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EL ATRIO DEL TABERNÁCULO

 
 
Éxodo 27: 9-19
 
 
 
Habiendo sido prescrito el altar de bronce, el atrio del Tabernáculo
sigue a continuación. Se recordará que este era el espacio abierto que
rodeaba el Tabernáculo, cercado mediante cortinas de lino fino torcido,
como se detalla en esta Escritura. Este atrio formaba la tercera división
—cuando es considerado como una parte, o más bien, como estando
conectado con el Tabernáculo propiamente dicho. En este último, como
se mostró anteriormente, estaban el lugar santísimo, siendo el
compartimiento más interior; luego, pasando hacia afuera, el lugar
santo; y después el atrio que es presentado aquí. Este es también una
manifestación de Dios —enseñando de qué manera Cristo está siempre
ante la mente del Espíritu en cada parte del santuario; y que Cristo es
así la única llave para descubrir sus misterios.
 
"Harás también el atrio del tabernáculo. Al lado sur habrá cortinas
de lino fino torcido para el atrio, de cien codos de largo por un lado. Sus
columnas serán veinte, con sus veinte basas de bronce; los ganchos de
las columnas y sus molduras serán de plata. Asimismo a lo largo del
lado norte habrá cortinas de cien codos de largo y sus veinte columnas
con sus veinte basas serán de bronce; los ganchos de las columnas y
sus molduras serán de plata. Para el ancho del atrio en el lado
occidental habrá cortinas de cincuenta codos con sus diez columnas y
sus diez basas. Y el ancho del atrio en el lado oriental será de cincuenta
codos. Las cortinas a un lado de la entrada serán de quince
codos con sus tres columnas y sus tres basas. Y para el otro
lado habrá cortinas de quince codos con sus tres columnas y sus tres
basas. Y para la puerta del atrio habrá una cortina de veinte codos
de tela azul, púrpura y escarlata, y de lino fino torcido, obra de
tejedor, con sus cuatro columnas y sus cuatro basas. Todas las
columnas alrededor del atrio tendrán molduras de plata; sus
ganchos serán de plata y sus basas de bronce. El largo del atrio será de
cien codos, y el ancho de cincuenta por cada lado, y la altura cinco
codos; sus cortinas de lino fino torcido, y sus basas de bronce. Todos los
utensilios del tabernáculo usados en todo su servicio, y todas sus
estacas, y todas las estacas del atrio serán de bronce." (Éxodo 27: 9-
19).
 
A partir de esta descripción resulta claro que el atrio del
Tabernáculo era de cien codos de longitud, y cincuenta codos de ancho
(versículos 9-13). Estaba hecho como sigue: primero, había veinte
columnas en cada uno de los dos lados, norte y sur (versículos 10, 11),
y luego diez columnas (o pilares) en cada uno de los dos extremos, al
este (oriente) y al oeste (occidente) —las columnas del lado este
(oriental), el lado de la entrada, estando formado de tres columnas a
cada lado de la entrada, y cuatro para la cortina de la puerta del atrio
(versículos 12-16). Había sesenta columnas en total. Sobre estas
columnas —o para hablar exactamente, sobre cincuenta y seis de ellas—
excluyendo las cuatro que eran para colgar la cortina de la puerta— se
colgaba el lino fino torcido que formaba el atrio. De este había cien
codos en cada lado, cincuenta codos en el extremo oeste (occidente), y
treinta en el este (oriente) (versículos 9-15) —doscientos ochenta codos
en total. La puerta de entrada, en el lado este (oriente), estaba
compuesta de azul, y púrpura (o escarlata), e hilo fino torcido, de obra
de recamador —al igual, en cada aspecto, que la cortina para la entrada
al lugar santo— y era de veinte codos de longitud. Las basas (bases) de
las columnas eran todas de bronce, y los ganchos (capiteles) y molduras
para la cortina eran de plata (versículo 17). Se percibirá que la
enseñanza típica de estas cosas brota de su doble presentación
simbólica de Cristo y del creyente.
EL LUGAR SANTO.

Hasta allí tenían acceso únicamente los sacerdotes, si previamente se


habían lavado en la fuente de bronce y si usaban la vestimenta indicada
por Dios.

En su interior se encontraban: El candelabro de oro, que era la única


fuente de luz en su interior, nos habla de la persona bendita del Señor
Jesucristo quien es la luz verdadera. Fue hecho de oro labrado a martillo,
nos indica los sufrimientos del Señor para llegar a constituirse en esa luz
que brilla aquí en la tierra.

Estaba formado de un pedestal central con tres brazos a cada lado, nos
refleja la unión indisoluble que existe entre Cristo y los suyos. El número
seis representa al hombre, que fue creado el día sexto; el siete simboliza lo
que está completo, ese era el candelabro de oro con sus siete brazos.

Su combustible era el aceite que fluía por cada uno de sus brazos, el cual
es figura del Espíritu Santo. Estos brazos tenían labradas flores de
almendro, nos hace pensar en la vara de Aarón que floreció y dio
almendras (Nm.17:8). Representan al Cristo resucitado y glorificado.

También se encontraba en el lugar santo, la mesa de los panes de la


proposición, era de madera de acacia cubierta de oro puro, con una
cornisa a su alrededor. La madera manifiesta la humanidad del Señor, y
el oro su Divinidad, la cornisa su realeza, la cual también servía para
impedir que ninguno de los doce panes que había en su cubierta, se fuera
a caer por accidente. Así protege el Señor a su pueblo, con cuidado
amoroso y eficaz, porque él es el Rey de Reyes, el Todopoderoso.

El tercer mueble que se ubicaba en el lugar santo era el altar de oro, o


altar del incienso. El incienso era únicamente para Dios y no podía ser
ofrecido más que en ese lugar santo. Los sacerdotes debían sacar el fuego
exclusivamente desde el altar de los sacrificios, para presentar ese
incienso aromático; todo lo cual es figura de las oraciones de los santos
(Ap.8:3).
EL LUGAR SANTISIMO

El lugar santísimo era la cámara más interior de la morada y verdadero corazón de la


misma. En un sentido todo lo demás, atrio y lugar santo, convergía en este punto, de
manera que sin el lugar santísimo el resto del tabernáculo carecería de sentido. Estaba
separado del lugar santo por un velo, teniendo unas dimensiones de 6 x 6 metros.

Dentro del lugar santísimo estaba el arca y el propiciatorio formando un conjunto, aunque
el autor de la carta a los Hebreos añade que en ese recinto también había un incensario
de oro (Hebreos 9:4), que era el usado por el sumo sacerdote el día de la expiación
(Levítico 16:12).

Todo lo dicho sobre la idea de santidad en la sección del lugar santo es aplicable aquí,
pero con mayor motivo, pues no en vano estamos en el 'santo de los santos', según la
hipérbole hebrea que designa lo más santo.

Solamente una vez al año, el día de la expiación, el sumo sacerdote penetraba en este


recinto para efectuar la ceremonia más importante de todas. Por lo tanto, en este reducido
recinto estaban concentradas, por así decirlo, las grandes cuestiones que daban razón de
ser a todo el tabernáculo. Allí estaba la noción de santidad en su grado más excelso,
reflejada en el arca del pacto y la noción de gloria, reflejada en los querubines que en el
velo, en el techo y en el propiciatorio se hacían presentes. Una santidad y una gloria
inefables. No parece que el lugar santísimo fuera el sitio más apropiado para la comunión
con el ser humano, porque gloria y santidad están reñidas irreconciliablemente con lo
mortal y pecaminoso. Y sin embargo, si ha de haber comunión verdadera, ése es el lugar
donde ha de producirse, ya que es el lugar de la presencia de Dios en toda su plenitud.
Santidad, gloria, comunión, pecado... ¿cómo reconciliarlo? La expiación, en su doble
vertiente, es la respuesta a esa penetrante pregunta.

La ceremonia descrita en Levítico 16, donde la


palabra expiar es la clave de ese capítulo, es lo
que hace posible lo que de otra manera sería
imposible.

    - Una ofensa, crimen, culpa o deuda que ha


de ser quitada.

    - Una persona ofendida, que ha de ser


pacificada, propiciada.

    - Una persona ofensora, que ha de ser


perdonada, aceptada.

    - Un sacrificio, que efectúe la expiación.


MAESTRA:

PASTORA YENNY DELGADILLO

ALUMNA:

DEYANIRA RAMOS GUTIERREZ

MATERIA:

FIESTAS SOLEMNES

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