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Centro De Estudios Superiores CTM Justo Sierra O´Reilly

Licenciatura En Derecho

Materia: Sistema Político y Derecho Electoral

ADA 3: Breve ensayo sobre la democracia representativa y la


participación ciudadana en México.

Lic. César Alejandro Góngora Méndez

Alumno: Joel Eduardo Ek Almeida

Octavo Semestre, Grupo: B


Fecha de entrega: 20 de Marzo de 2023
INDICE

INTRODUCCIÓN .............................................................................................................................. 3
DEMOCRACIA REPRESENTATIVA Y LA PARTICIPACIÓN CIUDADANA EN MÉXICO 4
CONCLUSION .................................................................................................................................. 9
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS ........................................................................................... 10
INTRODUCCIÓN

La participación es la característica propia del ser humano, relacionada con la


capacidad de actuar en un entorno determinado y todo lo que esto implica como el
expresar emociones, sentimientos, dudas, inquietudes y tomar decisiones. Cuando
participamos adquirimos herramientas para el ejercicio y práctica de valores que
nos permiten construir y fomentar relaciones democráticas y respetuosas en el
hogar, la escuela, el trabajo y la comunidad en general.

Mientras que la democracia es término referido para designar a una de las formas
de gobierno en que puede ejercerse el poder político del y para el pueblo. El
concepto ha sido abordado académicamente desde la teoría de la forma de
gobierno según sus usos con base en los criterios numéricos en que se ejerce el
poder, siendo la democracia la forma de gobierno de las mayorías o los muchos, a
diferencia de las monarquías o las aristocracias.

En una democracia ideal la participación de la ciudadanía es el factor que


materializa los cambios, por lo que es necesario que entre gobernantes y
ciudadanos establezcan un diálogo para alcanzar objetivos comunes En México,
contamos con un sistema electoral democrático, competitivo y plural. Este sistema,
sustentado en el principio básico de “una persona, un voto” permite que todas y
todos tengamos la misma capacidad de incidencia frente a la política y ejerzamos
de esta forma un control sobre el poder del Estado.

Es en base a lo anterior que en el presente trabajo desarrollará el tema de la


democracia representativa en nuestro país y las elecciones periódicas, las
características de las elecciones y los principios que rigen la actividad electoral;
así como lo que representa la participación ciudadana en nuestro país.

Por último, se finaliza la actividad con una breve conclusión en donde


estableceremos nuestro punto de vista respecto a todo el tema planteado
DEMOCRACIA REPRESENTATIVA Y LA PARTICIPACIÓN CIUDADANA EN
MÉXICO.

En la política contemporánea, la palabra democracia se emplea para justificar el


ejercicio del poder. Ha perdido el significado original, con sus apoyos etimológicos,
para convertirse en una voz que contiene los criterios de valoración que deben
aplicarse a los fenómenos políticos, en primer lugar, pero también a los sociales, a
los culturales y a los económicos.

De tal manera que todo lo que acontece en nuestro entorno tendría que ser
democrático y cuando deja de serlo merece una llamada de atención
generalizada.

La mayoría de las constituciones de los países responden a esta exigencia casi


universal y lo primero que prometen en su preámbulo, es garantizar la convivencia
democrática, es decir en el mejor ánimo establecer una sociedad democrática
avanzada.

El filósofo Norberto Bobbio señala que históricamente se fue consolidando el


modelo a partir de los movimientos constitucionalistas de las primeras décadas del
siglo XIX a través de dos vertientes: 1) la ampliación del derecho al voto hasta
llegar al sufragio universal y, 2) el avance del asociacionismo político que formó a
los partidos políticos modernos. El paso de los regímenes monárquicos a los
republicanos representó el arribo de la Democracia Representativa a través del
mayor cargo del Estado bajo la figura de la Presidencia.

De esta forma, es común que en los regímenes democráticos actuales se


consideren una forma para ejercer el poder político democrático en sociedades de
masas, argumentando que permite una decisión eficaz por un número
suficientemente pequeño de personas en nombre del mayor número.

Entonces a la democracia representativa se le puede definir como el tipo de


democracia en el que el poder político procede del pueblo, pero no es ejercido por
él sino por sus representantes elegidos por medio del voto. La esencia del sistema
democrático-representativo para México se encuentra en la Constitución Política
en los artículos 50, 51, 52, 53, 54 y 56

Al emitir su voto, el ciudadano debe elegir de acuerdo a su propia voluntad, sin


influencia del exterior. El voto no debe estar sujeto a presión, intimidación o
coacción alguna. Por ello es libre y en la constitución mexicana se establece en su
artículo 41 que “el pueblo ejerce su soberanía por medio de los Poderes de la
Unión, en los casos de la competencia de éstos, y por los de los Estados y la
Ciudad de México, en lo que toca a sus regímenes interiores, en los términos
respectivamente establecidos por la presente Constitución Federal y las
particulares de cada Estado y de la Ciudad de México, las que en ningún caso
podrán contravenir las estipulaciones del Pacto Federal.#

La ley determinará las formas y modalidades que correspondan, para observar el


principio de paridad de género en los nombramientos de las personas titulares de
las secretarías de despacho del Poder Ejecutivo Federal y sus equivalentes en las
entidades federativas. En la integración de los organismos autónomos se
observará el mismo principio. La renovación de los poderes Legislativo y Ejecutivo
se realizará mediante elecciones libres, auténticas y periódicas.

Las elecciones libres, periódicas y transparentes son el punto más visible de un


gran proceso en que una sociedad ejerce una importante serie de derechos y
libertades, sin los cuales las elecciones no pueden llamarse democráticas.

Un proceso electoral requiere la participación de toda la ciudadanía: la expresión


abierta y respetuosa de creencias y opiniones, la libre circulación de información
sobre los asuntos públicos, la promoción por vía pacífica de los intereses
legítimos, ya sea individualmente, en grupos políticos o en organizaciones
sociales, y el respeto de la autoridad a las actividades de participación ciudadana
en el marco de la ley.
Estas libertades y derechos (entre otros) forman un conjunto fundamental,
establecido en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.

Ahora en cuanto a los principios que rigen la actividad electoral el artículo 41 antes
mencionado establece en su parte conducente, por una parte, que la organización
de las elecciones federales es una función estatal que se realiza a través de un
organismo público autónomo denominado Instituto Federal Electoral, y por otra,
que en el ejercicio de esta función estatal serán principios rectores la certeza,
legalidad, independencia, imparcialidad y objetividad, siendo el mencionado
Instituto la autoridad en la materia, independiente en sus decisiones y
funcionamiento, así como profesional en su desempeño.

Por su parte, el artículo 116 de la propia Constitución General de la República, en


lo que aquí interesa dispone, en relación a las facultades y obligaciones de las
entidades federativas, que en el ejercicio de la función electoral a cargo de las
autoridades electorales, serán principios rectores los de legalidad, imparcialidad,
objetividad, certeza e independencia, así como que las autoridades que tengan a
su cargo la organización de las elecciones y las jurisdiccionales que resuelvan las
controversias en la materia, gocen de autonomía en su funcionamiento e
independencia en sus decisiones.

De acuerdo con las citadas disposiciones constitucionales, es evidente que los


principios rectores de la función electoral, tanto en las elecciones federales como
en las locales, son los de legalidad, imparcialidad, objetividad, certeza, autonomía,
independencia y equidad.

La Suprema Corte de Justicia de la Nación ha definido los referidos principios, en


cuanto a su extensión, en los siguientes términos:

El principio de legalidad es la garantía formal para que los ciudadanos y las


autoridades electorales actúen en estricto apego a las disposiciones consignadas
en la ley, de tal manera que no se emitan o desplieguen conductas caprichosas o
arbitrarias al margen del texto normativo.
El de imparcialidad consiste en que, en el ejercicio de sus funciones, las
autoridades de la materia eviten irregularidades, desviaciones o la proclividad
partidista.

En otro aspecto, la objetividad obliga a que las normas y mecanismos del proceso
electoral estén diseñados de tal forma que eviten situaciones conflictivas sobre los
actos del proceso electoral, ya sean previos a la jornada electoral, durante su
desarrollo o en las etapas posteriores a la misma

El postulado de certeza consiste en dotar de facultades expresas a las


autoridades, de modo que todos los participantes en el proceso electoral conozcan
previamente, con claridad y seguridad, las reglas a que se encuentra sujeta su
propia actuación y la de las autoridades electorales.

Los conceptos de autonomía en el funcionamiento de las autoridades electorales e


independencia en sus decisiones, implican sendas garantías constitucionales a
favor de los ciudadanos y de los propios partidos políticos, que son los actores de
todo proceso electoral, y se refieren a la situación institucional que permite a las
autoridades electorales emitir sus decisiones con plena imparcialidad y en estricto
apego a la normatividad aplicable al caso, sin tener que acatar o someterse a
indicaciones, instrucciones, sugerencias o insinuaciones provenientes de
superiores jerárquicos, de otros Poderes del Estado o de personas con las que
guardan alguna relación de afinidad política, social o cultural.

Por su parte, la equidad es la obligación a cargo de los órganos electorales de la


república y de los partidos cuando actúan como autoridad electoral

Ahora como último punto a desarrollar se encuentra la “participación ciudadana”


pero antes he de decir que una característica importante del sistema político de la
Ciudad de México es que ofrece mecanismos de interacción con los gobernantes y
representantes y entre la ciudadanía. Los sistemas democráticos en el mundo, en
su área operativa, se desarrollan sobre la existencia de mecanismos e
instrumentos de participación ciudadana: cuanto más alto es el nivel de
participación ciudadana en los procesos políticos y sociales de un país, más
democrático es su sistema.

El ejercicio de la democracia depende de los roles que desempeñan las personas


habitantes y ciudadanas en la sociedad. Sin la participación ciudadana, la
democracia se debilita; es decir, pierde su representatividad y legitimidad. La
participación permite, además, ejercer la ciudadanía en diferentes espacios; por
ello, es importante fomentarla y ligarla a todos los procesos para la construcción
del bien común.

La participación ciudadana es un mecanismo social que funciona para el


desarrollo local, además de promover una democracia participativa a través de la
integración de la comunidad en los diversos quehaceres de su entorno.

De acuerdo con la Ley de Participación Ciudadana de la Ciudad de México,


publicada en la Gaceta Oficial el 12 de agosto de 2019, la participación ciudadana
es el conjunto de actividades a través de las cuales toda persona tiene el derecho
individual o colectivo para intervenir en las decisiones públicas, deliberar, discutir y
cooperar con las autoridades, así como para incidir en la formulación, ejecución y
evaluación de las políticas y actos de gobierno de manera efectiva, amplia,
equitativa, democrática y accesible; y en el proceso de planeación, elaboración,
aprobación, gestión, evaluación y control de planes, programas, políticas y
presupuestos públicos.

El Estado, al asumir los problemas e intereses de la sociedad, tiene la tarea de


generar políticas eficaces de desarrollo en diferentes ámbitos, considerando el
derecho de la ciudadanía para potenciar sus capacidades de control y
responsabilidad, ya que el desarrollo de una nación democrática se logrará
únicamente con activa participación de todos los sectores de la sociedad. Aquí es
donde entran los "valores de la participación ciudadana", que se clasifican en 3
Partes: responsabilidad, solidaridad, tolerancia.
CONCLUSION

Es de suma importancia saber que en las democracias representativas el pueblo


sigue siendo titular de la soberanía, pero la ejerce a través de representantes
electos periódicamente y como tal funciona a través de una votación en la que
pueden participar todos los ciudadanos. ratifiquen o rechacen una propuesta
legislativa.

Por ello necesario que se fomenten valores universales como la tolerancia, el


pluralismo, el respeto de los derechos humanos, la libertad y el diálogo para
construir sociedades más democráticas y justas en donde se fortalezca la
gobernanza eficaz y responsable.

Por lo tanto, es necesario que se garanticen procesos transparentes,


participativos, inclusivos e imparciales para promover sociedades, justas, pacíficas
e inclusivas.

En ese sentido, los gobiernos municipales debemos fortalecer una democracia


transparente y equitativa basada en los principios de certeza, legalidad,
independencia, imparcialidad, máxima publicidad y objetividad; que fomente la
participación ciudadana y en consecuencia contribuya al desarrollo democrático y
sostenible de México.
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS

Secretaría de Gobernación. Democracia Representativa. Disponible en:


http://sil.gobernacion.gob.mx/Glosario/definicionpop.php?ID=68

Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Última reforma, publicada


en el Diario Oficial de la Federación el 18 de noviembre de 2022.

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