en lo referente a la valoración de
casos estadísticamente cuantificables, las mis-
mas que contrastadas, permitirán, sustentar
143

La fuente principal que
respalda todos los derechos
civiles y políticos de la persona
es el principio de la dignidad,
la Constitución en su artículo
primero, establece que la
defensa de la persona humana
y el respeto de su dignidad son
el fin supremo de la sociedad y
del Estado.
la fundamentación para una propuesta de
reforma sostenida y realística, que responda
al problema1.
I. ANÁLISIS
1. De la eutanasia y su delimitación
conceptual
Para empezar, Velásquez (2018) en su tesis,
refiere lo siguiente:
La eutanasia se convierte en posibilidad,
pues al ser definida como muerte digna,
es el derecho que pone límite a la conti-
nuación de la vida sumida en situacio-
nes extremas de enfermedad; desde este
derecho, se reconoce que en tales cir-
cunstancias no puede ser una obligación
vivirla (…) una muerte digna permite
sopesar al enfermo terminal las razo-
nes que fundamentan el sentido de su
particular existencia (…) puede ser una
1 Caso emblemático de Ana Estrada, Acción de Amparo ante el Décimo Primer Juzgado Constitucional,
expediente N° 00573-2020-0-1801-JR-DC-11, a favor de Ana Estrada contra el Ministerio de Justicia, Ministerio
de Salud, y el Seguro Social (EsSalud).
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alternativa para muchas personas que
se encuentran inmersas en situaciones
de dolor físico y aflicción causados por
enfermedades terminales. (p. 7)
En ese sentido, la eutanasia se constituye
como una posibilidad, para poner fin a la
vida en pacientes con enfermedades dolo-
rosas con pronóstico de muerte inminente,
facultando al enfermo decidir voluntaria-
mente su situación existencial. La delimita-
ción expuesta, puede apreciarse, lógicamente
dependiendo el alcance con el que se le mire,
por ello, para los fines del presente podemos
contemplar a la eutanasia dentro de su dimen-
sión normativa, cultural, sociológica.
1.1. Dimensión normativa
Ahora bien, García (2020) en su tesis refiere
lo siguiente:
La dignidad es la fuente y el origen de
todos los derechos humanos, es una cua-
lidad especial que corresponde a cada
persona, por ello siempre debe ir unida
a los principios de justicia e igualdad,
la dignidad humana es la exigencia que
hace que tanto los derechos civiles y
políticos como los prestacionales sean
derechos humanos. (p. 99)
Efectivamente la fuente principal que respalda
todos los derechos civiles y políticos de la per-
sona es el principio de la dignidad, la Consti-
tución en su artículo primero, establece que la
defensa de la persona humana y el respeto de
su dignidad son el fin supremo de la sociedad
y del Estado, de este articulado podemos apre-
ciar la superlativa importancia que implica la
integridad y el bienestar del ser humano en

nuestra constitución, donde en el inciso pri-
mero del artículo segundo señala claramente
que toda persona tiene derecho a la vida, a su
integridad moral, psíquica y física así como a
su libre desarrollo y bienestar.
Concordante con el lineamiento expuesto,
el Código Penal peruano en su artículo 112,
homicidio piadoso, establece que: “El que,
por piedad, mata a un enfermo incurable
que le solicita de manera expresa y cons-
ciente para poner fin a sus intolerables dolo-
res, será reprimido con pena privativa de
libertad no mayor de tres años”. Nótese que el
tipo penal, establece el presupuesto de incu-
rabilidad de la enfermedad, no obstante,
no hace alusión a la mortalidad.
Bajo este contexto, Pinillos (2020), refiere, a
continuación:
La Constitución Política del Perú en sus
artículos 1; 2 y 24, nos menciona el fin
supremo del estado es proteger la dig-
nidad de la persona, como ente supe-
rior, por esto, entendemos que el Estado
peruano protege el derecho a la vida
del ciudadano, pero siempre y cuando
tenga dignidad, pero cuando hablamos
de pacientes en fase terminal o paciente
con alguna enfermedad incurable los
cuales conllevan a tratamientos invasi-
vos y dolorosos los cuales no les permite
vivir dignamente (…). (p. 9)
Adviértase, que el paciente con enfermedad
dolorosa, incurable y conducente a la muerte,
no está teniendo una vida digna, por ello es
fundamental que la persona libre y volun-
tariamente determine, la forma y procedi-
miento, que le permita dar fin a su existencia
dolorosa y de sufrimiento, que no le permiten
el disfrute de una vida digna. Pinillos (2020),
además refiere que:
La persona que sufre de una enfermedad
grave no tiene mucho tiempo de vida,
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no podrá avanzar y solo podrá mante-
nerse con vida limitada, una vida que se
le conoce un tope a corto plazo y se sabe
el desenlace, por otra parte, el dolor que
infringe la enfermedad en el paciente y
los dolores se vuelven insoportables, por
esas bastas razones no se le puede negar
un derecho a una muerte digna donde
tenga alternativa y pueda tener una mejor
muerte, como tal vez lo haría una per-
sona por muerte natural (…). (p. 29)
Nótese, que si bien es cierto que, normati-
vamente , el Estado protege el derecho a la
vida, se evidencia, que no existe dignidad
en la medida en que exista sufrimiento en
aquellas personas que padezcan enfermeda-
des incurables degenerativas y/o intratables
por la ciencia médica como son las enferme-
dades oncológicas en fase terminal, situación
que decanta las capacidades físicas de la per-
sona, generando total dependencia, y de esta
manera limitándose su derecho a la dignidad;
los fundamentos establecidos en la Constitu-
ción, favorecen la aplicación de la eutanasia
en el Perú, ya que ningún derecho es abso-
luto, teniendo en consideración que el fin
supremo es la persona.
1.1.1. Derecho Comparado
La eutanasia activa, es legal únicamente en
Holanda desde 2002, se aplica a enfermos
con dolor insoportable e irreversible y es el
paciente quien debe pedirla a su médico, que
está obligado a consultar con otro antes de
decidir. En Bélgica, similar a Holanda, tam-
poco hay un control previo y solo se necesita
el visto bueno de dos médicos, a diferencia
de la ley holandesa, la eutanasia puede apli-
carse a cualquier edad, mediando consenti-
miento paterno, y también incluye casos de
sufrimiento psíquico irremediable, Luxem-
burgo, desde 2009, la persona que solicita
la eutanasia o el suicidio asistido debe tener
una aflicción grave, incurable e irreversible
145
que provoque un sufrimiento físico o men-
tal insoportable.
Por otro lado, en España, el 18 de marzo de
2021, el Pleno del Congreso aprueba despe-
nalizar la eutanasia y la reconoce como un
derecho individual, se puede prestar solo
a mayores de edad, en condiciones plenas,
que tengan una enfermedad grave o sufri-
miento intolerable y que hayan expresado su
voluntad de morir. En Canadá, el Tribunal
Supremo de este país reconoció el derecho
a la muerte digna y voluntaria en 2015. En
Colombia, desde 2015, la eutanasia es legal
para enfermos mayores de edad en fase ter-
minal con patologías oncológicas o no onco-
lógicas que la soliciten, ejerciendo su capa-
cidad de decisión de manera verbal o escrita.
Asimismo, Nueva Zelanda, primer país en
legalizarla por referendo en octubre de 2020.
Entrará en noviembre de 2021 y permite que
un médico administre una droga letal a un
adulto al que le quede un máximo de seis
meses de vida y sea víctima de una enfer-
medad terminal insufrible, siempre que el
paciente lo haya solicitado de forma cons-
ciente y voluntaria; Alemania, en 2015, lega-
lizó el suicidio asistido siempre que se practi-
que por motivos altruistas; en Estados Unidos
la eutanasia es ilegal, pero en algunos de sus
estados como California y Montana dejan
abierta las puertas a la muerte asistida en
pacientes terminales, de la misma manera,
en Washington, Oregón y Vermont, se con-
templa el suicidio asistido basándose en el
fundamento legal que reconoce el derecho a
decidir de las personas.
En Australia la eutanasia activa es legal en
el estado de Victoria desde junio de 2019,
mientras en otras zonas del país se uti-
liza la eutanasia pasiva. En 1996 el Parla-
mento del Territorio Norte también la reguló,
pero el Parlamento Federal lo derogó al año
siguiente; la eutanasia pasiva se aplica en
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La constitucionalidad de la
eutanasia, parte de la premisa
que se encuentra amparada
por el derecho a la dignidad
humana y el derecho a la
autonomía individual de la
persona.
México donde el Senado aprobó, en 2008,
una reforma de ley que permite que los enfer-
mos terminales puedan solicitarla legalmente.
En Argentina, el paciente o sus familiares o
representantes legales si este está impedido
para hacerlo, pueden rechazar tratamientos
que prolonguen artificialmente la vida.
Por su parte, en Chile la ley que regula los
derechos de los pacientes recoge el concepto
de consentimiento informado, que incluye la
posibilidad de rechazar el tratamiento cuando
el paciente se encuentra en estado terminal.
En la India el Tribunal Supremo reconoció,
en 2018, el derecho a rechazar medios arti-
ficiales que prolonguen la vida a enfermos
terminales. En Francia, desde 2016, la ley
permite a los médicos mantener sedados a
los pacientes terminales hasta su muerte. En
Corea del Sur, el 2008, un tribunal consin-
tió a los familiares de una mujer de 75 años
en estado vegetativo su desconexión de las
máquinas que la mantenían con vida. Suecia,
la muerte del paciente en situación irrever-
sible se realizó suspendiendo el tratamiento
médico. En Finlandia, la muerte del paciente
en situación irreversible se realizó suspen-
diendo el tratamiento médico.
Asimismo, en Noruega, la muerte del
paciente en situación irreversible se realizó
suspendiendo el tratamiento médico. Reino

Unido, el Tribunal Supremo eliminó la nece-
sidad de un permiso legal para retirar el tra-
tamiento de un paciente en estado vegetativo
en 2018, siempre que los médicos y los fami-
liares estén de acuerdo.
A nivel regional, Colombia es el único país
que a partir del 2015, permite la eutanasia
activa, fue Ovidio Gonzales el primer colom-
biano en someterse a la eutanasia.
Sobre la despenalización de la eutanasia,
Montoya (2020) señala:
La dignidad del paciente terminal, dada
su condición de inferioridad e incapa-
cidad de lograr realizar algún tipo de
acciones tendientes al mejoramiento y/o
descanso de su sufrimiento, muestra que
la conexión existente entre esta y los
demás derechos son imposibles de dese-
char en cualquier ser humano, ya que
se encuentran estrechamente ligados no
solo con el ser, sino con la premisa supe-
rior de dignidad humana. (p. 76)
Nótese, que, para el caso de la eutanasia
aprobada legalmente en Colombia, Montoya
refiere, que aquellos pacientes en condiciones
de salud terminales, sin capacidad de mejora,
con pronósticos de muerte ineludible y en un
periodo de tiempo relativo, con sufrimiento
físico y sicológico, demuestran una conexión
con el derecho a la dignidad humana, cone-
xión, imposible de ser ignorado y descartado.
Por otro lado, Portella (2019), establece que
“la constitucionalidad de la eutanasia, parte
de la premisa que se encuentra amparada por
el derecho a la dignidad humana y el dere-
cho a la autonomía individual de la persona”
(p. 6). Asimismo, Portella refiere, citando a
Maestre y Romero, que la “eutanasia activa
no debe despenalizarse ya que de hacerlo se
le estaría dando un carácter secundario al
derecho a la vida (…)” (p. 9). Respecto a la
tesis elaborada por Portella, observamos que
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se resalta la importancia de la autonomía y
la dignidad humana como principios recto-
res que constituyen la base fundamental que
ampara su constitucionalidad; sin embargo,
se estaría poniendo en un segundo plano el
derecho a la vida.
Por su parte, Espinoza (2014), señala al
respecto:
En Europa la práctica de la eutanasia fue
aprobada en Holanda, Bélgica y Luxem-
burgo, siempre que fuera practicada por
los médicos y no por otro profesional
sanitario o persona cercana al paciente,
en Suiza la eutanasia como tal no está
contemplada en la ley, pero sí el suicidio
asistido. (p. 12)
Particular concepción sobre la eutanasia
encontramos en Chávez y Rodríguez (2019),
quien refiere que:
La eutanasia, en el Perú, no solo implica
modificar nuestro Código Penal, sino
también, las normas que rigen el compor-
tamiento médico, toda vez que, los médi-
cos tienen como principal función velar
por el bienestar de su paciente lo que ellos
entienden alargar la vida de los pacientes
lo más que puedan, ¿pero para el paciente
esto es vida?, por lo que, este tema no solo
atañe al ámbito médico sino jurídico y
también implicancias en el ámbito social,
cultural, económico (…). (p. 114)
Chávez, en su tesis, plantea que la muerte
digna es un derecho de las personas, por lo
que legalmente debe ser adoptada, legalidad
que implica, también su implementación res-
pecto al médico y demás personas con cali-
ficación técnica para la ejecución de la euta-
nasia. Asimismo, Parreiras y Cafure (2016),
establecen lo siguiente:
En el año 2015, el tema de la muerte asis-
tida fue ampliamente difundida por los
147
 medios del mundo después de que el pri-
mer caso de la eutanasia legal haya sido
realizado en Colombia. Actualmente, el
suicidio asistido está permitido en cua-
tro países de Europa occidental: Países
Bajos, Bélgica, Luxemburgo y Suiza
(…), La cuestión de la muerte asistida
es amplia y multifacética; el análisis de
los datos de los países presentados debe
considerar aspectos históricos, religio-
sos, socioeconómicos y culturales pro-
pios (…). (p. 355)
En otras palabras, Parreiras y Cafure (2016)
plantean en el artículo de revisión que la
muerte es un derecho, que genera mucha
polémica y diversidad en su aplicabilidad,
se dio el primer caso en el año 2015 en
Colombia, teniendo un efecto en cuanto a
su discusión y debate para su aplicabilidad
en el resto de países, su aplicación se viene
dando en países de la Europa Occidental,
las mismas que presentan características y
particularidades singulares, todas ellas en
función de su historia, cultura, costumbre,
religión y sobre todo respecto a su realidad
socioeconómica, refieren los autores sobre
el incremento de la discusión conciencia
acerca de la finitud humana, abriendo espa-
cio para el desarrollo oportuno y favorable
de servicios de cuidados paliativos, y esti-
mulando la reflexión de importantes cues-
tiones bioéticas. Por otro lado, Rodríguez
(2016) refiere:
La Constitución ecuatoriana se caracte-
riza por ser protectora de los derechos
humanos y garantista del efectivo goce
de los mismos, con principios de auto-
nomía, dignidad, igualdad y eficacia,
(…), la eutanasia es un procedimiento
que garantiza los derechos de las perso-
nas en cuanto a su dignidad, integridad
física y psíquica, así como el derecho a
tomar decisiones libremente, el derecho
al buen vivir, al libre desarrollo de la
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personalidad, y a la autodeterminación;
razones por las cuales a nivel mundial
son varios los países que ya han regulado
la eutanasia (…). (pp. 44 y 76)
Rodríguez, refiere, que el marco constitucio-
nal del Ecuador, establece taxativamente los
principios de dignidad, eficacia e igualdad,
los mismos que se encuentran consagrados a
propiciar una buena calidad de vida, lo cual,
lo configuran con su naturaleza garantista,
asimismo, refiere el autor que no cuentan
con la normativa vigente que permita acce-
der al principio fundamental de la dignidad,
por el tema de la muerte digna para aquellas
personas que se encuentren en una situación
de enfermedad incurable y/o degenerativa, la
eutanasia, es un procedimiento que permite
la garantía del derecho a la dignidad, a su
integridad física y psicológica, la autodeter-
minación, la misma que deviene de la auto-
nomía libre y voluntaria para la toma de deci-
siones de las personas. Por su parte, Mendoza
(2014), refiere que:
En un primer momento, las consti-
tuciones estaban orientadas a garan-
tizar el límite al poder mediante pac-
tos entre los estamentos de la sociedad
(…), Sin embargo, no fue sino hasta los
años setenta que con la publicación de
A Theory of Justice de J. Rawls que
se instaura un nuevo paradigma libe-
ral denominado rights based, capaz de
poner fin a la supremacía del utilitarismo
y liberalismo libertario, elaborando una
concepción de la justicia para las socie-
dades democráticas modernas. (p. 56)
Mendoza, respecto al constitucionalismo,
en su tesis, hace referencia a los diferen-
tes paradigmas, resaltando que este libe-
ralismo que tuvo su basamento en la teoría
de la justicia de Rawls, logra conciliar los
valores de libertad e igualdad en una con-
cepción de la justicia que permite otorgar

fundamentación filosófica a los principios e
instituciones que se derivan del texto cons-
titucional como a la interpretación que de
estos ha hecho el Tribunal Constitucional y,
al mismo tiempo, brinda un marco teórico
adecuado para denunciar la incoherencia de
leyes y políticas que no pueden ser justifi-
cadas a la luz de los principios fundamen-
tales de la justicia política liberal, la misma
que nos permite fundamentar el derecho a
la eutanasia. Para Climent (2018):
Nos encontramos, por tanto, ante Esta-
dos que responden a tradiciones jurí-
dicas, históricas, culturales y religio-
sas muy distintas. Ante esta tesitura, el
TEDH adopta una actitud de autoconten-
ción (…), En relación al asunto del dere-
cho a la disposición sobre la propia vida,
el TEDH se ha enfrentado, fundamen-
talmente, a dos tipos de supuestos: En
primer lugar, aquel en el que el paciente
ejerce su derecho a la autonomía perso-
nal y muestra su rechazo al tratamiento,
aun cuando ello tenga como consecuen-
cia su fallecimiento. En segundo lugar,
aquel en el que el paciente solicita al
Estado el suicidio asistido o que no se
sancione penalmente a quien le asista al
suicidio. (p. 130)
Climent refiere la postura del Tribunal Euro-
peo de Derechos Humanos, sobre la situa-
ción de la Unión Europea, donde los paí-
ses integrantes tienen diferencias en cuanto
a sus tradiciones jurídicas, culturales y reli-
giosas, situaciones que no generan consenso
para adoptar dogmativas regionales respecto
a la eutanasia, por lo que toma una posición
de autocontención, y, por otro lado, precisa,
que respecto al derecho a la autonomía de
la disposición de la propia vida, existen dos
supuestos, una en la que la persona rechaza
el tratamiento y la otra en la que solicita la
muerte asistida, sobre los cuales cita una
serie de jurisprudencias como la de Lambert
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Abregou (2019) refiere
que la Constitución de nuestro
país y los cuerpos normativos
internacionales refieren
que es deber del Estado
garantizar las condiciones
mínimas para que sus
ciudadanos puedan disfrutar
de una vida digna (p. 88).
y otros contra Francia, Caso Pretty contra el
Reino Unido, Caso Hass contra Suiza. Caña-
mares (2016) refiere que:
El punto de partida de la doctrina del
TEDH en relación con el derecho a la
muerte digna se encuentra en la Senten-
cia Pretty vs. Reino Unido, (2002) donde
se desestimó la demanda de una ciuda-
dana británica, aquejada de una enfer-
medad neurodegenerativa (ELA), que
consideraba que la legislación penal bri-
tánica que prohibía el suicidio asistido,
vulneraba varios derechos fundamen-
tales consagrados en el Convenio Euro-
peo de Derechos Humanos (…). Cuando
se analiza la jurisprudencia del Tribu-
nal Supremo canadiense en relación con
el llamado derecho a la muerte digna
es posible detectar un acusado cambio
de tendencia que se ha ido operando a
lo largo de las últimas décadas. Mien-
tras a principios de los años noventa se
atribuyó al derecho a la vida un carácter
prevalente frente a otros derechos fun-
damentales, en los últimos tiempos se
ha reconocido la existencia de un dere-
cho al suicidio medicamente asistido de
aquellos individuos que se encuentren
149
 en una situación clínica determinada.
(pp. 341 y 347)
Cañamares precisa que en la evolución de la
jurisprudencia del Tribunal Europeo de los
Derechos Humanos, se constituye la eutana-
sia, a partir del caso Pretty vs. Reino Unido,
en la que se desestima una demanda de una
paciente enferma de ELA, por otro lado,
refiere a los contrastes que se dan en el Tri-
bunal Supremo canadiense, a partir del caso
Rodríguez y Carter, sucede que en las últi-
mas décadas, la tendencia reinante en la
jurisprudencia canadiense era velar por la
protección a la vida de las personas, como
derecho fundamental prevaleciente sobre el
resto de derechos fundamentales, es a par-
tir de este punto de inflexión que se da un
giro en la concepción, generándose otra
visión respecto a la prevalencia de los dere-
chos fundamentales, como es el derecho
a la autonomía, el derecho a la dignidad,
principio fundante en muchas constitucio-
nes de Estados democráticos, que engloba
un concepto más amplio y general. Corba-
cho (2021), para la Justicia Española, refiere
lo siguiente:
El Ministerio Público aplica de forma
retroactiva estos cambios en el Código
Penal, al considerar que este caso con-
creto sí cumple con los requisitos que la
nueva ley despenaliza y que gozan, ahora
sí, de amparo legal. Así se ha pronun-
ciado la Fiscalía tras “valorar si, en los
supuestos fácticos previos a la entrada
en vigor del nuevo texto legal concu-
rrían los requisitos habilitantes para, de
haber estado vigente [la ley de la euta-
nasia], haber activado el procedimiento
de asistencia a la prestación de ayuda a
morir”. De esta forma, considera que la
actuación de Hernández no debe tener
“reproche penal” y solicitará al juez el
sobreseimiento libre de la causa (…).
(segundo párrafo)
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Corbacho refiere que el caso de Ángel Her-
nández y María José Carrasco, quienes man-
tenían una relación sentimental desde 1982,
que luego de seis años fue diagnosticada con
esclerosis múltiple, una enfermedad dege-
nerativa e incurable, lo que degeneró más
tarde en un grado elevado de invalidez que
le impedía realizar las actividades cotidia-
nas, de forma autónoma, es en estas cir-
cunstancias, que solicita a su esposo Ángel
Hernández que le suministre pentobarbital
sódico en un vaso con una pajita lo que pro-
voco, varios minutos después, la muerte de la
enferma, motivo por el cual Ángel fue dete-
nido, sin embargo con la aprobación de la
Ley de la Eutanasia, es liberado por la apli-
cación retrospectiva por parte del Ministe-
rio Público.
Rueda (2014) se formula la siguiente inte-
rrogante: “¿Qué es la dignidad humana?,
establece una relación entre este dere-
cho fundamental y la dignidad”. En este
extremo, el autor responde de la siguiente
manera:
[V]arias pueden ser las respuestas: en
un sencillo ejercicio práctico, compa-
rando al hombre con el resto de la exis-
tencia, este ocupa la más alta jerarquía
entre los seres del mundo (…), la persona
es única, no habrá más sustancia que la
persona misma (…), Los Estados políti-
cos están legalizando la eutanasia, exis-
ten argumentos sociales, económicos,
políticos hasta valorativos, al conside-
rar al enfermo terminal como una carga.
(pp. 308 y 311)
La gente tiene opiniones contrastadas en
relación con la eutanasia, fundamenta-
das en ideas religiosas y otros argumen-
tan que la autonomía confiere valor a la
vida. Sin autonomía, los actos humanos
carecen de valor, incluso desde el punto
de vista religioso. (p. 312)

Rueda precisa que respecto al principio fun-
damental de la dignidad muchas pueden ser
las respuestas desde diferentes enfoques, sin
embargo, realiza una comparación sencilla
respecto a la preminencia del ser humano
respecto al resto de los seres del mundo,
señalando que no habrá más sustancia que
la propia persona, la misma que lleva en su
naturaleza esa preminencia que es la dig-
nidad, por otro lado refiere que diferentes
Estados se encuentran legalizando la eutana-
sia bajo diferentes argumentos ya sea políti-
cos, económicos o sociales, referenciando y
ponderando la concepción a Habermas, que
las personas como seres racionales, debe-
rían tomar decisiones por voluntad propia,
haciendo uso de su derecho a la autonomía y
libre voluntad; también respecto a la protec-
ción del derecho fundamental a la vida frente
a la eutanasia, describe que existen dos posi-
ciones bien marcadas y contrarias, ya que
una de ellas sustenta su rechazo a la eutana-
sia basada en las creencias religiosas y la otra
posición que se encuentra a favor de la euta-
nasia, fundamenta su legalización en función
de la autonomía de la persona.
1.2. Dimensión sociológica
El Estado peruano aún no cumple efectiva-
mente con los elementos que garantizan un
modelo de Estado laico, los avances juris-
prudenciales han servido para delimitar la
relación entre el Estado y la Iglesia Cató-
lica con el fin de que se dé una coopera-
ción dentro de un ambiente de convivencia
con todas las organizaciones religiosas; sin
embargo, la influencia de todas las organiza-
ciones religiosas en la sociedad, es de super-
lativa importancia, ya que el credo en las
personas, son rasgos distintivos de su per-
sonalidad, por la profunda fe que consagran
indistintamente, situación que limita las pro-
puestas de aprobación por parte de la gran
mayoría respeto a la eutanasia, casualmente,
se aprecia que la decisión en las personas, de
DIÁLOGO CON LA JURISPRUDENCIA | Nº 297 • JUNIO 2023 • ISSN 1812-9587 • pp. 142-156
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dejar de existir, es divina, por lo tanto, en su
gran mayoría, están en contra de su legali-
zación, hecho que progresivamente se debe
ir atenuando mediante la sensibilización, en
concordancia a la teoría del contrato social de
nuestro Estado, donde valorativamente exige
se plasmen dos valores que son la libertad,
la igualdad, las mismas que al darse en su
aplicabilidad, genera el valor de la justicia,
estos valores guardan directa relación con
el derecho a la dignidad, por lo que la euta-
nasia como autonomía individual entraña la
presencia de comportamientos sobre los cua-
les las personas y solo ellas pueden tomar
decisiones.
1.3. Dimensión terapéutica
Abregou (2019) en su tesis “La influencia
de la filosofía utilitarista a la figura jurí-
dica eutanasia dentro del sistema jurídico
peruano”, refiere que la Constitución de
nuestro país y los cuerpos normativos inter-
nacionales refieren que es deber del Estado
garantizar las condiciones mínimas para que
sus ciudadanos puedan disfrutar de una vida
digna (p. 88).
En la realidad situacional del Estado, las
cosas son distintas, es decir, el Estado se
muestra insuficiente para cubrir dichas con-
diciones; ante tal hecho, la persona ha creado
sus propios mecanismos para garantizarse
por sí sola una vida digna, las condiciones
a la que se ha visto imposibilitado cumplir
el Estado son las siguientes: medicamentos
inaccesibles, insuficientes, elevados precios
en consultas, hacinamientos en los hospita-
les, seguro integral de salud con recursos
insuficientes para tratamiento de enferme-
dades incurables, terminales y degenerativas.
2. Delimitación dogmática de la
dignidad
Peces Barba (2004), refiere que, la digni-
dad humana es un referente ético racional
151
como presupuesto de la ética pública, la
diversidad cultural será reconocida en ese
marco de la igual dignidad y de los valo-
res, principios y derechos que la desarro-
llan; la desigualdad y la discriminación no
podrán ser amparadas por ese multicultu-
ralismo, que debe situarse en el ámbito de
la diferencia, existen dimensiones procedi-
mentales en las instituciones y en su fun-
cionamiento, que permiten la dinámica del
sistema, que deben ser reconocidas y acep-
tadas por todos los que se benefician del
propio sistema, frente a las cuales no se
pueden esgrimir alternativas apoyadas en
el multiculturalismo.
La diversidad cultural no es impedimento
para la existencia y el desarrollo de la igual
dignidad, debiendo ser obedecidas estric-
tamente, por todos los que son responsa-
bles en la aplicabilidad y cumplimiento en
la sociedad bien ordenada. Desde el punto
de vista institucional, la dignidad humana,
que es igual para todos, se ve favorecida
por la existencia de un poder legítimo en su
origen, es decir, a partir del consentimiento
de los ciudadanos a través del sufragio y de
otras formas de participación, legítimo en
su ejercicio.
Es en este marco jurídico constitucionalista,
paradigmáticamente reinante en el Estado de
derecho peruano y en la gran mayoría de paí-
ses del mundo, donde se admite que todos los
poderes públicos están sometidos a la Cons-
titución, por consiguiente, el eje de las políti-
cas públicas están sujetas a los derechos fun-
damentales; en esa medida nuestro Tribunal
Constitucional en el caso Manuel Anicama
Hernández, en la STC Exp N° 01417-2005-
PA/TC, ha señalado que los derechos fun-
damentales en el caso peruano, no se ago-
tan en la enumeración taxativa del Capítulo
I del Título I de la Constitución, denominado
“Derechos Fundamentales de la Persona”,
sino que a través:
152 pp. 142-156 • ISSN 1812-9587 • JUNIO 2023 • Nº 297 | DIÁLOGO CON LA JURISPRUDENCIA
Concebimos a la eutanasia
como un mecanismo jurídico,
como fundamento del derecho
a la dignidad, garantiza
y promueve el derecho a
la dignidad, nos permite
reflexionar y tener una visión
distinta sobre el derecho a la
vida y qué aspectos específicos
configuran realmente este
derecho.
(…) de la cláusula de los derechos implí-
citos o no enumerados, todos los dere-
chos fundamentales son a su vez dere-
chos constitucionales, en tanto es la
propia Constitución la que incorpora
en el orden constitucional no solo a los
derechos expresamente contemplados
en su texto, sino a todos aquellos que, de
manera implícita, se deriven de los mis-
mos principios y valores que sirvieron de
base histórica y dogmática para el reco-
nocimiento de los derechos fundamen-
tales. (f. j. 4)
Bajo esta dogmática, el Tribunal Constitu-
cional peruano, en la STC Exp. N° 10087-
2005-PA, señala, a continuación:
(…) la d ig n id a d de la p e r son a
humana constituye un valor y un prin-
cipio constitucional portador de valo-
res constitucionales que prohíbe, consi-
guientemente, que aquella sea un mero
objeto del poder del Estado o se le dé
un tratamiento instrumental. Pero la
dignidad también es un dínamo de los
derechos fundamentales; por ello es

parámetro fundamental de la actividad
del Estado y de la sociedad, así como
la fuente de los derechos fundamenta-
les. (f. j. 5)
De esta forma, la dignidad se configura como
un referente principista fundamental de la
Constitución, que se proyecta no solo defen-
siva o negativamente ante las autoridades y
los particulares, sino también como un prin-
cipio de actuaciones positivas para el libre
desarrollo de la persona y de sus derechos.
Asimismo, sobre la realización de la dig-
nidad, la STC Exp. N° 02273-2005-HC, se
refiere a lo siguiente:
(…) la realización de la dignidad
humana constituye una obligación jurí-
dica, que no se satisface en la mera téc-
nica de positivización o declaración por
el Derecho, sino que los poderes públi-
cos y los particulares deben garantizar
el goce de garantías y niveles adecuados
de protección a su ejercicio; y es que, la
protección de la dignidad es solo posi-
ble a través de una definición correcta
del contenido de la garantía. Solo así,
la dignidad humana es vinculante, en
tanto concepto normativo que compone
el ámbito del Estado social y democrá-
tico del Derecho, aunque no comparte
la naturaleza claramente determinada
de otros conceptos jurídicos, como pro-
piedad, libertad contractual, etc., ello
no puede llevarnos a colocarla, única-
mente, en el plano prejurídico o de cons-
tructo filosófico. (ff. jj. 8-9) (el énfasis
es nuestro)
La realización plena de la persona, en su
libre desarrollo y autonomía, que permita la
vinculación de la dignidad como principio
rector de la Constitución, debe responder en
forma clara precisa el correlato entre el deber
ser y el ser, el reconocimiento como valor
DIÁLOGO CON LA JURISPRUDENCIA | Nº 297 • JUNIO 2023 • ISSN 1812-9587 • pp. 142-156
INFORME JURISPRUDENCIAL
normativo de la dignidad humana, requiere
que la fundamentación de los derechos fun-
damentales, que es el sustento se enfoque en
los desarrollos dogmáticos y jurisprudencia-
les, afirmando la multifuncionalidad que les
es inherente, respecto a la diversidad de obje-
tivos que pueden perseguir estos derechos en
un sistema axiológico pluralista, esta orienta-
ción en distintas y múltiples direcciones está
en función de las mismas necesidades huma-
nas que emergen de la experiencia concreta
de la vida práctica.
3. Eutanasia y dignidad
De lo expuesto, concebimos a la eutanasia,
como un mecanismo jurídico, como funda-
mento del derecho a la dignidad, garantiza y
promueve el derecho a la dignidad, nos per-
mite reflexionar y tener una visión distinta
sobre el derecho a la vida y qué aspectos
específicos configuran realmente este dere-
cho, si realmente la persona que padece de
enfermedad incurable, terminal y/o degene-
rativa disfruta a plenitud de la vida con estas
limitantes facultades en su salud, donde el
derecho a la dignidad, en su real magnitud,
no es comprendida, conforme lo establece
la Constitución, ya que el paradigma prag-
mático, enfoca actualmente una realidad a
ser interpretada y calificada para su puesta
en práctica.
Como es de apreciar, la eutanasia, que es el
derecho como seres humanos a culminar con
nuestras vidas, sabiendo que hemos hecho
lo imposible por hacer frente a problemas
de salud, con resultados en la gran mayoría
infructuosos y difíciles de afrontar incluso
por la misma ciencia médica, enfermedades
como el cáncer, enfermedades degenerati-
vas progresivas las cuales no permiten lle-
var una vida digna a la persona; en el ámbito
penal es necesario establecer requerimien-
tos necesarios para la práctica de la euta-
nasia, pues estos nos ayudarán a establecer
153
los parámetros para su consideración y evi-
tar una errónea interpretación de la misma.
La ley penal peruana tipifica en el homi-
cidio por piedad a la eutanasia activa, no
haciendo lo mismo con la pasiva (no prorro-
gar de manera artificial la existencia de los
que ineluctablemente tienen por destino falle-
cer, siempre que dicha prolongación sola-
mente les acarree padecimientos), ni la indi-
recta (que implica la anticipación del deceso
por medio de la provisión de fármacos que
ayudan a reducir el suplicio y dolores físi-
cos en el enfermo), sin embargo, pese a que
tipifica el homicidio por piedad, el Poder
Legislativo lo ha mitigado previendo una
pena máxima de tres años, pues le da pre-
ponderancia al consentimiento brindado en
forma expresa y voluntaria por el paciente,
considerando al que lleva a cabo la eutana-
sia como un simple cooperante, siendo espe-
cíficamente su acción de cooperación lo que
se sanciona.
El debate por reconocer la eutanasia legal-
mente, todavía se encuentra en estado inci-
piente; se justifica la eutanasia como fun-
damento al derecho a la dignidad, en el
sentido que la persona, que padece de enfer-
medad incurable, terminal y degenerativa ,
no merece sufrir dolor y agonía, siendo la
dignidad la fuente de los derechos funda-
mentales, un derecho tan natural, ¿por qué
evitar una parte de este derecho tan natural?,
casualmente, el objetivo que busca la eutana-
sia, no es evitar el derecho natural a la dig-
nidad, muy por el contrario, esa naturalidad
esta desvirtuada en la persona, con padeci-
miento de enfermedades dolorosas, tanto físi-
cas como mentales, porque no le da la cali-
dad de bienestar que debe generar el derecho
natural a la dignidad.
La eutanasia se debe aplicar normativa-
mente, despenalizándola e implementán-
dola procedimentalmente, con el propósito
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de contrarrestar el dolor, el sufrimiento, y
la agonía cruel en las personas que padecen
enfermedades incurables, terminales y dege-
nerativas; a fin de evitar una distorsión del
fin esencial de la aplicación de la eutanasia
en el Perú, sería necesario establecer norma-
tivamente aspectos de detalle fundamenta-
les para su concreción y aplicabilidad, como
la comprobación rigurosa, por personas téc-
nicamente competentes, de la situación real
de salud del paciente, sobre la enfermedad
que padece, la situación cognoscitiva de su
razonamiento y de la voluntad inequívoca
de morir; voluntad manifestada de manera
expresa y clara de su consentimiento y ante
qué personalidades se debe realizar para la
validación de dicho acto, qué personas cali-
ficadas deben dar cumplimiento a dicha peti-
ción voluntaria, medidas procedimentales
específicas que conduzcan al cumplimiento
de la petición.
En el tema de la eutanasia en el Perú, existe
el caso de Ana Estrada, quien interpuso una
acción de amparo, contra el Estado, ante el
Décimo Primer Juzgado Constitucional, para
que un equipo especializado le asista en caso
tome la determinación de dar fin a su exis-
tencia, al ser una persona que padece una
enfermedad degenerativa incurable, que día
a día le genera una vivencia dolorosa física y
emocionalmente, situaciones como se men-
cionaron precedentemente, condicen a la
naturaleza real del derecho a la dignidad;
las personas como seres racionales, debe-
rían tomar decisiones por voluntad propia,
haciendo uso de su derecho a la autonomía
y libre voluntad.
La protección del derecho fundamental a la
vida frente a la eutanasia, si bien es cierto
que existen dos posiciones bien marcadas y
contrarias, una que sustenta su rechazo a la
eutanasia basada en las creencias religiosas
y la otra posición que se encuentra a favor
de la eutanasia, es fundamental, establecer

la legalización de la eutanasia, en función
de la autonomía de la persona, precisando
de manera muy técnica y específica, para
los casos de pacientes con enfermedades
incurables, terminales y degenerativas, para
hacer frente al padecimiento por dolor insu-
frible de la persona, cuyo goce o disfrute
de su bienestar conforme establece la Cons-
titución, se diluye con un desenlace mortal
ineludible.
CONCLUSIONES
• La fuente principal que respalda todos
los derechos civiles y políticos de la per-
sona es el derecho a la dignidad, de lo
cual nace el deber del Estado, de prote-
ger la vida, no dentro de un marco de lo
absoluto, conforme lo reconoce el Tri-
bunal Constitucional, por lo que la euta-
nasia, constituiría un medio de asegu-
rar las mejores condiciones en el Estado
a los pacientes que padecen de enferme-
dades terminales y dolorosas.
• Existe en nuestra realidad una alta pobla-
ción que padece de enfermedades termi-
nales y dolorosas, que no pueden acce-
der, a un régimen de eutanasia, de modo
directo, pues está prohibido en nues-
tro régimen penal, sometiéndolos a un
régimen de vida de dolor, lo cual atenta
su dignidad, por lo que debe haber una
reforma constitucional y legal.
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