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Cuento castellano:

III

Queridos cielos, mi querido Dios, te pido que durante todo momento, protejas a mi amada, a
María, ya que estoy muy lejos de ella, y este viaje apenas está comenzando, y queda por delante
algunos meses para llegar finalmente a mi hogar, donde se encuentra ella. No permitas que su
enfermedad avance, cúrala y haz que tenga buena salud, mientras yo voy de camino, te lo pido
señor, amen.

Ya había pasado dos días desde que partimos pero mientras más pasaba el tiempo la tormenta se
complicaba más y más, en tierra era un cosa, pero aquí en el mar era una cosa muy distinta, las
inmensidad de las olas, la desesperación que sentía por quedar devorado por el mar.

Junto a los demás integrantes de la tripulación me encargaba de las diferentes tareas que se tenía
que realizar, superar esta tormenta no era nada fácil.

Todo parecía ir bien, y pensé por un momento que por fin podría estar al lado de mi amada,
siendo feliz.

Por algunos segundos perdí mi concentración, y frente a mí se encontraba una silueta, era un
miembro de la tripulación, me estaba gritando, que mierda estaba pasando.

Al voltearme se encontraba la ola más grande que había visto en vida, era más de tiple del tamaño
del barco, y se dirigía a devorarnos como a un aperitivo. Mi cuerpo ya se encontraba helado pero
ver esto hizo que se me congelara más, me intente mover, no podía, estaba en shock debido a lo
que estaba frente a mí.

La ola se había abalanzado sobre nosotros, yo de milagro me quede aferrado a unas de las cuerdas
del palo de Mesana que sostenían a las velas, al despertarme del shock mira hacia el mar y algunos
de los tripulantes ya habían caído hacia el mar, pensé que los podíamos rescatar,… pero ya el mar
se los había devorado.

Me levante, e intente llegar a un lugar más seguro, pero todo fue en vano, la marea se había
alocado, y ya la estabilidad del barco había desaparecido, el capitán aún se mantenía firme en el
mástil, intentando recuperar la oportunidad de sobrevivir a esta tormenta.

Todo fue en vano, un sonido me sorprendió, el palo del trinquete, había colapsado debido al peso
del agua, y se había hundido en el mar, ya solo nos quedaban dos palos, el palo mayor y el palo de
mesana, quienes apenas sobrevivían, y sus velas se encontraban todas desgarradas debido al
viento.

Un desastre, esto fue un desastre, tomar esta decisión, hizo que todo esto ocurriera, si no fuera
pedido que me llevaran a ver a María, no estuviera pasando esto, es mi culpa que esta gente este
muriendo aquí en la profundidad del mar, es mi culpa que este barco que ha sobrevivido miles de
aventuras se hunda, es mi culpa que el capitán deje su vida en este lugar. Es mi culpa.

¿Porque?, porque, no me entiendo, ¿Por qué no lo hice antes?, todo esto comenzó por mi culpa,
por no haberle declarado mi amor a María, por no haber luchado en ese momento con uñas y
dientes, pero no, siempre lo pospuse una y otra vez, soy un idiota,…, soy un idiota.

Fui empujado por una gran ola, mi último vistazo fue ver al Neptuno y al Capitán aun luchando
contra la tormenta, para después empezarme a hundir en el mar.

Todo es tan tranquilo aquí, pero tengo tanta culpa encima, tantos pecados, mis decisiones me
llevaron aquí a hundirme en la soledad del mar.

María, perdóname, perdóname por no llegar, por no hacer, por no pelear, perdóname por favor.
María, fuiste la mujer que yo más ame en esta vida, fuiste para mí la más bella, la más inteligente,
la más hermosa.

María,

Yo…

Efraín…

Te Amo

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