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Sobre la mirada

“La ciudad interna


Refracta en la ventana
Llenando de colores
La habitación”.

D.

“Tu recuerdo es de luz, de humo, de estanque en calmamás allá de tus ojos ardían
los crepúsculos.Hojas secas de otoño giraban en tu alma.”

Pablo Neruda. Veinte poemas de amor y una canción desesperada. Poema 6.


(1924).

Creo que la mirada, en su calidad de fenómeno a partir de un sentido -la visión-,


puede suponer una cantidad importante de preguntas en cuanto los efectos que ésta
pueda generar en el sujeto que observa. Sin embargo, a modo de introducción y
delimitación, exponemos la siguiente:

¿Qué otorga en particular una mirada en contacto con otra, a quien uno supone algo
especial?

A través de una breve reflexión (y lectura), uno podría pensar que esta se puede
diferenciar de mirar objetos u otras personas que se consideren amadas: amigos,
familia, cercanos, etcétera. Se puede coincidir en que estas pueden evocar diferentes
emociones y variantes de sensibilidad, en tanto la mirada de un padre con un hijo la
consideremos diferente a la de dos amantes.

Pienso que lo que caracterizaría esta última sería el “Eros”, esta intensidad de
enamoramiento (y por tanto, de ideal) que reposa en otra persona, y por tanto, una
alteridad, con la cual se viven ciertas sensaciones internas que resultan más
indescriptibles que otras.

Recordar que Eros es precisamente quien decide herirse con la finalidad de


enamorarse de Psique, quien representa el alma. Pasión y alma, “lo cual sugiere que
el amor verdadero consiste en sentir afecto por otra persona en toda su integridad,
conocer y aceptar todas sus características externas e internas; no basta con amar los
cuerpos bellos, es necesario amar también las almas bellas” (Olaya, 2019).

¿Acaso en la mirada se producen ciertos destellos sobre las sensaciones internas de


cada uno en el contacto con ese otro del amor, y por tanto, revelar algo de nuestro
espíritu y pasión propias en relación con otro?

La historia de Psique relata, justamente, de que debe aprender a amar a Eros de una
manera en que se le es privada de mirar y apreciar directamente a su esposo, sino
que debe acceder ante él mediante otros sentidos (tacto,
Le Ravissement de Psyché
William-Adolphe Bouguereau
1895

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