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■■ Introducción
hecho que forma parte del sentido común. En todas las ciudades se suelen
identificar ciertos espacios con ciertos tipos de población. Sin embargo, si se
quiere abordar el estudio de la división social del espacio en una gran metró-
poli, es necesario poner a trabajar distintos aparatos conceptuales y hacer un
uso crítico de las fuentes de información disponibles en torno de la distri-
bución de los estratos socioeconómicos. Esto implica además dialogar con
diversos autores que han abordado el tema para el estudio de otras metró-
polis. Las páginas que siguen están divididas en dos partes: en la primera,
discuto brevemente algunos conceptos y criterios que considero fundamen-
tales para el análisis de la división social del espacio; en la segunda, desa-
rrollo la cuestión de la escala, los grados y los efectos de la división social
del espacio residencial.
1. V. por ejemplo Jacques Brun y Catherine Bonvalet: «Logement et division sociale de l’espace»
en Logement et habitat, l’état des savoirs, La Découverte, París, 1998; Edmond Preteceille y Luiz
Cezar de Queiroz Ribeiro: «Tendências da segregaçâo social em metropóles globais e desiguais:
Paris e Rio de Janeiro nos anos 80» en Revista Brasileira de Ciências Sociais vol. 14 No 40, 6/1999,
disponible en <www.scielo.br/pdf/rbcsoc/v14n40/1713.pdf>; Rosa María Ruvalcaba y Martha
Schteingart: «La división social del espacio en las grandes metrópolis mexicanas. Un estudio
comparativo» en El Mercado de Valores año lx No 4, 4/2000; R.M. Ruvalcaba y M. Schteingart:
«Segregación socio-espacial en el Área Metropolitana de la Ciudad de México» en Gustavo Gar-
za (coord.): Atlas de la Ciudad de México, Gobierno del Distrito Federal / El Colegio de México,
México, df, 2000.
2. Ver E. Preteceille: «De la ville divisée a la ville éclatée: questions et catégories de la recherche»
en Nicole May et al.: La ville eclatée, Éditions de l’Aube, La Tour-d´Aigues, 1998.
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La división social del espacio metropolitano. Una propuesta de análisis
Por nuestra parte, utilizaremos aquí la expresión división social del espacio
residencial (dser) para referirnos a las formas espaciales que adopta la distri-
bución residencial intraurbana o intrametropolitana de los distintos estratos
socioeconómicos que conforman la población de una aglomeración urbana.
A su vez, denominaremos estructura socioespacial (ese) al conjunto de las for-
3. Pierre Merlin: Les banlieus des villes françaises, Les Études de La Documentation Française, La
Documentation Française, París, 1999.
4. Un fenómeno que persiste, por ejemplo, en Estados Unidos, donde la distribución espacial de los
diferentes grupos raciales que conforman la población sigue siendo marcadamente desigual y se
combina con la división social del espacio de carácter socioeconómico. Es decir, al mismo tiempo
que, por ejemplo, persiste el fenómeno de barrios habitados casi exclusivamente por una población
definida como «blanca» y de otros habitados casi exclusivamente por una población definida como
«negra», uno y otro grupo de barrios o jurisdicciones a su vez se presentan estratificados según la
condición social predominante de sus residentes (por ejemplo, barrios de afroamericanos de clase
media y barrios de afroamericanos de clase trabajadora). Lewis Mumford Center: «Ethnic Diversi-
ty Grows, Neighbourhood Integration Lags Behind», versión revisada, diciembre de 2001, <http://
mumford1.dyndns.org/cen2000/WholePop/WPreport/MumfordReport.pdf>.
5. F. Sabatini, G. Cáceres y J. Cerda: «Segregación residencial en las principales ciudades chile-
nas: Tendencias de las tres últimas décadas y posibles cursos de acción» en eure (Santiago) vol.
27 No 82, 12/2001, p. 27.
6. 2a edición en español, corregida y aumentada, Siglo xxi, México, df, 1976, p. 204.
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mas espaciales discernibles que adopta la dser. Una determinada ese puede
leerse como la expresión espacial de ciertas diferencias sociales y resulta de
procesos que de modo sistemático tienden a reproducir una cierta dser o,
eventualmente, a transformarla. En ausencia de prácticas sociales coerciti-
vas o de políticas activamente destinadas a la exclusión de grupos determi-
nados de la población con respecto de las áreas habitadas por otros grupos
diferentes, la dser resultará de las formas pasadas o actuales de producción
del espacio residencial que determinan,
La ciudad contemporánea a través del funcionamiento del mer-
es producida y transformada cado inmobiliario, el tipo de vivien-
da y las áreas en las que esta estará
por agentes tanto privados
localizada, de acuerdo con el nivel
(promotores, desarrolladores) socioeconómico de los hogares. Esto,
como públicos (organismos por la sencilla razón de que la ciudad
contemporánea (aunque se trata de
estatales de vivienda,
algo igualmente aplicable al modelo
por ejemplo) n de la ciudad moderna que emerge en
el siglo xix) es producida y transfor-
mada por agentes tanto privados (promotores, desarrolladores) como públi-
cos (organismos estatales de vivienda, por ejemplo), que operan por regla
general con base en el costo del suelo, produciendo viviendas de diferentes
características y precios en función de los valores prevalecientes del suelo o
a través de la inducción de precios que deriva de las características materia-
les y de los usos a los que está destinado el suelo que urbanizan.
Cuando se estudia la dser, por regla general se busca conocer una o más de
las siguientes cuestiones: los niveles que la dser tiene, es decir cuán dividido
o segregado socialmente está el espacio urbano; cómo se expresa espacial-
mente esta división; cómo se explica su dinámica; qué efectos o consecuencias
tiene respecto de otros fenómenos sociales (posibilidades de interacción entre
grupos sociales diferentes; grados de aceptación de la vecindad o proximidad
espacial de quienes son socialmente diferentes; niveles de conflicto o tensión
entre distintos grupos y estratos sociales; diferencias en las posibilidades de
acceso a los bienes urbanos, entre otras cosas).
discriminatorias9 fueron abolidas desde los años 60, las prácticas de segre-
gación y autosegregación urbana basadas en clasificaciones étnico-raciales
distan de haber desaparecido.
9. En eeuu, como producto de la lucha por los derechos civiles y en general contra la discrimi-
nación por motivos de pertenencia étnica, racial o religiosa, se establecieron desde los años 70
diversas normas de «discriminación positiva», como por ejemplo otorgar, en igualdad de condi-
ciones, prioridad para ingresar a una universidad u obtener un trabajo a los miembros de las
llamadas «minorías» (afroamericanos, «hispanos», etc.).
10. E. Preteceille y L.C. de Queiroz Ribeiro: ob. cit.
11. El índice de disimilaridad de Duncan expresa el porcentaje que de cualquiera de uno de
los dos grupos sería necesario redistribuir entre las unidades territoriales de referencia (por
ejemplo, distritos de una ciudad o municipios de una aglomeración metropolitana), para que su
participación en ellas fuera perfectamente equitativa, es decir, igual a la participación que cada
grupo tiene en la unidad territorial mayor de referencia. Por ejemplo, un índice de Duncan
de 0,40 referido a la distribución de jefes de familia con y sin educación universitaria en un
conjunto de distritos urbanos indica que, para lograr una distribución perfectamente equitativa
entre estos distritos, debería redistribuirse 40% de cualquiera de los dos grupos, de modo que en
cada distrito la proporción de cada grupo resulte igual a su proporción en el conjunto del área
urbana considerada.
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12. E. Duhau y Ángela Giglia: Las reglas del desorden. Habitar la metrópoli, Siglo xxi / uam-a, Méxi-
co, df, 2008.
13. R.M. Ruvalcaba y M. Schteingart: «La división social del espacio en las grandes metrópolis
mexicanas. Un estudio comparativo», cit.; y «Segregación socio-espacial en el Área Metropolita-
na de la Ciudad de México», cit.
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16. Michel Pinçon y Monique Pinçon-Charlot: Sociologie de Paris, La Découverte, París, 2004.
17. Ibíd.
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Cuanto mayor es el tamaño de las áreas homogéneas en pobreza, los problemas ur-
banos y sociales para sus residentes se agravan. Nuestros resultados de investiga-
ción avalan esta conclusión. Los tiempos de viaje crecen ya que esas personas deben
18. Horacio Torres: «Cambios socioterritoriales en Buenos Aires durante la década de 1990» en
eure vol. 27 N 80, 2002.
o
19. Desde luego, no existe una única definición posible de pequeña y de gran escala, ya que por
ejemplo, a un nivel mayor de desagregación que el de los barrios, la pequeña escala podría con-
sistir en las manzanas o en diferentes «secciones» de un gran conjunto habitacional; y los dis-
tritos urbanos y municipios pueden significar, en términos demográficos, agregados de tamaño
muy variable.
20. F. Sabatini, G. Cáceres y J. Cerda: ob. cit.
21. J. Rodríguez y C. Arraigada: «Segregación residencial en la ciudad latinoamericana» en eure
vol. 30 No 89, 2004, p. 6.
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recorrer largas distancias para encontrar algo distinto que viviendas pobres, como
lugares de trabajo, incluidas las viviendas de otros grupos sociales, y servicios y equi-
pamientos de cierta categoría. En lo social, esta segregación de gran escala estimula
sentimientos de exclusión y de desarraigo territorial que agudizan los problemas de
desintegración social.22