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LOGGIA Nº10

Acueducto de Morelia

El monumento como documento para su historia


Restauración del Acueducto de Morelia en México
Juan Cabrera Aceves*
Catherine R. Ettinger**

La relación entre la arquitectura y la historia de un monu- A Monument as a Document in its own History. The
mento se hizo evidente conforme avanzaba el proceso de relationship between restoration and the history of a
restauración del acueducto de Morelia en México. La monument became clear as restoration work on the
intervención planteó cuestiones de trascendencia relati- aqueduct of the city of Morelia in México progressed.
vas al origen de la construcción, que habitualmente se Important questions were raised with regards to the history
databa a finales del siglo XVIII. La observación cuidadosa of the monument, previously considered have been built in
de las marcas de cantero, la dimensión de los arcos y las the late 18th century. The careful observation of
técnicas empleadas en el labrado de los sillares dio como stonecutter´s signatures, the dimensions of the arches and
resultado el redescubrimiento de un acueducto que había the techniques used in stonecutting resulted in new vision
sido objeto de transformaciones durante los últimos cua- of the aqueduct as a monument transformed over a period
trocientos años y, finalmente, destacó la importancia de of 400 years, emphasising the importance of using different
la lectura del edificio como documento de la historia. techniques to “read” the monument as a document.

*Juan Cabrera Aceves es profesor de Investigación y Restauración de Sitios y Monumentos de la facultad de Arquitectura de la Universidad de Michoacana
**Catherine R. Ettinger es profesora de Investigación y Restauración de Sitios y Monumentos de la facultad de Arquitectura de la Universidad de Michoacana

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EL MONUMENTO COMO DOCUMENTO PARA SU HISTORIA. RESTAURACIÓN DEL ACUEDUCTO DE MORELIA EN MÉXICO

La idea del monumento como fuente de información para su propia histo-


ria ha sido parte integral de la teoría de la restauración desde el momento
en que Viollet-le-Duc enfatizó la importancia de la observación cuidadosa
y el conocimiento detallado de una obra arquitectónica antes de comenzar
una intervención1. En el caso que aquí se presenta, el acueducto de Morelia,
en el estado de Michoacán en México, fue la observación cuidadosa en el
transcurso de la intervención la que dio como resultado una cantidad tal de
datos que permitió replantear la historia del monumento, que siempre se
había considerado proveniente del último tercio del siglo XVIII.
Las obras de restauración proporcionaron un fuerte impulso a una serie de
investigaciones relacionadas con la historia y el funcionamiento hidráulico
del inmueble, por medio de las cuales se forjó una nueva visión del acue-
ducto como monumento complejo, transformado a lo largo de los siglos,
combinando conocimientos y técnicas autóctonas con otros traídos por los
españoles. De este modo, se llegó a evidenciar la continuidad histórica
desde el siglo XVI hasta la actualidad.

Transformaciones históricas del acueducto de Morelia


La primera noticia sobre un acueducto en Valladolid, hoy Morelia, data de 1549,
época fundacional de la ciudad. El primer acueducto se construyó de “barro y
césped”. Sin embargo, habiéndose derrumbado varios tramos, aun antes de ser
puesto en uso, se decidió utilizar canoas de madera en su construcción2.
Los acueductos a base de grandes canoas de madera se utilizaron en otras
partes de la provincia de Michoacán y persistieron a lo largo del virrei-
nato. Issasy, quien visito la provincia en 1632 menciona que en Santa Fe
de la Laguna “traen el agua que beben un cuarto de legua con canoas”3.
De igual forma, el padre Ponce dice que los indios del pueblo serrano de
Patabán “traen (…) para beber una fontecita de muy buena agua y fría
desde muy lejos atravesando muchas barrancas y viene por canales de
madera...”4 . El mismo sistema se utilizó en pueblos como Erongarícuaro,
Pinchátaro y Tancítaro, e incluso se aprovechó esta infraestructura para el
abastecimiento de agua para algunos monasterios5.
Este tipo de acueducto consistía en una serie de canoas de madera coloca-
das sobre horcones de este mismo material o bien apoyadas en terraplenes.
Los troncos ahuecados eran tan grandes que “no bastaban 200 indios” para
cargar uno, de modo que era necesaria una abundante mano de obra para
llevar a cabo la construcción. La unión entre las canoas se realizaba con
clavos o cuñas de tejamanil y se fijaban a los horcones con hilo de arria.
Este sistema constructivo está documentado desde el periodo mesoameri-
cano para el caso de Tenochtitlán, hoy la ciudad de México. El cronista
Fray Diego Durán describe el acueducto prehispánico de Chapultepec, que

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tenía barro compactado a golpes y “en las cortaduras colocaron piezas de


árboles ahuecados con fuego”6. En el acueducto de Morelia esta técnica se
impuso como solución, conjuntándose con técnicas hidráulicas españolas.
En los acueductos europeos también eran empleadas canoas de madera al
pasar el canal por una depresión o cantil, pero la canoa solamente se utili-
zaba para apoyar tubos de barro llamados “arcaduces”, que llevaban el
agua, a diferencia del sistema mesoamericamo que utilizaba la misma
canoa para recibir y conducir el agua7.
A finales del siglo XVI se propuso la construcción de una estructura de cal
y canto en Valladolid, aunque no queda claro a partir de los documentos en
qué medida se llevó a cabo esta obra. Una parte de este acueducto continuó
siendo una construcción a base de grandes canoas de madera en las que se
llevaba el agua desde los manantiales localizados al sudeste de Valladolid
hasta el centro de la ciudad. Este acueducto fue modificado, reparado y
mejorado en numerosas ocasiones a lo largo del siglo XVII8.
La actual estructura de mampostería data, probablemente en su mayor
parte, del siglo XVIII. Al respecto, señala Juárez: “El siglo XVIII marcó,
en definitiva, la Fábrica material y el estilo arquitectónico del acueducto
vallisoletano”9. En este periodo se reemplazaron algunas de las estructuras
de madera con arquería de cantería con el fin de resolver para siempre el
1
problema de la escasez de agua causada por los constantes derrumbes de la
estructura anterior. La primera arquería se completó entre 1728 y 1730 y
fue seguida por una obra de tubería subterránea que llevara el agua a varias
fuentes y conventos en el centro de la ciudad. Esta construcción de cante-
ría era prolongación de una estructura de madera que traía el agua de
manantiales hasta las orillas de la ciudad, quedando así conjuntados dos
sistemas constructivos. Sin embargo en 1784 se menciona “el derrumbe de
más de 30 varas de atargea y 20 arcos”10. A partir de este momento se vol-
vió prioritaria para los vallisoletanos la reconstrucción del acueducto.
El edicto referente a la reconstrucción del monumento se emitió el 21 de
octubre de 1785 con la participación de Fray Antonio de San Miguel, gran
promotor de la obra. Dicho documento señala dos propósitos en la obra:
suministrar agua y proporcionar empleo a los desocupados. La obra tuvo
como superintendente a Isidro Huarte y como maestro encargado al arqui-
tecto Diego Durán. Se reconstruyeron completamente algunos arcos y se
añadieron contrafuertes en otros tramos de la anterior construcción. De
los documentos históricos no es posible determinar con exactitud cuáles
fueron las partes reconstruidas, y fue en este sentido que los registros
detallados llevados a cabo como parte de las obras de restauración per-
mitieron detectar distintas etapas constructivas en la arquería.
El acueducto siguió dando servicio a la población de Valladolid-Morelia
hasta 1910, año en el cual fue reemplazada su función con un nuevo sistema
de distribución de agua. A partir de caer en desuso comenzó el proceso de
deterioro físico del inmueble, a la vez que se convertía en un símbolo de
identidad cada vez más importante para los morelianos.

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EL MONUMENTO COMO DOCUMENTO PARA SU HISTORIA. RESTAURACIÓN DEL ACUEDUCTO DE MORELIA EN MÉXICO

La arquería que se conserva se inicia con una caja de agua al oriente de la


ciudad de Morelia. Según la tradición oral, el monumento tenía 253 arcos; sin
embargo los cambios de nivel en la pavimentación han dejado algunos arcos
enterrados. Aproximadamente a 700 m se encuentra una segunda caja de
agua que seguramente servía para regir los niveles y evitar derrames antes de
que la arquería entrara a lo que era entonces la ciudad. La longitud total del
monumento de cantería es de 2.010 metros desde la primera caja de agua
hasta donde termina cerca de la Plaza de Villalongín.

Obras de restauración y registro


Las obras de restauración del inmueble comenzaron en septiembre de 1996
con base en un proyecto resultado de la iniciativa de una asociación civil: el
Patronato Pro-restauración del Acueducto de Morelia. Esta asociación tra- 2
bajó conjuntamente con instancias del gobierno, tanto federal como estatal y
municipal para lograr la implementación del proyecto.
Los principales deterioros que había sufrido el acueducto consistían en la
pérdida de los aplanados del ducto de agua y de morteros en las juntas
entre los sillares. Estando el ducto sin la protección del aplanado, el agua
pluvial comenzó a filtrarse, arrastrando sales y los componentes de los
morteros, por lo que aparecieron manchas en el intradós de los arcos. En
algunas zonas se encontraban sillares con exfoliaciones o pulvurulencia,
micro y macroflora (fig. 1) y, en general, el monumento servía de soporte
para una gran cantidad de instalaciones: eléctricas, telefónicas y de trán-
sito. A pesar de que existían grietas y sillares fracturados, el monumento
no mostraba deterioros que hicieran peligrar su integridad estructural; sim-
plemente presentaba un aspecto sucio y degradado.
Antes de comenzar con la reposición de los morteros se realizó el análisis
en laboratorio de muestras existentes en el monumento. En un 74%, el mor-
tero original era arena silícea, con menores proporciones de calcio y óxido
de hierro y trazas de carbonato de magnesio. En el microscopio se observó
lana de borrego dispersa en la matriz del mortero. Podemos hacer notar
que, aunque no se tiene la seguridad de que este tipo de fibras fuese utili-
zado en todo el acueducto, se cuenta con el antecedente local de su uso en
la construcción de la tubería subterránea. Así, el contrato de obra celebrado
entre el cabildo de Valladolid y el arquitecto Nicolás López Quijano (1731)
especifica: “Es condisión ser de quenta es novillisima ciudad el darle a
dicho maestro la manteza, pelos de chivos, y cal, para haser el aula que ha
de gastar en guarnisiones de las cavezas de los caños, como así mismo
todos los lasos, hilo de campeche y miriñaque, para remeter en los hingeri-
dos de dichas cavesas”11.
Los trabajos principales realizados a lo largo de la intervención consistieron
en el lavado de la cantería con jabones no iónicos, la reposición de los morte-
ros perdidos (fig. 2) y el recubrimiento del conducto de agua. Para la realiza-
1. Sillares con exfoliaciones o pulvurulencia, micro-
ción de obras de restauración en México todavía se cuenta con una abundante flora y macroflora
mano de obra cualificada en técnicas artesanales: así, se pudo lavar a mano la 2. Reposición de los morteros perdidos

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piedra utilizando cepillos de fibras naturales y la elaboración de los morteros


se realizó a base de cal apagada en sitio. La restitución del aplanado del con-
ducto de agua se llevó a cabo aplicando una capa delgada de mezcla (elabo-
rada a base de cal apagada y arena silícea enriquecida con aditivo adhesivo)
con una cuchara metálica chica para, posteriormente, pulir la superficie recu-
bierta, ejerciendo presión con la mano a través de un guante de hule (fig. 4).
La película es muy delgada y sigue la forma natural de la piedra.
Conforme se realizaba la limpieza de la piedra en los paramentos, iban apare-
ciendo las marcas que los constructores habían dejado sobre ella (fig. 3), tanto
labradas como pintadas, y se decidió, oportunamente, llevar a cabo el registro
detallado de éstas. Aprovechando el andamiaje, se comenzó a la vez con la
medición de cada arco y el registro de sus particularidades.
3 Existen tres tipos de marcas en el monumento: pintadas, labradas en bajorre-
lieve (iniciales de canteros) y labradas en altorrelieve, siendo estas últimas
las encontradas en menor cantidad.
En su mayoría, las marcas pintadas son simplemente puntos o círculos rojos
que parecen indicar posición. Algunos tramos presentan este tipo de marcas
sobrepuesto a otras grabadas en la piedra.
Las marcas grabadas probablemente corresponden a firmas de canteros y
muestran grandes similitudes con ejemplos dados por Gimpel para el caso de
las catedrales medievales12. Así, se habrían utilizado para cualificar el trabajo o
rendimiento de cada cantero, heredándose los símbolos utilizados de padre a
hijo. Sin embargo, no siempre está claro si estas marcas representan firmas o si
indican posición. En algunos tramos, por ejemplo, hay flechas labradas en las
claves de cada arco que, si bien podrían indicar que un mismo cantero las labró
todas, podrían ser marcas que indican su posición.
4

Resultados
Como resultado de los registros de marcas y medidas y de la cuidadosa
observación de los cambios en la calidad, dureza, color y estereotomía de la
piedra, se pudieron determinar tramos del acueducto claramente distintos.
Además, la investigación acerca del funcionamiento hidráulico del monu-
mento, llevada a cabo de forma paralela, llevó al descubrimiento de tramos
de canal, de cantería labrada, a varios kilómetros de la arquería, que está
dentro de la ciudad. Así, se pudo reconstruir el largo total del acueducto en
el momento de su funcionamiento. Desde los manantiales, su longitud
resultó ser más del doble de la existente en la arquería (de 2.010 metros de
longitud) que se aprecia en la actualidad.
Por las marcas (firma de canteros y de posición), se pudieron distinguir
varios tramos distintos. El primero, entre las dos cajas de agua, se caracte-
riza por la casi total ausencia de marcas labradas, encontrándose, sin
embargo, mayor variedad en cuanto a marcas pintadas que en los demás
tramos. En su mayor parte, estas marcas se encuentran sobre la hilada que
corresponde al nivel del ducto de agua, en la correspondiente al nivel de la
misma o en la hilada superior a ésta (fig. 5).

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EL MONUMENTO COMO DOCUMENTO PARA SU HISTORIA. RESTAURACIÓN DEL ACUEDUCTO DE MORELIA EN MÉXICO

A partir de la segunda caja de agua, que se encuentra a la altura de la


Calle Vicente Suárez, aparece una gran variedad de marcas, en su mayo-
ría labradas (fig. 6). Las marcas pintadas usualmente se sitúan en los silla-
res del canal de agua y son puntos o círculos rojos. Tanto en el paramento
como en el dovelado del arco hay marcas labradas, la mayoría representando
iniciales o signos fácilmente asociados con alguna letra del abecedario. La
caja de agua posee un gran número de marcas pintadas que se corresponden
con hiladas, indicando que probablemente se trata de marcas de posición.
Siguiendo el recorrido hacia poniente, después de la Calzada Ventura Puente
se observa un cambio notable únicamente en la estereotomía de cuatro arcos.
En los tramos siguientes puede apreciarse otra serie de cambios: las marcas
pintadas están sobrepuestas a las labradas en el mismo sillar y las piezas
poseen menor dimensión y son más irregulares que en los tramos precedentes.
Todo esto parece indicar la reutilización de la piedra de una arquería anterior.
Las dovelas encontradas se armaron en primera instancia en el piso como un
rompecabezas y se marcaron antes de volverlas a montar. Estas características
corresponden a un tramo de aproximadamente 12 arcos.
Más adelante se detectaron 19 arcos cuyas medidas varían enormemente de la
norma. En todo el monumento las cuerdas de los arcos son, aproximadamente,
de 5.50 metros. En el tramo mencionado esta dimensión se reduce a 3.30
metros, dando un aspecto de mayor esbeltez, mientras las medidas de centro
a centro en la arquería no varían. Este tramo de 19 arcos se distingue también
por la ausencia total de marcas y una estereotomía de sillar más pequeño.
3. Marcas que los constructores habían dejado sobre la piedra
Caminando hacia poniente, acercándose a la Plaza de Villalongín aparece un 4. Restitución del aplanado del conducto de agua
gran número de marcas de formas complejas, difícilmente identificables 5. Ejemplos de marcas pintadas encontradas en los prime-
ros tramos del monumento
como iniciales, situadas en los pilares, no en el paramento, si bien son menos 6. Ejemplos de marcas labradas entre la segunda caja de
frecuentes que las de los tramos anteriores (fig 7). agua y la callle Ventura Puente

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7. Ejemplos de marcas en tramos cercanos a la Plaza de Por último, se encontró un ajuste en el nivel del ducto de agua a pocos metros
Villalongín
8. Perspectiva general del acueducto del término de la arquería, indicando etapas distintas en su construcción.
Teniendo presente esta división en tramos, fue posible comenzar a formular hipó-
tesis sobre el orden en el que se construyeron. Desde luego, un cambio en mar-
cas de canteros no significa necesariamente distintas etapas: podría ser indicativo
simplemente del trabajo de cuadrillas diferentes. Sin embargo, estos cambios,
unidos a modificaciones en el proporcionamiento de los arcos, en la calidad de
material utilizado o en la esterotomía, sí son significativos.

Consideraciones finales
Como resultado primordial de los trabajos realizados tenemos una nueva
concepción del acueducto de Morelia como un monumento con una larga his-
toria de transformaciones que todavía no han sido comprendidas. A lo largo
de cuatro siglos se conjugaron técnicas y materiales distintos para lograr lle-
var agua a la población asentada en la ciudad de Valladolid-Morelia. Durante
todo su funcionamiento se conservaron tramos de canoas de madera que lle-
vaban el agua a la estructura de mampostería, que fue construida en etapas
distintas, claramente distinguibles.
En primera instancia, se considera que los tramos entre las dos cajas de
agua son de más reciente construcción que la arquería a poniente. Esta
hipótesis se apoya en el hecho de que se diferencian de los demás del
monumento por la ausencia de marcas labradas y por las características de
la piedra utilizada. Además, se observa el ajuste en las medidas del último
arco al llegar a la segunda caja de agua para adaptarse al claro disponible,
puesto que la caja ya existía.
Una parte más antigua de la estructura de mampostería se encuentra entre
la Calzada Ventura Puente y la Plaza de Villalongín, dado que aparece esta
parte del acueducto en una litografía de M. Murguía con fecha de 175213.
Además, se nota un ajuste en el nivel del ducto de agua a poniente de
Villalongín, y otro ajuste, apenas visible, en dos arcos a oriente de la calle
de Ventura Puente. Sin embargo, este tramo de cuatro arcos resulta clara-
mente diferenciable por su esteretomía.
El trabajo de campo realizado ha llevado a cuestionamientos sobre la his-
toria del acueducto, de modo que actualmente se realiza una investigación
interdisciplinar con la participación de historiadores, ingenieros y arqui-
tectos, con la esperanza de llegar a una comprensión de la evolución de
este monumento. Los levantamientos y registros detallados conforman un
cuerpo de información que será analizado con mayor detalle para ser con-
frontado con los testimonios documentales que, sin estos registros, hubie-
ran seguido considerando al monumento como obra construida entre 1785
y 1790 por iniciativa de Fray Antonio de San Miguel. En palabras de
Carlos Chanfón: “El mensaje testimonial, documental y significativo del
monumento, cifrado en claves de pasado, encierra mayores enigmas en fun-
ción de la antigüedad. Su interpretación, por tanto, rara vez puede ser total y
definitiva”14. Sin embargo, se ha emprendido el intento.

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EL MONUMENTO COMO DOCUMENTO PARA SU HISTORIA. RESTAURACIÓN DEL ACUEDUCTO DE MORELIA EN MÉXICO

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Notas:
1. Hearn, M.F., (editor), The Architectural Theory of
Viollet-le-Duc; readings and commentary, Cambrige,
MIT Press, 1990, p. 278.
2. Juárez Nieto, Carlos, Morelia y su Acueducto,
Morelia, Universidad Michoacana de San Nicolás de
Hidalgo, 1982, p.23.
3. Issasy, Francisco Arnaldo, “Demarcación y Descripción
de el Obispo de Michoacán y Fundación de su Iglesia
Cathedral, Numero de Prebendas, Curatos, Doctrinas y
Feligreses que Tienen y Obispos que ha Tenido desde que
se Fundó” en Biblioteca America, Vol. I, Número 1,
Septiembre 1982, p.149
4. Navarrete Pellicer, Sergio, “La Africultura Tarasca del
Siglo XVI” en Carlos Paredes Martínez (editor), Historia y
Sociedad, Ensayos del Seminario de historia Colonial de
Michoacán, Mexico, CIESAS-UNMSNH, en prensa.
5. Idem
6. Durán, Fray Diego de, Historia de las Indias de
Nueva España e Islas de Tierra Firme, México,
s.e.,1967, Tomo I, p.196.
7. Laín Entralgo, Pedro, los Veintiún Libros de los Ingenios
y Máquinas de Juanelo Turriano, s.l., Fundación Juanelo
Turriano y Ediciones Doce Calles, 1996, p.250-251.
8. Juárez Nieto, Carlos, Op. cit., p.30-37.
9. Juárez Nieto, Carlos, Op. cit., p.99.
10. Ibid, p. 101.
11. Ibid, p. 111.
12. Gimpel, Jean, Los Constructores de Catedrales, Buenos
Aires, Centro Editor de América Latina,, 1971, pp.66-76.
13. García, Luis, México Pintoresco, ca. 1880, apud
Banobras, s.f., p.45.
14. Chanfón Olmos, Carlos, Fundamentos Teóricos de la
Restauración, México, Universidad Autónoma de
México, 1988, p. 174.

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