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Se trata de una figura vital para entender la sociedad humana, que cumple
con las funciones básicas de brindar al individuo joven un punto de partida
material, social y afectivo, es decir: cubrir sus necesidades mínimas
materiales, afectivas y enseñarlo a socializar, a llevársela con los demás
dentro y fuera de su núcleo familiar.
Estos últimos han demostrado con el pasar del tiempo que la categoría de
“familia”, o sea, lo que se entiende por familia tradicionalmente, no es
algo natural o universal, sino que se encuentra también sujeto a
condicionantes históricos, culturales e incluso de tipo ideológico.
La familia “tipo”
Se conoce como familia “tipo” o familia tradicional a la familia que responde
a los parámetros más establecidos y tradicionales de la cultura, y que se
compone de un padre, una madre y un número variable de
hijos (comúnmente entre uno y cuatro). Este modelo familiar ha sido tenido
a lo largo de la historia como el único verdadero o al menos como el ideal,
aunque en sí mismo ha variado también conforme cambian los tiempos.
Originalmente, la mujer debía ocupar un rol pasivo frente a la autoridad del
varón y debía quedarse en casa a criar a los hijos, mientras el padre salía a
trabajar. En la actualidad estos roles tienden a manejarse de manera mucho
más flexible, gracias a las diversas luchas sociales por la igualdad femenina
y a la modernización de la cultura familiar durante la segunda mitad del siglo
XX.
La familia monoparental
Como lo indica su nombre, se trata de una familia compuesta por un único
progenitor, ya sea el padre o la madre, que vive con sus hijos. Este tipo
de familia no debe entenderse como una familia “rota”, dado que son
muchas las razones por las cuales un progenitor queda solo a cargo de la
familia, y no siempre deben ser traumáticas ni razón de lamentaciones. En
ese sentido, podemos hablar de:
Casos de viudez.
Casos de divorcio en los que alguno de los ex cónyuges no vuelve a
desposarse y no mantiene relación alguna con el otro.
Casos de madres solteras, o (aunque menos frecuentes) de padres
solteros.
Hasta mediados del siglo XX, el divorcio implicaba un estigma para los ex
cónyuges, sobre todo para la mujer. Esta realidad, por suerte, ha ido
cambiando con el tiempo.
La familia unipersonal
Similar a la familia monoparental, pero sin hijos, se trata de un individuo
solo que constituye en sí mismo su propio núcleo familiar. Es lo que
tradicionalmente se ha llamado “persona soltera”, aunque también puede
ser fruto de separaciones conyugales u otra clase de eventos de división
familiar.
La familia homoparental
En este caso hablamos de una familia con o sin hijos, en la que ambos
cónyuges pertenecen a un mismo sexo. Es decir, familias de padres o
madres homosexuales. Lógicamente, estas uniones no pueden concebir
hijos biológicamente, pero sí pueden hacerlo a través de la adopción
(dependiendo de la legislación de cada país) o incorporando descendientes
de alguna de las familias previas de los cónyuges (como en la familia
reconstituida).
La familia adoptiva
Aquella que está compuesta por dos progenitores y uno o varios hijos
fruto de procesos de adopción o acogida, es decir, en la que los hijos no
son fruto biológico de la unión de los padres.
Esto, obviamente, no significa que sean menos sus hijos, ni que no puedan
esperar de dicha familia todo el amor, el apoyo y los beneficios que se
esperan de una familia “tipo”. Todo lo contrario: las familias adoptivas
suelen ser fruto del pleno convencimiento y las ganas de tener hijos, en
lugar de embarazos imprevistos o accidentales.
Fuente: https://concepto.de/tipos-de-familia/#ixzz7dIwfzoOk