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El Tabernáculo fue construido por los hebreos en el desierto de Sinaí tras el otorgamiento de la Ley mosaica.
Grabado europeo, siglo XVII.[1]
Modelo del Tabernáculo de los hebreos, mostrando el "Santo" y, tras los cortinajes, el "Santo de los Santos".
También harás un velo de azul, púrpura, carmesí y lino torcido; será hecho de
obra primorosa, con querubines; y lo pondrás sobre cuatro columnas de madera
de acacia cubiertas de oro; sus capiteles de oro, sobre basas de plata. Y pondrás
el velo debajo de los corchetes, y meterás allí, del velo adentro, el arca del
testimonio; y aquel velo os hará separación entre el lugar santo y el santísimo.
Pondrás el propiciatorio sobre el arca del testimonio en el lugar santísimo.' (Éxodo
26:31-34).
Todo lo dicho sobre la idea de santidad en la sección del lugar santo es aplicable
aquí, pero con mayor motivo, pues no en vano estamos en el 'santo de los santos',
según la hipérbole hebrea que designa lo más santo.
Este cambio ha sido posible gracias a la sustitución que Dios mismo ha provisto, al
disponer y aceptar que una víctima inocente cargue con la culpa y el castigo del
pecador. La idea de sustitución está presente en Isaías 53, donde el Siervo lleva
sobre sí los sufrimientos del pueblo (4), sus rebeliones, pecados y castigo (5). La
expresión 'llevar' aparece dos veces en conexión con las iniquidades (11) y el
pecado (12). La inocencia de este Siervo que le capacita para ser sustituto queda
expresada también (9).
En el libro de Apocalipsis aparece el verdadero lugar santísimo, cuando en el
capítulo 4 Juan es arrebatado hasta un lugar en el cielo donde hay un trono
establecido. Ese trono y el que en el mismo se sienta va a ser una de las líneas
motrices del libro, quedando especificado que hay un altar de oro, donde se
quema el incienso, que está delante del trono (Apocalipsis 8:3). Es un lugar de
adoración y reverencia.
El lugar santísimo es pues todo lo opuesto a un lugar común, por eso no se puede
entrar allí cualquiera de cualquier forma. Si el que habita ese recinto es Santo por
excelencia, quiere decirse que nada profano puede tener comunión con él.
Solamente lo que está en consonancia con esa naturaleza de santidad puede.
Ahora bien, alguien profano no puede elevarse a sí mismo a la esfera de lo santo.
Ese intento está condenado al fracaso, porque nadie puede por sí cambiar su
naturaleza. Si a esa imposibilidad que lo profano contiene le añadimos además el
formidable obstáculo adicional que lo pecaminoso le ha añadido, entonces nos
damos cuenta de que estamos ante algo que supera todas nuestras capacidades.
Pero aquí es donde viene Dios mismo en nuestro auxilio para procurarnos lo que
nosotros no podemos hacer. Y eso lo hace mediante el día de la expiación,
cuando lo profano, que además está contaminado por el pecado, es santificado.
Jata'. Este término y sus derivados aparecen casi mil veces en el Antiguo
Testamento. Su traducción al español más común es pecado, pero el
significado esencial de la raíz gramatical es errar la norma. Eso se puede
aplicar a las relaciones humanas, pero también se puede aplicar a la
relación con Dios, como cuando se cataloga de esa manera el pecado de
Jeroboam y el de los reyes que siguieron sus pisadas (1 Reyes 14:26). En
la catarata de improperios que Isaías lanza contra Israel, nada más
comenzar su libro, el primero que aparece es precisamente el que estamos
considerando (Isaías 1:4). Aunque no sólo Israel, la humanidad en su
conjunto desde Adán en adelante, se ha quedado corta de la norma que
Dios ha mandado.
Avon. La raíz gramatical de esta palabra procede de torcer, de ahí que este
término signifique torcer o retorcer la norma, es decir, pervertir lo que es
recto. Es un aspecto del pecado muy corriente, en el que para auto-
justificarme manipulo la ley para que ésta diga lo que yo quiero que diga. Es
el pecado del que Dios acusa a los amorreos en Génesis 15:6, quienes
cuatro generaciones después de Abraham llevarán su maldad al colmo,
cuando Israel entre en Canaán y se encuentre con todo tipo de
abominaciones en las que las normas morales más elementales de equidad
y justicia han sido pervertidas por los cananeos.
Respuesta: El sitio conocido como el lugar santísimo, era el área más oculta y más
sagrada del antiguo tabernáculo de Moisés y del templo de Jerusalén. El lugar santísimo
fue construido como un cubo perfecto. Sólo contenía el arca del pacto, el símbolo de la
relación especial de Israel con Dios. Únicamente el sumo sacerdote israelita podía
acceder al lugar santísimo. Una vez al año, en Yom Kipur, el día de la expiación, el sumo
sacerdote estaba autorizado para entrar en el pequeño recinto, sin ventanas para
quemar incienso y rociar la sangre de un animal sacrificado sobre el propiciatorio del
arca. Al hacerlo, el sumo sacerdote expiaba sus propios pecados y los del pueblo. El
lugar santísimo estaba separado del resto del tabernáculo / templo por el velo, un
enorme y pesado velo de azul, púrpura, carmesí y lino torcido, y bordado con querubines
de oro.
Dios dijo que Él aparecería en el lugar santísimo (Levítico 16:2); por lo tanto, se
necesitaba el velo. Existe una barrera entre el hombre y Dios. Nadie podía tener acceso
a la santidad de Dios, excepto el sumo sacerdote, y sólo una vez al año. "Muy limpio eres
de ojos para ver el mal" (Habacuc 1:13), y Dios no puede tolerar el pecado. El velo y los
elaborados rituales realizados por el sacerdote, eran un recordatorio de que el hombre
no podía entrar a la majestuosa presencia de Dios de manera descuidada o irreverente.
Antes que el sumo sacerdote entrara en el lugar santísimo en el día de la expiación,
tenía que lavarse, ponerse una ropa especial, traer incienso quemado para que el humo
cubriera sus ojos y no viera directamente a Dios, y traer sangre sacrificial con él, para
hacer expiación por los pecados (Éxodo 28; Levítico 16; Hebreos 9:7).
El sacrificio de Cristo una vez y para siempre, acabó con la necesidad de sacrificios
anuales, que nunca podían quitar los pecados (Hebreos 10:11). Esos sacrificios eran
simplemente una tipología del sacrificio perfecto venidero, el del cordero santo de Dios,
sacrificado por los pecados del mundo (Juan 1:29). El lugar santísimo, la misma
presencia de Dios, ahora está disponible a todos los que vienen a Cristo en la fe. Donde
antes había una barrera imponente custodiada por querubines, Dios ha abierto un
camino por la sangre que Su hijo derramó
hace 4 años
Introducción:
Separado del Lugar Santo por una hermosa cortina, llamada velo; este era
el trabajo mas delicado de toda la estructura oro, bordados primorosos, es
el punto principal del tabernáculo, era la cámara de la presencia de Dios,
visitada solamente una vez al año, en el día de la expiación, en
representación del pueblo para reconciliación de sus pecados. Es la
profunda comunión del alma con Dios.
La ceremonia descrita en Levítico 16, donde la palabra expiar es la clave
de ese capítulo, es lo que hace posible lo que de otra manera sería
imposible.
En la raíz de esta dificultad está el hecho de negar que en Dios exista ira.
Sin embargo, la Escritura una y otra vez, tanto en el Antiguo como en el
Nuevo Testamento, señala tal cualidad y atributo en Dios.
Por lo tanto, Dios ha de ser propiciado y para ello hace falta que su
perfecta justicia quede plenamente satisfecha, algo que es realizado
mediante la introducción de la sangre en el lugar santísimo y su
esparcimiento sobre el propiciatorio, que de ser un trono de juicio y
condenación se convierte en trono de gracia.
Hay una expresión muy común en nuestros días que dice más o menos
así:
profano.
Allí vemos cómo ante la petición de David al sacerdote por alimento, éste
le contesta que no tiene a la mano “pan común” sino solamente “pan
sagrado“. La palabra “común – ”חילes exactamente la palabra profano, es
decir, corriente.
Por lo tanto ya tenemos aquí una comparación que nos sirve para
delimitar ambas esferas:
Antes de entrar al lugar santo hay que pasar por el velo que dividía al
lugar santo del lugar santísimo. (Éxodo 26:31-33; 36:35-36; Heb. 9:1-5)
EL VELO
Confección del velo:
Propósito del velo:
La rasgadura del velo no fue hecha por recursos humanos (Mt. 27:51).
Cristo rasgo el velo completamente (Jn 14:6; Hech 4:12; Ef 2:18),
recordemos el momento cuando el Señor en la cruz dijo : “consumado es”.
Nosotros acudimos a Jesús, tanto por ser nuestro Sumo Sacerdote como
por ser nuestro “propiciatorio“, para poder confesar nuestras faltas y
recibir de nuevo la limpieza gracias a Su preciosa sangre. La misericordia
abunda allí y cumple con todos los requisitos de la justicia.
Tenia cuatro anillas de oro (uno en cada pata), para que pasaran las varas
para poder transportarla.