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Piglia
Por Jorge Carrión
1 de octubre de 2017
Hasta 2015, a sabiendas que dos de sus grandes maestros son Godard y
Duchamp, artistas del desvío, hubiéramos dicho no obstante que el gran
desplazamiento pigliano se da entre otros dos géneros: la novela y el ensayo. La
novela es en su caso, sin duda y comenzando por Respiración artificial, una gran
máquina de ensayar. Es la operación que hace Duchamp con el arte
contemporáneo: lo vuelve autoconsciente, lo vuelve crítica de arte, teoría
artística; o Godard con el cine, primero narrativos, cada vez más ensayos
filmados.
Con ese desvío o giro, con ese desplazamiento, de la novela familiar (burguesa)
inexistente o la novela política (de la generación anterior) a una novela que
primero se sostiene sobre todo en la epistolaridad y después en la conversación,
podría decirse que Piglia prefigura (pre-formatea) una estrategia que va a ser
muy común en la literatura del estricto cambio del siglo XX al XXI.
Que Los diarios de Emilio Renzi se pueda leer como un gran novela, como un gran
ensayo y como unos extraordinarios diarios nos permitiría afirmar que Piglia
realiza en ese gran libro una auténtica triangulación literaria. Pero de los 327
cuadernos de Piglia solo hemos leído una parte.
Como las cartas de Respiración artificial, los diarios están editados. ¿Con qué
criterio? Con el de centrarse en aquellos espacios y tiempos que ya conocíamos a
través de la ficción. La Plata, Buenos Aires, los escenarios y las historias de los
“cuentos morales” o de Respiración artificial, La ciudad ausente o Plata quemada.
La publicación de los diarios interviene en esa serie de textos: genera un gran
sentido a cincuenta años de escritura publicada. Un sentido que se puede
establecer a partir de la famosa teoría de “Tesis sobre el cuento”: en efecto, toda
la obra de Piglia contaba, simultáneamente, dos historias. En la superficie, la
novela y el ensayo desarrollaban un discurso sobre los modos de leer y de
escribir la literatura; en el subsuelo, el diario consignaba los modos de leer y de
escribir la vida.
Dice Piglia en su más famosa forma breve que siempre hay un momento de
intersección o de cruce entre la historia 1 y la historia 2. Son los libros y los
autores que aparecen tanto en la superficie como el subsuelo. Y que todo cuento
conduce a alguna forma de epifanía, de “iluminación profana”. La sentí en el
momento en que entendí, tras leer sus diarios, que todo aquello que durante
cincuenta años nos había parecido material leído, metaliteratura y metaficción
había sido, en realidad, sufrido, palpado, vivido.
Por suerte, eso también lo pensó y lo formuló: “En literatura los robos son como
los recuerdos”, escribió en “La ex-tradición”: “Nunca del todo deliberados,
nunca demasiado inocentes. Las relaciones de propiedad están excluidas del
lenguaje: poder usar todas las palabras como si fueran nuestras”.
De: https://www.nytimes.com/es/2017/10/01/espanol/america-latina/la-segunda-obra-
maestra-de-ricardo-piglia.html