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La violencia contra las mujeres tiene múltiples consecuencias y efectos tanto inmediatos como a largo plazo.

Genera ansiedad, depresión, baja autoestima, entre otros


trastornos en las sobrevivientes e impacta negativamente en sus familias y comunidades. Además, ocasiona pérdidas económicas significativas tanto para las víctimas
como para el Estado.

En el Perú este es un problema cotidiano y altamente prevalente. El país registra una de las tasas más elevadas de violencia a nivel mundial. Reportes oficiales apuntan
que 7 de cada 10 mujeres adultas han sido víctima de violencia psicológica, física y/o sexual en algún momento de su vida.

Y el confinamiento motivado por la COVID-19 ha empeorado esta situación. Muchas de las víctimas de violencia de género se han visto forzadas a convivir con sus
agresores, lo que ha generado un incremento de las llamadas a la línea de asistencia para casos de violencia del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (Línea
100) que llegó a atender 235 791 llamadas.

poca información, que tiene varios orígenes como la normalización del maltrato dentro de las relaciones de pareja, el miedo, la vergüenza, la desconfianza en las
autoridades, entre otros. Así, las cifras oficiales confirman que el 39% de las mujeres agredidas no pidió ayuda y un 23% no denunció a su agresor por haber sentido
vergüenza, según cifras del Instituto Nacional de Estadística e Informática ( INEI).
El segundo reto es el de atención a las sobrevivientes que no siempre es oportuna ni adecuada. Esto sucede porque aún existen grandes brechas de implementación
que afectan la calidad de los servicios que se ofrecen. Por ejemplo, antes del 2020, no existían servicios para recibir denuncias de manera remota, lo que fue un gran
problema al inicio de la pandemia. Esto se ve agravado debido a la falta de capacitación en materia de género de las personas que proveen los servicios para atender
casos de violencia, lo que se agudiza especialmente en zonas rurales del país.
El tercer reto es la prevención de la violencia. Para ello, es primordial dejar de normalizar las situaciones de violencia, reducir la tolerancia frente a ellas, y combatir
ciertos mitos y normas sociales que las validan y que se desarrollan desde la niñez y la adolescencia. Es crucial además que la prevención no se enfoque
exclusivamente en las mujeres, sino también en los hombres, quienes son, en la mayoría de los casos, los perpetradores de la violencia.
¿Qué se puede hacer desde las políticas públicas?

Respecto a acciones urgentes para la atención, un primer paso es diseñar estrategias con base en objetivos comunes que involucren a todos los sectores (CEM (Centro
Emergencia Mujer), Policía Nacional, Minsa, Ministerio Publico, entre otros). Por ejemplo, en Chile, el Banco Mundial dio asistencia a la creación de una plataforma
integrada para sobrevivientes de violencia de género.

También es crucial garantizar la disponibilidad continua de los servicios de atención y que estos sean oportunos, integrales y, especializados. Por ejemplo, en Uruguay
el Banco Mundial ha realizado labores de apoyo al gobierno para mejorar la capacidad de atención telefónica en los servicios para casos de violencia hacia las mujeres,
así como el monitoreo de posibles agresores.

Otros puntos cruciales son garantizar que las víctimas no sean culpabilizadas o cuestionadas cuando realizan su denuncia y asegurar el respeto a su intimidad y
privacidad en todos los casos.

Finalmente, todas las acciones deben ser adaptadas a contextos específicos del país, teniendo en cuenta las diversas condiciones geográficas y culturales en las que se
aplicarán.

En lo que respecta a la prevención a largo plazo se recomienda ampliar los recursos de la Estrategia Nacional de Prevención y dirigirla tanto a hombres como a mujeres.
En ese sentido, es relevante incluir estrategias de cambio colectivo y normas sociales en las acciones preventivas.

Por ejemplo, en países como Nepal, en Asia, en donde se evidencian altas cifras de tolerancia a la violencia contra las mujeres, al igual que en Perú, la difusión de
radionovelas con mensajes que buscan cambiar actitudes, normas sociales y comportamientos ha generado resultados prometedores. Adicionalmente, es de suma
importancia que este trabajo preventivo se realice con niñas, niños y adolescentes mediante enfoques que combinen aspectos individuales, sociales y estrategias
educativas.

Es una tarea primordial de las instituciones del Estado combatir este tipo de violencia por medio de estrategias articuladas de atención y prevención intersectoriales
que respondan a los diversos contextos del Perú. Esta tarea debe ser complementada con acciones del sector privado, de la sociedad civil y de la ciudadanía, porque
cada uno de nosotros somos piezas clave para combatir la violencia y generar el cambio.
La contaminación del aire al interior de los hogares a causa del uso de leña para cocinar; insuficiente acceso al agua
potable, saneamiento e higiene; y la exposición al plomo, un metal altamente tóxico.

En conjunto, los problemas ambientales causaban 12 millones de casos de enfermedades al año, afectando
principalmente a los niños, ancianos y a la población pobre incapaz de costear servicios médicos. Un estudio del Banco
Mundial estimó que estos impactos negativos tuvieron un costo económico equivalente al 2.8% del Producto Interno
Bruto (PIB) de Perú en 2003.

Una de las razones principales por las cuales el Gobierno de Perú no podía responder de inmediato a estos graves
problemas ambientales era que no existían organizaciones gurbenamentales con una responsabilidad clara en materia
de protección ambiental. Otro motivo de peso era la ausencia de un sistema de información ambiental confiable que
respaldara el proceso de toma de decisiones del gobierno. Por ejemplo, había poca conciencia sobre la gravedad de la
contaminación del aire, principalmente porque la mayoría de las ciudades no contaba con redes integrales de monitoreo
de la calidad del aire. Inclusive en las pocas ciudades donde había estaciones de monitoreo, la información no era
divulgada ampliamente. Ante la falta de esa información, era difícil identificar cuáles problemas eran más severos, así
como desarrollar acciones y asignar los recursos necesarios para resolverlos.

Adicionalmente, la falta de información limitaba las oportunidades de la población –especialmente las familias pobres y
otros grupos vulnerables que más sufrían por la contaminación- para debatir sus preocupaciones ambientales y acordar
soluciones con entidades gubernamentales.

El gobierno del Perú reconoció que la problemática ambiental solo podría empeorar si no asumía un decidido compromiso
para hacerle frente. Entre 2008 y 2015, el Banco brindó apoyo financiero, a través de tres préstamos, que ayudaron al
gobierno a establecer una serie de agencias ambientales con responsabilidades claras y mejores recursos. Estó llevó a la
creación del Ministerio del Medio Ambiente y sus agencias, y al Servicio Nacional de Certificación Ambiental para las
Inversiones Sostenibles, que tiene el mandato de evaluar el impacto ambiental de proyectos a gran escala. Como un
ejemplo del compromiso gubernamental por mejorar la calidad ambiental, el presupuesto para este rubro se incrementó
de manera significativa: de US$ 16 millones en 2012 a US$ 71 millones en 2015.

El fortalecimiento del marco regulatorio e institucional ambiental de Perú, acompañado de inversiones y campañas
enfocadas en el problema, ayudó a alcanzar mejoras destacadas en numerosos indicadores ambientales. La calidad del
aire en Lima - Callao parece haber mejorado y la población expuesta niveles dañinos de contaminación ambiental cayó en
15% entre 2001-2003 y 2010-2012. De la misma manera, los riesgos por el inadecuado acceso al agua potable, saneamiento
e higiene han declinado en los últimos años.

¿Significa que Perú ha resuelto sus problemas ambientales? Desafortunadamente no. Aún con la actual disminución de
los niveles de contaminación, millones de peruanos siguen afrontando severos riesgos para su salud causados por el aire
que respiran. Y todavía existen importantes áreas de preocupación ambiental.

Por todo lo anterior es alentador ver la prioridad que el Gobierno está dando al fortalecimiento del Sistema Nacional de
Información Ambiental (SINIA) con el apoyo financiero del Banco Mundial. El Banco financiará la construcción y operación
de un laboratorio de vanguardia que será utilizado para analizar muestras recogidas por las autoridades ambientales y
suministrará servicios de control de calidad a otros laboratorios públicos y privados.

El Banco también financiará el establecimiento de 31 redes de monitoreo de calidad del agua así como redes de
monitoreo del aire en seis ciudades. Adicionlamente, el proyecto apoyará al SINIA en el mejoramiento de sus bases de
datos y en el desarrollo de plataformas a través de las cuales el público pueda acceder a información confiable y
actualizada. Esto también ayudará al Ministerio del Medio Ambiente a vigilar el cumplimiento de las normas ambientales.

Un viejo adagio dice: “No se puede administrar lo que no se mide”. Un SINIA más fuerte ayudará a la sociedad peruana, al
gobierno y a otros actores interesados a monitorear la calidad ambiental. Con mejor información y un decidido
compromiso hacia la salud ambiental, el Perú está listo para producir logros y mejoras en beneficio de los grupos menos
favorecidos y de la sociedad en general.

(Ley No. 217)


La ley establece las normas para la conservación, protección, mejoramiento y restauración del medio ambiente y los
recursos naturales que lo integran, asegurando su uso racional y sostenible, de acuerdo a lo señalado en la
Constitución Política.
CUADERNODE
CAMPOSOBRE
ASUNTOS
PÚBLICOS

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