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ELEMENTOS DEL TABERNACULO Y SU

CUMPLIMIENTO EN CRISTO
Diferencias y similitudes entre el tabernáculo y la iglesia

MARCH 8, 2023
ANDY JOEL MOTA
Instituto teológico Odres Nuevos
ELEMENTOS DEL TABERNACULO Y SU
CUMPLIMIENTO EN CRISTO
Diferencias y similitudes entre el tabernáculo y la
iglesia

1
Contenido

INTRODUCCION .................................................................... 3
Lugar santísimo .................................................................... 4
El arca del pacto ................................................................... 5
El velo ................................................................................... 6
Lugar santo ........................................................................... 7
Altar de incienso .................................................................. 8
El candelabro........................................................................ 9
Mesa de la proposición ...................................................... 10
EL LAVACRO ....................................................................... 11
El Lavacro como Cristo: Palabra encarnada.- ................... 11
Altar del holocausto ........................................................... 12
Propósito ......................................................................... 13
JESUCRISTO: EL SACRIFICIO PERFECTO INIGUALABLE.- ... 13
El atrio ................................................................................ 14
Diferencias y similitudes entre el tabernáculo y la iglesia .. 16
Conclusión .......................................................................... 18

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INTRODUCCION

Y harán un santuario para mí, y habitaré en medio de ellos. 9 Conforme a todo lo que yo te
muestre, el diseño del tabernáculo, y el diseño de todos sus utensilios, así lo haréis.
De todas las ilustraciones que Dios empleó en el Antiguo Testamento para revelarse y
desplegar su proceder, el tabernáculo en el desierto es sin lugar a duda la más destacada. Es
un semillero de la mayoría de las doctrinas del Nuevo Testamento y un cursillo de
introducción para a aquel que quiere conocer su Biblia.
Bien se ha llamado el tabernáculo el Evangelio según Moisés. De este hombre dijo Jesús: “De
mí escribió él”. No debemos pensar en el tabernáculo como algo de compararse con las
llamativas pirámides egipcias, las catacumbas de Roma o la Abadía de Westminster. Miguel
Ángelo, por ejemplo, era un genio, pero no es su clase de habilidad la que se despliega en el
tabernáculo.
Este santuario ocupa una parte significativa de la Biblia. Se asigna a la descripción del
tabernáculo en Éxodo ocho veces el espacio que ocupa el relato de la creación en Génesis. La
lectura obligatoria para este cursillo de estudio, abarcando no sólo la estructura en sí sino
también el uso de sus enseres y la función de sus ministros, consiste en por lo menos una
docena de capítulos al final del Éxodo, un número parecido al principio de Levítico, quizás dos
capítulos en Deuteronomio, cuatro en Hebreos y varios trozos en Apocalipsis.

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Mientras los hebreos viajaban por el desierto hacia la Tierra Prometida, Dios orientó al líder
Moisés detalle por detalle sobre la construcción de un santuario que los acompañaría. Era el
Tabernáculo, palabra que en su origen latino significa “tienda”, la habitación típica del pueblo
de Israel en la época – era Dios literalmente viviendo entre los hombres. En hebreo se llamaba
mishkan, “vivienda”, o mow’ed, «tienda de reunión». Eso le mostraba a los hebreos que el
Señor estaba todo el tiempo con ellos, incluso si se quedaban en algún lugar temporalmente.

Los componentes del Tabernáculo no tenían solamente funciones estructurales o decorativas.


Cada uno – y lo que se hacía en él – tenía un significado especial que conectaba al pueblo con
Dios.

Mire a continuación y aprenda más sobre los componentes del Tabernáculo:

Lugar santísimo
El lugar santísimo era la cámara más interior de la morada y verdadero corazón de la misma.
En un sentido todo lo demás, atrio y lugar santo, convergía en este punto, de manera que sin
el lugar santísimo el resto del tabernáculo carecería de sentido. Estaba separado del lugar
santo por un velo, teniendo unas dimensiones de 6 x 6 metros.

Dentro del lugar santísimo estaba el arca y el propiciatorio formando un conjunto, aunque el
autor de la carta a los Hebreos añade que en ese recinto también había un incensario de oro
(Hebreos 9:4), que era el usado por el sumo sacerdote el día de la expiación/Yom Kippur
(Levítico 16:12).

Todo lo dicho sobre la idea de santidad en la sección del lugar santo es aplicable aquí, pero
con mayor motivo, pues no en vano estamos en el «santo de los santos«, según la hipérbole
hebrea que designa lo más santo.

Solamente una vez al año, el día de la expiación, el sumo sacerdote penetraba en este recinto
para efectuar la ceremonia más importante de todas. Por lo tanto, en este reducido recinto
estaban concentradas, por así decirlo, las grandes cuestiones que daban razón de ser a todo
el tabernáculo.

Una santidad y una gloria inefables. No parece que el lugar santísimo fuera el sitio más
apropiado para la comunión con el ser humano, porque gloria y santidad están reñidas
irreconciliablemente con lo mortal y pecaminoso. Y sin embargo, si ha de haber comunión
verdadera, ése es el lugar donde ha de producirse, ya que es el lugar de la presencia de Dios
en toda su plenitud. Santidad, gloria, comunión, pecado… ¿cómo reconciliarlo? La expiación,
en su doble vertiente, es la respuesta a esa penetrante pregunta.

El Nuevo Testamento se centra en relacionar el Lugar Santísimo y su velo con la obra


expiatoria de Jesús. El Lugar Santísimo era un compartimento exclusivo, y su velo separaba al
hombre pecador de la santa presencia de Dios Todopoderoso.

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El velo estaba incluso estampado con querubines, los seres celestiales cuyo servicio está
directamente relacionado con la santidad de Dios.

El mensaje era claro: nadie podía acercarse libremente; nadie podía entrar con confianza en
el Lugar Santísimo.

Pero vino Cristo, y a través de su sacrificio se restauró el acceso a Dios. En este sentido, la
Carta a los Hebreos explica que el velo del Lugar Santísimo tipificaba el cuerpo de Jesús
ofrecido en la cruz (Hebreos 10:20).

En el momento de su sacrificio expiatorio, el velo del Templo se rasgó de arriba abajo (Marcos
15:38).

El arca del pacto


Después, Bezalel construyó el arca de madera de acacia, un cofre sagrado de un metro con
quince centímetros de largo, por sesenta y nueve centímetros de ancho, y sesenta y nueve
centímetros de alto.[a] 2 La recubrió de oro puro por dentro y por fuera, y le puso una moldura
de oro alrededor. 3 Fundió cuatro anillos de oro y los fijó en las cuatro patas, dos anillos a cada
lado. 4 Luego hizo varas con madera de acacia y las recubrió de oro. 5 Entonces metió las varas
por los anillos que estaban a los costados del arca para transportarla. Ex. 37:1-5

Cofre sagrado que estaba en el Santísimo del tabernáculo y que después se colocó en el
templo construido por Salomón. Se hizo por mandato de Jehová y según su diseño.
Los escritores de la Biblia emplearon más de veinte expresiones diferentes para referirse al
arca, siendo las más comunes: “el arca del pacto” (heb. ´aróhn hab·beríth; gr. ki·bo·tós tes
di·a·the·kes; (Josué 3:6) «Y habló Josué a los sacerdotes, diciendo: Tomad el arca del pacto, y
pasad delante del pueblo.
Y ellos tomaron el arca del pacto y fueron delante del pueblo». (Hebreos 9:4) «el cual tenía
un incensario de oro y el arca del pacto cubierta de oro por todas partes, en la que estaba una
urna de oro que contenía el maná, la vara de Aarón que reverdeció, y las tablas del pacto». y
“el arca del testimonio” (Éxodo 25:22) «Y de allí me declararé a ti, y hablaré contigo de sobre
el propiciatorio, de entre los dos querubines que están sobre el arca del testimonio, todo lo
que yo te mandare para los hijos de Israel» expresiones que no son privativas de ningún
escritor en particular y que se usan indistintamente.

El Arca representó durante su existencia la presencia de Dios, quien prometió: “Allí


ciertamente me presentaré a ti, y hablaré contigo desde más arriba de la cubierta, desde
entre los dos querubines que están sobre el arca del testimonio”. “En una nube apareceré
encima de la cubierta.” (Éxodo 25:22) «Y de allí me declararé a ti, y hablaré contigo de sobre
el propiciatorio, de entre los dos querubines que están sobre el arca del testimonio, todo lo
que yo te mandare para los hijos de Israel».

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El arca, que contiene las tablas de la ley, está cubierta con el propiciatorio ante el cual Cristo
ofrece su sangre a favor del pecador. Así se presenta la unión de la justicia y de la misericordia
en el plan de la redención humana.
Solo la sabiduría infinita podría idear esa unión que llena todo el cielo de admiración y
adoración.

El velo
Ex. 26:31 También harás un velo de azul, púrpura, carmesí y lino torcido; será hecho de obra
primorosa, con querubines;
26:32 y lo pondrás sobre cuatro columnas de madera de acacia cubiertas de oro; sus capiteles
de oro, sobre basas de plata.
26:33 Y pondrás el velo debajo de los corchetes, y meterás allí, del velo adentro, el arca del
testimonio; y aquel velo os hará separación entre el lugar santo y el santísimo.
Un velo o cortina separaba el Lugar Santo del Lugar Santísimo. Estaba colgado de columnas.
El velo era para separar el Lugar Santo del Santísimo; impedía por completo que alguien
mirara dentro del Lugar Santísimo. El apóstol dice cuál era el significado de este velo, Hebreos
ix, 8.
La ley ceremonial no podía hacer perfectos a los que allí iban, ni su observancia llevaría a los
hombres al cielo; no se había manifestado el camino al Lugar Santísimo entre tanto la primera
parte del tabernáculo estuviera en pie.

La vida y la inmortalidad yacían escondidas hasta que fueran sacadas a la luz por el evangelio;
lo cual quedó representado por el velo que se rasgó al morir Cristo, Mateo xxvii, 51. Ahora,
por la sangre de Jesús podemos entrar confiadamente al Lugar Santísimo en todos los actos
de adoración, sin embargo, siendo santísimo, nos obliga a la santa reverencia.

Había una cortina para la puerta exterior del tabernáculo. Este velo era toda la defensa que
el tabernáculo tenía. Dios cuida a su iglesia en la tierra. Una cortina, si le place a Dios hacerlo
así, será tan fuerte para defensa de su casa, como si fueran puertas de bronce y barras de
hierro. Con esta descripción típica de Cristo y su iglesia ante nosotros, ¿cuál es nuestro juicio
en estos asuntos?
¿Vemos algo de gloria en la persona de Cristo? ¿Alguna excelencia en su carácter? ¿Algo
precioso en su salvación? O ¿alguna sabiduría en la doctrina de la cruz? ¿Soportará un examen
nuestra religión? Y ¿somos más cuidadosos para aprobar nuestros corazones ante Dios que
nuestros caracteres delante de los hombres?

El propósito del velo era para ocultar e impedir la entrada de todos a la presencia simbólica
de Dios, excepto el Sumo Sacerdote en el Día de la Expiación. La única manera que el Sumo
Sacerdote podía mantenerse con vida al otro lado del velo era por medio del rocío en el velo
de la sangre de su sustituto. El propósito del velo era mantener alejada a la gente del Lugar
Santísimo. Era una manera de decirle al hombre pecador que no podía acercarse a Dios sino
con Su medios prescritos. Estuvo de pie en el camino a la presencia de Dios. Era una puerta

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cerrada. La única persona que podía entrar al Lugar Santísimo y permanecer vivo, era el Sumo
Sacerdote con la sangre del sacrificio sustituto, y sólo en el Día de la Expiación (Éxodo 26:31-
35; Levítico 16). Pero nunca podía entrar sin la sangre. Era un recordatorio constante de que
el pecado separa al pecador de Dios.

El escritor de hebreos nos dice que el Velo en el Tabernáculo representa la humanidad de


Jesús. "Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre
de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su
carne" (Hebreos 10:19-20). La humanidad de Cristo es la humanidad estándar en la cual Dios
mismo se puede entronar a sí mismo.

El cuerpo de Jesús era un "velo" que ocultaba la gloria interna de su deidad. Con excepción
de Jesucristo, todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios. Sólo en Cristo habitó la
gloria de Dios. Sólo lo que fue sin pecado y perfecto pudo entrar en la presencia del SEÑOR
Dios. "Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad" (Colosenses 2:9).
"Por cuanto agradó al Padre que en él habitase toda plenitud" (Colosenses 1:19). El velo era
un símbolo silencioso de la Encarnación (1 Tim. 3:16). Jesús fue "santo, inocente, y separado
de los pecadores." Nadie puede llegar a alcanzar la vida perfecta de Jesús.

El velo es un símbolo de la vida encarnada de Jesús, y la ruptura del velo fue Su muerte en la
cruz. La muerte de Cristo abrió un camino nuevo y vivo a la presencia de Dios. Al mismo
tiempo, significaba que el propósito del Templo físico en Jerusalén había terminado. Debido
que Jesús se había ofrecido a Dios Padre como el sacrificio perfecto por el pecado, el velo ya
no era necesario.

Lugar santo
El Señor ha revelado Su palabra de forma progresiva a Su pueblo, el cual ha caminado por la
fe a lo largo de toda la historia. En esa revelación progresiva, podemos encontrar un lugar
muy importante en el tabernáculo de Reunión, el Lugar Santo.

La palabra del Señor en el Nuevo Testamento dice muy claramente que el Antiguo
Testamento es figura y sombra de las cosas celestiales y del nuevo Pacto en Cristo.

El Lugar Santo era una de las salas que formaban el Santuario, el cual estaba dividido en dos
partes: el Lugar Santo y el lugar Santísimo. Los sacerdotes entraban todos los días en el Lugar
Santo para cumplir sus deberes relacionados con el culto a Dios.

Cuando uno entraba al Tabernáculo de Moisés desde el recinto exterior, el Lugar Santo fue la
primera habitación que se encontró. Se requería que los sacerdotes fueran ritualmente puros
al ingresar al Lugar Santo, por lo tanto, la Fuente de Bronce (Que se discutirá en otro artículo)
se usó afuera antes de ingresar al Lugar Santo. Esta área era santa por su proximidad al Arca
de la Alianza y la presencia de Dios. Dios también separó esta área para rituales especiales y
sacrificios que los sacerdotes debían hacer.

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En el momento de la construcción del tabernáculo de Moisés, solo Aarón y sus hijos podían
entrar y servir en el Lugar Santo. Éxodo 27:21 registra estas instrucciones:

"En el tabernáculo de reunión, afuera del velo que está delante del testimonio, las pondrá en
orden Aarón y sus hijos para que ardan delante de Jehová desde la tarde hasta la mañana,
como estatuto perpetuo de los hijos de Israel por sus generaciones"

El Lugar Santo se separó del ajetreo y el bullicio del recinto exterior donde se llevaban a cabo
sacrificios de animales en nombre de la gente.

Uno puede asumir con seguridad que dentro del Lugar Santo las cosas estaban muy tranquilas
y solemnes, iluminadas por el suave resplandor de la luz de las velas que rebotaba en el oro,
lleno del dulce olor del incienso quemado. Habría sido una escena muy diferente del
ajetreado trabajo de los sacerdotes, los constantes sacrificios y los ruidosos balidos de los
animales afuera.

Dentro del Lugar Santo había tres objetos sagrados, cada uno con un propósito y función
específicos. Estos tres muebles sagrados eran la Mesa de la Proposición, el Candelabro de Oro
o Menorah y el Altar del Incienso. Después de la descripción del Arca, la Biblia da la
descripción de la Mesa de la Proposición.

Altar de incienso
“Harás asimismo un altar para quemar el incienso; de madera de acacia lo harás… Y lo cubrirás
de oro puro, su cubierta, sus paredes en derredor y sus cuernos; y le harás en derredor una
cornisa de oro. Le harás también dos anillos de oro debajo de su cornisa, a sus dos esquinas a
ambos lados suyos, para meter las varas con que será llevado. Harás las varas de madera de
acacia, y las cubrirás de oro”. Ex. 30:1-10

Este altar es llamado también “el altar que está delante de Jehová”, Levítico 16.18.

No encontramos mención de él hasta el capítulo 30 de Éxodo, cuando los otros vasos, con la
excepción de la fuente, se mencionan en los capítulos 25 al 27. La razón parece estar en la
asociación entre el altar de incienso y la obra de Cristo como sumo sacerdote. Este mueble
representa su ministerio en el cielo. Por esto se presenta el sacerdocio en los capítulos 28 y
29, primeramente su vestidura y luego su consagración, y en seguida leemos del altar que nos
interesa ahora.

Este altar estaba frente al velo, “delante de Jehová”, al decir de Levítico. Si es que el velo lo
permitía, la fragancia de su incienso penetraría el lugar santísimo, la misma presencia de Dios.
¡No había chimenea en el tabernáculo!

Nosotros, adoradores redimidos, cuya adoración en Espíritu y verdad anhela el Padre,


podemos entrar en el sentido de las palabras de Pablo mucho más que podían aquellos

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atenienses que le oyeron decir que “Él no está lejos de cada uno de nosotros”, Hechos 17.27.
Acerquémonos, tanto en oración como en adoración.

El candelabro
Harás además un candelabro de oro puro. El candelabro, su base y su caña han de hacerse
labrados a martillo; sus copas, sus cálices[a] y sus flores serán de una pieza con él. 32 Y saldrán
de sus lados seis brazos; tres brazos del candelabro de uno de sus lados y tres brazos del
candelabro del otro[b] lado. 33 Habrá tres copas en forma de flor de almendro en un
brazo, con un cáliz y una flor; y tres copas en forma de flor de almendro en el
otro[c] brazo, con un cáliz y una flor; así en los seis brazos que salen del candelabro. Ex. 25:31

El candelero era de oro puro y consistía en un pie, una caña central y seis brazos que salían
de ella, tres de cada lado. Al extremo de cada uno de los seis brazos y de la caña había una
lamparilla de oro que contenía aceite puro de oliva, y éstas debían mantenerse para que
ardieran continuamente y dieran luz en el Lugar Santo. Era el único medio de obtener luz, y
en esa luz el sacerdote servía y adoraba a Jehová. Estaba al lado sur del Lugar Santo, enfrente
de la mesa del pan de la proposición.

Hay verdades profundas y preciosas prefiguradas en este candelero de oro, en las cuales
nuestras almas pueden meditar con gozo y bendición. Cristo personalmente es y siempre era
“la Vida” y “la Luz”. La vida y la luz divinas tienen su fuente y manifestación en su bendita
persona. Él, y Él sólo, es el Dador de vida y luz, y ha dado ambas a sus santos. Están en posesión
de su vida y son “hijos de luz”, y es por medio de ellos que Él se manifiesta a y se muestra a sí
mismo. El candelero parece señalar hacia aquella unidad profunda y misteriosa que hay entre
la Cabeza y los miembros del nuevo Hombre, expresivamente llamado “el Cristo” según se lee
el griego en 1 Corintios 12:12.

Este mueble debía ser labrado a martillo de un talento de oro. Era de oro puro; no había
oropel ni aleación. Esto marca el carácter divino de la verdad encerrada en la figura. Nos
recuerda la Iglesia como formada y creada a su imagen, hechura de Dios.

Fue labrado a martillo. Los martillazos son emblema de dolor y sufrimiento. Esto indica los
padecimientos de la cruz como el lugar de nacimiento de la Iglesia. Los varios brazos de este
candelero de oro, con sus flores y copas, fueron formados a golpe de martillo. Todos
quedaban escondidos, como si fuera, en aquel talento cuando aún no labrado, pero a medida
que el martillo caía sobre él, dirigido por una mano diestra, se producía brazo tras brazo hasta
que la obra quedó una sola pieza maciza de oro labrado, y vista como tal al ojo del artífice.

Fue así que se formó la Iglesia. El sueño que Jehová Dios hizo caer sobre el primer Adán,
mientras formaba de su costado la “varona” que iba a ser su compañera; el grano de trigo
cayendo en tierra para morir y llevar mucho fruto; y la elaboración a golpe del candelero de
oro todos son figuras de los grandes y amargos sufrimiento de la cruz a los cuales la Iglesia,
como cuerpo y esposa de Cristo, debe su existencia.

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El talento de oro era siempre valioso y precioso en sí, pero sin ser trabajado a martillazos no
era candelero de oro. Si no hubiese sido por la molienda y muerte del Hijo de Dios, el Postrer
Adán, no existirá Iglesia alguna, ni una segunda Eva que sería cuerpo y esposa suya.

Mesa de la proposición
Puso la mesa en el tabernáculo de reunión, al lado norte de la cortina, fuera del velo, 23 y
sobre ella puso por orden los panes delante de Jehová, como Jehová había mandado a Moisés.
Ex. 40:22-23

Al pasar por la puerta, el sacerdote entraba en un recinto del tamaño de una sala amplia con
un techo muy alto. Era lujoso en extremo. El lugar santo medía veinte codos por diez (casi
nueve metros por cuatro y medio) y tenía una altura de diez codos.

Veía tres muebles: a su derecha, una mesa forrada de oro; a su izquierda, una lámpara o
candelero de oro puro; y delante de él, junto a la cortina, otro altar. El significado espiritual
de estas tres estaciones de trabajo no permitía que fuesen ubicadas en el atrio; estaban en
este salón conocido como el lugar santo, visibles sólo a los sacerdotes.

Leemos de esta mesa en el santuario, llamada por cierto la mesa limpia, en Éxodo 25.23 al 30,
37.10 al 16 y Levítico 24.5 al 9. Es la primera de varias en el Antiguo Testamento:

• Saúl asignaba no poco significado a la ausencia de David a la mesa del rey, y con mucha
razón. 1 Samuel 20.29
• David manifestó su bondad a la casa de Saúl al invitar a su descendiente discapacitado,
Mefi-boset, a comer a su mesa continuamente. 2 Samuel 9.7
• Durante la reconstrucción del muro, Nehemías apoyó la restauración del remanente al
ser anfitrión para unos ciento cincuenta hombres que comieron a su mesa. Nehemías
5.17

¿No es evidente, entonces, que la mesa en las Escrituras es una figura de la comunión y
bendición que el Dador derrama sobre los suyos, y por ende de la relación de los suyos con
otros? El Evangelio de Lucas narra relatos de mesas cargadas de delicias en la gran cena de la
salvación, en la casa del padre del ex pródigo, etc. Son ilustraciones de la mesa del Padre para
su pueblo individualmente. La mesa del tabernáculo hubiera podido corresponder a éstas al
haber sido ubicada afuera en el atrio, pero no es el caso.

La mesa en el santuario habla de Cristo como el sustento para su pueblo en comunión con
Dios. Su enfoque es en buena parte a la iglesia local.

La comunión al alcance del creyente en nuestros tiempos es tanto vertical como horizontal;
es decir, con Dios y con los hombres.

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Hay la comunión con las Personas de la Trinidad: “Nuestra comunión verdaderamente es con
el Padre, y con su Hijo Jesucristo”, declaró Juan en 1 Juan 1.3. La comunión del Espíritu Santo
se menciona en 2 Corintios 13.14, Filipenses 2.1. “Fiel es Dios”, escribió el apóstol a los
incumplidos corintios al comienzo de la primera epístola a ellos, “por el cual fuisteis llamados
a la comunión con su Hijo Jesucristo nuestro Señor”. Pablo tenía el hondo deseo de tener
comunión con Cristo en sus sufrimientos, llegando a ser semejante a Él en su muerte;
Filipenses 3.10.

Retomando, entonces, nuestros comentarios sobre el sentido para nosotros de la mesa en el


tabernáculo, diremos a título de repaso que si el atrio proyecta la experiencia personal del
creyente, el lugar santo (entrado sólo por pasar entre las columnas de instrucción divina) es
más una figura de la asamblea local. El primer vaso sagrado que se encuentra en aquel recinto
tipifica al creyente individual y colectivamente en el disfrute de lo que Dios da a su “mesa”.

EL LAVACRO (o fuente de bronce). Éxodo 30.17-21


Su base era de bronce. Estaba hecho para que los sacerdotes se laven los pies y las manos.
Los sacerdotes debían de lavarse después de hacer el sacrificio. Este lavamiento limpiaba o
purificaba al sacerdote para poder entrar al Tabernáculo, al lugar santo para adorar, o
morirían (v.20).

TIPOS que representa el LAVACRO:


1º.- El lavacro nos habla de Cristo, la Palabra viviente. El agua en el lavacro nos habla de la
palabra escrita.
2º.- La verdad espiritual que este vaso enseña, es la de la Santificación por la Palabra de Dios.
Ef. 5:25-27.
3º.- Llegamos al lavacro después de pasar por el altar, el altar es para pecadores, el lavacro
era para los sacerdotes y tenían que ver con su separación para entrar en el santuario con el
fin de adorar. (Ver)Ex: 30:18.

El Lavacro como Cristo: Palabra encarnada.-


Aquí vemos que Cristo es la Palabra encarnada, es el verbo que se hizo carne, se hizo hombre
y vino a habitar entre nosotros. Juan 1.1-2, y v.14.
El descendió y se nos presentó como medicina. El espíritu de la Palabra de Dios se hizo visible,
se hizo hombre, y su nombre fue Jesús. Dios en Génesis 1 creó todas las cosas con la Palabra,
dijo “sea la luz” (v.3), “haya expansión”(v.6); “júntense”(v.9), entre otros muchos y cuando
llegó a la creación del hombre dijo (v.26) “hagamos al hombre a nuestra imagen”, la misma
trinidad(Padre, Hijo y Espíritu Santo) se coordina y unifica para crear al hombre, y vemos esa
unidad, “hagamos”, por lo que la imagen tomada como referencia para hacer al ser humano
fue Jesucristo.

Él fue el modelo, así que el Verbo, Juan 1.1, estaba con Dios, y era Dios, y ahí vemos a Jesús,
la máxima expresión visible de Dios, por lo que se hizo hombre, se encarnó, se manifestó a la
humanidad, a todos nosotros, para purificarnos.

Él, como el Lavacro, resplandece, porque es Santo, es Santidad. Es Puro, y así como el Lavacro
resplandecía, así vemos a Jesús, en lo espiritual. Hebreos 1.3: “siendo el resplandor se su

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gloria, y la imagen misma de sus sustancia, y quien sustenta todas las cosas por la palabra de
su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por sí mismo, se sentó a la
diestra de la Majestad en las alturas…”

Jesús es el resplandor de la Gloria de Dios y Su Imagen visible, y aquél que nos purificó a los
ojos del Padre. Nadie ha visto a Dios jamás (Juan 1.18; 1ª Juan 4.12) y cualquiera que le viera
moriría (Éxodo 33.20), pero su imagen visible es Jesús. Así también ahora nosotros somos
purificados en Él, en Jesucristo, quien ya nos ha justificado ante el Padre, nos purificado, nos
ha lavado de nuestros pecados, ahora podemos ser como Jesús al habernos dado Su Espíritu
y haber hecho nacer de nuevo el nuestro, y todo ello es lo que representa el Lavacro, en el
que los sacerdotes, ahora nosotros, nos hemos de lavar, para poder entrar al santuario.
Es el recordatorio de que Jesucristo es nuestro purificador y la entrada al santuario es a través
de Él.

Altar del holocausto


Era un altar, portátil, como todo objeto del Tabernáculo, hecho de madera de Acacia, cubierto
de bronce (Por el sufrimiento de los corderos).

Sus medidas eran 2,20 metros de largo, 2,20 metros de ancho y 1,30 metros de alto.
Era lo primero que veían los sacerdotes al pasar la Puerta del Atrio. Y nos enseña que no
podemos acercarnos a Dios si no es a través de un sacrificio, y por supuesto ahora a través
del sacrificio de Jesús.

En Jesús tenemos todo cuanto necesitamos, como también en el Altar cabían todos los
muebles del tabernáculo, lo cual nos revela que en Cristo están todas las bendiciones que
necesitamos los creyentes, y se encuentran garantizadas en la muerte de Jesucristo y el su
sangre derramada.

Representa la CRUZ ya que vemos:


1.- La Bondad de Dios hacia nosotros (un sacrificio que nos beneficia y libera a nosotros)
2.- La severidad hacia la víctima que lleva nuestros pecados: JESÚS

La fuente se encontraba entre el altar de sacrificio y la puerta que daba al lugar santo. Los
tres estaban en línea, y probablemente la fuente estaba equidistante de los otros dos.
Doctrinalmente están estrechamente vinculados, siendo tres figuras del acercamiento del
hombre a Dios. Veremos, por supuesto, que las siete estaciones del tabernáculo enseñan un
progreso de doctrina.

El altar era para todos pero la fuente para sólo los sacerdotes. Un detalle que tenían en común
era que no contaban con techo; todo lo que se hacía ante ellos estaba a la vista de Dios y de
los hombres.

El altar habla de poseer la salvación y la fuente de experimentar la santificación; la mesa


adentro habla de servicio; el arca y el propiciatorio, de la satisfacción. El atrio está asociado
con los levitas, el lugar santo con los sacerdotes y el santísimo con el sumo sacerdote.
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Propósito
“De ella se lavarán Aarón y sus hijos las manos y los pies. Cuando entren en el tabernáculo de
reunión, se lavarán con agua, para que no mueran; y cuando se acerquen al altar para
ministrar… lavarán las manos y los pies”, 30.19 al 21.

La limpieza era fundamental, y dos veces aquí se dice que la alternativa era la muerte. Cada
sacerdote, cada vez que se presentaba para realizar sus funciones ante el altar de sacrificio o
las estaciones en el lugar santo, tenía que lavarse. De otra manera, Aarón y sus hijos se
quedaban descalificados para el servicio.

Dos vocablos en hebreo, kabas y rachets, se traducen como lavar. La primera es la más fuerte.
La emplea David dos veces en el Salmo 51: “lávame más y más de mi maldad”, y “purifícame
con hisopo, y seré limpio”. Jeremías la emplea al hablar de limpiar el corazón. De las dos
palabras es la que más se encuentra en Levítico 13 al 17, y se refiere en primera instancia a
lavarse la ropa. Rachets es bañarse o limpiar el cuerpo, y es ésta la que encontramos en Éxodo
capítulos 29, 30 y 40, y en los primeros capítulos de Levítico. Es el término que David utiliza
en el Salmo 26: “Lavaré en inocencia mis manos, y así andaré alrededor de tu altar, oh
Jehová”.

JESUCRISTO: EL SACRIFICIO PERFECTO INIGUALABLE.-


Dios merece lo mejor de nosotros, ya que ahora el sacrificio que Dios ha hecho es entregar a
Su Hijo por nosotros, para tomar nuestro lugar, Juan 3.16, para regalarnos la salvación. Ningún
sacrificio animal podía acabar con el pecado, por eso Cristo, tuvo que tomar semejanza de
hombre y en forma humana llevar una vida sin defecto para ser sacrificado y así quitado
nuestro pecado para siempre.
Veamos en la Palabra este sacrificio perfecto hecho una vez y para SIEMPRE, para quitar el
pecado de la humanidad. Recordemos que ya Juan el Bautista describió a Jesús como el
cordero de Dios que iba a quitar el pecado del mundo (Juan 1.29).
Cristo, no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre, entró una
vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención. La sangre de
los toros y de los machos cabríos santifican para la purificación de la carne, ¿Cuánto más la
sangre de Cristo se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios? …..por eso es mediador de un nuevo
pacto… interviniendo muerte para la remisión de las transgresiones los llamados reciban la
promesa de la herencia eterna… Y casi todo es purificado, según la ley, con sangre; y sin
derramamiento de sangre no se hace remisión….no entró Cristo en el santuario hecho de
mano, figura del verdadero, sino en el cielo mismo para presentarse ahora por nosotros ante
Dios; y no para ofrecerse muchas veces, como entra el sumo sacerdote en el Lugar Santísimo
cada año con sangre ajena… se presentó una vez para siempre por el sacrificio de sí mismo
para quitar de en medio el pecado.
Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos…. nunca puede…
sacrificios… hacer perfectos a los que se acercan… cesarían de ofrecerse…. la sangre de los
toros y de los machos cabríos no puede quitar los pecados…

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Más me preparaste cuerpo para hacer tu voluntad…somos santificados mediante la ofrenda
del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre… hizo perfectos para siempre a los
santificados…. nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones… donde hay
remisión… no hay más ofrenda por el pecado… teniendo libertad para entrar en el Lugar
Santísimo por la sangre de Jesucristo.
Es impactante la gran enseñanza que dimana de estos versículos, así entresacados y con la
que podemos dar por más que explicado que el sacrificio de Jesús fue perfecto en nuestro
favor, y que fue también necesario, pues el pecado no era quitado con los sacrificios animales,
pero sí con el de Cristo, y esa es la base de nuestra seguridad de salvación y fe. Por eso
justificados por la fe, y en los méritos de Jesucristo, tenemos paz para con Dios (Romanos 5.1)
En apoyo bíblico de todo lo expuesto, nos remitimos a lo determinado en 1ª de Juan 1.7,
donde nos dice que la sangre de Jesucristo nos limpia de todo pecado, así como en 1ª Juan
2.2 en el cual se estipula que Él es la PROPICIACIÓN por todos nuestros pecados.

El atrio
El atrio estaba encerrado por una cerca que medía cien codos por cada lado y cincuenta a
cada extremo. (O sea, aproximadamente 45 metros por 22,5). Casi todos los cuadros que
ilustran el tabernáculo lo presentan expuesto al sol, pero creemos que el atrio estaba
protegido por aquella milagrosa nube que daba sombra a la vez al santuario en sí.
La finalidad de una cerca es la de excluir al que no debe estar adentro y de proteger a los que
sí deben estar. Eso hacía la cerca del tabernáculo. Era la morada de Dios y Él quería prohibir
el acercamiento ilícito; esta cerca mantenía al pecador afuera. Desde el Edén en adelante el
pecado ha separado al hombre de su Dios, y así será por toda la eternidad. Abraham expuso
una gran verdad al hablar al rico en el hades acerca de una gran cima puesta. La cerca del
tabernáculo era una línea divisoria; por un lado estaba el “yermo de horrible soledad”
(Deuteronomio 32.10) y por el otro los lujosos muebles y las santas ceremonias.

La cerca era de lino blanco. Ahora, en las Escrituras el blanco habla de la santidad. “Tus
sacerdotes se vistan de justicia [Su vestimenta era de lino blanco] y se regocijen tus santos”,
Salmo 132.9. La esposa en las bodas del Cordero se vestirá de lino fino, blanco y
resplandeciente, ya que “el lino fino es las acciones justas de los santos”, Apocalipsis 19.8.

Esta extensión de blanco (280 codos de largo y cinco de alto) ilustra (i) la santidad que Dios
exige de todos los que se presentarían ante Él, y (ii) la santidad que Cristo ha provisto en su
persona y obra inmaculadas.

Cincuenta y seis columnas sostenían la cortina blanca. Vemos en ellas una figura del cristiano
que despliega a Cristo al mundo afuera y al creyente adentro. Cada columna descansaba en
una basa de cobre, una figura del hijo de Dios separado del mundo, parado donde ya pasó el
fuego de juicio. Este cobre había sido fundido y moldeado, una ilustración de la ira de Dios
que cayó sobre Aquel que llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero.

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Si bien cada columna contaba con un buen fundamento, tenía aún más apoyo. En la basa
abajo vemos la seguridad eterna del creyente, y en las cuerdas y estacas a cada lado de la
cerca vemos la estabilidad en la vida cristiana.

Nuestro Salvador no sólo padeció la ira (el cobre) y pagó el precio de nuestra salvación (la
plata), sino a la vez es quien nos guarda de caída; Judas 24. Pedro (quien en una época había
tenido sus propios problemas en cuanto a la estabilidad espiritual) se refiere a los creyentes
como “guardados por el poder de Dios mediante la fe para alcanzar la salvación” (1 Pedro
1.5), refiriéndose desde luego a la salvación en el sentido de nuestro arrebatamiento del
mundo en la venida del Señor al aire.

Necesitamos estabilidad en nuestro testimonio ante el mundo (la perspectiva desde afuera)
y aun en presentar a Cristo a nuestros con creyentes (el atrio adentro, con sus ordenanzas
santas). Santiago es enfático al hablar de esto, como era de esperar. “El hombre de doble
ánimo es inconstante en todos sus caminos. No piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa
alguna del Señor”, 1.8,7.

Había una sola entrada al atrio que contenía el santuario, y era por un portón ancho. El portón
siempre miraba al este; el sol naciente lo alumbraba cada día. La tribu de Judá acampaba
frente al portón, y de esa tribu vendría el Salvador, levantándose cual Sol de Justicia con
salvación en sus alas, al decir de Malaquías.

Para nosotros, el portón es un cuadro de Cristo, la única vía de acceso a Dios. “No hay otro
nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos”, Hechos 4.12. Él es el
camino, la verdad, y la vida. Sólo Él puede proclamar: “Yo soy la puerta; el que por mí entrare,
será salvo”, Juan 10.9. Erigiendo ese portón, Moisés y sus colaboradores terminaron la obra,
como explica Éxodo 40.33. Eso da gusto; nos hace recordar el grito de triunfo que sacudió el
Calvario: “Consumado es”.

No había cerradura. Nada se dice de pasadores ni barras, ni de abrir o cerrar el portón. No


había querubín para cerrar el paso, como en el Edén. Las Escrituras hablan del israelita
entrando ─es decir, trayendo su animal para sacrificio─ pero ¡nada dicen de su salida! Todo
esto es una figura de la salvación por fe, presentada como el renacimiento por la única manera
que Dios reconoce.

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Diferencias y similitudes entre el tabernáculo y la iglesia
Es muy importante establecer y conocer las enormes diferencias que existieron entre el
tabernáculo, el cual fue el corazón de la religión judía y la ley, con la iglesia que Dios levantó
durante el período del Nuevo Testamento donde se registran todos los antecedentes que la
constituyeron, dejando el Señor registrado en Su Palabra una amplia descripción de los
elementos y prácticas, para que sirvieran de modelo a las generaciones venideras.
El templo judío era un edificio físico que correspondía muy bien a las necesidades de un
pueblo terrenal, en cambio la iglesia que Dios define como tal en Su Palabra, es un edificio
espiritual formado por las personas en quienes mora el Espíritu Santo y se van añadiendo a
ese edificio espiritual como piedras vivas.
1Pe 2:5 "vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y
sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de
Jesucristo".
1Co 6:19 "¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en
vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?"
Enumero en el siguiente listado algunas de esas diferencias:
1 A.- El templo era un edificio físico donde se desarrollaba la religión judía.
1 B.- La iglesia es un edificio espiritual donde mora el Espíritu Santo.
2 A.- En el templo se presentaban sacrificios de animales conforme a la ley.
2 B.- En la iglesia se ofrecen sacrificios espirituales (1Pd.2:5).
3 A.- Era de uso exclusivo para quienes estaban bajo la ley.
Ez.44: 6 "y dirás a los rebeldes, a la casa de Israel: Así ha dicho Jehová el Señor: Basta ya de
todas vuestras abominaciones, oh casa de Israel, de traer extranjeros, incircuncisos de
corazón e incircuncisos de carne, para estar en mi santuario y para contaminar mi casa".
Por este motivo hasta los días de los apóstoles los judíos no hablaban con los gentiles (Pedro
en casa de Cornelio): Hch.10:28 "Vosotros sabéis cuán abominable es para un varón judío
juntarse o acercarse a un extranjero".
Num 3:38 "Los que acamparán delante del tabernáculo al oriente, delante del tabernáculo de
reunión al este, serán Moisés y Aarón y sus hijos, teniendo la guarda del santuario en lugar
de los hijos de Israel; y el extraño que se acercare, morirá".
3 B.- La iglesia es para todos sin distinción de nacionalidad, raza o condición social: Gal 3:28
"Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos
vosotros sois uno en Cristo Jesús". Todos tenemos libre acceso a la casa de Dios, porque la
salvación es sin diferencia de ninguna clase, es igual para el hombre como para la mujer.
4 A.- En el templo existía un altar, porque allí debían ofrecer los sacrificios de los animales
que ordenaba la ley a todos quienes estaban sujetos a ella.
4 B.- En la iglesia no existe un altar porque Cristo: Heb 10:12-14 "habiendo ofrecido una vez
para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios, porque con
una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados".
Y es aquí donde también se destaca ese esfuerzo engañoso de los mercaderes de la fe de las
iglesias modernas, para intentar mimetizar el edificio de la iglesia como "el templo", cuando

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hacen los famosos "llamados al altar" ¿A cuál altar? Cuando bien sabemos que en la iglesia
no existe un altar.
5 A.- En el templo se quemaba incienso en ofrenda a Dios.
5 B.- En la iglesia el incienso corresponde a las oraciones de los creyentes: Ap. 8:3 En una
descripción de una escena que se desarrolla en los cielos dice: "Otro ángel vino entonces y se
paró ante el altar, con un incensario de oro; y se le dio mucho incienso para añadirlo a las
oraciones de todos los santos, sobre el altar de oro que estaba delante del trono".
6 A.- En el templo había un sumo sacerdote humano, que debido a esa condición debía ser
remplazado periódicamente.
6 B.- En la iglesia tenemos un solo sumo sacerdote para toda la eternidad, el Señor Jesucristo:
Heb 7:23 "Y los otros sacerdotes llegaron a ser muchos, debido a que por la muerte no podían
continuar; mas éste, por cuanto permanece para siempre, tiene un sacerdocio inmutable".
Debido a su divinidad y santidad: Heb 7:27 "no tiene necesidad cada día, como aquellos sumos
sacerdotes, de ofrecer primero sacrificios por sus propios pecados, y luego por los del pueblo;
porque esto lo hizo una vez para siempre, ofreciéndose a sí mismo". En consideración a esta
irrefutable y preciosa verdad, resulta una herejía hablar de un altar dentro de la iglesia y hacer
llamados a "pasar al altar".
7 A.- En el templo había una serie de muebles y utensilios para cumplir con el ceremonial de
la ley, todo lo cual era figura de la persona santa del Señor Jesucristo.
Heb 9:2 "Porque el tabernáculo estaba dispuesto así: en la primera parte, llamada el Lugar
Santo, estaban el candelabro, la mesa y los panes de la proposición.
Heb 9:3 Tras el segundo velo estaba la parte del tabernáculo llamada el Lugar Santísimo,
Heb 9:4 el cual tenía un incensario de oro y el arca del pacto cubierta de oro por todas partes,
en la que estaba una urna de oro que contenía el maná, la vara de Aarón que reverdeció, y
las tablas del pacto".
7 B.- En la iglesia todo eso ha sido remplazado por la realidad misma que es la persona del
Señor Jesucristo.

Heb 9:9 "Lo cual es símbolo para el tiempo presente"

Heb 9:11 "Pero estando ya presente Cristo, sumo sacerdote de los bienes venideros, por el
más amplio y más perfecto tabernáculo, no hecho de manos, es decir, no de esta creación,
Heb 9:12 y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre, entró
una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención.
Heb 9:23 Fue, pues, necesario que las figuras de las cosas celestiales fuesen purificadas así;
pero las cosas celestiales mismas, con mejores sacrificios que estos".

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Conclusión

En la puerta del Atrio, somos salvos.


En el Altar del Holocausto, la sangre del Cordero de Dios es derramada a favor de nosotros, y
en consecuencia nuestra carne muere.
En el Lavacro, la Palabra de Dios lava nuestro andar diario.
En el Velo del Lugar Santo, tomamos una función sacerdotal, don, o ministerio.
En el Candelero, somos iluminados por el Espíritu Santo.
En la Mesa de los panes de la Proposición, nuestra vida es sostenida y alimentada por Cristo,
y participamos de Su Cuerpo, en comunión los unos con los otros.
En el Altar del Incienso le adoramos.
Y en el Lugar Santísimo, lo estamos tocando y somos iluminados por la gloria de Dios de forma
sobrenatural.
Por tanto el Tabernáculo nos muestra cual es el camino a la unción y presencia de Dios.
Vemos también a Cristo en todos los elementos y en las diferentes partes:
1) A Cristo en la Puerta del Atrio, Él es la Puerta.
2) La Sangre de Jesús derramada en el Altar del Holocausto.
3) la Palabra de Cristo, La Verdad, para limpiarnos en el Lavacro.
4) Los ministerios de la Iglesia en el Velo del Lugar Santo.
5) El Espíritu Santo iluminándonos en nuestro llamado sacerdotal diario, a través del
Candelero de oro.
6) Como Cristo nos sostiene, la Mesa de los panes, y nos alimenta de Su Palabra, haciéndonos
parte de Su Cuerpo.
7) La Adoración a Cristo, el que Venció a la muerte y nos da vida, en el Altar del Incienso.
8) El desgarro de Cristo en el velo rasgado, para poder hoy en un camino nuevo acercarnos al
Dios Padre, gracias a su sacrificio.
9) A Dios mismo en el Arca del Testimonio, que a su vez nos anuncia la divinidad de Cristo, su
Reinado, y su resurrección y vida.
Esperamos que este estudio pueda haber sido de bendición y edificación para su vida. Dios le
bendiga. Para su autor ha sido una gran sorpresa encontrar a Cristo en cada paso de este
caminar por la casa provisional, Tabernáculo, del Dios del Antiguo Testamento, y somos
privilegiados por ver cosas que otros muchos quisieron ver y no pudieron.
Dios le bendiga a través de Su Palabra.

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