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UN A

BREVE
ISTORIA
DE LA

UALDAD

HOMAS
IKETTY
1 I JU < IÓN DE DA N IEL FU EN TES
24 • Una breve historia de la igualdad

ria, uno puede resultar sospechoso de querer debilitarla y de su- Capítulo 1


bestimar la capacidad de resistencia y el egoísmo miope de las cla-
ses dominantes (que, sin embargo, suele ser evidente). Haré todo El camino hacia la igualdad:
lo posible por evitar estos dos obstáculos, aunque no estoy seguro
primeros hitos
de que lo consiga siempre, por lo que pido de antemano al lector
su indulgencia. Sobre todo, espero que los elementos históricos y
comparativos presentados en este libro sean útiles para que el
lector se forme su propia visión de una sociedad justa y de las
instituciones que la conforman.

Vayamos al meollo de la cuestión. El progreso humano existe, el


·amino hacia la igualdad es una lucha que se puede ganar, pero
•s una lucha incierta, un proceso social y político frágil, siempre
t•n curso y cuestionado. Empezaré por recordar los avances his-
1 >ricos realizados en materia de educación y sanidad, antes de
pasar a examinar las cuestiones fundamentalmente políticas que
plnnt a la elección de los indicadores socioeconómicos utiliza-
dos. A continuación, en el siguiente capítulo, examinaremos al-
• 11110. lementos iniciales y algunos órdenes de magnitud relati-
, ,. n. la lenta desconcentración del poder, de la propiedad y de la
11•1tl1t.

1•,I progreso humano: educación y salud para todos

1 1progr 'SO humano existe: para convencerse basta con observar


1 ,11l11<'ión de la salud y la educacipn en el mundo desde 1820
• ., ,. t'I gráfico 1.1). Los datos disponibles son imperfectos, pero
1, 11d1 · 11 ·ia s clara. La esperanza de vida al nacer ha pasado de
111 1 1111 •d i1 mundial de alrededor de 26 años, en 1820, a 72 años,

11 11 •• 0 . principio d 1 iglo x1x, el 20 por ciento aproximada-


111,· ch• los r ·i n na idos n l mundo morían en su primer
26 • Una breve historia de la igualdad El camino hacia la igualdad: primeros hitos • 27

año de vida, frente al menos del 1 por ciento de la actualidad. Si


nos centramos en las personas que cumplen un año, la esperanza
de vida al nacer ha pasado de unos 32 años, en 1820, a 73 años,
en 2020. Hace dos siglos, sólo una pequeña minoría de la pobla-
ción podía esperar vivir hasta los 50 o 60 años; hoy, este privile-
gio se ha convertido en la norma.
La humanidad vive actualmente con mejor salud que nunca
o
y tiene también más acceso a la educación y a la cultura que nun- o
o
<N
ca. A partir de la información recogida en multitud de encuestas
y censos, se estima que sólo el 10 por ciento de la población mun-
o
dial mayor de 15 años estaba alfabetizada a principios del si- 00
cr,
....
glo XIX, frente al 85 por ciento en la actualidad. Como ocurre en
otros casos, si se dispusiese de indicadores más precisos, éstos
confirmarían el diagnóstico. La media de años de escolarización
ha pasado de apenas uno hace dos siglos a más de ocho en el
mundo actual, y a más de doce en los países más avanzados. En
1820, menos del 10 por ciento de la población mundial tenía ac-
ceso a la escuela primaria; en 2020, más de la mitad de las gene-
raciones jóvenes de los países ricos tendrán acceso a la universi- o
<N
cr,
dad: lo que siempre fue un privilegio de clase se está abriendo ....
poco a poco a la mayoría.
Por supuesto, este enorme avance no ha hecho más que des- o
o
plazar las desigualdades hacia delante. La diferencia en el acceso ....cr,
a la educación básica y a la sanidad sigue siendo muy elevada
o
entre el Norte y el Sur, y sigue siendo considerable en los niveles 00

más avanzados del sistema sanitario o educativo, por ejemplo, en ....


00

la enseñanza superior. Veremos que se trata de una cuestión cla-


o
<.o
ve de cara al futuro. Por el momento, digamos simplemente que ....
00

siempre ocurre así: la igualdad avanza en escalones sucesivos.


A medida que el acceso a determinados derechos y bienes funda- o
.,¡,
mentales (como la alfabetización o la atención sanitaria básica) ....
00

se extiende gradualmente a toda la población, surgen nuevas d -


sigualdades a un nivel superior que requieren nuevas respuestas.
Al igual que ocurre con la búsqueda de la democracia ideal, qu
no es más que el camino hacia la igualdad política, el camino ha-
cia la igualdad en todas sus formas (social, económica, ducativa,
cultural, política) es un proceso continuo y iemprc ina ·abado.
28 • Una breve historia de la igualdad El camino hacia la igualdad: primeros hitos . 29

Lo que sí se puede constatar, en este estadio de libro, es que


la mayor parte del progreso realizado en términos de esperanza
de vida y de alfabetización tuvo lugar durante el siglo xx, un
\¡¡) \¡¡) \¡¡) \¡¡)
período de .gran expansión del Estado social y de la fiscalidad o o o \¡¡)
o o o<N o ol.!)
progresiva, tras intensas batallas políticas. Volveremos a ha- 00 '1'
o,-;
blar de ello en detalle. En el siglo x1x los presupuestos sociales o<N
o<N
eran escasos, la fiscalidad era regresiva y los avances de estos
indicadores eran extremadamente lentos, por no decir insigni-
ficantes. El progreso humano nunca es una evolución «natu-
ral»: es parte de procesos históricos y de luchas sociales con-
cretas.

Población mundial y renta media:


los límites del crecimiento

Para tomar conciencia de la escala de las transformaciones his-


tóricas en juego, es importante recordar que tanto la población
humana como la renta media se han multiplicado por más de
diez desde el siglo XVIII. La primera ha pasado de unos 600 mi-
llones de habitantes a más de 7,500 millones entre 1700 y 2020;
mientras que la segunda, de acuerdo con lo que se puede medir a
partir de los imperfectos datos históricos disponibles sobre los
salarios, la producción y los precios, ha pasado de un poder ad-
quisitivo medio (expresado en euros de 2020) de menos de 100
o00
euros al mes por habitante en el siglo XVIII a unos 1.000 euros al 1:--
,-;
mes por habitante a principios del siglo XXI (véase el gráfico 1.2).
N átese que la progresión histórica de la renta media sólo es ver-
daderamente significativa a partir del último tercio del siglo xrx o
it
y, sobre todo, durante el siglo xx. Según las fuentes disponibles, ,-;

parece que la evolución del poder adquisitivo en el siglo XVIII y


durante la mayor parte del siglo XIX fue insignificante, y a veces
incluso negativa (como muestran, por ejemplo, los salarios agrí- o o
..; o
,...;-
colas estudiados por Labrousse en el caso de Francia antes de la u$
Revolución). En cuanto a la población mundial, el crecimiento
ha sido más regular en los tres últimos siglos, pero también s •
acelera en el siglo xx.
30 • Una breve historia de la igualdad El camino hacia la igualdad: primeros hitos . 31

¿Es posible hablar de progreso humano con respecto a estas La elección de los indicadores socioeconómicos:
dos multiplicaciones por diez? La interpretación en este caso es una cuestión política
en realidad bastante más _compleja que en el caso de la sanidad
y la educación. El espectacular aumento de la población mun- El espectacular aumento de la renta media plantea problemas de
dial refleja, sin duda, una mejora real de las condiciones de vida interpretación diferentes, pero en parte similares. En términos
de los individuos, en particular gracias a los avances de la agri- absolutos, el hecho de que la renta media haya aumentado con-
cultura y la alimentación, que han permitido superar los ciclos siderablemente puede considerarse como una evolución positi-
de superpoblación y hambruna. También es el resultado de la va, que además es inseparable de los progresos en materia de
disminución de la mortalidad infantil y del hecho de que un nú- nutrición y esperanza de vida (ambos se refuerzan mutuamente).
mero cada vez mayor de progenitores ha podido crecer con hijos , in embargo, es necesario aclarar varios puntos. En general, la
vivos, algo que no es irrelevante. Lamentablemente, desde un ' lección de los indicadores socioeconómicos es una cuestión
punto de vista colectivo, todo apunta a que ese crecimiento ex- Pminentemente política: ningún indicador debe sacralizarse, y la
ponencial de la población es insostenible a largo plazo para el naturaleza de los indicadores elegidos debe estar en el centro del
planeta. Si la expansión demográfica de los últimos tres siglos se dpbate público y de la confrontación democrática.
mantuviera en el futuro , superaríamos los 70.000 millones de En lo que respecta a indicadores como la renta, es esencial, en
seres humanos en el año 2300 y los 7 billones en el año 3000, 1iri m r lugar, alejarse de las medias y los agregados y prestar aten-
algo que no parece ni plausible ni deseable. Conviene tener en C'ic'> n a la distribución real de la riqueza entre clases sociales tanto
cuenta que la multiplicación por diez de la población mundial d1•11lro de los países como a escala mundial. Así, por ejemplo,
entre 1700 y 2020 corresponde a un crecimiento demográfico 11 li t•n tras la renta media mundial, según los datos disponibles, ron-
medio de apenas el 0,8 por ciento anual, acumulado durante tf II los 1.000 euros mensuales per cápita a principios de la década
más de trescientos años. 22 Esto nos recuerda hasta qué punto la •1, ' 0 20 , apenas alcanza los 100-200 euros mensuales en los paí-
idea misma de un crecimiento de la población perpetuo y unidi- ••• 111 ás pobres, mientras que supeya los 3.000-4.000 euros men-
reccional, prolongado indefinidamente a lo largo de miles y mi- 11 111•s ~n los países más ricos. Dentro de cada país, pobre o rico, las
llones de años, es totalmente descabellada y no puede constituir d1·• 1¡;1111 ldades siguen siendo considerables. A lo largo de todo el
en modo alguno un objetivo razonable de progreso humano. En 111 11 11 1m la remos estos temas con detenimiento. Veremos, por ejem-
cualquier caso, dado el descenso observado en la tasa de natali- pl11. q11 • las desigualdades entre países se han reducido desde el
dad, parece que el crecimiento de la población se reducirá signi- 111 111111, > <'<>lonial, pero que siguen siendo extremadamente altas, lo
ficativamente durante el siglo XXI, de modo que la población 11 11 1• 11 •fl1 :ja n parte la existencia de una organización del sistema
mundial podría estabilizarse en torno a los 11.000 millones de • 1111111, ii('() mundial todavía muy jerarquizada y desigualitaria. 23
habitantes a finales de siglo, al menos según el escenario central 1111ismo, conviene relativizar la idea de que el poder adquisi-
de las proyecciones de la ONU, sujeto a mucha incertidumbn• 1 • h I multiplicado por diez desde el siglo xvm (de hecho, desde
en este momento. f 1 11· cl« •I i-:ig'lo x1x). El orden de magnitud es expresivo y transmite
11 1111 ·1111 In id 'ª de un aumento cuantitativo masivo, que es indis-
hli·, p1 •ro •n r alidad la cifra en sí misma no significa mucho.
11 l1•111 ·r st•ntido comparar ingresos para evaluar las desigual-

22. En con creto: 1,0 08 300 - 10,9. , , t ,, 1•11 1·ot1<Tl' lo t•I capitulo 9.
32 • Una breve historia de la igualdad El camino hacia la igualdad: primeros hitos · 33

dades dentro de una soci~dad determinada (en la medida en que se ha logrado a costa de la sobreexplotación de los recursos natu-
los diferentes grupos sociales interactúan y se relacionan entre sí a rales del planeta, sino preguntarse sobre la sostenibilidad de di-
través de intercambios monetarios) o entre países en un momento cho proceso y sobre los mecanismos institucionales que permiti-
dado (en la medida en que las sociedades también interactúan en- rían reorientado radicalmente. De nuevo, esto exige desarrollar
tre sí de esa manera, lo que en efecto es cada vez más común a nivel una batería de indicadores que permita a los diferentes actores
mundial desde el siglo xvm) o para estudiar los cambios en el poder sociales definir uná noción multidimensional y equilibrada de
adquisitivo durante un período de algunos años o décadas. Sin em- progreso económico, social y medioambiental. Como punto de
bargo, el ejercicio pierde sentido en cuanto se consideran progre- partida, en el caso de los indicadores macroeconómicos, es pre-
siones temporales tan gigantescas como la antes mencionada. r rible utilizar el concepto de «renta nacional» en vez de «pro-
Para captar cambios tan radicales en los estilos de vida, ningún ducto interior bruto» (PIB). Existen dos diferencias fundamen-
indicador unidimensional es suficiente. Es preferible adoptar un tales entre uno y otro concepto: la renta nacional es igual al
enfoque multidimensional, de modo que se puedan medir los cam- producto interior bruto (la suma de los bienes y servicios pro-
bios en el acceso a bienes concretos como la educación, la salud, la ducidos en un país durante un año), menos la depreciación del
alimentación, la ropa, la vivienda, el transporte, la cultura, etcéte- 1• tpital (el desgaste de los equipos, la maquinaria y los edificios
ra. En el caso concreto del poder adquisitivo, según centremos la 11 l ilizados en la producción, incluyendo en principio el capital
atención en un tipo de bienes u otros (desde un punto de vista téc- 11nlural), más las rentas netas del capital y del trabajo percibidas
nico, según sea la composición de la cesta de bienes y servicios uti- 11 pagadas al resto del mundo (que pueden ser positivas o negati-

lizada para calcular el índice de precios), se podría haber concluido ,. 1 s gún la situación de cada país, pero que por definición se
con la misma facilidad que el poder adquisitivo medio se ha multi- 111111 lnn a escala mundial). 25
plicado, o bien por dos o tres, o bien por quince o veinte (en lugar Pongamos un ejemplo. Un país que extrae 100.000 millo-
de por diez, como hemos mencionado) entre 1860 y 2020. 24 111• de uros de petróleo de su subsuelo genera un PIB adicional
d1 1 100.000 millones de euros. Sin embargo, la renta nacional
, , 11 n·spondiente es cero, porque las existencias de capital natu-
Por una pluralidad de indicadores sociales 1111 t• han reducido en esa misma cantidad. Si, además, se opta
y medioambientales 11111 11 ribuir un valor negativo correspondiente al coste social de

l 1 1•111isiones de carbono generadas por la quema del petróleo


No sólo es fundamental tener en cuenta que el aumento generali- 11 rttl'sli(m (que ahora sabemos que contribuirá a calentar el
zado de la población, la producción y la renta desde el siglo XVIn )'l11111•1 1 a convertir la vida en la Tierra en un infierno), algo
1111· cli•IH•ría hacerse pero que no siempre se hace, se obtiene
24. Para ejemplos concretos del aumento del poder adquisitivo del salario
medio expresado en kilos de zanahorias o de carne, en periódicos, en peluque- V1•11~<• T. Piketty, El capital en el siglo XXI, op. cit., capítulos 1 y 2. La
rías, en bicicletas o en alquiler de viviendas en Francia durante el siglo xx, véa- 11111 11nt1l s • denomina a veces renta nacional neta (RNN) o producto na-
111w
se T. Piketty, Los altos ingresos en Francia, op. cit., y El capital en el siglo xx1, 1111 .... ,., ( l'NN).La depreciación del capital suele rondar el 15 por ciento del
op. cit. En resumen: el poder adquisitivo expresado en productos manufactura- 1 11 · O' o, t•I PlB se situaba en torno a 100 billones de euros (en paridad de
dos ha aumentado mucho más que la media, el poder adquisitivo expresado t·11 , 1111 111 lq11l llivo, s decir, teniendo en cuenta las diferencias de precios entre
servicios ha aumentado mucho menos que la media (o incluso no ha aum ntn 1, \ 111 11•11ta mundial, en torno a unos 85 billones, para una población
do en absoluto en el caso de algunos servicios) y el poder adquisitivo 'n alimen 1111 1ti, 11111 s dt• 7.500 millones, lo que supone una renta media de apenas
tación se sitúa aproximadamente sobre la media. 1111 11111 11111110 (l.000 uros al mes).
34 • Una breve historia de la igualdad El camino hacia la igualdad: primeros hitos • 3 5

una renta nacional claramente negativa. 26 La importancia de


elegir el indicador es evidente: una misma operación económi-
ca puede dar lugar a un PIB positivo o a una renta nacional
negativa. Esto puede cambiar radicalmente la evaluación colec-
tiva de una determinada decisión de inversión a escala de país o
de empresa.
No obstante, no es suficiente centrarse en la renta nacional
(incorporando el consumo de capital natural y su correspondien-
te coste social) y en la desigualdad de su distribución, antes que
en el PIB y en los valores promedio. De hecho, sea cual sea el
valor monetario que se elija para cuantificar el coste social de las
emisiones de carbono u otras «externalidades» (término genéri-
co utilizado por los economistas para referirse a los efectos inde-
seables de las actividades económicas, como el calentamiento
global, la contaminación atmosférica o la congestión del tráfico),
la contabilidad monetaria unidimensional no permite captar co-
rrectamente los daños causados ni los desafíos en juego. En algu-
nos casos, este enfoque puede incluso contribuir a crear la ilu-
sión de que todo puede compensarse con dinero, a condición de
encontrar el «precio relativo» adecuado para valorar el medio
ambiente, lo cual es una idea falsa y peligrosa. 27 Para superar este
impasse intelectual y político, es esencial dotarse de indicadores
genuinamente medioambientales, como, por ejemplo, umbrales
explícitos de temperatura que no deben ser superados, indicado-
res vinculantes de biodiversidad u objetivos formulados en tér-
minos de emisiones de carbono.

26. Por ejemplo, si se aplicase un valor mínimo de 100 euros por tonelada
a los aproximadamente 50.000 millones de ton.eladas equivalentes de emisio-
nes anuales de carbono (unas 6,2 toneladas de media por persona en el plane-
ta), esto supondría un coste social anual de 5.000.000 de euros, alrededor d l
#.
5 por ciento del PIB mundial. Si se utiliza un valor de varios cientos de euro
por tonelada, probablemente necesario para una política climática ambiciosa, ~
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esto tendría un impacto masivo en el cálculo de la renta mundial y en la contri - ouoq.reo ;:ip SdllO!Slllld ;:ip
['ll'.101 p ua u9µ!;:il -ep-eo ;:ip os;:id
bución de cada país al bienestar colectivo.
27. Técnicamente, nadie puede predecir con un siglo de antelación cuál
será el «valor relativo» del medio ambiente, y los mercados y us olas sp ci1 lit
tivas aún menos que nadie.
36 • Una breve historia de la igualdad El camino hacia la igualdad: primeros hitos • 37

Al igual que en el caso de la renta, también es importante cómo se pueden desarrollar normas de justicia que nos permi-
tener en cuenta la distribución desigualitaria de las emisiones de tan concentrar el esfuerzo en los más ricos y repensar la organi-
carbono tanto desde la perspectiva de quienes emiten como de zación del sistema económico mundial de forma aceptable para
quienes sufrirán las consecuencias. Por ejemplo, durante el pe- los más modestos. Sin una acción decidida para reducir drásti-
ríodo 2010-2018, casi el 60 por ciento del 1 por ciento de los camente las desigualdades socioeconómicas, no existe solución
mayores emisores de carbono del mundo se encontraban en 1t la crisis medioambiental y climática. 29 Para avanzar en esa di-

América del Norte (véase el gráfico 1.3), y sus emisiones totales r •cción, resulta imprescindible combinar difer~ntes indicado-
eran superiores a las emisiones conjuntas del 50 por ciento de los n·s tanto ambientales como económicos; por ejemplo, fijando
menores emisores del mundo. 28 Estos últimos viven mayoritaria- ohj tivos de emisiones de carbono o de biodiversidad, por un
mente en el África subsahariana y en el sur de Asia, y van a ser los ludo, y al mismo tiempo, objetivos de reducción de las desigual-
primeros en verse afectados por el calentamiento global. Este el ,el de renta y de distribución de las cargas fiscales y de las
tipo de indicadores podría desempeñar un papel creciente en el n 111 Lribuciones sociales, así como del gasto público, por otro
futuro, para evaluar el respeto a los compromisos adquiridos por l11do, para que sea posible comparar entre sí diferentes conjun-
cada país y para definir los subsiguientes mecanismos de com- 1,,. d políticas públicas que permitan alcanzar los objetivos
pensación, así como para desarrollar un sistema de tarjetas indi- ,11 11hi 'ntales fijados.
viduales de carbono, que forma parte sin duda de las herramien- Asimismo, aunque en general es preferible examinar la dis-
tas institucionales necesarias para afrontar el reto climático. En 11 1l111ei6n de la renta entre clases sociales y no centrarse sólo en
general, es dificil repensar la organización del sistema económi- l.1 11•11ta media, en algunos casos es imprescindible utilizar tam-
co, tanto a escala mundial como nacional, sin una base objetiva l,1111 1gr gados macroeconómicos como la renta nacional (o, en
conformada por indicadores de este tipo. 11 ,h.f'l• ·to, el producto interior bruto); por ejemplo, como uni-
l,1d de• m dida, para poder expresar el peso de los distintos tipos
h 11 11p11 •stos o el importe del presupuesto dedicado a educación,
No existe desarrollo sostenible si no se miden ,111 d,1d o medio ambiente como porcentaje de la renta nacional
las desigualdades 11 d,•I producto interior bruto). Éste es, en efecto, el método me-
111 111 do que tenemos para comparar de forma inteligible canti-
Pero cuidado: la solución no consiste en centrarse únicamente l, 1, e1111 · varían a lo largo del tiempo y entre países, como trata-
en los indicadores puramente medioambientales y prescindir 1 d1•111oslrar en los siguientes capítulos cuando estudiemos,
de los indicadores socioeconómicos sobre la renta. La razón e 11 ·111 plo, l aumento de la capacidad fiscal y militar de los
sencilla. Los seres humanos necesitan vivir en armonía con la 11 111 1•1irop os en los siglos XVIII y XIX o el desarrollo del Esta-
naturaleza, pero también necesitan cobijarse, alimentarse, ves- "'' il 1· 11 •I iglo xx. A primera vista, razonar en términos de
tirse y tener acceso a la cultura. Y, sobre todo, necesitan justicia. 111 1 11 t 11j1• el la renta nacional» o relacionar los importes men-
Si no somos capaces de medir la renta, la desigualdad de su dis- 11 111 11 11tt•riormente con la renta o el salario medio de cada
tribución y su evolución en el tiempo, se antoja dificil imaginar 111 q111• vi ne a ser lo mismo) puede sin duda parecer abs-

28. Véase L. Chancel y T. Piketty, «Carbon and inequality: from Kyoto to n ,. 1 ( ' han el, l nsoutenables inégalités: pour u ne j ustice sociale et
Paris», WID.world, 2015. Véase también L. Chancel, «Global carbon in q1111li 111 111 11/11/t<, 1.('S p •tits matins, 2017. Véase también E. Laurent, Sortir
ty in the long run», WID.world, 20 21. ,,,,, ,. 11111<11• 1/i>111ploi, l.cs liens qui liberent, 2019 .
38 • Una breve historia de la igualdad El camino hacia la igualdad: primeros hitos• 39

tracto y alejar a muchos ciudadanos. Pero, si no se supera ese toda estadística es una construcción social: por supuesto que lo
obstáculo técnico, es casi inevitable estar expuestos a la manipu- es, pero no es suficiente, de lo contrario estaríamos arrojando la
lación. toalla. Utilizado con sabiduría, moderación y pensamiento críti-
Por ejemplo, los Gobiernos (e incluso sus respectivas opo- co, el lenguaje de los indicadores socioeconómicos es un com-
siciones) anuncian regularmente planes de inversión expresa- plemento indispensable del lenguaje natural tanto en la lucha
dos en miles de millones de euros (o dólares o yuanes). Al exa- ·ontra el nacionalismo intelectual como para no caer en la ma-
minarlos, a menudo resulta que esos planes abarcan diez o nipulación de las élites económicas y construir un nuevo hori-
veinte años en lugar de uno solo, que el importe anual correc- zonte igualitario.
tamente recalculado es en realidad una fracción ínfima de la Nótese, por último, que para no tener que utilizar una mul-
renta nacional o que el aumento previsto es inferior a la tasa de 1iplicidad de indicadores, una solución alternativa podría ser
inflación o de crecimiento esperada durante dicho período (de intetizarlos en uno solo. Por ejemplo, el índice de desarrollo
modo que la megainversión anunciada disminuye en propor- hu mano (IDH) elaborado por la ONU agrega datos sobre salud,
ción a la renta nacional, en lugar de aumentar). Lo ideal sería 1•< 1ucación y renta nacional para elaborar una clasificación mun-

que los medios de comunicación convirtiesen sistemáticamen- cIi 11de países. El ecologista y economista Tim J ackson ha desa-

te las cantidades anunciadas en escalas inteligibles. Actual- 11·0ll ado un indicador de progreso global (GPI, por sus siglas en
mente estamos bastante lejos de ese ideal, y la mejor manera 111~1• ) que combina datos medioambientales con datos sobre la
de acercarnos a él es, sin duda, que un número creciente de 11• 11t a nacional y su distribución. 30 El gran mérito de estos traba-
ciudadanos se apropie de esta práctica y transmita esta de- e 1. •s que demuestran el poco sentido que tiene obsesionarse
manda a sus medios de comunicación preferidos. La elección 1 1111 t• I PIB: basta con un indicador más equilibrado para que se

de los indicadores socioeconómicos es eminentemente políti- 111111 1ili que la clasificación de los países y su evolución en el tiem-
ca: concierne a todos y cada uno de nosotros y no puede dejar- 1111 Hin mbargo, no creo que la mejor solución sea sustituir el

se en manos de otros, en cuyo caso no debería sorprendernos 1' 111 por otro indicador único (aunque sea más equilibrado). Por
que los indicadores elegidos reflejasen prioridades distintas a 1111 l 1·u ·ción, los indicadores que pretenden resumir una reali-
las que nosotros valoramos. tl11 d 1111il tidimensional en un solo índice lo hacen a costa de una
Seamos claros: los indicadores socioeconómicos, como las i, 1 I I opacidad. Como norma general, me parece preferible uti-
series históricas presentadas en este libro y todas las estadísticas 111 11 1111a multiplicidad de indicadores que cubran de forma ex-
en general, no son más que construcciones imperfectas, provi- pi 1•11 11 transparente las emisiones de carbono y su distribu-
sionales y frágiles. No pretenden establecer «la» verdad de los 11111 , l 1~ el igualdades de renta, la salud, la educación, etc. Por
números o la certeza de los «hechos». Existen siempre varias l 1 1111 11111s razones de transparencia, desaconsejo el uso de índi-
formas legítimas de combinar los elementos disponibles para I111 1• t i ·o que supuestamente resumen el nivel de desigual-
aportar una comprensión social, económica e histórica específi- ! 11 d, 1111 a sociedad (como los coeficientes de Gini o de Theil,
ca dada una información determinada. Los indicadores preten- 11 1111t•1·1H· lación es relativamente abstracta). Creo que es
den ante todo desarrollar un lenguaje que permita establecer 11 prnpiado utilizar nociones más intuitivas, como la propor-
órdenes de magnitud y, sobre todo, comparar situaciones, mo-
mentos históricos, épocas y sociedades que a menudo son muy 1 ' \', 11 " '1'..Intkson, Prosperity without growth:foundations for the econ-
distantes, pero que puede ser útil comparar, más allá de su irre- 1 f t,, 111, 11 '"'''• Houtl
dg , 2017. Véase t ambién J . Hickel, Less is more: how
ductible singularidad y excepcionalidad. No b asta con d ·ir qm.• lh ,,,ilf 11m11• th c world, II io mann , 20 20 .
40 · Una breve historia de la igualdad

ción de la renta nacional total que recibe el 50 por ciento más


pobre de la población o el 10 por ciento más rico, la parte de las
emisiones causadas por el 1 por ciento de los emisores más im-
portantes, etc., nociones que todo el mundo puede entender fá-
cilmente. 31

:n. Los coeficientes de Gini también están disponibles en WID.world,


p1•ro n•1·omh•111lo utilizar las series detalladas por decil s y perc nliles, en 1
q111• 1111• 1·1•111 mn'• 1•11 l'SII· lihro.

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