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Habría que empezar por lo que no es tan obvio y reclama una explicación. Me
varias de las claves para su posible comprensión. Las nubes son tema, pero
Benedetti (en Poemas de otros), bien podría expresarse con títulos similares:
Hombre que mira las nubes, Hombre que sigue la marcha de las nubes,
Hombre que otea el cielo, Hombre que… La lista puede ser bastante extensa y
cola”). De nubes que para ese hombre, yo lírico que no podría subsumirse en la
figura del autor pero del que no está ausente, resultan presagios, momentos,
motivos y pretextos. Las horas, los días, la vida como nubes, grandes o
nostalgia, el balance de los días idos y por venir. Nubes como momentos de
pequeño libro. Con el mismo tono de toda su poesía anterior pero más
asuntos que han sido de siempre los suyos. Con un sujeto o hablante lírico que
inquiere a cada nube que pasa (“mi plúmbea nube”), acaso como una suerte de
apostrofo, que divaga (“cómo no”) libremente como las mismas nubes. Y el uso
del hipérbaton como caballito de batalla, igual que en muchos de sus poemas
pero que no lo son en sentido estricto, con palabras cotidianas combinadas con
“Osos
elefantes
ovejas
palacios catedrales castillos…
¡Convoy de naves cruzando el mar del cielo!”
Aburrido
saco a orear el esqueleto
-tiendo al sol entresijos
costillar
lengua
dedos-
Resignado
sin un pan una brújula delirios
miradas que me embarquen los “te quiero”
enfrento de las nubes sus contornos
y plumaje de gris
mil corcoveos.
Mañana…
cómo no:
cantos
sonrisa
despilfarros de azúcar y amapola
mostrarán mi disfraz de hombre contento
ternura en el bigote
frac planchado.”