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Si algo llama la atención en el Cusco, son sus contrastes.

Cuando uno se encuentra en el


centro de la ciudad -caminando por sus enrevesadas y misteriosas callejuelas, o
cómodamente sentado en la plaza- es difícil imaginar que los imponentes cerros vecinos
puedan albergar un paisaje semejante al del Valle Sagrado. Pocos lugares del
Tahuantinsuyo pudieron competir con la belleza y riqueza de este valle: no en vano le
fue otorgado ese nombre. Su carácter “sagrado” ha sobrevivido al paso del tiempo y esa
magia continúa seduciendo a los viajeros. Muchos de ellos, rendidos ante su encanto,
deciden dejarlo todo y echar raíces bajo la sombra de los eucaliptos, a orillas del río
Urubamba.
El Valle Sagrado se ha convertido en uno de los centros turísticos más importantes del
país. Además de contar con una riqueza histórica inigualable, la región del Urubamba
ofrece infinitas posibilidades de distracción al turista: caminatas, baños termales, viajes
en balsas o kayacs por el río, vuelos en parapente, cabalgatas, montañismo, etc. En los
últimos años se han desarrollado programas de turismo participativo, invitando por
ejemplo al viajero a trabajar en un andén o a recolectar la sal de una salinera. El Valle
Sagrado alberga, además, a dos de los más importantes mercados artesanales del Cusco:
Písac y Chinchero.
Pese a que en los últimos años ha crecido significativamente la infraestructura turística
en el área, ya que se cuenta con una oferta importante-razonable de alojamientos y
restaurantes, el valle ha sabido conservar su encantadora paz natural.

Ubicación geográfica
Yucay, fue el nombre con el que los incas nombraron a este valle fértil, uno de los más
fecundos del Perú, su Valle Sagrado. Eran tierras del inca y sus descendientes.
Posteriormente fueron posesiones reconocidas por los españoles a través de las
mercedes reales que otorgaron a la nobleza incaica. Como testimonio de aquella época
ha permanecido el palacio de Sayri Túpac, precisamente en la localidad de Yucay.
El Valle Sagrado de los Incas se extiende a lo largo del río Vilcanota (el mismo que
aguas abajo toma el nombre de Urubamba o Willcamayu). Abarca el área comprendida
entre los pueblos de Písac y Ollantaytambo.
Es posible acceder a través de 2 carreteras asfaltadas: la primera y más utilizada es la
que parte del Cusco hacia el norte y conduce, vía Chinchero (28 Kms.), al poblado de
Urubamba (57 km.)
Una segunda vía parte del Cusco con rumbo noreste hacia Písac (32 Km.) Y sigue luego
el curso del río Vilcanota hasta la localidad de Calca (50 Km.) En pleno corazón del
valle. La primera ruta es la más transitada debido a que se encuentra en mejores
condiciones.
En el valle existe una sucesión de pintorescos pueblos (algunos con espléndidas iglesias
coloniales), andenes y otros restos arqueológicos; así también, hallamos en sus fértiles
suelos el maíz más famoso del mundo. Su clima excepcional convierte a este valle en un
destino obligado para todo aquel que visite el Cuzco.
Entre las actividades turísticas destaca el andinismo, practicado en los nevados Chicón, \
Vtkav Willca (también conocido como Puma Sillo o Verónica), Pitusiray, Sawasiray,
Terijway y Sunchobamba (todas cumbres de la cordillera del Vilcanota con más de
5000 mts. De altura); las caminatas o trekking; el canotaje (en los tramos
Písac/Calca/Huarán/Ollantaytambo); o las cabalgatas y el ciclismo de montaña. En los
pueblos del valle existen numerosos hoteles y restaurantes de comida típica, se
recomienda pasar la noche en alguno.
Clima
Su altitud es de 2,800 msnm., lo cual le confiere un clima benigno. Como ocurre en las
tierras situadas a esta altura, su clima está marcado por dos estaciones: lluvias y sequía.
La temporada húmeda ocurre entre los meses de noviembre a abril. Época en la que
puede desatarse un aguacero en segundos y, desgraciadamente, no siempre se goza de
un cielo azul. Pero la época de lluvias también tiene sus ventajas, pues los cerros se
cubren de un verde intenso y las temperaturas suelen ser templadas.
Durante el período de sequía los colores del cielo son brillantes, pero el aire suele ser
tan seco que la piel parece quebrarse. La noche es por lo general muy fría y puede helar
en la madrugada. El cielo estrellado es un verdadero espectáculo durante esta
temporada. El Valle Sagrado es, climáticamente hablando, un lugar ideal. Así lo
reconocieron los antiguos peruanos que acudían hasta aquí para curarse de algunas
enfermedades. A pesar de alcanzar temperaturas altas y de ser una zona llena de
vegetación, el valle está libre de mosquitos por la altitud en la que se encuentra.
Además, es difícil sofocarse, pues siempre sopla una brisa fresca.

El camino
Si uno opta por ir en automóvil, le servirá de referencia saber que saliendo por la calle
Saphi encontrará el Grifo San Carlos, donde podrá abastecerse de gasolina y revisar el
estado de su automóvil con comodidad.
Siguiendo la ruta llegará a San Cristóbal y, si cuenta con un poco de tiempo, puede
hacer un alto en la iglesia y visitar a uno de los santos protectores más populares del
Cusco. El camino al Valle Sagrado es el mismo que conduce a Sacsayhuamán, de modo
que si lo desea y el tiempo se lo permite podrá visitar las ruinas de ese complejo:
Quenco, Puca Pucara y Tambomachay.
Lo impresionante del camino es que la salida implica ascender por los cerros que
dominan el Cusco, lo cual permite gozar de vistas impresionantes de la ciudad,
especialmente a la hora del atardecer o en la noche. Si el tiempo y la luz son favorables,
se pueden tomar espléndidas fotografías. Desde estos puntos es posible observar con
detenimiento la estructura de la ciudad. Cuando los días están despejados, el contraste
entre los techos rojos y el cielo azul es espectacular.
Por el sendero de los eucaliptos
El camino es agradable, aunque con numerosas curvas. En todo el trayecto, los
eucaliptos y las retamas acompañan al viajero. A cuatro minutos de Tambomachay se
llega al abra de Corao y al mirador, desde donde asoma el valle. Todos los martes,
jueves y domingos se lleva a cabo aquí una feria artesanal.

El mirador de Taray
Es el primer punto desde donde se divisa realmente el valle. Su paisaje, como es
habitual en el Cuzco, sorprende al viajero, pues tras largas curvas y subidas, de pronto
los cerros se abren y el valle se muestra en toda su amplitud. Abajo, discurren las aguas
del río Vilcanota o Urubamba. Desde aquí se pueden tomar magníficas fotografías. Es
frecuente encontrar a unos niños que esperan ansiosos la llegada de turistas para
ofrecerles los catálogos “que ellos mismos fabrican” y de los que se sienten sumamente
orgullosos. El camino continúa, y si se tiene suerte, se podrán divisar los nevados
Huancalle y Pitusiray.

Los senos de la Ñusta


El primer lugar que se visita después de bajar los cerros y cruzar Corao y Taray es
Písac. A media cuesta se obtiene una fantástica vista del pueblo. Si dispone de tiempo y
de auto particular le aconsejamos detenerlo pues desde aquí se pueden tomar buenas
fotografías y observar la estructura del pueblo. Al lado izquierdo de Písac, al pie de las
montañas, se divisan los llamados “Senos de la Ñusta”, cuatro hileras de andenes que
simulan los senos de una mujer. Según dicen, éste pudo haber sido un homenaje a la
fertilidad. A pesar que estos andenes se encuentran tan cerca al pueblo, han
permanecido intactos hasta el día de hoy.
Urubamba (2871 msnm.)
Poblado de origen incaico a 76 Kms. (1 h. 15 min.) del Cusco vía Písac, y a 57 Kms.
(45 min.) por Chinchero. Ubicado en el corazón mismo del valle de Urubamba, está
rodeado de bellos paisajes, donde destacan el nevado Chicón y las campiñas. Fue uno de
los principales centros agrícolas del imperio incaico. En su plaza se encuentra una
iglesia colonial. Cuenta con varios hoteles, picanterías y restaurantes campestres.

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